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Origen de la vida en la tierra.

La cuestión del origen de la vida en la Tierra ha generado en las ciencias de la


naturaleza un campo de estudio especializado cuyo objetivo es dilucidar cómo y
cuándo surgió. La opinión más extendida en el ámbito científico establece la teoría
de que la vida comenzó su existencia a partir de la materia inerte en algún
momento del período comprendido entre 4.400 millones de años —cuando se
dieron las condiciones para que el vapor de agua pudiera condensarse por
primera vez—[2] y 2.700 millones de años atrás —cuando aparecieron los
primeros indicios de vida—.[a] Las ideas e hipótesis acerca de un posible origen
extraterrestre de la vida (panspermia), que habría sucedido durante los últimos
13.700 millones de años de evolución del Universo tras el Big Bang, también se
discuten dentro de este cuerpo de conocimiento.

El cuerpo de estudios sobre el origen de la vida forma un área limitada de


investigación, a pesar de su profundo impacto en la biología y la comprensión
humana del mundo natural. Con el objetivo de reconstruir el evento se emplean
diversos enfoques basados en estudios tanto de campo como de laboratorio. Por
una parte el ensayo químico en el laboratorio o la observación de procesos
geoquímicos o astroquímicos que produzcan los constituyentes de la vida en las
condiciones en las que se piensa que pudieron suceder en su entorno natural. En
la tarea de determinar estas condiciones se toman datos de la geología de la edad
oscura de la tierra a partir de análisis radiométricos de rocas antiguas, meteoritos,
asteroides y materiales considerados prístinos, así como la observación
astronómica de procesos de formación estelar. Por otra parte, se intentan hallar
las huellas presentes en los actuales seres vivos de aquellos procesos mediante la
genómica comparativa y la búsqueda del genoma mínimo. Y, por último, se trata
de verificar las huellas de la presencia de la vida en las rocas, como microfósiles,
desviaciones en la proporción de isótopos de origen biogénico y el análisis de
entornos, muchas veces extremófilos semejantes a los paleoecosistemas iniciales.

Los progresos en esta área son generalmente lentos y esporádicos, aunque aún
atraen la atención de muchos científicos dada la importancia de la cuestión que se
investiga. Existe una serie de observaciones que intentan describir las condiciones
fisicoquímicas en las cuales pudo emerger la vida, pero todavía no se tiene un
cuadro razonablemente completo acerca de cómo pudo ser este origen. Se han
propuesto varias teorías, siendo la hipótesis del mundo de ARN y la teoría del
mundo de hierro-sulfuro[4] las más consideradas por la comunidad científica.

La vida es una posibilidad energética en todo el Universo a partir del final del
período inflacionario y después de la gran explosión.

Los seres vivientes terrestres surgieron miles de millones de años después de la


gran explosión (unos 9000 millones de años después).

Los elementos se formaron en la nebulosa solar por efecto de la radiación emitida


por las reacciones termonucleares en el sol primigenio.
El agua y otros compuestos orgánicos e inorgánicos se formaron en la nebulosa
solar al ocurrir una oscilación en la densidad de energía que causó una transición
de fase en la materia del espacio interplanetario que permitió la síntesis
espontánea de compuestos simples, tanto orgánicos como inorgánicos.

El agua en la nebulosa solar permitió el enfriamiento del medio interestelar,


propiciando la síntesis de compuestos orgánicos más complejos, por ejemplo
carbohidratos, amoníaco, aminoácidos, gliceraldehídos, lípidos y tal vez
globulinas, en las hoquedades y grietas de los granos de polvo interplanetario que
contenían agua que sufría transiciones de fase sólida a fase líquida y viceversa.

La luz Ultravioleta, el calor y otras formas de radiación solar causaron la


polimerización de compuestos simples para formar moléculas complejas de
carbohidratos, proteínas y lípidos, las cuales se integraban como glóbulos
microscópicos dentro del agua congelada atrapada en los gránulos de polvo
(fractales) de las nubes planetarias.

Cuando la nebulosa planetaria terrestre se enfrió lo suficiente, ocurrió la síntesis


de microesferas con membranas externas de lipoproteínas por efecto de la luz UV
y el calor generado por las colisiones entre las partículas de polvo interplanetario.
Las microesferas contenían una mayor diversidad de compuestos orgánicos
debido a que se encontraban sobre substratos aglometantes que actuaron como
lechos que facilitaron la acumulación e interacción de substancias; por ejemplo,
gránulos de Fosfato de Calcio, Carbonato de Calcio, Carburo de Silicio, grafito,
fulereno (alótropos del carbono) o Sulfuro de Hierro, los cuales podían o no
contener agua congelada, y por la acción de agentes condensadores o
substancias que promovieron la síntesis abiótica de biomoléculas simples y
complejas. Por ejemplo, el HCN (Cianuro de Hidrógeno) y el C2H2 Acetileno.
Estos compuestos son suficientemente abundantes en los medios interplanetarios
en formación y han sido probados artificialmente como agentes condensadores.
La evidencia indica que la biopolimerización de las proteínas y de azúcares
complejos fue facilitada por estos agentes y por reacciones promovidas
principalmente por bosones de alta energía.

La evolución de la vida en la Tierra

Detallados estudios químicos basados en isótopos de carbono de rocas del eón


Arcaico sugieren que las primeras formas de vida emergieron en la Tierra
probablemente hace más de 3.800 millones de años, en la era Eoarcaica, y hay
claras evidencias geoquímicas —tales como la reducción microbiana de sulfatos—
que la atestiguan en la era Paleoarcaica, hace 3.470 millones de años.[31] Los
estromatolitos —capas de roca producidas por comunidades de microrganismos—
más antiguos se conocen en estratos de 3.450 millones de años, mientras que los
microfósiles filiformes más antiguos, morfológicamente similares a cianobacterias,
se encuentran en estratos de sílex de 3.450 millones de años hallados en
Australia.[32] [33] [34]
Asimismo, los fósiles moleculares derivados de los lípidos de la membrana
plasmática y del resto de la célula —denominados «biomarcadores»— confirman
que ciertos organismos similares a cianobacterias habitaron los océanos arcaicos
hace más de 2.700 millones de años. Estos microbios fotoautótrofos liberaron
oxígeno a la atmósfera, el que comenzó a acumularse hace aproximadamente
2.200 millones de años y subsecuentemente transformó definitivamente la
atmósfera terrestre.[35] [34] La aparición de la fotosíntesis y el posterior
surgimiento de una atmósfera rica en oxígeno y no reductora, puede también
rastrearse a través de los depósitos laminares de hierro y bandas rojas
posteriores, producto de los óxidos de hierro. Éste fue un requisito necesario para
el desarrollo de la respiración celular aeróbica, la cual se estima que emergió hace
aproximadamente 2.000 millones de años.[36]

Los procariotas, entonces, habitaron la Tierra desde hace 3 a 4 mil millones de


años.[37] [38] Durante los siguientes miles de millones de años no ocurrió ningún
cambio significativo en la morfología u organización celular en estos organimos.
[39]

El siguiente cambio sustantivo en la estructura celular lo constituyen los


eucariotas, los cuales surgieron a partir de bacterias antiguas envueltas, incluidas,
en la estructura de los ancestros de las células eucariotas, formando una
asociación cooperativa denominada endosimbiosis.[40] Las bacterias envueltas y
su célula hospedante iniciaron un proceso de coevolución, por el cual las bacterias
originaron las mitocondrias o hidrogenosomas.[41] Un segundo evento
independiente de endosimbiosis con organismos similares a cianobacterias llevó a
la formación de los cloroplastos en las algas y plantas. La evidencia tanto
bioquímica como paleontológica indica que las primeras células eucarióticas
surgieron hace unos 2000 a 1500 millones de años, a pesar de que los atributos
clave de la fisiología de los eucariotas probablemente evolucionaron previamente.

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