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PROGRAMA No.

0447

2 REYES

Cap. 17:7 - 18:16

Continuamos estudiando hoy el capítulo 17 del Segundo Libro de Reyes. Y en nuestro


programa anterior, hablábamos de Salmanasar, rey de Asiria. Y vimos que él se tomó el
reino norteño y demandó tributo de las 10 tribus. Pero, cuando descubrió que el rey Oseas
había formado una conspiración contra él, decidió entonces sitiar a Samaria. Y después de
3 años, se llevó cautivas a las tribus norteñas. Ahora, en cuanto a Oseas, dijimos que no
había sido tan malo como Acab y Jezabel. No fue tan malo como Ocozías, pero fue lo
suficientemente malo. Trató de tener gracia con Salmanasar, rey de Asiria, pero fracasó.
Ahora, Samaria, era la ciudad que Omri, padre de Acab había construido. Acab construyó
allí un palacio. Era uno de los sitios más hermosos en toda esa tierra. Pero, el rey de
Asiria, la había sitiado y la conquistó y se llevó a Israel cautivo a Asiria. Ahora, dijimos
que hay quienes dicen que las 10 tribus están perdidas. Hay otros que creen que las
naciones anglosajonas son descendientes de esas 10 tribus. Esta es una teoría muy
interesante y de seguro que satisface a muchos que les gustaría creer que son parte de las
tribus perdidas de Israel. Sin embargo, amigo oyente, esta idea proviene enteramente del
hombre. No la verá usted en la Palabra de Dios y tampoco encontrará ninguna base
científica que la apoye. Por ejemplo, en el Nuevo Testamento el apóstol Santiago escribió
allá en su epístola, capítulo 1, versículo 1: “. . . Santiago, siervo de Dios y del Señor
Jesucristo , a las doce tribus que están en la dispersión: Salud.” Al parecer, Santiago no
creía que las tribus estuviesen perdidas. Y si es que se hubiesen perdido, tendríamos
entonces que llegar a la conclusión de que esto sucedió entre los tiempos de Santiago y los
nuestros. Ahora, cuando los judíos regresaron a su tierra, usted va a notar que algunos de
entre todas las tribus regresaron, pero que en realidad, fueron muy pocos los que

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regresaron. Mientras que el total de judíos e israelitas que fueron llevados en cautiverio,
sumaba varios millones, solamente unos 65.000 regresaron. Continuemos considerando
hoy los pecados que causaron el cautiverio de Israel. Leamos los versículos 7 y8 de este
capítulo 17 del Segundo Libro de Reyes:

2 Reyes 17:7-8 “. . . Israel, y en los estatutos que hicieron los reyes de Israel.”

El Señor había sido muy paciente con esta gente. Durante un período de un poco más
de 200 años, el Señor les había dado toda clase de oportunidades, y mucho tiempo para
volverse a El. Pero no se volvieron a El. Continuamente se entregaban a la idolatría. La
Palabra de Dios deja muy en claro que El los envió al cautiverio porque insistieron en
adorar a otros dioses. Y continuamos leyendo los versículos 9 y 10:

2 Reyes 17:9-10 “. . . y debajo de todo árbol frondoso.”

O sea que, Israel se entregó a la adoración pagana. Los israelitas se entregaron a una
inmoralidad crasa y a un libertinaje tremendo. Prosigamos con los versículos 11 y 12,
ahora:

2 Reyes 17:11-12 “. . . Vosotros no habéis de hacer esto.”

Dios había expulsado de esa tierra a los paganos que allí habitaban antes, precisamente
debido a su inmoralidad e idolatría. Ahora, ¿Cree usted, amigo oyente, que Dios permitiría
que Su propio pueblo se quedara en esa tierra e hiciera lo mismo? Pues bien, es evidente
que no lo permitió. Los expulsó a ellos también de la tierra. Y leemos aquí en el versículo
13:

2 Reyes 17:13 “. . . que os he enviado por medio de mis siervos los profetas.”

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Dios había enviado a los profetas: Ahías, Elías, Micaías, Eliseo, Jonás, Amós y Oseas, a
los habitantes del reino de Israel en el norte. Ahora, al reino de Judá en el sur, había
enviado a los profetas: Semaías, Joel, Isaías, Miqueas, Nahum, Habacuc, Sofonías y
Jeremías. Cada profeta amonestó a la gente de ambos reinos de lo que tendría lugar si no
se volvían a Dios y no abandonaban sus caminos malos. Mas, ellos, no obedecieron, dice
aquí el versículo 14:

2 Reyes 17:14 “. . . los cuales no creyeron en Jehová su Dios.”

Las tribus fueron culpables de su propia incredulidad. El gran pecado de toda la


humanidad, amigo oyente, es el de no creer a Dios. Usted y yo vivimos en una cultura
contemporánea que ha excluido a Dios. El no tiene ningún lugar en nuestro sistema
educacional. Nuestros sistemas de gobierno no están interesados en siquiera saber la
voluntad de Dios. Desafortunadamente, esto también ocurre en muchas de nuestras
Iglesias. Y como resultado de esto, Dios nos juzgará así como juzgó a Su pueblo hace
muchos años. Continuemos, leyendo el versículo 15 de este capítulo 17 del Segundo Libro
de Reyes:

2 Reyes 17:15 “. . . les había mandado que no hiciesen a la manera de ellas.”

Toda la vida de esta gente había cumplido un propósito inútil. Todo fue vanidad. Y el
resultado fue que los habitantes del reino del norte fueron llevados cautivos. Avancemos,
leyendo ahora los versículos 16 al 23:

2 Reyes 17:16-23 “. . . Israel fue llevado cautivo de su tierra a Asiria, hasta hoy.”

Ahora, quizá usted se esté preguntando: “Bueno, y ¿qué pasó con las tribus del sur? La
suerte del reino del sur, en realidad no fue diferente en nada a la del norte. Ambos reinos

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eran culpables de rechazar a su Dios. Ambos fueron culpables de hacer lo malo ante los
ojos de Dios. Y aunque los habitantes de Judá no fueron llevados cautivos en este tiempo,
ellos también fueron infieles a Dios. Prosigamos leyendo ahora los versículos 24 y 25 de
este capítulo 17 del Segundo Libro de Reyes:

2 Reyes 17:24-25 “. . . Jehová contra ellos leones que los mataban.”

Ahora, cuando el rey de Asiria llevó cautivo al reino norteño, trajo a otros para
colonizar la tierra. La región del reino norteño se llamaba Samaria, y es aquí donde
tenemos el principio de los samaritanos. Y continuamos leyendo los versículos 26 al 29:

2 Reyes 17:26-29 “. . . Samaria; cada nación en su ciudad donde habitaba.”

Y esto nos trae al fin del reino norteño. Los habitantes de esa tierra han llegado a ser
una mezcla de gentes. Ocurren muchos matrimonios entre personas de distintas razas. Y
por último, las diez tribus son llevadas cautivas y a su dispersión, pero, nunca han estado
perdidas ante Dios. Sin embargo, nunca jamás habrá otro reino norteño.

Pasando ahora al capítulo 18 de este Segundo Libro de Reyes, permítanos decirle que a
partir de este capítulo 18 y hasta el final del Segundo Libro de Reyes, trataremos
exclusivamente con el reino sureño de Judá. Y esto simplificará nuestro estudio, porque
seguiremos una sola línea de reyes. Esta porción de la Escritura, es tan extraordinaria que
también se registra en el Segundo Libro de Crónicas y en la sección histórica de Isaías. Ya
hemos visto, que el reino norteño, o sea el reino de Israel, fue llevado cautivo por ciertas
razones específicas. Habían desobedecido a Dios. Dudaron la Palabra de Dios y desafiaron
a Dios. Y Dios estableció con toda claridad ante ellos, que le habían desobedecido. El
Señor testificó contra Israel y contra Judá a través de todos los profetas. Los profetas
amonestaron al pueblo, que se volvieran de sus malos caminos y que guardaran los
mandamientos de Dios. Pero el pueblo no escuchó. Rehusaron oír. Endurecieron su cerviz

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e hicieron peor que sus padres. Por 490 años rehusaron guardar el día de reposo.
Rechazaron los estatutos de Dios y Su pacto. Ahora, la razón por la cual Dios, no envió a
Judá al cautiverio al mismo tiempo que Israel , fue porque esta nación en contraste con
Israel, tuvo por lo menos algunos reyes, que se han calificado como buenos. Hubo un
tiempo de reavivamiento durante el reinado de Ezequías, como lo veremos en nuestro
estudio, por amor a David, porque David fue varón conforme al corazón de Dios.

El reino sureño tuvo un maravilloso rey durante este tiempo. Creemos que Ezequías
fue el mejor rey que reinó en aquella tierra, después de David. No creemos que haya
habido ningún otro rey que pudiera ser comparado con Ezequías. Ezequías era hijo de
Acaz. Ahora, Acaz era un rey malo, pero tuvo un hijo maravilloso. Y creemos que así
también, tenemos el secreto de su éxito, al mencionarse en el versículo 2, el nombre de su
madre. Sin duda alguna, ella ejerció una influencia benéfica en la vida espiritual de
Ezequías. Comencemos, pues, leyendo los primeros tres versículos de este capítulo 18 del
Segundo Libro de Reyes:

2 Reyes 18:1-3 “. . . a todas las cosas que había hecho David su padre.”

Ezequías fue un rey justo; fue un rey que confió en el Señor. Llegó a ser rey en Judá,
durante el tiempo de la caída del reino de Israel en el norte. Su tarea fue demostrar que los
caminos de Dios son justos, y mostrar a los judíos su verdadero destino. Veamos ahora, el
reavivamiento de Judá bajo este rey Ezequías. Leamos el versículo 4, ahora:

2 Reyes 18:4 “. . . incienso a los hijos de Israel; y la llamó Nehustán.”

Ezequías era un hombre extraordinario. Dirigió a su pueblo en un gran reavivamiento


espiritual. El hecho es que este rey era extraordinario en muchas maneras.

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Ahora, este versículo menciona la serpiente de bronce que Moisés había levantado en el
desierto, como lo encontramos allá en el capítulo 21 del libro de Números. Y, ¿Qué se hizo
esa serpiente que Moisés levantó? Bueno, la habían guardado. Naturalmente que era un
objeto muy apreciado y por eso fue guardada en el templo. Pero, llegó el día cuando los
hijos de Israel empezaron a adorarla. En lugar de mirarla con fe, como sus padres la
habían mirado; la serpiente misma tomó un lugar prominente, y ellos se olvidaron de su
verdadero significado. Cuando sus padres habían sido mordidos por las serpientes
venenosas en el desierto, como un juicio de Dios por su rebelión, bastaba sólo una mirada
de fe a aquella serpiente de bronce, y sus vidas eran salvadas. Pero, ahora esta misma
serpiente se había tornado en un tropiezo. La serpiente era un símbolo de Cristo, según lo
encontramos allá en el evangelio según San Juan, capítulo 3, versículos 14 al 16, donde
leemos: “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del
Hombre sea levantado, para que todo aquel en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” La serpiente de bronce, pues, fue
una prefigura que fue cumplida por Cristo. Pero, ahora tenemos el caso de esta gente que
ha comenzado a adorar esta serpiente, o sea que, hicieron de ella un dios.

Allá en el libro de Apocalipsis, dice que en la ciudad de Pérgamo, adoraban la


serpiente. Y parece que los hijos de Israel estaban haciendo lo mismo. Le estaban
quemando incienso a la serpiente de bronce. Ahora, ¿qué hizo el rey? Ezequías la rompió
en pedazos, resolvió acabar con la serpiente de bronce.

Hay una lección en todo esto para nosotros. Hay ciertas organizaciones, ha habido
ciertos movimientos, y ha habido ciertos métodos que Dios ha usado en el pasado, y que
Dios ha bendecido de una manera maravillosa. Pero desafortunadamente, la organización
o el movimiento o el método, muchas veces, no se da cuenta de cuándo Dios ha terminado
de usarlo. Y quiere mantenerse en el centro de la escena. Podríamos nombrar algunas
organizaciones que sin duda Dios levantó. Y estamos seguros que en su día, fueron muy
útiles. Realizaron mucho, pero se envejecieron. Muchas de estas instituciones siguieron

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funcionando sólo porque le dieron trabajo a mucha gente. Continuaban existiendo por
ningún otro motivo, que el de perpetuar trabajo para estos individuos. Y llegaron a ser
Nehustán, como dice aquí el versículo 4. Y llegaron a ser serpientes de bronce que en su
tiempo habían sido útiles y habían sido usados poderosamente por dios. Pero, luego llegó el
día cuando Dios terminó con ellos.

Hay algunas Iglesias donde los hermanos han estado usando los mismos métodos por
muchos años. Los hermanos en esas Iglesias dicen: “Bueno, siempre lo hemos hecho así.”
Puede ser que es tiempo, amigo oyente, de cambiar algunos de esos métodos. No hay
monotonía alguna con Dios. ¿Sabia usted que el apóstol Pablo, por ejemplo, nunca dio una
invitación en una reunión, rogando que los inconversos pasaran adelante? Al parecer, fue
Dwight L. Moody quien empezó esa práctica. Y ahora, la mayoría de los evangelistas creen
que es necesario hacer una invitación para que los inconversos pasen adelante y sean
salvos. En algunos casos, amigo oyente, esta práctica en realidad, ha llegado a ser un
verdadero tropiezo. Dios guió a Moody a hacerlo, pero es posible que le guíe a usted a que
no lo haga. Es posible que lo que Dios guía a hacer a una persona, no sea la cosa que otra
deba hacer. Es cierto que uno con toda facilidad, puede empezar a adorar una serpiente de
bronce y llamarla Nehustán. Bueno, hemos pasado mucho tiempo hablando acerca de este
tema, porque creemos que es importante. Simplemente, porque Dios haya usado algún
método en el pasado, amigo oyente, recuérdelo bien, no significa que lo usará el día de hoy.
Gracias a Dios que Ezequías destruyó esa serpiente. Creemos que muchos de los hermanos
carilargos, en verdad criticaron a Ezequías. Probablemente dijeron: “Miren, ha acabado
con la maravillosa serpiente de bronce.” Bueno, gracias a Dios que la rompió en pedazos,
amigo oyente. Y si es que usted tiene algunos ídolos en su iglesia, o en su vida, permítanos
sugerirle, amigo oyente, que acabe con ellos, de una vez por todas. Quizá haya algún
método o alguna manera particular que usted emplea, que necesita cambiar de veras.
Bien, continuemos leyendo ahora los versículos 5 y 6 de este capítulo 18 del Segundo Libro
de Reyes:

2 Reyes 18:5-6 “. . . los mandamientos que Jehová prescribió a Moisés.”

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Si no hubo antes ni después, ninguno como Ezequías, tenemos entonces que llegar a la
conclusión que fue sobresaliente. Es igual a David. Fue un gran rey que Dios usó
poderosamente. Es por eso que el relato de su vida, lo encontramos tres veces en el Antiguo
Testamento. Lo encontramos en el Segundo Libro de Reyes, en el Segundo Libro de
Crónicas y también en el Libro del profeta Isaías. Continuemos leyendo ahora, los
versículos 7 hasta el 10, de este capítulo 18 del Segundo Libro de Reyes:

2 Reyes 18:7-10 “. . . Oseas rey de Israel, fue tomada Samaria.”

Ezequías era un rey valiente. Bajo su mandato, Judá se rebeló contra Asiria y también
venció a los filisteos. Durante el año sexto del reinado de Ezequías, Salmanasar rey de
Asiria tomó a Samaria. Y el reino norteño fue derrotado. Ahora, pues, no había nada, ni
siquiera un alambre de púas entre Asiria y Judá. Y el rey Ezequías se halló en un aprieto.
Y continuamos leyendo en los versículos 11 al 14 de este Segundo Libro de Reyes:

2 Reyes 18:11-14 “. . . trescientos talentos de plata, y treinta talentos de oro.”

Ezequías trató de rebelarse contra Asiria, pero no tuvo éxito. De modo que, ahora
tendría que pagar rescate. Senaquerib trató de aterrorizar el reino sureño de Judá y
amenazó la ciudad de Jerusalén. Leamos los versículos 15 y 16, ahora:

2 Reyes 18:15-16 “. . . Ezequías había cubierto de oro, y lo dio al rey de Asiria.”

Y aquí, amigo oyente, vamos a detenernos por hoy, porque nuestro tiempo ya ha tocado
a su fin. Continuaremos, Dios mediante, en nuestro próximo programa.

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