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INTRODUCCION

En esta oportunidad daremos a conocer las características, sus conceptos y las fases de
la redacción la cual nos enfocaremos en una de sus características “Concisión”, la cual se
requiere organizar ideas y pensamientos en talleras de lectura. La redacción es una de las
principales requisitos para una asesoría para cualquier trabajo escrito, la cual es validad
en el campo del proceso de formación profesional y la comunicación social.

La concisión es un tema muy importante en el campo de discursos, escrituras y


pensamiento, exhibiendo tanto claridad como brevedad.
Concepto de redacción

Una redacción en un sentido más preciso consiste en expresar por escrito los
pensamientos o conocimientos ordenados con anterioridad.

La redacción es una disciplina que prepara al estudiando o interesado para que hable
bien en su lengua española todo tipo de documentos que en el campo de su vida
profesional, social y familiar elabora de manera que la pulcritud, la expresión exacta, la
sintaxis, la morfología, la semántica le permitan desenvolverse de la mejor manera
posible.

La redacción de textos, es un arte, es la forma de como un escritor imagina, de cómo


analiza, de su forma de ver las cosas, para así transmitir a lectores con intereses
similares, sus ideas, y conocimientos.

Las 5 características principales de la redacción

1- Claridad

La claridad en la redacción se vincula con la transparencia y el orden a la hora de


transmitir las ideas.

Un texto que se ha escrito correctamente conducirá al lector al entendimiento total del


contenido con tan solo la primera lectura.

Para lograr este objetivo el redactor debe presentar de forma diáfana sus ideas, haciendo
uso de una buena sintaxis y empleando un vocabulario que sea comprensible por el
público al cual dirige sus mensajes.

2- Concisión

La concisión se refiere a la economía en el uso de palabras para poder transmitir un


mensaje evitando el exceso verbal.

Lo contrario a la concisión sería la vaguedad. Un exceso de palabras dispersaría al lector


en cuanto a la línea informativa.

Para ser conciso en la redacción de textos se deben usar verbos dinámicos y activos, y
evitar la verborrea y la redundancia.

3- Sencillez
La sencillez radica en el uso del lenguaje común para lograr una mejor comprensión de
las frases.

Aunque existen textos científicos y especializados utilizan una jerga especializada, aun en
estos debe prevalecer un lenguaje que no esté plagado de tecnicismos o frases
artificiosas.

El uso de palabras comunes no debe remitir a la vulgaridad; con palabras sencillas o de


uso común pueden transmitirse ideas elevadas y profundas perfectamente.

4- Adaptación

La adaptación se vincula con la sencillez: se busca que el texto redactado se ajuste de


forme correcta al lector.

Para conseguir este objetivo debe analizarse al receptor, entendiendo su nivel


socioeconómico, edad, instrucción educativa, entre otros factores.

Para determinar si la adaptación fue correcta basta observar si los objetivos fueron
logrados.

5- Corrección

La corrección es uno de los pasos finales luego de la redacción del texto. Es tan
importante que existen oficios como el de corrector de estilo, para garantizar que se
cumplan todos los pasos descritos anteriormente.

Además de dichas condiciones, la corrección implica tomar en cuenta cuatro aspectos


fundamentales:

 Revisión ortográfica

Acentuaciones, omisiones de palabras o letras y puntuaciones.

 Corrección morfológica

Los accidentes gramaticales como el género, el número y el tiempo verbal.

 Sintaxis

Implica comprobar nuevamente si se entendió la intención de redactor al plasmar su


mensaje.

 Corrección léxico semántica


Revisar la concordancia entre las palabras y el tema con el propósito del texto.

Referencias

1. Racionero, L. (1995). El arte de escribir. Emoción y placer del acto


creador. Madrid: Temas. Recuperado el 12 de diciembre de 2017
de: books.google.co
2. Martín Vivaldi, G. (s.f). Redacción. México: Prisma. Recuperado el
12 de diciembre de 2017 de: books.google.co
3. Camps, A. (1990). Modelos del proceso de redacción. Madrid:
Taylor & Francis. Recuperado el 12 de diciembre de 2017 de:
books.google.co
4. González, R. (1995). Manual de redacción e investigación
documental. Recuperado el 12 de diciembre de 2017 de:
atlas.umss.edu.bo
5. Castañeda, A. (2005). Técnicas de lectura y redacción de textos.
Recuperado el 12 de diciembre de 2017 de: datateca.unad.edu.co

FASES DE LA REDACCION

I. Análisis de la audiencia
Consiste en reconocer las claves del receptor, la parte ajena a nosotros que recibirá el
mensaje. Para ello, debemos responder algunas cuestiones:

 ¿Quiénes son mis lectores?


 ¿Qué puesto desempeñan? ¿Qué tono utilizar?
 ¿Cuánto conocen sobre el tema? ¿Qué contenido y vocabulario incluir?
 ¿Cómo reaccionarán? ¿Qué respuesta busco?
 ¿Cuál es el estilo más idóneo?
 ¿Cómo utilizarán el documento?

Si no hay una correcta evaluación de estas variables, podemos incurrir en errores de


escritura después. El lector tiene que comprender el texto y retener lo importante del
mismo en una primera lectura. Para lograrlo, nuestra intención será ser comprendidos, no
transmitir sólo lo que nos interesa.
Hay que cuidar mucho esta fase, el lector es
lo más importante del texto y como
dijo Joseph Joubert, “Para escribir bien no
basta con despertar la atención y retenerla,
hay que satisfacerla”.

II. Identificación del propósito del escrito y respuesta deseada


Diferenciamos muchos tipos de texto. Propuestas, solicitud de propuesta, informes
sobre problemas, de factibilidad, de situación, comerciales, anuncios de acta de reunión,
de cambios, órdenes de compra, memo informativo, asignación de trabajos…
Dependiendo del tipo de comunicación que queremos realizar,
nuestros propósitos serán diferentes. Aunque algunos sirven para más de un fin, éstos
son los principales y algunos ejemplos:
 Persuadir. Informar sobre un problema convenciendo de que no lo es.
 Recomendar. Alabar las cualidades del producto que vendemos.
 Pedir, solicitar. Postularse para un puesto de trabajo.
 Analizar. Plantear la situación de nuestra empresa.
 Informar. Avisar de la suspensión de una reunión.
 Motivar. Enviar información sobre un curso que ofrecemos.
 Proponer. Ofrecer el puesto a un comercial para nuestra empresa.
 Responder. Aceptar o denegar la propuesta de un socio.
 Explicar. Dar las razones sobre un cambio inesperado.
 Anunciar. Publicar en una web la incorporación de un nuevo miembro.

III. Definición de posibles epígrafes


Una vez conocemos el propósito del escrito y la respuesta que deseamos, elegimos la
distribución en epígrafes para adaptarla al tipo de texto, siendo variable el número de
partes idóneas para cada cual.
Como ya hemos dicho en otras ocasiones, es primordial usar el número justo de palabras.
Más aún si consideramos las palabras de Miguel de Cervantes, “No hay razonamiento,
que aunque sea bueno, siendo largo lo parezca”.

IV. Escritura y estructuración del texto


Disponemos del guión, propósito y epigrafiado, y ya podemos empezar a redactar
el borrador. Sin tener en cuenta el orden final, es adecuado comenzar por el epígrafe que
menos dificultoso nos resulte, el que mejor conozcamos.

Si hablamos de coherencia y sencillez, es recomendable usar vocabulario entendible para


facilitar la lectura y comprensión, huyendo de sinónimos complicados y poco frecuentes,
así como organizar el texto en construcciones simples: Sujeto + Verbo + Complementos.

Como dijo Anthony Hope, “A menos de ser un genio, lo mejor es hacerse inteligible”. Para
ello, tenemos en cuenta algunos consejos más:
 Evitar redundancias. Subir arriba, adjunto
remito…
 Evitar el exceso de infinitivos.
 Utilizar sentencias positivas en detrimento
de las negativas.
 Evitar expresiones gastadas. Muy señor
mío…
 Evitar extranjerismos si es posible.
 Utilizar formas activas en detrimento del
pasivo, que da menos información, en
frases más largas y menos ágiles.
V. Revisión y corrección
Escrito el borrador, queda revisarlo y corregirlo. Es la última fase de la escritura,
fundamental en palabras de Gonzalo Martín Vivaldi, “Hay que releer siempre el escrito
como si fuera de otro y no dudes nunca en tachar lo que consideres superfluo”.
Con este repaso, aseguramos algunas claves a la hora de redactar para los demás:
 Cumplir los principios básicos de escritura.
 Utilizar el estilo y tono adecuados
 Gramática y sintaxis.
Es recomendable que esta segunda lectura la realice también otra persona para tener en
cuenta su opinión. Si no es posible, lo ideal es hacer un lectura en voz alta, una
corrección de oído, del texto completo. Así, podemos observar el escrito como un
todo antes de realizar las correcciones que cada epígrafe precise.
Hasta aquí los pasos necesarios para redactar un buen texto. En siguientes
posts veremos algunos aspectos propios de cada tipo de escrito, ya sean correos
electrónicos, notas de prensa, cartas formales y presentaciones con diapositivas.

Publicado el 5 de junio de 2012 en Joe LodiGo, Joe-Comunicación y etiquetado


en Anthony Hope, charles
kettering, citas, comunicación, empresa, escribir, escritura, Gonzalo Martín vivaldi, joseph
joubert, lectura, Miguel de Cervantes, textos, tipos de texto, vocabulario

Concisión
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La concisión es una característica de los discursos,1 las escrituras,2 y por lo tanto, también en
las estructuras de los datos,3 los juegos algorítmicos4 y el pensamiento en general,5
exhibiendo tanto claridad como brevedad. Es el opuesto de verbosidad, la cual es unos de los
exceso de las palabras.
La brevedad en la concisión que no se logra acortando material original codificando o
comprimiéndola, pero más bien omitiendo el material redundante del mismo.

La concisión es «inmanente» a la narrativa


Podría haber escrito «esencial», pero inmanente, según la RAE, significa «que es
inherente a algún ser o va unido de un modo inseparable a su esencia, aunque
racionalmente pueda distinguirse de ella». ¿Adviertes la diferencia? Pues, eso es
precisión.
También podría haber escrito:
«Concisión es un aspecto relevante de la escritura narrativa en tanto constituye
un atributo inseparable de su esencia.»
Pues, aunque la frase está bien, tanto en la redacción como en la exposición, eso
no es concisión.
La concisión, combinada con la simplicidad y la aproximación a los rasgos
propios de la oralidad, contribuyen a la claridad del texto. No hay que confundirse.
La escritura literaria no es aquella que retuerce las frases con conceptos —
normalmente abstractos— que parecieran aportar profundidad al texto. Eso puede
ser escribir bien, porque está claro que requiere cierto dominio del lenguaje, pero
nunca será escritura literaria.

La escritura literaria no es aquella que retuerce las frases con conceptos

normalmente abstractos.CLIC PARA TUITEAR

Cuando esto ocurre es porque el autor le concede a las palabras más


importancia de la que tienen, y acaba por eclipsar lo que realmente le
interesa al lector: La historia que le vamos a contar. Las palabras,
conectadas unas con otras, conforman algo así como una
autPRECISIÓN, LA ESENCIA DE LA CONCISIÓN
Según la RAE, concisión es «brevedad y economía de medios en el modo de
expresar un concepto con exactitud», y esto último, lo de expresar un concepto
con exactitud, se llama precisión, y se solventa con riqueza de vocabulario. Vaya,
acabo de escribir una perogrullada. Veamos cómo queda de esta otra forma:
Hay que evitar las palabras comodín, señal inequívoca de pobreza léxica.
Las palabras comodín son vocablos polisémicos a los que recurrimos cuando
ignoramos otra palabra más específica. Por ejemplo:
«Tenía los elementos las pruebas suficientes para dictar sentencia, pero la jueza
no estaba se sentía segura sobre qué postura tomar adoptar».
Gonzalo Martín Vivaldi (2008:325) los define como verbos «fáciles» y vocablos
«muletillas».
En La cocina de la escritura, Daniel Cassany dedica un capítulo al desarrollo de
«Nueve reglas para escoger palabras». La tercera se refiere a la eliminación de
comodines (1995:147):
Si el comodín es la carta que encaja en cualquier juego, la palabra-comodín es aquel nombre,
verbo o adjetivo, de sentido bastante genérico, que utilizamos cuando no se nos ocurre otra
palabra más específica. Son palabras comodín las que sirven para todo, que se pueden
utilizar siempre, pero que precisan poco o nada el significado de la frase. Si se abusa de ellas,
empobrecen la prosa y la vacían de contenido. Ejemplo:
Nombres: aspecto, cosa, elemento, hecho, información, problema, tema…
Verbos: decir, hacer, poner, tener…
Adjetivos: bueno, interesante, positivo…
Para combatir la pobreza léxica, la solución es muy sencilla: Leer, leer, leer… y consultar
el diccionario cada vez que nos encontramos con una palabra desconocida.

Hay que evitar las palabras comodín, señal inequívoca de pobreza léxica.CLIC PARA

TUITEAR

LA CONCISIÓN NO ES BREVEDAD
La primera palabra que utiliza la RAE para definir concisión es brevedad. Pero
en literatura no es e-xac-ta-men-te eso.
Concisión es transmitir una idea con la menor cantidad posible de palabras. Esta
economía de palabras —concisión— no implica brevedad, sino más
bien densidad, precisión. Por el contrario, una frase larga puede ser concisa. Lo
opuesto es la palabrería ociosa. No se trata tampoco del lenguaje lacónico —
laconismo: oscuridad del sentido por la reducción extrema del número de
palabras—, eso vicia la claridad.
Pero ¿qué es densidad? En Análisis estructural del relato (1972:39), Roland
Barthes explica:
[…] cada punto del relato irradia en varias direcciones a la vez: cuando James Bond pide un
whisky esperando el avión, este whisky, como indicio, tiene un valor polisémico, es una
especie de nudo simbólico que reúne varios significados (modernidad, riqueza, ocio) […]
En resumen, la concisión nos exige rigurosidad en la selección de las palabras para que
expresen con exactitud lo que queremos transmitir. Pero, cuando sea posible —y
necesario— además de la precisión del significado, deben poseer densidad polisémica,
de modo que se expandan en el sentido de la obra.

En narrativa, la economía de palabras no es brevedad, sino densidad.CLIC PARA

TUITEAR
Desde luego, hay que cultivar la riqueza de vocabulario y, aún así, es una labor
compleja. Escribir literariamente no es fácil, aunque parece que para un alto
porcentaje de escritores no es así, como veremos en el bonus track.

BONUS TRACK
Quisiera poder escribir más artículos en mi blog, pero, por distintas razones,
siempre voy liado (o será que nunca me acabo de organizar). Como todos, leo
muchos artículos de mis colegas de la blogosfera, y a menudo me
causan inquietudes —o reflexiones— que podría dejar en los comentarios, pero he
pensado que con este añadido aporto contenido extra a mis seguidores y, de
paso, trabajo un poco el networking, que a todos nos hace falta. Dicho esto, queda
oficialmente inaugurada la sección BONUS TRACK, que incluiré al final de cada
artículo.
Hoy me voy a referir a Los escritores y el mentor literario, un artículo de Piper
Valca, administrador de la web Antro narrativo. El artículo está perfectamente
argumentado con citas muy concretas. Además, Piper Valca se tomó la molestia
de indagar en las redes sociales sobre qué opinan los escritores acerca de la
necesidad de contar con un mentor literario. La conclusión, expuestas en un
gráfico, son demoledoras, aunque previsibles.

Imagen
de Piper Valca

El 71,43% de los autores piensan que no lo necesitan. No me extrañaría que


muchos de ese 71,43% se sientan candidatos innatos al Nobel. Esto me trajo a la
memoria un anuncio de Facebook en el cual ofertaban un curso de escritura. Más
de mil comentarios. El más soft decía que «para escribir solo se necesita tener
algo que decir y escribirlo», como si estar alfabetizado y tener lápiz y papel fuese
suficiente para escribir Madame Bovary o un cuento de Borges.
Vamos, lo que siempre digo: Hay muchos que escriben, algunos son escritores.
opista por la cual discurrirá la historia. O mejor aún, son los materiales con los
cuales construiremos ese mundo en el que se sumergirá el lector. Al fin y al cabo,
cuando cierre el libro, podrá recordar alguna palabra, si acaso alguna frase, pero
lo que nunca olvidará es la esencia de la historia que le hemos contado y la
vivencia emocional que le ha provocado.

CONCISIÓN DE LA EXPRESIÓN El lenguaje bíblico refleja un gran poder de síntesis y elocuencia.


Numerosos ejemplos se encuentran en todo el texto, independientemente del género de cada
libro

EL ARTE DE LA CONCISIÓN
@MULT#DER#59354@Stuart Park señaló que un aspecto a destacar del arte de la escritura
bíblica es su concisión. “Los autores bíblicos no adornan con detalles innecesarios o
superfluos. La narración es escueta”, dijo el experto.

El expositor acudió a diversos ejemplos en los que el relato bíblico parece 'vacío' de detalles:
la prueba de Abraham al pedirle Dios que sacrificase a su hijo, o el relato de Ana llevando a
Samuel al templo para que pasara su niñez allí.

Son relatos “escuetos” pero que sin duda “se desarrollan con un fin. El tiempo y el lugar
son inciertos, sentimientos e ideas permanecen mudos, pero en su totalidad se refleja en una
alta tensión. En la Biblia hay una intención para invitar al lector a leer entre líneas los
detalles”, dice Stuart Park.

El contraste es amplio cuando se compara con los relatos homéricos. “Tal vez más 'bonitos'
pero mucho peor trabajados en la imagen de la humanidad, tan simplista en el poema griego”,
explicó.

Porque en la concisión lo que el autor pretende es que el lector sea interpelado a una
identificación, a dar una respuesta a lo que se cuenta. “La intención no es el encanto
sensorial. La intención religiosa determina una exigencia absoluta de la verdad histórica” que
hacen que el lector “se implique en estas narraciones de forma radical. Los silencios invitan al
lector a adentrarse en el texto para discernir las intenciones”, decía Park.

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