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SEMIÓTICA 998

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Semiótica

Introducción 1. El signo en la Antigüedad; cieran posible una comparación entre los di-
2. El signo en la Edad Media. 3. El signo en ferentes sistemas simbólicos: «Para una se-
la Edad Moderna. 4. La semiótica de Charles miótica general, el discurso filosófico no es
S. Peirce. 5. La semiología de Ferdinand de ni aconsejable ni urgente, sino sencillamen-
Saussure. 6. La semiótica en el siglo XX te constitutivo», escribió Umberto Eco. Por
este motivo, y con la finalidad de ofrecer una
INTRODUCCIÓN. Vivimos inmersos en signos. visión más ajustada de la semiótica, la expo-
Los seres humanos tenemos la capacidad sición se hará con un enfoque histórico, cen-
de convertir en signos todo lo que tocamos. trando la atención en algunos de los autores
Cualquier objeto, sea natural o cultural, un que mayor importancia han tenido para el
color, un trozo de tela, un dibujo, cualquier estudio del signo desde la Antigüedad hasta
cosa relacionada con nosotros puede adqui- nuestros días.
rir un valor añadido, un significado. A la di-
mensión ontológica que las cosas tienen, los 1. EL SIGNO EN LA ANTIGÜEDAD. Las primeras re-
seres humanos añadimos una nueva dimen- flexiones documentadas acerca del signo,
sión, la semiótica, esto es, su empleo como procedentes de la antigua Grecia, se centran
signos para manifestarnos unos a otros lo sobre todo en el lenguaje, y su finalidad, le-
que pensamos, lo que queremos, lo que sen- jos de ser inmanente, consiste en justificar
timos y lo que advertimos en nuestra rela- un determinado sistema filosófico. Comen-
ción con el mundo. zando por Platón, toda su doctrina puede
La «semiótica» o ciencia de los signos considerarse como una doctrina del signo y
–término derivado del griego semeion (sig- de su referente metafísico. En lo que ata-
no, indicio)– constituye hoy un ámbito dis- ñe al signo lingüístico, Platón plantea en su
ciplinar amplio y heterogéneo, porque su diálogo Cratilo si las palabras convienen a
objeto, los procesos de significación o de las cosas por naturaleza o por convención.
semiosis, son abordados desde perspecti- El hecho de que parezca inclinarse por la
vas teóricas y metodológicas muy diversas. primera postura se explica quizá desde su
En particular, el florecimiento de la lingüísti- filosofía inmovilista: admitir que los signos
ca y de las ciencias de la comunicación a lo lingüísticos son producto de la mente hu-
largo del siglo XX ha venido reclamando la mana está peligrosamente cerca de admitir
elaboración de una semiótica filosófica que que también lo son las leyes que rigen la
estableciera las categorías generales que hi- sociedad.
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Aristóteles, en cambio, opta por el con- el tercero inmaterial, es decir, la cosa desig-
vencionalismo, lógicamente ligado a su con- nada y enunciada que puede ser verdadera o
cepción de la proporcionalidad como princi- falsa» (H. Arens, La lingüística).
pio orientador de la conducta y de la razón, A diferencia de los estoicos, los alejandri-
pues cuanta más regularidad se encuentre nos estaban interesados principalmente en
en un sistema de comunicación arbitrario y el lenguaje como parte de los estudios li-
convencional, tanto más eficiente será. Ade- terarios y fueron partidarios de la posición
más, Aristóteles reflexiona sobre las distin- analogista. La obra de sus principales re-
tas unidades sígnicas del lenguaje y distin- presentantes, Dionisio de Tracia y Apolonio,
gue entre onoma, signo que por convención centrada sobre todo en la gramática de la
significa una cosa; rema, signo que significa lengua griega, penetró en la gramática la-
también una referencia temporal; lógos, un tina. A su vez, la obra del gramático latino
signo complejo, un discurso significativo en- Prisciano constituyó el puente entre la Anti-
tero; y syndesmoi, signos cuyo significado güedad y la Edad Media.
no es autónomo sino que se establece por el Pero antes de pasar al Medievo, hay que
contexto. A causa de su identificación entre mencionar la teoría de los signos de san
lógica, semántica y gramática, Aristóteles Agustín, de especial interés por el hecho de
elabora sus categorías lógicas sobre el mo- que no se ciñe exclusivamente al lengua-
delo de las categorías gramaticales. La ló- je. Según este autor, «un signo es algo que,
gica aristotélica está considerada como una además de la impresión que hace en los sen-
lógica sustancial, que reproduce en la forma tidos, suscita en la mente alguna otra cosa».
del pensamiento, y, por tanto, del discurso, San Agustín distingue entre signos natura-
las formas de la realidad; pero las formas de les, «aquellos que, sin propósito o intención
la realidad han de ser universales y, en cam- de significar nada exterior a ellos, permiten
bio, las formas del lenguaje, para Aristóte- conjeturar alguna cosa», y los signos cons-
les, son las de la lengua griega. Basta con cientemente dados, «aquellos que todos los
cambiar el modelo lingüístico para descubrir hombres se hacen para, en la medida de lo
que la conexión sujeto-cópula-predicado no posible, mostrar todo lo que les sucede: lo
siempre se mantiene. que sienten y lo que piensan». Entre los dis-
Con los estoicos se dio un paso importan- tintos signos concede primacía a los verba-
te en el conocimiento de la lengua, e incluso les, pues «la gran cantidad de signos con
desarrollaron una teoría del signo lingüísti- que los hombres comunican sus pensamien-
co. Frente a la posición analogista de Aris- tos consisten en palabras. Todos los otros
tóteles, consideraron el lenguaje como una signos, de que brevemente he hablado, he
capacidad humana natural que había que podido exponerlos con palabras, pero yo no
aceptar tal como era, con todas sus irregula- hubiera podido expresar las palabras con
ridades características. Según ellos, el signifi- aquellos signos».
cado, el significante y el objeto se unen entre
sí de tres maneras: «En efecto, el significan- 2. EL SIGNO EN LA EDAD MEDIA. Con los modistae
te es la imagen fónica, el significado es la en el siglo XIII reaparecerá el interés espe-
cosa misma expresada por la imagen fónica, culativo por el signo lingüístico. El interés
cosa que nosotros aprehendemos pensando científico de la escolástica por la lengua deri-
simultáneamente en lo que se representa y va de aristóteles y se centra en la aplicación
en la imagen fónica, pero los extranjeros no de su lógica a la gramática, armonizando los
lo aprehenden aunque oigan el sonido; final- dos ámbitos. Si en la filosofía Aristóteles se
mente, el objeto es lo que existe fuera de no- había convertido en la autoridad máxima, en
sotros. De estos tres conceptos, dos son ma- gramática lo seguía siendo Prisciano. Des-
teriales, o sea la imagen fónica y el objeto, y de esta base se quería ver cómo se refle-
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jaban los conceptos mentales establecidos fondo, esta contienda entre realismo y no-
por Aristóteles en las partes de la oración minalismo no hace más que repetir en un
fijadas por Prisciano. Por consiguiente, se plano más elevado aquella otra que consistía
procedió a indagar qué y cómo significan las en dilucidar si las palabras eran significantes
ocho partes de la oración, cómo se originan, por naturaleza o por convención.
y se llega así a una filosofía de la palabra
y de su significación más precisa: de sus 3. EL SIGNO EN LA EDAD MODERNA. En el siglo
modos de significación. Muy resumidamen- XVII se manifiestan en Europa tres tipos de
te puede decirse que esa teoría consistía en observación lingüística claramente diferen-
establecer una relación unidireccional entre ciados. En las islas Británicas, la empírica
objeto, concepto y signo. Los objetos tienen pura, desde Bacon hasta Locke. Francis Ba-
unas propiedades universales que la mente con sostiene que «es evidente que hay tipos
mediante sus modos de operación también de comunicación distintos que las palabras
universales aprehende y, en función de es- y las letras […] todo lo que permite diferen-
tas propiedades aprehendidas, construye el ciaciones, que son bastante numerosas para
lenguaje. Esta teoría se basa en un realismo expresar la multiplicidad de los conceptos
moderado que consiste en diferenciar un sis- (si bien estas diferencias solo son aprehen-
tema pasivo de uno activo. El primero, abs- sibles por los sentidos), puede convertirse
tracto, sería la materia y tendría un carácter en vehículo de las representaciones de hom-
universal, mientras que el segundo, concre- bre a hombre. […] Los signos para las co-
to, sería la forma con carácter accidental. Es sas que designan sin utilizar la forma de la
decir, de una gramática universal serían pro- palabra, son, por lo tanto, de dos clases: 1,
ductos accidentales las lenguas particulares. congruentes; 2, arbitrarios». Considera las
En el realismo de la escolástica, mientras la lenguas como formas de expresión del es-
relación entre verbum y especie inteligible píritu humano, distintas según las naciones,
es arbitraria, la que existe entre concepto y y contempla la posibilidad de crear un len-
cosa es motivada. Este proceso llega a con- guaje ideal para la comunicación de saberes
vertirse en totalmente sígnico con su deriva y conocimientos usando los mejores rasgos
nominalista. y características de algunas de las lenguas
La postura nominalista encuentra uno de existentes. En la misma línea, John Wilkins
sus principales representantes en Guiller- ideó un sistema de signos reales, destinados
mo de Ockham, que defiende que los uni- a servir de medio de comunicación entre to-
versales son sólo nombres o palabras, sin das las naciones, esquematizando en teoría
existencia fuera del lenguaje. Afirma que las todo el conocimiento humano.
proposiciones científicas no se refieren a las John Locke traza, por una parte, una cla-
cosas, sino a los conceptos. Los conceptos, ra línea de separación entre palabra y cosa
a su vez, son simples signos de cada cosa, y, por otra, establece la inconsistencia de la
como una especie de artificio estenográfico relación palabra-representación que incluso
por medio del cual reunimos bajo una única puede desaparecer de la conciencia, de tal
rúbrica genérica a una multiplicidad de indi- manera que quede el solo dominio de la pa-
viduos. Por lo tanto, el proceso para llegar labra. Es decir, aboga por una negación del
a formular un concepto es igual a aquel por conocimiento por medio del lenguaje a la vez
el que se llega a formular un signo. El sig- que sostiene la independencia de su domi-
no lingüístico es un significante que se refie- nio. Según Locke, se puede dudar de las co-
re al concepto como significado suyo, pero sas, pero de los signos no, ya que las ideas
el concepto a su vez es un signo, el signifi- no son otra cosa que los signos estenográfi-
cante abreviado y abstracto cuyo significado cos bajo los cuales recogemos, por razones
o referente son las cosas singulares. En el operativas, las hipótesis sobre las cosas que
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se ponen en duda. Las palabras no expresan gica que expresan. Es una lógica de la sus-
las cosas, porque las cosas se conocen por tancia para la que la estructura profunda
medio de la construcción de ideas comple- de los enunciados es la estructura profun-
jas y con la combinación de ideas sencillas. da de lo real.
Las palabras se refieren a las ideas, como a Finalmente, destaca la línea de Gottfried
su significado más inmediato. Por ello, existe W. Leibniz, intermedia entre las dos anterio-
una relación arbitraria entre palabras y co- res. Según este filósofo, cada lengua no so-
sas. No existe motivación profunda y, ade- lamente refleja la historia de un pueblo, sino
más, el elemento mediador entre palabras y que condiciona su mentalidad y sus costum-
cosas en sí ya es arbitrario, pues el concepto bres. El objeto de la ciencia es elaborar un
es una construcción selectiva. Las ideas abs- instrumento lógico que sea capaz de superar
tractas no reflejan la esencia individual de la estas diferencias y establezca una corres-
cosa, que nos es desconocida, sino su esen- pondencia rigurosa entre un sistema de sig-
cia nominal. La misma idea, como esencia nos y el sistema de las ideas lógicas, puesto
nominal, ya es signo de la cosa. Para Locke, que en las lenguas naturales no existe esta
la esencia nominal como idea abstracta to- correspondencia.
davía tiene consistencia mental, pero ya es En el siglo XVIII Étienne Bonnot de Con-
un producto semiótico. dillac continúa de un modo tajante con la lí-
George Berkeley ve el universo como un nea racionalista: «… toda lengua es un mé-
sistema simbólico y afirma que incluso nues- todo analítico y todo método analítico es
tras percepciones tienen una pura función una lengua […]. Las primeras expresiones
sígnica, pues constituyen palabras de un len- del lenguaje de los gestos vienen dadas por
guaje por medio del cual Dios nos explica el naturaleza, puesto que resultan de la cons-
mundo. Afirma que «lo que nosotros cono- titución orgánica del hombre: son las prime-
cemos son percepciones individuales, ideas ras que aparecen, pero la analogía forma las
particulares; si queremos dar un significado restantes y difunde esa especie de lengua;
a nuestras palabras y hablar solamente de lo poco a poco aquélla es capaz de expresar re-
que podemos entender, creo que podemos presentaciones de todo tipo […]. El álgebra
reconocer que una idea, que en sí misma se es un lenguaje bien formado, y por cierto el
considera como particular, se convierte en único. Nada en él es caprichoso. La analo-
general cuando se la hace representar y se gía siempre evidente conduce claramente de
la hace estar por todas las demás ideas de la expresión en expresión. El uso aquí no tie-
misma especie». La nominalización absoluta ne vigencia […]. En la analogía, pues, estri-
de las mismas ideas lleva a la consideración ba toda la ciencia del pensamiento y del len-
de que no se pueden fundar conocimientos guaje».
seguros sobre el lenguaje.
Por otro lado, en Francia, se desarrolla la 4. LA SEMIÓTICA DE CHARLES S. PEIRCE. El filósofo
vía racionalista, representada por los maes- y científico norteamericano Charles S. Peirce
tros de Port-Royal, quienes se esforzaron por es considerado comúnmente como el padre
mostrar la influencia del pensamiento y de de la semiótica contemporánea. Para Peirce
la razón humana en unos rasgos universales todo conocimiento es inferencial y el signo
necesarios de todas las lenguas, aunque con es la única vía de acceso a la realidad. Con
distinta manifestación externa. Según estos esto, toda la atención se centra en la semio-
autores, el lenguaje refleja el pensamiento, sis, que da lugar a una definición triádica del
y las leyes del pensamiento son iguales para signo: el signo propiamente dicho (repre-
todos los hombres. La función de una gra- sentamen), aquello que representa (objeto)
mática general es hallar, por debajo de las y la instancia intermediaria que conecta a
superficies de las frases, la articulación ló- ambos (interpretante). A su vez, cada uno
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de estos elementos puede ser también un a una compleja clasificación de signos. La


signo, con lo que la cadena de la semiosis más conocida es la que se refiere a la rela-
virtualmente podría prolongarse hasta el in- ción entre el representamen y el objeto: ín-
finito. Como el signo se ve enriquecido a lo dices, iconos y símbolos. Una relación de se-
largo del tiempo con matices nuevos, Peirce mejanza entre signo y objeto es una relación
sostiene que mediante la semiosis aumenta icónica. Un signo es un icono si se asemeja
paulatinamente el conocimiento sobre el ob- a su objeto y si la cualidad o el carácter de
jeto al que representa. esta semejanza pertenece al signo indepen-
En todos los casos en los que un repre- dientemente de si su objeto realmente exis-
sentamen se dirige a un interpretante men- te o no. Un signo es un índice si tanto el sig-
tal –lo que sucede casi siempre–, el término no como el objeto existen en la actualidad o
«representamen» es equivalente al de «sig- han existido en el pasado, y el signo se re-
no». A su vez, el fundamento del signo es laciona con su objeto a través de la acción
una característica especial, esencial a su dinámica que el objeto ejerce sobre el sig-
funcionamiento como signo. En otras pala- no. Un signo es un símbolo si tanto el signo
bras, es la base sobre la que es interpre- como su objeto son leyes y la relación entre
tado el objeto en cuyo lugar está el signo. signo y objeto también es una ley o una re-
Esta base puede ser una cualidad, una cosa gla general. Rara vez estos tipos de signos
o suceso actualmente existente (contex- se encuentran aislados y, según Peirce, el
tual), o una ley o regularidad. Estas bases signo más perfecto es aquel que mezcla de
diferentes sólo están separadas por abstrac- la manera más igual posible los tres tipos.
ción, pues en el uso de los signos se en- En definitiva, la definición peirceana del
cuentran mezcladas: una cualidad ocurre en signo resalta la importancia central de la in-
el espacio y en el tiempo, un suceso opera terpretación: un signo sólo es un signo si es
como signo mediante las leyes y regularida- tomado o interpretado como tal. También
des que le gobierna y una regularidad sólo permite ver que únicamente por extensión
existe en cuanto a sus ocurrencias contex- hablamos de todo el objeto físico como un
tuales. El objeto de un signo puede definir- signo: en realidad, sólo algunos aspectos
se como aquel ítem específico dentro de su especiales del objeto son relevantes para su
contexto con el que se relacionan colateral- funcionamiento como signo en un contexto
mente todos los interpretantes. El interpre- particular –aquellos que constituyen su fun-
tante, por último, es un efecto producido por damento–. Por último, permite colocar en
el signo en la mente del intérprete. Puede un mismo marco teórico a los signos natu-
ser de diversa índole: una representación, rales y los signos artificiales (iconos, índices
un sentimiento, una acción, etc. Peirce di- y símbolos).
ferencia tres tipos de interpretantes: el di-
námico, que es el efecto semiótico actual de 5. LA SEMIOLOGÍA DE FERDINAND DE SAUSSURE. Co-
un signo; el final, que es el efecto semióti- rresponde al lingüista ginebrino Ferdinand
co que produciría el signo si pudiera satisfa- de Saussure un papel central en el estudio
cer plenamente la norma por la que preten- del signo en la lingüística europea. Saussu-
de ser juzgada; y el inmediato, que es todo re aspira a definir la lengua como un obje-
lo que es explícito en el signo mismo apar- to autónomo de estudio de la disciplina de
tado de su contexto y circunstancias de pre- la lingüística, y para ello se ve obligado a
ferencia. reflexionar sobre la naturaleza del signo
Por otra parte, Peirce distingue entre tres lingüístico. La lingüística, según Saussure,
categorías en el plano de las ideas –primeri- sería una parte de la semiología, el estu-
dad, segundidad y terceridad–, lo cual, apli- dio general de los signos, y al ser la lengua
cado a los componentes del signo, da lugar el sistema de signos más desarrollado, su
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estudio podría servir de modelo para el de do entre las semióticas aplicadas a campos
otros sistemas semióticos. Su afán por mos- muy especializados (moda, diseño, cine,
trar la autosuficiencia de la lengua le lleva a etc.) y las pretensiones de una semiótica
excluir de su teoría todo lo exterior a ella: general como ciencia universal de toda co-
de ahí su definición diádica del signo, enti- municación humana. Desde un punto de vis-
dad psíquica que constaría de un concepto ta teórico, la semiótica reclama para sí una
y una imagen acústica. Estas unidades del función integradora de todos los diversos
pensamiento y de la materia fónica respec- sistemas simbólicos. Sin embargo, aunque
tivamente son segmentadas y enlazadas por en los años cincuenta algunos consideraron
la lengua de manera totalmente arbitraria, que la semiótica era la disciplina clave para
de modo que los signos únicamente poseen el desarrollo de una teoría unificada de las
identidad dentro de un sistema de valores ciencias, puede afirmarse que hasta hoy no
enteramente relativos. Es decir, cada signo ha llegado a incidir realmente en la investi-
se caracteriza por oposición a los demás. gación académica.
De esto se puede deducir dos consecuencias En los Estados Unidos ha sido importan-
fundamentales, aplicables al signo en gene- te el interaccionismo simbólico de George H.
ral: por una parte, su carácter convencional Mead y sus seguidores, que aspira a com-
y, por otra, su pertenencia a una estructura prender para qué se realizan símbolos y no
en la que cualquier modificación de uno de sólo en qué consisten. Según estos auto-
los elementos repercute en la totalidad del res, todos los símbolos humanos, y no sólo
sistema. el lenguaje, poseen un origen comunicativo
Si bien Peirce y Saussure coinciden en al- y están al servicio de funciones sociales. Ini-
gunos presupuestos fundamentales como la cialmente los símbolos son representaciones
convicción de que no existe pensamiento sin externas que cumplen fines comunicativos.
signos y la concepción de una interdepen- En el desarrollo humano sufren un proceso
dencia de los signos (la semiosis infinita y el de interiorización por el cual los significantes
sistema), sus distintos objetivos condicionan se condensan y mentalizan, haciéndose ins-
todo el desarrollo posterior: mientras que trumentos de autocomunicación, que cum-
Peirce tiene en cuenta a la persona (el intér- plen funciones cognitivas importantes y defi-
prete) y la realidad (el referente), Saussure nen el plano de conciencia de segundo orden
no los considera relevantes. Asimismo, sus (conciencia de sí mismo). Esta perspectiva,
estudios han dado lugar a continuaciones de que insiste al mismo tiempo en el origen y
diversa índole, en ocasiones incluso contra- naturaleza comunicativa de los símbolos y
puestas. En general, puede decirse que la en el carácter semiótico de la conciencia hu-
teoría de Peirce abrió el camino para el estu- mana, es la que caracteriza a las posturas
dio de las relaciones entre la producción del interaccionistas.
sentido, la construcción de la realidad y el En Francia, muchos estudiosos del sig-
funcionamiento de la sociedad. La de Saus- no comenzaron su trayectoria en la línea del
sure, por su parte, ha suscitado teorías que estructuralismo iniciada por Saussure, pero
han visto a la lengua como interpretante de acabaron adoptando posturas críticas hacia la
todo sistema semiológico. misma, que suelen agruparse bajo el nom-
bre de postestructuralismo. Entre estos au-
6. LA SEMIÓTICA EN EL SIGLO XX. En el pasado tores se encuentran, entre otros, Jacques
siglo la influencia de la semiótica en la filo- Lacan, Roland Barthes y Jacques Derrida.
sofía ha sido limitada. Más aún, las relacio- Al final del siglo XX pertenece la propues-
nes entre filosofía y semiótica no han sido ta del italiano Umberto Eco de una teoría se-
fáciles, en particular por el incierto estatuto miótica unificada. Conjunta elementos tanto
disciplinar de la semiótica, que ha oscila- de la línea de Peirce como de la de Saus-
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sure, con el objetivo de que su definición según los presupuestos de cada autor. En los
pueda ser aplicada a cualquier tipo de sig- comienzos del siglo XXI, carecemos de un
no. Para ello se basa en la hipótesis de que consenso disciplinar en semiótica e incluso
si el uso común llama signos a una canti- acerca de la propia definición de «signo».
dad muy diversa de fenómenos, ha de exis-
tir una estructura de fondo que los haga co- Bibliografía
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por convención previa, cualquier señal está
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esta antigua definición de carácter muy ge- Elin Runnquist
neral adquiere implicaciones muy distintas Jaime Nubiola

Sensible per accidens

1 Según el objeto. 2. Según el sujeto 3. Inte- Para entender bien el sensible per accidens
lección del singular debemos contrastarlo con el sensible pro-
pio de un determinado sentido. Así, el sen-
1. SEGÚN EL OBJETO. Se llama sensible per ac- sible propio del ojo es el propiamente senti-
cidens a aquel que no lo es propiamente, do por el ojo, esto es, el color. Sin embargo,
pues propiamente es un inteligible. Pero un las sensaciones no se dan solas, sino asocia-
inteligible que parece captado por los sen- das con otras sensaciones simultáneas o an-
tidos mismos, como si fuera un sensible. El teriores, constituyendo con ellas una percep-
sensible per accidens es aquel que el enten- ción. Así, mediante el ojo veo el color blanco
dimiento capta inmediatamente en el mero y la tersura granulada del azúcar, y asocio de
encuentro con la cosa sentida. Por ejemplo, inmediato –statim– la visión del azúcar con
inmediatamente, cuando veo a alguien que su dulzura; se diría que siento –sensible per
habla, o que se mueve a sí mismo, aprehen- accidens– la dulzura con los ojos, sensación
do por el entendimiento su vida, por lo que que se trasmina al gusto, sentido que pa-
puedo decir que veo que vive. Esto es lo que rece que saborea el color blanco del azúcar
ocurre con la existencia, con la sustancia y –sensible per accidens–, no habiendo gusta-
en algunos casos con la esencia de las cosas do ahora el azúcar sino sólo viéndolo. Este
reales, cuando sus accidentes sensibles son fenómeno del sensible que es propio para un
conocidos sólo por nuestros sentidos. sentido –el blanco para los ojos– y per acci-

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