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Psicoarion dijo...
Christopher Bollas: Lo sabido no pensado.C. Bollas, es psicoanalísta. Dota al psicoanálsis de una especial
profundidad. Él mismo representa la profundidad, el self profundo. Es un defensor del self genuino y de ser
genuino con ese self.Podríamos estructurar la búsqueda de la comprensión del pensamiento de Bollas a través
de la búsqueda que el inspira en el psicoanálisis moderno:Buscar el alma del psicoanálisisAl encuentro del self
genuinoEl espacio intermedio
Comentario basado en el texto de: Ávila Espada, A., Rojí, B. y Saúl G., L. (2006). Introducción a los Tratamientos
Psicodinámicos. Madrid. UNED.Christopher Bollas: Lo sabido no pensado.Junto con Grgorio Kohon y Patrick
Casement, son las figuras mas representativas del Grupo Independiente Británico.C. Bollas, privilegia el estudio
de la experiencia subjetiva para conocer al Otro en el marco de la terapia analítica, con especial atención al
fenómeno de la identificación proyectiva.Para el autor es importante la estructuración de las relaciones mas
tempranas, adhiriéndose a los que empiezan a dar relevancia a las relaciones objetales concebidas
interpersonalmente.Bollas a partir de su trabajo con niños autistas y esquizofrenicos en su trabajo como
director del centro Austen Riggs Center, conocido mas tarde como el centro de la psicología del Yo, busca
rescatar la experiencia no verbal del sujeto, "aquella parte de la psique que vive en el mundo sin palabras"
(1991, p. 17)En el concepto de lo sabido no pensado, se expresa un modo de saber que no tien que ver con lo
verbal. La madre en su función de objeto transformacional, instruye desde el principio al bebe, a través de
contactos intersubjetivos, en la logica de existir y vincularse.Cada intercambio es un compromiso entre la logica
heredada del infante y la logica del cuidador materno.Se entiende así que antes de que el niño desarrolle su
capacidad para representar, ya hay un tipo de conocimiento, un tipo de lógica que se ha fraguado en base a los
ritmos de cuidado más que a los contenidos.Algo que coincide con las concepciones actuales sobre memoria
procedimental.Lo que el niño ha intenalizado pero aún no ha procesado mentalmente es Lo sabido no pensado
y guarda una estrecha relación con el concepto de falso self winnicottiano.La madre cuida al bebe con un
idioma de cuidado materno que transmite al hijo una estética de existir.La innovación sobre el concepto de
madre ambiente de Winnicott vendría dada por la concepción de que el bebé percibirá procesos que alteran la
experiencia de si, de aqui lo de proceso de transformación.Hay un saber que se genera en el niño que es
existencial mas que representacional. No son solo los cambios y alteraciones que la madre genera en el con un
ritmo determinado, sino las emergentes capacidades yoicas de éste que consiguen cambios en la
experiencia.Las propiedades yoicas emergentes y su capacidad para generar modificaciones de la experiencia se
terminarán traspasando a estados intermedios de experiencia hacia aquello que algunos convendrán llamar
espacio transicional.Para este autor la forma del sujeto de relacionarse con su representación de si mismo es
fundamental.Es la relacion con el self como objeto, donde el sujeto puede objetivar, imaginar, analizar y
gobernar el self por identificación con los otros (¿yoes emergentes?) primarios que participaron en la misma
tarea.¿Como se dirige a si mismo la persona en el espacio intersubjetivo?La forma en que nos dirigimos a
nosotros mismos revela y expresa nuestra experiencia como objeto parental.Las relaciones tempranas
generaran dos tipos de Talantes, el talante maligno que es aquel que buisca generar en el otro una actitud
determinada hacia el propio self, y un talante generativo, que busca contactar con el self niño, abriendo la
posibilidad que genera saber. El objeto conservativo es parte de lo sabido no pensado. Es la memoria
existencial (procedimental) de un estado del self que se ha conservado. El self niño continua ligado a algun
aspecto del ambiente parental.InfluenciasEs indudable la influencia que sobre este autor tuvo el trabajo de
Winnicott, sobre todo a nivel técnico del uso del juego. Pero es importante el desarrollo y continuidad que dió
Bollas al pensamiento de D. Winnicott.Los conceptos que mas influyeron en su trabajo fueron: Falso self,
Objeto transicional y el uso del objeto por parte del sujeto.La omnipotencia del bebe, sostenida por la
preocupación maternal primaria, ira cediendo hasta el reconocimiento de la dependencia de la madre. Este
proceso se denomina desilución, y es la puerta de entrada al mundo de los objetos reales.El objeto transicional
será el responsable de amortiguar la caída del bebe desde la omnipotencia a la dependencia, pero la
configuración del mismo y la potencialidad de desplegar su función depende de los ritmos y cuidados del otro.
Lo transicional no tendrá ningúna propiedad que no haya sido derivada de la experiencia del bebe con la
madre.Se puede mantener la omnipotencia, dando como resultado una forma de relacionarse con el mundo
propia de los autistas, los cuales hacen un uso del objeto de forma despiadada, o se puede propiciar la
organización prematura de la realidad (habitualmente por ausencia o negligencia de las figuras significativas),
generando asi el bebe para poder sobrevivir, un falso self.Si la omnipotencia cae precozmente, el deseo y la
necesidad del niño será vivida por el como algo altamente desestructurante y desorganizador. Aterrador. El
deseo es la fuente de descompensación y desregulación neurovegetativa.El niño que es desprovisto de forma
prematura del ambiente facilitador, se adapta al entorno. Es el nacimiento del falso self.De Balint recoge la
búsqueda del amor incondicional por parte del sujeto. Hay un estado pasivo originario, la ruptura de ese estado
pasivo primario genera la sensación de Falta Básica.El paciente buscará recuperar esa incompletud, ocupar el
vacío dejado por esa falta, a través de una regresión benigna.El trabajo que durante los años 50 estaba
realizando P.Heinman con respecto a la contratransferencia fué muy inspirador para este autor. ¿Cual es la
lógica intima del discurso?Cuando habla el paciente, ¿Quien es el que habla?.P. Heinman percibió el discurso de
las figuras de cuidado en las palabras del paciente. El talante del padre, la voz de la madre, la experiencia
fragmentada del niño que fué...¿A quien habla?¿Por que ahora?A partir de ese momento la Contratransferencia
(Ct.) se convertía no ya en un artefacto que era necesario evitar, ocultar o negar, sino que sobrevenía en una
herramienta fundamental, a través de la cual podíamos tomar contacto con una zona muy intima y profunda
del paciente, su núcleo de experiencia.Se abandona la metáfora freudian del cirujano y la idea de pantalla en
blanco, para pasar a reconocer un canal de comunicación prolífico como pocos.La Ct. es un instrumento de
investigación del inconsciente del paciente.Para P. Heinman, La Ct. era una creación del paciente. (On
Countertransference. 1950). Mas tarde la autora desarrollara esta idea hasta irse alejando en la dirección de un
proceso compartido.Es significativo resaltar que la autora no revelaba sus sentimientos al paciente.En la misma
Línea que P.Heinman, Margaret Little, en los años 50 estaba escribiendo sobre la Ct. Tiene un famoso artículo
llamado: Contratransferencia y la respuesta del paciente a la mismma. (1951)M. Little, reconoce la subjetividad
del analísta y promulga su reconocimiento por parte de los terapeutas. Para la autora hay hacia la Ct. una
reacción fóbica o paranoide.No basta con hacer una interpretación correcta, sino incluso si es pertinente,
reconocer que se ha cometido un error en cierta apreciación sobre el paciente. Esta autora, célebre por su
relato de su análisis con Winnicott, será recordada por las apreciaciones acerca de la influencia de ciertas
carácterísticas de la personalidad del terapeuta sobre el despliegue del proceso analítico, en función de la
trascendencia que tiene para el paciente que sus apreciaciónes sean reconocidas y aceptadas por el terapeuta
validando así la experiencia del paciente. El paciente llega a conocer aspectos profundos del terapeuta y su idea
de él no se basa simplemente en fantasías inconscientes.Critica la neutralidad.El analista se comporta en
ocasiones como el padre que niega la experiencia del niño, negando así la realidad.Bollas busca ser genuino con
el paciente, y acceder a su self genuino de modo que pueda vivr la experiencia que se le negó en su momento.
Sabemos a partir de Freud (1915) que “(…) todo lo reprimido tiene que
permanecer inconsciente, pero (…) lo reprimido no recubre todo lo inconsciente”
(pág. 161), de modo que hay material inconsciente que no es reprimido y que, no
obstante, habita en lo inconsciente y suponemos que tarde o temprano también
aparecerá durante el proceso analítico. De este modo, en el en el consultorio no
sólo se podrán en escena recuerdos, fantasías, sentimientos, dolores y
pensamientos que fueron enterrados por la represión, sino que también se
manifestará el inconsciente no reprimido, nunca representado, pero no por ello no
vivido.
Lo no reprimido remite a lo que no pudo representarse pero que dejó huella en el
inconsciente originario, almacenándose, por ejemplo, en forma de memoria
procedimental (Bleichmar, 2001) o en forma de patrones vinculares de apego
(Marrone, 2001). Todo este material no representado estará presente como si de
un “tatuaje psíquico” se tratara y, en mi opinión, abarca lo que Christopher
Bollas[1] denomina “lo sabido no pensado” (1987) que es una importante fuente
de materia prima inconsciente que influirá en todo sujeto psíquico y a la que se
podrá tener acceso gracias a la regresión en la situación analítica.
Respecto a la influencia de lo “sabido no pensado” en la vida psíquica, recuerdo
un paciente adulto, quien fue adoptado por una familia de un nivel
socioeconómico mucho mas elevado que el de su familia original, situación que
desconoció hasta ya entrada su vida adulta. Este paciente me relataba que en su
adolescencia temprana, la cual se desarrolló en un entorno lleno de comodidades
y lujos propios del status social en que fue criado, desarrolló cierta fascinación por
involucrarse sentimentalmente con mujeres mayores que él y de un nivel
socioeconómico mucho menor, relaciones que eran emocionalmente muy
intensas, angustiosas, ambivalentes y con tintes dependientes y masoquistas. De
este modo, durante mucho tiempo, el paciente sabía que necesitaba de estas
relaciones para su endeble equilibrio psíquico pero desconocía el porqué. En
síntesis, el tatuaje imborrable del abandono primario (padres originarios) se
manifestaba en el paciente en forma “muda” y le dictaba la necesidad de
un patrón vincular que lo acercaba a sus orígenes, situación que durante mucho
tiempo permaneció en el campo de lo experiencial, fuera de lo representacional,
es decir, en el campo de lo “sabido no pensado”.
En palabras del propio Bollas, lo sabido no pensado es, entonces, aquello
“(…) sabido como una recurrente experiencia de existir, y no tanto porque se lo
haya llevado a una representación de objeto: un saber más bien existencial por
oposición a uno representativo (…) ” (pág.30)
Ahora bien, hablamos entonces de experiencias muy tempranas que, dada su
intensidad y lo endeble aún del aparato psíquico en ese nivel de desarrollo, se
almacenan en formas distintas a lo representacional. Pensemos ahora en otra
posible experiencia; por ejemplo, en una situación en la que “B” y “M” sufren.
La situación es esta: “B” ha perdido el amor de “M” y, dadas las condiciones
psíquicas de “B”, el amor que le ofrecía “M” es tan importante que le daba
estructura, lo contenía y le daba un sentido a su vida. Agreguemos, por otro lado,
que “M” ha retirado su amor debido a un duelo recién activado, lo que explica su
retiro del “mundo objetal”. Siguiendo esta línea, “M” no ha muerto
objetivamente, pero sí lo ha hecho desde la subjetividad de “B”. Pues bien, este
es justo el cuadro que André Green propone para entender el “complejo de la
madre muerta” en donde “M” es la madre y “B” es su bebé, y el resultado desde
“B” es la “muerte psíquica” de “M” como consecuencia de un duelo de ésta última
que hace que B no ocupe más el lugar en la mente de M. En palabras del propio
Green “La madre muerta es entonces, contra lo que se podría creer, una madre
que sigue viva, pero que, por así decir, está psíquicamente muerta a los ojos del
pequeño hijo a quien ella cuida.”(pag.209). De esta manera, en lo sucesivo el bebé
tendrá que adaptarse a la nueva circunstancia, que es la de vivir un maternaje
interrumpido, un holding no vivido y, por lo tanto, una existencia también
interrumpida, ya que sabemos desde Winnicott que en este nivel de
desarrollo “madre y bebé” son la misma cosa, quedando ambos con una
sensación de vacío, futilidad y muerte.
El texto de la madre muerta está dentro de la así denominada por Green “clínica
del vacío”, que remite a la clínica del sujeto que si bien inicialmente acude a
análisis sin una franca “depresión” manifiesta (lo que Green llama depresión
“negra” refiriéndose a la melancolía) tiene una experiencia del self de “futilidad” ,
de “vacío mental” y de “inexistencia” (lo que Green llama “depresión blanca”) que
ha permanecido egosintónica a lo largo de su vida. Este “duelo blanco” sólo
puede manifestarse en el vínculo paciente-analista, por lo que resulta para
Green “una revelación de la transferencia” (pág. 215), revelación de que algo
siempre ha estado allí, algo “sabido pero no pensado”.
El complejo de madre muerta y su consecuente “duelo blanco” nos pone entonces
de lleno en el territorio de la patología de carencia o déficit que tantos
analistas señalan ahora como lo prevaleciente en la clínica contemporánea. Al
respecto, Green menciona que: “si debiéramos escoger un solo rasgo para señalar
la diferencia entre los análisis contemporáneos y lo que imaginamos pudieron ser
en el pasado, probablemente habría un acuerdo en situarlo en el terreno de los
problemas del duelo” (Green, 1989, p. 209).
Así pues, el texto de la “madre muerta” se anuncia como una aportación de la
escuela francesa contemporánea a la problemática del duelo, problemática que
se inicia con Freud en “Duelo y melancolía” (1917) en la que estructuró en forma
magistral el primer modelo psicoanalítico del duelo, bajo el principio de la
decatexia libidinal y en donde aparece la primer definición psicoanalítica del duelo
como “(…) la reacción frente a la pérdida de una persona amada o de una
abstracción que haga sus veces, como la patria, la libertad, libertad, un ideal,
etc.”. (pág. 241)
No obstante, en el texto greeniano, la cuestión del duelo y su definición se
problematiza, ya que justamente en el caso del “complejo de madre muerta”, lo
que se pierde no es “una persona amada”, sino “el amor de la persona”;
dicho de otra manera, la persona (“madre física”) sigue allí, pero no así el amor
(“madre psíquica”), ya que los lazos afectivos y libidinales hacia el bebé, se han
retirado y en ese sentido, ella ha muerto para el bebé a pesar de que la madre
sigue allí .
Llegamos aquí al punto central del trabajo, donde lanzo los siguientes
cuestionamientos: ¿Qué consecuencias tiene ser hijo de una madre en duelo?,
¿quién emerge de este maternaje interrumpido? y en última instancia ¿qué
herencia transmitió la “madre muerta” a su hijo?
Un intento de respuesta me llevó a revisar la obra de Christopher Bollas -que en
palabras del propio Green- es “un auténtico pensador independiente que sigue su
propio camino entre las capillas de psicoanálisis contemporáneo, como un
peregrino solitario” (Green, en Bollas, 1987). Fue justamente en este “peregrino
solitario” en el que encontré un refugio y una luz explicativa desde donde
comprender el mundo psíquico que comparte la díada mamá-bebé y desde allí
entender lo que puede devenir como consecuencia psíquica de vivir un “complejo
de madre muerta” y así complementar desde Bollas lo que Green postula en su
propio trabajo.
El puente entre los autores viene a partir de mi propia lectura de su obra en la que
sostengo que -si bien ambos autores pueden considerarse como “hijos
teóricos” de Winnicott- Green se centró más en la clínica de “lo negativo[2]” es
decir, la consecuencia del “no acaecer” psíquico, mientras que Bollas se centró en
lo que “sí acontece” , lo que podría llamarse la clínica de “lo positivo”[3].
Por “positivo” no quiero decir que Bollas se centra únicamente en aquello que la
madre hace para gratificar a su bebé (en ese sentido “positivamente”), me refiero
más bien al tipo de maternaje que encierra el concepto winnicottiano de “madre
suficientemente buena” que es aquella capaz de gratificar, pero también de
frustrar, capaz de estar y también de separarse y volver cuando el umbral de la
angustia de separación está a punto de ser colmado, que es justo lo que no pasa
con la “madre muerta” greeniana, que no volvió más, y en ese sentido dejó una
huella “negativa” en su infante. Considero, entonces, que el carácter
traumático generado por el complejo de “madre-muerta” lo es justamente por la
interrupción de ambas funciones (gratificación y frustración de la madre), lo que
creará una detención en el incipiente desarrollo del infante; dicho de otro
modo no es lo mismo el no de la frustración que el nunca más de la muerte,
en el sentido que le hemos dado a la “madre muerta” .
Hipotetizo, entonces, que estudiando algunos conceptos de Christopher Bollas,
centrados en lo que sí se estructura a partir de un buen maternaje, podemos
desde allí inferir con más claridad cuáles son las consecuencias en la subjetividad
de un bebé producto de una “madre-muerta”, a partir de revisar “lo que no pudo
ser”, si se me permite la expresión. Revisaré a continuación algunas de las
aportaciones de Bollas.
1) Lo transformacional
Lo transformacional se refiere a una experiencia subjetiva, de hecho la primera en
el álbum biográfico, y se da gracias a la presencia de un objeto “ambiente” que
brinda una sensación de fusión estética. Tal objeto será denominado por Bollas
como “objeto transformacional” y lo podemos considerar como el precursor del
“objeto transicional” winnicottiano. La madre es el objeto transformacional por
excelencia, ya que sus cuidados modifican el entorno ambiental del infante.
Analizar la función del arrullo, por ejemplo, es pensar un modo de experiencia
transformacional en donde la madre emite un tono musical con la finalidad de
calmar la angustia de su bebé y en ese sentido cambia, transforma, el self del
bebé.
En palabras del propio Bollas:
“la madre es experimentada como un proceso de transformación, y este aspecto de la
existencia temprana pervive en ciertas formas de búsqueda de objeto en la vida adulta en
que es requerido por su función de significante de transformación (…), se trata de una
relación de objeto que emerge no del deseo, sino de una identificación perceptual del
objeto con su función: el objeto como transformador ambiento-somático del sujeto. La
memoria de esta temprana relación de objeto se manifiesta en la búsqueda, por parte de la
persona, de un objeto (persona, lugar, suceso, ideología) que traiga la promesa de
transformar el self” (págs. 30-31).