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LIBROS BASE MONOGRAFÍAS

La vida cotidiana Pueblos, credos y culturas Desarrollo tecnológico


L a vida en el Paleolítico L as Pirám ides L a vida en el Paleolítico
Los inicios de la civilización
Los prim eros agricultores y las prim eras ciudades El Partenón Los prim eros agricultores y las p rim eras ciudades
Los celtas Los celtas L as Pirám ides
Los pueblos de la E spaña prerrom ana El P artenón
L a agricultura en la Edad del Hierro El ejército rom ano L a agricultura en la E dad del H ierro
Los romanos y su imperio Julio César Los ingenieros rom anos
Pompeya
Julio C ésar El ejército rom ano
C aballeros medievales C aballeros medievales Los barcos vikingos
Bárbaros, cristianos
L a vida en un pueblo medieval L a vida en un m onasterio medieval L a vida en un pueblo medieval
y musulmanes L a E spaña m usulm ana L a vida en un pueblo medieval La construcción de las catedrales medievales
L a vida en un m onasterio medieval L a construcción de las catedrales medievales El reino N azarí de G ran ad a
El reino N azarí de G ranada L a E spaña m usulm ana Los canteros medievales
La Edad Media Los canteros medievales El reino Nazarí de G ranada Los castillos medievales
Los orígenes de la Reconquista y el reino asturiano
El Cam ino de Santiago
L a antigua China y L a G ran M uralla Buda La p rim era vuelta al m undo
Europa descubre el mundo
L a antigua C hina y la G ran M uralla L a antigua China y la G ran M uralla
H ernán Cortés, conquistador de México H ernán Cortés, conquistador de México
Toledo y las tres culturas
Carlos Y M artín Lutero Los soldados europeos en tre 1550 y 1650
Renacimiento y Reforma
L a Inquisición española Los soldados europeos en tre 1550 y 1650
El ocio en la E spaña del Siglo de O ro L a Inquisición española
Carlos Y
L a leyenda negra

Monarquías y revoluciones Un viaje p or E spaña en 1679 U n viaje por E spaña en 1679 La g uerra de la independencia norteam ericana
La g uerra de Sucesión española Lá g uerra de la independencia norteam ericana El M adrid de la Ilustración
El M adrid de la Ilustración El M adrid de la Ilustración Sevilla y el Com ercio de Indias
Velázquez
Sevilla y el Com ercio de Indias
Los validos

El poder para el pueblo E dim burgo y la revolución de la m edicina E dim burgo y la revolución de la m edicina E dim burgo y la revolución de la m edicina
La construcción en la época victoriana Los sindicatos ingleses El W arrio r, el p rim er navio m oderno de com bate
Los sindicatos ingleses La construcción en la época victoriana
La gu erra de la Independencia española

Europa en el mundo D eportados a la T ierra de Van Diemen L a rebelión de la India en 1857


Los m aories D eportados a la T ierra de Van Diemen
El desastre colonial Japón Meiji
Los m aories
El desastre colonial
Goya
El autom óvil Un australiano en la Prim era G u erra M undial l ’n australiano en la Prim era G u erra M undial
La II República y la G u erra Civil española G andhi El autom óvil
Luchas y revoluciones obreras en la E spaña Las revoluciones rusas
contem poránea H itler y los alemanes
El Franquism o M ao Zedong y C hina
La transición española Israel y los árabes
Luchas y revoluciones ob reras en la E spaña
contem poránea
L a II República y la G u erra Civil española

Los libros base y las monografías de esta colección se refieren a distintos contenidos del curriculo de Ciencias Sociales
de^iducación Secundaria, haciendo posible la investigación en el aula y la atención a la diversidad del alumnado.
El conjunto de la colección se divide en:
' · Libros base: diez títulos, en color, cada uno abarcando un período de la Historia.
• Monografías: contienen diversos estudios sobre distintos aspectos de la vida social, cultural, tecnológica, etc,,
de épocas y lugares concretos.
AKA L/CAMBRIDGE · HISTORIA DEL MUNDO PARA JÓVENES

LOS CASTILLOS
MEDIEVALES
Conrad Cairns

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Director de colección: Trevor Cairns Agradecimientos
Traducción: M ontserrat Tiana Ferrer
A m pliación española (capítulo 8): Jesús Espino Ñuño Portada, p. 35 Cadw Welsh Historie Monuments; p. 1 Colin Platt The
Mapas: Reg P iggot Castle in Medieval England and Wales, Seeker and Warburg 1982, pp. 8
Dibujos: Sharon Pallent
(E. S. Armitage Early Norman Castles o f the British Isles, 1912), 19 der.
Maqueta: R AG
(Viollet-le-Duc Militaiy Architecture, 1879), 40 izq. sup. (T. H. Turner y
© C am bridge U niversity Press, 1987. 1992 J. H. Parker Domestic Architecture in England, 1877), 46 izq. (John Muller
© Ediciones Akal, S. A., 1999, para todos los países de habla hispana Treatise o f Fortifications, 1746) The Syndics of Cambridge University
Sector Foresta, 1
Library; p. 9 izq. sup. Peter Harbison Guide to the National Monuments in
28760 Tres Cantos
M adrid - España
the Republic o f Ireland, Gill and Macmillan 1975, dibujo de Brian
Tel.: 91 806 19 96 O’Halloran; pp. 9 der., 32 sup. Crown Copyright, Historic Buildings and
Fax: 91 804 40 28 Monuments (Escocia; pp. 9 izq. ab., 32 ab. Roger-Viollet, pp. 10, 11, 22
ISBN: 84-460-0888-2 ab., 26 ab., 36, 41 izq., 44 Country Life; p. 17 sup. l’Institut Français
Depósito legal: M . 4.510-1999
d’Archéologie du Proche Orient; p. 17 ab. Helga Schmidt-Glassner; pp. 18
Im preso en M aterPrint, S. L.
Colm enar Viejo (Madrid) der., 26 sup., 27, 38 sup., 39, 46 der. Historic Buildings and Monuments
Commission for England; p. 19 izq. © Vu du Ciel por Alain Perceval ®; p. 22
Reservados todos los derechos. De acuerdo a lo dispuesto en el artículo 270 del C ódigo Penal,
podrán ser castigados con penas de m ulta y privación de libertad quienes reproduzcan o pla­ sup. Cambridge University Collection, Crown Copyright Reserved; p. 24 ©
gien, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica fijada en cualquier tipo de Arch. Phot. Paris/S.P.A.D.E.M.; p. 29 The Mansell Collection; pp. 30, 33,
soporte sin la preceptiva autorización. 40 der., 47 izq., 48 Aerofilms; pp. 37 sup. (MS Add 42130 f 207), 38 ab.
(MS Ar. 157 f71v) Bristish Library; p. 37 ab. Master and Fellows of
Trinity College Cambridge; p. 41 der. Rijksdienst voor de Monumenten-
Núm ero aproxim ado de castillos construidos en varios países durante la Edad
zorg, The Netherlands; p. 42 Nigel Tranter TheFortified House in Scotland,
Media:
1962/The Syndics of Cambridge University Library; p. 43 cent. ab. Harold
Inglaterra: entre 1.500 y 1.800 Leask Irish Castles, Dundalgan Press (W. Tempest) Ltd/The Bristish
Gales: entre 460 y 540 Architectural Library, RIBA London; p. 45 izq. sup. The Board of Trustees
Escocia: entre 1.700 y 2.000 of the Royal Armouries; p. 45 izq. ab. The British Architectural Library,
Irlanda: entre 3.500 y 4.000
RIBA London de David McGibbon y Thomas Ross Castellated and
Francia: 13.000
Alemania: 14.000 (muchos de ellos pequeños) Domestic Architecture o f Scotland, 1887; p. 45 der. Trustees of the British
Italia: 25.000 (muchos han desaparecido por completo) Museum. Contraportada, Photographie Giraudon/Musée Condé, Chantilly.
España: entre 4.000 y 5.000

Portada; Castillo de Rhuddlan, construido entre 1277 y 1282. rodeado de altos muros con torres o entradas fortificadas.
Formaba parte de los planes de Eduardo I para la conquista y El dibujo nos muestra la situación actual; el diseño original ha
defensa del norte de Gales (página 34). Es un castillo concéntrico. sobrevivido a pesar de su historia repleta de daños y reparaciones.
El centro lo forma un recinto interior cuadrado con las esquinas
defendidas p o r dos torres redondas y dos entradas fortificadas. C ontraportada: La vida en los castillos se hace más agradable.
El anillo exterior de defensa es menos compacto y simétrico, Una escena del calendario de un lujoso libro de horas, realizado
porque abarca la orilla del río Clwyd y cubre el dique situado a la a principios del siglo xv para el duque de Berry, un familiar
derecha. La ilustración muestra el aspecto que probablemente cercano del rey de Francia.
tendría el castillo recién construido. Mes de agosto. En la campiña cercana al castillo de Etampes,
jóvenes nobles practican la cetrería. Dos damas cabalgan a la
Portadilla; Castillo de Caerlaverock, dom inando una de las rutas grupa detrás de los caballeros, otra cabalga sola mientras el
entre el este y el oeste de Escocia. C onstruido unos diez años halconero -u n siervo del castillo m uy diestro y valorado-
después de Rhuddlan. Carece de un anillo exterior de defensa camina a pie. En las cercanías del castillo los campesinos
(aunque posee un buen foso), pero, p o r lo demás, coincide con recogen el trigo, y en el calor del verano algunos se toman un
el anterior en sus ideas defensivas: un recinto com pacto y descanso para bañarse en el arroyo.
Indice
1. Los primeros castillos, p. 4 5. Diseñar castillos perfectos, p. 30
Bizantinos, árabes e hispanos, p. 4 Concentrar el poder, p. 30
La caída del Imperio Franco, p. 5 La línea de defensa, p. 31
Castillos de madera y tierra, p. 7 Los castillos de Eduardo I en el norte de Gales, p. 34

2. Piedra en lugar de madera, p. 10


6. El castillo como lugar de residencia, p. 36
La torre del homenaje cuadrada, p. 10
El shell, p. 11
La cortina, p. 12 7. Castillos más pequeños, p. 40
Las casas solariegas fortificadas, p. 40
3. El castillo sitiado, p. 72 El castillo de planta cuadrangular y torres en las esquinas
p. 41
4. Perfeccionar las defensas, p. 16 Las casas-torre, p. 42
Conquistar terreno, p. 16
La lección de las Cruzadas, p. 16 8. Los castillos en España, p. 44
Torres más sólidas, p. 17
Acosar a los atacantes, p. 20
9. El declive de los castillos, p. 47
Murallas más solidas, p. 22 La pólvora, p. 47
Defender la puerta, p. 23 La paz del rey, p. 48
Federico, Stupor Mundi, y sus castillos, p. 29 Casas majestuosas y monumentos antiguos, p. 50

Un castillo puede definirse simplemente como una vivienda particular ron de ser efectivos para la guerra o adecuados para la paz. Fue entonces
fortificada, diseñada para protegerse de cualquier ataque armado. cuando unos se modificaron hasta convertirse en lujosas mansiones,
y otros cayeron en ruinas.
La mayoría de las fortificaciones no son castillos: por ejemplo, no
lo son las defensas fronterizas, ni las murallas que rodean las ciuda­ No obstante, los castillos se construyeron para perdurar, y muchos de
des, ni los fuertes que albergan a soldados regulares. Por otra parte, ellos aún se mantienen firmes en ciudades o en zonas rurales. Es posi­
hay grandes casas que incluyen la palabra «castillo» en su nombre y ble que en más de una ocasión los hayamos contemplado como supervi­
que no cuentan con ninguna fortificación; es más, muchas de ellas vientes de una era más romántica, en la que en la vida había más aven­
fueron construidas después de la época de los auténticos castillos. Los turas, más heroicidades, y también más brutalidad. Las personas que los
castillos de verdad se construyeron en Europa únicamente durante la habitaban, sin embargo, probablemente no serían ni más ni menos bru­
Edad Media. Los primeros se edificaron en una época en la que la tales o heroicas que los que vivimos hoy día. Para ellos, un castillo era
gente vivía bajo la constante amenaza de la violencia. Posterior­ un lugar de trabajo, un lugar sensato y práctico. Por eso, para compren­
mente, fueron evolucionando y mejorándose para hacer frente a los der adecuadamente qué era un castillo, debemos estudiar primero cómo
nuevos desafíos hasta llegar a una aparente perfección. Sin embargo, surgieron, cómo se desarrollaron, cuáles fueron sus tipos principales y
las condiciones siguieron cambiando y, finalmente, los castillos deja­ cómo y por qué se produjo su final.
1. Los primeros castillos un granero. Como es natural, a esta gente le gustaba más esta forma
de vida que el sistema romano y, cuando se hicieron cargo de las pro­
vincias romanas, prefirieron vivir en el campo en vez de en ciudades.
Con la caída del imperio, el comercio había sufrido un grave retroce­
so, y muchas ciudades habían quedado en ruinas. Esta decadencia de
las ciudades se dio sobre todo en las tierras del norte, donde se asen­
taron los anglos, los sajones y los francos. Algunas de las ciudades de
Los romanos basaban su arquitectura en edificios majestuosos. En su
esa zona mantuvieron sus murallas en buen estado, pero práctica­
sistema, regido por la ley y por un estricto gobierno, no había lugar
mente ninguno de sus edificios estaba construido con piedra, ni
para fortalezas privadas del tipo de los castillos; además, el ejército
siquiera las fortificaciones.
romano sabía que, siempre que hubiera posibilidad, era preferible
avanzar contra el enemigo que permanecer tras unas murallas agual­
dando a que éste atacara. No obstante, los romanos sabían también que Bizantinos, árabes e hispanos
las fortificaciones, utilizadas adecuadamente, podían ser de gran ayuda,
por lo que edificaron una gran diversidad de ellas por todo el imperio, En las regiones mediterráneas las cosas eran diferentes. Allí se siguió
especialmente en las provincias fronterizas. Pero no existe defensa con­ utilizando la técnica de construcción en piedra, y los recién llegados
tra el enemigo exterior que pueda salvar a una sociedad de su decaden­ fueron olvidando sus murallas y sus cabañas de madera. A lo largo de
cia interna, y así fue como, en el siglo v, el Imperio Romano Occidental la costa este del M editerráneo, el Imperio Romano Oriental seguía en
terminó por hundirse. pie, fuerte y vigoroso, aunque su idioma no era el latín, sino el grie­
Este imperio se dividió en una multitud de reinos cuyos nuevos go, y su capital no era Roma, sino Constantinopla, o Bizancio, por
gobernantes eran bárbaros procedentes de tribus de las tierras germa­ utilizar su nombre original.
nas. Eran personas que siempre habían vivido en asentamientos de Allí las fortificaciones no se abandonaron. El Imperio Bizantino
madera, en los que su jefe ocupaba una gran sala central parecida a tenía que hacer frente a numerosos enemigos, y sus ingenieros mili­
tares eran tan hábiles como sus antepasados griegos o romanos.
Alrededor de las grandes ciudades levantaron y mantuvieron enormes
y complejas defensas, cuyo máximo exponente era la triple muralla
de la propia Constantinopla. También edificaron fortalezas relativa­
mente pequeñas que se utilizaban para defender territorios expuestos
o recientemente ocupados. Su estrategia consistía en que, en momen­
tos de invasión o de rebelión, estas fortalezas pudiesen aguantar hasta
que llegasen los refuerzos. No se trataba de castillos, sino de puestos
regulares del ejército bizantino. Sin embargo, eran muy similares a
algunos de los castillos que se construirían en siglos posteriores, y es
posible que muchos de ellos sirvieran de inspiración para la cons­
trucción de otros.
En el siglo vil, los árabes barrieron el Oriente Medio, conquis­
tando territorios en nombre de su fe, el Islam. Llegaron hasta
Constantinopla, pero no pudieron atravesar sus poderosas murallas.
Pese a ello, se convirtieron en los nuevos gobernantes de algunas de
las provincias más ricas del Imperio Bizantino, y adoptaron rápida­
mente las técnicas y conocimientos de sus nuevos súbditos. En muy
poco tiempo, también ellos estaban construyendo espléndidos edifi­
cios.
Los musulmanes -nom bre que reciben los seguidores del lslam -
Fuerte bizantino en Lemsa, Túnez, tal como debió ser hacia el 650. se extendieron hacia el oeste, a lo largo de la costa norteafricana,
La planta rectangular, simple pero eficaz, se repetiría a menudo hasta llegar al estrecho de Gibraltar. En el 711 lo atravesaron y, unos
en castillos de siglos posteriores. años después, eran los amos de casi toda la Península Ibérica. El sur

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de Hispania se convirtió en uno de los grandes centros de la civili­ mantener como propias las fortalezas más pequeñas, con la condición
zación islámica, con su capital en Córdoba. Sin embargo, en el norte de que tanto ellos como sus hombres protegieran la tierra y lucharan
había una larga franja de montañas donde los cristianos de Hispania por su rey cuando éste se lo pidiera. Estas fortalezas no eran puestos
se refugiaron y se negaron a ceder, sin importarles los ataques ni los de un ejército regular, por lo que podemos considerarlas como los
castigos de los musulmanes. Al principio no parecían un grupo dema­ primeros castillos de Europa. Llegó a haber tantos, entre moros y
siado peligroso pero, poco a poco, se fueron haciendo cada vez más cristianos, que la región central de Hispania pasó a ser conocida como
fuertes y empezaron a avanzar hacia el sur, tratando de ganar terreno Castilla, la tierra de los castillos.
a los moros (nombre que daban ellos a los musulmanes). A sí dio
comienzo una lucha que duró desde el siglo ix hasta finales de la
Edad Media, en el año 1492, cuando el último rey moro entregó La caída del Imperio Franco
Granada a los cristianos.
A lo largo de estos siglos, a través de las grandes llanuras de la His­ Los castillos hispanos resultaban muy eficaces, pero no fueron
pania central la población rara vez podía olvidar la amenaza de la guerra copiados en otras regiones: en el norte de Europa, este tipo de edifi­
e, incluso en los momentos de tregua, las zonas cercanas a la frontera caciones siguió una evolución muy diferente. Esto puede deberse a
corrían peligro de sufrir ataques. Era preciso contar con fortalezas que los pueblos de esa zona no tenían demasiado contacto con
para proteger las tierras y para que sirvieran como base desde la que Hispania, aunque es más probable que la causa resida en las diferen­
atacar al enemigo. Las ciudades amuralladas cumplían perfectam en­ tes condiciones climáticas. Como ya hemos dicho, en las regiones del
te su función, pero no bastaban para cubrir la larga frontera. Por ello, norte el material más utilizado para la construcción era la madera. La
los moros empezaron a construir fortalezas de piedra más pequeñas, piedra, aparte de para reparar algunas de las viejas murallas romanas,
parecidas a los fuertes bizantinos del norte de África, que los cristia­ sólo se utilizaba para construir iglesias y, rara vez, palacios. Los hom­
nos no tardaron en copiar. Los reyes concedieron privilegios especia­ bres ricos aún podían contratar canteros e incluso arquitectos (si era
les a los habitantes de las ciudades amuralladas como recompensa por necesario, podían hacerlos venir de Italia), pero los edificios de pie­
defender la región, y también permitieron a los señores de la guerra dra eran caros, lentos de construir y muy fríos.
También eran diferentes las tácticas bélicas. Los guerreros del
norte luchaban constantemente, pero casi siempre contra pueblos
similares al suyo, y todos ellos compartían como tradición el que los
soldados valerosos salían a librar las batallas a cielo abierto. Por eso,
salvo las murallas que habían sobrevivido desde los tiempos roma­
nos, ninguna de sus fortificaciones era demasiado elaborada. Los
burh anglosajones, por ejemplo, se iniciaban probablemente como un
asentamiento hecho de madera y protegido por un terraplén y una
empalizada, y situado, a ser posible, en un lugar dotado con acciden­
tes naturales propicios, como una colina o entre dos ríos.
El más grande de los guerreros del norte era Carlos, Rey de los
Francos (conocido también como Carlomagno). Tras declararse a sí
mismo rey de la mayor parte de la Europa noroccidental y central,
intentó, en el año 800, fundar algo que reemplazara al antiguo
Imperio Romano. Fue lo que se conoció como el Sacro Imperio
Romano. Sin embargo, trató de llevar a cabo esta empresa sin contar
con el sistema de gobierno, perfectamente organizado, de los rom a­
nos: su imperio carecía de las leyes y tribunales, los magistrados y
funcionarios cualificados, la red de comunicaciones y, sobre todo, el
ejército regular del antiguo imperio. En lugar de eso, el rey dependía
de la lealtad de sus nobles, jefes guerreros como él, para que gober­
Castillo musulmán de Baños de la Encina, Jaén, tal como era naran y protegieran sus respectivos distritos en su nombre. Sólo un
hacia el 960. Un alto muro, protegido po r numerosas torres, rey muy poderoso podía imponer su voluntad sobre hombres como
rodea la cima de la colina. aquéllos, especialmente en un territorio tan extenso, y los sucesores

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no tomaban las ciudades que encontraban a su paso, o al menos deja­
ban tras de ellos fuerzas suficientes para bloquearlas, las guarniciones
les seguían, les hostigaban y trataban de retrasar su marcha; esto resul­
taba especialmente peligroso para los magiares cuando se retiraban de
nuevo a sus territorios, probablemente cansados y desorganizados, car­
gados con el botín y perseguidos por el vengativo ejército de Enrique.
Así fue como las fortificaciones demostraron su valor en el norte de
Europa, aunque éstas aún no pueden ser consideradas castillos.
Parece ser que las fortalezas privadas surgieron porque, en aque­
llas peligrosas décadas, ningún señor tenía demasiadas probabilida­
des de sobrevivir a menos que su casa pudiera resistir un ataque, peli­
gro que no procedía únicamente de los vikingos o los magiares, sino
también de los vecinos codiciosos. Cuando el rey era demasiado débil
para mantener la ley, los señores no tenían más opción que fortificar
sus propias viviendas y contratar buenos guerreros, de los cuales los
jinetes con armadura eran los más eficaces. Así, en Francia y
Germania empezaron a aparecer castillos al mismo tiempo que se
im plantaba el sistema feudal, y por los m ism os motivos; en
Inglaterra, según parece, los nobles, aunque ya poseían casas más

de Carlomagno no fueron capaces de hacerlo. Poco después de su


muerte, su imperio se dividió en tres partes pero, aun así, los gober­
nantes de estos tres nuevos reinos se encontraron muchas veces con
dificultades para proporcionar a sus súbditos paz y orden.
Mientras el imperio de Carlomagno se desmoronaba, sus pueblos
sufrían, cada vez con más frecuencia, los devastadores ataques de dos
razas de crueles invasores: los vikingos, con sus barcos, y los magia­
res, a caballo. Aparecían de repente, saqueaban, quemaban y m ata­
ban, y volvían a desaparecer antes de que se pudiera reunir un ejér­
cito lo bastante grande como para hacerles frente. Las fuerzas locales
y las aldeas rodeadas de empalizadas no tenían nada que hacer con­
tra ellos.
Una posible solución eran las fortificaciones. Un rey podía esta­
blecer ciudades bien fortificadas en puntos clave y poner a su cargo a
hombres de confianza. En Inglaterra, por ejemplo, Alfredo el Grande,
hacia el año 880, tras rechazar una invasión vikinga contra Wessex,
cubrió el reino con un sistema de burhs y, a principios del siglo
siguiente, Enrique el Pajarero, rey de Germania, creó un sistema simi­
lar de fortalezas para hacer frente a los magiares. Estos sanguinarios
atacantes buscaban un saqueo rápido, no les interesaban los sitios
prolongados, para los que no tenían ni equipo ni experiencia. Su pro­ Aldea sajona en Lidford, Devon, hacia el 860. Protegida p o r abruptos
blema consistía en que, ahora, no sólo los mejores botines se encontra­ valles en dos de sus lados, los terraplenes empalizados tenían
ban detrás de esas grandes murallas, sino que, si al entrar en Germania un grosor de 12 metros.

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grandes y más fuertes, aún no tenían deseos (o quizá oportunidad) de invitó como amigos, y los galeses luchando contra los señores nor­
construir castillos. mandos que ocuparon la región de las Marcas. Por último, tras inva­
Para un rey, los castillos podían ser un obstáculo o una ayuda: era dir Irlanda, en el 1169, los normandos se apresuraron a construir cas­
mucho más difícil dominar a los señores rebeldes si podían defender­ tillos en todas las regiones que ocuparon.
se desde un castillo, pero estas mismas edificaciones, en manos de
señores leales, podían reforzar el reino. Muchos reyes trataban de
insistir en que no podía fortificarse una casa sin licencia real, y los Castillos de madera y tierra
más poderosos llegaron incluso a destruir los castillos construidos sin
permiso (castillos adulterinos, como los llamaban). Además, los La gran mayoría de los primeros castillos normandos en Britania no
reyes trataban de reservar para su propio uso, como propiedad suya, tenían nada que ver con nuestra idea habitual de un castillo. En lugar
los castillos más grandes y los que se encontraban en mejor situación. de murallas de piedra con almenas y pesadas torres, lo que había eran
Estos grandes edificios no sólo resultaban útiles para defender un construcciones de tierra, recintos protegidos por terraplenes que, en
reino bien asentado, sino también para mantener los territorios recién muchos casos, tenían un montículo cónico al lado y estaban protegi­
conquistados. Y así fue como los castillos llegaron a Inglaterra. En el dos por murallas de madera, o empalizadas, reforzadas por soportes
año 1066, los normandos llevaron en su flota invasora piezas de de madera, o revestimientos, y en cuyo interior se situaban los edifi­
madera prefabricadas para levantar un castillo con el que proteger su cios, también de madera. Hoy día sólo se conservan los montículos y
lugar de desembarco y, tras su victoria, plantaron castillos por todo el los terraplenes, erosionados por el tiempo y cubiertos de vegetación.
país para aplacar las revueltas y protegerse de nuevos invasores. Los Hasta principios de este siglo, los historiadores creían que este tipo de
escoceses conocieron los castillos por los normandos, a los que su rey montículos debían ser más antiguos, quizá de la época de los anglo­
sajones o los vikingos, porque no se parecían en nada a los enormes
recintos y catedrales de piedra típicos de los arquitectos normandos.
No obstante, estas defensas, aparentemente primitivas, cumplían
todos los requisitos de un castillo. En su interior albergaban todos los
edificios necesarios para que una comunidad completa y autónoma
viviera su vida diaria sin correr peligro: había alojamientos para los
vigilantes, los artesanos, los mozos de cuadra, los cocineros, los sir­
vientes de todo tipo y sus familias; también había almacenes para ali­
mento y herramientas, establos y cuadras para los animales más
valiosos (especialmente los preciados caballos de batalla), talleres y
cocinas, aposentos para el señor, su familia y sus huéspedes, y una
capilla; sobresaliendo por encima de toda esta piña de edificios se
alzaba la sala de recepción. Para los barones medievales, al igual que
para los jefes bárbaros que los habían precedido, esta sala era el cen­
tro y el símbolo de su poder. A llí se decidían todos los asuntos
importantes del castillo y del distrito (allí se encontraba el tribunal
local, por ejemplo), y allí era donde la gente del castillo se reunía
para comer. Durante las comidas, el señor y sus huéspedes se senta­
ban en la tarima, una plataforma baja situada en un extremo de la
sala y desde la que podían ver y ser vistos, mientras que los demás
se sentaban en largas mesas de caballete que se podían retirar fácil­
mente cuando la comida terminaba y había que dedicar la sala a
otros usos.
Estos edificios se agrupaban dentro del recinto fortificado, que
estaba rodeado por el terraplén y la empalizada. Estas defensas eran lo
Castillo normando de Brinklow, Warwickshire, hacia 1130. La sala de que convertían la hacienda en un castillo. En muchos casos, el recinto
recepción probablemente estaba situada en el patio interior, y los entero estaba situado sobre una elevación del terreno y rodeado por un
graneros, establos y cobertizos en el exterior. foso que se cruzaba mediante un puente levadizo.

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Este tipo de castillos parecía simplemente una versión reforzada
de un tipo anterior de asentamiento, y es lo que hoy día se conoce
como fortalezas en anillo. Cuando un castillo tenía una mota, como
sucedía en muchos casos, la diferencia resultaba evidente. La mota
era un montículo cónico situado junto al recinto fortificado (y en oca­
siones dentro de él) que servía como fortaleza o refugio. General­
mente, en la parte superior no había demasiado espacio, sólo lo sufi­
ciente para levantar una empalizada en el borde y edificar una torre
de madera en el centro; esto era suficiente para que, si un enemigo
ocupaba el recinto, el señor y unos cuantos más se refugiaran allí
hasta recibir refuerzos o hasta que llegaban a un acuerdo con el ene­
migo o trataban de escapar de noche.
Los castillos formados por un recinto fortificado y una m ota eran
baratos y eficaces. Su construcción era rápida y fácil, pues ni la tala
de la madera ni la excavación de los terraplenes requerían más
conocimientos de los que pudiera tener cualquier campesino o sol­
dado. Los altos terraplenes podían resultar muy difíciles de atrave­
sar, e incluso los ejércitos reales tenían dificultades para someter
este tipo de castillos. De hecho, las em palizadas siempre han sido
una defensa muy efectiva, que en nuestro siglo aún se utilizó en la
década de los sesenta en Vietnam.
No obstante, los defectos de este tipo de fortificación eran serios.
Al estar constantemente en contacto con el suelo, la madera absorbe el
agua y tiende a pudrirse, por lo que las empalizadas tenían que sei
revisadas continuamente. Además, su tamaño tenía un límite, pues eia
muy difícil levantar murallas que, además de fuertes, fuesen altas. En
ocasiones, la torre de la mota era demasiado pequeña para albergar a
toda su guarnición, y había veces que las murallas exteriores eian lo
suficientemente bajas como para que un enemigo numeroso y decidi­
do trepara por ellas. Por encima de todo esto, se alzaba el defecto más
importante de todos: la leña arde. El Tapiz de Bayeux muestra a los
normandos que obligan a un castillo a rendirse prendiéndole fuego.
En muchas zonas de Europa, los castillos de madera nunca llega­
ron a ser populares. Como ya hemos visto, en el sur, donde la técni­
ca de la construcción en piedra no había llegado a perderse, no tuvie­
ron necesidad de recurrir a la madera; además, allí la buena madera
para construcción no era tan abundante como en las regiones del
norte y, durante los veranos calurosos, el riesgo de que ardiera resul­
taba aún mayor. Respecto al norte del continente, los propios germa­
nos, pese a que inicialmente construían en madera, prefirieron situar
sus castillos en las cimas rocosas, donde podían encontrar piedra con
Plantas del libro Early Norman Castles of the British Isles (1912), en el la que construir y donde habría resultado ridículo abrir huecos en la
que E. Armitage demuestra que todas estas obras de tierra eran roca sólo para clavar en ellos los troncos de la empalizada.
normandas. Comunes en muchas zonas, varían en tamaño y disposición, Lo cierto es que, según parece, los castillos de madera y tierra se
pero los diseños sencillos son los más habituales. Investigadores
consideraron siempre una fortaleza barata y temporal e, incluso en los
recientes han descubierto numerosos «anillos», con zanjas pero sin
lugares donde eran frecuentes, como Gran Bretaña y el norte de
mota; es discutible si eran lo suficientemente fuertes para ser
denominados propiamente castillos.
Francia, pronto fueron sustituidos por los de piedra.

8
Algunas de las fortificaciones de piedra más antiguas
de Europa occidental
Izquierda: El famoso monasterio de Kells hacia el 1100. Ante el temor a
los vikingos y otros invasores, los mojes irlandeses empezaron a
construir después del año 800 altas y estrechas torres al lado de un
grupo de cobertizos en forma de panal. A llí se encontraban a salvo, pero
no podían luchar ni permanecer mucho tiempo; aguardaban a que los
invasores saquearan los cobertizos y se fueran.

Inferior izquierda: Cerca del Rhin, los constructores de castillos


alemanes encontraron peñas que eran fortalezas naturales en las que
construir cómodas viviendas. Era habitual que se construyera en la cima
una torre de refugio o Bergfried (literalmente, «montaña de paz»), mucho
mejor diseñadas para la defensa que las torres irlandesas. Esta vista de
St. Ulrichburg, Alsacia, muestra lo fuerte de la posición y la torre,
junto con el edificio palaciego inferior, añadido en el siglo xii.

Inferior derecha: En Escocia occidental, la piedra también constituía un


elemento natural para la construcción. El castillo de Sween, en Argyll, es
simplemente un muro fuerte, sin torres pero originalmente con almenas;
las viviendas se construyeron en el lado interior del muro. Data de hacia
1100; se construyeron muchos castillos similares en lugares rocosos a
lo largo de toda la costa oeste, mientras los castillos de tierra de estilo
normando se extendían p o r otras partes de Escocia.
llamar torres del homenaje cuadradas; pero, de hecho, no eran cua­
2. Piedra en lugar de madera dradas, sino rectangulares, y to n e del homenaje es un término nuevo
para designar el donjon. Las que aún se conservan resultan impresio­
nantes, y sin duda lo eran aún más en aquella época. Durante dos­
cientos años aproximadamente, las torres cuadradas fueron las forti­
ficaciones más poderosas de Francia y Gran Bretaña; los normandos
eran especialmente aficionados a ellas, y las fueron construyendo
Aunque en Inglaterra y en el norte de Francia los castillos formados donde quiera que viajaban, desde Irlanda hasta Sicilia.
por una mota y un recinto fortificado siguieron siendo los más com u­ La Torre de Londres, el más famoso de los castillos británicos, fue
nes hasta bastante entrado el siglo x i i , los reyes y los grandes señores iniciada por Guillermo I poco después de la conquista normanda, y su
que podían permitírselo empezaron a construir castillos de piedra bas­ torre, la Torre Blanca, aún conserva el mismo aspecto que tenía al ser
tante antes. No sólo eran más resistentes, sino que daban a su propie­ construida. Poco a poco, la forma de estas torres cuadradas fue cam ­
tario una apariencia más importante. Aunque los castillos de piedra se biando, y se fueron haciendo más altas en relación a su anchura. La
basaban en el mismo esquema que los de madera (un patio resguarda­ Torre de Rochester (página 15), construida en 1126, es uno de los
do y un punto fuerte), su disposición seguía dos fórmulas diferentes. mejores ejemplos que podemos encontrar en Inglaterra de gran torre
cuadrada del siglo xn.
Dentro de una de estas torres, el señor podía vivir cómodamente
La torre del homenaje cuadrada
en cualquier momento. La habitación principal era la gran sala, que
En el 994, Fulk Nerra (el Negro), Conde de Anjou, en la Francia cen­ normalmente ocupaba una de las plantas superiores y, en ocasiones,
tral, construyó una torre de dos pisos y gruesos muros en Langeais. se alzaba hasta el tejado, rodeada por una galería que transcurría más
Era como una versión alta y en piedra de la sala de recepción de arriba, embebida en el muro. La entrada a la torre solía estar en la pri­
madera, y quizá en eso pensaban los arquitectos cuando la constru­ mera planta, y se llegaba a ella por un tramo exterior de escaleras; en
yeron. Langeais es uno de los primeros ejemplos de lo que se dio en esa primera planta probablemente se situaban las salas de guardia y
los almacenes. Además, en el sótano o en la planta baja se almacena­
ban también alimentos, bebidas y municiones y, si era posible, se
excavaba un pozo. Probablemente, el señor y sus huéspedes disfruta­
ban del lujo de unas cámaras privadas donde dormir, embebidas asi­
mismo en el muro, y es posible que, en el siglo xii, las mejores tuvieran
incluso chimenea. En cuanto a los demás, tenían que prepararse las
camas en una de las salas principales, quizás cerca de donde traba­
jaban. En el muro también había varias cámaras de menor tamaño a
las que con frecuencia se llama guardarropa·, quizás había quien col­
gara allí la ropa (se decía que a las polillas no les gustaba el ambien­
te), pero su finalidad principal era servir de letrinas. Cuando tantas per­
sonas tenían que permanecer apiñadas en un mismo lugar durante un
sitio, el saneamiento resultaba especialmente importante, y parece ser
que la mayoría de los constructores de los castillos eran perfecta­
mente conscientes de ello.
Sin embargo, muchos señores preferían vivir la mayor parte del
tiempo en una gran sala en el interior del recinto fortificado, pues, al
fin y al cabo, la torre se construía pensando más en la protección que
en la comodidad. Los muros eran sumamente gruesos (en muchos
casos medían tres metros o más) para resistir los golpes de ariete y las
rocas lanzadas por el enemigo. En las plantas inferiores había muy
Colchester, la torre más grande de Gran Bretaña, fue construida hacia pocas ventanas (si es que había alguna), e incluso las que había en las
1080 sobre las ruinas de un templo romano. Su muralla tiene 5,3 metros superiores estaban pensadas más para garantizar la protección que
de espesor en la base, y su altura original se muestra en el dibujo. para dejar pasar la luz. La altura de la torre hacía que fuera muy

10
El shell
Sin duda, todos los señores habrían deseado construir sus castillos
con una torre cuadrada, pero el coste que suponía toda aquella canti­
dad de piedra, sumado a lo que había que pagar a los arquitectos espe­
cializados necesarios para edificarla, era algo que no todos podían
permitirse, especialmente los señores que se establecían por su cuen­
ta. Luego estaba el problema de los cimientos. Las torres cuadradas
eran terriblemente pesadas, y los señores que querían reemplazar las
defensas de madera de sus castillos de mota y recinto fortificado por
otras de piedra tenían que pensarlo cuidadosamente; en muchos
casos, la mota no era lo bastante firme, sobre todo cuando se trataba
de un montículo artificial. Por supuesto, podían construir la torre en
cualquier otro sitio (era bastante frecuente que se construyera en
medio del recinto fortificado), pero también había otro sistema para
poder seguir utilizando la mota.
Este sistema consistía sencillamente en levantar una muralla de
piedra alrededor del borde del montículo, en lugar de la empalizada.
Este muro se conoce como shell (caparazón). Generalmente, sería cir­
cular, aunque también podía seguir el contorno irregular de las motas
naturales. En la muralla había una entrada, normalmente resguardada
por una pequeña torre, y en ocasiones los constructores incluían un
paso cubierto para que quienes subían hacia la entrada quedaran pro­
Torre de Appleby, Cumbria, hacia 1180. Sus muros, de tan sólo tegidos de los proyectiles de los atacantes.
1,8 metros de espesor, sin protección exterior y con una puerta directa
a la bodega, hacían de ella más una casa que una fortaleza.

improbable que el enemigo escalara las almenas, ya fuera con esca­


las o con torres de sitio (página 14), por lo que los constructores se
dedicaban a poner todos los obstáculos posibles a cualquiera que
intentara entrar por la parte de abajo. Normalmente, las escaleras exte­
riores estaban protegidas por una defensa a modo de pretil almenado,
y a veces estaban dispuestas de manera que los atacantes mostraran el
costado derecho a los defensores (pues normalmente los guerreros lle­
vaban el escudo a la izquierda). Si los atacantes conseguían abrirse
paso a través de las sólidas puertas de entrada a la toree, en el interior
se encontraban aún con más obstáculos. Muchas torres estaban dividi­
das en dos por un grueso muro transversal, atravesado por una sola
puerta en cada planta, y el único camino para ir de una planta a otra
era una estrecha escalera de caracol que podía bloquearse fácilmente;
muchas veces, estas escaleras estaban diseñadas de manera que un
hombre diestro, de pie en lo alto, podía hacer uso de su espada fácil­ El castillo de Trematon, en Cornualles, es claramente un castillo de mota
y recinto fortificado, con shell y muralla. La torre cuadrada es una
mente manteniendo el resto del cueipo protegido tras la columna cen­
entrada fortificada añadida hacia el 1250, y la casa situada en el interior
tral, mientras que el atacante, debajo de él, tenía que hacer un movi­
del recinto se construyó en 1807, cuando un castillo en ruinas era un
miento extraño para poder golpear y no tenía ninguna protección.
adorno muy pintoresco para la residencia de un caballero.
Todas estas precauciones eran imprescindibles en los momentos de La vivienda del señor se encontraría originalmente construida contra
lucha, pero no resultaban demasiado cómodas en tiempos de paz. el muro del shell.

11
Dentro del shell, construidos contra él, estaban la sala de recepción
y otros edificios, normalmente de madera. Sin duda, el interior debía 3. El castillo sitiado
ser muy estrecho y oscuro (los muros del shell bloqueaban casi toda
la luz del sol), por lo que no es de extrañar que, salvo en los momen­
tos de peligro, la gente prefiriera vivir en el interior del recinto forti­
ficado. De hecho, en algunos castillos la única edificación que había
dentro era una pequeña torre central, una especie de torre del home­
naje interior, construida con madera o con piedra. En ocasiones, un atacante podía capturar un castillo por sorpresa o
porque había un traidor que le ayudaba desde dentro. Sin embargo, en
la mayoría de los casos el atacante tenía que sitiar el castillo para
La cortina intentar que se rindiera, y eso significaba que tenía que utilizar
maquinaria con la que derribar la muralla o con la que escalarla.
Fuera cual fuese el tipo de torre, el recinto fortificado seguía siendo el Mucho antes de que se inventara la pólvora había otros tipos de
centro de la vida cotidiana. Como es natural, siempre que podían per­ artillería que lanzaban contra las fortalezas y sus defensores rocas,
mitírselo los señores preferían tener en torno a su castillo una mura­ bolas de fuego, animales muertos (para propagar enfermedades) y
lla de piedra a una empalizada de madera: la piedra no se pudría, no flechas. Los dibujos de la página 13 muestran las dos herramientas de
ardía, y con ella se podían hacer murallas más altas. Esa muralla que sitio más conocidas de la Edad Media. La catapulta se conocía ya en
rodeaba el recinto entero es lo que se conoce con el nombre de muro los tiempos antiguos (los soldados romanos la llamaban «el asno sal­
cortina. vaje» a causa de su coz); el trabuco, más grande y poderoso, apare­
Así, a mediados del siglo x i i , todos los castillos importantes de ció por primera vez en Europa en el siglo x i i , aunque los chinos y los
Inglaterra y Francia estaban construidos en piedra, y se componían de musulmanes ya llevaban mucho tiempo utilizando un arma similar.
una torre del homenaje (cuadrada o shell) y un recinto amurallado. Las máquinas podían ser de muchos tamaños, según las necesida­
No obstante, los castillos de madera y tierra aún seguirían utilizándo­ des. Además de derribar las murallas y de utilizar mecanismos pare­
se durante años, pues eran muy baratos y muy fáciles de construir y cidos a enormes arcos para hacer caer a los defensores de las alme­
de reparar. Como ya hemos visto, en sus primeros ataques los inva­ nas, era necesaxio poner fuera de combate la artillería del propio cas­
sores anglo-normandos que llegaron a Irlanda en 1169 utilizaron cas­ tillo. Muchas veces, los defensores contaban con las mismas máqui­
tillos de madera, y éstos resultaron tan útiles contra los irlandeses, nas que los atacantes y, aunque el tamaño de las piezas que podían
que no tenían ninguna experiencia en técnicas de sitio, que pasaron montarse en lo alto de una torre tenía un límite, la altura adicional
veinte años antes de que los recién llegados se molestaran en cons­ proporcionaba una ventaja considerable. Además, los defensores
truir un castillo de piedra. Otro ejemplo es el de York, la ciudad más tenían práctica en disparar desde esas posiciones y conocían el alcan­
importante del norte de Inglaterra, que tenía dos motas: hasta bien ce de sus armas y los resultados que podían obtener con ellas. El cas­
entrado el siglo x i i i no se reemplazaron por un shell las defensas de tillo de Harlech (página 35) es un buen ejemplo de las posiciones de
madera que coronaban una de ellas, y la otra dejó de utilizarse antes la artillería de defensa; este castillo se diseñó para que los suminis­
de que sus empalizadas se cambiaran por murallas de piedra. tros llegaran por mar, y se habían levantado plataformas desde las
M ientras tanto, cada vez era más evidente que, en los castillos de cuales se podía disparar con artillería contra cualquiera que intentara
piedra, aún había muchas cosas que mejorar antes de poder hacer impedir que los barcos llegaran al puerto.
frente realmente al ataque de un enemigo bien preparado. No obstan­ Las máquinas de los sitiadores podían afectar a algunas defensas,
te, antes de analizar cuáles eran esas mejoras, debemos estudiar cuá­ pero habría hecho falta mucho tiempo para dañar seriamente la sóli­
les eran las posibles tácticas de ataque. da construcción de los muros más fuertes, especialmente la torre del
homenaje. En algunos asedios los atacantes podían asestar golpes
más duros y certeros mediante arietes o abrir brechas desplazando las
piedras una por una mediante picas y palancas. Era un trabajo peli­
groso, ya que los defensores se mantenían activos en lo alto, mientras
los atacantes sólo podían protegerse con pieles o cobertizos. También
se utilizaban unas robustas barracas móviles de madera cubiertas con
pieles mojadas para que el enemigo no pudiera incendiarlas con faci­
lidad.

12
El trabuco fue aparentemente la máquina de artillería más conocida.
La catapulta ya era utilizada p o r los griegos y los romanos.
Funcionaba mediante el principio del columpio: cuanto mayor era el peso
Se disparaba mediante una madeja de nervios, pieles de animales o
en el brazo corto, mayor era la fuerza del brazo largo. La puntería se
cuerdas fuertemente retorcidas que se podían estirar para ajustar la
podía ajustar cambiando el ángulo de lanzamiento de la honda situada en
puntería. Más pequeñas y manejables que los trabucos, las catapultas
la punta del brazo largo. Con un gran alcance, los trabucos podían lanzar
efectuaban disparos muy potentes y con una trayectoria mucho más
proyectiles tras los muros y a lo alto de las torres. Se podían construir
baja, lo que permitía golpear con más fuerza. Este dibujo está basado
muy grandes, pero eran muy difíciles de mover. Este dibujo está basado
en un modelo a escala. en una reconstrucción a escala real que podía lanzar piedras de
4,5 kilos a 320 metros.

El método más efectivo para demoler parte de un castillo era, sin


de no ser así, la única defensa consistía en cavar una contramina,
duda, el minado. Desde una entrada oculta en el campo de los sitia­
desde la cual los defensores podían irrum pir en el túnel de los sitia­
dores se construía un túnel bajo tierra hasta llegar a la parte del cas­
dores y matar a los zapadores. Para ello, los defensores tenían pri-
tillo que se pietendía derribar. Allí se excavaba una gran sala, cuyo
m eio que localizar la mina, tarea que requería un agudo vigía que
techo se sostenía con vigas de madera. Al prender fuego a las vigas,
detectara movimientos sospechosos fuera de la muralla y localizar
la sala se derrumbaba y la parte de la muralla situada encima se venía
así la ubicación de la entrada a la mina; también podían situarse reci­
abajo con tal fuerza que a veces quedaba hecha añicos.
pientes con agua en lugares estratégicos y confiar en que las vibra­
El minado era un trabajo muy arriesgado y desagradable. El zapa­
ciones causadas por los picos de los zapadores tuvieran la fuerza
dor trabajaba en la oscuridad, con poco aire y con el constante peli­
suficiente para producir ondas en el agua e indicar dónde se encon-
gro de derrumbamiento. Por esta razón, los zapadores eran muy traba la mina.
valorados y respetados, y su profesión se transmitía en general de
Si un castillo rechazaba todas las ofertas de rendición, antes o des-
padres a hijos. Un castillo construido sobre roca sólida o terreno
pués los atacantes tenían que enfrentarse a un combate cuerpo a cuer­
húmedo, o rodeado de un foso profundo, estaba a salvo del minado;
po. A menos que lograsen derribar una puerta o abrir una brecha lo
suficientemente grande en el muro, la única solución era escalar la ble. (El rey inglés Ricardo Corazón de León fue herido de muerte de
muralla. esta manera durante el asedio a un castillo.) La guarnición contaba
Las escalas portátiles eran fáciles y rápidas de fabricar y transpor­ con la ventaja proporcionada por la altura a la hora de utilizar cual­
tar, por lo que se utilizaban con frecuencia en los ataques por sorpre­ quiera de sus armas, y esa misma altura le permitía lanzar rocas o
sa; sin embargo, en otras circunstancias eran muy peligrosas, porque aceite hirviendo a los atacantes, dejar caer un enorme acolchado para
los escaladores no podían protegerse mientras trepaban y los defen­ proteger una extensión de muro que estuviera siendo bombardeada con
sores podían empujarlas con largas lanzas y despeñar a los atacantes. piedras o golpeada con un ariete, o lanzar grandes horquillas de
Cuando no había posibilidad de sorpresa, la mejor arma era la torre madera que atrapaban la cabeza del ariete. Finalmente, los defenso­
de asedio. Era una torre de madera, más alta que el muro que debía res podían elegir cuándo atacar a sus sitiadores. Una parte de la guar­
ser atacado, con ruedas para poder empujarla hasta la muralla. Una nición podía realizar una incursión nocturna, saliendo por una peque­
vez allí, el puente levadizo que llevaba se apoyaba en el muro y los ña puerta llamada poterna; con suerte, podían pillar a los sitiadores
atacantes saltaban hasta las almenas y se batían con los defensores. por sorpresa, prender fuego a las máquinas, matar a los artilleros y
Otras veces, los sitiadores construían una torre de asedio fija - o inclu­ regresar aprovechando la confusión en el campo.
so un «castillo de asedio»- a cierta distancia de la muralla, con la No es difícil comprender por qué los asedios podían durar tanto
altura suficiente para que los arqueros barrieran las almenas y las tiempo y por qué los soldados estaban poco dispuestos κ líos. El jefe
dejaran libres de defensores para poder así utilizar las escalas portá­ de los atacantes necesitaba muchos más soldados que lo-, que necesi­
tiles. taba el señor sitiado para defender el castillo; adei¡ impedir que
Una vez alcanzado el muro del castillo por una torre de asedio, los esos soldados abandonaran el asedio vencidos por el tedio suponía un
atacantes tenían muchas posibilidades de aplastar a los defensores en grave problema, ya que el sitio era más aburrido que incómodo o peli­
ese punto y conquistar esa parte de las defensas. Sin embargo, era fre­ groso. Si llegaba a la conclusión de que no podía entrar por la fuerza,
cuente que la torre de asedio no pudiera llegar demasiado lejos. Era el atacante podía intern.ir rendir a la guarnición por hambre, pero en
preciso que el terreno sobre el cual debía ser arrastrada fuera llano y ese caso tenía que llevar a cabo la difícil tarea de obtener suficientes
estuviera libre de obstáculos. Cuando los defensores veían a los sitia­ abastecimientos para sus propios hombres mientras esperaban, más
dores allanando zanjas y nivelando pequeñas elevaciones, sabían lo aburridos que nunca. Cuanto más tiempo pasaba, más aumentaba el
que se avecinaba. Las torres de asedio, con su volumen y su lentitud, riesgo de tener que levantar el asedio a causa del descontento y el
eran un blanco fácil para cualquier arquero o máquina de guerra den­ hambre de sus propios hombres, o por la llegada de un ejército que
tro de su campo de tiro. Se podía disparar contra sus travesaños, acudiese en ayuda de los sitiados.
destruyéndolos o haciendo que se tambalearan, y también podía pren­ Si el asedio finalizaba con el castillo tomado al asalto, era proba­
dérseles fuego a pesar de su protección de pieles húmedas. Parece que ble que la guarnición fuera masacrada. Los atacantes, que habían
estos defectos fueron los que causaron que, a partir del siglo x i i , las soportado duras penalidades durante semanas o meses, y graves pér­
torres de asedio dejaran de usarse, y los atacantes confiaran más en el didas luchando contra los defensores, no se lo perdonarían. Todos los
poder de las piezas de artillería. soldados lo sabían.
Los defensores solían tener muchas ventajas sobre sus atacantes, Ninguno de los bandos deseaba terminar asesinado, si podía evi­
dependiendo, por supuesto, de lo hábilmente que hubiera sido conce­ tarlo, y los sitiadores preferían capturar un castillo en condiciones
bido el castillo y de la solidez de su construcción. Mientras los sitia­ razonables. Por eso era corriente que los defensores, si tenían pocas
dores intentaban protegerse tras parapetos de madera, los defensores esperanzas de recibir ayuda, acordaran la rendición después de pactar
contaban con almenas de piedra y, desde el siglo x i i , con aspilleras con el enemigo una tregua de una semana durante la cual esperarían
muy bien diseñadas que proporcionaban una excelente protección. ser auxiliados, mientras ambos bandos cesaban la lucha. Lo cierto es
Además de las máquinas y los arcos normales, podían utilizar pode­ que, terminase como terminase, un asedio costaba tiempo al atacan­
rosas ballestas. Lentas de cargar pero muy precisas, lanzaban dardos te; cuanto más poderoso fuera el castillo, más tiempo tardaría en ren­
cortos y pesados capaces de atravesar armaduras con una fuerza terri­ dirse y más probabilidades habría de que no tuviera que hacerlo.

14
Última etapa del asedio del castillo de Rochester, en noviembre de 1215. de la torre. El rey, furioso, ordenó acabar con todos ellos, pero sus
Desde principios de octubre, el ejército del rey Juan, acampado consejeros le convencieron de que les permitiera rendirse sin represalias.
cómodamente en el pueblo, había estrechado el cerco, había cortado el Algunos detalles de la escena son imaginarios, pero otros están bien
puente para impedir la llegada de auxilio, había apostado cinco grandes documentados. No hay duda, p o r ejemplo, de la destrucción de la torre
máquinas, había irrumpido dentro del recinto y había minado y derribado del homenaje, que fue reparada diez años después, y el nuevo torreón
una de las esquinas de la torre de homenaje. Incluso entonces, de esquina se construyó en otro estilo más moderno, redondo.
los barones rebeldes resistieron tras el muro que dividía el interior La torre de homenaje todavía permanece en pie.

15
4. Perfeccionar las defensas Reyes y señores pronto se dieron cuenta de que el castillo de torre
y muralla estaba lejos de ser perfecto. Desde mediados del siglo x i i ,
tanto ellos como sus constructores se dedicaron a intentar m ejorar los
castillos ya existentes de este tipo o a experimentar nuevos diseños.

La lección de las Cruzadas


Conquistar terreno
Los historiadores tienden a creer que la mayoría de las ideas para
En la Edad Media, los guerreros y gobernantes - y ningún gober­ mejorar los castillos las trajeron los cruzados que volvían de Tierra
nante llegaba muy lejos si no era un buen caudillo guerrero- cono­ Santa, donde habían aprendido de las fortificaciones bizantinas y
cían muy bien las ventajas que ofrecían los castillos. Una fuerza re­ musulmanas cómo diseñar castillos de manera más científica. Es cier­
lativamente pequeña dentro de un recio castillo podía detener a un to que los cruzados hicieron construir magníficos castillos. Los necesi­
ejército muy superior a ella durante semanas o incluso meses, y no taban, especialmente en la última época de la ocupación de Palestina,
era prudente adentrarse en territorio enemigo dejando intacto un cas­ cuando lo habitual era que un pequeño número de guerreros tuviera
tillo importante cuya guarnición podía ser una amenaza en la reta­ que enfrentarse a un gran número de musulmanes. Al principio, el
guardia. No es, pues, sorprendente que las campañas se resolvieran a número de cruzados no era tan pequeño, y sus castillos eran simples
veces en torno a algunos castillos, y que los asedios fuesen más torreones amurallados, pero los últimos castillos incorporaron tantas
comunes que las batallas en campo abierto. mejoras, tanto en los detalles como en el diseño general, que puede
Hemos visto cómo los normandos usaban castillos para defender decirse que a finales del siglo x i i eran los más poderosos del mundo.
las tierras conquistadas (página 7), y veremos cómo Eduardo I de Veremos que la mayoría de los ingenios descritos en este capítulo
Inglaterra usaba castillos en Gales con el mismo objeto (página 34). y en el siguiente fueron utilizados en el M editerráneo Oriental antes
Si estaban bien situadas y dirigidas por jefes de confianza, estas edi­ de aparecer en Europa. Pero no existen pruebas definitivas de que se
ficaciones podían ser una efectiva protección para impedir la invasión haya dado un solo caso copiado directamente; los constructores euro­
de un país. Ricardo Corazón de León construyó un soberbio castillo, peos podían haber inventado las mejoras y haberlas adaptado a las
Château Gaillard (página 32), para evitar cualquier invasión de necesidades de cualquiera de los castillos que estuvieran construyen­
Norm andía por los francos. Sin embargo, en 1204, sólo seis años des­ do. Todos los emplazamientos tenían sus ventajas y sus inconvenien­
pués de que Ricardo lo terminara, Château Gaillard fue tomado por el tes y, aun cuando el arquitecto tuviera en mente las ideas utilizadas en
rey Felipe Augusto de Francia después de una larga y valerosa defen­ los castillos de la última cruzada, debía decidir si era posible poner­
sa. El nuevo rey de Inglaterra, luán, había fracasado en su intento de las en práctica y cómo podían encajar en su proyecto.
detener al ejército del rey Felipe, y hasta la mejor de las fortalezas Un nuevo concepto que indudablem ente fue im portado por los
puede caer si se permite a un enemigo poderoso y obcecado atacarla cruzados fue el del castillo-m onasterio. Estaba copiado de los ribat,
durante el tiempo suficiente. Sin embargo, en 1216, el castillo de un tipo de fortaleza construida por los musulmanes en sus fronteras
Dover fue defendido para el rey Juan por su condestable, Hubert de para luchar contra los no creyentes; su guarnición estaba com pues­
Burgh, contra un ejército invasor francés; los defensores se negaron ta por devotos creyentes voluntarios que luchaban sin descanso
a rendirse incluso después de la muerte de Juan, y al final los france­ contra los enem igos del Islam m ientras se ganaban el favor de
ses tuvieron que retirarse. Dios, así como un considerable botín. En el lado cristiano, los
Una vez demostrada su importancia, los reyes tuvieron gran cuida­ Caballeros Templarios y los Hospitalarios construyeron sus m ejo­
do de los principales castillos de sus reinos, especialmente en las res castillos en Tierra Santa, y desde allí la idea se extendió hacia
zonas donde era más probable una invasión. Los castillos más impor­ otras fronteras de la Europa cristiana, donde luchaban otras órde­
tantes los reservaban para ellos mismos, por medio de sus condesta­ nes militares y religiosas: en Castilla, donde los Caballeros de
bles, o los entregaban a unos pocos señores de su confianza. En la Alcántara, Calatrava y Santiago se batían contra los moros; y en
frontera con Escocia, por ejemplo, el obispo de Durham tenía grandes Prusia, donde los Caballeros Teutónicos conquistaban, convertían y
poderes y privilegios, pero necesitaba la ayuda del rey para detener sometían a las tribus paganas. Sin embargo, estos em plazam ientos
una posible invasión escocesa; además, como hombre de la Iglesia, no estaban construidos según las características propias de cada terre­
podía tener familiares que heredaran su puesto, y cuando un obispo no, sin puntos en común. Además, los castillos eran algunas veces
moría, el rey tenía un voto decisivo en la elección del nuevo. diseñados tanto para albergar monasterios o edificios de gobierno

16
como para servir de fortalezas. No incorporaban más novedades zadas desde la torre podían rebotar en el talud hacia ellos, rompién­
que los castillos que los reyes o grandes señores hacían construir en dose muchas veces en fragmentos afilados. El talud era, pues, un
otras partes de Europa. excelente mecanismo usado a menudo, y no existía razón alguna por
la que una buena idea debiera utilizarse exclusivamente en la torre del
homenaje. Una variante del talud era un enorme espolón construido
Torres más sólidas en la parte exterior de una torre en la dirección por la que era más pro­
bable que viniese el ataque; algunos espolones franceses eran tan
Existen dos principales formas de defensa, la defensa pasiva y la grandes como las tones que reforzaban.
defensa activa. La defensa pasiva consiste en resistir los golpes tra­ Las torres del hom enaje cuadradas tenían un defecto que, sin
tando de sufrir el menor daño posible. La defensa activa consiste en embargo, no quería decir que no fueran resistentes: los ángulos rec­
acosar al atacante para que sus golpes sean más débiles. Los cons­ tos de sus esquinas. Cuanto más agudo era el ángulo de una torre,
tructores de castillos tenían en cuenta ambos principios, y nos cen­ más vulnerable era al minado y más fácil era arrancar sus piedras.
traremos primero en el camino que eligieron para asegurar la defen­
sa pasiva de los castillos.
Obviamente, el lugar· más importante a la hora de defender un casti­
llo era su punto más fuerte, la torre de homenaje, cuyos muros podían
ser reforzados mediante contrafuertes lisos o apilastrados. Esto con­
tribuía a hacer los muros más sólidos, pero como soporte - la función
principal de los contrafuertes- tenía poco valor. Un buen contrafuer­
te debe apoyarse con fuerza contra el muro, y para lograrlo debe
sobresalir bastante; sin embargo, aunque los constructores lo hubie­
ran comprendido, no quem an proporcionar al enemigo una protec­
ción semejante, que podía ser utilizada para golpear desde ella impu­
nemente o aprovechada como parapeto durante un asalto.
Conseguir una base más gruesa resultaba mucho más efectivo, así
que por el exterior se diseminaban piedras para formar una masa de
escombros que hiciese inútil cualquier intento de atacar atravesándo­
la. Esto es lo que se conoce como talud. Una ventaja añadida era que
si un grupo numeroso de atacantes quedaba cercado, las piedras lan­

Castillos cruzados en territorios muy


diferentes. Margat (arriba) fue la base de
los Caballeros Hospitalarios en Tierra
Santa. A pesar de estaren terreno
montañoso, de su tamaño, de su doble
anillo de murallas y de su gran torre del
homenaje de planta semicircular situada
en el extremo escarpado, se rindió a los
musulmanes en 1285. Marienburg
(izquierda) fue el cuartel general de los
Caballeros Teutónicos de la Prusia
Occidental. Sus castillos solían ser de
-ϊ-Λ|
ladrillo (existía poca piedra de calidad
en la zona) y estaban dispuestos en
grandes bloques alrededor de una
plaza; eran en parte monasterios y en
parte dependencias de gobierno.
Marienburg fue destruido en la Segunda
Guerra Mundial.
17
Dos de las torres de Enrique il. Después del desorden del reinado de Esteban,
Enrique hizo destruir muchos castillos construidos sin permiso p o r los barones y
construyó o reforzó muchos castillos reales en lugares clave. Newcastle upon
Tyne (izquierda) muestra el desarrollo final de la torre de planta cuadrada:
poderosos muros con pilastras que servían de contrafuertes, torreones en las ^
esquinas y un fuerte talud. La entrada está en la segunda planta, más alta de lo
habitual, y se encuentra defendida p o r dos torreones en lugar de p o r una
fortificación exterior. Las almenas que se observan en este grabado del siglo xix
eran restauraciones recientes, casi con certeza erróneas. Fue construido p o r
Mauricio el Ingeniero alrededor de 1170; él mismo construyó más tarde la torre
del homenaje de otro castillo estratégico, Dover. Orford (derecha) fue construido
a finales de los años sesenta del siglo xii para vigilar las costas de Suffolk y a
algunos barones de dudosa confianza. Tenía, como podemos ver en este
grabado del siglo xvm, un diseño más experimental. Circular en el interior y muy
anguloso en el exterior, con tres altos torreones, tenía una fortificación exterior
normal, entrada en el prim er piso y un gran talud. Segunda planta Primera planta

18
mente redondas eran las que mejores resultados daban. Se construyó
un gran número de torres redondas, en distintos países y para diver­
sos propósitos, y desde finales del siglo x i i fueron muy populares en
los castillos franceses y británicos.
A pesar de esto, en Gran Bretaña existe un número relativamente
pequeño de torres del homenaje redondas. ¿Por qué? Una de las razo­
nes es que ya existía un gran número de tones cuadradas, y resultaba
muy caro derribarlas para reemplazarlas por otras redondas. Además,
un cilindro era menos adecuado para ser habitado y menos económi­
co que una construcción rectangular; podía tener menos habitaciones
que una torre cuadrada ocupando un espacio similar y en muros de
espesor parecido. Eran también más difíciles de construir, con pie-

En La Roche Guyon, construida también a finales del siglo χιι,


la torre del homenaje es circular, rodeada p o r un muro de protección
cerrado o camisa, el cual estaba también parcialmente encerrado
po r una muralla más baja. Todos tenían espolones de cara
a la dirección esperada de ataque. Las construcciones residenciales
se encontraban abajo, cerca del Sena.

La única solución consistía en construir torres sin ángulos agudos.


Una to n e octogonal tenía esquinas poco agudas. Una torre redonda
no tenía ninguna esquina, y las piedras, a menos que la máquina las
lanzara con gran exactitud, generalmente se desviaban al chocar con­ La torre de Coucy, en el nordeste de Francia.
Esta sección dibujada en el siglo xix nos la muestra tal como
tra su superficie. Existieron muchos experimentos de torres del
probablemente se construyó, entre 1230 y 1240. Destacan las bóvedas
homenaje construidas con cada una de estas plantas. Orford y
de piedra con tragaluces en el centro, así como el hogar, las chimeneas
Conisbrough las combinaban con grandes torreones y contrafuertes,
y el cadalso fijo con tejado de tejas. También tenía su propio foso.
lo cual fortalecía el conjunto, pero facilitaba a los zapadores un Era probablemente la torre redonda más espléndida jamás construida,
mayor número de ángulos que atacar. En Francia existía una gran tres veces mayor que la más grande de Gran Bretaña
variedad de torres del homenaje construidas con diferentes plantas (Pembroke, página 26).
redondeadas, pero la experiencia demostraba que las torres perfecta­ Fue destruida durante la Primera Guerra Mundial.

19
dras curvadas cuidadosamente esculpidas. A sí que fue principal­ A B c
mente en Gales, donde los señores anglonormandos construían cas­
tillos que necesitaban de todos los adelantos para aplacar la furia del
pueblo al que habían invadido, donde se construyeron numerosas
torres cilindricas.
Alm enas: El ancho espacio existente entre las almenas daba libertad
para usar las armas con seguridad (A), pero al evolucionar la arquería
tendió a hacerse más estrecho (B); en casos extremos se convirtió en
Acosar a los atacantes una simple hendidura, mientras en
los merlones se situaban aspilleras
La defensa pasiva por sí misma no era suficiente. Sin gente para (C). Estos huecos podían tener
defenderlo, el castillo más invulnerable estaba perdido, y los cons­ protecciones de madera articuladas
tructores se esforzaban para hacer la defensa activa más fácil y segu­ sobre barras de hierro (véase a. la
ra. Hemos visto en el capítulo anterior cómo era posible combatir a derecha). Los tejadillos sobre los
los sitiadores desde posiciones de defensa; ahora veremos cuáles eran merlones impedían la erosión del
exactamente esas posiciones. muro p o r la lluvia: también permitían
Disparar con arco y flecha a alguien que está justo debajo es prác­ desviar las flechas.
ticamente imposible. Un arquero, por tanto, no podía herir a los sitia­
dores que estuvieran atacando la torre o el muro sobre el cual se
encontraba él. Pero si el arquero estuviese en una torre que sobresa­
liera del muro, podría dominar el frente y disparar contra quienes lo
atacasen. Esto hacía que apuntar fuese más fácil y seguro y, ya que el
enemigo formaba probablemente una gran masa que cubría el muro,
una flecha que no alcanzara al hombre contra el que iba dirigida podía
herir a otro. Disparar directamente contra las líneas enemigas desde
una posición defensiva es lo que se conoce como enfilar. No es una
idea nueva, pero, como los arcos y las flechas mejoraban constante­
mente, se comprendió que resultaba más beneficioso diseñar castillos
desde los cuales se pudiera hacer un mejor uso de estas armas.
Norm alm ente no había ningún problem a para construir torreo­
nes que sobresalieran de los muros, aunque el defensor debía ase­
Cadalsos: Galerías cubiertas construidas fuera de las almenas que
gurarse de que todos los lados donde el muro formaba una curva o ofrecían una mejor posición de tiro y una mayor protección, pero eran
un ángulo estuvieran cubiertos. Se hizo habitual situar una torre en de madera y resultaban caras de instalar. Muchos castillos tienen agujeros
una esquina, para que los arqueros pudieran dom inar los dos lados cuadrados bajo sus almenas para albergar las vigas que soportaban
del ángulo. La defensa adicional que proporcionaban las torres los cadalsos, aunque es posible que esos agujeros no llegaran a utilizarse.
llevó a los constructores a poner más énfasis en la m uralla, con
mejoras que analizarem os en el siguiente apartado de este ca­
pítulo.
Buscar posiciones desde las que enfilar o cubrir los flancos en
una torre del homenaje era menos sencillo. Muchas ya tenían torreo­
nes que sobresalían en las esquinas, pero generalmente no lo hacían
lo suficiente, pues habían sido concebidos sólo para defender las
esquinas del edificio y para albergar escaleras de caracol. La mejor
solución era construir torreones que no partieran desde el suelo,
sino que apoyaran en la parte alta del muro de la torre. Este tipo de
torretas de esquina se generalizó sobre todo en España, Irlanda y M atacanes: Construidos como parte del propio muro, estas almenas
Escocia, países donde las torres del homenaje cuadradas y, más tarde, proyectadas hacia fuera eran las mejores. Su uso se fue incrementando
las casas-torre se construyeron durante toda la Edad Media. en la Baja Edad Media.

20
A pesar de la importancia de las flechas, también era interesante El área de «puntos muertos», que dependía de la forma
poder lanzar piedras y líquido hirviendo sobre los atacantes. Las de las torres, no podía ser cubierta p o r los arqueros apostados
almenas, especialmente las más avanzadas, proporcionaban una en la muralla.
excelente protección a los arqueros, pero el defensor debía inclinar­
se hacia fuera si quería lanzar una piedra, y ningún merlán (el poste
de la almena) le defendería entonces de las flechas de los sitiadores;
además, los espacios entre almenas más modernos, diseñados única­
mente para disparar, apenas dejaban sitio suficiente para inclinarse y
lanzar objetos. El problem a se resolvía con la construcción de sóli­
das galerías de m adera situadas fuera de las almenas, por las que los
defensores podían m overse sin ser vistos y lanzar su carga a través
de trampillas en el suelo. Estas galerías se llamaban cadalsos. En los
castillos del continente muy pocas eran permanentes, y apenas ha dalsos; en unos pocos casos son largas piedras las que sobresalen del
sobrevivido ninguna. En Gran Bretaña es frecuente ver, justo bajo muro.
las almenas de los castillos, una serie de profundos agujeros cuadra­ Los cadalsos estaban muy extendidos, pero tenían los inconve­
dos hechos para alojar las vigas sobre las que se construían los ca- nientes de la madera; las rocas y las flechas podían destruirlos o
incendiarlos, Así, como alternativa más sólida, se construían las
almenas separadas de los muros, dejando huecos en la base a través
de los cuales los defensores podían arrojar lo que quisieran. Este
mecanismo se llamaba matacán. Como en el caso de las torres flan­
Aspilleras
queantes, era conocido desde la época de los romanos, pero fue
debían ser amplias en con un amplio durante la Edad Media cuando se extendieron, especialmente en luga­
estrechas el interior ángulo para res muy expuestos a los ataques. Los matacanes podían situarse sobre
en el exterior disparar la entrada para poder lanzar agua en caso de que el enemigo intenta­
ra incendiar la puerta.

En Warkworth, la torre de Grey M are’s


Tail tenía aspilleras de más de 5 metros
de largo que abarcaban varios pisos
(obsérvese también la forma, el talud y
los agujeros para apoyar las vigas de los
cadalsos).

Podían introducirse muchas variaciones:


En Caernaivon muchas aspilleras se diseñaron para ser utilizadas
la forma de cola de pez po r tres arqueros al mismo tiempo; en otros lugares, un solo
permitían disparar mejor arquero tenía tres aspilleras.
hacia abajo; las cruces y
los círculos daban más luz
y ofrecían una mejor
visión.

21
Murallas más solidas
Las mejoras que hemos analizado en relación con las torres del
homenaje podían, por supuesto, aplicarse a otras partes del castillo
y, en algunos casos, con mejores resultados. Al aplicar la idea del
enfilado (página 20) a la muralla, los constructores vieron la posibi­
lidad de conseguir una defensa tan fuerte del recinto, que los defen­
sores rara vez se verían obligados a retroceder hacia la torre del
homenaje.
La distancia entre las torres de la muralla era la del alcance de un
arco, para así poder defenderse unas a otras. Cada una de ellas podía
construirse con poder suficiente como para resistir independiente­
mente en el caso de que otras torres o partes de la muralla fueran
tomadas por el enemigo. De ese modo un atacante podía encontrarse
con que una victoria en un lugar no significaba obtener la totalidad
del castillo. La puerta por la que se accedía a la torre desde el adarve
era siempre estrecha y estaba fuertemente pertrechada; a veces ni
siquiera existía puerta a ese nivel, sino que se accedía desde el inte­ En Flint (plano en la página 34) la torre del homenaje circular actúa como
rior del recinto. Una torre podía ser de la clase que mejor conviniera torre de esquina respecto al recinto interior y domina el débil exterior,
al esquema defensivo de cada castillo en particular. Era bastante pero es también una fortaleza independiente con su propio foso.
común que el lado que se enfrentaba al atacante fuera redondo o muy La idea pudo ser copiada de Coucy (p. 19), de las torres albarranas
anguloso, mientras que el lado que daba al patio era plano. En algu­ españolas o incluso de las antiguas motas, que normalmente se
nos casos, una torre de muralla especialmente importante podía ser de levantaban fuera de sus recintos fortificados.
hecho una segunda torre del homenaje.
Los que llevaron más lejos la idea de construir tones indepen­
dientes del muro fueron algunos constructores de castillos españoles.
Situaban las torres fuera de los muros, conectándolas con las almenas
sólo mediante un puente colgante. Este tipo de torres se llamaban
torres albarranas, y sus arqueros podían disparar no sólo desde los
flancos, sino también por detrás. Un esquema atrevido. Estas torres
podían dar la sensación de estar en una posición peligrosamente ais­
lada. En realidad estaban mucho menos expuestas de lo que aparen­
taban, pero aun así la idea no cuajó entre los constructores de casti­
llos de otros países. En Francia y Gran Bretaña los raros ejemplos de
torres construidas fuera de la muralla eran torres muy grandes y pode­
rosas; de hecho, eran auténticas torres del homenaje, como las de
Coucy y Flint.
Una idea aún más atrevida consistía en obviar el uso de las torres
como puntos fuertes independientes y tratarlas como meras partes de
una línea continua de defensa que debe mantenerse intacta. La des­
ventaja de las torres de muralla era que, si los atacantes conseguían
hacerse con ellas, podían utilizarlas contra la guarnición del castillo.
Framlingham, Suffolk, comenzado antes de 1200, confía completamente
Por esa razón, algunos constructores usaban medias torres. Por el en su muralla; las torres están abiertas en la parte de atrás para no
lado exterior eran como torres normales, pero no tenían muro interior. ofrecer protección al enemigo en caso de que éste tome una de ellas.
Así, si los atacantes las tomaban se encontraban sin ninguna protec­ Pero este esquema depende de una torre del homenaje interior desde la
ción. Muy probablemente ni siquiera encontrarían un sitio donde per­ que se pudiera atacar. No se sabe po r qué no fue construida, ni
manecer, ya que los pisos de la torre no eran sino plataformas móvi- tampoco si se planeó.

22
les que los defensores del castillo habrían tenido tiempo de echar
abajo. Framlingham, comenzado alrededor de 1180, probablemente
por Roger Bigod, conde de Norfolk, parece tener plena confianza en
su muralla, ya que no existe ningún punto fuerte hacia el que los
non 0 Los defensores, en la torre,
podían disparar con facilidad
defensores pudieran retirarse si fuera penetrada. Un audaz experi­
mento, sin duda, pero la mayoría de los constructores de castillos no
quisieron arriesgarse.
i s a T o riflj contra quien atacase la puerta,
pero los atacantes sólo tenían
un obstáculo que franquear.

Defender la puerta

«Ninguna fortaleza es más fuerte que su punto más débil», y la X


puerta, el hueco que los constructores se veían obligados a dejar en
la muralla, es ese punto. Esto era obvio, y desde los primeros casti­
Los atacantes tenían que
llos los constructores intentaron asegurarse de que atacar la puerta
atravesar un corredor con una
fuera tan difícil y peligroso como atacar cualquier otro punto del
puerta en cada extremo,
muro.
pero los defensores tenían
La entrada a la tone del homenaje podía dificultarse mediante dificultades para cubrir la zona
escaleras y pretiles almenados (página 11), pero la entrada de la inmediatamente anterior
muralla debía ser amplia, ya que por ella debían entrar canos y caba­ a la puerta.
llos. ¿Cómo podía hacerse segura? Alguno de los primeros castillos
se limitaba a confiar en que la puerta fuera resistente y estuviese bien
atrancada, pero muchas veces la flanqueaban también con una torre * **ntΊ? I
situada a la izquierda (desde el punto de vista de los defensores)
desde la cual podían disparar a sus atacantes por la derecha, donde no ífi Ί 8a \ V ‘
les protegían sus escudos. f 1 i a i "Vi VrVí'
U na idea alternativa consistía en hacer pasar la entrada a través
de una torre, obligando a atravesar un paso que podía cerrarse por i T ---------
ambos extremos, bloquearse y ser defendido desde arriba y desde !H
ambos lados. Era una buena solución para la entrada de la muralla,
pero no todo el mundo la utilizó. El castillo de Bramer, en Sussex
(diagrama de la página 8), es un ejemplo interesante de lo que ocu­
rría en uno de los primeros castillos. Hacia el año 1100, el propie­
tario reemplazó la em palizada de madera que rodeaba el recinto por
una muralla. Se abandonó la mota, y la muralla tenía una única
torre, por la que atravesaba el corredor de entrada. Sin embargo,
debieron pensar que no era suficiente tener una torre atravesada
como aquélla sin disponer de una to n e del homenaje. Pocos años
después, la torre fue am pliada y convertida en torre del homenaje,
y se construyó una nueva puerta en la muralla. Algo sim ilar ocurrió
en otros de los primeros castillos, como Richmond, en Yorkshire, y
Ludlow, en Shropshire.
La mejor solución - s i los propietarios podían perm itírsela- con­
La entrada fortificada combina las ventajas y acaba con las desventajas
sistía en combinar ambas ideas en una entrada fortificada completa. de los diseños anteriores. El paso o corredor es más largo, se pueden
La entrada se encontraba entre dos torres y, una vez cruzada, había poner más obstáculos en su interior -puertas, rastrillos, aspilleras en
que atravesar por un corredor un edificio que las unía. Las primeras los muros y buheras en el techo- y se puede construir además un
entradas fortificadas de este tipo aparecieron a mediados del siglo x i i , puente levadizo.

23
y desde entonces fueron uno de los puntos más fuertes de cualquier
gran castillo.
Una entrada fortificada no era sólo una fuerte construcción, sino
que contaba con una serie de ingeniosos m ecanismos para detener a
los sitiadores que intentaran atravesarla. En el exterior del corredor
existían aspilleras para evitar cualquier aproximación, y sobre la
entrada había matacanes; de hecho, los primeros matacanes se situa­
ron encima de las puertas. Si los atacantes lograban acceder al
corredor, se encontraban con una lluvia de piedras, flechas, aceite
hirviendo y otros proyectiles lanzados desde las buheras del techo
y desde las aspilleras de los muros laterales; y todo esto en plena
confusión y sin form a de cubrirse, mientras intentaban forzar la
siguiente puerta o rastrillo. En ocasiones el corredor form aba una
curva cerrada; esto no sólo contribuía a la confusión de los atacan­
tes, incapaces de ver claram ente el final del mismo, sino que les pri­
vaba del espacio suficiente para lanzar un ariete contra la última
barrera.
Las puertas en sí estaban hechas de gruesa madera, muy bien
El más simple de los puentes, que se eleva para cerrar la entrada, no se reforzadas con hierro, se abrían hacia el interior mediante grandes
muestra aquí; hay que recordar que su uso estaba muy extendido, bisagras de hierro y se cerraban con sólidas trancas de madera que
especialmente en pequeñas puertas y poternas. El movimiento atravesaban anillas también de hierro. A veces existía una pequeña
de estos puentes podía estar regulado de tal manera que tanto la puerta en el portón, para no tener que abrirlo en caso de que solamente
posición abierta como la cerrada fueran naturales. En estos diagramas,
las puertas permanecerían cerradas, si no se utilizaba una fuerte tranca
para mantenerlos abiertos; los agujeros donde se alojaban estas
trancas todavía se conservan. Las cadenas del cabrestante podían estar
guiadas por poleas para que se movieran en la dirección adecuada.

Entrada del castillo bretón de


Montmuran, del siglo xiv.
El puente principal tenía dos
travesaños y sus
correspondientes huecos, la
pasarela de la derecha uno.
Como p o r debajo del nivel del
suelo no quedaba ninguna pieza
del puente levadizo, resultaba
muy útil, si había un foso lleno de
agua. Hay que destacar el
desarrollo alcanzado por los
matacanes que rodean la parte
alta de la entrada fortificada.

24
tuviera que entrai' gente a pie. Muy pocos portones medievales han inferior del puente cuando estaba cerrado, era especialmente efectivo.
sobrevivido, pero el visitante todavía puede contemplar los restos de Si el foso era muy amplio, podía existir entre el castillo y la otra ori­
las bisagras, descubrir el profundo agujero en la piedra donde se apo­ lla un pilar que unía ésta con otro puente levadizo que se añadía al
yaba la tranca cuando no se utilizaba, e identificar el marco de piedra existente entre la puerta y el pilar.
contra el que la puerta cerraba herméticamente, para impedir que los Aunque las entradas fortificadas constituían una defensa formida­
atacantes pudieran introducir una palanca. Como protección adicio­ ble, algunos señores de castillos quisieron hacerlas aún más seguras,
nal, algunas veces existía tras la puerta una resistente reja de hierro, estudiando la manera de evitar que el enemigo llegara hasta la puer­
sobre todo en los castillos de Escocia e Irlanda. ta. Para ello diseñaron una construcción exterior conocida como bar­
A principios del siglo x i i llegó a Gran Bretaña un nuevo tipo de bacana-, ya durante el reinado de Guillermo I se construyó una fren­
portón, el rastrillo. Era una pesada reja de madera reforzada con hie­ te a la torre del homenaje de Exeter, que hacía las veces de entrada.
rro que podía subir y bajar en lugar de girar sobre unos goznes. La Como muestra el dibujo del castillo de Conisbrough (página 26), la
guarnición podía subirlo y bajarlo desde el habitáculo situado sobre barbacana es un muro que rodea la muralla principal y la puerta. En
el corredor, donde se alojaba el rastrillo cuando no se utilizaba. su interior, la entrada de la barbacana tenía sus propias defensas, y a
Quedan muy pocos rastrillos originales, pero es fácil detectar dónde lo largo de los años éstas se fueron perfeccionando mediante torreo­
ha existido uno. El hueco del techo por el que descendía puede haber nes, rastrillos y puentes levadizos, hasta tal punto que algunas llega­
sido cegado, pero normalmente han sobrevivido los surcos laterales ron a constituir auténticas entradas fortificadas exteriores.
por los que se deslizaba para bajar. Como podemos observar en algunos ejemplos como Exeter y
Si el castillo estaba rodeado por un foso o un dique seco, normal­ Bramber, la combinación de la torre más fuerte del castillo, la to n e
mente existía delante de la puerta un puente levadizo que, al izarse, del homenaje, con la defensa de la entrada fue una idea utilizada tem­
constituía un obstáculo más. Como nos muestran los esquemas, había pranamente por los constructores. Cuanto más poderosas se volvían
formas muy diferentes de construir puentes levadizos, o giratorios, las defensas de la entrada, más se revitalizaba esta idea. Pero esto
término más adecuado para algunos de ellos. El tipo consistente en sólo fue una parte del amplio desaiTollo que se produjo en la planifi­
dejar un profundo hueco interior, dentro del cual se alojaba la parte cación de los castillos durante el siglo xm.

Aunque la puerta y los rastrillos


no suelen sobrevivir, aún es
posible señalar dónde
estuvieron colocados dentro
del corredor gracias a los restos
de bisagras (H), los huecos para
las trancas (D) o los carriles
para los rastrillos (P). Éstos a veces
terminaban muy p o r encima
del suelo, para impedir que
las puntas se rompieran contra
el suelo. Los rastrillos eran
generalmente de madera
reforzada con hierro, pero
en Escocia eran muy comunes
las puertas enrejadas construidas
completamente de hierro
mediante barras cruzadas.
Esta reja, de la que vemos sólo
la mitad, se encuentra en
en el castillo de Doune (página 30).

25
Desarrollo de los castillos de torre del homenaje y recinto amurallado en Gran Bretaña

Conisbrough, en Yorkshire, fue


reconstruido completamente
entre 1180 y 1190 p o r Hamelin
Piantagenet, hermanastro de Enrique II,
y esta reconstrucción es una
excelente muestra de castillo puesto
al día en esa época. Hay que destacar
la barbacana, las torres semicirculares
de la muralla, cuidadosamente
situadas para dar protección donde
es necesario, y la torre del homenaje,
situada en la muralla tanto para
defender la primera línea de defensa
como para servir de último punto
de resistencia. Comparada
con la de Orford (página 18), esta
torre es completamente circular,
pero está rodeada de seis torreones.

Pembroke, en su estado actual.


Probablemente fue construido
p o r su propietario más famoso,
William Marshal, nacido después
de 1200. Es más grande que
Conisbrough y su entrada fortificada
se hace más compleja p o r el muro
añadido que dobla su espesor;
la barbacana está muy deteriorada.
Las torres de la muralla son
anchas y circulares.
Se pueden ver los cimientos de un
muro que atravesaba el patio.
La torre del homenaje, la más grande
de planta circular de Gran Bretaña,
está situada para defender este
muro y dominar el recinto, y tiene
una cúpula de piedra, desde la cual
podían disparar simultáneamente
dos filas de arqueros.

26
Warkworth, en Northumberland, sufrió
muchas reformas p o r parte de sus
diferentes señores. Tiene todavía el
diseño de un castillo de mota
y recinto fortificado, pero los muros
de piedra que reemplazaron
la empalizada parece que no incluyen
todo el recinto original. La muralla
existente fue construida
o reconstruida hacia las fechas
señaladas en la fotografía. La torre
del homenaje, más alta de lo habitual,
probablemente es única, y combina
fortaleza con lujo y magnificencia.
En el tiempo en que fue construida,
el famoso Harry Hotspur debió alojarse
a menudo en el castillo.

Helmsley, en Yorkshire, no se asocia


con ningún nombre famoso,
y su construcción nos recuerda que
los constructores de castillos no eran
ardientes seguidores de las modas,
sino que adaptaban sus ideas
a las circunstancias. La obra de tierra,
que data probablemente del 1100,
no sugiere un diseño del tipo de mota
y recinto fortificado. La torre
del homenaje, construida alrededor
de 1200, está sobrepuesta a la muralla,
cuadrada en el lado del patio
y redonda en el que se enfrenta
al atacante. La gran barbacana,
probablemente c. 1250, protege
la totalidad del castillo y forma parte
del terraplén que, entre dos fosos,
rodea el castillo, con una barbacana
más pequeña en el extremo.

27
Etapas de desarrollo de un castillo: Brougham, Cumbria

3. Hacia 1290 se añadió una torre en la esquina más expuesta de la


muralla, la torre del homenaje se hizo más alta y se construyó una entrada
fortificada interior entre la torre del homenaje y la muralla.
1. Entre 1170 y 1180, en el emplazamiento de una antigua fortificación
romana frente al río Eamont, se construyó una torre del homenaje de
piedra dentro de un recinto protegido por un foso y una empalizada.
La mayoría de los edificios eran de madera.

4. A principios del siglo xiv se añadieron más edificios domésticos junto


con una entrada fortificada exterior contigua a la torre del homenaje.
Pocos años más tarde se hizo más alta y se conectó con la
entrada interior por un corredor.
2. Durante la primera mitad del siglo xm, se construyó un bloque
residencial de piedra al lado de la torre, junto a las defensas exteriores. Alrededor de 1330 el castillo alcanzó su forma definitiva, un recinto
La empalizada fue sustituida por una muralla de piedra, y dentro de ella se compacto, aunque débil, dominado y defendido por un poderoso grupo
construyeron una sala de piedra, una cocina, una capilla y otros, edificios. de edificios formado p o r la torre del homenaje y la entrada.

28
Federico, Stupor Mundi, y sus castillos agrupadas en torno a un patio de armas central, y con una to n e octo­
gonal en cada esquina, desde las cuales los arqueros podían cubrir las
Es evidente que el problema de diseñar los mejores castillos posibles murallas adyacentes y las torres vecinas. La influencia de este tipo de
ocupó a personas de gran inteligencia, y la más destacada de ellas fue, construcciones se dejó notar en otros tenitorios de la cuenca medite­
probablemente, el emperador del Sacro Imperio Federico II, llamado rránea, como muestra la planta circular con tones adosadas del casti­
Stupor M undi, Maravilla del Mundo, quien reinó desde 1212 hasta llo de Bellver en Palma de Mallorca, residencia real construida duran­
1250. Fue un hombre de inagotable curiosidad científica y experi­ te el reinado de Jaime II (1291-1327).
mental; jam ás se sentía satisfecho con explicaciones a medias o con Castillos como éstos nos advierten de que no debemos intentar
relatos no demostrados, y siempre trataba de imaginar algo mejor. hacer una clasificación demasiado rigurosa de tipos y períodos. Las
Cuando se dedicó a diseñar castillos, los resultados que obtuvo fueron clasificaciones que usamos han sido establecidas por los historiado­
distintos a los de cualquier otra fortaleza de su tiempo, aunque cono­ res solamente como ayuda para una más clara comprensión de las dis­
cía la arquitectura militar de Inglaterra, Francia, Alemania, Italia y tintas características y diseños desareollados. Sin duda, los construc­
Tierra Santa. Alemán de nacimiento, pasó la mayor parte de su vida en tores podían estudiar cualquier innovación de la que tuvieran noticia,
Sicilia y el sur de Italia, donde construyó sus famosos castillos. pero no podían copiarlas de libros de texto. Usaban su sentido común
Es interesante destacar que en Termoli, por ejemplo, no decidió y su experiencia, e intentaban a la vez aprovechar las ventajas del
construir una torre circular, sino que, en realidad, se trata de un enor­ teireno sobre el que debían construir y corregir sus puntos débiles.
me talud, una pirámide truncada. Sobre ella se levantaba una torre más Tenían en mente las circunstancias de ese castillo en particular: ¿exis­
pequeña desde la que se dominaba completamente la paite inferior; tían, por ejemplo, posibilidades reales de sufrir un ataque serio?; ¿de
incluso si el enemigo tomaba esta zona, no podía permanecer allí sin cuánto dinero disponían? Además, muchos castillos no se construían
enfrentarse a una lluvia de proyectiles lanzados desde la tone superior. de acuerdo con un único proyecto, sino que se iban alterando duran­
Otro de sus castillos, Castel del Monte, es muy difícil de describir te sus muchos siglos de utilización. Cuando los observamos debemos
en términos de torres o fosos. La estructura principal es una cons­ intentar comprender qué era lo que pretendía su constructor; la mayo­
trucción octogonal desproporcionadamente baja, con las habitaciones ría de los constructores no tenían la posibilidad de realizar brillantes
experimentos como los del emperador Federico.

Castel del Monte, construido en 1240, está situado en una colina y su regularidad geométrica le
da la apariencia de estar acabado. De hecho, la intención era construir otro recinto fortificado,
que nunca se realizó. Federico construyó igualmente otros castillos rectangulares de diseño
La torre de Termoli. igualmente geométrico.

29
5. Diseñar castillos perfectos vamente fáciles de penetrar para un enemigo decidido, alguien tuvo
la excelente idea de construir una fuerte torre del homenaje. Pero,
incluso con esto las desventajas eran fáciles de adivinar. La torre sólo
podía proteger a las personas y propiedades del castillo. No podía
albergar una guarnición lo suficientemente grande como para amena­
zar al enemigo con contraataques. Si bien es verdad que un puñado
de hombres en una torre normanda podía defenderla de
Todas las mejoras detalladas en el capítulo anterior tuvieron como con­
un ejército, no es menos cierto que una pequeña fuerza era suficiente
secuencia un cambio muy grande tanto en la resistencia como en el
para bloquearla. Por este motivo, muchas torres se situaban en el cen­
aspecto de los castillos. Incluso un viejo castillo de torre del homenaje
tro del recinto fortificado. Esto permitía a los ocupantes de la torre
amurallada podía transformarse bastante con matacanes, torres, espolo­
dominarlo por completo, pero normalmente la torre estaba demasia­
nes, aspilleras y formidables entradas fortificadas. Cada añadido era, por
do lejos para ofrecer ayuda en caso de un ataque enemigo a los muros
supuesto, cuidadosamente proyectado por el propietario y su construc­
exteriores.
tor. Pero cuando había que diseñar un castillo completamente nuevo, el
Cuando la muralla era muy poderosa, ¿tenía algún propósito la
maestro constructor (o arquitecto) disponía de tantas posibilidades que
existencia de una torre del homenaje? La alternativa de Framlingham
podía seleccionar y combinar diferentes elementos, considerando qué
(página 22) demostró que esta forma de pensar era un error; el casti­
tipo de defensa era más adecuado para cada punto, hasta crear un casti­
llo no pudo oponer más que una débil resistencia cuando fue atacado
llo que respondiera exactamente a las necesidades de su propietario.
en 1216, en contraste con la dura resistencia de la vieja torre de
Rochester el año anterior (página 15) y la triunfal defensa de Dover
Concentrar el poder (página 16). Pero si Ja muralla tuviese una serie de torres verdadera­
mente fuertes, ¿no podría una de ellas hacer las veces de torre del
En una época en la que la mayor parte de las defensas de un castillo homenaje? Existía un acuerdo general respecto a que era mejor que
-quizá una simple empalizada, o una muralla sin torres- eran relati- el punto más fuerte del castillo estuviera en la vanguardia, y no desa­
provechado en su interior. De este modo, si un atacante atravesaba la
muralla, encontraría una defensa más fuerte en varias torres grandes,
todas ellas capaces de actuar independientemente, que en una única
torre del homenaje.
Del mismo modo, muchos señores se sentían más seguros si dis­
ponían de un buen baluarte en su castillo, mayor que cualquier torre.
Con el desarrollo de las entradas fortificadas se fue haciendo evi­
dente que éstas debían ser mucho mayores que el resto de las torres
que defendían la muralla, y que al agrandarse podían servir como
torres del homenaje, lo que suponía una mejor protección de la entra­
da. Existía además una ventaja añadida: el señor y las personas de
mayor confianza vivirían ahora sobre la entrada, cerca del mecanis­
mo que controlaba el puente levadizo y el rastrillo, por lo que a un
traidor le resultaría mucho más difícil abrir la puerta al enemigo.
Además, era mucho más barato construir una torre especialmente
fuerte que dos.
Podían existir diferentes opiniones acerca de las ventajas de situar
la torre del homenaje en la entrada, dependiendo quizá de los dife­
rentes emplazamientos. La más famosa de todas estas torres del
Doune, en Perthshire, un castillo pequeño de finales del siglo xiv. homenaje utilizadas como puerta de entrada, la de Harlech (página 35),
Los edificios principales, construidos en un solo bloque, son la sala (H), permanece prácticamente inalterada. La de Dunstanburgh, que antes
el salón privado y las habitaciones del señor (L), y la cocina (K). de caer en ruinas debía ser aún más impresionante que la de Harlech,
Los aposentos del señor estaban separados de la sala principal p o r un fue pronto bloqueada y convertida en torre del homenaje pura, aun­
fuerte muro interior, y controlaban el pasaje de entrada (G). que todavía dominaba la nueva entrada al castillo. Incluso en los cas-

30
Castillo de Dunstanburgh, en Northumberland; fue construido entre 1313 Los visitantes debían atravesar una nueva puerta exterior (1); pasar entre
y 1325 sobre una amplia meseta, con una enorme torre del homenaje la muralla y un nuevo muro exterior (M); traspasar otra puerta (2) dentro
que hacía las veces de entrada en el único lado accesible. Cincuenta de la nueva barbacana (B), y girar a la derecha para pasar todavía a
años después se alteró la entrada, como se puede observar en esta través de otra puerta (3). Ahora estaban en el vasto recinto exterior, pero
reconstrucción. La barbacana fue derribada y el paso de la puerta fue todavía tenían que entrar en el pequeño recinto interior antes de
bloqueado p o r un muro exterior cuadrado. Convertido en una torre del alcanzar la torre.
homenaje pura, el gran edificio todavía dominaba la entrada.

tillos pequeños, los señores prefirieron concentrar la defensa princi­ espacio suficiente para proteger a todas las personas y animales
pal encima o cerca de la entrada, y vivir ellos mismos en ella. necesarios.
A veces el lugar en sí era tan inaccesible que el enemigo sólo
podía atacar en una dirección, y entonces todos los constructores con­
La línea de defensa centraban sus esfuerzos en construir allí una línea de defensa inex­
pugnable. En sus castillos de las montañas, los alemanes solían cons­
Estuviese donde estuviese el principal punto fuerte, el primer propó­ truir un Scliildinauer («muralla-escudo»), una tone descomunal que
sito de un señor consistía en mantener al atacante fuera del castillo. bloqueaba el único camino hacia el castillo. En Gran Bretaña, aunque
Conforme mejoraban las defensas de la muralla, aumentaban las algunos castillos estaban situados sobre colinas, este sistema se podía
posibilidades de que el señor decidiera mantener una línea de defen­ utilizar en muy pocos lugares. La excepción eran los promontorios de
sa alrededor del recinto, en vez de defender un último refugio. los abruptos acantilados al borde del mar, donde la única posibilidad
Cuanto más corta fuese esta línea, más fácil sería de defender con de aproximación del enemigo podía ser bloqueada mediante una línea
una guarnición limitada, y más fuertes y compactas las torres, a las de fortificaciones. Es el caso de Tantallon, sobre un acantilado del
que se podría destinar una cantidad moderada de dinero. Sin em bar­ estuario de Forth, donde se conservan pocos restos de las débiles
go, el acortar el perím etro de la defensa podía privar al castillo del defensas del lado del acantilado, o de la pequeña muralla que coro-
naba el dique frontal, pero donde ha perdurado la poderosa silueta de
esta «muralla-escudo».
Independientemente de lo fuerte que fuera la línea principal de
defensa, lo mejor era, siempre que se pudiese, intentar impedir que el
enemigo concentrara sus fuerzas para atacarla. Esto se podía conse­
guir construyendo otras defensas. En Château Gaillard, el em plaza­
miento hizo posible obligar al enemigo a conquistar primero un recin­
to exterior, y después un segundo recinto antes de enfrentarse al últi­
mo y más fuerte de ellos. Sin embargo, muchas veces los señores se
veían obligados a construir su castillo en un lugar donde el enemigo
podía atacar directamente desde cualquier dirección. Entonces había
que reforzar las defensas todo alrededor. La muralla principal debía
ser rodeada por un anillo completo de defensa. Esas son las cons­
trucciones que se llaman concéntricas, el término geométrico de dos
círculos con el mismo centro.
Kenilworth es un castillo de este tipo. Cuenta con dos recintos,
uno completamente rodeado por el otro y, alrededor, un amplio foso
con un lago artificial y un dique fortificado. En 1266, Kenilworth fue
el último reducto en el que los partidarios de Simón de M ontfort
Dos métodos para bloquear el avance enemigo. Tantallon, construido a resistían todavía ante el rey Enrique III. Sin esperanzas de relevo,
finales del siglo xiv sobre un acantilado saliente del estuario de Forth, resistieron durante seis meses el asedio del ejército real. Las máqui­
tenía una especie de Schildmauer, con una torre en cada extremo y una nas de guerra del rey no consiguieron romper sus defensas y, cuando
entrada fortificada en el centro. Château Gaillard, construido entre 1195 el hambre y las enfermedades obligaron a la guarnición a rendirse, la
y 1198 sobre un risco a orillas del Sena, tiene una torre del homenaje rendición se produjo en condiciones muy favorables.
(K) dentro de un recinto interior (IB) y otro intermedio (MB). El único
A pesar de su fortaleza, Kenilworth tenía un grave defecto. El
acceso practicable está bloqueado p o r el formidable recinto exterior
recinto interior, con su torre del homenaje cuadrada, estaba situado
(OB) y sus profundos fosos.
demasiado lejos del recinto exterior, de manera que los arqueros que
guardaban la torre estaban muy alejados del muro exterior y no podían
ayudar a los hombres que lo defendían. El conde de Gloucester luchó
en el asedio de Kenilworth, y poco después empezó a construir un
castillo de las mismas características en Carphilly, en el sur de Gales.
Como Kenilworth, Carphilly tenía un lago artificial y dos anillos de
murallas, pero, en este caso, el recinto interior estaba cerca del exte­
rior, bajo pero muy fuerte, de manera que los arqueros de la muralla
principal podían disparar contra los atacantes que intentaran acercar­
se a la primera línea de defensa. El sistema era el siguiente: el ata­
cante no podía asaltar la muralla principal sin antes haber tomado la
exterior, pero ésta no podía tomarla mientras los defensores de la
muralla principal permanecieran activos. Por lo tanto, como es lógi­
co, resultaba imposible conquistar un castillo concéntrico diseñado
tan concienzudamente.
No sólo se estudió cuidadosamente la distancia entre las dos líneas
de defensa y su altura relativa, sino que también se tuvieron en cuenta
la regularidad y la uniformidad en el diseño del conjunto del castillo.
Si cortásemos este castillo por la mitad, descubriríamos que las dos
mitades son prácticamente idénticas. En otras palabras, el castillo fue
diseñado para ser simétrico.

32
Defensas concéntricas
con uso de agua

En Kenilworth, Warwickshire, el diseño


del castillo que tan buen servicio dio
en 1266 todavía puede verse
claramente, a pesar del gran número
de reconstrucciones posteriores.
La torre del homenaje está en la
esquina de un grupo cuadrado de
edificios que marcan la posición
del recinto interior, situado en el
centro de un gran recinto exterior.
Estas líneas de defensa
concéntricas estaban defendidas por
un gran lago que impedía el minado; el
lago ha sido drenado, pero su posición
está marcada en la fotografía.

En Caerphilly, sur de Gales, el


castillo no se construyó
gradualmente como Kenilworth, sino
que fue construido en cuatro años, de
1268 a 1271, po r un barón que había
participado en el sitio de Kenilworth.
Tiene los mismos principios, pero
mejorados y puestos al día.
El recinto interior, compacto y simétrico,
tiene altas murallas y grandes
torres, pero no torre del homenaje,
sino dos grandes entradas fortificadas.
Se sitúa dentro de un recinto exterior
de murallas tan bajas y tan cercanas a
la interior, que un atacante podía
escalarlas pero no sobrevivir en ellas.
Alrededor permanecen las elaboradas
defensas del gran lago, en parte
cerrado y regulado p o r una enorme
barbacana situada en uno de
los extremos.

33
No se trataba sólo de una cuestión estética. Los arquitectos com­
Flint 1277-80 Rhuddlan 1277-82
prendieron que si un castillo presentaba el mismo tipo de defensas
por todos sus lados, al enemigo le sería difícil elegir un punto débil.
E l emperador Federico había llevado esta idea a sus últimas conse­
cuencias en Castel del Monte (página 29), pero lo más probable era
que los castillos simétricos de finales del siglo xin no fueran una
copia de aquél, sino el resultado final de muchos años de creciente
destreza en la planificación de castillos.

Los castillos de Eduardo I en el norte de Gales


Los castillos con un diseño más perfecto de Gran Bretaña - y posi­
blemente del resto de Europa- son un grupo que hizo construir
Eduardo I para tener un estrecho control sobre el norte de Gales des­ Harlech 1285-90
pués de conquistar esa tierra montañosa y de fieros guerreros. Se uti­
lizaron los principios más modernos; grandes entradas fortificadas y
torres flanqueantes, planos concéntricos y simétricos, aspilleras
estratégicamente situadas y ningún ángulo recto que pudiese ser
bombardeado o minado. Y aun así, eran todos diferentes, en función
del lugar elegido. E l maestro constructor podía decidir si se prescin­
día de la construcción de otro muro o incluso de la entrada fortificada
si consideraba que no era útil. L a mayoría de estos castillos fueron
diseñados para proteger las nuevas ciudades amuralladas de habitantes Caernarvon 1283-92
leales a Eduardo, y todos ellos podían ser aprovisionados por mar, ya 1295-1301
que el rey inglés podía conseguir barcos y los rebeldes galeses no. 1309-27
Entonces, ¿eran realmente necesarios tan magníficos castillos?
Los galeses eran famosos por sus repentinos y feroces ataques, pero Beaumaris 1295-98
no eran hábiles para sitiar castillos. Quizá estas construcciones inten­ 1306-13
taban impresionarlos con el poder del rey Eduardo y hacerles com­
prender que la rebelión era inútil y que los castillos eran bastante más
grandes que las pequeñas torres con las que tenían que conformarse
los príncipes de Gales. No podemos estar seguros. E l constructor de
Eduardo era un hombre procedente de Saboya, el maestro Jaime de
San Jorge. Cuando observamos esas obras soberbias, podemos sos­
pechar que tanto el rey como el arquitecto amaban los castillos, y que
usaron la conquista de Gales como una oportunidad para construir los
más magníficos que hayan podido ser concebidos.
50 metros

150 pies

Los seis principales castillos eduardinos en el norte de Gales. Las plantas


están a la misma escala para hacer más fácil la comparación. Los
dibujos de los dos más antiguos están en la página 22 y la portada; los
«cuatro grandes» aparecen en la página contigua. Cada uno de ellos
fue diseñado para adaptarse a su terreno concreto, aunque todos
tienen principios y técnicas similares.

34
Los grandes castillos eduardinos

Tanto Conway como Caernarvon tienen altas murallas, numerosas torres entradas fortificadas muy fuertes sin barbacanas. Desde el exterior,
y un único recinto dividido. Ambos son palacios a la vez que fortalezas, y Caernarvon conserva su aspecto original, con sus murallas a bandas
ambos dominan los puertos en los que están situados. Pero uno está hechas para impresionar. Conway ha perdido los tejados que se ven en
construido sobre una roca y tiene dos barbacanas, aunque no entradas el dibujo, pero, con independencia de esto, sigue presentando un
fortificadas. El otro ocupa un terreno bajo, tiene un foso inundado y dos aspecto poderoso.

Harlech y Beaumaris, desde el punto de vista del diseño, poco desde la Edad Media, como se muestra en el dibujo.
también son muy similares. Uno de ellos se alza todavía sobre Demostró su fuerza en algunos sitios famosos.
una colina rocosa junto al mar, y el otro sobre un terreno llano al Beaumaris, en una posición más débil, tenía un diseño incluso más
lado de una ribera baja; el mar ha erosionado la parte inferior de la roca fuerte, pero nunca pudo demostrarlo, pues no llegó
de Harlech, pero, aparte de eso, el aspecto del castillo ha cambiado a terminarse.

35
sirvientes. Cuanto más importante era el señor, más gente tenía bajo
6. El castillo como lugar su techo. E l castillo debía ser además una casa donde vivir conforta­
blemente y mantener la dignidad necesaria para impresionar a otras
de residencia personas con su importancia y poder; debía ser el centro administra­
tivo de una extensa propiedad. Desde allí los administradores del
señor supervisaban muchos pueblos, incluso ciudades, asegurándose
de que se pagaban puntualmente las rentas e impuestos. Estos admi­
nistradores debían disponer de una estancia en la que trabajar y guar­
dar sus cuentas; además, ya que la mayoría de las rentas se pagaban
Hasta ahora hemos contemplado los castillos como fortalezas, como en especie y no con dinero, debían existir lugares donde almacenar­
si a los constructores sólo les interesara mantenerlos a salvo de los las; aunque de todas formas los graneros y las bodegàs para guardar
ataques. De este modo, hemos explicado los cambios en el diseño de comida y bebida habrían sido necesarios para mantener a tantos habi­
los castillos desde el punto de vista del desarrollo militar. Pero si la tantes, especialmente si existía el riesgo de sufrir un asedio. Además,
seguridad era la primera preocupación, existía también el problema el señor solía ser el responsable de mantener el orden e impartir ju s­
de adecuar en el interior de las defensas todas las construcciones ticia en sus tierras; el rey se reservaba probablemente el juzgar en sus
necesarias para la vida diaria del señor del castillo, su familia y sus propios tribunales los crímenes mayores por los que un criminal con­
victo podía perder la vida o uno de sus miembros, pero los tribunales
del señor podían juzgar crímenes menores y disputas entre sus apar­
ceros. Se hacía, pues, necesaria una gran sala que impresionara lo
suficiente durante los procesos, y un sitio donde guardar las actas del
tribunal. Todo esto era lo rutinario. Además, podían llegar invitados
de importancia -quizá el rey en persona- con sus sirvientes, por lo
que era preciso que hubiera estancias adecuadas para alojarles con­
forme a su nobleza. Un arquitecto debía tener en mente todas estas
funciones mientras planeaba las construcciones que se incluirían tras
las defensas y debía tener en cuenta, por ejemplo, que una torre que
se usara como almacén debía también estar lista para el combate.
Las condiciones podían variar mucho. Los castillos fronterizos
debían estar preparados para combatir al menor indicio de hostilidad,
mientras que los situados en el centro de un reino bien gobernado
podían no llegar a sufrir ningún ataque. Algunos castillos eran la resi­
dencia permanente del señor, mientras que otros pertenecían a un
gran noble que poseía muchos castillos y que viajaba constantemen­
te de uno a otro. En estos últimos era necesario disponer de aloja­
mientos para el alcaide, que lo gobernaba durante casi todo el tiem­
po, así como para el señor que llegaba de cuando en cuando con su
corte de sirvientes y soldados para comprobar si sus propiedades
prosperaban, decidir algunas cuestiones de gran importancia que no
podían dejarse en manos de los administradores locales y consumir
los alimentos que habían sido obtenidos como renta. De cuando en
cuando, hasta el más pacífico de los castillos podía estar repleto de
gente y en plena ebullición.
La habitación más importante era el gran salón, y ha continuado
La sala de Penshurst Place, en Kent, construida en 1340, todavía
siéndolo hasta hace bien poco. Incluso aunque el señor, especialmen­
conserva gran parte del mobiliario medieval. Esta vista está tomada
desde el lado donde se situaba el señor. El hogar central calentaba e te durante la B aja Edad Media, encontrara demasiado aparatoso
iluminaba toda la estancia, mientras que el humo, a veces excesivo, comer habitualmente en la sala acompañado de su gente, había
ascendía y salía a través de una lumbrera en el alto tejado. muchas ocasiones -co m o las grandes celebraciones de Navidad,

36
Pascua y Pentecostés, por ejemplo, o cuando se alojaban en el casti­
llo invitados im portantes- en las que el señor debía ofrecer cenas ade­
cuadas a la ocasión. El salón estaría repleto de sus seguidores, obvia­
mente con él a la cabeza, y el menú podía consistir en una docena de
platos o más, servidos con mucha ceremonia. Cuanto más distingui­
dos fueran los invitados, más variados y elaborados debían ser los
platos presentados ante ellos.
Las cocinas capaces de preparar festines de semejante calibre
debían ser grandes y situarse relativamente cerca del salón. A causa
del riesgo de incendio, los constructores debían intentar situarlas en
lugares seguros y convenientes para servir; en Caerphilly, la cocina
principal se encontraba fuera de la muralla interior, con una puerta en
el muro por donde los sirvientes llevaban la comida al salón. Algunas Cocineros cortando, mezclando y cocinando comida a principios
cocinas tenían los techos altos y puntiagudos, para permitir a los que del siglo xiv.
trabajaban disponer de una mayor corriente de aire y, por tanto, de un
fuego más vivo; cocinar la comida en grandes hogueras en el centro
abundaban los grandes muebles permanentes era la dificultad de
de la cocina o, más tarde, en chimeneas igualmente grandes pegadas
introducirlos a través de escaleras de caracol o puertas estrechas,
al muro podía resultar un trabajo nauseabundo y agobiante. Algunas
razón por la cual, además de las mesas, muchos otros artículos se
veces existía un horno en vez de una chimenea, pero en la mayoría de
diseñaban también para poder ser montados y desmontados según las
los casos la tahona y la destilería de cerveza eran edificios separados;
necesidades. Esto resultaba especialmente práctico para un señor que
el pan y la cerveza formaban parte de la dieta habitual, y el castillo
viajase mucho; por ejemplo, era mejor guardar la ropa en un arcón
necesitaba un suministro grande y constante de ambos. Cerca de la
que pudiera transportarse que dentro de un pesado armario. Los gran­
cocina solía situarse un almacén para la cerveza y el vino. Los pasi­
des muebles permanentes que se pudieran necesitar se construían
llos de entrada a la cocina y a la bodega estaban separados, y ambos
directamente en el aposento del castillo en el que quedarían instala­
terminaban en el gran salón, ocultos tras cortinas desde las cuales los
dos. Los suelos de madera no planteaban ningún problema, aunque se
encargados de servir las mesas transportaban la comida y la bebida.
ensuciaban muy pronto y por esta razón convenía utilizar alfombras
El estrado donde se sentaba el señor (página 7) se encontraba nor­
de junco o esparto, que podían ser reemplazadas de forma fácil y
malmente al final del salón, frente a las cortinas, en un punto en el
barata, y que servían también para decorar y abrigar. La gente
que había una puerta que conducía directamente a sus aposentos pri­
vados. Su sala de estar principal era llamada la solana, ya que, siem­
pre que era posible, sus ventanas estaban orientadas hacia el sur para
aprovechar la luz del sol. A llí se encontraban también los dormitorios
para el señor, su familia y algunos de sus sirvientes de más confian­
za. En la Baja Edad Media, el señor hacía la mayor parte de sus comi­
das en sus aposentos privados, acompañado de un reducido grupo de
personas, y esas comidas eran preparadas en una pequeña cocina cer­
cana. Un señor realmente importante, sin embargo, no podía evitar
una buena dosis de ceremonial, incluso en sus habitaciones, y así
podemos observar cómo los artistas del siglo XV describen escenas
cotidianas en los hogares de la alta nobleza; no se podía esperar
menos de personas de su rango.
En comparación con las casas actuales, el mobiliario era bastante
austero, incluso en las habitaciones del señor. En la Baja Edad Media
la mayoría de la gente poseía una cama, pero sólo los ricos tenían
sillas; lo normal era sentarse en taburetes, bancos o asientos labrados
en los muros, generalmente bajo las ventanas. Las mesas todavía eran Armeros haciendo armaduras, mallas para caballos y una espada;
tablas apoyadas en caballetes. Una de las razones por las que no siglo χία.

37
vos religiosos, otras con historias de la mitología griega y romana
(donde los personajes vestían a la manera de los caballeros y las
damas medievales: a un artista medieval no le importaba demasiado
la exactitud histórica), otras con dibujos de animales y flores, o con
criaturas míticas, o con dibujos abstractos. Cuando nos encontremos
en las habitaciones de piedra desnuda de un castillo deshabitado
debemos hacer un gran esfuerzo para imaginarlas tal y como eran,
con las paredes y los techos llenos de color. Recordemos también
que los nobles vestirían con ricos ropajes, a menudo con pieles y
joyas, sus sirvientes con trajes de vivos colores y los hombres de
armas con brillante acero bruñido. Muchos castillos tenían encalados
también sus muros exteriores, de manera que a distancia se veían
claros y limpios.
Para mantener todo esto era necesario un duro trabajo, una orga­
nización eficiente y un constante abastecimiento. Las provisiones de
las bodegas debían ser utilizadas mientras estuvieran en buenas con­
diciones, y reemplazadas constantemente. La comida fresca procedía
Una escena cotidiana en el patio del castillo; reconstrucción del castillo
de jardines y huertos, viveros y criaderos situados dentro de las
de Framlingham (página 22) en el siglo xm.
defensas del castillo o justo fuera. Muchos castillos tenían palomares,
en algunos casos parecidos a torres, pero llenos de huecos donde los
com ente se limitaba a esparcir los juncos sobre el suelo, lo cual era pájaros podían anidar; con ello se proveía de carne durante lo más
todavía más sencillo de cambiar. Sólo unos pocos señores ricos de la crudo del invierno, cuando era difícil encontrar otro tipo de carne
Edad M edia se podían permitir alfombras tejidas, y éstas servían más fresca. Para moler el grano existía a veces un molino de viento situa­
do en lo alto, aunque la Torre de Londres contaba con un molino de
para cubrir mesas y paredes que suelos.
Si los propietarios de los castillos no se ocupaban demasiado del agua empujado por la subida y la bajada de la marea en el foso.
mobiliario, sí lo hacían en cambio de decorar las paredes. Las colga­ La limpieza era muy importante en un lugar donde debían convi­
duras de colores, en algunas ocasiones bordados o tapices, cubrían vir encerradas tantas personas. A veces se podía traer el agua de un
todo el contorno de algunas habitaciones; no sólo decoraban, sino que arroyo cercano, pero era esencial disponer de un pozo dentro del cas­
reducían las corrientes de aire y amortiguaban los ruidos, problemas tillo. Siempre que era posible había un pozo dentro de la torre de
serios en las grandes construcciones de piedra. Como alternativa, era homenaje, pero también debía haber otro en el interior del recinto,
común cubrir los muros con yeso y pintarlos, algunas veces con moti- donde era más necesario para la gente que trabajaba en los establos,
la herrería, la lavandería y otras ocupaciones. Probablemente la gen­
te corriente sólo tomaba un baño cuando se metía en el arroyo en
Músicos tocando el arpa,
los cálidos días de verano, pero las clases altas disponían de bañeras
el salterio (una especie
que hacían llenar de agua caliente y, a la hora de comer, los sirvien­
de cítara donde las
cuerdas se tocan con una tes traían aguamaniles con los que las damas y los caballeros podían
pluma de ganso), limpiarse los dedos después de coger con las manos la comida: no
el olifante (una trompeta existían los tenedores.
hecha con cuernos En cuanto a la higiene, los constructores podían diseñar guarda­
huecos) y dos tipos de rropas (página 10) que desembocaban en el foso, pero era más común
viola (el antepasado el uso de letrinas que alguien se encargaba de vaciar regularmente,
del violín y del chelo aprovechando posiblemente su contenido como fertilizante para los
modernos); siglo xm. campos.
Entre sus tareas cotidianas, la gente del medievo no olvidaba sus
deberes religiosos. Ningún castillo estaba completo sin tener al
menos una capilla, en la torre del homenaje, en una torre de la mura­
lla o incluso como edificio independiente dentro de la plaza.

38
tructor. Para todo esto era necesario espacio, y un castillo amplio es
más débil que uno compacto. Naturalmente, los señores y sus damas
preferían moverse sin estrecheces, pero un castillo diseñado para per­
mitir esto también permitía al enemigo moverse con más facilidad una
vez dentro. Las grandes ventanas, a veces finamente labradas, daban
mucha luminosidad en tiempo de paz, pero, incluso con contraventa­
nas de madera y rejas de hierro, suponían un punto débil en tiempo de
guerra. De ese modo, sobre todo durante la Baja Edad Media, el cons­
tructor de castillos se enfrentaba a la dura tarea de combinar la segu­
ridad y la comodidad, necesidades normalmente contradictorias.
Donde más necesaria era esta combinación era en los castillos rea­
les. Los castillos que Eduardo I construyó en el norte de Gales fueron
en su mayoría diseñados como residencia real. Caernarvon fue parti­
cularmente concebido como un castillo-palacio (páginas 34-35), y
todavía no tenía ventanas en los muros más expuestos, ni siquiera en
los de los aposentos reales. Hacia el final de la Edad Media, cuando
los castillos pierden su valor militar, incluso el castillo más palaciego
continúa siendo una fortaleza.
Para terminar, ¿cómo era un castillo como prisión? Algunas perso­
nas conservan la horrible visión de que todos los sótanos de los casti­
La capilla de la torre de Dover, realizada con tanto esmero y tan llos eran lugares llenos de ratas y esqueletos, cadenas e instrumentos
pequeña, que sólo podía ser utilizada p o r un reducido número de de tortura; en inglés, la palabra donjon, torreón, ha derivado en la pala­
personas importantes. bra dungeon, mazmorra. Detrás de esta sórdida noción, lo cierto es que
algunas veces el castillo era utilizado como prisión local; esta función
se convirtió en algo habitual con el final de la utilidad militar de los
Disponían de sacerdotes propios que, a menudo, tenían sus dormito­ castillos, y a las fortificaciones urbanas como la Torre de Londres les
rios cerca de la capilla. El señor podía escuchar misa junto a su gente, esperaba el mismo destino. Es probable que durante la Edad Media el
de la misma manera que cenaba en la sala, pero aquí también se pre­ señor, como cualquier representante de la ley y el orden, tuviera que
fería la privacidad, así que en muchos castillos, como el de encarcelar a alguien, y en este caso el lugar más seguro eran una torre
Beaumaris, vemos pequeñas habitaciones que daban a la capilla y o un sótano. Algunos castillos tenían pequeñas «fosas» o «mazmorras-
desde las cuales era posible asistir a las celebraciones sin ser visto por botella» donde existía una única entrada en el techo; esto era más
el resto de la congregación. También era común que el señor y su común en áreas de gran delincuencia, como la frontera angloescocesa.
esposa dispusieran de una pequeña habitación para rezar, el oratorio, Las prisiones estaban a menudo al lado de un cuerpo de guardia o una
próxima a sus dormitorios. garita y, si era conveniente, existía una celda para delincuentes peli­
Esencialmente, la vida dentro de un castillo varió poco durante grosos que acabaran de ser capturados. En la Edad Media, la gente
toda la Edad Media. Pero, así como el diseño de los castillos se vio corriente no permanecía presa mucho tiempo; los criminales eran eje­
afectado por el desarrollo de nuevas técnicas bélicas y de defensa, cutados o sometidos a castigos físicos. La gente importante sí podía
también crecieron el comercio y la riqueza, y por tanto, las ideas de permanecer cautiva durante largos períodos, pero en general estaban
la gente sobre la comodidad y el lujo, por no mencionar el fasto y la cómodos, a menudo más como invitados que como prisioneros. Hay
ceremonia. La demanda de más y mejores aposentos para el señor y que admitir que la gente con una posición poderosa puede volverse
la señora y sus familiares y huéspedes distinguidos, y de un mejor corrupta y cruel, y los actos crueles eran comunes durante la guerra;
servicio para ellos, supuso mayores problemas para el maestro cons­ pero esto no es algo exclusivo de la Edad Media.

39
Las casas solariegas fortificadas
7. Castillos más pequeños
Un caballero o propietario común, señor de un pueblo, o quizá de
dos, no podía aspirar a un gran castillo. Sin embargo, necesitaba una
casa que le confiriera algo de dignidad como señor de la propiedad,
en la que pudiera guardar su título, archivar sus cuentas y proteger­
En los capítulos anteriores hemos hablado principalmente de los se a sí y a su fam ilia del robo y los disturbios. E l peligro de ser ata­
poderosos castillos pertenecientes a reyes o grandes señores. Con ello cados podía ser muy grande en algunas áreas, como las zonas fron­
queríamos sentar las bases. Además, normalmente son los grandes terizas, por ejemplo, pero la inseguridad era común en todas partes
castillos los que se han conservado mejor y los que son más conoci­ en épocas de disturbios y desgracias -co m o las hambrunas- o
dos, pues suelen atraer a un gran número de visitantes. Sin embargo, cuando el rey era demasiado débil para impedir las disputas y re­
la mayoría de los castillos pertenecían a personas que no podían per­ vueltas.
mitirse algo demasiado grande, sino que necesitaban un edificio razo­ ¿Qué era lo mínimo a lo que un pequeño señor podía aspirar?
nablemente seguro e imponente. La mayoría de los terratenientes en Sala, cocina, aposentos privados, establo y un pequeño almacén; en
la mayor parte de los países europeos construían lo que juzgaban que otras palabras, la composición básica de un castillo, pero a pequeña
mejor se adaptaba a sus propias circunstancias, y el resultado fue una escala. Si en torno a esto se construía un muro con almenas, podía
multitud de castillos de todas las formas y estilos. Existe tanta variedad ser suficiente, especialmente si existía un dique o un foso que ofre­
que es prácticamente imposible clasificarlos a todos; sin embargo, ciera una protección adicional. Es posible que el propietario hubiera
nos será útil analizar los tipos más comunes. construido esto, pero que luego su hijo o su nieto hubieran reforza­
do la casa con una entrada fortificada y con una o dos tones. Muchos
de los pequeños castillos fueron construyéndose por partes, erigidas
como y cuando al señor le pareció conveniente.

Contraste entre casas señoriales. Aydon, en Northumberland,


construida hacia 1300, comenzó como sala en la cima de una colina, y
más tarde se le añadieron un ala de servicio y un recinto interior
almenado; el exterior servía de corral. Maxstoke, en Warwickshire
(arriba) fue construida hacia 1350 en una región llana, rica y pacífica;
nótese su diseño simétrico y su dignidad.

40
El castillo de planta cuadrangular muralla servía también como pared posterior de los edificios residencia­
y torres en las esquinas les, así que el interior del castillo no era un recinto que contuviera
muchas estructuras separadas, sino un patio completamente cerrado entre
Entre los siglos xiv y xv, la mayoría de los países de Europa occi­ paredes que llegaban hasta los adarves. Estaban tan bien planeados que
dental estaban bien provistos de castillos, y la mayoría de los señores el constructor lo disponía todo junto y protegido, sin estrecheces pero sin
no necesitaban más que reparar o mejorar los castillos que habían espacios desaprovechados, y ofrecía así una residencia digna mientras
heredado. Algunos, en cambio, quisieron construir algunos nuevos. que de cara al exterior brindaba una protección muy tranquilizadora.
Quizá eran nuevos ricos deseosos de mostrar al mundo que eran Los castillos de este tipo eran muy numerosos en España, Holanda
hombres importantes, o tenían razones para pensar que había un espe­ y Gran Bretaña. En España algunos tenían defensas exteriores que los
cial peligro de ataque. Un buen número de ellos construyó, en diver­ convertían en castillos concéntricos. En Holanda era muy fácil en la
sos países, castillos medianos de planta compacta, simétrica, aptos mayoría de los casos rodearlos con un amplio foso lleno de agua o
para vivir y, al mismo tiempo, fáciles de defender. incluso un lago, atravesado únicamente por un camino elevado.
Cada uno de estos castillos consistía en una poderosa muralla que for­ Incluso sin estas precauciones añadidas, estos castillos eran huesos
maba un cuadrado o un rectángulo, con una torre en cada esquina. Esta tan duros de roer como uno grande y fuertemente armado.

Contraste entre dos castillos «de planta cuadrangular». El castillo de Muiden, en Holanda, situado en una zona llana y anegada, adapta la
Bolton, en Yorkshire, presenta un diseño plano y fuerte, muy extendido planta cuadrada a esas condiciones especiales. Rodeado p o r un
en el norte de Inglaterra. Tiene cuatro zonas compactas para residencia ancho foso, tiene una gran entrada fortificada y torres redondas en las
y trabajo, de tres plantas, fortificadas en la cara exterior y esquinas. La muralla es relativamente baja, pero con buenas
razonablemente defendibles desde el patio, y cuatro grandes torres en defensas; no hay zonas de edificios como en Bolton, pero puede
las esquinas. Estos castillos no disponían en general de defensas observarse en la parte posterior la sala y su alto tejado. En muchos
exteriores, pero estaban bien situados en campo abierto, donde el aspectos, el diseño es más parecido a Maxtoke, pero más fuerte.
atacante no podía cubrirse. La puerta de Bolton puede distinguirse en el Tanto Bolton como Muiden fueron construidos alrededor de 1380, pero
ángulo cubierto por la torre frontal izquierda. Maxstoke el castillo holandés es de ladrillo. En esa época escaseaba la piedra
(en la página anterior) tiene también planta cuadrada, pero carece de los y los holandeses se hicieron expertos en la fabricación de ladrillos,
grupos ininterrumpidos de edificios y de la apariencia bélica. material con el que construyeron numerosos castillos.

41
.as casas-torre Elphinstone Las casas-torre
escocesas de toda la
in el norte de Inglaterra, donde existía siempre el peligro de ser ata­ Edad Media eran simples
ndo desde Escocia, se construyeron varios de estos castillos «de rectángulos de piedra. Un buen
ílanta cuadrangular», especialmente después del intento de Eduardo I ejemplo era Elphinstone, en East
Lothian, construida hacia 1440 y
le Inglaterra de conquistar Escocia, que dejó un legado de amarga
recientemente demolida.
íostilidad a ambos lados de la frontera. Incluso cuando los dos reinos
as.·· ( ™ Sólo tenía una característica
ataban en paz, los nobles de ambos lados lanzaban ataques. E inclu- \Λ 1 ; fe » . tí,r 11 original: un gran número de
0 cuando los nobles se mantenían tranquilos, los bandoleros de la pequeñas habitaciones
rontera estaban siempre dispuestos a saquear a la gente desprotegi-
la, tanto de una nación como de otra. Así que todo el que podía vivía
r -î - 4-·^ Si-'"-·?-I embebidas en el muro.
Posteriormente se le añadieron
:n una torre, y, si no podía, intentaba construir su casa de piedra y con iJ % ? 'Ή - nuevos torreones o alas, pero fue
'entanas estrechas. La mayor tentación para los saqueadores era el .r î'· -· para aumentar el espacio
Λ» -'/?(-:'Î7v'v· -~·* ι
;anado, por lo que era esencial encontrar la forma de mantenerlo a habitable, no para mejorar
alvo. Unos pocos animales valiosos, probablemente los caballos, la defensa.
lodían guardarse en el piso inferior de la torre, pero el rebaño gene-
almente se guardaba dentro de un corral cercano a la torre, a veces
on una puerta protegida. Estos cercados se llamaban barmkin, pele Cuando las armas de
Claypotts
1peel (esta última palabra significa empalizada), y las torres de la fuego se hicieron eficaces,
rontera eran llamadas pele towers. en el siglo xvi, los *
Estas casas-torre eran bastante pequeñas, pero reunían todas las constructores de torres
aracterísticas de los castillos más grandes. En las torres solía haber desarrollaron salientes desde los
cuales las troneras pudieran
in salón en el piso medio, mientras que las habitaciones para el
cubrir la muralla y la puerta.
eñor y su familia estaban en el superior y el almacén en el inferior,
Claypotts, cerca de Dundee,
’orno en un pequeño recinto fortificado, los cercados podían con- tenía forma de Z, con dos
sner graneros, establos, talleres e incluso viviendas para los sir- torretas redondas en
ientes. Algunos cercados tenían pequeñas torres o torreones en las dos esquinas diagonalmente
squinas. opuestas del edificio cuadrado
La mayoría de las casas-torre medievales eran de planta rectangu- principal. Fue construida
ar, pero en Escocia, durante los siglos X V I y x v i i , se desarrollaron entre 1569 y 1588.
onstrucciones más complejas. Una razón era que en esa época los
iropietarios querían utilizar sus armas de fuego personales y las
equeñas piezas de artillería que poseían unos pocos, por lo que nece- Craigievar La torre palaciega de
itaban torres que permitieran disparar a todo alrededor del edificio Craigievar, en
rincipal. Una segunda razón era la simple necesidad de mayor espa­ Aberdeenshire, fue
lo habitable; esta necesidad se traducía en la construcción de torré­ construida en los años 60
is adicionales y, a veces, de otros pisos sobre el techo que sobresalían del siglo xvii y su balaustrada
daban a la torre una apariencia más corpulenta. Ahora también lo renacentista se adapta
lto de la torre se solía tejar y era utilizado como dorm itorio, ya extrañamente a los pequeños
torreones góticos redondos y
ue la gente que usaba armas de fuego desde troneras y ventanas
cubiertos p o r tejados, tan del
0 encontraba muy útiles las almenas.
gusto de los constructores
Escocia y el norte de Inglaterra no fueron los únicos sitios donde
escoceses. Craigievar sigue
roliferaron las casas-torre. La idea de una pequeña torre es excelen- la llamada planta en L
; para alguien que busque seguridad sin grandes gastos. Había casas- escalonada: la puerta está en un
jrre en muchas partes de la Europa medieval y aun más lejos. En estrecho torreón en el ángulo de
lgunas zonas de África occidental y del sur de Arabia, por ejemplo, la L y se puede proteger desde
1 gente todavía prefiere casas de este tipo. Sea como fuere, durante . ambas alas.

2
el siglo X V I se construyeron muy pocas casas-torre nuevas; los terra­ En Irlanda se construyeron
tenientes no las consideraron necesarias porque los gobernantes eran alrededor de tres mil casas-torre
capaces de garantizar su seguridad y la de sus propiedades. En cam­ entre principios del siglo xiv y
bio, los escoceses continuaron construyéndolas porque sus gobernan­ mediados del xvn. La mayoría
tes eran a menudo demasiado débiles. eran simples torres
rectangulares, y son difíciles de
Las casas-torre eran la construcción más com ún en toda Irlanda.
datar. Behamore, en el condado
Las razones no están suficientem ente claras, pero probablemente la
de Tipperary, es de este tipo.
principal era que los gobernantes eran más débiles incluso que los
El dibujo está basado en un
de Escocia, y los pequeños señores tenían mayor necesidad de cui­ modelo reconstruido, y muestra
dar de sí mismos. El robo de ganado era una costumbre muy anti­ los muros blanqueados y los
gua y casi respetable en Irlanda, y los señores necesitaban una torre techos de paja, muy comunes
con corral -e n irlandés baw ii- para guardar su propio ganado y el en los castillos irlandeses.
que habían conseguido de algún otro. Durante más de mil años, los Su corral es un viejo rath
granjeros irlandeses habían vivido en raths, empalizadas circulares reutilizado y coronado por una
de tierra y madera. Es probable que durante los siglos xiv y xv los empalizada de zarza.
granjeros ricos copiaran la idea de construir torres de piedra de los
castillos de los invasores anglonorm andos, adaptándolas a sus p ro ­
pias necesidades.
Al tener la misma finalidad, no es sorprendente que, en general,
las casas-torre irlandesas fueran muy parecidas a las escocesas. Pero Dunsoghly, cerca de Dublin,
hay algunas diferencias. En Irlanda estaban muy extendidos los m el­ Dunsoghly
construida a mediados
lones «escalonados», que no eran más eficaces que los planos pero del siglo xv, es una de
hacían la torre más hermosa. N orm alm ente las torres eran de planta las pocas casas-torre
rectangular - a veces circular-, pero en unos pocos casos, más casas verdaderamente grandes que
que torres, había torreones cuadrados o circulares en cada esquina, existen en Irlanda. Tiene casi el
que daban el aspecto de pequeños castillos «de planta cuadrangu- aspecto de uno de los primeros
lar». Cuando los propietarios querían más comodidad no construían castillos de torre del homenaje y
normalmente grandes torres, sino que preferían añadir una mansión recinto fortificado, con sus
torres de esquina y un bawn de
a la torre existente o construir una independiente dentro del bawn.
piedra en el que se levanta
Algunos irlandeses continuaron construyendo casas fortificadas a
una capilla.
mediados del siglo xvi, y fueron probablemente los últimos cons­
tructores de auténticos castillos en Europa. Irlanda fue una excepción.
En los países más ricos y menos turbulentos habían tenido lugar,
muchos años antes, cambios que significaron el fin de los auténticos
castillos.
Synone

Algunas torres eran redondas; Synone, en


Tipperary, es un ejemplo del siglo xvi con cuatro
pequeños balcones amatacanados que
sobresalen del parapeto. Las ventanas estaban
protegidas por barras de hierro.

43
8. Los castilios en España trolaba los principales caminos y permitía hacer frente a los posibles
ataques con una sucesión de líneas defensivas de distinta magnitud.
También crearon y mejoraron una serie de mecanismos que ofre­
cían mayores garantías a la defensa de muros y puertas. Es el caso de
las torres albarranas (p. 22); o el de las entradas en recodo de origen
bizantino, que perfeccionaron con sistemas cada vez más com plica­
Las peculiares circunstancias históricas de la España medieval favo­ dos, como se ve en las numerosas puertas de la Alhambra. También
recieron el desarrollo de la arquitectura militar en la Península. El se preocuparon de resolver el problema del abastecimiento del agua
enfrentamiento entre cristianos y musulmanes, la existencia de diver­ en caso de asedio, bien por el sistema de aljibes que recogían el agua
sos reinos independientes o la creciente importancia adquirida por los de lluvia, bien mediante la construcción de un muro perpendicular al
señoríos a lo largo de la Baja Edad Media hicieron que el suelo penin­ recinto principal, que permitía llegar al rio sin problemas. A esta
sular se llenase de castillos y ciudades fortificadas cuya misión era construcción se le daba el nombre de coracha, y solía terminar en una
controlar territorios y defender fronteras y caminos. torre, de la que el ejemplo más conocido es, sin duda, la sevillana
Entre los cristianos del norte se manifiesta desde el primer momento la Torre del Oro, construida en el período almohade para reforzar la
necesidad de acudir a la construcción de fortalezas para su defensa. Así, defensa de la ciudad en la zona del Guadalquivir.
durante el remado del asturiano Alfonso III (866-911) encontramos Este ejemplo muestra cómo no siempre estaban reñidos los plan­
referencias documentales a castillos que, como el de Gozón, debían teamientos defensivos con los estéticos. El interior del castillo almo-
defender la ciudad de Oviedo por su flanco más débil, el mar, ya que, al rávide de Monteagudo de las Vicarías (Murcia), por ejemplo, estaba
sur, la barrera natural de los Picos de Europa ofrecía suficiente protección. ocupado por un jardín concebido-para el placer de sus moradores. El
Con todo, fueron los musulmanes de al-Andalus quienes alcanza­ máximo ejemplo de esta tendencia lo constituye ese complejo con-
ron un alto grado de desarrollo en este campo arquitectónico. Sus
territorios estaban recorridos por una estudiada red de ciudades forti­
ficadas, castillos y atalayas que, organizada de forma jerárquica, con-

Atalaya de Arrebatacapas
(Madrid): Esta torre-vigía
formaba parte del sistema
defensivo constituido p o r los
musulmanes para controlar el
valle del Jarama. Su interior se
divide en varios pisos mediante
suelos de madera; su única
entrada, a la que se llegaba por
una escalera de mano que se
retiraría para mayor seguridad,
está situada en alto, encima de la
base maciza de tres metros de
altura sobre la que se levanta la La Alhambra: La residencia de los reyes nazaríes de Granada, obra
torre. En caso de peligro, el o los fundamentalmente de Yusuf I (1333-1354) y Muhammad V (1354-1359),
centinelas que la ocupaban lo es, en realidad, una pequeña ciudad que engloba funciones militares,
comunicaban mediante señales administrativas y palaciegas. En las murallas que la rodean llama la
luminosas a otras atalayas atención el contraste entre las formas cerradas de las torres
similares, hasta que la noticia de la alcazaba (a la derecha de la fotografía), concebidas con criterios
llegaba a la plaza fuerte más puramente defensivos, y las ventanas y miradores que abren los muros
cercana, en este caso de las de los palacios reales, para que los moradores de sus
la población de Talamanca. suntuosos interiores disfrutaran de las vistas que ofrecían.

44
junto de sistemas defensivos, casas, palacios y jardines que es la Militares, hace que las soluciones arquitectónicas y el cuidado pues­
Alhambra, cuyas torres se vaciaron para acoger ricas estancias desde to en su elaboración sean muy diferentes.
las que se tenían espléndidas vistas de la ciudad y su entorno. Con el paso de los siglos, esta situación fue cambiando, sobre todo
En el norte también se van a hacer eco de muchas de estas nove­ en la España cristiana de la Baja Edad Media. La frontera con los
dades, al mismo tiempo que incorporan las que se producen en el musulmanes quedaba ya muy al sur, y aunque los conflictos bélicos
ámbito europeo. No obstante, la situación de continua amenaza béli­ no desaparecieron, pues fueron frecuentes las guerras internas dentro
ca hizo que los castillos de moros y cristianos coincidiesen en la elec­ de los distintos reinos, poco a poco se fue implantando una nueva
ción de emplazamientos elevados, en los que, por una parte, su posi­ situación social, política y económica. En todas partes fueron sur­
ción privilegiada les permitía tener un control visual muy completo giendo nuevos señoríos laicos y eclesiásticos, que encontraron en los
del territorio circundante y, por otra, lo escalpado del terreno ofrecía castillos el mejor modo de expresar de forma visible los derechos
fuertes cimientos y unas defensas naturales difíciles de salvar para los jurisdiccionales recién adquiridos sobre sus territorios.
atacantes. Los ejemplos de este tipo son numerosos a ambos lados de En algunas zonas del norte, como el País Vasco, las familias nobles
la frontera durante todo el período medieval: Loarre (Huesca), optaron por la casa-tone como edificio representativo de su linaje y
Consuegra (Toledo), Calatrava la Nueva (Ciudad Real), Gormaz poder. Sin embargo, van a ser los llamados castillos señoriales los que,
(Soria), Segovia, Martos (Jaén), Almería... Todos ellos se caracteri­ a partir del siglo xrv, mejor encarnen en sus formas la idea del seño­
zan por la irregularidad de sus trazados, consecuencia de la necesidad río. Se trata de edificios que siguen teniendo un importante carácter
de adaptar sus murallas y defensas a las formas del terreno, y es muy defensivo, como demuestra el hecho de que incorporen a sus fábricas
frecuente que cuenten con amplios recintos exteriores para albergar a las novedades que se van produciendo en este tereeno. Pero, al tiempo,
la población del entorno en caso de peligro. Sin embargo, el ser obras se producen cambios significativos respecto al período anterior.
cualitativamente muy distintas, pues entre ellos hay edificios pura­
mente militares junto con residencias reales y conventos de Ordenes

Planta del castillo de Consuegra (Toledo): En 1183, el rey Alfonso VIII


donaba este castillo de origen romano y musulmán a la Orden
de San Juan, para que se hiciese cargo de su defensa frente
Castillo de Loarre (Huesca): Una fuerte peña sirvió de cimiento a este a los almohades. Su carácter predominantemente militar se traduce
castillo levantado po r Sancho el Mayor de Navarra a principios del en la concepción cerrada y compacta del diseño: un doble recinto
siglo xi durante su ofensiva contra los musulmanes oscenses. amurallado da paso al castillo propiamente dicho, un cuerpo rectangular
Lo escarpado del emplazamiento determinó la marcada irregularidad de gruesos muros y sin apenas vanos, al que se adosan diversas
de su planta, en cuyo recinto interior se mezclan las primitivas torres de gran fortaleza; una de ellas (A) alberga la única entrada.
construcciones militares -entre las que destacan la torre del homenaje El flanco sur, aprovechando la existencia de un afloramiento
(a la izquierda en la fotografía) y la llamada de la Reina- con las rocoso, se reforzó con la construcción de una torre albarrana (B),
dependencias del monasterio románico que se levantó en él a finales que se comunicaba con la fortaleza mediante un puente de madera
del mencionado siglo. situado en alto.

45
Castillo de Gormaz época. Hay, por tanto, una evolución hacia el castillo-palacio, que
(Soria): Para la culmina en ejemplos tan magníficos como el de Manzanares el Real
construcción de esta (Madrid) o el de Coca (Segovia), que, con unos cuidadísimos paramen­
fortaleza califal del tos de ladrillo, combina todos los dispositivos defensivos de la época
siglo X se eligió una con un sentido de la forma que lo convierten en una verdadera joya.
elevación del terreno
Con los Reyes Católicos, los castillos van a sufrir un duro golpe.
que proporcionaba un
Conscientes de lo peligrosos que podían ser para sus planes de refor­
magnífico control visual
y dificultaba el acceso
zar el poder real, estos reyes mandaron desmochar muchos de ellos y
en caso de ataque. pusieron muchas dificultades a la construcción de otros nuevos. A
Sus fuertes muros, que partir de entonces la arquitectura militar española se iba a centrar en la
se adaptan a las defensa de sus fronteras. Buen ejemplo de ello es el sistema de torres-
irregularidades del vigía y fuertes del litoral andaluz, con el que, a partir del siglo xvi, se
terreno, y las torres de pretendió prevenir las incursiones de los piratas berberiscos. Pero ya
planta cuadrada sólo se trataba de obras de ingenieros militares al servicio del Estado,
remiten a los modelos en las que no tenían cabida las formas simbólicas del poder de los
bizantinos, que parecen orgullosos nobles medievales.
estar en el origen de la
fortificación musulmana
en al-Andalus.

Los castillos disminuyen su tamaño, pues ya no cuentan con recin­


tos para albergar a la población en caso de ataque, sino que sólo están
pensados para la defensa del señor y sus representantes. También
bajan de las colinas al llano, y su planta se regulariza, pero, incluso
cuando se siguen ubicando en lo alto de cerros, se busca la claridad
del diseño, como ocurre en Peñafiel (Valladolid). La torre del hom e­
naje adquiere un total protagonismo dentro del conjunto, aumentan­
do su tamaño y proyectándose en altura, como claro símbolo del
poder y control territorial de su propietario. Tal es así, que en algunos
casos, como en Arroyomolinos (Madrid), basta la única presencia de
este elemento, acompañado de un foso o una sencilla muralla, para
establecer de forma visible la relación de subordinación existente Castillo de Manzanares el Real (Madrid): El castillo que don Diego
entre pueblo y señor. Por último, la disposición de los distintos ele­ Hurtado de Mendoza y su hijo Iñigo levantaron en la segunda mitad del
mentos se hace siguiendo criterios en los que predominan el orden, la siglo xv en su señorío del Real de Manzanares es un perfecto ejemplo
simetría o los cuidados aparejos, adquiriendo especial importancia en del carácter palaciego con que se va dotando a este tipo de edificios a
su decoración los escudos del propietario; muchos elementos de ori­ finales de la Edad Media. Sin descuidar los aspectos propiamente
defensivos, su arquitecto -posiblemente el toledano Juan Guas-
gen defensivo, como los matacanes, pasan entonces a convertirse en
ha sabido dar un fuerte carácter escenográfico a su fachada principal
un ornamento más del conjunto.
mediante la disposición simétrica de sus distintos componentes.
Son, en suma, edificios en los que se cuida mucho el factor estéti­
El interés estético puesto en la presentación del edificio se ve subrayado
co, pues son referencias visuales de un poder que no sólo se mani­ p o r el énfasis dado a su ornamentación exterior, con las redes de
fiesta en la fortaleza de si«s defensas, sino en la belleza de sus dise­ rombos y bolas de las torretas, el friso de mocárabes que sustituye a los
ños. Sus interiores se hacen más cómodos, se decoran con ricos arte- matacanes o la incorporación de un elemento tan frecuente en la
sonados y yeserías mudéjares, y se organizan en torno a patios en los arquitectura civil de la época como es la galería con que se corona
que vemos aparecer las formas góticas de la arquitectura civil de la el muro sur (a la derecha).

46
9. El declive de los castillos

Hurstmonceux, en Sussex, es un castillo «de planta cuadrangular»


construido a mediados del siglo xv. A primera vista es impresionan­
te. Pero, ¿es realmente un castillo poderoso o su poder es ilusorio?;
¿o quizá es simplemente su belleza lo que impresiona? Hurstmon­
ceux es un signo de los nuevos tiempos. En muchas partes de Europa,
los señores que construían nuevos castillos o, lo que era más habitual, El castillo de Hurstmonceux, en Sussex, fue construido con ladrillo,
los que reformaban los antiguos estaban mucho más interesados en su como en Holanda, y no con bloques de piedra, ya que a mediados
comodidad y en su aspecto que en la defensa. ¿Por qué se dejó de del siglo xv el ladrillo se puso de moda. Dispone de torres
valorar aquello que fue considerado como lo más importante durante y almenas, aspilleras y algunas troneras bien diseñadas, pero
cientos de años? la gracia de sus proporciones y la cantidad de ventanas
y chimeneas (algunas de ellas añadidas posteriormente)
revelan su principal propósito.

La pólvora

La respuesta más obvia son las armas de fuego. Nadie sabe quién Sin embargo, las armas de fuego no convirtieron rápidamente a los
inventó la pólvora, pero sí que fue introducida en Europa desde castillos en obsoletos. En un principio se vio que podían equiparse
el este. Las primeras armas de fuego se fabricaron a principios del con cañones, y desde finales del siglo XIV se construyeron troneras en
siglo XIV, y entonces eran poco más que una ruidosa novedad para los muros de algunos castillos. Las troneras eran normalmente un
asustar al enemigo y espantar a sus caballos. Pero pronto evoluciona­ agujero redondo sobre el cual se situaba una larga hendidura vertical
ron y, a mediados del siglo xv, habían reemplazado completamente a o cruzada; la hendidura podía servir en parte para apuntar, pero lo
las antiguas formas de artillería durante los ataques a castillos. Los más probable es que su función principal fuera poder disparar con
grandes cañones, llamados bombardas, podían abrir brechas en los arco, un arma más efectiva que los cañones para herir a hombres.
muros, mientras que otros más pequeños despejaban las almenas. Estas troneras sólo podían albergar pequeños cañones, pero durante
No cabía duda de que las armas de fuego podían ser muy efecti­ la última parte de la Guerra de los Cien Años (1337-1453) algunos
vas. En 1405, en Berwick, los escoceses se rindieron después de que señores de Francia hicieron construir frente a sus castillos platafor­
el primer disparo del monstruoso cañón de Enrique IV hiciera tem­ mas bajas de tierra, o bulevares, para protegerse del fuego enemigo y
blar su muralla, y en 1449 el rey de Francia, provisto de artillería, colocar artillería pesada.
expulsó a los ingleses de sus castillos de Normandía en mucho menos Hasta finales del siglo x v no se consideró necesario construir
tiempo del que había necesitado Enrique V para capturarlos treinta nuevos castillos diseñados para resistir la artillería pesada. Uno de los
años antes. Sin embargo, los cañones estaban todavía lejos de ser primeros fue Ravenscraig, en Fife, construido por Jaime II de Esco­
infalibles. Algunos castillos ingleses se enfrentaron a ellos durante la cia, cuya gran afición eran las armas de fuego. Los constructores
Guerra Civil, a mediados del siglo xvn y, a pesar de que en aquella hacían las torres y muros de los castillos lo más altos posibles, para
época las armas de fuego eran ya bastante modernas, ciertas fortale­ tener ventaja sobre el atacante, pero Jaime pensaba que de esta mane­
zas -com o B olton- resistieron bien. Quizá durante la Guerra Civil las ra eran un blanco más vulnerable a los cañones. Para resistir un
armas de fuego no eran del tipo más poderoso, ya que las más gran­ cañón, los muros deben ser gruesos, no altos. Ravenscraig es de plano
des, como las bombardas, eran caras y difíciles de transportar. A fina­ similar a Tantallon (página 32), pero el gran muro que defiende el
les del siglo xv, los reyes de Escocia tenían una buena cantidad de promontorio es más grueso que alto. Los pisos superiores son espe­
armas de fuego, pero algunas veces no eran capaces de llevarlas hasta cialmente robustos, para instalar un buen número de cañones, y algunos
el lugar de la acción, a pesar de haber contratado a obreros especial­ de éstos apuntaban a través de troneras cuadradas o buzones que ofre­
mente para allanar los caminos. cían un ángulo de tiro mucho más amplio que las antiguas. Enfrente

47
Este grabado extraído de un había un dique seco que no dejaba al enemigo ni ver ni disparar a la
tratado alemán de explosivos del parte más baja del muro hasta que llegaba al borde mismo del dique.
año 1450 es tosco pero claro. Ravenscraig era todavía un auténtico castillo, concebido para ser
El cañón de asedio dispara desde un habitado, y tenía aposentos para la reina de Escocia. Pero cuando se
carruaje de cuatro ruedas que fue aceptando la idea de que una fortificación moderna debía ser dise­
tiene un cofre para munición o
ñada tanto para resistir el fuego pesado como para responder con
herramientas y un varal para dos
cañones del mismo calibre, las edificaciones resultantes dejaron muy
caballos. (De hecho, se podían
poco espacio para una vivienda confortable. Durante el Renacimiento
necesitar muchos más caballos
que se disponían p o r parejas.) los italianos experimentaron con varios tipos de «castillo» con muros
Las ballestas y las demás armas inclinados, angulosos o curvos, tremendamente sólidos y muy resis­
que portan tanto atacantes tentes a los disparos. Cuando Enrique II de Inglaterra -entre cuyas
como defensores no resisten la aficiones se encontraba también la de las armas de fuego- decidió
comparación con el cañón, construir una serie de «castillos» para proteger la costa sur de los ata­
aunque el cuidado con que el artista ques franceses, aplicó las mismas ideas y los hizo bajos y redonde­
muestra un bulto en los dardos ados. Aunque esas edificaciones eran llamadas «castillos», e incluso
de la ballesta indica que portaban Walmer es ahora una residencia oficial, no eran auténticos castillos.
material incendiario. Se trataba de fuertes de artillería, y nadie podía considerar a ninguno
de ellos su casa.

La paz del rey

No es una casualidad que los castillos convertidos en fuertes de arti­


llería fueran todos propiedad de reyes. Sólo los reyes podían afrontar

El castillo de Deal, en Kent, formaba parte de la línea de defensas del


rey Enrique VIII contra los ataques franceses a la costa sur de Inglaterra,
y fue construido entre 1539 y 1540. Este grabado, que data de
ΞI castillo de Ravenscraig, en Fife, fue construido aproximadamente mediados del siglo xvn, lo muestra todavía en su estado original.
il mismo tiempo que Hurstmonceux, pero con muy diferentes La reducida «torre» está rodeada de dos grupos formados p o r tres
propósitos. Ésta es una vista desde la base del foso cortado en la roca, bastiones semicirculares, y en lugar de almenas se construyeron
.a línea de puntos muestra la posición del puente levadizo, parapetos anchos y redondeados con aberturas para
í nivel del suelo. las baterías de cañones.

48
estos trabajos, y sólo los reyes podían disponer de series completas de una ciudad bien fortificada podía ser lo suficientemente grande para
artillería con cañones de último diseño y gran tamaño. Al final de la contener la guarnición y las armas necesarias para resistir a un
Edad Media, en muchos países europeos la riqueza y el poder de los moderno ejército régulai·.
reyes se estaban convirtiendo en absolutos. Los nobles rebeldes no Los castillos iban perdiendo su utilidad militar desde todos los
tenían normalmente ninguna oportunidad ante el ejército real, y sus puntos de vista; ni siquiera servían para defender a su señor de otros
castillos no servían para mucho más que para ofrecerles una retirada señores, pues los «nuevos monarcas» eran capaces de evitar las
segura. luchas armadas que habían surgido entre nobles desde el principio del
En el pasado, los reyes habían permitido a los nobles construir cas­ medievo. Al extenderse el poder real, la posibilidad de que estallaran
tillos para mantener el orden en sus tierras o protegerse contra las revueltas serias entre los campesinos fue disminuyendo. Es cierto que
invasiones. Ahora no era necesario. El rey era lo suficientemente las condiciones podían variar de unos países a otros, o incluso entre
poderoso como para encargar estos trabajos a sus propios hombres, y distintas zonas de un mismo reino, pero en general la nobleza llegó a
los castillos estaban perdiendo su valor para la guerra, aunque toda­ la conclusión que era mucho mejor no seguir viviendo en fortalezas.
vía podían utilizarse contra las revueltas populares. A veces un casti­ Se construyeron amplias ventanas y anchas y majestuosas escale­
llo podía estar situado de tal forma que era posible construir nuevas ras, y las terrazas y jardines eran mucho más agradables que las vie­
defensas de artillería en torno a él. Pero la técnica de la guerra fue jas torres y murallas. Además, los estilos cambiaban y ningún noble
desarrollándose durante los siglos x v i y x v ii y, cuando los reyes que quisiera ser respetado co m a el riesgo de ser considerado pasado
europeos que gobernaban naciones-estado formaron ejércitos de sol­ de moda, pobre o miserable; se esperaba de él que mantuviese su
dados profesionales, los castillos resultaron ser demasiado pequeños posición en la sociedad viviendo de la forma apropiada. El rey y sus
para desempeñar un papel importante en la defensa de un país; sólo ministros también lo esperaban. Ningún monarca deseaba ver dismi­
nuir su propia dignidad favoreciendo a alguien que no tuviera el esti­
lo correcto. Algunas veces había otra razón. Mantenerse a la moda en
edificios, ropa y mobiliario costaba una buena cantidad de dinero y
ocupaba mucho tiempo; así, estos nobles estarían menos dispuestos a
causar problemas al rey.

Los ingenieros militares desarrollaron diseños muy complejos de En ocasiones se intentó convertir los viejos castillos en nuevas
terraplenes angulares, algunos hechos de piedra, los más apropiados fortificaciones. A Carisbrook, en la isla de Wight, del siglo xil,
tanto para disparar como para defenderse de las armas de fuego. con su shell y su muralla, se le añadieron terraplenes y bastiones
Éste es un plano del siglo xvm de la ciudadela de Lille, diseñada p o r el (en las esquinas) entre 1587 y 1600, cuando la reina Isabel I temía
más importante de los ingenieros franceses, Vauban (1633-1707). una invasión por parte de España.

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En los lugares en los que los incidentes fronterizos aún se recordaban,


los terratenientes solían conservar sus casas-torre añadiéndoles alas
más cómodas y suntuosas. Este grabado del siglo xvm del castillo de
Belsay, en Northumberland, muestra la torre del siglo xiv, la casa
Longford, en Wiltshire. El edificio original es también del período solariega jacobina añadida en 1614, y un ala construida un siglo
isabelino, triangular con torres en las esquinas. Los edificios más tarde en estilo georgiano temprano. (Más tarde, entre 1810 y 1817,
de la derecha se añadieron posteriormente. Pero en comparación se construyó cerca una casa completa; siguiendo el estilo clásico
con Caerlaverock (portadilla) demuestra no ser más que una espléndida griego de moda entonces, le dieron el aspecto de un templo antiguo.)
casa de campo, indefensa tras su jardín y su puerta desprotegida.

cantera para obtener piedra. Los duques de Northumberland, por


Casas majestuosas y monumentos antiguos ejemplo, convirtieron el castillo de Alnwick en una espléndida casa
de campo, dejando que el cercano castillo de Warkworth se derrum­
El castillo perdió su valor a causa de los cambios introducidos en las base y conservando una mansión, Sion House, cerca de Londres,
armas y los métodos militares, en el poder político y en las actitudes como vivienda permanente.
ante la moda y la sociedad. Todos estos grandes cambios no se pro­ Continuaron construyéndose grandes casas, algunas de ellas por
dujeron de forma repentina y simultánea. El declive de los castillos, hombres que se habían enriquecido y ennoblecido sirviendo al rey y
por tanto, fue lento y desigual. que no habían heredado tierras ni castillos. Al principio se mantuvo
Algunos castillos se resistieron al declive, y cobraron otro tipo de la arraigada costumbre de que toda casa debía conservar alguna apa­
importancia. Windsor permaneció como una importante residencia real; riencia de castillo. Esto se puede observar en Hampton Court, del
durante mucho tiempo su aspecto exterior siguió siendo el de un casti­ comienzo del período Tudor. En la época de los Estuardo, sin em bar­
llo, mientras el interior se convertía poco a poco en un palacio. La Torre go, la moda cambió y desaparecieron todas las almenas y torres,
de Londres se conservó como arsenal y prisión del reino y como sím­ incluso como adornos.
bolo de lo que nadie podría soñar en destruir. Otros muchos castillos rea­ La idea de que el castillo era algo que daba prestigio a una resi­
les permanecieron como almacenes o prisiones o, lo que es menos habi­ dencia importante prevaleció. Incluso en el siglo xvm, la era de los
tual, como cuarteles. Algunos todavía lo son; el castillo de Edimburgo grandes ideales clásicos en arquitectura y arte, cuando la Edad Media
acogió al rey Jorge mientras los rebeldes jacobitas tomaban la ciudad era considerada una época de ignorancia y oscurantismo, algunos de
en 1745, y aún en nuestros días sigue siendo un cuartel militar. los trabajos más destacados de los arquitectos más importantes eran
Algunos castillos fueron reformados para hacerlos más habitables. llamados castillos. Era incongruente, pero franceses y alemanes hacían
Se construían nuevas ventanas, puertas y pisos en las antiguas torres exactamente lo mismo, llamando château o Schloss desde una m o­
y se añadían nuevas alas a las antiguas fortificaciones. En ocasiones desta casa de campo hasta un palacio como Versalles.
se construía una casa nueva dentro del patio de un castillo; otras Mientras tanto, había gente, incluso en el ilustrado siglo xvm, que
veces el castillo era abandonado y utilizado como cobertizo o como construía «románticas» ruinas «góticas». Esta costumbre se extendió

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En 1819, el Ivanhoe de Scott puso de moda lo «normando». En 1820, el propietario de Penrhyn, en el norte de Gales, que había hecho fortuna con las
canteras de pizarra, decidió transformar su vieja casa en un castillo. El arquitecto debía ser admirador de Rochester (página 15).

a principios del siglo xix, poniéndose de moda durante algún tiempo mas sobre el rey Arturo. Al mismo tiempo, había gente que estudia­
y dominando el arte, la literatura y la música de la Europa occidental. ba los castillos con seriedad y ayudaba a comprender la civilización
El «renacer romántico», como se le llamó, revalorizó la Edad Media. medieval que los produjo.
La gente, con la imaginación enriquecida por las historias de Sir Ya en el siglo xx, los gobiernos de muchos países tomaron con­
Walter Scott, veía los castillos repletos de gente valerosa, malvados ciencia de que era necesario preservar las viejas construcciones. Sus
barones, caballeros de brillante armadura, hermosas damas y damise­ razones eran en muchos casos culturales y educativas, pero también
las en peligro. Una vez más, se puso de moda adornar las casas con patrióticas: estos edificios forman parte de la herencia nacional, y son
almenas, torreones e incluso torres; este tipo de elementos se podía testigos de la historia del país y de sus tradiciones. Cuando el turismo
encontrar en las grandes casas de campo victorianas, en las villas resi­ se convirtió en una industria importante, los gobiernos comprendie­
denciales y en las viviendas adosadas de la clase media. Un número ron también que los antiguos monumentos podían suponer pingües
reducido de gente muy acomodada fue más allá. Algunos reconstru­ beneficios.
yeron castillos en ruinas y los amueblaron con lo que ellos pensaron Así pues, los castillos volvieron a ser valiosos. Muchos, es cierto,
que era de estilo medieval, mientras que otros construyeron nuevos estaban ya reducidos a montones de piedra informe, y otros muchos
castillos. Con esto se intentaba, sin duda, escapar de la realidad. Los continúan así al no ser considerados tan importantes como para justi­
nobles querían olvidar las sucias fábricas y el prosaico juego de pér­ ficar el coste de la reparación. Pero existen muchos otros que, des­
dida y beneficio, relajándose en un mundo fantástico de caballería, pués de años de abandono y olvido, prosperaron de nuevo y vuelven
como el ensalzado por Lord Tennyson, el Poeta Laureado, en sus poe­ a estar repletos de gente.

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