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Conocer una marca ahorra tiempo a los clientes y, por esto, también se paga. Niall
FitzGerald, presidente de Unilever comentaba: “Una marca es un almacén de
confianza que multiplica su valor a medida que se realizan más intercambios. Las
personas desean simplificar sus vidas”. Ciertamente esta frase se aplica en la vida,
ya que las personas al conocer un producto y distinguirla por un nombre, apegan su
confianza a esto y les son fieles a dichas marcas, conocen sus características por
lo que no lo cambiarían por otro. Por ejemplo “Coca Cola” y “Pepsi”, aunque los
sabores puede decirse que son parecidos, hay algunos que nunca tomarían “Pepsi”
ya que le son fieles a su marca favorita “Coca Cola”. Es por eso que se dice que las
marcas simplifican las vidas de todos, ya que no es necesario probar tantos
productos si sabemos cuál es exactamente el que vamos a comprar.
El ejemplo de las grandes marcas para las que apenas comienzan es que deben de
relacionar su nombre con las emociones, es decir, que se apeguen a los
sentimientos de las personas y esto les hace sentir una relación más estrecha por
lo que los clientes son fieles a ellos. También deben de tomar en cuenta la
responsabilidad social y la protección al medio ambiente y al planeta.
Poco a poco los nombres de las empresas, con la ayuda de la publicidad van
tomando importancia y quedándose en la mente de las personas, las marcas van a
constituir en ellas una imagen o un recuerdo de las características del producto, que
harán que el cliente sea fiel y obtenga un estatus mayor.
Las empresas tienen que hacer un difícil trabajo para construir sus marcas. David
Ogilvy comentaba: “Cualquiera puede realizar un trato, pero para crear una marca
se necesita genio, fe y perseverancia.”
Para estimar el valor de una marca hay que medir el nivel de preferencia y
lealtad que la misma sugiere. La marca Harley Davidson es una gran marca ya
que los propietarios de sus motocicletas nunca piensan en cambiar a otra. Lo mismo
ocurre con los usuarios de Apple, que nunca piensan en cambiar a Microsoft.
Tener una marca con notoriedad supone poseer un importante valor añadido. Una
persona afirmaba, cínicamente, que el objetivo de una marca es “obtener de un
producto más dinero de lo que realmente vale”. El nombre de marca comunica al
usuario la calidad y características que se esperan de un producto o servicio, y esto
constituye un valor adicional para la empresa.
Se puede decir que la marca constituye un contrato con los clientes que contempla
lo que se espera de la misma. El contrato de marca debe ser honesto. Así, la
empresa Motel 6 ofrece habitaciones limpias, bajos precios y buen servicio, pero no
que los muebles sean de lujo o que el baño sea de gran tamaño.
No haga publicidad de la marca, consiga que los clientes vivan la marca. El valor de
la marca lo construyen, en el último término, los empleados que proporcionan a los
clientes experiencias positivas. Revive la experiencia que se obtiene de la marca
las promesas que hace la misma? Esta es la razón por la que las empresas deben
hacer coincidir la experiencia de la marca con las promesas hechas a través de la
comunicación.
Las empresas tienen que planificar las asociaciones de su marca. ¿Con qué se
deberían asociar marcas como Sony, Burger King, o Cadillac? Conviene igualmente
desarrollar la personalidad de la marca. La personalidad debe reflejarse en algunos
rasgos. Y los rasgos deben transmitirse en todas las actividades de marketing de la
empresa.
Una vez que se ha definido los atributos de la marca hay que comunicarlos en cada
actividad de marketing. Los trabajadores de la empresa deben vivir el espíritu de la
marca, tanto en lo corporativo como en cada puesto específico. Así, si una empresa
quiere transmitir que es innovadora, debe contratar, formar y premiar a las personas
que sean innovadoras. Y deberá definir qué supone ser innovador para cada puesto
de trabajo, desde quienes se dedican a tareas productivas, a los contables,
conductores de vehículos, o comerciales.
Ocurre que cuando una marca tiene éxito la empresa quiere extender su
nombre a otros productos. La marca puede extenderse a nuevos productos que
se lancen dentro de la misma línea (line extension), a productos de una nueva
categoría (brand extension), o incluso a un nuevo sector (brand stretch).
Algunas empresas, muy afamadas, tienden a asumir que sus marcas más
conocidas pueden extenderse a cualquier categoría. Sin embargo, ¿qué ocurrió con
los ordenadores Xerox o con la salsa Heinz? Acaso superó la agenda electrónica
Hewlett Packard las ventas de la marca Palm? Tiene el mismo éxito la página
electrónica general de Amazon que su página específica de Iibros? En muchas
ocasiones, las empresas introducen, tarde, versiones “yo también” del producto,
poniéndoles el nombre de otras afamadas marcas propias.
Sin embargo, toda regla tiene sus excepciones. Richard Branson ha extendido su
marca Virgin a varias docenas de negocios, incluyendo lineas aéreas, vacaciones,
hoteles, trenes, limusinas, radio, e incluso la categoría de los refrescos de cola. El
nombre de Ralph Lauren, además de encontrarse en ropa, lo pedemos ver también
en muebles. La pregunta es: ;Hasta dónde se puede extender el nombre de una
marca sin que pierda su significado?
Fijar el precio de una marca es un todo un reto. Cuando la marca Lexus comenzó a
disputar en Estados Unidos el mercado de automóviles de lujo a la marca Mercedes,
ésta no reaccionó bajando sus precios. Es más, algunos directivos propusieron
subirlos, para comunicar que ser propietario de sus vehículos suponía tener un
prestigio que el dueño de un coche Lexus nunca podría gozar.
Ahora bien, establecer precios más altos que la competencia es una tarea cada vez
más difícil. Anteriormente, las marcas líderes podían establecer precios de un 15 a
un 40 por ciento más altos que los de la competencia; en la actualidad, se darían
por satisfechas si pueden obtener de un 5 a un 15 por ciento adicional. Cuando la
calidad de los productos se percibía como diferente, se pagaba más por las mejores
marcas. Hoy en día, todas las marcas tienen suficiente calidad. Incluso las marcas
de los comercios son buenas. De hecho, es muy probable que la marca del comercio
la fabrique, con los mismos estándares de calidad, una marca nacional reconocida.
Entonces, ¿por qué pagar más por una marca (excepto marcas de élite como
Mercedes), salvo para impresionar a los demás?
Otro motivo de preocupación es que los responsables de las marcas pueden militar
en contra del mantenimiento de unas relaciones efectivas con el cliente (marketing
de relaciones), al poner demasiado énfasis en la organización por productos y
marcas, y poco en la gestión de clientes. A este hecho se le conoce como miopía
en la gestión de la marca.
Las empresas tienen que definir la esencia de la marca, la cual tendrá que
ser respetada en cualquier momento del proceso de venta. Las ejecuciones
locales se pueden adaptar, siempre que transmitan el sentimiento de la
marca.
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