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EL PODER Un enfoque radical Segunda edicién por ‘Seven LUKES uducion del prfacio, los capitdos 293 ve gua de lectras complementartas Cantos MARrin RaMi “traduccion del capttlo | orcs DEIKE. SIGLO 1. EL PODER: UN ENFOQUE RADICAL 1 INTRODUCCION Este capitulo encierra un anilisis conceptual del poder. En él voy a pronunciame por un enfogue del poder (es decit, una manera de identificar a éste) que es radical en sentido teérico y en sentido politico (y, en este contexto, considero que hay voa relacién intima entre los dos sentidos). El enfoque que voy @ defender, yo ditia que, por un lado, es inevitablemente evalua- tivo y esté “eseacialmente contestado” (Gallie, 1955-1956) ' y, por el otto, es aplicable empiricamente. Intentaré demostrat por gué este enfoque es superior a los alternativos. Defenderé, ademés, su carécter evaluativo y contestado, cosas que no son defectos para mi, y sostendré que es «operativo», es decir em piticamente Gil, por cuanto permite forjar hipétesis en térmi- ros de dicho enfoque gue en principio son verificables y falsa bles (a despecho de los argumentos coméinmente esgtimidos ‘en contra). Incluso daré ejemplos de tales hipétesis, de algunas de las cuales llegaré hasta el extremo de pretender que son ciertas. Alo largo de mi acgumentacién tocaré una serie de proble- mas metodolégicos, tedricos y politicos. Entre los primeros fi- guran los limites del behaviorismo, el papel desempefiado por 1 Bi poner Jos valores en la explicacién y el individualismo metodoldgico. Entre las problemas tedticos estén cuestiones relacionadas con Jos limites o prejuicios del pluralismo, con la falsa conciencis y con los intereses reales. Entre los problemas politicos estan Jas tres famosas fveas problemiticas clave estudiadas por Robert Dabl (Dahl, 1961) en New Haven (nuevo desarrollo urbano, educacién piblica y nombramientos politicos), Ia pobreza y las relaciones raciales en Baltimore, asi como la polucién atmosté rica, Estos temas no setan discutidos en sf, sino que simple- mente se aludiré a ellos en puntos significados de ln argumen- tacién. Por su naturaleza, éta es polémica, Y realmente, ol que lo sea fornna parte esencial de mi alegato, Comienza esta argumentacién examinando un enfoque del poder y concepciones emparentadas —gue tiene profundas tafces histéricas, pasticvlarmente en el pensamiento de Max Weber, y que adquirié una sensible influencia entre los polits- Jogos americanos ce fa décacl cle los sesenta a través dela obra de Dali y sus colegas phuralistas—. A este enfoque se le etitics por superficial y restictivo y se le acusé de llevar a una injusti- ficada celebracidn del pluralismo ameticano, del cual se pre- tende que cumple los requisitos de la democracia, en especial pot parte de Peter Bachrach y Morton S. Baratz en un fanoso ¢ influyente articulo titulado «The two faces of power» (1962) y ‘en un segundo articulo (Bachrach y Baratz, 1963), incorpora- dos ambos postesiormente, previa modiliceciéa, en su libro Power and poverty (1970). La atgumentacién de éstos fue, a su vez, objeto de enérgicos contraataques por parte de los plura- listas, en especial Nelson Polsby (1968), Raymond Wolfinger (1971, 19716) y Richard Merelman (19688, 1968); pero tam- bién se granjes defensas de gran interés, como la de Frederick 2 JEL PODER: UN ENFOQUE RADICN. Fiey (1971), y porlo menos una aplicacién empfrica, interesan. teen gtada stumo, en el libro de Matthew Crenson The un-polt tics of air pollution (Crenson, 1971). Argumentaré que el enfo- que de los pluralistas era, efectivamente, inadecuado, por las tazones aduciclas por Bachrach y Baratz, y que el enfoque de éstos va mis lejos, aunque, por otro lado, no lo bastante, j esti necesitado de un temple radical. Mi estrategia consistiré én es- bozar tres mapas conceptuales, que espero pongan de mani- fiesto los rasgos distintivos de esos tres enfoques del poder, a saber el de los pluralistas (al que llamaré unidimensional) el de sus eriticos (al que lamaré bidimensional) y un tercer enfoque del poder (al que llamaré tridimensional), Luego pasaré a ex. minat los lados fuertes y débiles respectivos, intentando de- mostrar mediante ejemplos que el tercero de estos enfoques permite un anilisis de las relaciones de poder més profundo y satisfactorio que el proporcionado por cualquiera de los otros dos. UL BL ENFOQUE UNIDIMENSIONAL ‘A menudo se califica a éste de enfoque «pluralista» del poder, peto tal etiqueta es ya engaiiosa, por cuanto Dahl, Polsby, Wol- finger y otros pretencen demostrar que el poder —segtin lo identifican ellos— esta, de hecho, disteibuido de manera plura- lista en New Haven, por ejemplo, y més generalmente en el sis. tema politico de Estados Unidos en su totalidad. Hablas, como hacen los susodichos autores, de un «enfoque pluralista» del po- der, 0 de una «aproximacién pluralista» al mismo o bien de una 3 : EL PODER ‘anetodologia plucslista» presupane que las conclusiones de los pluralstas ya estén contenides en sus coneepeiones, aproxima: cidn y método. Realmente, yo no creo que asi sea. Creo que éstos on capaces de generar en determinados casos conchusiones no pluralistas. Utilizando, por ejemplo, su enfoque del poder y su ‘metodologia para identificatlo (de manera que el lugar donde se ubica el poder se determina viendo quién prevalece a la hora de ‘adoptar decisfones dondequiera que haya un conflicto observa ble). Robert McKenzie (1964) concluye que el poder es pirami- dal en los dos principales partidos politicos britanicoss y sirvién ‘dose de un enfoque y una metodologia diferentes, Saniuel Beer (1965) concluye que en el caso del Partido Leborista no lo es. Del primero de esos enfoques se extraen conclusiones elitistas ‘cuando ¢s aplicado q estructoras elitistas de adopcién de decisio nes y conclusiones pluralistas cuando es aplicado a estructuras pluralistas de adopcién de decisiones (y también, dla yo, con: clusiones pluralistas cuando es aplicado a estructuras que él identifica como pluralistas, mientras que otros enfogues del po: der no lo hacen). Asi pues, al intenter caracterizarlo identificaré sus rasgos distintivos independientemente de las conclusiones ppluralistas que se hayan solido obtener: En su temprano articulo «The concept of power», Dahl des cribe su idea intuitiva del poder» como «algo semejante a A tiene poder sobre B en la medida en que puede conseguir Gjue B haga algo que, de otra maners, no baria» (Dahl, 1957, en Bell, Edwards y Harrison Wagner (eds.), 1969: 80). Mas adelan ren ese mismo articulo, Dahl describe su «enfoque intuitivo de Ja telacién de poder» en términos ligeramente diferentes: pare- cfa, dice, cimplicar una tentativa coronada por el éxito por pat- te de A de conseguit que B haga algo que, de otra manera, no 4 {Ee popu ON ENFODUE RADICAL asia» (bid, p- 82). Nétese que sie primer enuncial, gira 9 vvno a la capacidad de A («ea mela en que puetle con- sau gue B haga algo ~»), el segundo esperifica ape tereatve seaepadla por el éxito, y en ello esta, desde ego, la fever serene los poderes actual y potencal, entee posesion y lets cia del poder. Es éste —el ejrcicio del poder— Ia iden central Se ewe enfoque del poder (como eaccin a hineapié aye haces jos Hdtaados «elitistas» en las reputactones del poder). En Who governs?, el mézodo capital de Dabl consist e® ‘edeterminar aon respecto a cid decisidn qué pattcipantes propusieron at ror grives que Binalmente fueron adoptadas, vearon «ternal vs propuestas por otros © propusieron altexnativas dve fueron vreleazadas, Estas acciones fueron después clesificadas como vetos” o "dereotss” individuales. Los participantes con le me yor proporcién de éxitos sobre ef total de éstos fueron consi “erados como los més inflayentes» (Dahl, 1961: 336)? Bit cena, como dice Polsby: «Bn la aproximacion plurals (3 serenes extn os resultados espeificos con visas & deter spac auién prevalece efecivamente ep adopcion de deisio nes dentro de una comunidad» (Polsby, 1963: 113). Aqui se have hincapié en el estudio del comportaniento concrsto, ob se ble. I investigador, sein Polsby, «cdeberta estudiar a comportamniente efectivo, ya sea de primera mano, ya sea Fe- onstrayéndolo a partir de documentos, testimonios petiédi veo'y obras fuentes apropiadasy (ibid, p. 120, Ast pues, Jame: todologfa plaralista, en palabras de Merelman, cestudié €l omportamientoefectivo, initio en ls definiiones operaiess yencontrd pruebas, Més aii: parecié abtencs conclasiones fin- bles, que satisfacian los cfnones de Ta clencia> (Merelman, 1968a: 451). Ex Popa (Convendré tener en cuenta que Jos pluralistas.tienden a usar de forma intercambiable «poder»; «influencian, ete, su poniendo que hay una nocién primaria que patece estar detrés dle codes esos conceptos» (Dabl, 1957, en Bell, Edwards y Ha. srison Wagner (eds,), 1969: 80). Who governs? habla sobre todo de «influenciae, mientras que Polsby habla ante todo de «poder»,) Este hincapié en el comportamiento observable a la hora de identificar el poder inueve a los plurelistas a estudiar la adopeién ale decisiones como tarea centtal, Para Dahl, pus, el poder sto ppuede ser analizado tras un «examen minucioso de una serie de decisiones concretas» (1958: 466); Palsby, a su vez, escribe: Se puede concebir el «poder» —einfluencia» y «control» son sinéni- mos servibles— come la capacidad de un actor de hacer algo que afecte a atso actor, que cambie el probable cuts de unos fururos acontecimientos especilicados. listo puede ser mas ficilmente conce- bilo en una situacién de adopeidn de decisiones (1963: 3-4) Arguye este autor que identificar a «quitn prevalece en Ja auopcién de decisiones» parece ser «la mejor manera de deter- rminar qué individuos y grupos tienen “més” poder en la vida social, porque el conflicto directo entre actores plantea tna si- tuacién que se asemeja sobremodo # una verificacién experi- mental de su capacidad de influir en los resultados» (p. 4). Como se desprende de esta tiima cita, se supone que las «decisio- nes» enteaiian un conflieto wdivecton, es decir efectivo y obser- vable. Ast pues, Dahl afirma que sélo es posible verificar estric- tamente la hipétesis de una clase dirigente si hay «.. casos que impliquen decisiones politicas clave donde las preferencias de la hipotétien ite ditigente choqnen con las de cualquier otro ‘ EL, pone: UN ENFOQUE RADICAL grupo similar que se piteda sugericn, y «.. en tales casos preva- lecen rejulatmente las preferencias de la élite» (Dahl, 1958 466). Los pluralistes hablan de decisiones relativas a problemas pertenecientes a «seas problematicas» (clave) seleccionadas, suponiendo una vez mas que tales problemas son polémicos e implican un conflicto efective. Como dice Dahl, es «requisite necesatio, aungue quizé no suficiente, que el tema claye impli- quejun desacnerdo efectivo en his preferencias de dos © més grupos» [p. 467). Hemos visto, pues, gue los pluralistas bacen hincapié en el compottamienta en Ia adopcidn de decisiones sobre proble mas clave o importantes por cuanto implican un conflieto ob: servable efectivo, Obsérvese que tal implicacién no es requeri- da por las definiciones de poder de Dahl o te Polsby, las cuales simplemente requieren que A pueda llegar 0 llegue « afectar alo que hace B, Y de hecho, én Who governs? Dahl se mues- tra muy sensible a la operatividad del poder o la influencia en ausencia de conflicto; incluso afirma, en efecto, que una «veri- ficacién aproximada de la influencie abierta o encubierta de tuna persone es la frecuencia con que consiga llevar adelante una politica importante en contra de la oposicién de otros, o vetar po- liticas propuestas por otros, 0 Wevar adelante una politica donde 10 aparexca oposici6n (siel» (Dahl, 1961: 66) ». De todos mo: dos, éste es sélo uno de los muchos ejemplos de que el texto de Who governs? es més sutil y profundo que la mayoria de los pronunciamientos conceptuales y metodolégicos de este autor y sus colegas' est4 en contradiccién con su armaz6n concep- tual y su metodologia, Dicho de otra manera, constituye ua descubrimiento que el enfoque unidimensional del poder es incapaz de explotar. we de oY y BL poet De acuerdo con este enfogue, el conflicto es crucial por cuanto procura una vetificacién experimental de las atribucio- nes del poder: parece pensarse gue sin él el ejercicio del poder ino se pondra de manifiesto. Entre qué se da el conflicto? La respuesta es: entre preferencias que se supone son formuladas conscientemente, manifestadas a través de acciones y, por ende, susceptibles de ser descubiertas por observacién del compostamiento de Ja gente, Ademés, los pluralistas suponen gue los inzereses schan de entender como preferencias por po- liticas determinadas, de suerte que un conflicto de intereses equivaldsia aun conflicto de preferencias. Rechazan cualquier sugerencia de que los intereses puedan ser inarticulados o inabservables, y sobre todo la idea de que las personas puedan ‘estar equivocadas acerca de sus propios intereses 0 set incons- ientes de ellos. Como dice Polsby: Rechazando esta prestincién de una «objetividad de los jntereses>, podemos ver ciettos casos de desacuetdo intraclasista como wn con- ficto inteaclasista de intereses y ¢l acuerdo interclesista como wns sumonia interclasista de intereses. Defender lo cositrario se n0s ano: ja un ertor Sila infoxmacién acerca del compostamiento efective de Jos grupos dentro de la comunidad no se considera importante en el momento en que diserepa de las expectativas del investigedor, en) tonces es imposible aun refutar las proposiciones empiricas de la te: orfa de la estatificacién (que postulan intereses clasistas}, porlo que habré que considerarlas como asertos mas metaflsicas que empiri- 08, Suponer qué los inteseses areales» de una clase le pueden ser asignados por un analiata permite a ésteatribuir una efalsa concien- cia de clase» cuando la clase en cuesti6n no coincide con él (Polsby, 1963: 22-25) [Re poets UN ENROQUE RADICAL Concluyo, por ende, que este primer enfoque unidimensi pal del poder entrafia una insistencia en el comportanniento 8 la hora de adoptar decisiones sobre problemas en torno alos cus les hay un confliio observable de intereses (subjerivos), enten ‘Judes como preferencias expresadas por une determinada pol ticay revelados a través cle une participacién politica, ui. ELENFOO! E BIDIMENSIONAL En su critica de este enfoque, Bachvach y Baratz aducen que es resttictivoy,en vireud de este hecho, presenta un cuadro plus five, engafiosamente optimist de la politica americane. El po den dicen, tiene dos casas. La primera es la que teebamos de considletar, segin la cual «el poder est@ enteramente incorpora- ddoy plenamente rellejado en la “decisiones concretns” 0 ¢n lt sievided dicectamente relacionada con su adopei6n» (1970: p. 7). Esctiben estos autores Por supuesto, el poderse ejerce cuando A participa eo laadopeién de decisiones que afectan a B, También se eerce el poder cuando A con agra sus energies a crear oreforzat aquellos valores socies ¥ polit aaa y prdtiasinsticacionales qu initan el alcance del proceso pole theo ala consideracin pablica solamente de los problemas que sean telativamente inocuos pata A, En lainedida en que A consigue bacer- tose impide, paca todos los efectos précticos, que B ponge sobre el tapete cualquier problema cuys sesoluctén pueda pesca sere mente al conjunto de preferencias de A (p. 7) FE. one «Punto capital» desu argumentacién es el siguiente: «En la medida en que una persona 0 un grupo —consciente 6 incons. cicniemente-— crea o refuerea barreras al aireamiento de los conflictas politicos, esa persona o grupo tiene poder» (p. 8) Citan a este propésito las famosas y frecuentemente repetidas palabras de Schattschneider: “Todes las formas de organizacién politica sienten inclinacién por la explotacién de unos tipos de confictos y fa supresién ce otros, to que orgunizar es movibizer inclinaciones. Ciertos temas se organizan dentro de In politica, mientras que otros lo hacen fuera de ella (chattschneider, 1960: 71), ues. El significado del trabajo de Bachrach y Baratz reside en que estos autores apostan a la discusién en torno al poder la idea-—de crucial importancia— de la «movilizacién de inclina- ciones», Hay, segiin sus propias palabras, un conjunto de valores, creencias, rituales y procedinsientos institu- ionales («reglas del juego») predominantes gue actian sistematice y-consccuentemente en beneficio de personas y grupos detetminados a expensas de otros. Los beneficiarios estén colocades en posicién aventajada para defender y promover sus intereses establecidos. La iayorfa de las veces, los adefensores del statu quo» son tn grupo mi- noritario o eltista dentro de la poblacién en cuestién, Sin embargo, el litismo no esté predestinado ni es omnipresentey como fécilmente pueclen certifiear Jos contrarios a In guerra de Vietnam, la movil cién de inclinaciones puede beneficiar y frecuentemente beneficia a ‘und neta mayoria (1970: 43-44). Qué valor tiene entonces este segundo enfogue, bidimen- sional, cel poder? ¢Qué mapa conceptual es el suyo? Respon- 0 EL PODER: UN ENFOOUE RADICAL: der a esta pregunta plantea una dificultad, toda vez que Bach- rach y Baratz usan el témniino «poder» con dos significados dis tintos. Pot un lado, lo emplean de una manera general para re fesirse a-todas las formas de control con éxito de A sobre B, es decir: de la consecucién por A dé la obediencia de B. Los mien- cionados autores, en efecto, desarrollan toda una tipelogia (in teresante en grado sumo} de estas formas de control, formas, que ellos entienden como tipos de poder en cualquiera de sus dos facetas, Por otro lado, califican de «poder» a uno de esos tipos, a saber, la consecucién de la obediencia mediante Ia ame- paza de sanciones. Sin embargo, al exponer su posicién pode- mos eliminar ficilmente el equivoco llamando «poder» a lo primero y weoercidn» a lo segundo. Su tipologta del «pocler» abarce, pues, coercién, influencia, autoridad, fuerza y manipulacién. Existe coercién, como acaba- sos de ver, cuando A consigue la obediencia de Bsmediante tune amenaza de privaci6n dondequiera que bay «un conflicto en torno a los valores o al curso de la accién entre A y Bo (p. 24)4, Existe influencia donde A, «sin recurrir a una amena- za tacita o franca de privacién sigurosa, hace que [B] cambie el course de su accién» (p. 30). En una situacién que comporta au- toridad, «B obedece porque reconoce que la orden (de A] es razonable en términos de sus propios valores», bien porque ‘su contenido es leyitimo y eazonable, bien porque se ha llega do a él a través de un procedimiento legitimo y razonable (pp. 34,37). Ea el caso de la fuerza, A aleanza su objetivo fren- tealano obediencia de B despojindole de la opcién entre obe- diencia y no obediencia, Maripulacién es, por tanto, un «aspec- to» o una subnocién de la fuerza (distinta de la coercién, el poder, la influencia y fa sutoridad), dado que aqt la «obedien- u dD ) Me EL open cia es posible al faltar por paste del que ha de obedecer un co nocimiento bien de la procedencia, bien de la naturaleza exec: ta delo que se le pide» (p. 28) ‘La atitica que Bachrach y Baratz hacen al enfoque unidt mensional del poder de los pluralistas es, hasta cierto punto, vimtibebaviorista; es decit Ios aurores pretenden que «subraya ‘ndebidamente Ia importancia de proponer, decicliry vetar ¥, camo resultado de ello, «no toma en cuenta el hecho de que el poder puede ser ejercido —y a menudo lo es— limitando ela cance de la adopeién de decisiones a problemas relativamente “fnocuos"» (p. 6), Por otto lado, estos auroresinsisten —el me- ros en su lib¢o, replicando a los crticos que mantienen quest B no actiia porque prevé la reaccién de A, entonces no ocurre hada'y tenemos un «no eventon, que no es susceptible de veri ficacién empitica— en que las llamadas no decisiones, que res tringen el alcance de le adopcidn de decistones, son, a su vez» decisiones (observables). Estas, sin embargo, pueden no ser biertas o especificas con respecto a uo tema dado o incluso no haber sido adoptadas conscientemente para excluic a detracto- reseen potencia, alos cuales tal vez desconozcan los defensores Uelstata quo, Tal desconocimiento «no significa, empero, que el grupo dominaote prescinda de adoptar no decisiones que pre seiven o promuevan su dominacién. El mezo apoyo al proceso politico estiblecido tiende asurtr exe efecto» (p. 50) ‘Asi pues, un aniliss satifactorio del poder bidimensional implica un examen tanto dele adopai de deisiones como dela ‘dopcién de no decsiones. Una decisién es «una elecci6n entre ‘tarios modos de accin alternativos» (p. 39); une no decisién es veuna decisién que conduce a la supresién o frustracién de un veto latente 0 manifesto a los valores o intereses de quien adop- 2 EL popen: Un ENFOQUE RADICAL tala decisidn» (p. 44). Por consiguiente, la adopeién de no deci siones es «un medio de que las demandas de cambio en la actual distribucin de beneficios y privilegios dencro de la comuniclad puedan see sofocadas incluso antes dle ser atticuladas; o mante- hhidas ocultes; 0 amortiguacas antes de que tengan acceso a ka ‘arena donde se adoptan las decisiones en cuesti6n; 0, en caso de aque fallen todas estas cosas, truncadlas 0 destruidas en la fase de ejecucién de las decisiones del proceso politico» (p. 44) En parte, Bachrach y Baratz redefinen efectivamente las fromteras de fo que hay que considerar como problema pollt co. Pata los pluralistas, estas fronteras son establecidas por el sistema politico que se est observando 0, mejor dicho, por las lites del mismo, ya que, como dice Dahl, «de un problema po Iitico dificilmente se puede aliamar que existe a menos y haste tanto que haya acapatado Is atencién de ua sector importante del estrato politico» (Dahl, 1961: 92). El observador selecciona entonces algunos de estos problemas en-cuanto obviamente importantes 0 “clave” y analiza la adopcién de dlecisiones eo yelucidn con ellos. Para Bachrach y Baratz, en cambio, es de crucial importancia identificar los problemas potenciales a los gue la adopcién de no decisiones impide actualizarse. Para dilos, los problemas «importantes» 0 «clave» pueden set, por tanto, actuales 0 —més probablemente— potenciales, siendo «in problema lave «aquel gue entrafin un genuino desafio alos recursos del poder o autoridad de quienes ordinariamente do rminan el proceso en virtud del cual se determina las salidas politicas del sistema», es decir «una demanda de transforme- ‘cién duradera tanto de la manera en que son distribuidos fos valores en el sistema de gobierno [.~] como de la propia distri bucién de los valores» (Baratz, 1970: 47 18). » BL ropen A despecho de esta crucial diferencia con los pluralistas, el andlisis de Bachrach y Barata tiene en comiin con el de aquéllos tun aspecto signilicativo, a saber el hincapié en el conflicto efec- tivo, observable, abierto o encubierto, Mientras que los plura listas sostienen que, en la adapcién de decisiones, el poder tni camente se revela alli donde hay conflicto, Bachrach y Baratz suponen que este mismo ocurre en casos de adopcién de no decisiones. Afitman, por tanto, que si «ad hay conflicto, abier- to o encubierta, habré que presumir que existe un consenso et. cuanto a la distribucién de valores imperante, én cuyo caso es imposible la adopcién de decisiones» {p. 49). A falta de tal con- flicto, arguyen, «no hay forma de juzgar correctamente si el propésito de una decisién es realmente impedir o frustrar una setia consideracién de una demanda de cambio que amenaza en porencia a quien adopta las decisiones» (p. 50). Si «parece haber una aquiescencia universal con respecto al statu quo», entonces no ser posible «determinar empiricamente si ese consenso €s genuino 0, por el contrario, ha sido impuesto me- diante la adopeién dle no decisiones». Los autores agregan ex traiamente que «el anilisis de este problema queda fuera del ce de un analista politico y acaso s6lo pueda see analizado feuctiferamente por un fildsofo> (p. 49). Esta iltima observacién parece indicar que Bachrach y Ba- ratz ho estén segueas de silo que quierén decir es que el poder de adopeisn de no decisiones no puede set ejercide en ausen- cia de conflictos observables o que jamés podremos saber silo ha sido. De cualquier manera, el conflicto que ellos cree nece. satio se cla entre los intereses de quienes estén implicados en la aclopcién de no decisiones y los intereses de quienes ellos ex- cluyen de la audicién dentro del sistema politico. sCémo se 4 Ft pooch: UN ENFOQUE RADICAL identifican los intereses de estos iltimos? Bachrach y Baratz contestan que el observador debe determinae si tales personas y grupos aparentemente destavore- cidos por In movilizacin de las inclinaciones tienen agravios abiertos ‘encubiestos[..J, siendo agravios abiettos Los que ya han sido expre sados y han dado lugar # un probleima dentro del sistema politico, ienteas que los encubiertos estén todavia fuera del Estos tltimos «no han sido considerados “dignos” de aten- cién y controversia pilblicas», aunque son «observables para el investigador en su forma abortada» (p. 49). Dicho de otro mock Bachrach y Baratz tienen un concepto més amplio de los «int réses» que los pluralistas, si bien este concepto se refiere a in tereses subjetivos mas que objetives. Mientras que el pluralista considera como inteceses las preferencias politicas manifestadas pot el compostamiento de todos los ciudadanos que se supone escin dentro del sistema politico, Bachtach y Baratz consideran también las preferencias manifestadas por el comportamiento de quienes parcial o totalmente estin excluidos del sistema po- litico, en forma de agravios abiertos o encubiertos. En ambos casos se supone que los intereses estin conscientemente articu- Iadlos y son observables. Concluyo, pues, que el enfoque bidimensionel del poder comporta una critica matizada —y digo matizada porque to- davia se supone que la adopcién de no decisiones es una for- ma de adopeién de decisiones— del cardcler bebaviorista del primer enfoque y deja un margen para considerat las formas en que se puede impedir que se adopten deciriones acerca de problemas potenciales en torno alos cuales existe un conflicta observable de intereses (subjetivos) considerados como en: b EL pone carnados en preferencias politicas expresas y agravios infra politicos IV, EL ENFOQUE TRIDIMENSIONAL No hay duda de que el enfoque bidimensional del poder su pone un importante avance con respecto al unidimensional, puesto que incorpora al anglisis de las relaciones de poder la cuestién del control sobte el programa politico y de los mo- ‘dos de mantener fuera del proceso politico problemas poten- ciales. No obstante, entiendo que es inadecuado por tres razones. ‘ a primer lugar, su extica del behaviorismo es matizada en ‘exceso; 0, por decitlo de otro modo, sigue estando demasiado apegada al behaviotismo, esto es al estudio del «comports- Jniento efectivon, abierto, cuyas «decisiones concretas» en si- tuaciones de conflicto son consideradas paradigmaticas. Al in- tentar asimilar todos Jos casos de exclusién de problemas ppotenciales del programa politico al paradigms de la decisién, proporciona un cuadzo engafioso de las formas en que los indi- vyiduos y sobre todo los grupos ¢ instituciones logten exchuir del proceso politico problemas potenciales. Las decisiones son “elecciones hechas de manera consciente ¢ intencional por los individuos entre vatias alternatives, mientras que les inclinacio- nes del sistema pueden set movilizadas, recreadas y reforzadas de formas que no son conscientemente elegidas ni son el resu tado que pretendian las elecciones particulares de los indivi- duos. Como afirman Jos propios Bachrach y Baratz, la domine- 6 {Bx popete UM EMMOQUE RADICAL eign porlos defensores del statu quo puede ser tan firme y ge sneralizada que étos ignoren los potenciales aspitantes «tt po sicién y, por consiguiente, las alternativas al proceso politico ‘enistente, cuyas inclinaciones se esfuerzan por mantener. En ‘quanto «estudiosos del poder y sus consecuencias», clicen, ‘qnuestra preocupaci6n no es silos defensores del statu quo ‘usan su poder conscientemente, sino silo ejercen, c6ino lo ejer- cen y qui efectos tiene ello en el proceso politico yen otros ac ores dentto del sistema (Bachrach y Baratz, 1970: 50) ‘Més atin: las inclinaciones del sistema no se autren simple mente de una serie de actos elegidos de manera indiviclual, sino también y sobre todo del comportamiento socialimente estruc turado y culturalmente configutado de los grupos, y de las préctias de las instituctones que ciertamente pueden manifes arse a través de la inaccién de los individuos. Bachrach y Ba- vats coinciden con los pluraliseas en adopear un enfoque del poder excesivamente individualista en el aspecto metodologi- co. Unos y otros siguen aqui los pasos de Mex Weber, para {quien el poder era Ia probabilidad de que los individuosreeliza van su voluntad pese ala resistencia de otros, mientras que ol poder de controlar el programa politico y excluir problemas potenciales no puede ser adecuclamente analizado « menos {que sea concebido como una funcién de fuerzas colectivas y conciertos sociales’. Hiay, en efecto, aqul dos casos diferencia bles. En primer lugar esté el fenémeno de la accién colectiva, dondela politica o accién de una colectividad (ya sex ua grupo, como por ejemplo una clase, 0 una instituci6n, como pot elem: plo un partido politico o una empresa comercial) es manifiests, pero no atribuible a las decisiones o al comportariento de in= dividuos pavticulares. Eo segundo lugar esté el fenémeno de ” Fi. sone Jos efectos «sistémicos» u organizativos, donde la movilizaci6n de inclinaciones resulta, como decia Schactschneider, de la for ma de organizacién. Tales colectividades y organizaciones se componen, por supuesto, de individuos, peto el poder que ejercen no se puede conceptualizar simplemente en términos de las decisiones 0 el comportamiento de los individuos, Como dijo sucintamente Marx, «los hombres hacen su propia histo- fa, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo cireunstancias ele- giclas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con ‘que se encuentran inmediatamente, que existen y transmite el pasado». El segundo aspecto en que resulta inadecuado el enfoque bidimensional es el consistente en asociar al poder con el con flicto efectivo, observable. Las exiticns de los plaralistas en este entido también se cifien demasiado a sus adversarios? (y unos yootros se cifien a su vez.a Weber, quien, como hemos visto, sw Drayaba la tealizacién de a voluntad de uno pese ala resistencia de otros), Esta insistencia en el conflicto efectivo en cuanto Fas go esencial del poder no va a ninguna parte, y ello por dos ra zones, cuando menos. La primera es que, segiin los propios andlisis de Bachrach y Barate, hay dos tipes de poder que pueden no implicar tal con- icto, a saber la manipulaci6n y la autoridad, que ellos conci- ben como un «acuerdo basado en Ia tazdn» (Bachrach y Ba- rate, 1970; 20), aunque en otz0 lugar digan que comporta un «posible conflicto de valores» (p. 37) ‘La segunda razén por la que la insistencia en el contlicto efectivo y obsetvable no va a ninguna parte es sencillamente gue resulta sumamente insatisfactorio suponer que el poder s6lo se ejerce en sitwaciones de conflicto. Dicho éon todo rigor, 8 FEL PODER: UN ENFOQUE RADICAL ‘A puede ejercet poder sobre B consiguiendo que éste haga lo gue no quiere haces, pero también ejerce poder sobre él influ- yendo en sus necesidades genuinas, modelandolas.o determi ‘nandolas. De hecho, no estriba el supremo ejercicio del poder en logear que otro u otros tengan los deseos que uno quiere gue tengan, es decie en asegurarse su obediencia mediante el control sobre sus pensumientos y descos? No hace falta egar alextremo dé hablar de Un mundo feliz 0 del mundo de B. F, Skinner para percatarse de que el control del pensamiento ad- quiere un sinfin de formas menos totales y mas mundanas, a través del control de la informacidn, # teavés de los medios de yatravés de los procesos de socializacién, comunicacién so No deja de ser una ironfa, ciertamente, que haya excelentes desctipciones de este fenémeno en Who governs? Considere- ‘mos la descripcién lel papel de los apatticios» a comienzos del siglo xx: «La élite parece haber posefdo lq més indispensable de las caracteristicas de un gtupo dominante: el sentimiento, compartido no sdlo por ella, sino asiinismo porla plebe, de que su pretensién de gobernar era legitima» (Dahl, 1961; 17) Y Dahl descubre también este fendmeno en las condiciones «pluralistasy de la actualidad, Los ditigentes, dice, «no s6lo responden a las preferencias de los votantes, sino que ademés modelan esas preferencias> (p. 164). ¥ més adelante: «Cast toda la poblacién adlulta se ha visto sometida a algiin grado de adoctrinamiento a través de las escuelas» (p. 317), etc. Lo malo, al parecer, es que tanto Bachrach y Basatz como los phi- ralistas suponen que si el poder, tal como lo entiénden ellos, sélo se manifiesta en casos de conflicto efectivo, de ello se des- prende gue el conflicto efectivo es necesario para el poder. Pero esto es ignotar un detalle crucial: que la més eficaz e insi- 19 EL poner diosa utilizacién del poder consiste en impedir que tal conflic to aflore. El tercer aspecto en que resulta inadecuado el enfogue bidi- mensional del poder guarda estrecha relacién con el segund se trata de la insistencia en que el poder de adopcién deno deci- Siones existe dinicamente alli donde se dan agravios a los que se niega la entrada en el proceso politico en forma de problemas, Si el observador logra descubrie que no hay tales agravios, en- tonces debe suponer que hay un «genuino> consenso acerca de Ja distribucidn de valores imperante. Por decitlo de otra mane- ra, aquf se supone que si Jas personas no sienten agravio ningu no, entonces es que no tienen intereses susceptibles de ser lesio rnados por el uso del poder. Mas ello es también sumamente insatisfactorio. En primer lugar, equé es, en todo caso, un agra- vio: una demanda asticulada en base a un conocimiento pollti- 0, una queja inditecta nacida de le experiencia de cada dia, una vaga sensacién de malestar 0 un sentimiento de carencla? (cf. Lipsite, 1970). En segundo huges, y mas importante, gno estriba el supremo y mis insidioso ejercicio del poder en impedir en cualquier medida que las personas tengan agravios, recurriendo para ello a modelar sus percepeiones, cogniciones y preferen- cias de suerte que acepten su papel en el orden de cosas existen- te, ya sea porque no pueden ver ni imaginar una alternativa al mismo, ya sea porque lo ven como naturale irreemplazable, porque lo valoran como algo ordenado por Dios y benelicioso? Suponer que ausencia de agravio equivale a un consenso genui- rio es simplemente descartar la pesibilidad de un consenso exr6- ‘neo 0 manipulado por obra del mandato definicional En resumen, el enfogue tridimensional del poder compor- ta una minuciosa critica del cardeter behaviorista ® de los dos 20 TEL popeR: UN NROQUE RADICAL primeros enfoques, consideracos demasiado incividalisas, y {leja un margen para In consideraciéa de las muchas formas de mantener fuera de la politica problensas potenciales, bien me diante In actunci6n dle fuereas sociales y prccicas instituciona les, bien mediante las decisiones tomadas por individuos. Tal gosa, pot otto lado, puede ocurrir en ausencla de un contlicto setual, observable, que acaso haya sido felizmente conjuraclo, aurique se mantenga ahi una referencia implicita al contlicio potencial, De cualquier modo, esa potencialicd puede no yeise actualizada nunca, Lo que puede darse ahi es un conflic o latente, que estriba en la contradicciéa entre los inteveses de aquellos que ejercen el poder y los inzereses reales de aque Jlos a quienes excluyen "., Estos tiltimos quizd no expresen sus intereses o ni siguiera tengan conciencia de ellos, pero, como argumentaré, en definitiva la identificacién de esos intereses siempre se basa en hipotesis empiticamente defendibles y se- Tutables, "A continuacién resumitemos los rasgos distintivos de los tres enfoques del poder presentados més artiba Enfoque wnidinsensional del poder Hincapié en {a) el comportamiento {b) la adopcién de decisiones (c) problemas (clave) (4) el conflicto observable (abierto) (@) intereses (subjetivos), entendidos come preferencins politicas que n0s tevela la participacién politica En BL rons Enfoque bidimensional del poder Critica (matizada) del caricter behaviorista Hineapié en (a) Jn adopeton de decisiones y la adopeién de no decisiones (b) problemas y problemas potencioles (c) el contlicio observable (abiesto 0 encubierto) (d) intereses (subjetivos), entendidos como preferencias politicas 0 agravios. rfoque tridimensional del poder Critica del carécter behaviorista Hine piéen (a) In aclopcién de decisiones y el control del progeima po litico (no necesasiamente a través de decisiones) (b) problemas y problemas potenciales (0) el conflicto observable (abierto 0 encubierto) y latente (4) intereses subjetivos y ress. VLA CONCEPCION DE PODER SUBYACENTE Rasgo comin # estos tres enfoques del poder es su cardcter eva luativo: todos ellos surgen de una perspectiva moral y politica 2 BL poner: un ENFOQUE RADICAL particular y operan dentzo de ella. Yo diria, ciertamente, que el poder es uno de esos Conceptos que depencen inevitablemen te de los valores, Con esto quiero decir que tanto su definicién com cualquier uso que de aquél se quiera haces, una vez defi- nidd, van ligados indisolublemente a una determinada serie de suptestos acerca de valores —probablemente no reconocidos— que predeterminan su ambito de aplicacién empirica. Mas ade- ante sostendré que algunos de estos usos permiten mejor que otros la extensin y profundizacién de ese émbito. Ademés, el concepto de poder es, en consecuencia, lo.que se ha dado en lamar una «nocién esencialmente contestada», uno de esos conéeptos que «inevitablemente implican disputas intermina: bles sobre sus empleos corrects por parte de los usuarios» (Gallic, 1955-1956: 169), En verdad, meterse en tales disputas es meterse en politica Un punto comin o idea primordial aksolutamente funda, mental de toda reflexi6n acerca del poder es que A de alguna manera afecta a B. Ahora bien, paca aplicanesta idea primor- dial (causal) al andlisis de la vida social necesitamos algo més, a saber laidea de que A acttia asf de una manera no trivial, signi- ficativa (cf, White, 1972). Claramente, todos nos afectamos uunos a otros todo el tiempo de mil maneras; el concepto de po- det, al igual que los de coercién, influencia, autoridad, ete.,con a emparentados, escoge ambitos de esa afectacién que le pare cen significativés en algiin aspecto especifico. Para que una forma de concebir el poder (0 una forma de definis el concepto del poder) sen tril en el andlisis de las relaciones sociales, tiene que comportar una respuesta a Jas preguntas: «ga qué se consi- dera aspecto significativo?» y «equé es lo que hace significative que A afecte a B?», Ahora bien, el concepto de poder ast defini 2 BL popes do, cuando se interpreta y pone en practica, proporciona uno 0 ds enfogues del podes, esto es una o més formas de identificar casos de poder en el mundo real. Los tres enfoques que hemos considerado se pueden entender como interpretaciones y apli caciones altemativas de un mismo concepto de poder subya~ cente, segiin el cual A ejerce poder sobre B cuando A afecta a B en sentido contrario a los intereses de B¥, De cualquier modo, hay formas alternativas —no menos contestables— de concep tualizar el poder que implican criterios alternativos de signifi catividad. Examinemos dos de ellas. Consideremos, primeramente, el concepto de poder elabo: rado por Talcott Parsons (1957, 1963, 1963b, 1967). Parsons pretende «tratar el poder como un mecanismo especifico que opera para producir-¢ambios en Ja accién de otras unidades, individuales o colectivas, en los procesos de interaccién sociab» (1967: 299). eQué es, «su entender; lo que hay de especifico en este mecenismo, !o que caracteriza a éste como «poder? Dit cho de otro modo, equé criterios de significatividad usa Par- sons pare idemtificar como «poder» un ambito de afectacién particular? La respuesta es, en sustancia, el uso de decisiones autoritarias con vistas a objetivos colectivos. He aqui cémo de- fine este autor el poder: Poderes, pot tanto, una capacidad generalizaca de garantizarel cum- plimiento de obligaciones vinculantes por parte de unidades dentro de un sistema de organizacién colectiva, cuando las obligaciones se legitiman mediante la referencia a su repercusi6n en las notes colecti- vas y donde, en caso de actitudes recalcitrantes, se presurma la eject in mediante sanciones situacionales negativas, cualquiera que sea el agente efectivo de tal ejecucién (p. 308). m4 TEL PODER: UN ENFOQUE RADICAL, _ en esta forma legitimada, el poder de A sobre Bes el “de- echo" que tiene A, en cuanto unidad de addpeién de decisio- és implicada en el proceso colectivo, de adoptar decisiones aque prevalezcan sobre las de B, en interés de la eficacia dle ta operaci6n colectiva en su totalidade (p.318) "La conceptualizacién del poder de Parsons asocia a éste con la autoridad, el consenso y In petsccucign dle metas colec tiv, y lo disotia de los conflicts de interesesy, en particular, tle la cottcién y la fuerza. Ast pues, el poder depenle de le ‘nstitucionalizacién de la autocidach (p. 331) y aes concebi- Jo como un medio genetalizacl cle movilizar las adbesiones o lacobligaci6n de cara a una accidn colectiva eficar> (p. 331) En cambio, wa amenaza de medidas coercitivas, o de conc: én sin legitimacion o justificaci6n, no debe ser éalificada en modo alguno de uso del poder..» (p. 334). Parsons eritieaba, pues, a C. Wright Mills por baber interpretado el poder «ex Elusivamente como una facilidad para conseguit fo que desea tn grupo el de quienes tienen el poder —impidienclo que otro grupo —el de quicnes “estén fuera”— consiga lo ave desea>, to lugar de ver en él una efacilidad para el cumplimiento de tia fanci6n dentco y en pro cle la sociedad en cuanto sistemay (Parsons, 1957: 139). Consideremos en seguncto lugar el concepto de poder defi- nido pot Hannah Arendt. «E} poder», dice, ana no sd sino de actuar de corresponde ala aptitud bumane no sdlo de act , seners concertada. El poder no es nunca la propiedad de un indivi doo pertenece a un grupo y existe s6lo ments perinanece unio el grupo, Cuando decimos que alguen esti wen el poder», nos refer 6 Broo ‘mas efectivamente a que tiene poderes de un cierto néimero de perso- has para que actiie en su nombre. En el momentd en que desaparece el grupo que dig origen al pader en in principta (potestas i popule: sin un pueble 0 gap na hay poder), «su poclerm se desvanece igual mrente (Arendt, 1970: 44) Es el respaldo populat lo que confiere poder a las instituciorses de un pais, y tal respalda no es sino Ja prosecucién del consentimiento que do origen a Ins leyes en un principio. Eo representativo, se supone que ef pueblo diige a quienes lo gobier aa situacién de gobierno nan. Tadas las instituciones politicas son manifestaciones y material, zaciones del poder; se pettifican y desmoronan tan pronto como el poder vivo del pueblo deja de sustentarlas. A esto se teferia Madison cuando decia que «todos los gobiernos se basan cn la opinién», lo cual no es menos vélido para las diversas formas dle monarquia que para las democracies (p. 41). La concepeidn del pocler de Arendt asocia a éste con una tra dicién y un vocalbulatio que ella hace remontarse hasta Ateties y Roma, segiin los cuales Ia repiiblica se basa en el imperio de la Tey, que descansa sobre «el poder del pueblo» (p.40). Desde esta perspectiva, el poder aparece disociado de la erelacién mando- obediencia» (p. 40) y «la cuestién del dominio» (p. 44). El poder es consensual: «no necesita justificacién, por ser inherente a Ia misma existencia de las comunidacles politicas; Jo que si necesita os legitimaci6n... El poder surge siempre que el pueblo se retine y acta concertadamente, pero su legitimacién proviene mas de la reuni6n inicial que de cualquier aecién que lego pueda se- guir» (p. 52). La ioleizcta, en cambio, es instrumental, es un me- %6 ~ consiguiente, desaparecen del paisaje tedtico. Anthony Git [Bt PODER: UN ENPOQUE RADICAL dio para conseguir un fin, peto «amis sera legitimay (p. 52). BL podel, dlejos de ser un medio para conseguir un fin, es, en efec- to, la condicién misma que pétmite a un grupo de personas pen sary actuaren términos dela categoria médio-fin» (p. 51). objetivo de estas definiciones del poder de Parsotis y Arendt, bastante similaces, es prestar un apoyo persuasivo a los aemazones te6ricos generales dé sus respeétivos autores. Eivel Gia6 dé Parsons; vinculas el poder a las decisions autoritarias y lag fnetas colectivas sirve para teforanr su teorfa de la integea- ‘én social, basada en tin consenso acerca de los valores por el procedimiento de sustraer a fa vista toda una setie de proble- mas que han interesado a los Ilamados tedricos de la “coer- cién”, justamente en ef contexto del «poder». Por obra de la definicién, fendmenos como la coercién, Ia explotacién, la ma- pipulacién y clemés dejan de ser fenémenos del poder y, por dens lia forniulado muy bien este punter os hechos ebvios —que las decisiones autoritarias muy a menudo sirven a intereses scctociales y que'los contlictos més radicales que se don en la sociedad surgen de luchas por ef poder— son definidos al satgen de toda consideracién, por Jo menos cn cuanto Fendmenos conectados con el apoder». La conceptualizaci6n del poder que ofte- ce Parsons le permite desplazar todo el peso de su anélisis del poder en cuanto expresin de una relacién entre individuos o grupos, pare srieatarlo hacia una concepcién del poder como «propiedad del si tema», Se ignoza que las wmetas» colectivas,¢ incluso los valores sub- yacentes, pueden ser el resultado de una «disposi la base de conflicos entre partes que tienen poderes diferenciales, toda vez que, para Parsons, el apoder> supone la existencia previa de metas colectivas (Giddens, 1968: 265). in pactada» sobre 2 w) Ex rope Enel caso de Arendk, similarmente, la conceptualizacién del poder desempefia un papel persuasivo, defendiendo su concep- cidn de «le res publica, la cosa publica» a la que da su consenti- miento el pueblo, que «se comporta de manera no violenta y at- gumenta en términos racionales», y oponiéndose a la reduccién de «los asuntos pablicos a una cuestién de dominio» y 2 la vin- culacidn conceptual del poder con la fuerza y la violencia, «Ha- blar de poder no violento», dice la autora, «es una redundan- cia» (Arendt, 1970: 56). Estos distingos permiten a Arendt hhacer afirmaciones como las que siguen: «La tirania, como des- cubrié Montesquieu, es por tanto la mas violenta y menos pode- rosa de las formas de gobierno» (p. 41); «donde el poder esta desintegrado, las revoluciones son posibles, pero no necesarias» (p. 49); «ni siquierada mas despética dominacién que conoce- mos, asaberIs del amo sobre los esclavos, que eran siempre més umerosos que él, se buseba en instrumentos coercitives supe- riores en cuanto tales, sino en una organizacién superior del po- der, esto es, en la solidaridad organizada de los amos» (p. 50); «da violencia siempre puede destruit al poder; del caiién de la escopeta sale la orden més eficaz, que lleva a la obediencia mas jinmediata y perfecta; lo que nunca puede salir de él es podem (p.53); «poder y violencia son contratios, pues donde el uno domina de manera absoluta, Ja otca esté ausente, La violencia aparece dondequicra que el poder corre peligro pero, ebando- nada a su suerte, acaba con la existencia del poder» (p. 56). ‘Tales conceptuilizaciones del poder son racionalmente de- ~ Tendibles. Ahora bien, la opinién de este libro es que tienen ‘menos valor que la enunciada aqui, y ello por dos razones. En primer lugai, existen convincentes redefiniciones del poder que son ajenas tanto @ las acepciones capitales de «po- 28 1 PODER UN HNEOQUE RADICAL dem en sentido tradicional cuabto «la tematica que slempre ba preacapado fapdamentalmente als estciosss ol poder. Bs vrerlacen en la locucién «poder para», ignoranco «poder so wees, Asi pues, podes indica una «capacidacn, una «facilidad>, vine wapticud, no wna selacion. De acuerdo con ello, el sspecto vonfliewaal del poder —esto es, el que se ejeran sobre perso- oe desaparece enteramente del mapa. X junto con él dess- paeece el interés fanlameptal por estodias en primer lugar las Paciones:de poder, el interés por garancizar —o procure Biv vervizar—la obediencia de ls personas superanclo o evitande su oposicién En segundo lugar, el propésito de estas detiniciones

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