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Litost, tierra de poderosas fuerzas, increíbles leyendas y lúgubres rumores.

Pero es en la
profundidad de sus temibles bosques donde aguardan los más oscuros relatos, muchos de
los cuales jamás llegaremos a conocer, pues la desdicha los enterró en las raíces de sus
árboles, junto a sus protagonistas.

Se alzaba imponente la luna cual esquelético necrófago, y aunque no era luna llena, su luz
revelaba hasta el rincón más oscuro de Litost.

Esto no hubiera sido tan malo de no ser por el hecho que Nathan, se hallaba en el Bosque
Este con la noche tan avanzada, perdido por los espíritus que le jugaron una mala pasada al
intentar salir de allí.

No fue hasta que, en su desesperación, mal orientado y con mala suerte, tropezó con uno de
los terrores más profundos e indeseables de las entrañas en los Bosques del Este.

Unos ojos con un fulgor infernal color amarillo se levantaron sobre su cabeza, y vio
estupefacto aquel ser quimérico envuelto en tentáculos que se retorcían frenéticamente
queriendo atrapar todo a su paso, y cuyo cráneo sin carne, se asemejaba al de una cabra
partido a la mitad.

La criatura profesó un chirrido atroz, irguiéndose como serpiente preparada para atacar y
abrió sus poderosas alas. Nathan palideció al instante, pero salió de su petrifico espanto
cuando se dio cuenta que, sobre la criatura, una hermosa mujer con el torso desnudo
levantaba una antorcha al cielo en son de guerra, recitando canticos profanos como aullidos
a la luna.

En su brazo izquierdo sostenía firmemente su báculo crepuscular, al momento que la


criatura se elevaba sobre el bosque batiendo sus alas, para iniciar la persecución contra
aquel que tuvo la desdicha de encontrarse con la bruja Minrip.

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