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¿Nos hemos vuelto locos?

Día tras día el medio ambiente empeora, se calienta nuestro planeta, gases tóxicos que
diariamente inhalamos, desastres climáticos como inundaciones, tormentas y huracanes,
contaminación en el aire, en las aguas, entre otros. Todo lo provocamos nosotros y gracias
a esto personas muren diariamente a causa de enfermedades respiratorias, infecciones por
el agua contaminada que beben, inundaciones que llegan sin previo aviso al igual que
tormentas y huracanes, o simplemente mueren de deshidratación o insolación gracias al
calentamiento global extremo en algunas partes del planeta. ¿Gracias a quién? A nosotros.

En la ciudad de Piura, el año pasado tuvimos la oportunidad de ser testigos de todo el


daño que le hemos causado al Río Piura, y es que, el día del desborde, un día que no
olvidaremos los piuranos, pudimos observar como el agua inundaba nuestros hogares,
destruía pistas y casas, y no solo eso, si no que venía acompañada de muchos residuos
que nunca debieron ingresar ahí, lamentablemente. Toda esa basura que salió con el río y
su extraña sensación debido a la suciedad es causada por cada uno de nosotros. ¿Por qué?
Porque no tenemos una buena educación sobre el cuidado del medio ambiente, no
tenemos buenas políticas ambientales que concienticen a nuestra sociedad. Día tras día,
vemos a personas tirando desechos al río o a la calle, que con el viento estos terminan
dentro éste. Y es que, qué pensarán esas personas, “es solo una bolsa” “es solo un papel”,
pues sí, es solo una bolsa y un papel pero no entienden que no son las únicas personas que
lo hacen, si no cientos, miles; y poco a poco esa bolsa y ese papel se convierten en
cantidades enormes de basura.

Si en las escuelas se enseñara el daño que se causa, si se emplearan las medidas y


motivaciones que ayuden a la sociedad a evitar que boten incluso hasta el mínimo
desecho, incluido un papelito, tal vez muchas personas acabarían tomando conciencia
del daño que provocan. En todo caso, se podrían implementar multas a las personas que
lo hagan, los gobernantes deben abordar planes para evitar la contaminación, no solo del
río, si no de nuestras calles debido a que por su polvo nos generan malestar. No es fácil
y seguramente no recibirán el aplauso inmediato, pero han de hacerlo sin demora y con
el tiempo veremos una ciudad diferente.

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