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Au ys a a Aurelio Arteta AN ME) a ee ee eS es as Alianza Editorial ‘CAPETULO 7 RESPONSABLES DE NO RESPONDER ‘Qube er elpable de le muerte de un hombre? {Qu silencio en notte ha colgado nocenes {Qué silencio mal hs ead agin nombee? {Coda veco a dia mercer a mer?) {Que silence aprendid nos preserva vi? {Queens oportno no converte en prudent? (Qué seni aesino nos lena batigh? ‘Cua veer a dia merecemor la mee? (Givio Rodrigues) Tal vez el lector se extrafie de encontrarse al final con los capitulos ‘que esperaba desde el principio. Ha sido una opcién preferirintrodu- nos en los hechos antes de proponer la teoria. Una leve presenta- preliminar de las ideas de mal, omisién y complicidad bastaba para ordenar el proceso de pensamiento, cuya culminacién exige aho- 1a recurrir a las categorfas morales apropiadas. Toca por fin dar paso al acercamiento més propiamente moral, al andlisis de laresponsabili dad de ese espectador por su omisién misma, |. El hombre es un ser responsable. La responsabilidad es primero un rasgo constitutivo de nuestra humanidad; slo después se presenta también como un modo de su ejercicio y como el deber particular de responder de los propios actos. Ser razonables y libres implica tener ue responder —ante la conciencia propia y ante los ottos— del uso de esa razén y libertad. Sélo porque somos esencialmente responsa- bles, podemos defraudar o evadir la responsabilidad particular en uno 1 otro momento. Sélo por ser responsables podemos tan @ menudo 206 Mat cONseXTIDO desear se iresponsables, que nadie (ni siquiera la propia conciencia) nos haga preguntas o nos pida cuentas de nuestros actos. Somos 1es- ponsables, pues, de nuestra misma responsabilidad o irresponsabili- dad efectivas. La responsabilidad es nuestra sombra, no podemos dar- le esquinaro Convene empezar, pues, aclarando esa primera ambigtiedad de la palabra tal somo se escucha en el uso ordinario. Decimos, por ejem- plo, que scl euidado de los nifios es responsabilidad de sus padres, ppeto decimos también que eestos padres han sido responsables de in- ccumplir su obligacidns. El primer sentido sefiala la imputabilidad de tunos actos dererminados, mientras que el segundo se refiere a una Jmpusacién efeciva por causa del fracaso de tales actos. Se contrapo- nen entre s/ como las competencias,funciones u obligaciones propias de alguien y la aprobacién o reprobacién derivadas de su ejercicio conereto. k’xpresan sencillamente la potencia y el acto dela responsa- bilidad, esto es, como rasgo insuperable de la condicién humana y como consecuencia de su préctica, la responsabilidad en abstracto y en concreto respectivamente. Es cortiente asimismo confundir el sig- nifcado de responsabilidad y el de culpa o culpabilidad. Pero el pri- mer concepto es semnticamente més amplio que el segundo. Porque se puede ser responsable también de rodo el bien que hagamos y por- {que se puede ser responsable de un dao sin ser en modo alguno cul- pable. 2. Hemos optado por rastrear la responsabilidad de la dejacién. Nos estamos reiiendo a la accién de exe individuo que, en ver de clamar contra la iajusticia que observa 0 conoce, se calla. Hablamos, pues, de otra clase de accidn que la tenida por tal, la acid negative. y de ‘un amplisimo campo de la responsabilidad correspondiente, que es la responsabilidad pasiva”. Y debemos advertit que esta responsabilidad particular esté presente en todas las especies de responsabilidad que enseguida veremos; que no s una mis al lado de estas otras, sino que Jas atraviesa a todas cllas. Es un modo —el negativo— de comparecer cada una de esa responsabilidades. ‘Apenas asoma la omisién, algunas de las preguntas tradicionales @ propésito de la responsabilidad se vuelven més abarcantes de lo acos- tumbrado, Al cuestionar guién es el responsable de algin dafio, ya no [RESPONSABLES DE NO RESPONDER 207 habré de buscarse como tinico sujeto de esa responsabilidad al agente directo de la accién, sino a esa otra especie de agente indirecto que es cl omitente al que venimos llamando vespectadors. Y la respuesta a la pregunta de qué sees responsable no acaba sefialando sélo slo que se haces, sino también y no menos «lo que no se haces. Es decir, fo que también se hace justamente por no prevenir 0 no hacer nada contra Ja comisin de ese datio, Nos compete la responsabilidad de buscar el significado de la accién en curso y de intervenir (0 no intervenit) en st éxito 0 en su fracaso, Lo real viene a menudo ya configurado 0 rnormado por las acciones de otros. Al insertarnos en el curso de lo real, de nosotros depende reforzar ese sentido o, si este sentido fuera malvado, impeditlo,frenarlo o contrarrestarlo, Dar entrada a la omi- sin obliga al replanteamiento de la responsabilidad. Por este nuevo derrotero pueden descubrirse otros rasgos del con cepto escogido, Para emperar, hay una responsabilidad por complici- dad ya pot la mera participacién en hechos injustos o en conductas crueles que he consentido, Aquello en lo que por desidia no he parti- cipado, aunque debiera, es también algo que he contribuido a hacer (0 a no deshacer). Esto ensancha mucho, més de lo que nos gustaria, los limites de nuestra responssbilidad. Y es que sla pregunta moral no es solamente “:Qué debemos hacer”, sino también: En qué y hasta ‘qué punto debemos partcipar o no participars’. Esta responsabilidad nacida de la complicidad no admite la teanquilizadora divisién entre ‘nuestra vida privada, la nica en que nos vemos como sujetos mora les, y nuestra vida piblica, como sien éta nuestros actos fueran iere- prensibles. Para sospechar en nosotros algsin grado de responsabilidad, ‘en cl dato causado a otros, basta con no haber intentado impedirlo ‘cuando estaba a nuestro aleance?, ‘Con mayor razén que en el caso de la responsabilidad de la accién, la de la omisién seré una tesponsabilidad de candeter mediaro, Mejor ain, y por raro que parezca, podria hablarse incluso de una especie de responsabilidad por polucidn. En ocasiones el mal estar como flo- tando en el ambiente y, nos guste o disguste, simplemente por dejar hacer quedariamos infectados. Cuando se tata de un crimen moral y politico, no cabe defenderse sefalando circunstancias exculpatorias © falca de implicacién directa. El problema es de polucién, de culpa por simple asociacién. Si no fuera porque lo ha dejado escrito un partici- 208 Mat coxsenmiD0 ante tan sefalado (y equivoco) como Albert Speer, en mips si- twaciones rebnsantes de dafio colectivo la mayoria podrla més o me- ‘nos suscrbie sus palabras: «Mi fracaso moral apenas puede concretar- se en detalles concretos; siempre quedaré la colaboracién con el acontecer generals’, Fundamentos de la responsabilidad Guardianes del prijimo Si hay responsabilidad por no hacer algo, seré porque hay responsabi lidad (deber) de hacerlo. De manera que la responsabilidad negativa de lo primero deriva de la responsabilidad positiva de lo segundo, que es lo mismo que decit que da prevede a aquella, Pero eso signifi cca que la responsabilidad de la accin y lade la omisién se sostienen, afin de cuentas, en idéntico Fundamento: lo que justifca o exige la luna es tambicn lo que desacredita 0 condena a la otra. Para no con- formatnos con momentos intermedios, vayamos a la bisqueda de ese Fuandamento iltimo de la responsabilidad guiados por las reflexiones de los dos mayores pensadores morales del siglo pasado. Pues, antes del plano fenoménico en que nos la topamos, a respon- sabilidad arraiga en otra dimensién més honda. Ambos pensadotes co- ‘miencan por anclar su apremio en la vulnerabilidad, en suma la mor- talidad, del otro hombre. Segsin Hans Jonas, el sentimiento de la responsabilided no estéinspirado por el bien supremo, sino «por lo perecedero qua perecedero». Este objeto, «percibido precisamente en su fugacidad, precariedad e inseguridad, (..) debe tener la fuerza de ‘moverme por su pura existencia (no por sus cualidades especiales) a Poner mi persona a su disposicién» , Lévinas desvela una y otra vez en cl rostro del otro esos mismos rasgos que convocan a la responsabili- dad: oLa relacién con el Rostro es (.) tna relacién con lo absoluta- mente débil-lo que esd expuesto absolutamente, lo que exté desnudo y despojado—, es larelacién (.), en conseeuencia, con quien est solo Y puede sufi ese supremo abandono que llamamos muerte». Se refieren a un imperativo absolutamente anterior a cualquier contrato o compromiso particulares, previo a toda deliberacién légica RISPONSABLES DENO RESPONDER 209 yy decision racional. El yo depone su narcisista soberania e interrumpe su incesante preocupacién de ser-para-si o su emperio de perseverat cn la exstencia, para responder primero del otro. En Lévinas, hasta la muerte del otro es xasunto mio». Responder del otro vulnerable es primero cuestionar el propio derecho a ser: incluso mi lugar en el ‘mundo, ;no provendeé de la usurpacién del lugar que pertenece al ‘otro? Responder del otro significa también temer por él, més en par ticular, sentir stemor por todo aquello que mi exists, a pesar de su inocencia intencional y conscience, puede representar de violencia y rmuertes . Teter por ese otto, esctibe Jonas, es dejarse afectar por st desgracia, preguntarse que le ocurtid si yo no me ocupo de él. En dil- timo término, ese miedo anida en nuestra propia capacidad de hacer- le daito, La amplitud de nuestra responsabilidad resulta entonces fu ‘ign de nuestra misma potencia, o sea, se extiende tanto como Hlegan las consecuencias destructivas de nuestro poder’. Claro que séto soy responsable de otto afectado por mi en caso de «que su ser posea algin valor. En definitiva, su valor posee un derecho sobre mis’, No anda lejos Lévinas cuando proclama que el otro —un ser valioso por tnico— me precede, que estoy en deuda con él, que soy su rehén: somos shombres que, antes de todo préstamo, tienen deudas, que se deben al prdjimo, que son responsables..., Por eso 1a responsabilidad que tengo contraida con el otro, ademés de ser an- terior a cualquier consideracién particular, resulta asimétrica, gratuia, Infinit, Sera lo esencil de la conciencia humana: «todos los hom- bres son responsables unos de otros, “y yo més que los demis"» "Ast se consagra la fraternidad como un «hecho original», de tal manera ue la responsabilidad santecede a todo consentimiento libres o st ppone un ecuestionamicnto anterior a toda libertad» ®. Se ditfa, pues, «que somos libres porque primero somos responsable y si en verdad Ilegamos a responder. ‘Los dos filésofos coinciden en que la responsabilidad sera fa seal ‘misma dela humanidad, la que hace emerger lo hummano en lo mera- ‘mente vivo. Para el uno, la responsabilidad pertenece al ser del hom- bre tanto como su lenguaje, Para el otto, es la marca que la hurnani- dad ha introducido en el ser: el hombre perturba la inercia que encarna la gran ley det ser, su advenimiento rompe el conatuy la per- severancia del estar-ahf, significa el comienzo de una nueva racionali 210 min consenrrip0 dad mas alld del set. Lo humano se revelaria como responsabilidad frente al ot10 hombre . O, lo mismo da, como fundacidn de su ser en tanto que ser moral. El mandato de cuidarse del destino del otro como nuestro préjimo y convertir al para-sf en para-otro éesmonta la superioridad de lt ontologia para consagrar la primacia ée la moral En la respuesta de Cain, «no he sido yo, sino otro», no hay burla ha- cia Dios ni simple sada infantil. #En su respuesta falta dnicamente lo ético; slo hay ontologia: yo soy yo y él es él", Esta responsabili- dad sera una dimensin metafsica. Es decir, nace de la slidaridad cesencial que vincula alos hombres simplemente como hombres. Seria, tuna responsabilidad anterior a toda deliberacién, a cualquier deseo propio o a alguna cualidad singular del otro, ilimitada y gratuita por no esperar reciprocidad. Desde ella toda omisién venclia'a ser culpa- ble, porque el deber incluye hasta los actos que van més allé del de- ber, Es verdad que vivimos la responsabilidad en un plano més inme- diato, allf donde ésta se presenta ante todo como una propiedad le- ga politica y moral. Jonas diré que es la responsabilidad sinstiuida “artficialmente”s, la que eextrae su fuerza obligatoria del acuerdo... y no de la valider intrinseca del objeto» °. Aqut no estamoseen el orden de la earidad o del amor, sino en el de la justiia o del derecho. En términos de Lévinas,inevitablemente tenemos que dejar d mundo en el que cualquier hombre» seria mi interlocutor para venir al mundo ‘en que hay sun terceros que también es mi préjimo. En este mundo los hombres ya no son vistos como seres tinicos, sino como indivi duos del mismo género, como ciudadanos iguales. En la vida social efectiva por de pronto hay que comparar y jurgar; es desi, hay que hhacer justicia, conciliar derechos de unos y de otros. Este es el mo- ‘mento del Estado y de las instivuciones habiltadas para uzgat ™, en concreto para emitir juicios de impuracién. La responsabilidad de «que ahora se tata no viene presupuesta desde una abstractae intem- poral fraternidad, sino que resulta producto de la ley: es reefproca porque se da entre iguales; no puede ser infinita, sino bien delimicada por los derechos y deberes de cada cual: «mi responsabilidad con res- ecto a todos puede y debe manifestarse también limiténdoses ”, 'No vaya a pensarse, sin embargo, que aquella dimensién tiima de la responsabilidad ha sido borrada sin més al entrar en este mundo RESPONSABLES DENO RESPONDER 217 real habitado por todos. En wltimo término, sel discurso de la justicia se pone en marcha en nombre de la responsabilidad frente a otro, de la misericordia y de la bondad a las que apela el rostro del otro hom bres, O sea, la justicia nace en cuanto tal de la caridade y, por extra- fas que parezcan cuando se presentan como etapas sucesivas, son separables y simulténeas ", Por eso el Estado liberal y la democracia siempre deberin preocuparse de su retraso en su servicio al otto; por es0 también, mas alld del derecho, siempre persiste un margen de ac- y mientras no las hayan resistido lo bastante, Se notard que esta respon- sabilidad colectiva nace por algo que no se ha hecho (que més bien se ha consentido) y en razén de la simple pertenencia a un grupo, una pertenencia que la voluntad individual no puede sin ms disolver. Esa responsabilidad existe del todo al margen de los actos de los indi duos concretos que forman el grupo y no puede juzgarse mediante citerios morales ni ante un tribunal de justicia®, No haber autoriza- do expresamente una perversa direccién emprendida por nuestro g0- bierno o los atentados teroristas que pregonan cometerse en nuestro provecho, no nos libera de responsabilidad politica si nuestra protesta RESPONSABLES DENO RESPONDER 233 no pasa de una negativa pasiva y cautelosa. En tanto que ciudadanos de ese Estado, tampoco somos mora o legalmente responsables de los pecadlos de nuestros antepasados, pero silo somos sin duda desde un punto de vista politico. Para bien y para mal, el presente carga con sit pasado, igual que los individuos cargamos con pecados no sélo perso nales sino también colectivos. De esa responsabilidad sdlo podemos cescapar por el abandono de la comunidad, un abandono imposible porque tan slo lograriamos cambiar una comunidad por otra. 3. Noes verdad, pues, que el ser miembro de un grupo difumine las responsabilidades individuales (aunque pueda difuminar su autocon- cienciao la emocién que la envuelv), sino todo lo contratio. Pueden verse aurmentadas por la responsabilidad grupal, que es la de un gru- po de personas por los dlafios hechos a otra personas o a un eonjunto de ellas. Naturalmente, aquellas responsabilidades personales varfan en virtud de miltiples diferencias: segin el tipo de grupo de que se trate (nacién, comunidad, asociacién, Pstado), la clase de dafo infli- gido, la coherencia del grupo victimizado, los diversos grados de res- ponsabilidad entre los miembros del grupo, ete. ””. EL que aqui posculamos se opone frontalmente al modelo indivi- dualisea de responsabilidad. Este modelo descansa en tres principios: cl de diferencia individual, segtin el cual soy responsable del dafio silo ue he hecho marca una diferencia signficatva en él el principio del control, por el que esa responsabilidad me atafe sd si tengo control sobre la produccién o evitacién de ese dafio; y el de autonomfa, que me libra de responsabilidad por el daio causado por otro agente, salvo que le haya inducido 0 coaccionado a cometerlo El modelo indivi-

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