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Oda IV.

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Horacio1

Quien intente emular, ¡oh Julo!, a Píndaro2


con arte dedaleo alza sus alas
enceradas y al ponto cristalino
dará su nombre.

Como río que, henchido por las lluvias


Su cauce usual, de las montañas baja,
Tal corre hirviente Píndaro el inmenso
de honda palabra

merecedor de apolinar laurel


cuando nuevos vocablos en audaces
ditirambos arrastra o fluye en ritmos
sueltos o canta

a los dioses y reyes de divina


estirpe a cuyas manos los Centauros
hallaron justa muerte y la Quimera
de horribles llamas;

o al caballo y al púgil que a su casa


vuelve divinizado con la palma
elea y honras que en verdad aventajan
a cien efigies;

o llora al joven de su triste esposa


separado y, al negro Orco robando
su ánimo y fuerza y áureas costumbres,
al cielo llévalos.

Aura potente, Antonio, es la que al cisne


dirceo eleva hasta las altas nubes;
pero yo, al modo de matina abeja
que laboriosa

1 Quinto Horacio Flaco. Poeta lírico latino, conocido especialmente por sus Sátiras, Odas y
Epístolas.
2 Poeta lírico griego. Nació el 518 a.c. en Beocia y muere en Argos el 438 a.c. Conocido

especialmente por sus odas a los atletas ganadores de los juegos olímpicos. También
compuso himnos celebratorios, cantos a Apolo, a Dioniso, composiciones corales y
lamentos a los muertos.
liba el dulce tomillo
en los espesos bosques del fresco
Tíbur, con trabajo compongo
humildes versos.

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