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Atb 0447 2
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2 REYES
2 Reyes 17:7-8 “. . . Israel, y en los estatutos que hicieron los reyes de Israel.”
El Señor había sido muy paciente con esta gente. Durante un período de un poco más
de 200 años, el Señor les había dado toda clase de oportunidades, y mucho tiempo para
volverse a El. Pero no se volvieron a El. Continuamente se entregaban a la idolatría. La
Palabra de Dios deja muy en claro que El los envió al cautiverio porque insistieron en
adorar a otros dioses. Y continuamos leyendo los versículos 9 y 10:
O sea que, Israel se entregó a la adoración pagana. Los israelitas se entregaron a una
inmoralidad crasa y a un libertinaje tremendo. Prosigamos con los versículos 11 y 12,
ahora:
Dios había expulsado de esa tierra a los paganos que allí habitaban antes, precisamente
debido a su inmoralidad e idolatría. Ahora, ¿Cree usted, amigo oyente, que Dios permitiría
que Su propio pueblo se quedara en esa tierra e hiciera lo mismo? Pues bien, es evidente
que no lo permitió. Los expulsó a ellos también de la tierra. Y leemos aquí en el versículo
13:
2 Reyes 17:13 “. . . que os he enviado por medio de mis siervos los profetas.”
Toda la vida de esta gente había cumplido un propósito inútil. Todo fue vanidad. Y el
resultado fue que los habitantes del reino del norte fueron llevados cautivos. Avancemos,
leyendo ahora los versículos 16 al 23:
2 Reyes 17:16-23 “. . . Israel fue llevado cautivo de su tierra a Asiria, hasta hoy.”
Ahora, quizá usted se esté preguntando: “Bueno, y ¿qué pasó con las tribus del sur? La
suerte del reino del sur, en realidad no fue diferente en nada a la del norte. Ambos reinos
Ahora, cuando el rey de Asiria llevó cautivo al reino norteño, trajo a otros para
colonizar la tierra. La región del reino norteño se llamaba Samaria, y es aquí donde
tenemos el principio de los samaritanos. Y continuamos leyendo los versículos 26 al 29:
Y esto nos trae al fin del reino norteño. Los habitantes de esa tierra han llegado a ser
una mezcla de gentes. Ocurren muchos matrimonios entre personas de distintas razas. Y
por último, las diez tribus son llevadas cautivas y a su dispersión, pero, nunca han estado
perdidas ante Dios. Sin embargo, nunca jamás habrá otro reino norteño.
Pasando ahora al capítulo 18 de este Segundo Libro de Reyes, permítanos decirle que a
partir de este capítulo 18 y hasta el final del Segundo Libro de Reyes, trataremos
exclusivamente con el reino sureño de Judá. Y esto simplificará nuestro estudio, porque
seguiremos una sola línea de reyes. Esta porción de la Escritura, es tan extraordinaria que
también se registra en el Segundo Libro de Crónicas y en la sección histórica de Isaías. Ya
hemos visto, que el reino norteño, o sea el reino de Israel, fue llevado cautivo por ciertas
razones específicas. Habían desobedecido a Dios. Dudaron la Palabra de Dios y desafiaron
a Dios. Y Dios estableció con toda claridad ante ellos, que le habían desobedecido. El
Señor testificó contra Israel y contra Judá a través de todos los profetas. Los profetas
amonestaron al pueblo, que se volvieran de sus malos caminos y que guardaran los
mandamientos de Dios. Pero el pueblo no escuchó. Rehusaron oír. Endurecieron su cerviz
El reino sureño tuvo un maravilloso rey durante este tiempo. Creemos que Ezequías
fue el mejor rey que reinó en aquella tierra, después de David. No creemos que haya
habido ningún otro rey que pudiera ser comparado con Ezequías. Ezequías era hijo de
Acaz. Ahora, Acaz era un rey malo, pero tuvo un hijo maravilloso. Y creemos que así
también, tenemos el secreto de su éxito, al mencionarse en el versículo 2, el nombre de su
madre. Sin duda alguna, ella ejerció una influencia benéfica en la vida espiritual de
Ezequías. Comencemos, pues, leyendo los primeros tres versículos de este capítulo 18 del
Segundo Libro de Reyes:
2 Reyes 18:1-3 “. . . a todas las cosas que había hecho David su padre.”
Ezequías fue un rey justo; fue un rey que confió en el Señor. Llegó a ser rey en Judá,
durante el tiempo de la caída del reino de Israel en el norte. Su tarea fue demostrar que los
caminos de Dios son justos, y mostrar a los judíos su verdadero destino. Veamos ahora, el
reavivamiento de Judá bajo este rey Ezequías. Leamos el versículo 4, ahora:
Hay una lección en todo esto para nosotros. Hay ciertas organizaciones, ha habido
ciertos movimientos, y ha habido ciertos métodos que Dios ha usado en el pasado, y que
Dios ha bendecido de una manera maravillosa. Pero desafortunadamente, la organización
o el movimiento o el método, muchas veces, no se da cuenta de cuándo Dios ha terminado
de usarlo. Y quiere mantenerse en el centro de la escena. Podríamos nombrar algunas
organizaciones que sin duda Dios levantó. Y estamos seguros que en su día, fueron muy
útiles. Realizaron mucho, pero se envejecieron. Muchas de estas instituciones siguieron
Hay algunas Iglesias donde los hermanos han estado usando los mismos métodos por
muchos años. Los hermanos en esas Iglesias dicen: “Bueno, siempre lo hemos hecho así.”
Puede ser que es tiempo, amigo oyente, de cambiar algunos de esos métodos. No hay
monotonía alguna con Dios. ¿Sabia usted que el apóstol Pablo, por ejemplo, nunca dio una
invitación en una reunión, rogando que los inconversos pasaran adelante? Al parecer, fue
Dwight L. Moody quien empezó esa práctica. Y ahora, la mayoría de los evangelistas creen
que es necesario hacer una invitación para que los inconversos pasen adelante y sean
salvos. En algunos casos, amigo oyente, esta práctica en realidad, ha llegado a ser un
verdadero tropiezo. Dios guió a Moody a hacerlo, pero es posible que le guíe a usted a que
no lo haga. Es posible que lo que Dios guía a hacer a una persona, no sea la cosa que otra
deba hacer. Es cierto que uno con toda facilidad, puede empezar a adorar una serpiente de
bronce y llamarla Nehustán. Bueno, hemos pasado mucho tiempo hablando acerca de este
tema, porque creemos que es importante. Simplemente, porque Dios haya usado algún
método en el pasado, amigo oyente, recuérdelo bien, no significa que lo usará el día de hoy.
Gracias a Dios que Ezequías destruyó esa serpiente. Creemos que muchos de los hermanos
carilargos, en verdad criticaron a Ezequías. Probablemente dijeron: “Miren, ha acabado
con la maravillosa serpiente de bronce.” Bueno, gracias a Dios que la rompió en pedazos,
amigo oyente. Y si es que usted tiene algunos ídolos en su iglesia, o en su vida, permítanos
sugerirle, amigo oyente, que acabe con ellos, de una vez por todas. Quizá haya algún
método o alguna manera particular que usted emplea, que necesita cambiar de veras.
Bien, continuemos leyendo ahora los versículos 5 y 6 de este capítulo 18 del Segundo Libro
de Reyes:
Ezequías era un rey valiente. Bajo su mandato, Judá se rebeló contra Asiria y también
venció a los filisteos. Durante el año sexto del reinado de Ezequías, Salmanasar rey de
Asiria tomó a Samaria. Y el reino norteño fue derrotado. Ahora, pues, no había nada, ni
siquiera un alambre de púas entre Asiria y Judá. Y el rey Ezequías se halló en un aprieto.
Y continuamos leyendo en los versículos 11 al 14 de este Segundo Libro de Reyes:
Ezequías trató de rebelarse contra Asiria, pero no tuvo éxito. De modo que, ahora
tendría que pagar rescate. Senaquerib trató de aterrorizar el reino sureño de Judá y
amenazó la ciudad de Jerusalén. Leamos los versículos 15 y 16, ahora:
Y aquí, amigo oyente, vamos a detenernos por hoy, porque nuestro tiempo ya ha tocado
a su fin. Continuaremos, Dios mediante, en nuestro próximo programa.