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D’ALEMBERT Pensamiento Le Rono oRueesy,cuya figura capté en este retrato artista. andnimo de siglo xv fue uno de fos mds elevantes dela Europa dela ustracion. de Lagrange y de Laplace, amigo de Federico i ‘DAlembert incorpo en su obra cientfica adi cortesiana a las nuevas concepciones .y leg6 una obra epstemolagica que as ideas de Locke y Conillc. Museé de Hotel Saint-Omer, Francia. © 122 Pensamiento GONcAL Mayos Introduccion No solo de la Enciclopedia vive la fama de D’Alembert. se suele decir que D’Alembert no tiene en la actualidad el reconocimiento y atencién que merece porque es demasiado filésofo para los cientificos y demasiado cientifico para los filo- sofos. Hay mucho de verdad en esta formula, que ademas se puede completar (como pretendemos hacer a lo largo de este libro) con otros aspectos de su figura calidoscé- pica. Pero el problema es el mismo: las multiples facetas de D’Alembert terminan inevi- tablemente oscureciéndose entre si. Por eso se acaba relacionando a D’Alembert sobre todo con su tarea enciclopedista, Se le termina reduciendo a poco mas que el director de la Enciclopedia en los prime- os, mas peligrosos y heroicos afios de su elaboraci6n. Con ello se comete una gran injusticia, pues no solo se obvian sus aportaciones matemiticas, cientificas 0 filos6- ficas, sino que otros aspectos de la poliédrica y compleja figura historica de D’Alem- bert quedan ensombrecidos por los méritos ya mencionados. PENSAMIENTOLINTRODUCCION a Académico. Por ejemplo, ademas de cientifico, matematico y filosofo, D'Alem- bert destaco también como académico. Fue director de algunas de esas altas aca- demias culturales que en el siglo xviii las monarquias instituian para fomentar las ciencias, las letras y las artes. No s6lo fue un importante socio de casi todas ellas, sino también el mas internacionalmente activo e influyente en las vitales décadas anteriores a su muerte, D’Alembert fue figura clave en el desarrollo de esas acade- mias y en la profesionalizacion de las ciencias y de los cientificos que se inici6 pre- cisamente con ellas. Publicista. Pero, ademas, el enciclopedista DAlembert, fue un comprometido publi- cista que considerd la causa de la Enciclopedia como un simple ejemplo de la causa mas general de la llustracién, de la libertad, del progreso social, cultural y politico de la huma- nidad. D’Alembert se comprometié especialmente en la defensa de la dignidad de los intelectuales frente al poder ya las fuerzas de la supersticion; incluso los llamo critica- mente a superar toda tendencia a adular a los poderosos y a someterse ante los que ‘oprimen a la humanidad. En bastantes sentidos y especialmente en un primer momento, la relacién de D/Alem- bert con la Enciclopedia es notablemente lejana a su pensamiento y marginal en su obra. A pesar de ello, como veremos, se vincularé con ese proyecto ideolégico-cultural con un compromiso personal que no hara sino crecer y profundizarse hasta el punto de que se le hard consustancial. lasumay diferenciacién de los aspectos calidoscépicos de DiAlembert son de la maxima importancia parael libro que el lector tiene en sus manos, pues en él no se trataran tanto las concretas teorias cientificas de D’Alembert como su contextuaizacién en la sociedad, la politica y la cultura que marcaron su vida y su pensamiento, Ciertamente, se intentara vincular y comprender la confluencia caleidoscopica del D’Alembert cientifico y filoséfico, pero también del académico y habil miembro de las instituciones, del interlocutor de los ‘grandes monarcas de su tiempo (como Federico Il de Prusia 0 Catalina la Grande de Rusia), del comprometido defensor de la Enciclopedia y los enciclopedistas,y del orgulloso (y decen- te) publicista en la libre repiblica de las letras. 123 124, mm DALeMBERT éEl comin denominador de la ||ustraciOn? En cierto sentido cabe ver (y sera el objetivo primordial de este apartado) las diferentes facetas de D’Alembert convergiendo para convertirlo en uno de los mas eficaces defensores de la llustracién. Con conciencia critica podemos anticipar que ello no significa en absoluto verlo como el mayor matematico o fisico-matemitico de su tiempo, disciplina en la que fue supe- rado por el talento de amigos-adversarios como Euler 0 por magnificos discipulos aven- tajados como Lagrange o Laplace. ‘Tampoco fue, con toda probabilidad, D’Alembert el mejor fildsofo de su tiempo, pues no tenia la intuicién y versatilidad creativas (aunque intempestivas y poco reconoci- das en su tiempo) de Hume o Diderot; ni el verbo acerado, el ingenio adaptable a todos los géneros (la historia, el teatro, el cuento filoséfico, la satira..) e incluso el carisma ante la opinion publica de Voltaire; ni el apasionado patetismo, la fuerza retorica y la convencida introspeccién de Rousseau; tampoco la radicalidad en las opiniones de La Mettrie, D’Holbach o Helvétius; ni la profundidad, coherencia y sistematicidad de Kant; ni incluso tampoco la habilidad productiva para utilizar las nuevas posibilidades de! «capitalismo de imprenta» o la «republica de las letras» y el talento narrativo de Defoe 0 Pierre Bayle; ni el acceso directo al poder mondrquico (al menos por un periodo) de Turgot o Burke. Y sin embargo, probablemente D/Alembert fue el comin denominador de todos ellos; casi Unico al que todos ellos valoraban o podrian valorar; alguien al que los muy diver- sos y a veces enfrentados ilustrados podrian considerar un digno héroe de la llustra- cién. No hay que olvidar el desprecio y el odio mutuo entre Voltaire y Rousseau; la per- secucion y el desprecio que sufrieron (jy no sélo por los antiilustrados!) el escéptico Hume, e| materialista La Mettrie, los ateos Helvétius y D’Holbach, el postumo Diderot (que debio de pasar por su tiempo practicamente como un simple editor), los modera- dos Turgot o Burke (intentado evitar que los graves conflictos de su tiempo confluye- ran en la violenta revolucién),y tantos otros grandes ilustrados. Por la muttiplicidad y diversidad de los ilustrados,a veces en fratricida pugna entre ellos, parece imposible sintetizar en una figura las tan contrastadas almas de la llustracién. PENSAMIENTO.INTRODUCCION a Parece condenado al fracaso encontrar un ilustrado que proteicamente tuviera en sila esencia de esas almas a veces tan opuestas; aunque fuera a costa de no poderlas cul- minar absolutamente, ni tan siquiera una sola de ellas. Pues bien, quien estuvo mas cerca de ese hipotético comun denominador de la tlustraci6n y fue reconocido en gran medica por practicamente todas esas distintas almas, por las diferentes y a veces opues- tas «ilustraciones», fue D/Alembert. Proponemos al lector que encare este texto como un intento de demostrar, o!al menos hacer plausible, esta tesis. llustrados condenados a vivir bajo el Antiguo Régimen. seguramente de las multiples facetas que hemos apuntado en D’Alembert y, por tanto, también en la llustracion, la que ha sorprendido mas es la importancia de las altas academias y del mundo académico en general. No en vano, éstas enraizan en las grandes monarquias absolutas, en el «antiguo régimeny y en el mundo cortesano que la |lustracién parece llamada a superary destruir. Pero a muchos movimientos les ha pasado lo que a Moi- sés:si bien fueron los guias en el largo proceso que va de una etapa de esclavitud a la tierra prometida, no pudieron entrar plenamente ni conseguir efectivamente la tierra que prometieron. igualmente la llustracién, como movimiento histérico concreto del siglo xvii, anguide- cia ya cuando estallé la Revolucién Francesa, cuando se inicié el largo y conflictivo pro- ceso de demolicién del Antiguo Régimen. No sdlo es que con posterioridad el Imperio napoleénico entero muchos logros revolucionarios y que la restauracién borbénica posterior pretendié restablecer -tal como lo habian embalsamado los exiliados~ por entero el Antiguo Regimen y la tradicién. Ademas, segan consenso de los estudiosos, elfinal del Antiguo Régimen nose produjo como minimo hasta la oleada revoluciona- ria de 1848, una vez pasadas -medio entre derrotas y medio entre victorias las olea- das revolucionarias de 1820 y 1830. En la peninsula Ibérica fue an peor porque ni el trienio liberal, ni el sexenio constitucional pudieron superar un Antiguo Régimen que pervivié en Espafia sin la tan temida o deseada revolucion burguesa. En consecuencia, pero con una logica facilmente comprensible, la llustracion y los ilus- trados que habian de superar el Antiguo Régimen vivieron indefectiblemente toda su 25 126 sm DALEMBERT vida en él. Vivieron bajo monarquias absolutas que como mucho jugaban a legitimarse llamandose «despotismo ilustrado» y «haciéndolo todo por el pueblo, pero sin el pue- blo». Por ello los ilustrados sufrieron: cortes aristocratizantes y versallescas, sonando cuando alguna favorita parecia promocionar una politica més tolerante; mil ministros radicalmente conservadores por cada uno moderadamente reformador; una libre repa~ blica de las letras que sélo existia en la imaginacién de los fildsofos y a través de panfle- tos de bajo precio, editados anénimamente y con pies de imprenta falsos; un «capitalis- mo de imprentan todavia muy miserable y menospreciado incluso por quienes se beneficiaban de él; unos elitistas salones donde sélo unas aterciopeladas manos ferne- ninas permitian una convivencialidad y un debate sorprendentemente abiertos... Todo eso y mas lo veremos siguiendo el pensamiento de D/Alembert, Habremos de acep- tar la realidad de que el magno proyecto editorial de la Enciclopedia s6lo pudo salir ade- lante con la ayuda de madame Pompadour y la momenténea disensién del partido con- servador, y que tuvo que autocensurarse y arrastrarse tan pronto como sus enemigos fueron mas habiles en sus ataques. También, y no podria ser de otra manera, veremos a D’Alembert ~en contra de su caracter personal-cultivando la amistad de déspotas ilustra- dos y conquistando un minimo espacio al talento en las jerarquizadas academias, que se llamaban cientificas o culturales, pero que muchas veces s6lo valoraban el poder, que pro- curaba ampliar para las ideas ilustradas y abrir para las personas de los enciclopedistas. La importancia de las academias. Aunque puede sorprender o parecer de mucha menor importancia que otros aspectos, las academias cientificas y culturales desempe- fiaron en el siglo xvii un papel clave en la institucionalizacién de la ciencia y en el de- sarrollo de la politica cultural de los Estados. Por lo que hace a la ciencia, las grandes aca- demias, primero reales y luego estatales 0 nacionales, fueron fundamentales en el avance de una ciencia realizada por cientificos no plenamente profesionalizados, que ejercian otras muchas funciones u oficios y que dependian de los caprichos de sus mecenas. Cientificos a merced de los mecenas. Hay que recordar por ejemplo que Copérnico era canénico en una catedral, y que Kepler tenia que realizar horéscopos y cartas astrales (que acaso eran lo Unico que interesaba a su protector). Incluso el gran PENSAMIENTO. INTRODUCCION y reconocido Galileo debia hacerlos y es sabido que los cobraba muy caros, pues calcu- laba especialmente bien las cartas celestes de| momento en que nacia el solicitante; por otra parte -actualmente se ha estudiado— no pudo renunciar a las tareas munda- nas de ingenioso y culto cortesano para entretenimiento de sus mecenas. También Newton produjo sus grandes obras fisico-matematicas en gran aislamiento, lo mismo que sus permanentes investigaciones alquimicas y herméticas. El celoso ais- lamiento de Newton era tal que a sus amigos de la Royal Society les costaba superar- lo, hasta el punto de pagar a los asistentes de Newton para que les informasen en qué se ocupaba y tener que arrancarle de las manos algunas de sus obras a fin de poder editarlas para el conocimiento general. Ciencia sin cientificos. Los estudiosos han descrito a veces este periodo como un momento de ciencia sin cientificos, ya que efectivamente se hacia ciencia pero sin la figura -tal como la entendemos hoy en dia- del cientifico. Era una concepcion de la ciencia muy diversa a la actual y, sobre todo, era llevada a cabo por geniales aficio- nados al saber cientifico que trabajaban relativamente aislados, sin complejos labora- torios ni equipos de colaboradores, sin grandes instituciones ni presupuestos financia- dos por el Estado o las grandes empresas (como sucede hoy). Generalizacion de las academias en el siglo xvill. Durante el siglo xu no sdlose generalizarony se crearon muchas academias cientificas (asi como literarias, artisticas..) bajo el patrocinio y privilegio de la monarquia y el Estado. demas, éstas se estructuraron especialmente en el marco nacional del propio Estado, aunque también se relacionaban con sus «émulas» 0 «equivalentes» del extranjero- creando una compleja red de centros de investigaci6n, ya en proceso de profesionalizacion. Cada vez mas, numerosos ¢ inte- grados grupos de cientificos trabajaban en proyectos definidos conjuntamente o por las altas jerarquias cientifico-estatales, creando el complejo laboratorio cientifico modero, las grandes revistas sabias que publicaban los resultados de las investigaciones.. Con toda seguridad, los revolucionarios franceses cerraron y prohibieron las altas acade- mias, las cuales certeramente se relacionaban con la monarquia absolutista. Tristemen- Ry 28 mm DAUEMBERT te guillotinaron incluso al creador de la quimica moderna, Lavoisier, que fue el Ultimo secretario de la Academia Real de las Ciencias de Paris. Curiosamente un antiguo miem- bro de la monarquica Academia Francesa -Nicolas de Chamfort (1740-1794)- inicié con sufamoso Discurso sobre las academias de 1791, l proceso que llevaria a la total supresion de éstas en 1793, Ahora bien, poco més tarde y conscientes de que el nuevo Estado no podia prescindir de biopoliticas de largo alcance cultural y progresista, los ilustrados encararon la enton- ces revolucionaria unificacién del sistema de pesos y medidas (tan castico durante el Antiguo Régimen). Ademas pronto crearon (siguiendo en el fondo los viejos fundamen- tos conservados de las academias anteriores) nuevas y mas poderosas academias, que mantuvieron un madelo semejante de creciente profesionalizacion y consagracién de ‘sus miembros, centralizacion en Paris y fuerte jerarquizacién desde la capital nacional hasta las provincias. La Escuela Politécnica de Paris. Quiza la mas importante y significativa de las nue- vas altas academias creadas por los revolucionarios fue la Escuela Politécnica de Paris, ins- taurada en1795,que sustituyo a la creada por ellos mismos en 1794, llamada significativa- mente Escuela Central de Trabajos Ptiblicos. Como vemos, estamos hablando en realidad de un lapso de poco ms de un afio, entre la prohibicién por los revolucionarios de las altas academias de la monarquia y la creacion por éstos mismos de otras que las sustituyeron. La Escuela Politécnica abrié la nueva via que enlazaba en el fondo- con las altas aca- demias anteriores, pues por ejemplo fue famoso profesor de ella Laplace, el antiguo dis- cipulo de DiAlembert; pero ademés consagré las nuevas figuras del ingeniero (con impor- tantes conocimientos matematicos y te6ricos ademas de los practicos) y del arquitecto, que en adelante se separa de su tradicional centro de formacién en las escuelas de Bellas Artes, Otras muchas siguieron a la Escuela Politécnica, como, en 1799, el Conser- vatorio Nacional de Artes y Oficios de Paris. Aligual que, como hemos visto, no se rompié del todo el vinculo intelectual y la trama institucional entre las academias monarquicas del Antiguo Regimen y las creadas por PENSAMIENTO.INTRODUCCION i los revolucionarios, tampoco se pierden cuando mas tarde la Restauracién borbénica pretendié restablecer las antiguas academias, En un complejo procedimiento que demuestra la vitalidad y fuerza que ya habia adquirido en si mismo el proceso acadé- mico institucional, las anteriores y las nuevas terminaron entrelazandose por lo que respecta al desarrollo cientifico y cultural. Hasta el punto de que, a pesar de los esfuer- 205 de muchos politicos, no se perdié del todo la continuidad. En definitiva, las academias-y en ellas el papel decisivo desemperiado por D/Alembert— son clave para la constituci6n actual de la ciencia como tarea basicamente colectiva: llevada a cabo por grandes grupos especializados pero también con las necesarias rela- clones interdisciplinarias, dentro de grandes infraestructuras (laboratorios, bibliote- as..) que s6lo pueden financiarse con el apoyo conjunto del llamado complejo esta- tal, militar e industrial. Pues bien, DAlembert vivid el nacimientoy consolidacién de las academias cientificas monarquicas que, pronto, con la Revolucién Francesa se conver- tiran en nacionales y que jerarquizan la practica totalidad de las otras instituciones cientificas de orden provincial a lo largo de todo el Estado. D’Alembert sera clave para una nueva generacién de matematicos y cientificos, como sus grandes discfpulos Con- dorcet, Lagrange y Laplace. Union de cultura oficial y popular. como hemos visto, en D’Alembert tene- mosa un cientifico que llev6 a cabo y vinculé todavia con notable intimidad ciencia con filosofia, aunque colabord en discriminarlas, comenzando por la version mas metafisi- cayespeculativa de la filosofia. DAlembert no s6lo consideré esencial reflexionar filo- s6ficamente sobre la tarea del conocimiento y la estructuracién del conjunto de las Ciencias y su perfeccionamiento futuro. Ademas, habiendo penetrado en el proyecto editorial de la Enciclopedia, devino en un tipico pensador y escritor librepensador, un enciclopedista, un publicista y un ensayista critico que defiendio ante la opinién publi- cala libertad y dignidad del trabajo intelectual. Con Dilembert tenemos la convergencia del libre pensador e intelectual que se diri- gi6 por cuenta propiaa la republica de las letras, el enciclopedista y el filésofo (tras Vol- taire lideré el grupo informal de los filésofos). Aiin més, unié al publicista pagado por 130 m DALEMBERT el naciente «capitalismo de imprenta» con la tradicién cientifica que por entonces se esforzaba en conquistar un rigor y una seriedad que evitase cualquier confusién con metafisicos, especulativos, esotéricos... pero también con criticos e idedlogos politica- mente demasiado significados y opuestos a las instituciones mondrquicas o estatales. D’Alembert conocié y experiments como pocos la profunda dualidad que la cultura adquierié en el siglo xv. Por una parte, la alta cultura oficial, pues trabajé profesional- mente la mayor parte de su vida en grandes y mayestaticas instituciones cientificas que tenian en altima instancia la guia, la financiacién y el prestigio del poder monérquico.Y por otra, si bien lo vivid con menor intensidad que Diderot, D’Alembert también conocié de primera mano la cultura libertina y de librepensadores, que se imaginaban constituir una repablica de las letras y aspiraban a ser los futuros «voltaires», pero tan sélose gana- ban trabajosamente la vida con los mas infimos trabajos que ofrece el inicial «capitalis- mo de imprenta»: correcciones, escritura por cuenta ajena, ediciones piratas, panfletos anénimos, baratas ediciones erdticas, literatura popular o instrumental... Hay que valorar a D’Alembert como un intelectual que (marcado profundamente en su psicologia por su origen bastardo) ha conquistado desde muy joven el prestigioy la legi- timacién de las sesudas y elitistas academias reales, pero que -a partir de comprometer- se con la Enciclopedia- descubrio y defiendié la dignidad de intelectuales librepensado- res y filésofos nacidos en la marginada cultura popular. Aiin mas, D’Alembert puso su prestigio académico y su reconocimiento por la cultura oficial al servicio y defensa dela dignidad de la emergente ilustracién popular. Pues no olvidemos que sus polémicas en defensa de la legitimidad, libertad y dignidad intelectual de la Enciclopedia no séloapun- taban a ese macroproyecto editorial, sino al conjunto de los portavoces de las nuevas ide~ as ilustradas muchos de ellos nacidos fuera de los circulos nobiliarios y marginados de la cultura oficial-. Asi hay que interpretar, por ejemplo, la polémica obra de D’Alembert publicada en 1759 y de muy significative titulo: Ensayo sobre las gentes de letras y sobre los grandes, sobre la reputacién, sobre los mecenas y sobre las recompensas Iiterarias. Voltaire. seguramente Voltaire despreciaba publicamente el extremo mas popular y canallesco de esa nueva cultura, incluso es posible que D’Alembert coincidia en parte PENSAMIENTO.INTRODUCCION con ese conocido sentimiento de su amigo; pero tanto uno como otro (y especialmen- te D’Alembert) pusieron su pluma, sus ideas y su talento critico en defender la profun- da dignidad de los filésofos que habian surgido de ese magma y-como ellos dos- tam- bign se propusieron conquistar su sitio en la alta cultura oficial. Sabemos de los complejos problemas de Voltaire con el apasionado, populachero maigre lui y a veces patético Rousseau; también los continuos desencuentros (pero también profundo aprecio mutuo) de DAlembert con el siempre irdnico, brillantemente incisivoy pragmatico conocedor de laedicion popular Diderot. Muchas veces, D'Alembert y Voltaire no pudieron seguir en us actitudes e ideas a Diderot o Rousseau, pero en conocida expresion «en todo momen- todieron la vida para que éstos pudieran expresarlas» (como también sucedié a la inver- a, 6se fue el profundo vinculo que unia a todos los ilustrados). Defensa del nuevo intelectual. No olvidemos que el prestigio y la actitud de DAlembert fue fundamental para superar los primeros conflictos de la Enciclopedia, que son los que —visto en perspectiva~verdaderamente triunfaron sin caer en una cono- cida autocensura. Aparentemente, desde fuera y lamentando las mil complicaciones (en su trabajo matematico e incluso psicolégicas), que esa implicacién comportaba DAlembert puso en peligro su reconocido prestigio y su tranquilidad personal por defen- der la Enciclopedia y la \lustracién, el paso que legitimaba el nuevo tipo de intelectual vinculado a ellas, incluso en sus estratos inferiores y mas populares. ‘Asu manera, siempre dentro del marco intelectual y politicamente moderado, D/Alem- bert fue clave no sélo para el triunfo de la Enciclopedia, sino también para el reconoci- miento oficial y popular de la nueva clase intelectual que la protagoniz6. Esa nueva y diversa clase lo hizo de muy diversas maneras: unos redactandola, otros comprandola, defendiéndola, promocionandola...y, aun otros, tomando de ella el modelo para futu- 10s retos quiza revolucionarios. Defendiendo la Enciclopedia y la dignidad de los inte- lectuales sélo en funcién de su talento, D’Alembert llevé a cabo una tarea de gran impor- tancia, que tiende a unir la cultura oficial y la popular, y a legitimar la segunda desde la primera. Sélo asi, los volmenes de elevado precio de la Enciclopedia devinieron, ade- mas de un excelente negocio econémico, en un enorme éxito cultural, social y politico. Incluso no sdlo para las clases altas y medias que podian costearse la compra, sino inclu- Bz mm DaLemBeRT So para las clases medias populares que, sin poderlos comprar ni quiza consultar, sabi- an que existian, que habian sido posibles y que -segiin decian—anunciaban un nuevo mundo donde ellas heredarian la tierra. llustracién moderada, pero ni comprada ni fascinada por el poder. Aunque, como hemos dicho, defiendio en todo momento el derecho a expresarse de la corriente ilustrada mas radical y violenta (por ejemplo D'Holbach, Helvétius, La Mettrie, Rousseau o Diderot), DAlembert se inscribe en la corriente, quiza mayorita- ria, de la llustracion moderada y pacificamente reformista. Incluso enlaza con secto- res del poder o ministros de la monarquia que podian haber hecho no necesaria la sangrienta Revolucién Francesa (por ejemplo Turgot, D’Argenson, Necker, Malesher- bes 0 Mirabeau). Politicamente tenemos que situar a DAlembert dentro de la llustracién moderadamen- te reformadora, de la que fue el brazo mas académico y cientifico, mas institucional pero no por ello menos critico. Precisamente por tener que cargar con su origen expé- sito, a pesar de que incluso asi abrian muchas puertas por entonces los importantes titulos aristocraticos de sus progenitores, D’Alembert fue quiza también el brazo que, estando cerca de las clases poderosas, las vio siempre con desconfianza y proyecté un claroy digno modelo alternativo: el «Diogenes decente» fue denominado. Mucho mas que Voltaire, D’Alembert fue quien con su talento personal conquisté las academiasy el reconocimiento de los poderosos, pero jamas claudicé ante ellos e, incluso, a la fas cinacién que proyectaban. D’Alembert formé parte de la ilustracién moderada que pen- saba en reformar la sociedad desde dentro, mas que en una por entonces muy hipoté- tica revolucién, pero de ninguna manera por haberse fascinado por los muchos agasajos que recibié de los poderosos, ni por creerse cercano al poder. El ministro Turgot. entre esa ilustracion inequivocamente reformadora pero mode- rada en sus aspiraciones y dispuesta a aliarse cuando hiciera falta con el poder para permitir precisamente una reforma no violenta, podemos destacar al ministro de Hacien- da Turgot. Intenté salvar y reformar econémicamente la monarquia, como condicién imprescindible para una evolucién politica pacifica en la linea del constitucionalismo PENSAMIENTO,INTRODUCCION i monarquico britanico. Tambien es el caso del elitista y newtoniano Voltaire, lider de los fil6sofos con D/Alembert, que se enfrent6 duramente con el més radical y apasionado Rousseau, pero que también supo erigirse en progresista conciencia moral de la socie- dad y encarnar la opinién pidblica activa ante importantes causas ético-sociales. Asi ‘cuando en 1763 se produjo la condena sin pruebas del protestante Calas, por haber pre- suntamente envenenado a su hijo temiendo que se convirtiera al catolicismo, Voltaire apelé a la conciencia moral de la opinion publica y consiguié reabrir el caso y que se declarase inocente a Calas. Condorcet. Aun mas claramente reformador lo fue el discipulo por antonomasia de D’Alembert: Condorcet, quien ademas de matematico y de miembro de la Academia Francesa, escribi6 dos significativas biografias de Turgot y de Voltaire y fue considera- doel tercero en el iderazgo oficioso del partido de los fildsofos. Fue diputado girondi- ‘no moderado en los primeros afios de la Revolucién Francesa, en concreto en la Asam- blea Legislativa y la Convencién Nacional. Significativamente sera perseguido en el momento de radicalizacién jacobino-terrorista por Robespierre, pero Condorcet dedi- card los dias anteriores a su muerte a redactar su famoso, racionalista y sorprendente- mente optimista (dadas las circunstancias) Esbozo de un cuadro histérico del progreso del espiritu humano (publicado péstumamente en 1795). 133 ‘Ato waco oe Scio xl fusion de fos beneficios del desarolo de las nuevas cencias yas artes impuls6 a fundacion de ccademias de cencias que tomaron como model la de Pos fundada por Colbert en 1669, ben lo Royl Society de ‘Londres Oras innovaron uniendo lencas y artes como lade Berlin ola de San Petersburgo.A través de actos concretos y de a interaccién entre sus miembros estas instituciones del saber y de las artes remodela de forma colectva la ciencia los intercambios ntificas a escala continental, avanzando en la profesionalzacién de lo que hasta entonces eran solo vocationescentificas un proceso en el que OAembert, Maupertus os hermanos Bernoull Euler 9 fueron ls puntas de lanza. n as artes as academias reorganizaron los talents las habildades delineando ‘yfomentando a aparcin de escuelas que decinaron con el rigor la dscplna props de cada insttucon e| ideal que sociedad se haca de la belleza. E grabado, a exposcin dela Royal Academy de Londres en 1787, realizado por PA Martin apart de una pintura de. Ramberg, es ura muestra de lo. m DALEMBERT El complejo equilibrio del pensamiento de D’Alembert Hemos presentado la obra de DAlembert y enmarcado la complejidad de su pensa- miento, analicemos ahora brevemente las principales oposiciones dentro de las que se movia. Efectivamente, el pensamiento de DiAlembert es un complejo equilibrio de filia~ ciones ¢ influencias, hasta el punto de que su caracteristica mas definitoria es que supe- rae integra -como nadie hasta él- las dicotomias que para los estudiosos marcan su época. Asi, DAlembert buscé integrary relacionar de forma nueva y rigurosa ciencia y filosofia; buscé una sabia sintesis entre el constructivismo racionalista y el sensismo empirista; integré el método y la ciencia cartesianos con los newtonianos; compatibi- liz6 su profunda simpatia con el materialismo con un minimo espiritualismoalqueno pudo renunciar; incluso sintetiz6 todo ello con un sabio escepticismo y, sobre todo, la incansable denuncia de cualquier dogmatismo y toda supersticion Entre ciencia y filosofia. palembert protagoniz6 en gran medida el momento cientifico inmediatamente posterior a la consolidacién de Newton como el pleno for- mulador del sistema del mundo surgido de la revolucién cientifica y copernicana. Fue un momento clave, pues la ciencia moderna ha conseguido una plena conciencia de si misma e intenta distinguirse rigurosamente de la filosofia, aunque esta todavia dis- puesta a colaborar con ella, a ser su aliada e incluso a otorgarle la vital tarea de expli- citar el fundamento racional ultimo de la labor clentifica. Es decir, se anuncian las dos culturas escindidas que denunciaba Snow, pero todavia cabia para D’Alembert y muchos de sus contemporaneos una posible y salvadora sintesis entre ambas. La nueva Ciencia. Ahora bien, la ciencia que en la segunda mitad del siglo xvii con- solida su autonomia, independencia y conciencia de si es muy diferente de cualquier otra anterior. Pues esta gradualmente basada en los siguientes aspectos: 1) La aplicacién de la matematica a la fisica y al resto de problemas reales 2) la identificacién creciente de! conocimiento con la capacidad de dominio de la natu- raleza y de prevision cuantitativamente precisa. 136 PENSAMIENTO, EL COMPLEIO EQUIUIBRIO DEL PENSAMIENTO DE D/ALEMBERT 3) La busqueda permanente y sistematica de confirmacién empirica a través de expe- rimentos cada vez mas elaborados (aunque, como veremos, D’Alembert no particip6 apenas en este aspecto ni en los tres siguientes). 4) La basqueda permanente y sistematica, también, de aplicaciones técnicas 0 tecno- logicas que rentabilicen econdmica y productivamente las aportaciones tedricas de la ciencia. 5) El desarrollo, por tanto, de practicas completamente nuevas y apartadas de los usos verbales o contemplativos de la filosofia tradicional, y que tienden a aproximarse mas allos tradicionales saberes artesanales, ingenieriles o productivos;si bien ahora en una escala y ambicién absolutamente inconcebible con anterioridad. 6) El pleno desarrollo del laboratorio cientifico moderno cada vez mas equipado con complejos aparatos y herramientas construidos con gran precisién y capaces de aislar eficazmente las variables a investigar. 7) El desarrollo de nuevas instituciones propias y especificas de las distintas ciencias especializadas que ofrecen la imprescindible y alta financiacién que requieren el nue- vo tipo de investigacién cientifica. Asi se desarrollan las distintas academias cientificas mas o menos especializadas y financiadas por el Estado y sus respectivos laboratorios, maquinarias 0 talleres mecanicos, centros de documentacién, museos, jardines bota- nicos, zool6gicos, ambitos de ensefianza (en vinculacién o no con las nuevas univer dades), mecanismos de transmisién de los descubrimientos al ejército, a la industria 0 alla sociedad en general (ya sea intercambiando los investigadores o transmitiendo los resultados a través de informes o revistas de circulacién mas o menos restringida). 8) ta concepcién del trabajo del cientifico como ya totalmente profesionalizado, espe- cializado y a tiempo completo (yendo mas alla de la simple curiosidad de los primeros aficionados a la ciencia), Ilevandose a cabo basicamente en grupos compactos y jerar- quizados de acuerdo con complejos proyectos (cuyos detalles van mucho mas alla de los investigadores individuales implicados). a7 138 m DaALeMBerT Posturas filoséficas ante la ciencia. Naturalmente ante esta ruptura de lo que se consideraba ciencia (que ha devenido una tarea mucho mas independiente y de prac- ticas innovadoras e inconmensurables), la filosofia tenia que modificar su definicién, concepcién de si y planteamientos. Ello provocé una importante escision y lucha den- tro mismo de los fildsofos y la concepcién de la filosofia. Asi podemos distinguir las tres siguientes opciones: 1) Por una parte estaban los que aceptaran como principal reto cientifico futuro el seguir yestar a la altura de los nuevos desarrollos cientificos (sean los que sean). Se propo- nian profundizar en la unificacién del conocimiento, si bien ahora bajo el liderazgo de la ciencia pues, se considera, es ésta la que conoce la naturaleza y puede conocer sus leyes ultimas. En esta linea se inscribe decisivamente D/Alembert, quien en su Discurso preliminary en la direccién de la Enciclopedia enfatiz6 la cuestion de la sistematicidad y unificacién de las distintas disciplinas. Por encima de los trabajos y aportaciones concretos, DiAlembert valoré el papel estructurador y arquitecténico del gran cientifico teérico. Asi se expresaba en el articulo «Descubrimiento» de la Enciclopedia: «Las ciencias son un gran edificio en el que trabajan juntas distintas personas. Aigunas llevan las piedras desde los vagones con sus propios sudores; otras las empujan con la fuerza de sus bra- 205 ode sus maquinas; pero es el arquitecto quien las coloca en su lugar y quien mere- ce todos los honores de la construccion». También es conocido que a través de Condorcet, D’Alembert enlazara con el positivis- mo de Auguste Comte. De una manera més laxa podemios apuntar también que,a lar- go plazo, esa opcién enlaza con los desarrollos logicos de la plena axiomatizacion dela matematica (Hilbert, Russell, Whitehead, el primer Wittgenstein..), con el cientificismo de los empiro-criticistas (Mach, Avenarius..) y el empirismo-légico del Circulo de Viena (Neurath, Carnap..). 2) Por otra parte, estaban aquellos que, aun aceptando algiin aspecto de los incluidos en el grupo anterior, no renunciaban al profundo humanismo que tradicionalmente PENSAMIENTO.EL COMPLEIO EQUILIBRIO DEL PENSAMIENTO OE D'ALEMBERT a asumia la tarea cientifica y se proponian complementarla y divulgarla para mayor bene- ficio del conjunto de la humanidad También D’Alembert se inscribe decisivamente en esta linea precisamente por su tarea de enciclopedista (incluyendo la defensa a ultranza de la dignidad y el derecho a la tole- rancia e independencia de los intelectuales para defender su tarea y dirigirse al conjun- tode la poblaci6n) y de filésofo comprometido en la reforma social y cultural. Dentro de esta linea D’Alembert siguié la estela de Voltaire (divulgador y defensor de la ciencia newtoniana, pero a la vez critico social e intelectual erigido en conciencia de la opinién publica), de los filésofos enciclopedistas (coincidiendo con pensadores en el fondo tan diferentes de él como Diderot 0 Rousseau) e incluso, pero en un grado mucho mas nota- ble de lo que se afirma, de un filésofo cientificista y humanista como Immanuel Kant. 3) Finalmente también habia otra reaccién ala creciente autonomia de la ciencia con la que no coincidird en absoluto D’Alembert. Se trata de los que buscaban mantener o exagerar la especificidad més propia de la filosofia frente a las ciencias. En este grupo se evidencian dos corrientes: 2) Los que insistian, aun después de Newton y de la demarcacién llevada a cabo por Kant,en subordinar la ciencia empirica a la filosofia especulativa, sin renunciar a ambi- ciones metafisicas (es el intento, por ejemplo, del idealismo aleman, Fichte y Hegel). b) Los que renunciaban totalmente al ideal cientifico y reconducian la filosofia vol- vigndola a aproximarya sea a los saberes humanisticos, literarios y poéticos (por ejem- plo, el Romanticismo, y seria la opcién del prerromantico Rousseau, de William Blake, Hélderlin, Novalis, los hermanos Schlegel o Coleridge); 0 bien a la religiosidad mas existencial (Kierkegaard); 0 al ensayismo culturalista (ya sea libérrimo, inaugurado por el mas inclasificable y péstumo Diderot, el aforistico de Schopenhauer, o el mas erudito de Sainte-Beuve o Dilthey). En definitiva, podemos sintetizar la posicién y el papel de D’Alembert dentro de las. corrientes mas importantes posteriores como un matematico que expuso y aplicé los. 139 40 om OALEMBERT nuevos desarrollos del cdlculo infinitesimal al sistema del mundo posnewtoniano (den- tro del espiritu de las matematicas mixtas). En ese marco, D/Alembert elaboré también una teoria del conocimiento que se niega a cualquier deriva que pueda interpretarse metafisicamente. D’Alembert exigio en todo momento la depuracién estricta en la cien- clay la epistemologia de todo resto de metafisica; incluyendo planteamientos newto- nianos que no consideré bien resueltos como son: no determinar perfectamente con- ceptos clave como fuerza, gravedad, espacio y tiempo absolutos, o bien la tendencia de Newton a conceder un papel especialmente relevante a la providencia divina dentro de su sistema del mundo. Alejamiento de la ciencia de la metafisica y la teologia. por tanto, D’Alembert sera clave en dirigir el desarrollo posterior de la ciencia lo mas lejos posi- ble de la metafisica y la teologia (como ostentard su discipulo Laplace). Asimismo, en la evolucién de las academias cientificas de financiacién monérquica o estatal, en la creciente profesionalizacion de los cientificos y su adscripcién a nuevas practicas radi- calmente diferenciadas de la filosofia tradicional y verbalista. Cientifico-filésofo. ahora bien, no por ello renuncié D’Alembert a la tarea filosofi- a, la cual ejercié con talento y desenvoltura tanto dentro del proyecto enciclopédico como de un ensayismo mas general. La filosofia tiene una tarea humanista que com- plementa y tiene que estar en didlogo continuo con la ciencia. Por tanto, para D/Alem- bert el auténtico cientifico debe ser también fildsofo, pues en caso contrario intuye que devendra en el ciego y deshumanizado experto especializado a ultranza que la nueva practica cientifica diferenciada potencia. D’Alembert intuia ya esa tendencia indesea- ble para su amada cienciay por eso reivindicé que se complemente con la reflexion filo- s6fico-humanista y con la imprescindible comunicacin franca y directa del cientifico- filésofo ilustrado y el pueblo. Sin embargo, la reivindicacion por parte de D’Alembert de la filosofia no podia ir mas alla de Voltaire o, quiz, Kant. Por tanto, no acepté ninguna derivacién desacompleja- damente metafisica por mucho que pretendiera fundamentar o sistematizar la cien- cia (como sera mas tarde la pretensién de Hegel). D’Alembert trabajar por la sistema- PENSAMIENTO, EL COMPLEJO EQUILIBRIO DEL PENSAMIENTO DE D’ALEMBERT tizacién y unificacién de todas las ciencias, pero sin caer en una sistematizacién basi- camente metafisica y especulativa como la hegeliana; pues como hemos dicho su pers- pectiva apunta més al método trascendental de Kant. En el Discurso preliminar de la Enciclopedia dira D’Alembert: «€! universo, para aquel que sepa captarlo desde un Unico punto de vista, no seria -si se me permite decirlo asi~ sino.un hecho unico y una gran verdad»; pero matizara que, si bien la verdad uni- taria de la naturaleza reclama la unificaci6n de las ciencias y la aportacién de la filo- sofia, ello no debe interpretarse de ninguna manera como un sistema metafisico ala vieja o nueva usanza. D’Alembert tampoco valorara ninguna deriva de la filosofia hacia la literatura pura, o bien hacia el libérrimo, irénico y un tanto paraddjico ensayismo que por entonces inten- taba en secreto Diderot. No olvidemos que éste era ciertamente amigo y colega de DAlembert, pero también su adversario en la concepcién tanto de la Enciclopedia como de la tarea futura de ciencia y filosofia. La experiencia sensible. Hemos visto cémo la reduccién de todas las ciencias al modelo y tratamiento matemiatico es para D’Alembert la condicién para su plena racio- nalizacién, para todo conocimiento riguroso y para la integracién de las distintas cien- cias en un Unico sistema y bajo unos mismos principios filoséfico-ontolégicos. Ahora bien, ello es solo una parte de la verdad, pues DAlembert era consciente del importan- te papel que desempefia la experiencia sensible. Mientras el lenguaje perfecto que son las matematicas ofrece a las ciencias el fundamento de su racionalidad y rigor mate- matico, los fendémenos sensibles no gozan de la total evidencia, certeza, permanencia ycoherencia de las matematicas. Por eso las ciencias mixtas y, aun mas, las disciplinas que s6lo muy parcialmente pueden ser matematizadas y que dependen de los datos ‘empiricos y sensibles no gozan de tan radical coherencia y necesidad légica. Es aqui donde D’Alembert (remontandose a sensistas como Francis Bacon, Locke y Con- dillac) mantuvo unos limites para el conocimiento apodictico humano e incluso acep- t6.un cierto escepticismo prudencial (que Diderot le impulsaba a radicalizar). Ahora uae m DALEMBERT bien, ese giro sensista y empiricista que D’Alembert desarrollara en su filosofia y teo- tia del conocimiento no llegard a extenderlo a sus trabajos efectivos de ciencia. Y es que, como veremos, una cosa es que alguien piense la posibilidad del conocimiento humano y otra distinta el modelo de ciencia de que dispone y que puede desarrollar efectivamente. El empirismo britanico. én su teoria del conocimiento, como casi todos los ilus- trados, D’Alembert estaba mas cerca de los empiristas britanicos que no de los racio- nalistas cartesianos del xvi. A estos iiltimos los acus6 de excesiva tendencia a depen- der de ideas y principios innatos indemostrables, y por tanto a presuponer hipétesis metafisicas. Por ello los incluy6 (junto con las religiones y las metafisicas esotéricas o herméticas) entre la supersticion 0, al menos, los legitimadores de la supersticion y el oscurantismo. Cartesianismo. Ciertamente, D’Alembert conocia a fondo y valoraba la labor cien- tifica incuestionable de Leibniz (el cdlculo infinitesimal paralelo a Newton, pero con notacién mas eficaz) y de Descartes (fundacion de la geometria analitica y algebraica, y su método riguroso y de aplicacién universal). Adems en el siglo xvii, Descartes ha devenido en Francia el modelo supremo de orden, coherencia, claridad y evidencia inclu- son la plasmacién discursiva de las ideas, Como en general todos los franceses y aun més por sus cargos académicos, D/Alembert fue siempre muy respetuoso con Descar- tes, a pesar de ser mas bien un newtoniano. Ya Voltaire solventaba el problema patrié- tico diciendo que Descartes era «valorable hasta en sus errores». Ademas D/Alembert consideraba el espacio e incluso la naturaleza y la materia desde las matematicas y la geometria, en la tradicion de la razin geométrica de Descartes y también Galileo, Por ello tampoco no concebia (0 consideraba impropias) las disconti- nuidades tanto en matematicas como en fisica. Reivindicaba lo que consideraba supe- rior coherencia y claridad en el proceder cartesiano (que demarcaba estrictamente extensién, pensamiento y divinidad) en vez de las ambiguas tendencias de Newton, quien a sus grandes aportaciones afiadia 0 dejaba que se pudieran afiadir interpreta- clones ontologicas 0 teolégicas mas laxas. PENSAMIENTO. EL COMPLEJO EQUILIBRIO DEL PENSAMIENTO DE D'ALEMBERT La importancia de las sensaciones. No obstante, D’Alembert reclamaba tam- bién reconocer la importancia de las sensaciones en la formacién del conocimiento,y reivindicaba la tradicién sensualista de Locke a Condillac. D’Alembert conocid perso- nalmente a Condillacen el, entonces muy novedoso, café Procope donde ambos se reu- nian con Diderot y Rousseau. Las tesis sensistas y empiristas presentes en el Discurso preliminary en los Elementos de filosofia de D'Alembert demuestran que, ademas de! Ensayo sobre el entendimiento humano que publicd Locke en 1690, conocia a fondo los principales escritos de Condillac: Tratado de los sistemas (1749), Ensayo sobre los orige- nes de los conocimientos humanos y Tratado de las sensaciones (ambos de 1754). Ademids de a John Locke, también valoraba a Francis Bacon y, sobre todo, al que consi- deraba el cientifico supremo de todos los tiempos: Newton. Siguiendo la consigna new- toniana de «no hago hipstesis», D’Alembert criticé y se opuso a que la razén vaya mas. alla de lo fundado en la experiencia rigurosamente establecida. Esta prohibicion inclu- yea todo principio metafisico indemostrable por la experiencia, pues D’Alembert pen- saba que los principios, ademas de racionales, deben corresponderse de forma compro- bable con los hechos, de manera similar a como las leyes fisicas se demuestran por los fenémenos concretos que explican y subsumen. Entre empirismo y racionalismo. Como vemos, el racionalismo y el empiris- mode D/Alembert en teoria del conocimiento coinciden en luchar contra toda oscuran- tista presuposicion metafisica, mitica 0 religiosa, que pretendiera trascender 0 eludir la real experiencia humana. D’Alembert entresaco de las mejores tradiciones raciona- lista y empirista una consecuencia comin: un sano escepticismo prudencial que des- confia de los presupuestos esencialistas y metafisicos (aunque se camuflen como prin- cipios de la raz6n) y reclamé que se busque validarlos en la efectiva y real experiencia humana. Ahora bien, como vemos, esta sabia exigencia prudencial habia de convivir necesariamente en DAlembert y su inmediata tradicién con una concepci6n de cien- cia muy matematizante, abstracta y poco experimentalist. Pues en tiempos de D/A- lembert todavia no se habia producido la potente y plena convergencia de las dos tra- diciones fundadoras de la ciencia actual: por una parte, la fisico-matemiatica, tedrica y poco experimental; y por otra parte, la mas pragmatica, concreta, de menor vuelo ted- 143 44 wm DALEMBERT rico y matematico, pero que busca constantemente la aplicacion tecnolégica y la con- trastacién experimental. Empirismo, pero no experimentalismo. Ya por lo que llevamos dicho debe quedar claro que no se puede confundir el empirismo y sensualismo tan apreciado por DiAlembert con un experimentalismo cientifico, entonces todavia poco desarrollado y bastante ajeno a su tradicién epistemolégica mas concreta. El empirismo y sensualis- mo de D’Alembert es sobre todo una teoria del conocimiento o concepcién antropolé- gica de como la humanidad puede conocer (a diferencia y en oposicion a lo que seria el conocimiento para Dios). Es una toma de principio en contra de las grandes dogma- ticas,ya sea teoldgico-religiosas como filoséfico-metafisicas, Notese que éste es el sentido primordial de afirmaciones generales de tipo sensista que hace D’Alembert en el Discurso preliminar: «Todos nuestros conocimientos direc- tos se reducen alo que recibimos por los sentidos, de donde se infiere que nuestras ideas las debemos a nuestras sensaciones». Pues lo mas importante es evitar que tanto la ciencia como la filosofia se pierdan «en especulaciones sobre propiedades esenciales © en asuntos sutiles relacionados con nociones abstractas. La filosofia o bien es una Geencia de hechos,o bien no es mas que una quimera». Pesea la importancia del empirismo y el sensismo como antidotos frente al dogmatis- mo, la metafisica y el esencialismo no necesariamente estan vinculados con una prac- tica real e importante de tipo experimental, Pues, como ya puso de manifiesto Francis Bacon, es mucho el trecho que hay que transitar, desde la conciencia de la necesidad de que el conocimiento parta de la experiencia y se base en hechos empiricos bien determinados, al desarrollo de una practica cientifica basada en la sistematica deter- minacién de los hechos clave de las teorias a través de programas de experimentacion rigurosos y que sean posibles dados los instrumentos, medios, condiciones y laborato- rios disponibles. La ciencia naturalista. Pero aun fuera de la experimentacion mas rigurosa en el laboratorio, que ciertamente es algo que se desarrollara sobre todo durante el siglo xx, PENSAMIENTO.EL COMPLEJO EQUILIBRIO DEL PENSAMIENTO DE DALEMBERT D’lembert tampoco simpatiz6 con otra importante tradicién cientifica de su época: la naturalista. Nos referimos a la ciencia recopilatoria, clasificatoria y de andlisis morfolé- gico que desarrollaban los muchos navegantes naturalistas de la época, de los que D/A- lembert conocié a los famosos La Condamine, Maupertuis y Bougainville (quien llevé a Paris al «buen salvaje» tahitiano que Rousseau y Diderot celebraron en sus escritos). Sig- nificativamente, D’Alembert no trabajé en ninguno de esos campos empiricos de la his- toria natural del siglo xwily ademas mantuvo un constante enfrentamiento en politica cultural y académica con el naturalista conde de Buffon (que tanto influyé en Diderot). En ciencia, DAlembert trabajé como un matemiético, buscando aplicar el modelo geo- métrico y matematizante a los émbitos «mixtos» donde puede aplicarse la matemsti- ca sobre la racionalizaci6n de lo real, abstrayéndole aquellas cualidades primarias que pueden ser tratadas numéricamente o geométricamente. Ciertamente, DAlembert ten- dia a apartarse de la tradicional definicién platénica de las matematicas como estruc- tura logica de la realidad que tiene existencia y demostracién independientemente de cualquier apreciaci6n real o empirica. Pero continué interpretando la matemiatica (en a linea del racionalismo de! siglo xvii) como la ciencia de las propiedades generales 0 cualidades primarias de todas las cosas, que por tanto puede extraerse abstrayendo sus cualidades sensibles 0 secundarias. Carencia de medios técnicos para la experimentaciOn. En los relativa- mente pocos ambitos en que D’Alembert trabajé y donde la experimentacién aparecia a todas luces imprescindible (como, por ejemplo, en su teorfa de los vientos), siempre obvi6 todo desarrollo experimental. Ello se debia no s6lo a su concepcién de la ciencia, sino que, ademas, remitia al problema general en su época de la falta de muchos meca- nismos imprescindibles para una experimentacién eficaz. Preguntémonos aunque sdlo sea un momento Zqué tipo de experimentacién habria sido necesaria para contrastar su amplisima teoria de la global circulacién terréquea de los vientos 0 «mareas atmos- féricase? {Como hacer experimentos relevantes un poco mas alld de la mitad del si- glo xvii que pudieran contrastar fenomenos como la influencia de la rotacién terrestre en lacirculaci6n global de los vientos? Evidentemente, en el siglo xvii no se podia llevar a cabo, ni mucho menos, un programa de experimentacién tan ambicioso como el que 145 da por el afin de resarcise de la Guerra dels Sete Atos, la corona francesa que hab ay al Prd, organieo dos grandes misiones de explorocién del Pacifico en busca de un hipottic cotinente australia de Lous Antoine conde de Bougainville entre 765 y 1769 ade. de Galoup conde de La Perouse, entre 1785y 1788 ao en que desaporeceron sus barcos. Bougainville qué no De ron me 146 leg6 aver los costs de Australia, expuso las aventura y noticias de aquelaexpediciéncientifica en su Voyage autour

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