Los ojos de Goro’mosh

Escrito por: Thomas M. Reid.

Desarrollo: Timothy Brown, Clint Black, Jodi Black, Thomas Shook.

Dirección artística, diseño gráfico y Ilustraciones interiores: Grosnez, Jon

maquetación: Aaron Acevedo, Jason
Engle, Thomas Shook.
Edición y corrección: Jodi Black.
Taylor, Inna Vjuzhanina.
Cartografía: Ben Acevedo, Emma Bel-
trán, Jason Engle.
Savage Worlds por Shane Lacy Hensley.

CRÉDITOS ADICIONALES DE LA EDICIÓN ESPAÑOLA

Edición: Adolfo García, Jorge Coto,
M. Alfonso García.
Traducción: M. Alfonso García.
Corrección: Fernando Sendino.
Maquetación: M. Alfonso García.
Depósito legal: AS 02739-2016
ISBN: 978-84-944682-5-4
www.htpublishers.es

Savage Worlds, así como todos los personajes y criaturas únicos, lugares, imágenes, arte y el
logo de Pinnacle son © 2015, Great White Games, LLC; DBA Pinnacle Entertainment Group.
Lankhmar, Nehwon, Fafhrd, el Ratonero Gris y todos los lugares y personajes asociados con
ellos son marcas registradas en nombre de Fritz Leiber. Todos los derechos reservados. Produ-
cido bajo licencia por HT Publishers.
 Introducción
E sta aventura para Lankhmar:
la ciudad de los ladrones intenta
mantenerse fiel al espíritu de las obras
de Fritz Leiber, centrándose en la na-
turaleza más inquietante y ruda de la
ciudad o sus habitantes. Recurre a los
tópicos del género, como bandidos
acechando en callejones oscuros, hechi-
ceros siniestros, ladrones sin corazón,
sacerdotes fanáticos consagrados a dio-
ses ya olvidados y el millar de planes
e intrigas que tejen en todo momento.
Sumergirá a los héroes en una trama
que los enfrentará a agentes de varias
facciones poderosas de la ciudad, todo
ello mientras les ocultan su auténtica
naturaleza hasta casi el final.
En Los ojos de Goro’mosh, los personajes
empiezan por encontrarse con una ra-
mera, acosada por un grupo de matones
cuya primera intención parece ser robarla
y matarla. Todo parece bastante normal,
pero la presencia de una extraña máscara,
más el inquietante hecho de que tanto la
cortesana como sus atacantes aparezcan
asesinados durante la mañana siguiente,
rápidamente lo complica todo.
Durante los días siguientes, los perso-
najes se encontrarán con conductas in-
usuales entre grupos de comerciantes, la
guardia de la ciudad e incluso el Gremio
de Ladrones y, en todos los casos, el único
vínculo común parecen ser unas extrañas
máscaras con gemas azules como ojos.
Al final, los héroes descubren que
se han visto implicados en un con-
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flicto entre las distintas clases sociales
de Lankhmar, a pesar de que la mayo-
ría de los participantes en él no parecen
ser conscientes de ello. Si los personajes
andan listos y no sucumben ante la po-
derosa magia que sus enemigos usarán
contra ellos, podrán desbaratar los pla-
nes de un depravado sacerdote y del
vengativo dios al que sirve.
El ritmo del misterio
No hay ninguna razón por la que debas
comenzar inmediatamente tu campaña
con la primera de las aventuras que apa-
recen en Los ojos de Goro’mosh. Es posible
que prefieras dar la oportunidad a tus
personajes de familiarizarse primero un
poco con la ciudad. La trama principal
comienza con Una máscara en la noche,
pero después de eso es cosa tuya (y de
tus jugadores) decidir el ritmo. Si lo que
queréis es jugar una mini-campaña breve,
podéis jugar el resto de aventuras de for-
ma consecutiva o salpicándola con una o
dos historias salvajes, como las que apare-
cen en otros libros de la serie Lankhmar
Salvaje. En caso de que prefiráis una cam-
paña más larga, introduce todas las histo-
rias salvajes que desees entre las distintas
aventuras de Los ojos de Goro’mosh, o crea
tus propias historias salvajes, alargando
todo lo que puedas el misterio y la diver-
sión que supone solucionarlo.
Sin embargo, ten en cuenta que, mien-
tras los personajes estén implicados en
la trama, fuerzas ocultas en la ciudad
intrigarán contra ellos. Esto te permite
 Disección de Los ojos de Goro’mosh
Esta mini-campaña de puntos argumen-
tales tiene un comienzo y final claramente
definidos, pero todos los pasos intermedios
entre ambos pueden desarrollarse en cual-
quier orden. Es cosa tuya como Director de
Juego determinar dónde y cuándo dejas caer
cada pista y de los jugadores decidir cuál de
ellas quieren seguir. A continuación te ofre-
cemos una posible secuencia, pero siéntete
libre de alterar a tu gusto el segundo acto,
jugándolo en el orden que más os apetezca.
Puedes salpicar esta trama con historias
salvajes adicionales, como las existentes
en otros libros de Lankhmar, sin ningún
problema, introduciéndolas también en el
segundo acto.
Acto primero
Comienza la trama con Una máscara en
la noche (pág. 7); puedes usarla como la
primera aventura de los héroes, proporcio-
nando una excusa para unir fuerzas y reu-
nirles, o tras haber jugado una o dos histo-
rias salvajes independientes. Esta aventura
introduce las extrañas máscaras y los ojos
por primera vez, pero sin profundizar de-
masiado en el misterio.
introducir toda la presión que desees en
los personajes, forzándoles a investigar
quien está tras el misterioso asunto de
las máscaras. De este modo, como DJ,
controlas el ritmo general a la vez que
colocas sobre los hombros de tus juga-
dores la libertad de decidir cómo proce-
den en su investigación.
Un camino que se bifurca
Si sois jugadores de rol veteranos es-
taréis ya familiarizados con las cam-
pañas lineales: visitas el lugar A para
encontrar una pista que te lleva a B,
donde hay otra que conduce a C, etc.
Los ojos de Goro’mosh no siguen esta
estructura. Fafhrd, el Ratonero Gris
y otros aventureros de Nehwon son
Acto segundo
Siempre que desees hacer avanzar la
trama principal de la campaña, haz caer
alguna pista de cualquiera de estas dos
aventuras. No importa cuál de ambas uses
primero, pues el orden de todo lo que ocu-
rre en este segundo acto solo depende de
vuestros gustos o las decisiones que tomen
los héroes. De hecho, también puedes en-
trelazar otras historias salvajes distintas en
este acto sin ningún problema.
Delicias letales (pág. 11).
Amor de hija (pág. 20).
Acto tercero
Cuando estéis listos, puedes llevar a tus
héroes hasta el gran final de la aventura,
Un dios desenmascarado (pág. 30).
Esto supondrá el clímax de la campaña de
puntos argumentales, revelando quien se
oculta tras todos los problemas. Si los hé-
roes derrotan al demente sacerdote y en-
vían de regreso a su abominable deidad al
infierno del que procede, se convertirán en
los nuevos héroes de Lankhmar.
gente inquieta y exploran el mundo a
su propio ritmo, a menudo sin metas
u objetivos específicos en mente, abra-
zando la aventura allí donde y cuando
se la encuentren. Nos gustaría captu-
rar esa misma sensación, la idea de
que puede haber una aventura al girar
cualquier esquina, sin premisas fijas.
Como tal, una vez comience la campa-
ña, los héroes son libres de atacar los
misterios y pistas que encuentran como
deseen. Una vez descubran que las más-
caras enjoyadas son el único vínculo co-
mún, puedes ir presentando los sucesos
siguientes en el orden que desees, de-
jando que tus jugadores sigan las pis-
tas que más les llamen la atención.
3
 Y, si son como la pareja, no les impor-
tará en absoluto encontrar unas cuan-
tas pistas falsas o desviarse de vez en
cuando para solucionar otras tareas se
crucen en su camino. Deja que sean los
jugadores quienes decidan lo que hacer.
La gran ciudad de Lankhmar rebosa con
aventuras, a la espera de que tú, como
Director de Juego las lleves a la mesa.
El sacerdote, el yelmo
y las máscaras
Goro’mosh es el dios de la venganza
de los desposeídos y su sacerdote en
Lankhmar se llama Middark, un discípu-
lo ciego que llegó no hace mucho por la
Puerta del Pantano. Middark, que oculta
sus ojos con unas vendas, presenta a Go-
ro’mosh como el Rey Mendigo, una dei-
dad consagrada al bienestar de los po-
bres, los hambrientos y los marginados,
cuyo principal deseo es abrirle los ojos a
los más pudientes de la ciudad. Lo que
no explica a las gentes que se reúnen a
sus pies durante la plegaria de cada ma-
ñana es que su plan para lograrlo implica
asesinatos, anarquía y poner patas arriba
toda la sociedad lankhmariana.
El yelmo de Goro’mosh
Middark posee un yelmo mágico, que
protege toda la cabeza, ocultando la
faz del sacerdote cuando lo lleva pues-
to. Este yelmo es un poderoso artefac-
to, capaz de otorgar a su portador va-
rias capacidades, incluyendo el poder
de transformarlo en un avatar de Go-
ro’mosh al invertir una acción. Cuando
esto ocurre, el espíritu de Goro’mosh
posee el cuerpo del portador, hacien-
do que crezca y se deforme durante las
dos rondas siguientes hasta manifestar-
se como un resplandeciente gigante de
casi dos metros y medio, vestido con
harapos y vendas ensangrentadas,
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rematado por una máscara dorada en
donde se refleja una cara humana horri-
blemente golpeada, con la nariz rota, los
ojos hinchados, numerosos cardenales,
dientes perdidos, una oreja arrancada y
cabellos sucios y ralos.
Capacidades especiales:
• Doble ilusorio: El portador puede
crear una versión ilusoria de sí mis-
mo, que puede controlar. Esta ilusión
puede alejarse hasta ciento cincuenta
metros del portador y parece real en
todos los aspectos, aunque es intangi-
ble. Quien sospeche de la naturaleza
ilusoria del doble, manteniendo la
distancia, puede hacer una tirada de
Notar con -4; todo intento de tocarla
revelará de forma automática su natu-
raleza intangible.
• Manipulación elemental: El portador
del yelmo gana el uso del poder Ma-
nipulación Elemental, usando el dado
de Espíritu del avatar como habilidad
arcana. La manipulación puede estar
centrada (o parecer que procede) en
el doble ilusorio en vez de en el por-
tador, para potenciar la ilusión (por
ejemplo, haciendo que la “ilusión”
apague una vela soplando, etc.)
• Marioneta: El portador puede controlar
a quien lleve una máscara con “los ojos
de Goro’mosh”. Consulta Las máscaras.
• Transformación en el avatar: Una vez
al día, el portador puede transformar-
se en un avatar de Goro’mosh. Los
detalles exactos se encuentran en el
cuadro lateral.
Las máscaras
Cuando utiliza el yelmo, Middark es
capaz de ver a través de una serie de
gemas mágicas que reciben el nombre
conjunto de Ojos de Goro’mosh. Estas
gemas le permiten al sacerdote causar
los problemas que tanto desea. Ha dis-
puesto las gemas formando una serie
de máscaras, situando las piedras pre-
ciosas a modo de lentes, que ha dis-
tribuido discretamente entre diversos
grupos de personas de gran valor es-
tratégico por toda la ciudad.
El objetivo preferente de Middark son
los mercaderes más acaudalados, líde-
res de los gremios, los miembros del go-
bierno y sus familias, atrayéndose a todo
aquel que se resienta de su autoridad. El
adepto busca ganarse la confianza de los
plebeyos que ya sienten rechazo hacia la
élite gobernante de la ciudad, pero no
le hace ascos tampoco como reclutas a
los más favorecidos cuando hay un pro-
blema de índole social o familiar. Hasta
ahora ha logrado mantener sus intrigas
bien ocultas, haciendo avanzar sus pla-
nes con cautela por la noche mientras
predica la bondad, caridad y responsa-
bilidad social durante el día.
Para recibir una de estas máscaras, la
víctima debe exhibir ya un cierto resenti-
miento contra lo que considera una injus-
ticia a manos de una figura de autoridad.
Cuando Middark detecta este rasgo (y es
un excelente juez del carácter), atrae ha-
cia él a este tipo de personas. Él –o uno
de sus agentes– podría invitar al objetivo
a una sesión de plegarias privada o a una
reunión con la pretensión de “lograr que
todo cambie”. En ocasiones, el objetivo
recibe la máscara antes de acudir, mien-
tras que en otras se le hace entrega de ella
al llegar al lugar de reunión.
Cuando la víctima se pone la máscara
y Middark la activa de forma remota,
la magia del yelmo se hace con el con-
trol. La máscara se funde con la cara de
la víctima, volviéndose invisible, y el
portador deja de ser consciente de su
presencia. Cuando Middark emplea el
yelmo, puede ver a través de los lentes
de las máscaras sin que sus usuarios
 El avatar de Goro’mosh
Atributos: Agilidad d6, Astucia d8, Espíri-
tu d10, Fuerza d12+2, Vigor d10.
Paso: 8; Parada: 7; Dureza: 9.
Habilidades: Intimidar d10, Notar d10,
Pelear d10.
Desventajas: Delirio, Vengativo.
Ventajas: Ataque Repentino Mejorado,
Contraataque Mejorado.
Capacidades especiales:
• Impávido: Es inmune al miedo y usos
de Intimidar.
• Latigazos: El avatar puede hacer dos
ataques de Pelear por turno sin pena-
lizaciones. Cada uno de estos ataques
tiene Alcance 2 e inflige FUE+d6 de
daño, utilizando como si fueran afilados
látigos cortantes los jirones de venda
ensangrentados que le cuelgan de sus
antebrazos. Es posible seccionarlos em-
pleando un arma cortante y realizando
un ataque apuntado con -2; cada jirón de
tela tiene Dureza 5, quedando destrui-
do si se le causa daño. El daño a estos
harapos colgantes puede dejar aturdido
al avatar, pero no causar heridas. Como
acción, el avatar puede realizar una tira-
da de Vigor para reemplazar las vendas
destruidas, recuperando una por cada
éxito y aumento obtenido.
• Miedo (-2): Quien vea al avatar de
Goro’mosh debe hacer una tirada de
miedo con -2.
• Poder divino: El avatar no sufre pena-
lizaciones por heridas y gana +2 a sus
tiradas de absorción.
• Tamaño +2: Mide en torno a los dos me-
tros y medio y pesa casi 350 kg.
 lo sepan. Cuando emplea el poder Ma-
rioneta, la víctima deja de controlar su
propio cuerpo; Middark puede forzarla
a hacer lo que desee, de acuerdo a las
normas de dicho poder arcano. Cuan-
do el sacerdote libera a la víctima de su
control, esta sufre una ligera amnesia,
incapaz de recordar lo que ha ocurrido
mientras estaba controlada.
Middark pretende utilizar su pequeño
ejército de insatisfechos contra todas las
bases de poder de la ciudad, derrocan-
do a todos y cada uno de los individuos
con más prestigio de la urbe y alzarse él
en su lugar. Ha jurado que, una vez esté
al mando, los pobres de la ciudad se be-
neficiarán de ello, a la vez que los ricos
cosechan lo que merecen.
Las máscaras tienen otro poder adicio-
nal, aunque Middark se resiste a usarlo
a no ser que sea absolutamente necesa-
rio. Cuando una marioneta deja de ser
útil o se convierte en una amenaza que
pueda revelar sus planes e identidad,
puede hacer que las gemas se desinte-
gren, abrasando los ojos del portador y
dejando solo quemaduras. Esto es sufi-
ciente para matar al portador y no deja
huellas de la propia máscara, que es el
objetivo; el sacerdote no puede permi-
tirse dejar testigos que puedan revelar
nada de lo que sucede.
Cada máscara es de resistente tela
negra, con brocados decorativos de
plata en sus extremos. Hay una lente
en cada una de las aperturas para los
ojos, hecha con una aguamarina azula-
da, suave y pulida, del tamaño de un
huevo de petirrojo. Si alguien intenta
ponerse la máscara, es posible ver a
través de las gemas, aunque todo tiene
un extraño tono azulado.

“Durante los tres años siguientes, los años del leviatán, del roc y del
dragón, vagaron por todo Nehwon, al norte y al sur, al este y al oeste,
buscando el perdón de sus grandes amores y una forma de olvidar el
remordimiento, aunque no encontraron ninguna de las dos cosas. Se
aventuraron al este, más allá de la mítica Tisilimilit, con sus esbeltos
chapiteles opalescentes, que siempre parecen recién cristalizados gracias a
la humedad y sus cielos perlados, hasta lugares que solo aparecen en las
leyendas de Lankhmar, e incluso Horborixen. Uno de ellos fue el merma-
do, hasta casi desaparecer por completo, Imperio de Eevamarensee, una
nación tan decadente y tan avanzada, que no solo los hombres y las ratas
son calvos, sino que incluso los perros y los gatos carecen de pelo.”
-La maldición del círculo (1970).

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 Una máscara en
la noche
Y
a que estamos ante el comienzo
de la trama, cómo hayan llega-
do los héroes hasta aquí es una
pregunta con respuestas muy diversas.
Podría tratarse de una aventura introduc-
toria, ideal para formar el grupo de aven-
tureros, o de una aventura más en la gran
ciudad si los héroes llevan ya un tiempo
en Lankhmar. Dejamos por completo en
manos del DJ decidir cómo quiere engra-
nar la trama dentro de su campaña.
Los héroes comienzan la aventura en
la Anguila de Plata, justo cuando la ta-
berna está ya cerrando. Abandonan el
lugar junto con el resto de clientes, in-
cluyendo los demás PNJ.
Haz que cada jugador cuente una pizca
sobre sí mismo al resto, explicando por
qué acudieron a tomar algo a la Angui-
la de Plata esa noche. Si algún jugador
quiere que su personaje conozca a otro
de antemano y tengan ya un pasado co-
mún, haz que se pongan de acuerdo y
describan su relación al resto del grupo.
Cuando finalicen, explica que ya es hora
de cerrar y que abandonan el local para
internarse en la oscuridad de la noche. Lee
el siguiente párrafo en voz alta a modo de
introducción para tus jugadores:
La bruma nocturna es bien gruesa y mo-
lesta, tiñendo las antorchas dispuestas de
forma regular a lo largo del Camino Som-
brío con una débil tonalidad naranja. Los
demás parroquianos se tambalean por el al-
cohol, arrastrando los pies de vuelta a casa,
cuando escucháis un chillido de terror pro-
cedente de uno de los callejones cercanos.
El resto de clientes se miran temerosos
entre sí y rápidamente se desvanecen en
la oscuridad. Pero vosotros dudáis unos
momentos, atraídos por la curiosidad.
Una esbelta figura, una dama de la noche,
surge a la carrera del callejón, corriendo
hacia vosotros. Os parece familiar y es
entonces cuando recordáis que estuvo en
la Anguila de Plata hace un rato, mez-
clándose entre los presentes.
Una segunda figura, encapuchada de tal
modo que oculta su cara, emerge desde
las sombras instantes después, persi-
guiéndola. Lleva lista una espada en la
mano. Dos asaltantes más surgen de otro
callejón hasta el Camino Sombrío, cor-
tando su ruta de escape y rodeando a la
indefensa mujer.
Esta detiene su carrera, buscando a la
desesperada la forma de mantener a raya
a sus atacantes. Al notar vuestra presen-
cia, agita un pequeño monedero que lleva
atado a su cinto. “¡Una bolsa de mone-
das!” –Grita– “¡Todo lo que he ganado
esta noche! ¡Es vuestro si ahuyentáis a
estos despiadados rufianes!”
“¡Adelante!,” –dice uno de los atacan-
tes– “¡intentadlo y probaréis también
nuestro acero!” Y, con eso, da un nuevo
paso hacia su presa.
La ramera grita de nuevo, mientras da
un paso atrás, tropieza y cae al suelo. Ob-
serváis mientras cae que lleva un objeto
oscuro y sedoso en su mano, que cubre
con su cuerpo al caer sobre el empedrado.
La mujer se llama Leela y es una cor-
tesana, miembro del Gremio de las
7
 Prostitutas. Los hombres que la persi-
guen son todos miembros del Gremio de
Ladrones, pero no se identificarán como
tal, pues el “trabajo” no ha sido sancio-
nado por sus superiores y no quieren
que estos lo descubran. Un extraño les
ha contratado para que atrapen a Leela
y recuperen la máscara que lleva (el ob-
jeto que deja caer al tropezar).
Elecciones
A estas alturas, los personajes tienen va-
rios posibles cursos de acción. Podrían
optar por implicarse, ayudando a una
dama en peligro o posicionarse junto con
sus atacantes; también pueden hacerse a
un lado y no implicarse en lo que sucede.
Ayudar a Leela
Si los personajes deciden acudir en auxi-
lio de la ramera, sus atacantes les planta-
rán cara, haciéndose cargo de ellos ade-
más de su presa original. Hay tres en la
calle más un cuarto armado con un arco,
oculto en el tejado del edificio más cerca-
no, que es quien ha estado guiando a sus
compañeros. Si derrotan a dos de ellos, el
resto huirá lo más rápidamente posible
por el callejón de donde surgieron.
• Ladrones (4): página 37.
Una vez los personajes derroten o ahu-
yenten a los atracadores, Leela manten-
drá su palabra:
La cortesana, aún espatarrada entre los
adoquines, asiente con agradecimiento.
“Muchas gracias” –dice apenas sin resue-
llo–. “Probablemente no hubiera llegado
a ver de nuevo el sol sin vuestra ayuda.
Aquí tenéis, como os prometí”. Extrae
la pequeña bolsa de su cinto y la arroja al
más cercano de vosotros. “Toda vuestra”.
Después se levanta, observa el objeto que
dejó caer con ojos brillantes –una másca-
ra negra– y la recoge del suelo con una
breve sonrisa.
8
Será muy obvio que Leela recoge del sue-
lo una máscara de salón negra del lugar
donde cayó, pues la examina durante unos
segundos con detenimiento antes de guar-
darla en su faltriquera. Una tirada de Notar
es suficiente para revelar las grandes agua-
marinas que forman sus lentes. Un aumen-
to en esta tirada también muestra que las
joyas han sido talladas de tal forma que
permiten al portador ver a través de ellas y
que, probablemente, es muy valiosa (con-
sulta Consecuencias en la página 10). A no
ser que los personajes intenten hacer algo
violento, como quitarle también la másca-
ra, Leela intentará abandonar el lugar sin
perder más tiempo. Si se la presiona, con-
testará a las siguientes preguntas:
P: “¿Quién te perseguía?”
R: “No lo sé. Me siguieron cuando aban-
doné la Anguila de Plata. Cuando le pre-
gunté al primero si quería compañía para
el resto de la noche, intentó ponerme las
manos encima”.
P: “¿Qué es lo que se te cayó?”
R: “Nada. Una baratija; es para una
fiesta a la que se supone que tengo que
acudir esta noche.” –Enseña en ese punto
la máscara, si es necesario–. “Pensé que
encontraría mejor compañía en la An-
guila, pero juzgando la conducta de esos
rufianes, estaba equivocada”.
P: “¿Cómo te llamas?”
R: “Me llamo Leela; muchas gracias por
vuestra ayuda”.
En ese punto procurará irse, a no ser
que los personajes se lo impidan por la
fuerza. En caso de que le exijan la más-
cara, se la entregará a regañadientes, an-
tes de desvanecerse en la noche. Si uno
de los personajes parece interesado en
contratar sus servicios por el resto de la
noche, sonreirá y le rechazará, afirman-
do que la ordalía le ha dejado agotada y
sin ánimo para esas cosas.
Hacerse a un lado
Si los personajes optan por mantenerse
aparte del conflicto o, incluso, alejarse
del lugar, los ladrones acabarán con fa-
cilidad con Leela, para después volver-
se contra los héroes y eliminar cualquier
testigo del suceso. A no ser que los per-
sonajes huyan a la carrera (como hicie-
ron el resto de clientes de la Anguila de
Plata), los ladrones les perseguirán.
Y, como antes, si dos de ellos que-
dan fuera de combate, los demás se
desvanecerán en la noche.
Los ladrones
Hay posibilidades de que re-
conozcan a los asaltantes como
miembros del Gremio de La-
drones, si los héroes logran
capturar a alguno vivo (o si
logran echar un vistazo bajo
sus capuchas, ya estén vivos o
muertos). Para ello es necesa-
rio que, al menos, uno de los
héroes sea también miembro
del gremio o haya tenido trato
con él y supere una tirada de
Conocimientos Generales.
Leela también podrá reco-
nocer a uno de ellos. Si se le
da la oportunidad de con-
templar las caras de uno o
más de sus asaltantes, parecerá
muy sorprendida.
“¡Mierda! ¡Que me aspen si ese no es
Pelp! Trabaja en la Casa de los Ladrones.
¡Me contrató como vigilante para un tra-
bajo la semana pasada!”
En caso de que los héroes capturen a
cualquiera de los ladrones, uno de ellos
será Pelp. No admitirá (ni sus compa-
ñeros, si siguen vivos) ser miembro del
Gremio de Ladrones, incluso si Leela le
reconoce. Supone que, si miente ahora,
también encontrará una forma de cubrir
sus huellas más adelante. Respecto a
por qué estaban atracando a una dama
de la noche, Pelp no dirá nada a no ser
que sea amenazado mediante una tira-
da de Intimidar exitosa. Solo entonces
reconocerá que un extraño les contrató
para recuperar la máscara. Con un au-
mento en la tirada de Intimidar también
admitirá que este extraño tenía bri-
llantes ojos azules bajo su capucha.
A la mañana siguiente
Asumiendo que los personajes
dejen vivo al menos a uno de
los participantes en los suce-
sos nocturnos, cuando los
héroes despierten a la ma-
ñana siguiente habrá bas-
tante embrollo justo al otro
lado de su ventana. Alguien
habrá encontrado muertos
en el callejón más cercano a
Leela y sus asaltantes super-
vivientes, a medio esconder
entre la basura. A todos les
faltarán los ojos y solo que-
dan sus cuencas oculares
vacías, ennegrecidas y
abrasadas, contemplando
sin ver el infinito. Si todos
los participantes murieron
durante la noche anterior, el
fallecido será otro ladrón vesti-
do de un modo similar a los atra-
cadores (un quinto miembro del
grupo, atento en los tejados cercanos al
desarrollo del asalto). Si los personajes
adquirieron de algún modo la máscara
durante la noche y la vendieron o en-
tregaron a alguien, será esta persona a
quien encuentren muerto en el callejón.
Nadie parece haber oído nada, nadie
sabe nada del tema y, aunque es extra-
ño, rápidamente la ciudad olvida el
9
 incidente. Al fin y al cabo, todas las ma-
ñanas aparece algún cadáver entre los
callejones de Lankhmar.
Investigaciones
Si los personajes desean investigar los
extraños sucesos nocturnos, es posible
que obtengan algo de información adi-
cional pero, por ahora, todas las pistas
llevan a callejones sin salida.
Pelp y el Gremio de Ladrones
Cuando los héroes visiten el Gremio de
Ladrones para comprobar los hechos,
allí les rechazarán de plano (si ninguno
de ellos es miembro), pues el gremio ma-
neja sus asuntos internos de forma pri-
vada, o bien les agradecerán que hayan
informado del incidente, indicándoles
que se está resolviendo y es mejor que
se mantengan al margen. Sin embargo,
nada de ello proporcionará mucha más
información adicional. Preguntando de
forma discreta, podrían confirmar que
Pelp es (o era) miembro del gremio y
que el ataque sobre Leela no fue sancio-
nado por nadie en la cadena de mando
superior de la organización. Si insisten
mucho, los personajes podrían desper-
tar la ira de los oficiales del gremio.
Leela
Leela es miembro, aunque no espe-
cialmente destacable, del Gremio de
las Prostitutas y nadie de dicha orga-
nización estará dispuesto a comentar
el tema con los personajes, excepto su
amiga (y colega de oficio) Julx. Afir-
mará no saber de dónde sacó Leela la
máscara ni dónde era la supuesta fies-
ta a la que había sido invitada Leela
esa noche. Un aumento en Persuadir
revelará que Leela solía quejarse bas-
tante de lo “injusta” que es la vida en
10
las calles de Lankhmar y le gustaba
hablar sobre cómo “arreglar las co-
sas” o hacer que los ricachones deja-
sen de mirar por encima del hombro a
los plebeyos de las clases bajas.
Consecuencias
Cuando Middark (a través de Fustán, su
asistente) dispuso que Leela recibiese una
máscara, esta dudó en ponérsela y, tras
acudir a la reunión secreta, decidió por
completo rechazarla. En ese momento,
Middark decidió recuperarla y es por lo
que contrató a Pelp y sus amigos para que
la robasen. Como eso causó demasiada
atención, ha decidido dejar que las aguas
se calmen una temporada, con la esperan-
za de que cualquier interés se desvanezca
solo; así pues, no tomará medidas inme-
diatas contra ninguno de los héroes, inclu-
so si conserva y usa la máscara.
En caso de que los personajes vayan por
ahí preguntando sobre la máscara, nadie
habrá visto ninguna otra similar o sabrá
quién podría haberla fabricado. Es más, a
nadie se le ocurrirá una fiesta por esas fe-
chas en donde hubiera sido necesaria. En
caso de que opten por conservar la másca-
ra, un maestro ladrón (consulta la página
37) intentará robarla en algún momento
de la semana siguiente. Si el ladrón falla,
no habrá más intentonas durante una se-
mana. Después, de forma más o menos re-
gular y a discreción del Directo de Juego,
podrían repetirse intentos adicionales.
Vender la máscara proporciona una
suma considerable (100 rilks de oro),
pues ha habido gran demanda en el
mercado de ese tipo gemas reciente-
mente (Middark ha estado adquiriendo
lentamente más aguamarinas pulidas
para crear nuevas máscaras).
 Delicias letales
P
uedes dirigir esta aventura jus-
to después de concluir el pri-
mer acto con Una máscara en
la noche (pág. 7) o después de la otra
aventura del segundo acto, Amor de hija
(pág. 20). También podrías intercalar,
tras concluir cualquiera de las aventuras
anteriores, otras historias salvajes no re-
lacionadas antes de dirigir esta aventura.
Es decir, podrían haber pasado días, se-
manas o incluso meses desde la última
aventura relacionada, manteniendo a los
personajes ocupados con otras tareas. Lo
ideal sería que haya pasado algún tiempo,
de tal modo que los jugadores comenten
“ah, sí, ¿eso no salía en otra aventura?” cuan-
do vuelvan a encontrarse otra máscara.
Incluso si se han olvidado por completo
de lo sucedido en la aventura previa, es
fácil sacar de nuevo el tema a colación;
consulta los rumores siguientes.
Rumores
En los últimos días, la comidilla de la
Plaza de las Delicias Ocultas es una serie
de historias sobre muertes y asesinatos.
De acuerdo a todas ellas, acechadores
ocultos se pasean entre los puestos de
venta y a lo largo de las serpenteantes
sendas de grava del Parque del Placer,
asesinando a los inocentes. Dos cosas
parecen ser seguras: los asesinos son in-
visibles o, al menos, muy buenos ocul-
tándose, y nunca quedan testigos. Nadie
sabe quién puede estar tras los hechos
y la gente de la ciudad comienza a per-
der la poca confianza que tenía en que la
guardia de la ciudad pueda protegerlos.
Los comandantes de la guardia también
parecen sorprendidos y, pese a haber do-
blado las patrullas –y más tarde triplicar-
las–, no ha servido de nada.
Comienza la aventura en cualquier mo-
mento en que los personajes visiten la
Plaza de las Delicias Oscuras durante la
noche. Si es necesario, haz que alguno de
sus contactos les contrate para adquirir en
su nombre ingredientes mágicos inusuales
o sugerir que algo que los héroes buscan
podría encontrarse entre estos negocios
apenas iluminados. Lo importante es que
la visita se produzca durante la noche,
cuando la Plaza bulle con mayor actividad.
Gritos en la noche
Mientras los héroes compran, exami-
nan las mercancías o simplemente man-
tienen un ojo atentos a los problemas, se
produce un alboroto en sus cercanías.
El tranquilo silencio de la plaza queda des-
trozado por un estridente grito cercano. Los
presentes muestran presta su agitación, in-
tentando acercarse a la fuente o escurrirse
en dirección opuesta. Quienes llevan armas
al cinto, acercan a ellas sus manos con in-
quietud y más de uno directamente des-
enfunda, examinando sus alrededores con
cautela a la espera de un ataque.
Un grupo de guardias de la ciudad in-
tenta abrirse camino entre la gente, para
ver qué ocurre. Antes de que os de tiempo
a echar un simple vistazo, un grito pro-
cedente de otra dirección atrae vuestra
atención: “¡Asesinos!” –Grita alguien–
“¡Está pasando de nuevo!”
11
 En ese instante, el pánico se adueña de
los presentes y la gente comienza a huir
en desbandada en todas direcciones. Los
manteros, con sus mercancías extendidas
por el suelo, son arrollados, mientras los
puestos de venta y carros vuelcan, a me-
dida que la gente empuja y golpea todo
a su paso, en un intento desesperado por
abandonar la plaza tan pobremente ilu-
minada, huyendo aterrorizados del invi-
sible terror que esté ocurriendo.
Restaurar el orden
La guardia de la ciudad hará todo lo po-
sible por calmar al populacho, pero este
no tiene ninguna intención de hacerlo. Las
atrocidades llevan cometiéndose durante
casi una semana y están aterrorizados. En
unos instantes, la plaza queda práctica-
mente vacía. Solo quedan un puñado de
vendedores, que se niegan a abandonar los
mejores lugares de la plaza y aquellos que
no corrieron con tanta rapidez como los
demás y ahora se encuentran caídos y he-
ridos en el suelo. Al menos hay un muerto,
con la garganta cortada, obviamente la víc-
tima original que causó toda la conmoción.
La guardia también sigue en la plaza,
claro, intentando investigar lo sucedido,
pero está claro que están tan perdidos
como los demás cuando sus líderes co-
mienzan a dar órdenes contradictorias.
“¡Sacad de ahí a esa gente!” –Grita
un sargento–. Indica con gestos a un
par de soldados para que escolten a un
pequeño grupo de vendedores, arremo-
linados alrededor de uno de los suyos,
un comerciante que ha sido asesinado.
“¡No! ¡Detenedlos! ¡Interrogad a todo el
mundo!” –Grita otro oficial desde la dis-
tancia– “Alguien debe haber visto algo”.
Desde los árboles acampanados del cer-
cano Parque del Placer llegan más gritos.
“¡He encontrado otro! ¡Aquí entre los ár-
boles! ¡Le han rajado de oreja a oreja!”.
12
“¡Calla la boca, estúpido!” –Berrea el
primer sargento mientras se apresura a
acercarse en esa dirección– “¡Los infor-
mes en privado!”.
Si alguno de los personajes es miembro
de la guardia, o lo fue, o incluso si se acer-
ca revelando que quiere ayudar, los ofi-
ciales al mando se encogerán de hombros
y les indicarán que hagan lo que puedan.
En caso contrario, uno de los guardias no
les quitará ojo de encima, con suspicacia,
intentando hacer “que circulen”, pero a
no ser que estén cometiendo algún cri-
men obvio de algún tipo –como intentar
hacerse con las mercancías de algún pues-
to abandonado o mover un cadáver–, los
guardias no les molestarán demasiado.
Pistas
Mediante una investigación juiciosa, los
personajes pueden reconstruir lo sucedi-
do durante la noche. Podrían interrogar
a los soldados, pasear por la zona y exa-
minarla ellos mismos o incluso cotillear a
escondidas los informes de los guardias
a sus superiores. Al final, se han encon-
trado siete cadáveres entre la Plaza de las
Delicias Ocultas y el vecino Parque del
Placer (nota: ninguno de ellos murieron con
los ojos abrasados por las máscaras):
• Un mercader de perfumes exóticos, fa-
llecido en su mismo puesto de venta.
• Una mujer, también mercader, es-
pecializada en sales, asesinada en su
puestecito de madera.
• Un escriba (cuya profesión es obvia por
los rollos de pergamino existentes a su
alrededor y las manchas de tinta en sus
dedos), caído junto a una de las fuentes
que decoran el centro de la plaza.
• La esposa de un posadero (su marido
lloriquea arrodillado sobre su cadáver),
caída junto a un carromato tirado por
un caballo cargado con su último envío
de cervezas de importación.
• Una prostiuta (está sola) junto a uno
de los árboles acampanados.
• Un valentón, también solo, junto a
otro árbol acampanado distinto.
• Slagan, un miembro de la guardia fue-
ra de servicio y sin uniforme que será
encontrado en una esquina, especial-
mente sombría, del parque, entre sus
sinuosos caminos.
No hay nada en común entre todos
ellos, excepto su presencia en esta parte
de la ciudad. Todos ellos han sido bru-
talmente apuñalados o les han rajado
la garganta. El único que parece salirse
un poco de lo esperado es el soldado
muerto, quien fue arrastrado hasta el lu-
gar donde se le encontró. Una tirada de
Rastrear permitirá descubrir las marcas
de ello entre la vegetación y un aumento
indicará el punto en el que murió real-
mente, cerca del árbol acampanado ocu-
pado por el valentón. No hay nada más
que conecte a las víctimas.
La verdad
En realidad, un pequeño número de
soldados de la guardia de la ciudad ca-
yeron bajo el influjo de Middark y se
pusieron las máscaras. Estos guardias
son los mismos individuos que han es-
tado patrullando la Plaza de las Delicias
Ocultas e intentando encontrar al asesi-
no, completamente ignorantes al hecho
de que ellos son los culpables. Middark
considera que la Plaza es el mejor ejem-
plo de lo depravada y decadente que es
la ciudad. Solo aquellos con suficientes
riquezas compran en la Plaza, razona,
desperdiciando sus posesiones en baga-
telas y distracciones, riquezas que esta-
rían mejor usadas ayudando a los más
pobres. Por tanto, emplea a la guardia
de la ciudad –la misma institución que
estos descarriados emplean en su prove-
cho– para acabar con ellos.
Siempre que Middark encuentra la
oportunidad, asume el control de una
de sus marionetas. Espera a que no haya
testigos y hace que el individuo contro-
lado extraiga su cuchillo o espada cor-
ta y mate a alguien en silencio. Así, un
guardia controlado podría acercarse a
uno de los árboles acampanados y ma-
tar al pobre vecino que espera allí a su
amante, deslizarse tras el oscuro pues-
to de venta de uno de los mercaderes o
rajarle el cuello a un transeúnte en una
zona especialmente oscura.
En esta noche en particular, Middark fue
capaz de seleccionar seis blancos prome-
tedores antes de que se diera la alarma.
El séptimo, un guardia fuera de servicio
llamado Slagan, se acercó demasiado
cuando una de las marionetas del sacer-
dote estaba ocupada matando al rufián y
escuchó el ruido. Middark se vio forzado
a usar su marioneta sobre el sorprendido
Slagan, quien no se esperaba encontrar
a un conocido, matándolo antes de que
pudiera gritar pidiendo ayuda.
La noche siguiente
No importa cuánto rebusquen esa no-
che, los personajes (ni la guardia, todo
sea dicho) no encontrarán más pistas
que lleven hacia la identidad de los
asesinos. Sin embargo, los héroes tie-
nen varias formas más de descubrir lo
que ocurre:
Preparar una trampa
Los héroes podrían hacerse pasar por
potenciales víctimas, paseando en so-
litario como tentador cebo para quien
esté asesinando a la gente. Si desarro-
llan una trampa razonablemente astuta,
deja que funcione; Middark es muy cau-
to, pero es imposible que prevea cada
potencial descalabro en sus planes o
notar cada vigilante oculto, así que
13
 es cuestión de tiempo antes de que algo
salga mal. De hecho, es consciente de
ello y ha preparado medidas.
Una vez los héroes hayan preparado su
trampa, un par de guardias se acercará a
la zona, examinando con detenimiento
cada sombra o escondrijo que puedan
encontrar. Asumiendo que el personaje
se desliza hasta algún lugar apropiado
donde los guardias puedan encontrarlo,
estos se detendrán un momento:
Uno de los dos guardias que camina
hacia ti se detiene, mueve hacia atrás la
cabeza como si le sorprendiese verte y co-
menta: “No parece un buen lugar donde
pasar la noche en solitario. Yo si fuera tú
intentaría buscar un buen grupo de gente
y me pegaría a ellos todo lo posible”. El
guardia hace un gesto a su compañero, se
miran y siguen caminando.
A los cuatro o cinco minutos de este en-
cuentro, uno de los dos soldados, cuyo
nombre es Frimp, regresa. Cualquier hé-
roe que le observe verá cómo avanza has- sus dedos para después desvanecerse de
ta quedar a un par de pasos del personaje. repente, mientras su cuerpo cae al suelo,
De repente se envara y sus ojos comien- completamente quieto.
zan a brillar con un impío fulgor de color Cuando examinen el cadáver, los per-
azul pálido. Saca una daga e intenta ma- sonajes notarán que los ojos de Frimp
tar al personaje de un único golpe, usan- parecen haberse consumido, dejando
do Sigilo y la ventaja si le es posible. solo las cuencas oculares y marcas de
quemaduras. Por supuesto, ello se debe
• Frimp: Usa el perfil de guardia de la
a la máscara, pero no queda nada de
ciudad (página 37).
ella, de tal modo que no es posible co-
El combate será muy corto. Cuando nectar directamente el fallecimiento del
quede obvio que Frimp no puede ga- guardia con las máscaras mágicas.
nar, ni tampoco escapar, o en cualquier
No tardará mucho antes de que otras per-
momento en que uno de los personajes
sonas y guardias lleguen a la carrera hasta
grite en voz alta “¡Cogedlo vivo!” o algo
el lugar para ver a qué se debe todo ese
similar, ocurrirá lo siguiente:
alboroto. Al mismo tiempo se producirán
El poseído guardia se tambalea, aúlla y otros gritos de alarma, por toda la plaza y
se echa las manos a la cara, justo cuan- el parque, produciéndose de nuevo todo el
do los puntos de luz gemelos que son sus caos de la noche anterior. Los guardias co-
ojos comienzan a emitir una luz muy bri- rrerán en todas direcciones pero, de nuevo,
llante. La luminosidad surge con un el daño ya está hecho, y parece que los cul-
fulgor imposible y brillante entre pables han vuelto a escapar otra vez.
14
 El compañero de Frimp, con aspecto bas-
tante acongojado, también acudirá a las in-
mediaciones de la trampa montada por los
héroes. También es otra de las marionetas
y estaba a punto de asesinar a otra víctima
cuando los héroes hicieron saltar su em-
boscada. Por supuesto, no recuerda nada
de eso, creyendo que se distrajo mientras
se aliviaba entre los arbustos. Si los perso-
najes empiezan a sospechar de él, pasa a
Revelar una máscara (pág. 17).
Una vez se haya calmado la cosa, los
personajes serán interrogados por un
sargento bastante suspicaz, pero una ti-
rada de Persuadir es suficiente para cal-
mar sus dudas lo suficiente como para
que decida no detenerlos (asumiendo
que ninguno de ellos parezca ser capaz
de ir por ahí abrasando ojos, claro). Con
un aumento, incluso creerá que su asis-
tencia podría ser de utilidad, animándo-
les a seguir investigando de forma inde-
pendiente lo que ocurre.
Investigar a las víctimas
Los personajes podrían optar por inves-
tigar las vidas de los siete fallecidos en
profundidad, intentando encontrar algo
que los vincule. Sus familias podrían
cooperar poco o mucho, pero los héroes
acabarán encontrando suficientes deta-
lles como para determinar que fueron
solo gente con la mala suerte de estar en
el lugar y el momento equivocado.
Durante el transcurso de su investi-
gación se producirán más asesinatos
durante la noche siguiente en la Plaza
de las Delicias Ocultas. Usa la informa-
ción que aparece en la sección siguien-
te, Abandonar, hasta que los personajes
opten por seguir un curso más activo de
pistas. En ese caso, emplea la informa-
ción de Preparar una trampa o Descubrir
a los guardias, dependiendo de su forma
de resolver el problema.
Abandonar
Si los personajes deciden que no se pue-
de sacar nada más en claro fisgoneando
alrededor de la Plaza de las Delicias
Ocultas durante la noche, quizás consi-
deren ignorar los asesinatos y regresar
a sus propias actividades cotidianas. En
este caso, los asesinatos continuarán du-
rante las dos noches siguientes, aunque
el número de muertos se reducirá cada
noche consecutiva en dos, a medida que
menos y menos gente facilite el conver-
tirse en blanco de los ataques. Final-
mente, durante la tercera noche, alguien
atestiguará el crimen, produciéndose
una cadena de sucesos similares a los de
Preparar una trampa, excepto que es la
propia guardia de la ciudad en vez de
los personajes quien presencia el ataque
y descubre los extraños ojos brillantes y
la misteriosa muerte de Frimp. Estas no-
ticias no tardaran mucho en llegar hasta
los héroes.
Al principio, la guardia de la ciudad eti-
quetará el suceso como el producto de
magia maligna afectando a un único indi-
viduo, intentando cerrar el caso. Sin em-
bargo, cuando los asesinatos sigan produ-
ciéndose a la noche siguiente, la ciudad
empezará a sospechar de toda la guardia,
en especial cuando los guardias realmen-
te afectados desaparezcan de la zona an-
tes de que puedan ser descubiertos.
Descubrir a los guardias
Tras el encontronazo inicial con Frimp,
los personajes podrían regresar más
tarde a la Plaza de las Delicias Ocultas.
Otro de los guardias se acercará discre-
tamente a ellos y les pedirá que se reú-
nan con él en otro lugar, más tranquilo
y alejado de oídos fisgones.
“Buenas noches. Me llamo Gafney”, co-
menta el guardia en tono susurrado. “Ya
no sé en quien puedo o no confiar. La
15
 Puestos de venta

Setos
Caminos

Árboles acampanados

Lugar de la X
emboscada

16
 guardia de la ciudad no es de fiar pero a
vosotros os he visto intentando ayudar;
supongo que no seáis parte de todo esto”.
Gafney emite un largo suspiro antes de
continuar, en tono aún más bajo que an-
tes. “Conozco a Frimp desde siempre, pero
incluso antes de que todo esto comenzase”
–hace un gesto vago, como señalando toda
la plaza– “ya actuaba de forma algo extra-
ña. Oh, bueno, siempre ha sido como un
grano en el culo, rajando contra la injusti-
cia y murmurando sobre cómo la guardia
nunca trata a nadie con justicia. Ese tipo
de cosas. Era todo de boquilla, ¿sabéis?
Una forma de aliviar tensión”.
“Sin embargo, hará unas cuantas sema-
nas comenzó a comentar cómo iba a cam-
biar todo, si solo teníamos un poco de fe.
La verdad que es no sé de qué estaba ha-
blando y tampoco parecía querer comentar
más sobre el tema. Un día le vi junto con
otros hombres de su patrulla formando un
corrillo. Uno de ellos les entregaba a los
demás unas curiosas máscaras, con gemas
en lugar de ojos. No se las pusieron, pero
cuando notaron que les observaba se des-
bandaron, escondiéndolas con rapidez”.
“Tras eso, esos hombres empezaron a
actuar de forma extraña, saltándose vi-
gilancias, ignorando los descansos, etc.”.
–Ha ido bajando la voz, de tal modo que
prácticamente hay que estar cara con cara
para escucharlo– “Y fue justo entonces
cuando comenzaron todos estos asesina-
tos. Todos y cada uno de esos hombres es-
taban destinados en la Plaza o sus alrede-
dores durante los mismos. No sé si todos
son como Frimp o soy yo, que me estoy
volviendo un paranoico. Quizás vosotros
podáis esclarecer lo que ocurre”.
Gafney no tiene más información que su-
ministrarles. Puede dar nombres (uno de
ellos se llama Jark), pero está preocupado
por que haya más miembros de la guar-
dia implicados; y es por eso que no ha
comentado sus temores a sus superiores
de la guardia y sí a los héroes. Si le piden
que describa las máscaras lo más detalla-
damente posible, describirá el mismo tipo
de máscara que los héroes podrían recor-
dar haber visto la noche que rescataron a
Leela (o, si ninguno de los jugadores se
acuerda del hecho, haz que sus personajes
realicen una tirada de Astucia para reme-
morar esta información).
En busca de las máscaras
Los personajes quizás consideren que
registrar las pertenencias de la guardia
es una buena forma de encontrar las
máscaras que Gafney comenta. Este pue-
de facilitar que los personajes se cuelen
en el cuartel sur y registrar el lugar, pero
no encontrarán nada allí, pues los miem-
bros afectados de la guardia ya están lle-
vando de forma activa dichas máscaras.
Si los personajes pasan a la acción e
inmovilizan a uno de los guardias para
ver si tiene la máscara encima, pasa a
Revelar una máscara.
Revelar una máscara
En cualquier momento donde los
personajes se enfrente con uno de los
guardias con la intención de descubrir
la máscara –da igual si creen que la lle-
va en el bolsillo, una bolsa de cintura o
han llegado a la conclusión de que la
lleva puesta y es invisible– lo más pro-
bable es que acaben teniendo el mismo
resultado que cuando se enfrentaron a
Frimp, a no ser que actúen con gran ra-
pidez o por sorpresa.
En el momento en el que Jark, otro de
los guardias controlado por Middark,
descubra que los héroes van tras él, este
se envarará durante unos instantes y co-
menzarán a brillarle los ojos. Si es posi-
ble, intentará escapar a la carrera, des-
vaneciéndose en las entrañas de la
17
 Detección mágica
Si los personajes tienen algún modo de
sentir la presencia mágica de las máscaras
y lo usan sobre algún guardia (por ejem-
plo, el compañero de Frimp durante Pre-
parar una trampa u otro afectado durante el
interrogatorio posterior), es posible descu-
brir la máscara. Por ejemplo, se podría re-
currir al poder Detección Arcana o la venda
de visión verdadera (consulta Maravillas
mágicas en Lankhmar: la ciudad de los ladro-
nes). Es posible que dispongan de algún
otro método similar que haga visibles las
máscaras gracias a sus aventuras.
Si los personajes parecen muy atascados
y quieres facilitar el avance de la trama,
considera proporcionarles un mago pa-
trón que pueda suministrar las herramien-
tas necesarias, como en ocasiones hicieron
Sheelba y Ningauble por Fahfrd y el Ra-
tonero Gris. Debería ser el último recurso,
eso sí, una vez que los héroes hayan juga-
do el resto del acto segundo y estén listos
para comenzar el tercer y último acto.
ciudad para no volver a ser visto jamás.
Si Jark es arrinconado o capturado, sus
ojos comenzarán a arder con furia, mien-
tras gime de dolor, para caer muerto, con
la vista destrozada y marcas de quema-
dura en las cuencas oculares.
Un añadido importante en este caso es
que, justo en el momento en que Mid-
dark posea por completo a Jark, su más-
cara se volverá visible durante unas mi-
lésimas de segundo. Podría deberse a la
mejor iluminación o al hecho de que los
personajes están más atentos, lo cierto
es que una tirada de Notar es suficiente
para verlo. Durante ese tiempo, las ge-
mas arderán, matando a Jark y destru-
yendo la máscara junto con sus ojos.
• Jark: Usa el perfil de guardia veterano
(página 37).
18
El resto de los guardias
Una vez los personajes atestigüen la
verdadera naturaleza de Jark (da igual
si logra escapar o es capturado y mue-
re), todos los demás guardias-marione-
ta afectados intentarán abandonar sus
puestos y desaparecer en la ciudad. Mi-
ddark hará que se reúnan con el resto de
sus fieles, ocultándolos para un futuro
uso (consulta La guarida de Middark (pág.
35). Si no pueden escapar, los asesi-
nará de forma remota para minimizar
la posibilidad de ser descubierto y des-
truir cualquier máscara que pueda usar-
se como prueba.
Quitar una máscara
Si los aventureros descubren lo que
está pasando antes de que Middark se
deje llevar por el pánico, tal y como se
describe en El resto de los guardias, qui-
zás logren poner en funcionamiento un
plan para quitarle a Jark su máscara an-
tes de que pueda huir o muera. Aunque
la máscara es invisible, otras personas
que no sean el afectado pueden sentirla
con el tacto y quitarla. Cualquier inten-
to razonable de lograr la ventaja sobre
Jark (u otro afectado) antes que este se
dé cuenta de lo que está pasando funcio-
nará, dejándolo confundido y desorien-
tado (aturdido en términos de juego).
Puedes sentir la resistente y basta tela,
incluso si no puedes verla. Cuando tiras
de ella, arrancándola de la cara del guar-
dia, de repente aparece en tu mano: es
una máscara de fieltro negro con broca-
dos de plata a lo largo de los bordes y dos
aguamarinas pulidas y redondeadas en
donde irían los ojos.
“¿¡Qué!?” –Jark murmura, pareciendo
molesto y confuso a la vez– “¡Mi másca-
ra! Ni me acordaba de que la tenía. ¿Qué
hacéis vosotros con ella?” Hace el gesto
de intentar recuperarla, pero en ese mo-
 mento las gemas brillan con gran fulgor y
todo el objeto se hace pedazos en un breve
instante de luz y humo.
“¿Cómo has hecho eso?”, pregunta el
guardia sorprendido.
No quedará nada de la máscara. Jark
no tiene recuerdos de habérsela puesto
ni tampoco creerá al principio cuando
le digan que la ha estado llevando todo
este tiempo, aunque sí recuerda haberla
recibido. Cuando le expliquen toda la
historia, reculará apresado por la cul-
pa y el terror. A partir de ese momento
intentará ayudar en todo lo que pueda,
pero no hay mucho que recuerde.
“Los otros chicos y yo estábamos can-
sados,” –dice– “cansados de ver cómo la
gente de esta ciudad no recibe lo que me-
rece. Cansados de sentirnos impotentes,
de no hacer nada para ayudar. Cuando
recibimos una invitación para reunirnos
con cierta gente que podía hacer algo para
arreglarlo, decidimos acudir.”
“El hombre con quien nos reunimos era
un buen tipo. Parecía noble, creo. Quizás
uno de los mercaderes del grano; nos ha-
bló mucho sobre alimentar a los necesi-
tados. La reunión tuvo lugar en uno de
los almacenes cercanos a los muelles y
allí hicimos planes para volver a reunir-
nos más adelante. Cuando nos íbamos,
nos entregó las máscaras, indicándonos
que nos identificaban como miembros de
su movimiento. Las máscaras servirían
para hacer saber a la gente que queríamos
ayudar. Lo cierto es que no recuerdo ni
habérmela puesto”.
Consecuencias
Si los aventureros comprueban los de-
talles de la historia de Jark, lograrán en-
contrar el almacén, que está vacío y no
parece ser propiedad de ninguno de los
mercaderes de la ciudad. Jark admitirá
haber experimentado lapsus de tiempo,
en especial durante sus patrullas por la
Plaza de las Delicias Ocultas, pero siem-
pre lo consideró como que se había dis-
traído con otras cosas. La idea de que
sufría amnesia temporal jamás se le hu-
biera ocurrido.
Jark puede proporcionar una descrip-
ción bastante decente del hombre con
el que se reunieron (es Fustán, que apa-
rece en Un dios desenmascarado (pág.
30), pero en realidad nadie parece
saber mucho de él: solo que se acercó
a los guardias a última hora de la tarde
en una taberna llamada la Víbora Ber-
mellón mientras comentaban sobre las
injusticias de la vida y hablaban sobre
qué hacer al respecto. Jark recuerda que
el hombre parecía muy persuasivo.
Preguntar por el hombre en la ciudad
no proporcionará más pistas que lleven
hasta Fustán; los personajes no se encon-
trarán con él por ahora. En este momen-
to puedes dirigir Amor de hija (la otra
aventura del acto segundo) si aún no lo
has hecho o pasar al último acto de la
campaña con Un dios desenmascarado.
Como tras finalizar Una máscara en
la noche, si los aventureros acaban la
aventura en posesión de una o más de
estas máscaras, un maestro ladrón (pá-
gina 37) intentará hacerse con ellas.
En caso de fallo, tendrán tranquilidad
durante un tiempo, antes de que co-
miencen a producirse nuevas intento-
nas de forma irregular a discreción del
Director de Juego.
19
 Amor de hija
C
omo con Delicias letales, esta
aventura es parte del acto inter-
medio de la campaña Los ojos de
Goro’mosh. Por tanto, debes jugarla des-
pués de Una máscara en la noche, pero
si lo haces antes o después de Delicias
letales es cosa tuya, en función del or-
den que desees imponer a la trama. De
hecho, puedes introducir también varias
historias salvajes entre cada aventura,
permitiendo así que pasen días, semanas
o incluso meses entre ellas. Solo cuando
estés listo para llevar de nuevo a los per-
sonajes hacia la trama principal deberías
llamar la atención de los héroes con el
sirviente que comentamos a continua-
ción. Al principio ni siquiera parecerá
evidente que esta aventura tiene cone-
xión con las máscaras pero, a medida que
los personajes se involucren más en ella,
acabará por revelarse el vínculo común.
Uno de los sirvientes de mayor confian-
za de una importante casa mercader se
acerca a los aventureros para proponer-
les una tarea de gran importancia. Su se-
ñora ha oído hablar de sus hazañas gra-
cias a una de sus aventuras anteriores.
Un hombre de edad madura y vesti-
do con la librea de una casa noble se
acerca a la mesa de los héroes cuando
estén en su taberna favorita. Son pri-
meras horas de la noche.
El caballero porta los finos ropajes que
solo la riqueza proporciona. Se inclina
levemente ante vosotros y os muestra
un emblema de plata, mostrando una
rueda de carro con una gavilla de
grano en el eje.
20
“Bien hallados seáis amigos,” –comien-
za–. “Mi nombre es Vendal. A mi señora
le gustaría invitaros a discutir con ella
sobre un asunto de extrema urgencia y
delicadeza. ¿Seríais tan amables de acom-
pañarme hasta su mansión?”
Espera vuestra respuesta con ansiedad,
sopesándoos con los ojos y, quizás, una
pizca de disgusto, pero dicha expresión
–si es que llegó a pasar de verdad por su
cabeza– desaparece en un instante.
Liderará al grupo a pie, avanzando por
el noroeste de la ciudad, en las cercanías
del Palacio Arcoíris, hasta una de las vi-
llas más impresionantes.
Vendal os escolta a través de las calles llenas
de bruma hasta una portezuela arqueada,
abierta sobre el muro que da a la Calle de la
Plata, justo al norte de la Calle de los Dioses.
Parece ser una entrada lateral a la mansión
más que la puerta principal. Al verlo, dos
guardias vestidos con la misma librea con el
emblema de la rueda y el grano en su pecho,
abren la puerta y os permiten entrar. Vendal
os guía a través del jardín interior, siguiendo
un sinuoso camino y superando una fuente
hasta llegar a la puerta.
Desde ahí, el sirviente os guía a través de
una enrevesada ruta que atraviesa un par
de pasillos y cruces hasta llegar finalmen-
te a una cámara de alta techumbre, con
una larga mesa a un lado y una chimenea
encendida en el muro opuesto. Una mu-
jer espera de espaldas a vosotros, de cara
al fuego, con las manos cruzadas a la es-
palda. A partir de los adornos y excelente
diseño del vestido deducís que debe ser la
señora de la casa.
 Con una breve inclinación, Vendal
anuncia vuestra llegada: “Mi señora
Holkat, los individuos que habíais solici-
tado”. Y después, se retira.
La señora gira parcialmente hacia voso-
tros, examinándoos por la comidilla del
ojo antes de devolver su mirada al fuego.
“Deseo que encontréis a mi hija, Fiola”,
dice simplemente. “Debe casarse con el
hijo de un rival, está muy enfadada con-
migo por la unión y creo que pretende huir
con otro. No permitiré que eso ocurra”.
La mujer extrae un cofrecillo de debajo
de su manto, mientras se gira para ense-
ñároslo y levanta su tapa, a la vez que dice:
“Encontrad a Fiola, traerla aquí y llenaré
vuestros bolsillos con rilks de oro.” Des-
pués, gira de nuevo hacia la chimenea, con-
servando el cofrecillo y devolviendo una vez
más su mirada hacia el fuego, señalando así
que la conversación ha acabado.
Vendal regresa a la cámara y os hace una
señal para que le sigáis. Una vez fuera,
en la antecámara, os explica: “La señora
ha dado instrucciones de que me ponga a
vuestro servicio, ayudándoos en todo lo
que pueda. ¿Por dónde deseáis empezar?”
Si los héroes intentan entablar conver-
sación con lady Holkat, esta les dirigi-
rá hacia Vendal. Está dispuesta a pagar
veinte rilks de oro a cada personaje si le
devuelven a Fiona.
Lady Holkat
La señora de la Casa Holkat es una mujer
determinada, centrada en las responsa-
bilidades que conlleva dirigir su imperio
mercantil desde que su marido murió
hace varios años. Es miembro del Gremio
de los Mercaderes del Grano y, aunque
acepta acatar muchas de las normas del
gremio para mantener los beneficios altos,
es completamente despiadada en cuanto
a los negocios, sin soportar problemas,
desacuerdos o vagancias en nadie que
esté bajo su mando. A estas alturas de
la vida considera a su hija poco más que
otro recurso a su disposición, de tal modo
que, para ella, casar a Fiona para alcanzar
un acuerdo mercantil favorable es justo la
forma en la que se hacen las cosas, al me-
nos en su mente.
Fiola
Fiola es la hija de lady Holkat, una
doncella de diecisiete años y enamo-
rada de otra persona. El hombre con
quien desea estar se llama Gybon y es
el hijo del maestre de almacenes de la
Casa Holkat. Fiola y Gybon se escapan
juntos de la mansión en cuanto tienen la
oportunidad. Fiola no tiene ninguna in-
tención de casarse con el hijo de un mer-
cader extranjero, alguien llamado Ninsk
a quien jamás ha visto. Pretende fugarse
con Gybon, pero aún no han hecho su
movimiento. Gybon ha estado enamo-
rado de Fiola durante mucho tiempo
y tiene intenciones de ayudarla a esca-
par. Planean esconderse en un pequeño
apartamento cerca de la Plaza de las De-
licias Ocultas, que han conseguido con
la ayuda de los “nocturnos”.
Los nocturnos
Fiola y Gybon son parte de una camari-
lla de jóvenes y adolescentes de familias
nobles, casi todos de la misma edad. Los
miembros de este grupo se hacen llamar
‘los nocturnos’. Al no ser más que un
puñado de consentidos y vividores, se
resienten de la forma adusta y reserva-
da en que sus padres dirigen sus casas
nobles y negocios. Ninguno de los noc-
turnos está interesado en hacerse cargo
de las responsabilidades mercantiles;
prefieren pasar lo mejor posible su tiem-
po, escapándose para irse de juerga y
codearse con los plebeyos en las partes
menos refinadas de la ciudad siempre
que tienen la oportunidad.
21
 ¿Y mis rilks?
Si Fiola logra matar a su madre, Vendal
enloquecerá por la pena y el horror, orde-
nando a los personajes que desaparezcan
de su vista.
“¡Largaos rufianes! ¡No habrá oro para
vosotros en este lugar! ¡Mi señora ha
muerto y Fiola es la causa de su muerte!
¿Cómo ha podido pasar? ¿Cómo habéis
permitido que ocurra?” Gimotea por la an-
gustia, mientras acuna el cuerpo sin vida
de lady Holkat contra su regazo. “¡Lar-
gaos!”, os grita una y otra vez.
Los personajes serán olvidados durante
las postrimerías de la tragedia. Toda la ciu-
dad quedará asombrada ante la sangrienta
carnicería que ha sufrido su nobleza y a na-
die le importará si los héroes encontraron
o no a Fiola. Si los personajes insisten en el
tema del pago, Vendal intentará hacer que
la guardia de la ciudad les arreste por aco-
so e invasión de propiedad ajena.
No hace mucho, los nocturnos cayeron
bajo la influencia de Fustán, la mano de-
recha de Middark, el sacerdote ciego de
Goro’mosh, el Rey Mendigo (consulta Un
dios desenmascarado para más informa-
ción sobre Middark y Fustán). Fustán ha
convencido a los jovenzuelos de que el
futuro de Lankhmar les pertenece y, por
tanto, que pueden moldearlo a su antojo.
La realidad es que Middark desprecia a
los ricachones de la ciudad y el modo en
el que estos tratan a los pobres. Considera
a los líderes de las casas mercantes como
seres despreciables y sus consentidos y
egoístas descendientes son aún peores.
En su mente, no hay mejor forma de des-
truir a toda la clase mercantil de la ciudad
que volver contra ella a sus hijos.
Encontrar a Fiola
Vendal puede responder muchas de las
preguntas que los personajes tengan
sobre Fiola:
22
P: “¿De quién está enamorada Fiola?”
R: “Su amante se llama Gybon, es el hijo
del maestre de almacenes”.
P: “¿Dónde suelen encontrarse?”
R: “Siguiendo las órdenes de lady Holkat
he hecho seguir a Fiola, descubriendo que,
en ocasiones, es Gybon quien se cuela en la
mansión, pasando ambos tiempo en los jar-
dines, mientras que otras veces es ella quien
acude a él; en ese caso, suelen reunirse en
una taberna a unas pocas manzanas de aquí
llamada ‘la Salamandra Inclinada’.”
P: “¿Cuándo fue la última vez que se vio
a Fiola en la mansión?”
R: “Desayunó ayer por la mañana con su
madre y después pasó considerable tiempo
en sus habitaciones privadas. Se esperaba
su presencia en la cena, pero no acudió.”
P: “¿Con quién se supone que debe ca-
sarse Fiola?”
R: “Su nombre es lord Ninsk. Su fami-
lia es de Kvach Nar, donde son magnates
madereros. Una vez se casen, lady Fiola
residirá con su señor marido en su man-
sión, al otro lado del Mar Interior”.
P: “¿Quién más podría conocer dónde se
encuentra Fiola?”
R: “Fiola a menudo insiste en que echa-
ría terriblemente de menos a sus amigos
si fuera obligada a casarse. Creo que ella
y Gybon pasan tiempo con otros jóvenes
nobles de su misma edad en la Salaman-
dra Inclinada”.
P: “¿Hay algo más que puedas contarnos?”
R: “Durante el desayuno de ayer, se
produjo una de las numerosas peleas que
tiene con lady Holkat sobre casarse con
lord Ninsk, en donde amenazó con arrui-
nar el negocio familiar. Afirmó que ella
y sus amigos se encargarían de ‘veros
destruidos a todos vosotros’. No tengo ni
idea sobre a qué se refiere. Mi señora es
una mujer respetable y no tiene ningún
vil secreto que Fiola pueda revelar”.
Las cámaras de Fiola
Si los aventureros piden ver las habi-
taciones privadas de Fiola, Vendal les
escoltará hasta allí. Una tirada de No-
tar es suficiente para descubrir que no
les quita ojo de encima, mientras que
un aumento proporcionará al héroe
la impresión de que parece sospechar
que pretenden robar algo de ellas.
Las habitaciones fastuosamente de-
coradas de Fiola ocupan los dos pisos
superiores de una de las alas de la man-
sión. Tiene dos doncellas, que la atien-
den y duermen en cámaras adyacentes.
Si preguntan, Vendal explicará que Fio-
la suele escaparse a través de una de
las ventanas, desde donde desciende
trepando por un enrejado hasta el techo
de la despensa, y ahí, por el muro que
rodea la casa hasta la calle.
Los personajes encontrarán varias car-
tas de amor de Gybon en el cajón ce-
rrado de su escritorio, así como unos
crudos bosquejos que Vendal puede
confirmar que son dibujos de ella. Para
abrir el cajón es necesaria una tirada de
Forzar Cerraduras, aunque también po-
dría tirarse Callejear o Astucia a -2, pues
la cerradura no es especialmente buena.
En un doble fondo de otro de los cajo-
nes (fácil de encontrar con una tirada de
Notar si se molestan en hacer algo más
que examinar por encima el escritorio),
encontrarán una de las máscaras negras
de Middark, junto con una invitación,
formalmente escrita, a un baile de más-
caras que tendrá lugar en la mansión
Yewelm mañana por la noche. Vendal
puede confirmar que los Yewelm son
otra de las familias mercantes más in-
fluyentes de Lankhmar y el baile de
máscaras es un gran evento, al que tan-
to lady Holkat como Fiola pretenden
acudir; además, lord Yewelm tiene un
hijo, Ribrit, con quien Fiola suele coin-
cidir en la Salamandra Inclinada. Si los
investigadores no registran el escritorio
en profundidad, un sorprendido Vendal
afirmará que dicho mueble suele estar
mucho más desordenado, de tal modo
que Fiola debe haber ordenado sus con-
tenidos hace poco.
La Salamandra Inclinada
Si los personajes deciden hacer una
visita a la Salamandra Inclinada, Ven-
dal les llevará hasta allí, esperando
fuera mientras los héroes exploran el
interior. Es muy similar a muchas otras
tabernas, salvo por el hecho de que el
interior está mucho mejor cuidado que
otros lugares, como la Anguila de Plata.
Hay bastantes estibadores, marineros y
trabajadores de las torres del grano en
su interior, riendo y pasándoselo bien,
como es normal en cualquier tasca. No
hay señal alguna de Fiola o ningún jo-
ven noble en la sala principal.
Si los personajes investigan más el lugar
o preguntan sobre Fiola, Gybon o sus
amigos, una de las camareras llamará su
atención hacia un salón privado situado
en la parte de atrás del establecimiento.
“Ajá, vuestros preciosos señoritingos y
damas siempre jaranean por allá” –dice
la moza, mientras mantiene como puede
en equilibrio un puñado de jarras llenas–.
“Suelen dejar hecho un asco el sitio y, ade-
más, nunca dejan nada más que un par de
tiks o agotes de propina. Con la tela que
manejan sus familias, podrían estirarse
un poco más, ¿no?”. Tras eso, se apresura
a responder a las llamadas de los clientes,
que esperan ansiosos sus bebidas.
Si los personajes entran en el salón,
encontrarán una cámara central algo
pequeña, con una gran mesa redonda
y varios recesos con cortinas junto al
muro, para las conversaciones de ca-
rácter más íntimo. Ahora mismo se
23
 apiñan un buen puñado de jóvenes no-
bles en la sala. Varios están sentados al-
rededor de la mesa, jugando a los dados
y riendo, mientras que un par de parejas
ocupan varias de las alcobas, jugando a
intercambiar besitos.
Cuando los héroes entren, uno de los
adolescentes se levantará de la mesa e
intentará ahuyentarlos:
“El salón es privado,” afirma el joven
rufián, con la mano posada sobre la deco-
rada empuñadura de su ropera. “Podéis
beber en la sala común”. Apunta a vues-
tra espalda a la ruidosa habitación donde
estáis, antes de intentar cerrar la puerta.
En caso de que los héroes intenten
abrirse camino a la fuerza en el salón,
tres chicos, de entre los irritados nobles,
ocuparán posiciones delante de la puer-
ta, bloqueando el camino. Cualquier ge-
nuina muestra de violencia o una tirada
de Persuasión los acobarda, forzándoles
a echarse hacia atrás; se mostrarán hu-
raños a partir de ese momento por ha-
berles humillado delante de sus damas.
• Jóvenes fanfarrones (3): Usa la
plantilla de valentón que aparece en
la página 38, aunque solo con una
ventaja de combate.
Una vez comprendan que no pueden
intimidar a los investigadores, los noc-
turnos (pues son ellos si había alguna
duda) contestarán de mala gana a las
preguntas de los héroes.
P: “¿Quiénes sois y qué hacéis aquí?”
R: “Somos los nocturnos… y es mejor
que os larguéis”.
P: “¿Dónde están Fiola y Gybon?”
R: “No han venido esta noche. No los
hemos visto”.
P: “¿A dónde han ido?”
R: “No lo sabemos”. [Falso, como se
verá a continuación]
24
P: “¿Planeáis acudir al baile de másca-
ras que se va a dar en la mansión Yewelm
mañana por la noche?”
R: “Sí, claro. Todo el mundo estará allí.
Es la gala más importante de toda la esta-
ción de la cosecha”.
P: “¿Alguno de vosotros tiene máscaras
negras? ¿Alguno plena llevar máscaras
negras durante la fiesta?”
R: “No sabemos de qué estáis hablando”.
[De nuevo, falso; todos van a hacerlo
y con otra tirada de Intimidar o Per-
suadir lo admitirán]
También mienten sobre no saber dónde
se encuentran Fiola y Gybon. Una tira-
da de Intimidar o Persuadir es suficiente
para que los nocturnos admitan que la
pareja tiene su propio nidito de amor,
mientras que un aumento revela que se
trata de un apartamento cerca de la Pla-
za de las Delicias Ocultas.
Si los héroes intentan hacer entrar en
razón a los nocturnos en algún momen-
to sobre lo peligrosas que son las más-
caras (asumiendo que lo sepan, claro),
será necesaria una tirada de Persuadir
con -2 para convencerles de ello. En ese
caso, los nocturnos serán una pizca más
cooperativos, revelando que su plan era
llevar todos la misma máscara a la fiesta
como muestra de solidaridad. Admitirán
que fue idea de Fustán hacerlo y que fue
él quien les proporcionó las máscaras.
No saben nada más sobre ellas, pero pro-
meterán no usarlas. Tampoco saben el
lugar exacto en que se encuentran Fiola
y Gybon ni cuál es su apartamento, salvo
que está cerca de la Plaza de las Delicias
Ocultas; Gybon lo mantuvo en secreto
para que nadie pudiera encontrarlos.
Operación de vigilancia
En caso de que los personajes opten por
esperar escondidos y atentos a que
Fiola visite uno de sus lugares acostum-
brados, pueden organizar una operación
de vigilancia en torno a él. Vendal puede
proporcionarles una descripción muy
detallada de la chica (en especial con la
ayuda de los bocetos, si los descubrie-
ron) y Gybon. Hay varios sitios ideales
para hacerlo, esperando atentos a que
aparezca. De hecho, podrían dividir el
grupo y vigilar más de una localización.
La mansión
Los aventureros podrían llegar a la
conclusión de que Fiola regresará en
algún momento a la mansión Holkat,
en especial si sospechan que pueda es-
tar interesada en recuperar la máscara
que tiene oculta en el escritorio. Vendal
puede ayudarlos a encontrar un buen
lugar desde donde vigilar. Por ejemplo,
el jardín permite tener controlada la
ventana por la que suele entrar o salir a
escondidas de su habitación. Si los per-
sonajes siguen este plan, Fiola intentará
regresar a sus cámaras poco antes de la
aurora, suponiendo que la mayor parte
del personal de servicio esté dormido a
esas horas y los guardias cansados tras
toda la noche alerta. Pasa a Enfrentarse a
Fiola si los héroes logran atraparla.
La Salamandra Inclinada
Otro lugar donde los personajes po-
drían esperar a Fiola y emboscarla es
en la taberna que ella y sus amigos fre-
cuentan. Es simple cuestión de colocar
a alguien en la sala común y mante-
ner vigilada la entrada. Sin embargo,
Fiola no acudirá al lugar mientras está
abierto. Si los jugadores son pacientes
y esperan un día y noche completos,
tanto ella como Gybon se reunirán con
el resto de nocturnos allí justo antes de
ir todos en tropel al baile de máscaras.
Pasa a Enfrentarse a Fiola si los héroes
la esperan en este lugar.
La Plaza de las Delicias Ocultas
Los héroes podrían optar por buscar
a Fiola y Gybon en los alrededores de
la Plaza de las Delicias Ocultas, supo-
niendo que alguno de los comercian-
tes o clientes podrían haberlos visto
comprando o atravesando el lugar en
sus idas y venidas. No es tan desca-
bellado como podría parecer, pues
aunque Fiola y Gybon se “esconden”,
destacan mucho en una zona de la ciu-
dad frecuentada por personas de clase
baja. Además, deben conseguir su pro-
pia comida, ya que el nidito de amor
no tiene criados, así que no es tan mal
plan investigar los puestos de venta
de alimentos para ver si alguien ha
visto a la chica.
Una tirada de Callejear con -2 revelará
que Fiola ha sido vista con regularidad
en una de las manzanas cercanas si al-
guno de los personajes dedica al me-
nos dos horas a la tarea. Un aumento
indica el edificio exacto. Una vez los
héroes tengan una idea aproximada (o
precisa) de en dónde están viviendo,
podrían establecer un perímetro o co-
menzar la búsqueda casa por casa (o
piso por piso) y encontrarla.
La pareja se oculta en un apartamento
de dos habitaciones, situado en el últi-
mo de los cuatro pisos de un edificio de
alquileres justo al borde de la plaza. El
interior es bastante modesto cuando se
compara con lo que Fiola está acostum-
brada en la mansión, pero sería extrava-
gante para el resto de los mortales. Fiola
considera que un lugar tan “humilde”
es muy romántico. Ambos abandonan
el lugar alrededor de la media noche,
cuando el barullo habitual de la plaza
comienza a desvanecerse. Pasa a Enfren-
tarse a Fiola cuando los héroes la inter-
cepten o encuentren.
25

El baile de máscaras
Otra posibilidad es que los aventureros
opten por esperar a que Fiola aparezca
en el baile de máscaras que se dará en
la mansión Yewelm. Vendal no puede
proporcionar invitaciones y no desea
ofender a una familia tan importante
ayudando a los personajes a colarse en
el mismo, aunque sí sugiere que quizás
uno o dos héroes podrían entrar en la
mansión con el séquito de sirvientes de
lady Holkat, usando su librea. Por ejem-
plo, como cochero o escolta, ayudante
personal o incluso como invitado de la
señora (aunque esto será la comidilla
de toda la crema y nata de la sociedad
lankhmariana, pues lady Holkat no ha
sido vista del brazo de un hombre desde
la muerte de su marido).
Seguramente los jugadores inventen
otros planes para colarse en la
fiesta. Eso sí, si deciden hacerlo,
26
Vendal no querrá saber nada del tema.
Los héroes también podrían esperar
sin más junto a las puertas, atentos a
la llegada de Fiola y sus amigos. En
todos estos casos, pasa a Enfrentarse a
Fiola para determinar el resultado.
Las máscaras
Si los personajes no han encontrado
la máscara de Fiola y/o convencieron a
los nocturnos de la peligrosidad de es-
tos objetos, Fiola, Gybon y el resto de
jóvenes acudirán al baile de máscaras
con ellas puestas. Middark aún no ha
utilizado la magia que activa las más-
caras y todas son visibles, como parte
de los disfraces. Su plan es esperar al
momento más oportuno, activar la ma-
gia, de tal modo que las máscaras se
fundan con sus portadores, tomar con-
trol de las nuevas marionetas y hacer
que se muevan por toda la mansión,
asesinando a sus propios padres y tan-
tos invitados nobles como puedan. Su
único objetivo es causar tanta carnice-
ría como le sea posible, antes de que
sus marionetas perezcan.
Los PJ ignoran las capacidades de las
máscaras: Si los héroes no comprenden
todavía cómo funcionan las máscaras
y/o aún no las han visto antes, la noche
puede acabar siendo muy sangrienta.
Hay demasiadas variables para relatar
todas las posibles consecuencias, pero
lo cierto es que si un número importan-
te de nocturnos acuden al baile con las
máscaras puestas como parte de su dis-
fraz, Middark pondrá en marcha su dia-
bólico plan unas dos horas después de
que la fiesta comience. En caso de que
los héroes estén presentes, serán testi-
gos de la carnicería resultante.
Los PJ conocen las capacidades de las
máscaras: Si los héroes están ya bien
versados en los poderes de las máscaras
y ven que los nocturnos las llevan pues-
tas, tienen una ventaja inesperada sobre
Middark. Pueden arrancar las máscaras
a los jóvenes antes de que Middark sea
consciente de su presencia. Eso sí, de-
berán actuar con rapidez, o el sacerdote
dará comienzo a su plan y, al descubrir
que alguien conoce la verdad sobre las
máscaras, se deshará de las pobres vícti-
mas que aún las lleven.
El baile de disfraces está en pleno apogeo
mientras los huéspedes se arremolinan en
grupillos por diversas habitaciones de la
mansión. De repente, un grito de terror
rasga el agradable fondo de las conversa-
ciones y la música ambiental. Mirando
por encima del hombro, contemplas a un
hombre joven con resplandecientes ojos
azules. Saca una daga y se abalanza sobre
una mujer, apenas situada a un par de
pasos de distancia. Esta grita de nuevo:
“¡No, Bastián! ¡NO!”, pero sus intencio-
nes están claras: es el blanco de su hoja.”
Hay demasiados nocturnos –y están re-
partidos por numerosas habitaciones de
la mansión– para que los héroes puedan
detener a todos pero, si actúan con ra-
pidez, indudablemente podrán limitar
la cantidad de fallecidos. Por supuesto,
los guardias de la casa también se apre-
surarán a defender y proteger a los in-
vitados, de tal modo que nos héroes no
están solos en la empresa.
• Nocturnos (12): Usa la plantilla de ve-
cino de Lankhmar (página 38).
• Guardias (8): Usa la plantilla de guar-
dias de la ciudad (página 37).
• Invitados (30): Usa la plantilla de ve-
cino de Lankhmar (página 38).
Si los personajes aún no se han en-
frentado con Fiola, esta estará en ple-
na discusión con su madre cuando cai-
ga bajo la influencia de la máscara. Le
empezarán brillar los ojos, sacará una
pequeña daga de su vestido y apuña-
lará con ella a su madre.
Enfrentarse a Fiola
Si los personajes logran encontrar a
Fiola y plantarle cara, la chica se mos-
trará bastante infeliz.
“Así que mi querida madre os ha man-
dado para que me arrastréis de vuelta,
¿eh?” –lloriquea desdeñosamente– “¡Por
supuesto! ¡Faltaría más! Como si fuera
un envío de carga perdido, arrancado de
la cubierta del barco por una tormenta.
Eso es todo lo que soy para ella: un apun-
te más en su libro de contabilidad.”
La chica mueve la cabeza. “No pienso
ir. No puede obligarme a que me case
con un desconocido barón maderero del
norte. Gybon y yo preferimos vivir en
la miseria a dejar que arruine mi vida.
Si queréis recibir de ella cualquier apes-
toso pago que os vaya a hacer, dinero
ganado traficando con las miserias
27
 humanas, tendréis que atarme y llevar-
me a rastras hasta ella, como la mercan-
cía que cree que soy.”
Intentará huir de los héroes en ese pun-
to y, si Gybon está con ella, este intenta-
rá facilitarle la huida. En realidad no son
ninguna amenaza real para un grupo de
aventureros, pero plantarán toda la cara
posible hasta que sean atrapados y re-
ducidos, forzando a los héroes a cum-
plir sus amenazas y tener que llevarla a
rastras hasta su madre por la fuerza.
• Fiola: Usa la plantilla de vecino de
Lankhmar (página 38).
• Gybon: Usa la plantilla de valentón
(página 38).
Cuando lleven a Fiola ante su madre,
esta ordenará que encierren a la chica
en sus cámaras, colocando guardias en
cada puerta y ventana, para evitar que
escape de nuevo. Mientras se la llevan
de allí, Fiola lanzará unas últimas ame-
nazas a los personajes (si tiene lugar en
la mansión Yewelm durante el baile de
máscaras, la confrontación será ligera-
mente más educada, pero similar en lí-
neas generales):
Fiola os atraviesa con una última mirada
de odio mientras un par de guardias con
la librea de la Casa Holkat la arrastran
fuera de aquí. “¡Perros miserables! ¡Oja-
lá se os atraganten esos rilks de oro! ¡Me
habéis robado la vida! ¿¡Me oís!? ¡Rezad
para no enamoraros nunca de la persona
equivocada! ¡Soltadme!” Y, aunque la
chica desaparece de vuestra presencia, se-
guís escuchando sus gritos, haciendo ecos
en los salones de la mansión.
[Añade este segundo párrafo si la con-
frontación tiene lugar durante el baile]
El resto de invitados a la fiesta contem-
plan la escena durante unos breves ins-
tantes, inquietos, para después asentir
como si supieran algo que vosotros
28
no y regresar a sus actividades, a medi-
da que la música vuelve a sonar.
Vendal pagará a cada uno de los héroes
20 rilks de oro, agradeciéndoles en nom-
bre de su señora su servicio, para des-
pués acompañarles con rapidez hasta la
calle. No se espera volver a verlos.
Si los jugadores cambian de idea y los
héroes se niegan a llevar a la chica y Gy-
bon hasta su madre, ambos jóvenes se
sentirán en deuda con ellos, prometien-
do que les devolverán el favor de algún
modo en el futuro. Puedes usarlos como
contactos en otra aventura posterior, si
así lo deseas. Por supuesto, no les van
a pagar y, si no avisaron a los noctur-
nos de la peligrosidad de las máscaras,
su buena obra se quedará en nada: Fiola
y Gybon seguirán acudiendo al baile de
máscaras y tanto la chica, como su ma-
dre y el resto de nocturnos, morirán de
forma horrible como resultado del cruel
juego que Middark tiene entre manos.
Consecuencias
Al acabar la aventura, e indepen-
dientemente de lo que haya ocurrido
con Fiola, hay otro hecho importante
a tener en cuenta.
Tienen las máscaras
Si los héroes lograron quitarles las más-
caras a los nocturnos, habrán evitado
una horrible tragedia de proporciones
épicas. También dispondrán de impor-
tantes pistas que seguir. Sus investiga-
ciones en Lankhmar revelarán que nadie
en la ciudad parece saber de dónde han
salido las máscaras, ni conoce a su fabri-
cante (o al menos, lo admite). Ha habido
una importante demanda de aguamari-
nas pulidas del tamaño utilizado, aun-
que el negocio se ha producido a través
de numerosos intermediarios, muchos
de los cuales han aparecido misteriosa-
mente muertos, alguno incluso con los
ojos abrasados. El rastro parece detener-
se en punto muerto por ahora.
Como tras acabar Una máscara en la no-
che, si los aventureros acaban la aventura
en posesión de una o más de estas másca-
ras, un maestro ladrón (página 37) in-
tentará hacerse con ellas. En caso de fallo,
tendrán tranquilidad durante un tiempo,
antes de que comiencen a producirse
nuevas intentonas de forma irregular a
discreción del Director de Juego.
No tienen las máscaras
Si los personajes no tienen las másca-
ras, lo más probable es que no hayan
reconocido su significado y hayan per-
mitido que los nocturnos las conser-
ven. En ese caso, el baile de máscaras
se habrá convertido en una carnicería,
cuando Middark active su magia, pro-
vocando una masacre y un gran derra-
mamiento de sangre.
En caso de que los héroes estuviesen en
la fiesta cuando se produce, atestigua-
rán de primera mano las capacidades
de las máscaras. Cuando se calmen las
cosas y empiecen a unir todos los cabos
sueltos, es posible que no tengan prue-
bas físicas de ello, pero sí sabrán cuál es
la función de las máscaras.
De no estar en la fiesta (quizás atra-
paron a Fiona con facilidad y no lle-
garon a acudir al baile), escucharán
los horribles cotilleos y rumores que
llegan hasta la calle del suceso. Aun-
que las explicaciones de lo sucedido
sean, en muchos casos, contradicto-
rias y confusas, varios hechos parecen
ser comunes en todas ellas: fueron los
propios descendientes de las nobles
familias quienes se volvieron con-
tra sus progenitores, les ardieron los
ojos y llevaban todos el mismo tipo
de máscaras, aunque estas parecen
haber desaparecido. Deberán ser los
propios personajes quienes unan los
puntos, en función de lo que puedan
haber descubierto hasta ahora.
Llegado este punto, puedes optar por
dirigir una historia salvaje indepen-
diente, la otra aventura del acto se-
gundo, Delicias letales (si aún no la
habéis jugado) o poner punto y final
al capítulo y pasar al acto final con Un
dios desenmascarado.

En la Plaza de las Delicias Ocultas, que se encuentra siete manzanas

al sur de la Puerta del Pantano y se extiende desde la Fuente de la
Oscura Abundancia hasta el Santuario de la Virgen Negra, las luces
de las tiendas tenían un brillo mortecino, como el de las estrellas, pues
allí los vendedores de drogas, los buhoneros y los mercachifles de cu-
riosidades iluminaban sus puestos y los lugares donde se acurrucaban
con hongos luminosos, luciérnagas y braserillos con una única ventana
diminuta, ocupándose de sus asuntos casi con tanto silencio como las
estrellas se ocupan de los suyos.
-El bazar de lo extraño (1963)

29
 Un dios
desenmascarado
A
estas alturas, habrás finaliza-
do ya el acto segundo, junto
con sus aventuras, Delicias
letales y Amor de hija. También es po-
sible que hayas dirigido alguna otra
historia salvaje independiente, pasan-
do algo de tiempo de juego (unos días,
semanas o incluso un mes) desde la úl-
tima aventura de la minicampaña Los
ojos de Goro’mosh. Da igual como llegues
hasta este punto de la historia, a partir
de ahora usaremos un método muy di-
recto para implicar a los personajes, así
que solo sigue con esta aventura cuan-
do estés listo para llegar hasta el final.
Los héroes han estado implicados en va-
rios asuntos relacionados con las máscaras
y es probable que hayan oído rumores en
la calle sobre varios sucesos más. Un con-
tacto de uno de los personajes acude a él
para hacerle saber que una tercera persona,
vinculada a los villanos que se encargan de
distribuir las máscaras, ha intentado con-
tactar con él. Dicho contacto necesita de
forma desesperada la ayuda de los héroes
y posee información sobre las máscaras
que podría ser de utilidad para rastrear a
los culpables de crímenes tan viles.
Rumores
Los sucesos ocurridos en Delicias letales y
Amor de hija no han sido los únicos pro-
blemas que se han producido en la cuidad.
Los héroes deberían escuchar estos rumo-
res antes de que dé comienzo en sí esta
aventura o, mejor aún, haber presenciado
los hechos cuando ocurrieron, si son
seguidores del culto de Aarth, miem-
30
bros del Gremio de Ladrones o trabajaron
(aunque fuese de forma temporal) en los
muelles. También podrían haber oído a
los comerciantes de los distintos puestos
de venta comentar el tema, mientras hacen
sus compras. Quizás hayan oído hablar de
cada crisis mientras bebían y recogían in-
formación en su tasca favorita. Otra fuen-
te excelente de cotilleos e información es
cualquier informante o contacto que po-
sean, en especial si recurrieron a ellos para
intentar averiguar algo sobre el origen de
las máscaras. Entre los sucesos ocurridos
se incluyen:
• Varios sacerdotes del Templo de
Aarth se volvieron contra el resto de
miembros del culto; ha habido varios
muertos y la jerarquía interna del cul-
to se tambalea.
• Un grupo de asalta pisos del Gremio
de Ladrones fue atrapado realizando
trabajos no sancionados y, cuando se
les enfrentó con el hecho, se volvieron
violentos, atacando a los agentes del
gremio. Varios oficiales del gremio
murieron antes de acabar con los re-
negados, pero ahora mismo la para-
noia corre rampante entre sus filas.
• Un grupo de estibadores, de repente,
quedaron poseídos, prendiéndole fuego
a las mercancías que estaban embarcan-
do (casi todo productos de gran valor) y
después intentaron quemar los barcos
que iban a transportar dichas mercan-
cías. Se produjo un incendio importante
y numerosos guardias de los almacenes,
marineros y agentes portuarios fallecie-
ron antes de que todo se calmase.
 En todos los casos los criminales se
comportaron exactamente de mismo
modo: se envararon durante unos se-
gundos y les comenzaron a brillar los
ojos; en cuando fueron capturados o
murieron, sus ojos emitieron una luz
tan potente como la del sol antes de apa-
garse, dejando tras ellos marcas de que-
madura y las cuencas oculares vacías.
A estas alturas, muchos habitantes de
Lankhmar habrán oído rumores al respec-
to de que estos extraños casos de posesión
están relacionados, de algún modo, con
máscaras negras que una o más personas
distribuyen en secreto. En la calle se dice
que no hay que fiarse de estos individuos.
El informante
Un individuo con el que los persona-
jes tengan trato habitual se acercará a
hacerles una visita. Les comentará que
tiene una amiga, a quien le han ofrecido
una de estas máscaras negras y conoce
los riesgos que entraña, pero está asus-
tada, pues le han estado siguiendo du-
rante un par de días y cree que el hom-
bre que se la ofreció ahora mismo quiere
matarla y recuperarla.
El contacto instruye a los héroes sobre
cómo encontrar a su amiga, una ramera,
en una bodega al día siguiente, a medio-
día. La taberna en cuestión se llama El Ra-
cimo de Uvas y se encuentra en la Calle
del Dinero. Indicará a los personajes que
pregunten por Milga. Solo después de
que usen esta indicación (el nombre es
falso), el propietario les llevará hasta su
sótano. Allí les espera Kizzel, en una pe-
queña habitación con un camastro y una
palancana de agua. La chica en ocasiones
duerme aquí, cuando necesita esconderse
de un cliente enfadado o muy violento.
“Muchas gracias por venir,” dice la mujer
después que el bodeguero regrese escaleras
arriba. “Mi nombre es Kizzel; Milga era solo
un nombre falso, una forma de estar seguros
de que sois amigos.” Parece inquieta, jugan-
do constantemente con su falda mientras
lanza miradas en todas direcciones.
“Tengo una de esas máscaras negras”,
admite poco después, sacando el objeto de
debajo del camastro. “Un guapo noble de
cabellos rubios y rizados me la dio hará
unas cuantas semanas. No la he pues-
to” –añade con rapidez. “No la usé en su
momento y después, con tantos rumores
como he oído, no me he atrevido”.
“Acudí a una reunión con una amiga.
Ella también es prostituta. De hecho, to-
das las chicas que fueron también lo eran.
El hombre –no, no nos dio su nombre–
afirmó que nos estaban tratando de forma
injusta. Todo Lankhmar se aprovecha de
las rameras y no debíamos permitir que
eso continuara. Muchas de mis compañe-
ras se emocionaron, comenzando a darle
la razón y a asentir con la cabeza pero,
por alguna razón, a mí no me parecía de
fiar. ¡Bendita corazonada!”
Kizzel da un pequeño salto y se queda
mirando a la puerta. “¿Qué ha sido eso?
¿Lo habéis oído?”
Detén la conversación en ese instante y
ofrece la posibilidad a los aventureros
de investigar, pero en realidad no hay
nada. Después continúa.
“Lo siento; son los nervios, supongo.
¿Por dónde iba? Ah, sí. Este señor es-
taba convenciendo a todas mis compa-
ñeras de que deberíamos juntar fuerzas,
trabajar unidas para cambiar la ciudad
y que la gente se diese cuenta de que
también somos personas. Y quería que
empezásemos a llevar estas máscaras
para mostrar nuestro apoyo mutuo. Yo
jamás me puse la mía ni tampoco vi a
ninguna de mis compañeras llevando
las suyas, pero ahora mismo temo que se
hayan visto todas ellas atrapadas en la
horrenda magia de esas cosas.”
31
 “Y lo que es peor, creo que ese hombre
está enfadado conmigo por no haberme
puesto la máscara. Creo haberle visto un
par de veces en los últimos días mien-
tras compraba en el mercado y, después,
anteanoche, cuando pasaba un tiempo
en compañía de un caballero en la Tru-
cha Atlética, de la Calle del Carretero,
lo vi cruzando la sala común, sin qui-
tarme los ojos de encima. Cuando miré
más tarde se había ido, pero todavía se
me pone la piel de gallina cuando pienso
que podría ser la persona que está detrás
de todos esos asesinatos y muertes… y
que viene a por mí.”
Kizzel se levanta del suelo y comienza a
dar vueltas por el lugar. “No sé qué ha-
cer,” –dice, mientras retuerce las manos–.
“Pensé abandonar la máscara por ahí, ti-
rarla en un montón de basura, en algún
callejón, pero temo que otra persona pueda
encontrarla. También temo por las otras
chicas. ¿Y si alguna de ellas ya se ha pues-
to la máscara? ¿Qué les va a pasar? ¿Po-
déis ayudarme? ¿Nos ayudaréis?”
La verdad
El hombre al que Kizzel se refiere es,
por supuesto, Fustán. Hasta el momen-
to ha sido muy cauto, cubriendo muy
bien sus huellas pero ahora, que la ciu-
dad está llena de rumores sobre las más-
caras y los problemas que causan, está
intentando solventar todos los cabos
sueltos y recuperar las máscaras que no
estén en uso antes de que Middark pase
a la siguiente fase de su plan. Kizzel no
sabe nada más sobre él. Puede decirles
en donde se reunieron (una sala privada
de la Trucha Atlética) y quien más acu-
dió (inventa algunos nombres y lugares,
si los héroes deciden seguir esa pista,
pero todas las demás cortesanas han
desaparecido ya). Salvo una descripción
excelente de su ropa cara y apolíneo
aspecto, poco más puede ofrecer.
32
Fustán
Hay un par de planes que podrían fun-
cionar si los héroes se proponen captu-
rar o atrapar a Fustán. Kizzel está muy
asustada, pero aceptará que la usen
como cebo para atraer a Fustán si pro-
meten pegarse de cerca a ella y prote-
gerla. También deben decidir si quieren
capturarlo en cuanto aparezca o ser un
poco más inteligentes y seguirlo hasta
su guarida. Sea como sea, si utilizan a
Kizzel como cebo, Fustán aparecerá esa
misma tarde-noche, en cuanto la oscuri-
dad extienda su manto sobre la ciudad.
Mientras Kizzel trabaja su calle habi-
tual, Fustán se acercará en secreto (al
menos creerá que no le ha visto nadie) y
la estudiará desde uno de los callejones.
Capturarlo
Si los héroes optan por intentar apresar
a Fustán ahí mismo, este luchará con
todo lo que tenga, pero no será un sui-
cida. Una vez comprenda que ha sido
derrotado, se rendirá. Eso sí, tampoco
es que vaya a revelar lo que sabe sin que
lo presionen mucho. En caso de que lo-
gren vencer su determinación, con Inti-
midar o Persuadir, acabará entregando
a su mentor a cambio de la promesa de
protegerlo de él. Fustán admitirá que el
cerebro que lo orquesta todo se llama
Middark y puede encontrársele en el
templo de Goro’mosh, en la Calle de los
Dioses. Fustán no lleva máscara.
• Fustán: Usa la plantilla de cortesano
(página 37).
Seguirlo
Si los personajes deciden esperar y ver
a dónde puede Fustán llevarlos, tendrán
que acechar entre las sombras y vigilarlo.
Cuando se sienta seguro, pondrá en mar-
cha sus planes con rapidez. Pocos minu-
tos después de empezar a vigilar a la
prostituta, y cuando la calle parezca libre
de testigos, un trío de matones (sus ojos
brillan con un tono azulado), emergerá
de su callejón y atacará a Kizzel. A estas
alturas, los héroes deberían estar ya bas-
tante familiarizados sobre cómo actúan
las marionetas posesas de Middark, así
que la lucha no durará mucho. Si logran
salvar a alguno de los rufianes arrancan-
do sus máscaras antes de que Middark
pueda rematarlos, mejor que mejor, pero
recuerda que el sacerdote puede “ver” a
los personajes a través de los ojos de sus
marionetas y estará ya familiarizado con
gente que se ha interpuesto antes en sus
planes, así que no es probable que les fa-
cilite el trabajo.
• Matones (3): página 38.
Fustán saldrá corriendo en cuanto los
personajes intervengan, haciendo todo
lo posible por perder a cualquier per-
seguidor que vea, pero en realidad no
espera ningún plan elaborado, así que
si algún aventurero inteligente le sigue
sin dejarse ver, o por los tejados, no es
probable que tome medidas especia-
les. En caso de que los héroes decidan
emplear el sigilo para seguirlo, usa las
reglas de Seguir personas que aparecen
en Lankhmar: la ciudad de los ladrones, o
trátalo como un guardia inactivo, tal y
como describen las reglas de Sigilo en el
manual de Savage Worlds. Si Fustán nota
que le siguen y echa a correr –y los hé-
roes optan por seguir sus pasos abierta-
mente e intentar atraparlo–, emplea las
reglas de Persecuciones.
El templo de Goro’mosh
Da igual si los personajes obligan a Fus-
tán a revelar su localización o le siguen
hasta aquí, pues acabarán llegando en
ambos casos al templo de Goro’mosh.
Middark no lo ha estado haciendo nada
mal desde que él y su patrón llegaron a
la Puerta del Pantano, aumentando cada
día el número de sus seguidores con cada
servicio. Del mismo modo, las ofrendas
han aumentado lo suficiente para que el
culto ascienda unas cuantas manzanas
por la Calle de los Dioses y ahora mismo
resida en un verdadero templo. Si las co-
sas siguen como hasta ahora, razona mu-
cha gente, el Rey Mendigo no tardará en
seguir ascendiendo por la avenida.
El edificio en sí es un santuario peque-
ño y bastante simple, de techos bajos y
amplia capacidad, en el piso bajo de un
edificio de apartamentos. Incluye un só-
tano, donde se encuentran las cámaras
privadas del sacerdote.
Cuando lleguen los personajes se esta-
rá celebrando una ceremonia religiosa,
aunque no queda mucho para finalizar.
Middark dirige a los reunidos en su
plegaria; la masa de asistentes ocupa el
área de adoración por completo, derra-
mándose por la calle.
Si los héroes llegaron hasta este lugar
siguiendo la confesión de Fustán, lo más
probable es que tengan que esperar has-
ta que la ceremonia haya finalizado y la
gente abandone el lugar. Podrían abrir-
se paso a empujones entre la gente para
echarle un vistazo a Middark, quien
está al frente de la ceremonia vestido
con una simple túnica y sus ciegos ojos
tapados por unas viejas vendas. Cuando
los presentes empiecen a dispersarse, se
moverá con paso dubitativo, usando
una mano para palpar en todo momen-
to dónde está la pared, hasta alcanzar
una alcoba, tapada por unas cortinas, en
el fondo del santuario.
Si los héroes han seguido a Fustán has-
ta el lugar, este accederá al templo por
la puerta principal, moviéndose por el
perímetro de la muchedumbre hasta
que esta comience a dispersarse. Cono-
ce a muchos de los presentes y estos
33
 Escondrijo de
A la superficie
Middark

Columnas

Doble ilusorio

34
le facilitan el paso. Después, llegará has-
ta Middark y le ayudará a caminar hasta
la alcoba oculta por la cortina.
La guarida de Middark
La alcoba es un pequeño descansillo,
situado en la parte superior de una es-
trecha escalera que lleva hasta el sótano,
donde Middark descansa y medita entre
las ceremonias religiosas. También ocul-
ta en este lugar el Yelmo de Goro’mosh
así como un puñado de marionetas que
han dejado de serle útiles en las calles.
El subterráneo bajo el templo, por deba-
jo del nivel de la calle, es muy antiguo y
es más parecido a unas catacumbas que a
un sótano, con contrafuertes abovedados
sosteniendo el resto del edificio. Es un
lugar frío, húmedo y sombrío, pues solo
un puñado de velas proporcionan algo de
luz (Middark no la necesita normalmente,
pero Fustán sí). Hay varias habitaciones
laterales, casi celdas para monjes, a lo lar-
go del perímetro de la cámara principal.
No importa si los personajes han segui-
do las instrucciones de Fustán o le han
seguido hasta aquí; para cuando quie-
ran llegar desde la entrada del santuario
hasta las entrañas del templo, Middark
ya habrá bajado.
Las escaleras más allá de la cortina des-
cienden hacia las sombras, aunque, a juz-
gar por la leve luz existente, parece haber
alguna vela encendida en el fondo.
Cuando los aventureros desciendan
hasta el sótano y ojeen lo que hay en
él, continúa, a no ser que todos ellos
hayan superado una tirada de Sigilo
con -4 o hayan ocultado de otro modo
sus movimientos.
El sacerdote que visteis en el templo su-
perior está arrodillado sobre un cojín, en
el extremo opuesto a la habitación donde
estáis, quizás meditando.
“Por favor, entrad y sed bienvenidos
a mi hogar. Goro’mosh acoge a todo el
mundo,” –dice el adepto ciego–. Hace
unos gestos vagos, como señalándose a
sí mismo. Después pregunta: “¿En qué
puede ayudaros este humilde sacerdote
del Rey Mendigo?”
Si siguieron a Fustán hasta el lugar, no
será visible pues está oculto en la alcoba
secreta con el auténtico Middark.
La ilusión
La figura que hay ante los personajes
no es el verdadero Middark. De hecho,
los personajes no han visto al auténtico
Middark todavía, ni siquiera durante la
ceremonia religiosa que tuvo lugar en
el nivel superior. El sacerdote ha crea-
do una ilusión de sí mismo usando el
poder del yelmo y las máscaras, em-
pleándola para mostrarse enfrente de
sus seguidores. El verdadero sacerdote
se oculta en una alcoba secreta, contem-
plando a los personajes a través de una
pequeña mirilla. Genera la imagen falsa
para ocultar sus auténticas actividades
y protegerse. Al principio celebraba las
ceremonias de adoración en persona
pero, a medida que su plan ha ido avan-
zando, eso le consume más y más tiem-
po, de tal modo que ahora mismo pasa
todas sus horas en la cámara, dejando
que sea su doble ilusorio quien interac-
túe con sus seguidores.
Middark mantendrá la conversación
con los personajes mientras estos
sean respetuosos, pero sabe de so-
bra quienes son (intrusos dispuestos
a sabotear sus planes) y está usando
el tiempo que gana con ella para pre-
parar una emboscada. En el momento
en que confiesen que saben quién es y
lo que está haciendo, o se acerquen al
doble ilusorio de forma amenazadora,
comenzará el ataque.
35
 La emboscada
Durante la primera ronda, Middark
empleará Manipulación Elemental para
hacer que una ráfaga de viento fuerte so-
ple por la cámara, extinguiendo todas las
velas de la misma. Al mismo tiempo, las
marionetas que ha estado escondiendo
en este lugar para una ocasión semejante
abandonarán las celdas para monjes, con
un fulgor azulado en sus ojos. Se aba-
lanzarán sobre los héroes para atacarlos
cuerpo a cuerpo, sin verse afectados por
la oscuridad (consulta Iluminación en la
pág. 89 de Savage Worlds).
• Matones (2): página 38.
• Guardias de la ciudad (4): página 37.
• Vecinos de Lankhmar (6): página 38.
Si alguno de los ataques de los héroes
golpea al falso Middark, este pasará sin
más a través de la ilusión, que dejará de
moverse por completo (Middark está
demasiado ocupado concentrándose en
controlar tantas marionetas a la vez, de
tal modo que ha dejado de intentar man-
tener la charada de su doble ilusorio).
Tras dos rondas de combate, Middark se
transformará en el avatar de Goro’mosh
(consulta la página 5) mientras las ma-
rionetas combaten contra los héroes. Des-
pués, durante la tercera, la encarnación de
un dios atravesará la pared falsa de la cá-
mara secreta en todo su terrible esplendor.
Un ciclópeo mendigo, de enorme tamaño
y resplandor azulado, aparece ante voso-
tros; su cabeza está oculta bajo una más-
cara de oro, mostrando una faz marcada y
llena de golpes, como si el hombre hubiera
sido atormentado por rufianes hasta de-
jarlo al borde de la muerte. Sus ropas son
un amasijo de harapos y vendas sucias
manchadas de sangre seca, que balancea y
mueve a su paso, golpeando el aire.
“¡Temblad todos aquellos que abusáis de
los oprimidos!” resuena su atronado-
36
ra voz a vuestro alrededor. “¡Caed de rodi-
llas y suplicad piedad por vuestros excesos,
arrogancia y egoísmo! ¡Una merced que no
recibiréis, pues el Rey Mendigo os la niega!”
Y con eso, empieza a dar zancadas hacia vo-
sotros, usando los trozos colgantes de vendas
a modo de látigos, restallando en el aire.
Si Fustán está presente, se mantendrá
fuera del combate, escondido en lo que
queda de la alcoba oculta desde donde
Middark se une a la lucha. Cuando Mid-
dark caiga en combate, Fustán intentará
huir escaleras arriba, primero a las calles
y luego de la ciudad.
Consecuencias
En cuanto derroten a Middark, la batalla
finaliza. Cualquier marioneta que siga en
pie quedará liberada del control del sa-
cerdote. Las máscaras pierden su poder
mágico, volviendo a ser visibles y fáciles
de retirar. Entre las marionetas presentes
puedes colocar cualquier guardia desa-
parecido o nocturno que haya sobrevi-
vido a las aventuras anteriores, así como
las cortesanas que mencionó Kizzel.
En la alcoba secreta, los personajes en-
contrarán una cantidad de tesoro impor-
tante, donaciones de los fieles, así como
un diario, escrito con la letra de Fustán.
En realidad es poco más que un manifies-
to censurando las injusticias que sufren
los pobres, mendigos y otros oprimidos
a manos del resto de la ciudad. Hay sufi-
cientes desvaríos para que cualquiera con
dos dedos de frente que lo lea comprenda
lo vengativos que eran Middark y su dios.
Las hazañas de los héroes pronto esta-
rán en boca de todo el mundo gracias a
aquellos que han salvado, llegando in-
cluso hasta los oídos del Señor Supremo
de Lankhmar. ¡Dejamos en tus manos la
recompensa exacta, pero una cena en su
honor celebrada en el Palacio Arcoíris se-
ría un buen comienzo!
 Héroes y villanos
Cortesano
Los cortesanos son algo más que sir-
vientes pues aconsejan a sus superiores
y, a menudo, desempeñan cargos de
importancia dentro de la corte. A no ser
que los personajes conozcan a un noble
en persona, casi todos los tratos con él se
realizarán a través de uno de sus vasallos
de confianza, generalmente un senescal.
Atributos: Agilidad d6, Astucia d8, Espíri-
tu d6, Fuerza d6, Vigor d6.
Carisma: +2; Paso: 6; Parada: 5; Dureza: 5.
Habilidades: Cabalgar d6, Callejear d8,
Notar d8, Pelear d4, Persuadir d8.
Desventajas: Elige al menos una.
Ventajas: Carismático.
Equipo: Estoque (FUE+d4, Parada +1).
Guardia de la ciudad
Estos hombres desempeñan la tarea de
mantener la ley y el orden dentro de las
murallas de la comunidad así como de
defenderla en caso de ataque.
Guardia
El guardia típico de la ciudad. Son gente
competente y valiente, pero no suicidas.
Atributos: Agilidad d6, Astucia d6, Espíri-
tu d6, Fuerza d6, Vigor d6.
Carisma: 0; Paso: 6; Parada: 6; Dureza: 7 (2).
Habilidades: Callejear d4, Intimidar d8,
Notar d6, Pelear d8, Sigilo d6.
Equipo: Cota de malla (+2), yelmo de olla
(+3), alabarda (FUE+d8, Alcance 1, 2 ma-
nos), porra (FUE+d4).
Guardia veterano
Estos tipos están bien entrenados, equi-
pados y alimentados. Se trata de vetera-
nos de muchos conflictos, más que capa-
ces de defenderse solos. Casi todos están
estacionados en el cuartel norte.
Atributos: Agilidad d8, Astucia d6, Espíri-
tu d8, Fuerza d8, Vigor d8.
Carisma: 0; Paso: 6; Parada: 7; Dureza: 8 (2).
Habilidades: Callejear d4, Disparar d8, In-
timidar d8, Notar d8, Pelear d10, Sigilo d6.
Ventajas: Reflejos de Combate.
Equipo: Cota de malla (+2), yelmo de
olla (+3), espada larga (FUE+d8), daga
(FUE+d4); algunos de ellos van tam-
bién equipados con ballestas (15/30/60,
2d6, PA 2).
Ladrón
En Lankhmar, hay ladrones por todas
partes. Muchos de ellos son parte del
Gremio de Ladrones, aunque unos po-
cos se juegan la vida como independien-
tes. Van desde cortabolsas a revienta
pisos y sus habilidades varían desde no-
vatos a figuras legendarias del crimen.
Ladrón
Atributos: Agilidad d10, Astucia d6, Espí-
ritu d6, Fuerza d6, Vigor d6.
Carisma: 0; Paso: 6; Parada: 5; Dureza: 6 (1).
Habilidades: Callejear d6, Forzar Cerra-
duras d8, Lanzar d6, Notar d8, Pelear d6,
Provocar d6, Sigilo d8, Trepar d8.
Desventajas: Elige una.
Ventajas: Ladrón.
Equipo: Justillo de cuero (+1), espada corta
(FUE+d6), cuchillos arrojadizos (3/6/12,
FUE+d4), honda (4/8/16, FUE+d4).
Maestro ladrón
Atributos: Agilidad d12, Astucia d8, Espí-
ritu d8, Fuerza d6, Vigor d6.
37
 Carisma: 0; Paso: 6; Parada: 6; Dureza: 6 (1).
Habilidades: Callejear d8, Forzar Cerra-
duras d12, Lanzar d8, Notar d10, Pelear
d6, Provocar d8, Sigilo d12, Trepar d8.
Desventajas: Elige una.
Ventajas: Acróbata, Esquiva, Ladrón,
Temple, Truco Sucio.
Equipo: Justillo de cuero (+1), espada corta
(FUE+d6), cuchillos arrojadizos (3/6/12,
FUE+d4), honda (4/8/16, FUE+d4).
Matón
Grandes, fuertes y no demasiado listos,
los matones son músculo de alquiler. La
mayoría opera en bandas, donde depen-
den del apoyo de los demás para insu-
flarse valor. Generalmente no les gusta
alargar los combates; si ven que pueden
perder, lo más probable es que huyan, re-
gresando más tarde para saldar cuentas.
Los matones con más experiencia po-
drían tener Reflejos de Combate o Frene-
sí, así como uno (o más) niveles de dado
en Fuerza, Vigor, Pelea e Intimidar. Eso
les hace más duros, pero no más valien-
tes que sus colegas y seguirán depen-
diendo de la banda durante un combate.
Atributos: Agilidad d6, Astucia d4, Espíri-
tu d6, Fuerza d8, Vigor d8.
Carisma: -2; Paso: 6; Parada: 5; Dureza: 7 (1).
Habilidades: Intimidar d6, Notar d6, Pe-
lear d6.
Desventajas: Analfabeto, Canalla.
Equipo: Justillo de cuero (+1), maza pesa-
da (FUE+d6).
Middark
Middark, un discípulo ciego de Go-
ro’mosh no hace mucho que llegó por
la Puerta del Pantano a Lankhmar.
Middark, que oculta sus ojos con unas
vendas, presenta a Goro’mosh como el
Rey Mendigo, una deidad consagrada
al bienestar de los pobres, los ham-
brientos y los marginados, cuyo prin-
cipal deseo es abrirle los ojos a los
más pudientes de la ciudad.
38
Atributos: Agilidad d6, Astucia d8, Espíri-
tu d8, Fuerza d6, Vigor d6.
Carisma: +2; Paso: 6; Parada: 4; Dureza: 5.
Habilidades: Conocimiento (Religión) d8,
Notar d8, Pelear d4, Persuadir d8.
Desventajas: Ciego, Juramento.
Ventajas: Carismático, Sacerdote.
Equipo: Vendas, Yelmo de Goro’mosh.
Valentón
Se emplea este término de forma gené-
rica para todo tipo de mercenarios, ya
luchen en un duelo al servicio de un no-
ble o sean simples rufianes, un poco más
hábiles de lo normal.
Atributos: Agilidad d10, Astucia d6, Espí-
ritu d8, Fuerza d8, Vigor d8.
Carisma: 0; Paso: 6; Parada: 7+; Dureza: 6.
Habilidades: Disparar d6, Intimidar d6,
Notar d6, Pelear d8, Provocar d6.
Desventajas: Arrogante o Código de Honor.
Ventajas: Rápido. Elige cuatro ventajas de
entre la siguiente lista: Barrido, Bloqueo,
Con un Par, Contraataque, Estocada, Flo-
rentino, Frenesí, Truco Sucio.
Equipo: Estoque (FUE+d4, Parada +1),
daga (FUE+d4).
Vecino de Lankhmar
Casi todos los habitantes de Lankhmar
son humanos.
Atributos: Agilidad d6, Astucia d6, Espíri-
tu d6, Fuerza d6, Vigor d8.
Carisma: 0; Paso: 6; Parada: 4; Dureza: 5.
Habilidades: Apostar d6, Conocimiento
(Oficio) d6, Notar d6, Pelear d4, Persua-
dir d6, Provocar d6.
Ventajas: Alerta.
Equipo: Cuchillo (FUE+d4).
Capacidades especiales:
• Hastiado: Los lankhmarianos a menudo
deben afrontar la parte más oscura de la
naturaleza humana, de tal modo que es-
tán algo acostumbrados a ella. Ignoran
los dos primeros puntos de penalización
por miedo.
Calles de Lankhmar A

=2m
Calles de Lankhmar B

=2m