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EL RITUAL ELECTORAL.

Jaime Esteban Aragón Quintero.

Yves Déloye y Olivier Ihl proponen en su texto “L’a acte de vote” un análisis del voto (como concepto
y todas sus implicaciones) a partir de un enfoque antropológico, distinto a los que se habían estado
realizando desde las elecciones de 1965 (todos abocados a comprender los resultados electorales).
Los autores indican que su obra se dedicará al análisis del voto en su naturaleza y procedimiento,
buscando alejarse de los estudios sistematizados que se desgastan en las encuestas. Así, se tiene como
objetivo evidenciar la naturaleza simbólica del voto y el proceso electoral, todo esto observando este
concepto como un ritual. Lo anterior se realiza desde el estudio de las condiciones prácticas del voto
(procedimiento, previsiones normativas, significado social y la conducta de los agentes).

Primero, se identifica una especie de sacralidad en el acto de votar a partir de la dimensión simbólica
que este posee. El texto indica que el elector es instruido por el proceso electoral para que se adecue
a la escenografía que este implica, es decir, el ciudadano adapta desde sus actitudes hasta su actuar
alrededor de la dinámica electoral. Entonces, los autores logran explicar que este fenómeno ocurre a
partir de una solemnidad que se puede rastrear de una génesis religiosa, lo que manifiesta el acto de
votar como un acto sagrado.

En este punto se rescata la influencia de la cultura católica en la comunidad francesa para describir el
voto como un asunto sacralizado. Esto trasladado al ámbito político se traduce como el
reconocimiento de la importancia del voto en el destino del país y la relevancia que obtiene el
individuo para evitar una tragedia o para conseguir el mejor gobierno. Se presenta un discurso
“religioso” que presenta la práctica electoral como una cuestión solemne, ostentando una narrativa
sublime.

Ahora, los autores proponen que el individuo se transforma casi de manera alquímica en ciudadano
justo en el ritual sagrado que implican las elecciones, resaltando la puesta su en escena. En el
momento de votar el sujeto deja su visión individualista y el pasionalismo para ser el “bon cityoyen”,
es decir, reconociendo que está decidiendo el futuro de la comunidad a la que pertenece debe tomar
el rol de mancomunión encarnada en un individuo que asume un posición sabia y digna.

Ahora bien, el ritual que implica el voto también representa la materialización de las ideas dominantes
de la sociedad. Las dinámicas de las campañas electorales y la comunicación política logran imbuir
al agente de tal forma que este simbolice en su voto los valores democráticos de su nación, así este
asume las ideas dominantes en su sociedad.

Respecto a la ritualidad, los autores se proponen un aspecto antropológico y sociológico no abordado


muchas veces por mercadologos políticos y estadistas del voto, esto es, su dimensión simbólica
representada en el ritual que desarrolla. No obstante, no manejan el rigor científico suficiente para
exponer este fenómeno, aunque se debe resaltar aspectos importantes como rastrear el origen del
carácter sagrado y la relación de este asunto con el procedimiento electoral.

Para vislumbrar este aspecto integralmente es crucial traer a un autor dedicado al análisis de la
dimensión simbólica en la sociedad, este es, Pierre Bourdieu, quien en su vida y obra desarrolla el
concepto de capital simbólico que tiene la función de otorgar significados ciertas circunstancia en la
vida social. Así, en su obra “¿qué significa hablar?” [1999, 78- 86] establece que en las sociedades
existen “ritos de institución” encargados a materializar el capital simbólico, condición necesaria para
la efectividad de este capital en su objetivo, como se dijo antes, otorgar significado y que los agentes
actúen respectivamente. De esta forma se logra explicar cómo y la forma en que los individuos
comprenden el voto, así mismo por qué actúan de cierta manera alrededor del proceso electoral. Esta
teoría es extensa por lo que esta reseña no tiene como meta explicarla en su totalidad sino, por una
parte, reconocer la complementariedad de este autor en el trabajo de Déloye e Ihl.

Finalmente, se observa como la época electoral y los espacios reservados para ella adquieren un valor
especial como consecuencia del rito que implican las elecciones (nuevamente, lo que podría ser
explicado a partir de la teoría de Bourdieu). Para lograr una visión holística los autores incluyen un
análisis de lo que denominan la territorialidad del voto, así identifican que en el espacio y tiempo de
las elecciones se deben presentar las condiciones para trazar una frontera entre el individuo y el
ciudadano, es decir, el individuo se aísla de las implicaciones externas o indicativos sociales e incluso
de la violencia para lograr tomar la decisión correcta (los autores lo explican cómo el acto de
autodisciplina del ciudadano). Así, lo procedimientos electorales e incluso la educación que se brinda
al individuo deben inculcarle una aberración a cualquier tipo de perturbación del proceso electoral y
un deseo por comportarse como el buen ciudadano.

Es importante resaltar ciertas situaciones de facto que desconocen los autores al explicar el
funcionamiento del acto de autodisciplina y el proceso que pasa el individuo para aislarse de todo con
el objetivo de votar correctamente. Es imposible que el agente logre esto sin unos mínimos
garantizados incluso fuera del proceso electoral, si se quiere, no se puede votar correctamente con
hambre, sin casa, sin garantías políticas, de allí que Giovanni Sartori escriba de la necesidad de una
democracia social (lo que describen los autores a través del rito electoral y la identidad nacional),
política y económica para que un desarrollo democrático idóneo [1987, pp 29-32].

Bibliografía:

Bourdieu, Pierre (1999). Qué significa hablar. Paris: Akal. Pág. 78-86

Déloye, Yves et Ihl, Olivier (2008). L’acte de vote. Paris: Sciences Po. Les Presses. Cap. 1

Sartori,Giovanni (1987). Elementos de teoría política. Madrid. Ed. Alianza. Pág 27-62

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