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UNIVERSIDAD ACADEMIA DE HUMANISMO CRISTIANO

Carrera de Psicología

APROXIMACION A LOS IMAGINARIOS DE MIEDO

EN MUJERES DE SANTIAGO DE CHILE

Profesora Guía: Genoveva Echeverría


Metodólogo: Francisco Kamman
Alumna: Cecilia Comesaña Durán

Tesina para optar al grado de Licenciada en Psicología


Santiago, 25 de Enero de 2011
RESUMEN

El problema a investigar son los imaginarios urbanos del miedo en 10

mujeres santiaguinas mayores de 18 años de distintas comunas. Se empleó una

metodología participativa como lo es el grupo de discusión que se complementó

con una revisión teórica que involucra disciplinas sociales como la psicología y la

sociología. Entre los hallazgos más importantes se puede citar la fragmentación

del urbanismo relacionado con fenómenos de inseguridad y polarización social en

Santiago. A nivel específico se destaca la influencia del lugar habitual como lugar

seguro y la alteridad en tanto fuente de amenaza como construcción mediática. Se

alude además al papel de la estigmatización y miedo como forma de control. Este

texto pretende brindar un acercamiento al panorama de la inseguridad desde una

mirada crítica de nuestra sociedad.

Palabras claves: imaginario social, inseguridad, miedo

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AGRADECIMIENTOS

Un sentido agradecimiento a Jorge Pantoja A. por su estímulo y ejemplo

profesional, a mi tía Raquel por su cariño y apoyo incondicional. A mis padres y

todos quienes respaldaron uno de mis desafíos y logros más esperados.

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INDICE

1 Introducción………………………………………………………………….6

1.1 Antecedentes………………………………………………………………….6

1.2 Formulación del problema…………………………………………………...16

1.3 Relevancia……………………………………………………………………23

2. Objetivos………………………………………………………………………24

3. Marco teórico………………………………………………………………….25

3.1 Modernidad: ¿Crisis de sentido?......................................................................26

3.2 El sentido social……………………………………………………………...28

3.3 Evanescencia de los supuestos o pluralismo moderno………………………31

3.4 Modernidad y amplitud de elecciones………………………………………..33

3.5 Las nuevas instituciones modernas…………………………………………..36

3.6 La sociedad del riesgo……………………………………………………......39

3.7 Los riesgos…………………………………………………………………...41

3.8 Las nuevas percepciones……………………………………………………..42

3.9 Comunidades del miedo……………………………………………………...44

3.10 El hombre y la mujer modernos…………………………………………….46

3.11 El individuo frente al ciudadano……………………………………………47

3.12 El individuo moderno y lo público………………………………………….48

3.13 El individuo y la comunidad………………………………………………..49

3.14 El individuo y el riesgo……………………………………………………..50

3.15 El individuo y el miedo……………………………………………………..51

3.16 Las significaciones imaginarias……………………………………………54

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3.17 Las ciudades fragmentadas y el “miedo al otro”…………………………..56

3.18 Miedo e imaginarios urbanos………………………………………………58

4 Marco metodológico…………………………………………………………...59

5 Resultados y análisis…………………………………………………………...71

6 Conclusiones y discusión…………………………………………………........98

6.1 Reflexión final y sugerencia………………………………………………..108

7 Referencias……………………………………………………………………110

8 Anexos………………………………………………………………………...114

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1. INTRODUCCION

1.1 ANTECEDENTES

En la presente investigación se desea indagar en los imaginarios que

articulan dimensiones de miedo con características de las sociedades

contemporáneas.

Los imaginarios marcan un ámbito en que se conectan dimensiones

subjetivas humanas con “procesos de reelaboración simbólica”, los cuales

posibilitan hablar de visiones de los sujetos con “efectos de realidad” (Silva, 2002,

citado en Lindón, Aguilar y Hiernaux, 2006, p.14). La definición de la categoría

de “imaginario de miedo” pertenece a Castoriadis (2002). Silva (2002) acuña este

término para designar “la invención personal o colectiva que se hace de la ciudad

construida y que tiene como fundamento la vivencia cotidiana de la inseguridad”

(Silva, citado en Lindón et al. 2006, p.14). Vargas (2007) permite entender la

relación entre las dinámicas sociales y los fenómenos humanos emergentes que se

dan cita en las ciudades. Al respecto, “las ciudades son el reflejo físico del modo

de organización de las sociedades que viven en ellas” (Vargas, 2007, p.7). De ahí

se explica que Santiago de Chile se distribuya en lugares “bellos y bien cuidados”

o “sucios y descuidados”, los que son asignados desigualmente a los privilegiados

o a los excluidos del sistema económico y político (Vargas, 2007, p.7). Esa

segregación espacial especialmente en el caso de Santiago, es una “…donde la

diferencia entre las personas se hace evidente y no existe siquiera una posibilidad

de incorporar a los marginados a los beneficios del desarrollo” (Vargas, 2007,

p.7); mermando cualquier posibilidad de ejercicio de la ciudadanía. Las ciudades

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“fragmentadas”, añade Vargas, incluyen la presencia de un fenómeno social

conocido como “miedo al otro”; donde ese otro no domina los códigos de la

comunidad, despertando un miedo irracional (Vargas, 2007). Vargas sostiene

que el manejo político de esta situación sólo ha acarreado más adversidad ya que

produce la estigmatización de los ciudadanos de los sectores periféricos populares

de la capital.

En relación al contexto socio-histórico, característico de las sociedades

modernas, Bauman (2003) sostiene que éstas se caracterizan por su constante

fuerza “individualizadora”. Para Bauman, el término individualización designa

una tarea que apela a transformar la identidad humana, para lo cual es necesario

aplacar los resabios de vida en común. En sustitución, se practica un

debilitamiento del sentido de comunidad, y el individualismo cobra vigor. Tras

este fenómeno para dicho autor se consolida finalmente una nueva identidad: la

del sujeto moderno. Dicho proceso se ilustra a partir de la frase: “una comunidad

es, en esta época, la última reliquia de las antiguas utopías de la buena sociedad”

(Bauman, 2003, p.100). Entre 1960 y 1970, a su vez, Zukin (s/f) refiere a la

noción de “institucionalización del miedo” urbano, que se asocia a la “política del

miedo” cotidiano (Zukin, citado en Bauman, 2003). La aparición de imágenes de

aspecto perturbador -como las de las “calles inseguras”-, se suele asociar con el

alejamiento masivo de los sectores públicos y debilitamiento de la vida en común

entre quienes deambulan por la vía pública (Zukin, citado en Bauman, 2003, p.

102). Como lo subraya Zukin, la vida pública pierde así nitidez, en cambio

adquiere relevancia una dimensión nueva: su vigilancia. Sennett (s/f) señala que

este cambio afecta de igual manera las relaciones que en su interior se reproducen.

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Sociedades de tales características conforman lugares donde reinan los

desencuentros o encuentros entre extraños (Sennett, citado en Bauman, 2003).

Eventualmente se entiende por desencuentro, como lo afirma Sennett, un

encuentro sin pasado y sin futuro (Sennett, citado en Bauman, 2003). Estudios

sobre los imaginarios de miedo y/o violencia en América Latina señalan a la

inseguridad como una de las expresiones características de las sociedades

actuales. (Arriagada y Godoy, 1999; Carrión; Núñez-Vega, 2006; Ducci, 2000;

Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, 1998; Silva, en Lindón,

Aguilar, Hiernaux, 2006), y es por eso que me ocuparé de revisar lo que sucede en

Chile. En este contexto, varios autores reconocen que a pesar de los conocidos

avances en urbanización, y satisfactorios índices macroeconómicos que atraviesa

Chile a fines de los años noventa, “los habitantes de Santiago están entre los

menos esperanzados del futuro de las grandes ciudades del continente y la ciudad

resulta percibida como peligrosa “Silva, en Lindón, et al. (2006). Asimismo, en la

misma dirección de estos escenarios, un estudio del PNUD a finales de los años

noventa, anticipa e instala la temática de la seguridad como aspecto problemático

de la ciudadanía, sobre el cual no existían antecedentes anteriores. El discurso de

los chilenos une la falta de seguridad con cuestiones relativas a la Modernidad y la

incertidumbre de una sociedad advertida como desigual y excluyente para algunos

de sus miembros, dicho en palabras de Márquez, una sociedad moderna que no ha

cumplido todas sus promesas (Márquez, 2006; PNUD, 1998). Se cierne sobre los

ciudadanos una consternación encallada desde visiones matizadas por la

desesperanza, hasta como lo advierte el Informe de las Naciones Unidas PNUD,

discursos estructurados en base a un temor –infundado- hacia el otro, y

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dificultades para la elaboración colectiva, es decir, de un nosotros (PNUD, 1998).

Por otro lado, según un estudio elaborado por Dammert y Lúnecke (2002) durante

la década de los noventa y principios del 2000, los chilenos se orientan más bien

por una actitud de pasividad e inmovilidad hacia temáticas de carácter público

como los temas de seguridad; el temor ha iniciado un proceso de privatización o

de repliegue desplazando la acción colectiva política. Si se examina dicha

información, uno de los temores que provoca mayor inseguridad entre los

santiaguinos es la presencia de gente desconocida, (con un porcentaje de 73% en

los jóvenes, y 71% en adultos mayores); siguiéndose, en inferior medida, por los

cruces de calles con mala visión (Carrión y Núñez-Vega, 2006).

Significativamente, aparece desde la estadística, la reformulación de los datos

aportados por información cualitativa sobre el tema de la seguridad. Al parecer,

no sería casual la presencia del temor haciendo parte a un sujeto otro de esta

relación dual o colectiva, y en lo concreto la medida del temor aparece dada por la

cercanía o al menos la presencia latente o manifiesta de otro. Por lo tanto, el

“miedo al otro” podría atenderse desde la variable intersubjetiva y desde la

variable del desconocimiento (situacional) de otro. En relación a este dato

anterior, parece pertinente ahondar en especificidades de este temor construido.

En ese sentido cabe atender a los datos cuantitativos referentes a la percepción de

temor.

En general los estudios sobre el tema, acotan que los niveles de

victimización de que se dispone en Chile en comparación con otros países de

Latinoamérica son significativamente menores (Dammert y Lúnecke, 2002), no

obstante, esta realidad cambia dramáticamente cuando se tiene en consideración

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variables como la victimización por sexo (estadísticamente las mujeres muestran

ser más temerosas que los hombres) y por grupo etáreo (entre los 35 y los 49 años

se localiza mayor presencia de victimización) (Dammert y Lúnecke, 2002, p.24).

Acerca del temor por sexo, las mujeres se muestran más temerosas a andar

en su barrio de día o de noche, incluso a transitar los espacios públicos en

comparación con los hombres (Dammert y Lúnecke, 2002). En este sentido, se

puede indicar que similares resultados aparecen en más de una encuesta; algunas

interpretaciones podrían suponerse desde un elemento cultural en función del cual

el hombre limita sus expresiones de angustia o temor al verse encuestado. En

segundo lugar, se argumenta que las mujeres propenderían a temer por los riesgos

que pudieran sucederle a otros miembros del hogar (Dammert y Lúnecke, 2002).

Paralelamente, se sabe que por encima de los 29 y 30 años la probabilidad

de inseguridad aumenta significativamente por sobre el promedio, estimándose

entre los 41 y 43 años el momento de mayor inseguridad que experimentan los

chilenos (Dammert y Lúnecke, 2002, p.25). Finalmente, gran peso suele tener el

factor socio-económico en la sensación de temor e inseguridad, según un estudio

consultado la percepción de temor aumenta en los sectores sociales y económicos

más favorecidos o altos de la sociedad (Caldeira, 2000 y Pain, 2001, citados en

Dammert y Lúnecke, 2002).

Como se ve, la sensación de temor no alude solamente a una variable, y lo

que se ha hecho aquí es exponer algunas de dichas características que son

fundamentales a la hora de comprender cómo se construye el miedo en tanto

fenómeno complejo y multidimensional. Sobre la inseguridad un estudio destaca

que el año 2000 los chilenos sintieron un mayor temor frente a la criminalidad

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que frente aspectos correspondientes al ámbito laboral o concernientes a la

estabilidad económica del país (Dammert y Lúnecke, 2002). Según Silva (s/f), en

materia de seguridad, Santiago de Chile –en tanto ciudad latinoamericana-se

conecta con una realidad que apela a un resguardo muy notorio en términos de

seguridad ciudadana. Vale decir, que “se convirtió en la primera ciudad de

América Latina con cámaras instaladas para tal efecto” (Silva, citado en Lindón et

al. (2006, p.50) En cuanto a la ciudad de Santiago, distintos autores coinciden en

hablar de un predominio de la población urbana y una concentración demográfica

que, desde la lógica de Carrión (s/f), ha traído problemas de marginalidad y

pobreza (Carrión; Márquez, 2006). Al mismo tiempo, según Márquez (2006) y

Silva (s/f), Santiago se ha ido construyendo en el imaginario colectivo de los

chilenos –y extranjeros- como una ciudad de las oportunidades, concentrando en

una sola plataforma el poder político, financiero y cultural de las grandes

ciudades. Márquez, 2006; Silva, citado en Lindón at al. (2006)

En esta línea, parece cobrar sentido lo que postulan teorías rupturistas (o

de la anomia), cuya reflexión gira en torno a los procesos de modernización y

urbanización; lo que genera consecuencias en términos de inestabilidad e

inseguridad para las personas (Moulian, 1997, citado en Arriagada y Godoy,

1999). Ello puede ser contemplado en la reflexión sobre recientes investigaciones

urbanas. Es el caso de una realizada en Santiago de Chile, acerca de los

imaginarios de miedo de la ciudad. Dicha búsqueda concluye sobre la asociación

de la producción imaginaria del miedo con lugares abandonados tales como el

Cerro Santa Lucía, cuya excesiva carga simbólica actuaría acentuando los

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elementos constitutivos de dichos imaginarios (Silva s/f, citado en Carrión y

Núñez-Vega, 2006).

Algo similar ocurre con otros países de Latinoamérica; tal es el caso de

Montevideo (Uruguay), en que los sectores abandonados son preferentemente

imaginados desde el miedo. Distinto es lo que ocurre en ciudades como Bogotá

(Colombia) o Quito (Ecuador) donde adquieren más relieve el deterioro urbano de

algunos pasajes o sectores, en conjunto con el comercio informal o ilegal, y el

desorden. Asimismo en todos estos países, la presencia de aspectos como un

color, un ruido u olor desagradable exalta la construcción de imaginarios del

miedo (Silva, citado en Carrión, y Núñez-Vega, 2006). Desde una óptica nueva,

Guerrero (s/f) analiza la producción del miedo, cruzado con factores socio-

económicos. Guerrero, citado en Lindón et al. (2006) Dicho estudio, realizado en

los sectores de Las Condes y Cerro Navia, que son comunas muy dispares desde

el punto de vista socio económico, se pronunció sobre el influjo de prejuicios y

estigmas en los imaginarios individuales de amenaza y desconfianza hacia un

otro, muchos de los cuales provienen de la narrativa social que circula a través de

los medios de comunicación. Sobresale la percepción de los jóvenes identificados

como “mancha” de la comunidad en el caso de los encuestados de Cerro Navia, y

las respuestas estereotipadas sobre los actores sociales definidos por el autor del

estudio como antagónicos, Guerrero, citado en Lindón et al. (2006) Por otro lado,

predomina la asociación miedo, conflicto y amenaza. Así como la inseguridad es

parte de la cotidianeidad de estos países, la violencia, (Arriagada y Godoy, 1999)

ha aumentado en Latinoamérica. La violencia se constituye a partir de una serie

de variables sociales y subjetivas difíciles de decodificar, no obstante, su

12
incremento en la región ha generado nuevamente la necesidad de discutir este

término (Arriagada y Godoy, 1999). En un sentido amplio, la violencia según

dichas autoras podría definirse como “uso o amenaza de uso de la fuerza física o

psicológica, con intención de hacer daño de manera recurrente y como una forma

de resolver conflictos” (Arriagada y Godoy, 1999, p.8). Su potencial diferencia

respecto a la agresión, es que la agresividad se vincula según Tironi y Weinstein

(s/f), con la frustración, y que la violencia necesita ser sistemáticamente planteada

y además como parte de un proceso (Tironi y Weinstein, citados en Arriagada y

Godoy, 1999). En relación a la posición del Banco Interamericano de Desarrollo

(1998), (citado en Arriagada y Godoy, 1999, p.9), se puede hablar de un aumento

de la violencia en Latinoamérica en el que “confluyen factores individuales,

familiares, sociales y culturales”. Es preciso por tanto, analizar lo que acontece en

la región. Al respecto, la incidencia de la violencia según algunos autores, en

Santiago de Chile y Montevideo ha aumentado en los últimos años (Carrión, y

Núñez-Vega, 2006). Específicamente, Santiago posee un índice de 2 frente a

Bogotá con un índice de 48 de cada 100.000 habitantes (Carrión y Núñez-Vega,

2006). Siguiendo con la ciudad de Santiago, la última década, la proporción de

población que declara sentirse insegura o muy insegura respecto a una eventual

situación de violencia es bastante significativa, casi tanto como en relación al

hurto o al robo (Dammert y Lúnecke, 2002). Dicha inseguridad se manifiesta en

un porcentaje mayor de temor en la Región Metropolitana (14,1%) frente al resto

de regiones del país (10,3) (Dammert y Lúnecke, 2002). Esta asociación entre

violencia e inseguridad es advertida desde nuevos estudios. Según una

investigación (Arriagada y Godoy, 1999) que analiza las condiciones de riesgo de

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los países de América Latina en relación a la violencia urbana, sólo Honduras

aparece “bordeando” una situación de riesgo que debe enfrentarse a través de

políticas adecuadas para disminuir la “presión” de factores estructurales, que son

los factores involucrados que pueden incentivar un clima de violencia. Brasil le

sigue con tres factores de riesgo de un total de seis; mientras que Chile y Uruguay

marcaron resultados más favorables. Por tanto la presencia de indicadores de

riesgo en dichos países es comparativamente más baja, lo que significa que no

debe esperarse “situaciones de violencia urbana acentuadas” (Arriagada y Godoy,

1999).

Para terminar, sólo resta decir que para varios autores la violencia y

sensación de inseguridad favorecen la reorientación del uso de los espacios

públicos (Carrión y Núñez-Vega, 2006; Ducci, 2000). En el año 2001, de acuerdo

a un estudio sobre victimización de la población, las mujeres aparecen asociadas a

una mayor prevalencia de temor que otros segmentos y este aspecto se puede

ubicar precisamente en relación a sus edades que van desde los treinta hasta los

cuarenta y cinco años (Pain 2001, citado en Dammert y Lúnecke, 2002). Otro

estudio, acota que las mujeres menores de cuarenta años son más susceptibles a

los procesos de victimización en relación a los hombres de su edad y en

comparación al resto de las mujeres dentro del mismo rango etáreo en el resto de

países de América Latina; siendo entre los veintiséis y cuarenta años cuando los

niveles de victimización alcanzan su mayor índice (Dammert y Lúnecke, 2002).

Según Walklate (s/f), esta aparente relación que se insinúa desde los porcentajes y

las estadísticas, entre las mujeres y las categorías de temor e inseguridad

enunciadas, podría estar asociado con una cierta idea de vulnerabilidad de la

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mujer respecto a la/s violencia/s implícitas en la vida cotidiana (Walklate, citado

en Dammert y Lúnecke, 2002).

Con el propósito de contrastar la información anterior, al examinar un

gráfico sobre victimización por sexo elaborado en el 2001 por el Ministerio del

Interior cabe señalar que si bien es un sondeo de opinión orientado por la

victimización ante el delito, no siempre es la mujer la que aparece más orientada

hacia dicha tendencia de victimización, sino que hay ocasiones en que es superada

por el hombre (Dammert y Lúnecke, 2002, p.24). Ante la naturaleza de su

victimización, cabe destacar que ésta aparece dominada por casos de “robo con

violencia” o “robo con fuerza”, lo que propende a enfatizar o apoyar la premisa de

que la mujer sería más susceptible a victimizarse ante casos de violencia por

alguna razón que desconocemos, y que Walklate asocia con un factor de

vulnerabilidad frente a otros grupos o miembros de la sociedad (Walklate, citado

en Dammert y Lúnecke, 2002).

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1.2 FORMULACION DEL PROBLEMA

Diversos estudios establecen que la inseguridad se ha vuelto una de las

expresiones distintivas de las sociedades contemporáneas (Arriagada y Godoy,

1999; Carrión y Núñez-Vega, 2006; Ducci, 2000; PNUD, 1998; Silva citado en

Lindón et al. 2006). El informe PNUD de 1998 es una advertencia fundada en un

descontento de la población chilena sobre temáticas de seguridad, cuestionando

elementos relacionados nada menos que con la noción de subjetividad y bienestar

(Márquez, 2006; PNUD, 1998). Para ahondar en ello, parece pertinente situar el

tema de la seguridad urbana desde la óptica de estudios urbanos recientes,

complementados a través de reflexiones sociológicas; y de teorías rupturistas o

anómico sociales. Este panorama que se vive en el país a fines de los noventa,

sumado a una serie de investigaciones urbanas recopiladas, permite anticipar la

escenificación de imaginarios de amenaza, inseguridad, miedo y violencia

(Arriagada y Godoy, 1999; Carrión y Núñez-Vega, 2006; Dammert y Lúnecke,

2002; Márquez, 2006; PNUD, 1998; Silva citado en Lindón et al. 2006; Vargas,

2007). Santiago de Chile se presenta como un centro urbano extenso, dinámico, y

densamente poblado, dentro del continente, y al mismo tiempo como caso

paradigmático y conflictivo en materia de seguridad (Arriagada y Godoy 1999;

Carrión, y Núñez-Vega, 2006; Dammert, y Lúnecke, 2002; Márquez, 2006;

PNUD, 1998; Silva citado en Lindón et al. 2006). Lo problemático de esta ciudad

se conecta probablemente con un/os imaginario/s aludido/s por autores como

Zukin (s/f), que recrean una iconografía simbólica, asentada sobre una sociedad

asediada por vertiginosos cambios, acompañados de acelerados procesos de

16
modernización descritos por Moulian (Moulian, 1997, citado en Arriagada y

Godoy 1999). Por otro lado, se complementa por imaginarios de porvenir y

promesas de oportunidades ligadas al éxito y bienestar personal, tal como lo

describe Márquez (2006). También se descubre en su fisonomía como una ciudad

con profundas grietas avivadas por las diferencias sociales y económicas, tal como

señala Vargas (2007), Carrión (2006), Márquez (2006), o Armando Silva (s/f) en

sus estudios. Ello puede nuevamente considerar algún cierto resquebrajamiento

del entramado social, como señala Vargas y sugiere Guerrero (s/f) en su estudio,

que predispone al alejamiento entre sectores de la sociedad cuyo poder oscila

dramáticamente entre los sectores más y menos favorecidos y/o antagónicos

(Guerrero, citado en Lindón et al. 2006; Vargas, 2007). En consecuencia, lo

anterior condiciona un ostensible clima de pugna social, que encuentra una de sus

expresiones más tangibles en la emergencia de constelaciones violentadoras de la

visión del otro, imponiéndose el miedo a nivel psicológico, tal vez como una

forma de remarcar esa barrera invisible que Vargas advierte (Guerrero, citado en

Lindón et al. 2006; Vargas, 2007). Los miedos y las visiones de contraste de un

otro se polarizan en relación a una narrativa social que llega a todos difundida por

los medios de comunicación (Guerrero, citado en Lindón et al. 2006). Según los

estudios de caso consultados (Guerrero, citado en Lindón et al.; Carrión y Núñez-

Vega, 2006), estos miedos tienen una expresión radicalmente vigente en la ciudad

de Santiago. En este sentido, podría plantearse un paralelo con la imagen del

miedo de Zukin, al miedo que fantasmea los recovecos urbanos y se reconoce

como parte de la vida cotidiana; la política del miedo parece haber inundado las

relaciones citadinas, algo que se asimila a la expresión de un nuevo lenguaje

17
(Zukin, citado en Bauman, 2003). De esta manera, según autores como Vargas,

Zukin, Arriagada y Godoy; Carrión, Núñez-Vega, Silva, o Guerrero; nos

acercamos a especificidades de la sociedad chilena. Se alude a una sociedad

fragmentada, a la inseguridad como vestigio de una fuerte desigualdad social, que

entre otras cosas, genera marcas y estereotipos entre los habitantes, así como a un

miedo de naturaleza urbana -que rige para una gran cantidad de habitantes-

(Guerrero y Silva citados en Lindón et al.; Vargas, 2007). Queda claro ante estas

evidencias, que la sociedad chilena da paso a la materialización de estas

configuraciones entre sus habitantes y que el miedo ocupa un lugar central en ella,

así como la inseguridad en la vida cotidiana, por tanto es necesario ahondar en la

sociedad que hemos heredado (Zukin y Sennett, citados en Bauman, 2003;

Vargas, 2007). Según Beck (s/f), lo propio de la era moderna, en tanto forma que

adquiere la subjetividad en ejercicio, es la búsqueda y consecución de un proceso

denominado “individualización”, que no es otra cosa que la resolución individual

de la identidad (Beck, citado en Bauman, 2003). Bauman (2003) refiere a la

“licuefacción de los sólidos” como expresión propia de la construcción de

identidad y devenir de las sociedades modernas. Los sólidos que mostraron su

vigencia en épocas anteriores, como la edad media y su orden feudal, ya no la

tienen; es decir, se han transformado en líquidos (Bauman, 2003). Esta

licuefacción remite a su vez al desvanecimiento de ciertos valores y conductas

admitidas con fluidez en épocas predecesoras. Una de estas nociones desvanecidas

es la idea de comunidad, dando paso a la idea de individuo. Lo moderno puede

definirse para Bauman, a partir de su “incesante acción individualizadora”

(Bauman, 2003, p. 36).

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Tanto Beck (1998), como Carrión (2006), Vargas (2007), o Márquez (2006)

aluden de distintas formas a una sociedad que se encuentra en riesgo para advertir

del uso de factores problemáticos en ésta, dando origen a una asociación entre lo

que significa marginalidad e intersubjetividad. Es decir, que si se pudiera

conectar lo que ejemplifica Beck sobre una cultura moderna, y se pudiese hablar

de un cierto tipo de sujeto, sujeto del miedo, como postula Vargas, se disiparían

algunas dudas respecto de su forma de relacionarse.

Los estudios de Vargas relacionados con las argumentaciones sociológicas

de Bauman en esta materia, generan en alguna medida un foco desde donde

examinar la vida urbana; lo particular de su visión es cómo la estructura

económica y social define un cierto tipo de sujeto nuevamente atravesado por

sentimientos, en este caso miedo, que auguran una suerte de sentido de comunidad

en decadencia, e incitan a la amenaza y el aislamiento. Bauman, (2003) y Vargas

(2007). Los masificados avances en urbanización seguidos por auspiciantes

referencias al modelo socio-económico chileno (Moulian, 1997, citado en

Arriagada y Godoy, 1999), han de sortear como contraparte algunas dificultades

para un sujeto, que según Beck, anticipará verdaderas contradicciones. “El modo

en que uno vive se vuelve una solución biográfica a contradicciones sistémicas”

(Beck, citado en Bauman, 2003, p.39). Para tensionar aún más la información

anterior, se podría citar otros autores que añaden elementos interesantes o

nutritivos acerca del problema que se está argumentando. Augé (1996) no habla

de Modernidad sino de Sobremodernidad. Esta época está sobredeterminada por

la ausencia de referentes antropológicos presentes en épocas antecesoras, que

remiten a una delimitación espacial y cronológica que han desaparecido (Augé,

19
1996). Para Augé, “si un lugar puede definirse como lugar de identidad,

relacional e histórico; un espacio que no puede definirse ni como espacio de

identidad ni como relacional ni como histórico, definirá un no lugar” (Augé, 1996,

p.80). Los no lugares proponen un desafío espacio-temporal al arbitrio de la

individualidad y la soledad del sujeto donde las relaciones de intercambio

(consumo, cajeros automáticos, tarjetas de crédito) se han incorporado

masificadamente (Augé, 1996). Tanto Augé como Beck (1998) adscriben a esta

falta de referentes en que se sumerge la Modernidad. En el caso de Augé se ha

desvitalizado uno de los ejes con sentido antropológico, en el de Beck, se re-

orientan visiones y conflictivas psicológicas, comunitarias, socio-económicas,

mientras que para Bauman hay un destronamiento de ideales. Autores como

Maturana (2010) o Carrión (s/f), advierten al mercantilismo como denominador

común de las relaciones sociales, lo que para Maturana es la antesala de una

psiquis motivada por un deseo de éxito individual sin precedentes (Maturana,

2010). Refiriéndose a dichas sociedades, Luhmann (s/f) explica que los miedos

tienen una vigencia cada vez más notoria en conversaciones públicas o privadas,

al mismo tiempo, Baecker (s/f) señala que la “comunicación de la angustia”

aparece como un estilo de relación actual, uniéndose a Riesmann (s/f) para quien

el hombre moderno permite entrever su angustia en relación a la posición que

establece frente a sus semejantes, que incluye una virulencia que a medida que la

relación transita va disminuyendo (Baecker y Luhmann, citados en Längle 2005;

Riesmann, citado Längle, 2005, p.57). Lo que Beck añade es que como se trata de

un proyecto de individualización; el proyecto moderno sólo intentará una y otra

vez defender la idea de que aún aquello que escape de las posibilidades humanas

20
de control será responsabilidad del hombre (Beck, citado en Bauman, 2003).

Bauman refiriéndose a las categorías enunciadas dirá que aún lo accidental deberá

ser materia de preocupación de los sujetos, “si se enferman, se presupone que no

han sido lo suficientemente constantes y voluntariosos en su programa de salud; si

no consiguen trabajo, es porque no han sabido aprender las técnicas para pasar las

entrevistas con éxito, o porque les ha faltado resolución o porque son lisa y

llanamente, vagos…” (Bauman, 2003, p. 39).

Ahora bien, es indiscutible plantear como una gran cantidad de estudios

sobre el temor se pronuncian a partir de la incidencia del delito sobre estas

configuraciones que obedecen, como ha quedado reflejado aquí, a criterios

psicológicos o imaginarios (Arriagada y Godoy, 1999; Carrión y Núñez-Vega,

2006; Dammert y Lúnecke, 2002). Desde este ángulo se tiende a realizar una

equivalencia entre la presencia de imaginarios del temor con estudios sobre

índices de criminalización o de medición del delito (Arriagada, Godoy, 1999;

Carrión, Núñez-Vega, 2006; Dammert, Lúnecke, 2002), lo que denuncia Silva

(s/f) como una restricción puesta a la definición de los imaginarios (Silva, citado

en Carrión y Núñez-Vega, 2006). Esta es una de las críticas principales que

manifiesta Silva hacia tales enfoques delictuales, como estudioso y referente sobre

los temas de imaginarios ciudadanos (Carrión, Núñez-Vega, 2006). Las mujeres

dentro de esta categoría, de la percepción de temor como fuente de delito o

crimen, aparecen catalogadas como más temerosas que los hombres y otras

mujeres latinoamericanas (Dammert, Lúnecke, 2002). Sin embargo, Silva alerta a

ser cuidadosos y examinar bien la estadística ya que ésta sería un instrumento que

21
oscilaría hacia ciertos sesgos de la información marcándolo como válida, es decir,

como hecho fáctico (Silva, citado en Carrión y Núñez-Vega, 2006).

Tal el caso, parece pertinente hacerse la pregunta en esta investigación

sobre el temor, incluyendo los imaginarios de mujeres adultas de Santiago. Ello

apunta a conocer esta realidad.

Por eso la pregunta a investigar es: ¿Cómo se construyen los imaginarios

de miedo en las mujeres santiaguinas mayores de dieciocho años?

22
1.3 RELEVANCIA

Se espera, en este sentido, que lo recopilado por esta investigación permita

proporcionar información útil, y atingente sobre el tema, para que las personas

interesadas con fines comunitarios, personales o sociales puedan disponer y hacer

uso de ella.

En segundo lugar, parece conveniente reflexionar en cuanto a la

posibilidad de fundar una teoría sobre la violencia que implique que teóricamente

pueda ser mirada desde lugares que no siempre han estado subordinados a

conceptos antropológicos y/o psicológicos como el miedo. Despertando la

curiosidad por la construcción femenina de éstos, una perspectiva que ha estado

bastante al margen de las explicaciones sobre este tipo de violencia, más bien

relacionadas con las explicaciones sobre la violencia intrafamiliar o de pareja.

Por otro lado reúne un interés teórico fundado bajo la necesidad de re-

posicionar al ser humano como actor privilegiado de su existencia y activamente

empoderado de la vida cotidiana. Por esa razón se considerarán algunos elementos

de la perspectiva humano existencial, que al mismo tiempo reconoce en las

ciencias humanas y en particular en la psicología un escenario que permite

consolidar los objetivos trazados.

A su vez, esta perspectiva –transversal y situada- puede significar una

manera de abordar estas u otras temáticas a quienes se encuentren interesados.

23
2. OBJETIVOS

OBJETIVO GENERAL:

2.1 Conocer la construcción de los miedos urbanos desde la mirada de

mujeres adultas de Santiago de Chile.

OBJETIVOS ESPECIFICOS:

2.2 Identificar los espacios urbanos del miedo desde la perspectiva de

mujeres adultas de Santiago de Chile.

2.3 Indagar en el lugar del otro en la construcción del miedo para estas

mujeres adultas.

2.4 Reconocer cómo se articulan las prácticas cotidianas de las mujeres en

relación al miedo.

24
3. MARCO TEÓRICO

En estas páginas de marco teórico se pretende complementar lo esbozado

en la problematización de este trabajo. Para esta investigación cobra interés

contextualizar el estudio psicológico de los imaginarios a partir de una revisión de

conceptos de carácter sociológico que pasa por advertir factores políticos,

económicos e históricos propios de una época específica. Los sujetos son parte de

unas coordenadas que rebasan significados y que de alguna manera inciden en la

forma en que éstos comprenden e interpretan su entorno, y se relacionan. Por ello

aquí interesa formular nociones e interpretaciones desde la psicología social o

socio-psicología. Así comprender contextual y ampliamente las relaciones entre

psiquismo y condiciones sociales emergentes.

25
3.1 MODERNIDAD: ¿CRISIS DE SENTIDO?

Algunos autores postulan que la modernidad como período histórico se

caracteriza por la pregunta fundamental sobre el sentido de la existencia humana.

En este contexto, Berger y Luckmann (1997) exponen que según algunos autores,

más que la existencia de un cambio en la condición humana (conditio humana),

se trataría de una reformulación en el sentido social que hace parte de la

modernidad como período histórico. Esta asunción implicaría una reestructuración

en la constitución del sentido (Sinn), y con ello, una revolución que subsume a la

existencia humana a ciertos condicionamientos. Por tanto, la modernidad en tanto

época histórica, se establecería a partir de dicha singularidad.

Lo que en general se desprende del análisis sociológico contemporáneo

sería la creencia de un sentido o de cierta significación (Sinnhaftigkeit) en

concordancia con la acción humana, lo que se podría asimilar a una motivación o

como lo analizan Berger y Luckmann un “telón de fondo”, en vista del cual, sería

posible reflexionar en torno a una crisis de sentido humano de la época moderna.

Berger y Luckmann advierten que es necesario reflexionar sobre algunas

consideraciones antropológicas sobre el sentido humano para hacer una

afirmación de dicha naturaleza, lo que daría cuenta de una estructura del sentido

en la vida.

Al respecto, la pregunta que se pretende responder en el interludio de estas

páginas es si será posible desde la reflexión teórica -que convoca especialmente

esta investigación-, plantear alguna relación entre los cambios históricos –

26
especificamente en el caso de la modernidad-y las estructuras particulares de

sentido de la vida humana.

Según Berger y Luckmann (1997) pensar en el sentido de la especie

humana, es darle cabida a un análisis de la conciencia. Para el punto de vista de

tales sociólogos del siglo veinte, el sentido (Sinn) del sujeto se aloja en una

conciencia y se constituye en ella. El individuo –sería para dichos autores- la

individualidad de un cuerpo (o Leib), socializado como persona. Basándose en

las afirmaciones de Berger y Luckmann, La identidad personal y los factores

evolutivos del desarrollo humano conjugan dimensiones referidas a aspectos

constitutivos de la conciencia, la individuación, factores específicos del cuerpo

vivo, así como también lo que denominan socialidad, todo ello enmarcado en la

constitución histórico social de nuestra especie.

27
3.2 EL SENTIDO SOCIAL

Según Berger y Luckmann (1997) el sentido humano remite por una parte

a un proceso relacional de la experiencia donde se pone en juego aspectos del

funcionamiento de la conciencia del sujeto.

Ahora bien, los autores insisten en no confundir este aspecto de sentido,

precisamente visualizado en el individuo, con que el sentido pueda ser entendido a

partir de dicho individuo aislado. El sentido aún desde esta concepción, es

visualizado en conexión con dimensiones sociales. Existe según ellos, una

fijación indisoluble en la práctica entre los aspectos subjetivos y sociales de la

vida humana y el sentido no está excento de dicha relación. Si bien podría

formularse desde este planteamiento que existen grados de sentido que irían

ascendiendo en complejidad, postulan que aquellas funciones más simples ligadas

a la constitución de sentido podrían identificarse con los procesos subjetivos

propiamente tales. A mayor complejidad el sentido se sustentaría en elaboraciones

más complejas o superiores, unidas a la objetivación de las operaciones subjetivas

–asimiladas al ámbito individual de la conciencia- en términos de acción social.

Según Berger y Luckmann todas las acciones que el individuo es capaz de realizar

podrá ejecutarlas si hace uso de la disponibilidad del acervo social. Como parte

de este enunciado citan a las tradiciones para dar cuenta del influjo de la filiación

entre antiguas reverberaciones de la acción social y el sentido que adquiere la

acción individual.

El sujeto puede hacer uso de patrones de experiencias y clasificarlas, estos

procesos que son de naturaleza subjetiva se realizan en consideración de un

28
acervo del conocimiento de naturaleza social. La constitución subjetiva del

sentido remite en última instancia a “…los depósitos históricos de sentido en que

pueden apoyarse las personas nacidas en una sociedad y en épocas particulares”

(Berger y Luckmann, 1997, p.35). Para dichos autores, el sentido surge en

relación a una experiencia como una acción que se hace consciente “en algún

momento” y que se trasunta en la resolución de un problema, todo esto en el

contexto de un espacio y tiempo determinados. Dichos problemas surgen a su vez

en la interacción de la acción social que se desenvuelve en un entorno que es por

naturaleza social.

Según Berger y Luckmann, muchos de estos problemas con los que el

individuo se encuentra en el transcurso de su vida tienen su origen en la vida de

otras personas, y este aspecto no es menor, sino todo lo contrario, crucial. Pues si

asumimos que los problemas que engendran en el sentido individual se gestan en

el contacto social entonces argumentan que la resolución de los mismos también

corresponde planificarse en el acervo de la vida en común, “…de modo que las

soluciones deben encontrarse también en común” (Berger y Luckmann, p.35).

Las soluciones a dichas diferencias interpersonales, se objetivarían a través

de las distintas formas comunicativas del lenguaje, quedando disponible a otros.

En dicha objetivación primaría un sentido típico para tal o cual situación, lo que

pasaría a engrosar algo así como el acervo social del sentido. Lo anterior para

decir que “en este proceso, el sentido objetivado mantiene una constante

interacción con el sentido constituido subjetivamente y con proyectos individuales

de acción” (Berger y Luckmann, p. 43). En este plano, las consideraciones

anteriores permiten afirmar que el sentido posee una adscripción sobresaliente a

29
toda estructura intersubjetiva dentro de la cual el sujeto se relaciona socialmente,

vive y actúa (Berger y Luckmann, p.43).

30
3.3 EVANESCENCIA DE LOS SUPUESTOS O PLURALISMO

MODERNO

Berger y Luckmann (1997) plantean que entonces el sentido sería algo así

como un censor que permite que las acciones del sujeto se comporten de acuerdo

a ciertos parámetros de la vida social. Por tanto, la conveniencia de actuar de

acuerdo al sentido del acervo social para el ser humano involucra cierto grado de

conformidad con los estatutos sociales al tiempo que aliviana el peso de la

búsqueda personal de sentido de cada situación. Ello ofrece por decirlo de algún

modo, ciertas certezas, a la vista de dichos autores, entre el sentido de una vida

social que sigue su curso y la vida del sujeto o existencia (Dasein). Un ejemplo

para entender dicha argumentación puede ser que los esclavos en la época de

esclavitud se identificaban de acuerdo a este pesado rol, de cierta forma, según los

autores, aceptaban dichas condiciones y soportaban estas penurias, sin la

obligación de definir cada vez el sentido de sus existencias (Berger y Luckmann).

En la modernidad, para Berger y Luckmann, este conocimiento es tan sólo

entendido en función de una problematización, es decir, lo anterior se relativiza.

“El mundo, la sociedad, la vida y la identidad personal son cada vez más

problematizados” (Berger y Luckmann, 1997, p. 80).

A este proceso se le denomina pluralismo, y se entiende que un fenómeno

puede ser parcialmente entendido o analizado desde múltiples perspectivas, cada

una de ellas enarbola un cierto sentido de la acción y todas son igualmente

posibles. Por lo tanto en la modernidad se admite de buen grado que una persona

problematice su existencia a tal punto de cuestionarse si su vida podría haber sido

31
vivida de una manera radicalmente opuesta. Esta nueva forma de vivir, es el paso

por la duda según los autores, y al mismo tiempo operaría como liberación y

ampliación de las posibilidades de elección y oportunidades para el sujeto. La

vieja tradición donde no era posible plantear algún cuestionamiento y todo debía

ser aceptado aparece como obsoleta. Según los autores Berger y Luckmann, al

mismo tiempo acontece que las mismas personas liberadas suelen sentirse

presionadas a buscar fórmulas para encontrar nuevos sentidos a situaciones que

aparecen por doquier. Ahora bien, distinguen entre quienes viven dichas

circunstancias con malestar de quienes encuentran un goce de ellas, y se postulan

como “virtuosos del pluralismo”. Este otro aspecto, entonces, siguiendo a Berger

y Luckmann, podría connotar un aspecto algo más opresivo. Pues bien, Berger y

Luckmann precisan que “… la mayoría de la gente se siente insegura y perdida en

un mundo confuso, lleno de posibilidades de interpretación, algunas de las cuales

están vinculadas con modos de vida alternativos” (Berger y Luckmann, 1997, p.

80).

32
3.4 MODERNIDAD Y AMPLITUD DE ELECCIONES

La modernidad entraña por tanto desde sus cimientos la ampliación de las

esferas desde donde es posible la escogencia humana. Abiertas dichas fronteras

según Berger y Luckmann, “la modernización implica la transformación radical

de todas las condiciones externas de la existencia humana” (Berger y Luckmann,

1997, p.85). Como punta del iceberg de dichas transformaciones dichos autores

citan a la tecnología como recurso de una transformación sin precedentes en los

últimos siglos basada en las ciencias. Sólo esta transformación de carácter

material ha disparado la cantidad de elecciones posibles, en gama de

posibilidades. Mientras antiguamente, las técnicas trasmitidas de una en otra

generación constituían el insumo de la existencia material, hoy en día, lo

verdaderamente característico de sociedades como la nuestra, es la dotación de

una pluralidad a simple vista interminable de opciones adscritas a la

disponibilidad de un sistema tecnológico avanzado y en constante

perfeccionamiento (Berger y Luckmann, 1997, p.85). Lo que los autores

denominan como “compulsión por la elección” es justamente la necesidad propia

de la época moderna que confronta al sujeto con una multiplicidad de opciones

que van desde la elección más trivial hasta planteamientos más sofisticados ante

un abanico de posibilidades ilimitadas. Actualmente, sólo las fases del nacimiento

y la muerte dentro de la existencia, son invariantes y determinadas por el destino.

El resto a juicio de estos autores, se han confinado también a una gama de

variabilidad que instala los procesos de modernización en la esfera social e

intelectual. Por ende ya un empleo no se acepta incuestionablemente, ni tampoco

33
la persona con la que el sujeto debe casarse, todo está sujeto a procesos de

elección múltiple. De otro lado, los Dioses pueden ser también escogidos en

libertad, fe religiosa, ciudadanía, estilo de vida, auto imagen e incluso los hábitos

sexuales. Ello sumado a la variedad de bienes de consumo que se ofertan hacen

que los pilares que soportan la modernidad, sean éstos económicos, materiales o

sociales se hayan diversificado intensamente. Dos instituciones emblemáticas de

la sociedad moderna hacen posible la obligación de escoger: la economía de

mercado y la democracia. El espíritu de la democracia (Ethos) transforma la

elección individual en un derecho humano a consagrar (Berger y Luckmann,

1997).

El conocimiento seguro se desbarranca al tiempo que los supuestos pierden

vigencia en un mundo que se perturba como parte de esta tensión que le

configura. Cuando inclusive “las arraigadas interpretaciones de la realidad se

transforman en hipótesis y las convicciones se tornan en una cuestión de gusto”

(Berger y Luckmann, 1997, p.88), tal vez incluso las creencias puedan ser

entendidas a partir de estas explicaciones.

Al argumento expuesto por los autores hay que agregar otro corolario que

les pertenece. Berger y Luckmann sostienen que en la historia se ha tratado de

describir cómo en la conciencia se alojan procesos que van desde una mayor

profundidad de conciencia hasta una mayor superficialidad. En las profundidades

(sin un sentido psicológico exhaustivo y mucho menos Freudiano) se encontrarían

los supuestos o aquellas verdades incuestionadas que Schültz denominó como

“mundo que se da por supuesto”, mientras que cercano a la superficie de la

conciencia se encuentran las interpretaciones susceptibles de ser cuestionadas, o al

34
menos reconsideradas. Lo que significa que según dichos autores la conciencia se

constituiría en varios estratos. La modernización de la conciencia según este

sistema de estratos estaría asociada con esta pérdida de profundidad (Berger y

Luckmann, 1997, p.89). Ello se puede contabilizar según dichos autores en la

religión y su pérdida de adeptos. Según ellos la cantidad de feligreses que se han

restado de las liturgias en esta época es considerable. Por tanto Berger y

Luckmann, desarrollan la tesis que compara metafóricamente la adquisición de

una fe con un bien de consumo en un mercado libre y señalan que de entenderse

esta perspectiva, la máxima “el cliente siempre tiene la razón” podría también

operar como un lema en las iglesias.

35
3.5 LAS NUEVAS INSTITUCIONES MODERNAS

Para Berger y Luckmann (1997) las áreas de mayor conflictividad o

susceptibles de atravesar por crisis de sentido durante la existencia humana

corresponden a la vida sexual amorosa y a la esfera laboral de un sujeto. Pues bien

ya por descrédito, ya por factores de movilidad o geográfica, instituciones como la

iglesia o las redes relacionales de interacción como productoras de sentido, han

sido desplazadas por nuevas instituciones. Estas nuevas instituciones serían un

invento moderno para paliar, de cierta forma la crisis de sentido existente

reemplazando a las instituciones en decadencia, por decirlo de algún modo.

Realizarían principalmente una función de apoyo u orientación basándose en la

producción y transmisión de sentido.

Según Berger y Luckmann, entre las nuevas instituciones emergentes en

tanto productoras de sentido se encontrarían las psicoterapias de distintos tipos,

además de programas de orientación sexual y vocacional, cursos y seminarios

para adultos, organismos del Estado en calidad de benefactor, capacitaciones

psicológicas a dependientes de la oficina de personal, y finalmente con una

importancia muy significativa los medios de comunicación. Estos últimos,

ofrecen variadas alternativas terapéuticas, es cosa de encenderlos (Berger y

Luckmann, 1997). Algo así sucede con las librerías y sus extensas publicaciones y

ofertas de auto ayuda, preocupados por la búsqueda de alternativas para

solucionar los problemas que aquejan a nuestra vida interna, y por qué no externa

(Berger y Luckmann, 1997).

36
Según dichos autores, la televisión y los medios de comunicación masiva

en general, desde la publicidad hasta la programación audiovisual, son

instituciones de la modernidad propiamente tal y que en principio cumplen con la

función básica de orientación y comunicación de sentido. “Ellas actúan como

mediadoras entre la experiencia colectiva y la individual al proporcionar

interpretaciones típicas para problemas que son definidos como típicos” (Berger y

Luckmann, 1997, pág.98). Sin embargo los medios de comunicación articulan esta

difusión sirviéndose de la selección y envase de interpretaciones de la realidad

disponibles en otras instituciones, y transformando gradualmente y decidiendo

sobre los modos de difusión. En esta difusión del sentido por parte de las

instituciones especializadas pueden converger distintas tradiciones pues lo que

caracteriza a las instituciones inventadas modernamente es su sincretismo. Así

pueden mezclarse sabidurías asiáticas y principios psicoterapéuticos o premisas

burguesas sobre la sexualidad y la vida familiar con experimentos alternativos

sobre dichas temáticas en tono transgresor, todo es asumible y potencialmente

articulable. El masivo alcance de la publicidad en el capitalismo moderno

potencia igualmente la conciliación de interpretaciones diversas que son a juicio

de los autores, interpretaciones muchas veces discrepantes de la realidad.

En resumen, los autores explican que las sociedades actuales occidentales

solidarizan con condiciones estructurales que permiten visualizar la propagación

de crisis de sentido. Quizá en las sociedades modernas la más característica y

determinante de esta posible propagación, sea el pluralismo moderno ya que éste

soslaya los sistemas de sentido y antiguos supuestos que permitían recrear una

acción individual y social y sustentar la identidad de acuerdo a bases sólidas en

37
términos de incuestionadas. No creen ellos sin embargo que pueda hablarse de

una crisis alarmante de sentido en el caso de estas sociedades sino más bien de

una cierta “normalidad” y de una “crisis latente de sentido” (Berger y Luckmann,

1997, p.98). Ambos términos descansan en la irrupción de instituciones

intermedias que tendrían fines neutralizadores del avance de la problemática

citada. Éstas últimas actuarían como verdaderas reservas de sentido

(Grundbestand) encaminadas a generarlos y a la vez reforzar los ya existentes. Por

un lado reforzarían los sentidos propios de los sujetos generando ciertos grados de

cohesión de las comunidades. Según lo que señalan Berger y Luckmann, cuando

las sociedades dejan de sustentarse bajo la omnicomprensión de sentidos, éstas se

vuelven anómicas y transitan hacia la alienación, haciéndose por tanto

imprescindible la actuación de estas instituciones intermedias para reconstituir

este lazo entre el sentido individual y social, tendientes a su coexistencia y

acción recíprocos.

38
3.6 LA SOCIEDAD DEL RIESGO

A juicio de Beck (1998) en la época de la modernidad se atraviesa por un

cambio en las bases de la vida, para entender dicho fenómeno habría que

remontarse a las configuraciones clásicas de interpretación de la realidad de las

sociedades burguesas industriales. A estas sociedades les siguen sociedades que

apelan a la modernización y donde el progreso y la técnica desarrollan papeles

centrales en la vida unipersonal y planetaria. Del lado de un mundo cambiante, la

pobreza es sinónimo de estas transfiguraciones. La nueva pobreza es el giro del

problema del hambre al de la obesidad a escala humana, este fenómeno se

denomina la “nueva pobreza” y es expuesto aquí no para profundizar en sus

orígenes y/o causas sino sólo a modo de ilustración siguiendo al autor. Avanzando

en esta problemática entonces, siguiendo a Beck, la modernidad es la historia de

los conflictos de repartición en torno a la riqueza como no se había visto, y éstos

conflictos ocupan el primer lugar en la vida y pensamiento (también actuación,

señala Beck) de los miembros de dichas sociedades, lo que constituye también a

su juicio la evidencia de una miseria material que se consuma a través de la

“dictadura de la escasez” (Beck, 1998, p.26).

Este juego es parte del proceso de modernización, es su interfaz, por

decirlo de algún modo. Lo que se juega al mismo tiempo es la pretensión también

moderna de acceder a través de “las llaves” del desarrollo técnico científico a la

tan anhelada “fuente” de una “riqueza social oculta” (Beck, 1998, p.26). No es

secundario decir que al parecer no obstante este pensamiento, las fuentes de tales

riquezas podrían encontrarse contaminadas al alero de similares procesos de

39
modernización, principalmente derivados de efectos ecológicos adversos producto

de una industrialización que provoca serios daños a la existencia proyectados y

conjeturados como amenazas. En último término la acepción de riesgo comprende

para este autor, un complejo engranaje a escala global de situaciones amenazantes

y difícilmente advertidas en algunos casos, por una especie de invisibilidad de su

presencia, tránsito y aumento, peligrosidad más potente en aquél caso que se

deriva de su imposible captación inmediata a través de los sentidos para la especie

humana. Entonces admitiendo tal afirmación, esta premisa invoca una “situación

global de amenaza” que va desde una rotura nuclear hasta el almacenaje de basura

atómica, por ende, el riesgo presente en esta época se asocia con la amenaza

latente de desintegración de la vida terrestre (Beck, 1998, p.27).

Desde la lógica del desarrollo capitalista la expansión de los riesgos

constituye un negocio y eleva a este orden a un sitial de interés. Si la maquinaria

económica debía ser capaz de satisfacer las necesidades de la civilización

insaciables como el hambre ahora se trata de satisfacer los riesgos en expansión

que parecen ser inagotables, como “barril sin fondo” (Luhmann, citado en Beck,

1998). Por tanto, según este escenario, la economía adquiere en palabras de

Luhmann un papel autoreferencial, evidentemente central, puesto que va más allá

de la satisfacción de la órbita de las necesidades humanas (Luhmann, citado en

Beck, 1998).

40
3.7 LOS RIESGOS

Siguiendo a Beck (1998), a diferencia de las riquezas frente a las cuales

está implícita seguramente la decisión de poseer o no poseerlas, la libre elección

se encuentra ausente en el camino de los riesgos. (…) “Los riesgos y los daños se

cuelan implícitamente y sin el freno de la decisión libre (!)” (Beck, 1998, p.47), lo

que se puede entender como una suerte de “adscriptividad civilizatoria del riesgo”

apunta a que sólo por el hecho de ser parte de esta civilización no se puede quedar

fuera de éstos (Beck, 1998, p.47). Por ello Beck sostiene, que independiente de lo

que se pueda hacer ante tal situación, estamos de alguna manera todos condenados

a un posible desenlace que es invariante de uno en uno, o dicho de otra manera,

que no podemos escapar a tal situación y que todos nos confrontamos ante ésta de

una manera bastante similar. Beck postula que las decisiones se restringen

mientras que al mismo tiempo, las bases naturales fundamentales de la vida están

condicionadas por aspectos tales como sustancias tóxicas que a su vez se

encadenan a las bases necesarias de los procesos de un mundo industrializado.

Beck señala que se trata de una vivencia de riesgo “cerrado a la decisión” y que

por tal “hace comprensible buena parte del shock, la furia impotente y del

sentimiento de ausencia de futuro con que muchos reaccionan, mientras que

paralelamente se usufructúa forzosamente de los progresos o las soluciones del

avance técnico (Beck, 1998, p. 47).

41
3.8 LAS NUEVAS PERCEPCIONES

Las sociedades de clase son sociedades donde de lo que se trata es de

satisfacer las necesidades visibles. Las desigualdades se contraponen: hambre y

abundancia, poder e impotencia. Según Beck, no es difícil cerciorarse de la

existencia de la miseria porque existe. Ahora bien, por eso el autor refiere a las

certezas de la cultura de la visibilidad como motor de las sociedades de clase. “…

El hambre contrasta con la saciedad, los palacios con las barracas, la pompa con

los harapos” (Beck, 1998, p.51). Hay entonces una relación inmanente en la

realidad inmediata y el riesgo que se conoce. Sin embargo, hay riesgos invisibles

que operan en un nivel de la producción social que hace más compleja su

captación. Son los riesgos derivados de la industria química y su desarrollo,

tecnología nuclear y genética entre otras, predominio de la lógica, conflictos en la

producción de la riqueza, todos aspectos que determinan la construcción de una

sociedad del riesgo. Sin embargo, sostiene Beck, la evidencia de la miseria (riesgo

inmediato y perceptible) permite y potencia el ocultamiento de esta realidad, más

difícil de percibir o localizar, lo que abona el terreno para el avance y la

duplicación de dichos riesgos menos perceptibles.

En resumen existiría una invisibilidad de la sociedad del riesgo que no

prueba su irrealidad.

Por otro lado, según el autor, “la sociedad del riesgo también es la

sociedad de la ciencia, de los medios y de la información” (Beck, 1998, p.52). Los

riesgos surgen como oportunidades de mercados, y por lo tanto se abre una senda

para quienes se aprovechan de quienes estarían afectados por ellos (Beck, 1998, p.

42
52). Estas transformaciones surgen en medio de un cambio en la concepción

social y política del saber, por lo tanto, los medios de difusión, como la ciencia,

investigación o los medios de comunicación de masas, los canales de información

se insertan en un contraste entre quienes están encargados de transmitir las

definiciones del riesgo y quienes las consumen. Siguiendo a Beck, la sociedad

está atravesada por contrastes tales como la supresión del riesgo y el negocio, las

definiciones de éste y el consumo, lo que termina siendo un nuevo contraste de

intereses, contorneando una novedosa comunidad de la amenaza (Beck, 1998,

p.53).

43
3.9 COMUNIDADES DEL MIEDO

De la sociedad de clases a la sociedad del riesgo habría que pasar de una

solidaridad de la miseria a una solidaridad del miedo. Son sociedades que

apuestan por concepciones axiológicas diferentes. Según Beck, las sociedades de

clase se desarrollan en referencia al ideal de la igualdad e igualdad de

oportunidades, en cambio la sociedad del riesgo se rige por un contraproyecto

normativo apegado y estimulado por la seguridad (Beck, 1998, p.55). El sistema

axiológico que le da base no es el de la sociedad desigual sino el de la sociedad

insegura. “Mientras que la utopía de la igualdad contiene una multitud de fines

positivos de los cambios sociales, la utopía de la seguridad resta peculiarmente

negativa y defensiva (…) no se trata de alcanzar algo “bueno” sino ya sólo de

evitar lo peor” (Beck, 1998, p.55).

En uno y otro caso los sueños que participa la sociedad cambian. Sugiere

Beck que en la sociedad de clases todos quieren “participar en el pastel”, en

cambio lo que todos procuran en la sociedad del riesgo es ser “protegidos del

veneno” (Beck, 1998, p. 55).

Cambia entonces sustancialmente la escena social, y al cambiar ésta, las

situaciones siguiendo a Beck, por las cuales los seres humanos “aquí y allá” se

reúnen, se juntan, se encuentran o se separan (Beck, 1998, p.55). Lo que impulsa a

la sociedad de clases es la frase ¡tengo hambre!, lo que hace movilizar en la

sociedad del riesgo por el contrario es ¡tengo miedo!. “En lugar de la comunidad

de la miseria, aparece como la comunidad del miedo” (Beck, l998, p.56). En esta

44
sociedad la solidaridad se realiza por miedo y adquiere una forma política (Beck,

1998, p.56).

Beck señala que no hay claridad sobre la fuerza de adherencia del miedo

en estas sociedades en concreto, y se pregunta: “¿Hasta qué punto pueden resistir

las comunidades del miedo? ¿Qué motivaciones y energías de actuación las ponen

en movimiento? ¿Cómo se comporta esta comunidad solidaria de los miedosos?

¿Hace saltar la fuerza social del miedo el cálculo individual del beneficio? ¿Hasta

qué punto están dispuestas al compromiso las comunidades de amenaza que

generan miedo? ¿En qué formas de actuación se organizan?” (Beck, 1998, p.56).

45
3.10 EL HOMBRE Y LA MUJER MODERNOS

La mirada del sujeto contemporáneo está dirigida singularmente a los

aspectos invisibles del mundo cotidiano: se trata de una época especulativa que

sumerge a la percepción y los pensamientos cotidianos (Beck, 1998, p.82). Como

en el mito de la caverna de Platón donde lo visible se disipa pues no tiene asidero

en el conocimiento humano, en la modernidad el mundo de lo visible entra en una

decadencia sin perder su referencia totalmente. Kant demostraba que “las cosas en

sí” se sustraían por norma a nuestro saber. “Sólo al dar el paso a la conciencia

civilizatoria del riesgo el pensamiento y la representación cotidianas se

desprenden de los anclajes en el mundo visible” (Beck, 1998, p.82).

46
3.11 EL INDIVIDUO FRENTE AL CIUDADANO

Bauman (2003) señala que la individualización es hija de la modernidad.

“El individuo es el enemigo número uno del ciudadano” (Tocqueville, citado en

Bauman, 2003, p.41). Mientras que el ciudadano está dispuesto a lograr su propio

bienestar a través de la satisfacción de fines más amplios, como los que

pertenecen a su ciudad, se preocupa de la causa común, el individuo descree de la

causa común y desconfía de todo aquello que lo prive o lo difiera de su propio

beneficio.

Al individuo moderno según Bauman amante incondicional de su libertad

irrestricta, le incomoda tener que supeditarla a situaciones donde los beneficios se

suponen compartidos, entonces augurando una restricción en sus libertades

prefiere restarse.

Por tanto según Bauman, el otro lado de la individualización es la

desintegración del concepto de ciudadanía (Bauman, 2003, p.42).

Según Bauman la vigilancia se ha vuelto la operación de custodiar bienes y

el interés común sólo aparece como unas emociones colectivas simpáticas, unos

egoísmos y miedos al prójimo (Bauman, 2003, p. 42).

47
3.12 EL INDIVIDUO MODERNO Y LO PUBLICO

En cuanto a lo público, Bauman (2003) alude a los derechos humanos en

tanto son útiles al permitir que cada uno pueda seguir su rumbo en paz. Ello

implica la protección de las personas físicas y sus propiedades, “encerrando a

criminales reales o potenciales en prisiones y manteniendo libres las calles de

arrebatadores, pervertidos, vagabundos y toda otra clase de extraños detestables y

malintencionados” (Bauman, 2003, p.41).

48
3.13 EL INDIVIDUO Y LA COMUNIDAD

La comunidad en la modernidad según Bauman juega un rol sumamente

secundario, las comunidades tienden a ser frágiles ya que su cohesión no pasa por

la negociación de significados en torno al bien común ni por una preocupación

por el nivel de bienestar colectivo sino más bien y en palabras del autor por una

“desesperada” necesidad de interconectarse (Bauman, 2003, p. 42).

Lo débil de la comunión radica en que el motivo de enlace pasa por

compartir intimidades, éste es el tópico preferido regularmente para la

construcción de comunidad. Son comunidades débiles, frágiles y efímeras, y la

tonalidad de las emociones que atraviesan se suelen distinguir también por su

espíritu errático, donde pueden compartirse ansiedades, odios o preocupaciones en

común, sin un objeto de conversación estable, hasta reuniones en “que muchos

individuos solitarios cuelgan sus miedos individuales y solitarios” (Bauman,

1998, p.43).

49
3.14 EL INDIVIDUO Y EL RIESGO

A partir de Beck (1998) es posible afirmar que los riesgos de la

modernización, por tanto, no se cuantifican en la información que recoge la

percepción. Más bien se dirime sobre el contenido real de aquello que la

conciencia no capta, lo que no ve, lo que no se percibe (radiactividad, sustancias

perjudiciales para el organismo, amenazas por venir). Las sustancias tóxicas son

invisibles pero omnipresentes tal como los espíritus, por tanto serían una suerte de

invocación moderna de tales entidades (Beck). Una vez que los espíritus de

sustancias nocivas comienzan a pulular por la vida humana, comienzan a actuar

decididamente sobre sus pensamientos y sus vidas, en todo caso, este

acontecimiento constata que se ha dejado entrar lo invisible al mundo de lo

humano (Beck, 1998). Al decir de Beck, surgen a la par comunidades y contra

comunidades cuya filosofía de vida gira en torno a las amenazas invisibles. Lo

que las aglutina es el miedo (Beck, 1998).

50
3.15 EL INDIVIDUO Y EL MIEDO

La toma de conciencia por la situación de peligro tiene como contrapartida

la negación por miedo. Ante una situación de miseria siguiendo a Beck (1998), se

suelen unir los daños materiales y la conciencia subjetiva de tal situación. No

sucedería lo mismo con los riesgos. Al contrario a lo que puede creerse, Beck

aclara que ante los riesgos lo que suele presentarse es una ausencia de conciencia

o minimización del daño, se hace probable igualmente su negación.

Los riesgos tienen su origen en el saber y por tanto encuentran menos

dificultades para ser reducidos, engrandecidos o borrados de la conciencia. Beck

aclara que lo que para el hambre es la alimentación para la conciencia del riesgo

lo es su eliminación o el acto de interpretar los riesgos como si éstos no existiesen

(Beck, 1998). No obstante dada su relativa probabilidad el riesgo tiende a ganar

significados. Beck aclara que los miedos pueden ser lisa y llanamente

domesticados por el pensamiento a través de la interpretación y modificados en la

vivencia (término que ocupa el autor). Se refiere metafóricamente a esta idea

señalando que es posible mantener a las amenazas en la “jaula del saber” de su

“no existencia” (Beck, 1998, p. 84). Las armas atómicas detentan un grado

inimaginable de destrucción (podría decir latente o potencial), eso no cambia de

un momento a otro, lo que puede fluctuar o desviarse es su conciencia. De esta

manera gracias a este factor de inimaginabilidad, se puede salir a la calle tranquilo

lo que no garantiza que no haya que vivir con ese peligro latente. Por tanto ante

los riesgos es posible presumir que tanto la inseguridad como los miedos es más

fácil tomar ciertas desviaciones interpretativas. Según Beck, es posible encontrar

51
lugares, personas u objetos simbólicos con los cuales dominar el miedo. Muchas

otras veces se señalan ciertos estereotipos sociales como los causantes de los

miedos y las inseguridades de las amenazas invisibles más que buscar los

responsables directos. Se da paso así a un pensamiento y acción trasladados según

términos del autor, que se traduce en pensamientos estereotipados, que en

lenguaje psicológico lindan con pensamientos delirantes e incluso podrían

asociarse a cierto grado de paranoia desde la psicología (Beck, 1998).

Para la sociedad del riesgo adquieren cierto grado de relevancia en el

sujeto moderno la “capacidad de anticipar peligros, de soportarlos, de enfrentarse

a ellos biográfica y políticamente” (Beck, 1998, p.85). Una de las preguntas

centrales que se abre camino es cómo poder domesticar esos miedos, y justamente

hacerse cargo de los miedos y las inseguridades evidentes si no es posible aún

dominar sus causas, cómo se puede vivir o (si se podrá ser capaz) de hacerlo en

este “volcán civilizatorio” siguiendo a Beck (1998, p.85), sin la capacidad de

olvidarlo de manera consciente, y sin sucumbir ante los miedos que de éste

emanan. Las formas tradicionales y reconocidas institucionalmente para dominar

los miedos y la inseguridad en la familia, roles sexuales, los matrimonios o los

partidos entre otros pierden su vigencia y a la par se exige a los sujetos que

dominen sus miedos (Beck, 1998). El trato con el miedo en nuestra civilización se

convierte así en una cualificación o preparación con la que es menester contar, la

auto elaboración de la inseguridad y capacidades afines podría establecerse con

suma necesidad en orden a contar con instituciones sociales destinadas a aquello

en ámbitos como la educación, política o psicoterapia, y al mismo tiempo preparar

52
en dichas capacidades se transforma en una de las principales tareas de las

instituciones pedagógicas (Beck, 1998).

53
3.16 LAS SIGNIFICACIONES IMAGINARIAS

Castoriadis (s/f) llama así a estas construcciones sociales “porque no son

ni racionales (no se construyen lógicamente), ni reales (no se derivan de las

cosas); no corresponden a “ideas racionales”, y tampoco a “objetos naturales”

(Castoriadis, p.79). Más bien su procedencia se encuentra ligada a la creación

imaginaria, que, según Castoriadis, se aleja de la imaginación individual, pues

tiende a constituirse a través del imaginario social. Como nacen en el imaginario

social, su sustento es una creación compartida y participada a la vez que remite a

un colectivo anónimo, e impersonal que define a la sociedad. Por tanto sin esa

expresión colectiva y participativa no se puede hablar de imaginario social. La

sociedad trazando la analogía con un ser vivo, siguiendo a Castoriadis, constituye

su mundo y en esa medida tiende a incluir una representación de sí misma. La

sociedad se organiza en torno a instituciones que poseen una adscripción a ciertas

significaciones imaginarias. Dicha organización decide y plantea lo que es

considerado válido en términos de información para esa sociedad y qué es real y

que no (Castoriadis). Castoriadis subraya que cada sociedad se define a partir de

un “sistema de interpretación del mundo” y es una creación de ese mundo válido

para sí que se constituye en tanto donativo de sentido (Castoriadis, pág.81). Una

aclaración según Castoriadis, “si usted ataca este sistema de interpretación, de

donación de sentido, la ataca más mortalmente que si atacase su existencia física,

y, por lo general, ella se defenderá de manera mucho más salvaje” (Castoriadis,

p.82). Las significaciones imaginarias de una sociedad, en resumen, son

arbitrarias desde la óptica “racional o real” (Castoriadis, p.82). Siguiendo al autor,

54
una sociedad crea arbitrariamente entonces, entidades que considera las más

importantes, detrás de las cuales jamás podrá observarse un correlato físico como

los dioses, las leyes, el pecado, los espíritus, los derechos humanos, Dios, etcétera,

(Castoriadis).

55
3.17 LAS CIUDADES FRAGMENTADAS Y EL “MIEDO AL
OTRO”

La mayoría de la población actual del planeta está asentada en la urbe, por

tanto, estos espacios se volvieron los más propicios para observar la mayor parte

de las interacciones entre seres humanos y examinar los fenómenos sociales

(Vargas, 2007).

Vargas señala que “las ciudades son el reflejo físico del modo de

organización de las sociedades que viven en ellas” (2007, p. 7) Según esta autora

lo que caracteriza a las metrópolis latinoamericanas, y en especial a las chilenas,

es su forma de organización.

Santiago posee una particular forma de organización en la cual cabe

destacar una marcada fragmentación de los espacios, evidenciando diferencias

entre los ciudadanos y la marginación de ciertos sujetos de los beneficios del

desarrollo (Vargas, 2007).

A la par la combinación de estos elementos condiciona la posibilidad de

desarrollo de la ciudadanía (Vargas, 2007). En cuanto a la organización, en su

interior la ciudad cobija al mismo tiempo lugares bonitos que hablan de desarrollo

y estabilidad, accesibles sólo para los que gozan de ciertos privilegios políticos o

económicos (Vargas, 2007). En cambio, los lugares sucios o escasamente

cuidados corresponden a los excluidos del sistema. Este modelo de ciudad

fragmentada acoge así a sus moradores, reflejando ostensiblemente la desigualdad

a través de fachadas urbanas (Vargas, 2007). A su vez, Vargas señala que al alero

de esta caracterización espacial emerge un fenómeno denominado “miedo al otro”

(Vargas, 2007, p.8). La alteridad en este caso refiere a alguien que no maneja los

56
códigos de los ciudadanos que comparten un espacio conocido. Este fenómeno se

expresa a través de un miedo poco claro e irracional. Una serie de medidas

intentaron intervenirlo sin embargo no fueron exitosas porque en lugar de abordar

el desconocimiento entre seres humanos que comparten un mismo territorio se

centraron exclusivamente en medidas de control. Finalmente en consecuencia, las

“soluciones” implicaron una serie de estigmas y criminalización de los pobladores

de los sectores periféricos de la urbe por tratarse de sujetos que se muestran

bastante críticos ante ciertos procesos llevados a cabo en el país, sin dar

alternativas a cambio. (Vargas, 2007)

57
3.18 MIEDO E IMAGINARIOS URBANOS

Armando Silva (2004), estudioso de los imaginarios del miedo en América

Latina, señala que el miedo podría ser asimilado a la aparición de un lenguaje que

denomina “gramática del miedo”. La “gramática del miedo” como concepto para

este autor, puede leerse de dos maneras distintas, no obstante según los

lineamientos de este estudio, se considerará la primera acepción (Silva, 2004,

citado en Carrión y Núñez-Vega, 2006, p.6). La gramática del miedo hace alusión

a “percepciones individuales o colectivas producidas cuantitativamente sobre

personas, lugares, y/o fantasías urbanas con el objetivo de medir la violencia en la

ciudad” (Silva, 2004, citado en Carrión y Núñez- Vega, p. 6). El miedo y la

inseguridad, como conceptos asociados, son abordados muchas veces por parte de

políticas de “Urbanismo y miedo”, que se apoyan en estrategias gubernamentales

(Silva, 2004, citado en Carrión y Núñez-Vega, 2006). La estadística según el autor

solidariza con las cifras del miedo, que devuelven a la sociedad “una imagen

codificada de sí misma” (Silva, 2004, citado en Carrión y Núñez-Vega, 2006, s/p).

Analiza críticamente este instrumento como “un mecanismo que permite el

ejercicio de poder represivo o disuasivo a través del saber criminológico

“(Foucault, 1975, citado en Carrión y Núñez-Vega, 2006, s/p).

58
4. MARCO METODOLÓGICO

La presente investigación se realizará a través de la implementación de

técnicas y herramientas de la metodología cualitativa. De acuerdo a Delgado y

Gutiérrez (1995), a partir de sus principales características, la metodología

cualitativa puede definirse considerando un diseño abierto y flexible, que orienta

el proceso según los objetivos finales. Siguiendo a dichos autores, lo que se

intenta a través de este tipo de técnica desplegada, es indagar y capturar

significados del universo simbólico guiados por la información entregada por los

participantes. Ello significa, por tanto, aproximarse al mundo social mediante

discursos, sustrayéndose de la comprobación de hipótesis iniciales, y/o de

premisas que requieran de una verificación en la fase final (Delgado y Gutiérrez,

1995). Para realizar este cometido, se subraya la labor del investigador en tanto

coordinador de las diferentes fases, reclutando y seleccionando los participantes,

elaborando el análisis e interpretación de la información extraída (Delgado y

Gutiérrez, 1995). Una vez recolectada la información, ésta se procesa, y se

transforma en significados.

El acercamiento al fenómeno a investigar supone describirlo, es decir, tal

como señalan Hernández, Fernández y Baptista, recoger datos, especificar las

características principales a modo de información de lo que se desea estudiar.

“Los estudios descriptivos buscan especificar las propiedades, las características y

los perfiles importantes de personas, grupos, comunidades o cualquier otro

fenómeno que se someta a un análisis” (Danhke, 1989 citado en Hernández,

Fernández y Baptista, 1998, p. 117).

59
Según Goetz, el muestreo es un método que implica tomar una serie de

decisiones relacionadas con la selección del fenómeno o grupo con el cual se

desea trabajar. Dicho de otra forma, “el muestreo consiste en elegir de un grupo

una pequeña parte que lo represente de forma adecuada”. (Goetz, 1988, s/p). Se

suele acudir al muestreo, según Goetz, para generalizar las conclusiones de una

investigación a una mayor escala poblacional o bien, con fines más amplios con

metas de traducción y comparación de la información obtenida.

El universo incluido en la presente investigación responde a un interés

teórico conceptual, lo que fundamenta la decisión por incluir en ella un grupo de

mujeres santiaguinas de estrato socio económico medio, cuyas edades fluctúan

desde los dieciocho años de edad en adelante.

La muestra se escogió no de acuerdo a criterios estadísticos, sino

estructurales. El objetivo de seleccionar una muestra estructural responde al

interés por saturar y localizar en el universo social ciertas estructuras de sentido.

Por ese motivo se escogen intencionalmente fijando algunos criterios previamente

estipulados, los tipos sociales de los cuales se desea obtener un conjunto de

información. Para los efectos de este estudio, entre los conjuntos de tipos sociales

posibles, se entiende relevante conocer las hablas de las mujeres, de clase media,

mayores de dieciocho años y residentes de Santiago de Chile. La combinación de

tipos expuesta permite recrear una serie de relaciones, expresadas en posiciones

sociales discontinuas. La mayoría de estas variables, sexo, status social, edad, y

población son características sociodemográficas o atributos que responden a

criterios justificados por los objetivos particulares de esta investigación. Se

supone que el discurso social es un campo de hablas plagado de diferencias.

60
Según Canales (2006) a través de la selección de criterios heterogéneos de la

muestra se puede reconstruir esas variantes de la realidad social, para aproximarse

a la unidad o estructura discursiva que las sostiene.

La elección del sujeto tipo sobre mujeres se fundamenta respecto de la

naturaleza del objeto de estudio, el que se concibe a partir del cruce de la política

y el espacio público. Generalmente se ha concebido a la mujer relegada al espacio

de la actividad privada y al sexo masculino como protagonista del espacio

público. Estudios revisados preliminarmente coinciden en señalar que la

condición de género no es un tema irrelevante en materia de seguridad. Como

sugiere Canales (2006), conviene centrarse en las mujeres pues el objeto de

estudio no es indiferente a las diferencias sociales entre los sexos, sino que al

contrario; a priori, parece que dicha condición incide en la naturaleza del tema a

investigar. El rango etáreo a abarcar por la presente investigación, oscila desde los

dieciocho años en adelante, pues según Canales ello posibilita una mayor

variabilidad de las posiciones inscritas socialmente, es decir, se alía con la

heterogeneidad inscrita en el universo social de la que se desea dar cuenta. El

criterio por agotar estas relaciones, se suman a la decisión por escoger mujeres

residentes de la ciudad de Santiago de Chile, sin el establecimiento de una

comuna en particular. Este razonamiento se comunica con extender la

heterogeneidad de visiones de las transeúntes santiaguinas, dando por

consiguiente, factibilidad a la representación de mujeres que habitan culturas

barriales distintas. Este criterio se acoge al interés teórico conceptual que trabaja

Armando Silva (s/f) en sus estudios sobre imaginarios urbanos. (Silva, citado en

Lindón et. al 2006). La riqueza de los estudios de este autor se concibe desde la

61
convergencia de hablas urbanas diversas, algunas veces de las más dispares. En

este sentido, se desea que la cobertura urbana sea lo más extensa y diversa

posible, lo que permite llegar a una visión unificadora de Santiago de Chile como

ciudad latinoamericana.

La elección de mujeres de clase media, supone a este tipo social como

parte de una dinámica urbana particular asentada sobre el ejercicio de una

profesión y cierta estabilidad económica así como independencia. Estas

consideraciones permiten esbozar un perfil de mujer transeúnte que coincide con

un sector que se proyecta como productivo y/o activo socio-económica y/o

laboralmente, por tanto, con posibilidades de un desplazamiento dinámico y

conocimiento de la ciudad y sus alrededores. También obedece en segundo lugar,

a un criterio de factibilidad para la consecución del estudio.

La técnica que se escogió en esta fase de la investigación es el grupo de

discusión. La idea de propiciar un grupo de discusión es la de permitir que un

grupo de doce mujeres, desconocidas entre sí, y de distintas partes de Santiago,

con historias urbanas disímiles como transeúntes, se encontraran en un espacio lo

más neutral posible como para intercambiar sus visiones sobre Santiago y sus

experiencias y opiniones sobre la seguridad. La actividad se dividió en dos fases.

Primeramente, se les consultó a las participantes cuál era su visión sobre Santiago,

el objetivo principal no era aquí introducir de una manera arbitraria el tópico de la

inseguridad sino más bien, lo que se perseguía era dar cuenta si las personas

espontáneamente relacionaban estos conceptos con la ciudad capital y sus

experiencias. En ese sentido durante los primeros quince minutos se les permitió

intercambiar sus hablas fluidamente, para generar confianza entre ellas y apertura

62
hacia la temática. Posteriormente, se las fue guiando con preguntas, desde la

mitad de la intervención hacia delante de una manera semi dirigida (Delgado y

Gutiérrez, 1995). En este caso, el objetivo apela a nuclear ciertos ejes de la

investigación contenidos en los objetivos principales. Se intentó en algunos casos

problematizar a los participantes con situaciones límites o casos hipotéticos,

donde tuvieran que tomar una decisión, momento en que ellas tenían la

posibilidad de reflexionar sobre su vida como transeúntes.

Acerca de por qué se seleccionó el grupo de discusión, en desmedro de

otras técnicas como los cuestionarios o entrevistas individuales, las razones

apuntan a trasladar aunque artificialmente las situaciones sociales de referencia

donde quedan expresadas los mecanismos que subyacen a los procesos

imaginarios inconscientes, como lo grafica De Lucas y Canales (De Lucas y

Canales y Peinado, citado en Valles, 2000).Otro punto a favor está definido desde

las implicancias de la interacción en el ordenamiento del sentido social, pues se

trataría de una técnica inmersa en la investigación sociológica y con carácter

participativo (Canales y Peinado, citado en Valles, 2000). La producción de

información que la participación recíproca entre iguales elicita y estimula según

Stewart y Shamdasani (s/f, citados en Valles, 2000) pudiera no formularse en las

entrevistas individuales. Simultáneamente, muchas de estas características se

aplican en los grupos focalizados, donde los participantes forjan una interacción

nuevamente artificial a la luz de los temas que el moderador propone. Por tanto se

trata de dilucidar la/s experiencia/s en relación a los aspectos inconscientes desde

una mirada social-comunitaria, recolectando aquellos aspectos de la vida común

problemáticos constatando una frontera difusa entre lo individual y lo grupal.

63
La última fase del campo es el análisis de los datos recolectados en el

grupo de discusión. Existen diversas formas de analizar la información y

estrategias para su mejor clasificación y tratamiento. Una de las posibilidades es

considerar una pauta o guión para ordenar el grupo de discusión durante su

realización. Esta estructura recoge temáticas que van a proponerse al grupo y que

ordenan la sesión de acuerdo a los tópicos que el investigador propone analizar

posteriormente. Una vez que se ha realizado la transcripción, la información

obtenida puede codificarse, es decir, cada fragmento escrito puede ir asociado en

temas, ideas o áreas de interés. En un segundo momento, se procede a juntar los

fragmentos del texto transcrito que coinciden con cada una de las áreas temáticas.

Posteriormente se trabajará sólo con cada una de las áreas por separado, que reúne

un cúmulo de informaciones, pero que al menos preliminarmente ha sido

categorizada temáticamente. El paso siguiente es reclasificar cada una de estas

subdivisiones de discurso e interpretar, y si es necesario, puede nuevamente

subdividirse otras categorías de información dependiendo del caso. Este proceso

analítico, se denominó “integración local” (Weiss, citado en Valles, 2000). Dado

que el procedimiento se estructura por áreas, así se localiza más fácilmente ciertas

categorías descriptivas o conceptos bajo temas más amplios, lo que hace viable la

clasificación y orden de la información por etapas. Luego de realizada la

integración local, la información se integra inclusivamente, es decir, se organizan

las partes de la estructura bajo una forma global, coherente o superior.

Según Valles todo análisis, y el que obedece a los grupos de discusión,

parte con el diseño de los grupos (“análisis proyectado”), prosigue en la fase de

campo (donde tiene lugar un análisis “preliminar) y culmina con el análisis final y

64
más completo. Krueger (s/f) denomina a las fases enumeradas de análisis

“secuencia cronológica del análisis”, dado que es un proceso que transita por

etapas de menor a mayor (Krueger, citado en Valles, 2000). Al final de las

mismas se espera la redacción de un informe. Según Ibáñez (s/f), el análisis debe

considerar elementos intuitivos e interpretativos que el investigador concluye

(Ibáñez, citado en Valles). Krueger recomienda en líneas generales, realizar un

análisis preliminar, que puede comenzar una vez finalizado el campo, que puede

integrar algunas notas de campo hechas, y que consiste en distinguir y anotar

opiniones “sobresalientes”, leer las transcripciones “concentrándose en un tema

cada vez”, subrayando los fragmentos de mayor interés, para facilitar su relectura,

localización y comparación” (Krueger, citado en Valles, 2000, p.327). Estas

premisas se realizan en consideración de los objetivos del estudio y del contexto

de las intervenciones de los participantes (Valles, 2000).

Valles propone que “el criterio maestro para el analista consiste en:

organizar la información dándole sentido (cuerpo), lo cual supone seleccionar los

datos pertinentes e integrarlos en esquemas teóricos, conceptuales” (Valles, 2000,

p.326). Para Ibáñez, “el investigador que analiza el discurso de un grupo de

discusión…se enfrenta con un discurso que constituye una masa imponente de

datos y que tiene que reducir a unidad…esa unidad sólo el cuerpo humano la

puede intuir (mediante una interpretación), pero esa intuición ha de poder ser

validada posteriormente” (Ibáñez, citado en Valles, p.326).

65
4.1 TIPO DE ANALISIS

El análisis que se presenta a continuación se desarrolla bajo un enfoque

analítico cualitativo por categorías ya que responde al interés por conocer

inductivamente los sentidos latentes en las tramas de los discursos de los sujetos,

desde un nivel particular hacia un sentido menos tangible (Echeverría, 2005). El

tipo de análisis de la información y técnicas empleadas, se plantea a través de un

diseño más bien semi-estructurado, lo que implica un trabajo de co- construcción

entre el investigador y las personas entrevistadas, dando lugar a la emergencia de

nuevos sentidos mediante cierta acotación de la información propiciada por el

investigador, focalizándose en aspectos relevantes de la temática que orienta la

pregunta de investigación (Echeverría, 2005). Para cumplir con dicho objetivo,

durante el grupo de discusión se contempla el uso de una pauta o guión con ciertas

preguntas posibles de plantear, todo eso dependerá en buena medida, de la

situación que se despliegue durante las intervenciones de las consultadas, evitando

la interferencia sobre las propuestas que ellas realicen a partir de la pregunta

inicial.

El trabajo de análisis se divide en dos partes, a saber, la primera parte

consiste en la realización de una síntesis. La síntesis es una organización y para

eso se hace necesario descomponer el discurso expresado en una transcripción

(Echeverría, 2005).

En esta etapa de síntesis, se busca reordenar el material, jerarquizar las

ideas en común expresadas en las transcripciones e ir seleccionando varias de

ellas. Al mismo tiempo se va generando una suerte de clasificación en torno a

66
temáticas o tópicos comunes. Por otra parte este procedimiento se realiza tomando

en cuenta una deconstrucción del discurso (Echeverría, 2005). A medida que este

trabajo continúa se observa cómo hay ciertas ideas comunes al discurso que se

busca recoger o rescatar. Estas ideas o temáticas hacen alusión a significados

latentes y eso es lo que las agrupa, lo que las hace similares. Cuando se ha

finalizado esta parte se observa que el discurso ha sido fragmentado o reducido.

Echeverría plantea que si bien toda esta operación propia del análisis cualitativo

tiene una matriz reductivista, no es que exista una paradoja, no obstante luego

adviene un nuevo proceso que es de recomposición e integración de estos

fragmentos y que se orienta a darles un sentido más integral reconociendo un

sentido manifiesto. La segunda parte del trabajo descrito entonces, toma la forma

de una interpretación, toda vez que se efectúa la operación de integración y

comprensión de un texto fragmentado en un texto que adquiere unidad por medio

de la labor analítica desplegada (Echeverría, 2005).

Para realizar este trabajo, de acuerdo a los objetivos planteados y la

temática, se concede al análisis por categorías una mayor precisión técnica.

Echeverría sostiene que para realizar el análisis por categorías es preciso revisar la

transcripción del grupo de discusión completa e ir seleccionando aquellas ideas o

párrafos relevantes para responder a la pregunta de investigación y al problema

propuesto. Se seleccionó un sistema de producción de categorías

fundamentalmente a priori por lo acotado de los objetivos aunque algunas

categorías sobre el proceso se construyeron de manera emergente para dar cuenta

de ideas y significados relevantes que no habrían sido recopilados sólo mediante

las categorías a priori (Echeverría, 2005). Entonces una vez hecho eso, se

67
comienzan a leer y revisar las citas elegidas que son unidades menores de sentido

incrustadas en las transcripciones (Echeverría, 2005). A través de varias lecturas

de estas unidades de sentido básicas comienzan a desprenderse ciertas ideas en

común que es necesario denominar bajo tópicos. Los tópicos son agrupaciones de

citas que tienen un nivel más abstracto en cuanto al sentido (Echeverría, 2005).

Son organizaciones de sentido menos abstractas que las categorías y más que las

citas propiamente tales (Echeverría, 2005). Posteriormente, cuando cada uno de

estos tópicos ha sido formulado comienza la tarea de categorizarlos, es decir,

agruparlos nuevamente en relación a un sentido más abstracto aún, que ha sido

realizado en coherencia con los objetivos ya revisados (Echeverría, 2005). A esto

se debe sumar las categorías emergentes, pues hay tópicos que no son posibles de

agrupar bajo ninguna de las categorías propuestas (Echeverría, 2005). Todo este

trabajo termina sólo cuando se ha podido establecer claramente un conjunto de

categorías con sus respectivos tópicos. Finalmente en este momento se da paso a

un análisis interpretativo global. Se escoge cada categoría por separado y se busca

integrar en una comprensión más amplia –que se hace en referencia a la

problematización y objetivos de la investigación-que permita integrar las ideas

más sobresalientes y darles un sentido como si fuese una suerte de red de

significados (Echeverría, 2005). En este nivel el significado es manifiesto pues el

discurso hace visible algo nuevo. Cada una de las categorías tiene un análisis

interpretativo respectivo.

68
4.2 TECNICA DE ANALISIS

El análisis de discurso se utilizó para facilitar la comprensión de una

unidad lingüística, en este caso una conversación, que como grafica Stubbs da

cuenta de la forma cómo el lenguaje se organiza a un nivel que trasciende las

oraciones (Stubbs, citado en Iñiguez, 2006). Diversos autores entre ellos Goffman

instalan la técnica del análisis de discurso como una dimensión que participa de

una organización social de sentido (Goffman, citado en Iñiguez, 2006). Mientras

que a través de la antropología simbólica el lenguaje oficia de intermediario entre

las representaciones posibles y reales de los miembros de una sociedad (Iñiguez,

2006). Acuñando estos elementos se desea precisar aún más la técnica utilizada,

optándose por una lectura crítica de la información producida. Se hará uso de

elementos de análisis crítico del discurso. Este plan analítico implica poner a

prueba estrategias donde la postura de la investigadora asume un rol fundamental,

en un cambio de perspectiva donde lo dado no posee tanto valor como aquello que

se desea develar a través del apoyo de la teoría, la implicancia profesional y

personal, y la interrogación como modo de dialogar con la realidad social. Esto a

su vez hace posible la emergencia de nuevos objetos de estudio. Adoptar una

perspectiva crítica supone denunciar los abusos de poder y la dominación como

prácticas que se articulan a través del discurso, y la práctica discursiva como

forma de resistencia y conciencia crítica de estos abusos (Rojo y Wittaker, citados

en Iñiguez, 2006).

Ante una temática como la propuesta desde su problematización, los

relatos urbanos se vuelven focos de problematización de las ciudades actuales y

69
más allá de eso, de las sociedades implicando fuertemente aspectos sociales y

políticos.

70
5. RESULTADOS Y ANALISIS

Esquema de Categorías y tópicos

1- Diversidad y Conflicto

1.1- Santiago como experiencia conflictiva

1.2- Distintos Santiagos

1.3- Santiago Inseguro

2- Santiago a través del otro

2.1- La inseguridad como construcción mediática

2.2- Los estigmas comunes

2.3- Repliegue y persecución

2.4-Violencia y anonimato

2.5- Desconfianza versus ausencia de referentes

3- Prácticas cotidianas en relación al miedo

3.1- Ciertos cuidados

71
4- Lugares del miedo

4.1.-Lugares inseguros

4.2.-Lugares familiares

5- Mujer e inseguridad

5.1-Experiencia e inconsciente

5.2- Lo vulnerable

72
1. DIVERSIDAD Y CONFLICTO:

Tiene que ver con la alusión a Santiago como recinto que alberga

una serie de diferencias que remiten a expresiones vinculadas con la

inseguridad.

1.1 Santiago como experiencia conflictiva

Descripción: El calificativo “terrible” aparece formando parte de una de

las hablas de las participantes cuando se le solicita que se presente. Pareciera que

esta palabra designara la relación subjetiva que mantiene con su ciudad.

C: “Terrible”

C: “No sí terrible vivir aquí, ¡terrible!”

1.2 Distintos Santiagos

Una de las participantes percibe Santiago como un conjunto de diferencias,

que se expresan en una fuerte sectorización y clasificación, donde cada comuna

podría entenderse como un Santiago con sus particularidades socio-económicas,

culturales, demográficas, etc. Así, desde su visión “mosaico” de Santiago, queda

claro que habría que entender a dicha ciudad no como un continuum de

homogeneidad, sino más bien como un recinto de contrastes, delimitados

singularmente por sectores o comunas (que ejemplariza con citas al barrio Alto y

a sectores más humildes). Otra de las participantes, compara al centro con las

73
comunas periféricas, señalando que junto con las diferencias -que ya se han

señalado anteriormente- subsistiría otro tipo de distinción entre comunas,

advirtiendo que el centro está mejor “dotado” en cuanto a distintas ofertas, como

la cultura, no limitándose a una simple oferta laboral como es el caso de comunas

periféricas.

D: No, dentro de Santiago, hay muchos Santiagos… no es lo mismo vivir

en La Dehesa, que en las Condes, que en la Pintana, muy sectorizado…

clasificado…”

D: “Es distinto en cada comuna (…) y también económico, social y

cultural”

D: “Hay muchos Santiago diría yo”

D: “Hay muchas diferencias.”

D: “¿Pero sociales? sociales, de comuna, de todo.”

N: “Como que está todo centrado en la comuna de Santiago centro,

actividades culturales, todo, uno va a las comunas periféricas… y aparte del

trabajo”

1.3.- Santiago inseguro

La falta de seguridad en Santiago se asocia, según opinión de las

consultadas, con pobreza y delincuencia, es decir, inseguridad estaría

relacionado con al menos un fenómeno social que implica la desigualdad entre

capas de la sociedad. La mayoría de ellas percibe Santiago como inseguro, y una

74
participante manifiesta que el riesgo de ser asaltada es una amenaza cuasi

permanente que implica la oscilación a temer por un riesgo vital. Para otra

participante, sólo sería posible recomendar Santiago a un extranjero cuando se le

ha advertido de ciertas previsiones que debe tomar. Esta intranquilidad en la que

varias participantes parecen coincidir no es apaciguada de alguna manera por las

cámaras de seguridad, que son significadas más bien como invasión a su

privacidad.

S: “Mucha pobreza”

S: “Pobreza… delincuencia”

C: “… Arriesgándome a que a mí me asaltaran… entonces uno arriesga su

vida”

“Yo le recomendaría a un extranjero venir, pero le daría como toda la…

los secretos… así como no se pasee con una cámara…”

(En relación a las cámaras de seguridad)”yo encuentro que es una invasión

a la privacidad, donde a la gente le molesta ¡tanta cámara por todos lados!”

J: Yo a Santiago lo siento inseguro… quizá estar en mi casa, no sé, me

siento más tranquila que en Santiago”

75
1. Análisis interpretativo

A la base de las opiniones que las entrevistadas dejan ver sobre su ciudad

existe una idea bastante común a todas ellas. Se trata de la referencia a algún tipo

de división o segmentación emplazada a partir de una serie de diferencias sociales

que coexisten en la ciudad. Así, más que a partir de una ciudad homogénea, las

participantes relatan desde su experiencia la existencia de muchos Santiagos,

tantos como comunas probablemente, acentuando la disparidad y la idea de

polaridad entre unas y otras (comparan a La Dehesa o Las Condes con La Pintana,

unas del barrio alto y acomodado, la otra de un sector más bien de clase

trabajadora y humilde). Esta idea de Santiago impregna fuertemente una forma de

entenderlo y definirlo. Por otro lado, enfatiza diferencias que tienen que ver con

contrastes socio-económicos que tienen una articulación con lo socio-espacial

muy notoria, basta con recorrer las calles de comunas acomodadas

económicamente –del barrio alto-e ir a darse una vuelta por comunas más pobres

como La Pintana, donde la consigna parece ser “los pobres no se mezclan con los

ricos, etc.”. De lo que se trata por tanto, es de un verdadero mosaico donde

subsisten muchas ciudades al mismo tiempo, con distintas necesidades y

diferentes escalas de desigualdad social, territorial, etc. Del lado de la convivencia

social, curiosamente las personas adaptadas a esta clasificación socio-espacial,

viven en mundos de extrema compartimentación, que no se amplían salvo

excepciones, lo que se puede graficar a partir de la experiencia de aquellas

personas de sectores más humildes de la capital que transitan al otro lado de ésta,

dando cuenta en rigor de un viraje de carácter geográfico espacial, lo que llevan a

76
cabo para satisfacer sus necesidades básicas económicas, empleadas en casas

acomodadas para realizar distintos servicios, la mayoría domésticos. Es una

emigración con un destino anunciado.

Este análisis por oposición permite reflexionar de las posibilidades de

ampliación de lazos socio-culturales al interior de sociedades cuyo hábitat está tan

fuertemente delimitado por condiciones de consumo y bienes materiales, o por la

disponibilidad socio económica, o por patrones que tienen que ver con la

conformación elitista de redes de poder y acceso al mismo.

En relación, por ejemplo, a la naturaleza de las ofertas que cada comuna

está en condiciones de ofrecer, también existen desigualdades, así por ejemplo,

resulta más entretenido el centro porque de vez en cuando garantiza panoramas

culturales, que según las mismas consultadas no existen en otras comunas

“periféricas” donde la oferta se restringe al intercambio propio del mundo laboral.

La pregunta es si a la luz de estos ejemplos: ¿Se podría hablar de una sociedad

violenta?

Al amparo de la idea de conflicto, se podría decir algo más respecto a la

inseguridad, siempre encadenado a lo que anteriormente se sugiere como

violencia de la ciudad para con sus ciudadanos, reflexionado acerca de lo que

significa poblar Santiago a uno y otro lado de la pirámide social. Entonces,

aparece otro rasgo común a las hablas de las consultadas, lo conflictivo de

Santiago, a simple vista, remite a una ciudad que parece ser insegura

globalmente, sin distinciones por comuna. En este sentido, alguien llega a

comparar por analogía a Santiago con su casa, con lo que se grafica la idea de

protección versus desprotección, o seguridad versus inseguridad aunque sea en un

77
plano muy simple. Por tanto lo conflictivo tiene que ver con el riesgo que

significa transitar las calles de Santiago, que para algunas mujeres suele oscilar

hacia un riesgo de vida, por tanto un simple recorrido para muchas puede llegar a

ser una amenaza, y como se señaló antes, no en referencia a lugares en particular,

sino más bien a un Santiago homogéneamente inseguro. Por otro lado, lo

conflictivo tendría que ver a su vez, con evocar la pobreza al ser consultadas por

sus experiencias de inseguridad. En otras palabras, para algunas consultadas,

inseguridad conecta con fenómenos sociales como la pobreza y ésta a su vez con

la delincuencia, vistos como flagelos, es decir, lo que la inseguridad permite es

destapar algo, una opacidad del social, que aparece conectado como eslabones en

todas estas intervenciones, del lado de la desigualdad y de la imposibilidad de

hablar de Santiago como un todo. A su vez abre la puerta para un debate sobre las

relaciones invisibilizadas de un mundo más agresivo, más hostil, dejando entrever

al lado algo de sensibilidad social yuxtapuesto.

78
2. SANTIAGO A TRAVES DEL OTRO:

Son todas aquellas representaciones de Santiago que emergen de alguna

relación o situación con otros/otras. Implica pensar la inseguridad focalizando la

atención en los sujetos.

2.1 La inseguridad como construcción mediática

Habría dos vertientes con respecto a la idea de otro. Una de estas

vertientes, articulada por el ejercicio de una influencia masiva de los medios de

comunicación en relación a la conformación de prejuicios y desconfianza, en

opinión de las mujeres, sería más bien arbitraria e infundada hacia el otro. Esta

vertiente que por cierto es mayoritaria en cuanto a las opiniones que concita,

aparece varias veces catalogada como paranoia. Revela un ánimo que se entiende

como paranoico, persecutorio, pleno de desconfianza que proviene de un afuera

pero tiene un poder desmedido en la opinión, actitud, y genera una evaluación “a

priori” del otro muchas veces en relación a aspectos superficiales. Otra

participante afirma que no habría tal fenómeno de paranoia sino que lo que más

bien existe es una “actitud” personal hacia el otro, colocando un locus de control

interno por sobre los factores externos.

“Estaba oscureciendo y miraba a un caballero: ¿le pregunto, no le

pregunto?, “… no me da confianza”

79
J: “¿Por qué no me da confianza? Porque veo las noticias, porque me doy

cuenta la maldad que hay… te inspira esa desconfianza aunque uno no quiera”

“Yo creo que es una suerte de paranoia con la cuestión de la televisión”

“Uno va a ver la televisión… y estigmatizan a toda esa gente de Santiago

centro pa abajo porque de Santiago centro pa’ arriba”

2.2 Los estigmas comunes

Una de las caras visibles de la estereotipia que producen los medios de

comunicación es según las consultadas una desconfianza expelida por los

cuidadores, los mendigos e incluso, -varias de ellas refieren en forma de alusión

negativa-, a los flaites, unos que son visibles en todas partes pero que cuesta

definir, sino a partir de una presunta amenaza. Realmente no hay mayores indicios

que permitan explicar qué motivos llevan a desconfiar de tales personas, más allá

de aspectos que aluden, en el caso de las opiniones revisadas, a cierta vestimenta y

actitud poco moderada o insinuadora de agresión. Lo que sí es cierto es que para

una de estas mujeres, los flaites implican alejarse físicamente, pues le causan

temor. Da la impresión que la hostilidad hacia el otro tuviera un ir y venir, por un

lado lo sienten ellas como falta de contacto del otro y por otro lo reproducen al no

hacerse cargo de sus prejuicios arbitrarios.

“A mí los cuidadores y los mendigos me producen desconfianza”

“… Me da miedo Santiago… los flaites… aunque lo estigmatice, yo

cruzo”

80
“En Canadá por ejemplo… la gente no vive encerrada en sus casas”

“La paranoia da lo mismo…yo creo que es la actitud que uno tiene frente a

las personas”

2.3 Repliegue y persecución

Otro de los ángulos de esta indiferencia que las consultadas perciben tiene

que ver con que existe una suerte de aislamiento de cada cual que es difícil de

“romper”. Como si se creasen, refiere una de ellas, verdaderos campos magnéticos

o de fuerza, que puede “romperse”, basta para eso con una mirada, una mirada que

tendría más de interpelación que de otra cosa.

Eso hace que en respuesta cada uno tienda a replegarse, y que se sospeche

negativamente incluso de un saludo en un medio de transporte, según comentan.

Impresiona que los comentarios son bastante persecutorios y dejan ver cierta

violencia oculta o impregnando el aire de la interacción, y que se hable también de

defenderse del otro.

“Y porque la gente anda muy ensimismada y te van como rompiendo tu

campo de fuerza… con que si te miran y te interpelan.”

“Pero en el fondo puede ser un acto de generosidad que alguien te mire y

que te está como saludando”

“Porque todo el mundo anda o enchufado con sus audífonos… no, cada

uno está en su mundo”

“Cada uno está en su mundo.”

81
“Yo como que también me encierro, o sea aprovechar ese rato pa ser

individual.”

“Yo creo que pa vivir en esta ciudad hay que vivir a la defensiva”

“Como que a veces nos acordamos que vivimos en una ciudad y que no

somos individuos, tanto con la familia como con el vecino”

2.4 violencia y anonimato

Las consultadas concuerdan o se sienten más compelidas a hablar en

relación a una cierta hostilidad o agresividad que perciben en la “gente” de

Santiago. Da la impresión que las personas aludidas se movieran bastante

egoístamente, y “sin mirar al lado” es decir, bajo cánones de indiferencia que

parecen causar rechazo en las consultadas. Esta agresividad o suerte de violencia,

se asocia en primer lugar con un contacto “fugaz”, algo desprovisto de cortesía, o

preocupación, reflejo de un sujeto que habita multitudes permanentemente, lo que

las consultadas relacionan con una disposición del Santiaguino. Una de las

mujeres siente que el santiaguino “es bueno” para estar en multitudes, como si

éste fuese parte de su identidad.

Esta multitud alejaría el contacto personal (indiferencia), haciendo más

difícil establecerlo, siempre interferido por lo chocante o lo molesto que es ser

parte de una multitud, donde te pasan a llevar, no te saludan, pero no hay alguien,

un sujeto que “dé la cara” por esas incomodidades.

82
(Comparado con región) “La gente es como más violenta”

“La gente es muy agresiva”

Antes te pasaban a llevar y sentían como que te pasaban a llevar, ahora te

pasan a llevar y olvídate.”

“Porque el respeto ya no está”

“Yo encuentro que la gente acá en Santiago es buena para estar como en

multitudes”

“Que haya más gente no significa que haya más seguridad”

“En el metro cuánta gente: ¿tú crees que alguien te va a mirar y te va a

sonreír?”

“Además que subirse al metro en la hora peack, si uno llega vivo, ya lo

logró”

2.5 Desconfianza versus ausencia de referentes

La idea de desconfianza reposaría en un alejamiento del contacto cara a

cara, de la vecindad y de la reciprocidad, aquella que se asocia con lugares

comunes barriales, especie de referencias de antaño como el almacén del barrio.

Las consultadas manifiestan que se han perdido lazos y que los lugares que ellas

frecuentan no tienen habla. Todo eso contrasta con la experiencia del terremoto

donde sintieron que a partir de una experiencia común se generó espontáneamente

una necesidad por hablar o preocuparse del otro.

83
“En general, las micro nadien habla, en el metro la gente no habla, en la

calle la gente no habla mucho, con el almacenero ya la gente no habla…uno dice

no ando con desconfianza”

“En las salas de espera, ya la gente no habla”

A mí lo que me llamó la atención fue que después del terremoto todo el

mundo era tan amable, todo el mundo tenía una experiencia en común… ahora ya

no lo tienes”

84
2. Análisis interpretativo

Más que sujetos inseguros o de la inseguridad parece que existieran sujetos

de los medios de comunicación, que nos incluiría a todos nosotros, en carácter de

víctimas de un lenguaje promisorio de otros que alientan la desconfianza. La idea

de paranoia resume la sujeción a cierto tipo de contenidos o de información donde

se mezclan ciertos morbos, con visiones de la realidad social, también

segmentadas, que conducen a una alienación en el prejuicio, la catalogación

instantánea del otro, (los “a priori”), que perpetúa ciertas relaciones de poder

fundadas e instrumentalizadas desde el “miedo al otro”. La persecución y el

repliegue son síntomas de la repetición de estos mensajes que muchas veces

funcionan a través de un inconsciente social dinámico. Muchas personas

consultadas tienen plena conciencia del influjo de los medios de comunicación

sobre su “vida real”, sin embargo es como si se fuese preso de un mundo virtual,

el de la información, que opera sigilosamente sobre lo real. Este lenguaje de

ficción actuaría sesgadamente en la confección de otros inseguros, siendo proclive

a la estigmatización ficcional de personajes malos del mundo de lo popular.

Dentro de estas construcciones mediáticas de la inseguridad “el flaite” se

convierte en el paradigma del otro inseguro ya que concita la atención desde una

disimilidad, arquetipo de la diferencia, de lenguaje, de superficie, de modismos,

vestimenta, etc. Su diferencia radical parece llamar poderosamente la atención y el

rechazo, lo que se transforma en una mezcla entre prejuicio y temor, una mezcla

de caricatura y realidad. La vida “real” se hace más defensiva (¿de quién/es?), hay

menos contactos de carácter profundo, se sabe por definición que los contactos en

85
la metrópolis tienden a la transitoriedad e inmediatez, mas recogiendo la idea de

otro peligroso, esta superficialidad puede transformarse en una opción fundada en

la desconfianza más que en una urgencia de la vida cotidiana. Ciertamente es una

vida relacional con características más funcionales a la paranoia o a la

arbitrariedad de los juicios, que modelan una cierta forma de relacionarse

socialmente. Se actúa por suposición, se vacila en gestos protocolares de lo social

(¿saludo o no saludo?, ¿qué significó que me haya mirado?), etc., y se defiende de

la ruptura de “campos de fuerza” que el otro puede desestructurar con una simple

mirada. Además se habla de un repliegue, que puede conectar con individualismo,

como modalidad preferentemente instalada de un sistema económico ideológico

que privilegia el éxito basado en las competencias individuales más que unos

ideales de solidaridad colectivos. Tal vez estas exigencias impliquen un viraje al

individuo, un “ensimismamiento” como dicen las consultadas o un repliegue

narcisista, que es funcional al sistema social, y que puede solidarizar con ciertos

temores hacia una parte y repeler al resto por la otra, y que es leído con extrañeza,

dudas, malestar, desconfianza, gesto de ermitaño, etc. Por tanto, hay algo ahí

medio confuso que parece tejerse a la luz del repliegue, la desconfianza, y la

violencia o algo de ésta que parece estar en juego cuando el otro se cierra al

contacto reiteradas veces. El sujeto por lo general actúa desde una línea más

impersonal, siendo parte de estas multitudes, sometiéndose él también a éstas, no

se sabe si por disposición o como parte de un estilo de vida moderno. Lo cierto es

que las apreciaciones de las consultadas esbozan cierta hostilidad del contacto con

un otro, donde al parecer son ellas las que tienen que estar preocupadas de que el

otro no las pase a llevar. Podría decirse que los contactos en estas aglomeraciones

86
tienden a la fugacidad y son desprovistos de profundidad o “cara a cara”. Lo que

ellas mencionan es el respeto como algo que se ha perdido, la preocupación por el

otro también. También hablan de vivir a la defensiva en esta ciudad como el único

mecanismo posible, en ese sentido, la tendencia es a imaginarse distintos paisajes

de la capital como el metro, escenario cotidiano de multitudes, donde convergen

estas aglomeraciones y transformaciones donde el sujeto pareciera transitar de

algo más encapsulado a un tejido social más impersonal. Este “anonimato” es el

mismo que impera cuando los sujetos se ven las caras al decir de las consultadas,

se mantiene el silencio, no hay voz, no hay palabra. Esto mismo se replica en

lugares tradicionalmente de sociabilidad como el almacén o la micro, donde por

alguna razón, ya nadie habla. Esta pérdida de referentes antropológicos que son

parte del paisaje de las ciudades modernas, o el trance hacia ellas, explican las

consultadas, incidirían en una pérdida progresiva de las confianzas o en un

enjuiciamiento del otro, que se muestra probablemente más opaco, más

enigmático, o sencillamente el vacío de estas certezas pudiera despertar un ánimo

de sospecha o de relaciones basadas en la desconfianza.

87
3. PRACTICAS COTIDIANAS EN RELACION AL MIEDO:

Son todas las prácticas de la vida cotidiana de las mujeres en tanto

transeúntes que son susceptibles de variaciones en relación al miedo o la

inseguridad.

Supone al miedo como un vector que atraviesa diversos ámbitos de la vida

cotidiana de los sujetos y que de acuerdo a su magnitud podría llegar a influenciar

las decisiones de éstos en tanto transeúntes.

3.1 Ciertos cuidados

Si bien el concepto de límites aparece en su discurso más difusamente, las

consultadas refieren ciertos angostamientos de la experiencia, o ciertas

mutaciones a la hora de transitar las calles a su trabajo, o cosas de ese tipo. Por

cierto, estas modificaciones no atañen a la mayoría, sino que son más puntuales, y

sobresalen personas mayores. Tienen que ver con salir en horarios diurnos, evitar

ciertas calles, evitar la soledad en la noche, etc.

“Pero hay ciertos como límites que por lo menos yo me pongo, no andar

tan tarde en tal lugar, eh, no recorrer ciertas calles…”

“Y por eso que he achicado yo mi círculo de salida”

88
3. Análisis interpretativo

Los límites conforman una categoría de menor espesor en las consultadas.

Siendo más bien puntuales las referencias que hacen algunas personas a la toma

de ciertas precauciones que se han impuesto para no estar expuestas a situaciones

de peligro.

En relación a este tema, muchas mujeres se empoderan de un cierto

conocimiento que tienen de su comuna y defienden la seguridad de ésta por sobre

sectores que no conocen. Lo llamativo de estas premisas, es que la seguridad

comunal, tendría que ver con lo familiar o habitual del entorno más que con lo

familiar de la gente que lo habita. Da la impresión que tuviera que ver con un

recorrido histórico biográfico, con hacerse parte de un lugar y de sus calles, es

decir, las cosas están donde deben estar y no hay dificultad para moverse en lo

cotidiano. Esta situación parece revestir de una seguridad bastante significativa la

experiencia de las consultadas, lo que aleja la posibilidad de sentir miedo.

(Categoría 4) Se hace necesario hablar de este punto, para entender mejor, por qué

el tema de los límites no tiene un rol tan protagónico en sus vidas, ni tan activo.

Por otra parte se observa, que las mujeres más jóvenes del grupo, se muestran más

“osadas “a lo aventura de lo urbano (suponiendo la inseguridad como parte de esta

aventura a no saber lo que va a pasar cuando salen de sus casas) que las pares de

su edad. Contagian un ánimo más risueño incluso cuando abordan temas menos

fáciles de abordar. Da la impresión de que se juega, en líneas generales, una

posición distinta entre mujeres más jóvenes y mujeres mayores que se encuentran

alrededor de los cincuenta años.

89
4. LUGARES DEL MIEDO:

Son los lugares que por alguna característica particular, se asocian a la

producción de percepciones imaginarias de miedo. Supone que algunos lugares se

constituyen en lugares menos seguros respecto de otros en la ciudad.

Son en otras palabras los sitios o recorridos que se representan típicamente

como inseguros y se depositan en un acervo imaginario del miedo.

4.1 Lugares inseguros

Hay varios lugares que “a priori” aparecen catalogados como inseguros o

producen miedos de sólo pensarlos. Varias consultadas refieren los lugares

céntricos como la Vega, parques extensos como el Forestal, o Paseo Ahumada.

Estos lugares se caracterizan por la cantidad de personas que alberga o por la

ausencia de éstas convirtiéndose en sectores desolados. Sin embargo, varias

concuerdan en que estos lugares atemorizan, llegando incluso a estar preparadas

para una experiencia como el asalto. De hecho, muchas sólo al nombrarlos se

predisponen a la asociación de una imagen perturbadora, siendo víctimas en sus

fantasías sin serlo en la realidad. Por otro lado hay otra opinión de una mujer tras

haber sido robada en varias partes muy distintas entre sí en cuanto a su

caracterización socio económica, dato que parece llamarle la atención, por tanto

llega a concluir que más que lugares inseguros en sí mismos se trataría más bien

del factor mala suerte.

90
“Como que esas cosas me asustan… lo que es la Vega me asusta, esas

partes…”

“El centro”

“El Parque Forestal, a mí me cuesta atravesarlo”

“A mí me da miedo el centro”

“Ahumada… como que cada vez que tengo que ir al centro como que me

preparo para que me asalten…”

“Si te descuidas te van a hacer algo”

“… creo que no tiene que ver con los lugares comunes tiene que ver con la

mala pata nomás”

4.2 Lugares familiares

Muchas entrevistadas se hacen cargo de la idea de seguridad unida al

conocimiento, historia o trayectoria que poseen de su comuna, en ese sentido, su

comuna, independientemente cuál sea ésta la refieren como la más segura en

comparación con otras. Mas algunas, no escatiman en dudar de esta premisa,

argumentando que ésta sólo sería una creencia infundada cuestionando su

veracidad. No obstante el conocer el entorno-que no tiene por qué involucrar a las

personas, según las consultadas-parece tener un peso fundamental en la conciencia

de seguridad para varias mujeres, lo que se puede confirmar a lo largo del relato.

(Sobre la inseguridad) “…se siente más que si uno está en el lugar

habitual”

91
“Si a mí me mandan por ejemplo, sola a Puente Alto… y no tengo idea

obviamente voy a estar insegura, pero si uno conoce el entorno…yo siento que

uno se siente más seguro”

“… uno siempre cree que su comuna es como la más segura”

92
4. Análisis interpretativo

Hay varios lugares que parecen ser fuente de diversos temores, en

particular llama la atención la referencia al centro o lugares céntricos como la

vega central, por cierto, lugares que se han hecho una reputación compleja o sitios

aledaños al comercio y las grandes aglomeraciones pueden concitar estos temores.

Impresiona ver como el centro es una experiencia de cuidado en sí misma

para muchas de ellas, y que si no fuera por lo imprescindible de los trámites por

los que hay que ir a este lugar, muchas preferirían no acercarse. El centro es el

lugar del comercio y del tumulto, actividades que pueden ser reforzadores

significativos como se ha visto de amenaza y/o estresores importantes. Se observó

anteriormente algo similar en torno a las multitudes como generadores de

inquietud o desconfianza. Ninguna de ellas refiere haber dejado de ir por miedo a

algunos de estos sitios o hacerse acompañar, es decir, no hay un cambio de rutina

en ellas en un sentido rotundo. Lo que sí se observa en cambio son precauciones o

miedos imaginarios a priori.

Tras estos comentarios surge la idea que ya se comentó en la categoría

anterior unida a la trayectoria con que suelen reseñar sus lugares de residencia,

como si hubiesen aspectos autobiográficos o afectivos que se mezclan y que

deciden sobre sentimientos de mayor o menor indefensión. Muchas mujeres

coinciden en que les cuesta transitar un lugar lejano a su residencia, que no

conocen o que no tienen “mapeado”.

93
5. MUJER E INSEGURIDAD:

En muchos casos aluden a experiencias significativas en sus vidas que se

relacionan por una parte con ser mujer y por la otra con la inseguridad como

experiencia. En este sentido se abre el tema de ser mujer al cruce con la

inseguridad a partir de lo que ellas evocan como significativo.

5.1 Experiencia e inconsciente

Varias mujeres sostienen que el miedo es algo que se genera a partir de la

propia experiencia o de una experiencia que tuvo efectos negativos y que ocurrió a

alguien cercano. La experiencia como motor de la inseguridad a posteriori es algo

que destacan en varias oportunidades. Es como si todas las demás causas fuesen

menos gravitantes que la experiencia cuando se trata del lastre que deja. Una

mujer señala también, que el miedo se mantiene a través del tiempo mediante

conductas inconscientes (más o menos estereotipadas), que singulariza en

conductas como cerciorarse de que esté la puerta bien cerrada, argumentando que

es algo inconsciente pero que siempre ocurre así después de haberse sentido

violada tras un robo a su departamento.

“Creo que a uno cuando le pasan experiencias de ahí sí… uno se siente así

como entre comillas violada”

(Sobre su experiencia) “y desde ahí que me quedé… pero es una cosa

como inconsciente”

94
“asaltaron a dos cuadras de la casa a una vecina…entonces, también pasan

las cosas, si las cosas existen, sin son reales…”

5.2 Lo vulnerable

La experiencia de maternidad parece ser un referente para una de las

entrevistadas, quien aparece vulnerabilizada en su discurso, en relación a la

posibilidad de ser víctima de inseguridad, por el hecho de haber sido madre

recientemente. Argumenta que el hecho de haber sido madre la hace distinta a su

pareja varón, frente a una eventual pérdida de seguridad, en relación a la exigencia

de proveer de protección y cuidados y a su hijo aún pequeño, dejando ver

ostensiblemente preocupación y responsabilidad, tanto como la idea de una

criatura que depende de ella.

“De la nada, me asaltaran, me dispararan”

“Pienso que como uno es mamá me siento más vulnerable a que otro…

pero me asustaría”

Sí me cambió la sensación, es otra responsabilidad”

95
5. Análisis interpretativo

De alguna manera las consultadas explican qué es lo que entienden como

miedo, que sería algo así como el resultado de los comportamientos

desadaptativos que se mantienen a través del tiempo a partir de una experiencia

que sobrevive en un imaginario descrito en términos inconscientes en virtud de la

intensidad de dicha experiencia traumática. Lo curioso es como efectivamente hay

algo atemporal en el miedo, algo que subsiste a la experiencia concreta, y que

ellas dan cuenta como episodios o momentos que hacen interferencia en su vida

cotidiana. En este punto, las consultadas se despegan del análisis de los medios,

han sido numerosas las veces que han hecho referencia a la experiencia inmediata

de alguna de ellas o de alguien cercano como algo que irrumpe de manera muy

fuerte en sus vidas y que deja un lastre. Una de ellas habla de violación para

connotar la forma en que se sintió después de un robo a su departamento. Parece

ello afirmar que asaltaron algo más que sus bienes, que de hecho desaparecieron.

Ella no se encontraba en el lugar pero acusó muy fuerte ese impacto. La

vulnerabilidad al parecer aparece en gloria y majestad en este tramo del relato

cuando se conectan con su experiencia. Por otro lado, una de las consultadas dice

que si a ella o a alguien cercano le ocurrió es porque este tema de la inseguridad

no es un cuento sino que existe, es verificable. Concretamente alude al plano real,

incluso habla de realidad.

Lo materno o la maternidad es una categoría que surge a partir de las

contingencias en el énfasis de los relatos. Se postula cierta cuota de

vulnerabilidad, donde se refleja cierta transformación de la autonomía en una

96
noción de responsabilidad cuyos márgenes se amplían por el hecho práctico de

tener que dar cuenta de la vida de otro e imaginarse aquello como parte de la

propia vida. Por definición hay algo de transición que obliga a resignificar la

experiencia, y al parecer, la posibilidad de involucrarse con aspectos más

fragilizadores asume otras significancias. Autores han hablado de la

vulnerabilidad de la mujer como parte de un supuesto, se hace interesante por

tanto incluir estas zonas de contacto como la mujer madre en sus quehaceres de

otra índole o en actividades que le demandan lugares distintos como la actividad

urbana.

97
6. CONCLUSIONES Y DISCUSION

Silva (2003) señala que “el tema de la inseguridad quizá sea el imaginario

más fuerte que se manifiesta en las ciudades de América Latina” (Silva, citado en

Carrión y Núñez-Vega, 2006, p.6).

A su vez, según el presente estudio, a la base de los imaginarios sobre

Santiago late fuertemente la idea de una fragmentación de los espacios urbanos y

de un fenómeno de desigualdad social en tanto opacidad del social que el discurso

sobre la inseguridad tiende a develar. La fragmentación del urbanismo apunta a la

emergencia de una ciudad que se imagina socialmente fragmentada o con

fracturas, como advierte Vargas (Vargas, 2007). Entonces, Santiago se podría

asociar a las partículas de un átomo descompuesto, que sumadas no producen una

totalidad a partir de sus múltiples diferencias. Estos resultados llevan a plantear

varias coincidencias con Vargas. Vargas sostiene que las ciudades son el reflejo

físico de un modo particular de organización de la sociedad. Revela, al mismo

tiempo, que Santiago en esta materia se visualiza como uno de los ejemplos más

ilustrativos de América Latina. (Vargas, 2007). El presente estudio propone a la

luz de los hallazgos y revisión teórica, que la encrucijada de la inseguridad en

tanto fenómeno psicosocial está estrechamente vinculado con los fenómenos de

polarización así como procesos de marginalización que caracterizan a Santiago de

Chile en tanto sociedad. Al respecto, el estudio empírico de este trabajo iluminó

que Santiago se podría entender bajo la consigna “los pobres no se mezclan con

los ricos”, un fenómeno que deja ver que la segregación socio-espacial no es un

hecho aislado sino el principio de un esquema de organización que rige la forma

en que las interacciones se producen al interior de dicha sociedad. Asímismo el

98
discurso mediático parece instaurar una lógica posible de “estado del terror” que

es resistente al cuestionamiento del mundo social. El social se juega más bien

desde una posición aleatoria de pasividad y paranoia. Esta posición es explicable

siguiendo a Beck (1998), en tanto el miedo se constituye en un instrumento que

solidariza con la configuración de un estado de alerta, y junto con eso, el miedo

paraliza. En conjunto con una idea de fractura de las redes sociales y de exclusión

de ciertos sectores de la sociedad civil relegados a la categoría de marginalidad,

Vargas sostiene que los medios de comunicación actúan en articulación con estos

procesos, produciéndose un fuerte disciplinamiento social que se acompaña de la

estigmatización y prejuicios de los sectores populares de la urbe. (Vargas, 2007)

La autora señala a su vez como este proceso de fragmentación santiaguina se ha

acentuado después de la dictadura y durante los últimos veinte años (Vargas,

2007). Este análisis por oposición permite reflexionar de las posibilidades de

ampliación de lazos socio-culturales al interior de sociedades cuyo hábitat está tan

fuertemente delimitado por condiciones de consumo y bienes materiales, por la

disponibilidad socio económica, o por patrones que tienen que ver con la

conformación elitista de redes de poder y acceso al mismo.

En relación a lo expuesto, la estructuración urbanística tiene que ser vista

como metáfora que supone como Chile se piensa a sí mismo en términos

comunitarios. Como advierte Vargas, las interacciones al interior de una sociedad

se pueden pensar en relación al ejercicio de ciudadanía, algo que es necesario

seguir problematizando en adelante. (Vargas, 2007)

Acerca de los imaginarios estudiados, a partir de sus investigaciones

Armando Silva (Silva, citado en Aguilar et al. 2006), concluyó que el tipo de

99
interacciones que se juegan al interior de una sociedad desempeñan un rol

fundamental en la sensación de inseguridad. En este sentido, las interacciones

cotidianas en nuestra sociedad, estarían incididas por imaginarios que se podrían

denominar de desencuentros, en el sentido planteado por Sennet (Sennet, citado

en Bauman, 2003). Dichos “imaginarios de desencuentros” recibirían la influencia

directa de los medios de comunicación, obligando a nuestra sociedad a

experimentar ciertas dificultades para integrar las diferencias. (Sennet, citado en

Bauman, 2003; Beck, 1998; Silva citado en Aguilar, et al. 2006). Se produce

según lo estudiado una cierta asociación entre la tendencia a la superficialidad de

los vínculos y la producción de los imaginarios de miedo, lo que es vigorizado por

la ausencia de referentes antropológicos como plantea Augé (1996). Esto porque

las personas valoran muy positivamente los referentes urbanos como fuente de

seguridad y su degradación como fuente de inseguridad. Los referentes urbanos se

asocian subjetivamente con un lugar que resulta habitual o conocido, por sobre los

lazos que salvo casos específicos se asocian en más oportunidades con situaciones

de violencia que se desea evitar. Por tales razones, se explica que en algunos casos

actualmente parecería primar el deseo de menor contacto posible con la alteridad

en términos de resguardo. En principio algo que se podría asociar en ocasiones

según la fórmula de que habría que desconfiar de todo el mundo.

Como otra conclusión posible, se señala que la producción de miedo se

asocia en las mujeres con personajes que provienen más bien del mundo popular,

“los flaites”, que son distinguidos por su vestimenta o por portar una actitud

“diferente”. Estas descripciones aparecen destacadas en las investigaciones sobre

imaginarios de inseguridad en Armando Silva. La alteridad como fuente de

100
amenaza se señala en tanto construcción mediática, que orienta a juicio de las

entrevistadas una paranoia social. Silva añade el papel de los medios de

comunicación como una de las potenciales fuentes informativas de

estigmatización y criminalización de los sectores más vulnerables de la sociedad.

(Silva, citado en Lindón et al., 2006) Esta anti educación social promueve un

salvajismo e indomabilidad del lado de la pobreza y la falta de educación de

algunos ciudadanos. Lo que parece ser grave de esta situación a vista de Silva es

que las personas cada vez menos se interesan en conocer realidades antagónicas,

ni de un lado ni del otro lado de las clases sociales (Silva, citado en Lindón et al.,

2006). Cada uno de estos polos representa según el autor visiones antagónicas de

la sociedad.

Al mismo tiempo, dichas personas se apresuran en señalar al otro como

casi adversario en la medida que no comparte sus códigos de vida y los de su

grupo. Vargas postula en relación al tema de la desconfianza, cómplice de la

segregación urbana, que la figura del otro enfáticamente “no existe”, y sólo se

visibiliza en razón de ciertos datos estadísticos. (Vargas, 2007) En relación a los

medios de comunicación, se destaca que podría considerarse a cada uno de

nosotros como víctimas de éstos. Por tanto, sujetos de los medios de

comunicación como forma de adoctrinamiento social operante, con carácter de

difusión masiva, que apela a profundizar aún más las diferencias sociales

presentándolas como antagónicas, desde una naturalización más o menos

explícita, donde éstas aparecen incluso como irreconciliables. Por otro lado esta

información conduce a una alienación en el prejuicio por cuanto genera una

indisposición constante y permanente hacia ciertas alteridades que se presentan

101
como fuente de amenaza. Abunda una subvaloración de la moral antagónica desde

una perspectiva ética, con una mirada segmentada y conservadora portavoz de una

elite dominante ligada al poder de la información conciente del nivel de adhesión

de los medios audiovisuales como parte de un aparato de promoción de valores a

escala masiva. Las personas consultadas se sienten pronunciándose a favor de

desconfianzas arbitrarias. Las mujeres entrevistadas acentúan lo “extraño” como

promotor de desconfianza. La idea de extraño según Armando Silva se subordina

con el desconocimiento de otro que no es preciso conocer para saber cómo es. Sin

embargo es tal la influencia de los prejuicios mediáticos que la desconfianza

inhibe muchas veces la interacción espontánea entre transeúntes y cuando esto

ocurre las personas se muestran o sorprendidas o descolocadas. La vida “real” se

hace más defensiva (¿de quién/es?), hay menos contactos de carácter profundo, se

entiende por definición que los contactos en la metrópolis tienden a la

transitoriedad e inmediatez, más recogiendo la idea de otro peligroso, esta

superficialidad puede transformarse en una opción fundada en la desconfianza

más que en una urgencia de la vida cotidiana. Ciertamente es una vida relacional

con características más funcionales a la paranoia o a la arbitrariedad de los juicios,

que modelan una cierta forma de relacionarse socialmente. Estas pautas

relacionales en gran medida obedecen a la configuración de un mundo ficticio que

levanta una lógica moral valórica suplementaria de un sistema de valores en crisis

en la modernidad como plantean Berger y Luhmann (1997) donde todo es relativo

y lo inespecífico de las referencias normativas da la sensación de perdición y

vacío absoluto del ser humano. Augé (1996) señala que la sociedad se vive en

crisis, y que esto afecta a las relaciones sociales en gran medida porque se han

102
ausentado los referentes antropológicos. El presente estudio verifica esa tesis,

pues en gran medida las personas se muestran desconcertadas por la falta de

diálogo social, por la dislocación o eliminación de almacenes, o porque ahora ya

nadie se saluda y “hasta te tratan pasan a llevar”. Esta moralidad nueva parece

sedimentar a- críticamente en la población, no hay que olvidar que el miedo

paraliza, y que como plantea Beck (1998) el miedo y los riesgos son

potencialmente inimaginables ¿quién podría vivir con ellos todo el tiempo a

cuestas, de manera conciente? Dicha moralidad se erige al amparo de ideales

conservadores de lo bueno y lo malo, algo pasados de moda y cosificadores de la

figura del otro. Vargas (2007) postula que lo que ocurre actualmente es similar a

lo que ocurría hace muchos años atrás, donde los leprosos y ladrones eran

considerados malos y anormales y se los colgaba en la plaza pública para el

juzgamiento a vista y paciencia del vulgo, ahora las categorías permanecen

bastante rígidas. Se cree que esta moralidad, apoyada y justificada por el

andamiaje de un aparato jurídico social, resalta lo más abyecto del sujeto.

Al mismo tiempo Beck (1998) plantea que la sociedad moderna es la

sociedad del riesgo y que su anti ideal y anti proyecto es la inseguridad y el

miedo, mientras en la sociedad de clases era la igualdad. Ahora, según Beck se

vive sin estar plenamente concientes de la gran cantidad de males que ponen en

peligro nuestras vidas, desde los tóxicos industriales que amenazan nuestros

ecosistemas hasta la extinción de los recursos naturales. El miedo es un gran

artífice de esta parsimonia, por tanto el miedo es la manera perfecta usando a

Foucault (s/f) de disciplinamiento social, ya que a través de él la clase dominante

interviene los destinos de la acción social, articulando masivamente la trasmisión

103
del miedo se asegura nuestra impensabilidad -digamos a criticidad- inhibiendo

que el pensamiento se oriente a la toma de conciencia de la distinciones que hacen

que la lógica desigual e inequitativa del sistema pueda seguir reproduciéndose. El

miedo es un instrumento de control social. Lo que busca es que los desencuentros

entre clases sociales y la a criticidad se difunda infinita y exponencialmente y que

los extremos no se junten sino para atacarse o defenderse entre sí. A la base de las

formas de defensa de la población de las mujeres consultadas, las más habituales

son la persecución, la evitación y el repliegue narcisista, es decir, el convivir con

el sentimiento de amenaza a lo largo de su vida, y la defensa (¿de quién/es?)

parece estar viciada de un sentimiento cuasi paranoico que modifica sus conductas

y percepciones a la luz de lo impredecible. Además se habla de un repliegue, que

puede conectar con individualismo, como modalidad individual preferente de un

sistema económico ideológico que privilegia el éxito basado en las competencias

individuales más que unos ideales de solidaridad colectivos. Tal vez estas

exigencias impliquen un viraje al individuo, un “ensimismamiento” como dicen

las consultadas o un repliegue, que es funcional al sistema social, y que puede

solidarizar con ciertos temores hacia una parte y repeler al resto por la otra, y que

es leído con extrañeza, dudas, malestar, desconfianza, gesto de ermitaño, por

tanto, hay algo ahí medio confuso que parece tejerse a la luz de la desconfianza, y

la violencia o algo de ésta que parece estar en juego cuando el otro se cierra al

contacto reiteradas veces. También hablan de vivir a la defensiva en esta ciudad

como el único mecanismo posible. En ese sentido, la tendencia es a imaginarse

distintos paisajes de la capital como el metro, escenario cotidiano de multitudes,

donde conviven estas aglomeraciones y estas transformaciones en donde el sujeto

104
pareciera transitar de algo más encapsulado a un tejido social más impersonal.

Este “anonimato” es el mismo que impera cuando los sujetos se ven las caras al

decir de las consultadas, se mantiene el silencio, no hay voz, no hay palabra. Esto

mismo se replica en lugares tradicionalmente de sociabilidad como el almacén o

la micro, donde por alguna razón, ya nadie habla. Esta pérdida de referentes

antropológicos que son parte del paisaje de las ciudades modernas, o el trance

hacia ellas, explican las consultadas inciden en una pérdida progresiva de las

confianzas o en un enjuiciamiento del otro, que se muestra probablemente más

opaco, más enigmático, o sencillamente el vacío de estas certezas pudiera

despertar un ánimo de sospecha o de relaciones basadas en la desconfianza. En

resumen una de las dimensiones importantes en la construcción de los miedos en

referencia a la figura del otro es la figura del extraño, la paranoia mediática, las

muchedumbres, los estigmas, todos ellos fenómenos que agitan el sentimiento de

desconfianza.

En relación a las prácticas cotidianas, se observa que gran influencia tiene

sobre las personas entrevistadas el dominio del sector. Este se especifica en

términos de cuán habitual o familiar un determinado lugar sea para ellas. Si es

extraño o desconocido inmediatamente produce miedo y es mejor no ir a esos

lugares, lo que obliga a tomar ciertas precauciones como por ejemplo evitar

horarios que pueden ser más peligrosos, como puede ser la noche, para transitarlos

lo que de alguna manera interfiere con sus rutinas. En este caso específico es

interesante apuntar que lo conocido o desconocido de un lugar no tendría relación

con las personas que habitan ese lugar sino más bien con el paisaje, algo resulta

más hostil en principio cuando no se conoce. Así la mayoría de las entrevistadas a

105
pesar de haber tenido experiencias negativas en sus comunas (sectores donde

residen) se muestran más cómodas y dispuestas a transgredir ciertas normas de

seguridad en sus barrios que en otros sectores. Por otra parte se observa, que las

mujeres más jóvenes del grupo, se muestran más “osadas” a la aventura de lo

urbano (suponiendo la inseguridad como parte de esta aventura, que implica un

cierto nivel de impredictibilidad en la experiencia cuando salen de sus casas) que

las pares de su edad. En relación a los lugares que promueven imaginarios de

miedo, lo que este estudio parece indicar es que aquellos lugares donde se

producen aglomeraciones, en general asociados a la actividad comercial,

identificados comúnmente con ciertos enclaves céntricos de la ciudad como el

paseo Ahumada, despiertan ciertas resistencias. Lo mismo ocurre con los parajes

demasiado desolados como el parque Forestal. Del lado de la aglomeración de

personas, Armando Silva sostiene que en varias ciudades latinoamericanas, los

imaginarios de miedo coinciden con escenarios que concentran muchedumbres.

Entre ellos se distinguen los lugares entre otros como los más típicos los sitios de

comercio ambulante ya que en opinión de las personas suele haber una variación

en la temperatura, ruidos u olores que genera una atmósfera distinta. En relación

con el factor etáreo, da la impresión de que se juega en líneas generales una

posición distinta entre mujeres más jóvenes y mayores de cierta edad alrededor de

los cincuenta años. Sin embargo algo que parece curioso es que salvo las

distinciones explicitadas, las mujeres de distintas edades en general no se

muestran muy dispuestas a cambiar sus rutinas por miedo, y reflejan más bien

cierto espíritu aventurero como transeúntes. Por último enfatizan que la

experiencia traumática de haber pasado por alguna situación de agresión, que se

106
asocia habitual y espontáneamente con incidentes de inseguridad, deja una huella

inconsciente difícil de borrar. Por lo tanto el miedo sería una emoción que no se

deja contornear por límites temporales, sino que irrumpe y su carga traumática

persiste. La experiencia es un factor en que este grupo de mujeres fijó

absolutamente la atención como algo que le sucedió a alguna de ellas o a alguien

cercano y que dejó efectos en sus comportamientos o pensamientos que ellas

valoran negativamente. Según ellas la vivencia de inseguridad y la producción de

miedo es a partir de la experiencia de una de ellas o de alguien de su entorno que

sólo con haberla evocado les profiere miedo. Aparece la maternidad aportando

cierta idea de fragilidad y cambio en la autonomía personal por lo que significa

dar cuenta de la vida de otro. Ciertos autores hablan de una supuesta

vulnerabilidad de la mujer en relación con la inseguridad frente a los hombres,

que no se refleja en estos relatos sino a través del párrafo que atiende a la noción

de maternidad (Walklate, citado en Dammert y Lúnecke, 2002).

107
6.1 REFLEXION FINAL Y SUGERENCIA

Una de las reflexiones más relevantes de acuerdo a esta investigación

refiere que el miedo en sí mismo se constituye en un efectivo mecanismo de

control social inconciente que favorece el repliegue, debilitando un imaginario

comunitario corroído en parte por los efectos ideológicos post dictadura y por una

segregación socio espacial que actúa en una multiplicidad de sentidos;

reproduciendo las diferencias socio económicas y fragilizando la noción de

ciudadanía. El discurso sobre la inseguridad produce una movilización que

afecta a varias dimensiones de la vida de las personas; entre ellas como una de las

más importantes se juega sus relaciones interpersonales, pero en un sentido más

amplio indiscutiblemente afecta su calidad de vida. Las necesidades de una

sociedad donde la información tiene tanto poder, apunta a la emergencia de una

“doble realidad” o “realidad paralela” con efectos de segregación y fragmentación

en los imaginarios que sustentan la realidad social. Al mismo tiempo plantea

enormes desafíos hacia la sociedad en materia de integración, ya que ésta

atraviesa por el debilitamiento de una ética compartida, lo que quizá esté

relacionado con la noción de que afuera todo es peligro. Entonces, la inseguridad

transita entre tonos de lenguaje beligerante y discriminador. También se sirve de

un matiz del lenguaje de lo abyecto, y cuasi incivilizado.

Cierta línea de investigación psicoanalítica señalada por Cantis (2000)

sostiene que una posibilidad sería visualizar la trama social como un inconsciente

social, que no deja de ser afectada por una serie inminente de problemáticas

contenidas en la realidad. Uno de los llamados es un abordaje multidisciplinario

108
de las ciencias sociales, donde la invitación es a pensar cómo adviene el sujeto a

estos cambios, qué pasa con él y qué de sus vínculos puede afectarse (Cantis,

2000). Según Cantis, actualmente se debiese perspectivar por parte de la

psicología, un sujeto que es el de la globalización, el de la informática y la

imagen, el desempleo masivo, la miseria y la violencia. A la luz de esta reflexión

se hace necesario que las aportaciones del campo de las ciencias sociales sean

cada vez más críticas, interdisciplinarias y rigurosas y puedan anticiparse a

algunos escenarios dilemáticos en lugar de actuar in situ, de las complejidades de

la trama social y de sus incidencias para la subjetividad en general y

específicamente en el campo de la salud mental (Cantis, 2000).

109
7. REFERENCIAS

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113
8. ANEXOS

TRANSCRIPCION DEL GRUPO DE DISCUSIÓN

Códigos:

C: Cecilia (Moderadora)

M: Mujeres (Participantes)

Integrantes: 10 mujeres de distintas comunas de Santiago (Centro, La Florida, San

Miguel y otras)

Fecha de realización: jueves 23 de septiembre de 2010.

Hora: 19.30

C: Ya bueno, lo que yo quiero que partan es presentándose, diciendo cómo se

llaman y de qué comuna vienen y si pueden decir la edad o tienen ganas de

decirla, no es… no es obligación, pero ojalá el nombre… y… fuerte y claro cómo

se dice…

M: ¿Empezamos?

C: ¡Si Claro!

M: Yo soy, mi nombre es Nora, soy profesora de… lenguaje y comunicación,

trabajo en un colegio solamente de hombres, enseñanza media, y…vivo…

C: Solamente nombre y comuna, nombre y comuna… para que no sea tan largo…

M: ¡Ah!,

M: vivo… vivo acá… vivo aquí… y… trabajo en Providencia…

M: Mi nombre es Janet y vivo acá en Santiago… Centro, Centro,… aquí mismo…

114
M: Mi nombre es Cecilia y… trabajo en un laboratorio y vivo aquí en el

edificio… terrible (risas varias)

C: ¿terrible?

M:… terrible vivir aquí (irónico, risas), ¡no, sí terrible! (risas)

C: ¿Quién más quiere decir su nombre?

M: Yo me llamo Isabel, tengo 22 años, vivo en la Florida.

M: Yo soy la Anita, y vivo acá… en el edificio

C: ¿Comuna? Santiago Centro

M: Si, Santiago Centro…

M: Yo soy Carolina, tengo 32 años, vivo en la comuna de San Miguel… (Suena

su teléfono) y me están llamando (risas)

M: Hola, Yo soy Cecilia, vivo aquí en edificio, Santiago Centro

M: Mi nombre es Marcela y vivo en la Comuna de San Miguel

M: Mi nombre es Jimena y vivo en la comuna de Santiago Centro

M: Mi nombre es Claudia y vivo en Ñuñoa

C: ¿Todas se presentaron?

M: ¡Sí!

C: Yo les quería preguntar cómo es vivir en Santiago… Que, qué…

M: Uuuuuu….

C: ¿Qué les parece?

M: Hay muchos Santiago diría yo.

C: ¿Ya?...

M: Muchos, (con voz más alta y más pausada)

M: muchos, saturado…

115
M: ¡Muchos Santiagos!

M: Risas

M: ¿Santiago no es Chile?

M: No, dentro de Santiago, hay muchos Santiagos, no es lo mismo vivir en la

Dehesa, que en las Condes, que en la Pintana, que en… está muy sectorizado

encuentro yo Santiago, muy cla-si-fi-cado así

M: O sea, se ha expandido demasiado… ¿no?

M: No, no, no hay muchas diferencias (sube la voz notoriamente), eso es lo que

quiero decir…

M: ¿Sociales?

M: Sociales, de comuna, de todo…mmm

M: Eso me parece súper curioso de Santiago a mí,

M: como que está todo concentrado acá en, en la comuna de Santiago Centro,

actividades culturales todo, uno va a las comunas de la periferia, por ejemplo, hay

dos chicas de San Miguel, ¿ya? Uno va a San Miguel, muerto así como, así como

mucha actividad cultural, ¡no hay mucho! Yo trabajé en un colegio de San Miguel

y aparte del trabajo no, no había, no había mucho que hacer, en cambio acá uno

camina, se encuentra con un show de la Tirana, se encuentra con cicletadas, eh, no

sé, mira aquí al lado tenemos todos los eventos, ¿en ese sentido te refieres que es

muy distinto?…

M: Es distinto en cada comuna, o sea yo creo, claro, y también económico, social,

cultural…

M: Yo trabajo en Puente Alto, y Puente Alto es una realidad totalmente distinta…

M: Claro…

116
M: ¿en el sentido económico?

M: ¡Sí! Mucha pobreza…

M: Pobreza…delincuencia…

M: Yo antes vivía en San Bernardo y yo me vine a vivir acá a Stgo centro por

locomoción, que yo trabajaba acá en Santiago y tenía que irme a San Bernardo,

entonces…yo tenía que, levantándose a las cinco y media arriesgándome que a mí

me asaltaran, porque no siempre había, un colectivo…entonces, uno arriesga su

vida… Además tú pierdes dos horas de tu día, porque te levantas a las cinco de la

mañana para llegar a qué, a las ocho, ¿ya? Sí, tres horas, después de tu trabajo a tu

casa otras dos horas más…

C: Señora, Cecilia… eh, ¿quién más desea opinar sobre la visión de Santiago?

M: Yo quiero hablar de… que en Santiago todo el mundo corriendo, todo el

mundo estresado, yo soy nacida y criada cerca de Concepción, toda mi familia de

hecho es de allá, y la verdad es que en el campo laboral ¿ya? está todo copado, yo

si me vine a Santiago no fue porque fue mi opción ya, a mi me daba lo mismo,

cualquier extremo, ya, pero justo coincidió que estaba acá en Santiago, estaba

siempre trabajando como reemplazo y justo yo ya había terminado, titulada y se

dio la oportunidad de trabajar acá, pero para mí es como la ventana también

(acentuado) para poder desarrollarme, en la parte laboral, de hecho para mí, si no

es Stgo, no volvería a un pueblo chico.

M: A mí me pasa lo mismo, yo soy de San Fernando, llevo dos años acá en

Santiago… y a mí me pasa lo mismo porque San Fernando es mucho más que

Concepción, poh, de no conseguir trabajo, que no hay posibilidades para estudiar,

entonces acá está como todooo, a la mano…

117
M: Uno las toma o las deja.

M: Fíjate que yo tengo otra opción; yo viví solo en Chile y volver a Santiago pa

mí es como volver a una casa más de pueblo, porque viví en ciudades muy

complejas, viví en Jerusalén y viví en Londres, son ciudades muy pesadas, muy

difíciles, yo siento que volver a Santiago es como volver a un ¡refugio! (risas)

M: Obvio, Obvio.

C: ¿Y hay algunas características que no les guste de Santiago?, ¿algo que no les

guste?

M: ¡La gente! (varias a la vez)

M: La gente es muy explosiva.

M: Pero, a ver, yo ya llevo viviendo en Stgo como nueve años y puedo tener esa

visión de provinciana “la Carmela en la ciudad”, y yo llevo nueve años viviendo

acá…yo puedo ver ese cambio, que la gente era más violenta, más o menos

puedo decir a mi visión, que fue más o menos del problema del Transantiago, yo

soy usuaria del metro, no tengo auto ni mi interesa porque todo mi trabajo está

aquí, pero eso, la gente, como más de respeto, dar el asiento.

M: De empujarse hacen pocos años, de no respetar.

M: Antes pedían disculpas

M: Te pasaban a llevar y sentían como que te pasaban… ahora te pasan a llevar…

y olvídate, ni te miran.

M: Porque el respeto ya no está.

M: Yo soy joven y conozco eh, amigos que me dicen a mí el metro me da lo

mismo, yo voy paso, y mi esposo, que está la señora al lado, el caballero,

M: La gente es muy agresiva.

118
M: Sí.

M: y uno conversa con ellos…

M: Además que subirse al metro en la hora peack, ¡si uno llega vivo ya lo logró!,

o sea… (Risas)

M: Es terrible, me voy de aquí a la estación Salvador en ¡Baquedano!, pero es que

a ti te hacen ¡charqui!

M: Pero la gente que sube.

M: No y uno llega con otro ánimo, llega alterao.

M: Yo encuentro que la gente acá en Santiago es buena para estar como en

multitudes.

C: ¿Hay algún problema con esa aglomeración para ustedes?

M: A mí yo voy.

M: Yo, no voy.

M: Me parece que me voy a morir, no sé yo, me da escalofrío.

C: ¿Ustedes recorren Santiago entonces, parece? ¿Bastante?

M: Yo sí.

M: Yo no.

M: Yo sí, yo soy una persona que he trabajado en muchos lados acá en Santiago…

C: ¿Ya? Y… ¿ustedes lo recorren con naturalidad, o…?

M: A mí en mi caso, ahora yo he venido, en mitad de la calle, y estaba

oscureciendo y miraba a un caballero, ¿le pregunto, no le pregunto? no me da

confianza, si veo un carabinero.

C: ¿Por qué no te da confianza?

119
M: ¿Por qué no me da confianza? Porque veo las noticias… porque me doy cuenta

la maldad que hay, a pesar de que uno no es quien para andar diciendo, oye esa

persona es mala porque se ve así, ¡no! Sino que ¡cómo que te inspira esa

desconfianza aunque uno no quiera!

M: Yo me meto a un negocio y ahí pregunto.

C: Están llegando más invitadas.

M: Yo creo que…

M: Disculpen la demora.

C: ¿Entiendo que por acá ha salido el tema de la inseguridad?

M: Yo encuentro que Santiago… yo lo siento inseguro, pero es como, son dos

cosas, lo siento al, como inseguro, pero a la vez igual siento como una especie de

tranquilidad como que se me mezclan los dos sentimientos, quizá, estar en mi

caasaaa…, no sé, me siento más tranquila que en Santiago, yo creo que, ehhh, a

esta edad de mi vida si tuviera que optar por vivir en algún lugar… ¡viviría en

Santiago! (rie) ¡no en otro lado!

Pero… hay ciertos como límites que por lo menos yo me pongo, no llegar, no

andar tan tarde en tal lugar, ehhh, no recorrer ciertas calles

C: ¿ya?

M: Como que esas calles me asustan, por ejemplo, de aquí de Santiago Centro, lo

que es la Vega me asusta, esas partes, como que…

C: ¿Con qué lo asocias?

M: ¡Con todo!, ¡con todo!

M: A mí ya me han robado dos veces este año…

120
C: ¿Ustedes saben que hay estudios y entrevistas que he leído hace tiempo que

dicen que las mujeres son más temerosas que los hombres, no sé qué piensan

ustedes de eso?

M: Eh, que, a ver, yo creo que, en ese sentido, que lo que estaba hablando ella,

que se siente más, de repente, que si uno está en el lugar habitual, en el lugar

donde yo vivo por ejemplo, que es Santiago Centro, yo sola en la noche, me he

venido y me he ido caminando, y me han dicho: ¿pero cómo? …Me he sentido

segura en este sector, pero si a mí me preguntan Puente Alto… Me mandan a

Puente Alto y no tengo idea… obviamente voy a estar insegura, pero si uno

conoce el entorno, aunque la gente no la conozca, yo siento que uno se siente más

seguro porque se siente como el espacio como ¡este es mi lugar! (acentúa el mí),

¡mi lugar, mi territorio!…

C: ¿Consideran que Santiago es una ciudad segura o insegura? ¿Recomendarían a

un extranjero vivir en Santiago? ¿A que viniera?

M: Es que depende.

M: ¡Sí!…

M: Depende del lugar, depende del lugar.

M: Yo por ejemplo, este no es mi sector, y me ha sido difícil estar acá, porque es

como la micro, cómo llegué, después cómo me voy…o sea, uno cambian de

comuna, y se desorienta…

M: Yo estaba viviendo antes ahí en Portugal, al ladito de la Católica, para mí era

totalmente turbio, ¡no me atrevía a ir al supermercado a las nueve de la noche!,

pero acá yo puedo, darme la vuelta e ir al supermercado porque yo sé que va a

estar custodiado, puedo salir al metro…

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M: En cuanto a la seguridad o no seguridad, yo sé que existen asaltos, yo sé que

existe gente que mata que otra gente, pero yo creo que es una suerte de paranoia

con la cuestión de la televisión.

M: Sí (dicen varias).

M: Por ejemplo uno prende la televisión a las nueve de la noche, y va a ver las

noticias y lo único que ve es el robo, el asalto en Quilicura, y estigmatizan a toda

esa gente tanto de Santiago Centro pa abajo, porque de Santiago centro pa arriba a

las personas que asaltan es en las casas, ¡no en las calles!, y en las calles también

ocurren asaltos en esos lugares, yo creo que es una suerte de de de paranoia.

M: Yo considero así a las ciudades grandes estigmatizadas un poco, porque por

ejemplo en otros países, ¡en Canadá por ejemplo, no pasa eso! La gente, saben

que… que es un documental, yo no sé si ustedes lo han visto, ahí muestran que la

gente no vive encerrada en sus casas con barras en las ventanas,… con cierres en

las puertas, entonces yo creo que es…

M: Eso sí.

M: Mental.

M: Sin duda.

M: Yo lo veo desde mi experiencia, yo viví en La Bandera, con una tía, mientras

yo estudiaba de noche, salía de la universidad a las once de la noche, ¡imagínate!,

tomar una micro por Santa Rosa, que se hizo tarde, tomaba después una calle por

dentro, y yo me bajaba de la micro y tenía que caminar nomás porque ahí yo no

tenía acceso a un colectivo ni taxi como para que me fuera a dejar, y nada…

Nada… Nada; nunca, y yo en realidad andaba con tranquilidad porque, en

realidad… O sea, yo comparto contigo eso, mira, primero yo no veo televisión

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¿ya? Y creo que es todo el tema de la paranoia da lo mismo o sea si uno se genera

todo ese miedo, claro, o sea, yo te digo, yo salgo en la mañana, salgo súper

tranquila a la pega, incluso, bueno, yo, yo … ¡Ando nomás!, ¿cachai? y yo no

ando preocupada de que, aparte yo no uso joyas ni nada pero no por un tema de

que me vayan a robar, pero yo creo que es la actitud que uno tiene frente a las

personas…

C: ¿Y les parece que ha aumentado la delincuencia?

M: La estigmatización social.

C: Aquí ha salido el tema de la violencia, ¿no?

M: Mira yo, uno siempre cree que su comuna es como la más segura.

C: ¿Cuál es tu comuna, perdón?

M: San Miguel.

M: Y ese día yo sentí que me robaron una moneda, ahora yo cruzo la calle igual

tranquila pero uno anda como más pendiente, anda más pendiente de que…

M: ¡Sí!, ¿uno aprende, no?

M: La gente que uno había visto por ejemplo en otro lugar, yo sentía

absolutamente segura de mi comuna, porque yo había andado por mi comuna y

estoy segura, pero ese día me toco, entonces fue fuerte, fue fuerte, además que fue

como bien…

M: Pero puede ser en todos lados, o sea a mí me robaron. Me robaron un auto

entero una vez en Ñuñoa, me robaron la radio frente a la casa y me robaron una

vez la cartera en el Alto Las Condes y otra vez en el centro, o sea, creo que no

tiene que ver con los lugares comunes, tiene que ver con que la mala pata nomás.

M: y que uno anda distraído también.

123
M: Claro.

M: Y que uno anda distraída también.

M: Exacto.

Hablan varias a la vez

M: Y por eso que he achicado yo mi círculo de salida (riéndose)

M: Asaltaron a dos cuadras de la casa, yo también vivo en San Miguel , una

vecina a las doce y media de la noche iba a dejar a una amiga, y vive ahí, andaba

con otros amigos, y le pidieron cigarros, no, no tengo, ¿cómo no tienes cigarros? y

se armó una pelea, rompieron los vidrios del auto, amenazaron con una pistola,

entonces, también pasan las cosas, ¡si las cosas, existen, si son reales! (ironía)

entonces, ponte tu, yo después decía, en realidad a las doce y media … como

sentía que nosotros éramos culpables por haber andado ahí.

C: ¿Son las mujeres más temerosas que otros segmentos de la población: Adultos

mayores, niños…?

M: Yo creo que sí.

M: Denante iba a tomar la palabra.

M: Son más osadas.

M: Y yo tengo como miedo.

C: ¿Ese miedo de dónde sale?

M: Los adultos mayores son más miedosos, las abuelitas.

C: La compañera trabaja en un medio de comunicación.

C: ¿Los medios provocan temor o en realidad es un hecho?

M: A lo mejor pueden provocarte más temor, pero la experiencia de cada uno,

igual le ha sucedido algo, yo creo que el temor va a en eso, porque cuando yo era

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chica, más chica, salía hasta tarde, cuando era adolescente llegaba tarde a mi casa,

me exponía mucho y nunca me pasó nada, y ahora como de adulta, más temerosa,

¡como que te pasa!

C: ¿Cómo que te pasa? ¿Más temerosa por qué en tu caso?

M: Porque le pasó a una amiga, porque le pasó a la Marcela, porque te van

contando, cosas así…

C: ¿Nora?

M: Ah! sí, no es tanto como medios de comunicación. Yo sé que lo que dice la

tele, yo sé que los medios manipulan la información por lo tanto que quieran

resaltan mucho un hecho, da lo mismo. No me considero paranoica creo que a uno

cuando le pasa experiencias, de ahí si, por ejemplo, no tiene que ver mucho con

sectores, a mi me asaltaron en departamento, bloquearon la puerta de entrada o

bloquearon la puerta, una de extrema seguridad que había, entraron al

departamento, abrieron la puerta con una llave no sé cómo porque era la puerta

segura y la más cara y yo en el trabajo… todos estábamos trabajando, y yo cuando

yo llego, o sea uno se siente así como entre comillas…

M: Violada.

Violada en su propia casa porque me robaron todo, me dejaron sin un peso,

solamente un cheque que debía cobrar, ¡pero sin un peso!

M: ¿Qué te robaron?

M: (Se ríe) un notebook que lo estaba en ese entonces, la primera cuota pagada y

salió un millón y tanto … Todo el dinero, todo, o sea, las cosas pequeñas, yo me

quedé tranquilita, como yo soy como bien chiquitita, no soy asustadiza, ¿ya?, y

ese día ya, eh, obviamente uno insegura, yo he escuchaba, estaba en la ducha y

125
desde ahí que me quede insegura, pero es una cosa como inconsciente… Igual uno

le pone seguro a la puerta inconsciente pero desde ese entonces, yo antes, que si

bajaba a comprar algo por ejemplo a la esquina dejaba la puerta junta, junta, pero

desde ese entonces, y no si es de paranoica o no pero desde entonces tomé más

precauciones.

Con cuchillo yo me quedé calladita, con cuchillo, pero después a mi hermano le

pusieron dos pistolas, una en la cabeza y otra en la, ahí yo como que me asusté,

chuta, me preocupaba no por mí, por mi familia, esta noche ¿va a llegar o no va a

llegar? Entonces… no es por los medios de comunicación son por las

experiencias.

C: Ok, me gustaría abrir un poco el abanico, ¿no? Más que para ir a la experiencia

de lo que sucede con el ladrón y qué se yo, saber cómo esto les afecta en la vida

cotidiana, es decir, por ejemplo… Hay estudios que dicen que los espacios

públicos se han ido perdiendo, que la gente ya no sale con la familia, eh, no va a

las plazas porque tiene miedo. Ustedes dijeron también antes, alguien dijo por acá

me acuerdo, eh, que su comuna la tenía como segura…

C: ¿Tú? San miguel era segura hasta que te pasó algo…les quiero plantear como

que ojalá que participen todas porque hay algunas que hablan mucho y otras que

no hablan nada…

(Risas)

C: ¿Identifican algún lugar con nombre y apellido en Santiago que les produzca

miedo y que llegue a tal punto que ustedes han cambiado, que ya no van, qué se

yo?

M: El Centro.

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M: El parque Forestal.

M: A mí me cuesta atravesarlo.

M: El parque Forestal mira.

M: …Mira las sensaciones que yo tengo son diferentes porque yo trabajo en

Puente Alto y he ido a distintas partes de Puente Alto, y la parte más segura pa mí

de Puente Alto, es la Plaza de Puente Alto.

M: Es la Plaza de Puente Alto porque todo el… Está ahí, entonces a la hora de

colación salimos a todas partes, también yo creo que debe ser porque voy con el

delantal, entonces

C: ¿Qué haces tú?

M: soy matrona.

M: Entonces vamos a comprar pa allá, vamos a comprar pa acá y nunca me ha

pasado nada…

C: Eso me pareció súper interesante, como que el delantal…

M: El uniforme, el uniforme, te da, da respeto.

M: Puede ser eso

(Hablan todas juntas)

M: Eso.

C: ¿Eso qué perdón?

M: Eso del delantal, es porque uno atiende a lo mejor a la misma población y yo

creo que eso.

C: ¿Qué otros lugares?

M: Una vez me pasó, quizá por el tema de la experiencia, que una vez me perdí en

auto y me di veintemil vueltas, llegué como a unas calles donde me pegaron un

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encerrón un tipo así que quería subir al auto, entonces, como que no sé si volvería

a ir, no sé en qué parte estuve, me acuerdo que me perdí, me perdí, porque yo

también trabajo, soy periodista, estoy haciendo un magister en antropología

entonces he tenido que ir mucho a Puente alto, a la Vega, he tenido que ir de

noche a la Vega, la madrugada y con un hombre que te acompañe de noche, pero

así como, no he tenido experiencias negativas, como que no, no puedo decir que

siento como ¡miedo de ir! (levanta la voz), pero yo creo que pasa mucho por el

tema de la, de la experiencia más allá de la estigmatización que pueda haber en

general.

C: De las experiencias, como que varias concuerdan con el tema de las

experiencias…

M: Sí

M: Yo donde no iría sería al…

C: Sí ¿tú también?

M: Ciertos sectores de San Miguel son bien complicados.

M: Sí yo también, también.

M: Yo trabajo, también me quitaron una cámara…

C: ¿Qué haces tú?

M: Yo soy paisajista, así que hay ciertos sectores que yo sé que no puedo entrar

sola, siempre pido que me acompañen en un vehículo, tratar de…

C: Ok. ¿Alguien dijo el centro?

C: Específicamente, digo, el centro es muy grande.

M: A mí me da miedo el centro porque la última vez me robaron la cartera poh,

hace…

128
C: ¿Algún lugar del centro?

M: Ahumada.

M: Sí

M: Como esos…

M: Me quedé resentida porque me robaron. Entonces me, me da susto.

M: Igual me da susto y yo cada vez que vengo al centro es para hacer algún

trámite y… como que … como que me miran mal… es como que cada vez que

tengo que venir a hacer un trámite, como que me preparo para que me asalten

entonces ando muy resguardá, y estoy con mi bebé chiquitita entonces yo tenía

que hacer ciertos trámites con ella y sin el coche porque prefiero tenerle la

bandolera y la tengo aquí la mochila aca, así como que no… ¡No me pueden

robar! (Hace gestos, tapa su tronco, como acorazado), así como el que me toque

no me puede sacar nada, eso se me viene a la mente, como ir preparada como para

que te puedan como… Ir preparada para que no te asalten, entonces bien muy

preparada.

M: Si te descuidas, te van a hacer algo.

C: Y, ¿tú crees que ha cambiado tu rutina por esos miedos?

M: Porque a mí me han asaltado ¡pero me robaron sin que yo me diera cuenta en

el supermercado!, y me habían robado mi plata, toda la que me costó juntar y con

eso, con eso, con esa situación me, cuando llegué al centro así como que la

mochila, así, era como tengo el celular acá, tengo la vip, ¿y se me cae? ¿Y si pasa

un caballero y me pega un corte? Pero esa situación porque no me cuchillos nada,

pero solamente esa situación del hecho de que me robaron esa plata que tanto me

costó como que ahora veo hacia la vip, porque pienso, ¿y si me roban la vip cómo

129
me voy? ¿Entiende? Entonces, como que sin querer de a poco se va juntando,

entonces, ese miedo, así como…

M: Entonces, claro en el metro también poh, tu vas tan apretada que… (Hablan

varias) ¿Cómo, cómo?, ¿Cómo te tocas el celular si no puedes ni mover la cabeza?

M: ¿Dónde, perdón?

M: ¡En el Metro!

C: ¿El Metro también les causa miedo?

M: No a mi no me causa miedo pero es que tú no puedes hacer nada… es tanto…

tanto… a ver, hay horas peack ¡que hay tanta gente! que tú no puedes tocarte ni el

celular porque tú estás así (muestra que se siente apretada) y si llevas algo lo

llevas aquí, entonces, ¿cómo te tocas? Sí es que, ¡por todos lao hay gente!

entonces ahí tú no te das cuenta si te roban o no.

M: A mí me da miedo como el andar a la defensiva también, quizá andando con

miedo pero el hecho como que también ando en la calle y ando así ¿me entiendes?

El celular, de repente uno anda en Metro apretado, te tiran pa atrás y entonces

quizá no el miedo más explícito, pero eso puede ser una señal de que quizá uno

está con cierto nivel de susto…

M: Sí.

M: A mí me pasa, cuando tú dices si es que alguien ha cambiado la rutina, yo creo

que esto, en la casa ahora si voy a salir estoy todo el día afuera ¿ya? El

preocuparme de dejar por ejemplo en la casa porque como me han entrado a robar

con toda la ultra seguridad que hay, con cámara y todo eh, tener más precaución

dejar siempre con llave. Por ejemplo, lo mismo que dice del Metro, si voy en el

Metro exactamente ¿el cierre está cerrado? ¿O el celular? Yo acá, ¿lo llevo

130
todavía? O, en el caso si puedo, dependiendo de la distancia que voy a tomar, si

puedo evitar el Metro, y tomar taxi, tomo taxi, me voy mucho más tranquila, no

con los pelos parados, la gente que te pisa…

C: Hay estudios que informan que Santiago es una ciudad híper segura, o sea que

fue la primera ciudad de América latina que tuvo cámaras de seguridad en todas

partes, no sé si se han dado cuenta que cuando uno está en el supermercado, hay

cámaras que te están filmando, si uno entra a una farmacia, hay cámaras que te

están filmando… Pero sin embargo la violencia comparado con países como

Bolivia es más baja, ¿eh? ¿Consideran que es una ciudad después de lo que me

han dicho, segura? Eh, ¿se la recomendarían a un extranjero para venir?

M: Yo le recomendaría a un extranjero venir, pero le daría como toda la…

M: Los secretos…

M: Es como… No pase, así como no se pasee con una cámara, no sé poh, en

estación Mapocho, donde allá es como, ¡son lugares muy abiertos!

M: Salir corriendo.

M: Es que hay muchas formas de que un extranjero puede sucumbir en Chile

porque no es un tema que lo van a asaltar solamente sino que le van a cobrar diez

veces más el taxi, lo van a…

M: Eso le pasa uno cuando va afuera también, yo me acuerdo que cuando fui

afuera tuve comentando con una amiga que había ido que me había dicho cuánto

valían las cosas todo, entonces…

C: ¿Dónde estabas?

M: Fui a Brasil

M: Uno va con la idea de que…

131
M: Respecto a lo que tú dices que las cámaras dan mayor seguridad pero yo

encuentro que es una invasión a la privacidad donde a la gente le molesta tanta

cámara por todos lados donde uno va ¡hasta el baño! Hasta el baño…

C: ¿Para alguien Santiago no tiene ningún problema y anda por la calle, anda por

la vida, feliz, relajado?

M: Yo creo que…

M: Nadie.

M: A esta altura.

M: Yo vivo en Catedral con Cumming y camino, trabajo en la Moneda y camino

todos los días me vengo caminando de mañana y yo también vengo con la cartera

tomada y mirando y siempre me pongo en las calles donde hay más tránsito

C: ¿Eso por qué lo haces? ¿Por precaución?

M: Precaución.

M: Si yo creo que me produce más seguridad, y lo otro que cambio un poco

también la rutina de caminar, como que…

C: ¿A ver perdón, como es eso del cambio de rutina?

M: Por seguridad digamos, no siempre camino por las mismas calles

C: ¿Ya?

C: Y, ¿alguien ha dejado de ir a un lugar o ha cambiado como dice ella la rutina?

M: Yo también lo cambiaba antes.

M: Yo he dejado de ir a un lugar.

C: ¿Cuál?

132
M: Yo trabajaba en la Mutual de Seguridad al lado de la Teletón y cuando hubo el

cambio del Transantiago sentía que me iba a morir adentro del Metro, no sé, no

fui capaz, porque era como no voy a llegar al hospital…

M: Cuando yo vivía en Portugal también me iba caminando al laboratorio y me

fui como una semana, y también me iba como protegiendo, cambiando calles pero

siempre había una persona como que atravesaba y yo ¡feliz!, caminando tomando

aire de la mañana, olvídate cuando una persona me dice, señora, me dice, sabe que

si no se junta ¡conmigo le roban! yo justo me crucé con un, con una persona, pero:

¡atravesando... venía una persona a robarme!. Entonces cambio de rutina, yo antes

me daba miedo, en la mañana también y sola porque son calles solas que uno va a

tomar, así que opte por el Metro, (acentúa la palabra “sola”).

C: ¿Y qué le influye cambiar la rutina? ¿La experiencia, lo que dicen los medios?

M: Sí, el susto más que nada, el susto.

M: Mira que te peguen un empujón ya a uno le duele.

C: ¿Ustedes asocian el miedo con la delincuencia? ¿Con qué lo asocian?

M: Yo lo asocio con todo el miedo (se rie)

M: Entonces si llegan dos o tres tipos, claro uno no sabe qué hacer.

C: ¿Las mujeres en general en Santiago les parece que son más miedosas o que

sienten más inseguridad, eh, en el, no sé poh, cuando van a sus trabajos, cuando

salen el fin de semana que sus parejas o que sus hijos?

C: ¿Les parece que la mujer santiaguina le pasa lo mismo?

C: ¿En relación a los hombres?

M: Sí, ¿que sienten más temor?

133
M: Y también perciben esa inseguridad, y también por ejemplo tienen que

cambiar su rutina ¿o no?

M: Yo creo que son más cuidadosas, yo creo que la mujer con respecto al

hombre… Bueno igual es un estigma que hay que el hombre es más… Que la

mujer y todo, encuentro yo que la mujer de acá de Santiago es más ordenada, es

más estructurada también, es más como en todo sentido, no sólo con su propia

persona sino que con el entorno con el que ella convive.

C: ¿Y eso lo manifiesta con el tema de la seguridad?

M: No sé, no sé, yo creo que parte de eso, yo creo que la base de una mujer es

estar estable y la estabilidad es la seguridad.

M: A mí como que de la nada que me asaltaran me dispararan, un niño chico, me

muero, qué hago con la Camila (su hija) entonces, pienso que como uno es mamá,

entonces me siento como más vulnerable a que otro (su tono de voz más bajo,

inspira vulnerabilidad al referirse a que es madre) … así como esa sensación, a lo

mejor mi pareja, el baja del Metro caminado, pero me asustaría, no sé me siento

más vulnerable que cuando era más chica.

C: ¿Por tener un hijo?

M: Sí, me cambió la, la sensación, así como…

M: Que es otra responsabilidad.

C: Comparando con provincia Santiago: ¿les parece que las mujeres se sienten

mejor aquí, eh, o vivirían mejor viviendo en provincia?

M: Por ejemplo mis amigas me dicen que yo soy muy valiente porque yo estoy

viviendo en Santiago, aparte como me ven tranquila, no me pueden creer que yo

134
me haya venido a vivir sola acá, aparte por el entorno, la delincuencia, lo que es el

transporte, todo eso dicen que ellas no se aguantarían aquí.

C: ¿Y a ti, te ha pasado algo como para realmente tener la sensación de que

Santiago es inseguro?

M: A mí no me ha pasado nada gracias a Dios, no

C: ¿Y comparándolo con provincia, porque tú eres de?

M: San Fernando.

C: Comparándolo con San Fernando, ¿notas algo distinto en Santiago?

M: Todo.

C: ¿Qué es todo para ustedes?

M: El ritmo de vida.

M: El ritmo de vida, uno acá anda cómo siempre, peo qué se yo, corriendo pa

todos lados.

M: Pero a provincia está llegando también la delincuencia y llegando también…

M: Yo tengo a mis papás que viven en Temuco y viajo mucho para allá, y también

ellos viven con muchas llaves; no pueden dejar la puerta abierta, emmm como

M: Te voy a hablar de que, tu casa estaba súper segura, yo creo que igual parte por

la familia porque mis tíos, cierran todas las puertas, todo con llave bien cerrado ¡y

en mi casa, ninguna puerta no se cierra con llave, ¡ninguna! ¡Y la ventana! puede

quedar junta, y nunca ha pasado nada, entonces es como, a mí yo me pregunto,

como mi abuelita, yo veo a mi tío y a mi mamá, ¡por qué son tan distintos!

M: Mi pregunta es que si en la casa hay alguien que está fijo siempre punto fijo

M: No.

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M: Mis papás viven en Puente Alto y Puente Alto siempre se ha conocido… y mis

papas no tienen protección en la casa, es la única casa de la población, porque mis

papás viven en población, ¡es la única casa que no tiene protecciones! Y te lo juro

y la reja, y la… El portón y la reja no se cierran con llave, ¡no! y eso que mis

papás están los dos trabajando, nosotros dos estudiando, nadie en la casa.

M: Hablan entre ellas.

C: ¿Qué piensan de las relaciones entre los santiaguinos?

M: Yo creo que si lo hablamos del clima laboral yo creo que está como esa

serruchada de piso, compañeros de trabajo pero de que haya como plena confianza

donde yo trabajo, ¡eh, no creo! y en la convivencia diaria yo a ellas las ubico, de

vez en cuando, cuando las veo en la mañana, por cosas de horario, así que mucha

confianza, no es que desconfíe, es que quiero decir, no es que desconfíe.

M: Pero no hay tiempo para poder…

M: Claro cada uno tiene un respeto porque yo la respeto a ella.

M: Claro nosotros con los vecinos nos saludábamos siempre y ahora no porque

nunca hay tiempo, no porque no quiera, nunca tenemos tiempo para conversar

para decir no, ahora que estoy yo con post natal y justo la Marcela estaba sin

trabajo y ya la voy a ir a ver, y al final como que uno

C: ¿Hay personas que les producen desconfianza?

C: Tú, ¿vives en Santiago?

M: Sí.

C: ¿Te produce desconfianza, alguien que no conozcas vas en la calle tipo en el

Metro?

M: A mí no

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M: Sí no me produce desconfianza…

C: ¿Ya?

C: ¿Has sentido temor?

M: Me… porque si voy en un lugar sola en la noche y se acercan dos tipos un tipo

raro, obviamente siento temor pero no es que ande desconfiada por la vida así

como

C: ¿Ya?

M: Obviamente ya me han asaltado y todo pero igual hay que

C: ¿Qué lugares te producen miedo?

M: Por ejemplo por aca en la noche.

C: ¿A todas les da más confianza que haya más gente?

M: No, no, no, en la calle sí.

C: ¿Cómo es? ¿La gente cuando hay más gente hay más confianza?

M: Por lo menos en la calle sí.

M: Depende.

M: Que haya más gente no significa que haya más seguridad por ejemplo si uno

ve que están asaltando o están qué sé yo, robándole a alguien nadie se mete y

nadien se involucra en eso entonces que me da la noción de que haya más

personas.

M: Si la gente se mete si, obviamente si hay tipos con pistolas yo no puedo meter

las manos en el fuego pero si es un asalto por ejemplo en mi caso la gente si se

metió.

M: Dije algo sobre un desconocido.

M: Sí. (Casi todas)

137
M: Lo peor es que la ayuda a asaltar al otro.

M: Pero en general, las micros nadien habla, en el Metro la gente no habla, en la

calle la gente no habla mucho, con el almacenero ya la gente no habla (risas) o

sea, uno dice no ando con desconfianza pero cuales son los…

M: No hay…

M: En las salas de espera ya la gente no habla.

M: A mí me pasó cuando yo estaba estudiando, ese tiempo e iba en el Metro y

había un niño que no era, no era conocido, la cosa es que él me iba mirando y yo

decía ¿le gustaré? (risas). El niño me dice que “son raros pa acá” y yo le digo

“¿por qué?” “Porque aquí ni siquiera se miran; yo miro, todos me esquivan la

mirada”.

M: Es raro.

M: Por inseguridad.

M: Y porque la gente anda muy ensimismada y te van como rompiendo tu campo

de fuerza o de lo que sea con que si te miran y te interpelan.

M: Pero en el fondo puede ser un acto de generosidad que alguien te mire y que te

está como saludando.

M: No sé, yo iba caminando, me miraba así como que fue lo peor como loco que

me pasó y me dijo “hola mijita ¿cómo está?” (risas) me saluda pero igual cuesta

poh, entonces imagínate en el Metro cuánta gente ¿tú crees que alguien te va a

mirar y te va a sonreír?

M: Cuando alguien le habla a uno se siente, por ejemplo yo iba en el

supermercado y hoy día ya nunca ando tan lady (lo dice por su vestimenta formal,

está ocupando un traje negro y una falda) y menos en un trabajo de puros

138
hombres, ¿ya? Pero el supermercado fui a comprar acá, “permiso”, “adelante”, no

me puedo acordar lo que me dijo y me dijo no sé qué “buena moza”.

M: Si hay un niño que es muy amoroso, no, no, no, no, no, no…

M: Y…

M: No.

M: Era un cliente que estaba comprando y yo así como que onda le diga así como

“permiso” “Adelante buena moza”, como que uno: “¿me está hablando a mí?”

Porque todo el mundo, ¿ya? Anda o enchufado con sus audífonos, ¿cierto? De

esos que andan ensimismados, entonces que de repente, que lo mire, que le hable,

o que le diga algo, o le responda, es como, no está acostumbrado, no, cada uno

está en su mundo.

M: Yo a veces me subo, cuando tengo que hacer algún trabajo o en el Metro, que

andamos manejando yo me, como que también me encierro, o sea aprovechar ese

rato además pa ser más individual.

C: Por qué ¿qué tienen esos lugares?

M: A mí me da miedo Santiago.

M: Los flaites.

C: ¿Cómo son los flaites?, ¿te da temor?

M: Por ejemplo como que la delincuencia si había llegado hacia el sur, yo creo

que la delincuencia va mezclado como con la droga, como que me tinca, la droga,

niños chicos que andan fumando, niños chicos, con pistola, entonces, ahí va la

inseguridad.

M: A mí me produce más miedo encontrarme un gallo más grande que

encontrarme un cabro de catorce.

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C: ¿A ti los jóvenes te producen temor?

M: Son más impulsivos, no piensan.

C: ¿Si tú ves un joven te corres diez metros al lado?

M: Si, aunque lo estigmatice yo cruzo.

C: ¿Alguien más piensa que los jóvenes son más peligrosos que otros? ¿Otras

personas?

M: Sí. (Varias).

C: ¿Por qué?

C: ¿Quién tiene alguna opinión que dar?

C: ¿A quién le parece lo mismo que todos los jóvenes…?

M: Son más arrebatados, por ejemplo yo te digo trabajo con puros adolescentes y

de repente muy rápido uno le dice algo por ejemplo y dependiendo de cómo lo

diga que le pase, algunas veces responde, o entre ellos mismos, por ejemplo hoy

día, alguien lo empujó, ¡casi me rompen la pizarra!. ¿Qué le pasó?, ¿por qué lo

empujó? “No es que a mí no me gusta tampoco que me, que, que me toquen”.

(Habla del joven). Pero yo le dije, “mira, madurar significa solucionar los

problemas inteligentemente, ¿ya? Y si tu le respondes con un golpe, al final el

único aca que va a salir, ¿ya?” pero, son muy impulsivos, muy impulsivos, y son

muy agresivos, ¡son muy choros!

C: ¿Qué hacen ustedes cuando se sienten en la misma situación que la Nora, se

sienten en peligro, equis peligro?

M: Pasar piola.

M: No, yo tengo una amiga que está con estrés porque ella también es profesora

pero hay un alumno de cuarto medio que la tiene amenazada.

140
M: ¿Cómo la tiene amenazada?

M: ¡A mí nooo! ¡Me lleva chocolate!

M: (Risas).

M: A ella la tiene amenazada, es que se va a graduar este año y la tengo entre ojo,

yo me graduó y saliendo del colegio, Recoleta, ella trabaja en Recoleta.

C: ¿Pero en Santiago ustedes dicen que los jóvenes producen esa amenaza, qué

hacen ustedes, lo encaran?

M: ¡Noooo! (Todas juntas).

M: Ni mirarlo.

M: Ni mirarlo.

M: Ni mirarlo (risas).

M: Yo creo que depende de la situación también uno ve tiene la capacidad de

poder persuadir qué sé yo y si de repente con una intervención, por ejemplo hoy

día que guapa estoy ¿ya? Ya, ya… decir algo referente a la otra persona, de

repente apelarla, eh, tratando de bajar el perfil un poquitito a las cosas.

M: Es que depende del contexto.

M: Sí, obviamente.

M: En plena calle sola…

C: ¿Alguien ha estado en esa experiencia?

M: Sí, a mí me pasó, en Estación Central estaba llegando y estaba esperando el

Metro y nunca me han asaltado así como violentamente me han asaltado así como

sin darme cuenta o en mi casa, pero nunca me, pero me acuerdo eso como que yo

sentí, iba bajándome supone como en la escalera como tapándome y de repente

sentí como que empezó a avanzar y yo me puse así como a correr, a correr, a

141
correr, y como que me devolví y dije ya estoy haciendo el ridículo me da lo

mismo pero y con mi mochila gigante así, pero dije no importa, a lo mejor el

cabro no me iba a hacer nada pero yo sentí esa como cosa de que o paso por

ridícula corriendo y casi que gritando o me expongo a que, claro, porque sentí

como que me tapaba y yo me di vuelta así y el gallo empezó como a … y corrí,

corrí, corrí y no sé di como un paradero así como puerca corriendo como mil y

nada.

C: ¿Piensan que es un tema de edad entonces según lo que dicen ustedes, o tiene

que ver con algo físico, ponte tú?

M: La vestimenta.

M: Porque hay mucha gente que dice que por ejemplo (hablan todas)

M: Hay gente que…

M: Yo me he topado con flaites mujeres, y es terrible, yo, se me paran los pelos

“¿y por qué me mirai así no se qué?” (Emulando a los flaites) Yo así pero, eran

tres niñas y venían otras niñas más atrás, eran como seis, y era un grupo pero

gigante, yo iba sola, yo sola, recién saliendo la calle, no podía hacer nada y yo lo

único que decía, disculpa, sabes que disculpa, no te miré, nunca en mi vida lo

había visto, entonces en ese, ¡no! ¡Nunca lo había visto!

M: Ah no yo pensé que habías salido a la calle…

M: Yo salí a la vuelta de la casa mía, fui a la casa de mi prima, y cuando me venía

como a las diez y media, me paran ellas, que yo las había mirado feo, que por qué

la había mirado feo.

M: Hablan las demás, se rien.

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C: Para que la mujer chilena, santiaguina, ¿para que la mujer santiaguina se sienta

súper asustada que característica…? ¿Tendría que ser joven la persona?

M: Yo tengo dos visiones sí, si es un niño chico flaite puedo pensar que me van a

asaltar si es un gallo viejo, medio copeteao, que me van a violar.

M: Se ríen.

C: ¿Y eso ustedes lo asocian, viejo y joven?

C: ¿Es la edad parece?

M: O sea el viejo está en otra…

M: Los más grandes de la edad de uno, qué se yo, yo me ha pasado, yo antes era

muy señorita muy tranquilita todas esas cosas, con las mujeres no reacciono así, la

verdad qué sé yo la puedo mirar feo qué sé yo pero con los hombres yo no tolero,

a mí por ejemplo cuando se intentan propasar es como que uno siente que la

acosan, (imposta la voz, enojada) yo siento siquiera y con la mano se acerca, lo he

marcado, a otros los he dejado con pelos menos, ¡no! ¡No lo tolero!, no tolero la

falta de respeto así como acercamiento indebido o una tocación que no

corresponda eh, a un hombre, y por lo general no son mocosos, son de la edad de

uno y un poquito mayor ¿ya?

M: Si son mayores.

M: Y ya eso.

M: Una vez me dio un agarrón y yo que sé yo, mi pareja de ese entonces se dio

cuenta lo siguió hubo todo un show en la plaza, un toni, toda la gente, mirando el

espectáculo (sube la voz de repente), ¿ya? Eh, mmm, y yo me quedé helada, ¿qué

iba a hacer poh? O sea era un tremendo mastodonte y dejé que los hombres se

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arreglaran entre ellos, que se yo, yo era la víctima, (risas) yo me quedé ahí, y de

regreso, de vuelta el tipo me da un que me dejo así.

M: ¡Ohhhh! (todas)

M: ¡No sé cómo pegó, aquí, aquí!, pero yo, no sé a los hombres, no sé, me causan

trauma, noooo, yo reacciono violentamente con los hombres, no así con las

mujeres.

C: ¿Alguien reacciona violentamente con otra característica que no sean ni

hombres, ni jóvenes? ¿O les produce amenaza?

M: Hablan varias entre ellas, ríen.

M: No (la mayoría).

C: El Metro le parece… ¿seguro?

M: A mi sí

M: A mí me da miedo que me asalten y otra que yo soy desconfiada, me da miedo

chocar.

M: ¿Chocar?

M: Hablan todas al mismo tiempo.

M: A mí el Metro, pa mí es seguridad, pa mí si te subí al Metro, llegai al lugar

más cerca de tu casa, como que estai a una cuadra del Metro, aunque tengai que

hacer una o más combinaciones pero ya estai como en un lugar seguro, para mí es

eso, o sea, si algo queda cerca del Metro, es conectividad.

M: Mmm (asiente).

M: La micro es más difícil porque es más cara, el Metro es más barato.

C: Y alguien evita, ¿alguien ha evitado el Metro para no tener problemas?

M: No.

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M: Depende el recorrido porque a mi

M: Depende la hora.

M: Yo por ejemplo en la micro o el Metro, cuando trabajaba antes en La Granja

trabajaba en la misma corporación la micro y el taxi, yo con todo esto que he

escuchado de mis alumnos en la micro, no me subía, la vez que me he subido Dios

mío yo estaba híper de todo en la micro. Yo soy usuaria del Metro me siento más

segura aunque te aprietan y todo eso.

C: ¿Sí? ¿A una hora especial?

M: No a la hora peack.

M: Sino prefiero taxi.

C: ¿Alguien suspende algo más masivo como ir a un estadio, ir a un concierto?

M: No, yo no.

M: No.

M: No (varias a la vez).

M: Yo, nunca he ido.

M: Yo cuando era chica iba al estadio, yo iba a la garra blanca, iba con mi amiga,

me quedaba ahí con mi amiga, veíamos los partidos, pero me da susto ahora,

desde los catorce hasta como los veinte y ahora tengo treinta, y después una vez

me asaltaron.

C: ¿Eso porque está más peligroso Santiago?... ¿Está igual o está peor?

C: ¿Ustedes dicen que los medios de comunicación exageran, y hoy día hay

mucha gente que critica Santiago, los gringos aman Santiago, dónde está el punto,

es seguro o no es seguro?

145
M: Lo que pasa es que uno recorre un poco más, acá entre comillas, si bien es

cierto no estamos conformes porque qué se yo, ese respeto al espacio que uno

tenía como que se ha visto un poco invadido. Pero cuando uno recorre un poco

más ya se da cuenta que en otras partes, por lo menos acá se respeta lo que es el

paso peatón, se respeta, en otra parte uno, ya que sé yo

M: No se respeta nada.

M: No, no, no, pero acá un poco más que en otras partes.

M: Entonces, claro todo es un tema de perspectiva, acá el peatón o el ciclista es

sagrado, entonces claro yo te entiendo, seguramente en otra parte nada.

C: ¿Han podido comparar la mujer extranjera con la chilena? ¿Hay alguna

diferencia, es más miedosa la chilena, crees tú?

M: No creo.

M: No. Yo no creo que sea miedosa. Creo que es una mujer aguerrida.

C: ¿Pero ustedes me han dicho que han dejado de ir al estadio, de subirse a la

micro en ciertos horarios?

M: No. Es que yo creo que, o sea, primero que todo una urbe como Santiago o

Buenos Aires o Sao Paulo en Europa por ejemplo no existe, o sea, en la capital de

Alemania son tres millones de habitantes y eso era y no es una urbe en ese sentido

sino que son como aglomerados de pueblitos casi uno podría decir y hasta en

Berlín. Yo a ciertos lugares no iría en la noche sola o tampoco en el día, también

pasa eso, pero Santiago es una cosa gigante.

M: Enorme…

M: Y la gente, yo creo que si el extranjero es menos miedoso es por ignorancia.

C: ¿Perdón?

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M: Que el extranjero es menos miedoso es por ignorancia o por confundirlo con

una ciudad europea y pensar que, o sea

M: O sea uno también como turista siempre va a los lugares “turísticos”, no se va

a ir a meter a poblaciones, o lugares conflictivos.

C: ¿Y eres alemana?

M: Ajá.

C: ¿Y cuál es tu experiencia?

M: Buena pero, o sea, no he tenido problema, he vivido en diferentes partes, el

tema de haber vivido en diferentes partes de Santiago, o sea, una vez me asaltaron

y me asaltaron en Vitacura (se ríe). Todo el mundo dice, oh, ¿en Vitacura? Yo he

vivido en la Plaza Egaña, en diferentes lados y no me ha pasado nunca nada, ahora

yo creo, por eso digo, yo creo que al final si se ve a la extranjera cómo se dice,

cómo más, eh

C: ¿Osada?

M: Osada, es porque no sabe, porque no sabe distinguir la gente, yo al principio

cuando llegaba no sabía, ahora yo sé distinguir y obviamente también ya no soy

tan inocente ¿me entiendes? Entonces

M: Obvio, pero te puede costar veinte años conocer.

M: Claro.

M: Este programa que vendieron a un gringo el Cerro San Cristóbal, o sea nada

más ejemplificador de la idiosincrasia, ¡el otro fue a comprar un cerro!, o sea, son

mundos culturales distintos… Ahora yo viví en Jerusalén, Jerusalén es una ciudad

muy pequeñita pero explotan los buses, no explotan, o sea explotan los café, ¿me

147
entiendes? Una ciudad muy pequeña entonces, al lado de Santiago a mí me parece

un kindergarten Santiago, me parece súper…

M: Ahora yo sí creo que acá hay una cosa, o sea si hablamos si las chilenas son

más miedosas, yo creo que las chilenas en general no, pero sí de la clase alta así,

¡yo creo que están cagados de la cabeza!

M: Risas (siento que se corta un poco el ambiente).

M: O sea en el sentido de que el sentido de transitar en auto, transitar en auto te

cambia toda la vida porque ya no tienes que manejarte en la urbe, así como yo

ahora que camino pal Metro, tengo que estar atenta, ¿me entiendes? Es como que

uno

M: Hablan todas juntas.

M: De ahí tienen que caminar un poco y se vuelven locos, ¿cachai?

M: Se rien.

M: Por eso te decía, que Santiago es una ciudad que hay muchos Santiagos, o sea,

la Pintana, Vitacura, es una locura, o sea, están muy poco integradas la ciudad

C: ¿y por comuna que sensación tienes?... ¿Cuáles serían las más seguras para

andar por ejemplo?

C: ¿Ustedes andarían de noche solas por ejemplo?

M: No.

M: No, que me registren.

M: En Vitacura en Providencia.

M: En Barrio Alto sí.

C: ¿Alguien más establece esa diferencia Barrio Alto seguro y “Barrio Bajo”

inseguro?

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M: No, conversan entre ellas.

C: ¿Les parece que la tele le pone mucho estigma a la juventud por ejemplo?

M: No pasa por sectores. Por ejemplo, la verdad que yo adentro del auto, adentro

del auto, uno ve ¿ya? Y no me da inseguridad de distintos modos y sé que voy en

auto a ciertos sectores.

C: ¿Y por qué la inseguridad? ¿Qué te imaginas? Si no has visto nada, porque es

curioso, estás en un auto y no ves nada

M: Bueno, donde vivo yo siempre están hablando de que pasó esto, y en las

noticias.

C: Ah, ya los medios de comunicación.

M: Nora.

C: ¿Dónde es que hay que andar a la defensiva y cuándo?

M: Yo creo que pa vivir en esta ciudad hay que vivir a la defensiva,

lamentablemente pero desde que uno, si maneja, maneja a la defensiva, no puede

dejar el auto en la calle.

M: Andan con la cartera pa atrás con la mochila como abierta, yo eso siempre a

veces no sé si bien o mal si veo a alguien.

M: Si se acerca alguien uno no piensa que te van a ayudar piensa que te van a

perjudicar.

M: Claro.

M: Si alguien se acerca no va a ayudarte, es porque algo te va a hacer.

M: De repente, mi vida gira y yo digo por qué tengo que pensar que me va a

hacer. mal, ¡no! Veamos por qué no darle esa oportunidad, ¿me entiendes?

C: Si, se acerca, y tu dónde estás? ¿Estás en el centro, estás en tu casa?

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C: ¿En qué parte les tiene que tocar que alguien se le acerca y tú desconfías?

M: En la calle (varias).

C: ¿Podríamos decir que de todos los demás hay que desconfiar?

M: Yo creo que uno tiene un feeling, uno siente quién es buena onda.

M: Si voy caminando sola en la calle y veo una señora que va caminando como

más viejita a lo mejor no me dar mieo, pa na, pero si veo un cabro que me está

miraando así como con un medio así, ¡es un prejuicio de uno! A lo mejor el cabro

no le va a hacer na, pero esa sensación a lo mejor de que la señora viejita es débil

y qué está, no te va a hacer nada, y este cabro, no sé, como que uno tiende al tiro a

echar la máquina andar del prejuicio y

M: A mí los cuidadores y los mendigos me producen desconfianza, como que…

M: ¿Los cuidadores de auto?

M: Sí.

M: A no a mí los mendigos para nada.

M: Y como los mendigos, porque como que no se, les falta un brazo y te meten el

brazo así, en el ojo así, (se ríe).

M: Varias ríen.

M: Además yo conozco un poco porque yo trabaje en un hospital, toda la gente

accidentada del trabajo y descubrí que todos tienen un montón de subvenciones

entonces, como que ¡ay! cómo que me da un poco de rabia porque como que

siento que hay otros mecanismos, como que abusan un poco a veces, como que se

hacen los ciegos, como que ya no les creo tanto.

M: Yo puedo ver caminando un abuelo y no lo voy a ayudar.

C: ¿Por qué?

150
M: Porque aquí la gente es muy mala, es muy mala, entonces yo me he dado

cuenta que a veces esas personas, puede ser un hijo utiliza al padre para sacar,

para, para aprovecharse de la persona, entonces, si yo lo voy a ayudar, puede que

esté escondidito detrás de un árbol y me venga a asaltar.

M: Abusan de la buena voluntad.

M: Por eso yo soy como se dice, fisonomista, por eso yo puede que pase todos los

días con la misma gente y me acuerdo, y digo, si yo me acuerdo de esa gente,

ellos también se van a acordar de mí, entonces como que siempre digo, como que

siempre ando como con cuidado, y mi cartera la más chiquitita y lo justo y

necesario, no con cosas como

M: Yo no ando con cartera.

M: No, yo tampoco.

M: Prefiero andar con mochila y es que

C: Y el Cerro Santa Lucia, ¿cómo lo encuentran?

M: Peligroso.

M: Hace tanto que no voy (risas).

M: Las veces que he ido…

M: Me da desconfianza.

C: ¿Les da más desconfianza los lugares solitarios o con mucha gente?

M: Solitarios (varias, la mayoría).

M: Risas.

C: ¿Les ha hecho cambiar su forma de andar en la ciudad, por ejemplo, no salir si

no van con un amigo?

M: Yo ir al Parque O’ Higgins en la noche sola ¡ni cagando!

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M: Yo sí sé que si una vez te asaltaron eso sí marca una diferencia. A mí me pasó

eso, después de que me asaltaron y me asaltaron violentamente, eh, de ahí yo

quedé un buen tiempo con un trauma porque vinieron de atrás, entonces yo ahora

siento alguien, algo, alguien, pero yo estoy en un milisegundo estoy dada vuelta y

veo veinte veces pa atrás me da lo mismo que me crean loca pero es como un

trauma.

M: Risas.

M: ¿Es que estás un poco loca con lo que te pasó no?

M: ¡Claro!

M: Yo ayudé con una amiga a un cieguito, donde quedaba un paradero, ya

nosotros lo llevamos y que después yo al caballero lo vi vendiendo en la calle,

“¡chuta este viejo sabía más que yo y capaz qué algo quería!”

M: Yo el año pasado me fui a comprar un pancito en la mañana poh, y veo a un

mendigo, un viejito tirado sin calcetines y en el otro pie un calcetín todo roooto.

M: Un cara dura.

M: Y el día anterior había llovido, dije “pucha, ya” y como tenía plata le doy un

pancito, sabes que la gente que estaba ahí, los cabros que vendían y todo, me

quedaron mirando así como que era lo más terrible que podía haber hecho, ¡así me

sentí! ¡Me sentí atacá! Y yo dije pero “¿qué tiene de malo?” O sea, si tú hiciste

una buena obra, bueno en el momento es bueno, y tú te sentiste bien, y te arregló

el día ¿me entendí? ¿Por qué estar siempre con el miedo de qué por qué no podría

ayudarlo?, o sea no podí estar siempre, no perdí nada si dejai cien pesos.

M: Es que parece que la forma de ayudar no es de uno a uno, parece que tiene que

ser una cosa más global, más…

152
M: ¡Es que ella se sintió atacada poh!

M: Entonces después empieza uno, es lo mismo que… Estai así como “¿será de

verdad”?, ¡te pasa por eso también!

C: Les provocan más miedo los hombres que las mujeres parece, ¿no?

M: ¡Sí, poh! (Varias).

C: Y hay algo de los hombres que les provoca eso, algo, ¿algún atributo?

M: La mirada.

M: La falta de respeto.

M: No, y la fuerza física.

M: La falta de respeto porque cuando uno ve a un flaite, no este como yo me las

sé todas y te puedo agredir como eso me produce.

M: Si, como que la mirada.

M: Cuando te intimidan como con la mirada.

C: ¿Chiquillas y ustedes sintieron ese miedo cuando el terremoto?

M: Yo eso te quería contar.

C: ¿Les dio miedo el terremoto?

M: Obvio, obvio que sí.

M: A mí lo que me llamó la atención es que después del terremoto todo el mundo

era tan amable.

M: Se ríen.

M: Todo el mundo.

M: Todo el mundo tenía una experiencia en común, un tema en común, ahora ya

no lo tienes, es lo mismo que si nosotras ahora pasa algo afuera, tenemos un tema,

independientemente de que…,

153
C: ¿Alguien tiene alguna otra opinión?

M: Aquí mismo en el edificio uno conoció más gente después del terremoto

M: Varias dicen que sí, igual.

M: Sí poh.

M: Igual yo que vivo sola y sentirse acogida, me apoyaron no me dejaron sola, me

tuvieron ahí en su casa, entonces, lo sentí, poh.

M: Pero solamente porque hubo algo muy heavy, o sea no es algo como por

último

M No, en mi caso yo no lo siento así aunque yo en general me llevo bien con la

gente.

C: ¿Pero cambiaron las relaciones y quedaron distintas?

M: Como que a veces nos acordamos que vivimos en una ciudad y que no somos

individuos, tanto con la familia como con el vecino, como sea cosa de que, vivimo

en una ciudad y generalmente no nos pescamos y pasan estas cosas y hay como

una cosa casi básica de que, no sé poh de que se está no derrumbando el edificio

pero ayudai a abrir la puerta del vecino que la tiene atascá y que bajen todos y es

como una cosa más básica.

M: Todos se sintieron vulnerables a la misma vez, como que todos nos dimos

cuenta que no somos na.

C: ¿Todos se sintieron iguales y pasaron a otro plano también las clases sociales?,

¿lo vivieron de esa forma?

M: Sí absolutamente, por un rato.

C: ¿Entonces el tema de la clase social sí tiene relación con la inseguridad?

(Silencio absoluto).

154
(Después de algunos segundos).

M: ¿Cómo?

C: El tema de que haya gente que no tiene los mismos recursos que uno, menos o

más ¿puede llegar a despertar inseguridad?

M: O sea, si poh la desigualdad genera un montón de conflictos pero hay gente

que tiene recursos que puede ser muy perverso.

M: Pero pueden ser perverso a otro nivel también.

M: Peor todavía porque no es evidente la agresión sino que esta camuflada, yo

prefiero la agresión evidente porque es más fácil de reconocerla.

M: Y también la gente bien vestida, yo trabajo en una tienda…

M: ¿Se producen como para?

M: Claro.

M: Pero las drogas yo creo que eso como que hace la diferencia, el problema, la

desigualdad y los escasos recursos y todos los problemas sociales que se puedan

generar a partir de tener una familia desintegrada y todo, es la droga la que

finalmente distorsiona pa mi gusto, o sea yo no creo.

C: ¿Alguien piensa distinto?

M: Yo, yo pienso distinto porque soy psicóloga clínica (risas) y porque creo que

el tema no es la droga sino la estructura de personalidad a la base, y en ese sentido

creo que son los recursos como de afecto, de protección, de o sea no creo que el

tema va por sacar la droga porque la gente va a terminar comiéndose los mocos o

sea, por decir una tontera, porque lo que hace adictivo a la persona no es la causa

externa.

M: No, entiendo, entiendo.

155
M: Pero hay una cosa de conciencia.

M: Si no es la coca, va a ser los remedios, sino la parafina o sea, es la cosa

interna.

M: Los delincuentes, que son flaites, los papás generalmente son drogadictos

entonces igual.

Lo que pasa que la drogadicción ¿qué es lo que es?

M: Pero la drogadicción es una forma de satisfacción primaria y muy mala pero

que en las primeras instancias alivia, o sea, la primera vez que alguien se

emborracha, lo que pasa que a la larga es pésimo y es una sustitución de poder

relacionarse con otro de forma integral, es como enamorarse del zapato una mujer,

un fetichismo, algo muy concreto, entonces a lo que hay que ayudar es a que esa

persona crezca, pero no basta con sacarle la coca, eso requiere un programa

mayor.

C: Para ir cerrando, por último como conclusión global ¿alguien quiere decir algo

sobre cómo construyen las santiaguinas sus miedos en Santiago?

M: De las experiencias.

C: Alguien quiere decir algo como qué cosas gatillan los miedos de las

santiaguinas en general, en su vida cotidiana, hablando aquí y ahora, no dentro de

veinte años más

M: La experiencia (se repite varias veces).

C: ¿Alguien tiene otra opinión?

M: Los robos.

M: No, la experiencia, la experiencia.

M: Y los flaites.

156
M: las personas, los flaites…

M: El hombre… yo creo que el hombre adulto.

M: Los lugares.

M: Los cambios culturales.

C: ¿A qué te refieres?

M: Que traen nuevas tendencias, por ejemplo al hablar de flaites yo creo que se

asume como por ese lado, cachai, porque antes eran los raperos, los Hip Hop,

antes eran los Aché, pero van más asociados a una moda que va a pasar… porque

no hay flaites solamente en la periferia hay flaite en otras partes, ¿cachai?,

Providencia, Santiago

M: El miedo también pasa por el imaginario, hay una parte de la experiencia, pero

se da una construcción del imaginario en torno al miedo porque a mí lo mejor

nadie me ha asaltado, un cabro que yo puedo decir es flaite pero yo si lo veo en la

calle a lo mejor, con una pinta y una mirada que me, que me intimide, yo me voy

a asustar pero, porque hay un imaginario que me sonó que llegó de la tele, que

llegó de todas partes, que inconscientemente entró y que yo, “chuta”

M: Pero la experiencia…

M: No es delincuente pero igual si tu lo ves te vas a sentir intimidada encuentro.

M: Están los Punkies, pero tu veis un flaite y es distinto a lo mejor te podí

encontrar con un Emo, con un Hippie pero veí un flaite y te atemoriza, te

atemoriza el flaite.

C: Pero pregunto, como dice Carolina, ¿es el flaite igual peligro?, como ¿hay algo

que dice que el flaite es peligroso aunque el tipo sea más bueno que el pan yo

igual pienso que es peligroso?

157
M: Yo creo que hay que desgranar el concepto de flaite, ¿quiénes son los flaites?

¿Quiénes son?

M: Es la actitud.

M: Claro, es una actitud una mirada.

C: ¿Cómo es la actitud?

M: ¡Chora!

M: Pasa así aliñado, te quita, el espacio, te reduce.

M: Pero tú ¿cómo definirías a los flaites?

C: ¿No te gustan los flaites?

C: ¿Y has tenido alguna experiencia con flaites?

M: Nunca, nunca.

C: ¿Huyes pero no te ha pasado nada?

M: Y esa forma de hablar que tienen.

M: Pero a mí me intimida más el gallo más mayor porque me han pasado cosas

pero no de asalto, sino de gallos que se han puesto frescos pero más viejos.

M: Y gente que

M: Tuve que ir a entrevistar en Patronato sola y fue horrible, de verdad que

M: Sí, me han pasado tres experiencias, y personas que pasaban piolas, personas

de confianza. Un profesor de manejar que me llevó a un cerro a manejar y el gallo

casi, yo tuve que agarrar el auto y yo, llorando, tiritando, porque el gallo me

empezó a dar besos.

M: ¡Nooooo!

M: ¡Horrible! Y yo así, ¿qué hago? ¿Le pego una patada en las bolas?

M: Claro, como que nunca lo había contado tanto, me dio nervio.

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M: ¿Y qué hiciste?, ¿te paraste, te fuiste del auto?

M: No al final me subí y el gallo se volvió a subir, y yo me fui manejando,

manejando y me dijo ¿pero por qué te vas por acá si yo soy el profesor?

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