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CONcEPTOS

FUNDAMENTALES
de la

Economía
Julio Meinvielle

Asociación Pro Cultura Occidental, A.C.


Guadalajara, Jalisco, México
CONcEPTOS
FUNDAMENTALES
de la

Economía
Julio Meinvielle
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Impreso en México.
Printed in Mexico.
ÍNDICE
PRÓLOGO 9

I
CONCEPTO DE ECONOMÍA 15
1. La actividad económica 15
2. Actividad económica individual, familiar y política 21
3. Actividad económica, técnica y moral 25
4. La actividad económica y las ciencias humanas 29
5. Economía política y política 34
6. La opinión aristotélica sobre la autonomía de la
economía 41
7. La economía política subalternada a la política 46
8. La economía política y las ciencias naturales y
matemáticas 50
9. La economía en la totalidad de la vida 55

II
LAS DOS LEYES FUNDAMENTALES DE LA
ECONOMIA POLITICA  61
1. El hecho inicial de la economía política. 61
2. La ley de la oferta y de la demanda determina el
precio de las riquezas 66
3. La ley de reciprocidad en los cambios 70
4. Consecuencias de la violación de esta segunda ley de
la economía, por parte del liberalismo 73
5. Consecuencias de la violación de la ley de la oferta
y de la demanda por parte del estatismo. 78
6. El orden económico procede del funcionamiento de
las fuerzas económicas movidas por su interés particular
dentro de cambios recíprocos. 82
7. Los cuatro puntos fundamentales y el principio de
toda economía política 85
III
PROBLEMA DE LA PROPIEDAD PRIVADA 95
1. El antagonismo de la propiedad privada y el desti-
no común de los bienes 95
2. Superioridad y responsabilidad de la propiedad
privada 104
3. La propiedad privada, encarnación económica de la
libertad 110
2. Capital y Capitalismo al servicio del hombre 113

IV
PROBLEMA DE LA EMPRESA 123
1.- Problema del empresario, capital y beneficio 126
2.- El empresario y la necesidad de moneda, crédito y
ahorro 130
1. La contratación del personal a sueldo y a jornal 139
2. Problema del aumento de la producción y de sure-
distribución en la masa asalariada 143
2. Aumento de la producción por una mayor producti-
vidad, pero evitando la formación de empresas gigantescas146
2. Aumento progresivo de sueldos y salarios que eleve
el nivel de vida, permita el ahorro y con ello el acceso a la
propiedad, aun productiva 150
2. El problema de la reforma de la empresa, la empresa
comunitaria, y el pensamientopontificio. 154

V
ORDEN ECONÓMICO – SOCIAL 165
1. El paro forzoso como problema cuya solución exige
el reordenamiento de toda la economía 165
1. El rédito nacional como principio de medida del
valor de las cosas 170
3. La organización profesional e interprofesional como
condición necesaria para fijar y procurar el rédito de cada
sujeto económico 178
3. Necesidad y funciones del Estado 186
1. La fórmula de la organización económica: Libre
empresa, en el cuadro de la profesión libremente organiza-
da, bajo la autoridad del Estado para un reparto equitati-
vo de la producción nacional 192

VI
HACIA UNA ECONOMÍA AL SERVICIO DEL
HOMBRE 199
1. El desnivel de vida de los diversos pueblos 202
2. La ayuda técnica a las economías atrasadas 205
3. El peligro del resentimiento antiimperialista 213
4. La técnica al servicio de los grandes fines humanos 219
5. Necesidad de minorías responsables, dotadas del
instrumental técnico moderno, al servicio de una economía
humana. 223
PRÓLOGO

E
n número reciente de una importante revista nortea-
mericana se contaba el caso de un afortunado hom-
bre de negocios que hacía una visita a su antigua
Universidad. Deseando rememorar sus años de estu­diante, pidió
al profesor de Economía le mostrara las preguntas que se hacían
en los exámenes. Al verlas, notó con gran sorpresa que eran las
mismas que se hacían en su época. Preguntó entonces si el profe-
sor no había previsto el caso que siendo conocidas las pre­guntas
como permanentes, los alumnos no pudieran transmitirlas de
un curso al siguiente. El profesor con­testó sonriendo: en nuestra
materia no cambiamos las preguntas, cambiamos las respuestas.
En términos más técnicos dice algo similar John H. Williams
en su magnífica conferencia titulada “An Economist’s Con­
fessions” publicada en The American Economic Review en
marzo de 1952. Dice allí: “Una fuerte impresión de esos días”
(de estudiante) “que me ha quedado siempre, es la relatividad de
los prin­cipios y políticas económicas al cambiar las condicio­nes”.
“Keynes ha señalado que la victoria Ricardiana fué debida a
un complejo de adecuación al medio. No es esto menos cierto
en la victoria keynesiana y desde entonces los tiempos han cam-

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Julio Meinvielle

biado otra vez, y hasta los keynesianos se muestran cambiados.


Una pregunta justa que cabe hacer es en qué medida nuestro
pensa­miento (económico) conduce los cambios en el mundo y
en qué medida se limita a seguirlos. Es manifiesto para mí que
gran parte de la literatura económica no es si no la explicación
racional de lo ya ocurrido”.
Si añadimos la desconfianza que existe en las úl­timas déca-
das, en muchos ambientes y en especial en­tre las estadistas acerca
de las enseñanzas de la teoría económica; los graves errores co-
metidos en la conduc­ción económica durante la gran depresión;
el hecho de que, en casi todos los países, se deban aplicar, con
mayor o menor éxito, medidas condenadas en los tra­tados co-
rrientes de Economía; y en fin, la más suma­ría lectura de lo que
se escribe actualmente en esta materia; llegamos a la conclusión
de que estamos en presencia de una verdadera “crisis de la econo-
mía co­mo disciplina científica”, como señalara el más desta­cado
economista argentino, Dr. Raúl Prebisch.
“El desarrollo científico de la economía es aún incipiente e
indeciso. Es por lo tanto enorme el campo de exploración y de in-
vestigación que tienen de­lante de sí los economistas”... Y la cri-
sis no es sola­mente como disciplina científica “porque también
des­de el punto de vista moral, la Economía está sufriendo una
crisis no menos grave por su desmedida exaltación del interés
personal como supremo regulador de la actividad económica”.
“¿Por qué está en crisis la Economía Política? cabe pregun-
tarse. No llamo, por supuesto, crisis a ese constante progreso de
renovación a que está sometida toda actividad científica; llamo
crisis a ese mal agudo que de tiempo en tiempo se plantea en
una ciencia y que obliga a hacer un esfuerzo completo para
inno­varla desde sus mismas bases”.
“¿Cuál es el mal agudo en donde se origina la crisis presente
de la Economía Política? Sencillamente en su ineptitud para

10
Conceptos Fundamentales de la Economía

explicarnos racionalmente, desde el punto de vista lógico y expe-


rimental, la forma en que se realiza el movimiento económico,
la forma en que se producen los fenómenos de la economía, la
razón de ser, el por qué”.
Cuando después de tantos, tan intensos y reite­rados esfuerzos
llega a ser tan visible y manifiesta la crisis de una ciencia sólo
existen, en general, dos posi­bilidades. O bien es insuficiente la
información que se tiene o son equivocados los principios funda-
mentales sobre los que dicha ciencia reposa.
Hoy no caben dudas de que la información de hechos de que
se dispone, con amplias y precisas esta­dísticas, es muy vasta y
satisfactoria, y de que está muy por encima de las conclusiones
que de ella se pretende obtener. Precisamente en este campo,
los excelentes estudios que sobre renta nacional han reali­zado
y mantienen lo más al día posible los principales países del
mundo, han permitido abrir rutas promiso­rias para superar al
anquilosado e inadecuado pensa­miento económico.
Excelente uso hace de esta nueva arma, que tan­tas perspec-
tivas ofrece, el Padre Meinvielle en su tra­bajo. La utilización
amplia y precisa del concepto de renta nacional le permite llegar
a conclusiones por demás interesantes y constructivas sobre las
que nos permitimos llamar especialmente la atención del lector.
No existiendo deficiencia de información, se hace necesario e
imperioso ir a la revisión honda, profunda, de los fundamentos
sobre los que se basa o debe ba­sarse la ciencia económica. Que-
remos referirnos a los principios de esta ciencia en sí, y no a los
grandes prin­cipios morales o políticos perfectamente definidos, y
a los cuales deberá subordinarse en última instancia la acción
económica.
Es increíblemente reducida la bibliografía que puede obtener-
se sobre los primeros principios o pos­tulados que rigen la ciencia
económica. No dudamos que es éste uno de los campos en que se

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Julio Meinvielle

harán nuevos e importantes aportes. Entre ellos estimamos que


se contará el presente trabajo del Padre Meinvielle, en­jundioso
y profundo.
Consideramos que uno de sus grandes aciertos es el comenzar
por analizar con precisión las relaciones entre economía y polí-
tica y la clara separación de las dos ciencias.
Con ello vuelve, y vuelve bien, a la sabia y pro­funda ciencia
de los antiguos, fundada sobre sólidos y eternos principios, que
en lo decisivo e importante permanecen incólumes a través de
los siglos, aunque desde luego deba adecuarse a las realidades
concretas de cada época, corrigiendo, superando y mejorando lo
accidental y contigente de ese pensamiento.
Precisamente a esa confusión entre los campos de la Econo-
mía y los de la Política atribuimos gran parte de los errores que
minan la teoría económica.
Ya el nombre original de Economía Política es malo, y peor
el sentido en que lo adaptara por pri­mera vez, Montchrétien en
1615, al publicar su “Traité de l’économie politique”. Pretendió
Montchrétien co­rregir errores, y cayó él en uno más profundo
al afir­mar: “Se puede, muy a propósito, mantener contra la
opinión de Aristóteles y de Xenofonte, que no se podría dividir
la economía de la política, sin separar la parte principal del
todo”... “Por mi parte no pue­do sino asombrarme de que en sus
tratados políticos tan cuidadosamente escritos, hayan olvidado
esta parte de la administración pública, a la cual obligan a
con­ceder gran importancia las necesidades y cargas del Estado”.
Y no se diga que la economía clásica resolvió pos­teriormente
el problema hasta llegar a la Economía Pura. Es cierto que
pretendía obtener leyes estricta­mente económicas, pero pecando
en sentido contrario no tuvo en cuenta las necesarias y lógicas
conexiones con las enseñanzas de la ciencia política.

12
Conceptos Fundamentales de la Economía

Para ello olvidó que el hombre no actúa aislado e indepen-


diente de los cuadros sociales y políticos, en que necesariamente,
por naturaleza, debe moverse. Por eso debió adoptar hipótesis
simplificativas, irreales o irrealizables en muchos casos. Y como
dice John H. Williams en la conferencia ya citada, el moderno
teo­rizar económico “al irse preocupando cada vez más de la
consistencia de su lógica interna, se encierra en sí mismo, y se
aleja más y más de la realidad”.
Y naturalmente cuando se pretenden aplicar las conclusiones,
internamente lógicas pero irreales de la teoría clásica, al mundo
concreto dividido en Estados, en los cuales viven hombres con
preocupaciones y vin­culaciones no solamente económicas, sino
también so­ciales y políticas, sus resultados son a menudo contra­
producentes y a veces catastróficos.
En sentido opuesto, en grave error han caído nu­merosos
autores católicos al pretender arrinconar y encerrar la ciencia
económica dentro del marco estricto de la ciencia política y
de la Etica, negándole toda autonomía y campo propio. Esta
irreductibilidad está tratada por el Padre Meinvielle con toda
la extensión necesaria y consideramos que sus conclusiones al
res­pecto son bien meditadas y profundas.
No consideramos necesario extendernos más sobre el trabajo
del Padre Meinvielle, del cual, estamos se­guros, todo lector ob-
tendrá muy provechosos frutos. No queremos, sin embargo, dejar
de llamar la atención res­pecto a los importantes capítulos sobre
Propiedad y Empresa, donde se lleva una radiante luz a temas
hoy tan confusos y obscurecidos.
Características fundamentales de la obra del Pa­dre Mein-
vielle son su espíritu de superación y su in­tención de aportar
soluciones constructivas.
Quien lea “Concepción Católica de la Economía”, libro an-
terior del mismo autor, las apreciará claramen­te. De este primer

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Julio Meinvielle

trabajo suyo de crítica decidida al sistema económico vigente,


con visible intención de sa­cudir a los egoístamente satisfechos,
conserva lo fun­damental, y corrige, con honestidad intelectual,
aquellos puntos en que un estudio profundo lo lleva a nuevas
conclusiones.
En este nuevo trabajo, sereno, profundo y esen­cialmente cons-
tructivo, pasa el autor del campo más fácil de la crítica al más
difícil de señalar soluciones concretas, que de aplicarse, estamos
seguros, contribui­rían a acercarnos a la paz social, que, en esen-
cia, es el orden basado en la justicia.
Cualquier lector podrá discrepar, en mayor o me­nor exten-
sión, con las ideas del autor. Todos, sin em­bargo, deberán reco-
nocer la importancia de las mis­mas, la palpitante actualidad
de los temas tratados y que el presente trabajo es un serio aporte
para la ne­cesaria recuperación de la actual crisis de la ciencia
económica.

FRANCISCO GARCÍA OLANO.

14
I

CONCEPTO DE ECONOMÍA

S UMARIO: 1. La actividad económica.-2. Activi-


dad económica individual, familiar y política.-3.
Actividad económica, técnica y moral.-4. La activi-
dad económica y las cien­cias humanas.-5. Economía política y
políti­ca.-6. La opinión de Aristóteles sobre la au­tonomía de la
economía.-7. La economía po­lítica subalternada a la política,
y a través de ésta, a la psicología.-8. La economía política y las
ciencias naturales y matemáticas.-9. Ubicación de la economía
en la totalidad de la vida.

1. La actividad económica

¿Qué es la economía? Vamos a partir de esta


cuestión, que no por elemental deja de ser impor­
tante. La cuestión que nos planteamos es la siguien­
te: ¿qué realidad es aquélla a la que, primeramente,
denomina­ mos economía? ¿Damos este nombre,

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Julio Meinvielle

primeramente, a realidades que están fuera del hom­


bre, o a realidades que están en el hombre? Nuestra
respuesta es que la economía o lo económico, está
constituída por reali­dades que se hallan primera­
mente en el hombre. Cier­to es que muchos hay que
apenas pueden trascender la imaginación y cuando
piensan en la economía o en los problemas econó­
micos, piensan inmediamente en alimento, vestidos,
casas, hacienda, dinero. Y, a lo me­jor, se les escapa
lo esencial. Se les escapa “el hom­bre”. Las realida­
des económicas no están constituídas por esas co­
sas, al menos por lo que ellas son en sí mismas y ni
siquiera por esas cosas primeramente y, en segundo
lugar, por el hombre, al cual esas cosas se­rían referi­
das. La economía se da primeramente en el hombre.
El hombre es un ser económico. Y si no hu­biera
hombre no habría economía. Si desapareciera todo
ser humano de la Argentina, quedando intactas sus
inmensas riquezas actuales, éstas, que hoy son bie­
nes económicos, dejarían de serlo para convertirse
en meras realidades físicas, en meras cosas.
Para apreciar la naturaleza de la economía hay que ad­
vertir que no se da ni en el ángel ni en el bruto. No en el
ángel, porque siendo éste una substancia inmaterial, aun­
que viva de bienes, estos son de tal naturaleza que no nece­
sitan ser economizados. En el orden de la contemplación y
del amor, de que se alimentan y viven los espíritus, cuanto
más se con­sume, más se abunda, de modo que no hay ne­
cesidad de economizar. Pero tampoco hay en los brutos
eco­nomía; no porque no necesiten economizar sino por­
que, desprovistos de razón, son incapaces de ello, ya que
no pueden adecuar deliberadamente los medios escasos de

16
Conceptos Fundamentales de la Economía

que disponen a la consecución de su bienestar ma­terial.


Sólo en el hombre hay economía; sólo él debe ser llama­
do propiamente económico. Las cosas podrán ser también
económicas, pero secundariamente, en la medida en que el
hombre debe hacer de ellas un uso económico.
Pero si la economía se da primeramente en el hom­bre,
corresponde preguntarse, ¿qué cosa es en el hom­bre lo
económico? ¿Lo es su substancia o su activi­dad? Y si su ac­
tividad ¿cuáles acciones son en él las económicas? Es claro
que el hombre es económico no por lo que “es” sino por lo
que hace o ejecuta con respecto a algunas cosas exteriores.
La realidad econó­mica consiste siempre en algo que prime-
ramente envuelve las acciones humanas del hombre con res­
pecto a las cosas exteriores. Cuando se enuncian realidades
económicas “producción”, “riquezas”, “precio”, “com­
para”, “venta”, “empresa”, “ahorro”, “inversión”, “di­
nero”, “capital”, se está haciendo referencia primera­mente a
comportamientos determinados del hombre con respecto
a las cosas exteriores; y primeramente a las acciones huma­
nas, y luego a las cosas. Y como las acciones del hombre son
transitorias y movibles, guar­dan cierta permanencia por la
voluntad de propósito que persevera de alguna manera en
estas cosas exte­riores afectadas por esa acción del hombre.
Pensemos por ejemplo en el “precio”; ¿qué realidad tiene
el “precio” de las naranjas en el mercado? Es evidente que
el “precio” no son las naranjas. Pueden las na­ranjas perma­
necer las mismas y variar de precio. El precio no consiste
sino en la acción de un hombre vendedor de cosas que,
frente a la acción de otro hom­bre comprador de cosas,
está exigiendo una cantidad determinada evaluada en tér­
minos de dinero. Cuando se dice “precio de las naranjas”
se tiende a imaginar cosas-naranjas con una etiqueta, como
si allí estuvie­ran todos los elementos del “precio de las na­

17
Julio Meinvielle

ranjas”. Y esa realidad, en cambio, consiste primeramente


en acciones humanas interdependientes de unos hombres con
otros a propósito de las naranjas.
Aunque las realidades económicas consistan en accio­
nes humanas, éstas deben versar sobre cosas ex­teriores.
Los actos puramente interiores quedan excluídos de la ór­
bita económica. Pero no todos los actos sobre acciones
exteriores merecen el carácter y el nom­bre de económicas,
ya que hay muchas maneras de relacionarse el hombre con
las realidades exteriores. Hay relaciones de unos hombres
con otros y con las cosas simplemente para conocer, o
para complacerse en ellas, y hay relaciones de utilización de
las cosas y de los hombres y, aun en este caso, no siempre
toda utilización debe considerarse económica. Porque, si
bien es cierto que si las cosas no son útiles para el hom­
bre, no se establece ninguna valoración económica, tam­
bién lo es que hay cosas útiles, como el aire y el sol, que
no determinan ninguna apreciación de este género. Para
que ésta surja, parece necesario que a la utilidad, se añada
una laboriosa consecución, dada su determinada escasez;
lo que ha de provocar luego una administración cuidadosa
y propiamente económica de esas mismas cosas.
El concepto de economía envuelve entonces una refe­
rencia de acciones del hombre en relación con las cosas
exteriores, cuya utilidad está condicionada por su escasez.
Dos conceptos dignos de precisarse, el de uti­lidad, y el de
escasez.
El concepto de utilidad encierra una acción del hombre
sobre las cosas exteriores por la que éste no busca la cali­
dad y perfección del objeto por sí misma, sino en cuanto
pueda satisfacerle una necesidad. Con­sidérese desde este
punto de vista cuán distinta la rea­lidad puramente técnica
de un artista, un plástico, por ejemplo, en el que toda su

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