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EL CONDUCTISMO WATSONIANO Y LA POLEMICA HERENCIA-AMBIENTE Marta 1. GONZALEZ GARCIA Departamento de Filosofia, Universidad de Oviedo EL ambi cipios de talismo radieal del conductismo watsoniano convivié en los » XX con teorias hereditaristas que sostenian la determi ica herencis-ambiente se desarroll6 sobre el trasfondo de las implicaciones sociopolit ada postura, Frente a la opinidn cle que el ambientalismo remo fue una reacci6n contra la ideologia del hereditarismo, sostendré que, al menos en lo que se refiere a li teoria conductista de J.B, Watson, en un sentido importante nv puede ha: blarse de tal reaccién, porque ambos determinismos respondieron a las necesidades po, el proceso de profesionalizat- UU. de prin- nética de la icidn g naturaleza humana, La polén asde jadas por Su contexto social favoreciendo, al mismo t cidn de fa psicologfa. Aunque adecuaron sus Iineas metodoldgicas a “impe diferentes, lo que dio lugar a sus oposiciones tedricas, la similitud de su forma y funeién puede verse reflejada en ciertos rasgos signiticativos comunes a ambay teorfas, como el re: duccionismo, el cientifismo, la importancia dada a sus aplicaciones pricticas o el situar kas it fuera del propio individuo, minismo; Conductism; Polémiea Here causas de la condueta hum Palabras clave: Det ria Social de la Psicologéa. cia-Ambiente; Histo- Warsonian Behaviourism and the Nature-Nurture Debate. The radical environmenta- lism of Watsonian behaviourism cohabited at the beginning of 20th century in the U.S. with hereditarian theories, which defended a genetic determinism of human nature, ‘The heredity- environment debate was developed upon the background of the socio-political implications 1h position. Opposite to the opinion that extreme environmentalism meant a re: 1 will maintain that, at least as far as Watson's beh of es ction against the ideology of hered m is concerned, there was not such :t reaction in an important sense, because both inisms responded to the technical needs stated by their social context favouring, at the jology. Although they adapted their hodological lines of research to different “technical imperatives”, making thus room for theoretical oppo the similarity of their shape and function can be noticed by a number of sign common to both theories, such as reductionism, scientifism, the importance behaviour outside the individus Key words: Determinisn hology tem same lime, the process of professionalization of psy technological components or the placement of the causes of human Behaviourism; Nature-Nurture Debat Social History of Psicothema, 1993, vol. 8.08 1, pp. 141-123 ISSN 0214 9915 CODEN PSOTEG MARTA |, GONZALEZ GARCIA LA PSICOLOGIA EN LOS EE.UU. DE PRINCIPIOS DE SIGLO El intenso desarrollo de la ciencia y la tecnologia que tuvo lugar a principios del siglo XX en los EE.UU. jug6, como sefala el histo- riador David Noble (1977), un importante papel en el diserio de la sociedad de la época. Al mismo tiempo, los criterios segtin los cua- les se pretendfa construir la nueva sociedad norteamericana guiaron las direcciones de la investigacidn cientifica y el desarrollo tecno- J6gico, conformando, en gran medida, el con- tenido de las teorias y artefactos producidos. Pese a que la revolucién cientifica introdujo nuevos caminos en la dindmica social de prin- cipios de siglo, el destino final no habia va- riado: la novedad de la sociedad tecnoeritica estadounidense no fue mas que un nuevo dit fraz, esta vez. de objetividad y progreso, me~ diante el que se pretendis justificar la perpe- tuacién del viejo orden (Noble, 1977:xvii). Dentro de este marco general de progre- sivismo y expansién de la cultura cient tecnolégica, la psicologia se encuentra en pleno proceso de conversién en una dise plina experimental. En este sentido, lo mas relevante de este periodo es el movimiento general desde la psicologia introspeccionista importada del laboratorio aleman de Wundt hacia la psicologia aplicadat En un principio, la posibilidad de cuan- tificar y tratar matematicamente los datos in- trospectivos de la conciencia parecia un buen camino para abandonar la metafisica e ingre sar en el dmbito de ta ciencia. Sin embargo, la introspeccién como método y, sobre todo, la utilidad de los resultados de la misma, no resultaron muy convincentes para el espiritu 0- 1, O'Donnel 1985) offece una historia detallada de alemson este periodo de la psicologia norte: Otros autores como Dazinger (1979), (e.g. 1979...) han contribuido también a la con fextualizacion social de la historia de la psicolo- isla estadounidense de prineipios de siglo, pragmiitico norteamericano y pronto, a partir de la instalacién en los EE.UU. de los prime- ros laboratorios de psicologia y el regreso de Jos primeros diseipulos de Wundt, comenz6 a acuiiarse una disciplina con sello propio. La creacién de la APA (American Psychological Association) en 1892, la rapidez con que se multiplicaron sus asociados, el nimero de cé- tedras, doctorados y puestos universitarios que promovié la nueva ciencia, la prolifera- cin de publicaciones, fueron algunos de los pasos hacia la transformacién de la psicolo- gia en una ciencia por derecho propio (vid. Camfield, 1973), Ademas de reforzar su aparato institu cional, los psicélogos también se preocupa- ron de introducirse en sociedad mediante su presencia creciente en la vida extracadémica (v.g. educacién, publicidad o todo aquello en lo que hubicra que clasificar y selecci personas: industria, guerra, inmigra n ta era del progreso, una cier ofrecer algo mais aparte de rigor y objetivi- dad: debfa generar resultados pricticos titiles al proyecto de la nueva sociedad corporativa, estratificada y meritocritica, Por tiltimo, necesitaba una unidad tedrica y metodolégica (al modo de los paradigmas de las ciencias “duras”), algo que parecia dificil teniendo en cuenta la cantidad de teorias y ten- dencias distintas que proliferaban en el campo. 1913 aparece indefectiblemente en todas las historias de ka psicologfa como el aiio en el que se propone una teorfa con pretensiones de eri- girs, de una vez por todas, en ese paradigma dominante que la psicologia experimental pre- isaba. La publicacién del articulo de J.B. Watson “Psychology as the Behaviorist Views It” marca (a efectos de la historiogratia poste- rior) cl nacimiento del conductismo?, 2. Burnham (1968), Samelson (1981, 1985) y O'Donnell (1985) ote cas del origen del conduct n interpretaciones eri mo en fas que se ‘et clima social de su sur tiene en cuent imiento. Por ovra parte, en Col en (1979) se puede encom Psicothema, 1993 EL CONDUCTISMO WATSONIANO y LA POLEMICA HERENCIA-AMBIENTE Sin embargo, no era el conductismo el Gnico, ni parece que el mas importante, de los movimientos psicolégicos de la época. 1913 es también el afio en el que Goddard —el introductor en los EE.UU. de los tests mentales y defensor de la determinacién ge- nética de nuestras caracteristicas conduc- tuales— es invitado a Ia isla de Ellis para controlar la entrada de emigrantes euro- peos’, El mas crudo hereditarismo, repre- sentado en la fiebre por los tests mentales, las propuestas de medidas eugenésicas y la mn, con defensores restriccién de la emigrac como Goddard, Terman, Yerkes, Brig- ham..., convivid en el mismo marco espa cio-temporal con el ambientalismo més ra dical defendido por J.B. Watson y su psico- logia conductista. Si bien el conductismo watsoniano po- dria parecer una alternativa tedrica opuesta a las tendencias hereditaristas preponderan- tes en su época, debido al enraizamiento so- cial del desarrollo de a psicologia, sus or genes y las relaciones entre ambos tipos de tcorfas no deberian ser simplemente objeto de un anilisis “interno” en términos de deudas intelectuales y la incompatibilidad de sus afirmaciones tedricas, sino que debe- rian ser analizadas desde una perspectiva mas amplia que contemple las bases socio- politicas de cada una de ellas y las formas de sociedad que promuevent, rar una entretenida biografia de su fundador, J.B. Watson, aunque poco precisa y demasiado apologética. La publicada en 1989 por K.W. Buckley mejora muchos de los defectos del libro de Cohen, Clarence Karier (1986:eap. 4) narra ‘ambign [a historia personal ¢ intelectual de Wat son desde una perspectiva més contextualizada Socialmente, Resulla especialmente interesante el modo en el que el propio Watson (1936) narra su historia personal e intelectual, 3. Vid. la historia de las teorfas hereditaristas de la inteligeneia de principios de siglo en Gould (1985) y Lopez Cerezo y Lujan Lopes (1989). 4. Debido a la orientacién de este trabajo. el “and. lisis interno” se encuentra pricticamente ob: Psicothema, 1993 CONTEXTUALIZACION SOCIAL DE LA PSICOLOGIA. Sobre la base de argumentos histér cos, filoséficos y pragmaticos, fildsofos contemporaneos de la ciencia y la tecnolo- gia (c.g. Latour, 1987; Lopez Cerezo y Lujan Lépez, 1989; Longino, 1990...) de- fienden que las teorias cientificas (sus ori- genes tanto como sus contenidos y compo- nentes tecnolégicos) no pueden ser adecua- damente entendidas sin tomar en considera- cidn el contexto histérico y sociopolitico en el que se desarrollan. La produccién y acep- tacion de teorfas cientificas, asi como el d sarrollo de tecnologfas, no son procesos que siguen su propia ldgica independientemente de cualquier factor ajeno a los estrictamente cognitivos o “internos” (evidencia empiri capacidad predictiva, coherencia, simplici dad...). La investigaci6n, implementacién y practica cientifico-teenoldgica es, por el contrario, un proceso eminentemente social Siguiendo el modelo de circulos con- céntricos que K. Dazinger (1990) aplica a la psicologia, la ciencia-tecnologia es un pro- ceso social desde el momento en el que in- volucra a grupos de personas cuyas interac: ciones pueden ser significativas para el pro- ducto final. El estrecho marco de amores y odios que puede existir entre las paredes de un Laboratorio, ka competitividad entre equi pos de investigacién, la lucha por subven- ciones y ayudas... son factores que inciden sobre la elaboracién de una teoria o un arte- facto que luego se presentard al exterior con todo su “contexto de descubrimiento” se- gregado, como producto de la mas pura y viado. No obstante, para detalles sobre el pem= miento de Watson se pueden consultar sus propias obras, especialmente las ideas de Wate son sobre la educacion en Jennings et al (1917), Informacion sobre Ja situacion de la psicologia en esta época puede enontrarse en Napoli (1980) y O*Donnell (1985). U3 MARTA |, GONZALEZ GARCIA desinteresada actividad investigadora (vid. Latour, 1987). Afladiendo un circulo exte- rior a éste, la ciencia-tecnologfa es también un proceso social cuando tenemos en cuenta su contexto mas amplio: el marco general politico-socio-econémico-cultural en el que se desarrolla. A este nivel pode- mos considerar tanto los mas sutiles prejui cios incrustados dentro del inconsciente co- lectivo (sexistas, racistas, clasistas...) como los mas claros intereses politicos. econémi- cos o de simple promocién profesional y académica que pueden favorecer en un mo- mento determinado una u otra direccién de la investigacién cientifica. El cardcter no “auténomo” de la cien- cia —la contextualizacién social de los pro- blemas que son en cada caso objeto de la investigacién cientifica— es algo que ya casi nadie pone en duda; sin embargo, a menudo adn se contimia defendiendo la “in. tegridad” de la misma , i.e. la no pertinen- cia de la introduccidn de factores sociales para explicar el contenido de las soluciones ofrecidas (Longino, 1990). No obstante, desde una concepcién en la que la ciencia no “descubre” verdades sino que las “cons- truye”, los contenidos mismos de las teorias cientificas aparecen influidos por otros fac- tores diferentes de los criterios cognitivos al uso: intereses econdmicos, profesionales, politicos... que acttian a varios niveles y quedan ocultos en su presentacién publica Sin embargo, afirmar que las teorias cienti- ficas estén socialmente condicionadas no implica sostener que sean erréneas o per- versass. 5. Quiad para evitar la acusacién de paranora a la que se ve sometido todo aquel que intenta mos: trar la cara oculta de la cieneia, no estaria de mids insistir en esta aclaracién, Cuando habl lo que mos de “intereses” no estamos supon os cientiticos adopten una actitud intrinseea- mente perversa con el dnimo de engaiur y hacer pasar por objetivo y rigurose To que es. un sisnple producto de su ideotogfa y su conte Aa eee Segiin el modelo del desarrollo cienti- fico introducido por Lopez Cerezo y Lujan Lopez (1989: cap. 2). el puente a través del cual los denominados factores “extracienti- ficos” influyen sobre los enunciados que conforman el output de la fabrica de verda- des cientificas es la metodologia escogida en cada caso para la experimentacién y pos- terior produccién de resultados. Las demandas sociales conforman el contenido de las teorfas cientiticas mediante el siguiente procedimiento: el contexto social genera determinados imperativos técnicos— “la concreciGn normativa de intereses pol cos y econémicos en guias técnicas para la manipulacién del medio social 0 natural” (Lopez Cerezo y Lujén Lopez, 1989: 195) — que determinan la seleccién metodologica conveniente para una investigaci que pretenda responder a ellos, La metodolo- gia elegida de este modo, incluyendo prinei- pios generales y practicas metodolégicas es- pecificas para la produccién y manipulacién de datos, influird directamente sobre los con- tenidos de las teorfas resultantes Busdindome en este enfoque general, de fenderé la tesis de que tanto las doctrinay here- ditaristas como el conductismo watsoniano compartieron las mismas tendencias ideolégi- cas, pero al adaptarse a imperativos técnicos que pretendian responder a dos tipos de nece- sidades diferentes aunque dentro de la misma esfera de intereses, desarrollaron metodologias n cientifica aparentemente opuestas que dieron lugar a concepciones de la naturaleza humana te6rica- mente incompatibles, pero complementarias en ti lo que se refiere a sus utilidades pr buluci6n con politicos sin escrupulos. Tampoco decimos que est no ocurra nunca, pero nor malmente los prejuicivs y preconcepeiones ac idan de una forma mucho may sutil impr nando inadvertidamente el material vientifico, La contestualizacién social no es. por otra parte, un risgo propio de teorias “falsay”, sino 's una caracteristies Fundamental de toda 190 que actividad etentifien (Bane: Psicothoma, 1993 EL CONDUCTISMO WATSONIANO y LA POLEMICA HERENCIA-AMBIENTE DETERMINISMO BIOLOGICO Y DETERMINISMO SOCIAL Frente a la tesis propuesta aqui, la inter- pretacién tradicional ha sostenido que heredi- tarismo y conductismo se enfrentaron a los problemas de los EE.UU. de principios de siglo con ideologias politicas diferentes, ofre- ciendo, en consecuencia, soluciones opues- tas. El énfasis en la determinacién ambiental del conductismo significarfa, entonces, una decidida reaccién contra el biologicismo do- minante en los EE.UU. de principios de siglo, Defender que somos lo que el ambiente estimular en el que nos desarrollamos hace de nosotros permitiria suponer que, con un ambiente o una educacién apropiadas, no hay ninguna barrera innata que limite las posibi- lidades de cada individuo, Este es el punto de vista que adopta, por ejemplo, Leahey (1982:399) cuando afirma que la posicién de Watson era muy progresista para su épo% una época en La que abundaban “los psicélo- gos de orientacién eugenésica Esta es también la conclusién que parece desprenderse del estudio de Nicholas Pastore (1984), que encuentra una correlacién “casi perfecta” entre el punto de vista mantenido en la controversia herencia-ambiente y las creen- cias politicas de los 24 cientiticos de la época (psicdlogos, genetistas, socidlogos y antrop6- logos fundamentalmente) que analiza. El here- ditarismo, excepto el caso de Terman, se rela- ciona con la adopcién de posturas conservado- ras, mientras que el ambientalismo, excepto el de J.B. Watson, correlacionaba con posiciones “liberales” o “radicales”. Sin embargo, hay otras formas en las que ambas teorfas pueden relacionarse con su contexto y que revelan una convergencia entre ellas que no aparece en el andlisis de Pastore® 6. Una ambivalencia respecto a sus connotacio nes ideolégicas similar a la de! conduetismo radical se produjo alrededor de la aceptacién del lamarckismo, La defensa de ta hereneia de Psicothema, 1993 En los EE.UU. de principios de siglo el gran auge de la psicologfa fue debido, en parte, a que la fe generalizada en el pro- greso cientifico hizo que se buscaran en la ciencia las soluciones a los problemas que ella misma habia originado (O° Donnell, 1985:213), entre los que destacaba el acele- rado crecimiento demogréfico, unido a la pobreza, el desempleo y la necesidad de ra- cionalizar los abundantes “recursos huma- nos” disponibles (vid. "Donnell, 1985). El hereditarismo funcioné en este con- texto porque proporcionaba una maravillosa excusa para justificar el orden social vi- gente, ofreciendo una explicacién “cient{- fica” de las desigualdades en cuestién de ri- queza, cultura, ocupacién... (vid. e.g. Sa- melson, 1979; Gould, 1985; Lopez Cerezo y Lujan Lépez, 1989). Ademés, el determi nismo biolégico de estas doctrinas heredita- ristas se arm6 con un valioso instrumento: los tests mentales, y sustenté la propuesta de aplicacién de “tecnologias sociales” como las medidas eugenésicas o de optimi zacion de recursos humanos (vid. Lopez Cerezo y Lujén Lopez, 1989:176-183). La teoria hereditarista ofrecié también una ex- plicacion de gran cantidad de “conductas humanas interesantes” (tomando la expre- sidn de S.J. Gould), porque la inteligencia se relacioné con la moralidad o la valia so- cial. Una teorfa ciertamente util... para aquéllos que tenian interés en que todo si gutiera como estaba. La teoria conductista presentada por Watson no se desviaba realmente tanto de los objetivos perseguidos por los heredita- as, Watson declaré de un modo explicito los caracteres adquiridos Tue, también a princi pios del siglo XX, un argumento utilizado para apoyar la infinita maleabilidad de la especie humana (como en el caso del socidlogo Lester F. Ward) y al mismo tiempo, para fundamentar radicales determinismos bioldgicos como el de Herbert Spencer (vid, Degler, 1990.20 ss) M5 MARTA |. GONZALEZ GARCIA que lo que Ie interesaba no era comprender Ia conducta humana, sino su control y pre- diccién (Watson, 1913). El conductismo sostenia que los problemas humanos radi ban en una mala adaptacién del hombre a su medio. La solucién podia entonces abor- darse de dos formas: transformando el am- biente o transformando al individuo (Wat- son, 1913:159). Y habitualmente se esco- gi6, como no podia ser de otra manera, la segunda opcién. En el mundo regido por la “libertad conductista” (Watson, 1970:304) que Watson disefié en “Should a child have more than one mother?” (1929), no existen problemas de adaptacién porque la sociedad esta regida por cientificos conductistas que convierten en intitil la existencia del go- bierno, ¢ incluso de la familia, ya que con- siguen gracias a sus métodos lo que lideres politicos y padres intentan con medios ina- decuados. La utopia elaborada por Watson (1929) funciona asi como puente entre su propuesta tedrica y el caracter de instru- mento social de la misma?. Un mismo interés que consistia en la adaptacién de los individuos al orden social establecido de tal modo que fueran titiles para las labores de produccién y contribu- yeran al crecimiento econémico, originé dos imperatives tecnicos con implicaciones diferentes, pero con funciones similares, Para responder a ellos los psicélogos tuvie- ron que problematizar la realidad de modos distintos. Asi, las metodologias escogidas en cada caso generaron contenidos tedricos opuesios que convergian, sin embargo, en los fines de sus aplicaciones sociales. La teoria conductista respondié al ob- jetivo de controlar, predecir y modificar la 7. Este mismo papel del pensamiento ur6pico es también destacuble en los escritos de otros psi cOlogos de principios de siglo (e.g. G. Stanley Hall, W, McDougall, H. Miinsterberg) y pos: leriores, como es el caso de Skinner (1984) (vid. Morawski, 1982), 116 conducta humana individual; y las teorias hereditaristas de la inteligencia se adecua- ron al imperativo de “alcanzar una estratiti- cacién educativa que promocionase el in- movilismo social” (Lépez Cerezo y Lujan Lépez, 1989:79). Al adaptarse a estos dos tipos de “necesidades sociales” ambas tco- rias divergieron en sus elecciones metodo- légicas. Las teorfas hereditaristas se cons- truyeron sobre el presupuesto de la irrele- vancia de las variables ambientales (y con una metodologfa que atendia a las diferen- cias intergrupales, usaba como instrumentos los tests de C.L. y disefiaba un tipo de expe- rimentos con unas expectativas tedricas bien definidas). Al contrario, el conduc- tismo watsoniano supuso la irrelevancia de las variables “internas”, y monté su entra- mado te6rico sobre el estudio de los univer- sales de la conducta, adoptando disefios ex- perimentales y procedimientos propios de la psicologia comparada. Pese a ser diferentes, estas elecciones metodologicas tenian ciertos rasgos comu- nes, como el reduccionismo y el cienti- fismo. En consecuencia, las teorias de la naturaleza humana que originaron, aunque evidentemente opuestas, compartieron un mismo caricter profundamente determi- nista, que era el mas adecuado para respon- der a las demandas de su contexto social y profesional (vid. infra, apartado 5) EL CASO DEL CONDUCTISMO Veamos algunos ejemplos de cémo los compromisos metodolégicos contribuyeron a conformar la teorfa conductista presentada por Watson’: Una de las caracteristicas fundamenta- les de la propuesta watsoniana fue la pre- 8, Vid, Gonzalez Garefa (1991). Para el caso de Jas teorias hereditaristas de Ia inteligencia puede consulturse Lopez Cerezo y Lujan Lopez. (1989). Psicothema, 1993 EL CONDUCTISMO WATSONIANO y LA POLEMICA HERENCIA-AMBIENTE tensién de desterrar los métodos y postula- dos introspeccionistas siguiendo la regla prictica de utilizar s6lo como objeto de es tudio los observables de la conducta. Al eli- minar la conciencia en nombre del rechazo de la metafisica introspeccionista, Watson elimina también una fuente de autonomia y libertad humana que podrfa ser una fuerza poderosa para promover el cambio social (Samelson, 1985). Si bien los conductistas posteriores suavizaron la dureza de tal com- promiso, esta regla prictica funciona al cien por cien en los escritos de Watson obligdn- dolo a mantener explicaciones poco plausi bles pero rigurosamente conductistas de ciertos comportamientos. Por ejemplo, Watson, en una Hamativa coincidencia con el pensamiento freudiano (vid. Gondra Rezola, 1985), consideré la conducta sexual muy importante, incluso en la infaneia (Watson, 1919), En su afan por encontrar correlatos observables para las caracteristicas humanas, la respuesta sexual fue la forma de objetivar la conducta afec- tiva, Watson transforma en conductual algo tan “privado” como la vida afectiva defen- diendo que inicamente consiste en lo que tiene de “ptiblico”. Incluso después de haber abandonado su teoria de los instintos para mantener que todas las conductas se adquieren por medio de reflejos condiciona- dos, Watson siguié identificando el placer con un estado de excitacién de los érganos sexuales, Esta restriccién metodolégica segtin la cual sélo de lo externamente ob- servable es posible hacer ciencia psicolé- gica, supuso en este caso una importante li- mitacién del conduetismo clasico para dar cuenta de las emociones. Igualmente asombrosa es la maniobra que Watson se ve obligado a hacer cuando habla del pensamiento y la memoria (Wat- son, 1970). Cuando pensamos, lo que hace- mos es “hablar” con nosotros mismos, pero no en sentido figurado: el pensamiento es un habla subvocal producida gracias a los Psicothema, 1993, habitos musculares aprendidos durante la adquisicién del lenguaje, en el que estan implicados movimientos musculares de la laringe, la lengua y las cuerdas vocales. y también movimientos cinestésicos y visce- rales. La evidencia aportada es escasa: los nifios hablan consigo mismos en voz alta y los sordomudos usan a menudo su lenguaje manual mientras piensan. Por otra parte, la memoria es definida por Watson como “el funcionamiento de ta parte verbal de un habito total” (Watson, 1970:256), pretendiendo asf reducirla a la verbalizacién de actividades corporales. La memoria conductista es la “exhibicién” ver~ bal de un comportamiento presente en nue tro repertorio conductual y organizado ma- nual, emocional o visceralmente. Por ejem- plo, cuando hablamos de golf estamos ha ciendo un ejercicio memoristico al recordar los movimientos corporales que realizamos al jugar realmente al golf (Watson 1970:236). Pero esta explicacién es mas bien una simple descripcién en términos conductuales de lo que ocurre en el “antes” y el “después”, recluyendo en la caja negra los problemas de almacenamiento, recupe- raci6n... De nuevo las restrieciones metodo- logicas estan limitando severamente el con- tenido de la teorfa conductista. Watson construye “historias de condi cionamiento” para mantener su tesis de que todas nuestras conductas se adquieren como reflejos condicionados (adecudndose a su principio metodolégico de buscar leyes uni- versales del aprendizaje). La mas famosa de estas historias es la del pequeiio Albert, eri- gida en ejemplar paradigmatico del modelo conductista y sus métodos de condiciona miento gracias al trabajo de reconstruccién idealizadora que el propio Watson y mas de sesenta afios de libros de texto Hevaron a cabo sobre el material original. Harris (1979) y Samelson (1980) muestran cémo el experi- mento que Watson y Rosalie Rayner Hlevaron a cabo con el pequefio Albert, con todas sus 7 MARTA |, GONZALEZ GARCIA incoherencias y lagunas, tiene realmente poco que ver con a imagen de “elegancia ex- perimental” (Cohen, 1979:202) que nos ha legado la ret6rica de la ciencia® Al suponer que todas nuestras conduc- tas han sido adquiridas en forma de reflejos condicionados, Watson estd también supo- niendo que ésa es la forma a través de la cual otras conductas pueden ser afiadidas a nuestro repertorio, ofreciendo un método simple y rapido para manipular el compor- tamiento humano. CONVERGENCIAS DE AMBOS DETERMINISMOS Aunque los principios metodolégicos que dieron forma al conductismo watso- niano divergieron de los propios de las teo- rias hereditaristas, eran andlogos en su forma y funcién (del mismo modo en que lo eran los imperativos técnicos a los que ambos tipos de teorias respondian). A partir de estas analogias pueden sefialarse cuatro puntos basicos en los que, pese a sus evi- dentes divergencias, ambas explicaciones de la naturaleza humana convergen. En esas intersecciones se muestran sus respectivas dependencias del contexto ideolégico y so- ciopolitico en el que se desarrollaron y de las necesidades técnicas de éste: (i) Interés en convertir la psicologia en una disciplina “auténticamente cientifica” (Watson, 1913:169). Los representantes de la teoria hereditarista siguieron el camino de la cuantificacién, los métodos estadisticos... El conductismo watsoniano, en cambio, bused la “cientificidad” haciendo de “lo observa- ble” el Ginico objeto de la ciencia psicol6- gica. La reaccién del ambientalismo de Wat- son no fue en contra del hereditarismo y su 9, — El pupel de la ret6riea de la cieneia en la cons- truccién de los “hechos duros” que una teoria necesita para su aceptacidn es analizado en La tour (1987). 118 ideologia, sino en contra del introspeccio- nismo y de toda la carga filos6fica de la psi- cologia mentalista. Ciencia era lo que la so- ciedad demandaba y ciencia fue lo que tanto Watson como Goddard ofrecieron La biisqueda de la cientificidad siguié varios caminos comunes para ambas ten- dencias: el uso de metodologia experimen- tal limitando los rasgos del objeto de estu- dio para presentarlo como naturalmente ob- jetivable y controlable, el recurso a instru- mentos de prediccién y control, la enuncia- cin de afirmaciones de conocimiento con pretensiones de universalidad... (vid. Dazin- ger 1990:87). (ii) Busqueda de resultados pricticos inmediatos y aplicables. La sociedad no s6lo demandaba “ciencia”, sino “ciencia aplicable”. Los tests mentales demostraron su “aplicabilidad” en la Primera Guerra Mundial y el conductismo la demostr6, quiza, con el éxito del trabajo de Watson para la empresa publicitaria J. Walter Thompson, aunque ya en 1913 intenté “vender” el conductismo haciendo “propa- ganda” de los beneficios que su utilizacién (y por tanto su “utilidad”) podrfa reportar (Watson, 1913:168). El conductismo y la psicologfa de tests fueron presentados como “ciencia aplica- ble”. De todos modos, y pese a las acusa- ciones de Titchener de los peligros de con- vertir la psicologfa en una tecnologia olv dando la fundamentacion cientifica (cit. en O’ Donnell, 1985:211), Watson (1913) si- guid apelando a la “ciencia pura” no sélo para defender su conductismo, sino también todas las demas ramas de la psicologfa apli- cada del momento (incluyendo la psicologia de tests)!, Afirmando que lo que hacfa era auténtica ciencia, Watson aseguraba para su 10. La defensa que Watson realiza de la “psicolo- gia de tests” como parte del movimiento gene plicable” constituy ral hacia la psicologia ™ otro argumento para mantener que su conduc. Psicothema, 1999 EL CONDUCTISMO WATSONIANO y LA POLEMICA HEAENCIA-AMBIENTE teorfa el prestigio y Ia inexpugnabilidad de una actividad que era exclusivamente com- petencia dei experto!!, (iii) Reduccionismo: Ambas teorfas, al ‘mantener posturas extremas en la polémica herencia-ambiente, limitaron su pretensién explicativa de la naturaleza humana acen- tuando de un modo radical uno u otro de los factores. Algo que desde el punto de vista de la adecuacién empirica era poco menos que inconcebible fue sostenido porque per- mitia explicaciones faciles y la planifica- cidn de intervenciones rapidas. Objetivos politicos y tecnolégicos y, consecuente- mente, imperativos técnicos que promovian el control externo, fueron priorizados de tal forma que quedaron en gran medida exclui- das utilidades epistémicas como el poder explicativo o la adecuacién empirica. La consecuencia fue “una formulacién sim- Plista de los asuntos psicolgicos” (Dazin- ger, 1990:220) en ambos enfoques (iv) Ambas teorfas colocaron las cau- sas de la conducta fuera del individuo. “Fuera” en el sentido no controlables por el propio sujeto, ya que las causas fueron tanto “externas” (en el caso del conduc- tismo), como “internas”!2 (en el caso del hereditarismo) Al crear un individuo incapaz de ser “duefio de su destino”, ambas teorfas tras- Lismo radical no se oponéa al hereditarismo, sus métodos ni su ideologia. Mais bien, ambas c rrientes se encontraron en una lucha comin: la de desarrollar una psicologia adecuada a las necesidades de Ia sociedad y de los propios psicslogos. 11. Vid. en Nelkin (1987) una critica a la préctica habitual de apelar al “experto” como depoxita. rio exclusivo de “verdades cientificas”, que quedan asf fuera del aleance de la opinion del ciudadano corriente 12. Aunque también puede hablarse de causay “ex- ternas” en el hereditarismo, en el sentido del conjunto de antepasados que determina la cali dad de la materia prima que una persona he- reda, Psicothoma, 1999 pasaron ese poder a factores o instancias ajenas a él, facilitando de este modo la in- tervencién mediante t como pricticas eugenésicas 0 de modifica- cién de conducta— que adaptaran los indi viduos a las necesidades de la sociedad. Estos cuatro puntos mencionados estan claramente interrelacionados. Las claves de la convergencia de ambos determinismos estin, por una parte, en la demanda de la sociedad norteamericana de principios de siglo de ciencias aplicables, ripidas y efec- tivas; y, por otra, en la necesidad de mante- ner un orden social en el que cada individuo ocupe el lugar que se le asigne dentro de una estructura jerarquizada y burocratizada, La psicologfa traté de responder a estas de- mandas al mismo tiempo que promocionaba su status cientifico, Asi, la demostraci6n de su utilidad para legitimar las practicas tee- noeraticas y el control estatal favorecié su profesionalizacién elevando el prestigio so- cial (y los ingresos) de sus practicantes (Camfield, 1973; O'Donnell, 1985). El beneficio que las teorias hereditaris- tas recibieron de su dedicacién a cuestiones practicas se observa claramente en las con- secuencias de la aplicacién de tests menta- les durante la Primera Guerra Mundial (Sa- melson, 1979; Gould, 1985). Si bien el con- ductismo no se beneficié de la guerra en la misma medida, la postura de Watson evi- denciaba, segtin O'Donnell (1985:206-207) la urgente necesidad de los psicéloges com- parados de reciclarse hacia précticas social- mente mas titiles para poder subsistir. Aun- que no se pueda considerar el interés profe- sional de los psicélogos comparados como Ginica causa del nacimiento del conduc- tismo!3, éste proporcioné una importante cnologias sociales — 13. En este sentido, puede ser significative el hecho de que en el recuento de conductistas que ‘ward C, Tolman elabora en 1921, aparte de J.B. Watson, no aparece ningin psicdlogo compa- rado (cit. en Samelson, 1985). Sin embargo, esa relacién abundan los fil6sofos, lo que MARTA! GONZALEZ GARCIA variedad de utilidades sociales (educacién, publicidad, industria...) que favorecieron el prestigio de los psicGlogos que las practica- ron. Por encima de las diferencias teéricas de ambos enfoques estaba su objetivo comin de utilizar la psicologfa para ordenar la sociedad (Samelson, 1979:155). Al fina- lizar la Primera Guerra Mundial, se promo- vi6 la creacién de asociaciones de psicélo- gos que desempefiaran dentro de la socie- dad civil las mismas tareas de seleccién y adaptacin que habjan realizado durante la guerra, Watson fue miembro fundador de dos de estas organizaciones, la Scott Com- pany y la Psychological Corporation (Noble, 1977; Buckley, 1982). Las funcio- nes de la psicologia hereditarista y la psico- logia conductista (seleccionar y entrenar, respectivamente) se reunieron de un modo evidente en la psicologia industrial, a cuyo auge respondi6 el surgimiento de esas aso- ciaciones. Watson presenté en 1913 un programa para convertir la psicologfa en un instru- mento de la sociedad capitalista y tecnocré- tica. Sin embargo, el conductismo watso- niano no tuvo una recepcién especialmente buena en su épocal4, Este relativo fracaso del conductismo para alzarse en paradigma inico de la psicologia cientifica podrfa ex- plicarse, entre otras razones, por la plurali dad de opciones disponibles para aplicar la melson interpreta como evidencia de que el conductismo no fue un desarrollo pragmatico de la psicologia sino “una postura metafisica atractiva para varios intereses ideolégicos” (Sa- melson, 1981:414, 1985:35), 14, Vid. la divergencia de las opiniones de Samel- son (1981) y O’Donnell (1985:207-208) sobre a recepcidn del conductismo. Una version anterior y reducida de este articulo fue presentada en la /0th European Cheiron Conference (Madrid, 4-8 Septiembre 1991) bajo c! titulo “Biological Determinism and So- cial Determinism in Early 20th Century U.S Psychology”. 120 psicologéa a los problemas humanos. El conductismo seria una parte mas de la co- rriente general hacia una psicologia que fuera “cientifica” y aplicable. Su especifici- dad puede verse quiza en que intents no cargar las tintas en ninguno de los requisi- tos, evitando una psicologia “muy” cienti- fica pero inutil (& la titcheriana), tanto como una psicologia que fuera tinicamente cien- cia aplicada pero con una fundamentacién teorica y metodolégica débil (como ocurri6 a veces con la proliferacién indiscriminada de tests). Pese a todo, Watson nunca consi- guid claborar una teorfa realmente fuerte. Hay atin otra razn para que el con- ductismo no tuviera una aceptacién tan ge- neralizada como su idoneidad respecto a las, demandas sociales parecfa pronosticar. El conductismo, segtin Dazinger (1990:115), al afirmar que tenia cierto poder para mani- pular las condiciones institucionales, su- puso una peligrosa competencia para la au- toridad establecida; la psicologfa de tests, en cambio, no hacfa sino buscar a los suje- tos que mejor podian desempefiar cada papel en un diseio social dictado desde in tancias superiores. La psicologia debia fa- vorecer el control social, pero habia tam- bién que asegurar el control ejercido sobre ella. El aniilisis de Nicholas Pastore (1984) sobre los compromisos politicos y las post ciones teéricas de los cientificos de prince pios de siglo implicados en la polémica he- rencia-ambiente, parece suponer un obst culo para la interpretacién aqui expuesta sobre el significado de! conductismo watso- niano. Sin embargo, quiza no sea casual el hecho de que Watson sea el tinico ambien- talista que Pastore identifica como conser- vador: también Watson es el inico conduc- tista radical de los cientificos analizados por Pastore. La posicin watsoniana no representé (al menos conscientemente para el propio Watson) ninguna alternativa “revoluciona- Psicothema, 1993 EL CONDUCTISMO WATSONIANO y LA POLEMICA HERENCIA-AMBIENTE para la transformacién del orden social En cambio, para la mayoria de los psicélo- gos que Pastore califica de ambientalistas (e.g. James McKeen Cattell, W.C Bagley. FN, Freeman, G.D. Stoddard), el énfasis en los factores ambientales significaba clara- mente un rechazo de las implicaciones so- ciales del hereditarismo, y en ningtin caso mantuvieron el ambientalismo extremo del conductismo watsoniano. Y lo mismo po- dria decirse de otros cientificos de orienta- cién ambientalista que Pastore menciona, como el antropélogo Franz Boas, que si bien se opusieron a los enfoques heredita- ristas, no negaron el papel de la herencia en cada individuo particular. Watson, en cam- bio, adopté una postura de determinismo ambiental no sélo para los grupos sociales (razas, clases sociales, sexos...), sino tam- bién para los individuos (Degler, 19912155) EL DETERMINISMO ACTUAL. sta convergencia en la forma y la funcién que adopté la investigacién en ambos campos, también Hegé a ser una convergencia en los contenidos con el paso del tiempo. El biologicismo radical de la psicologia de los tests mentales se relajé en los afios treinta, Los hereditaristas contem- pordneos defienden la existencia de un 20% 0 un 30% de determinacién ambiental. Por otra parte, Skinner, tomando el relevo de Watson, apela a lo que denomina “contin gencias de supervivencia” para dar cuenta de aquellas conductas que su determinismo ambiental dejaba sin explicar. Con esta ex- presién Skinner hace referencia a las clases de comportamiento seleccionadas para for- mar parte de la dotacién genética de una es- Psicothema, 1993 pecie por hacer mas probable que los indi- viduos que las presentan sobrevivan. Las “contingencias de supervivencia™ no son més que la traduccién a términos condue- tuales de los viejos instintos a los que Wa son tan enconadamente se opuso cuando ra dicaliz6 su postura ambientalista (Luja Lopez y Lopez Cerezo, 1991). De acuerdo con Skinner (1966), los seres humanos son, después de todo, seres biolégicos Hoy es atin mds claro que entonces cémo las posturas deterministas convergen en lugar de oponerse. Importantes figuras de la psicologia actual como HJ. Eysenck o R, Hermstein mantienen posiciones ambi- valentes, defendiendo en ocasiones el alto grado de heredabilidad de la inteligencia, la personalidad o de la conducta delictiva, mientras que en otros momentos se mani- fiestan entusiastas seguidores de Skinner y sus métodos conductuales. Ambos determinismos continian hoy interesados en averiguar de “cudnta” heren- cia y de “cuanto” ambiente estamos hechos. Frente a esto, una distincién realmente inte- resante no parece ser la de “determinismo biolégico vs. determinismo ambiental” 0 “determinismo vs. singularidad humana”, sino la propuesta por S.J. Gould (1983): “determinismo (de cualquier clase) vs. po- tencialidad biolégica”. El conductismo ra- dical defendi¢ la ilimitada capacidad del ambiente para moldear a los individuos y. haciendo esto, posibilité la manipulacién de su comportamiento, Defender que lo que somos no es algo genéticamente predeter- minado ni algo predecible conociendo todas nuestras contingencias de refuerzo, de- vuelve al individuo parte de la autonomia que tanto las teorfas hereditaristas como cl conductismo radical le habian negado. MARTA | GONZALEZ GARCIA REFERENCIAS. Barnes, B. (1991). How Not to Do the Sociology of Knowledge (manuscrito). Buckley, K. W. (1982), The Selling of a Psycho- logist: John Broadus Watson and the Application of Behavioral Techniques to Advertising. Journal of the History of the Behavioral Sciences, 18, 207-221. Burnham, J. C. (1968). On the Origins of Beha- viorism. Journal of the History of the Behavioral Sciences, 4, 143-151 Camfield, T. M. (1973). The Professionalization of American Psychology, 1870-1917. 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