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La Contrarreforma trató de impulsar la instrucción y educación popular para prevenir a los

católicos contra las nuevas corrientes religiosas que predicaban los protestantes. La educación
católica en la época de la Contrarreforma tuvo unos actores principales: las órdenes religiosas.
Junto a los interesantes decretos del concilio de Trento, las órdenes y congregaciones
religiosas fueron quienes los llevaron a la práctica y los hicieron efectivos. La educación
católica fue planteada desde la Contrarreforma como arma para la lucha contra los
protestantes. La Iglesia se preocupó desde el principio por enseñar al pueblo la doctrina
cristiana, es decir los fundamentos de la fe y la moral
El Concilio elaboró un amplio programa educativo con varias vertientes muy interesantes y
elogiables: elevó la cultura y formación del clero mediante la creación de seminarios; se
preocupó de la educación de la niñez y la juventud; los sacerdotes se involucraron en la
educación elemental, de tal forma que cada iglesia tendría un maestro cuya misión era
enseñar el catecismo y los rudimentos de las ciencias; se crearon escuelas en las provincias que
carecían de ellas.

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