CODIGO = 29264
STEPHEN E. TOULMIN
Los usos
de la argumentacién
TRADUCCION DE MARIA MORRAS Y VICTORIA PINEDA
EDICIONES PENINSULA
BARCELONA~
INTRODUCCION
Nuestra primera obligacign es establecer e aleance de nues-
tra investgaciOn y a qué ciencia pertenece.
anisrOretes, Analit
priora, 24310
El propésito de los estudios que contiene este libro es plantear proble-
‘mas, no solucionarlos; lamar la atencién sobre un terreno de investiga-
cién, més que ofrecer un panorama completo sobre él, y provocar un
debate antes que servir como manual sistemético. Son en tres sentidos
ensayos»: porque constituyen al mismo tiempo incuysiones experi-
mentales en el campo sobre el que trata; porque son ensayos o conside-
raciones de conceptos genéricos escogidos de una manera algo arbitra-
ria de un conjunto més amplio y, finalmente, porque son ballons d’essai,
‘lobos sonda pensados para evitar que otros se prendan fuego. Por esta
raz6n, puede parecer que no hay continuidad entre ellos. Algunos temas,
aparecerén repetidamente, se insistiré en ciertas distinciones centrales, y
ppor razones literarias se evitard que las expresiones de duda e incerteza
sean demasiado numerosas, a pesar de que nada de lo que sigue tiene la
pretensién de aparecer como definitivo: habré cumplido mi objetivo si
los resultados llaman a reflexiOn, Si aderds se encuentran provocado-
res, tanto mejor; en ese caso habré esperanza de que del choque subsi-
guiente de opiniones surjan las soluciones adecuadas para los proble-
‘mas que aqui se plantean.
Cual es la naturaleza de esos problemas? En un sentido, se trata de
problemas légicos. No obstante, nduciria aconfusién afirmar que son pro-
blemas de logica, ya que la entera tradicin sobre el tema haria que el lec-
tor esperara lo que no encontraré en estas paginas. Quid habria que
describirlos mejor como problemas sobre ogica; son problemas que sur-
gen con especial fuerza no en el seno de laciencia de la logica, sino cuan-
do se dejan a un lado las complejidades técnicas de la materia y se inves-
tiga acerca de e6mo afectan la ciencia y sus descubrimientos a lo que hay
fuera de ella: como se aplican éstos en la préctica y qué relaciones tienen
”inrroDucciON
‘con los ténones y los météds que se usan cuando, en la vida diaria, eva-
luamos la validea, la fuerza y el cardcter concluyente de los arguments.
aDeben existr tales conexionest Ciertamente el hombre de la calle
(0 el que no ¢s un estudioso de la materia) espera que las conclusiones
de los légicos tengan alguna aplicacién en su quehacer, y las palabras
‘con que se abre el primer tratado sistemstico sobre la materia parecen
justifcar estas expectativas, «Para empezar—afirma Aristoteles-—, de-
bbemos decir sobre lo que trata esta investigacién y a qué disciplina per-
tenece; &10 es; que se relaciona con la apodeixis {es decir, el modo en
‘que las conclusiones deben ser establecidas] y con la ciencia {episteme|
de su establecimientow. En el siglo xx de nuestra era puede que sea po-
sible poner en duda esta relacién, y algunos habré acaso que pretenda
que la edemostracién logica» era una. 0 de con-
‘lusiones en el transcurso norm: nt
do Arist6teles pronuncié las palabras que he citado, una actitud tal no
«ra posible. Para 4), las cuestiones sobre la «apodeixiss eran simplemen-
te cuestiones sobre la demostracién, la valider.o la justificacidn—en el
sentido cotidiano—de afirmaciones y conclusiones del tipo que cual-
quiera puede realizar; incluso hoy, si dejamos a un lado los fascinantes
problemas de la logica técnica, resulta importante plantear cuestiones
generales,filosoficas, sobre la evaluacién préctica de los argumentos.
Esta es la clase de cuestiones sobre las que tratan los presentes ensayos.
Y puede que sorprenda darse cuenta de lo poco que se ha progresado en
entender las respuestas durante los sighos transcurridos desde el naci-
miento, con Aristételes, de la ciencia légica
Con todo, uno se puede preguntar, sin duda: ;son justamente estos
“ los problemas sobre los que deberia ocuparse lalogica?, sno son estos los
asuntos basicos de los que arranca la logica y alos que debe volver ince-
santemente? No tengo el deseo ni el derecho de hablar sobre las obliga-
.
Por consiguiente, en los estudios que siguen a continuacién, la na-
turaleza del proceso racional secé objeto de discusién teniendo en men-
35inrropucci6x
tela «analogia juridica»: nuestro tema sera la prudentia, no simplemen-
te del ius, sino de manera més general de la ratio. Los dos primeros ca
pitulos son, en parte, preparatorios para el tercero, puesto que es en ese
capitulo donde se exponen los resultados cruciales de esta investigacion.
En el primer capitulo, el ema principales a variedad de afirmaciones y
argumentos que se pueden realizar; la cuestiOn de la que se trata es
cémo cambian y no cambian la forma y la estructura del argumento al
pasar de un tipo de enunciado a otro o al moverse entre argumentos
ertenecientes a campos diferentes: la principal innovacién aqui ¢s la
distincion entre la «fuerza» de los términos de la evaluacién logica y las
stazones» 0 scriterios» para su uso, una distinciOn que seré retomada
‘més adelante, El segundo capitulo es un estudio de la nocién de proba-
bilidad, que sirve en estas paginas como investigaci6n piloto, introdu-
cindonos en una serie de ideas y distinciones que pueden arrojar luz
sobre las categorias de la evaluacién racional.
Con el tercer capitulo, se lega a la cuestién central de cémo exponer
¥ analizar los argumentos con el fin de que nuestras valoraciones sean
logicamente transparentes; es decir, con el fin de dejar claras las funcio-
nes de las diversas proposiciones aducidas en el transcurso de una argu-
‘mentacién, asi como la relevancia de los diferentes tipos de eriticas que
pueden hacerse en contra. La forma de anilisis a la que se ha llegado es
significativamente mas compleja de la que los logicos emplean habitual-
‘mente, y nos obliga a establecer una serie de distinciones para las que no
hay lugar en un analisis normal; en el pasado se han mezclado demasia-
das cosas—segin sefialaré—bajo el nombre de wpremisa mayors y, al di-
ir los argumentos tnicamente entre «deductivos» e «inductivos», se
hha confiado en una sola distincién para marcar por lo menos cuatro dis-
tinciones diferentes. Al distinguir entre éstas, comienza a parecer como
sila logica formal efectivamente hubiera perdido de vista su aplicacién
‘como si se hubiera desarrollado una divergencia sistematica entre las
categorias de la practica l6gica y el andlisis que han recibido en los ma
nuales y tratados l6gicos.
Los origenes filosdficos de esta divergencia y sus implicaciones para
la légica y la epistemologia son el tema de estudio de los dos capitulo fi
rales. En el cuarto capftulo, se trazan los origenes de esa divergencia en
ideal aristotélico de la Iogica como ciencia formal comparable ala geo-
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. irropucciOn 4 -
smetria. En el campo de la jurisprudencia, la sugerencia de que el obje-
tivo deberia ser producir teorias que tengan la estructura formal de las
‘mateméticas nunca ha gozado de aceptacién, y resulta que se puede ob-
jetar también contra la idea de refundir la totalidad de la teorta K6gica en
forma matemética. El quinto capitulo describe algunas de las consecuen-
cias de mayor alcance de la desviacin existente entre las categorias dé la
{ogica empleada normalmentey el andlisis que realizan de elas los filé-
sofos; en particular, se centra en sus efectos para la teorfa del conoci
rmiento. Aqui, como en la lgica, se ha otorgado un lugar privilegiado a
los argumentos respaldados por implicaciones: siempre que se ha visto
{que las pretensiones de conocimiento estaban basadas en pruebas que
10 implicaban analiticamente lacorrecci6n dela afirmacién, se ha teni-
do la impresion de que existia una «laguna l6gica» que el filésofo debia
superar 0 conjurar de alguna manera. Como resultado, ha surgido todo
tun abanico de problemas epistemologicos alrededor de las tesiscientifi-
cas, icas,estéticas y teolégicas. Una ver, sin embargo, que nos damos
cuenta de dénde estin las causas de la divergencia entre la Logica que se
cemplea normalmente y a teoria logica, hay que poner en entredicho si
305 problemas deberian, en todo caso, haberse planteado. Estamos ten-
tados de ver deficiencias en esas tesiss6lo porque las comparamos con
tun ideal filos6fico que resulta irrealizable por la propia naturaleza de los
‘casos, La verdadera tarea de la epistemologia seria, no superar estas de-
ficiencias imaginarias, sino descubrir qué virtudes reales pueden espe-
rar lograr desde un punto de visa realista los cientificos, los moralista,
los criticos de arte 0 los tedlogos.
La existencia de ese «doble estindar, de esa divergencia entre las
Preguntas que se hace el filésofo ante el mundo y las del hombre co-
rriente, es, desde luego, un lugar comtin, Nadie lo ha expresado mejor
que David Hume, quien supo ver ambos modos de razonamiento en
‘una tinica y misma persona; es decir, en él mismo, Usualmente, la diver-
sgencia ha sido tratada como un motivo de orgullo , en todo caso, algo
que debia tolerarse; como una marca (en el mejor de los casos) de la pe-
netracién y profundidad superiores en el pensamiento de los filésofos 0
(en el peor de los casos) como el resultado de una disculpable peculiari-
dad psicologica, Parece casi meaquino sugerir por mi parte que pudiera
ser, de hecho, nada mas que la consecuencia de una clara falacia, del fra-
7ttropucci6n
«aso que supone extraer dela propia teorizacién logica todas la distin-
ciones que las exigencias de la prctica legal requieren.
Los estudios que siguen son, como ya he dicho, s6lo ensayos. Para
que nuestro andtisis de los argumentos Megara a ser verdaderamente
efectivo y apegado a la vida real, necesitaréa, muy probablemente, hacer
uso de nociones y distinciones a las que ni siquiera se alude aqui. Pero
estoy seguro de algo: de que al tratar la légica como una suerte de juris-
prudencia generalizada y al examinar las ideas confrontindolas con la
préctica real de la evaluaci6n de los argumentos y no con un ideal filo-
s6fico, podremos finalmente construir un cuadro muy diferente del tra
dicional. A lo maximo que aspiro es a que alguna de las piezas cuya fi-
gura he dibujado aqui conserve un lugar en el mosaico cuando esté
completado,
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(CAMPOS DE ARGUMENTACION ¥ TERMINOS MODALES
Sobrecargo del paquebote que cruza el Canal de la Mancha: «No
puede ponerse enfermo aqui, sefiors. Pasajero aquejado de ma-
reo: Ah if, sno puedot» (y vomita).
Punch
Quien formula una aseveracién esté formulando una pretensién: re-
lama nuestra atencién 0 que le creamos. A diferencia de quien habla
feivolamente, en broma 0 sélo de manera hipotética (bajo la rabric
esupongamos que...), de quien desempefa un papel o habla tinica-
mente para impresionar, 0 de quien compone inscripciones lapidarias
(en las que, como observa el Dr. Johnson, «no se esté bajo juramenton),
Auien asevera algo quiere que lo que dice se tome en serio; y isu enun~
ciado es tomado como una afirmacién, asi sucederd. Cudn en serio serd
tomado depende, por supuesto, de muchas circunstancias: del tipo de
persona que sea, por ejemplo, y de la confianza general que despierte. Se
confia en las palabras de algunos hombres sélo por la reputacién de que
disfruten como hombres prudentes, de buen juicio y veraces. Sin ern-
‘argo, es0 no significa que la cuestiOn del derecho que tienen a gozar de
‘nuestra confianza no pueda surgir en el caso de todas sus aseveraciones:
significa s6lo que estamos seguros de que se probaré que cualquier afir-
‘macién que hagan sopesada y seriamente tendra un caso s6lido detrés
de ella y que merece nuestra atencién por mérito propio, que tiene de-
recho a elo
La pretension implicta en una aseveracién es como la pretensién 0
reivindicaciOn de un derecho o un titulo. Como ocurre con la reivindi-