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Consulta Río Sonora: fallo histórico en pro del medio

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September 4, 2018

Un fallo a su favor no sólo podría detener la construcción de una nueva planta de jales en el
municipio de Cananea (donde ocurrió el derrame de sulfato de cobre en el Río Sonora, en 2014),
sino que podría ser un parteaguas para casos como el del Nuevo Aeropuerto Internacional de
México.

Texto: Apro / Foto: Rashide Frías / Cuartoscuro

Ciudad de México, 4 de septiembre de 2018. De nueva cuenta, la Segunda Sala de la


Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) aplazó la resolución del juicio de amparo
365/2018 que interpuso el Comité de Cuenca Río Sonora (CCRS) en marzo de 2016 y con el
que busca reconocer el derecho de todos los pueblos a participar sobre la construcción de
megaproyectos que impacten el medio ambiente.

El pasado miércoles 29, sin conocimiento de las comunidades amparadas, el máximo órgano
de justicia del país pospuso la emisión del fallo del caso que atrajo en abril de 2017. La
primera fecha para su resolución se había fijado para el miércoles 22 de agosto, pero se
postergó una semana más y, llegado el día se aplazó una vez más.

A pesar de que no es una falta legal de la SCJN y de que el tiempo de su resolución podría
ampliarse de manera indiscriminada, las comunidades implicadas y su representación legal —
que lleva la organización civil Proyecto sobre Organización, Desarrollo, Educación e
Investigación (PODER)— esperan una respuesta pronta y positiva.

Un fallo a su favor no sólo podría detener la construcción de una nueva planta de jales en el
municipio de Cananea, Sonora (mismo sitio donde ocurrió el derrame de sulfato de cobre en
el Río Sonora, en 2014), sino que podría ser un parteaguas para casos como el del Nuevo
Aeropuerto Internacional de México o del Tren Interurbano de Toluca, en los que existen
reclamos de comunidades afectadas.

Luis Miguel Cano, abogado de PODER y representante de los pobladores agrupados en el


CCRS, comenta:

“No es inusual el retraso (en la SCJN), pero tampoco es la regla, porque la mayor parte de los
casos se resuelven el día de la sesión. Sin embargo, no lo vemos con malos ojos. Lo
importante es que al final se llegue a un fallo que tome en cuenta lo elemental: que hay un
derecho a participar en asuntos medioambientales”.

El abogado también insiste en que la resolución “puede tener un impacto mayúsculo para las
causas medioambientales en todo el país”. Y explica:
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“Esta lógica donde las empresas pactan con el gobierno, en una relación bilateral a espaldas
de la gente, es la regla y lo que estamos buscando de fondo es cuestionar ese sistema,
decirles que no se puede llegar a estos acuerdos entre empresa-gobierno sin apoyo de las
comunidades, sin información para ellas y sin participación”.

Por su parte, Maribel Bustamante López y María Elena Bustamante, afectadas por el derrame
de sulfato de cobre a los Ríos Bacanuchi y Sonora, y representantes del Comité de Cuencas,
confían en que un mayor tiempo se traduzca en un mayor estudio del caso y en una
resolución a su favor.

Entrevistada en las oficinas de PODER, a un día de su regreso a la comunidad de Bacanuchi,


en Sonora (desde donde se trasladó a la Ciudad de México para escuchar la resolución de la
SCJN), Maribel describe su sentir tras el nuevo aplazamiento del fallo.

–¿Se van decepcionadas?

–Sé que este fallo no se dio ahorita porque a lo mejor están estudiando más, están pensando
más y tenemos todo para que fallen a nuestro favor. Tenemos esa fe de que así va a ser
porque no es justo que jueguen con nuestras vidas, no somos animales.

Historia del caso

Hace más de dos años, en marzo de 2016, pobladores de la comunidad norteña de


Bacanuchi, interpusieron uno de los 20 recursos legales que actualmente existen contra la
minera Buenavista del Cobre, propiedad del multimillonario, Germán Larrea Mota Velasco,
para detener la construcción de una nueva planta de jales, cercana a sus tierras.

La población, agrupada en el Comité de Cuencas Río Sonora, además de defender su


derecho a la consulta, refiere estar “aterrada” por la instalación de una nueva planta que
almacenará los residuos tóxicos que resultan de la explotación minera de la “Concentradora
del Cobre II”, por un periodo de vida de 48 años.

La planta de jales estará en el mismo sitio donde en agosto de 2014 se liberaron 40 millones
de litros de sulfato de cobre que contaminaron los afluentes del Río Bacanuchi y Sonora, y
afectaron a unas 22 mil personas de siete municipios sonorenses. También tendrá una
profundidad de 10 kilómetros de ancho y una capacidad de almacenamiento 80 mil veces
mayor a la de su operación en 2014.

El abogado explica que a pesar de que la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos
Naturales (Semarmat) otorgó el permiso a la minera en julio de 2013 para la construcción de
la planta, no se notificó a los locatarios a pesar del antecedente del derrame histórico del Río
Sonora de 2014.

Fue hasta 2016, cuando los pobladores se percataron del proyecto, por el uso de sus caminos
por parte de la minera, para trasladar maquinaria hasta la construcción del megaproyecto.

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“Esto ilustra la falta de respeto para con la gente. Las comunidades no se enteraron sino
hasta 2016, porque las obras empezaron. Jamás se hubieran dado cuenta a no ser por el
camino que pasaba por la zona y que les acabaron cerrando. Hubo gente que en ese año,
2016, tres años después pensó que era un nuevo derrame, porque vieron líquidos acumularse
y maquinaria.

“El mínimo trato digno a las personas y a las comunidades es darles información, permitirles
participar y hacerles ver porqué un proyecto puede garantizarles las cosas o no. La gente no
es parte del paisaje, tenemos derechos y esos deben ser respetados tanto por el gobierno
como por las empresas”, refiere el abogado.

El amparo para suspender el permiso otorgado por la Semarnat se presentó en marzo del
2016, ante el Juzgado de Distrito en Agua Prieta, y fue respaldado por el 20 por ciento de la
población total de Bacanuchi. Sin embargo, la respuesta de la primera instancia de justicia
fue negar la legitimidad a los habitantes de Bacanuchi para cuestionar el permiso otorgado a
Buenavista del Cobre.

“Nos respondió aduciendo que las únicas personas que podían cuestionar lo que la empresa
hace, eran las que habitan en la misma localidad donde se sitúa la empresa, esto es en
Cananena, pero quien conozca de la realidad sabe que el derrame no afectó a las personas
en Cananea, sino río abajo, en siete municipios distintos. Bacanuchí está en Arizpe, río
abajo”, narra Luis Miguel Cano.

Los pobladores pidieron un recurso de revisión, mismo que resolvió el Tercer Tribunal
Colegiado en materia penal y administrativa del Quinto Circuito, en Hermosillo, Sonora. Este
órgano de justicia revocó la decisión del Juzgado de Agua Prieta y decidió preguntarle a la
Suprema Corte de Justicia de la Nación, que en abril de 2017 atrajo el asunto.

El abogado del Comité apunta: “El tribunal colegiado nos da la primera victoria, reconociendo
el derecho a cuestionar esto y lo que toca es el fondo: tenemos derecho a participar en
asuntos medioambientales, la gente de Bacanuchi, y por eso está mal dada la autorización de
la Semarnat a la empresa y eso es lo que estamos esperando que se decida”.

Con todo, el camino para llegar a la Corte no fue fácil, pues según narra a Apro Luis Miguel
Cano, se han enfrentado a las constantes pugnas de la minera, que insiste en cuestionar la
existencia e identidad de los pobladores amparados y que incluso pidió a los juzgados que
cada uno de los firmantes ratificara su firma.

“Eso ha sido tortuoso, porque los juzgados llaman a todas las personas a ratificar sus firmas
más de 20 veces, y eso ha detenido los juicios por mucho tiempo”, lamenta.

También, resalta el desafío burocrático que significó trasladar el caso de Agua Prieta a la
Ciudad de México: Las autoridades “tardaron meses en enviar el asunto a la capital para
completar el procedimiento. El aparato judicial es lento.

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“Es una vergüenza: estamos hablando de la empresa del segundo hombre más rico del país.
No le costaba nada hacer las cosas bien, ir a pararse y pedir una disculpa a la gente que
afectó y hacer las cosas, así como darles un trato respetuoso. Les costaba tiempo, y a mí lo
que me dice es que es una persona que cree que está por encima de los demás. Estamos
recurriendo a las instancias legales, a las vías institucionales”, refiere el litigante.

Maribel Bustamante, de 47 años, muestra a Apro sus manos desgastadas por la edad, pero
también manchadas de negro y con la piel cayéndose en trozos pequeños.

“Nosotros ya no queremos una presa. Es terrible lo que quieren hacer, es una presa muy
grande. ¿Se imagina el impacto que nos va a causar? Es el desastre total. Lo único que
queremos es que nos tomen en cuenta, que nos respeten, que se haga justicia, porque no es
posible que estemos sufriendo esta consecuencia, que estamos batallando mucho por la
salud, por el agua. Hay personas enfermas y esa presa que se viene es más grande que la
que teníamos anteriormente”, acusa.

Por otra parte, el permiso también causa indignación entre los pobladores cuando, a cuatro
años del derrame del Río, Proceso documentó que ninguna de las tres principales promesas
de reparación del daño del fideicomiso Río Sonora se cumplió. Proceso (2179). Además, el
mismo fideicomiso ya cerró.

“Yo me enfermo del estómago, me dan ganas de vomitar, se me cae mucho el cabello y estoy
adelgazando mucho. Siento como vértigo. La verdad es que no nos toman en cuenta,
nosotros acudimos al presidente de Arizpe y no nos escuchan, nadie se arrima a nosotros: ni
de parte de la mina, ni del presidente municipal”, cuenta Maria Elena.

Fallo histórico

El abogado del Comité de Cuencas Río Sonora explica que la determinación favorable del
máximo órgano de justicia no sólo sentaría un precedente para la resolución de otros casos
de megaproyectos emblemáticos del sexenio, sino que pondría en evidencia el vació legal
que existe para la defensa de cualquier mexicano sobre su derecho a la consulta.

Actualmente, el derecho a la consulta previa está vinculado a las personas y comunidades de


pueblos indígenas, pero no es igual el derecho a participar en asuntos de interés público y en
específico en materia medioambiental, en las personas que no se reconocen como parte de
algún grupo étnico.

La Constitución Política de México marca el derecho a participar en asuntos públicos, en su


artículo 26, pero de forma “matizada”, pues éste se enmarca en un tema de la planeación
democrática del desarrollo.

En temas medioambientales, la ley aplicable es la Ley General de Equilibrio Ecológico y


Protección al Ambiente cuyo procedimiento para permitir o no un proyecto “es deficiente e
inefectivo”, a decir del mismo abogado, pues únicamente exige la autorización de un informe
preventivo o de una manifestación de impacto ambiental.

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Luis Miguel Cano apunta:

“Las leyes ordinarias no están dando la respuesta adecuada, por eso tenemos confianza en
que la SCJN vea como tribunal constitucional el derecho humano que está reconocido en la
ley de leyes, y si las leyes resultan insuficientes, entonces las leyes quedan a un lado y habrá
que respetar el derecho y eso es lo que estamos esperando”.

El abogado lamenta que, pese a la importancia del caso, no exista una fecha definitiva para el
fallo, sin embargo, se muestra confiado en que la Suprema Corte de Justicia de la Nación les
dé la razón.

Por su parte, Maribel Bustamante concluye:

“Lo único que pedimos es que nos tomen en cuenta. Tenemos esa fe de que así va a ser
porque no es justo que jueguen con nuestras vidas, no somos animales”.

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