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EL SER Y I, A NADA

BIBLIOTECA FILOSÓFICA
FUNDADA POR

FRANCISCO ROMERO
JEAN-PAUL SARTRE

EL SER Y LA NADA
ENSAYO DE ONTOLOGÍA FENOMENOLÓGICA

TRADUCCIÓN DE
JUAN VALMAR

NOVENA EDICIÓN

Editorial Losada, S. A.
Buenos Aires
Título del original francés:
L'étre et le néant
Essai d'ontologie phénoménologique

© Librairie Gallimard 1943


© Editorial Losada, S.A.
Moreno 3362
Buenos Aires, 1966

Novena edición: marzo 1993

Tapa: Alberto Diez

ISBN: 950-03-8045-5

Q u e d a hecho el depósito que previene la ley 11.723

Marca y características gráficas registradas


en la Oficina de P a t e n t e s y Marcas de la Nación

Impreso en la A r g e n t i n a - Printed in Argentina


AI. CASTOR
NOTA DEL TRADUCTOR

Del presente libro existe u n a p r i m e r a versión española, con pró-


logo exegético y crítico del t r a d u c t o r , profesor M . A. Virasoro (J.-
P. Sartre, El ser y la nada, 3 vols., I b e r o a m e r i c a n a , Buenos Aires,
1946 ; 2* ed., 1954). Como, a p a r t e de que n o p u e d e h a b e r traducción
inmejorable, siempre h a y diversos criterios con q u e hacerla, expondre-
mos los q u e h a n g u i a d o a la presente. L o p r i m e r o h a sido p r o c u r a r
un riguroso equivalente expresivo del original; este libro, al cual se
lia calificado de "difícil y m u y técnico", tiene u n estilo abstruso y
premioso a f u e r z a d e precisión; n o cabe esperar, pues, q u e la tra-
ducción le dé u n a elegancia y fluidez q u e n o posee; en cambio, el
(raductor se h a esforzado p o r q u e el lector de habla española n o tenga
menos dificultades "que el lector francés, p e r o t a m p o c o más, y por
ello se h a c u i d a d o de evitar esa serie de p e q u e ñ a s ambigüedades q u e
la sintaxis del idioma a q u e se t r a d u c e i n t r o d u c e en u n texto origi-
n a r i a m e n t e unívoco; es decir que, en la m e d i d a en q u e el t r a d u c t o r
ha logrado su propósito, si u n a expresión es a m b i g u a en la t r a d u c -
ción lo es t a m b i é n en el original. P a r a ello, y p a r a g u a r d a r el rigor
terminológico, se h a n u s a d o ciertas libertades con el idioma (ga-
licismos, p o r e j e m p l o ) , prefiriéndose la precisión al purismo. E n los
casos en q u e n o h a sido posible lograr u n equivalente expresivo
exacto, ,se indica al pie de p á g i n a el matiz de la expresión francesa.
Los términos técnicos h a n sido vertidos con el m a y o r rigor, calcán-
doselos en lo posible, inclusive formaciones lingüísticas aberrantes,
(orno lo de négatité o aspatial.
N o tratándose de u n libro escolar, se h a creído preferible d e j a r
las citas bibliográficas del a u t o r tal c o m o las d a en francés. Además,
se lia r e s p e t a d o el uso — a veces b a s t a n t e singular— del original en
c u a n t o a comillas, bastardillas y mayúsculas.
F i n a l m e n t e , el t r a d u c t o r h a considerado preferible a u n a intro-
d u c c i ó n explicativa ( q u e p u e d e hallarse en tantos libros accesibles
sobre el existencialismo y sobre el p r o p i o S a r t r e ) u n índice termi-
nológico y t e m á t i c o cuyas características y uso p u e d e n verse al fin
del libro
INTRODUCCIÓN

EN BUSCA DEL SER

LA IDEA DE FENÓMENO

El pensamiento moderno ha realizado un progreso considerable


al reducir el existente a la serie de las apariciones que lo manifies-
tan. Se apuntaba con ello a suprimir cierto número de dualismos
que causaban embarazo a la filosofía, y a reemplazarlos con el mo-
nismo del fenómeno. ¿Se ha logrado hacerlo?
Cierto es que se ha eliminado en primer lugar esc dualismo que
opone en el existente lo interior a lo exterior. Ya no hay un exterior
del existente, si se entiende por ello una piel superficial que disimule
a la mirada la verdadera naturaleza del objeto. Y esta verdadera
naturaleza, a su vez, si ha de ser la realidad secreta de la cosa, que
puede ser presentida o supuesta pero jamás alcanzada porque es "in-
terior" al objeto considerado, tampoco existe. Las apariciones que
manifiestan al existente no son ni interiores ni exteriores: son equi-
valentes entre sí, y remiten todas a otras apariciones, sin que ninguna
de ellas sea privilegiada. La fuerza, por ejemplo, no es un conato
metafísico y de especie desconocida que se enmascare tras sus efectos
(aceleraciones, desviaciones, etc.); no es sino el conjunto de estos
efectos. Análogamente, la corriente eléctrica no tiene un secreto re-
verso: no es sino el conjunto de las acciones físico-químicas (elec-
trólisis, incandescencia de un filamento de carbono, desplazamiento
de la aguja del galvanómetro, etc.) que la manifiestan. Ninguna de
estas acciones basta para revelarla. Pero tampoco apunta hacia algo
que esté detrás de ella, sino que apunta hacia sí misma y hacia la
serie total. Se sigúe de ello, evidentemente, que el dualismo del ser
y el parecer tampoco puede encontrar derecho de ciudadanía en el
campo filosófico. La apariencia remite a la serie total de las apa-
riencias y no a una realidad oculta que haya drenado hacia sí todo
el ser del existente. Y la apariencia, por su parte, no es una manifes-
tación inconsistente de ese ser. M i e n t r a s h a p o d i d o creerse en las
realidades numénicas, la apariencia se h a p r e s e n t a d o c o m o u n p u r o
negativo. E r a "lo q u e n o es el ser"; n o tenía otro ser q u e el de
la ilusión y el del error. P e r o este m i s m o ser e r a u n ser p r e s t a d o ;
consistía en u n a falsa apariencia, y la m á x i m a dificultad q u e po-
día encontrarse era la d e m a n t e n e r suficiente cohesión y existencia
a la a p a r i e n c i a p a r a q u e n o se reabsorbiera p o r sí m i s m a en el
seno del ser no-fenoménico. Pero, si nos hemos desprendido u n a
vez d e lo q u e Nietzsche l l a m a b a " l a ilusión d e los t r a s m u n d o s " ,
y si ya n o creemos en el ser-de-tras-la-aparición, ésta se torna, al
contrario, p l e n a d e positividad, y su esencia es u n " p a r e c e r " q u e n o
se o p o n e ya al ser, sino que, al contrario, es su m e d i d a . Pues el ser
d e u n existente es, precisamente, lo q u e el existente parece. Así lle-
gamos a la idea d e fenómeno, tal c o m o p u e d e encontrarse, p o r e j e m -
plo, en la " f e n o m e n o l o g í a " d e Husserl o d e H e i d e g g e r : el f e n ó m e n o
o lo relativo-absoluto. R e l a t i v o sigue siendo el f e n ó m e n o , pues el
" p a r e c e r " supone p o r esencia alguien a quien parecer. Pero n o tiene
la doble relatividad d e la Erscheinung k a n t i a n a . El f e n ó m e n o n o
indica, c o m o a p u n t a n d o p o r sobre su h o m b r o , u n ser v e r d a d e r o q u e
tenga, él sí, c a r á c t e r d e absoluto. L o q u e el f e n ó m e n o es, lo es ab-
s o l u t a m e n t e , pues se devela como es. El f e n ó m e n o p u e d e ser estu-
d i a d o y descrito en t a n t o q u e tal, pues es absolutamente indicativo
de sí mismo.
Al m i s m o t i e m p o cae la d u a l i d a d de la potencia y el acto. T o d o
es en acto. T r a s el a c t o n o h a y ni potencia, ni "éxis", ni virtud.
Nos negaremos, p o r ejemplo, a e n t e n d e r p o r " g e n i o " •—en el senti-
d o en q u e se dice d e Próust q u e " t e n í a genio" o q u e " e r a " u n
genio— u n a potencia singular d e p r o d u c i r ciertas obras, potencia
q u e n o se agotaría precisamente e n la p r o d u c c i ó n d e las mismas.
El genio d e Proust n o es ni la o b r a considerada a i s l a d a m e n t e ni el
poder subjetivo d e p r o d u c i r l a : es la o b r a considerada c o m o el con-
j u n t o d e las manifestaciones d e la persona. P o r eso, en fin, p o d e m o s
rechazar i g u a l m e n t e el dualismo d e la apariencia y la esencia. L a
apariencia n o oculta la esencia, sino q u e la revela: es la esencia.
L a esencia d e u n existente n o es ya u n a virtud e n r a i z a d a en lo
h u e c o de ese existente: es la ley manifiesta q u e preside a la sucesión
d e sus apariciones, es la razón d e la serie. Al nominalismo d e Poin-
caré, q u e definía u n a realidad física (la corriente eléctrica, p o r
e j e m p l o ) c o m o la suma d e sus diversas manifestaciones, D u h e m
oponía con razón su p r o p i a teoría, según la cual el concepto es la
unidad sintética d e esas manifestaciones. Y, por cierto, la denomeno-
logía no es n a d a menos q u e nominalismo. Pero, en definitiva, la esen-
< i a c o m o razón de la serie n o es sino el n e x o d e las apariciones, es
decir, es ella misma u n a aparición. Esto explica q u e p u e d a h a b e r
una intuición de las esencias (la Wesenschau de Husserl, por ejem-
p l o ) . Así, el ser f e n o m é n i c o se manifiesta, manifiesta su esencia
t a n t o c o m o su existencia, y n o es sino la serie bien conexa de sus
manifestaciones.
¿ Q u i e r e decir que, al reducir el existente a sus manifestaciones,
liemos logrado suprimir todos los dualismos? Parece, m á s bien, q u e
los hayamos convertido todos en u n dualismo n u e v o : el de lo finito
y lo infinito. El existente, en efecto, n o p u e d e reducirse a u n a serie
jinita de manifestaciones, puesto q u e cada u n a de ellas es u n a rela-
ción a u n sujeto en p e r p e t u o cambio. A u n si u n objeto se revelara
a través de u n a sola " a b s c h a t t u n g " , el solo h e c h o d e ser sujeto im-
plica la posibilidad de multiplicar los p u n t o s d e vista sobre esa
" a b s c h a t t u n g " . Esto basta p a r a multiplicar al infinito la "abschat-
t u n g " considerada. Además, si la serie d e apariciones fuese finita,
ello significaría que las primeras q u e aparecieron n o tienen posibi-
lidad d e reaparecer, lo q u e es absurdo, o bien q u e p u e d e n darse todas
a la vez, lo que es m á s a b s u r d o todavía. Bien comprendemos, en
efecto, q u e nuestra teoría del f e n ó m e n o h a r e e m p l a z a d o la realidad
«le la cosa por la objetividad del fenómeno, y q u e h a f u n d a d o esta
objetividad sobre u n recurso al infinito. L a realidad d e esta taza
consiste en q u e está ahí y en q u e ella no es yo. T r a d u c i r e m o s esto
diciendo q u e la serie d e sus apariciones está vinculada p o r u n a razón
que n o d e p e n d e de m i gusto y gana. Pero la aparición, reducida
a sí misma y sin recurrir a la serie d e q u e f o r m a p a r t e , n o sería
tnás q u e u n a plenitud intuitiva y subjetiva: la m a n e r a en q u e el
sujeto es afectado. Si el f e n ó m e n o h a d e revelarse trascendente,
es necesario que el sujeto mismo trascienda la aparición hacia la
serie total de la cual ella es miembro. Es necesario q u e c a p t e el
rojo a través de su impresión de rojo. El rojo, es decir, la razón
;le la serie; la corriente eléctrica a través de la electrólisis, etc. Pero,
si la trascendencia del objeto se f u n d a sobre la necesidad q u e tiene
la aparición de hacerse trascender siempre, resulta q u e u n objeto
pune, por principio, como infinita la serie d e sus apariciones. Así,
la aparición, que es finita, se indica a sí misma en su finitud, p e r o
exige a la vez, p a r a ser c a p t a d a c o m o aparición-de-lo-que-aparece,
ser trascendida hacia el infinito. Esta oposición nueva, la d e "lo
finito y lo infinito", o, m e j o r , d e "lo infinito en lo finito", reemplaza
el dualismo del ser y el p a r e c e r : lo q u e parece, en efecto, es sólo u n
aspecto del objeto, y el objeto está í n t e g r a m e n t e en ese aspecto c
í n t e g r a m e n t e f u e r a de él. i n t e g r a m e n t e dentro en c u a n t o se m a n i -
fiesta en ese aspecto: se indica a sí m i s m o c o m o la estructura de la
aparición, q u e es a la vez la razón d e la serie. I n t e g r a m e n t e f u e r a ,
pues la serie m i s m a n o a p a r e c e r á j a m á s ni p u e d e aparecer. Así, el
" a f u t v a " se opone n u e v a m e n t e al " a d e n t r o " , y el ser-que-no-aparece,
a la aparición. Análogamente, cierta " p o t e n c i a " torna a h a b i t a r el
f e n ó m e n o y le confiere su trascendencia m i s m a : la potencia de
ser desarrollado en u n a serie d e apariciones reales o posibles. El ge-
nio d e Proust, a u n reducido a las obras producidas, no p o r eso d e j a
d e equivaler a la infinitud de los puntos de vista posibles q u e pudie-
r a n adoptarse sobre esa obra, y esto se llamará la "inagotabilidad"
d e la obra proustiana. Pero tal inagotabilidad, que implica u n a
trascendencia y u n recurso al infinito, ¿ n o es u n a éxis", en el
m o m e n t o m i s m o en q u e se la c a p t a en el objeto? Por último, la
esencia está radicalmente escindida de la apariencia individual que
la manifiesta, ya que, p o r principio, la esencia es lo q u e debe poder
ser m a n i f e s t a d o p o r u n a serie infinita de manifestaciones individuales.
Al reemplazar así u n a diversidad de oposiciones con u n d u a -
lismo único q u e las f u n d e , ¿hemos g a n a d o o perdido? P r o n t o lo
veremos. Por el m o m e n t o , la p r i m e r a consecuencia de la "teoría
del f e n ó m e n o " es q u e la aparición n o remite al ser c o m o el fenó-
m e n o k a n t i a n o al númeno. Puesto q u e ella n o tiene n a d a detrás y
n o es indicativa sino de sí misma (y de la serie total de las apari-
ciones), n o p u e d e estar soportada por otro ser que el suyo p r o p i o ;
n o p u e d e consistir en la tenue película de n a d a que separa al ser-
sujeto del ser-absoluto. Si la esencia de la aparición es u n parecer
q u e n o se opone a n i n g ú n ser, hay ahí u n legítimo p r o b l e m a : el del
ser de ese parecer. Este problema nos o c u p a r á aquí y será el p u n t o
de p a r t i d a de nuestras investigaciones sobré el ser y la nada.
EL FENÓMENO DE SER Y EL SER DEL FENÓMENO

L a a p a r i c i ó n n o está sostenida p o r n i n g ú n existente d i f e r e n t e


d e ella: tiene su ser p r o p i o . El ser p r i m e r o q u e e n c o n t r a m o s e n
n u e s t r a s investigaciones ontológicas es, pues, el ser d e la a p a r i c i ó n .
¿ E s él m i s m o u n a a p a r i c i ó n ? D e p r i m e r i n t e n t o , así lo p a r e c e . El
f e n ó m e n o es lo q u e se m a n i f i e s t a y el ser se m a n i f i e s t a a t o d o de
a l g u n a m a n e r a , p u e s t o q u e p o d e m o s h a b l a r d e él y d e él t e n e m o s
cierta c o m p r e n s i ó n . Así, d e b e h a b e r u n fenómeno de ser, u n a a p a -
rición d e ser, descriptible c o m o tal. E l ser nos será d e v e l a d o p o r
a l g u n o s m e d i o s d e acceso i n m e d i a t o ; el hastío, la n á u s e a , e t c . ; y
la ontología será la descripción del f e n ó m e n o d e ser tal c o m o se
m a n i f i e s t a , es decir, sin i n t e r m e d i a r i o . E m p e r o , c o n v i e n e p l a n t e a r
a t o d a ontología u n a cuestión p r e v i a : el f e n ó m e n o d e ser, así al-
c a n z a d o , ¿es i d é n t i c o al ser d e los f e n ó m e n o s ? Es d e c i r : el ser
q u e se m e revela y m e aparece, ¿es d e la m i s m a n a t u r a l e z a q u e el
ser de los existentes q u e m e a p a r e c e n ? P a r e c e r í a n o h a b e r d i f i c u l t a d :
Husserl h a m o s t r a d o c ó m o siempre es posible u n a r e d u c c i ó n eidética,
es decir, c ó m o p u e d e s i e m p r e el f e n ó m e n o c o n c r e t o ser s o b r e p a s a d o
h a c i a su esencia; y p a r a H e i d e g g e r la " r e a l i d a d h u m a n a " es óntico-
ontológica, es decir, p u e d e s i e m p r e s o b r e p a s a r el f e n ó m e n o h a c i a
su ser. P e r o el t r á n s i t o del o b j e t o s i n g u l a r a la esencia es t r á n s i t o de
lo h o m o g é n e o a lo h o m o g é n e o . ¿ O c u r r e lo m i s m o con el t r á n s i t o
del existente al f e n ó m e n o de ser? T r a s c e n d e r el existente h a c i a el
f e n ó m e n o d e ser ¿es, v e r d a d e r a m e n t e , s o b r e p a s a r l o h a c i a su ser,
c o m o se sobrepasa el r o j o p a r t i c u l a r h a c i a su esencia? O b s e r v e m o s
mejor.
E n u n o b j e t o singular p u e d e n siempre distinguirse cualidades,
c o m o el color, el olor, etc. Y, a p a r t i r d e ellas, siempre p u e d e e n -
c a r a r s e u n a esencia i m p l i c a d a p o r ellas, c o m o el signo i m p l i c a la
significación. E l c o n j u n t o " o b j e t o - e s e n c i a " constituye u n t o d o orga-
n i z a d o : la esencia n o está en el o b j e t o , sino q u e es el sentido del
objeto, la r a z ó n de la serie d e apariciones q u e lo d e v e l a n . P e r o el
ser n o es ni u n a c u a l i d a d d e l o b j e t o c a p t a b l e e n t r e otras, ni u n
sentido del objeto. El o b j e t o n o r e m i t e al ser c o m o a u n a signifi-
c a c i ó n : sería imposible, p o r e j e m p l o , d e f i n i r el ser c o m o u n a pre-
sencia; puesto q u e la ausencia devela t a m b i é n al ser, ya que no
estar ahí es todavía serj? El objeto n o posee al ser, y su existencia
n o es u n a participación en el ser, n i n i n g ú n otro género de relación.
Decir es es la ú n i c a m a n e r a d e definir su m a n e r a d e ser; pues el
objeto n o enmascara al ser, p e r o t a m p o c o lo devela. N o lo enmas-
cara, p u e s sería vano, t r a t a r de a p a r t a r ciertas cualidades del exis-
tente p a r a e n c o n t r a r al ser detrás d e ellas: el ser es el ser de todas
por igual." N o lo dpvela, pues sería v a n o dirigirse al objeto p a r a
a p r e h e n d e r su ser. VE1 existente es fenómeno, es decir que se de-
signa a sí m i s m o c o m o c o n j u n t o organizado d e cualidades. Designa
a sí mismo, y n o a su ser. El ser es simplemente la condición de
toda develación: es ser-para-develar, y n o ser develado. ¿ Q u é sig-
nifica, entonces, ese sobrepasamiento h a c i a lo ontológico, de que
habla Heidegger? C o n toda seguridad, p u e d o sobrepasar esta mesa
o esta silla hacia su ser y f o r m u l a r la p r e g u n t a p o r el ser-mesa o el
ser-silla. Pero, en este instante, desvío los ojos de la mesa-fenóme-
n o p a r a e n c a r a r el ser-fenómeno, q u e n o es ya la condición de
toda develación, sino q u e es él m i s m o u n develado, u n a aparición;
y que, c o m o tal, tiene a su vez necesidad d e u n ser f u n d á n d o s e en
el cual p u e d a develarse.
Si el ser d e los fenómenos n o se resuelve en u n f e n ó m e n o de ser,
y si, con todo, n o p o d e m o s decir n a d a sobre el ser sino consultando
a ese f e n ó m e n o de ser, debe establecerse a n t e todo la relación exacta
q u e u n e el f e n ó m e n o de ser con el ser del f e n ó m e n o . Podremos
hacerlo m á s fácilmente si consideramos q u e el c o n j u n t o de las pre-
cedentes observaciones h a sido d i r e c t a m e n t e inspirado p o r la intui-
ción revelante del f e n ó m e n o d e ser. C o n s i d e r a n d o no el ser como
condición d e la develación, sino el ser c o m o aparición que p u e d e
ser f i j a d a en conceptos, hemos c o m p r e n d i d o a n t e todo q u e el cono-
cimiento n o podía p o r sí solo d a r razón del ser; es decir, que el
ser del f e n ó m e n o n o podía reducirse al f e n ó m e n o de ser. E n u n a
p a l a b r a , el f e n ó m e n o de ser es "ontológico", en el sentido en q u e
se llama ontológica a la p r u e b a d e S a n Anselmo y de Descartes; es
u n l l a m a d o al ser; exige, en t a n t o q u e fenómeno, u n f u n d a m e n t o
transíenoménico. E l f e n ó m e n o d e ser exige la transfenomenalidad
del ser. Esto n o significa q u e el ser se e n c u e n t r e escondido tras los
fenómenos (hemos visto q u e el f e n ó m e n o n o p u e d e e n m a s c a r a r el
ser), ni q u e el f e n ó m e n o sea u n a apariencia q u e remite a u n ser
distinto (pues el f e n ó m e n o es en tanto que apariencia, es decir,
se indica a sí mismo sobre el f u n d a m e n t o del s e r ) . L o q u e las pre-
cedentes consideraciones i m p l i c a n es q u e el ser del f e n ó m e n o , a u n -
q u e coextensivo al f e n ó m e n o , d e b e e s c a p a r a la c o n d i c i ó n f e n o m é -
nica -—que consiste e n n o existir algo sino e n c u a n t o se revela—
y q u e , e n consecuencia, d e s b o r d a y f u n d a el c o n o c i m i e n t o q u e d e
el se tiene.

III

EL COGITO PRERREFLEXIVO Y EL SER DEL PERCIPERE

Q u i z á se i n c u r r a en la t e n t a c i ó n d e r e s p o n d e r q u e las dificul-
tades a n t e s m e n c i o n a d a s d e p e n d e n todas d e cierta concepción del ser,
d e u n a m a n e r a d e realismo ontológico e n t e r a m e n t e i n c o m p a t i b l e c o n
la noción m i s m a de aparición. L o q u e m i d e al ser d e la a p a r i c i ó n
es, e n efecto, el h e c h o d e q u e ella aparece. Y, p u e s t o q u e h e m o s
l i m i t a d o la r e a l i d a d al f e n ó m e n o , p o d e m o s decir del f e n ó m e n o q u e
es tal c o m o aparece. ¿ P o r q u é n o llevar la i d e a h a s t a su límite,
d i c i e n d o q u e el ser d e la a p a r i c i ó n es su a p a r e c e r ? E s t o es, simple-
m e n t e , u n a m a n e r a de elegir p a l a b r a s n u e v a s p a r a revestir el viejo
esse est percipi de Berkeley. Y, en efecto, es lo q u e h a c e u n H u s -
serl c u a n d o , t r a s h a b e r e f e c t u a d o la r e d u c c i ó n f e n o m e n o l ó g i c a , con-
sidera al n o e m a c o m o irreal y d e c l a r a q u e su esse es u n percipi.
N o p a r e c e q u e la célebre f ó r m u l a de Berkeley p u e d a satisfacer-
nos. Y ello p o r dos razones esenciales, la u n a r e f e r e n t e a la n a t u -
raleza del percipi y la o t r a a la del percipere.
Naturaleza del percipere. — Si t o d a metafísica, e n efecto, su-
p o n e u n a teoría del c o n o c i m i e n t o , e n c a m b i o t o d a teoría del cono-
c i m i e n t o s u p o n e u n a metafísica. E s t o significa, e n t r e otras cosas,
q u e u n idealismo e m p e ñ a d o e n r e d u c i r el ser al c o n o c i m i e n t o q u e
d e él se tiene d e b i e r a a s e g u r a r p r e v i a m e n t e , d e a l g u n a m a n e r a , el
ser del c o n o c i m i e n t o . Si se comienza, al contrario, p o r p o n e r al co-
n o c i m i e n t o c o m o a l g o d a d o , sin p r e o c u p a r s e de f u n d a r su ser, y si
se a f i r m a en seguida q u e esse est percipi, 'a t o t a l i d a d " p e r c e p c i ó n -
p e r c i b i d o " , al n o estar sostenida p o r u n sólido ser, se d e r r u m b a e n
la n a d a . Así, el ser del c o n o c i m i e n t o n o p u e d e ser m e d i d o p o r el
c o n o c i m i e n t o : e s c a p a al percipi1. Y así, el s e r - f u n d a m e n t o del

1
Va de suyo que toda tentativa de reemplazar el "percipere" con otra
actitud de la realidad humana resultaría igualmente infructuosa. Si se ad-
percipere y del percipi d e b e e s c a p a r al percipi: d e b e ser t r a n s f e n o -
ménico. Volvemos a nuestro p u n t o de partida. Empero, puede con-
cedérsenos q u e el percipi r e m i t a a u n ser q u e e s c a p a a las leyes d e
la a p a r i c i ó n , p e r o sosteniendo a la vez q u e ese ser t r a n s f e n o m c n i c o
es el ser del s u j e t o . Así, el percipi r e m i t i r í a al percipiens: lo c o n o -
cido al c o n o c i m i e n t o , y éste al ser cognosc.ente e n t a n t o q u e es, 110
en t a n t o q u e es c o n o c i d o ; es decir, a la conciencia. Es lo q u e
h a c o m p r e n d i d o H u s s e r l ; pues si el n o e m a es p a r a él u n c o r r e l a t o
irreal d e la noesis, q u e tiene p o r ley ontológica el percipi, la nocsis,
al c o n t r a r i o , le a p a r e c e c o m o la realidad, c u y a p r i n c i p a l caracterís-
tica es darse, a la reflexión q u e la conoce, c o m o " h a b i e n d o e s t a d o
ya a h í a n t e s " . P u e s la ley d é ser del s u j e t o cognoscente es ser-cons-
ciente. L a conciencia n o es u n m o d o p a r t i c u l a r de c o n o c i m i e n t o ,
l l a m a d o sentido i n t e r n o o c o n o c i m i e n t o d e sí: es la dimensión d e
ser t r a n s f e n o m é n i c a del sujeto.
T r a t e m o s d e c o m p r e n d e r m e j o r esta d i m e n s i ó n d e ser. D e c í a -
m o s q u e la conciencia es el ser cognoscente e n t a n t o q u e es y n o
e n t a n t o q u e es conocido. E s t o significa q u e c o n v i e n e a b a n d o n a r l a
p r i m a c í a del c o n o c i m i e n t o si q u e r e m o s f u n d a r el c o n o c i m i e n t o mis-
m o . Sin d u d a , la conciencia p u e d e c o n o c e r y conocerse. Pero, e n
sí m i s m a , es o t r a cosa q u e u n c o n o c i m i e n t o v u e l t o sobre sí.
T o d a conciencia, c o m o lo h a m o s t r a d o Husserl, es c o n c i e n c i a
de algo. E s t o significa q u e n o h a y conciencia q u e n o sea posición
d e u n o b j e t o t r a s c e n d e n t e , o, si se prefiere, q u e la conciencia n o
tiene " c o n t e n i d o " . Es preciso r e n u n c i a r a esos " d a t o s " n e u t r o s q u e ,
según el sistema d e r e f e r e n c i a escogido, p o d r í a n constituirse en-
" m u n d o " o e n " l o psíquico". U n a mesa n o está en la conciencia,
ni a u n a t í t u l o d e r e p r e s e n t a c i ó n . U n a m e s a está en el espacio, j u n t o
a la v e n t a n a , etc. L a existencia d e la mesa, e n efecto, es u n c e n t r o
d e o p a c i d a d p a r a la c o n c i e n c i a ; sería m e n e s t e r u n proceso i n f i n i t o
p a r a i n v e n t a r i a r el c o n t e n i d o total d e u n a cosa. I n t r o d u c i r esta o p a -
c i d a d e n la conciencia sería llevar al i n f i n i t o el i n v e n t a r i o q u e la
conciencia p u e d e h a c e r d e sí m i s m a , c o n v e r t i r l a e n u n a cosa y r e -
c h a z a r el cogito. E l p r i m e r p a s o d e u n a filosofía h a de ser, pues,
e x p u l s a r las cosas d e la conciencia y restablecer la v e r d a d e r a r e l a c i ó n
e n t r e ésta y el m u n d o , a saber,"" la conciencia c o m o conciencia p o -
sicional del m u n d o . T o d a conciencia es posicional en c u a n t o q u e

mitiera que el ser se revela al hombre en el "hacer", sería también necesario


asegurar el ser del hacer fuera de la acción.
se trasciende p a r a alcanzar u n objeto, y se a g o t a e n esa posición
m i s m a : todo c u a n t o hay de intención en m i conciencia a c t u a l está
dirigido h a c i a el exterior, h a c i a la m e s a ; todas mis actividades j u d i -
cativas o prácticas, t o d a mi afectividad del m o m e n t o , se trascienden,
a p u n t a n a la mesa y en ella se absorben. N o t o d a conciencia es
conocimiento (hay conciencias afectivas, p o r e j e m p l o ) ; p e r o t o d a
conciencia cognoscente n o p u e d e ser conocimiento sino de su objet'o.
E m p e r o , la condición necesaria y suficiente p a r a q u e u n a con-
ciencia cognoscente sea conocimiento de su o b j e t o es q u e sea con-
ciencia d e sí misma c o m o siendo ese conocimiento. Es u n a condición
necesaria: si m i conciencia n o f u e r a conciencia d e ser conciencia
de mesa, sería conciencia de esa mesa sin tener conciencia d e serlo,
o, si se prefiere, u n a conciencia i g n o r a n t e d e sí misma, u n a con-
ciencia inconsciente; lo q u e es absurdo. Es u n a condición suficiente:
basta t e n e r yo conciencia de tener conciencia d e esta mesa p a r a q u e
tenga efectivamente conciencia d e ella. Esto n o basta, p o r cierto,
p a r a p e r m i t i r m e a f i r m a r q u e esta mesa existe en sí", p e r o sí q u e existe
para mí.
¿ Q u é será esta conciencia de conciencia? Padecemos a tal p u n -
to la ilusión d e la p r i m a c í a del conocimiento, q u e estamos prontos a
h a c e r de la conciencia de conciencia u n a idea ideae a la m a n e r a de
Spinoza, es decir, u n conocimiento d e conocimiento. Alain, p a r a
expresar la evidencia de q u e "saber es tener conciencia de saber",
la t r a d u j o en estos términos: "saber es saber q u e se sabe". Así, h a -
bremos definido la reflexión o sea la conciencia posicional d e la
conciencia o, m e j o r a ú n , el conocimiento d e la conciencia. Sería
u n a conciencia completa y dirigida h a c i a algo q u e n o es ella, es decir,
hacia la conciencia refleja. Se trascendería, pues; y, c o m o la con-
ciencia posicional del m u n d o , se agotaría en el a p u n t a r a su objeto.
Sólo q u e este objeto sería a su vez u n a conciencia.
N o parece q u e p o d a m o s a c e p t a r esta interpretación d e la con-
ciencia de conciencia. L a reducción de la conciencia al conoci-
miento, en efecto, implica introducir en la conciencia la d u a l i d a d
sujeto-objeto, típica del conocimiento. Pero, si a c e p t a m o s la ley del
p a r cognoscente-conocido, será necesario u n tercer t é r m i n o p a r a q u e
el cognoscente se torne conocido a su vez, y nos e n c o n t r a r e m o s f r e n t e
a u n d i l e m a : o detenernos en u n t é r m i n o cualquiera d e la serie co-
nocido - cognoscente conocido - cognoscente conocido p o r el cog-
noscente, etc., y entonces la totalidad del f e n ó m e n o cae en lo des-
conocido, es decir, nos d a m o s siempre, c o m o t é r m i n o último, c o n t r a
u n a reflexión n o consciente d e sí; o bien a f i r m a r la necesidad de
u n a regresión al infinito (idea ideae ideae.. ., e t c . ) , lo q u e es ab-
surdo. Así, la necesidad de f u n d a r o t o l ó g i c a m e n t e el conocimiento
t r a e r í a consigo u n a n u e v a necesidad: la de f u n d a r l o epistemológi-
c a m e n t e . ¿ N o será q u e n o h a y q u e introducir la ley del p a r en la
conciencia? L a conciencia d e sí n o es d u a l i d a d . T i e n e q u e ser, si
hemos d e evitar la regresión al infinito, relación i n m e d i a t a y no
cogitiva d e sí a sí.
P o r o t r a p a r t e , la conciencia reflexiva pone como su objeto
p r o p i o la conciencia r e f l e j a : en el acto de reflexión, einito juicios
sobre la conciencia r e f l e j a : m e avergüenzo o me enorgullezco de
ella, la a c e p t o o la rechazo, etc. Pero mi concienc ia inmediata de
percibir n o m e p e r m i t e ni juzgar, ni querer, ni avergonzarme. Ella
n o conoce m i percepción; n o la pone: todo c u a n t o hay de intención
e n m i conciencia actual está dirigido hacia el exterior, hacia el
m u n d o . E n cambio, esa conciencia espontánea de mi percepción es
constitutiva d e m i conciencia perceptiva. E n otros términos, toda
conciencia posicional de objeto es a la vez conciencia no posicional
d e sí misma. Si c u e n t o los cigarrillos q u e hay en esta cigarrera, tengo
la impresión de la develación de u n a propiedad objetiva del grupo
d e cigarrillos: son doce. Esta propiedad aparece a mi conciencia
c o m o u n a propiedad existente en el m u n d o . Puedo muy bien no
t e n e r e n absoluto conciencia posicional de contarlos. N o m e "conozco
en c u a n t o c o n t a n t e " . L a p r u e b a está en que los niños capaces d e
h a c e r e s p o n t á n e a m e n t e u n a s u m a n o p u e d e n rxfilirar luego c ó m o se
las h a n a r r e g l a d o : los tests con que Piaget lo lia d e m o s t r a d o consti-
tuyen u n a excelente refutación d e la f ó r m u l a de Alain: "saber es
saber q u e se sabe". Y, sin embargo, en el m o m e n t o en q u e estos
cigarrillos se m e develan c o m o doce, tengo u n a conciencia 110 tética
d e m i actividad aditiva. Si se m e interroga, en efecto, si se m e p r e -
g u n t a : " ¿ Q u é está usted haciendo?", responderé al instante: "Es-
toy c o n t a n d o " ; y esta respuesta n o a p u n t a solamente a la conciencia
i n s t a n t á n e a q u e p u e d o alcanzar p o r reflexión, sino a las q u e h a n
t r a n s c u r r i d o sin h a b e r sido objeto de reflexión, a las que son p a r a
siempre irreflexivas en m i p a s a d o inmediato. Así, la reflexión no
tiene p r i m a c í a d e n i n g u n a especie sobre la conciencia refleja: ésta
n o es revelada a sí m i s m a p o r aquélla. Al contrario, la conciencia
no-reflexiva hace posible la reflexión: hay u n cogito prerreflrxivo
q u e es la condición del cogito cartesiano. A la vez, la conciencia
no-tética de c o n t a r es la condición m i s m a de mi actividad aditiva.
Si f u e r a de otro m o d o , ¿ c ó m o sería la adición el t e m a u n i f i c a d o r
de mis conciencias? P a r a q u e este t e m a presida a t o d a u n a serie
ele síntesis de unificaciones y recogniciones, es necesario q u e esté
presente a sí mismo, n o c o m o u n a cosa, sino c o m o u n a intención
operatoria q u e n o p u e d e existir m á s q u e c o m o "revelante-revelada",
p a r a emplear u n a expresión d e Heidegger. Así, p a r a contar, es m e -
nester tener conciencia d e contar.
Sin d u d a , se d i r á ; p e r o h a y círculo. P u e s ¿ n o es necesario q u e
contemos de hecho p a r a q u e p o d a m o s tener conciencia de c o n t a r ?
V e r d a d es. E m p e r o , n o h a y círculo; o, si se quiere, la naturaleza
misma d e la conciencia es existir " e n círculo". L o cual p u e d e expre-
sarse en estos términos: T o d a existencia consciente existe c o m o con-
ciencia de existir. C o m p r e n d e m o s a h o r a p o r q u é la conciencia pri-
m e r a de conciencia n o es posicional: se identifica con la conciencia
de la q u e es conciencia. Se d e t e r m i n a a la vez c o m o conciencia d e
percepción y c o m o percepción. L a s necesidades d e la sintaxis nos
h a n obligado h a s t a a h o r a a h a b l a r d e "conciencia n o posicional de
sí". Pero n o podemos seguir u s a n d o esta expresión, en q u e el de sí
suscita a ú n la idea de conocimiento. ( E n adelante, colocaremos en-
tre paréntesis el " d e " , p a r a indicar q u e responde sólo a u n a cons-
tricción gramatical.)
Esta conciencia (de) sí n o d e b e ser considerada c o m o u n a
n u e v a conciencia, sino c o m o el único modo de existencia posible para
una conciencia de algo. Así c o m o u n o b j e t o extenso está obligado a
existir según las tres dimensiones, así t a m b i é n u n a intención, u n
placer, u n dolor n o p o d r í a n existir sino c o m o conciencia i n m e d i a t a
(de) sí mismos. El ser d e la intención n o p u e d e ser sino conciencia;
de lo contrario, la intención sería cosa en la conciencia. Así, pues,
n o h a d e entenderse esto c o m o si a l g u n a causa exterior ( u n a p e r -
turbación orgánica, u n a impulsión inconsciente, o t r a erlebnis) pu-
diera d e t e r m i n a r la producción de u n acontecimiento psíquico — u n
placer, por e j e m p l o — , ni q u e este acontecimiento así d e t e r m i n a d o
en su estructura m a t e r i a l se vea obligado, p o r otra parte, a producirse
c o m o conciencia ( d e ) si. Ello sería h a c e r de la conciencia no-tética
u n a cualidad de la conciencia posicional (en el sentido en q u e la
percepción, conciencia posicional de esta mesa, t e n d r í a p o r a ñ a d i -
d u r a la cualidad d e conciencia ( d e ) sí), y recaer así en la ilusión
de la p r i m a c í a teórica del conocimiento. Sería, además, h a c e r del
acontecimiento psíquico una cosa y calificarlo d e consciente, coi no,
por ejemplo, p u d i e r a calificarse de rosado este p a p e l secante. El
placer n o p u e d e distinguirse — n i a u n lógicamente— de la concien-
cia de placer. L a conciencia (de) placer es constitutiva del placer,
c o m o el m o d o mismo de su existencia, c o m o la m a t e r i a de q u e está
h e c h o y n o c o m o u n a f o r m a q u e se impusiera con posterioridad a
u n a m a t e r i a hedonista. El placer n o p u e d e existir " a n t e s " de la con-
ciencia d e placer, ni a u n en la f o r m a d e virtualidad o d e potencia.
U n placer en potencia n o p o d r í a existir sino c o m o conciencia ( d e )
ser en p o t e n c i a ; n o hay virtualidades de conciencia sino como con-
ciencia d e virtualidades.
R e c í p r o c a m e n t e , c o m o lo señalábamos poco antes, h a de evitarse
definir el placer p o r la conciencia q u e d e el tengo. Sería caer e n
u n idealismo d e la conciencia q u e nos devolvería, p o r rodeos, a
la p r i m a c í a del conocimiento. El placer n o debe desvanecerse tras
la conciencia q u e tiene (de) sí m i s m o ; n o es u n a representación,
sino u n acontecimiento concreto, pleno y absoluto. N o es en modo
alguno u n a cualidad de la conciencia (de) sí, tal como la concien-
cia (de) sí n o es u n a cualidad del placer. N o hay antes u n a con-
ciencia q u e reciba después la afección " p l a c e r " a la m a n e r a en q u e
se colora u n agua, así c o m o no hay antes u n placer (inconsciente
o psicológico) q u e reciba después la cualidad de consciente, a m o d o
d e u n haz de luz. H a y u n ser indivisible, indisoluble; p e r o n o u n a
sustancia q u e soporta sus cualidades c o m o seres de m e n o r grado,
sino u n ser q u e es existencia de p a r t e a parte. El placer es el ser
de la conciencia (de) sí y la conciencia ( d e ) sí es la ley de ser del
placer. Es lo q u e m u y bien expresa Heidcgger c u a n d o escribe ( h a -
blando, a decir verdad, del Dasein y n o de la conciencia) : "El
'cómo' (essentia) de este ser debe, en la m e d i d a en q u e es posible
en general h a b l a r de él, ser concebido a p a r t i r de su ser ( e x i s t e n t i a ) " .
Esto significa q u e la conciencia n o se p r o d u c e c o m o e j e m p l a r sin-
g u l a r d e u n a posibilidad abstracta, sino que, surgiendo en el seno
del ser, crea y sostiene su esencia, es decir, la ordenación 1 sintética
d e sus posibilidades.
Ello quiere decir, además, q u e el tipo d e ser de la conciencia
es a la inversa del q u e la p r u e b a ontológica nos revela: c o m o la
conciencia n o es posible antes d e ser, sino q u e su ser es la f u e n t e y
condición d e t o d a posibilidad, su existencia implica su esencia. E s
lo q u e expresa felizmente Husserl h a b l a n d o d e su "necesidad d e
h e c h o " . P a r a q u e haya u n a esencia del placer, es preciso q u e h a y a

1
Agencement. (N. del T.)
a n t e s el hecha d e u n a conciencia ( d e ) ese p l a c e r . Y e n v a n o t r a -
t a r í a n de invocarse las p r e t e n d i d a s leyes d e la conciencia, cuyo
c o n j u n t o a r t i c u l a d o constituiría la esencia d e ésta: u n a ley es u n
o b j e t o t r a s c e n d e n t e d e c o n o c i m i e n t o ; p u e d e h a b e r conciencia d e
ley, p e r o n o ley d e la conciencia. P o r las m i s m a s razones, es i m p o -
sible asignar a u n a conciencia o t r a m o t i v a c i ó n q u e sí m i s m a . Si no,
sería preciso concebir q u e la conciencia, e n la m e d i d a e n q u e es u n
efecto, es n o consciente ( d e ) sí. Sería m e n e s t e r q u e , p o r a l g ú n l a d o ,
f u e r a sin ser consciente ( d e ) ser. C a e r í a m o s e n l a ilusión, h a r t o
f r e c u e n t e , q u e h a c e d e la conciencia u n semiinconsciente o u n a
pasividad. P e r o la conciencia es conciencia d e p a r t e a p a r t e . N o
p o d r í a , pues, ser l i m i t a d a sino p o r sí m i s m a .
E s t a d e t e r m i n a c i ó n d e la c o n c i e n c i a p o r sí m i s m a n o d e b e con-
cebirse c o m o u n a génesis, c o m o u n d e v e n i r , p u e s sería preciso s u p o -
n e r q u e la conciencia es a n t e r i o r a su p r o p i a existencia. T a m p o c o
d e b e concebirse esta c r e a c i ó n d e sí c o m o u n a c t o . Si n o , e n e f e c t c ,
l a conciencia sería c o n c i e n c i a ( d e ) sí c o m o acto, lo q u e n o es. L a
c o n c i e n c i a es u n a p l e n i t u d d e existencia, y esta d e t e r m i n a c i ó n d e sí
p o r sí es u n a característica esencial. H a s t a sería p r u d e n t e n o a b u s a r
d e la expresión " c a u s a de sí", q u e d e j a s u p o n e r u n a progresión, u n a
relación del sí-causa al sí-efecto. Seria m á s e x a c t o decir, simple-
m e n t e : la conciencia existe p o r sí. Y n o h a d e e n t e n d e r s e p o r ello
q u e la conciencia se " s a q u e d e la n a d a " . N o p o d r í a h a b e r u n " n a d a
d e c o n c i e n c i a " antes d e la conciencia. " A n t e s " d e la conciencia n o
p u e d e concebirse sino u n a p l e n i t u d de ser, n i n g u n o d e cuyos ele-
m e n t o s p u e d e r e m i t i r a u n a conciencia ausente. P a r a q u e h a y a n a d a
d e conciencia, es m e n e s t e r u n a conciencia q u e h a sjdo y q u e n c es
más, y u n a c o n c i e n c i a testigo q u e p o n g a la n a d a d o la p r i m e r a a s -
c i e n d a p a r a u n a síntesis d e recognición. L a conciencia es a n t e r i o r
a la n a d a y "se s a c a " del ser
Acaso se e x p e r i m e n t e a l g u n a d i f i c u l t a d p a r a a c e p t a r estas c o n -
clusiones. Pero, si se las c o n s i d e r a m e j o r , p a r e c e r á n p e r f e c t a m e n t e
claras: la p a r a d o j a n o es q u e h a y a existencias p o r sí, sino q u e n o
h a y a solo ellas. L o q u e es v e r d a d e r a m e n t e i m p e n s a b l e es la exis-
tencia pasiva, es decir, u n a existencia q u e se p e r p e t ú e sin t e n e r la
1
Esto no significa en modo alguno que la conciencia sea el fundamento
de su ser. Al contrario, como veremos luego, hay una contingencia plenaria
del ser de la conciencia. Sólo quereijios indicar: 1', que nada es causa de
la conciencia; 2', que ella es causa de su propia manera de ser.
f u e r z a d e p r o d u c i r s e ni de conservarse. D e s d e este p u n t o de vista,
n a d a h a y m á s ininteligible q u e el p r i n c i p i o de inercia. E n efecto,
¿ d e d ó n d e " v e n d r í a " la conciencia, si p u d i e r a " v e n i r " d e a l g u n a
cosa? D e los limbos del inconsciente o d e lo fisiológico. Peto, si
se p r e g u n t a c ó m o p u e d e n existir, a su vez, esos limbos, y de d ó n d e
t o m a n su existencia, nos v e m o s r e c o n d u c i d o s al c o n c e p t o d e exis-
tencia p a s i v a ; es decir, q u e n o p o d e m o s c o m p r e n d e r ya e n absoluto
c ó m o esos d a t o s n o conscientes, q u e n o t o m a n su existencia de sí
mismos, p u e d e n sin e m b a r g o p e r p e t u a r l a y h a l l a r ademán la fuerza
d e p r o d u c i r u n a conciencia. El g r a n f a v o r d e q u e ha g o z a u o la
p r u e b a a contingentia mundi destaca notablemente, esle a r g u m e n t o .
•Así, r e n u n c i a n d o a la p r i m a c í a del c o n o c i m i e n t o , liemos descu-
b i e r t o el ser del c o g n o s c e n t e y e n c o n t r a d o lo absoluto, ese m i s m o
a b s o l u t o q u e los racionalistas del siglo x v u h a b í a n d e f i n i d o y cons-
t i t u i d o l ó g i c a m e n t e c o m o u n o b j e t o de c o n o c i m i e n t o . Pero, preci-
s a m e n t e p o r q u e se t r a t a d e u n a b s o l u t o de existencia y n o d e
c o n o c i m i e n t o , escapa a la f a m o s a objeción según la cual u n absoluto
c o n o c i d o n o es m á s u n absoluto, ya q u e se t o r n a relativo al cono-
c i m i e n t o q u e d e el se tiene. De hecho, el absoluto es a q u í n o ya
el r e s u l t a d o d e u n a construcción lógica en el t e r r e n o del conoci-
m i e n t o , sino el s u j e t o de la m á s concreta d e las experiencias. Y n o
es relativo a esta experiencia, p o r q u e él rs esta experiencia m i s m a .
Así, es u n a b s o l u t o no-sustancial. El e r r o r ontológico del raciona-
lismo c a r t e s i a n o consiste en n o h a b e r visto q u e , si lo a b s o l u t o se
d e f i n e p o r la p r i m a c í a de la existencia sobre la esencia, n o p u e d e
concebírselo c o m o sustancia. L a conciencia n o tiene n a d a d e sus-
t a n c i a l , es u n a p u r a " a p a r i e n c i a " , e n el s e n t i d o d e q u e n o existe
sino e n la m e d i d a e n q u e a p a r e c e . P e r o p r e c i s a m e n t e p o r ser p u r a
a p a r i e n c i a , p o r ser u n v a c í o total (ya q u e el m u n d o e n t e r o está
f u e r a d e e l l a ) , p r e c i s a m e n t e p o r esa i d e n t i d a d e n ella d e la a p a -
riencia y la existencia, p u e d e ser c o n s i d e r a d a c o m o lo absoluto.

IV

EL SER DEL PERCIPI

P a r e c e r í a q u e h e m o s llegado al t é r m i n o d e n u e s t r a investiga-
ción. H a b í a m o s r e d u c i d o las cosas a la t o t a l i d a d c o n e x a de sus
a p a r i e n c i a s , l u e g o h e m o s c o m p r o b a d o que; estas a p a r i e n c i a s recia-
m a b a n u n ser q u e n o fuese ya apariencia. El percipi nos ha
remitido a u n percipiens cuyo ser se nos h a revelado c o m o con-
ciencia. Así, h a b r í a m o s alcanzado el f u n d a m e n t o ontológico del
conocimiento, el ser p r i m e r o a quien todas las demás apariciones
aparecen, el absoluto respecto del cual todo f e n ó m e n o es relativo.
N o es el sujeto, en el sentido k a n t i a n o del término, sino la subjeti-
vidad misma, la i n m a n e n c i a de sí a sí. Desde ese m o m e n t o , hemos
escapado al idealismo^ p a r a éste el ser se m i d e p o r el conocimiento,
lo q u e lo somete a la ley de d u a l i d a d ; n o hay otro ser q u e el ser
conocido, así se t r a t e del pensamiento m i s m o : el p e n s a m i e n t o n o
aparece a sí sino a través de sus propios productos; es decir, q u e
no lo captamos j a m á s sino c o m o la significación de los pensamientos
realizados; y el filósofo en busca del pensamiento h a de interrogar
á las ciencias constituidas .para sacarlo de ellas, a título de condi-
ción d e posibilidad d e las mismas. Nosotros, al contrario, hemos
c a p t a d o u n ser q u e escapa al conocimiento y q u e lo f u n d a ; u n pen-
samiento que n o se d a c o m o representación o c o m o significación de
los pensamientos expresados, sino q u e es c a p t a d o d i r e c t a m e n t e e n
t a n t o q u e es; y este m o d o de captación n o es u n f e n ó m e n o d e cono-
cimiento, sino la estructura del ser. Nos encontramos a h o r a en el
terreno de la fenomenología husserliana, bien q u e el propio Husserl
n o siempre haya p e r m a n e c i d o fiel a su intuición primera. ¿Estamos
satisfechos? H e m o s e n c o n t r a d o u n ser transfenoménico, pero, ¿es
éste el ser al cual remitía el f e n ó m e n o de ser? ¿ E s realmente el ser
del f e n ó m e n o ? E n otras palabras, ¿el ser de la conciencia basta p a r a
f u n d a r el ser de la apariencia en t a n t o q u e apariencia? H e m o s
a r r a n c a d o al f e n ó m e n o su ser p a r a d a r l o a la conciencia, y contá-
bamos con q u e ésta se lo restituiría después. Pero, ¿ p u e d e hacerlo?
Es lo q u e nos dirá u n e x a m e n de las exigencias ontológicas del
"percipi".
Notemos, en p r i m e r lugar, q u e hay u n ser de la cosa percibida
en t a n t o q u e percibida. A u n si quisiera reducir esta mesa a u n a
síntesis d e impresiones subjetivas, h a d e advertirse p o r lo menos q u e
la mesa se revela, en tanto que mesa, a través de esa síntesis, d e la
cual es el límite trascendente, la razón y el o b j e t i v o 1 . L a mesa
está a n t e el conocimiento, y n o podría asimilársela al conocimiento
q u e de ella se tiene, pues si n o sería conciencia, es decir, i n m a n e n c i a
p u r a , y desaparecería como mesa. Por el mismo motivo, a u n si u n a
1
But. (N. del T.)
p u r a distinción d e razón h a d e separarla d e la síntesis de impresiones
subjetivas a través de la q u e se la c a p t a , por lo menos la mesa n o
p u e d e ser esa síntesis: sería reducirla a u n a actividad sintética d e
conexión. Así, pues, en c u a n t o lo conocido n o puede reabsorberse
en el conocimiento, es preciso reconocerle u n ser. Este ser, se nos
dice, es el percipi. Reconozcamos, en p r i m e r lugar, q u e el ser del
pcrcipi n o p u e d e reducirse al del percipiens —es decir, a la con-
ciencia—, así c o m o la mesa n o se reduce a la conexión de las re-
presentaciones. C u a n d o más, p o d r í a decirse q u e es relativo a este
ser. P e r o tal relatividad n o dispensa de u n examen del ser del percipi.
A h o r a b i e n : el m o d o del percipi es el pasivo. Así, pues, si el
ser del f e n ó m e n o reside en su percipi, este ser es pasividad. Rela-
tividad y pasividad, tales serían las estructuras características del
csse en t a n t o q u e este se r e d u j e r a al percipi. ¿ Q u é es la pasividad?
Soy pasivo c u a n d o recibo u n a modificación n o originada en mí, es
decir, de la cual n o soy ni el f u n d a m e n t o ni el creador. Así, m i
ser soporta u n a m a n e r a de ser q u e n o tiene su f u e n t e en él mismo.
Solo que, p a r a soportar, es menester q u e yo exista; y, p o r eso, m i
existencia se sitúa siempre m á s allá de la pasividad. " S o p o r t a r pasi-
v a m e n t e " , por ejemplo, es u n a c o n d u c t a que yo tengo, y q u e com-
p r o m e t e mi libertad t a n t o como el "rechazar resueltamente". Si h e
d e ser p o r siempre "el-que-ha-sido-ofendido", es menester q u e yo
persevere en m i ser, es decir, q u e m e afecte a mí mismo de exis-
tencia. Pero, por eso mismo, r e t o m o en cierto m o d o por mi c u e n t a
y a s u m o mi ofensa, d e j a n d o de ser pasivo respecto d e ella. D e
d o n d e esta a l t e r n a t i v a : o bien n o soy pasivo en mi ser, y entonces
m e convierto en f u n d a m e n t o de mis afecciones, a u n c u a n d o n o hayan
tenido su origen en m í ; o bien soy a f e c t a d o de pasividad hasta en
m i existencia misma, m i ser es u n ser recibido, y entonces todo cae
en la n a d a . Así, la pasividad es u n f e n ó m e n o doblemente relativo:
relativo a la actividad del q u e a c t ú a y a la existencia del q u e p a -
dece. Esto implica q u e la pasividad n o p u e d e a t a ñ e r al ser mismo
del existente pasivo: es u n a relación de u n ser a otro ser y n o d e
u n ser a u n a n a d a . Es imposible q u e el percipere afecte d e ser al
perceptum, pues, p a r a ser afectado, el perceptum necesitaría ser ya
d a d o en cierta m a n e r a y, .por lo tanto, existir antes d e h a b e r reci-
bido el ser. P u e d e concebirse u n a creación, a condición d e q u e el
ser creado se retome, se a r r a n q u e al creador p a r a cerrarse inmedia-
t a m e n t e en sí y asumir su ser: en este sentido cabe decir q u e u n
libro existe contra su autor. Pero, si el acto de creación h a cíe con-
t i n u a r s e i n d e f i n i d a m e n t e , si el ser c r e a d o está sostenido h a s t a e n sus
m á s í n f i m a s partes, si c a r e c e d e t o d a i n d e p e n d e n c i a p r o p i a , si n o
es en sí-mismo sino p u r a n a d a , e n t o n c e s la c r i a t u r a n o se d i s t i n g u e
e n m o d o a l g u n o de su c r e a d o r y se reabsorbe e n é l : se t r a t a d e u n a
falsa t r a s c e n d e n c i a , y el c r e a d o r n o p u e d e t e n e r ni a u n la ilusión
d e salir d e su s u b j e t i v i d a d 1 .
*Tor o t r a p a r t e , la pasividad del p a c i e n t e exige u n a igual pasi-
v i d a d e n el a g e n t e ; es lo q u e expresa el p r i n c i p i o d e acción y reac-
c i ó n : j u s t a m e n t e p o r q u e se p u e d e destrozar, estrechar, c o r t a r n u e s t r a
m a n o , p u e d e n u e s t r a m a n o destrozar, c o r t a r , estrechar. ¿ Q u é pasi-
vidad p u e d e asignarse a la p e r c e p c i ó n , al c o n o c i m i e n t o ? A m b a s son
p u r a a c t i v i d a d , p u r a e s p o n t a n e i d a d . J u s t a m e n t e p o r q u e es e s p o n -
t a n e i d a d p u r a , p o r q u e n a d a p u e d e m o r d e r e n ella, la conciencia n o
p u e d e a c t u a r sobre n a d a . Así, el esse est percipi exigiría q u e la
conciencia, p u r a e s p o n t a n e i d a d q u e n o p u e d e actuar sobre n a d a ,
d i e r a el ser a u n a n a d a t r a s c e n d e n t e c o n s e r v á n d o l e su n a d a de ser:
total a b s u r d o . Husserl i n t e n t ó salvar estas objeciones i n t r o d u c i e n d o
la pasividad en la nocsis: es la hyle o f l u j o p u r o d e lo v i v i d o y m a -
teria d e las síntesis pasivas. P e r o n o hizo sino a g r e g a r u n a d i f i c u l t a d
s u p l e m e n t a r i a a las q u e h e m o s m e n c i o n a d o . E n efecto, se reintro-
d u c e n así esos d a t o s n e u t r o s cuya imposibilidad a c a b a m o s d e m o s t r a r .
Sin d u d a , n o son " c o n t e n i d o s " d e c o n c i e n c i a p e r o n o resultan p o r
ello m á s inteligibles. L a hyle, e f e c t i v a m e n t e , n o p o d r í a ser c o n c i e n -
c i a ; si no, se d e s v a n e c e r í a en translucidez y n o p o d r í a o f r e c e r esa
base i m p r e s i o n a l y resistente q u e d e b e ser s o b r e p a s a d a h a c i a el objeto.
Pero, si n o p e r t e n e c e a la conciencia, ¿ d e d ó n d e t o m a su ser y su
o p a c i d a d ? ¿ C ó m o p u e d e c o n s e r v a r a la vez la resistencia o p a c a d e
las cosas y la s u b j e t i v i d a d del p e n s a m i e n t o ? Su esse n o p u e d e ve-
nirle d e u n percipi, p u e s t o q u e ella m i s m a n o es p e r c i b i d a , p u e s t o
q u e la c o n c i e n c i a la trasciende h a c i a los objetos. Pero, si lo t o m a
d e sí m i s m a , estamos d e n u e v o a n t e el p r o b l e m a insoluble d e la
relación d e la conciencia con existentes i n d e p e n d i e n t e s d e ella. Y,
a u n c u a n d o se c o n c e d i e r a a Husserl q u e h a y e n la noesis u n e s t r a t o
hilético, n o sería concebible c ó m o la conciencia p u e d e t r a s c e n d e r
esta s u b j e t i v i d a d h a c i a la o b j e t i v i d a d . D a n d o a la hyle los c a r a c -
teres d e la cosa y los d e la conciencia, Husserl creyó facilitar el
p a s o d e la u n a a la o t r a , p e r o n o logró sino c r e a r u n ser h í b r i d o

1
Por esta razón, la doctrina cartesiana de la sustancia halla su culmi-
nación lógica en el espinosismo.
q u e la conciencia r e c h a z a y q u e t a m p o c o p u d r í a Iorinar p a r t e del
mundo.
Pero, a d e m á s , según h e m o s visto, el pirci/ii implica q u e la lev
d e ser del perccptum es la r e l a t i v i d a d . ¿ P u e d e concebirse q u e el
ser d e lo c o n o c i d o sea r e l a t i v o al conocimiento:' ,;<)ue p u e d e sig-
n i f i c a r la r e l a t i v i d a d de ser, p a r a u n existente, sino q u e este exis-
t e n t e tiene su ser en o t r o q u e sí mismo, es decir, en un (xr-tenU-
que él no es? P o r cierto, n o sería inconcebible q u e un ser l u c r a
exterior a sí, e n t e n d i e n d o p o r ello q u e este ser sea w¡ propia exte-
r i o r i d a d . P e r o n o es éste el caso a q u í . El ser p e r c i b i d o está a n t e la
c o n c i e n c i a ; ésta n o p u e d e a l c a n z a r l a ni él p u e d e p e u e l i a r l a y, c o m o
está s e p a r a d o d e ella, existe s e p a r a d o d e su p r o p i a existencia. D e
n a d a serviría h a c e r d e él u n irreal, a la m a n e r a de. Ilusscil: a u n a
t í t u l o d e irreal, es necesario q u e exista.
Así, las dos d e t e r m i n a c i o n e s d e relatividad y ¡uniriilml, q u e p u e -
d e n referirse a m a n e r a s d e ser, n o p u e d e n d e m o d o a l g u n o aplicarse
al ser m i s m o . El esse del f e n ó m e n o n o p u e d e ser .su percipi. El ser
t r a n s f e n o m é n i c o d e la conciencia n o p u e d e f u n d a r el ser t r a n s f e n o -
m é n i c o del f e n ó m e n o . Se ve el e r r o r de los f e n o m e n i s l a s : h a b i e n d o
r e d u c i d o — a j u s t o t í t u l o — el o b j e t o a la serie c o n e x a de sus a p a -
riciones, c r e y e r o n h a b e r r e d u c i d o su ser a la sucesión d e sus m a n e r a s
d e ser, y p o r ello lo e x p l i c a r o n p o r conceptos q u e n o p u e d e n aplicarse
sino a m a n e r a s d e ser, p u e s d e s i g n a n relaciones e n t r e u n a p l u r a l i d a d
d e seres ya existentes.

LA PRUEBA ONTOLÓGICA

N o se d a a l ser lo q u e le es d e b i d o : c r e í a m o s hallarnos dispen-


sados d e c o n c e d e r t r a n s f e n o m e n a l i d a d al ser del f e n ó m e n o p o r q u e
h a b í a m o s d e s c u b i e r t o la t r a n s f e n o m e n a l i d a d del ser d e la conciencia.
V e r e m o s , a l c o n t r a r i o , q u e esta t r a n s f e n o m e n a l i d a d m i s m a exige la
del ser del f e n ó m e n o . H a y u n a " p r u e b a o n t o l ó g i c a " derivable, n o
del cogito reflexivo, sino del ser prerr&jlexivo del percipiens. Es lo
q u e ahora trataremos de exponer.
T o d a conciencia es conciencia de algo. E s t a definición d e la
conciencia p u e d e t o m a r s e e n dos sentidos distintos: o bien e n t e n -
d e m o s p o r ella q u e la conciencia es constitutiva del ser d e su o b j e t o .
o bien q u e la conciencia, en su naturaleza m á s p r o f u n d a , es relación
a u n ser trascendente. Pero la p r i m e r a acepción de la f ó r m u l a
se destruye a sí m i s m a : ser consciente de algo es estar f r e n t e a u n a
presencia plena y concreta q u e no es la conciencia. Sin d u d a , se
p u e d e t e n e r conciencia d e u n a ausencia. P e r o esta ausencia a p a r e c e
necesariamente sobre u n f o n d o d e presencia. A h o r a b i e n : según he-
mos visto, la conciencia es u n a subjetividad real y la impresión es
u n a p l e n i t u d subjetiva. P e r o esta subjetividad n o p u e d e salir d e sí
p a r a p o n e r u n objeto trascendente confiriéndole la plenitud impre-
sional. Así, pues, si se quiere a t o d a costa q u e el ser del f e n ó m e n o
d e p e n d a de la conciencia, será menester q u e el objeto se distinga d e
la conciencia, n o p o r su presencia, sino p o r su ausencia; n o p o r su
plenitud, sino por su n a d a . Si el ser p e r t e n e c e a la conciencia, el
o b j e t o n o es la conciencia, n o en c u a n t o el o b j e t o es otro ser, sino
en c u a n t o es u n no-ser. Es el recurso al infinito d e q u e h a b l á b a m o s
en la p r i m e r a sección de esta obra. P a r a HusserI, p o r ejemplo, la
a n i m a c i ó n del núcleo hilético p o r las solas intenciones q u e p u e d e n
h a l l a r su c u m p l i m i e n t o ( E r f ü l l u n g ) en esa hyle, n o bastaría p a r a
hacernos salir de la subjetividad. Las intenciones v e r d a d e r a m e n t e
objetivantes son las intenciones vacías, las q u e a p u n t a n , p o r sobre
la aparición presente y subjetiva, a la totalidad infinita de la serie
de apariciones. E n t e n d a m o s , además, q u e a p u n t a n a la serie e n
c u a n t o las apariciones n o p u e d e n darse n u n c a todas a la vez. L a
imposibilidad de principio de q u e los términos, en n ú m e r o infinito*
d e la serie existan al m i s m o t i e m p o a n t e la conciencia, y a la vez la
ausencia real de todos estos términos excepto u n o , son el f u n d a m e n t o
d e la objetividad. Presentes, esas impresiones —así fuesen en n ú m e r o
infinito— se f u n d i r í a n en lo subjetivo: es su ausencia quien les d a
el ser objetivo. Así, el ser del o b j e t o es u n p u r o no-ser. Se d e f i n e
corno u n a falta. Es lo q u e se h u r t a , lo .que, p o r principio, j a m á s
será d a d o , lo q u e se entrega p o r perfiles fugaces y sucesivos. Pero,
¿ c ó m o el no-ser p u e d e ser f u n d a m e n t o del ser? ¿ C ó m o lo subjetivo
ausente y aguardado se torna, p o r eso mismo, objetivo? U n a g r a n
alegría q u e espero, u n dolor q u e temo, a d q u i e r e n p o r ese h e c h o
cierta trascendencia; concedido. Pero esta trascendencia en la in-
m a n e n c i a n o nos hace salir de lo subjetivo. Cierto es q u e las cosas
se d a n p o r perfiles; es decir, sencillamente, p o r apariciones. Y cierto
es q u e c a d a aparición r e m i t e a otras. P e r o c a d a u n a d e ellas es ya,
p o r sí misma, u n ser trascendente, n o u n a m a t e r i a impresional sub-
j e t i v a ; u n a plenitud de ser, n o u n a í a l t a ; u n a presencia, n o u n a
ausencia. V a n o sería i n t e n t a r u n juego de prestidigitación, f u n d a n d o
la realidad del o b j e t o sobre la plenitud subjetiva impresional, y su
objetividad sobre el no-ser: j a m á s lo objetivo saldrá de lo subjetivo,
ni lo trascendente de la i n m a n e n c i a , ni el ser del no-ser. Pero, se
dirá, Husserl define precisamente la conciencia c o m o u n a transcen-
dencia. E n efecto: tal es su tesis, y su descubrimiento esencia]. Pero,
desde el m o m e n t o q u e hace del n o e m a u n irreal, que es correlato
de la noesis y cuyo esse es u n percipi, se m u e s t r a totalmente infiel a
su principio.
L a conciencia es conciencia de algo: esto significa q u e la tras-
cendencia es estructura constitutiva de la conciencis; es decir, q u e
la conciencia nace conducida sobre u n ser q u e no es ella misma. Es
lo q u e llamamos la p r u e b a ontológica. Se responderá, sin d u d a , q u e
la exigencia d e la conciencia n o d e m u e s t r a q u e esta exigencia deba
satisfacerse. P e r o esta objeción n o p u e d e m a n t e n e r s e fi;ente a u n
análisis d e lo q u e Husserl llama intencionalidad,' y cuyo c a r á c t e r
esencial h a desconocido. Decir q u e la conciencia es conciencia d e
algo significa q u e p a r a la conciencia no hay ser, f u e r a de esa obli-
gación precisa de ser intuición revelante de algo; es decir, de u n
ser trascendente. N o sólo la subjetividad p u t a , si es d a d a previa-
mente, n o logra trascenderse p a r a poner lo objetivo, sino q u e t a m -
bién u n a subjetividad " p u r a " se desvanecería. L o q u e p u e d e lla-
marse p r o p i a m e n t e subjetividad es la conciencia (de) conciencia
P e r o es menester q u e esta conciencia (de ser) conciencia se cualifi-
q u e en cierta m a n e r a , y n o p u e d e ' cualificarse sino c o m o intuición
r e v e l a n t e ; si no, n o es n a d a . Pero u n a intuición revelante implica
algo revelado. L a subjetividad absoluta n o p u e d e constituirse sino
f r e n t e a u n r e v e l a d o ; la i n m a n e n c i a n o p u e d e definirse sino en la
captación d e u n trascendente. Se creerá e n c o n t r a r aquí c o m o u n
eco d e la r e f u t a c i ó n k a n t i a n a del idealismo problemático. Pero m á s
bien h a de .pensarse en Descartes. Estamos a q u í en el p l a n o del ser,
n o en el del conocimiento; no se t r a t a d e m o s t r a r q u e los f e n ó m e n o s
del Sentido interno implican la existencia de fenómenos objetivos y
espaciales, sino q u e la conciencia implica en su ser u n ser no-cons-
ciente y transfenoménico. E n particular, de n a d a serviría replicar
que, efectivamente, la subjetividad implica la objetividad y se cons-
tituye a sí m i s m a al constituir lo objetivo: hemos visto q u e la subje-
tividad es i m p o t e n t e p a r a constituirlo. D e c i r q u e la conciencia es
conciencia de algo, es decir q u e debe producirse c o m o revelación-
r e v e l a d a d e u n ser q u e n o es ella m i s m a y q u e se d a c o m o ya e x i s t e n t e
c u a n d o ello lo revela.
Así, h a b i e n d o p a r t i d o d e la p u r a a p a r i e n c i a , nos e n c o n t r a m o s
e n m e d i o del ser. L a c o n c i e n c i a es u n ser c u y a existencia p o n e la
esencia, e, i n v e r s a m e n t e , es conciencia d e u n ser c u y a esencia i m p l i c a
la existencia, es decir, c u y a a p a r i e n c i a exige ser. E l ser e$tá d o q u i e r a .
C i e r t a m e n t e , p o d r í a m o s a p l i c a r a la c o n c i e n c i a la d e f i n i c i ó n q u e
H e i d e g g e r reserva p a r a el Dasein, y d e c i r q u e es u n ser p a r a el c u a l
e n su ser es cuestión d e su s e r 1 , p e r o sería m e n e s t e r c o m p l e t a r l a
y f o r m u l a r l a m á s o m e n o s así: la conciencia es un ser para el cual
en su ser es cuestión de su ser en tanto que este ser implica un ser
otro que él mismo.
Q u e d a e n t e n d i d o q u e este ser n o es o t r o q u e el ser t r a n s f e n o -
m é n i c o d e los f e n ó m e n o s , y n o u n ser n u m é n i c o q u e t r a s ellos p e r -
m a n e c i e r a oculto. /EX ser i m p l i c a d o p o r la c o n c i e n c i a es el d e e s t a
mesa, el d e este p a q u e t e d e t a b a c o , el d e la l á m p a r a ; m á s e n g e n e r a l ,
el ser del m u n d o . L a c o n c i e n c i a exige s i m p l e m e n t e q u e el ser d e l o
q u e aparece n o exista solamente e n t a n t o q u e a p a r e c e . E l ser t r a n s -
f e n o m é n i c o d e lo q u e es para la conciencia es él m i s m o en si.

VI

EL SER EN Sí

P o d e m o s a h o r a d a r a l g u n a s precisiones a c e r c a del fenómeno de


ser, a l q u e h e m o s c o n s u l t a d o p a r a establecer n u e s t r a s p r e c e d e n t e s
observaciones. L a c o n c i e n c i a es r e v e l a c i ó n - r e v e l a d a d e los existentes,
y los existentes c o m p a r e c e n a n t e la c o n c i e n c i a sobre el f u n d a m e n t o
del ser q u e les es p r o p i o . E m p e r o , la c a r a c t e r í s t i c a d e l ser d e u n
existente es la d e n o develarse a sí mismo, e n p e r s o n a , a l a c o n c i e n -
c i a ; n o se p u e d e d e s p o j a r a u n existente d e su s e r ; el ser es el f u n -
d a m e n t o s i e m p r e p r e s e n t e del existente, está e n él d o q u i e r a y e n
n i n g u n a p a r t e ; n o h a y ser q u e n o sea ser e n u n a m a n e r a d e ser y
q u e n o sea c a p t a d o a través d e la m a n e r a d e ser q u e a la vez l o
m a n i f i e s t a y lo vela. E m p e r o , la conciencia p u e d e s i e m p r e s o b r e p a s a r
1
Pour lequel il est dans son étre question de son étre. "Ser cuestión
de" implica a la vez que para la conciencia "se trata" de su ser, que al ser
de la conciencia "le va" su propio sor, y que "cuestiona" o "pregunta por
su ser". Véase el Indice terminológico, s. v. Cuestión. (N. del T.)
a l existente, n o h a c i a su ser, sino h a c i a el sentido de este ser. P o r
eso se la p u e d e llamar óntico-ontológica, pues u n a característica f u n -
d a m e n t a l d e su trascendencia es la de trascender lo óntico h a c i a
lo ontológico. E l sentido del ser del existente, en t a n t o q u e se devela
a la conciencia, es el f e n ó m e n o de ser. Este sentido tiene a su vez
u n ser, q u e es el f u n d a m e n t o sobre el q u e se manifiesta. Desde este
p u n t o de vista p u e d e entenderse el famoso a r g u m e n t o de la esco-
lástica, según el cual h a b í a circuló vicioso en toda proposición con-
c e r n i e n t e al ser, p u e s t o q u e todo juicio sobre el ser implicaba ya el
ser. Pero, d e hecho, n o existe este círculo vicioso, pues n o es nece-
sario sobrepasar d e n u e v o el ser d e ese sentido hacia su sentido: el
sentido del ser vale p a r a el ser de todo fenómeno, c o m p r e n d i d o el
suyo propio. El f e n ó m e n o d e ser n o es el ser, c o m o ya lo hicimos
notar.; P e r o indica al ser y lo exige; a u n q u e , a decir verdad, la
p r u e b a ontológica a q u e antes nos referíamos n o sea válida ni especial
n i únicamente p a r a él: h a y una p r u e b a ontológica válida p a r a todo
el d o m i n i o de la conciencia. Pero esa p r u e b a basta p a r a justificar
todas las enseñanzas q u e p o d a m o s extraer del f e n ó m e n o de ser. El
f e n ó m e n o de ser, como todo f e n ó m e n o primero, se devela inmedia-
t a m e n t e a la conciencia. E n c a d a instante leñemos d e él lo q u e
H e i d e g g e r llama u n a comprensión preontológica, es decir, n o acom-
p a ñ a d a d e fijación en conceptos ni de elucidación. Se trata, pues,
a h o r a , d e q u e consultemos a ese f e n ó m e n o y procuremos f i j a r p o r
ese m e d i o el sentido del ser. H a de hacerse notar, sin e m b a r g o :
1° Q u e esta elucidación del sentido del ser sólo es válida p a r a
•el ser del f e n ó m e n o . Siendo el ser de la conciencia radicalmente
Otro, su sentido requerirá u n a elucidación p a r t i c u l a r a partir de la
fevelación-revelada d e o t r o tipo d e ser, el ser-para-sí, q u e definiremos
m á s a d e l a n t e y q u e se opone al ser-en-sí del f e n ó m e n o ;
2 ' Q u e la elucidación del sentido del ser en sí, q u e a q u í inten-
taremos, n o p u e d e ser sino provisional. Los aspectos que nos serán
revelados implican otras significaciones q u e nos será menester c a p t a r
y f i j a r ulteriormente. E n particular, las reflexiones precedentes nos
h a n p e r m i t i d o distinguir dos regiones d e ser absolutamente diversas
y separadas: el ser del cogito prerreflexivo y el ser del f e n ó m e n o .
Pero, a u n q u e el concepto de ser tenga así la p a r t i c u l a r i d a d de escin-
dirse en dos regiones incomunicables, es preciso, con todo, explicar
c ó m o p u e d e n a m b a s regiones ser colocadas b a j o la misma rúbrica.
Ello requerirá el e x a m e n de esos dos tipos d e seres, y es evidente
q u e n o p o d r e m o s c a p t a r v e r d a d e r a m e n t e el sentido del u n o o del
otro sino c u a n d o p o d a m o s establecer sus v e r d a d e r a s relaciones con
la noción d e ser en general, y las relaciones q u e los u n e n . E n efecto,
por el examen de la conciencia n o posicional (de) sí, hemos estable-
cido que el ser del f e n ó m e n o n o podía en n i n g ú n caso obrar sobre
la conciencia. C o n ello descartamos u n a concepción realista de las
relaciones del f e n ó m e n o con la conciencia. P e r o hemos m o s t r a d o
también, p o r el examen de la espontaneidad del cogito n o reflexivo,
q u e la conciencia n o podía salir d e su subjetividad si ésta le era
previamente d a d a , y q u e n o p o d í a a c t u a r sobre el ser trascendente
ni incluir, sin contradicción, los elementos d e pasividad necesarios
p a r a poder constituir p a r t i e n d o de ellos u n ser trascendente, y des-
cartamos así la solución idealista del problema. Pareceríamos h a b e r -
nos cerrado todas las puertas y estar condenados a m i r a r el ser tras-
cendente y la conciencia c o m o dos totalidades cerradas, sin comu-
nicación posible. Nos será preciso mostrar q u e el problema tiene
o t r a solución, allende el realismo y el idealismo.
Empero, hay cierto n ú m e r o de características que p u e d e n fijarse
inmediatamente, pues en su mayoría surgen por sí mismas d e lo q u e
acabamos d e decir.
L a clara visión del f e n ó m e n o de ser se h a visto a m e n u d o os-
curecida por u n prejuicio m u y generalizado, que denominaremos
"creacionismo". C o m o se suponía q u e Dios h a b í a d a d o el ser al
mundo, el ser parecía siempre a f e c t a d o de cierta pasividad. Pero
u n a creación ex nihilo n o p u e d e explicar el surgimiento del ser, pues,
si el ser es concebido en u n a subjetividad, así sea divina, q u e d a
c o m o u n m o d o de ser intrasubjetivo. Esa subjetividad n o p o d r í a
tener ni a u n la representación de u n a objetividad y, en consecuencia,
no podría ni a u n afectarse de la voluntad de crear lo objetivo. Por
otra parte, el ser, a u n c u a n d o f u e r a súbitamente puesto f u e r a d e lo
subjetivo por la fulguración de q u e habla Leibniz, n o p u e d e afir-
marse como ser sino hacia y contra su creador, pues, de lo contrario,
se f u n d e en él: la teoría de la creación continua, q u i t a n d o al ser
lo que los alemanes llaman la Selbststandigkeit, lo hace desvanecer
en la subjetividad divina. El sei, si existe f r e n t e a Dios, es su propio
soporte y n o conserva el m e n o r vestigio de la creación divina. E n
u n a palabra, a u n si hubiese sido creado, el ser-en-sí sería inexplicable
por la creación, pues r e t o m a su ser m á s allá de ésta. Esto equivale
a decir que el ser es increado. Pero n o h a de concluirse q u e el ser
.se crea a sí mismo, lo q u e supondría que es anterior a sí. El ser 110
p u e d e ser causa sui a la m a n e r a de la conciencia. El ser es sí1. Esto
significa q u e n o es n i p a s i v i d a d ni a c t i v i d a d . Estas dos nociones son
humanas y d e s i g n a n c o n d u c t a s h u m a n a s o i n s t r u m e n t o s d e ellas.
H a y a c t i v i d a d c u a n d o u n ser consciente dispone medios con vistas
a u n f i n . Y l l a m a m o s pasivos a los objetos sobre los cuales n u e s t r a
a c t i v i d a d se ejerce, y e n t a n t o q u e n o a p u n t a n e s p o n t á n e a m e n t e al
fin p a r a el q u e los h a c e m o s servir. E n u n a p a l a b r a , el h o m b r e es
a c t i v o y los medios q u e e m p l e a son l l a m a d o s pasivos. Estos concep-
tos, llevados a lo absoluto, p i e r d e n t o d a significación. E n p a r t i c u l a r ,
el ser n o es a c t i v o : p a r a q u e h a y a fin y medios, es preciso q u e h a y a
ser. C o n m a y o r razón, n o p o d r í a ser pasivo, pues p a r a ser pasivo
es n e c e s a r i o ser. L a consistencia-en-sí del ser está m á s allá d e lo
a c t i v o c o m o d e lo pasivo. Está, i g u a l m e n t e , m á s allá d e la negación
c o m o d e la a f i r m a c i ó n . L a a f i r m a c i ó n es siempre a f i r m a c i ó n de
algo, es decir, q u e el a c t o a f i r m a t i v o se distingue de la cosa a f i r m a d a .
Pero, si s u p o n e m o s u n a a f i r m a c i ó n en q u e el a f i r m a d o l l e n a - al
a f i r m a n t e y se c o n f u n d e con el, esta a f i r m a c i ó n n o p u e d e a f i r m a r s e ,
p o r exceso d e p l e n i t u d y p o r i n h e r e n c i a i n m e d i a t a del n o e m a a la
nocsis. Y p r e c i s a m e n t e esto es el ser, si, p a r a a c l a r a r ideas, lo defi-
nimos con relación a la c o n c i e n c i a : es el riooma en la noesis, es
decir, la i n h e r e n c i a a sí, sin la m e n o r distancia. D e s d e este p u n t o d e
vista, n o d e b i e r a llamárselo " i n m a n e n c i a " , pues la i n m a n e n c i a es,
pese a t o d o , relación a sí; es la distancia m í n i m a q u e p u e d a t o m a r s e
d e sí a sí. P e r o el ser n o es relación a si; 61 es ¡t. Es u n a i n m a n e n -
cia q u e n o p u e d e realizarse, u n a a f i r m a c i ó n q u e n o p u e d e a f i r m a r s e ,
u n a a c t i v i d a d q u e n o p u e d e o b r a r , p o r q u e el ser está e m p a s t a d o de
sí m i s m o . Es c o m o si, p a r a liberar la a f i r m a c i ó n de sí en el seno
del ser, f u e r a necesaria u n a descompresión de ser. N o e n t e n d a m o s
t a m p o c o , p o r o t r a p a r t e , q u e el ser sea una a f i r m a c i ó n de sí indi-
f e r e n c i a d a : la i n d i f e r e n c i a c i ó n del en-sí está m á s allá d e . u n a infi-
n i d a d d e a f i r m a c i o n e s d e sí, e n la m e d i d a *eri q u e h a y u n a infinidad
d e m a n e r a s d e a f i r m a r s e . R e s u m i r e m o s estos p r i m e r o s resultados di-
c i e n d o q u e el ser es en sí.

Pero, si el ser es e n sí, ello significa q u e n o remite a sí, c o m o


lo h a c e la c o n c i e n c i a ( d e ) sí: el ser m i s m o es ese sí. L o es h a s t a
tal p u n t o , q u e la reflexión p e r p e t u a q u e constituye al sí se f u n d e e n
1
Soi. "Sí" en el sentido de "sí-mismo", como a veces se traducirá en
adelante. (N. del T.)
2
Remplit -, en el sentido en que Husserl dice que se llena (erfüllt) una
significación. Véase Indice terminológico. (N. del T.)
u n a i d e n t i d a d . P o r eso el ser está, e n el f o n d o , m á s allá del sí, y
nuestra p r i m e r a f ó r m u l a n o p u e d e ser sino u n a a p r o x i m a c i ó n d e b i d a
.i las necesidades del l e n g u a j e . D e hecho, el ser es o p a c o a sí m i s m o
precisamente porqucV está lleno d e sí rpismo. Es lo q u e e x p r e s a r e m o s
•uejor d i c i e n d o q u e el ser es lo que es . E s t a f ó r m u l a , e n a p a r i e n c i a ,
'•s e s t r i c t a m e n t e analítica. D e h e c h o , está lejos d e reducirse al p r i n -
i ¡pió de i d e n t i d a d , en t a n t o q u e éste es el p r i n c i p i o i n c o n d i c i o n a d o
de todos los juicios analíticos. E n p r i m e r l u g a r , designa u n a región
singular del ser: la del ser en sí. ( V e r e m o s q u e el ser del para sí se
define, al c o n t r a r i o , c o m o el q u e es lo q u e n o es y el q u e n o es lo
q u e es.) Se t r a t a , entonces, de u n p r i n c i p i o regional y, c o m o tal,
sintético. A d e m á s , es preciso o p o n e r la f ó r m u l a : el ser e n sí es lo
q u e es, a la q u e designa al ser de la c o n c i e n c i a : ésta, e n efecto, c o m o
veremos, ha-de-ser lo q u e es E s t o nos i n f o r m a sobre la a c e p c i ó n
especial q u e h a de darse al " e s " de la f r a s e "el ser es lo q u e es".
Desde el m o m e n t o q u e existen seres q u e h a n d e ser lo q u e son, el
h e c h o d e ser lo q u e se es n o es en m o d o a l g u n o u n a característica
p u r a m e n t e a x i o m á t i c a : es u n p r i n c i p i o c o n t i n g e n t e del ser e n sí.
En este sentido, el p r i n c i p i o d e i d e n t i d a d , p r i n c i p i o d e los juicios
analíticos, es t a m b i é n u n p r i n c i p i o regional sintético del ser. D e s i g n a
la o p a c i d a d del ser-en-sí. Esta o p a c i d a d n o d e p e n d e d e n u e s t r a po-
sición con respecto al en-sí, en el sentido d e q u e nos v e r í a m o s obli-
gados a aprehenderlo y observarlo p o r h a l l a r n o s " f u e r a " . El ser-en-sí
n o tiene u n dentro q u e se o p o n g a a u n fuera y q u e sea a n á l o g o a
un juicio, a u n a ley, a u n a conciencia d e sí. El en-sí n o tiene secreto:
es macizo. E n cierto sentido, se lo p u e d e designar c o m o u n a síntesis.
Pero la m á s indisoluble de t o d a s : la síntesis de sí consigo m i s m o .
Resulta, e v i d e n t e m e n t e , q u e el ser está aislado en su ser y n o m a n -
tiene relación a l g u n a con lo q u e n o es él. Los tránsitos, los devenires,
todo c u a n t o p e r m i t e decir q u e el ser n o es a ú n lo q u e será y q u e es
ya lo q u e n o es, t o d o eso le es n e g a d o p o r principio. P u e s el ser es
1
La sintaxis francesa permite diferenciar entre "l'étre est ce qu'il est"
(™~ "el ser es lo que él mismo es") y "l'étre est ce qui est" ( = "el ser es
lo que es o existe [en general]"). Fórmulas de este tipo, afirmativas o ne-
gativas ("el ser que es lo que es, que es lo que no es, que no es lo que es",
etc.), deberán entenderse siempre en el primer sentido, sin que, gracias a esta
advertencia, sea necesaria la enfadosa repetición del sujeto "él" o "él mismo",
"ella misma", etc., en la traducción española. ( N . del T.)
2
"Tener de" ( = avoir á), algo arcaico en castellano, en un sentido
próximo pero no igual a "haber de", ha sido adoptado por razones de •cla-
ridad y exactitud. Véase el Indice terminológico. ( N . del T.)
el ser del devenir y p o r eso está m á s allá del devenir. Es lo q u e es;
esto significa que, p a r sí mismo, n o p o d r í a ni a u n n o ser lo q u e n o
es; hemos visto, e n efecto, q u e n o implicaba n i n g u n a negación.
Es p l e n a positividad. N o conoce, pues, la alteridad: n o se p o n e ja-
m á s c o m o otro q u e otro ser; n o p u e d e m a n t e n e r relación n i n g u n a
con lo otro. Es i n d e f i n i d a m e n t e él mismo y se agota en siéndolo.
Desde este p u n t o d e vista, veremos m á s t a r d e q u e escapa a la tem-
poralidad. Es, y, c u a n d o se d e r r u m b a , ni siquiera p u e d e decirse q u e
ya n o es más. O , p o r lo menos, u n a conciencia p u e d e t o m a r con-
ciencia de él c o m o n o siendo ya, precisamente porque esa conciencia
es temporal. Pero él mismo n o existe c o m o algo que falta allí d o n d e
antes e r a : la p l e n a positividad de ser se h a rehecho sobre su de-
r r u m b e . Él era, y a h o r a otros seres son: eso es todo.
P o r último, y será nuestra tercera característica, el ser-en-sí es.
Esto significa q u e el ser n o p u e d e ni ser derivado de lo posible ni
r e d u c i d a a lo necesario. L a necesidad concierne a la conexión de
las proposiciones ideales, p e r o 110 a la de los existentes. U n exis-
t e n t e fenoménico, en t a n t o q u e existente, 110 p u e d e j a m á s ser derivado
d e otro existente.¿/Es lo q u e llamaremos la contingencia del ser-en-sí.
P e r o el ser-en-sí t a m p o c o p u e d e ser derivado d e u n posible. L o po-
sible es u n a estructura del para-sí, es decir, que pertenece a otra
región del ser. El ser-en-sí 110 es j a m á s ni posible ni imposible: sim-
plemente es. Esto es lo q u e — e n términos antropomórficos— ex-
presará la conciencia al decir que el ser-en-sí está de más; o sea q u e
ella n o p u e d e absolutamente derivarlo d e nada; ni de o t r o ser, ni d e
u n posible, ni de u n a ley necesaria. Increado, sin razón d e ser, sin
relación n i n g u n a con o t r o ser, el ser-en-sí está de más por toda
eternidad.
El ser es. El ser es en sí. El ser es lo q u e es. H e aquí las tres
características q u e el e x a m e n provisional del f e n ó m e n o de ser nos
permite asignar al ser de los fenómenos. P o r el m o m e n t o , nos es
imposible llevar m á s lejos nuestra investigación. N o es el examen
del en-sí — q u e n o es jamás sino lo q u e él es— lo q u e nos permitirá
establecer y explicar sus relaciones con el para-sí. D e m o d o q u e
hemos p a r t i d o d e las "apariciones" y nos hemos visto conducidos
progresivamente a p o n e r dos tipos de seres: el en^sí y el para-sí sobre
los cuales n o tenemos a ú n sino informes superficiales e incompletos.
U n a m u l t i t u d de p r e g u n t a s q u e d a todavía sin respuesta: ¿ C u á l es
el sentido p r o f u n d o de esos dos tipos de ser? ¿ P o r q u é razones per-
tenecen u n o y otro al ser en general? ¿ C u á l es el sentido del ser,
en t a n t o que c o m p r e n d e en sí esas dos regiones de ser radicalmente
escindidas? Si el idealismo y el realismo f r a c a s a n ambos c u a n d o in-
t e n t a n explicar las relaciones q u e u n e n de h e c h o esas regiones in-
comunicables de derecho, ¿ q u é otra solución p u e d e darse a este
problema? ¿ Y c ó m o p u e d e el ser del f e n ó m e n o ser transíenoménico?
P a r a intentar responder a tales p r e g u n t a s hemos escrito esta obra.
PRIMERA PARTE

EL PROBLEMA DE LA NADA
CAPÍTULO I

EL O R I G E N D E LA N E G A C I Ó N

LA INTERROGACIÓN

N u e s t r a s investigaciones nos h a n c o n d u c i d o al seno d e l ser. P e r o


t a m b i é n h a n p a r a d o e n u n atasco, ya q u e n o h e m o s p o d i d o estable-
cer v i n c u l a c i ó n e n t r e las dos regiones del ser q u e h e m o s d e s c u b i e r t o .
Ello se d e b e , sin d u d a , a q u e h e m o s escogido u n a m a l a p e r s p e c t i v a
p a r a c o n d u c i r n u e s t r a i n d a g a c i ó n . D e s c a r t e s se e n f r e n t ó con u n
p r o b l e m a a n á l o g o c u a n d o h u b o d e e s t u d i a r las relaciones e n t r e eí
a l m a y el c u e r p o . A c o n s e j a b a e n t o n c e s b u s c a r l a solución e n el t e -
r r e n o d e h e c h o e n q u e se o p e r a b a la u n i ó n d e l a sustancia p e n s a n t e
con la sustancia extensa, es decir, e n la i m a g i n a c i ó n . El c o n s e j o
es precioso: p o r ' c i e r t o , n u e s t r a p r e o c u p a c i ó n n o es la m i s m a d e D e s -
cartes, y n o c o n c e b i m o s la i m a g i n a c i ó n c o m o él. P e r o lo q u e se
p u e d e a p r o v e c h a r es el criterio d e q u e n o c o n v i e n e s e p a r a r p r e v i a -
m e n t e los dos t é r m i n o s d e u n a relación p a r a t r a t a r d e r e u n i r l o s l u e g o :
la relación es síntesis. E n consecuencia, los resultados'del análisis n o
p u e d e n coincidir con los momentos d e esa síntesis. M . L a p o r t e dice
q u e se a b s t r a e c u a n d o s e - p i e n s a c o m o a i s l a d o a q u e l l o q u e n o está
h e c h o p a r a existir a i s l a d a m e n t e . I^or oposición, lo c o n c r e t o es u n a
t o t a l i d a d c a p a z d e existir p o r sí sola. H u s s e r l es d e la m i s m a o p i n i ó n :
p a r a él, lo r o j o es u n a b s t r a c t o , p u e s n o p u e d e existir sin la f i g u r a .
Al c o n t r a r i o , la " c o s a " e s p a c i o t e m p o r a l , c o n t o d a s sus d e t e r m i n a c i o -
nes, es u n c o n c r e t o . D e s d e este p u n t o d e vista, la c o n c i e n c i a es u n
abstracto, y a q u e o c u l t a e n sí m i s m a u n origen o n t o l ó g i c o h a c i a el
en-sí, y, r e c í p r o c a m e n t e , el f e n ó m e n o es u n a b s t r a c t o t a m b i é n , y a
q u e d e b e " a p a r e c e r " a n t e la conciencia. L o c o n c r e t o n o p u e d e ser
sino la t o t a l i d a d sintética d e q u e t a n t o la conciencia c o m o el f e n ó -
m e n o constituyen sólo m o m e n t o s . L o c o n c r e t o es el h o m b r e e n el
m u n d o , con esa u n i ó n específica del h o m b r e con el m u n d o , q u e
Heidegger, p o r ejemplo, llama "ser-en-el-mundo". I n t e r r o g a r " a la
experiencia", c o m o K a n t , acerca de sus condiciones de posibilidad, o
e f e c t u a r u n a reducción fenomenológica, c o m o Husserl, q u e reducirá
al m u n d o al estado de correlato noemático de la conciencia, es
comenzar d e l i b e r a d a m e n t e p o r lo abstracto. P e r o t a m p o c o se logrará
restituir lo concreto p o r la adición o la organización de los elementos
q u e se h a n abstraído, así c o m o n o se puede, en el sistema d e Spinoza,
alcanzar la sustancia por la adición infinita de sus modos. L a rela-
ción entre las regiones de ser brota de u n a surgente primitiva, f o r m a
p a r t e de la estructura m i s m a de esos seres. Y nosotros la descubrimos
desde nuestra p r i m e r a inspección, l i a s t a abrir los ojos e interrogar
c o n t o d a i n g e n u i d a d a esa totalidad q u e es el hombre-en-el-mundo.
Por la descripción de dicha totalidad podremos responder a estas dos
p r e g u n t a s : l 9 ) ¿ C u á l es la relación sintética a la q u e llamamos el
ser-en-el-mundo? 2 ' ) ¿ Q u é deben ser el h o m b r e y el m u n d o p a r a
q u e la relación entre ambos sea posible? A decir verdad, ambas
cuestiones rebalsan la u n a sobre la otra y n o podemos esperar cota-
testarlas por separado. Pero c a d a u n a de las conductas h u m a n a s ,
siendo c o n d u c t a del h o m b r e en el m u n d o , puede entregarnos a la vez
el hombre, el m u n d o y la relación q u e los une, a condición de q u e
encaremos esas conductas c o m o realidades objetivamente captables
y n o c o m o afecciones subjetivas q u e sólo a la m i r a d a de la reflexión
p u d i e r a n descubrirse. ,
N o nos limitaremos al estudio d e u n a sola conducta. Al con-
trario, procuraremos describir varias y penetrar, de conducta en
conducta, hasta el sentido p r o f u n d o de la relación " h o m b r e - m u n d o " .
Conviene a n t e todo, sin embargo, escoger u n a conducta primera q u e
p u e d a servirnos de hilo c o n d u c t o r en nuestra investigación.
Pero esta investigación misma nos ofrece la c o n d u c t a d e s e a d a :
este h o m b r e q u e soy yo, si lo c a p t o tal cual es en este m o m e n t o en
el m u n d o , advierto q u e se m a n t i e n e a n t e el ser en u n a actitud inte-
rrogativa. E n el m o m e n t o m i s m o en q u e p r e g u n t o : " ¿ H a y u n a
c o n d u c t a capaz de revelarme la relación del h o m b r e con el m u n d o ? " ,
f o r m u l o u n a interrogación. U n a interrogación q u e p u e d o considerar
de m a n e r a objetiva, p u e s p o c o i m p o r t a q u e el interrogador sea yo
mismo o el lector q u e m e lee y q u e interroga conmigo. Pero, p o r
otra parte, esa interrogación n o es simplemente el c o n j u n t o objetivo
de las palabras trazadas sobre este p a p e l : es indiferente a los signos
q u e la expresa^. E n u n a p a l a b r a , es una* actitud h u m a n a d o t a d a
d e significación. ¿ Q u é nos revela esta actitud?
E n t o d a interrogación, nos m a n t e n e m o s f r e n t e a u n ser al cual
interrogamos. T o d a interrogación supone, pues, u n ser q u e inte-
rroga y u n ser al q u e se interroga; n o es la relación primitiva del
h o m b r e con el ser-en-sí, sino, al contrario, se m a n t i e n e en los límites
de esta relación, y la supone. Por otra parte, interrogamos al ser
interrogado sobre algo. Esto sobre lo cual interrogo al ser, participa
de la transcendencia del ser: interrogo al ser sobre sus m a n e r a s de
ser o sobre su ser. Desde este p u n t o d e vista, la interrogación es
u n a variedad de la espera: espero u n a respuesta del ser interrogado.
Es decir que, sobre el f o n d o de u n a f a m i l i a r i d a d preinterrogativa
con el ser, espero de este ser u n a develación de su ser o de su m a n e r a
efe ser. L a respuesta será u n sí o un no. L a • existencia d e estas
dos posibilidades igualmente objetivas y contradictorias distingue por
principio a la interrogación de la afirmación o la negación. Exis-
ten interrogaciones que, en apariencia, n o c o m p o r t a n respuesta ne-
gativa; como, p o r ejemplo, la q u e . f o r m u l á b a m o s antes: " ¿ Q u é nos
revela esta a c t i t u d ? " Pero, de hecho, se ve q u e es siempre posible
responder diciendo: " N a d a " o " N a d i e " o " N u n c a " a interrogaciones
de ese tipo. Así,, en el m o m e n t o en q u e p r e g u n t o : " ¿ H a y u n a
c o n d u c t a capaz de revelarme la relación del h o m b r e con el m u n d o ? " ,
a d m i t o por principio la posibilidad de u n a respuesta negativa, c o m o :
" N o ; semejante c o n d u c t a n o existe." Esto significa q u e aceptamos'
e n f r e n t a r n o s con el ser trascendente de la no-existencia de tal con-
ducta. Se caerá quizás en la tentación de n o creer en la existencia
objetiva de u n no-ser; se dirá, simplemente, q u e en ese caso el hecho
me remite a mi subjetividad: el ser trascendente m e enseñaría que
la c o n d u c t a buscada es u n a p u r a ficción. Pero, en p r i m e r lugar,
llamar a esa c o n d u c t a u n a p u r a ficción es e n m a s c a r a r la negación,
sin suprimirla. "Ser p u r a ficción" equivale a q u í a " n o ser sino u n a
ficción". Además, destruir la realidad de la negación es h a c e r des-
vanecer la realidad d e la respuesta. Esta respuesta, en efecto, m e
es d a d a por el ser mismo; éste es, pues, quien m e devela la negación.
Existe, pues, p a r a el interrogador, la posibilidad p e r m a n e n t e y obje-
tiva de u n a respuesta negativa. Con respecto a esta posibilidad, el
interrogádor, p o r el h e c h o mismo de interrogar, se p o n e c o m o en
estado de n o - d e t e r m i n a c i ó n : él no sabe si la respuesta seiá a f i r m a -
tiva o negativa. Así, la interrogación es u n p u e n t e lanzado entre
dos no-seres: no-ser del saber en el hombre, posibilidad de no-ser
r n el ser trascendente. P o r último, la interrogación implica la exis-
tencia d e u n a v e r d a d . Por la interrogación misma, el interrogador
a f i r m a q u e espera u n a respuesta objetiva, tal q u e p e r m i t a d e c i r :
" E s así y n o d e o t r a m a n e r a " . E n u n a p a l a b r a , la v e r d a d , a t í t u l o
d e d i f e r e n c i a c i ó n del ser, i n t r o d u c e u n t e r c e r no-ser c o m o d e t e r m i -
n a n t e d e la i n t e r r o g a c i ó n : el no-ser d e limitación. Este triple no-ser
c o n d i c i o n a t o d a i n t e r r o g a c i ó n y, e n p a r t i c u l a r , la i n t e r r o g a c i ó n m e -
tafísica, q u e es nuestra i n t e r r o g a c i ó n .
H a b í a m o s p a r t i d o "eñ b u s c a del ser y nos p a r e c í a h a b e r n o s visto
c o n d u c i d o s a l seno del ser p o r la serie d e n u e s t r a s interrogaciones.
Y h e a q u í q u e u n a o j e a d a a la i n t e r r o g a c i ó n m i s m a , e n el m o m e n t o
e n q u e c r e í a m o s a l c a n z a r la m e t a , nos revela d e p r o n t o q u e estamos
r o d e a d o s d e n a d a . L a posibilidad p e r m a n e n t e del no-ser, f u e r a d e
nosotros y e n nosotros, c o n d i c i o n a n u e s t r a s i n t e r r o g a c i o n e s sobre el
ser. Y el m i s m o no-ser circunscribirá la r e s p u e s t a : lo q u e el ser
será se r e c o r t a r á n e c e s a r i a m e n t e sobre el f o n d o d e lo q u e el ser no
es. C u a l q u i e r a q u e sea esta respuesta, p o d r á f o r m u l a r s e así: " E l ser
es eso y, f u e r a d e eso, nada".
Así, a c a b a d e a p a r e c é r s e n o s u n n u e v o c o m p o n e n t e d e lo r e a l :
el no-ser. C o n ello, n u e s t r o p r o b l e m a se c o m p l i c a , p u e s ya n o t e n e -
mos q u e t r a t a r s o l a m e n t e las relaciones del ser h u m a n o con .el ser
e n sí, sino t a m b i é n las relaciones del ser con el no-ser y las del
no-ser h u m a n o con el no-ser t r a s c e n d e n t e . P e r o v e á m o s l o m e j o r .

II

LAS NEGACIONES

Se n o s o b j e t a r á q u e el ser en sí n o p o d r í a d a r respuestas n e g a -
tivas. ¿ N o d e c í a m o s nosotros m i s m o s q u e el ser e n sí está m á s allá
t a n t o d e la a f i r m a c i ó n c o m o d e la n e g a c i ó n ? P o r o t r a p a r t e , la
e x p e r i e n c i a trivial r e d u c i d a a sí m i s m a n o p a r e c e d e v e l a r n o s n i n g ú n
no-ser. Pienso q u e h a y mil q u i n i e n t o s f r a n c o s e n m i billetera y n o
e n c u e n t r o m á s q u e m i l trescientos: esto n o significa e n absoluto, se
nos d i r á , q u e la e x p e r i e n c i a m e h a y a d e s c u b i e r t o el no-ser d e m i l
q u i n i e n t o s f r a n c o s , sino s i m p l e m e n t e q u e h e c o n t a d o trece billetes d e
cien f r a n c o s . L a n e g a c i ó n p r o p i a m e n t e d i c h a es i m p u t a b l e a m í :
a p a r e c e r í a sólo al nivel d e u n a c t o j u d i c a t i v o p o r el c u a l yo esta-
blecería u n a c o m p a r a c i ó n e n t r e el r e s u l t a d o e s p e r a d o y el r e s u l t a d o
o b t e n i d o . Así, la n e g a c i ó n sería s i m p l e m e n t e u n a c u a l i d a d del j u i c i o
y la e s p e r a del i n t e r r o g a d o r sería u n a e s p e r a del juicio-respuesta.
Ka c u a n t o a la N a d a , tendría su origen en los juicios negativos;
sería un concepto por el cual se establece la u n i d a d trascendente
de todos esos juicios, u n a f u n c i ó n preposicional del t i p o : "x no es".
Se ve a d o n d e conduce esta teoría: se nos hace n o t a r q u e el ser-en-si
es plena positividad y n o contiene en sí mismo n i n g u n a negación.
Ese juicio negativo, por otra parte, a título de acto subjetivo, es asi-
milado rigurosamente al juicio a f i r m a t i v o : n o se ve q u e K a n t , p o r
ejemplo, haya distinguido en su textura interna el acto judicativo
negativo del acto a f i r m a t i v o ; en ambos casos se o p e r a u n a síntesis
de conceptos; simplemente, esta síntesis, q u e es u n acaecimiento con-
creto y pleno de la vida psíquica,' se o p e r a en u n caso p o r m e d i o
de la cópula "es" y en el otro por medio de la cópula " n o es"; d e
la misma m a n e r a , la operación m a n u a l del cribaje (separación) y
la operación m a n u a l d e la recolección (unión) son dos conductas
objetivas q u e poseen la misma realidad d e hecho. Asi, la negación
estaría "al c a b o " del acto judicativo, sin estar p o r eso " e n " el ser.
Es como u n irreal e n c e r r a d o entre dos realidades plenas, n i n g u n a de
las cuales lo reivindica c o m o suyo: el ser-en-sí, interrogado sobre la
negación, remite al juicio, ya q u e él n o es sino lo q u e es; y el juicio,
cabal positividad psíquica, remite al ser, ya q u e f o r m u l a u n a ne-
gación concerniente al -ser y, por ende, trascendente. L a negación,
resultado de operaciones psíquicas concretas, sostenida en la exis-
tencia por estas operaciones mismas, incapaz de existir p o r sí, tiene
la existencia de u n correlato noemático: su esse reside exactamente
en su pcrcipi. Y la N a d a , u n i d a d conceptual d e los juicios negativos,
n o tiene la m e n o r realidad, si n o es la q u e los estoicos conferían a
su "lecton". ¿Podemos aceptar tal concepción?
L a cuestión p u e d e plantearse en estos términos: si la negación,
como estructura de la proposición judicativa, está en el origen d e la
nada, o si, al contrario, esta n a d a , coino estructura de lo real, es el
origen y f u n d a m e n t o de la negación. Así, el problema del ser nos
h a remitido al de la interrogación como actitud h u m a n a , y el pro-
blema de la interrogación nos remite al del ser de la negación.
Es evidente q u e el no-ser aparece siempre en los límites de u n a
espera h u m a n a . Precisamente p o r q u e yo esperaba encontrar mil
quinientos francos, no encuentro sino mil trescientos; y p o r q u e el
físico espera tal o cual verificación de su hipótesis, la naturaleza
puede decirle no. Sería vano, pues, negar q u e la negación aparece
sobre el f o n d o primitivo de u n a relación entre el h o m b r e y el m u n d o ;
el m u n d o no descubre sus no-seres a quien n o los h a puesto pre-
viarnente.como posibilidades. Pero, ¿significa esto que esos no-seres
lian de reducirse a la p u r a subjetividad? ¿Significa cjue h a de d á r -
meles la i m p o r t a n c i a y el tipo de existencia del "lecton" estoico, del
n c e m a husserliano? N o lo creemos así.
E n p r i m e r término, no es verdad que la negación sea solamente
u n a cualidad del juicio: la interrogación se f o r m u l a con u n juicio
interrogativo, pero n o es juicio: es u n a conducta p r e j u d i c a t i v a ; p u e -
do interrogar con la mirada, con el-geste?; por medio de la interro-
gación, me m a n t e n g o de cierta m a n e r a frente: al ser, y esta relación
con el ser es u n a relación de ser, de la cual el juicio no es sino
u n a expresión facultativa. D e igual m a n e r a , el q u e interroga p o r
el ser n o interroga necesariamente a un hombre•. esta co .cepción
de la interrogación, al hacer de ella u n f e n ó m e n o intersuV jtivo, la
despega del ser al cual ella se adhiere y la deja en el ñire, como purn
m o d a l i d a d de diálogo. H a d e comprenderse que, al contrario, la
interrogación dialogada es u n a especie particular del género "inte-
rrogación" y que el ser interrogado no es en primer término u n ser
pensante: si mi a u t o sufre u n a par.nc, interrogaré al carburador, a
las bujías, etcétera; si mi reloj se p a r a , p u e d o interrogar al relojero
sobre las causas de esa detención, pero el relojero, a su vez, f o r m u l a r á
interrogaciones a los diferentes mecanismos del aparato. L o q u e
espero del carburador, lo que el relojero espera de los engranajes
del reloj, n o es u n juicio, sino u n a develación de ser sobre el f u n -
d a m e n t o de la cual p u e d a emitirse u n juicio. Y si espero u n a deve-
lación de ser, quiere decir que estoy a la vez p r e p a r a d o p a r a la
eventualidad de la develación de un no-ser. Si interrogo al carbu-
rador, quiere decir que considero c o m o posible que en el c a r b u r a d o r
no haya nada. Así, mi interrogación involucra, p o r naturaleza,
cierta comprensión prejudicativa del no-ser; ella es, en sí misma,
u n a relación de ser con el no-ser, sobre el f o n d o de la trascenden-
cia original; es decir, u n a relación de ser con el ser.
Por otra parte, si la naturaleza propia de la interrogación se ve
oscurecida por el hecho de que las interrogaciones se f o r m u l a n con
frecuencia por u n h o m b r e a otros hombres, conviene e m p e r o hacer
n o t a r aquí q u e m u c h a s conductas n o judicativas presentan en pureza
original esa comprensión inmediata del no-ser sobre f o n d o de ser.
Si encaramos, por ejemplo, la destrucción, hemos de reconocer q u e
es u n a actividad la cual podrá, sin d u d a , utilizar el juicio c o m o
instrumento, p e r o q u e n o p u e d e definirse c o m o ú n i c a m e n t e ni a u n
principalmente judicativa. A h o r a bien: esa actividad presenta la
misma estructura q u e la interrogación. E n un sentido, por cierto,
< 1 h o m b r e es el único ser por el cual p u e d e ser cumplida u n a des-
imcción. U n pliegue geológico, u n a tempestad, n o destruyen; o,
por lo menos, 110 destruyen directamente-, modifican, simplemente,
la distribución de las masas de seres. Después de la tempestad, n o
>i 1 y menos q u e antes: hay otra cosa, Y a u n esta expresión es im-
propia, ya que, p a r a p o n e r la alteridad, hace falta u n testigo q u e
pueda retener de a l g u n a m a n e r a el pasado y c o m p a r a r l o con el pre-
sente en la f o r m a del ya na. E n ausencia de este testigo, hay ser,
antes c o m o después de la t e m p e s t a d : eso es todo': Y si el ciclón
puede traer consigo la m u e r t e de ciertos seres vivos, esta m u e r t e n o
será destrucción a menos que sea vivida como tal. P a r a q u e haya
destrucción, es menester p r i m e r a m e n t e u n a relación entre el h o m b r e
v el ser, es decir, una trascendencia; y, en los límites de esta rela-
ción, es menester que el h o m b r e capte un ser c o m o destructible. Esto
supone el recorte limitativo de un ser en el ser, lo cual -—como he-
mos visto a propósito de la v e r d a d — es ya nihilización. El ser con-
siderado es eso y, f u e r a de eso, nada. El artillero a quien se asigna
un objetivo cuida a p u n t a r su cañón según la dirección indicada,
ron exclusión de todas las demás. Pero esto n a d a sería a ú n , si el ser
no f u e r a descubierto c o m o frágil. ¿Y qué es la fragilidad, sino cierta
probabilidad de no-ser p a r a u n ser Hado en circunstancias determi-
nadas? U n ser es frágil si porta en su ser u n a posibilidad definida
de no-ser. Pero, u n a vez más, la fragilidad llega al ser por inter-
medio de! hombre, pues la limitación individualizadora q u e h a c e
poco mencionábamos es condición de la f r a g i l i d a d : es frágil un ser
y no todo el ser, que se e n c u e n t r a más aliá de toda destrucción po-
sible. Así, la relación de limitación individualizadora q u e el h o m b r e
mantiene con un ser sobre el f o n d o primero de su relación con el
ser, hace llegar a ese ser la fragilidad cerno aparición de u n a posi-
bilidad p e r m a n e n t e de no-ser. P e r o esto n o es t o d o : p a r a que haya
destructibilidad, es preciso que el hombre, f r e n t e a esa posibilidad d e
no-ser, se determine sea positiva, sea negativamente; es preciso q u e
tome las medidas necesarias p a r a realizarla (destrucción propiamente
dicha) o, por u n a negación del no-ser, p a r a mantenerla siempre al
nivel d e simple posibilidad (medidas de protección). Así, el h o m b r e
es quien hace destructibles las ciudades, precisamente p o r q u e las pone
c o m o frágiles y cómo preciosas, y porque toma respecto de ellas u n
c o n j u n t o de medidas de protección. Sólo a causa de este c o n j u n t o
de medidas u n sismo o u n a erupción volcánica puede destruir esas
•ciudades o esas construcciones h u m a n a s . Y el sentido p r i m e r o y la
razón final de la g u e r r a están contenidos a u n en la m e n o r de las
edificaciones del hombre. Es preciso, pues, reconocer que la destruc-
ción es cosa esencialmente h u m a n a , y q u e el hombre mismo destruye
sus ciudades por intermedio de los sismos o directamente, y destruye
sus barcos por intermedió d e los ciclones o directamente. Pero, a
la vez, h a de confesarse q u e la destrucción supone u n a comprensión
prejudicativa de la n a d a en t a n t o q u e tal y u n a conducta frente a
la n a d a . Además, la destrucción, a u n q u e llega al ser por medio
del hombre, es u n hecho objetivo y n o u n pensamiento. L a fragilidad
se h a impreso en el ser m i s m o d e este potiche, y su destrucción
sería u n acaecimiento irreversible y absoluto, q u e yo n o podría hacer
sino comprobar. H a y u n a transfenomenalidad del no-ser, como la
hay del ser. El examen de la c o n d u c t a "destrucción" nos lleva, pues,
a los mismos resultados q u e el examen de la c o n d u c t a interrogativa.
Pero, si queremos decidir con seguridad, n o hay más que con-
siderar en sí mismo un juicio negativo y p r e g u n t a r n o s si hace a p a -
recer al no-ser en el seno del ser o si se limita a f i j a r u n descubri-
m i e n t o anterior. T e n g o cita con P e d r o a las cuatro. Llego con u n
c u a r t o de hora de retraso; P e d r o es siempre p u n t u a l : ¿ m e h a b r á
esperado? M i r o el salón, a los parroquianos y digo: " N o está a q u í " .
¿ H a y u n a intuición de la ausencia de Pedro, o bien la negación no
interviene sino con ci juicio? A primera vista, parece a b s u r d o h a b l a r
en este caso de intuición, ya que, precisamente, n o p o d r í a h a b e r u n a
intuición de nada, y la ausencia de Pedro es ese " n a d a " . Empero,
la conciencia p o p u l a r da testimonio de esa intuición. ¿ N o se dice,
por e j e m p l o : " E n seguida vi q u e n o estaba"? ¿Se t r a t a de u n sim-
ple desplazamiento de la negación? Veámoslo más de cerca.
Es cierto que el café, por sí mismo, con sus parroquianos, sus
mesas, sus butacas, sus vasos, su luz, su atmósfera f u m o s a y los ruidos
de voces, de platillos entrechocándose, de pasos q u e lo colman, es
u n a plenitud de ser. Y todas las intuiciones de detalle que p u e d o
tener están plenas de esos olores, colores y sonidos, fenómenos todos
dotados de u n ser transfenoinénico. Análogamente, la presencia ac-
tual d e P e d r o en u n lugar q u e yo n o conozco es también plenitud
de ser. Parece como si encontráramos en todas partes la plenitud.
Pero es menester observar que, en la percepción, se d a siempre la
constitución de u n a f o r m a sobre u n fondo. N i n g ú n objeto, ningún
g r u p o de objetos está especialmente designado p a r a organizarse en
f o n d o o en f o r m a : todo depende de la dirección de mi atención.
C u a n d o e n t r o e n ese café p a r a buscar a Pedro, todos los objetos del
café a s u m e n u n a organización sintética d e f o n d o sobre el cual P e d r o
está d a d o c o m o debiendo aparecer. Y esta organización del c a f é en
f o n d o es u n a p r i m e r a nihilización. C a d a e l e m e n t o d e la pieza:
persona, mesa, silla, intenta aislarse, destacarse sobre el f o n d o cons-
tituido p o r la totalidad d e los demás objetos, y recae en la indife-
renciación de ese f o n d o , se diluye en ese fondo. Pues el f o n d o es
lo que n o se ve sino por a ñ a d i d u r a , lo q u e es objeto d e u n a atención
p u r a m e n t e marginal. Así, esa nihilización p r i m e r a de todas las for-
mas, que a p a r e c e n y se sumergen en la total equivalencia d e u n
fondo, es la condición necesaria p a r a la aparición de la f o r m a prin-
cipal, q u e en este caso es la persona d e Pedro. Y esa nihilización
se d a a m i intuición; soy testigo del sucesivo desvanecimiento d e
todos los objetos q u e miro, y en p a r t i c u l a r d e los rostros q u e p o r
u n instante m e retienen ( " ¿ n o es P e d r o ése?") y q u e se descompo-
nen al m o m e n t o , precisamente p o r q u e " n o son" el rostro de Pedro.
Empero, si f i n a l m e n t e descubriera a Pedro, m i intuición se llenaría
con u n elemento sólido; m e q u e d a r í a de p r o n t o f a s c i n a d o p o r su
rostro, y todo el café en t o r n o de él se organizaría c o m o presencia
discreta. Pero, precisamente, P e d r o n o está. Esto no significa q u e
yo descubra su ausencia en a l g ú n lugar preciso del establecimiento.
E n realidad, P e d r o está ausente de todo el c a f é ; su ausencia f i j a al
café en su evanescencia; el c a f é p e r m a n e c e c o m o fondo, persiste en
ofrecerse como totalidad indiferenciada a m i atención m a r g i n a l ú n i -
c a m e n t e ; se desliza h a c i a atrás, c o n t i n ú a su nihilización. Sólo se
hace f o n d o p a r a u n a f o r m a d e t e r m i n a d a : la lleva p o r doquier de-
lante de sí, m e la presenta doquiera, y esa f o r m a q u e se desliza
constantemente entre m i m i r a d a y los objetos sólidos y reales del
café es precisamente u n p e r p e t u o desvanecerse, es P e d r o que se des-
t a c a c o m o n a d a sobre el f o n d o d e nihilización del café. D e m o d o
q u e lo ofrecido a la intuición es u n a c o m o brillazón de n a d a , es la
n a d a del f o n d o , cuya nihilización llama, evoca la aparición de la
f o r m a , y es la f o r m a " n a d a " , q u e c o m o u n n a d a se desliza a la
superficie del fondo. Así, pues, lo q u e sirve de f u n d a m e n t o al juicio:
" P e d r o n o está" es la captación intuitiva de u n a doble nihilización.
Y, en v e r d a d , la ausencia de P e d r o supone u n a relación p r i m e r a
entre este café y yo; hay u n a infinidad de personas que carecen de
toda relación con el café, p o r f a l t a d e u n a espera real q u e las veri-
fique c o m o ausentes. Pero, precisamente, yo esperaba ver a Pedro,
y m i espera h a h e c h o llegar la ausencia de P e d r o c o m o u n acaeci-
m i e n t o real c o n c e r n i e n t e a este c a f é ; a h o r a , es u n h e c h o o b j e t i v o
q u e h e descubierto esta a u s e n c i a y q u e ella se p r e s e n t a c o m o u n a
r e l a c i ó n sintética e n t r e P e d r o y el salón e n q u e lo b u s c o ; P e d r o
a u s e n t e infesta este c a f é y él es la c o n d i c i ó n d e su o r g a n i z a c i ó n n i h i -
l i z a d o r a c o m o fondo. E n c a m b i o , los juicios q u e p u e d o f o r m u l a r
l u e g o p o r e n t r e t e n i m i e n t o , c o m o " W e l l i n g t o n n o está e n este c a f é ;
P a u l V a l é r y t a m p o c o está", etcétera, son p u r a s significaciones abs-
tractas, p u r a s aplicaciones del p r i n c i p i o d e n e g a c i ó n , sin f u n d a m e n t o
real n i eficacia, y n o l o g r a n establecer u n a relación real e n t r e el
c a f é y W e l l i n g t o n o V a l é r y ; e n estos casos, la relación " n o e s t á " : es
s i m p l e m e n t e pensada. E s t o b a s t a p a r a m o s t r a r q u e el no-ser n o v i e n e
a las cosas p o r el j u i c i o d e n e g a c i ó n : al c o n t r a r i o , el juicio d e
n e g a c i ó n está c o n d i c i o n a d o y sostenido p o r el no-ser.
¿ Y c ó m o p o d r í a ser d e o t r o m o d o ? ¿ C ó m o p o d r í a m o s ni a u n
c o n c e b i r la f o r m a n e g a t i v a del juicio, si t o d o f u e r a p l e n i t u d d e ser
y p o s i t i v i d a d ? P o r u n i n s t a n t e , h a b í a m o s c r e í d o q u e la n e g a c i ó n
p o d í a surgir d e la c o m p a r a c i ó n establecida e n t r e el r e s u l t a d o c o n
q u e c o n t á b a m o s y el r e s u l t a d o que. obtenernos. P e r o v e a m o s esta
c o m p a r a c i ó n : h e a q u í u n p r i m e r juicio, a c t o psíquico c o n c r e t o y
positivo, q u e c o m p r u e b a u n h e c h o : " H a y mil trescientos f r a n c o s e n
m i b i l l e t e r a " ; y h é a q u í otro, q u e t a m p o c o es o t r a cosa sino u n a
c o m p r o b a c i ó n d e h e c h o y u n a a f i r m a c i ó n : " E s p e r a b a e n c o n t r a r mil
q u i n i e n t o s f r a n c o s " . H e a q u í , pues, h e c h o s reales y objetivos, a c a e -
c i m i e n t o s psíquicos positivos, juicios a f i r m a t i v o s . ¿ D ó n d e p o d r í a e n -
c o n t r a r sitio la n e g a c i ó n ? ¿ S e la cree la a p l i c a c i ó n p u r a y s i m p l e
d e u n a c a t e g o r í a ? ¿ Y se p r e t e n d e q u e la m e n t e posea en sí m i s m a
el no c o m o f o r m a d e d i s c r i m i n a c i ó n y d e s e p a r a c i ó n ? Pero, e n tal
caso, se q u i t a a la n e g a c i ó n h a s t a el m e n o r a s o m o d e n e g a t i v i d a d .
Si se a d m i t e q u e la c a t e g o r í a del no, c a t e g o r í a existenté de hecho
e n la m e n t e , p r o c e d i m i e n t o positivo y c o n c r e t o p a r a m a n i p u l a r 1 y
sistematizar nuestros conocimientos, es d e s e n c a d e n a d a d e s ú b i t o p o r
la p r e s e n c i a e n nosotros d e ciertos juicios a f i r m a t i v o s y viene d e
súbito a m a r c a r c o n su sello ciertos p e n s a m i e n t o s resultantes d e esos
juicios, se h a b r á d e s p o j a d o c u i d a d o s a m e n t e a la n e g a c i ó n d e t o d a
f u n c i ó n n e g a t i v a . P u e s la n e g a c i ó n es d e n e g a c i ó n d e existencia. P o r
ella, u n ser ( o u n m o d o d e ser) es p r i m e r o p u e s t o y luego r e c h a z a d o
a la n a d a . Si la n e g a c i ó n es c a t e g o r í a , si n o es m á s q u e u n matasellos
i n d i f e r e n t e m e n t e a p l i c a d o a ciertos juicios, ¿ d e d ó n d e se s a c a r á su
1
Brasser: idea de manipular mezclando, como en cervecería (brasserie).
(N. del T.)
posibilidad de n i h i l a r u n ser, d e h a c e r l o surgir d e p r o n t o y n o m -
brarlo, p a r a r e c h a z a r l o al no-ser? Si los juicios anteriores son c o m -
probaciones de h e c h o , c o m o las q u e h a b í a m o s t o m a d o p o r e j e m p l o ,
es necesario q u e la n e g a c i ó n sea c o m o u n a i n v e n c i ó n l i b r e ; es nece-
sario q u e nos a r r a n q u e a ese m u r o d e positividad q u e nos e n c i e r r a :
es u n a b r u s c a solución d e c o n t i n u i d a d q u e n o p u e d e en n i n g ú n caso
resultar d e las a f i r m a c i o n e s a n t e r i o r e s : u n a c a e c i m i e n t o original e
irreductible. P e r o estamos a q u í e n la esfera d e la conciencia. Y la
conciencia n o p u e d e p r o d u c i r u n a n e g a c i ó n sino e n la f o r m a d e
conciencia d e n e g a c i ó n . N i n g u n a c a t e g o r í a p u e d e " h a b i t a r " l a con-
ciencia y residir en ella a la m a n e r a d e u n a cosa. El no, c o m o b r u s c o
d e s c u b r i m i e n t o intuitivo, a p a r e c e c o m o c o n c i e n c i a ( d e ser) c o n c i e n -
cia del n o . E n u n a p a l a b r a , si el ser está d o q u i e r a , e n t o n c e s y a n o
sólo es inconcebible la N a d a , c o m o lo q u i e r e B e r g s o n : del ser n o
se d e r i v a r á j a m á s la n e g a c i ó n . L a c o n d i c i ó n n e c e s a r i a p a r a q u e
sea posible decir no es q u e el no-ser sea u n a p r e s e n c i a p e r p e t u a ,
e n nosotros y f u e r a d e nosotros; es q u e la n a d a infeste el ser.
Pero, ¿ d e d ó n d e v i e n e la n a d a ? Y, si ella es la c o n d i c i ó n p r i -
m e r a de la c o n d u c t a i n t e r r o g a t i v a y, en g e n e r a l , d e t o d a i n d a g a c i ó n
filosófica o científica, ¿ c u á l es la relación p r i m e r a e n t r e el ser h u -
m a n o y la n a d a , c u á l es la p r i m e r a c o n d u c t a n i h i l i z a d o r a ?

III

LA CONCEPCIÓN DIALÉCTICA DE LA NADA

Es d e m a s i a d o p r o n t o p a r a q u e p r e t e n d a m o s p o d e r e x t r a e r ya
el sentido d e esa n a d a f r e n t e a la cual nos h a a r r o j a d o d e p r o n t o
la i n t e r r o g a c i ó n . P e r o h a y ciertas precisiones q u e p o d e m o s d a r d e s d e
a h o r a m i s m o . N o estaría m a l , p a r t i c u l a r m e n t e , f i j a r las relaciones
del ser con el no-ser q u e lo infesta. H e m o s c o m p r o b a d o , e n efecto,
cierto p a r a l e l i s m o e n t r e las c o n d u c t a s h u m a n a s f r e n t e al ser y las
q u e el h o m b r e a d o p t a f r e n t e a la N a d a ; y c a e m o s e n s e g u i d a e n la
t e n t a c i ó n d e c o n s i d e r a r al ser y al no-ser c o m o dos c o m p o n e n t e s
c o m p l e m e n t a r i o s d e lo real, a l m o d o d e la s o m b r a y la l u z : se t r a -
taría, e n s u m a , d e dos n o c i o n e s r i g u r o s a m e n t e c o n t e m p o r á n e a s , q u e
se u n i r í a n d e tal m a n e r a e n la p r o d u c c i ó n d e los existentes, q u e sería
v a n o considerarlas aisladas. E l ser p u r o y el no-ser p u r o serían dos
abstracciones, sólo c u y a r e u n i ó n estaría e n la base d e realidades
concretas.
T a l es, c i e r t a m e n t e , el p u n t o d e vista d e H c g e l . E n e f e c t o ; él
e s t u d i a e n la L ó g i c a las relaciones e n t r e el Ser y el No-ser, y l l a m a
a esa L ó g i c a "el sistema d e las d e t e r m i n a c i o n e s p u r a s del p e n s a -
m i e n t o " . ' Y, p r e c i s a n d o su d e f i n i c i ó n , dice 1 : " L o s p e n s a m i e n t o s ,
tales c o m o o r d i n a r i a m e n t e se los r e p r e s e n t a , n o son p e n s a m i e n t o s
p u r o s , p u e s se e n t i e n d e p o r ser p e n s a d o u n ser c u y o c o n t e n i d o es u n
c o n t e n i d o e m p í r i c o . E n la lógica, los p e n s a m i e n t o s se c a p t a n d e tal
m a n e r a q u e n o tienen o t r o c o n t e n i d o sino el del p e n s a m i e n t o p u r o ,
c o n t e n i d o e n g e n d r a d o p o r éste". P o r cierto, esas d e t e r m i n a c i o n e s
son " l o q u e h a y d e m á s í n t i m o e n las cosas", p e r o , a la vez, c u a n d o
se las c o n s i d e r a " e n sí y p o r sí m i s m a s " , se las d e d u c e del p r o p i o
p e n s a m i e n t o y se d e s c u b r e en ellas- m i s m a s su p r o p i a v e r d a d . Sin
e m b a r g o , el e s f u e r z o d e la lógica h e g e l i a n a a s p i r a r á a " p o n e r e n
e v i d e n c i a el c a r á c t e r i n c o m p l e t o d e las nociones ( q u e ella) c o n s i d e r a
vez p o r vez, y la obligación d e elevarse, p a r a e n t e n d e r l a s , a u n a
n o c i ó n m á s c o m p l e t a , q u e las trasciende i n t e g r á n d o l a s " z . C a b e apli-
c a r a H e g e l lo q u e dice L e S e n n e d e la filosofía d e H a m e l i n : " C a d a
u n o d e los t é r m i n o s inferiores d e p e n d e del t é r m i n o superior, c o m o
lo a b s t r a c t o d e lo c o n c r e t o q u e le es necesario p a r a realizarlo." L o
v e r d a d e r a m e n t e c o n c r e t o , p a r a H e g e l , es el Existente, con su e s e n c i a ;
es la T o t a l i d a d p r o d u c i d a p o r la i n t e g r a c i ó n sintética d e todos los
m o m e n t o s a b s t r a c t o s q u e q u e d a n trascendidos en ella, al exigir c o m -
p l e m e n t o . E n este sentido, el Ser será la a b s t r a c c i ó n m á s a b s t r a c t a
y m á s p o b r e , si lo c o n s i d e r a m o s e n si m i s m o , es decir, escindiéndolo
d e su t r a s c e n d e r h a c i a la Esencia. E n e f e c t o : " E l Ser se refiere a
la E s e n c i a c o m o lo i n m e d i a t o a lo m e d i a t o . L a s cosas, e n general,
'son', p e r o su ser consiste e n m a n i f e s t a r su esencia. El Ser p a s a a
la E s e n c i a ; esto p o d r í a expresarse d i c i e n d o : 'El ser p r e s u p o n e la
E s e n c i a . ' A u n q u e la Esencia a p a r e z c a , en relación con el Ser, c o m o
m e d i a d a , la esencia es e m p e r o el v e r d a d e r o origen. El Ser r e t o r n a
a su f u n d a m e n t o ; el Ser se trasciende e n la esencia 3 . "
.Así, el Ser, e s c i n d i d o d e l a Esencia q u e es su f u n d a m e n t o , se

1
Introducción, v. P. c. 2 ed. E. § X X I V , citado por LEFEBVKF., Morceaux
choisis.
2
LAPORTE, Le probléme de l'Abstraction, Presses Universitaires, París,
1940, pág. 25.
3
Esquema de la lógica, escrito por Hegel entre 1808 y 181 í, para ser-
vir de base a sus cursos en el gimnasio de Nüremberg.
convierte e n " l a simple i n m e d i a t e z v a c í a " . Y, en efecto, así lo d e f i n e
la (Fenomenología del Espíritu, q u e p r e s e n t a al Ser p u r o , " d e s d e el
p u n t o d e vista d e la v e r d a d " , c o m o lo i n m e d i a t o . Si el c o m i e n z o
dé l a lógica h a de ser i n m e d i a t o , e n c o n t r a r e m o s , entonces, el c o m i e n -
zo e n el Ser, q u e es " l a i n d e t e r m i n a c i ó n q u e p r e c e d e a t o d a d e t e r -
m i n a c i ó n , lo i n d e t e r m i n a d o c o m o p u n t o d e p a r t i d a a b s o l u t o " .
Pero, en seguida, el Ser así i n d e t e r m i n a d o " p a s a a " su c o n t r a r i o .
"Ese Ser p u r o —escribe H e g e l e n la Lógica Menor— es la a b s t r a c -
ción p u r a y, p o r consiguiente, la n e g a c i ó n absoluta, la cual, t o m a d a
t a m b i é n en su m o m e n t o i n m e d i a t o , es el no-ser." L a n a d a ¿ n o es,
en efecto, simple i d e n t i d a d consigo m i s m a , vacío completo, a u s e n c i a
d e d e t e r m i n a c i o n e s y de c o n t e n i d o ? El ser p u r o y la n a d a p u r a son,
pues, la m i s m a cosa. O , m á s bien, es v e r d a d q u e d i f i e r e n . P e r o
" c o m o a q u í la d i f e r e n c i a n o es a ú n u n a d i f e r e n c i a d e t e r m i n a d a ,
pues el ser y el no-ser constituyen el m o m e n t o i n m e d i a t o , esa dife-
rencia, tal cual está e n ellos, n o p u e d e n o m b r a r s e : n o es sino p u r a
o p i n i ó n " 1 . Eso significa c o n c r e t a m e n t e q u e " n a d a hay en el ciclo
y en la tierra que no contenga en sí el ser y la nada" 2.
Es d e m a s i a d o p r o n t o a ú n p a r a discutir en sí m i s m a la c o n c e p -
ción h e g e l i a n a : sólo el c o n j u n t o de los resultados d e n u e s t r a inves-
tigación nos p e r m i t i r á t o m a r posición respecto de ella. C o n v i e n e
ú n i c a m e n t e h a c e r n o t a r q u e el ser se r e d u c e , p a r a Hegel, a u n a sig-
nificación del existente. El ser está i n v o l u c r a d o p o r la esencia, q u e
es su f u n d a m e n t o y origen. T o d a la teoría d e H e g e l se f u n d a en la
idea d e q u e es necesario u n t r á m i t e filosófico p a r a r e c o b r a r , al co-
m i e n z o d e la lógica, lo i n m e d i a t o a p a r t i r d e lo m e d i a t i z a d o , lo
a b s t r a c t o a p a r t i r de lo c o n c r e t o q u e lo f u n d a . P e r o ya h e m o s h e c h o
n o t a r q u e el ser n o está con respecto al f e n ó m e n o c o m o lo a b s t r a c t o
con respecto a lo concreto. El ser n o es u n a " e s t r u c t u r a e n t r e o t r a s " ,
u n m o m e n t o del o b j e t o : es la condición m i s m a de t o d a s las estruc-
t u r a s y de todos los m o m e n t o s , el f u n d a m e n t o sobre el c u a l se m a n i -
f e s t a r á n los c a r a c t e r e s del f e n ó m e n o . Y, a n á l o g a m e n t e , n o es a d m i -
sible q u e el ser d e las cosas "consista e n m a n i f e s t a r la esencia d e
ellas". Pues, entonces, sería m e n e s t e r u n ser de ese ser. P o r o t r a
p a r t e , si el ser de las cosas "consistiera" en m a n i f e s t a r , n o se ve c ó m o
podría f i j a r H e g e l u n m o m e n t o p u r o del 'Ser e n q u e n o h a l l á r a m o s
ni rastro d e esa e s t r u c t u r a p r i m e r a . C i e r t o es q u e el ser p u r o está

1
H E G E L , P . C. - E . 988.,
2
HEGEL, Lógica mayor, cap. I.
f i j a d o p o r el e n t e n d i m i e n t o ; aislado y f i j a d o en sus determinaciones
mismas. Pero, si el trascender hacia la esencia constituye el carácter
p r i m e r o del ser, y si el e n t e n d i m i e n t o se limita a " d e t e r m i n a r y
perseverar en las determinaciones", n o se ve cómo, precisamente, no
d e t e r m i n a al ser c o m o "consistente en manifestar". Se dirá que, p a r a
Hegel, toda determinación es negación. Pero el entendimiento, en
este sentido, se limita a n e g a r a su objeto el ser otro q u e lo q u e es.
Esto basta, sin d u d a , p a r a impedir todo trámite dialéctico, p e r o n o
debiera bastar p a r a h a c e r desaparecer hasta los gérmenes del tras-
cender. E n t a n t o q u e el ser se trasciende en otra cosa, escapa a las
determinaciones del entendimiento; pero, en t a n t o q u e él mismo se
trasciende — o sea que, en lo más p r o f u n d o d e sí, es el origen de
su propio trascender—, n o p u e d e sino aparecer tal cual es a n t e el
e n t e n d i m i e n t o que lo f i j a en sus determinaciones propias. A f i r m a r
q u e el ser n o es sino lo q u e es, sería p o r lo menos d e j a r el ser intacto
en t a n t o que él es su trascender. E n esto radica la a m b i g ü e d a d de
la noción del "trascender" hegeliano, q u e ora parece consistir en
u n surgimiento de lo m á s p r o f u n d o del ser considerado, ora en u n
m o v i m i e n t o externo por el cual aquel ser se ve arrastrado. N o basta
a f i r m a r q u e el e n t e n d i m i e n t o n o e n c u e n t r a en el ser sino lo q u e el
ser es; hace falta a d e m á s explicar c ó m o el ser, q u e es lo q u e es, p u e d e
n o ser sino eso. Esa explicación se legitimaría p o r la consideración
del f e n ó m e n o de ser en t a n t o q u e tal y n o d e los procedimientos
negadores del entendimiento.
Pero lo q u e conviene e x a m i n a r aquí es sobre todo la afirmación
d e Hegel según la cual el ser y la n a d a constituyen dos contrarios
cuya diferencia, al nivel de abstracción considerado, n o es m á s que
u n a simple "opinión".
O p o n e r el ser a la n a d a c o m o la tesis a la antítesis, al m o d o
del e n t e n d i m i e n t o hegeliano, es suponer entre ambos u n a contempo-
r a n e i d a d lógica. Así, dos contrarios surgen al mismo tiempo c o m o
los dos términos-límite de u n a serie lógica. Pero aquí h a .de hacerse
la prevención de q u e sólo los contrarios p u e d e n gozar de esa simul-
taneidad p o r q u e son igualmente positivos (o igualmente negativos).
E m p e r o , el no-ser n o es el contrario del ser: es su contradictorio.
Esto implica u n a posterioridad lógica d e la n a d a respecto del ser,
ya q u e el ser es p r i m e r o puesto y n e g a d o luego. N o es posible, pues,
q u e el ser y el no-ser sean conceptos de igual contenido, ya que, al
contrario, el no-ser supone u n trámite irreductible del espíritu: cual-
q u i e r a q u e sea la indiferenciación primitiva del ser, el no-ser es esa
m i s m a i n d i f e r e n c i a c i ó n negada. L o q u e p e r m i t e a Hegel " h a c e r p a s a r "
el ser a la n a d a es el h a b e r i n t r o d u c i d o i m p l í c i t a m e n t e la n e g a c i ó n en
su p r o p i a definición del ser. E s t o va d e suyo, ya q u e u n a d e f i n i c i ó n
es n e g a t i v a , y ya q u e H e g e l nos h a dicho, r e c o g i e n d o u n a f ó r m u l a
d e Spinoza, q u e omnis determinatio est negatio. ¿ Y n o escribe él
m i s m o : " N i n g u n a d e t e r m i n a c i ó n ni c o n t e n i d o a l g u n o q u e distinguie-
ra al ser d e o t r a cosa, q u e pusiera en él u n c o n t e n i d o , p e r m i t i r í a
m a n t e n e r l o e n su p u r e z a . E l ser es la p u r a i n d e t e r m i n a c i ó n y el
vacío. N o se p u e d e a p r e h e n d e r nada en él. . . " ? Así, es el p r o p i o
H e g e l q u i e n i n t r o d u c e en el ser esa n e g a c i ó n q u e e n c o n t r a r á luego,
c u a n d o lo h a g a p a s a r al no-ser. Sólo q u e h a y e n ello u n j u e g o d e
p a l a b r a s sobre la n o c i ó n m i s m a de n e g a c i ó n . P u e s si niego al ser
t o d a d e t e r m i n a c i ó n y n o t o d o c o n t e n i d o , n o p u e d o h a c e r l o sino a f i r -
m a n d o q u e el ser, p o r lo m e n o s , es. Así, niéguese del ser t o d o lo
q u e se q u i e r a , n o se p u e d e h a c e r q u e no sea p o r el h e c h o d e q u e
se n i e g u e q u e sea esto o aquello. L a n e g a c i ó n n o p u e d e a l c a n z a r
al n ú c l e o d e ser del ser, q u e es p l e n i t u d absoluta y e n t e r a positividad.
Al contrario, el no-ser es u n a negación q u e toca a ese n ú c l e o m i s m o
d e d e n s i d a d p l e n a r i a . El no-ser se niega en su p r o p i o meollo. C u a n -
d o H e g e l e s c r i b e 1 : " ( E l ser y la n a d a ) son abstracciones vacías y
la u n a es t a n v a c í a c o m o la o t r a " , olvida q u e el vacío es v a c í o de
a l g o 2 . Y el ser es vacío de t o d a d e t e r m i n a c i ó n o t r a q u e la i d e n t i d a d
consigo m i s m o ; p e r o el no-ser es vacío de ser. E n u n a p a l a b r a , lo
q u e a q u í h a de recordarse, c o n t r a Hegel, es q u e el ser es y la n a d a
no es.
Así, a u n c u a n d o el ser n o f u e r a el soporte d e n i n g u n a c u a l i d a d
d i f e r e n c i a d a , la n a d a sería l ó g i c a m e n t e posterior, ya q u e s u p o n e al
ser p a r a n e g a r l o ; ya q u e la c u a l i d a d i r r e d u c t i b l e del no viene a so-
breagregarse a esa m a s a i n d i f e r e n c i a d a de ser p a r a liberarla. E s t o
significa n o sólo q u e h e m o s d e n e g a r n o s a p o n e r ser y no-ser e n el
m i s m o p l a n o , sino t a m b i é n q u e h e m o s de c u i d a r n o s m u c h o de p o n e r
a la n a d a c o m o u n a b i s m o originario p a r a h a c e r surgir d e él al ser.
El e m p l e o q u e d a m o s a la noción de n a d a en su f o r m a f a m i l i a r su-
p o n e siempre u n a p r e v i a especificación del ser. Es notable, a este
respecto, q u e el i d i o m a nos ofrezca u n a n a d a d e cosas ("nada") y
u n a n a d a d e seres h u m a n o s ("nadie"). P e r o la especificación se
1
P. c. 2 ed. E. § LXXXVII.
2
Cosa tanto más extraña, cuanto que Hegel fue el primero en advertir
que "toda negación es negación determinada", es decir, recae sobre un
contenido.
lleva todavía m á s lejos en la mayoría d e los casos: se dice, desig-
n a n d o u n a colección p a r t i c u l a r de objetos: " N o toques nada", o
sea, m u y precisamente, n a d a d e esta colección. Análogamente, el
q u e es interrogado sobre acaecimientos bien determinados de la vida
pública o privada, responde: " N o sé nada"; y este n a d a c o m p o r t a
el c o n j u n t o d e los hechos sobre los cuales se lo h a interrogado. El
propio Sócrates, con su frase f a m o s a : " Y o sólo sé que n a d a sé",
designa precisamente, con ese nada, la totalidad del ser considerada
e n t a n t o q u e V e r d a d . Si, a d o p t a n d o por u n instante el p u n t o de
vista de las cosmogonías ingenuas, t r a t á r a m o s de preguntarnos q u é
" h a b í a " antes que hubiera u n m u n d o , y respondiéramos "'nada", nos
veríamos ciertamente obligados a reconocer que ese "antes", lo mis-
m o q u e ese " n a d a " , tendrían efecto retroactivo. L o q u e negamos
hoy, nosotros q u e estamos instalados en el ser, es q u e h u b i e r a ser
antes de este ser. L a negación e m a n a aquí de u n a conciencia q u e
se vuelve hacia los orígenes. Si q u i t á r a m o s a ese vacío original su
carácter de ser vacío de este mundo y de todo c o n j u n t o q u e h u b i e r a
t o m a d o f o r m a de m u n d o , así c o m o t a m b i é n su carácter de antes,
q u e presupone u n después respecto al cual lo constituyo c o m o " a n -
tes", entonces la negación misma se desvanecería d e j a n d o lugar a
u n a indeterminación total q u e sería imposible concebir, a u n — y sobre
t o d o — a título de n a d a . Así, invirtiendo la f ó r m u l a d e Spinoza,
podríamos decir q u e toda negación es determinación. L o cual sig-
nifica que el ser es anterior a la n a d a , y la f u n d a . Esto h a de en-
tenderse n o sólo en el sentido de q u e el ser tiene sobre la n a d a u n a
precedencia lógica, sino también de q u e la n a d a toma su eficacia,
concretamente, del ser. Es lo q u e expresábamos al decir q u e la nada
infesta al ser. Esto significa q u e el ser n o tiene necesidad a l g u n a d e
la n a d a p a r a concebirse, y q u e se p u e d e e x a m i n a r exhaustivamente
su noción sin hallar en ella el m e n o r rastro de la n a d a . Pero, en
cambio, la n a d a , q u e no es, n o p u e d e tener sino u n a existencia pres-
t a d a : t o m a su ser del ser; su n a d a de ser n o se encuentra sino d e n t r o
de los límites del ser, y la desaparición total del ser n o constituiría
el advenimiento del reino del no-ser, sino, al contrario, el concomi-
t a n t e desvanecimiento de la n a d a : no hay no-ser sino en la super-
ficie del ser.
LA CONCEPCION FENOMENOLÓGICA DE LA NADA

Es v e r d a d q u e se p u e d e c o n c e b i r d e o t r a m a n e r a la c o m p l e -
m e n t a r i d a d del ser y la n a d a . Se p u e d e v e r e n u n o y e n o t r a dos
c o m p o n e n t e s i g u a l m e n t e necesarios d e lo real, p e r o sin " h a c e r p a s a r "
el ser a la n a d a , c o m o Hegel, ni insistir, c o m o nosotros i n t e n t á b a m o s ,
sobre la p o s t e r i o r i d a d de la n a d a : al c o n t r a r i o , se p o n d r á el a c e n t o
sobre las f u e r z a s recíprocas d e expulsión q u e el ser y el no-ser ejer-
cerían m u t u a m e n t e , y lo real sería, en cierto m o d o , la tensión re-
s u l t a n t e d e esas f u e r z a s a n t a g ó n i c a s . H a c i a esta n u e v a c o n c e p c i ó n
se o r i e n t a H e i d e g g e r \
N o lleva m u c h o t i e m p o a d v e r t i r el progreso q u e su teoría de
la N a d a r e p r e s e n t a con respecto a la de Hegel. E n p r i m e r lugar,
el ser y el no-ser n o son ya abstracciones vacías. H e i d e g g e r , e n su
o b r a p r i n c i p a l , h a m o s t r a d o la legitimidad d e la i n t e r r o g a c i ó n sobre
el ser: éste n o tiene ya ese c a r á c t e r de universal escolástico q u e
c o n s e r v a b a a ú n e n H e g e l ; h a y u n sentido del ser q u e es necesario
e l u c i d a r ; h a y u n a " c o m p r e n s i ó n p r e o n t o l ó g i c a " del ser, q u e está
i n v o l u c r a d a en c a d a u n a de las c o n d u c t a s d e la " r e a l i d a d h u m a n a " ,
es decir, en c a d a u n o d e sus proyectos. D e la m i s m a m a n e r a , las
a p o r í a s q u e es c o s t u m b r e p l a n t e a r desde q u e u n filósofo toca al p r o -
b l e m a de la N a d a , se r e v e l a n carentes de t o d o a l c a n c e : n o tienen
valor sino e n c u a n t o q u e l i m i t a n el uso del e n t e n d i m i e n t o y m u e s -
t r a n s i m p l e m e n t e q u e ese p r o b l e m a n o p e r t e n e c e al orden del en-
t e n d i m i e n t o . Existen, al c o n t r a r i o , n u m e r o s a s a c t i t u d e s d e la "reali-
d a d h u m a n a " q u e i m p l i c a n u n a " c o m p r e n s i ó n " d e la n a d a : el odio,
la prohibición, el pesar, etcétera. H a s t a h a y p a r a el Dascin una
posibilidad p e r m a n e n t e de e n c o n t r a r s e " f r e n t e a " la n a d a y descu-
brirla c o m o f e n ó m e n o : es la angustia. E m p e r o , H e i d e g g e r , a u n
estableciendo las posibilidades de u n a c a p t a c i ó n c o n c r e t a d e la N a d a ,
n o c a e en el e r r o r d e H e g e l y n o conserva al N o - s e r u n ser, así
f u e r a a b s t r a c t o : la N a d a n o es: se nihiliza. Está sostenida y con-
d i c i o n a d a p o r la t r a n s c e n d e n c i a . S a b i d o es que, p a r a H e i d e g g e r , el
ser d e la r e a l i d a d h u m a n a se d e f i n e c o m o " s e r - e n - e l - m u n d o " . Y el

1
HEIDEGGER, ¿Qué es metafísica? (trad. francesa de Corbin, N. R. F.,
1938).
m u n d o es el complejo sintético de las realidades a m a n u a l e s en t a n t o
q u e m u t u a m e n t e indicativas según círculos de más en más amplios,
y en t a n t o q u e el hombre, a p a r t i r de este complejo, se hace a n u n c i a r
lo q u e él mismo es. Esto significa a la vez q u e la "realidad h u m a -
n a " surge en t a n t o q u e -está investida por el ser, en t a n t o que. "se
e n c u e n t r a " (sich befinden) en el ser; y, a la vez, que ella hace dis-
ponerse en t o r n o suyo, en f o r m a de m u n d o , a ese ser q u e la asedia.
P e r o la realidad h u m a n a no p u e d e h a c e r aparecer al ser como to-
talidad organizada en m u n d o sino trascendiéndolo. T o d a determi-
nación, p a r a Heidegger, es u n trascender, ya q u e supone retroceso,
t o m a de perspectiva. Este trascender el m u n d o , condición de la
surrección misma del m u n d o c o m o tal, es o p e r a d o por el Dasein
hacia sí mismo. L a característica de la ipseidad (Selbstheit), en efec-
to, es q u e el h o m b r e está siempre separado d e lo q u e él es p o r toda
la a m p l i t u d del ser q u e él n o es. El h o m b r e se a n u n c i a a sí mismo
del otro l a d o del m u n d o , y retorna a interiorizarse hacia sí mismo,
a p a r t i r del horizonte: el h o m b r e es " u n ser de alejamientos". E l
ser surge y se organiza c o m o m u n d o en el m o v i m i e n t o de interiori-
zación que atraviesa todo el ser, sin que haya prioridad del movi-
m i e n t o sobre el m u n d o ni del m u n d o sobre el movimiento. Pero
esta aparición del sí-mismo allende el m u n d o , es decir, allende la
totalidad de lo real, es u n a emergencia de la "realidad h u m a n a "
e n la n a d a . Sólo en la n a d a p u e d e ser trascendido el ser. A la vez,
el ser se organiza en m u n d o desde el p u n t o de vista d e lo trans-
m u n d a n o , lo q u e significa, p o r u n a parte, que la realidad h u m a n a
surge como emergencia del ser en el no-ser; y, por otra, q u e el
m u n d o está "suspendido" en la n a d a . L a angustia es el descubri-
m i e n t o de esta doble y p e r p e t u a nihilización. Y a p a r t i r d e esta
trascendencia del m u n d o , el Dasein c a p t a r á la contingencia del
m u n d o , es decir, f o r m u l a r á la p r e g u n t a : " ¿ P o r q u é hay ente, y n o
m á s bien n a d a ? " L a contingencia del m u n d o se aparece, pues, a
la realidad h u m a n a en t a n t o q u e ésta se h a instalado en la n a d a p a r a
captarla.

H e aquí, pues, q u e la n a d a se cierne en torno al ser p o r todas


partes, y, a la vez, es expulsada del ser; he a q u í que la n a d a se d a
c o m o aquello por lo cual el m u n d o recibe sus contornos d e m u n d o .
¿ P u e d e satisfacernos esta solución?
Por cierto, no p u e d e negarse q u e la aprehensión del m u n d o
c o m o m u n d o es nihilizadora. Desde q u e el m u n d o aparece c o m o
m u n d o , se d a c o m o no siendo sino eso. L a c o n t r a p a r t e necesaria d e
<-:,ta a p r e h e n s i ó n es, pues, e n efecto, la e m e r g e n c i a d e la " r e a l i d a d
I m m a n a " en la n a d a . Pero, ¿ d e d ó n d e v i e n e el p o d e r q u e tiene la
" r e a l i d a d h u m a n a " de e m e r g e r así e n el no-ser? Sin d u d a a l g u n a ,
I leidegger tiene r a z ó n al insistir e n el h e c h o d e q u e la n e g a c i ó n se
I a n d a e n la n a d a . Pero, si l a n a d a f u n d a la n e g a c i ó n , ello se d e b e
• i q u e i n v o l u c r a e n sí, c o m o su e s t r u c t u r a esencial, el no. E n o t r a s
palabras, la n a d a n o f u n d a la n e g a c i ó n c o m o s i e n d o u n v a c í o i n d i -
íerenciado, o u n a a l t e r i d a d q u e n o se p o n e c o m o a l t e r i d a d 1 . L a
n a d a está e n el o r i g e n del j u i c i o n e g a t i v o p o r q u e ella m i s m a es
negación. F u n d a la n e g a c i ó n c o m o acto p o r q u e ella es la n e g a c i ó n
c o m o ser. L a n a d a n o p u e d e ser n a d a a m e n o s q u e se nihilice ex-
p r e s a m e n t e c o m o n a d a del m u n d o ; es decir, a m e n o s q u e , e n su
nihilización, se d i r i j a e x p r e s a m e n t e h a c i a este m u n d o p a r a consti-
tuirse c o m o d e n e g a c i ó n del m u n d o . L a n a d a lleva el ser e n su
p r o p i o meollo. P e r o la e m e r g e n c i a , ¿ e n q u é d a r a z ó n d e esta d e n e -
gación n i h i l i z a d o r a ? L a t r a s c e n d e n c i a , q u e es " p r o y e c t o de sí allen-
d e . . . " , está lejos de p o d e r f u n d a r la n a d a ; al c o n t r a r i o , ésta se
h a l l a e n el seno m i s m o d e la t r a s c e n d e n c i a y la c o n d i c i o n a . P e r o
la característica d e la filosofía h e i d e g g e r i a n a es utilizar, p a r a des-
cribir el Dasein, t é r m i n o s positivos todos los cuales e n m a s c a r a n
negaciones implícitas. El Dasein está " f u e r a d e sí, e n el m u n d o " ;
es " u n ser d e a l e j a m i e n t o s " ; es " c u r a " ; es "sus p r o p i a s posibilida-
d e s " ; e t c é t e r a . T o d o lo c u a l viene a decir q u e el D a s e i n " n o es" e n
sí; q u e " n o está" a u n a p r o x i m i d a d i n m e d i a t a d e si m i s m o ; y q u e
" t r a s c i e n d e " el m u n d o e n c u a n t o se p o n e a sí m i s m o c o m o no siendo
en si y c o m o no siendo el mundo. E n este sentido, H e g e l t i e n e r a z ó n ,
c o n t r a H e i d e g g e r , c u a n d o d e c l a r a q u e el E s p í r i t u es lo n e g a t i v o .
Sólo q u e p u e d e p l a n t e a r s e a u n o y a o t r o la m i s m a cuestión e n
f o r m a a p e n a s d i f e r e n t e ; h a d e decirse a H e g e l : " N o b a s t a p o n e r el
espíritu c o m o la m e d i a c i ó n y lo n e g a t i v o ; d e b e m o s t r a r s e la n e g a t i -
v i d a d c o m o e s t r u c t u r a del ser del espíritu. ¿ Q u é d e b e ser el espíritu
p a r a p o d e r constituirse c o m o n e g a t i v o ? " Y p u e d e p r e g u n t a r s e a
H e i d e g g e r : "Si la n e g a c i ó n es la e s t r u c t u r a p r i m e r a d e la trascen-
d e n c i a ; ¿ q u é d e b e ser la e s t r u c t u r a p r i m e r a d e la ' r e a l i d a d h u m a -
n a ' p a r a q u e ésta p u e d a t r a s c e n d e r el m u n d o ? " E n a m b o s casos
se nos m u e s t r a u n a a c t i v i d a d n e g a d o r a sin p r e o c u p a r s e p o r f u n d a r
esta a c t i v i d a d e n u n ser negativo. Y H e i d e g g e r , a d e m á s , h a c e d e
la N a d a u n a especie d e c o r r e l a t o i n t e n c i o n a l d e la t r a s c e n d e n c i a ,

1
Lo que Hegel llamarla "alteridad inmediata".
sin ver q u e la h a insertado ya en la trascendencia misma como su
estructura original.
Pero, además, ¿ d e q u é sirve a f i r m a r q u e la N a d a f u n d a la.
negación si con ello se hace después u n a teoría del no-ser que, por
hipótesis, escinde a la N a d a de toda negación concreta? Si e m e r j o
en la n a d a allende el m u n d o , ¿ c ó m o p u e d e esa n a d a e x t r a m u n d a n a
f u n d a r estos pequeños lagos d e no-ser q u e a c a d a instante e n c o n t r a -
mos en el seno del ser? D i g o q u e " P e d r o n o está a h í " , q u e " N o
tengo m á s dinero", etc. R e a l m e n t e , ¿es necesario trascender el m u n -
d o hacia la n a d a y r e t o r n a r luego hasta el ser, p a r a f u n d a r esos
juicios cotidianos? ¿ Y c ó m o p u e d e efectuarse la operación? N o se
t r a t a en m o d o a l g u n o de h a c e r que el m u n d o se deslice a la n a d a ,
sino, simplemente, de negar, manteniéndose en los límites del ser,
u n a t r i b u t o a u n sujeto. ¿Se dirá que c a d a a t r i b u t o denegado, c a d a
ser q u e se niega, son a t r a p a d o s por u n a misma y única n a d a extra-
m u n d a n a ; q u e el no-ser es c o m o la plenitud de lo q u e n o es; q u e
el m u n d o está en suspenso en el no-ser c o m o lo real en el seno d e
los posibles? E n tal caso, sería menester q u e c a d a negación tuviera
por origen u n trascender p a r t i c u l a r : el trascender del ser hacia lo
otro. Pero, ¿ q u é es este trascender, sino p u r a y simplemente la
mediación hegeliana? ¿ Y n o hemos ya preguntado, en vano, a Hegel
el f u n d a m e n t o nihilizador de la mediación? Por otra p a r t e , a u n si
la explicación f u e r a válida p a r a las negaciones radicales y simples
q u e deniegan a u n objeto d e t e r m i n a d o toda especie de presencia
en el seno del ser ( " E l c e n t a u r o no existe"; "No hay razón p a r a q u e
se r e t r a s e " ; " L o s antiguos griegos no practicaban la p o l i g a m i a " ) ,
las cuales, en rigor, p u e d e n contribuir a constituir la N a d a c o m o u n a
suerte de lugar geométrico de todos los proyectos fallidos, de t o d a s
las representaciones inexactas, de todos los seres desaparecidos o cuya
idea sólo es f o r j a d a , tal interpretación del no-ser n o sería válida ya
p a r a cierto tipo de realidades — e n verdad, las m á s frecuentes— q u e
incluyen en su propio ser al no-ser. E n efecto: ¿ c ó m o a d m i t i r q u e
u n a p a r t e de ellas esté en el universo y otra p a r t e esté e n t e r a m e n t e
fuera, en la n a d a e x t r a m u n d a n a ?

Tomemos, p o r ejemplo, la noción de distancia, q u e condiciona


la determinación de u n sitio, la localización de u n p u n t o . Es fácil
ver q u e esa noción posee u n m o m e n t o negativo: dos puntos distan
entre sí c u a n d o se hallan separados por cierta longitud. Es decir
q u e la longitud, a t r i b u t o positivo de u n segmento de recta, inter-
viene aquí a título de negación de u n a proximidad absoluta e indi-
¡erenciada. Se q u e r r á acaso reducir la distancia a no ser sino, la
longitud del segmento cuyos limites son los dos puntos, A y B, con-
siderados. P e r o ¿ n o se ve q u e en tal caso se h a m u d a d o la dirección
de la atención y que, encubriéndose b a j o u n a m i s m a p a l a b r a , se h a
d a d o a la intuición u n o b j e t o diferente? El c o m p l e j o organizado
constituido por el segmento de recta con sus dos términos límites
puede ofrecer, en efecto, dos objetos diversos al conocimiento. E n
efecto, p u e d e darse el segmento c o m o o b j e t o i n m e d i a t o de la intui-
ción; en tal caso, ese segmento representa u n a tensión p l e n a y con-
creta, cuya longitud es u n a t r i b u t o positivo y en q u e los dos p u n t o s
A y B n o aparecen sino c o m o u n m o m e n t o del c o n j u n t o , es decir,
en t a n t o q u e están implicados p o r el segmento mismo c o m o tales
límites: entonces la negación, expulsada del segmento y d e su lon-
gitud, se r e f u g i a en los dos límites: decir q u e el p u n t o B es límite
del segmento es decir q u e el segmento no se extiende m á s allá d e
ese p u n t o . L a negación es aquí la estructura secundaria del objeto.
Al contrario, si la atención se dirige a los dos p u n t o s A y B, éstos se
destacan c o m o objetos inmediatos d e la intuición sobre f o n d o d e
espacio. El segmento se desvanece c o m o o b j e t o p l e n o y c o n c r e t o :
se lo c a p t a , a p a r t i r de los dos puntos, c o m o el vacío, lo negativo
que los separa: la negación escapa de los puntos, q u e d e j a n de ser
límites, p a r a i m p r e g n a r la longitud misma del segmento, a título de
distancia. Así, la f o r m a total constituida por el segmento y sus dos
términos con la negación intraestructural es susceptible d e dejarse
c a p t a r de dos maneras. O , m á s bien, hay dos formas, y la condición
de la aparición de la u n a es la desagregación de la otra, exacta-
m e n t e como, en la percepción, se constituye tal o b j e t o c o m o forma
rechazando tal otro objeto hasta reducirlo a fondo, y recíprocamente.
E n ambos casos encontramos la misma c a n t i d a d de negación, q u e
se traslada ora a la noción de límites, o r a a la noción d e distancia,
pero que en n i n g ú n caso p u e d e suprimirse. ¿Se dirá q u e la idea
de distancia es psicológica y q u e designa simplemente la extensión
q u e es necesario franquear p a r a ir del p u n t o A al p u n t o B? R e s p o n -
deremos que la m i s m a negación está incluida en ese " f r a n q u e a r " ,
ya que esta noción expresa j u s t a m e n t e la resistencia pasiva del ale-
jamiento. Admitiremos, con Heidegger, q u e la "realidad h u m a n a "
es "des-alejadora", es decir, q u e surge en el m u n d o c o m o lo q u e a
la vez ci ca y hace desvanecer las distancias ( e n t - f e r n e n d ) . Pero
tal des-alejamiento, a u n siendo la condición necesaria p a r a " q u e
h a y a " en general alejamiento, involucra en sí mismo al alejamiento
c o m o la estructura negativa q u e h a d e superarse. V a n o será i n t e n t a r
reducir la distancia al simple resultado de u n a medida: en el curso
de la precedente descripción h a a p a r e c i d o el hecho d e que los dos
puntos y el segmento c o m p r e n d i d o entre ambos tienen la u n i d a d
indisoluble d e lo q u e l l a m a n los alemanes u n a "Gestalt". L a nega-
ción es el cimiento q u e realiza esa u n i d a d : define, precisamente, la
relación i n m e d i a t a q u e p o n e en conexión esos dos p u n t o s y que los
presenta a la intuición c o m o la u n i d a d indisoluble de la distancia.
Q u e r e r reducir la distancia a la m e d i d a d e u n a longitud es sola-
m e n t e encubrir la negación, pues ésta es la razón de ser de esa
medida.
L o q u e acabarnos de mostrar por el e x a m e n de la distancia
habríamos p o d i d o hacerlo ver igualmente describiendo realidades
c o m o la ausencia, la alteración, la alteridad, la repulsión, el pesar,
la distracción, etc. Existe u n a c a n t i d a d infinita de realidades q u e
n o son sólo objetos d e juicio sino experimentadas, combatidas, te-
midas, etc. p o r el ser h u m a n o y q u e en su infraestructura están
h a b i t a d a s p o r la negación c o m o p o r u n a condición necesaria d e
existencia. L a s llamaremos negatidades. K a n t h a b í a entrevisto su
alcance c u a n d o h a b l a b a de conceptos limitativos (inmortalidad del
a l m a ) , especies d e síntesis entre lo negativo y lo positivo, en que la
negación es condición de positividad. L a f u n c i ó n de la negación
varía según la naturaleza del objeto considerado: entre las realidades
p l e n a m e n t e positivas (que, empero, retienen la negación como con-
dición de la nitidez de sus contornos, c o m o lo que las m a n t i e n e en
lo q u e son) y las realidades cuya positividad n o es sino u n a apariencia
la cual disimula u n a g u j e r o de n a d a , todos los intermediarios son
posibles. Se hace imposible, en todo caso, relegar esas negaciones
a u n a n a d a e x t r a m u n d a n a , ya q u e están dispersas en el ser, soste-
nidas por el ser, y son condiciones de la realidad. L a n a d a ultra-
m u n d a n a d a razón de la negación absoluta; p e r o acabamos d e
descubrir u n a pululación de seres u l t r a m u n d a n o s q u e poseen t a n t a
realidad y eficiencia c o m o los demás seres, p e r o q u e encierran en
sí u n no-ser. R e q u i e r e n u n a explicación q u e permanezca en los
límites de lo real. L a n a d a , si n o está sostenida por el ser, se disipa
en tanto que nada, y recaemos en el ser. L a n a d a n o p u e d e nihili-
zarse sino sobre f o n d o de ser; si p u e d e darse u n a n a d a , ello n o es
ni antes ni después del ser ni, d e m o d o general, f u e r a del ser, sino
en el seno mismo del ser, en su meollo, c o m o u n gusano.
EL ORIGEN DE LA NADA

C o n v i e n e a h o r a e c h a r u n a o j e a d a retrospectiva y m e d i r el c a -
m i n o recorrido. H e m o s p l a n t e a d o p r i m e r a m e n t e la cuestión del ser.
Luego, volviéndonos sobre esta cuestión m i s m a c o n c e b i d a c o m o u n
t i p o de conducta h u m a n a , la h e m o s i n t e r r o g a d o a su vez. D e b i m o s
entonces r e c o n o c e r q u e , si la n e g a c i ó n n o existiera, n o p o d r í a f o r -
mularse p r e g u n t a a l g u n a , ni, e n p a r t i c u l a r , la del ser. P e r o esa ne-
gación m i s m a , vista m á s d e cerca, nos h a r e m i t i d o a la N a d a c o m o
a su origen y f u n d a m e n t o : p a r a q u e h a y a n e g a c i ó n en el m u n d o
y, p o r consiguiente, p a r a q u e p o d a m o s i n t e r r o g a r n o s sobre el Ser,
es preciso q u e la N a d a se dé de a l g u n a m a n e r a . H e m o s a d v e r t i d o
entonces q u e n o se p o d í a concebir la N a d a fuera del ser, ni c o m o
noción c o m p l e m e n t a r i a y a b s t r a c t a , ni c o m o m e d i o i n f i n i t o e n q u e
el ser estuviera en suspenso. E s m e n e s t e r q u e la N a d a se d é en el
m e o l l o m i s m o del Ser p a r a q u e p o d a m o s c a p t a r ese t i p o p a r t i c u l a r
d e realidades q u e h e m o s l l a m a d o N e g a t i d a d e s . P e r o esa N a d a in-
t r a m u n d a n a n o p u e d e ser p r o d u c i d a p o r el Ser-en-sí: la noción de
Ser c o m o p l e n a positividad n o c o n t i e n e la N a d a c o m o u n a d e sus
estructuras. N i siquiera p u e d e decirse q u e la N a d a sea e x c l u y e n t e
del S e r : carece d e t o d a relación con él. D e a h í la cuestión q u e se
nos p l a n t e a a h o r a con p a r t i c u l a r u r g e n c i a : si la N a d a n o p u e d e
concebirse n i f u e r a del Ser ni a p a r t i r del Ser y si, p o r o t r a p a r t e ,
siendo no-ser, n o p u e d e sacar d e sí m i s m a la f u e r z a necesaria p a r a
"nihilizarse", la Nada ¿de dónde viene?
Si se q u i e r e c e ñ i r el p r o b l e m a , es preciso r e c o n o c e r p r i m e r a -
m e n t e q u e n o p o d e m o s c o n c e d e r a la n a d a la p r o p i e d a d d e "nihili-
zarse". Pues, a u n q u e el v e r b o "nihilizarse" h a y a sido a c u ñ a d o p a r a
q u i t a r a la N a d a h a s t a la m í n i m a a p a r i e n c i a d e ser, h a d e recono-
nocerse q u e sólo el Ser p u e d e nihilizarse, ya q u e , c o m o q u i e r a q u e
f u e r e , p a r a nihilizarse es necesario ser. P e r o la N a d a no es. P o d e m o s
h a b l a r d e ella sólo p o r q u e posee u n a a p a r i e n c i a d e ser, u n ser pres-
t a d o , c o m o h e m o s a d v e r t i d o a n t e r i o r m e n t e . L a N a d a n o es; la N a d a
"es sida"; la N a d a n o se nihiliza, la N a d a "es nihilizada". Resulta,
pues, q u e debe existir u n Ser — q u e n o p o d r í a ser el Ser-en-sí—, el
cual t e n g a p o r p r o p i e d a d nihilizar la N a d a , s o p o r t a r l a con su p r o p i o
ser, desplegarla p e r p e t u a m e n t e d e s d e su p r o p i a existencia: un ser
por el cual la Nada advenga a las cosas. P e r o ¿ c ó m o h a d e ser este
Ser c o n respecto a la N a d a p a r a q u e , p o r m e d i o d e él, la N a d a
a d v e n g a a las cosas? D e b e observarse, en p r i m e r lugar, q u e d i c h o
ser n o p u e d e ser pasivo c o n respecto a la N a d a : n o p u e d e recibirla;
la N a d a n a p o d r í a advenir a ese ser sino p o r m e d i o de o t r o Ser, lo
q u e n o s obligaría a u n a regresión al infinito. Pero, p o r o t r a p a r t e ,
el Ser p o r el c u a l la N a d a llega al m u n d o n o p u e d e producir la
N a d a p e r m a n e c i e n d o i n d i f e r e n t e a esta p r o d u c c i ó n , c o m o la c a u s a
estoica p r o d u c e su e f e c t o sin alterarse. Sería inconcebible q u e u n
Ser q u e f u e s e p l e n a positividad m a n t u v i e r a y c r e a r a f u e r a de sí u n a
N a d a d e ser t r a n s c e n d e n t e , pues n o h a b r í a n a d a e n el Ser p o r m e -
d i o d e lo cual el Ser p u d i e r a trascenderse h a c i a ei No-Ser. El Ser
p o r el c u a l la N a d a a d v i e n e al m u n d o d e b e nihilizar la N a d a e n su
Ser y, a u n así, c o r r e r í a el riesgo d e establecer la N a d a c o m o u n
t r a s c e n d e n t e e n el meollo m i s m o d e la i n m a n e n c i a , si n o nihilizara
la N a d a en su ser a raíz de su ser. El Ser p o r el cual la N a d a a d -
viene al m u n d o es u n ser p a r a el cual, e n su Ser, es cuestión d e la
N a d a d e su S e r : el ser por el cual la Nada adviene al mundo debe
ser su propia Nada. Y h a d e e n t e n d e r s e p o r esto n o u n a c t o nihili-
zador, q u e r e q u e r i r í a a su vez u n f u n d a m e n t o e n el Ser, sino u n a
característica ontológica del Ser r e q u e r i d o . F a l t a a v e r i g u a r en q u e
d e l i c a d a y exquisita región del Ser e n c o n t r a r e m o s ese Ser q u e es
su p r o p i a N a d a .
N o s a y u d a r á e n n u e s t r a investigación u n e x a m e n m á s c o m p l e t o
d e la c o n d u c t a q u e nos h a servido de p u n t o d e p a r t i d a . Es preciso,
pues, volver a la i n t e r r o g a c i ó n . Hemos- visto — s e r e c o r d a r á — q u e
t o d a i n t e r r o g a c i ó n p o n e , p o r esencia, la posibilidad d e u n a respuesta
n e g a t i v a . E n la p r e g u n t a se i n t e r r o g a a su ser sobre su ser o sobre
su m o d o de ser. Y este m o d o d e ser o ese ser está v e l a d o : q u e d a
s i e m p r e a b i e r t a u n a posibilidad de q u e se devele c o m o u n a N a d a .
Pero, p o r lo m i s m o q u e se e n c a r a el h e c h o de q u e u n Existente
p u e d a s i e m p r e develarse c o m o u n nada, t o d a i n t e r r o g a c i ó n s u p o n e
q u e se realiza u n retroceso 1 nihilizador con respecto a lo d a d o , y
éste se convierte en u n a simple presentación, q u e oscila e n t r e el ser
y la N a d a . I m p o r t a , pues, q u e el i n t e r r o g a d o r t e n g a la posibilidad
p e r m a n e n t e d e d e s p r e n d e r s e d e las series causales q u e constituyen el
ser y q u e n o p u e d e n p r o d u c i r sino u n ser. E n e f e c t o : si a d m i t i é r a -
m o s q u e la interrogación está d e t e r m i n a d a en el i n t e r r o g a d o r p o r
1
Recul: retroceso como para "tomar distancia". (N. del T.)
<•1 dcterminismo universal, ella cesaría d e ser n o solamente inteligible
.sino a u n concebible. E n efecto, u n a causa real p r o d u c e u n efecto
real, y el ser causado está í n t e g r a m e n t e c o m p r o m e t i d o p o r la causa
en la positividad: en la m e d i d a en q u e d e p e n d e en su ser de la
c ausa, n o podría h a b e r en él el m e n o r germen de n a d a ; en t a n t o
que el interrogador debe p o d e r operar, con relación al interrogado,
u n a especie de retroceso nihilizador, escapa al orden causal del m u n -
do. se despega del Ser. Esto significa que, por u n doble movimiento
de nihilización, nihiliza respecto de sí al interrogado, colocándolo
en un estado neutro, entre el ser y el-no ser; y q u e él mismo se
nihiliza respecto del interrogado a r r a n c á n d o s e al ser p a r a p o d e r
extraer de sí la posibilidad de u n no-ser. Así, con la interrogación,
se introduce en el m u n d o cierta dosis de n e g a t i d a d : vemos a la N a d a
irisar el m u n d o , tornasolar sobre las cosas. Pero, a la vez, la inte-
rrogación e m a n a d e u n interrogador q u e se m u e v e en su p r o p i o ser
c o m o p r e g u n t a n t e , despegándose del ser. L a interrogación es, pues,
por definición, u n proceso h u m a n o . El h o m b r e se presenta, por ende,
al menos en este caso, c o m o u n ser q u e hace surgir y desplegarse
la N a d a en el m u n d o , en t a n t o que, con ese fin, se afecta a sí m i s m o
d e no-ser.
Estas observaciones p u e d e n servirnos d e hilo c o n d u c t o r p a r a
e x a m i n a r las negatidades de que antes hablábamos. Sin d u d a alguna,
son realidades tiascendentes: la distancia, p o r ejemplo, se nos im-
pone como algo q u e h a y q u e tener en cuenta, que hay q u e f r a n q u e a r
con esfuerzo. E m p e r o , esas realidades son de naturaleza m u y p a r -
ticular: todas ellas señalan i n m e d i a t a m e n t e u n a relación esencial
de la realidad h u m a n a con el m u n d o . T i e n e n origen en u n acto
del ser h u m a n o , sea en u n a espera, sea en u n proyecto; todas ellas
señalan u n aspecto del ser en t a n t o q u e éste aparece al ser h u m a n o
q u e se c o m p r o m e t e en el m u n d o . Y las relaciones entre el h o m b r e
y el m u n d o indicadas por las negatidades n o tienen n a d a en c o m ú n
con las relaciones a posteriori que se desprenden de nuestra actividad
empírica. N o se t r a t a t a m p o c o de esas relaciones d e utensilidad por
las cuales los objetos del m u n d o se descubren, según Heidegger, a
la "realidad h u m a n a " . T o d a negatidad aparece m á s bien c o m o u n a
d e las condiciones esenciales de esa relación d e utensilidad. P a r a
q u e la totalidad del ser se o r d e n e en torno nuestro en f o r m a d e
utensilios, despedazándose en complejos diferenciados que remiten
los unos a los otros y q u e p u e d e n servir, es menester q u e la negación
surja, n o c o m o u n a cosa entre otras cosas, sino c o m o u n a rúbrica
categorial q u e presida a la o r d e n a c i ó n y a la r e p a r t i c i ó n d e las
g r a n d e s m a s a s d e ser e n f o r m a d e cosas. Así, la surrección del h o m -
b r e e n m e d i o del ser q u e " l o inviste" h a c e q u e se d e s c u b r a u n
m u n d o . P e r o el m o m e n t o esencial y p r i m o r d i a l d e esa surrección es
la negación. Así, h e m o s a l c a n z a d o el t é r m i n o p r i m e r o d e este estu-
d i o : el h o m b r e es el ser p o r el cual la n a d a a d v i e n e al m u n d o .
P e r o esta i n t e r r o g a c i ó n p r o v o c a en seguida o t r a : ¿ q u é d e b e ser el
h o m b r e e n su ser p a r a q u e p o r él la n a d a a d v e n g a al ser?
El ser n o p u e d e e n g e n d r a r sino al ser y, si el h o m b r e está e n -
g l o b a d o e n ese proceso d e g e n e r a c i ó n , d e él n o saldrá sino ser. Si
h a de p o d e r i n t e r r o g a r sobre este proceso, es decir, cuestionarlo, es
m e n e s t e r q u e p u e d a t e n e r l o b a j o sus ojos c o m o u n c o n j u n t o , o sea
ponerse él m i s m o fuera del ser y, en el m i s m o acto, debilitar la
e s t r u c t u r a de ser del ser. E m p e r o n o es d a d o a la " r e a l i d a d h u m a n a "
a n i q u i l a r , ni a u n p r o v i s i o n a l m e n t e , la m a s a d e ser q u e está p u e s t a
f r e n t e a ella. L o q u e p u e d e m o d i f i c a r es su relación con ese ser.
P a r a ella, p o n e r f u e r a d e c i r c u i t o a u n existente p a r t i c u l a r es p o -
nerse a sí m i s m a f u e r a d e c i r c u i t o con relación a ese existente. E n
tal caso, ella le escapa, está f u e r a d e su alcance, n o p u e d e recibir
su acción, se h a r e t i r a d o allende una nada. A esta posibilidad q u e
tiene la r e a l i d a d h u m a n a d e segregar u n a n a d a q u e la aisla, D e s c a r -
tes, siguiendo a los estoicos, le d i o u n n o m b r e : es la libertad. Pero
la libertad n o es a q u í m á s q u e u n a p a l a b r a . Si q u e r e m o s p e n e t r a r
m á s en la cuestión, n o d e b e m o s c o n t e n t a r n o s c o n esa respuesta, y
h e m o s de p r e g u n t a r n o s a h o r a : ¿ Q u é d e b e ser la l i b e r t a d h u m a n a
si la n a d a d e b e a d v e n i r al m u n d o p o r ella?
N o nos es posible t o d a v í a t r a t a r e n t o d a su a m p l i t u d el p r o -
b l e m a d e la libertad E n efecto, los pasos q u e h a s t a a h o r a h e m o s
d a d o m u e s t r a n a las claras q u e la libertad n o es u n a f a c u l t a d del
a l m a h u m a n a q u e p u e d a e n c a r a r s e y describirse a i s l a d a m e n t e . L o
q u e t r a t a m o s de d e f i n i r es el ser del h o m b r e e n t a n t o q u e condi-
c i o n a la a p a r i c i ó n d e la n a d a , y ese ser sé nos h a a p a r e c i d o c o m o
libertad. Así, la libertad, c o m o condición r e q u e r i d a p a r a la nihili-
zación de la n a d a , n o es u n a propiedad q u e p e r t e n e z c a e n t r e otras
a la esencia del ser h u m a n o . Y a h e m o s h e c h o n o t a r , p o r o t r a p a r t e ,
q u e la relación e n t r e existencia y esencia n o es s e m e j a n t e e n el h o m -
b r e y en las cosas del m u n d o . L a libertad h u m a n a p r e c e d e a la
esencia del h o m b r e y la h a c e posible; la esencia del ser h u m a n o está

1
Cf. cuarta parte, cap. I.
i n suspenso en su libertad. L o que llamamos libertad es, pues, in-
distinguible del ser de la "realidad h u m a n a " . El h o m b r e no es pri-
meramente p a r a ser libre después: no hay diferencia entre el ser
del hombre y su "ser-libre". N o se trata, pues, de a b o r d a r aquí de
líente u n a cuestión q u e n o p o d r á ser t r a t a d a exhaustivamente sino
.1 la luz de u n a elucidación rigurosa del ser h u m a n o ; p e r o hemos
de tratar la libertad en conexión con el problema de la n a d a y en
la estricta m e d i d a en que condiciona la aparición de ésta.
Aparece con evidencia, en primer lugar, que la realidad h u m a n a
no puede sustraerse al m u n d o —en la interrogación, ¡a d u d a me-
tódica, la d u d a escéptica, la ¿ j t o ^ ' etc.— a menos de ser, p e r
naturaleza, a r r a n c a m i e n t o a sí m.sma. Es lo que h a b í a n visto Des-
cartes, quien f u n d a la d u d a sobre la libertad, r e c l a m a n d o p a r a nos-
otros la posibilidad de suspender nuestros juicios, y, siguiendo a
Descartes, Alain. T a m b i é n en este sentido a f i r m a Hegel la libertad
del espíritu, en la m e d i d a en que el espíritu es la mediación, es
decir, lo Negativo. Y, por otra parte, u n a de las direcciones de ia
filosofía c o n t e m p o r á n e a es la de ver en la conciencia h u m a n a u n a
especie de escaparse de sí: tal es el sentido de la trascendencia
heideggeriana; la intencionalidad de Husserl y de Brentano tiene
también, en m á s de u n respecto, el carácter de a r r a n c a m i e n t o a sí
mismo. P e r o todavía n o encararemos la libertad c o m o intraestructura
de la conciencia: por el m o m e n t o nos faltan los instrumentos y la
técnica. . . que nos permitirán llevar a bien esa empresa. L o q u e por
a h o r a nos interesa es u n a operación temporal, ya q u e la interrogación
es, al igual q u e la d u d a , u n a c o n d u c t a : supone que el ser h u m a n o
reposa p r i m e r o en el seno del ser y se a r r a n c a luego a él por u n
retroceso nihilizador. Así, pues, encaramos aquí, c o m o condición d e
la nihilización, u n a relación consigo mismo en el curso de u n proceso
temporal. Q u e r e m o s mostrar simplemente que, asimilando l¿i con-
ciencia a u n a secuencia causal indefinidamente continuada, se la
t r a n s m u t a en u n a plenitud d e ser y de este m o d o se la reincorpora
a la totalidad ilimitada del ser, como bien lo señala la inanidad de
los esfuerzos realizados por el determinismo psicológico p a r a diso-
ciarse del determinismo universal y constituirse c o m o u n a serie a p a r -
te. El c u a r t o del ausente, los libros q u e hojeaba, los objetos q u e
tocaba n o son, por sí mismos, otra cosa que unos libros, unos objetos,
es decir, actualidades plenas: las mismas huellas q u e el ausente h a
d e j a d o no p u e d e n descifrarse c o m o huellas suyas sino d e n t r o de u n a
situación en q u e está ya puesto c o m o ausente; el libro m a r c a d o con
o r e j a s y d e h o j a s gastadas, n o es p o r sí m i s m o u n libro q u e P e d r o
h a h o j e a d o y q u e ya n o h o j e a m á s : es u n v o l u m e n d e p á g i n a s d o -
b l a d a s , f a t i g a d a s , y n o p u e d e r e m i t i r sino a sí m i s m o o a o b j e t o s
presentes — a l a luz q u e lo a l u m b r a , a la m e s a q u e lo s o p o r t a — si
se lo considera c o m o la m o t i v a c i ó n p r e s e n t e y t r a s c e n d e n t e d e m i
p e r c e p c i ó n o inclusive c o m o el f l u j o sintético y r e g u l a d o d e mis i m -
presiones sensibles. D e n a d a serviría i n v o c a r u n a asociación p o r con-
t i g ü i d a d , c o m o e n el Fedón p l a t ó n i c o , q u e h a g a a p a r e c e r u n a i m a g e n
del a u s e n t e al m a r g e n d e la p e r c e p c i ó n de la lira o la c í t a r a q u e él
t o c a b a . Esta i m a g e n , si se la considera e n sí m i s m a y e n el espíritu
d e las teorías clásicas, es u n a d e t e r m i n a d a p l e n i t u d , es u n h e c h o psí-
q u i c o c o n c r e t o y positivo. P o r consiguiente, será m e n e s t e r f o r m u l a r
sobre ella u n j u i c i o n e g a t i v o d e doble f a z : s u b j e t i v a m e n t e , p a r a
significar q u e la i m a g e n no es u n a p e r c e p c i ó n ; y o b j e t i v a m e n t e , p a r a
n e g a r d e ese Pedro, cuya i m a g e n m e f o r m o , q u e esté ahí presente.
E s el f a m o s o p r o b l e m a d e las características d e la i m a g e n v e r d a d e r a ,
q u e a t a n t o s psicólogos h a p r e o c u p a d o , desde T a i n e h a s t a S p a i c r .
L a asociación, c o m o se ve, n o s u p r i m e el p r o b l e m a : lo desplaza al
nivel reflexivo. Pero, d e t o d o s m o d o s , r e c l a m a u n a n e g a c i ó n , es
d e c i r , c u a n d o m e n o s u n retroceso nihilizador d e la conciencia c o n
r e s p e c t o a la i m a g e n c a p t a d a c o m o f e n ó m e n o subjetivo, p a r a p o n e r l a ,
p r e c i s a m e n t e , c o m o n o m á s q u e u n f e n ó m e n o subjetivo. A h o r a b i e n :
h e i n t e n t a d o m o s t r a r e n o t r o l u g a r 1 q u e , si p o n e m o s primero la
i m a g e n c o m o u n a p e r c e p c i ó n renaciente, es r a d i c a l m e n t e imposible
distinguirla después d e las percepciones actuales. L a i m a g e n d e b e
e n c e r r a r en su p r o p i a e s t r u c t u r a u n a tesis nihilizadora. Se constituye
c o m o i m a g e n p o n i e n d o su o b j e t o c o m o existente en otra parte o
c o m o no existente. L l e v a e n sí u n a doble n e g a c i ó n : es p r i m e r a m e n t e ,
nihilización del m u n d o ( e n t a n t o q u e n o es el m u n d o q u i e n pre-
s e n t a a t í t u l o d e o b j e t o a c t u a l d e p e r c e p c i ó n el o b j e t o c a p t a d o c o m o
i m a g e n ) ; luego, nihilización del o b j e t o d e la i m a g e n ( e n t a n t o q u e
p u e s t o c o m o n o a c t u a l ) y, a l a vez, nihilización d e sí m i s m a ( e n
t a n t o q u e ella n o es u n proceso psíquico c o n c r e t o y p l e n o ) . E n v a n o
se i n v o c a r á n , p a r a explicar el h e c h o d e q u e y o c a p t e la a u s e n c i a d e
P e d r o e n la c á m a r a , esas f a m o s a s " i n t e n c i o n e s v a c í a s " d e Husserl,
q u e son, en g r a n p a r t e , constitutivas d e la p e r c e p c i ó n . H a y , e n efecto,
e n t r e las d i f e r e n t e s intenciones perceptivas, relaciones d e motivación
( p e r o m o t i v a c i ó n n o es c a u s a c i ó n ) y, e n t r e esas intenciones, las u n a s

1
L'ima¿ination, París, Alean, 1936.
son plenas, es decir, llenadas p o r aquello a que a p u n t a n , y l a s otras,
vacías. Pero, c o m o precisamente la m a t e r i a q u e d e b i e r a l l e n a r las
intenciones vacías no es, n o p u e d e ser ella quien las m o t i v e e n sus
respectivas estructuras. Y, c o m o las demás intenciones s o n plenas,
ellas t a m p o c o p u e d e n m o t i v a r las intenciones vacías e n t a n t o q u e
vacías. Por o t r a p a r t e , esas intenciones son r a t u r a l e z a s p s í q u i c a s , y
sería erróneo encararlas a la m a n e r a de cosas, es decir, d e recipien-
tes dados de a n t e m a n o , q u e p u d i e r a n ser, según los c a s o s , llenos
o vacíos y q u e sean p o r naturaleza indiferentes a su e s t a d o d e ple-
nitud o d e vaciedad. Parece .que Husserl n o escapó s i e m p r e a esta
ilusión cosista. P a r a q u e u n a intención sea vacía, es m e n e s t e r q u e
sea consciente de sí misma c o m o vacía, y precisamente c o m o vacía
de la m a t e r i a precisa a q u e a p u n t a . U n a intención v a c í a se cons-
tituye a sí m i s m a c o m o vacía en la m e d i d a exacta en q u e p o n e su
m a t e r i a c o m o inexistente o ausente. E n u n a p a l a b r a : u n a i n t e n c i ó n
vacía es u n a conciencia de negación que se trasciende e l l a m i s m a
hacia u n o b j e t o al cual p o n e c o m o ausente o n o existente. Así, cual-
q u i e r a q u e sea la explicación q u e demos d e ello, la a u s e n c i a d e P e d r o
requiere, p a r a ser verificada o sentida, u n m o m e n t o n e g a t i v o p o r el
cual la conciencia, en ausencia d e toda determinación a n t e r i o r , se
constituye a sí m i s m a c o m o negación. Al concebir, a p a r t i r d e mis
percepciones del c u a r t o q u e habitó, al q u e ya n o está e n el c u a r t o ,
m e veo inducido, d e t o d a necesidad, a realizar u n a c t o d e pensa-
m i e n t o q u e n i n g ú n estado anterior p u e d e d e t e r m i n a r ni m o t i v a r ; en
suma, a o p e r a r en m í m i s m o u n a r u p t u r a con el ser. Y , e n t a n t o
q u e uso c o n t i n u a m e n t e negatidades p a r a aislar y d e t e r m i n a r a los
existentes, es decir, p a r a pensarlos, la sucesión d e mis " c o n c i e n c i a s "
es u n p e r p e t u o desenganche del efecto con respecto a la causa, ya
q u e t o d o proceso nihilizador exige tener en sí m i s m o su p r o p i a f u e n t e .
E n t a n t o q u e m i estado presente f u e r a u n a p r o l o n g a c i ó n d e m i
estado anterior, q u e d a r í a e n t e r a m e n t e t a p a d a t o d a fisura p o r la cual
la negación p u d i e r a deslizarse. T o d o proceso psíquico d e nihilización
implica, pues, u n a escisión e n t r e el p a s a d o psíquico i n m e d i a t o y el
presente. Esa escisión es precisamente la n a d a . Al menos —se dirá—•
q u e d a la posibilidad d e implicación sucesiva e n t r e d ó s procesos nihi-
lizadores. M i verificación d e la ausencia d e P e d r o p o d r í a a ú n ser
d e t e r m i n a n t e d e m i pesar p o r n o verlo; n o se h a excluido la posi-
bilidad d e u n determinismo d e nihilizaciones. Pero, a p a r t e de q u e
la primera nihilización d e la serie d e b e ser d e s e n g a n c h a d a necesa-
riamente de los procesos positivos anteriores, ¿ q u é significado tiene
u n a m o t i v a c i ó n d e la n a d a p o r la n a d a m i s m a ? U n ser bien p u e d e
nihilizarse p e r p e t u a m e n t e , p e r o , e n la m e d i d a e n q u e se nihiliza,
r e n u n c i a a ser el origen d e o t r o f e n ó m e n o , así f u e r a d e u n a s e g u n d a
nihilización.
F a l t a e x p l i c a r c u á l es esa s e p a r a c i ó n , ese d e s p e g u e d e las con-
ciencias, q u e c o n d i c i o n a a t o d a n e g a c i ó n . Si c o n s i d e r a m o s la con-
ciencia a n t e r i o r e n c a r a d a c o m o m o t i v a c i ó n , vemos en seguida con
e v i d e n c i a q u e nada h a v e n i d o a deslizarse e n t r e ese e s t a d o y el es-
t a d o presente. N o h a h a b i d o solución d e c o n t i n u i d a d en el f l u j o
del despliegue t e m p o r a l : si no, volveríamos a la inadmisible con-
c e p c i ó n d e la divisibilidad i n f i n i t a del t i e m p o , y del p u n t o t e m p o r a l
o i n s t a n t e c o m o límite d e la división. T a m p o c o h a h a b i d o interca-
lación b r u s c a de u n e l e m e n t o o p a c o q u e h a y a s e p a r a d o lo a n t e r i o r
d e lo posterior, c o m o la h o j a d e u n cuchillo p a r t e e n dos u n a fruta..
N i t a m p o c o debilitamiento d e la f u e r z a m o t i v a d o r a d e la conciencia
a n t e r i o r : ella sigue s i e n d o lo q u e es, n o p i e r d e n a d a d e su u r g e n c i a .
L o q u e s e p a r a lo a n t e r i o r d e lo posterior es p r e c i s a m e n t e nada. Y
este n a d a es a b s o l u t a m e n t e i n f r a n q u e a b l e , j u s t a m e n t e p o r q u e n o es
n a d a ; p u e s e n t o d o o b s t á c u l o q u e h a d e f r a n q u e a r s e h a y algo posi-
t i v o q u e se d a c o m o lo q u e d e b e ser f r a n q u e a d o . Pero, e n el caso
q u e nos o c u p a , en v a n o buscaríase u n a resistencia q u e q u e b r a n t a r ,
u n o b s t á c u l o q u e f r a n q u e a r . L a c o n c i e n c i a a n t e r i o r s i e m p r e está ahí
( b i e n q u e c o n la m o d i f i c a c i ó n d e " p r e t e r i d a d " ) y m a n t i e n e s i e m p r e
u n a relación d e i n t e r p r e t a c i ó n con la conciencia p r e s e n t e ; pero, sobre
el f o n d o d e esa relación existencial, está p u e s t a f u e r a d e juego, f u e r a
d e circuito, e n t r e paréntesis, e x a c t a m e n t e c o m o lo está, a los ojos
del q u e p r a c t i c a la " é j i o / r i " f e n o m e n o l ó g i c a , el m u n d o en él y
f u e r a de él. Así, la c o n d i c i ó n p a r a q u e la r e a l i d a d h u m a n a p u e d a
n e g a r el m u n d o e n t o d o o en p a r t e , es q u e ella lleve e n sí la n a d a
c o m o ese nada q u e s e p a r a su p r e s e n t e d e t o d o su p a s a d o . P e r o n o
es eso t o d o ; p u e s este nada así e n c a r a d o n o t e n d r í a t o d a v í a el sentido
d e la n a d a : u n a suspensión del ser q u e p e r m a n e c e r í a i n n o m i n a d a ,
q u e n o sería conciencia d e s u s p e n d e r el ser, v e n d r í a desde f u e r a d e
la c o n c i e n c i a y t e n d r í a p o r e f e c t o escindirla en dos, r e i n t r o d u c i e n d o
la o p a c i d a d e n el seno d e esa lucidez a b s o l u t a A d e m á s , ese n a d a
n o sería n e g a t i v o e n m o d o a l g u n o . L a n a d a , c o m o a n t e s h e m o s visto,
es f u n d a m e n t o d e la n e g a c i ó n p o r q u e la lleva o c u l t a e n sí m i s m a ;
p o r q u e es la n e g a c i ó n c o m o ser. Es necesario, pues, q u e el ser cons-

1
Véase Introducción, III.
< lente se constituya a sí m i s m o c o n respecto a su p a s a d o c o m o sepa-
r a d o de ese p a s a d o p o r u n a n a d a ; es necesario q u e sea c o n c i e n c i a
d e esta escisión d e ser, p e r o n o c o m o u n f e n ó m e n o p o r él p a d e c i d o ,
sino c o m o u n a e s t r u c t u r a conciencial q u e él es. L a l i b e r t a d es el
ser h u m a n o e n c u a n t o p o n e su p a s a d o f u e r a d e juego, s e g r e g a n d o
su p r o p i a n a d a . E n t e n d a m o s bien q u e esta n e c e s i d a d p r i m e r a d e
ser su p r o p i a n a d a n o a p a r e c e a la c o n c i e n c i a d e m o d o i n t e r m i t e n t e
y con ocasión d e negaciones singulares: n o h a y m o m e n t o d e la v i d a
psíquica e n q u e n o a p a r e z c a n , a t í t u l o p o r lo m e n o s d e e s t r u c t u r a s
secundarias, c o n d u c t a s n e g a t i v a s o i n t e r r o g a t i v a s ; y la c o n c i e n c i a
se vive a sí m i s m a d e m o d o c o n t i n u o c o m o nihilización d e su ser
j jasado.
Pero, sin d u d a , se c r e e r á p o d e r d e v o l v e r n o s a q u í u n a o b j e c i ó n
d e q u e nos h e m o s servido f r e c u e n t e m e n t e : si la c o n c i e n c i a nihiliza-
d o r a n o existe sino c o m o c o n c i e n c i a d e nihilización, se d e b e r í a p o d e r
d e f i n i r y describir u n m o d o p e r p e t u o d e conciencia, p r e s e n t e como
conciencia, el c u a l sería c o n c i e n c i a d e nihilización. ¿ E x i s t e esta c o n -
c i e n c i a ? H e a q u í , pues, la n u e v a cuestión q u e se p l a n t e a : si la
libertad es el ser d e la conciencia, la c o n c i e n c i a d e b e ser c o m o c o n -
ciencia de libertad. ¿ C u á l es la f o r m a q u e t o m a esta c o n c i e n c i a d e
l i b e r t a d ? E n la libertad, el ser h u m a n o es su p r o p i o p a s a d o (así
c o m o t a m b i é n su p r o p i o p o r v e n i r ) e n f o r m a d e nihilización. Si
nuestros análisis n o nos h a n e x t r a v i a d o , d e b e existir p a r a el ser hu->
m a n o , e n t a n t o q u e es consciente d e ser, c i e r t a m a n e r a d e situarse
f r e n t e a su p a s a d o y su p o r v e n i r c o m o s i e n d o a la vez ese p a s a d o y
ese p o r v e n i r y c o m o n o siéndolos. P o d r e m o s d a r a esta cuestión u n a
respuesta i n m e d i a t a : el h o m b r e t o m a c o n c i e n c i a d e su l i b e r t a d e n
la a n g u s t i a , o, si se p r e f i e r e , la a n g u s t i a es el m o d o d e ser d e la
libertad c o m o c o n c i e n c i a d e ser, y e n l a a n g u s t i a la l i b e r t a d está e n
su ser cuestionándose a sí m i s m a .
K i e r k e g a a r d , al describir la a n g u s t i a a n t e s d e la c u l p a , la c a -
racteriza c o m o a n g u s t i a a n t e la l i b e r t a d . P e r o H e i d e g g e r , q u e , c o m o
es sabido, h a s u f r i d o p r o f u n d a m e n t e la i n f l u e n c i a d e K i e r k e g a a r d 1 ,
considera al c o n t r a r i o a la a n g u s t i a c o m o la c a p t a c i ó n d e la n a d a .
Estas dos descripciones de la a n g u s t i a n o nos p a r e c e n c o n t r a d i c t o -
rias: al c o n t r a r i o , se i m p l i c a n m u t u a m e n t e .
E n p r i m e r lugar, h a de darse la r a z ó n a K i e r k e g a a r d : la a n g u s t i a
se distingue del m i e d o e n q u e el m i e d o es m i e d o d e los seres del

1
J. W a h l , "Kierkegaard et Heidegger", en Études kierkegaardiennes.
m u n d o m i e n t r a s q u e la angustia es angustia a n t e m í mismo. E l
vértigo es angustia en la m e d i d a en q u e temo, n o c a e r en el preci-
picio, sino a r r o j a r m e a él. U n a situación q u e provoca el m i e d o e n
t a n t o q u e a m e n a z a m o d i f i c a r desde f u e r a m i vida y m i ser, provoca
la angustia en la m e d i d a e n q u e desconfío d e mis reacciones a p r o -
p i a d a s p a r a la situación. El z a f a r r a n c h o d e artillería q u e precede al
a t a q u e p u e d e p r o v o c a r m i e d o en el soldado q u e sufre el b o m b a r d e o ,
p e r o c o m e n z a r á la angustia e n él c u a n d o intente prever las c o n d u c t a s
q u e h a d e o p o n e r al bombardeo, c u a n d o se p r e g u n t e si p o d r á
" a g u a n t a r " . A n á l o g a m e n t e , el movilizado q u e se incorpora a su c a m -
p a m e n t o al comienzo d e la g u e r r a p u e d e , en ciertos casos, tener
m i e d o d e la m u e r t e ; pero, m u c h o m á s a m e n u d o , tiene " m i e d o de
t e n e r m i e d o " , es decir, se angustia a n t e sí mismo. Casi siempre las
situaciones peligrosas o a m e n a z a n t e s tienen facetas: se las a p r e h e n -
d e r á a través de u n sentimiento d e m i e d o o d e u n sentimiento d e
angustia según se e n c a r e la situación c o m o a c t u a n t e sobre el h o m b r e
o al h o m b r e c o m o a c t u a n t e sobre la situación. El individuo q u e
a c a b a de recibir " u n r u d o golpe", q u e h a p e r d i d o en u n a quiebra
g r a n p a r t e d e sus recursos, p u e d e t e n e r m i e d o de la pobreza q u e lo
a m e n a z a . Se angustiará u n instante después, c u a n d o , retorciéndose
nerviosamente las m a n o s (reacción simbólica a n t e la acción q u e se
i m p o n e p e r o q u e p e r m a n e c e a ú n e n t e r a m e n t e i n d e t e r m i n a d a ) , ex-
c l a m a : " ¿ Q u é voy a h a c e r ? P e r o ¿ q u é voy a h a c e r ? " E n este
sentido, el m i e d o y la angustia son m u t u a m e n t e excluyentes, ya q u e
el m i e d o es aprehensión irreflexiva d e lo trascendente y la angustia
es aprehensión reflexiva del sí-mismo; la u n a nace d e la destrucción
d e la otra, y el proceso normal, en el caso q u e a c a b o de citar, es u n
tránsito constante d e la u n a a la otra. Pero existen t a m b i é n situa-
ciones en q u e la angustia aparece p u r a , es decir, sin estar j a m á s pre-
cedida ni seguida del miedo. Si, p o r ejemplo, se m e h a elevado a
u n a n u e v a d i g n i d a d y se m e h a e n c a r g a d o u n a misión delicada y
h a l a g a d o r a , p u e d o a n g u s t i a r m e a n t e la idea d e q u e acaso n o seré
c a p a z d e cumplirla, sin t e n e r pizca d e m i e d o p o r las consecuencias
de m i posible fracaso.
¿ Q u é significa la angustia, en los diversos ejemplos q u e a c a b o
d e d a r ? R e t o m e m o s el e j e m p l o del vértigo. El vértigo se a n u n c i a
p o r el m i e d o : a n d o p o r u n sendero angosto y sin p a r a p e t o q u e v a
b o r d e a n d o u n precipicio. El precipicio se m e d a c o m o vitando, re-
presenta u n peligro de m u e r t e . A la vez, concibo cierto n ú m e r o d e
causas dependientes del d e t e r m i n i s m o universal, q u e p u e d e n trans-
Iorinar esa a m e n a z a d e m u e r t e e n r e a l i d a d : p u e d o r e s b a l a r sobre
u n a p i e d r a y c a e r e n el a b i s m o ; la t i e r r a d e s u n i d a del s e n d e r o p u e d e
h u n d i r s e b a j o mis pasos. A través d e estas d i f e r e n t e s previsiones,
estoy d a d o a m í m i s m o c o m o u n a cosa, soy pasivo c o n respecto a
esas posibilidades: éstas a c u d e n a m í desde f u e r a ; en t a n t o q u e yo
soy también u n o b j e t o del m u n d o , s o m e t i d o a la a t r a c c i ó n universal,
no son mis posibilidades. E n ese m o m e n t o a p a r e c e el miedo, q u e es
c a p t a c i ó n d e m í mismo, a p a r t i r de la situación, c o m o t r a s c e n d e n t e
destructible en m e d i o de los trascendentes, c o m o o b j e t o q u e n o
tiene en sí el origen d e su f u t u r a d e s a p a r i c i ó n . L a reacción será d e
o r d e n reflexivo: " p r e s t a r é a t e n c i ó n " a las p i e d r a s del c a m i n o , m e
m a n t e n d r é lo m á s lejos posible del b o r d e del sendero. M e realizo
c o m o a p a r t a n d o con todas mis f u e r z a s la situación a m e n a z a d o r a y
proyecto a n t e m í cierto n ú m e r o d e c o n d u c t a s f u t u r a s destinadas a
a l e j a r d e m í las a m e n a z a s del m u n d o . Estas c o n d u c t a s son mis
posibilidades. E s c a p o al m i e d o p o r el h e c h o m i s m o d e s i t u a r m e e n
un p l a n o d o n d e mis posibilidades p r o p i a s sustituyen a p r o b a b i l i d a -
des trascendentes en q u e la a c t i v i d a d h u m a n a n o t e n í a n i n g ú n lu-
gar. P e r o esas c o n d u c t a s , p r e c i s a m e n t e p o r ser mis posibilidades, n o
se m e a p a r e c e n c o m o d e t e r m i n a d a s p o r causas a j e n a s a mí. N o sólo
n o es r i g u r o s a m e n t e cierto q u e h a y a n de ser eficaces, sino q u e , sobre
todo, n o es r i g u r o s a m e n t e cierto q u e h a y a n de ser m a n t e n i d a s , p u e s
n o tienen existencia suficiente p o r sí; se p o d r í a decir, a b u s a n d o d e
la expresión de Berkeley, q u e su "ser es u n s e r - m a n t e n i d o " y q u e
su "posibilidad de ser n o es sino u n d e b e r - s e r - m a n t e n i d o " 1 . P o r
esta razón, su posibilidad tiene p o r condición necesaria la posibilidad
de c o n d u c t a s c o n t r a d i c t o r i a s (no p r e s t a r a t e n c i ó n a las p i e d r a s del
c a m i n o , correr, p r e s t a r a t e n c i ó n a o t r a cosa) y la posibilidad de las
c o n d u c t a s c o n t r a r i a s (ir a a r r o j a r m e al p r e c i p i c i o ) . El posible a l
q u e c o n v i e r t o e n mi posible c o n c r e t o n o p u e d e a p a r e c e r c o m o m i
posible sino destacándose sobre el f o n d o del c o n j u n t o d e los posibles
lógicos q u e la situación c o m p o r t a . P e r o estos posibles d e n e g a d o s n o
tienen, a su vez, o t r o ser q u e su " s e r - m a n t e n i d o s " ; yo soy q u i e n los
m a n t i e n e e n el ser e, i n v e r s a m e n t e , su no-ser p r e s e n t e es u n " n o -
d e b e r - s e r - m a n t e n i d o s " . N i n g u n a causa exterior los a p a r t a r á . Sólo
yo soy la f u e n t e p e r m a n e n t e d e su no-ser, m e c o m p r o m e t o e n ellos:
p a r a h a c e r a p a r e c e r mi posible, p o n g o los d e m á s posibles con el f i n
d e nihilizarlos. Esto n o p r o d u c i r í a a n g u s t i a si p u d i e r a c a p t a r m e a mí

1
Volveremos sobre los posibles en la segunda parte de la obra.
mismo en mis relaciones con esos posibles c o m o u n a causa q u e pro-
d u c e sus efectos. E n este caso, el efecto d e f i n i d o c o m o m i posible
estaría rigurosamente determinado. Pero cesaría entonces d e ser
posible: se convertiría simplemente en por-venir. Así, pues, si qui-
siera evitar la angustia y el vértigo, bastaría q u e pudiera considerar
los motivos (instinto de conservación, m i e d o anterior, etc.) q u e m e
hacen denegar la situación e n c a r a d a c o m o determinante de m i con-
d u c t a anterior, a la m a n e r a en q u e la presencia de u n a masa deter-
m i n a d a en u n p u n t o d a d o es d e t e r m i n a n t e con respecto a los tra-
yectos efectuados p o r otras masas: bastaría q u e captase en mí u n
riguroso determinismo psicológico. Pero precisamente m e angustio
p o r q u e mis conductas n o son sino posibles, y esto significa justa-
m e n t e q u e dichos motivos, a u n q u e constituyendo u n c o n j u n t o de
motivos para a p a r t a r esa situación, son captados p o r mí al mismo
t i e m p o c o m o insuficientemente eficaces. E n el mismo m o m e n t o en
q u e m e c a p t o c o m o siendo horror del precipicio, tengo conciencia
de este horror c o m o no determinante con respecto a mi c o n d u c t a
posible. E n u n sentido, ese horror reclama u n a c o n d u c t a de p r u -
dencia y es en sí mismo esbozo d e esta c o n d u c t a ; en otro sentido,
n o pone sino c o m o posibles los desarrollos ulteriores de esa conducta,
precisamente p o r q u e yo n o lo c a p t o c o m o causa de tales desarrollos
ulteriores, sino c o m o exigencia, reclamo, etc., etc. Pero hemos visto
q u e la conciencia d e ser es el ser d e la conciencia. N o se t r a t a aquí,
pues, de u n a contemplación del horror ya constituido, q u e pudiera
yo efectuar con posterioridad: el ser mismo del horror es aparecerse
a sí mismo c o m o no siendo causa de la c o n d u c t a q u e él mismo re-
clama. En u n a p a l a b r a : p a r a evitar el miedo, que m e presenta u n
porvenir trascendente rigurosamente determinado, m e refugio en la
reflexión, pero ésta n o tiene otra cosa q u e ofrecerme sino u n inde-
t e r m i n a d o porvenir. Esto significa que, al constituir cierta conducta
c o m o posible, m e doy cuenta, precisamente p o r q u e ella es mi posible,
de q u e nada p u e d e obligarme a m a n t e n e r esa conducta. Empero,
yo estoy, p o r cierto, allí en el porvenir; p o r cierto, tiendo con todas
mis fuerzas hacia aquel q u e seré d e n t r o de u n momento, al doblar
ese recodo; y, e n este sentido, hay ya u n a relación entre m i ser
f u t u r o y m i ser presente. Pero, en el seno de esta relación, se h a
deslizado u n a n a d a : yo n o soy aquel q u e seré. E n primer lugar, n o
lo soy p o r q u e el t i e m p o m e separa de ello. Después, p o r q u e lo q u e
yo soy no es el f u n d a m e n t o de lo que seré. Por último, p o r q u e
n i n g ú n existente actual puede d e t e r m i n a r rigurosamente lo que voy
a ser. C o m o , sin e m b a r g o , soy ya lo q u e seré (si no, n o estaría i n t e -
r e s a d o e n ser tal o c u a l ) , yo soy el que seré, en el modo del no serlo.
Soy l l e v a d o h a c i a el p o r v e n i r a través d e m i h o r r o r , y éste se nihiliza
e n c u a n t o q u e constituye al p o r v e n i r c o m o posible. L l a m a r e m o s
angustia, p r e c i s a m e n t e , a la conciencia d e ser u n o su p r o p i o p o r v e n i r
e n el m o d o del n o serlo. Y p r e c i s a m e n t e la nihilización del h o r r o r
c o m o motivo, q u e tiene p o r e f e c t o r e f o r z a r el h o r r o r c o m o estado,
tiene p o r c o n t r a p a r t i d a positiva la a p a r i c i ó n d e las d e m á s c o n d u c t a s
( e n p a r t i c u l a r la d e la consistente e n a r r o j a r m e al precipicio) c o m o
mis posibles posibles. Si nada m e constriñe a salvar m i v i d a , nada
m e i m p i d e p r e c i p i t a r m e al abismo. L a c o n d u c t a decisi"a e m a n a r á
d e u n yo q u e t o d a v í a n o soy. Así, el yo q u e soy d e p e n d e e n sí
m i s m o del y o q u e n o soy todavía, e n la m e d i d a e x a c t a e n q u e el
yo q u e n o soy t o d a v í a n o d e p e n d e del yo q u e soy. Y el v é r t i g o
a p a r e c e c o m o la c a p t a c i ó n d e esa d e p e n d e n c i a . M e a c e r c o al a b i s m o
y mis m i r a d a s m e b u s c a n e n su fon^"> a m í . D e s d e este m o m e n t o ,
j u e g o c o n mis posibles. M i s ojos, ai i*ecorrer el precipicio d e a r r i b a
a b a j o , p e r s o n i f i c a n 1 m í c a í d a posible y la realizan s i m b ó l i c a m e n t e ;
al m i s m o t i e m p o , la c o n d u c t a d e suicida, p o r el h e c h o d e convertirse
e n " m i posible" posible h a c e a p a r e c e r a su vez motivos posibles p a r a
a d o p t a r l a (el suicidio h a r á cesar la a n g u s t i a ) . Felizmente, estos m o -
tivos, a su vez, p o r el solo h e c h o d e ser motivos d e u n posible, se
d a n c o m o ineficientes, c o m o n o - d e t e r m i n a n t e s : n o p u e d e n producir
el suicidio, así c o m o t a m p o c o m i h o r r o r a la c a í d a p u e d e determinar-
me a evitarla. E n general, esta c o n t r a - a n g u s t i a h a c e cesar la a n -
gustia t r a n s m u t á n d o l a e n indecisión. L a indecisión, a su vez, l l a m a
a la decisión: u n o se a l e j a b r u s c a m e n t e del b o r d e del precipicio y
r e t o m a el c a m i n o .
El e j e m p l o q u e a c a b a m o s d e a n a l i z a r nos h a m o s t r a d o lo q u e
p o d r í a m o s l l a m a r " a n g u s t i a a n t e el p o r v e n i r " . Existe o t r a : l a a n -
gustia a n t e el p a s a d o . Es la del j u g a d o r q u e h a d e c i d i d o libre y
s i n c e r a m e n t e n o j u g a r m á s y q u e , c u a n d o se a p r o x i m a al " t a p e t e
v e r d e " , ve d e p r o n t o " n a u f r a g a r " t o d a s sus resoluciones. A m e n u d o
se h a descrito este f e n ó m e n o c o m o si la visión d e l a m e s a d e j u e g o
d e s p e r t a r a e n nosotros u n a t e n d e n c i a q u e e n t r a e n c o n f l i c t o con
n u e s t r a resolución a n t e r i o r y a c a b a p o r a r r a s t r a r n o s pese a ésta.
A p a r t e d e q u e s e m e j a n t e descripción está h e c h a e n t é r m i n o s cosistas
y p u e b l a la m e n t e d e f u e r z a s a n t a g ó n i c a s —es, p o r e j e m p l o , la h a r t o

1
Mimer: personificar, representar como un actor o mimo. (M del T.)
famosa '"lucha de la razón contra las pasiones", de los moralistas—,.
n o da razón de los hechos. E n realidad — y ahí están las cartas d e
Dostoievsky p a r a atestiguarlo— n a d a hay en nosotros q u e se parezca
a u n debate interior, c o m o si h u b i é r a m o s d e pesar motivos y móviles,
antes de decidirnos. L a resolución anterior de "110 j u g a r m á s " está
siempre ahí, y, en la mayoría de los casos, el j u g a d o r puesto en
presencia de la mesa de j u e g o se vuelve hacia ella p a r a pedirle
auxilio: pues no quiere j u g a r m á s o, más bien, h a b i e n d o t o m a d o
la víspera su resolución, se piensa a ú n c o m o no q u e r i e n d o j u g a r
m á s ; cree en u n a eficacia de esa resolución. Pero lo q u e c a p t a en-
tonces con angustia es precisamente la total ineficacia de la resolu-
ción pasada. Ésta está ahí, sin d u d a , pero congelada, ineficaz, tras-
cendida por el hecho mismo de q u e tengo conciencia de ella. Yo
soy todavía esa resolución, en la m e d i d a en q u e realizo perpetua-
m e n t e m i identidad conmigo mismo a través del f l u j o t e m p o r a l ; p e r o
yo n o la soy ya por el h e c h o de q u e ella es para m i conciencia. M e
le escapo; ella fracasa en la misión q u e yo le había confiado. T a m -
bién aquí, yo la soy en el m o d o del no-serla. L o q u e el j u g a d o r c a p t a
en este instante es, u n a vez más, la r u p t u r a p e r m a n e n t e del deter-
minismo, la n a d a q u e lo separa de sí: ¡ H u b i e r a q u e r i d o ' t a n t o n o
j u g a r ! ; ayer mismo tuve u n a aprehensión sintética de la situación
( r u i n a q u e m e a m e n a z a , desesperación de mis allegados) c o m o ve-
dándome jugar. M e parecía así h a b e r constituido c o m o u n a barrera
real entre el juego y yo, y h e aquí q u e — l o percibo de súbito-—
esa aprehensión sintética n o es m á s q u e el recuerdo d e u n a idea, el
recuerdo de u n sentimiento: p a r a q u e a c u d a a a y u d a r m e n u e v a m e n t e
es necesario que la rehaga ex nihilo y libremente-, ya n o es más q u e
u n o de mis posibles, ni m á s ni menos q u e c o m o el h e c h o de j u g a r
es otro. Ese t e m o r d e desolar a m i familia, m e es necesario reco-
brarlo, recrearlo c o m o t e m o r vivido; se m a n t i e n e tras de m í c o m o
un f a n t a s m a sin huesos; de mí solo d e p e n d e q u e le preste m i c a r n e
o no. Estoy solo y d e s n u d o c o m o la víspera a n t e la tentación y,
tras h a b e r edificado pacientemente barreras y muros, tras h a b e r m e
e n c e r r a d o en el círculo m á g i c o d e u n a resolución, percibo con a n -
gustia q u e nada m e impide jugar. Y l a angustia soy yo, puesto que,
por el solo h e c h o de q u e m e transporto a la existencia c o m o concien-
cia de ser, m e h a g o dejar de ser ese p a s a d o d e buenas resoluciones
que soy.

Sería v a n o o b j e t a r q u e esa angustia tiene por única condición


la ignorancia del determinismo psicológico subyacente.: m e sentiría
.msioso a causa de q u e desconozco los móviles reales y eficaces que,
r a la sombra del inconsciente, d e t e r m i n a n mi acción. Respondere-
mos, en p r i m e r lugar, que la angustia n o se nos h a a p a r e c i d o c o m o
una prueba de la libertad h u m a n a : ésta se nos h a d a d o c o m o la
condición necesaria de la interrogación. Q u e r í a m o s solamente mos-
trar q u e existe u n a conciencia específica de libertad y que esta con-
ciencia e r a la angustia. Esto significa q u e hemos querido establecer
la angustia en su estructura esencial c o m o conciencia de libertad.
Y, desde este p u n t o de vista, la existencia de u n determinismo psico-
lógico n o podría invalidar los resultados de nuestra descripción. E n
efecto: o bien la angustia es ignorancia ignorada de ese determinis-
mo, y entonces se capta, efectivamente, c o m o libertad; o bien se
pretende q u e la angustia es conciencia de ignorar las causas reales
de nuestros actos: la angustia provendría, entonces, d e q u e presen-
timos, agazapados en el f o n d o d e nosotros mismos, motivos mons-
truosos que desencadenan d e p r o n t o actos culpables; pero, en este
caso, nos apareceríamos de p r o n t o a nosotros mismos c o m o cosas del
mundo, seríamos nuestra propia situación trascendente, y la angus-
tia se desvanecería p a r a d e j a r su lugar al temor, pues el temor es
aprehensión sintética d e lo transcendente c o m o temible.
Esa libertad q u e se nos descubre en la angustia p u e d e caracte-
rizarse p o r la existencia de aquel nada q u e se insinúa e n t r e los m o -
tivos y el acto. M i acto n o escapa a la determinación de los motivos
porque yo sea libre, sino que, al contrario, la estructura de los m o -
tivos c o m o ineficientes es condición de m i libertad. Y si se pre-
g u n t a cuál es ese nada que f u n d a la libertad, responderemos q u e n o
se lo p u e d e describir, puesto q u e no es; p e r o q u e se p u e d e al menos
d a r su sentido, en c u a n t o ese n a d a es sido p o r el ser h u m a n o en sus
relaciones consigo mismo. Corresponde a la necesidad q u e el motivo
tiene de n o aparecer c o m o motivo sino en c u a n t o correlación de u n a
conciencia de motivo. E n u n a p a l a b r a : desde el m o m e n t o q u e re-
nunciamos a la hipótesis de los contenidos d e conciencia, hemos de
reconocer que n o hay jamás motivo en la conciencia: n o lo h a y sino
para la conciencia. Y, p o r el h e c h o mismo d e q u e el motivo sólo
puede surgir c o m o aparición, se constituye a sí mismo c o m o ineficaz.
Sin d u d a , n o tiene la exterioridad de la cosa espaciotemporal: per-
tenece siempre a la subjetividad y es c a p t a d o c o m o mío; p e r o es,
por naturaleza, trascendencia en la inmanencia, y la conciencia
escapa a él p o r el h e c h o m i s m o de ponerlo, ya q u e a ella i n c u m b e
•entonces conferirle su significación y su importancia. Así, el nada
que separa al motivo de la conciencia se caracteriza como trans-
cendencia en la inmanencia; al producirse a sí misma como inma-
nencia, la conciencia nihiliza el nada que la hace existir p a r a sí
misma como trascendencia. Pero se ve que esa n a d a que es con-
dición de toda negación transcendente n o puede elucidarse sino
partiendo de otras dos nihilizaciones primordiales: l 9 , la conciencia
no es su propio motivo en t a n t o que es vacía de todo contenido, y
esto n: remite a u n a estructura nihilizadora del cogito prerreflexivo;
2 9 , la conciencia está frente a u n sí-mismo que ella es en el m o d o
del no serlo, y esto nos remite a una estructura nihilizadora de la
temporalidad.
N o pedemos tratar aún de elucidar estos dos tipos de nihiliza-
ción: no disponemos, por el momento, de las técnicas necesarias.
Basta hacer notar que la explicación definitiva de la negación n o
p o d r á darse sino en el m a r c o de u n a descripción de la conciencia
(de) sí y de la temporalidad.
L o que conviene advertir aquí es que la libertad que se m a n i -
fiesta por la angustia se caracteriza por u n a obligación perpetua-
mente renovada de rehacer el Yo que designa al ser libre. En efecto:
c u a n d o mostrábamos, hace poco, que mis posibles eran angustiosos
porque mantenerlos en su existencia dependía sólo de mí, ello n o
quería decir que derivaran de u n yo que —él sí, al menos— estuviera
d a d o previamente y pasara, en el flujo temporal, de u n a conciencia
a otra. El jugador que debe realizar de nuevo la apercepción sin-
tética de una situación que le veda jugar, debe reinventar al mismo
tiempo el yo que puede apreciar esa situación, que "está en situa-
ción". Ese yo, con su contenido a priori e histórico, es la esencia del
hombre. Y la angustia como manifestación de la libertad frente a
sí mismo significa que el hombre está siempre separado de su esencia
por una nada. H a de retomarse aquí la frase de Hegel: "Wesen
ist was gewesen ist", " L a esencia es lo que ha sido". La esencia es
todo cuanto puede indicarse del ser h u m a n o por medio de las pala-
bras: eso es. Por ello, es la totalidad de los caracteres que explican
el acto. Pero el acto está siempre allende esa esencia; no es acto
h.>mano sino en cuanto trasciende toda explicación que se le dé,
precisamente porque todo cuanto puede designarse en el hombre
por la f ó r m u l a : eso es, por ese mismo hecho ya ha sido. El h o m b r e
lleva consigo continuamente una comprehensión prejudicativa de su
esencia, pero por eso mismo está separado de ella por u n a nada. L a
esencia es todo cuanto la realidad h u m a n a capta de sí misma como
habiendo sido. Y aquí a p a r e c e la angustia c o m o captación del sí-
mismo en c u a n t o éste existe c o m o m o d o p e r p e t u o de a r r a n c a m i e n t o
a aquello-que-es; o, m e j o r a ú n , en c u a n t o se hace existir como tal.
Pues j a m á s podemos c a p t a r u n a vivencia c o m o u n a consecuencia
viviente de esa naturaleza q u e es la nuestra. El f l u j o de nuestra
conciencia constituye, en su transcurso, esa n a t u r a l e z a ; pero ésta
p e r m a n e c e siempre a nuestra zaga y nos infesta c o m o el objeto per-
m a n e n t e d e nuestra comprensión retrospectiva. Esta naturaleza, en
t a n t o q u e es exigencia sin ser recurso, es c a p t a d a c o m o angustiosa.
E n la angustia, la libertad se angustia a n t e sí misma en t a n t o
q u e nada la solicita ni la t r a b a jamás. Pero q u e d a en pie, se dirá,
el hecho de q u e la libertad acaba de ser definida c o m o u n a estruc-
tura p e r m a n e n t e del ser h u m a n o : si la angustia la manifiesta, ésta
debería ser u n estado p e r m a n e n t e de m i a f e c t i v i d a d ; pero, al con-
trario, es c o m p l e t a m e n t e excepcional. ¿ C ó m o explicar la rareza del
f e n ó m e n o de la angustia?
H a de notarse, en p r i m e r lugar, q u e las situaciones más corrien-
tes d e nuestra vida, aquellas en q u e c a p t a m o s nuestros posibles como
tales en y por la realización activa de estos posibles, no se nos m a -
nifiestan por la angustia p o r q u e por su estructura misma excluyen la
aprehensión angustiada. L a angustia, en efecto, es el reconocimiento
de u n a posibilidad como mi posibilidad, es decir, q u e se constituye
c u a n d o la conciencia se ve escindida de su esencia por la n a d a o
separada del f u t u r o por su libertad misma. Esto significa q u e u n
n a d a nihilizador m e quita toda excusa y que, a la vez, lo que p r o -
yecto c o m o mi ser f u t u r o está siempre nihilizado y reducido a la
categoría de simple posibilidad p o r q u e el f u t u r o q u e yo soy q u e d a
f u e r a de mi alcance. Pero conviene n o t a r que, en estos diferentes
casos, se t r a t a de u n a f o r m a temporal p o r la cual m e espero en el
f u t u r o , p o r la cual " m e doy cita del otro lado de esta hora, de este
día o de este mes". L a angustia es el temor de n o e n c o n t r a r m e en
esa cita, de ni siquiera querer acudir a ella. Pero p u e d o también
e n c o n t r a r m e c o m p r o m e t i d o en actos a u e m e revelan mis posibili-
dades en el instante mismo en q u e las realizan. E n el acto de en-
cender este cigarrillo reconozco m i posibilidad concreta o, si se quiere,
mi deseo de f u m a r ; por el a c t o mismo de acercar a mí este papel
y esta p l u m a m e doy c o m o mi posibilidad más i n m e d i a t a la acción
d e t r a b a j a r en esta o b r a : h e m e aquí c o m p r o m e t i d o en ella, y la
descubro en el m o m e n t o mismo en q u e ya a ella m e lanzo. En ese
instante, ciertamente, sigue siendo mi posibilidad, ya q u e p u e d o a
c a d a instante a p a r t a r m e d e m i t r a b a j o , rechazar el c u a d e r n o , cerrar
con el c a p u c h ó n m i estilográfica. P e r o esta posibilidad d e i n t e r r u m -
pir la acción es r e c h a z a d a a segundo p l a n o p o r el h e c h o d e q u e la
acción q u e se m e descubre a través d e mi acto tiende a cristalizarse
c o m o f o r m a transcendente y relativamente independiente. L a con-
ciencia del h o m b r e en acción es conciencia irreflexiva. Es conciencia
de algo, y lo transcendente q u e a ella se descubre es de u n a n a t u -
raleza p a r t i c u l a r : es u n a estructura de exigencia del m u n d o , q u e
d e s c u b r e correlativamente en ella relaciones complejas de utensilidad.
E n el acto de trazar las letras q u e trazo, la frase total, inconclusa
a ú n , se revela c o m o exigencia pasiva de ser trazada. L a frase es el
sentido mismo d e las letras q u e f o r m o y su r e c l a m o n o está cues-
tionado, ya que, justamente, n o p u e d o trazar las palabras sin tras-
c e n d e r l a s h a c i a ella, y la descubro c o m o condición necesaria del
sentido d e las p a l a b r a s q u e trazo. A la vez, y e n el c u a d r o mismo
del acto, u n c o m p l e j o indicativo de utensilios se revela y se organiza
(pluma-tinta-papel-líneas-margen, e t c . ) , c o m p l e j o q u e n o p u e d e ser
c a p t a d o p o r sí mismo sino q u e surge en el seno de la trascendencia
q u e m e es descubierta p o r la frase q u e h e de escribir, c o m o exigencia
pasiva. Así, en la cuasi-generalidad de los actos cotidianos, estoy
c o m p r o m e t i d o , h e a p o s t a d o ya y descubro mis posibles realizándolas,
y en el a c t o mismo de realizarlas c o m o exigencias, apremios, utensi-
lidades. Y, sin d u d a , en todo acto de esta especie p e r m a n e c e la
posibilidad d e cuestionar tal acto, en t a n t o q u e éste remite a fines
más lejanos y m á s esenciales c o m o a sus significaciones últimas y a
mis posibilidades esenciales. P o r ejemplo, la frase que escribo es la
significación d e las letras q u e trazo, p e r o la obra íntegra q u e quiero
p r o d u c i r es la significación de la frase. Y esta obra es u n a posibili-
d a d acerca d e la cual p u e d o sentir angustia: es v e r d a d e r a m e n t e mi
posible, y n o sé si m a ñ a n a la proseguiré; m a ñ a n a , con relación a
ella, m i libertad p u e d e ejercer su p o d e r nihilizador. Sólo q u e esta
a n g u s t i a implica la captación d e la obra en t a n t o q u e tal c o m o mi
posibilidad; es menester q u e m e coloque directamente f r e n t e a la
o b r a y q u e c a p t e vivencialmente m i relación con ella. Esto significa
q u e n o sólo d e b o p l a n t e a r a su respecto p r e g u n t a s objetivas del t i p o :
" ¿ H a c e f a l t a escribir esta o b r a ? " , pues estas p r e g u n t a s m e remiten
simpiemente a significaciones objetivas más amplias, c o m o : " ¿ E s
o p o r t u n o escribirla en este momento?" " ¿ N o está todo ya dicho en
o t r o libro?" " ¿ E s su m a t e r i a de.suficiente interés?" " ¿ H a sido su-
f i c i e n t e m e n t e m e d i t a d a ? " , etc.; significaciones todas q u e p e r m a n e c e n
transcendentes y se d a n c o m o u n a m u l t i t u d de exigencias del m u n d o .
P a r a q u e m i libertad se angustie acerca del libro q u e escribo, es
menester que este libro aparezca en su relación conmigo; es decir,
es menester q u e yo descubra, p o r u n a parte, m i esencia en t a n t o q u e
lo que he sido (yo h e sido u n " q u e r e r escribir este libro", lo he con-
cebido, he creído q u e p o d í a ser interesante escribirlo y m e h e cons-
tituido d e tal suerte q u e ya n o se p u e d e comprenderme sin t o m a r
en c u e n t a q u e este libro ha sido m i posible esencial) ; por otra parte,
la n a d a q u e separa a m i libertad de esta esencia (yo he sido u n
" q u e r e r escribirlo", p e r o nada, ni a u n lo q u e yo h e sido, p u e d e cons-
treñirme a escribirlo) ; p o r último, la n a d a q u e m e separa de lo
q u e seré (descubro la posibilidad p e r m a n e n t e de a b a n d o n a r l o , c o m o
la condición misma de la posibilidad de escribirlo y c o m o el p r o p i o
sentido de m i l i b e r t a d ) . Es menester que, en la constitución m i s m a
del libro c o m o m i posible, capte m i libertad, en t a n t o q u e posible
destructora, en el presente y en el porvenir, d e aquello q u e soy. Es
decir, q u e m e es preciso colocarme en el p l a n o de la reflexión. Mien-
tras p e r m a n e z c o en el p l a n o del acto, el libro q u e h e de escribir n o
es sino la significación r e m o t a y presupuesta del acto q u e m e revela
mis posibles: el libro n o es sino la implicación de ese acto, n o está
tematizado y puesto p a r a sí, n o " p l a n t e a cuestión": n o es concebido
ni c o m o necesario ni c o m o contingente, no es sino el sentido p e r m a -
nente y lejano a p a r t i r del cual p u e d o c o m p r e n d e r lo q u e escribo
en este m o m e n t o y, por esto mismo, es concebido c o m o ser: es de-
cir, q u e sólo al ponerlo c o m o el fondo existente sobre el cual emer-
ge m i frase presente y existente p u e d o conferir a m i frase u n sentido
determinado. A h o r a bien: a c a d a instante estamos a r r o j a d o s en el
m u n d o y comprometidos. Esto significa q u e a c t u a m o s antes d e po-
ner nuestros posibles, y q u e estos posibles q u e se descubren c o m o
realizados o en vías de realizarse remiten a sentidos q u e h a r í a n ne-
cesarios actos especiales p a r a ser puestos en cuestión. E l despertador
q u e suena p o r la m a ñ a n a remite a la posibilidad de ir a m i t r a b a j o ,
q u e es mi posibilidad. P e r o c a p t a r el l l a m a d o del despertador c o m o
llamado, es levantarse. E l acto mismo d e levantarse es, pues, t r a n -
quilizador, pues elude la p r e g u n t a : " ¿ E s el t r a b a j o mi posibilidad?"
y, en consecuencia, n o m e p o n e en condiciones de c a p t a r la posibili-
d a d del quietismo, d e la denegación del t r a b a j o y, en ú l t i m a instancia,
d e la denegación del m u n d o , y de la m u e r t e . E n u n a p a l a b r a , en
la m e d i d a en q u e c a p t a r el sentido d e la c a m p a n i l l a es estar ya d e
pie a su llamado, esa captación m e garantiza c o n t r a la intuición
angustiosa d e ser yo quien confiere su exigencia al despertador: yo
y sólo yo. D e la m i s m a m a n e r a , lo q u e p o d r í a llamarse la moralidad
cotidiana excluye la angustia ética. H a y angustia ética c u a n d o m e
considero en m i relación original con los valores. Éstos, en efecto,
son exigencias q u e r e c l a m a n u n f u n d a m e n t o . Pero este f u n d a m e n t o
n o p o d r í a ser en n i n g ú n caso el ser, pues t o d o valor q u e f u n d a r a
sobre su p r o p i o ser su naturaleza ideal d e j a r í a p o r eso mismo de ser
valor y realizaría la h e t e r o n o m í a de m i v o l u n t a d . El valor t o m a su
ser de su exigencia, y n o su exigencia d e su ser. Así, pues, ef valor
n o se entrega a u n a intuición contemplativa q u e lo c a p t e c o m o siendo
valor y que, por eso mismo, le quite sus derechos sobre mi libertad.
Al contrario, el valor n o p u e d e develarse sino a u n a libertad activa
q u e lo hace existir c o m o valor por el solo h e c h o d e reconocerlo p o r
tal. Se sigue d e ello q u e m i libertad es el único f u n d a m e n t o d e los
valores y q u e nada, absolutamente n a d a me justifica en m i adopción
d e tal o cual valor, de tal o cual escala de valores. E n t a n t o q u e ser
p o r el cual los valores existen, soy injustificable. Y mi libertad se
angustia de ser el f u n d a m e n t o sin f u n d a m e n t o de los valores. Se
angustia, además, p o r q u e los valores, p o r revelarse por esencia a
u n a libertad, n o p u e d e n revelarse sin ser al mismo t i e m p o "cuestio-
nados", ya q u e la posibilidad de invertir la escala de valores a p a r e c e
c o m p l e m e n t a r i a m e n t e c o m o mi posibilidad. Precisamente la angus-
tia a n t e los valores es reconocimiento de la idealidad de los mismos.
Pero, d e ordinario, mi actitud respecto de los valores es emi-
n e n t e m e n t e tranquilizadora. Pues, en efecto, estoy c o m p r o m e t i d o en
u n m u n d o d e valores. L a apercepción angustiada d e los valores
c o m o sostenidos en el ser p o r m i libertad es u n f e n ó m e n o posterior
y mediatizado. L o i n m e d i a t o es el m u n d o con su a p r e m i o y, en este
m u n d o en q u e m e c o m p r o m e t o , mis actos h a c e n levantarse valores
c o m o perdices: p o r m i indignación m e es d a d o el antivalor " r u i n -
d a d " ; p o r m i a d m i r a c i ó n m e es d a d o el valor " g r a n d e z a " . Y, sobre
todo, m i obediencia a u n a m u l t i t u d de tabúes, q u e es real, m e
descubre esos tabúes c o m o existentes de hecho. Los burgueses q u e
se llaman a sí mismos " l a gente h o n e s t a " n o son honestos después
d e u n a contemplación d e los valores morales; sino que, desde q u e
surgen al m u n d o , están a r r o j a d o s a u n a c o n d u c t a cuyo sentido es la
honestidad. Así, la honestidad adquiere u n ser, y n o es cuestionada;
los valores están sembrados en m i c a m i n o en la f o r m a d e mil m e -
n u d a s exigencias reales semejantes a los cartelitos que prohiben pisar
el césped.
Así, en lo q u e llamaremos el m u n d o de lo inmediato, q u e se
entrega a nuestra conciencia irreflexiva, n o nos aparecemos primero
p a r a ser arrojados después a tales o cuales empresas; sino q u e nuestro
ser está i n m e d i a t a m e n t e "en situación", es decir, q u e surge en m e d i o
de esas empresas y se conoce p r i m e r a m e n t e en t a n t o q u e en ellas se
refleja. Nos descubrimos, pues, en un m u n d o p o b l a d o d e exigencias,
en el seno de proyectos "en curso de realización": escribo, voy a
f u m a r , tengo cita esta noche con Pedro, n o d e b o olvidarme de res-
ponder a Simón, n o tengo d e r e c h o de ocultar por m á s tiempo la
verdad a Claudio. T o d a s estas m e n u d a s expectaciones pasivas de
lo real, todos esos valores triviales y cotidianos cobran su sentido, a
decir verdad, de u n primer provecto m í o q u e es como mi elección
d e m í m i s m o en el m u n d o . Pero, precisamente, ese proyecto m í o
hacia u n a posibilidad primera, q u e hace q u e haya valores, llamados,
expectaciones y, en general, u n m u n d o , n o se m e aparece sino más
allá del m u n d o , c o m o el sentido y la significación abstractos y lógicos
de mis empresas. Por lo demás, hay, concretamente, despertadores,
cartelitos, formularios d e impuestos, agentes de policía; otras tantas
barandillas c o n t r a la angustia. Pero, en c u a n t o la empresa se a l e j a
de mí, en c u a n t o soy remitido a mí mismo porque d e b o a g u a r d a r m e
en el porvenir, m e descubro de p r o n t o c o m o aquel q u e d a al des-
p e r t a d o r su sentido, c o m o aquel q u e se prohibe a sí mismo, con
motivo de su cartel, a n d a r p o r un c a n t e r o o por el césped, c o m o
aquel q u e confiere a p r e m i o a la orden del jefe, c o m o aquel q u e
decide sobre el interés del libro q u e está escribiendo; c o m o aquel,
en fin, q u e h a c e existir valores cuyas exigencias le determinen su
acción. E m e r j o solo y, en la angustia f r e n t e al proyecto único y
primero q u e constituye m i ser, todas las barreras, todas las b a r a n -
dillas se d e r r u m b a n , nihilizadas por la conciencia d e m i libertad:
n o tengo ni p u e d o tener valor a q u e recurrir c o n t r a el hecho de
ser yo quien m a n t i e n e a los valores en el ser; n a d a p u e d e tranqui-
lizarme con respecto a m í m i s m o ; escindido del m u n d o y de m i esen-
cia p o r esa n a d a q u e soy, tengo q u e realizar el sentido del m u n d o y
d e mi esencia: yo decido sobre ello, yo, solo, injustificable y sin excusa.
L a angustia es, pues, la captación reflexiva de la libertad por
ella m i s m a ; en este sentido es mediación, pues, a u n q u e conciencia
inmediata d e sí, surge de la negación de los llamados del m u n d o ;
aparece desde q u e m e desprendo del m u n d o en q u e m e había com-
prometido, p a r a a p r e h e n d e r m e a m í mismo c o m o conciencia d o t a d a
de u n a comprensión preontológica de su esencia y un sentido p r e j u -
dicativo d e sus posibles; se o p o n e a la seriedad, q u e c a p t a los valo-
res a p a r t i r del m u n d o y q u e reside en la sustantificación tranqui-
lizadora y cosista d e los valores. E n la seriedad, m e defino a partir
del objeto, d e j a n d o a u n lado a priori c o m o imposibles todas las
empresas que no voy a e m p r e n d e r y c a p t a n d o c o m o proveniente del
m u n d o y constitutivo de mis obligaciones y de m i ser el sentido q u e
mi libertad h a d a d o al m u n d o . E n la angustia, m e c a p t o a la vez
c o m o totalmente libre y c o m o incapaz de n o h a c e r que el sentido
del m u n d o le p r o v e n g a d e mí.
E m p e r o , n o h a de creerse q u e baste trasladarse al p l a n o refle-
xivo y e n c a r a r los posibles lejanos o inmediatos de u n o , p a r a cap-
tarse en u n a pura angustia. E n c a d a caso de reflexión, la angustia
nace c o m o estructura d e la conciencia reflexiva e n t a n t o q u e ésta
considera a la conciencia refleja; pero sigue en pie el h e c h o de q u e
p u e d o a d o p t a r conductas respecto d e m i p r o p i a angustia; e n parti-
cular, conductas de huida. T o d o ocurre, en efecto, c o m o si nuestra
c o n d u c t a esencial e i n m e d i a t a c o n respecto a la angustia f u e r a la
huida. El determinismo psicológico, antes d e ser concepción teórica,
es p r i m e r a m e n t e u n a c o n d u c t a d e excusa o, si se quiere, el f u n d a -
m e n t o de todas las conductas de excusa. Es u n a c o n d u c t a reflexiva
respecto d e la angustia; a f i r m a q u e existen en nosotros fuerzas a n -
tagonistas cuyo tipo de existencia es c o m p a r a b l e al d e las cosas;
i n t e n t a llenar los vacíos q u e nos rodean, restablecer los vínculos e n t r e
p a s a d o y presente, entre presente y f u t u r o ; nos provee de u n a natu-
raleza p r o d u c t o r a d e nuestros actos y d e estos actos mismos hace
entidades trascendentes, los d o t a de u n a inercia y de u n a exterio-
r i d a d q u e les asignan su f u n d a m e n t o en o t r a cosa q u e ellos mismos
y q u e son e m i n e n t e m e n t e tranquilizadoras p o r q u e constituyen u n
juego p e r m a n e n t e de excusas; niega esa trascendencia de la realidad
h u m a n a que la hace emerger en la angustia allende su propia esen-
cia; al mismo tiempo, al reducirnos a no ser jamás sino lo que somos,
reintroduce en nosotros la positividad absoluta del ser en sí y, de
este m o d o , nos reintegra al seno del ser.
Pero ese determinismo, defensa reflexiva contra la angustia, n o
se d a c o m o u n a intuición reflexiva. N o p u e d e n a d a c o n t r a la evi-
dencia de la libertad, y por eso se d a c o m o creencia d e refugio, contó
el t é r m i n o ideal hacia el cual podemos huir de la angustia. Esto
se manifiesta, en el terreno filosófico, p o r el h e c h o d e q u e los psi-
cólogos deterministas n o p r e t e n d e n f u n d a r su tesis sobre los puros
datos d e la observación interna. L a presentan c o m o u n a hipótesia
satisfactoria, cuyo valor proviene d e que d a razón d e los hechos, o
c o m o u n postulado necesario p a r a el establecimiento de t o d a psico-
logía. A d m i t e n la existencia d e u n a conciencia i n m e d i a t a de libertad,
q u e sus adversarios les oponen con el n o m b r e de " p r u e b a p o r la
intuición del sentido í n t i m o " . Simplemente, hacen recaer el d e b a t e
sobre el valor d e esta revelación interna. Así, la intuición q u e nos
hace c a p t a r n o s como causa p r i m e r a de nuestros estados y actos n o
es discutida p o r nadie. Q u e d a en pie el h e c h o de q u e está al alcance
d e c a d a u n o d e nosotros i n t e n t a r mediatizar la angustia elevándose
sobre ella y juzgándola c o m o u n a ilusión procedente de la igno-
rancia en q u e estamos acerca de las causas reales d e nuestros actos.
El problema q u e se p l a n t e a r á entonces será el del g r a d o de creencia
en esa mediación. U n a angustia juzgada, ¿es u n a angustia desar-
m a d a ? Evidentemente, n o ; empero, nace aquí u n f e n ó m e n o nuevo,
u n proceso d e distracción con respecto a la angustia, que, u n a vez
más, supone en él u n p o d e r nihilizador.
Por sí solo, el determinismo, ya q u e n o es sino u n postulado o
u n a hipótesis, n o bastaría p a r a f u n d a r esa distracción. Es u n es-
fuerzo de h u i d a m á s concreto, q u e se opera en el terreno mismo d e
la reflexión. E n p r i m e r lugar, es u n a tentativa de distracción con
respecto a los posibles contrarios d e mi posible. C u a n d o m e consti-
tuyo c o m o comprensión de u n posible en c u a n t o mío, es menester
q u e reconozca su existencia al c a b o de m i proyecto y q u e lo c a p t e
c o m o siendo yo mismo, allá, a g u a r d á n d o m e en el porvenir, separado
d e m í p o r u n a n a d a . E n este sentido, m e c a p t o c o m o origen p r i m e r o
d e m i posible, y esto es lo q u e se llama o r d i n a r i a m e n t e la conciencia
d e libertad; esta estructura de la conciencia y sólo ella es lo q u e
tienen en vista los partidarios del libre albedrío c u a n d o h a b l a n d e
la intuición del sentido íntimo. Pero o c u r r e que, al mismo tiempo,
m e esfuerzo p o r distraerme d e la constitución d e los otros posibles
q u e contradicen a! mío. N o puedo, a decir verdad, d e j a r de p o n e r
la existencia de ellos p o r el mismo m o v i m i e n t o q u e e n g e n d r a c o m o
m í o al posible elegido; n o p u e d o i m p e d i r m e constituirlos c o m o po-
sibles vivientes, es decir, c o m o dotados de la posibilidad de llegar a
ser mis posibles. P e r o m e esfuerzo p o r verlos como dotados d e u n
ser trascendente y p u r a m e n t e lógico; en suma, c o m o cosas. Si en-
c a r o en el p l a n o reflexivo la posibilidad d e escribir este libro c o m o
posibilidad mía, h a g o surgir entre esta posibilidad y m i conciencia
u n a n a d a de ser q u e la constituye c o m o posibilidad y q u e yo c a p t o
precisamente en la posibilidad p e r m a n e n t e d e q u e la posibilidad d e
n o escribirlo sea mi posibilidad. Pero intento c o m p o r t a r m e con res-
p e c t o a esa posibilidad de n o escribirlo c o m o respecto d e u n objeto
observable, y m e c o m p e n e t r o d e aquello q u e quiero ver en él: t r a t o
d e c a p t a r l a c o m o algo q u e debe mencionarse sólo p o r n o omitirla,
c o m o algo q u e n o m e concierne. Es preciso q u e ella sea posibilidad
externa con respecto a mí, c o m o el movimiento con respecto a esta
bola inmóvil. Si p u d i e r a lograrlo, los posibles antagonistas del posible
mío, constituidos c o m o entidades lógicas, perderían su eficacia; n o
serían ya amenazadores, ya que serían exterioridades, ya q u e rodearían
mi posible c o m o eventualidades p u r a m e n t e concebibles, es decir, en
el fondo, concebibles por otro, o c o m o posibles de otro que se en-
contrara en igual caso. Pertenecerían a la situación objetiva c o m o
u n a estructura trascendente; o, si se prefiere, y p a r a utilizar la
terminología de Heidegger: yo escribiré este libro, p e r o también se
p o d r í a n o escribirlo. Así m e disimularía q u e esos posibles Son yo
mismo y condiciones i n m a n e n t e s de la posibilidad d e m i posible.
Conservarían apenas el ser suficiente p a r a conservar a m i posible
su carácter de gratuidad, d e libre posibilidad de u n ser libre, p e r o
q u e d a r í a n desarmados de su c a r á c t e r a m e n a z a d o r : n o m e interesa-
rían; el posible elegido aparecería, p o r el h e c h o de la elección, como
m i único posible concreto y, en consecuencia, la n a d a q u e m e separa
d e él y q u e le confiere j u s t a m e n t e su posibilidad q u e d a r í a colmada.
Pero la h u i d a a n t e la angustia n o es solamente esfuerzo d e dis-
tracción a n t e el porvenir; intenta, además, d e s a r m a r la a m e n a z a del
pasado. L o q u e intento rehuir, en este caso, es mi trascendencia
misma, en t a n t o q u e ella sostiene y trasciende mi esencia. A f i r m o
q u e soy m i esencia en el m o d o d e ser del en-sí. Al mismo tiempo,
empero, m e niego a considerar esa esencia c o m o históricamente cons-
tituida y c o m o i m p l i c a n d o entonces el acto al m o d o en q u e el círculo
implica sus propiedades. L a c a p t o o, p o r lo menos, t r a t o d e captarla,
c o m o el comienzo p r i m e r o de m i posible y n o a d m i t o q u e ella misma
tenga en sí u n comienzo; a f i r m o entonces q u e u n acto es libre c u a n d o
refleja exactamente m i esencia. Pero, además, esa libertad, q u e m e
inquietaría si f u e r a libertad frente al Yo, t r a t o de reconducirla al
seno d e m i esencia, es decir, de m i Yo. Se t r a t a de e n c a r a r el Y o
c o m o u n p e q u e ñ o Dios q u e m e habite y q u e posea m i libertad c o m o
u n a virtud metafísica. Y a n o sería q u e m i ser es libre en t a n t o q u e
ser, sino q u e m i Y o sería libre en el seno d e m i conciencia. Ficción
e m i n e n t e m e n t e tranquilizadora, ya q u e la libertad h a sido enclavada
e n el seno d e u n ser o p a c o : en la m e d i d a en q u e m i esencia n o es
translucidez, e n q u e es t r a s c e n d e n t e e n la i n m a n e n c i a , e n esa m e -
d i d a la libertad se t o r n a r í a u n a d e sus p r o p i e d a d e s . E n u n a p a l a b r a :
se t r a t a d e c a p t a r m i libertad e n m i Y o c o m o la libertad de un
prójimo 1. v e n los t e m a s p r i n c i p a l e s d e esta f i c c i ó n : m i Y o se
convierte e n origen d e sus actos c o m o el p r ó j i m o d e los suyos, a
título d e p e r s o n a ya constituida. P o r cierto, vive y se t r a n s f o r m a ;
h a s t a se c o n c e d e r á q u e c a d a u n o d e sus actos p u e d a c o n t r i b u i r a
t r a n s f o r m a r l o . P e r o estas t r a n s f o r m a c i o n e s a r m o n i o s a s y c o n t i n u a s
se conciben según ese t i p o biológico. Se p a r e c e n a Jas q u e p u e d o
c o m p r o b a r e n m i a m i g o P e d r o c u a n d o v u e l v o a v e r l o después de
u n a separación. A estas exigencias t r a n q u i l i z a d o r a s h a satisfecho ex-
p r e s a m e n t e Bergson c u a n d o concibió su teoría del Y o p r o f u n d o , q u e
d u r a y se organiza, q u e es c o n s t a n t e m e n t e c o n t e m p o r á n e o d e la
conciencia q u e d e él a d q u i e r o y q u e n o p u e d e ser t r a s c e n d i d o p o r
e l l a ; q u e se e n c u e n t r a e n el origen d e nuestros actos, n o c o m o u n
p o d e r cataclísmico sino c o m o u n p a d r e e n g e n d r a sus hijos, d e m o d o
q u e el acto, sin f l u i r d e la esencia c o m o u n a consecuencia rigurosa,
sin siquiera ser previsible, m a n t i e n e c o n ella u n a relación t r a n q u i l i -
zadora, u n a s e m e j a n z a de f a m i l i a : v a m á s lejos q u e ella, p e r o e n la
m i s m a v í a ; conserva, c i e r t a m e n t e , u n a i n d u d a b l e irreductibilidad,
p e r o nos reconocemos y nos c o n o c e m o s e n él c o m o u n p a d r e p u e d e
reconocerse y conocerse e n el h i j o c o n t i n u a d o r d e su o b r a . Así, p o r
u n a proyección d e la libertad — q u e c a p t a m o s e n nosotros— e n u n
o b j e t o psíquico q u e es el Y o , Bergson h a c o n t r i b u i d o a e n m a s c a r a r
n u e s t r a angustia, p e r o sólo a expensas d e la conciencia m i s m a . L o
q u e h a constituido y descrito de esa suerte n o es n u e s t r a libertad tal
c o m o se a p a r e c e a sí m i s m a : es la libertad del prójimo.

T a l , pues, el c o n j u n t o d e procesos p o r los cuales t r a t a m o s d e


e n m a s c a r a r n o s la a n g u s t i a : c a p t a m o s n u e s t r o posible e v i t a n d o con-
siderar los otros posibles, d e los q u e h a c e m o s los posibles d e u n p r ó -
j i m o i n d i f e r e n c i a d o : n o q u e r e m o s ver ese posible c o m o sostenido en
el ser p o r u n a p u r a libertad nihilizadora, sino q u e i n t e n t a m o s c a p -
t a r l o c o m o e n g e n d r a d o p o r u n o b j e t o ya constituido, q u e n o es o t r o
q u e n u e s t r o Yo, e n c a r a d o y descrito c o m o la persona d e u n p r ó j i -
m o . Q u i s i é r a m o s conservar d e la intuición p r i m e r a lo q u e ella n o s
e n t r e g a c o m o n u e s t r a i n d e p e n d e n c i a y n u e s t r a responsabilidad, p e r o
p r o c u r a m o s d e j a r e n la s o m b r a t o d o c u a n t o h a y e n ella d e nihiliza-
ción original; siempre listos, p o r lo d e m á s , p a r a r e f u g i a r n o s e n la

1
Cf. tercera parte, cap. I.
creencia en el determinismo si esa libertad nos pesa o si necesitamos
d e u n a excusa. Así, rehuimos la angustia i n t e n t a n d o c a p t a r n o s desde
fuera como un prójimo o c o m o una cosa. L o q u e es costumbre
l l a m a r revelación del sentido í n t i m o o intuición p r i m e r a de nuestra
libertad n o tiene n a d a de originario: es u n proceso ya construido,
expresamente destinado a enmascararnos la angustia, v e r d a d e r o " d a t o
i n m e d i a t o " de nuestra libertad.
¿Logramos, p o r esas diferentes construcciones, sofocar o disi-
m u l a r nuestra angustia? Cierto es q u e n o podríamos suprimirla, ya
q u e somos angustia. E n lo q u e se refiere a velarla, a p a r t e de q u e
la naturaleza m i s m a de la conciencia y su translucidez nos vedan
t o m a r la expresión al pie de la letra, h a de advertirse el tipo p a r -
ticular de c o n d u c t a q u e significamos con ello: podemos enmascarar
u n objeto externo p o r q u e existe independientemente d e nosotros;
p o r la misma razón, podemos a p a r t a r nuestra m i r a d a o nuestra aten-
ción de ese objeto, es decir, simplemente, f i j a r los ojos en- otro; desde
ese m o m e n t o , c a d a realidad — l a m í a y la del o b j e t o — recobra su
vida propia, y la relación accidental q u e unía la conciencia a la
cosa desaparece sin alterar por ello u n a ni otra existencia. Pero, si
lo q u e quiero velar soy yo, la cosa t o m a m u y distinto cariz: en efecto,
n o p u e d o querer " n o v e r " cierto aspecto de mi ser a menos d e estar
precisamente al corriente d e ese a s p e c t o ' q u e n o quiero ver. L o q u e
significa q u e m e es necesario indicarlo en m i ser p a r a p o d e r a p a r -
t a r m e de él; m á s a ú n , es necesario q u e piense en él constantemente
p a r a g u a r d a r m e de pensar en él. P o r ello n o h a de entenderse sólo
q u e debo necesariamente llevar a p e r p e t u i d a d conmigo aquello mis-
m o q u e quiero rehuir, sino t a m b i é n q u e d e b o e n c a r a r el objeto d e
m i h u i d a p a r a rehuirlo, lo q u e significa q u e la angustia, u n e n f o q u e
intencional d e la angustia, y u n a h u i d a desde la angustia hacia los
mitos tranquilizadores, deben ser dados en la u n i d a d d e u n a misma
conciencia. E n u n a p a l a b r a , h u y o p a r a ignorar, pero n o p u e d o ig-
n o r a r q u e huyo, y la h u i d a de la angustia n o es sino u n m o d o d e
t o m a r conciencia de la angustia. Así, ésta n o p u e d e ser, p r o p i a m e n t e
hablando, ni e n m a s c a r a d a ni evitada. E m p e r o , h u i r la angustia y
ser la angustia n o p u e d e n ser exactamente la misma cosa: si soy m i
angustia p a r a huirla, esto supone q u e p u e d o descentrarme con res-
pecto a lo q u e soy, q u e p u e d o ser la angustia en la f o r m a del " n o
serla", q u e p u e d o disponer de u n p o d e r nihilizador en el seno d e
la angustia misma. Este poder nihilizador nihíla la angustia en t a n t o
que yo la r e h u y o y se aniquila a sí mismo en t a n t o que yo la soy
para huirla. Es lo q u e se llama la mala je. N o se trata, pues, d e
expulsar la angustia d e la conciencia ni de constituirla en f e n ó m e n o
psíquico inconsciente; sino, p u r a y simplemente, p u e d o volverme d e
mala fe en la aprehensión de la angustia q u e soy, y esta m a l a fe,
destinada a colmar la n a d a q u e soy en m i relación conmigo mismo,
implica precisamente esa n a d a q u e ella suprime.
H e n o s al t é r m i n o d e nuestra p r i m e r a descripción. E l e x a m e n
de la negación n o p u e d e conducirnos m á s lejos. Nos h a revelado la
existencia de u n tipo p a r t i c u l a r d e c o n d u c t a : la c o n d u c t a f r e n t e al
no-ser, la cual supone u n a trascendencia especial que conviene es-
t u d i a r aparte. Nos encontramos, pues, en presencia de dos ék-stasis
h u m a n o s : el ék-stasis q u e nos a r r o j a al ser-en-sí y el ék-stasis q u e
nos c o m p r o m e t e en el no-ser. Parece q u e nuestro p r i m e r problema,
q u e concernía sólo a las relaciones entre el h o m b r e y el ser, se h a
complicado considerablemente; p e r o n o es imposible t a m p o c o que,
llevando hasta el fin nuestro análisis de la trascendencia hacia el
no-ser, obtengamos informaciones preciosas p a r a la comprensión d e
toda transcendencia. Y, p o r otra parte, el p r o b l e m a de la n a d a n o
p u e d e excluirse de nuestra i n d a g a c i ó n : si el h o m b r e se comporta
f r e n t e al ser-en-sí •—y nuestra interrogación filosófica es u n tipo de
ese c o m p o r t a m i e n t o — , ello implica q u e él no es ese ser. D e n u e v o
encontramos, pues, el no-ser c o m o condición de la trascendencia
hacia el ser. Nos es, pues, necesario a f e r r a m o s al p r o b l e m a d e la
n a d a y n o soltarlo antes de su elucidación completa.
Sólo q u e el e x a m e n d e la interrogación y d e la negación h a
d a d o todo lo q u e podía. Nos vimos remitidos de allí a la libertad
empírica c o m o nihilización del h o m b r e en el seno de la t e m p o r a l i d a d
y c o m o condición necesaria de la aprehensión trascendente de las
negatidades. F a l t a f u n d a r esa libertad empírica misma. Ella n o
p u e d e ser la nihilización p r i m e r a y el f u n d a m e n t o d e t o d a nihiliza-
ción. E n efecto, contribuye a constituir trascendencias en la inma-
nencia, que condicionan todas las trascendencias negativas. Pero
el h e c h o mismo de q u e las trascendencias de la libertad empírica
se constituyen en la i n m a n e n c i a como trascendencias nos m u e s t r a
q u e se t r a t a d e nihilizaciones secundarias q u e suponen la existencia
d e u n a n a d a original: n o son sino u n estadio en la regresión analí-
tica q u e nos lleva desde las trascendencias llamadas " n e g a t i d a d e s "
hasta el ser q u e es él mismo su p r o p i a n a d a . Es menester, eviden-
temente, e n c o n t r a r el f u n d a m e n t o de toda negación en u n a nihili-
zación q u e se ejerza en el seno mismo de la inmanencia; en la i n m a -
nencia absoluta, en la subjetividad p u r a del cogito instantáneo de-
bemos descubrir el a c t o original p o r el cual el h o m b r e es p a r a sí
m i s m o su p r o p i a n a d a . ¿ Q u é h a d e ser la conciencia en su ser p a r a
q u e el h o m b r e en ella y a p a r t i r de ella s u r j a en el m u n d o c o m o el
ser q u e es su propia n a d a y p o r quien la n a d a viene al m u n d o ?
Parece a q u í faltarnos el i n s t r u m e n t o q u e nos h a y a de permitir
resolver este n u e v o p r o b l e m a : la negación n o c o m p r o m e t e directa-
m e n t e sino a la libertad. Conviene e n c o n t r a r en la libertad misma
la c o n d u c t a q u e nos p e r m i t a a v a n z a r m á s lejos. Y esta c o n d u c t a
q u e haya d e conducirnos hasta el u m b r a l d e la i n m a n e n c i a y q u e
permanezca, sin embargo, suficientemente objetiva p a r a q u e p o d a m o s
d e s p r e n d e r objetivamente sus condiciones de posibilidad, ya la hemos
encontrado. ¿ N o señalábamos poco h a q u e en la m a l a fe nosotros
éramos-la.-angustia-para-huirla, en la u n i d a d de u n a misma conciencia ?
Si la m a l a fe h a d e ser posible, es menester, pues, q u e p o d a m o s
e n c o n t r a r en u n a m i s m a conciencia la u n i d a d del ser y del no-ser,
el ser-para-no-ser. Así, la m a l a fe será a h o r a el objeto de nuestra
interrogación. P a r a q u e el h o m b r e p u e d a interrogar, es preciso q u e
p u e d a ser su p r o p i a n a d a ; es decir: el h o m b r e n o p u e d e estar en el
origen del no-ser en el ser a menos q u e su ser se haya transido en
sí mismo, p o r sí mismo, d e n a d a : así aparecen las trascendencias
del p a s a d o y del f u t u r o en el ser t e m p o r a l de la realidad h u m a n a .
P e r o la m a l a fe es instantánea. ¿ Q u é h a de ser, pues, la conciencia
en la instantaneidad del cogito prerreflexivo, si el h o m b r e h a de po-
d e r ser d e m a l a fe?
CAPÍTULO II

LA MALA FE

MALA FE Y MENTIRA

El ser h u m a n o n o es s o l a m e n t e el ser p o r el c u a l se d e v e l a n
n e g a t i d a d e s e n el m u n d o ; es t a m b i é n a q u e l q u e p u e d e t o m a r acti-
tudes n e g a t i v a s respecto d e sí. E n n u e s t r a i n t r o d u c c i ó n , d e f i n i m o s
la - conciencia c o m o " u n ser p a r a el c u a l en su ser es cuestión d e su
ser en t a n t o q u e este ser i m p l i c a u n ser o t r o q u e él m i s m o " . Pero,
después d e la e l u c i d a c i ó n d e la c o n d u c t a i n t e r r o g a t i v a , s a b e m o s
a h o r a q u e esa f ó r m u l a p u e d e escribirse t a m b i é n : " L a conciencia es
u n ser p a r a el c u a l está e n su ser ser c o n c i e n c i a de la n a d a d e su
ser." E n la p r o h i b i c i ó n o veto, p o r e j e m p l o , el ser h u m a n o n i e g a
u n a t r a s c e n d e n c i a f u t u r a . P e r o esta n e g a c i ó n n o es v e r i f i c a t i v a 1 .
M i conciencia n o se l i m i t a a encarar u n a n e g a t i d a d ; se c o n s t i t u y e
ella m i s m a , e n su c a r n e , c o m o nihilización d e u n a posibilidad q u e
o t r a r e a l i d a d h u m a n a p r o y e c t a c o m o su posibilidad. P a r a ello, ella
d e b e surgir e n el m u n d o c o m o u n No, y, en efecto, c o m o u n N o
c a p t a p r i m e r a m e n t e el esclavo a su a m o , o el p r i s i o n e r o q u e i n t e n t a
evadirse al centinela q u e lo vigila. H a s t a h a y h o m b r e s ( g u a r d i a n e s ,
vigilantes, carceleros, etc.) c u y a r e a l i d a d social es ú n i c a m e n t e la del
N o , q u e vivirán y m o r i r á n sin h a b e r sido j a m á s o t r a cosa q u e u n
N o sobre la tierra. O t r o s , p o r llevar el N o en su s u b j e t i v i d a d m i s m a ,
se constituyen i g u a l m e n t e , en t a n t o q u e p e r s o n a h u m a n a , e n n e g a -
ción p e r p e t u a : el s e n t i d o y la f u n c i ó n d e lo q u e S c h e l e r l l a m a "el
h o m b r e de r e s e n t i m i e n t o s " es el N o . P e r o existen c o n d u c t a s m á s
sutiles, c u y a descripción nos i n t r o d u c i r í a m á s h o n d o e n la i n t i m i d a d
d e la c o n c i e n c i a : la ironía está e n t r e ellas. E n la ironía, el h o m b r e

1
Constatative. (N. de¡ T.)
aniquila, e n la u n i d a d de u n m i s m o acto, aquello m i s m o que p o n e ;
a f i r m a p a r a n e g a r y niega p a r a a f i r m a r ; crea u n o b j e t o positivo,
p e r o q u e n o tiene o t r o ser q u e su n a d a . Así, las actitudes d e nega-
ción respecto d e sí p e r m i t e n f o r m u l a r u n a n u e v a p r e g u n t a . ¿ Q u é
h a d e ser el h o m b r e en su ser, p a r a q u e le sea posible negarse?
P e r o . n o se t r a t a d e t o m a r en su universalidad la actitud d e " n e g a -
ción de sí". Las conductas q u e p u e d e n incluirse en este rótulo son
d e m a s i a d o diversas, "y correríamos el riesgo de n o retener de ellas
sino la f o r m a abstracta. Conviene escoger y e x a m i n a r u n a actitud
d e t e r m i n a d a que, a la vez, sea esencial a la realidad h u m a n a y tal
q u e la conciencia, en l u g a r d e dirigir su negación hacia a f u e r a , la
vuelva hacia sí misma. Esta actitud nos h a p a r e c i d o q u e debía
ser la mala je.
A m e n u d o se la asimila a la m e n t i r a . Se dice i n d i f e r e n t e m e n t e
d e u n a persona q u e d a p r u e b a s d e m a l a fe o q u e se m i e n t e a sí
misma. Aceptaremos q u e la m a l a fe sea mentirse a sí mismo, a con-
dición de distinguir i n m e d i a t a m e n t e el mentirse a sí mismo de la
m e n t i r a a secas. Se a d m i t i r á q u e la m e n t i r a es u n a actitud negativa.
P e r o esta negación n o recae sobre la conciencia misma, n o a p u n t a
sino a lo trascendente. L a esencia de la m e n t i r a implica, en efecto,
q u e el mentiroso esté c o m p l e t a m e n t e al corriente d e la v e r d a d q u e
oculta. N o se m i e n t e sobre lo q u e se i g n o r a ; n o se m i e n t e c u a n d o
se d i f u n d e u n error d e q u e u n o m i s m o es víctima; n o miente el
q u e se equivoca. El ideal del mentiroso sería, pues, u n a conciencia
cínica, q u e a f i r m a r a en sí la v e r d a d negándola en sus palabras y
n e g a n d o p a r a sí m i s m a esta negación. Pero esta doble actitud nega-
tiva recae sobre u n trascendente: el hecho e n u n c i a d o es trascen-
dente, ya q u e n o existe, y la p r i m e r a negación recae sobre u n a
verdad, es decir, sobre u n tipo p a r t i c u l a r de trascendencia. E n
c u a n t o a la negación í n t i m a q u e opero correlativamente a la afir-
m a c i ó n p a r a m i d e la v e r d a d , recae sobre palabras, es decir, sobre
u n acaecimiento del m u n d o . Además, la disposición íntima del m e n -
tiroso es positiva: p o d r í a ser o b j e t o d e u n juicio a f i r m a t i v o : el
mentiroso tiene la intención de e n g a ñ a r y n o t r a t a d e disimularse
esta intención ni de e n m a s c a r a r la translucidez d e la conciencia; al
contrario, a ella se refiere c u a n d o se t r a t a d e decidir c o n d u c t a s
secundarias; ella ejerce explícitamente u n control regulador sobre
todas las actitudes. E n c u a n t o a la intención fingida d e decir la
v e r d a d ( " N o quisiera e n g a ñ a r a usted, es verdad, lo j u r o " , e t c . ) ,
6ln d u d a es o b j e t o de u n a negación íntima, pero t a m p o c o es reco-
nocida por el mentiroso c o m o su intención. Es fingida, imitado es
la intención del personaje q u e él representa a los ojos de su inter-
locutor; pero ese personaje, precisamente p o r q u e no es, es u n tras-
cendente. Así, la m e n t i r a n o pone en juego la i n t r a e s t r u c t u r a d e
la conciencia presente; todas las negaciones q u e la constituyen re-
caen sobre objetos que, por ese hecho, son expulsados de la con-
ciencia; n o requiere, pues, f u n d a m e n t o ontológico especial, y las
explicaciones que requiere la existencia de la negación en general
son válidas sin cambio en el caso del e n g a ñ o a otro. Sin d u d a , he-
mos definido la m e n t i r a ideal; sin d u d a , ocurre h a r t o a m e n u d o q u e
el mentiroso sea m á s o menos víctima d e su mentira, que se per-
suada de ella a medias: p e r o estas formas corrientes y vulgares de
la m e n t i r a son también aspectos bastardeados de ella, representan
intermedios entre la m e n t i r a y la m a l a fe. L a m e n t i r a es u n a con-
d u c t a de trascendencia.
P o r q u e la m e n t i r a es u n f e n ó m e n o n o r m a l de lo q u e Heidegger
llama el mit-sein. Supone mi existencia, la existencia del otro, mi
existencia para el otro y la existencia del otro para mí. Así, no
hay dificultad alguna en concebir q u e el mentiroso deba h a c e r con
toda lucidez el proyecto de la m e n t i r a y que deba poseer u n a entera
comprensión de la m e n t i r a y de la v e r d a d q u e altera. Basta q u e
u n a opacidad de principio enmascare sus intenciones al otro, basta
que el otro p u e d a t o m a r la m e n t i r a p o r v e r d a d . Por la m e n t i r a ,
la conciencia a f i r m a que existe por naturaleza c o m o oculta al pró-
jimo-, utiliza en provecho propio la d u a l i d a d ontológica del yo y
del yo del prójimo.
N o p u e d e ser lo mismo en el caso d e la m a l a /e, si ésta, c o m o
hemos dicho, es en efecto mentirse c sí mismo. Por cierto, p a r a
quien practica la m a l a fe, se trata de e n m a s c a r a r u n a verdad, des-
agradable o d e presentar c o m o v e r d a d u n error agradable. L a m a l a
fe tiene, pues, en apariencia, Ja estructura de la mentira. Sólo q u e
— y esto lo c a m b i a t o d o — en la m a l a fe yo mismo m e enmascaro
la verdad. Así, la dualidad del e n g a ñ a d o r y del e n g a ñ a d o n o existe
en este caso. L a m a l a fe implica por esencia la u n i d a d de una con-
ciencia. Esto n o significa q u e n o p u e d a estar condicionada p o r el
mit-sein, como, por lo demás, todos los fenómenos de la realidad
h u m a n a ; pero el mit-sein n o p u e d e sino solicitar la m a l a fe pre-
sentándose c o m o u n a situación q u e la m a l a fe permite trascender;
la m a l a fe n o viene de a f u e r a a la realidad h u m a n a . U n o n o p a -
dece su m a l a fe, n o está u n o i n f e c t a d o por ella-, n o es u n estado',
sino, q u e la conciencia se a f e c t a a sí misma de m a l a fe. Es necesaria
u n a intención p r i m e r a y u n proyecto d e m a l a f e ; este proyecto im-
plica u n a comprensión de la m a l a fe c o m o tal y u n a captación pre-
rreflexiva ( d e ) la conciencia c o m o efectuándose de m a l a fe. Se
sigue, p r i m e r a m e n t e , q u e aquel a quien se miente y aquel que miente
son u n a sola y misma persona, lo q u e significa que yo, en t a n t o
q u e e n g a ñ a d o r , d e b o saber la v e r d a d que m e es e n m a s c a r a d a en
t a n t o q u e enganado. M e j o r a ú n : d e b o saber muy precisamente esta
verdad para ocultármela m á s cuidadosamente; y esto n o en dos mo-
mentos diferentes de la temporalidad — l o q u e permitiría, en rigor,
restablecer u n a apariencia de d u a l i d a d — , sino en la estructura uni-
taria de u n m i s m o proyecto. ¿ C ó m o , pues, p u e d e subsistir la m e n -
tira si está suprimida la d u a l i d a d que la condiciona? A esta difi-
cultad se agrega otra q u e deriva d e la total translucidez de la con-
ciencia. Aquel q u e se a f e c t a de m a l a fe debe tener conciencia (de)
su m a l a fe, ya q u e el ser de la conciencia es conciencia de ser.
Parece, pues, q u e d e b o ser de buena fe, por lo menos en el hecho
de q u e soy consciente d e m i m a l a fe. Pero entonces todo el sistema
psíquico se aniquila. Se admitirá, en efecto, que, si t r a t o deliberada
y cínicamente d e mentirme, fracaso c o m p l e t a m e n t e en tal e m p r e s a :
la m e n t i r a retrocede y se desmorona a n t e la m i r a d a ; q u e d a arrui-
n a d a , por detrás, p o r la conciencia misma de m e n t i r m e q u e se cons-
tituye implacablemente más acá de mi proyecto, c o m o su condición
misma. Se t r a t a d e u n f e n ó m e n o evanescente, q u e n o existe sino en
su p r o p i a distinción y por ella. Por cierto, estos fenómenos son fre-
cuentes y veremos q u e hay, en efecto, u n a "evanescencia" de la m a l a
fe; es evidente q u e ésta oscila p e r p e t u a m e n t e entre la b u e n a fe y el
cinismo. E m p e r o , si la existencia de la m a l a fe es h a r t o precaria,
si pertenece a ese género de estructuras psíquicas q u e podrían lla-
marse "metaestables", n o por ello presenta menos u n a f o r m a autó-
n o m a y d u r a d e r a ; hasta p u e d e ser el aspecto normal de la vida p a r a
gran n ú m e r o de personas. Se p u e d e vivir en la m a l a fe, lo cual n o
quiere decir q u e n o se t e n g a n bruscos despertares de cinismo o de
b u e n a fe, p e r o sí implica u n estilo de vida constante y particular.
Nuestra perplejidad parece, pues, extrema, ya q u e n o podemos ni
rechazar ni c o m p r e n d e r la m a l a fe.

P a r a escapar a estas dificultades, suele recurrirse al inconscien-


te. E n la interpretación psicoanalítica, p o r ejemplo, se utilizará la
hipótesis de u n a censura, concebida c o m o u n a línea de demarcación
con a d u a n a , servicio de pasaportes, control de divisas, etc., p a r a es-
tablecer la d u a l i d a d del e n g a ñ a d o r y el engañado. El instinto —o,
si se prefiere, las tendencias primeras y los complejos de tendencias
constituidos p o r nuestra historia individua!— figura aquí la realidad.
El instinto n o es ni verdadero ni falso, ya que no existe para sí.
Simplemente es, exactamente c o m o esta mesa, q u e n o es ni verda-
dera ni falsa en sí, sino simplemente real. E n c u a n t o a las simboli-
zaciones conscientes del instinto, n o deben ser t o m a d a s por aparien-
cias sino por hechos psíquicos reales. L a fobia, el lapsus, el sueño
existen realmente a título de hechos de conciencia concretos, de la
misma m a n e r a q u e las palabras y las actitudes del mentiroso son
conductas concretas y realmente existentes. Simplemente, el sujeto
está ante estos fenómenos como el e n g a ñ a d o a n t e las conductas del
engañador. Las verifica en su realidad y debe interpretarlas. Hay-
u n a verdad de las conductas del e n g a ñ a d o r : si el e n g a ñ a d o pudiera
vincularlas a la situación en q u e se e n c u e n t r a el e n g a ñ a d o r y a su
proyecto de mentira, se tornarían partes integrantes de la verdad, a
título de conductas mentirosas. Análogamente, hay u n a verdad de
los actos simbólicos: es la q u e descubre el psicoanalista c u a n d o los
vincula a la situación histórica del enfermo, a los complejos incons-
cientes q u e expresan, al obstáculo q u e pone la censura. Así, el sujeto
se e n g a ñ a sobre el sentido de sus conductas, las c a p t a en su existencia
concreta pero n o en su verdad, por n o poder derivarlas de u n a situa-
ción primera y d e u n a constitución psíquica q u e p e r m a n e c e n extrañas
p a r a él. Pues, en efecto, por la distinción del "ello" y del "yo", F r e u d
escindió en dos la masa psíquica. Y o soy yo, pero n o soy ello. N o
tengo posición privilegiada con respecto a mi psiquismo n o consciente.
Yo soy mis propios fenómenos psíquicos en t a n t o q u e los verifico en
su realidad consciente: por ejemplo, soy este impulso de robar tal
o cual libro d e ese anaquel, f o r m o c u e r p o con ese impulso, lo ilu-
m i n o y m e d e t e r m i n o en función de él a cometer el robo. Pero n o
soy esos hechos psíquicos, en t a n t o que los recibo pasivamente y q u e
estoy obligado a construir hipótesis sobre su origen y su significación
verdadera, exactamente como el científico c o n j e t u r a sobre la n a t u -
raleza y la esencia de u n f e n ó m e n o exterior: ese robo, por ejemplo,
q u e yo interpreto c o m o u n impulso inmediato d e t e r m i n a d o p o r la
rareza, el interés o el precio del volumen q u e voy a h u r t a r , es en
verdad u n proceso derivado de autocastigo, m á s o menos directamen-
te vinculado a u n complejo de Edipo. Hay, pues, u n a v e r d a d del
impulso al robo, q u e n o puede alcanzarse sino por hipótesis m á s o
menos probables. El criterio de esta v e r d a d será la extensión de los.
hechos psíquicos conscientes q u e logre explicar; será también, desde
un p u n t o de vista m á s pragmático, el éxito de la c u r a psiquiátrica
q u e p e r m i t a . Finalmente, el descubrimiento de esa v e r d a d necesitará
del concurso del psicoanalista, quien aparece c o m o el mediador e n t r e
mis tendencias inconscientes y m i vida consciente. Sólo un prójimo
aparece como capaz de efectuar la síntesis entre la tesis inconsciente
y la antítesis consciente. Y o n o p u e d o conocerme sino por inter-
medio de u n prójimo, lo q u e quiere decir q u e estoy, con respecto
a mi "ello", en la posición de un prójimo. Si tengo algunas nociones
de psicoanálisis, p u e d o ensayar, en circunstancias p a r t i c u l a r m e n t e
favorables, psicoanalizarme a mí mismo. Pero esta tentativa n o p o d r á
tener buen éxito a menos que desconfíe de toda especie de intuición;
a menos q u e aplique a mi caso, desde juera, esquemas abstractos
y reglas aprendidas. En c u a n t o a los resultados, ya se obtengan p o r
m i solo esfuerzo o con el concurso de u n técnico, j a m á s t e n d r á n la
c e r t i d u m b r e q u e la intuición confiere; poseerán sirríplemente la pro-
babilidad siempre creciente de las hipótesis científicas. L a hipótesis
del c o m p l e j o de Edipo, c o m o la hipótesis atómica, n o es sino u n a
"idea e x p e r i m e n t a l " ; no se distingue, c o m o dice Pierce, del c o n j u n t o
d e las experiencias q u e permite realizar y de los efectos q u e permite
prever. Así, el psicoanálisis sustituye la noción de m a l a f e con la
idea de u n a m e n t i r a sin mentiroso; permite c o m p r e n d e r c ó m o p u e d o
no m e n t i r m e sino ser mentido, ya q u e m e coloca con respecto a
mí m i s m o en la situación del p r ó j i m o f r e n t e a mí, reemplaza la
d u a l i d a d de e n g a ñ a d o r y engañado, condición esencial de la mentira,
por la del "ello" y el "yo", e introduce en m i subjetividad más
p r o f u n d a la estructura intersubjetiva del mit-sein. ¿Podernos con-
tentarnos con estas explicaciones?
Considerada m á s de cerca, la teoría psicoanalítica n o es t a n
simple c o m o lo parece a p r i m e r a vista. N o es exacto q u e el "ello"
se presente c o m o u n a cosa con respecto a la hipótesis del psicoana-
lista, pues la cosa es indiferente a las conjeturas que se h a g a n sobre
ella, y el "ello", al contrario, es tocado por aquéllas c u a n d o se apro-
x i m a n a la verdad. F r e u d , en efecto, señala resistencias cuando, al
término del p r i m e r período, el médico se acerca a la v e r d a d . Tales
resistencias son conductas objetivas y captadas desde f u e r a : el en-
f e r m o d a muestras de desconfianza, se niega a hablar, d a informes
fantasiosos d e sus sueños, a veces hasta se h u r t a e n t e r a m e n t e a la
c u r a psicoanalítica. Cabe, empero, preguntarse q u é p a r t e de él mis-
m o p u e d e resistir así. N o p u e d e ser el " Y o " e n c a r a d o c o m o c o n j u n t o
psíquico de los hechos de conciencia: éste n o p o d r í a sospechar, en
efecto, q u e el psiquiatra se acerca a la meta, ya que está situado
ante el sentido de sus propias reacciones exactamente c o m o el psi-
quiatra mismo. C u a n d o más, le es posible apreciar objetivamente,
como podría hacerlo u n testigo de ese psicoanálisis, el g r a d o de pro-
babilidad de las hipótesis emitidas, según la extensión de los hechos
subjetivos explicables por ellas. Por otra parte, c u a n d o esa proba-
bilidad le pareciera confinar en la certeza, n o podría afligirse p o r
eso, ya que, casi siempre, él mismo es quien, p o r u n a decisión cons-
ciente, se h a c o m p r o m e t i d o en la vía de la terapéutica psicoanalítica.
¿Se dirá que el e n f e r m o se inquieta por las revelaciones cotidianas
que le hace el analista y q u e t r a t a de hurtarse a ellas a la vez q u e
finge ante sus propios ojos querer proseguir la cura? E n tal caso,
ya n o es posible recurrir al inconsciente p a r a explicar la m a l a f e :
ésta está ahí, en plena conciencia, con todas sus contradicciones.
Pero n o es así, por otra parte, como el psicoanalista entiende ex-
plicar esas resistencias: p a r a él, son sordas y p r o f u n d a s , vienen de
lejos, tienen sus raíces en la cosa misma q u e se quiere elucidar.
Empero, n o p o d r í a n e m a n a r t a m p o c o del complejo q u e es pre-
ciso sacar a luz. En t a n t o que tal, este complejo sería más bien el
colaborador del psicoanalista, ya q u e tiende a expresarse en la con-
ciencia clara, ya que usa astucias p a r a con la censura y t r a t a de
eludirla. El único p l a n o en q u e podemos situar el rechazo del sujeto
es el de la censura. Sólo ella p u e d e c a p t a r las preguntas o las reve-
laciones del psicoanalista como más o menos próximas a las tenden-
cias reales q u e ella se" aplica a reprimir; sólo ella, p o r q u e ella sola
sabe lo que reprime.
E n efecto; si rechazamos el lenguaje y la mitología cosista del
psicoanálisis, advertimos que la censura, p a r a aplicar su actividad
con discernimiento, debe conocer lo que ella reprime. Si, en efecto,
renunciamos a todas las metáforas que representan la represión como
u n choque de fuerzas ciegas, forzoso es admitir q u e la censura ha
de elegir y, p a r a elegir, h a de representarse. ¿ D e d ó n d e provendría,
si no, el que deje pasar los impulsos sexuales lícitos, que tolere a las
necesidades (hambre, sed, sueño) expresarse en la conciencia clara?
¿ Y cómo explicar que p u e d a relajar su vigilancia, q u e hasta puede
ser engañada por los disfraces del instinto? Pero n o basta que dis-
cierna las tendencia malditas; es menester, además, que las capte
c o m o algo que debe reprimirse, lo q u e implica en ella, p o r lo menos,
u n a representación de su propia actividad. En u n a palabra, ¿ c ó m o
p o d r í a discernir la censura los impulsos reprimibles sin tener con-
ciencia de discernirlos? ¿ C a b e concebir u n saber que sea ignorancia
de sí? Saber es saber q u e se sabe, decía Alain. Digamos más b i e n :
iodo saber es conciencia de saber. Así, las resistencias del e n f e r m o
implican, al nivel de la censura, u n a representación de lo reprimido
en t a n t o q u e tal, u n a comprensión de la m e t a hacia la cual tienden
las preguntas del analista y u n acto de conexión sintética por el
cual c o m p a r e la verdad del complejo reprimido a la hipótesis psi-
coanalítica q u e lo encara. Y estas diversas operaciones, a su vez, im-
plican q u e la censura es consciente (de) sí. Pero, ¿ d e q u é tipo p u e d e
ser la conciencia (de) sí de la censura? Es preciso q u e sea con-
ciencia (de) ser conciencia de la tendencia a reprimir, pero precisa-
mente para no ser conciencia de eso. ¿ Q u é significa esto, sino q u e
la censura debe ser de m a l a fe? El psicoanálisis n o nos h a hecho
g a n a r n a d a , pues, p a r a suprimir la m a l a fe, h a establecido entre el
inconsciente y la conciencia u n a conciencia a u t ó n o m a y de m a l a fe.
Sus esfuerzos por establecer u n a verdadera dualidad — y hasta u n a
trinidad (Es, Ich, Ueberich que se expresa por la c e n s u r a ) — n o
h a n concluido sino en u n a terminología verbal. L a esencia misma
de la idea reflexiva de " d i s i m u l a n ^ " a l g u n a cosa implica la u n i d a d
de un mismo psiquismo y, p o r consiguiente, u n a doble actividad en
el seno de la u n i d a d , tendiente, por u n a parte, a m a n t e n e r y señalar
lo que h a de ocultarse y, por otra parte, a rechazarlo y velarlo; c a d a
u n o de los dos aspectos d e esa actividad es complementario del otro,
es decir, que lo implica en su ser. S e p a r a n d o p o r la censura lo cons-
ciente de lo inconsciente, el psicoanálisis n o h a logrado disociar las
dos fases del acto, ya q u e la libido es u n c o n a t o ciego hacia la ex-
presión consciente y el f e n ó m e n o consciente es u n resultado pasivo
y falaz: simplemente, h a localizado esa doble actividad de repulsión
y de atracción al nivel de la censura. Falta, por otra parte, p a r a
d a r cuenta de lá u n i d a d del f e n ó m e n o total (represión d e la tenden-
cia que se disfraza y " p a s a " b a j o f o r m a simbólica), establecer cone-
xiones comprensibles entre sus diversos momentos. ¿ C ó m o p u e d e
"disfrazarse" la tendencia reprimida, si n o implica: l 9 la con-
ciencia de ser r e p r i m i d a ; 2 ' la conciencia d e h a b e r sido rechazada
por ser lo que es; 3 9 u n proyecto de disfraz? N i n g u n a teoría me-
cánica de la condensación o de la transferencia p u e d e explicar esas
modificaciones cuya tendencia es a f e c t a d a por sí misma, pues la des-
cripción del proceso de disfraz implica recurrir veladamente a la
finalidad. Y, análogamente, ¿ c ó m o d a r - c u p n t a del placer o de la
a n g u s t i a q u e a c o m p a ñ a n a la g r a t i f i c a c i ó n simbólica y consciente'
de la t e n d e n c i a , si la conciencia n o incluye, m á s allá d e l a censura,
u n a oscura c o m p r e n s i ó n d e la m e t a e n c u a n t o s i m u l t á n e a m e n t e d e -
seada y p r o h i b i d a ? P o r h a b e r r e c h a z a d o la u n i d a d consciente d e
lo psíquico, F r e u d se v e o b l i g a d o a s o b r e n t e n d e r p o r d o q u i e r a u n a
u n i d a d m á g i c a q u e v i n c u l a los f e n ó m e n o s a d i s t a n c i a y p o r e n c i n t a
de los obstáculos, c o m o la p a r t i c i p a c i ó n p r i m i t i v a u n e a la p e r s o n a
e m b r u j a d a c o n l a f i g u r i l l a d e c e r a c o n f o r m a d a a su i m a g e n . E l
" T r i e b " 1 inconsciente está a f e c t a d o , p o r p a r t i c i p a c i ó n , del c a r á c t e r
de " r e p r i m i d o " o " m a l d i t o " q u e se e x t i e n d e a través d e él, lo colora
y p r o v o c a m á g i c a m e n t e sus simbolizaciones. A n á l o g a m e n t e , el f e n ó -
m e n o consciente está í n t e g r a m e n t e c o l o r e a d o p o r su s e n t i d o simbó-
lico, bien q u e n o p u e d a a p r e h e n d e r este s e n t i d o p o r sí m i s m o y e n
la c o n c i e n c i a clara. P e r o , a p a r t e su i n f e r i o r i d a d d e p r i n c i p i o , la
explicación p o r l a m a g i a n o s u p r i m e la coexistencia — a l nivel in-
consciente, al nivel d e la c e n s u r a y a l d e la c o n c i e n c i a — d e dos
e s t r u c t u r a s c o n t r a d i c t o r i a s y c o m p l e m e n t a r i a s , q u e se i m p l i c a n y se
destruyen r e c í p r o c a m e n t e . Se h a h i p o s t a s i a d o y " c o s i f i c a d o " , p e r o
n o evitado, la m a l a f e . E s t o h a i n c l i n a d o a u n p s i q u i a t r í a vienés,
Steckel, a separarse d e la o b e d i e n c i a psicoanalítica y a escribir, en.
La mujer frígida 2 : " C a d a vez q u e h e p o d i d o llevar s u f i c i e n t e m e n t e
lejos mis investigaciones, h e c o m p r o b a d o q u e el n ú c l e o d e la psicosis
e r a c o n s c i e n t e . " P o r lo d e m á s , los casos q u e r e f i e r e e n esta o b r a
a t e s t i g u a n u n a m a l a f e p a t o l ó g i c a d e q u e el f r e u d i s m o sería i n c a p a z
d e d a r razón. Se t r a t a r á , p o r e j e m p l o , d e m u j e r e s a q u i e n e s u n a
d e c e p c i ó n c o n y u g a l h a v u e l t o frígidas, es decir, q u e l o g r a n e n m a s -
c a r a r s e el goce q u e el a c t o sexual les p r o c u r a . Se a d v e r t i r á , e n p r i -
m e r t é r m i n o , q u e n o se t r a t a d e d i s i m u l a r s e a n t e ellas m i s m a s c o m -
plejos p r o f u n d a m e n t e h u n d i d o s e n tinieblas semifisiológicas, sino
c o n d u c t a s o b j e t i v a m e n t e verificables q u e ellas n o p u e d e n n o registrar
e n el m o m e n t o m i s m o e n q u e las e j e r c e n : a m e n u d o , e n efecto, el
m a r i d o revela a Steckel q u e su m u j e r h a d a d o señales o b j e t i v a s d e
placer, y la m u j e r , i n t e r r o g a d a , se e m p e ñ a c o n t o d a v e h e m e n c i a e n
n e g a r p r e c i s a m e n t e esas señales. Se t r a t a d e u n a a c t i v i d a d d e dis-
tracción. D e l m i s m o m o d o , las confesiones q u e Steckel sabe p r o v o c a r
nos e n s e ñ a n q u e esas m u j e r e s p a t o l ó g i c a m e n t e f r í g i d a s se a p l i c a n a
distraerse d e a n t e m a n o d e ese p l a c e r q u e t e m e n : m u c h a s , p o r e j e m -
plo, e n el m o m e n t o del a c t o sexual, desvían sus p e n s a m i e n t o s h a c i a
1
Pulsión instintiva. En el original: "La Triebe" ( ? ) . (N. del T.)
- [Trad. fr.j Nouveile Revue Fran5ai.se.
sus o c u p a c i o n s cotidianas, h a c e n las c u e n t a s domésticas. ¿ Q u i é n va
a h a b l a r a q u í d e inconsciente? E m p e r o , si la m u j e r f r í g i d a distrae
así su c o n c i e n c i a del p l a c e r q u e e x p e r i m e n t a , n o es d e m o d o cínico
jy en p l e n o a c u e r d o consigo m i s m a , sino para demostrarse q u e es
f r í g i d a . Estamos, e f e c t i v a m e n t e , a n t e u n f e n ó m e n o de m a l a fe, pues-
t o q u e los esfuerzos i n t e n t a d o s p a r a n o a d h e r i r s e al p l a c e r experi-
m e n t a d o i m p l i c a n el r e c o n o c i m i e n t o d e q u e se h a e x p e r i m e n t a d o el
p l a c e r y, p r e c i s a m e n t e , lo i m p l i c a n para negarlo. P e r o n o estamos
ya e n el c a m p o del psicoanálisis. Así, p o r u n a p a r t e , la explicación
p o r lo inconsciente, p o r el h e c h o d e q u e r o m p e la u n i d a d psíquica,
n o p u e d e d a r r a z ó n d e los f e n ó m e n o s que, a p r i m e r a vista, p a r e c e n
p e r t e n e c e r l e . Y , p o r o t r a p a r t e , existe u n a i n f i n i d a d d e c o n d u c t a s
d e m a l a f e q u e r e c h a z a n e x p l í c i t a m e n t e ese t i p o d e explicación,
p o r q u e p o r esencia i m p l i c a n q u e n o p u e d e n a p a r e c e r sino e n la
t r a n s l u c i d e z d e la conciencia. E n c o n t r a m o s n u e v a m e n t e , intacto, el
p r o b l e m a q u e h a b í a m o s i n t e n t a d o eludir.

II

LAS CONDUCTAS DE MALA FE

Si q u e r e m o s salir d e n u e s t r a p e r p l e j i d a d , c o n v i e n e e x a m i n a r m á s
d e cerca las c o n d u c t a s d e m a l a f e e i n t e n t a r u n a descripción, q u e
nos p e r m i t i r á quizá f i j a r con m a y o r nitidez las condiciones d e posi-
b i l i d a d de esa m a l a fe, es decir, r e s p o n d e r a n u e s t r a p r e g u n t a del
c o m i e n z o : " ¿ Q u é h a d e ser el h o m b r e e n su ser, si h a de p o d e r
ser d e m a l a f e ? "
H e aquí, por ejemplo, u n a m u j e r que h a acudido a u n a pri-
m e r a cita. S a b e m u y bien las intenciones q u e el h o m b r e q u e le h a b l a
a b r i g a respecto d e ella. S a b e t a m b i é n q u e , t a r d e o t e m p r a n o , d e b e r á
t o m a r u n a decisión. P e r o n o q u i e r e sentir la u r g e n c i a de ello: se
a t i e n e sólo a lo q u e o f r e c e d e respetuoso y de discreto la a c t i t u d de
su p a r e j a . N o c a p t a esta c o n d u c t a c o m o u n a t e n t a t i v a d e estable-
c e r lo q u e se l l a m a "los p r i m e r o s c o n t a c t o s " , es decir, n o q u i e r e v e r
las posibilidades d e desarrollo t e m p o r a l q u e esa c o n d u c t a p r e s e n t a :
limita ese c o m p o r t a m i e n t o a lo q u e es e n el p r e s e n t e ; n o q u i e r e leer
en las frases q u e se le dirigen o t r a cosa q u e su sentido explícito, y si
se le d i c e : " T e n g o t a n t a a d m i r a c i ó n p o r u s t e d . . . " , ella d e s a r m a
esta f r a s e d e su t r a s f o n d o s e x u a l ; a d j u d i c a a los discursos y a la
conducta de su interlocutor significaciones inmediatas, q u e e n c a r a
como cualidades objetivas. El h o m b r e q u e le h a b l a le p a r e c e sincero
y respetuoso c o m o la mesa es r e d o n d a o c u a d r a d a , c o m o el t a p i z a d o
de la p a r e d es gris o azul. Y las cualidades así a d j u d i c a d a s a la
persona a quien escucha se h a n f i j a d o entonces en u n a p e r m a n e n c i a
cosista q u e n o es sino la proyección del estricto presente e n el f l u j o
temporal. Pues ella n ó se d a e n t e r a a lo q u e desea: es p r o f u n d a -
m e n t e sensible al deseo q u e inspira, p e r o el deseo liso y llano la
humillaría y le causaría horror. E m p e r o , n o hallaría e n c a n t o a l g u n o
en u n respeto q u e f u e r a respeto únicamente. P a r a satisfacerla, es
menester u n sentimiento q u e se dirija p o r e n t e r o a su persona, es
decir, a su libertad plenaria, y q u e sea u n reconocimiento de su li-
bertad. Pero es preciso, a la vez, q u e ese sentimiento sea. íntegra-
m e n t e deseo, es decir, q u e se d i r i j a a su c u e r p o en t a n t o q u e objeto.
Esta vez, pues, se niega a c a p t a r el deseo c o m o lo q u e es, n o le d a
ni siquiera nombre, n o lo reconoce sino en la m e d i d a en q u e el
deseo se transciende hacia la admiración, la estima, el respeto, y en
q u e se absorbe e n t e r a m e n t e en las f o r m a s m á s elevadas p r o d u c i d a s
por él, hasta el p u n t o de n o f i g u r a r en ellas ya sino c o m o u n a especie
de calidez y densidad. P e r o h e aquí q u e le cogen la m a n o . Este acto
d e su interlocutor arriesga m u d a r la situación, p r o v o c a n d o u n a de-
cisión i n m e d i a t a : a b a n d o n a r la m a n o es consentir p o r sí m i s m a al
flirt, es comprometerse; retirarla es r o m p e r la a r m o n í a tórbida e
inestable q u e constituye el e n c a n t o de esa hora. Se t r a t a de retrasar
lo m á s posible el instante d e la decisión. Sabido es lo q u e se p r o -
duce entonces: la joven a b a n d o n a su m a n o , p e r o no percibe q u e la
a b a n d o n a . N o lo percibe porque, casualmente, ella es en ese ins-
t a n t e p u r o espíritu: a r r a s t r a a su interlocutor hasta las regiones m á s
elevadas d e la especulación sentimental; h a b l a d e la vida, d e su
vida, se m u e s t r a en su aspecto esencial: u n a persona, u n a concien-
cia. Y, entre tanto, se h a c u m p l i d o el divorcio del c u e r p o y del
a l m a : la m a n o reposa inerte entre las m a n o s cálidas de su p a r e j a :
ni consentidora ni resistente: u n a cosa.
Diremos q u e esa m u j e r es d e m a l a fe. P e r o vemos en seguida
q u e p a r a m a n t e n e r s e en esa m a l a f e usa diferentes procedimientos.
H a d e s a r m a d o las conductas d e su p a r e j a reduciéndolas a n o ser
sino lo que son, es decir, a existir en el m o d o del en-sí. P e r o se
permite d i s f r u t a r del deseo de él, en la m e d i d a en q u e lo c a p t e c o m o
n o siendo lo que es, es decir, en q u e le reconocerá su trascendencia.
Por último, sin d e j a r d e sentir p r o f u n d a m e n t e la presencia de su
p r o p i o c u e r p o — q u i z á s h a s t a el p u n t o d e t u r b a r s e — , se realiza c o m o
no siendo su p r o p i o c u e r p o , y lo c o n t e m p l a desde a r r i b a , c o m o u n
o b j e t o p a s i v o al cual p u e d e n acaecer sucesos p e r o q u e es i n c a p a z d e
p r o v o c a r l o s n i evitarlos p o r q u e todos sus posibles están f u e r a d e él.
r Q u é u n i d a d e n c o n t r a m o s e n esos d i f e r e n t e s aspectos de la m a l a f e ?
Es c i e r t o a r t e d e f o r m a r c o n c e p t o s contradictorios, es decir, q u e u n e n
e n sí u n a i d e a y la n e g a c i ó n d e esta idea. El c o n c e p t o de base así
e n g e n d r a d o utiliza la d o b l e p r o p i e d a d de! ser h u m a n o , d e ser u n a
facticidad y una trascendencia. Estos dos aspectos d e la realidad
h u m a n a , e n v e r d a d , son y d e b e n ser susceptibles d e u n a c o o r d i n a c i ó n
válida. P e r o la m a l a f e n o q u i e r e ni coordinarlos ni superarlos en
u n a síntesis. P a r a ella se t r a t a d e a f i r m a r la i d e n t i d a d de a m b o s
conservándoles sus diferencias. E s preciso a f i r m a r la f a c t i c i d a d c o m o
siendo la t r a n s c e n d e n c i a y la t r a n s c e n d e n c i a c o m o siendo la factici-
d a d , d e m a n e r a q u e se p u e d a , e n el i n s t a n t e en q u e se c a p t a la
u n a , e n c o n t r a r s e b r u s c a m e n t e f r e n t e a la otra. El p r o t o t i p o de las
f ó r m u l a s d e m a l a f e nos será d a d o p o r ciertas frases célebres q u e
h a n sido c o n c e b i d a s j u s t a m e n t e , p a r a p r o d u c i r t o d o su efecto, con
u n espíritu d e m a l a f e . E s conocido, p o r e j e m p l o , este título d e u n a
o b r a d e Tacques C h a r d o n n e : L'amour, c'est beacoup plus aue
l'amour. [El amor es mucho más qve amor]. Se a d v i e r t e a q u í c ó m o
se realiza la u n i d a d e n t r e el a m o r presente en su f a c t i c i d a d , " c o n -
t a c t o d e dos e p i d e r m i s " , sensualidad, egoísmo, m e c a n i s m o p r o u s t i a n o
d e los celos, l u c h a a d l e r i a n a d e los sexos, etc., v el a m o r c o m o
trascendencia, el " r í o de f u e g o " d e M a u r i a c . el l l a m a d o del infi-
nito. el eros platónico, la s o r d a intuición cósmica de L a w r e n c e etc.
A q u í se p a r t e d e la f a c t i c i d a d p a r a e n c o n t r a r s e de súbito, a l l e n d e
el p r e s e n t e y la c o n d i c i ó n d e h e c h o del h o m b r e , a l l e n d e lo psicoló-
gico, en p l e n a metafísica. Al c o n t r a r i o , este t í t u l o d e u n a pieza d e
S a r m e n t : Je suis trop grand pour moi [ í o y demasiado grande
para mí|. q u e p r e s e n t a t a m b i é n los c a r a c t e r e s d e la m a l a fe. nos
a r r o j a p r i m e r o en p l e n a t r a s c e n d e n c i a p a r a a p r i s i o n a r n o s d e súbito
en los estrechos límites d e n u e s t r a esencia d e h e c h o . Se e n c u e n t r a n
las m i s m a s e s t r u c t u r a s en la frase c é l e b r e : " S e h a c o n v e r t i d o en lo
q u e e r a " , o en su anverso, n o m e n o s f a m o s o : " T e l q u ' e n luí m e m e
e n f i n l ' é t e r n i t é le c h a n g e " [ C o m o la e t e r n i d a d lo convierte en él
mismo] P o r supuesto, esas diversas f ó r m u l a s n o tienen sino la apa-
riencia d e la m a l a f e : h a n sido concebidas e x p l í c i t a m e n t e con esa

1
Verso de Mallarmé. (N. del T.)
forma p a r a d ó j i c a p a r a sorprender el á n i m o y desconcertarlo con u n
enigma. Pero precisamente esa apariencia es lo q u é nos importa. L o
que cuenta aquí es q u e esas fórmulas n o constituyen nociones nue-
vas y sólidamente estructuradas; al contrario, están construidas de
m a n e r a de permanecer en desagregación p e r p e t u a , p a r a hacer posible
un p e r p e t u o deslizamiento del presente naturalista a la trascenden-
cia, y viceversa. Se ve, en efecto, el uso q u e la m a l a fe p u e d e hacer
de todos esos juicios tendientes a establecer q u e yo n o soy lo q u e soy.
Si yo n o f u e r a sino lo que soy, podría, por ejemplo, encarar seria-
mente ese reproche q u e se m e formula, interrogarme con escrúpulo,
y acaso m e vería obligado de reconocer su verdad. Pero, precisa-
mente, por la trascendencia m e h u r t o a todo lo q u e soy. Ni si-
quiera tengo que discutir si el reproche está bien o m a l f u n d a d o ,
en el sentido en que Susana dice a F í g a r o : " D e m o s t r a r q u e tengo
razón sería reconocer q u e p u e d o estar equivocada." Estoy en u n
plano en q u e ningún reproche p u e d e alcanzarme, puesto q u e lo
que yo verdaderamente soy es m i trascendencia; huyo, m e escapo,
d e j o mi h a r a p o entre las manos del sermoneador. Sólo q u e la a m -
bigüedad necesaria p a r a la m a l a fe procede de a f i r m a r q u e soy m i
transcendencia en el m o d o d e ser d e la cosa. Y sólo así, e n efecto,
puedo sentirme evadido d e todos esos reproches. E n este sentido,
nuestra joven purifica al deseo d e t o d o c u a n t o tiene de humillante,
al n o querer considerar sinp su p u r a trascendencia, q u e hasta le
evita el tener que nombrarlo. Pero, inversamente, el "je suis trop
grand p o u r moi", al mostrarnos la trascendencia m u d a d a en fac-
ticidad, es la f u e n t e d e u n a infinidad de excusas p a r a nuestros f r a -
casos o debilidades. Análogamente, la joven coqueta m a n t i e n e la
trascendencia en la m e d i d a en que el respeto y la estima manifes-
tados por las conductas d e su pretendiente están ya e n el p l a n o de
lo trascendente. Pero ella detiene esa trascendencia ahí, la empasta
con t o d a la facticidad del presente: el respeto n o es otra cosa q u e
respeto, es u n trascender fijado, q u e n o se trasciende ya hacia n a d a .

Pero este concepto metaestable de "trascendencia-facticidad",


si bien es u n o de los instrumentos • de base de la m a l a £e, n o es
único en su género. Se utilizará igualmente otra duplicidad de la
realidad h u m a n a , q u e expresaremos en grueso diciendo que su ser-
para-sí implica complementariamente u n ser-para-otro. E n u n a cual-
quiera de mis conductas siempre m e es posible h a c e r convergir dos
miradas, la m í a y la del prójimo. Y, precisamente, la conducta n o
presentará la misma estructura en un caso y en el otro. Pero, como
veremos m á s tarde, y c o m o c a d a cual lo siente, n o h a y entre eso»
dos aspectos d e m i ser u n a diferencia de apariencia a ser, c o m o si
yo f u e r a p a r a m í mismo la v e r d a d d e m í m i s m o y c o m o si el pró-
j i m o n o poseyera d e mí sino u n a imagen d e f o r m a d a . L a igual dig-
n i d a d de ser d e mi ser p a r a el p r ó j i m o y de mi ser p a r a m í mismo
permite u n a síntesis p e r p e t u a m e n t e desagregativa y u n juego de eva-
sión p e r p e t u a del para-sí al p a r a - o t r o y del para-otro al para-sí. Se
h a visto t a m b i é n el e m p l e o q u e hacía aquella joven de nuestro ser-
en-medio-del-mundo, es decir, de nuestra presencia inerte d e objeto
pasivo entre otros objetos, p a r a descargarse d e p r o n t o d e las f u n -
ciones de su ser-en-el-mundo, es decir, del ser que, proyectándose
allende el m u n d o hacia sus propias posibilidades, hace q u e haya u n
m u n d o . Señalemos, p o r último, las síntesis confusionales q u e j u e g a n
con la a m b i g ü e d a d nihilizadora de los tres ék-stasis temporales, afir-
m a n d o a la vez q u e soy lo q u e he sido (el h o m b r e q u e se detiene
d e l i b e r a d a m e n t e en u n período de su vida y se niega a t o m a r en
consideración los cambios ulteriores) y que n o soy lo q u e he sido
(el h o m b r e que, f r e n t e a los reproches o al rencor, se desolidariza
totalmente d e su p a s a d o insistiendo en su libertad y en su re-creación
p e r p e t u a ) . E n todos estos conceptos, q u e n o tienen sino u n p a p e l
transitivo en los razonamientos y q u e son eliminados de la conclusión,
c o m o los imaginarios en el cálculo de los físicos, encontramos siempre
la misma e s t r u c t u r a : se t r a t a de constituir la realidad h u m a n a como
u n ser q u e es lo q u e n o es y q u e n o es lo q u e es.
Pero ¿ q u é es menester precisamente p a r a q u e estos conceptos
d e desagregación p u e d a n recibir hasta u n a falsa apariencia de exis-
tencia, p a r a q u e p u e d a n aparecer a la conciencia u n instante, así
sea en u n proceso de evanescencia? U n rápido e x a m e n de la idea
d e sinceridad, la antítesis d e la m a l a fe, será m u y instructivo a ese
respecto. E n efecto, la sinceridad se presenta como u n a exigencia
y, p o r lo tanto, n o es u n estado. Pero ¿cuál es el ideal q u e se pro-
c u r a alcanzar en ese caso? Es menester q u e el h o m b r e n o sea para
él mismo sino .lo q u e es; en u n a palabra, que sea plena y única-
m e n t e lo q u e es. Pero, ¿ n o es ésta, precisamente, la definición del
en-sí, o, si se prefiere, el principio d e identidad? Poner como ideal
el ser d e las cosas, ¿ n o es confesar a la vez q u e ese ser n o pertenece
a la realidad h u m a n a y q u e el principio de identidad, lejos de ser
u n a x i o m a universalmente universal, n o es sino u n principio sintético
q u e goza d e u n a universalidad simplemente regional? Así, p a r a q u e
los conceptos de m a l a fe p u e d a n , siquiera u n instante, crearnos u n a
ilusión; p a r a que la f r a n q u e z a de los "corazones p u r o s " (Gide, Kes-
sel) p u e d a valer p a r a la realidad h u m a n a c o m o ideal, es menester
que el principio de identidad n o represente u n principio constitu-
tivo de la realidad h u m a n a ; es menester que la realidad h u m a n a
no sea necesariamente lo q u e es, y p u e d a ser lo q u e n o es. ¿ Q u é
significa esto?
Si el h o m b r e es lo q u e es, la mala fe es p a r a siempre j a m á s im-
posible y la f r a n q u e z a d e j a de ser su ideal p a r a convertirse en su
ser; pero, ¿el h o m b r e es lo que es?; y, de m a n e r a general: ¿ c ó m o
se p u e d e ser lo q u e se es, c u a n d o se es como conciencia de ser? Si
la f r a n q u e z a o sinceridad es u n valor universal, cae de su peso q u e
su m á x i m a : "es preciso ser lo que se es", n o sirve ú n i c a m e n t e de
principio regulador p a r a los juicios y los conceptos p o r los cuales
expreso lo que soy. Esa m á x i m a n o f o r m u l a simplemente u n ideal
del conocer sino u n ideal de ser-, nos p r o p o n e u n a adecuación abso-
luta del ser consigo mismo c o m o p r o t o t i p o de ser. E n este sentido,
es preciso q u e nos hagamos ser lo que somos. Pero, ¿ q u é somos,
pues, si tenemos la obligación constante d e hacernos ser lo q u e so-
mos, si somos en el m o d o de ser del deber ser lo q u e somos? Consi-
deremos a ese mozo d e café. T i e n e el gesto vivo y m a r c a d o , algo
demasiado exacto, algo demasiado r á p i d o ; a c u d e hacia los p a r r o q u i a -
nos con paso u n p o c o demasiado vivo, se inclina con presteza algo
excesiva; su voz, sus ojos expresan u n interés quizá excesivamente
lleno de solicitud por el encargo del cliente; en fin, h e aquí q u e
vuelve, queriendo imitar en su actitud el rigor inflexible de quién
sabe q u é a u t ó m a t a , n o sin sostener su b a n d e j a con u n a suerte de
temeridad de f u n á m b u l o , poniéndola en u n equilibrio p e r p e t u a m e n t e
inestable, p e r p e t u a m e n t e roto y p e r p e t u a m e n t e restablecido con u n
leve movimiento del brazo y de la m a n o . T o d a su c o n d u c t a nos
parece u n juego. Se aplica a e n g r a n a r sus movimientos c o m o si f u e -
sen mecanismos regidos los unos p o r los otros, su mímica y su voz
mismas parecen mecanismos; se i m p a r t e la presteza y la rapidez ine-
xorable d e las cosas. J u e g a , se divierte. Pero, ¿ a q u é juega? N o
hay q u e observarlo m u c h o p a r a darse c u e n t a : juega a ser m o z o de
café. N o hay en ello de q u é sorprenderse: el juego es u n a especie
d e d e m a r c a m i e n t o e investigación. El niño juega con su c u e r p o p a r a
explorarlo, p a r a inventariarlo; el mozo d e café juega con su condi-
ción p a r a realizarla. Esta obligación n o difiere de la que se i m p o n e
a todos los comerciantes: su condición está h e c h a de p u r a ceremonia,
el público reclama d e ellos q u e la realicen c o m o ceremonia; existe
la d a n z a del a l m a c e n e r o , del sastre, del tasador, p o r la cual se es-
f u e r z a n p o r p e r s u a d i r a sus clientelas d e q u e n o son n a d a m á s q u e
u n a l m a c e n e r o , u n t a s a d o r , u n sastre. U n a l m a c e n e r o p e r d i d o en
sueños es ofensivo p a r a el c o m p r a d o r , p u e s n o es ya c o m p l e t a m e n -
te a l m a c e n e r o . L a cortesía exige q u e se circunscriba a su f u n c i ó n de
a l m a c e n e r o , c o m o el s o l d a d o q u e p r e s e n t a a r m a s y se h a c e cosa-
s o l d a d o con u n a m i r a d a d i r e c t a p e r o q u e n o ve, q u e n o está h e c h a
ya p a r a ver, p u e s el r e g l a m e n t o y n o el interés m o m e n t á n e o deter-
m i n a el p u n t o e n q u e d e b e f i j a r l a (la m i r a d a " f i j a a diez pasos di-
d i s t a n c i a " ) . ¡ C u á n t a s p r e c a u c i o n e s p a r a a p r i s i o n a r al h o m b r e en
lo q u e es! C o m o si viviéramos con el p e r p e t u o t e m o r de q u e se
escape, d e q u e d e s b o r d e y e l u d a d e r e p e n t e su condición. P e r o lo
q u e o c u r r e es q u e , p a r a l e l a m e n t e , el m o z o d e c a f é n o p u e d e ser m o z o
de c a f é desde d e n t r o e i n m e d i a t a m e n t e , e n el sentido d e q u e este
t i n t e r o es tintero, o el vidrio es vidrio. N o es q u e n o p u e d a f o r m a r
juicios reflexivos o c o n c e p t o s sobre su condición. Él sabe bien lo
q u e ésta " s i g n i f i c a " : la obligación d e levantarse a las cinco, d e b a r r e r
el piso del d e s p a c h o antes d e abrir, d e p o n e r e n m a r c h a la c a f e t e r a ,
etc. C o n o c e los derechos q u e ella i m p o r t a : el d e r e c h o a la p r o p i n a ,
los d e r e c h o s sindicales, etc. P e r o todos estos conceptos, todos estes
juicios, r e m i t e n a lo t r a n s c e n d e n t e . Se t r a t a d e posibilidades abstrac-
tas, d e d e r e c h o s y deberes c o n f e r i d o s a u n " s u j e t o de d e r e c h o " . Y
p r e c i s a m e n t e es éste el s u j e t o q u e yo debo-de-ser y q u e n o soy. N o
q u e yo n o q u i e r a serlo ni q u e sea otro. M á s bien, n o h a y m e d i d a
c o m ú n e n t r e su ser y el mío. Él es u n a " r e p r e s e n t a c i ó n " p a r a los
otros y p a r a m í mismo, lo q u e significa q u e n o p u e d o serlo sino en
representación. Pero, p r e c i s a m e n t e , si m e lo represento, n o lo soy;
estoy s e p a r a d o de él c o m o el o b j e t o del sujeto, s e p a r a d o por nada,
p e r o este nada m e aisla de. él, y o n o p u e d o serlo, n o p u e d o sino jugar
a serlo, es decir, i m a g i n a r m e q u e lo soy. Y, p o r eso mismo, lo a f e c t o
de ñ a d í . Por m u c h o que c u m p l a mis funciones de mozo de café,
n o p u e d o serlo sino en el m o d o n e u t r a l i z a d o , c o m o el a c t o r es H a m -
let, h a c i e n d o m e c á n i c a m e n t e los gestos típicos d e m i ' e s t a d o y e n c a -
r á n d o m e c o m o m o z o d e c a f é i m a g i n a r i o a través de esos gestos to-
m a d o s c o m o " a n á l o g o n " 1 . L o q u e i n t e n t o realizar es u n ser-en-sí
del m o z o d e café, c o m o si n o estuviera j u s t a m e n t e en m i p o d e r
c o n f e r i r a mis deberes y derechos d e e s t a d o su v a l o r y su vigencia,
c o m o si *no f u e r a de mi libre elección el l e v a n t a r m e todas las m a -

1
Cf. L'imaginaire, 1939; Conclusión.
ñ a ñ a s a las cinco o q u e d a r m e e n la c a m a , a riesgo d e h a c e r m e des-
pedir, C o m o si, p o r el h e c h o m i s m o de q u e m a n t e n g o en existencia
ese p a p e l , n o lo t r a n s c e n d i e r a d e p a r t e a p a r t e , n o m e constituyera
c o m o u n más allá d e m i condición. E m p e r o , n o c a b e d u d a d e q u e
soy en cierto s e n t i d o u n m o z o d e c a f é ; si no, ¿ n o p o d r í a l l a m a r m e
i g u a l m e n t e d i p l o m á t i c o o periodista? Pero, si lo soy, n o p u e d e ser
en el m o d o del ser-en-sí. L o soy e n el m o d o d e ser lo que no soy.
N o se t r a t a solamente, p o r o t r a p a r t e , d e las condiciones sociales;
n o soy j a m á s n i n g u n a de mis actitudes, n i n g u n a de mis c o n d u c t a s .
El locuaz es el q u e juega a la l o c u a c i d a d p o r q u e n o p u e d e ser elo-
cuente; el a l u m n o a t e n t o q u e q u i e r e ser a t e n t o , los ojos clavados
en el m a e s t r o y t o d o orejas, se a g o t a h a s t a tal p u n t o en j u g a r a la
atención q u e a c a b a p o r n o e s c u c h a r n a d a . P e r p e t u a m e n t e ausen-
te d e m i c u e r p o , d e mis actos, soy, a d e s p e c h o d e m í mismo,
esa " d i v i n a a u s e n c i a " de q u e h a b l a V a l é r y . N o p u e d o decir ni q u e
soy el q u e está a q u í ni q u e n o lo soy, e n el s e n t i d o e n q u e se d i c e :
"lo q u e está sobre esa m e s a es u n a c a j a d e f ó s f o r o s " ; ni q u e soy el
q u e está d e pie ni el q u e está s e n t a d o ; sería c o n f u n d i r m i c u e r p o
con la t o t a l i d a d idiosincrática d e la cual m i c u e r p o n o es sino u n a
d e las estructuras. P o r t o d a s p a r t e s escapo al ser y, sin e m b a r g o , soy.
P e r o h e a q u í u n m o d o d e ser q u e n o c o n c i e r n e m á s q u e a m í :
en este m o m e n t o soy u n h o m b r e triste. E s t a tristeza q u e soy, ¿ n o la
soy e n el m o d o d e ser lo q u e soy? E m p e r o , ¿ q u é es ella, sino la
u n i d a d i n t e n c i o n a l q u e viene a r e u n i r y a n i m a r al c o n j u n t o d e mis
c o n d u c t a s ? E s el sentido d e este m i r a r e m p a ñ a d o q u e lanzo sobre
el m u n d o , d e estos h o m b r o s agobiados, d e esta cabeza q u e a g a c h o ,
d e esta f l o j e d a d de m i c u e r p o todo. Pero, ¿ a c a s o n o sé, e n el m o -
m e n t o m i s m o e n q u e ejerzo c a d a u n a d e estas c o n d u c t a s , q u e p o d r í a
n o e j e r c e r l a ? Si d e p r o n t o a p a r e c i e r a u n e x t r a ñ o , yo erguiría la
cabeza, r e t o m a r í a m i aire activo y vivaz; ¿ q u é q u e d a r í a d e m i tris-
teza, sino el h a b e r l e d a d o c o m p l a c i e n t e m e n t e cita p a r a d e n t r o de
u n rato, después q u e se h a y a i d o el visitante? E s a tristeza m i s m a ,
¿ n o es, p o r o t r a p a r t e , u n a conducta? ¿ N o es la conciencia q u e se
a f e c t a a sí m i s m a d e tristeza c o m o recurso m á g i c o c o n t r a u n a situa-
ción d e m a s i a d o u r g e n t e ? 1 . Y, a u n e n este caso, sentirse triste, ¿ n o
es, a n t e todo, hacerse triste? Bien, se d i r á ; pero, darse el ser d e la
tristeza, ¿ n o es, a pesar d e t o d o , recibir ese ser? P o c o i m p o r t a , al
fin y al cabo, d e d ó n d e lo reciba. El h e c h o es q u e u n a conciencia
q u e se a f e c t a d e tristeza es triste, p r e c i s a m e n t e a c a u s a d e ello. P e r o
1
Esquisse d'une théorie des émotions, Hermán Paul, París.
es c o m p r e n d e r mal la naturaleza de la conciencia: el ser-triste n o
es u n ser ya h e c h o q u e m e doy, c o m o p u e d o d a r este libro a mi
amigo. N o tengo cualificación p a r a afectarme de ser. Si m e h a g o
triste, d e b o h a c e r m e triste de u n extremo a otro de mi tristeza; n o
p u e d o aprovechar el impulso adquirido y d e j a r seguir a n d a n d o a m i
tristeza sin recrearla ni sostenerla, a m o d o de u n cuerpo inerte que
prosigue su movimiento después del choque inicial: n o hay inercia
alguna en la conciencia. Si m e h a g o triste, eso significa que n o lo
soy: el ser de la tristeza m e escapa p o r el acto y en el acto mismo
por el cual m e afecto de él. El ser-en-sí de la tristeza infesta per-
p e t u a m e n t e mi conciencia (de) ser triste, pero como u n valor q u e
n o p u e d o realizar, como un sentido regulador de m i tristeza, n o como
su m o d a l i d a d constitutiva.
¿Se dirá que m i conciencia, por lo menos, es, cualquiera que sea
el objeto o el estado de que se haga conciencia? Pero, ¿ c ó m o distin-
guir de la tristeza m i conciencia (de) ser triste? ¿ N o es todo u n o ?
Cierto que, en cierta m a n e r a , m i conciencia es, si se entiende por
ello q u e m i , conciencia f o r m a p a r t e p a r a el p r ó j i m o de la totalidad
de ser sobre la cual p u e d e n formularse juicios. Pero h a de hacerse
notar, c o m o bien lo h a visto Husserl, que m i conciencia aparece
originariamente al p r ó j i m o c o m o u n a ausencia. Es el objeto siempre
presente c o m o sentido de todas mis actividades y conductas, y siem-
p r e ausente, pues se d a a la intuición a j e n a c o m o u n a p e r p e t u a cues-
tión o, m e j o r a ú n , c o m o u n a p e r p e t u a libertad. C u a n d o P e d r o m e
mira, sé, sin d u d a , q u e m e m i r a ; sus ijos —cosas del m u n d o — están
fijos en m i c u e r p o —cosa del m u n d o — ; h e aquí el hecho objetivo,
del cual p u e d o decir q u e es. Pero es también u n h e c h o del mundo.
El sentido de esta m i r a d a n o lo es: y eso es lo que m e desasosiega:
por m u c h o q u e h a g a —sonrisas, promesas, amenazas—, n a d a p u e d e
disparar la aprobación, el libre juicio q u e estoy buscando; sé q u e
está siempre más allá, lo siento en mis propias conductas, las cuales
n o tienen ya el carácter operario q u e m a n t i e n e n respecto de las
cosas; las cuales n o son ya p a r a m í mismo, en la m e d i d a en que las
refiero a u n prójimo, sino simples presentaciones, y a g u a r d a n ser
constituidas en agraciadas o desgraciadas, sinceras o insinceras, etc.,
por u n a aprehensión q u e está siempre más allá de todos mis esfuerzos
por provocarla, q u e n o será jamás provocada p o r esos esfuerzos a
menos que ella, por sí misma, les preste su f u e r z a ; que n o es sino en
t a n t o que ella misma se haga provocar por el exterior; que es como
su propia mediadora con lo trascendente. Así, el h e c h o objetivo
del ser-en-sí de la conciencia a j e n a se p o n e p a r a desvanecerse en
negatividad y libertad: la conciencia a j e n a es corno no siendo; su
ser-en-sí de " a q u í " y de " a h o r a " consiste en n o ser.
La conciencia del prójimo es lo que no es.
Y, p o r otra parte, mi p r o p i a conciencia n o se m e aparece en
su ser c o m o la conciencia a j e n a . . M i conciencia es p o r q u e se hace,
ya q u e su ser es conciencia de ser. Pero esto significa q u e el hacer
sostiene al ser; la conciencia debe-de-ser su p r o p i o ser; no está n u n c a
sostenida p o r el ser, pues ella sostiene al ser en el seno de la subje-
tividad; lo q u e significa, u n a vez más, q u e está h a b i t a d a por el ser
pero q u e n o es el ser: ella no es lo que es.
E n estas condiciones, ¿ q u é significa el ideal de sinceridad sino
u n a tarea irrealizable, cuyo sentido mismo está en contradicción con
la estructura de mi conciencia? Ser sincero, decíamos, es ser lo q u e
se es. Esto supone q u e n o soy originariamente lo que soy. Pero
aquí, n a t u r a l m e n t e , está sobrentendido el "debes, por lo tanto, pue-
des" de K a n t . P u e d o llegar a ser sincero: he aquí lo q u e implican
m i deber y m i esfuerzo de sinceridad. Pero, precisamente, compro-
bamos q u e la estructura original del " n o ser lo q u e se es" hace im-
posible de a n t e m a n o t o d o devenir hacia el ser en sí o "ser lo q u e
se es". Y esta imposibilidad n o q u e d a e n m a s c a r a d a a la conciencia;
al contrario, esa imposibilidad es el m a t e r i a l mismo de la concien-
cia; es el desasosiego constante q u e experimentamos, es nuestra inca-
pacidad misma de reconocernos, de constituirnos c o m o siendo lo
que somos; es esa necesidad p o r la cual, desde q u e nos ponemos
c o m o u n cierto ser p o r u n juicio legítimo f u n d a d o sobre la expe-
riencia interna o correctamente d e d u c i d o de premisas a priori o em-
píricas, p o r esa posición misma trascendemos ese ser; y lo trascen-
demos n o hacia otro ser, sino hacia el vacío, hacia el nada. ¿ C ó m o ,
entonces, podemos r e p r o c h a r al p r ó j i m o n o ser sincero, o compla-
cernos en nuestra sinceridad, puesto que esta sinceridad nos a p a r e c e
a la vez c o m o imposible? ¿ C ó m o podemos ni a u n esbozar, en el
discurso, en la confesión, en el e x a m e n de conciencia, u n esfuerzo
de sinceridad, ya que este esfuerzo estará destinado p o r esencia al
fracaso y, al mismo t i e m p o q u e lo anunciamos, tenemos u n a com-
prensión p r e j u d i c a t i v a de su i n a n i d a d ? E n efecto, c u a n d o m e exa-
m i n o se t r a t a de que determine e x a c t a m e n t e lo q u e soy, p a r a resol-
verme a serlo sin rodeos; tal vez p a r a ponerme, después, en busca
de los medios aptos p a r a c a m b i a r m e . P e r o ¿ q u é significa esto, sino
q u e se t r a t a de q u e m e constituya como u n a cosa?- ¿ D e t e r m i n a r é
el c o n j u n t o de motivos y móviles q u e m e h a n llevado a realizar tal
o cual acción? Pero es ya postular u n determinismo causal q u e cons-
tituye al f l u j o de mis conciencias c o m o u n a serie d e estados físicos.
¿Descubriré en m í "tendencias", así sea p a r a confesármelas avergon-
zado? Pero ¿ n o es olvidar deliberadamente q u e esas tendencias se rea-
lizan con m i concurso, q u e n o son fuerzas d e la naturaleza sino q u e
yo les presto su eficacia p o r u n a p e r p e t u a decisión sobre su valor?
¿ F o r m u l a r é u n juicio sobre m i carácter, sobre m i naturaleza? ¿ N o
es ello o c u l t a r m e e n el m i s m o instante lo que, p o r lo demás, ya sé:
q u e juzgo así u n p a s a d o al cual m i presente escapa p o r definición?
L a p r u e b a está en q u e el m i s m o individuo que, en la sinceridad,
p o n e q u e él es lo q u e de h e c h o era, se indigna c o n t r a el rencor
a j e n o y t r a t a d e d e s a r m a r l o a f i r m a n d o q u e n o será m á s e n adelante
lo q u e h a sido. A d m i r a y aflige q u e las sanciones del tribunal caigan
sobre u n h o m b r e que, en su n u e v a libertad, no es más el culpable
q u e e r a ; pero, a la vez, se exige d e ese h o m b r e q u e se reconozca
c o m o siendo ese culpable. ¿ Q u é es, entonces, la sinceridad, sino
precisamente u n f e n ó m e n o d e m a l a fe? ¿ N o hemos mostrado, e n
efecto, q u e e n la m a l a f e se t r a t a d e constituir la realidad h u m a n a
c o m o u n ser q u e es lo q u e n o es y n o es lo q u e es?
U n homosexual tiene a m e n u d o u n intolerable sentimiento d e
culpabilidad, y su existencia e n t e r a se d e t e r m i n a con relación a ese
sentimiento. U n o tenderá a a u g u r a r q u e es d e m a l a fe. Y, e n efecto,
con f r e c u e n c i a ocurre q u e ese h o m b r e , sin d e j a r de reconocer su
inclinación homosexual, sin d e j a r d e confesar u n a a u n a c a d a f a l t a
singular q u e h a cometido, se niega con todas sus fuerzas a conside-
rarse c o m o un pederasta. Su caso es siempre " a p a r t e " , singular;
intervienen elementos d e juego, d e azar, d e m a l a suerte; son erro-
res pasados; se explican p o r cierta concepción d e la belleza q u e n o
p u e d e n satisfacer las m u j e r e s ; h a d e verse en ello m á s bien los efectos
d e u n a inquieta búsqueda q u e las manifestaciones de u n a tendencia
p r o f u n d a m e n t e a r r a i g a d a , etc., etc. H e ahí, ciertamente, u n h o m b r e
cuya m a l a f e frisa e n lo cómico, y a que, reconociendo todos los he-
chos q u e se le i m p u t a n , se* niega a sacar la consecuencia q u e se
impone. Así, su amigo, q u e es su m á s severo censor, se irrita por
s e m e j a n t e d u p l i c i d a d : el censor n o p i d e sino u n a cosa, y acaso en-
tonces se m o s t r a r á i n d u l g e n t e : q u e el culpable se reconozca culpable,
q u e el homosexual declare sin rodeos — n o i m p o r t a si humilde o
reivindicativo—: Soy un pederasta. Ahora preguntamos: ¿Quién
es d e m a l a f e : el homosexual o el c a m p e ó n d e la sinceridad? El
homosexual reconoce sus faltas, p e r o l u c h a con todas sus fuerzas con-
tra la aplastante perspectiva d e q u e sus errores le constituyan u n
destino. No> quiere dejarse considerar c o m o u n a cosa; tiene la os-
c u r a y f u e r t e comprensión de q u e u n homosexual n o es homosexual
como esta mesa es mesa o c o m o este pelirrojo es pelirrojo. L e p a r e c e
escapar a todo error u n a vez que p o n e el error y lo reconoce; más
a ú n : q u e la duración psíquica, por sí misma, lo lava d e c a d a falta,
le constituye u n porvenir i n d e t e r m i n a d o , lo h a c e renacer c o m o nuevo.
¿ Y e r r a ? ¿ N o reconoce, p o r sí mismo, el c a r á c t e r singular e irreduc-
tible d e la realidad h u m a n a ? Su actitud encierra, pyes, u n a inne-
gable comprensión de la v e r d a d . Pero, a la vez, tiene necesidad de
ese p e r p e t u o renacer, d e esa constante evasión, p a r a vivir: le es
preciso ponerse constantemente f u e r a , de alcance p a r a evitar el te-
rrible juicio d e la colectividad. Así, juega con la p a l a b r a ser. E n
efecto, tendría razón si esta f r a s e : " Y o n o soy pederasta", la enten-
diera en el sentido d e " Y o n o soy lo q u e soy"; es decir, si d e c l a r a r a :
" E n la me.dida en q u e u n a serie de conductas se definen c o m o con-
ductas de pederasta, y en q u e yo h e a s u m i d o esas conductas, soy u n
pederasta. E n la m e d i d a en q u e la realidad escapa a t o d a definición
por conductas, n o lo soy." P e r o se desliza s o l a p a d a m e n t e hacia otra
acepción de la p a l a b r a "ser", en el sentido d e " n o ser en sí". D e -
clara " n o ser p e d e r a s t a " en el sentido en q u e esta mesa no es un
tintero. Y, así, es de m a l a fe.
Pero el c a m p e ó n d e la sinceridad n o ignora la transcendencia
de la realidad h u m a n a y sabe, si es preciso, reivindicarla en provecho
propio. H a s t a usa de ella y la pone en su exigencia presente; ¿ n o
quiere, acaso, en n o m b r e de la sinceridad — p o r lo tanto, de la
libertad—, q u e el homosexual se vuelva sobre si m i s m o y se reco-
nozca homosexual? ¿ N o d a a e n t e n d e r q u e tal confesión le a t r a e r á
ia indulgencia? ¿ Y q u é significa esto, sino que el h o m b r e q u e se
reconozca homosexual n o será m á s el mismo q u e el homosexual q u e
reconoce ser y se evadirá a la región de la libertad y de la b u e n a
voluntad? L e exige, pues, ser lo q u e es p a r a no ser m á s lo q u e es.
T a l el sentido p r o f u n d o de la f r a s e : " P e c a d o confesado, m e d i o per-
d o n a d o . " R e c l a m a del culpable q u e se constituya c o m o u n a cosa,
precisamente p a r a n o t r a t a r l o m á s c o m o cosa. Y esta contradicción
es constitutiva de la exigencia d e sinceridad. E n efecto: ¿ q u i é n no
ve lo que hay de ofensivo p a r a el p r ó j i m o y de tranquilizador p a r a
mí, en u n a frase c o m o : " ¡ B a h ! Es u n p e d e r a s t a " , q u e cancela d e
un p l u m a z o u n a inquietante libertad y, desde ese m o m e n t o , tiende
a constituir todos los actos del p r ó j i m o c o m o consecuencias que flu-
yen rigurosamente d e su esencia? H e ahí, empero, lo q u e el censar
exige d e su v í c t i m a : q u e se constituya a sí misma c o m o cosa, q u e
le entregue en f e u d o su libertad, p a r a q u e él se la devuelva en seguida
c o m o u n soberano a su vasallo. El c a m p e ó n de la sinceridad, en la
m e d i d a en q u e quiere en v e r d a d tranquilizarse c u a n d o p r e t e n d e juz-
gar, en la m e d i d a en q u e exige a u n a libertad constituirse, en t a n t o
q u e libertad, c o m o cosa, es d e m a l a fe. Se t r a t a a q u í sólo de u n
episodio d e esa lucha a m u e r t e de las conciencias q u e Hegel deno-
m i n a "la relación de a m o a esclavo". U n o se dirige a u n a conciencia
p a r a exigirle, en n o m b r e de su naturaleza de conciencia, destruirse
r a d i c a l m e n t e c o m o conciencia, haciéndole esperar, más allá de esta
destrucción, u n renacer.
Sea, se dirá. Pero nuestro h o m b r e abusa d e la sinceridad p a r a
h a c e r de ella u n a r m a c o n t r a el prójimo. N o h a y q u e ir en busca
de la sinceridad en las relaciones del mit-sein, sino allí donde se
da p u r a , en las relaciones d e u n o consigo mismo. Pero, ¿quién n o
ve q u e la sinceridad objetiva se constituye de la misma m a n e r a ?
¿ Q u i é n n o ve q u e el h o m b r e sincero se constituye c o m o u n a cosa,
precisamente, p a r a escapar a esta condición d e cosa p o r el acto mis-
m o de sinceridad? El h o m b r e q u e se confiesa ser m a l v a d o h a tro-
cado su i n q u i e t a n t e "libertad-para-el-mal" por u n carácter i n a n i m a d o
d e m a l v a d o : él es malvado, se adhiere a sí, es lo q u e es. Pero, al
mismo tiempo, se evade d e esta cosa, ya q u e es él quien la contempla,
ya q u e d e él d e p e n d e m a n t e n e r l a b a j o su m i r a d a o d e j a r l a desmoro-
narse en u n a infinidad de actos particulares. Se hace u n mérito de
su sinceridad, y el h o m b r e meritorio no es el m a l v a d o en t a n t o q u e
malvado, sino en t a n t o q u e está m á s allá de su m a l d a d . A la vez,
la m a l d a d q u e d a desarmada, ya que n o es n a d a excepto en el plano
del determinismo y ya que, al confesarla, p o n g o mi libertad f r e n t e
a ella; m i porvenir es virgen, t o d o m e está permitido. Así, la es-
t r u c t u r a esencial de la sinceridad n o difiere de la d e la m a l a fe, ya
q u e el h o m b r e sincero se constituye c o m o lo q u e es parü no serlo.
Esto explica la verdad, reconocida por todos, d e q u e se p u e d e llegar
a ser d e m a l a fe a f u e r z a d e ser sincero. Sería, dice Valéry, el caso
de Stendhal. L a sinceridad total y constante c o m o constante esfuerzo
por adherirse a sí m i s m o es, por naturaleza, u n constante esfuerzo por
desolidarizarse de consigo m i s m o ; u n o se libera de sí por el acto
mismo por el cual se hace objeto p a r a sí. I n v e n t a r i a r p e r p e t u a m e n t e
lo que se es es renegar constantemente de sí y refugiarse en u n a
esfera en que n o se es ya n a d a más que u n a p u r a y libre m i r a d a .
L a m a l a fe, decíamos, tiene por objetivo ponerse f u e r a de alcance;
es u n a h u i d a . Verificarnos a h o r a que es menester utilizar los mismos
términos p a r a definir la sinceridad. ¿ Y entonces?
L o q u e ocurre es que, en ú l t i m a instancia, el objetivo de la
sinceridad y el de la m a l a fe 110 son tan diferentes. Por cierto, hay
u n a sinceridad que se refiere al p a s a d o y q u e aquí n o nos interesa:
soy sincero si confieso haber tenido tal o cual placer o tal o cual
intención. Veremos que, si esta sinceridad es posible, ello se debe a
que, en su caída al pasado, el ser del h o m b r e se constituye como u n
ser en sí. Pero sólo nos interesa a h o r a la sinceridad que se encara
a sí misma en la i n m a n e n c i a presente. ¿ Cuál es su objetivo? H a c e r
que m e confiese lo que soy p a r a coincidir f i n a l m e n t e con mi ser; en
u n a palabra, h a c e r m e ser en el m o d o del en-sí lo q u e soy en el
m o d o del " n o ser lo que soy". Y su postulado es que soy ya, en el
fondo, en el m o d o del en-sí, lo que h e de ser. Así, encontramos en
el f o n d o de la sinceridad u n incesante juego de espejo y de reflejo,
u n p e r p e t u o tránsito del ser que es lo que es al ser q u e n o es lo q u e
es e, inversamente, del ser que no es lo que es al ser que es lo que
es. ¿ Y cuál es el objetivo de la m a l a fe? H a c e r m e ser lo q u e soy
en el m o d o del " n o ser lo que se es" o n o ser lo q u e soy en el m o d o
del "ser lo que se es". E n c o n t r a m o s aquí el mismo juego de espejos.
Pues, en efecto, p a r a que haya intención de sinceridad, es menester
que en el origen, a la vez, yo sea y no sea lo q u e soy. L a sinceridad
n o m e asigna u n a m a n e r a de ser o cualidad particular, sino que, con
motivo de esta cualidad, tiende a h a c e r m e pasar de u n m o d o de ser
a otro m o d o de ser. Este segundo m o d o de ser, ideal d e la since-
ridad, m e está vedado, por naturaleza, alcanzarlo; y, en el m o m e n t o
mismo en que m e esfuerzo por alcanzarlo, tengo la comprensión
oscura y prejudicativa de q u e n o lo alcanzaré. Pero, igualmente,
p a r a poder siquiera concebir u n a intención de m a l a fe, es preciso
que, por naturaleza, m e escape de m i ser en mi ser. Si yo f u e r a u n
h o m b r e triste o cobarde a la m a n e r a en que este tintero es tintero,
la posibilidad d e la m a l a f e n o p o d r í a siquiera concebirse. N o sólo
n o podría escapar de m i ser, sino que ni a u n podría imaginar poder
escaparle. Pero, si la m a l a f e es posible, a título de simple proyecto,
ello se debe a que, justamente, n o hay u n a diferencia t a n t a j a n t e
entre ser y n o ser, c u a n d o se t r a t a de mi ser. L a m a l a fe n o es
posible sino p o r q u e la sinceridad es consciente de m a r r a r su objetivo
por naturaleza. N o p u e d o estar t e n t a d o de c a p t a r m e como no siendo
cobarde siéndolo, a menos q u e este "ser c o b a r d e " esté él mismo
" p u e s t o en cuestión" en el mismo m o m e n t o en que es; a menos q u e
sea él mismo una cuestión; a menos que, en el m o m e n t o mismo en
q u e quiero captarlo, se m e escape p o r todas partes y se aniquile. L a
condición p a r a p o d e r i n t e n t a r u n esfuerzo de mala fe es que, en
cierto sentido, yo no sea ese cobarde q u e n o quiero ser. Pero, si yo
no fuera cobarde en el m o d o simple del no-ser-lo-que-no-se-es, sería
" d e buena f e " al declarar q u e n o soy cobarde. Así, es preciso, ade-
más, q u e yo sea de a l g u n a m a n e r a ese cobarde incaptable y evanes-
cente q u e n o soy. Y n o se entienda con esto que yo deba ser " u n
p o c o " cobarde, en el sentido en q u e " u n poco" significa "en cierta
m e d i d a cobarde y no-cobarde en cierta m e d i d a " . N o : debo ser y
n o ser a la vez totalmente cobarde y en todos los aspectos. Así, en
este caso, la m a l a fe exige q u e yo n o sea lo q u e soy, es decir, q u e
haya u n a diferencia imponderable q u e separe al ser del no-ser en
el m o d o d e ser d e la realidad h u m a n a . Pero la m a l a fe no se limita
a d e n e g a r las cualidades q u e poseo, a n o ver el ser que soy: intenta
también constituirme c o m o siendo lo q u e n o soy. M e capta positi-
v a m e n t e c o m o valeroso, n o siéndolo. Y esto n o es posible, u n a vez
más, a menos q u e yo sea lo q u e n o soy, es decir, a menos q u e el
no-ser, en mí, n o tenga el ser ni siquiera a título de no-ser. Sin d u d a ,
es necesario q u e yo no sea valeroso; si no, la mala fe n o sería ya fe
mala. Pero es menester, además, que mi esfuerzo de m a l a fe in-
cluya la comprensión ontológica de que, a u n en el m o d o ordinario
d e m i ser, lo q u e soy n o lo soy verdaderamente, y de que n o hay
tal diferencia entre el ser de "ser-triste", por ejemplo — l o q u e yo
soy en el m o d o del n o ser lo q u e soy-—, y el "no-ser" del no-ser-
valeroso q u e quiero disimularme. Es preciso, además y sobre todo,
q u e la propia negación d e ser sea ella misma objeto de u n a p e r p e t u a
nihilización; q u e el p r o p i o sentido del "no-ser" esté p e r p e t u a m e n t e
cuestionado en la realidad h u m a n a . Si yo no fuera valeroso, a la
m a n e r a en q u e este tintero n o es mesa, es decir, si estuviera aislado
en m i cobardía, clavado en ella, incapaz d e ponerla en relación com
su contrario; si yo n o f u e r a capaz d e determinarme c o m o cobarde,
es decir, de negar de mí la valentía y así escapar a mi cobardía en
el m o m e n t o mismo en q u e la pongo,; si no m e f u e r a , por principio,
imposible coincidir con m i no-ser valeroso t a n t o como con mi ser-
cobarde, todo proyecto d e mala fe m e estaría vedado. Así, p a r a q u e
la m a l a fe sea posible, es menester q u e la sinceridad misma sea d e
m a l a fe. La condición de posibilidad de la mala fe es q u e la realidad
h u m a n a , en su ser m á s i n m e d i a t o , e n la i n f r a e s t r u c t u r a del cogito
prerreflexivo, sea lo q u e n o es y n o sea lo q u e es.

II

LA "FE" DE LA MALA FE

Pero, p o r el m o m e n t o , n o h e m o s i n d i c a d o sino las condiciones


q u e h a c e n concebible la m a l a fe, las e s t r u c t u r a s d e ser q u e p e r m i t e n
f o r m a r conceptos d e m a l a fe. N o p o d r í a m o s limitarnos a esas con-
sideraciones: n o h e m o s d i s t i n g u i d o a ú n la m a l a f e de la m e n t i r a ;
los conceptos anfibológicos q u e h e m o s descrito p o d r í a n , sin d u d a ,
ser utilizados p o r u n m e n t i r o s o p a r a d e s c o n c e r t a r a su interlocutor,
bien q u e la anfibología d e los mismos, e s t a n d o f u n d a d a sobre el ser
del h o m b r e y n o sobre a l g u n a c i r c u n s t a n c i a e m p í r i c a , p u e d a y d e b a
p a t e n t i z a r s e a todos. El v e r d a d e r o p r o b l e m a de la m a l a f e p r o c e d e ,
e v i d e n t e m e n t e , d e q u e la m a l a f e es fe. N o p u e d e ser n i m e n t i r a cínica
ni evidencia, si evidencia es posesión i n t u i t i v a del objeto. Pero, si
l l a m a m o s creencia a la a d h e s i ó n del ser a su o b j e t o c u a n d o el o b j e t o
n o está d a d o o lo está i n d i s t i n t a m e n t e , e n t o n c e s la m a l a f e es c r e e n -
cia, y el p r o b l e m a esencial d e la m a l a fe es u n p r o b l e m a d e creencia.
¿ C ó m o creer d e m a l a f e e n los conceptos q u e u n o f o r j a expresa-
m e n t e p a r a persuadirse? H a d e advertirse, e n efecto, q u e el p r o -
yecto d e m a l a f e d e b e ser él m i s m o d e m a l a f e ; n o soy d e m a l a f e
s o l a m e n t e al t é r m i n o d e m i esfuerzo, u n a vez q u e h e c o n s t r u i d o mis
conceptos anfibológicos y m e h e p e r s u a d i d o d e ellos. A d e c i r ver-
d a d , n o m e h e p e r s u a d i d o : e n la m e d i d a e n q u e p o d í a estarlo, lo
h e e s t a d o siempre. Y h a sido m e n e s t e r q u e , e n el m o m e n t o m i s m o
e n q u e m e disponía a h a c e r m e de m a l a fe, f u e r a d e m a l a fe c o n
respecto a esas disposiciones mismas. R e p r e s e n t á r m e l a s c o m o d e m a l a
fe, h u b i e r a sido cinismo; creerlas s i n c e r a m e n t e inocentes, h u b i e r a
sido b u e n a fe. L a decisión d e ser d e m a l a f e n o se a t r e v e a decir
su n o m b r e ; se cree y n o se cree d e m a l a f e ; se cree y n o se cree
d e b u e n a fe. Y ella m i s m a , desde el s u r g i m i e n t o d e la m a l a fe,
d e c i d e sobre t o d a la a c t i t u d u l t e r i o r y, en cierto m o d o , sobre la
Weltanschauung d e la m a l a fe. Pues la m a l a f e n o conserva las
n o r m a s y criterios d e la v e r d a d tal c o m o los a c e p t a el p e n s a m i e n t o
crítico d e b u e n a fe. E n e f e c t o : lo q u e ella d e c i d e p r i m e r a m e n t e es
la n a t u r a l e z a d e la v e r d a d . C o n la m a l a f e a p a r e c e n u n a v e r d a d ,
un m é t o d o de pensar, u n tipo de ser de los objetos; y este m u n d o
de m a l a fe de que el sujeto se rodea de pronto tiene por caracterís-
tica ontológica que en él el ser es lo q u e n o es y n o es lo que es.
E n consecuencia, aparece un tipo singidar de evidencia: la evidencia
no persuasiva. L a m a l a fe c a p t a evidencias, pero está resignada de
a n t e m a n o a n o ser llenada por esas evidencias, a n o ser persuadida
y t r a n s f o r m a d a en b u e n a f e : se h a c e h u m i l d e y modesta, n o ignora
— d i c e — q u e la fe es decisión y que, después de cada intuición, es
preciso decidir y querer aquello que es. Así, la m a l a fe, en su pro-
yecto primitivo y desde su surgimiento, decide. Sobre la naturaleza
exacta de sus exigencias, se d i b u j a toda entera en la resolución q u e
toma d e no pedir demasiado, de darse por satisfecha c u a n d o esté m a l
persuadida, de forzar p o r decisión sus adhesiones a verdades inciertas.
Este proyecto primero d e m a l a f e es u n a decisión d e m a l a f e sobre
la naturaleza de la fe. C o m p r e n d a m o s bien q u e n o se t r a t a de u n a
decisión reflexiva y voluntaria, sino de u n a espontánea determinación
d e nuestro ser. U n o se pone d e m a l a fe c o m o quien se duerme, y
se es d e m a l a f e c o m o quien sueña. U n a vez realizado este m o d o
d e ser, es t a n difícil salir d e él c o m o despertarse: pues la m a l a f e
es u n tipo d e ser en el m u n d o , al igual q u e la vigilia o el sueño,
q u e tiende p o r sí mismo a perpetuarse, bien q u e su estructura sea
del tipo metaestable. Pero la m a l a f e es consciente d e su estructura
y h a t o m a d o sus precauciones, decidiendo q u e la estructura metaes-
table era la estructura del ser y q u e la no-persuasión era la estruc-
t u r a de todas las convicciones. Resulta, pues, q u e si la m a l a fe es f e
e implica en su proyecto primero su propia negación (se determina
a estar m a l convencida p a r a convencerse de q u e soy lo q u e n o soy),
es preciso que, en el origen, sea posible u n a fe q u e quiere estar m a l
convencida. ¿Cuáles son las condiciones de posibilidad de tal fe?
C r e o q u e m i amigo P e d r o siente amistad por mí. L o creo de
buena fe. L o creo y n o tengo d e ello intuición a c o m p a ñ a d a de
evidencia, pues el objeto mismo, p o r naturaleza, n o se presta a la
intuición. Y o lo creo, es decir, que m e dejo llevar por impulsiones
d e confianza; q u e decido creer en ellas y atenerme a esta decisión;
q u e m e conduzco, por último, c o m o si estuviera cierto de ello; y
t o d o esto en la u n i d a d sintética d e u n a misma actitud. L o q u e
d e f i n o así c o m o b u e n a fe es lo q u e Hegel d e n o m i n a r í a lo inmediato,
la f e del carbonero. Hegel' mostraría en seguida q u e lo inmediato
llama la mediación y que la creencia, al hacerse creencia para sí,
pasa al estado de no-creencia. Si creo q u e mi amigo Pedro m e quiere
Ilion, esto significa q u e su amistad se m e aparece c o m o el sentido
«le todos sus actos. L a creencia es u n a conciencia p a r t i c u l a r del
sentido de los actos d e Pedro. Pero si yo sé q u e creo, la creencia se
me aparece c o m o p u r a determinación subjetiva, sin correlato exte-
rior. Es lo q u e hace de la propia p a l a b r a "creer" u n termino indi-
ferentemente utilizado p a r a indicar la inquebrantable firmeza de la
creencia ( " M i Dios, yo creo en ti") y su carácter inerme y estricta-
m e n t e subjetivo ( " P e d r o , ¿es m i amigo? N o sé: creo q u e sí"). Pero
la naturaleza de la conciencia es tal q u e en ella lo m e d i a t o y lo
inmediato son u n solo y mismo ser. C r e e r es saber q u e se cree y
saber q u e se cree es n o creer ya. Así, creer es no creer ya, p o r q u e
no es sino creer esto en la u n i d a d d e u n a misma conciencia n o tética
(de) sí. Por cierto, hemos f o r z a d o aquí la descripción del f e n ó m e n o
ni designarlo con la p a l a b r a saber; la conciencia n o tética n o es
saber; pero, por su misma translucidez, está en el origen de todo
saber. Así, la conciencia n o tética (de) creer es destructora de la
creencia. Pero, a la vez, la ley misma del cogito prerreflexivo implica
q u e el ser del creer debe ser la conciencia d e creer. Asi, la creencia
es u n ser que se pone en cuestión en su propio ser ; que n o puede reali-
zarse sino en su destrucción; q u e n o p u e d e manifestarse a sí sino
negándose: es u n ser p a r a el cual ser es parecer, y parecer es ne-
garse. Creer es n o creer. L a razón de ello es clara: el ser de la
conciencia consiste en existir por sí, y, por ende, hacerse ser y, con
ello, superarse. E n este sentido, la conciencia es p e r p e t u a m e n t e h u i d a
de sí; la creencia se convierte en no-creencia, lo inmediato en me-
diación, lo absoluto en relativo y lo relativo en absoluto. El ideal
d e la b u e n a fe (creer lo q u e se cree) es, c o m o el de la sinceridad
(ser lo que es), u n ideal d e ser-en-sí. T o d a creencia es creencia
insuficiente; no se cree j a m á s en aquello q u e se cree. Y. por con-
siguiente, el proyecto primitivo de la m a l a fe n o es sino la utilización
de esta autodestrucción del h e c h o d e conciencia. Si toda creencia
de b u e n a fe es u n a imposible creencia, hay lugar a h o r a p a r a toda
creencia imposible. M i incapacidad de creer que soy valeroso no
m e r e p u g n a r á ya, puesto que, justamente, n i n g u n a creencia p u e d e
creer jamás lo bastante. Definiré entonces c o m o mi creencia esa
creencia imposible. E n verdad, n o podría disimularme q u e creo p a r a
no creer y q u e n o creo para creer. Pero la sutil y total aniquilación
de la m a l a fe p o r ella misma n o podría sorprenderme: es algo q u e
existe en el f o n d o de toda fe. ¿ Y entonces? ¿ E n el m o m e n t o en
que quiero creerme valeroso, yo sé que soy cobarde? ¿ Y esta certi-
d u m b r e v e n d r í a a d e s t r u i r m i c r e e n c i a ? Pero, primeramente, no
soy m á s valeroso q u e c o b a r d e , si h a d e e n t e n d é r s e l o e n el m o d o d e
ser del en-sí. E n s e g u n d o lugar, n o sé q u e soy valeroso; s e m e j a n t e
c a p t a c i ó n d e m í n o p u e d e a c o m p a ñ a r s e sino d e creencia, pues so-
b r e p a s a la p u r a c e r t i d u m b r e reflexiva. E n t e r c e r l u g a r , es m u y cierto
q u e la m a l a f e n o llega a c r e e r lo q u e q u i e r e creer. Pero, precisa-
m e n t e e n t a n t o q u e a c e p t a c i ó n d e n o creer lo q u e cree, es m a l a fe.
L a b u e n a f e q u i e r e r e h u i r el "no-creer-lo-que-se-cree" r e f u g i á n d o s e
en el ser; la m a l a f e r e h u y e el ser r e f u g i á n d o s e e n el "no-creer-lo-
que-se-cree". L a m a l a f e h a . d e s a r m a d o d e a n t e m a n o t o d a c r e e n c i a :
las q u e quisiera a d q u i r i r y, al m i s m o tiempo, las d e m á s , las q u e q u i e r e
r e h u i r . Al querer esta a u t o d e s t r u c c i ó n d e la creencia, destrucción
d e q u e la ciencia se e v a d e h a c i a la evidencia, la m a l a f e a r r u i n a
las creencias q u e se le o p o n e n , q u e se revelan t a m b i é n c o m o no
siendo sino creencia. Así p o d e m o s c o m p r e n d e r m e j o r el f e n ó m e n o
p r i m e r o d e la m a l a fe.
E n la m a l a fe, n o h a y m e n t i r a cínica ni sabia p r e p a r a c i ó n de
conceptos engañosos. E l a c t o p r i m e r o d e m a l a f e es p a r a r e h u i r lo
q u e n o se p u e d e r e h u i r , p a r a r e h u i r lo q u e se es. El proyecto m i s m o
de h u i d a revela a l a m a l a f e u n a í n t i m a desagregación en el seno
del ser; y esta desagregación es lo q u e ella q u i e r e ser. Pues, a decir
v e r d a d , las dos a c t i t u d e s i n m e d i a t a s q u e p o d e m o s a d o p t a r f r e n t e a
n u e s t r o ser están c o n d i c i o n a d a s p o r la n a t u r a l e z a m i s m a de este ser
y p o r su relación i n m e d i a t a con el en-si. L a b u e n a f e p r o c u r a r e h u i r
la desagregación í n t i m a d e m i ser y e n d o h a c i a el en-sí q u e ella de-
biera ser y n o es. L a m a l a fe p r o c u r a r e h u i r el en-sí r e f u g i á n d o s e
en la desagregación i n t i m a d e m i ser. P e r o esta m i s m a desagregación
es n e g a d a p o r ella, tal c o m o niega d e sí m i s m a ser m a l a fe. Al
r e h u i r p o r el "no-ser-lo-que-se-es" el en-sí q u e n o soy e n el m o d o
d e ser lo q u e n o se es, la m a l a fe, q u e r e n i e g a d e sí e n c u a n t o m a l a
fe, a p u n t a al en-sí q u e n o soy e n el m o d o del "no-ser-lo-que-no-se-
es" 1 . Si la m a l a f e es posible, ello se d e b e a q u e constituye la a m e -
n a z a i n m e d i a t a y p e r m a n e n t e de t o d o proyecto del ser h u m a n o ; a
q u e l a conciencia esconde e n su ser u n riesgo p e r m a n e n t e de m a l a

1
Si bien es indiferente ser de buena o de mala fe, porque la mala fe
alcanza a la buena fe y se desliza en el origen mismo de su proyecto, ello
no significa que no se pueda escapar radicalmente a la mala fe. Pero esto
supone una reasunción del ser podrido por sí mismo, reasunción a la qu«
llamaremos autenticidad y cuya descripción no cabe aquí.
fe. Y el origen de este riesgo es q u e la conciencia, a la vez y en
su ser, es lo q u e n o es y n o es lo q u e es. A la luz d e estas observa-
ciones, podemos a b o r d a r a h o r a el estudio ontológico de la conciencia,
en t a n t o q u e es n o la totalidad del ser h u m a n o , sino el núcleo ins-
t a n t á n e o d e este ser.
S E G U N D A P A R T E

EL SER-PARA-SÍ
CAPÍTULO I

LAS E S T R U C T U R A S I N M E D I A T A S D E L PARA-Sl

LA PRESENCIA A Si

L a n e g a c i ó n nos h a r e m i t i d o a la l i b e r t a d , ésta a l a m a l a fe,


y la m a l a f e al ser d e la c o n c i e n c i a c o m o su c o n d i c i ó n d e posibilidad.
C o n v i e n e , pues, r e t o m a r , a la luz d e las exigencias q u e h e m o s esta-
blecido e n los p r e c e d e n t e s capítulos, l a d e s c r i p c i ó n q u e h a b í a m o s
i n t e n t a d o e n la i n t r o d u c c i ó n d e esta o b r a ; es decir, q u e es necesario
volver al t e r r e n o del cogito prerreflexivo. P e r o el c o g i t o n o e n t r e g a
j a m á s s i n o l o q u e se le p i d e q u e e n t r e g u e . D e s c a r t e s l o h a b í a i n t e -
r r o g a d o sobre su a s p e c t o f u n c i o n a l : "Dudo, piensoy, por haber
q u e r i d o p a s a r sin hilo c o n d u c t o r d e este a s p e c t o f u n c i o n a l a l a d i a -
léctica existencial, cayó e n el t e r r o r sustancialista. Husserl, i n s t r u i d o
p o r este e r r o r , p e r m a n e c i ó t e m e r o s a m e n t e e n el p l a n o d e l a descrip-
c i ó n f u n c i o n a l . P o r eso n o sobrepasó n u n c a l a p u r a descripción d e
la a p a r i e n c i a e n t a n t o q u e tal, se e n c e r r ó e n el cogito, y m e r e c e ser
l l a m a d o , pese a sus protestas, f e n o m e n i s t a m á s b i e n q u e f e n o m e n ó -
logo; a d e m á s , su f e n o m e n i s m o f r i s a a c a d a i n s t a n t e e n el i d e a l i s m o
k a n t i a n o . H e i d e g g e r , q u e r i e n d o e v i t a r este f e n o m e n i s m o d e l a des-
c r i p c i ó n , q u e c o n d u c e al a i s l a m i e n t o m e g á r i c o y a n t i d i a l é c t i c o d e
las esencias, a b o r d a d i r e c t a m e n t e l a a n a l í t i c a existencial sin p a s a r
p o r el cogito. P e r o el Dasein, p o r h a b e r sido p r i v a d o desde el
origen de la d i m e n s i ó n d e la conciencia, n o p o d r á r e c o n q u i s t a r j a -
m á s esa d i m e n s i ó n . H e i d e g g e r d o t a a la r e a l i d a d h u m a n a d e u n a
c o m p r e n s i ó n d e si a la q u e d e f i n e c o m o u n " p r o - y e c t o ek-stático"
d e sus p r o p i a s posibilidades. Y n o e n t r a e n n u e s t r a s i n t e n c i o n e s ne-
g a r l a existencia d e este proyecto. Pero, ¿ q u é sería u n a c o m p r e n s i ó n
q u e , e n sí m i s m a , n o f u e r a c o n c i e n c i a ( d e ) ser c o m p r e n s i ó n ? Este
c a r á c t e r ek-stático d e la r e a l i d a d h u m a n a r e c a e e n u n en-sí cosista
y ciego si n o surge de la conciencia de ék-stasis. A decir v e r d a d ,
es menester p a r t i r del cogito, p e r o de éste cabe decir, p a r o d i a n d o
u n a f ó r m u l a célebre, q u e c o n d u c e a todo con tal q u e se salga de
él. N u e s t r a s indagaciones precedentes, q u e recaían sobre las condi-
ciones d e posibilidad d e ciertas conductas, n o tenían otro objeto q u e
p o n e r n o s en condiciones de interrogar al cogito sobre su ser y pro-
veernos del i n s t r u m e n t a l dialéctico q u e nos permitiera e n c o n t r a r en
el p r o p i o cogito el m e d i o d e evadirnos d e la i n s t a n t a n e i d a d h a c i a la
totalidad de ser q u e la realidad h u m a n a constituye. Volvamos, pues,
a la descripción d e la conciencia no-tética ( d e ) sí, examinemos sus
resultados y p r e g u n t é m o n o s q u é significa, p a r a la conciencia, la ne-
cesidad d e ser lo q u e n o es y d e n o ser lo q u e es.
" E l ser d e la conciencia, escribíamos en la I n t r o d u c c i ó n , es
u n ser p a r a el cual en su ser es cuestión de su ser." Esto significa
q u e el ser d e la conciencia n o coincide consigo m i s m o en u n a ade-
cuación plena. Esta adecuación, q u e es la del en-sí, se expresa por
esta simple f ó r m u l a : el ser es lo q u e es. N o h a y en el en-sí u n a
parcela d e ser q u e n o sea sin distancia con respecto a sí misma. N o
h a y e n el ser así concebido el m e n o r esbozo d e d u a l i d a d ; es lo q u e
expresaremos diciendo q u e la densidad de ser del en-sí es infinita. Es
lo pleno. El principio d e identidad p u e d e llamarse sintético, n o sólo
p o r q u e limita su alcance a u n a región d e ser definida, sino, sobre
tódo, p o r q u e r e ú n e en sí el infinito de la densidad. A es A significa:
A existe b a j o u n a compresión infinita, a u n a densidad infinita. L a
i d e n t i d a d es el c o n c e p t o límite d e la u n i f i c a c i ó n ; n o es v e r d a d q u e
el en-sí necesite d e u n a unificación sintética d e su ser: en el límite
e x t r e m o d e sí misma, la u n i d a d se e s f u m a y pasa a identidad. L o
idéntico es el ideal del u n o , y el u n o llega al m u n d o por la realidad
h u m a n a . El en-sí está p l e n o de sí mismo, y n o cabe i m a g i n a r pleni-
t u d m á s total, adecuación m á s p e r f e c t a del c o n t e n i d o al c o n t i n e n t e :
n o h a y el m e n o r vacío en el ser, la m e n o r fisura p o r la q u e p u d i e r a
deslizarse la n a d a .
L a característica d e la conciencia, al contrario, está en q u e es
u n a descompresión d e ser. Es imposible, en efecto, definirla c o m o
coincidencia consigo misma. D e esta mesa, p u e d o decir q u e es p u r a
y simplemente esta mesa. Pero d e m i creencia, n o p u e d o limitarme
a decir q u e es creencia: m i creencia es conciencia (de) creencia. A
m e n u d o se h a d i c h o q u e la m i r a d a reflexiva altera el hecho de con-
ciencia sobre el cual se dirige. Husserl m i s m o confiesa q u e el h e c h o
d e "ser vista" t r a e a p a r e j a d a p a r a c a d a vivencia u n a modificación
total. Pero creemos h a b e r m o s t r a d o q u e la condición p r i m e r a de
toda reflexividad es u n cogito prerreflexivo. Este cogito, ciertamente,
n o p o n e objeto alguno; p e r m a n e c e intraconsciencial. Pero n o p o r
eso d e j a de ser homólogo al cogito reflexivo, en c u a n t o a p a r e c e c o m o
la necesidad p r i m e r a , p a r a la conciencia irreflexiva, de ser vista p o r
ella m i s m a ; comporta, pues, originariamente, ese carácter dirimente
d e existir p a r a u n testigo, bien q u e este testigo p a r a el cual la
conciencia; existe sea ella misma. Así, p o r el synple hecho d e q u e
m i creencia es c a p t a d a c o m o creencia, ya no es sólo creencia; es
decir, ya n o es m á s creencia: es creencia p e r t u r b a d a . Así, el juicio
ontológico: "la creencia es conciencia (de) creencia" n o p u e d e to-
marse en n i n g ú n caso c o m o u n juicio d e i d e n t i d a d : el sujeto y el
a t r i b u t o son radicalmente diferentes, y esto, sin embargo, en la u n i d a d
indisoluble d e u n m i s m o ser.
M u y bieñ', se d i r á ; pero, p o r lo menos, h a d e decirse q u e la
conciencia (de) creencia es conciencia ( d e ) creencia. Volvemos a
e n c o n t r a r a este nivel la identidad del en-sí. Se t r a t a b a sólo de
elegir de m o d o conveniente el p l a n o en q u e captaríamos nuestro ob-
jeto. Pero n o es v e r d a d : a f i r m a r q u e la conciencia (de) creencia
es conciencia ( d e ) creencia es desolidarizar conciencia y creencia,
suprimir el paréntesis y h a c e r de la creencia u n o b j e t o p a r a la con-
ciencia; es d a r u n brusco salto al p l a n o de la reflexividad. E n efecto,
u n a conciencia (de) creencia q u e n o f u e r a sino conciencia (de)
creencia debería t o m a r conciencia (de) sí misma c o m o conciencia
(de) creencia. L a creencia se convertiría en p u r a cualificación tras-
cendente y noemática d e la conciencia; la conciencia t e n d r í a libertad
d e determinarse c o m o le pluguiera con respecto a esa creencia; se
parecería a esa m i r a d a impasible q u e la conciencia d e Víctor Gousin
lanza sobre los fenómenos psíquicos p a r a irlos i l u m i n a n d o u n o por
uno. Pero el análisis de la d u d a m e t ó d i c a i n t e n t a d o por Husserl h a
puesto claramente d e relieve el h e c h o d e q u e sólo la conciencia re-
flexiva p u e d e desolidarizarse d e lo q u e p o n e la conciencia refleja.
Sólo e n el nivel reflexivo se p u e d e intentar u n a érto/i]. u n poner
entre paréntesis, y se p u e d e rehusar lo q u e Husserl llama el mit-
machen. L a conciencia (de) creencia, a la vez q u e altera irrepara-
blemente la creencia, es, sin embargo, indistinguible d e ella; está para
hacer el acto de fe. Así, nos vemos obligados a confesar q u e la con-
ciencia (de) creencia es creencia. Y así c a p t a m o s en su origen ese
doble juego d e remisión: la conciencia (de) creencia es creencia y
la creencia es conciencia (de) creencia. E n n i n g ú n caso podemos
decir q u e la conciencia es conciencia y q u e la creencia es creencia.
C a d a u n o d e estos términos remite al otro y pasa al otro, y, sin
embargo, es diferente d e él. C o m o hemos visto, ni la creencia ni el
placer ni la alegría p u e d e n existir antes d e ser conscientes; la con-
ciencia les d a la m e d i d a d e su ser; pero n o es menos v e r d a d q u e la
creencia, p o r el h e c h o m i s m o d e n o poder existir sino c o m o pertur-
bada, existe desde el origen c o m o h u r t á n d o s e -a sí misma, como
q u e b r a n d o la u n i d a d d e todos los conceptos en q u e p u e d a querer
encerrársela.
Así, conciencia (de) creencia y creencia son u n solo y mismo
ser, cuya característica es la i n m a n e n c i a absoluta. P e r o desde q u e
se quiere c a p t a r ese ser, se desliza p o r entre los dedos y nos encon-
tramos a n t e u n esbozo de dualidad, a n t e u n j u e g o de reflejos, pues
la conciencia es r e f l e j o , pero justamente, en t a n t o q u e reflejo, ella
es el r e f l e j a n t e ; y, si intentamos c a p t a r l a c o m o reflejante, se desva-
nece y recaemos en el reflejo. Esta estructura del reflejo-reflejante
h a desconcertado a los filósofos, q u e h a n querido explicarla por u n
recurso al infinito, sea, c o m o Spinoza, p o s t u l a n d o u n a idea-ideae q u e
reclama u n a idea-ideae-ideae, etc., sea definiendo, a la m a n e r a de
Hegel, la reversión sobre sí mismo c o m o el v e r d a d e r o infinito. Pero
la introducción del infinito en la conciencia, a p a r t e d e q u e d e j a al
f e n ó m e n o f i j a d o y oscurecido, n o es sino u n a teoría explicativa expre-
samente destinada a reducir el ser d e la conciencia al ser del en-sí.
L a existencia objetiva del reflejo-reflejante, si la aceptamos tal como
se da, nos obliga, al contrario, a concebir u n m o d o d e ser diferente
del en-sí: n o u n a u n i d a d q u e contenga u n a dualidad, n o u n a síntesis
q u e trascienda y recoja los m o m e n t o s abstractos d e la tesis y la a n -
títesis, sino u n a d u a l i d a d q u e es u n i d a d , u n reflejo que es su propia
reflexión. Si, en efecto, p r o c u r a m o s alcanzar el f e n ó m e n o total, es
decir, la u n i d a d d e esa d u a l i d a d o conciencia (de) creencia, aquél
nos remite en seguida a u n o de los términos, y este término a su vez
nos remite a la organización unitaria d e la inmanencia. Pero si, al
contrario, queremos p a r t i r de la dualidad c o m o tal y postular la
conciencia y la creencia c o m o u n par, encontramos d e nuevo la idea-
ideae d e Spinoza y n o d a m o s con el f e n ó m e n o prerreflexivo q u e
queríamos estudiar. Pues la conciencia prerreflexiva es conciencia
(de) sí. Y esta noción misma de sí es lo que debe estudiarse, pues
d e f i n e el ser m i s m o de la conciencia.
Observamos, a n t e todo, que el término de en-sí, q u e hemos to-
m a d o de la tradición p a r a designar al ser trascendente, es impropio.
En el límite d e la conciencia consigo mismo, en efecto, el sí se des-
vanece p a r a d e j a r su lugar al ser idéntico. El sí n o p u e d e ser u n a
propiedad del ser-en-sí. P o r naturaleza, es u n reflexivo, c o m o lo in-
dica suficientemente la sintaxis y, en p a r t i c u l a r , el rigor lógico d e
la sintaxis latina y las distinciones estrictas q u e la g r a m á t i c a establece
entre el uso del eius y el del sui. El sí remite, p e r o remite pre-
cisamente al sujeto. I n d i c a u n a relación del sujeto consigo m i s m o y
esta relación es precisamente u n a d u a l i d a d , p e r o u n a d u a l i d a d p a r -
ticular, ya q u e exige símbolos verbales particulares. Por otra parte,
el sí n o designa al ser ni en t a n t o q u e sujeto ni en t a n t o q u e com-
plemento. E n efecto: si considero el "se" d e "él se a b u r r e " , p o r
ejemplo, c o m p r u e b o q u e se e n t r e a b r e p a r a d e j a r a p a r e c e r detrás al
sujeto mismo. El "se" n o es el sujeto, ya q u e el sujeto sin relación
a sí se condensaría en la identidad del en-sí; t a m p o c o es u n a articu-
lación consistente d e la realidad, ya q u e d e j a a p a r e c e r detrás el su-
jeto!. D e hecho, el sí n o p u e d e ser c a p t a d o c o m o u n existente r e a l :
el s u j e t o n o p u e d e ser sí, pues la coincidencia consigo mismo hace,
según hemos visto, q u e el sí desaparezca. Pero t a m p o c o p u e d e no
ser sí,'ya q u e el sí es indicación del sujeto mismo. El sí representa,
pues, u n a distancia ideal en la i n m a n e n c i a del sujeto con relación
a él m i s m o ; u n a m a n e r a d e no ser su propia coincidencia, de hurtarse
a la identidad al mismo t i e m p o q u e la pone c o m o u n i d a d ; en suma,
u n a m a n e r a d e ser en equilibrio p e r p e t u a m e n t e inestable e n t r e la
identidad c o m o cohesión absoluta sin traza d e diversidad, y la u n i d a d
c o m o síntesis d e u n a multiplicidad. Es lo q u e llamamos la presencia
a sí. L a ley d e ser del para-sí, c o m o f u n d a m e n t o ontológico de la
conciencia, consiste en ser él m i s m o en la f o r m a d e presencia a sí.
Esta presencia a sí h a sido t o m a d a a m e n u d o por u n a plenitud
de existencia, y u n prejuicio m u y d i f u n d i d o entre los filósofos hace
atribuir a la conciencia la m á s alta dignidad de ser. P e r o este pos-
t u l a d o n o p u e d e m a n t e n e r s e después d e u n a descripción m á s avan-
zada de la noción de presencia. E n efecto, toda presencia a im-
plica. dualidad, y p o r lo tanto, separación, p o r lo menos virtual. L a
presencia del ser a sí mismo implica u n despegue del ser con res-
pecto a sí. L a coincidencia de lo idéntico es la v e r d a d e r a plenitud
de ser, precisamente p o r q u e en esa coincidencia n o se d e j a lugar a
negatividad alguna. Sin d u d a , el principio d e identidad p u e d e lla-
m a r al principio d e no-contradicción, c o m o lo h a visto Hegel. E l ser
q u e es lo q u e es debe p o d e r ser el ser q u e n o es lo q u e n o es. Pero,
a n t e todo, esta negación, c o m o todas las demás, llega a la superficie
del ser p o r m e d i o de la realidad h u m a n a , c o m o lo hemos mostrado,
y n o p o r u n a dialéctica p r o p i a del ser mismo. Además, ese principio
n o p u e d e d e n o t a r sino las relaciones del ser con el exterior, ya que,
justamente, rige las relaciones del ser con lo q u e él n o es. Se trata,
pues, d e u n principio constitutivo de las relaciones externas, tales
c o m o p u e d e n a p a r e c e r a u n a realidad h u m a n a presente al ser-en-sí
y c o m p r o m e t i d a en el m u n d o ; n o concierne a las relaciones internas
del ser; estas relaciones, e n t a n t o q u e p o n d r í a n u n a alteridad, n o
existen. El principio de i d e n t i d a d es la negación de t o d a especie d e
relación en el seno del ser-en-sí. Al contrario, la presencia a sí supone
q u e en el ser se h a deslizado u n a fisura impalpable. Si es presente
a si, significa q u e n o es e n t e r a m e n t e sí. L a presencia es u n a degra-
d a c i ó n i n m e d i a t a d e la coincidencia, ya q u e supone la separación.
Pero, si nos p r e g u n t a m o s a h o r a : ¿qué es lo q u e separa al sujeto de
sí mismo?, nos vemos obligados a confesar q u e n o es nada. L o q u e
separa, d e ordinario, es u n a distancia en el espacio, u n lapso tem-
poral, u n d i f e r e n d o psicológico o simplemente la individualidad de
dos co-presentes; e n s u m a , u n a realidad cualificada. Pero, en el
caso q u e nos ocupa, nada p u e d e separar la conciencia ( d e ) creencia
d e la creencia, ya q u e la creencia n o es nada más q u e la conciencia
(dé) creencia. I n t r o d u c i r en la u n i d a d de u n cogito prerreflexivo
u n elemento cualificado exterior a ese cogito sería q u e b r a r su u n i d a d ,
destruir su translucidez; h a b r í a entonces en la conciencia algo d e
lo cual ella n o sería conciencia y q u e n o existiría en sí-mismo c o m o
conciencia. L a separación q u e separa la creencia de sí misma n o
se d e j a ni c a p t a r ni a u n concebir a p a r t e . Si se p r o c u r a descubrirla,
se e s f u m a : nos encontramos con la creencia c o m o p u r a inmanencia.
Pero, al contrario, si se quiere c a p t a r la creencia c o m o tal, entonces
ahí está la fisura, q u e a p a r e c e c u a n d o n o se la quiera ver y desapa-
rece en c u a n t o se p r o c u r a contemplarla. Esa fisura es, pues, lo nega-
tivo puro. L a distancia, el lapso temporal, el d i f e r e n d o psicológico
p u e d e n ser captados en sí mismos y encierran, c o m o tales, elementos
d e positividad; tienen u n a simple función negativa. Pero la fisura
intraconsciencial es, f u e r a d e lo q u e ella niega, u n n a d a , y n o p u e d e
tener ser sino en t a n t o q u e n o se la ve. Eso negativo q u e es n a d a
d e ser y p o d e r nihilizador c o n j u n t a m e n t e , es la nada. E n n i n g u n a
p a r t e podríamos c a p t a r l a con semejante pureza. E n cualquier otra
p a r t e es preciso, de u n a u otra m a n e r a , conferirle el ser-en-sí e n t a n t o
q u e n a d a . Pero la n a d a que surge en el meollo de la conciencia no
es: es sida. L a creencia, p o r ejemplo, n o es contigüidad de u n ser
r o n otro ser; es su propia presencia a sí, su' propia descompresión de
ser. Si no, la u n i d a d del para-sí se desmoronaría e n d u a l i d a d de dos
en-sí. D e este modo, el para-sí debe ser su p r o p i a n a d a . El ser de
la conciencia en t a n t o q u e conciencia consiste en existir a distancia
de si c o m o presencia a sí, y esa distancia n u l a q u e el ser lleva en
su ser es la N a d a . Luego, p a r a q u e exista u n si, es menester q u e la
unidad d e este ser c o m p o r t e su p r o p i a n a d a c o m o nihilización d e lo
idéntico. Pues la n a d a q u e se desliza en la creencia es su n a d a , la
nada de la creencia c o m o creencia en sí, c o m o creencia ciega y plena,
como "fe del carbonero". El para-sí es el ser q u e se d e t e r m i n a a
sí m i s m o a existir en t a n t o q u e n o p u e d e coincidir consigo mismo.
Es comprensible, entonces, que, al interrogar sin hilo conductor
a ese cogito prerreflexivo, n o h a y a m o s encontrado en n i n g u n a p a r t e
la n a d a . N o se encuentra, n o se devela la n a d a a la m a n e r a en q u e
se p u e d e e n c o n t r a r , develar u n ser. L a n a d a es siempre u n en-otra-
parte, Es obligación p a r a el para-sí n o existir j a m á s sino en la f o r m a
de u n en-otra-parte con respecto a sí mismo, existir c o m o u n ser q u e
se a f e c t a p e r p e t u a m e n t e d e u n a inconsistencia d e ser. Esta incon-
sistencia n o remite, p o r otra p a r t e , a otro ser; n o es sino u n a per-
p e t u a remisión d e sí a sí, del reflejo al reflejante, del r e f l e j a n t e al
reflejo. E m p e r o , esta remisión n o provoca en el seno del para-sí u n
movimiénto infinito; está d a d a en la u n i d a d d e u n m i s m o a c t o : el
movimiento infinito n o pertenece sino a la m i r a d a reflexiva q u e
quiere c a p t a r el f e n ó m e n o c o m o t o t a l i d a d . y q u e se v e remitida del
reflejo al r e f l e j a n t e y del r e f l e j a n t e al reflejo sin p o d e r detenerse
nunca. Así, la n a d a es ese a g u j e r o d e ser, esa caída del en-sí hacia
el sí p o r la cual se constituye el para-sí. Pero esa n a d a n a p u e d e
"ser sida" a menos q u e su existencia p r e s t a d a sea correlativa a u n
acto nihilizador del ser. Este acto p e r p e t u o p o r el cual el en-sí se
d e g r a d a en presencia a sí es lo q u e llamaremos acto ontológico. L a
n a d a es el acto p o r el cual el ser pone en cuestión al ser, es decir,
justamente, la conciencia o para-sí. Es u n acaecimiento absoluto
q u e viene al ser p o r el ser y que, sin tener el ser, está p e r p e t u a m e n t e
sostenido p o r el ser. E s t a n d o el ser en sí aislado de su ser por su total
positividad, n i n g ú n ser p u e d e p r o d u c i r ser y n a d a p u e d e llegar al
ser p o r el ser, salvo la n a d a . L a n a d a es la posibilidad p r o p i a del
ser y su única posibilidad. Y a u n esta posibilidad original n o a p a -
rece sino an el a c t a absoluto q u e la realiza. L a n a d a , siendo n a d a de
ser, n o p u e d e venir al ser sino por el ser mismo. Sin d u d a , viene
al ser por u n ser singular, q u e es la realidad h u m a n a . Pero este ser
se constituye como realidad h u m a n a en t a n t o qué n o es n a d a más
que el proyecto original de su p r o p i a nada. L a realidad h u m a n a es
el ser en t a n t o que, en su ser y p o r su ser, es f u n d a m e n t o único de
la n a d a en el sena del ser.

II

LA FACTICIDAD DEL PARA-SL

E m p e r o , el para-sí es. Es, se dirá, a u n q u e más n o sea a título


d e ser q u e no es lo q u e es y que es lo q u e n o es. Es, ya que, cuales-
quiera q u e f u e r e n los obstáculos q u e vengan a hacerla n a u f r a g a r , el
proyecto de la sinceridad es al menos concebible. Es, a título de acae-
cimiento, en el sentido en que p u e d o decir q u e Felipe I I ha sido,
q u e m i amigo P e d r o es, existe; es, en t a n t o q u e aparece en u n a con-
dición q u e n o h a elegido él, en t a n t o q u e P e d r o es burgués francés
de 1942 y q u e Schmitt era obrero berlinés de 1870; es, en t a n t o que
está a r r o j a d o a u n m u n d o , en u n a "situación"; es, en t a n t o que es
p u r a contingencia, en t a n t o q u e p a r a él, c o m o p a r a las cosas del
m u n d o , c o m o p a r a esta pared, este árbol, esta taza, puede plantearse
la p r e g u n t a original: "¿ Por qué este ser es tal y n o de otra m a n e r a ? "
Es, en t a n t o q u e h a y en él algo de q u e él n o es f u n d a m e n t o : su
presencia al mundo.
Esta captación del ser p o r sí mismo c o m o n o siendo su propio
f u n d a m e n t o está en el f o n d o de t o d o cogito. Es notable, a este res-
pecto, que ella se descubra i n m e d i a t a m e n t e en el cogito reflexivo
d e Descartes. E n efecto: c u a n d o Descartes quiere sacar provecho
d e su descubrimiento, se c a p t a a sí mismo c o m o u n ser imperfecto,
"ya q u e d u d a " . Pero, en este ser imperfecto, c o m p r u e b a la presencia
de la idea de perfección. Aprehende, pues, u n desnivel entre el tipo
de ser al que p u e d e concebir y el ser q u e él es. Este desnivel o falta
d e ser está en el origen de la segunda p r u e b a de la existencia de
Dios. Si se descarta, en efecto, la terminología escolástica, ¿ q u é
q u e d a de esta p r u e b a ? El sentido m u y neto de q u e el ser que posee
en sí la idea d e perfección n o p u e d e ser su propio f u n d a m e n t o , pues,
si no, se h a b r í a p r o d u c i d o a sí mismo c o n f o r m e con esa idea. E n
otros términos: u n ser que f u e r a su p r o p i o f u n d a m e n t o , n o podría
consentir el m e n o r desnivel entre lo que él es y lo que concibe, pues
se produciría a sí mismo conforme a su comprensión del ser y n o
p o d r í a concebir sino lo q u e él es. P e r o esta a p r e h e n s i ó n del ser c o m o
(alta de ser f r e n t e al ser es a n t e t o d o u n a c a p t a c i ó n p o r el cogito
ile su p r o p i a contingencia. Pienso, luego soy. ¿ Q u é soy? U n ser
cjue n o es su p r o p i o f u n d a m e n t o ; q u e , e n t a n t o q u e ser, p o d r í a ser
o t r o q u e el q u e es, e n la m e d i d a e n q u e n o explica su ser. E s t a
intuición p r i m e r a de n u e s t r a p r o p i a c o n t i n g e n c i a es lo q u e d a r á
Heidegger c o m o la m o t i v a c i ó n p r i m e r a del p a s o de lo a u t é n t i c o a
lo a u t é n t i c o . Ella es i n q u i e t u d , l l a m a d o de la conciencia ( R u f des
Gewissens), s e n t i m i e n t o de c u l p a b i l i d a d . A decir v e r d a d , la des-
cripción d e H e i d e g g e r d e j a a p a r e c e r d e m a s i a d o c l a r a m e n t e el cui-
d a d o d e f u n d a r o n t o l ó g i c a m e n t e u n a É t i c a d e la q u e p r e t e n d e n o
p r e o c u p a r s e , así c o m o d e conciliar su h u m a n i s m o con el sentido
religioso de lo t r a s c e n d e n t e . L a intuición de n u e s t r a c o n t i n g e n c i a
n o es asimilable a u n s e n t i m i e n t o de c u l p a b i l i d a d . N o p o r eso es
m e n o s v e r d a d q u e en n u e s t r a a p r e h e n s i ó n de nosotros m i s m o s nos
a p a r e c e m o s c o n los c a r a c t e r e s d e u n h e c h o injustificable.
Pero, ¿ n o a c a b á b a m o s d e c a p t a r n o s 1 c o m o conciencia, es decir,
c o m o u n "ser q u e existe p o r sí"? ¿ C ó m o p o d e m o s ser, e n la u n i d a d
d e u n m i s m o s u r g i m i e n t o al ser, ese ser q u e existe p o r sí c o m o n o
siendo el f u n d a m e n t o d e su ser? O , en otros términos, ¿ c ó m o el
para-sí, q u e , en t a n t o q u e es, n o es su p r o p i o ser e n el sentido en
"ser su p r o p i o f u n d a m e n t o " , p o d r í a ser, e n t a n t o q u e es para-sí,
f u n d a m e n t o de su p r o p i a n a d a ? L a respuesta está en la p r e g u n t a
misma.
E n e f e c t o ; si el ser es el f u n d a m e n t o d e la n a d a e n t a n t o q u e
nihilización d e su p r o p i o ser, ello n o significa q u e sea el f u n d a m e n t o
d e su ser. P a r a f u n d a r su p r o p i o ser, le sería necesario existir a dis-
t a n c i a d e sí, y ello i m p l i c a r í a cierta nihilización del ser f u n d a d o
c o m o del ser f u n d a n t e , u n a d u a l i d a d q u e f u e r a u n i d a d : r e c a e r í a m o s
e n el caso del para-sí. E n u n a p a l a b r a , t o d o esfuerzo p a r a c o n c e b i r
la i d e a d e u n ser q u e f u e r a f u n d a m e n t o d e su ser concluye, a su
pesar, f o r m a n d o la i d e a d e u n ser q u e , c o n t i n g e n t e e n t a n t o q u e
ser-en-sí, f u e r a f u n d a m e n t o d e su p r o p i a n a d a . El a c t o de c a u s a c i ó n
p o r el cual Dios es causa sui es u n a c t o nihilizador, c o m o t o d a rea-
s u n c i ó n d e sí p o r sí m i s m o , e n la e x a c t a m e d i d a e n q u e la relación
p r i m e r a d e n e c e s i d a d es u n a reversión sobre sí, u n a reflexividad Y
esta n e c e s i d a d original, a su vez, a p a r e c e sobre el f u n d a m e n t o d e
u n ser c o n t i n g e n t e ; a q u e l , j u s t a m e n t e , q u e es para ser c a u s a de sí.

1
Cf. poco antes, Introducción, parágrafo III.
E n c u a n t o al esfuerzo de Leibniz p o r definir lo necesario a partir-
d e lo posible •—definición retornada por K a n t — , se concibe desde
el p u n t o de vista del conocimiento y n o desde el p u n t o de vista del
ser. El paso de lo posible al ser tal c o m o Leibniz lo concibe (lo ne-
cesario es u n ser cuya posibilidad implica existencia) señala el trán-
sito d e nuestra ignorancia al conocimiento. E n efecto: aquí la posi-
bilidad n o p u e d e ser posibilidad sino a los ojos de nuestro pensa-
miento, ya q u e ella precede a la existencia. Es posibilidad externa
con respecto al ser d e q u e es posibilidad, ya q u e el ser deriva de
ella c o m o u n a consecuencia de u n principio. Pero hemos señalado
antes q u e la noción de 'posibilidad podía ser considerada en dos as-
pectos. Se p u e d e h a c e r d e ella, en efecto, u n a indicación subjetiva
(es posible q u e P e d r o esté m u e r t o significa la ignorancia en que m e
e n c u e n t r o acerca de la suerte de Pedro) y en este caso es el testigo
quien decide de lo posible en presencia del m u n d o ; el ser tiene su
posibilidad f u e r a d e sí, en la p u r a m i r a d a q u e c o n j e t u r a sus opor-
t u n i d a d e s d e ser; la posibilidad bien p u e d e sernos d a d a antes del ser,
p e r o es d a d a a nosotros y n o es posibilidad de ese ser; n o pertenece
a la posibilidad de la bola de billar q u e r u e d a por el tapiz ser des-
viada p o r u n piiegue del p a ñ o ; la posibilidad d e desviación n o per-
tenece t a m p o c o al t a p i z ; n o p u e d e ser sino establecida sintéticamente
por el testigo c o m o u n a relación externa. Pero la posibilidad p u e d e
aparecérsenos t a m b i é n c o m o estructura ontológica d e la realidad:
entonces pertenece a ciertos seres como posibilidad suya; es la posi-
bilidad q u e ellos son, q u e ellos tienen-de-ser. E n este caso, el ser
m a n t i e n e en el ser sus propias posibilidades, es el f u n d a m e n t o de
ellas y n o cabe, pues, derivar de la posibilidad del ser su necesidad.
E n u n a p a l a b r a : Dios, si existe, es contingente.
Así, el ser de la conciencia, en t a n t o q u e este ser es en sí para
nihilizarse en para-sí, p e r m a n e c e contingente, es decir, n o pertenece
a la conciencia el dárselo a sí misma, ni t a m p o c o el recibirlo de los
otros. E n efecto, a p a r t e de q u e la p r u e b a ontológica, como la p r u e b a
cosmológica, fracasa en el intento d e constituir u n ser necesario, la
explicación y el f u n d a m e n t o de m i ser en t a n t o q u e soy tal ser n o
p o d r í a n buscarse en el ser necesario. Las premisas: " T o d o lo q u e
es contingente debe h a l l a r u n f u n d a m e n t o en u n ser necesario; y yo
soy contingente", señalan u n deseo de f u n d a r y n o la vinculación
explicativa con u n f u n d a m e n t o real. Ella n o p o d r í a d a r razón en m o d o
alguno, en efecto, d e esta contingencia, sino sólo de la idea abstracta
de contingencia en general. Además, se t r a t a de valor y n o de he-
( l i o 1 . Pero, si el ser e n sí es c o n t i n g e n t e , se r e a s u m e a sí m i s m o
d e g r a d á n d o s e en para-sí. E s t á p a r a p e r d e r s e e n para-sí. E n u n a
p a l a b r a , el ser es y n o p u e d e sino ser. P e r o la posibilidad p r o p i a
del ser — l a q u e se revela e n el a c t o n i h i l i z a d o r — es ser f u n d a m e n t o
de sí c o m o c o n c i e n c i a p o r el a c t o sacrificial q u e lo n i h í l a ; el p a r a - s í
es el en-sí q u e se p i e r d e c o m o en-sí p a r a f u n d a r s e c o m o conciencia.
Así, la conciencia obtiene d e sí m i s m a su ser-consciente y n o p u e d e
remitir sino a sí m i s m a en t a n t o q u e es su p r o p i a n i h i l i z a c i ó n ; p e r o
lo que se a n i q u i l a e n conciencia, sin p o d e r l l a m á r s e l o f u n d a m e n t o
de la conciencia, es el en-sí c o n t i n g e n t e . E l en-sí n o p u e d e f u n d a r
n a d a ; se f u n d a a sí m i s m o al d a r s e la m o d i f i c a c i ó n del para-sí. E s
f u n d a m e n t o d e sí m i s m o en t a n t o q u e no es ya en-sí: y e n c o n t r a m o s
a q u í el origen d e t o d o f u n d a m e n t o . Si t i ser en-sí n o p u e d e ser ni
su p r o p i o f u n d a m e n t o ni el d e los d e m á s seres, e.l f u n d a m e n t o e n
general viene al m u n d o p o r m e d i o del para-sí. N o sólo el para-sí,
c o m o en-sí nihilizado, se f u n d a a sí m i s m o , sino q u e c o n él a p a r e c e
el f u n d a m e n t o p o r p r i m e r a vez.
Q u e d a e n f i r m e q u e este en-sí, d e v o r a d o y nihilizado e n el a c a e -
c i m i e n t o a b s o l u t o q u e es la a p a r i c i ó n del f u n d a m e n t o o s u r g i m i e n t o
del para-sí, p e r m a n e c e e n el seno del para-sí corno su c o n t i n g e n c i a
original. L a conciencia es su p r o p i o f u n d a m e n t o , p e r o sigue siendo
c o n t i n g e n t e el que haya u n a conciencia m á s b i e n q u e u n p u r o y
simple en-sí al infinito. E l a c a e c i m i e n t o a b s o l u t o o p a r a - s í es con-
t i n g e n t e e n su ser m i s m o . Si descifro los d a t o s del cogito p r e r r e f l e -
xivo, c o m p r u e b o , c i e r t a m e n t e , q u e el para-sí r e m i t e a sí. S e a éste
lo q u e f u e r e , lo es e n el m o d o d e conciencia d e ser. L a sed r e m i t e
a la conciencia d e ser q u e ella es c o m o a su f u n d a m e n t o , e inversa-
m e n t e . P e r o la t o t a l i d a d " r e f l e j o - r e f l e j a n t e " , si p u d i e r a ser d a d a ,
sería c o n t i n g e n c i a y en-sí. Sólo q u e esta t o t a l i d a d es i n a l c a n z a b l e ,
p u e s t o q u e n o p u e d o decir ni q u e la c o n c i e n c i a d e sed es c o n c i e n c i a
d e sed, ni q u e la sed es sed. E s t á ahí, c o m o t o t a l i d a d nihilizada,
c o m o u n i d a d evanescente del f e n ó m e n o . Si c a p t o el f e n ó m e n o c o m o
p l u r a l i d a d , esta p l u r a l i d a d se i n d i c a a sí m i s m a c o m o u n i d a d t o t a -
litaria y, p o r ende, su sentido es la c o n t i n g e n c i a ; es decir, q u e p u e d o
p r e g u n t a r m e : ¿ p o r q u é soy sed, p o r q u é soy c o n c i e n c i a d e este
vaso, de este Y o ? Pero, desde q u e c o n s i d e r o esta t o t a l i d a d e n sí
m i s m a , se nihíla a m i m i r a d a , ella no es; ella es p a r a n o ser, y yo

1
Ese razonamiento se basa explícitamente, en efecto, en las exigencias
de la razón.
r e t o r n o al para-sí c a p t a d o e n su esbozo de d u a l i d a d c o m o f u n d a -
m e n t o d e sí: t e n g o esta cólera p o r q u e yo m e p r o d u z c o c o m o con-
ciencia d e c ó l e r a : s u p r i m i d esta causación d e sí q u e constituye el ser
del p a r a - s í y n o e n c o n t r a r é i s ya n a d a , ni siquiera la "cólera-en-sí",
p u e s la cólera existe p o r n a t u r a l e z a c o r n o para-sí. Así, pues, el p a r a -
sí está sostenido p o r u n a p e r p e t u a c o n t i n g e n c i a , q u e él r e t o m a p o r
su c u e n t a y se asimila sin p o d e r s u p r i m i r l a j a m á s . E s t a c o n t i n g e n c i a
p e r p e t u a m e n t e e v a n e s c e n t e del en-sí, q u e infesta al para-sí y lo" liga
al ser-en-sí sin d e j a r s e c a p t a r n u n c a , es lo q u e l l a m a r e m o s la facti-
cidad del para-sí. E s t a f a c t i c i d a d es lo q u e p e r m i t e decir q u e él es,
existe, a u n q u e n o p o d a m o s n u n c a realizarla y la c a p t e m o s siempre
a través del para-sí. S e ñ a l á b a m o s a n t e r i o r m e n t e q u e n o p o d e m o s
ser n a d a sin j u g a r a serlo "Si soy m o z o d e café, escribíamos, n o
p u e d e ser sino e n el m o d o del no serlo." Y es v e r d a d : Si yo p u d i e r a
ser m o z o de café, m e constituiría de súbito c o m o u n b l o q u e c o n t i n -
g e n t e d e i d e n t i d a d . Y n o h a y t a l : este ser c o n t i n g e n t e y en sí se
m e h u r t a siempre. Pero, p a r a q u e yo p u e d a d a r l i b r e m e n t e u n
sentido a las obligaciones q u e c o m p o r t a m i estado, es preciso q u e ,
e n cierto sentido, e n el seno del para-sí c o m o t o t a l i d a d p e r p e t u a -
m e n t e evanescente, sea d a d o el ser-en-sí c o m o c o n t i n g e n c i a evanes-
c e n t e d e m i situación. Esto surge c l a r a m e n t e del h e c h o d e q u e , si
h e d e jugar a ser m o z o d e c a f é p a r a serlo, e n t o d o caso sería inútil
q u e j u g a r a al d i p l o m á t i c o o al m a r i n o : n o lo sería. Este i n c a p t a b l e
hecho d e m i condición, esta i m p a l p a b l e d i f e r e n c i a q u e s e p a r a la
c o m e d i a r e a l i z a d o r a d e la c o m e d i a p u r a y simple, es lo q u e h a c e
q u e el para-sí, a la vez q u e elige el sentido de su situación constitu-
yéndose c o m o f u n d a m e n t o d e sí m i s m o e n situación, no elija su
posición. A esto se debe q u e m e c a p t e a la vez c o m o t o t a l m e n t e res-
p o n s a b l e d e m i ser, e n t a n t o q u e y o soy su f u n d a m e n t o , y, a la vez,
corno t o t a l m e n t e injustificable. Sin la f a c t i d a d , la conciencia po-
d r í a elegir sus vinculaciones con el m u n d o , a la m a n e r a e n q u e las
almas, en la " R e p ú b l i c a " , eligen su c o n d i c i ó n : p o d r í a d e t e r m i n a r m e
a " n a c e r o b r e r o " o a " n a c e r b u r g u é s " . Pero, p o r o t r a p a r t e , la f a c -
ticidad n o p u e d e constituirse c o m o siendo burgués o siendo obrero.
E l l a ni siquiera es, p r o p i a m e n t e h a b l a n d o , u n a resistencia del hecho,
p u e s yo le c o n f e r i r í a su sentido y su resistencia al r e a s u m i r l a en la
i n f r a e s t r u c t u r a del cogito pierreflexivo. Ella n o es sino u n a indi-
c a c i ó n q u e m e doy a m í m i s m o del ser q u e d e b o a l c a n z a r p a r a ser

1
Parte I, cap. I I , sección 2 ? : las conductas de mala fe.
lo que soy. Es imposible captarla en su b m t a desnudez, pues todo
Jo que de ella encontraremos está ya reasumido y libremente cons-
truido. El simple hecho d e "ser ahí", j u n t o a esta mesa, en esta
habitación, es ya el p u r o o b j e t o de u n concepto-límite y n o se lo
puede alcanzar en t a n t o q u e tal. Y, sin embargo, está contenido
en m i "conciencia de ser ahí", como su contingencia plenaria, como
el en-sí nihilizado sobre f o n d o del cual el para-sí se p r o d u c e a sí
mismo como conciencia de ser ahí. El para-sí, al a h o n d a r en sí
mismo como conciencia de ser ahí, no descubrirá j a m á s en sí sino
motivaciones, es decir, que será p e r p e t u a m e n t e remitido a sí mismo
y a su libertad constante (Estoy ahí p a r a . . . e t c . ) . Pero la contin-
gencia de q u e están transidas estas motivaciones, en la m e d i d a misma
en q u e se f u n d a n totalmente a sí mismas, es la facticidad del para-sí.
L a relación entre el para-sí, q u e es su p r o p i o f u n d a m e n t o en t a n t o
que para-sí, y la facticidad, puede ser correctamente d e n o m i n a d a :
necesidad de hecho. Y, en efecto, esta necesidad de h e c h o es lo q u e
Descartes y Husserl c a p t a n como constituyendo la evidencia del
cogito. El para-sí es necesario en tanto q u e se f u n d a a sí mismo.
Y por eso es el objeto reflexo de u n a intuición apodíctica: n o p u e d o
d u d a r de q u e soy. Pero, en t a n t o q u e este para-sí, tal cual es, p o d r í a
n o ser, tiene toda la contingencia del hecho. Así c o m o mi libertad
nihilizadora se c a p t a a sí misma por la angustia, el para-sí es cons-
ciente de su facticidad: tiene el sentimiento de su g r a t u i d a d total,
se capta como siendo ahí para nada, como estando de más.
N o h a de confundirse la facticidad con esa sustancia cartesiana
cuyo atributo es el pensamiento. Por cierto, la sustancia pensante
n o existe sino en t a n t o que piensa y, siendo cosa creada, participa
de la contingencia del ens creatum. Pero ella es. Conserva el carác-
ter d e en-sí en su integridad, a u n q u e el para-sí sea su atributo. Es
lo q u e se llama la ilusión sustancialista de Descartes. P a r a nosotros,
al contrario, la aparición del para-sí o acaecimiento absoluto remite
ciertamente al esfuerzo de u n en-sí p a r a f u n d a r s e ; corresponde a
u n a tentativa del ser p a r a eliminar la contingencia d e su ser. Pero
esta tentativa termina en la nihilización del en-sí, p o r q u e el en-sí 110
puede f u n d a r a sin introducir el sí o remisión reflexiva y nihilizadora
en la identidad absoluta de su ser y, por consiguiente, sin degra-
darse en para-sí. El para-sí corresponde, pues, a u n a desestructura-
ción descompresora del en-sí y el en-sí se anihíla y se absorbe en su
tentativa de fundarse. N o es, pues, u n a sustancia q u e tenga c o m o
atributo el para-sí y que produzca el pensamiento sin agotarse en
esta producción misma. R u e d a simplemente en el para-sí c o m o u n
r e c u e r d o de ser, c o m o su injustificable presencia al mundo. El ser-
en-sí p u e d e f u n d a r su n a d a pero n o su ser; en su descompresión, se
anihíla en un para-sí que se hace, en t a n t o q u e para-sí, su propio
f u n d a m e n t o ; pero su contingencia de en-sí p e r m a n e c e inasible. Es
lo q u e resta del en-sí en el para-sí c o m o facticidad, y es lo que hace
que el para-sí n o tenga sino u n a necesidad de hecho; es decir, que
es el f u n d a m e n t o de su ser-conciencia o existencia, p e r o n o puede en
ningún caso f u n d a r su presencia. Así, la conciencia n o puede en
ningún caso impedirse a sí misma ser, y e m p e r o es totalmente res-
ponsable de su ser.

III

EL PARA-SI Y EL SER D E L VALOR

U n estudio de la realidad h u m a n a debe comenzar por el cogito.


Pero el "Yo pienso" cartesiano está concebido en u n a perspectiva
instantaneísta de la temporalidad. ¿ P u e d e encontrarse en el seno
del cogito un m e d i o de trascender esa instantaneidad? Si la realidad
h u m a n a se limitara al ser del Y o pienso, no tendría sino u n a verdad
de instante. Y m u y cierto es que, en Descartes, se t r a t a de u n a tota-
lidad instantánea, ya que por sí misma n o erige n i n g u n a pretensión
acerca del porvenir: ya que es necesario u n acto de "creación" con-
tinua p a r a hacerla pasar de u n instante al otro. Pero ¿ p u e d e con-
cebirse siquiera u n a verdad del instante? Y el cogito, ¿ n o compro-
m e t e a su m a n e r a el pasado v el porvenir? Heidegger está a tal
p u n t o persuadido de que el " Y o pienso" de Husserl es u n a viscosa
y fascinante t r a m p a p a r a alondras, que h a evitado totalmente recu-
rrir a la conciencia en su descripción del Dasein. Su propósito es
mostrarlo inmediatamente c o m o cuidado o cura, es decir, como es-
c a p a n d o de sí mismo en el proyecto de sí hacia las posibilidades que
él es. Y llama "comprensión" ( V e rstand) a este proyecto de sí f u e r a
de sí, lo que le permite establecer la r e a l i d a d - h u m a n a como "reve-
lante-revelada". Pero esta tentativa de mostrar primeramente el es-
c a p a r a sí del Dasein hallará a su vez dificultades insuperables; n o
se p u e d e suprimir primeramente la dimensión "conciencia", así sea
p a r a restituirla en seguida. L a comprensión n o tiene sentido a menos
q u e sea conciencia de comprensión. M i posibilidad n o p u e d e existir
t omo mi posibilidad a menos q u e m i conciencia sea la que escape
de sí misma hacia aquélla. Si no, todo el sistema del ser y de sus
posibilidades caería en lo inconsciente, es decir, en el en-sí. H e m o s
sido lanzados de vuelta hacia el cogito. Es necesario partir de él. ¿Se
lo p u e d e a m p l i a r sin p e r d e r los beneficios d e la evidencia reflexiva?
¿ Q u é nos h a revelado la descripción del para-sí?
H e m o s e n c o n t r a d o p r i m e r o u n a nihilización con que el ser del
para-sí se afecta en su ser. Y esta revelación de la n a d a n o nos h a
parecido sobrepasar los límites del cogito. Pero veámoslo mejor.
El para-sí n o p u e d e sostener la nihilización sin determinarse a
sí mismo c o m o u n defecto de ser. Esto significa q u e la nihilización
no coincide con u n a simple introducción del vacío en la conciencia.
El en-sí n o h a sido expulsado de la conciencia por u n ser exterior,
sino q u e el p r o p i o para-sí se d e t e r m i n a p e r p e t u a m e n t e a sí mismo
a no ser el en-sí. Esto significa q u e rio p u e d e f u n d a r s e a sí mismo
sino a p a r t i r del en-sí y contra el en-sí. D e este modo, la nihiliza-
ción, siendo nihilización del ser, representa la vinculación original
entre el ser del para-sí y el ser del en-sí. El en-sí concreto y real
está e n t e r a m e n t e presente en el meollo de la conciencia como lo q u e
ella misma se determina a n o ser. El cogito h a de llevarnos necesa-
riamente a descubrir esta presencia total e inalcanzable del en-sí. Y,
sin d u d a , el h e c h o de esta presencia será la trascendencia misma
del para-sí. Pero, precisamente, la nihilización es el origen de la
trascendencia concebida c o m o vínculo original del para-sí con el
en-sí. D e este modo, entrevemos u n medio de salir del cogito. Y
veremos más adelante, en efecto, que el sentido p r o f u n d o del cogito
es, por esencia, rechazar f u e r a de sí. Pero n o es tiempo a ú n d e
describir esta característica del para-si. L o q u e la descripción onto-
lógica h a h e c h o aparecer i n m e d i a t a m e n t e es que ese ser es f u n d a -
m e n t o de sí como defecto de ser; es decir, que se hace determinar
en su ser p o r u n ser que n o es él.

Empero, hay m u c h a s m a n e r a s de n o ser y algunas de ellas n o


tocan a la naturaleza íntima del ser q u e n o es lo q u e n o es. Si,
por ejemplo, digo de un tintero que n o es u n p á j a r o , el tintero y
el p á j a r o q u e d a n inafectados por la negación. Ésta es u n a relación
externa que n o p u e d e ser establecida sino por u n a r e a l i d a d - h u m a n a
testigo. Al contrario, hay u n tipo de negación q u e establece u n a
relación interna entre lo que se niega y aquello de lo cual se lo
niega D e todas las negaciones internas, la q u e p e n e t r a más pro-
f u n d a m e n t e e n el ser, la q u e constituye en su ser al ser del cual
niega con el ser al cual niega, es la falta de. E s t a f a l t a n o p e r t e n e c e
a la n a t u r a l e z a del en-sí, q u e es t o d o positividad. N o a p a r e c e en el
m u n d o sino con el s u r g i m i e n t o d e la r e a l i d a d h u m a n a . Sólo en el
m u n d o h u m a n o p u e d e h a b e r faltas. U n a f a l t a s u p o n e u n a t r i n i d a d :
a q u e l l o q u e f a l t a , o lo fallante; a q u e l q u e está f a l t o d e aquello q u e
f a l t a , o el existente; y u n a t o t a l i d a d q u e h a sido d e s a g r e g a d a por
la f a l t a y q u e sería r e s t a u r a d a p o r la síntesis d e lo f a l t a n t e y el exis-
t e n t e : es lo fallido.. E l ser q u e se d a a la intuición d e la r e a l i d a d
h u m a n a es s i e m p r e aquel a quien le falta, o existente. P o r e j e m p l o ,
si d i g o q u e la l u n a n o está llena y q u e le f a l t a u n c u a r t o , f o r m u l o
este juicio sobre u n a intuición p l e n a d e u n c u a r t o creciente o m e n -
g u a n t e . Así, lo q u e se d a a la intuición es u n en-sí, q u e , en sí mismo,
n o es ni c o m p l e t o ni i n c o m p l e t o , sino q u e es s i m p l e m e n t e lo q u e es,
sin relación con otros seres. P a r a q u e este en-sí sea c a p t a d o c o m o
c u a r t o d e l u n a , es m e n e s t e r q u e u n a r e a l i d a d h u m a n a t r a s c i e n d a lo
d a d o h a c i a el p r o y e c t o d e la t o t a l i d a d realizada -—en este caso, el
disco de la l u n a l l e n a — y v u e l v a l u e g o h a c i a lo d a d o p a r a consti-
t u i r l o c o m o c u a r t o d e l u n a ; es decir, p a r a realizarlo en su ser a
p a r t i r d e la t o t a l i d a d , q u e se c o n v i e r t e e n f u n d a m e n t o d e él. Y en
ese m i s m o trascender, lo faltante será p u e s t o c o m o a q u e l l o cuya adi-
ción sintética al existente reconstituirá la t o t a l i d a d sintética de lo
fallido. E n este sentido, lo faltante es d e l a m i s m a n a t u r a l e z a q u e
el existente; b a s t a r í a i n v e r t i r la situación p a r a q u e se convirtiera en
u n existente a l c u a l le f a l t a lo f a l t a n t e , m i e n t r a s q u e el existente se
c o n v e r t i r í a e n lo f a l t a n t e , a su vez. L o f a l t a n t e , c o m o c o m p l e m e n -
t a r i o del existente, está d e t e r m i n a d o e n su ser p o r la t o t a l i d a d sinté-
tica d e lo fallido. Así, en el mundo humano, el ser i n c o m p l e t o q u e
se d a a la intuición c o m o lo f a l t a n t e es c o n s t i t u i d o en su ser ñ o r lo
fallido, es decir, p o r a q u e l l o q u e él n o es; la l u n a llena confiere al
c u a r t o d e l u n a su ser d e t a l ; lo q u e n o es d e t e r m i n a a lo q u e es;
está e n el ser del existente, c o m o c o r r e l a t o de u n a trascendencia
h u m a n a , el c o n d u c i r f u e r a d e sí h a c i a el ser q u e él n o es, c o m o
h a c i a su sentido. L a r e a l i d a d h u m a n a , p o r la c u a l la f a l t a a p a r e c e
e n el m u n d o , d e b e ser a su vez u n a f a l t a . Pues la f a l t a n o p u e d e

1
A este tipo de negación pertenece la oposición hegeliana. Pero esta
oposición misma debe fundarse sobre la negación interna primitiva, es decir,
sobre la falta. Por ejemplo, si lo inesencial se hace a su vez lo esencial, ello
se debe a que se lo siente como una falta en el seno de lo esencial.
venir del ser sino por la f a l t a ; el en-sí no puede ser ocasión de falta
p a r a el en-sí. En otros términos, p a r a q u e el ser sea lo faltante o
!o fallido, es menester q u e u n ser se constituya en su propia f a l t a ;
sólo u n ser f a l t o p u e d e trascender el ser hacia lo fallido.
Q u e la realidad h u m a n a sea falta, bastaría p a r a probarlo la
existencia del deseo c o m o hecho h u m a n o . E n efecto: ¿ c ó m o explicar
el deseo si quiere verse en él u n estado psíquico, es decir, u n ser cuya
naturaleza es ser lo que es? U n ser que es lo que es, en la m e d i d a
en q u e se lo considera c o m o siendo lo q u e es, n o solicita n a d a para
completarse. U n círculo inconcluso n o solicita cierre sino en c u a n t o
es trascendido por la trascendencia h u m a n a . E n sí, es completo y
p e r f e c t a m e n t e positivo c o m o c u r v a abierta. U n estado psíquico que
existiera con la suficiencia de esta curva, n o podría poseer por aña-
d i d u r a n i n g u n a "solicitud" d e otra cosa; sería él mismo, sin relación
alguna con lo q u e n o es él; p a r a constituirlo como h a m b r e o sed,
sería menester u n a trascendencia exterior que lo trascendiera hacia
la totalidad " h a m b r e saciada", como trasciende el c u a r t o de luna
hacia la luna llena. N o se resolverá la cuestión haciendo del deseo
u n conatus concebido a imagen de u n a fuerza física. Pues t a m p o c o
el conatus, a u n si se le concede la eficiencia d e u n a causa, podría
poseer en si mismo los caracteres d e u n apetito hacia otro estado.
El conatus como productor d e estados n o p o d r í a identificarse con
el deseo c o m o solicitud d e estado. R e c u r r i r al paralelismo psicofi-
siológico t a m p o c o permitiría eliminar esas dificultades: la sed como
f e n ó m e n o orgánico, como necesidad "fisiológica" de agua, n o existe.
El organismo privado de agua presenta ciertos fenómenos positivos,
por ejemplo, cierto espesamiento coagulescente del líquido sanguíneo,
lo cual provoca a su vez otros fenómenos. El c o n j u n t o es un estado
positivo del organismo, q u e n o remite sino a sí propio, exactamente
c o m o el espesamiento d e u n a solución cuya a g u a se evapora n o
p u e d e ser considerado en sí mismo como u n deseo d e a g u a por p a r t e
d e la solución. Si se supone u n a exacta correspondencia entre lo
mental y lo fisiológico, esta correspondencia sólo p u e d e establecerse
sobre f o n d o d e identidad ontológica, c o m o lo vio Spinoza. E n con-
secuencia, el ser de la sed psíquica será el ser en sí d e u n estado, y
nos vemos reconducidos a u n a trascendencia testigo. Pero entonces
la sed será deseo para esta trascendencia, n o p a r a sí m i s m a : será
deseo a los ojos de otro. Si el deseo h a d e p o d e r ser deseo p a r a sí
mismo, es menester que él mismo sea la trascendencia, es decir,
q u e sea por naturaleza u n escapar d e sí hacia el objeto deseado. En
otros términos, es menester q u e sea u n a f a l t a ; pero n o u n a falta-
objeto, u n a falta padecida, c r e a d a por u n trascender distinto de
ella: es menester q u e sea su p r o p i a falta d e . . . El deseo es falta
de ser; está infestado en su ser más íntimo p o r el ser del cual es
deseo. Así, testimonia la existencia de la falta en el ser de la reali-
d a d h u m a n a . Pero, si la realidad h u m a n a es falta, p o r ella surge
en el ser la trinidad del existente, lo faltante y lo fallido. ¿Cuáles
son, exactamente, los tres términos de esta trinidad?
L o q u e en ella desempeña el papel de existente es lo que se da
al cogito como lo inmediato del deseo: por ejemplo, es ese para-sí
q u e hemos c a n t a d o c o m o n o siendo lo q u e es y siendo lo que n o es.
Pero, ¿ q u é p u e d e ser lo fallido?
P a r a responder a esta pregunta, hemos de volver a la idea de
falta y d e t e r m i n a r m e j o r el vínculo q u e u n e al existente con lo
faltante. Este vínculo n o p u e d e ser d e simple contigüidad. Si aque-
llo q u e falta está tan p r o f u n d a m e n t e presente, en su ausencia mis-
ma, en el meollo del existente, ello se debe a q u e el existente v lo
faltante son a u n t i e m p o mismo captados y trascendidos en la u n i -
d a d d e u n a misma totalidad. Y lo q u e se constituye a sí mismo
como falta n o puede hacerlo sino trascendiéndose hacia u n a f o r m a
mayor desagregada. Así, la falta es aparición sobre el f o n d o de u n a
totalidad. Poco importa, por lo demás, que esta totalidad haya sido
originariamente d a d a y esté desagregada actualmente ( " a la Venus
de M i l o le faltan los brazos. . . " ) c q u e n o haya sido jamás realizada
a ú n ("le falta c o r a j e " ) . L o q u e importa es sólo q u e lo faltante v
el existente se d a n o son captados como debiendo aniquilarse en la
u n i d a d de u n a totalidad fallida.
L o faltante falta siempre a. . . para... Y lo que se d a en la
u n i d a d de u n surgimiento primitivo es el para, concebido c o m o n o
siendo a ú n o n o siendo ya, ausencia hacia la cual se trasciende o
es trascendido el existente trunco, q u e se constituye p o r eso mismo
como trunco. ¿ C u á l es el para de la realidad h u m a n a ?
El para-sí, como f u n d a m e n t o de sí, es el surgimiento de la ne-
gación. Se f u n d a en t a n t o que niega de si cierto ser o m a n e r a de
ser. L o q u e él niega o nihiliza es, como lo sabemos, el ser-en-sí.
Pero n o cualquier ser-en-sí: la realidad h u m a n a es, ante todo, su
p r o p i a n a d a . L o q u e ella niega o nihiliza de sí como para-sí n o
puede ser sino el sí. Y, como está constituida en su sentido p o r ésta
nihilización y esta presencia en sí misma de lo q u e ella nihiliza, a
título d e nihilizado, resulta q u e el sentido de la realidad h u m a n a
está constituido por el sí como ser-en-sí fallido. En t a n t o que, en
su relación primitiva consigo, la realidad h u m a n a n o es lo q u e ella
es, su relación consigo n o es primitiva y n o p u e d e t o m a r su sentido
sino de u n a relación p r i m e r a q u e es la relación nula o identidad. L o
que permite c a p t a r el para-si c o m o n o siendo lo q u e es, es el sí con-
cebido c o m o siendo lo q u e es; la relación n e g a d a en la definición
del para-sí — l a que, como tal, h a de ser puesta p r i m e r o — es u n a
relación d a d a c o m o p e r p e t u a m e n t e ausente del para-sí a sí mismo
en el m o d o d e la identidad. El sentido d e esa sutil perturbación
por la cual la sed se escapa y n o es ya sed, en t a n t o q u e es conciencia
de sed, es u n a sed q u e pudiera ser sed y que la infesta. L o q u e falta
al para-sí es el sí, o el sí-mismo como en-sí.
N o debería confundirse, sin embargo, este en-sí fallido con el
de la facticidad. E l en-sí d e la facticidad, al f r a c a s a r en su tentativa
de fundarse, se h a reabsorbido en p u r a presencia del para-sí al m u n -
do. El en-sí fallido, al contrario, es p u r a ausencia. El fracaso del
acto f u n d a n t e , además, h a h e c h o surgir del qn-sí el para-sí c o m o
f u n d a m e n t o d e su p r o p i a n a d a . Pero el sentido del a c t o f u n d a n t e
fallido q u e d a c o m o trascendente. El para-sí en su ser es fracaso,»
p o r q u e n o es f u n d a m e n t o sino de sí-mismo en t a n t o q u e n a d a . A
decir verdad, este f r a c a s o es su ser m i s m o ; p e r o el para-sí n o tiene
sentido a menos q u e se c a p t e a sí mismo c o m o f r a c a s o en presencia
del ser que es objeto del f r a c a s o : es decir, del ser q u e sería f u n -
d a m e n t o de su ser y n o ya sólo f u n d a m e n t o d e su n a d a ; esto es,
q u e sería su p r o p i o f u n d a m e n t o en tanto que coincidencia consigo
mismo. Por naturaleza, el cogito remite a aquello que le f a l t a y a
lo p o r él fallido, ya q u e es cogito infestado p o r el ser, c o m o bien lo
vio Descartes; y tal es el origen d e la transcendencia: la realidad
h u m a n a es su p r o p i o trascender h a c i a aquello de q u e es f a l t a ; se
trasciende hacia el ser p a r t i c u l a r q u e ella sería si f u e r a lo q u e es.
L a realidad h u m a n a n o es algo q u e existiera p r i m e r o p a r a estar falta
posteriormente de esto o de aquello: existe p r i m e r a m e n t e como falta,
y en vinculación sintética i n m e d i a t a con lo p o r ella fallido. Así, el
acontecimiento p u r o p o r el cual la realidad h u m a n a surge c o m o
presencia al m u n d o es captación d e ella p o r sí m i s m a c o m o su propia
falta. L a realidad h u m a n a se c a p t a en su v e n i d a a la existencia
c o m o ser incompleto. Se c a p t a c o m o siendo en t a n t o q u e n o es, en
presencia d e la totalidad singular d e la q u e es falta, q u e ella es en
la f o r m a de n o serlo y q u e es lo q u e es. L a realidad h u m a n a es
p e r p e t u o trascender h a c i a u n a coincidencia consigo m i s m a q u e n o
se d a jamás. Si el cogito tiende hacia el ser, ello se debe a que por
su p r o p i a resurrección se trasciende hacia el ser cualificándose en su
ser c o m o el ser al cual falta la coincidencia consigo mismo p a r a ser
lo q u e es. El cogito está indisolublemente ligado al ser-en-sí, n o co-
m o u n pensamiento a su o b j e t o — l o cual relativizaría al en-sí—, sino
c o m o u n a falta a aquello q u e define su falta. E n este sentido, la
segunda p r u e b a cartesiana es rigurosa: el ser imperfecto se trasciende
hacia el ser p e r f e c t o ; el ser q u e n o es f u n d a m e n t o sino de su n a d a
se trasciende h a c i a el ser q u e es f u n d a m e n t o d e su ser. Pero el ser
h a c i a el cual la realidad h u m a n a se trasciende no es u n Dios tras-
c e n d e n t e : está en su p r o p i o meollo y n o es sino ella misma c o m o
totalidad.
Pues, e n efecto, esta totalidad n o es el p u r o y simple en-sí con-
tingente d e lo trascendente. L o que la conciencia c a p t a c o m o el
ser h a c i a el cual ella se trasciende coincidiría, si f u e r a p u r o en-sí,
con la aniquilación de la conciencia. Pero la conciencia n o se tras-
ciende en m o d o a l g u n o hacia su aniquilación; n o quiere perderse
en el en-sí d e identidad en el límite d e su trascender. El para-sí
reinvindica el ser-en-sí p a r a el para-sí en t a n t o q u e tal.
Así, este ser p e r p e t u a m e n t e ausente q u e infesta al para-sí es él
mismo f i j a d o en en-sí. Es la imposible síntesis del para-sí y del
en-sí: él sería su p r o p i o f u n d a m e n t o n o en t a n t o q u e n a d a sino en
t a n t o q u e ser y m a n t e n d r í a en sí m i s m o la translucidez necesaria de
la conciencia a la vez q u e la coincidencia consigo mismo del ser-
en-sí. Conservaría esa reversión sobre sí q u e condiciona toda nece-
sidad y todo f u n d a m e n t o . Pero esta reversión sobre sí se cumpliría
sin distancia; n o sería presencia a sí, sino identidad consigo mismo.
E n suma, ese ser sería j u s t a m e n t e el sí, del cual hemos m o s t r a d o que
n o p u e d e existir sino c o m o relación p e r p e t u a m e n t e evanescente; pero
lo sería en t a n t o q u e ser sustancial. Así, la realidad h u m a n a surge
c o m o tal en presencia d e su p r o p i a totalidad o sí c o m o falta de esta
totalidad. Y esta totalidad n o p u e d e ser d a d a p o r naturaleza, ya
q u e r e ú n e en sí los caracteres incompatibles del en-sí y del para-sí.
Y n o se nos t a c h e d e inventar a capricho u n ser d e tal especie:
c u a n d o esta totalidad cuyo ser es la ausencia absoluta es hipostasiada
c o m o trascendencia allende el m u n d o por u n movimiento ulterior
de la meditación, t o m a el n o m b r e de Dios. Dios, ¿ n o es a la vez un
ser q u e es lo q u e es, en t a n t o q u e es todo positividad y el f u n d a -
m e n t o del m u n d o , y u n ser quo n o es lo que es y que es lo q u e n o es,
en t a n t o q u e conciencia de si y f u n d a m e n t o necesario de sí mismo?
L a realidad h u m a n a es padeciente en su ser, p o r q u e surge al ser
como p e r p e t u a m e n t e infestada por u n a totalidad q u e ella es sin
poder serla, ya que justamente n o p o d r í a alcanzar el en-sí sin per-
derse c o m o para-sí. Es, pues, p o r naturaleza, conciencia infeliz, sin
trascender posible de ese estado d e infelicidad.
Pero, ¿ q u é es exactamente en su ser este ser h a c i a el cual se
trasciende la conciencia infeliz? ¿Diremos q u e n o existe? Estas con-
tradicciones q u e advertimos en él p r u e b a n sólo q u e ese ser n o p u e d e
ser realizado. Y n a d a p u e d e valer contra esta v e r d a d de evidencia:
la conciencia n o p u e d e existir sino comprometida en ese ser q u e la
cierne p o r todas partes y d e cuya presencia f a n t a s m a l está t r a n s i d a ;
ese ser q u e ella es y que, sin embargo, no es ella. ¿Diremos q u e es
u n ser relativo a la conciencia? Sería c o n f u n d i r l o con el o b j e t o de
u n a tesis. Ese ser n o está puesto p o r la conciencia y a n t e ella; n o
hay conciencia de ese ser, ya q u e él infesta la conciencia n o tética
(de) sí, la m a r c a como su sentido de ser, y ella n o es conciencia de
él, tal c o m o n o es t a m p o c o conciencia de sí. Sin embargo, ese ser
t a m p o c o p o d r í a escaparse a la conciencia: en t a n t o q u e ella se
dirige al ser c o m o conciencia (de) ser, él está ahí. Y precisamente
n o es la conciencia quien confiere su ser a ese ser, c o m o lo confiere
a este tintero o a ese lápiz; pero, sin ese ser q u e ella es en la f o r m a
del n o serlo, la conciencia n o sería conciencia, es decir, f a l t a : al
contrario, la conciencia t o m a d e él p a r a ella misma su significación
de conciencia. Surge, al mismo t i e m p o q u e ella, a la vez en su meollo
y f u e r a de ella; él es la absoluta trascendencia en la inmanencia
absoluta; n o hay prioridad ni de él sobre la conciencia ni de la con-
ciencia sobre él: foiman pareja. Sin d u d a , ese ser n o p o d r í a existir
sin el para-sí, p e r o éste t a m p o c o p o d r í a existir sin aquél. C o n rela-
ción a ese ser, la conciencia se m a n t i e n e en el m o d o d e ser ese ser,
pues él es ella misma, p e r o c o m o u n ser q u e ella n o p u e d e ser. Él
es ella, en el meollo de ella misma y f u e r a de su alcance, c o m o u n a
ausencia y u n irrealizable, y su naturaleza consiste en encerrar en sí
su propia contradicción; su relación con el para-sí es u n a i n m a n e n c i a
total que culmina en total trascendencia.
Por otra parte, n o h a d e concebirse este ser c o m o presente a la
conciencia con sólo los caracteres abstractos q u e nuestras investiga-
ciones h a n establecido. L a conciencia concreta surge en situación,
y es conciencia singular e individualizada de esa situación y (de) sí
misma en situación. A esta conciencia concreta está presente el sí,
y todos los caracteres concretos de la conciencia tienen sus corre-
latos en la totalidad del sí. El sí es individual, e infesta al para-sí
c o m o su p l e n o c u m p l i m i e n t o individual. U n sentimiento, por ejem-
plo, es sentimiento en presencia de u n a n o r m a , es decir, de u n sen-
timiento del m i s m o t i p o p e r o q u e f u e r a lo que es. Esta n o r m a o
totalidad del sí afectivo está d i r e c t a m e n t e presente c o m o falta pa-
decida en el meollo m i s m o del sufrimiento padecido. Se sufre, y se
s u f r e p o r n o sufrir bastante. El sufrimiento d e q u e hablamos n o es
j a m á s e n t e r a m e n t e el q u e sentimos. L o q u e llamamos el sufrimiento
"bello" o " b u e n o " o " v e r d a d e r o " , q u e nos conmueve, es el sufri-
m i e n t o q u e leemos en el rostro de los demás o, m e j o r aún, en los
retratos, en la faz de u n a estatua, en u n a m á s c a r a trágica. Es u n
sufrimiento q u e tiene ser. Se nos ofrece c o m o u n todo c o m p a c t o y
objetivo, q u e n o esperaba nuestra llegada p a r a ser, y q u e rebalsa
la conciencia q u e de él t o m a m o s ; está ahí, en medio del m u n d o ,
i m p e n e t r a b l e y denso, c o m o este árbol o esa piedra, d u r a n d o ; p o r
último, es lo q u e es; d e él p o d e m o s decir: ese sufrimiento, q u e se
expresa en ese rictus, en ese ceño. Está sostenido y ofrecido por la
fisonomía, p e r o n o creado. Se h a posado eñ ella, está m á s allá t a n t o
d e la pasividad c o m o d e la actividad, de la negación c o m o de la
a f i r m a c i ó n : simplemente es. Y, empero, n o p u e d e ser sino c o m o
conciencia d e sí. Bien sabemos q u e esa m á s c a r a n o expresa la m u e c a
inconsciente d e alguien q u e duerme, ni el rictus d e u n m u e r t o : re-
m i t e a posibilidades, a u n a situación en el m u n d o . El sufrimiento
es la relación consciente con esas posibilidades, con esa situación;
p e r o solidificada, m o l d e a d a en el bronce del ser; y en t a n t o que tal
nos fascina: es c o m o u n a aproximación d e g r a d a d a a ese sufrimien-
to-en-sí q u e infesta a nuestro p r o p i o sufrimiento. El sufrimiento
q u e siento yo, al contrario, n o es n u n c a sufrimiento bastante, por el
h e c h o de q u e se nihiliza como en-sí con el acto mismo p o r el cual
se f u n d a . C o m o sufrimiento, escapa hacia la conciencia d e sufrir.
N o p u e d o j a m á s ser sorprendido por él, pues sólo es en la exacta
m e d i d a en q u e yo lo siento. Su translucidez le quita t o d a p r o f u n d i -
d a d . N o p u e d o observarlo, como observo el de la estatua, puesto
q u e yo lo h a g o y sé de él. Si es preciso sufrir, quisiera yo q u e m i
sufrimiento m e c a p t a r a y desbordara como u n a t e m p e s t a d ; pero es
menester, al contrario, que yo lo eleve a la existencia en mi libre
espontaneidad. Quisiera a la vez serlo y padecerlo, pero ese sufri-
m i e n t o enorme y opaco que m e transportaría f u e r a de mí m e roza
c o n s t a n t e m e n t e con su ala y n o p u e d o captarlo, n o m e e n c u e n t r o
sino conmigo m i s m o ; conmigo, q u e m e l a m e n t o y gimo; conmigo,
que debo, p a r a realizar ese sufrimiento que soy. representar sin tregua
la comedia de sufrir. M e retuerzo los brazos, grito, p a r a que seres
en sí —sonidos, gestos— recorran el m u n d o , cabalgados por el su-
frimiento en sí que yo no p u e d o ser. C a d a lamento, cada fisonomía
del q u e sufre aspira a esculpir u n a estatua en sí del sufrimiento.
Pero esta estatua n o existirá j a m á s sino por los ctros y p a r a los
otros. M i sufrimiento sufre p o r ser lo que n o es, por n o ser lo q u e
es; a p u n t o de reunirse consigo, se h u r t a , separado de sí mismo p o r
nada, por esa n a d a de que él mismo es f u n d a m e n t o . Por n o ser
bastante, se hace verboso; pero su ideal es el silencio. El silencio de
la estatua, del h o m b r e agobiado q u e b a j a la f r e n t e y se cubre el
rostro sin decir n a d a . Pero este h o m b r e silencioso sólo calla para
mí; en sí mismo parlotea inagotablemente, pues las palabras del
lenguaje interior son como esbozos del "sí" del sufrimiento. Sólo
a mis ojos ese h o m b r e está "aplastado" por el sufrimiento: en sí
mismo, se siente responsable de ese dolor q u e quiere sin quererlo y
que n o quiere queriéndolo, y está infestado por u n a p e r p e t u a ausen-
ciá, la del sufrimiento inmóvil y m u d o que es el sí, la totalidad con-
creta e inalcanzable del para-sí que sufre, el para de la Realidad-
h u m a n a sufriente. C o m o se ve, este sufrimiento-sí que visita a m i
sufrimiento n o es j a m á s puesto p o r éste. Y m i sufrimiento real n o
es u n esfuerzo por alcanzar el sí: n o p u e d e ser sufrimiento sino co-
m o conciencia (de) no ser suficientemente sufrimiento en presencia
de ese sufrimiento pleno y ausente.
Podemos a h o r a determinar con más nitidez lo que es el ser del
sí: es el valor. El valor, en efecto, está afectado por el doble carác-
ter, m u y incompletamente explicado por los moralistas, de ser in-
condicionalmente y de n o ser. E n t a n t o que valor, en efecto, el valor
tiene ser; pero este existente n o r m a t i v o n o tiene ser, precisamente,
en tanto q u e realidad. Su ser es ser valor, es decir, no ser ser. Así,
el ser del valor en tanto que valor es el ser de lo q u e n o tiene ser.
El valor, pues, parece incaptable: de tomárselo como ser, se corre el
riesgo de desconocer totalmente su irrealidad y hacer de él, c o m o
los sociólogos, u n a exigencia de hecho entre otros hechos. E n este
caso, la contingencia del ser m a t a al valor. Pero, a la inversa^ si
no se tienen ojos sino p a r a la idealidad de los valores, se les q u i t a r á
el ser; y, faltos de ser, se desmoronan. Sin d u d a , puedo, c o m o lo
ha mostrado Scheler, alcanzar la intuición de los valores a p a r t i r de
ejemplificaciones concretas: p u e d o c a p t a r la nobleza a p a r t i r de
un acto noble. Pero el valor así a p r e h e n d i d o n o se d a como situado
en el ser al mismo nivel q u e el a c t o al cual valoriza; al modo, por
ejemplo, de la esencia " r o j o " con relación al r o j o singular. Se da
c o m o u n m á s allá de los actos considerados; como, por ejemplo, el
límite de la progresión infinita de los actos nobles. El valor está
allende el ser. Empero, si no queremos quedarnos en palabras, he-
mos d e reconocer q u e ese ser q u e está allende el ser posee el ser
por lo menos d e a l g u n a m a n e r a . Estas consideraciones bastan p a r a
hacernos a d m i t i r que la realidad h u m a n a es aquello por lo cual el
valor llega al m u n d o . P e r o el valor tiene p o r sentido ser aquello
hacia lo cual u n ser trasciende su ser: todo acto valorizado es a r r a n -
camiento del propio ser h a c i a . . . El valor, siendo siempre y do-
quiera el allende de todos los trascenderes, p u e d e ser considerado
como la u n i d a d incondicionada de todos los trascendentes de ser. Y
d e este m o d o f o r m a p a r e j a con la realidad que originariamente tras-
ciende su ser y p o r la cual el trascender viene al ser, es decir, con
la realidad h u m a n a . Se ve también q u e el valor, siendo el más allá
incondicionado d e todos los trascenderes, debe ser originariamente
el m á s allá del ser mismo q u e opera el trascender, pues es la única
m a n e r a en q u e p u e d e ser el m á s allá original d e todos los trascen-
deres posibles. Si todo trascender h a de poder trascenderse, en efecto,
es menester q u e el ser q u e opera el trascender sea a priori trascendido
en tanto que es la f u e n t e misma d e los trascenderes; así, el valor
t o m a d o en su origen, o valor supremo, es el más allá y el para de
la trascendencia. Es el m á s allá que trasciende y f u n d a todos mis
trascenderes, pero hacia el cual n o p u e d o yo trascenderme jamás,
ya que precisamente mis trascenderes lo suponen. Es lo fallido de
todas las faltas, n o lo faltante. El valor es el sí en tanto que infesta
el meollo del para-sí c o m o aquello p a r a lo cual es. El valor supremo
hacia el cual la conciencia se trasciende a cada instante por su ser
mismo es el ser absoluto del sí, con sus caracteres de identidad, pu-
reza, permanencia, etc., y en t a n t o que es f u n d a m e n t o d e sí. Es lo
q u e nos permite concebir p o r qué el valor p u e d e a la- vez ser y no
ser. Es c o m o el sentido y el m á s allá de todo trascender, es como el
en-sí ausente q u e infesta al ser p a r a si. Pero, desde q u e se lo consi-
dera, se ve q u e es él mismo un trascender ese ser-en-sí, ya q u e se
lo da él mismo a sí mismo. Está m á s allá d e su propio ser porque,
siendo su ser del tipo d e la coincidencia consigo mismo, trasciende
i n m e d i a t a m e n t e este ser, su permanencia, su pureza, su consistencia,
su identidad, su silencio, r e c l a m a n d o estas cualidades a título de
presencia a sí. Y, recíprocamente, si se comienza por considerarlo
c o m o presencia a sí, esta presencia q u e d a en seguida solidificada,
f i j a d a e n en-sí. A d e m á s , el valor es en su ser la t o t a l i d a d fallida
h a c i a la cual u n ser se h a c e ser. S u r g e p a r a u n ser n o en t a n t o
q u e este ser es lo q u e es, e n p l e n a contingencia, sino e n t a n t o q u e
este ser es f u n d a m e n t o d e su p r o p i a nihilización. E n .este sentido,
el v a l o r infesta al ser en t a n t o q u e éste se f u n d a , n o en t a n t o q u e
es: i n f e s t a a la libertad. Esto significa q u e la relación e n t r e el valor
y el para-sí es m u y p a r t i c u l a r : es el ser q u e éste h a d e ser en t a n t o
q u e es f u n d a m e n t o d e su p r o p i a n a d a d e ser. Y, si el para-sí h a d e
ser este ser, ello n o o c u r r e p o r u n a coerción e x t e r n a , ni p o r q u e el
valor, c o m o el p r i m e r m o t o r d e Aristóteles, e j e r z a sobre él u n a a t r a c -
ción d e hecho, ni e n v i r t u d d e u n c a r á c t e r recibido d e su ser; sino
p o r q u e se h a c e ser e n su ser c o m o h a b i e n d o d e ser ese ser. E n u n a
p a l a b r a , el sí, el para-sí y su m u t u a relación se m a n t i e n e n e n los
límites d e u n a libertad i n c o n d i c i o n a d a — e n el sentido d e q u e nada
h a c e existir al valor, sino esa libertad q u e al m i s m o t i e m p o m e h a c e
existir a m í — y a la vez e n los límites d e la f a c t i c i d a d c o n c r e t a , en
t a n t o q u e , f u n d a m e n t o d e su n a d a , el para-sí n o p u e d e ser f u n d a -
m e n t o d e su ser. H a y , pues, u n a total c o n t i n g e n c i a del ser-para-
el-valor, q u e r e c a e r á i n m e d i a t a m e n t e sobre t o d a la m o r a l p a r a
transiría y relativizarla; y, al m i s m o t i e m p o , u n a libre y absoluta
necesidad 1 .
E l valor e n su s u r g i m i e n t o original n o es puesto p o r el p a r a - s í :
es consustancial a éste, h a s t a tal p u n t o q u e n o h a y conciencia q u e
n o esté i n f e s t a d a p o r su v a l o r y q u e l a r e a l i d a d h u m a n a , e n sentido
a m p l i o , incluye al para-sí y al valor. Si el valor infesta al para-sí
sin ser p u e s t o p o r él, ello se d e b e a q u e el valor n o es o b j e t o d e u n a
tesis: en efecto, p a r a ello sería m e n e s t e r q u e el para-sí fuese p a r a

1
Se incurrirá tal vez en la tentación de traducir en términos hegelianos
la trinidad aquí encarada, haciendo del en-sí la tesis, del para-sí la antítesis
y del en-sí-para-sí o Valor la síntesis. Pero ha de observarse que-, si al
Para-sí le falta el En-sí, al En-sí no le falta el Para-sí. No hay, pues, reci-
procidad en la oposición. En una palabra, el Para-sí permanece inesencial y
contingente con respecto al En-sí, y esta inesencialidad es lo que llamábamos
antes su facticidad. Además, la síntesis o Valor sería ciertamente urj retorno
a la tesis y, por ende, un retorno a sí, pero como aquél es totalidad irreali-
zable, el Para-sí no es un momento que pueda ser trascendido. Como tal,
su naturaleza lo aproxima mucho más a las realidades "ambiguas" de Kier-
kegaard. Además, encontramos aquí un doble juego de oposiciones unila-
terales: al Para-sí, en un sentido, le falta el En-sí, al cual en cambio no
le falta aquél; pero, en otro sentido, le falta su posible (el Para-sí faltante),
el cual tampoco está falto de él.
sí mismo objeto d e posición, ya q u e valor y para-sí n o pueden surgir
sino en la u n i d a d consustancial de u n a pareja. Así, el para-sí como
conciencia no-tética (de) sí n o existe frente al valor, en el sentido
en que, p a r a Leibniz, la m ó n a d a existe "sola f r e n t e a Dios". El valor
n o es, jiues, conocido en este estadio, ya que el conocimiento pone
al o b j e t o f r e n t e a la conciencia. El valor es sólo d a d o con la trans-
lucidez no-tética del para-sí, q u e se hace ser como conciencia de ser;
está doquiera y en n i n g u n a p a r t e , en el meollo de la relación nihi-
lizadora "reflejo-reflejante", presente e inalcanzable, vivida simple-
m e n t e c o m o el sentido concreto de esa falta que constituye mi ser
presente. P a r a que el valor se convierta en objeto de u n a tesis, es
menester q u e el para-sí al cual infesta comparezca ante la m i r a d a
de la reflexión. L a conciencia reflexiva, en efecto, p o n e la vivencia
refleja en su naturaleza de falta y desentraña al mismo tiempo el
valor c o m o el sentido inalcanzable de lo fallido. Así; la conciencia
reflexiva p u e d e ser llamada, p r o p i a m e n t e hablando, conciencia mo-
ral, ya que n o p u e d e surgir sin develar al mismo tiempo los valores.
V a d e suyo q u e q u e d o libre, en m i conciencia reflexiva, p a r a dirigir
mi atención a los valores o p a r a pasarlos por alto, exactamente c o m o
d e m í d e p e n d e m i r a r más particularmente, en la superficie de esta
mesa, m i estilográfica o m i p a q u e t e de tabaco. Pero, sean o n o ob-
jeto d e u n a atención circunstanciada, los valores son.
N o h a de concluirse de ello, empero, q u e la m i r a d a reflexiva
sea la única capaz de h a c e r a p a r e c e r el valor, ni que proyectemos
por analogía los valore de nuestro para-sí al m u n d o de la trascen-
dencia. Si el objeto de la intuición es u n f e n ó m e n o de la realidad
h u m a n a , pero trascendente, se entrega i n m e d i a t a m e n t e con su va-
lor, pues el para-sí del p r ó j i m o n o es u n f e n ó m e n o escondido q u e
se dé sólo c o m o la conclusión de u n razonamiento p o r analogía. Se
manifiesta originariamente a m i para-sí y, c o m o lo veremos, su pre-
sencia c o m o p a r a - o t r o es hasta la condición necesaria p a r a la cons-
titución del para-sí como tal. Y en este surgimiento del p a r a - o t r o
el valor es d a d o como en el surgimiento del para-sí, a u n q u e en u n
m o d o de ser diferente. Pero n o podemos t r a t a r sobre el e n c u e n t r o
objetivo de los valores en el m u n d o mientras n o hayamos elucidado
la naturaleza del para-otro. Postergamos, pues, el examen de esta
cuestión hasta la tercera p a r t e del presente libro.
EL PARA-SÍ Y EL SER DE LOS POSIBLES

H e m o s visto q u e la r e a l i d a d h u m a n a e r a u n a f a l t a y q u e , en
t a n t o q u e para-sí, le f a l t a b a cierta coincidencia consigo m i s m a .
C o n c r e t a m e n t e , c a d a para-sí (vivencia) p a r t i c u l a r está f a l t o d e cierta
r e a l i d a d p a r t i c u l a r y c o n c r e t a c u y a asimilación sintética lo t r a n s -
f o r m a r í a e n sí. E s t á f a l t o de.. . para.. ., c o m o el disco r e c o r t a d o
de la l u n a está f a l t o de lo q u e necesitaría para c o m p l e t a r s e y trans-
f o r m a r s e e n l u n a llena. Así, lo f a l t a n t e surge en el proceso d e tras-
c e n d e n c i a y se d e t e r m i n a p o r u n r e t o r n o h a c i a el existente a p a r t i r
de lo fallido. L o f a l t a n t e así d e f i n i d o es t r a s c e n d e n t e y c o m p l e -
m e n t a r i o c o n respecto al existente. Es, pues, d e la m i s m a n a t u r a l e z a :
lo q u e f a l t a al c u a r t o d e l u n a p a r a ser l u n a es, p r e c i s a m e n t e , u n
f r a g m e n t o d e l u n a ; lo q u e f a l t a al á n g u l o o b t u s o A B C p a r a f o r m a r
dos rectos es el á n g u l o a g u d o C B D . L o q u e f a l t a , pues, al para-sí
p a r a integrarse al sí, es para-sí. P e r o n o p u e d e t r a t a r s e e n m o d o
a l g u n o d e u n para-sí a j e n o , es decir, d e u n para-sí q u e yo n o soy.
E n e f e c t o : p u e s t o q u e el ideal surgido es la coincidencia del sí, el
para-sí f a l t a n t e es u n para-sí q u e y o soy. Pero, p o r o t r a p a r t e , si
yo lo f u e r a e n el m o d o d e la i d e n t i d a d , el c o n j u n t o se h a r í a en-sí.
Y o soy el para-sí f a l t a n t e e n el m o d o d e tener-de-ser el para-sí q u e
n o soy, p a r a i d e n t i f i c a r m e a él e n la u n i d a d del sí. D e este m o d o ,
la relación t r a s c e n d e n t e original del para-sí con el sí esboza per-
p e t u a m e n t e u n c o m o proyecto d e identificación del para-sí c o n u n
para-sí a u s e n t e q u e él es y q u e le falta. L o q u e se d a c o m o lo fal-
tante propio d e c a d a para-sí y se d e f i n e r i g u r o s a m e n t e c o m o lo fal-
t a n t e a ese para-sí preciso y a n i n g ú n otro, es el posible del para-sí.
E l posible surge sobre el f o n d o d e nihilización del para-sí. N o es
c o n c e b i d o t e m á t i c a m e n t e con posterioridad c o m o m e d i o d e recons-
tituir el sí; sino q u e el s u r g i m i e n t o del para-sí c o m o nihilización del
en-sí y descompresión d e ser h a c e surgir al posible c o m o u n o d e los
aspectos d e esa descompresión de ser; es decir, c o m o u n a m a n e r a
de ser a distancia d e sí lo q u e se es. D e este m o d o , el para-sí n o
p u e d e a p a r e c e r sin estar i n f e s t a d o p o r el v a l o r y p r o y e c t a d o h a c i a
sus posibles propios. Sin e m b a r g o , desde q u e nos remite a sus posi-
bles, el cogito nos expulsa del i n s t a n t e h a c i a lo q u e él es e n el m o d o
d e n o serlo.
Pero, p a r a comprender m e j o r cómo la realidad h u m a n a es y
no es a la vez sus propias posibilidades, hemos de volver sobre la
noción d e posible y t r a t a r d e elucidarla.
O c u r r e con el posible c o m o con el valor: hay la mayor dificul-
tad en comprender su ser, pues se d a c o m o anterior al ser del cual
es posibilidad p u r a , y, empero, en t a n t o q u e posible al menos, es
necesario que tenga ser. ¿ N o se dice: "Es posible q u e v e n g a " ?
Desde Leibniz, suele llamarse "posible" a u n suceso que n o se halla
incluido en u n a serie causal existente tal q u e se lo p u e d a d e t e r m i n a r
con seguridad, y q u e n o implica contradicción alguna ni consigo
m i s m o ni con el sistema considerado. Así definido, el posible n o es
posible sino a los ojos del conocimiento, ya q u e n o estamos en con-
diciones ni de a f i r m a r ni d e negar el posible considerado. D e ahí
dos actitudes f r e n t e al posible: se p u e d e considerar, c o m o Spinoza,
q u e no existe sino con respecto a nuestra ignorancia y que se des-
vanece c u a n d o ella se desvanece. E n este caso, el posible no es sino
u n estadio subjetivo en el c a m i n o del conocimiento p e r f e c t o : n o
tiene otra realidad que la de un m o d o psíquico; tiene u n ser con-
creto, en t a n t o que pensamiento confuso o trunco, p e r o n o en t a n t o
que p r o p i e d a d del m u n d o , Pero cabe también h a c e r de la infinidad
de los posibles el objeto de los pensamientos del entendimiento divino,
a la m a n e r a de Leibniz, lo que les confiere u n a m a n e r a de realidad
absoluta, reservándose a la voluntad divina el p o d e r de realizar el
m e j o r sistema d e entre ellos. E n este caso, a u n q u e el encadenamiento
de percepciones de la m ó n a d a esté rigurosamente d e t e r m i n a d o y u n
ser omnisciente p u e d a establecer con certeza la decisión de A d á n a
p a r t i r de la f ó r m u l a misma d e su sustancia, n o es absurdo decir:
"Es posible q u e A d á n n o coja la m a n z a n a " . Esto significa sola-
m e n t e que existe, a título de pensamiento en el entendimiento divino,
otro sistema de composibles, tal q u e A d á n f i g u r a en él como n o
habiendo comido el f r u t o del árbol de la Ciencia. Pero ¿esta concep-
ción difiere tanto de la de Spinoza? L o hecho, la realidad del p o -
sible es ú n i c a m e n t e la del pensamiento divino. Esto significa que el
posible tiene el ser como pensamiento q u e n o h a sido realizado. Sin
d u d a , la idea d e subjetividad h a sido aquí llevada al limite, pues se
trata de la conciencia divina, no de la m í a ; y si de e n t r a d a se h a
t o m a d o la precaución d e c o n f u n d i r subjetividad y finitud, la sub-
jetividad se desvanece c u a n d o el entendimiento se torna infinito. N o
por ello es menos cierto q u e el posible es u n pensamiento q u e no es
sino pensamiento. El propio Leibniz parece h a b e r querido conferir
una a u t o n o m í a y u n a especie de pesantez propia a los posibles, ya
q u e varios de los f r a g m e n t o s metafísicos publicados por C o u t u r a t
nos m u e s t r a n a los posibles organizándose en sistemas de composi-
bles, y al m á s pleno y más rico tendiendo por sí mismo a realizarse.
Pero n o hay en ello sino u n esbozo de doctrina, y Lebiniz n o lo
desarrolló, sin d u d a p o r q u e n o podía ser desarrollado: d a r a los po-
sibles u n a tendencia hacia el ser significa o bien q u e el posible es
ya ser pleno y tiene el mismo tipo d e ser q u e el ser — e n el sentido
en q u e se p u e d e d a r al pimpollo u n a tendencia a hacerse flor—, o
bien q u e el posible, en el seno del e n t e n d i m i e n t o divino, es ya u n a
idea-fuerza, y el m á x i m o de ideas-fuerzas organizado en sistema des-
e n c a d e n a a u t o m á t i c a m e n t e la v o l u n t a d divina. Pero, en este último
caso, n o salimos de lo subjetivo. Así, pues, si se define el posible
c o m o n o contradictorio, n o p u e d e tener ser sino c o m o pensamiento
d e u n ser anterior al m u n d o real o anterior al conocimiento p u r o del
m u n d o tal cual es. E n ambos casos, el posible pierde su naturaleza
de posible y se reabsorbe en el ser subjetivo de la representación.
Pero este ser-representado del posible n o p o d r í a d a r razón de
su naturaleza, ya que, al contrario, la destruye. N o captamos en
m o d o a l g u n o el posible, en el uso corriente que de él hacemos,
como u n aspecto de nuestra ignorancia, ni t a m p o c o como u n a es-
t r u c t u r a n o contradictoria perteneciente a u n m u n d o n o realizado y
al m a r g e n d e este m u n d o . El posible se nos aparece como u n a
p r o p i e d a d de los seres. Sólo después de echar u n a o j e a d a al cielo
decretaré: "Es posible q u e llueva", y no entiendo aquí "posible"
como "sin contradicción con el presente estado del cielo". Esta po-
sibilidad pertenece al cielo c o m o u n a a m e n a z a ; representa u n tras-
cender las nubes q u e percibo hacia la lluvia, y este trascender es
p o r t a d o por las nubes en sí mismas, lo q u e n o significa que será
realizado, sino sólo que la estructura de ser de la nube es trascen-
dencia hacia la lluvia. L a posibilidad se d a aquí c o m o pertenencia
a un ser particular, del cual es u n poder, c o m o suficientemente lo
señala el h e c h o de que digamos indiferentemente de u n amigo al q u e
esperamos: "Es posible que v e n g a " o "Puede venir" Así, el posible
n o p u e d e reducirse a u n a realidad subjetiva. T a m p o c o es anterior
a lo real o a lo verdadero, sino que es u n a propiedad concreta de
realidades ya existentes. P a r a que la lluvia sea posible, es menester
que haya nubes en el cielo. Suprimir el ser p a r a establecer al posible
en su pureza es u n a tentativa a b s u r d a ; la procesión, a m e n u d o ci-
tada, que va del no-ser al ser p a s a n d o por el posible, n o corresponde
a lo real. Ciertamente, el estado posible todavía no es; p e r o es el
estado posible d e cierto existente, q u e sostiene con su ser la posibili-
d a d y el no-ser d e su estado f u t u r o .
E n v e r d a d , estas observaciones arriesgan conducirnos a la "po-
t e n c i a " aristotélica. Y sería caer de Caribdis en Escila evitar la con-
cepción p u r a m e n t e lógica del posible p a r a caer en u n a concepción
mágica. E l ser-en-sí n o p u e d e "ser en p o t e n c i a " ni " t e n e r poten-
cias". E n sí, es lo q u e es en la p l e n i t u d absoluta d e su identidad.
L a n u b e n o es "lluvia en p o t e n c i a " ; es, en sí, cierta cantidad de
valor de a g u a que, p a r a u n a t e m p e r a t u r a y u n a presión dadas, es rigu-
r o s a m e n t e lo q u e es. E l en-sí es en acto. P e r o se p u e d e concebir
c o n suficiente claridad c ó m o la, m i r a d a científica, en su tentativa
d e d e s h u m a n i z a r el m u n d o , h a r e e n c o n t r a d o los posibles c o m o po-
tencias y se desembarazó d e ellos convirtiéndolos e n los puros resul-
tados subjetivos d e nuestro cálculo lógico y de nuestra ignorancia.
El p r i m e r paso científico es correcto: el posible viene al m u n d o por
m e d i o d e la realidad h u m a n a . Esas nubes n o p u e d e n m u d a r s e en
lluvia si yo n o las trasciendo h a c i a la lluvia, así c o m o al disco que-
b r a d o d e la l u n a n o le f a l t a u n a p a r t e a menos q u e yo lo trascienda
h a c i a la l u n a llena. P e r o ¿ e r a menester después h a c e r del posible
un simple d a t o d e nuestra subjetividad psíquica? Así c o m o en el
m u n d o n o p o d r í a h a b e r f a l t a sí ésta n o viniera al m u n d o por u n
ser q u e es su p r o p i a falta, así t a m p o c o p o d r í a h a b e r en el m u n d o
posibilidad si n o viniera p o r u n ser q u e es p a r a sí m i s m o su p r o p i a
posibilidad. Pero, precisamente, la posibilidad n o puede, p o r esencia,
coincidir con el p u r o pensamiento de las posibilidades. E n efecto:
si la posibilidad n o se d a p r i m e r a m e n t e c o m o estructura objetiva de
los seres o d e u n ser particular, el pensamiento, c o m o quiera a u e se
lo encare, n o p o d r í a encerrar en sí al posible c o m o su contenido de
pensamiento. E n efecto: si consideramos los posibles en el seno del
e n t e n d i m i e n t o divino, c o m o contenido del pensamiento divino, se
convierten p u r a y simplemente en representaciones concretas. Admi-
tamos p o r p u r a hipótesis — a u n q u e n o se p u e d a c o m p r e n d e r d e
d ó n d e vendría a u n ser e n t e r a m e n t e positivo este p o d e r negativo»—
q u e Dios tenga el p o d e r d e negar, es decir, d e f o r m u l a r juicios ne-
gativos sobre sus representaciones: n o se c o m p r e n d e r í a p o r eso c ó m o
t r a n s f o r m a r í a esas representaciones en posibles. C u a n d o m u c h o , la
negación t e n d r í a p o r efecto constituirlos c o m o "sin correspondencia
real". P e r o decir q u e el C e n t a u r o n o existe n o es en m o d o alguno
decir q u e es posible. N i la afirmación ni la negación p u e d e n con-
ferir a u n a representación el carácter de posibilidad. Y si se p r e t e n d e
q u e 'este carácter p u e d e ser d a d o por u n a síntesis de negación y
afirmación, h a de hacerse n o t a r todavía q u e u n a síntesis n o es u n a
suma, y q u e sería menester d a r razón de esa síntesis a título de tota-
lidad orgánica d o t a d a d e u n a significación propia, y n o a p a r t i r de
los elementos de los q u e es síntesis. Análogamente, la p u r a compro-
bación subjetiva y negativa de nuestra ignorancia respecto de la
relación de u n a de nuestras ideas con la realidad n o p o d r í a d a r
razón del carácter de posibilidad de esa representación: sólo p o d r í a
ponernos en estado d e indiferencia con respecto a ella, pero n o con-
ferirle ese derecho sobre la realidad, q u e es la estructura f u n d a m e n -
tal del posible. Si se agrega q u e ciertas tendencias m e llevan a
a g u a r d a r con preferencia esto o aquello, diremos q u e estas tendencias,
lejos de explicar la trascendencia, al contrario, la s u p o n e n : es me-
nester, c o m o hemos visto, q u e ellas existan c o m o falta. Además,
si el posible n o es d a d o en cierta m a n e r a , esas tendencias podrían
incitarnos a desear q u e m i representación corresponda a d e c u a d a m e n -
te a la realidad, pero n o c o n f e r i r m e u n d e r e c h o sobre ésta. E n u n a
palabra, la captación del posible c o m o tal supone u n trascender
original. T o d o esfuerzo p o r establecer el posible a p a r t i r de u n a sub-
jetividad q u e f u e r a lo q u e ella es, es decir, q u e estuviera c e r r a d a
en sí misma, está p o r principio destinado al fracaso.
Pero, si es v e r d a d q u e el posible es u n a opción sobre el ser, y
si es v e r d a d q u e el posible n o p u e d e venir al m u n d o sino p o r u n
ser q u e es su p r o p i a posibilidad, ello implica p a r a la realidad h u m a n a
la ñecesidad de ser su ser en f o r m a de opción sobre su ser. H a y
posibilidad cuando, en l u g a r d e ser p u r a y simplemente lo q u e soy,
soy c o m o el D e r e c h o de ser lo q u e soy. Pero este mismo derecho
m e separa de lo que tengo el derecho de ser. El derecho de p r o p i e d a d
n o a p a r e c e si no c u a n d o se m e disputa mi p r o p i e d a d ; c u a n d o ya, de
hecho, en algún sentido d e j ó d e ser mía. El goce t r a n q u i l o d e lo
q u e poseo es u n h e c h o p u r o y simple, n o u n derecho. Así, p a r a q u e
haya posible, es menester que la realidad h u m a n a , en t a n t o q u e es
ella misma, sea otra cosa q u e ella misma. Este posible es ese ele-
m e n t o del Para-sí q u e le escapa p o r naturaleza e n t a n t o - q u e es P a r a -
sí. El posible es u n n u e v o aspecto d e la nihilización del En-sí en
Para-sí.
E n efecto: si el posible n o p u e d e venir al m u n d o sino p o r u n
ser q u e es su p r o p i a posibilidad, ello resulta d e q u e el en-sí, siendo
por naturaleza lo q u e es, n o p u e d e " t e n e r " posibles. Su relación con
u n a posibilidad n o p u e d e establecerse sino desde el exterior, por un
ser q u e esté f r e n t e a las posibilidades mismas. L a posibilidad de ser
d e t e n i d a p o r u n pliegue del tapizado n o pertenece ni al tapizado ni
a la bola q u e r u e d a : n o p u e d e surgir s i n o . e n la organización en
sistema de la bola y del tapiz, p o r u n ser q u e tiene u n a comprensión
de los posibles. Pero esta comprensión n o p u e d e venirle ni de afuera,
es decir, del en-sí, ni limitarse a n o ser sino un pensamiento como
m o d o subjetivo d e la conciencia; debe, pues, coincidir con la es-
t r u c t u r a objetiva del ser q u e c o m p r e n d e los- posibles. C o m p r e n d e r
la posibilidad en t a n t o que posibilidad o ser sus propias posibilidades
es u n a sola y misma necesidad p a r a el ser en quien, en su ser, es
cuestión de su ser. P e r o precisamente ser su propia posibilidad, es
decir, definirse por ella, es definirse p o r esa p a r t e de sí mismo q u e
n o se es; es definirse c o m o u n escaparse a sí m i s m o h a c i a . . . E n
u n a p a l a b r a , desde el m o m e n t o en q u e quiero d a r razón de mi ser
i n m e d i a t o en t a n t o q u e simplemente es lo q u e n o es y n o es lo q u e
es, m e veo a r r o j a d o f u e r a de él hacia u n sentido q u e se halla f u e r a
d e alcance y q u e n o p o d r í a c o n f u n d i r s e en m o d o a l g u n o con u n a
representación subjetiva i n m a n e n t e . Descartes, al captarse por el
cogito c o m o duda, n o p u e d e esperar definir esta d u d a como d u d a
metódica o c o m o d u d a simplemente, si se limita a lo que capta la
p u r a m i r a d a instantánea. L a d u d a n o p u e d e entenderse sino a partir
fie la posibilidad siempre abierta p a r a él q u e u n a evidencia le "sus-
c i t a " ; n o p u e d e captarse c o m o d u d a sino en c u a n t o remite a posi-
bilidades de £jroyr| a ú n n o realizadas pero siempre abiertas. Nin-
gún h e c h o d e conciencia es, p r o p i a m e n t e h a b l a n d o , esta conciencia;
a u n si, c o m o Husserl, h a y a de dotarse a esta conciencia, de m o d o
bastante artificial, con protensiones intraestructurales que, n o tenien-
d o en su ser m e d i o a l g u n o d e trascender la conciencia de que son
u n a estructura, se agostan l a m e n t a b l e m e n t e sobre sí mismas, aseme-
jándose a moscas q u e se d a n d e nariz en la v e n t a n a sin p o d e r f r a n -
q u e a r el vidrio; a u n en tal caso, u n a conciencia, desde q u e se la
quiere definir c o m o d u d a , percepción, ser, etc., nos remite a la n a d a
de lo q u e a ú n n o es. L a conciencia (de) leer n o es conciencia (de)
leer esta letra, ni esta p a l a b r a , ni esta frase, ni siquiera este p á r r a f o ,
sino conciencia (de) leer este libro, lo q u e m e remite a todas las
p á g i n a a ú n n o leídas, a todas las páginas leídas y a : lo que, p o r
definición, a r r a n c a la conciencia a sí misma. U n a conciencia q u e
n o f u e r a sino conciencia de lo q u e es, se vería obligada a deletrear.
Concretamente, cada para-sí es falta de cierta coincidencia con-
sigo mismo. Esto significa que está infestado por la presencia de
aquello con lo cual debiera coincidir p a r a ser sí mismo. Pero, c o m o
esta coincidencia en Sí es también conciencia con el Sí, lo q u e al
Para-sí le falta c o m o el ser cuya asimilación lo haría ser Sí es igual-
m e n t e el Para-sí. H e m o s visto q u e el Para-sí era "presencia a sí";
lo que falta a la presencia a sí n o p u e d e faltarle sino como presencia
a sí. L a relación d e t e r m i n a n t e del para-sí con su posible es u n rela-
j a m i e n t o nihilizador del nexo de presencia a sí; ese r e l a j a m i e n t o llega
hasta la trascendencia, ya que la presencia a sí que le falta al Para-sí
es presencia a sí que no es. D e este m o d o , el Para-sí en t a n t o q u e
n o es sí mismo, es u n a presencia a sí a la que falta cierta presencia
a sí, y justamente el Para-sí es presencia a sí en t a n t o que falta de
esta presencia. T o d a conciencia está falta de. . . para. Pero h a de
comprenderse bien q u e la f a l t a n o se viene de a f u e r a , como la del
f r a g m e n t o de l u n a a la luna. L a falta del para-sí es u n a falta q u e
es él. L o que constituye el ser del para-sí c o m o f u n d a m e n t o de su
propia n a d a es el esbozo d e u n a presencia a sí c o m o lo q u e falta al
para-sí. El posible es u n a ausencia constitutiva de la conciencia en
t a n t o que ésta se hace a sí misma. U n a sed, p o r ejemplo, n o es
n u n c a suficientemente sed en t a n t o que se hace sed; está infestada
por la presencia del Sí o Sed-sí. Pero, en t a n t o que infestada por
este valor concreto, se pone en cuestión en su ser como faltándole
cierto Para-sí que la realizaría como ser colmada y q u e le conferiría
el ser-en-sí. Este Para-sí f a l t a n t e es el Posible. N o es exacto, en
efecto, q u e u n a Sed tienda hacia su aniquilación en c u a n t o sed: n o
hay n i n g u n a conciencia q u e tienda a su supresión en c u a n t o tal.
Empero, la sed es u n a falta, c o m o lo hemos advertido antes. En
t a n t o que sed, quiere colmarse, p e r o esta sed colmada, q u e se reali-
zaría por la asimilación sintética, en u n acto de coincidencia, del
Para-sí-deseo o Sed con el Para-sí-reflexión o acto de beber, n o se
encara como supresión de sed; al contrario: es la sed llegada a la
plenitud d e ser, la sed que c a p t a y se incorpora la repleción, como
ia f o r m a aristotélica capta y t r a n s f o r m a la m a t e r i a ; se convierte en
la sed eterna. Es u n p u n t o de vista m u y posterior y reflexivo el del
hombre q u e bebe p a r a librarse de su sed, c o m o el del h o m b r e que
va a las casas públicas p a r a librarse de su deseo sexual. L a sed, el
deseo sexual, en el estado iíreflexivo e ingenuo, quieren gozar de sí
mismos, buscan esa coincidencia consigo mismos que es la saciedad,
en que la sed se conoce c o m o sed al tiempo mismo en que el beber
la colma; en que, por el hecho mismo de saciarse, pierde su carác-
ter de f a l t a a la vez q u e se h a c e ser sed en y por la satisfacción.
Así, E p i c u r o éstá a la vez en lo cierto y equivocado: p o r sí mismo,
en efecto, el deseo es u n vacío. Pero n i n g ú n proyecto irreflexivo
tiende simplemente a suprimir ese vacío. El deseo p o r sí mismo
tiende a . p e r p e t u a r s e ; el h o m b r e se apega e n c a r n i z a d a m e n t e a sus
deseos. L o que el deseo quiere ser, es u n vacío colmado, pero que
informe a su repleción como el m o l d e i n f o r m a al bronce que se le
h a vertido dentro. El posible de la conciencia de sed es la conciencia
de beber. Sabido es, p o r lo demás, q u e la coincidencia del sí es
imposible, pues el para-sí alcanzado p o r la realización del Posible
se h a r á ser c o m o para-sí, es decir, con otro horizonte de posibles.
D e ahí la decepción constante q u e a c o m p a ñ a a la repleción, el fa-
moso: " ¿ N o era m á s q u e eso?", q u e n o a p u n t a al placer concreto
d a d o p o r la satisfacción, sino la evanescencia de la coincidencia
consigo mismo. Por a a u í entrevemos el origen de la temporalidad,
ya q u e 1a sed es su posible al mismo tiempo q u e n o lo es. Esta nada
q u e separa a la realidad h u m a n a d e si m i s m a está en la f u e n t e del
tiempo. Pero ya volveremos sobre esto. L o q u e h a d e notarse es
q u e el Para-sí está separado de la Presencia a sí q u e le falta y que
es su posible propio, en un sentido, por Nada, y en otro sentido por
la totalidad del existente en el m u n d o , en t a n t o q u e el Para-sí fal-
t a n t e o posible es Para-sí c o m o presencia a cierto estado del m u n d o .
E n este sentido, el ser allende el cual el Para-sí proyecta la coinci-
dencia consigo mismo es el m u n d o o distancia d e ser infinita allende
la cual el h o m b r e debe reunirse con su posible. Llamaremos cir-
cuito de la ipseidad a la relación entre el para-sí y el posible que
él es; y mundo a la totalidad del ser en t a n t o que atravesada por
el circuito de la ipseidad.
Podemos a h o r a esclarecer el m o d o d e ser del posible. El posible
es aquello de que está falto el Para-sí para ser sí mismo. N o con-
viene decir, en consecuencia, q u e el posible es en t a n t o q u e posible.
A menos que se entienda por ser el de u n existente que es sido en
t a n t o q u e n o es sido, o, si se quiere, la aparición a distancia de lo
a u e soy. N o existe c o m o u n a p u r a representación, así sea neerada,
sino c o m o u n a real falta d e ser, la que, a título d e falta, está allende
el ser. T i e n e el ser de u n a falta, y, c o m o falta, le falta el ser. El
Posible n o es: el posible se posibilita-; en la exacta m e d i d a en que
el Para-sí se hace ser, el Posible d e t e r m i n a por esbozo esquemático
u n a ubicación d e n a d a q u e el Para-sí es m á s allá d e sí mismo. N a -
turalmente, n o está temáticamente puesto de m o d o previo: se esboza
allende el m u n d o y d a su sentido a m i p e r c e p c i ó n presente, e n t a n t o
q u e ésta es c a p t a c i ó n del m u n d o e n el circuito d e ipseidad. P e r o
t a m p o c o es i g n o r a d o o i n c o n s c i e n t e : esboza los límites de la c o n -
ciencia n o tética ( d e ) sí e n t a n t o q u e conciencia n o tética. L a
conciencia irreflexiva ( d e ) ser es c a p t a c i ó n del vaso d e a g u a c o m o
deseable, sin posición c e n t r í p e t a del Sí c o m o o b j e t o f i n a l del deseo.
P e r o la repleción posible a p a r e c e c o m o c o r r e l a t o n o posicional d e
la conciencia n o tética (de) sí, e n el h o r i z o n t e del vaso-en-medio-
del-mundo.

EL YO Y EL C I R C U I T O DE LA IPSEIDAD

H e m o s t r a t a d o d e m o s t r a r , e n u n a r t í c u l o d e las " R e c h e r c h e s
philosophiques", q u e el E g o n o p e r t e n e c í a al d o m i n i o del para-sí.
N o volveremos sobre la cuestión. N o t e m o s sólo la razón de la tras-
c e n d e n c i a del E g o : c o m o p o l o u n i f i c a d o r d e las vivencias, el E g o es
en-sí, n o para-sí. Si f u e r a " d e la conciencia", e n efecto, sería a sí
m i s m o su p r o p i o f u n d a m e n t o e n la translucidez de lo i n m e d i a t o .
P e r o entonces sería lo q u e n o sería y n o sería lo q u e sería, lo q u e
n o es en absoluto el m o d o de ser del Yo. E n efecto, m i conciencia
del Y o n o lo a g o t a j a m á s y t a m p o c o es ella q u i e n lo h a c e v e n i r a
la existencia: el Y o se d a siempre c o m o habiendo sido a h í a n t e s q u e
ella, y a la vez c o m o poseedor d e p r o f u n d i d a d e s q u e h a n de deve-
larse p o c o a poco. Asi, el E g o a p a r e c e a la conciencia c o m o u n en-sí
trascendente, c o m o u n existente del m u n d o h u m a n o , n o c o m o de la
conciencia. P e r o n o h a d e concluirse q u e el para-sí sea u n a p u r a y
simple c o n t e m p l a c i ó n " i m p e r s o n a l " . S i m p l e m e n t e , lejos d e ser el
E g o el p o l o personalizante d e u n a conciencia que, sin él, p e r m a n e -
cería en el estadio impersonal, es, al contrario, la conciencia e n su
ipseidad f u n d a m e n t a l q u i e n p e r m i t e la a p a r i c i ó n del Ego, en ciertas
condiciones, c o m o el f e n ó m e n o t r a s c e n d e n t e de esa ipseidad. E n
e f e c t o : h e m o s visto q u e es imposible decir del en-sí q u e sea sí: sim-
p l e m e n t e es. Y, e n este sentido, del Y o , del c u a l se h a h e c h o , m u y
e r r ó n e a m e n t e , el h a b i t a n t e d e la conciencia, se d i r á q u e es el " y o "
d e la conciencia, p e r o n o q u e sea su p r o p i o sí. D e este m o d o , p o r
h a b e r hipostasiado el ser-reflexo del para-sí en u n en-sí, se f i j a y des-
truye el m o v i m i e n t o d e reflexión sobre sí: la conciencia sería p u r a
remisión al E g o c o m o a su p r o p i o sí, p e r o el E g o n o r e m i t e ya a
n a d a ; se h a t r a n s f o r m a d o la relación d e reflexividad e n u n a simple
relación c e n t r í p e t a , siendo el centro, p o r o t r a p a r t e , u n n u d o d e
o p a c i d a d . H e m o s m o s t r a d o , al c o n t r a r i o , q u e el sí, p o r principio,
n o p o d í a h a b i t a r la conciencia. E l sí es, si se quiere, la razón del
m o v i m i e n t o i n f i n i t o p o r el c u a l el r e f l e j o r e m i t e al r e f l e j a n t e y éste
al r e f l e j o ; p o r d e f i n i c i ó n , es u n ideal, u n límite. Y lo q u e lo h a c e
surgir c o m o límite es la r e a l i d a d nihilizadora d e la presencia del ser
al ser e n la u n i d a d del ser c o m o t i p o d e ser. Así, la conciencia,
desde q u e surge, p o r el p u r o m o v i m i e n t o nihilizador de la reflexión,
se h a c e personal: pues lo q u e confiere a u n ser la existencia perso-
n a l n o es la posición d e u n E g o — q u e n o es sino el signo de la p e r -
s o n a l i d a d — , sino el h e c h o d e existir p a r a sí c o m o presencia a sí.
Pero, a d e m á s , este p r i m e r m o v i m i e n t o reflexivo t r a e a p a r e j a d o u n
s e g u n d o m o v i m i e n t o o ipseidad. E n la ipseidad, m i posible se r e f l e j a
sobre m i c o n c i e n c i a y la d e t e r m i n a c o m o lo q u e ella es. L a ipseidad
r e p r e s e n t a u n g r a d o de nihilización m á s a v a n z a d o q u e la p u r a p r e -
sencia a sí del cogito prerreflexivo, e n el sentido de q u e el posible
q u e soy n o es p u r a presencia al para-sí c o m o el r e f l e j o a l r e f l e j a n t e ,
sino q u e es presencia-ausente. Pero, p o r esto m i s m o , la existencia
d e la remisión c o m o e s t r u c t u r a d e ser del para-sí q u e d a m á s n e t a -
m e n t e s e ñ a l a d a t o d a v í a . E l para-sí es sí m i s m o allá, f u e r a d e al-
cance, e n las lejanías d e sus posibilidades. Y esta libre necesidad de
ser a l l á lo q u e se es e n la f o r m a d e f a l t a constituye la ipseidad o
s e g u n d o a s p e c t o esencial d e la p e r s o n a . ¿ C ó m o definir, e n efecto,
la persona, sino c o m o libre relación consigo? E n c u a n t o al m u n d o ,
es decir, la t o t a l i d a d d e los seres e n t a n t o q u e existen en el interior
del circuito d e ipseidad, n o p o d r í a ser sino a q u e l l o q u e la realidad
h u m a n a t r a s c i e n d e h a c i a sí; o, p a r a t o m a r su definición a H e i d e g -
g e r : " A q u e l l o a p a r t i r d e lo cual la r e a l i d a d h u m a n a se h a c e a n u n -
ciar lo q u e ella e s " 1 . E n e f e c t o ; el posible q u e es mi posible es
para-sí posible y, c o m o tal, presencia a l en-sí c o m o conciencia del
en-sí. L o q u e busco f r e n t e al m u n d o es la coincidencia con u n p a r a -
sí q u e soy y q u e es conciencia del m u n d o . P e r o este posible q u e está
p r e s e n t e - a u s e n t e no téticamente a la conciencia presente, n o está
p r e s e n t e a t í t u l o d e o b j e t o d e u n a conciencia posicional; si no, sería
reflexo. L a sed c o l m a d a q u e infesta m i sed a c t u a l n o es conciencia
( d e ) sí c o m o sed c o l m a d a ; es conciencia tética del vaso-que-es-bebido

1
Veremos en el capítulo I I I de esta misma parte lo que esta definición,
que adoptamos provisionalmente, tiene de insuficiente y de erróneo.
y conciencia no posicional (de) sí. Se hace, pues, trascender hacia
el vaso del cual es conciencia; y, c o m o correlato de esta conciencia
posible no tética, el vaso-bebido infesta al vaso pleno como su po-
sible y lo constituye como vaso de-beber. Así el m u n d o , por n a t u -
raleza, es mío en t a n t o q u e es correlato en-sí d e la n a d a , es decir,
del obstáculo necesario allende el cual m e reencuentro como lo que
soy en la f o r m a de "tener-de-serlo". Sin m u n d o n o hay ipseidad ni
persona; sin la ipseidad, sin la persona, n o hay m u n d o . Pero esta
pertenencia del m u n d o a la persona n o es jamás puesta en el plano
del cogito prerreflexivo. Será absurdo decir que el m u n d o , en t a n t o
q u e es conocido, es conocido corno mío. Empero, esta " m i i d a d " del
m u n d o es u n a estructura fugitiva y siempre presente vivida por mí.
El m u n d o (es) m í o p o r q u e está infestado por posibles de los cuales
son conciencias las conciencias posibles ( d e j sí q u e yo soy, y esos po-
sibles, en t a n t o q u e tales, le d a n su u n i d a d y su sentido de m u n d o .
El examen de las conductas negativas y de la m a l a fe ROS h a
permitido a b o r d a r el estudio ontológico del cogito, y el ser del cogito
se nos apareció c o m o siendo el ser-para-sí. Este ser se h a trascen-
d i d o a nuestros ojos hacia el valor y los posibles; n o hemos p o d i d o
contenerlo en los límites sustancialistas de la instantaneidad del cogito
cartesiano. Pero, precisamente p o r eso, n o podemos contentarnos
con los resultados q u e acabamos de obtener: si el cogito rehusa la
instantaneidad y se trasciende hacia sus posibles, esto no puede seí-
smo en el trascender temporal. Es "en el tiempo" d o n d e el para-sí
es sus propios posibles en el m o d o del " n o ser"; y en el t i e m p o apa-
recen mis posibles en el horizonte del m u n d o al que hacen mío. Así,
pues, si la realidad h u m a n a se c a p t a a sí misma como temporal y si
el sentido de su trascendencia es su temporalidad, n o podemos
esperar q u e el ser del para-sí sea elucidado antes q u e hayamos des-
crito y f i j a d o la significación de lo T e m p o r a l . Sólo entonces podre-
mos a b o r d a r el estudio del problema que nos o c u p a : el de la relación
originaría entre la conciencia y el ser.
CAPÍTULO II

LA TEMPORALIDAD

FENOMENOLOGIA DE LAS TRES DIMENSIONES TEMPORALES

L a t e m p o r a l i d a d es, e v i d e n t e m e n t e , u n a e s t r u c t u r a o r g a n i z a d a
y esos tres p r e t e n d i d o s " e l e m e n t o s " del t i e m p o : p a s a d o , presente,
f u t u r o , n o d e b e n e n c a r a r s e c o m o u n a colección de " d a t a " cuya s u m a
h a y a de efectuarse — p o r e j e m p l o , c o m o u n a serie i n f i n i t a de "alio-
r a s " d e los cuales u n o s n o son a ú n y otros n o son y a — , sino c o m o
m o m e n t o s e s t r u c t u r a d o s d e u n a síntesis original. Si no, e n c o n t r a r í a -
mos a n t e t o d o esta p a r a d o j a ; el p a s a d o n o es ya, el f u t u r o n o es
a ú n ; e n c u a n t o al p r e s e n t e i n s t a n t á n e o , n a d i e i g n o r a q u e n o es e n
a b s o l u t o : es el límite d e u n a división infinita, c o m o el p u n t o sin
dimensión. Así, t o d a la serie se aniquila, y ello d o b l e m e n t e , ya q u e
el " a h o r a " f u t u r o , p o r e j e m p l o , es u n a n a d a en t a n t o q u e f u t u r o y
se realizará e n n a d a c u a n d o pase al e s t a d o de " a h o r a " presente. El
ú n i c o m é t o d o posible p a r a e s t u d i a r la t e m p o r a l i d a d es a b o r d a r l a
c o m o u n a totalidad q u e d o m i n a sus estructuras secundarias y les con-
fiere significación. N u n c a p e r d e r e m o s esto d e vista. E m p e r o , n o
p o d e m o s lanzarnos a u n e x a m e n del ser del t i e m p o sin e l u c i d a r pre-
v i a m e n t e p o r u n a descripción p r e o n t o l ó g i c a y f e n o m e n o l ó g i c a el sen-
tido, h a r t o a m e n u d o oscuro, d e sus tres dimensiones. Sólo q u e será
preciso considerar esta descripción f e n o m e n o l ó g i c a c o m o u n a labor
provisional, cuya f i n a l i d a d es ú n i c a m e n t e d a r n o s acceso a u n a intui-
ción de la t e m p o r a l i d a d global. Y, sobre todo, debe hacerse a p a r e c e r
c a d a dimensión sobre el jondo d e la t o t a l i d a d t e m p o r a l , t e n i e n d o
siempre presente e n la m e m o r i a la unselbstándigkeit d e c a d a di-
mensión.
A) El Pasado

T o d a t e o r í a sobre la m e m o r i a i m p l i c a u n a presuposición sobre


el ser del p a s a d o . Estas presuposiciones, a u n q u e n u n c a elucidadas,
h a n oscurecido el p r o b l e m a del r e c u e r d o y el d e la t e m p o r a l i d a d e n
general. Es preciso, entonces, p l a n t e a r d e u n a b u e n a vez la p r e -
g u n t a : ¿ c u á l es el ser d e u n ser p a s a d o ? E l sentido c o m ú n oscila
e n t r e d o s concepciones i g u a l m e n t e v a g a s : el p a s a d o , se dice, n o es
más. D e s d e este p u n t o d e vista, p a r e c e q u e q u i e r e atribuirse el ser
sólo al presente. E s t a presuposición ontológica h a e n g e n d r a d o la f a -
m o s a teoría d e las trazas cerebrales: ya q u e el p a s a d o n o es m á s ,
ya q u e se h a d e s m o r o n a d o e n la n a d a , si el r e c u e r d o sigue existiendo
es m e n e s t e r q u e sea a t í t u l o d e m o d i f i c a c i ó n presente d e n u e s t r o ser:
p o r e j e m p l o , será u n a h u e l l a m a r c a d a a h o r a e n u n g r u p o d e células
cerebrales. Así, t o d o es p r e s e n t e : el c u e r p o , la p e r c e p c i ó n p r e s e n t e
y el p a s a d o c o m o traza p r e s e n t e e n el c u e r p o ; t o d o es en acto: p u e s
la t r a z a m n é m i c a n o t i e n e u n a existencia v i r t u a l en tanto que re-
c u e r d o : es í n t e g r a m e n t e t r a z a actual. Si el r e c u e r d o resurge, lo h a c e
e n el presente, a c o n s e c u e n c i a d e u n proceso presente, es decir, c o m o
r u p t u r a d e u n equilibrio p r o t o p l a s m á t i c o e n la a g r u p a c i ó n celular»
c o n s i d e r a d a . A h í está el p a r a l e l i s m o psicofisiológico, q u e es i n s t a n -
t á n e o y e x t r a t e m p o r a l , p a r a explicar c ó m o ese proceso fisiológico es
c o r r e l a t i v o d e u n f e n ó m e n o e s t r i c t a m e n t e psíquico p e r o i g u a l m e n t e
presente • la a p a r i c i ó n e n la conciencia d e la i m a g e n - r e c u e r d o . L a
noción, m á s reciente, d e engrama n o h a c e o t r a cosa q u e a d o r n a r esa
teoría con u n a t e r m i n o l o g í a seudocientífica. Pero, si t o d o es p r e -
sente, ¿ c ó m o e x p l i c a r la pasividad del r e c u e r d o , es decir, el h e c h o
d e que, e n su intención, u n a conciencia q u e se r e m e m o r a trasciende
el p r e s e n t e p a r a a p u n t a r al a c o n t e c i m i e n t o allí d o n d e fue? Hemos
s e ñ a l a d o en o t r o l u g a r q u e n o h a y m e d i o a l g u n o d e distinguir e n t r e
p e r c e p c i ó n e i m a g e n , si se h a e m p e z a d o p o r h a c e r de ésta u n a p e r c e p -
ción r e n a c i e n t e 1 . E n c o n t r a m o s a q u í las m i s m a s imposibilidades. Pero,
a d e m á s , nos privarnos del m e d i o d e distinguir i m a g e n y r e c u e r d o ;
ni la " d e b i l i d a d " del r e c u e r d o , ni su palidez, ni su c a r á c t e r i n c o m -
pleto, ni las c o n t r a d i c c i o n e s q u e o f r e c e con los d a t o s d e la p e r c e p -
ción p u e d e n distinguirlo de la imagen-ficción, ya q u e ésta o f r e c e
los mismos c a r a c t e r e s ; y, p o r o t r a p a r t e , estos caracteres, siendo c u a -
lidades presentes del r e c u e r d o , n o p o d r í a n h a c e r n o s salir del p r e -
sente p a r a dirigirnos al p a s a d o . E n v a n o se i n v o c a r á la p e r t e n e n -
1
L'imaginaiion, Alean, París, 1936.
cía al yo, o " m i i d a d " , del recuerdo, c o m o C l a p a r é d e ; o su "intimi-
d a d " , c o m o James. Pues, o bien estos caracteres manifiestan sólo
u n a a t m ó s f e r a presente q u e envuelve al recuerdo, y entonces per-
m a n e c e n presentes y remiten al pre&ente; o bien son ya u n a relación
con el p a s a d o en t a n t o q u e tal, y entonces presuponen lo q u e se
quiere explicar. Se h a creído p o d e r desembarazarse fácilmente del
p r o b l e m a r e d u c i e n d o el reconocimiento a u n esbozo de localización
y ésta a u n c o n j u n t o de operaciones intelectuales facilitadas por la
existencia d e " m a r c o s sociales d e la memoria"-. Estas operaciones
existen, sin d u d a alguna, y deben ser objeto d e u n estudio psicológico.
Pero, si la relación con el p a s a d o n o es d a d a de alguna m a n e r a ,
aquéllas t a m p o c o podrían crearla. E n u n a p a l a b r a : si se h a e m -
p e z a d o p o r h a c e r del h o m b r e u n insular e n c e r r a d o en el islote ins-
t a n t á n e o de su presente, y si todos sus modos de ser, en c u a n t o
aparecen, están destinados por esencia a u n p e r p e t u o presente, se
h a n suprimido radicalmente todos los medios de c o m p r e n d e r su rela-
ción originaria con el pasado. Así c o m o los "genetistas" no h a n lo-
g r a d o constituir la extensión con elementos inextensos, así t a m p o c o
lograremos constituir la dimensión " p a s a d o " con elementos tomados
exclusivamente al presente.
L a conciencia popular, por otra parte, e n c u e n t r a t a n t a dificul-
tad p a r a n e g a r existencia real al pasado q u e admite, a la vez que
esa p r i m e r a tesis, otra concepción igualmente imprecisa, según la
cual el p a s a d o tendría u n a especie de existencia honoraria. P a r a
u n suceso, ser p a s a d o sería simplemente estar en retirada, p e r d e r la
eficiencia sin p e r d e r el ser. L a filosofía bergsoniana h a r e t o m a d o
esta i d e a : al e n t r a r en el pasado, u n suceso n o d e j a de ser; d e j a d e
a c t u a r , simplemente, pero p e r m a n e c e "en su lugar", en su fecha,
p a r a la eternidad. Así, hemos restituido el ser al pasado, y está m u y
bien; hasta a f i r m a m o s q u e la duración es multiplicidad de interpe-
netración y q u e el p a s a d o se organiza c o n t i n u a m e n t e con el presente.
Pero con ello n o hemos d a d o razón de esta organización ni de esa
i n t e r p e n e t r a c i ó n : n o hemos explicado q u e el pasado p u e d a " r e n a -
cer", infestarnos; en s u m a : existir para nosotros. Si es inconsciente,
c o m o lo quiere Bergson, y si el inconsciente es lo n o actuante, ¿ c ó m o
p u e d e insertarse en la t r a m a de nuestra conciencia presente? ¿ T e n -
d r á u n a fuerza p r o p i a ? Pero esta fuerza, entonces, es presente, ya
q u e a c t ú a sobre el presente, ¿y c ó m o e m a n a del p a s a d o en t a n t o
q u e tal? ¿ I n v e r t i r e m o s entonces la cuestión, c o m o Husserl, y mos-
traremos en la conciencia presente u n j u e g o de "retenciones" q u e
e n g a n c h a n a las conciencias de a n t a ñ o , las m a n t i e n e n en su f e c h a y
les impiden aniquilarse? Pero, si el cogito husserliano se d a previa-
m e n t e c o m o instantáneo, n o hay m e d i o a l g u n o d e salir d e él. E n el
capítulo anterior, hemos visto a las protensiones darse en v a n o d e
nariz contra los vidrios del presente, sin p o d e r romperlos. L o m i s m o
ocurre con las retenciones. Husserl, a lo largo d e toda su c a r r e r a
filosófica, estuvo obsesionado por la idea de la trascendencia. Pero
los instrumentos filosóficos d e q u e disponía, en p a r t i c u l a r su concep-
ción idealista d e la existencia, le p r i v a b a n de los medios de d a r razón
de esa trascendencia; su intencionalidad n o es sino la c a r i c a t u r a d e
ella. L a conciencia husserliana n o puede, en realidad, trascenderse
ni hacia el m u n d o , ni hacia el f u t u r o , ni hacia el pasado.
Así, n o hemos g a n a d o n a d a con otorgar al p a s a d o el ser, pues,
en los términos de esa concesión, debiera ser p a r a nosotros c o m o n o
siendo. Q u e el p a s a d o sea, como lo quieren Bergson y Husserl, o
q u e no sea ya, c o m o lo quiere Descartes, carece d e i m p o r t a n c i a si
se h a e m p e z a d o p o r c o r t a r los puentes e n t r e él y nuestro presente.
E n efecto, si conferimos al presente u n privilegio c o m o "presen-
cia al m u n d o " , nos colocamos, p a r a a b o r d a r el p r o b l e m a del pasado,
en la perspectiva del ser i n t r a m u n d a n o . Nos consideramos existir
p r i m e r a m e n t e c o m o contemporáneos de esta silla o d e esta mesa,
nos hacemos indicar p o r el m u n d o la significación d e lo t e m p o r a l .
Pero, si nos colocamos en m e d i o del m u n d o , perdemos t o d a posibili-
d a d de distinguir lo q u e no es ya de lo que no es. Sin embargo, se
dirá, lo q u e n o es ya p o r lo menos h a sido, m i e n t r a s q u e lo q u e
no es n o tiene nexo de n i n g u n a especie con el ser. Es v e r d a d . P e r o
la ley d e ser del instante i n t r a m u n d a n o , c o m o lo hemos visto, p u e d e
expresarse en estas sencillas p a l a b r a s : " E l ser es", q u e indican u n a
plenitud maciza de positividades, en q u e n a d a de lo q u e no es p u e d e
ser representado d e n i n g u n a m a n e r a , ni siquiera p o r u n a traza, u n
vacío, u n a señal, u n a "histéresis". El ser q u e es se agota íntegra-
m e n t e en el acto de ser; con lo q u e es, con lo q u e no es ya, n o tiene
n a d a q u e hacer. N i n g u n a negación, sea radical, sea suavizada en
" n o . . . y a " p u e d e hallar lugar en esa densidad absoluta. S e n t a d o
esto, el p a s a d o bien p u e d e existir a su m a n e r a : los puentes están cor-
tados. El ser ni siquiera h a "olvidado" su p a s a d o : sería a ú n u n a
m a n e r a de conexión. El p a s a d o se le h a deslizado c o m o u n sueño.
Si la concepción de Descartes y la de Bergson p u e d e n ser des-
p a c h a d a s espalda c o n t r a espalda, ello se debe a q u e a m b a s caen b a j o
un mismo reproche. T r á t e s e d e aniquilar el pasado o de conservarle
la existencia d e u n dios lar, esos autores h a n e n c a r a d o su suerte
aparte, aislándolo del presente; y, cualquiera q u e f u e r a su concepción
d e la conciencia, confirieron a ésta la existencia del en-sí; la considera-
r o n c o m o siendo lo q u e era. N o cabe admirarse, después, d e q u e
h a y a n f r a c a s a d o en su tentativa d e revincular el pasado y el presente,
ya q u e el presente así concebido n e g a r á con todas sus fuerzas al p a -
sado. Si hubiesen considerado el f e n ó m e n o t e m p o r a l en su totalidad,
h a b r í a n visto q u e " m i " p a s a d o es a n t e todo mío, es decir, q u e existe
e n f u n c i ó n d e cierto ser q u e soy yo. El p a s a d o n o es nada, t a m p o c o
es el presente; sino q u e pertenece a su f u e n t e m i s m a c o m o vinculado
con cierto presente y cierto f u t u r o . Esta " m i i d a d " d e q u e h a b l a b a
C l a p a r é d e n o es u n matiz subjetivo q u e viene a q u e b r a r al recuerdo:
es u n a relación ontológica q u e u n e el p a s a d o al presente. M i p a s a d o
n o a p a r e c e j a m á s en el aislamiento de su " p r e t e r i d a d " ; sería hasta
a b s u r d o considerar q u e p u d i e r a existir c o m o tal: es originariamente
p a s a d o de este presente. Y esto es lo q u e p r e v i a m e n t e h a de elu-
cidarse.
Escribo q u e Pablo, en 1920, era a l u m n o de la Escuela Politécnica.
¿Quién es el q u e " e r a " ? Pablo, evidentemente; pero, ¿ q u é Pablo?
¿ E l joven d e 1920? Pero el ú n i c o t i e m p o del verbo ser q u e con-
viene a P a b l o considerado en 1920 es el presente. E n t a n t o q u e f u e ,
e r a menester decir d e él: "es". Si el q u e h a sido a l u m n o de la
Politécnica es u n Pablo vuelto pasado, t o d a relación con el presente
q u e d a r o t a : el h o m b r e q u e sustentaba esa cualificación, el sujeto,
h a q u e d a d o allá, con su atributo, e n 1920. Si queremos m a n t e n e r
la posibilidad d e u n a rememoración, será menester, en esa hipótesis,
a d m i t i r u n a síntesis recognitiva q u e venga del presente p a r a ir a
m a n t e n e r el contacto con el pasado. Síntesis imposible de concebir
si n o es u n m o d o d e ser originario. A f a l t a d e semejante síntesis,
nos será menester a b a n d o n a r el p a s a d o a su altivo aislamiento. ¿ Q u é
significaría, p o r o t r a parte, semejante escisión d e la personalidad?
Proust admite, sin d u d a , la pluralidad sucesiva de los Yoes, p e r o
esta concepción, t o m a d a a la letra, nos hace recaer en las dificultades
insuperables q u e encontraron, en su tiempo, los asociacionistas. Se
sugerirá quizás la hipótesis de u n a p e r m a n e n c i a en el c a m b i o : aquel
q u e f u e a l u m n o de la Politécnica es este mismo Pablo q u e existía e n
1920 y q u e existe en la actualidad. Es aquel d e quien, tras h a b e r
d i c h o : "es a l u m n o d e la Politécnica", se dice a h o r a : "es ex a l u m n o
d e la Politécnica". P e r o este recurso a la p e r m a n e n c i a n o nos saca
d e a p u r o s : si n o hay n a d a q u e t o m e a contrapelo el fluir d e los
" a h o r a s " p a r a constituir la serie t e m p o r a l v. en esta serie, c a r a c t e r e s
p e r m a n e n t e s , la p e r m a n e n c i a n o es n a d a m á s q u e cierto c o n t e n i d o
i n s t a n t á n e o y sin espesor d e c a d a " a h o r a " individual. E s m e n e s t e r
q u e h a y a u n p a s a d o y, p o r consiguiente, a l g o o alguien q u e era ese
p a s a d o , p a r a q u e h a y a u n a p e r m a n e n c i a ; lejos d e q u e ésta p u e d a
a y u d a r a constituir el t i e m p o , lo s u p o n e p a r a develarse e n él y d e v e l a r
consigo el c a m b i o . Volvemos, pues, a lo q u e e n t r e v e í a m o s a n t e s : si
la r e m a n e n c i a existencial del ser e n f o r m a d e p a s a d o n o surge ori-
g i n a r i a m e n t e d e m i p r e s e n t e a c t u a l ; si m i p a s a d o d e ayer n o es c o m o
u n a t r a s c e n d e n c i a a la zaga de m i p r e s e n t e de hoy, h e m o s p e r d i d o
t o d a e s p e r a n z a d e r e v i n c u l a r el p a s a d o c o n el presente. Así, pues,
si digo de P a b l o q u e fue o q u e era a l u m n o d e la Politécnica, lo d i g o
d e este m i s m o P a b l o q u e a c t u a l m e n t e es y del cual d i g o t a m b i é n q u e
es c u a d r a g e n a r i o . N o es el adolescente el q u e era a l u m n o ; d e éste,
en t a n t o q u e f u e , se d e b í a d e c i r : es. El c u a d r a g e n a r i o lo era. A
decir v e r d a d , el h o m b r e d e t r e i n t a años lo era t a m b i é n . P e r o ¿ q u é
sería el h o m b r e d e t r e i n t a años, a su vez, sin el c u a d r a g e n a r i o q u e
lo f u e ? Y el p r o p i o c u a d r a g e n a r i o era a l u m n o de la Politécnica
e n el e x t r e m o á p i c e de su presente. Y , f i n a l m e n t e , es el ser m i s m o
d e la vivencia el q u e tiene la misión d e ser c u a d r a g e n a r i o , hombre-
d e t r e i n t a años, adolescente, e n el m o d o del haber-sido. D e esta vi-
vencia decimos hoy q u e es; del c u a d r a g e n a r i o 1 y del adolescente
t a m b i é n se h a dicho, a su t i e m p o , q u e son; hoy f o r m a n p a r t e del
p a s a d o y el p a s a d o m i s m o es en el s e n t i d o de q u e , a c t u a l m e n t e , es
el p a s a d o d e P a b l o o d e esta vivencia. Así, los tiempos p a r t i c u l a r e s
del p e r f e c t o designan seres q u e existen todos r e a l m e n t e , a u n q u e e n
m o d o s d e ser diversos, p e r o d e los cuales u n o es y a la vez era el
otro; el p a s a d o se caracteriza c o m o p a s a d o de algo o de a l g u i e n ; se
tiene u n p a s a d o . Este utensilio, esta sociedad, este h o m b r e son los
q u e tienen su p a s a d o . N o h a y p r i m e r o u n p a s a d o universal q u e se
p a r t i c u l a r i c e después e n pasados concretos. Al c o n t r a r i o , lo q u e pri-
m e r o e n c o n t r a m o s son pasados. Y el v e r d a d e r o p r o b l e m a — q u e a b o r -
d a r e m o s e n el c a p í t u l o siguiente— será c a p t a r p o r q u é proceso p u e -
d e n unirse esos p a s a d o s individuales p a r a f o r m a r el p a s a d o .

Se o b j e t a r á acaso q u e nos h e m o s f a c i l i t a d o las cosas al escoger


u n e j e m p l o e n q u e el s u j e t o q u e " e r a " sigue existiendo a c t u a l m e n t e .
Se nos c i t a r á n otros casos. P o r e j e m p l o , d e Pedro, q u e h a m u e r t o ,
p u e d o d e c i r : " a m a b a la m ú s i c a " . E n este caso, t a n t o el s u j e t o c o m o
1
Sic. Se esperaría más bien: "del hombre de treinta a ñ o s . . . " (Ar.
del T.)
el a t r i b u t o son pasados. Y n o hay P e d r o actual a p a r t i r del cual
p u e d a surgir ese ser-pasado. Convenimos en ello. Convenimos incluso
hasta el p u n t o d e reconocer q u e el gusto de la música j a m á s h a sido
pasado p a r a Pedro. P e d r o h a sido siempre c o n t e m p o r á n e o de ese
gusto q u e era gusto suyo; su personalidad viva n o le h a sobrevivido,
ni él a ella. E n consecuencia, aquí lo p a s a d o es Pedro-amante-de-
la-música. Y p u e d o f o r m u l a r la p r e g u n t a que f o r m u l a b a poco h a :
¿de quién es P a s a d o este Pedro-pasado? N o podría serlo con rela-
ción a u n presente universal q u e es p u r a afirmación de ser; es, pues,
el p a s a d o de m i actualidad. Y, p o r este hecho, P e d r o h a sido para-
mi y yo he sido para-él. C o m o veremos, la existencia de P e d r o m e
h a alcanzado hasta la m é d u l a ; h a f o r m a d o p a r t e de un presente "en-
el-mundo, p a r a - m í y p a r a - o t r o " q u e e r a mi presente en vida de Pe-
d r o ; u n presente q u e yo he sido. Así, los objetos concretos desapa-
recidos son pasados en t a n t o que f o r m a n p a r t e del p a s a d o concreto
de u n superviviente. " L o q u e hay d e terrible en la M u e r t e -—dice
M a l r a u x — es q u e trueca la vida en Destino." H a d e entenderse
con ello q u e la m u e r t e reduce el para-sí-para-otro al estado de sim-
ple para-otro. Del ser de P e d r o m u e r t o , yo soy hoy el solo respon-
sable, en m i libertad. Y los muertos q u e n o h a n p o d i d o ser salvados
y transportados a b o r d o del p a s a d o concreto de u n superviviente n o
son pasados, sino q u e sus pasados y ellos están aniquilados.
Hay, pues, seres q u e " t i e n e n " pasados. H a c e poco citábamos
indiferentemente u n instrumento, u n a sociedad, u n hombre. ¿Está-
bamos en lo cierto? ¿ P u e d e atribuirse originariamente u n p a s a d o a
todos los existentes finitos, o sólo a ciertas categorías de ellos? Po-
dremos d e t e r m i n a r l o más fácilmente si examinamos más d e cerca
esa noción t a n p a r t i c u l a r de " t e n e r " u n pasado. N o se p u e d e " t e n e r "
u n p a s a d o c o m o se "tiene" u n automóvil o u n a caballeriza. Es decir,
q u e el p a s a d o n o p u e d e ser poseído p o r u n ser presente q u e le per-
manezca estrictamente exterior, c o m o yo permanezco, por ejemplo,
exterior a mi estilográfica. E n u n a p a l a b r a , en el sentido en q u e la
posesión expresa o r d i n a r i a m e n t e u n a relación externa del poseedor
a lo poseído, la expresión de posesión es insuficiente: las relaciones
externas disimularían u n abismo i n f r a n q u e a b l e entre p a s a d o y pre-
sente, q u e serían dos datos d e h e c h o sin comunicación real. T a m -
p o c o la interpenetración absoluta del presente por el pasado, tal
c o m o Bergson la concibe, resuelve la dificultad, pues esa interpene-
tración, q u e es organización del pasado con el presente, viene, en el
fondo, del p a s a d o mismo y n o es sino u n a relación de habitación.
El pasado bien p u e d e concebirse, entonces, c o m o siendo en el pre-
sente; pero nos hemos privado de los medios de presentar esta
i n m a n e n c i a de otro m o d o que c o m o la de u n a p i e d r a en el f o n d o
del lío. El p a s a d o bien p u e d e infestar al presente, pero n o p u e d o
serlo; es el presente el q u e es su pasado. Así, pues, si se estudian las
relaciones entre el p a s a d o y el presente a partir del pasado, n o se
p o d r á n establecer n u n c a e n t r e ambos relaciones internas. U n en-sí,
p o r consiguiente, cuyo presente es lo q u e es, n o podría " t e n e r "
pasado. Los ejemplos citados por Chevallier en apoyo d e su tesis,
¡ n p a r t i c u l a r los hechos de histéresis, n o p e r m i t e n establecer u n a
acción del p a s a d o de la m a t e r i a sobre su estado presente. N o hay,
en efecto, n i n g u n o de ellos q u e n o p u e d a interpretarse p o r los me-
dios ordinarios del determinismo mccanicista. D e estos dos clavos,
nos dice Chevallier, u n o acaba de ser f a b r i c a d o y n o ha servido
jamás; el otro h a sido torcido y luego enderezado a martillazos:
ofrecen u n aspecto rigurosamente semejante. E m p e r o , al primer
golpe el primero se clavará derecho en la pared, mientras el segundo
volverá a torcerse: acción del pasado. A nuestro m o d o de ver, es
preciso ser u n poco de m a l a fe p a r a ver en ello la acción del p a s a d o ;
esta explicación ininteligible del ser que es densidad es fácil de sus-
tituir por la única explicación posible: las apariencias exteriores
d e ambos clavos son semejantes, pero sus estructuras moleculares
presentes difieren d e m o d o sensible. Y el estado molecular presente
es a cada instante el efecto riguroso del estado molecular anterior,
lo q u e n o significa en m o d o alguno, p a r a el científico, q u e haya
"tránsito" de un instante al otro con permanencia del pasado, sino
sólo conexión irreversible entre los contenidos de dos instantes del
t i e m p o físico. D a r como p r u e b a de esa p e r m a n e n c i a del p a s a d o la
remanencia d e la imantación en u n trozo de hierro dulce n o es
demostrar m u c h a m a y o r seriedad: se trata, en efecto, de u n f e n ó m e n o
q u e supervive a su causa, n o de u n a subsistencia de la causa en t a n t o
q u e causa en estado pasado. H a c e rato q u e la p i e d r a q u e atravesó
el a g u a h a e n c o n t r a d o el f o n d o d e la laguna, y todavía recorren la
superficie ondas concéntricas; n o se recurre a quién sabe q u é acción
del p a s a d o p a r a explicar este f e n ó m e n o : el mecanismo es casi visi-
ble. N o parece que los hechos de histéresis o de remanencia necesiten
u n a explicación d e tipo diferente. D e hecho, está bien claro q u e la
expresión " t e n e r u n pasado", q u e d e j a suponer u n m o d o de posesión
en q u e el poseedor p u d i e r a ser pasivo, y que, c o m o tal, n o choca,
a p l i c a d a a la materia debe ser reemplazada con la de ser su propio
pasado. N o hay p a s a d o sino p a r a u n presente q u e n o p u e d e existir
sin ser allá, detrás de sí, su p a s a d o ; es decir, sólo tienen u n pasado
los seres tales q u e en su ser es cuestión d e su ser pasado, q u e tienen-
de-ser su pasado. Estas observaciones nos permiten negar a prior i
el pasado al en-sí (lo q u e n o significa t a m p o c o que hemos de arrin-
conarlo en el p r e s e n t e ) . N o zanjaremos la cuestión del p a s a d o d e
los seres vivos. H a r e m o s n o t a r sólo q u e si f u e r a menester — l o q u e
n o es de n i n g ú n m o d o seguro— conceder u n pasado a la vida, no
p o d r í a ser sino después de demostrar q u e el ser d e la vida es tal q u e
c o m p o r t e u n pasado. E n u n a palabra, sería necesario demostrar
p r e v i a m e n t e q u e la m a t e r i a viva es otra cosa q u e u n sistema físico-
químico. El esfuerzo inverso — q u e es el de Chevallier—, consistente
en d a r u n a p r e m i o m á s f u e r t e del p a s a d o c o m o lo constitutivo d e
la originalidad de la vida, es u n ÍÍOTTJQOV JTGÓTRICOV totalmente des-
provisto de significación. Sólo p a r a la Realidad H u m a n a es m a -
nifiesta la existencia d e u n pasado, p o r q u e se h a establecido q u e ella
tiene-de-ser lo que es. El p a s a d o llega al m u n d o por el para-sí, por-
q u e su " Y o soy" es en la f o r m a de u n " Y o me soy".
¿ Q u é significa, pues, " e r a " ? Vemos, primeramente, q u e es un
transitivo. Si digo: " P a b l o está cansado", se p u e d e discutir acaso
q u e la cópula tenga valor ontológico; quizá se quiera n o ver en ella
sino u n a indicación d e inherencia. Pero, c u a n d o decimos " P a b l o
estaba cansado", la significación esencial del pretérito salta a la vis-
t a : Pablo presente es a c t u a l m e n t e responsable d e h a b e r tenido ese
cansancio en el pasado. Si él n o sostuviera ese cansancio con su ser,
n o h a b r í a ni siquiera olvido d e aquel estado, sino q u e h a b r í a u n
"no-ser-ya" rigurosamente idéntico a u n "no-ser". El cansancio que-
d a r í a perdida. El ser presente es, pues, el f u n d a m e n t o de su propio
p a s a d o : y es este carácter de f u n d a m e n t o lo q u e el " e r a " o " e s t a b a "
manifiesta. Pero n o h a d e entenderse q u e lo f u n d e en el m o d o d e
la indiferencia y sin ser p r o f u n d a m e n t e m o d i f i c a d o p o r ello: " e r a "
significa q u e el ser presente tiene-de-ser en su ser el f u n d a m e n t o
de su p a s a d o siendo él mismo ese pasado. ¿ Q u é significa esto? ¿ C ó -
m o el presente p u e d e ser el pasado?
E l n u d o de la cuestión reside, evidentemente, en el t é r m i n o
" e r a " , que, sirviendo de intermediario e n t r e el presente y el pasado,
n o es él mismo ni e n t e r a m e n t e p a s a d o ni enteramente presente. E n
efecto, n o p u e d e ser ni u n o ni otro, ya que, en tal caso, estaría
contenido en el interior del tiempo q u e denotaría su ser. E x t e r m i n o
" e r a " designa, pues, el saldo ontológico del presente al p a s a d o y re-
presenta u n a síntesis original d e esos dos modos de temporalidad.
¿ C ó m o h a d e entenderse esta síntesis?
A n t e todo, veo q u e el término " e r a " es un m o d o de ser. En
este sentido, yo soy m i pasado. N o lo tengo, lo soy: lo q u e se m e
dice aaerca de u n acto q u e h e realizado ayer, d e u n talante que he
tenido, n o m e d e j a indiferente: m e siento h e r i d o o halagado, me
encrespo o d e j o q u e digan, la cosa m e toca hasta la médula. N o
m e desolidarizo de mi pasado. Sin d u d a , a la larga, p u e d o intentar
esa desolidarización, puedo declarar que " n o soy m á s el q u e era",
argüir u n cambio, u n progreso. Pero se t r a t a de u n a reacción secun-
daria, q u e se d a como tal. N e g a r m i solidaridad de ser con m i pa-
sado sobre tal o cual p u n t o particular es a f i r m a r l a p a r a el c o n j u n t o
de m i vida. E n el límite, en el instante infinitesimal de mi muerte,
n o seré ya m á s q u e m i pasado. Él solo me definirá. Es lo q u e
Sófocles entendía expresar cuando, en Las Traquinias, pone en boca
d e D e y a n i r a : " A n t i g u o es el r e f r á n que a n d a en boga entre los h o m -
bres: 'hasta que u n o se haya muerto, n a d i e sabe si su vida h a resul-
t a d o b u e n a o h a resultado m a l a ' . " Es también el sentido de la irase
d e M a l r a u x antes c i t a d a : " L a m u e r t e t r u e c a la vida en destino."
Y es, p o r último, lo q u e a t e r r a al creyente c u a n d o c o m p r e n d e que,
e n el m o m e n t o de morir, la suerte está e c h a d a y ya n o q u e d a c a r t a
q u e jugar. L a m u e r t e nos r e ú n e con nosotros mismos, tales como
en nosotros mismos la eternidad nos h a cambiado. E n el momento-
d e la muerte, somos, es decir, somos sin defensa a n t e los juicios del
p r ó j i m o ; se p u e d e decidir en verdad acerca d e lo q u e somos; n o te-
nemos ya o p o r t u n i d a d a l g u n a de escapar a la cuenta q u e u n a inte-
ligencia omnisciente p o d r í a cerrar. Y el arrepentimiento de la última
h o r a es u n esfuerzo total p a r a r e s q u e b r a j a r todo ese ser q u e se h a
i d o lentamente p r e n d i e n d o y solidificando sobre nosotros; un sobre-
salto último p a r a desolidarizarnos d e lo q u e somos. E n v a n o : la
m u e r t e f i j a con todo lo demás ese sobresalto, q u e n o hace sino en-
t r a r en composición con lo que lo ha precedido, como u n factor
e n t r e otros, como u n a determinación singular q u e sólo se entiende a
partir de la totalidad. Por la muerte, el para-sí se trueca p a r a siem-
p r e en en-sí en la m e d i d a en q u e se h a deslizado íntegramente al
pasado. Así, el p a s a d o es la totalidad siempre creciente del en-sí q u e
somos. Empero, en t a n t o q u e n o hemos muerto, n o somos a ú n ese
en-sí en el m o d o de la identidad. Tenemos-de-serlo. El rencor cesa,
d e ordinario, con la m u e r t e : p o r q u e el h o m b r e se h a reunido con
su pasado, es su pasado, sin por ello ser responsable de él. Mientras
vive, es objeto de mi rencor; es decir, q u e le reprocho su pasado n o
sólo en t a n t o q u e él lo es sino t a m b i é n en t a n t o que lo reasume a
cada instante y lo sostiene en el ser; en t a n t o q u e es responsable d e
él. N o es verdad que el rencor fije al h o m b r e en lo q u e e r a ; si no,
sobreviviría a la m u e r t e : se dirige al h o m b r e vivo, q u e es libremente
en su ser aquello que era. Soy m i pasado, y, si yo n o f u e r a , m i
¡jasado n o existiría t a m p o c o ni para m í ni p a r a nadie: n o tendría
ya n i n g u n a relación con el presente. Esto n o significa en m o d o al-
g u n o q u e mi p a s a d o n o sería, sino sólo q u e su ser sería indescubrible.
Y o soy aquel por quien m i p a s a d o llega a este m u n d o . Pero h a d e
entenderse bien q u e n o le doy yo el ser. D i c h o de otro m o d o , m i
pasado n o existe a título de " m i " representación. M i p a s a d o n o
existe p o r q u e yo m e lo " r e p r e s e n t e " ; sino que, p o r q u e yo soy m i
pasado, éste e n t r a en el m u n d o , y a p a r t i r d e su ser-en-el-mundo
p u e d o yo, según cierto proceso psicológico, representármelo. M i p a -
sado es lo q u e tengo-de-ser; pero sin e m b a r g o difiere p o r naturaleza
de mis posibles. El posible, q u e t a m b i é n tengo-de-ser, permanece,
en c u a n t o posible concreto mío, c o m o aquello cuyo contrario es
igualmente posible, a u n q u e en g r a d o menor. Al contrario, el pasado
es aquello q u e es sin n i n g u n a posibilidad d e n i n g u n a clase, aquello
q u e h a consumido sus posibilidades. Tengo-de-ser lo q u e n o d e p e n d e
ya en m o d o a l g u n o de mi poder-ser, lo q u e es ya en sí todo lo q u e
puede ser. El p a s a d o q u e soy, tengo-de-serlo sin n i n g u n a posibilidad
d e n o serlo. A s u m o su total responsabilidad c o m o si p u d i e r a c a m -
biarlo, y, sin embargo, n o p u e d o ser otra cosa que él. Veremos más
adelante q u e conservamos c o n t i n u a m e n t e la posibilidad de c a m b i a r
la significación del pasado, en t a n t o q u e éste es u n ex presente que
ha tenido un futuro. P e r o al contenido del p a s a d o en t a n t o q u e tal
n a d a p u e d o quitarle ni agregarle. E n otros términos, el p a s a d o q u e
yo era es lo que es; es u n en-sí, c o m o las cosas del m u n d o . Y la
relación de ser que tengo de sostener con el pasado es u n a relación
del tipo del en-sí. Es decir, de la identificación consigo mismo.
Pero, por otra parte, no soy mi pasado. N o lo soy, ya q u e lo
era. El rencor a j e n o m e sorprende y m e indigna siempre: ¿ c ó m o
p u e d e odiarse, en aquel q u e soy, a aquel q u e era? L a sabiduría an-
tigua h a insistido m u c h o en este h e c h o : n a d a p u e d o enunciar sobre
mí q u e n o se haya vuelto falso ya c u a n d o lo enuncio. Hegel n o h a
desdeñado utilizar este argumento. Cualquier cosa q u e h a g a o q u e
diga, en el m o m e n t o en q u e quiero serlo, ya lo hacía o lo decía.
Pero examinemos m e j o r este aforismo: viene a decir q u e todo juicio
<|uc formule sobre mi mismo es falso ya c u a n d o lo formulo, es
decir, que m e h e convertido en otra cosa. Pero, ¿ q u é h a de enten-
derse por otra cosa? Si entendemos p o r ello u n m o d o de la realidad
h u m a n a que goce del mismo tipo existencial q u e aquel al cual se
niega la existencia presente, equivale a declarar q u e hemos cometido
u n error en la atribución del predicado al sujeto y q u e q u e d a b a
otro predicado atribuible: sólo h a b r í a sido menester a p u n t a r l o al
f u t u r o inmediato. D e l mismo modo, u n cazador q u e a p u n t a a u n
ave allí donde la ve le yerra, porque el ave ya n o está en ese l u g a r
c u a n d o llega el proyectil. L a alcanzará, al contrario, si a p u n t a u n
poco hacia adelante, a u n p u n t o al que el volátil n o h a llegado a ú n .
Si el ave ya n o está en ese lugar, es p o r q u e ya está en otro; de cual-
quier m a n e r a , está en algún lugar. P e r o veremos q u e esta concep-
ción eleática del movimiento es p r o f u n d a m e n t e e r r ó n e a : si verdade-
r a m e n t e p u e d e decirse q u e la flecha está en AB, entonces el movi-
miento es u n a sucesión de inmovilidades. Análogamente, si Se con-
cibe q u e h a h a b i d o u n instante infinitesimal, q u e ya n o es, en q u e
he sido lo que ya n o soy, se m e constituye con u n a serie de estados
fijos q u e se suceden c o m o las imágenes d e u n a linterna mágica. Si
n o lo soy, n o es a causa de u n ligero desnivel entre el pensamiento
judicativo y el ser, a causa d e u n retardo entre el juicio y el h e c h o ;
sino que, p o r principio, en m i ser inmediato, en presencia d e m i
presente, n o lo soy. E n u n a p a l a b r a : la causa p o r la cual n o soy
lo q u e era n o es u n cambio, u n devenir concebido c o m o paso a lo
heterogéneo en la homogeneidad del ser; sino que, al contrario, si
puede h a b e r u n devenir, se debe a que, p o r principio, mi ser es
heterogéneo a mis m a n e r a s de ser. L a explicación del m u n d o p o r el
devenir, concebido como síntesis de ser y de no-ser, es fácil darla.
Pero, ¿se h a reflexionado en q u e el ser en devenir n o p o d í a ser esa
síntesis a menos d e serla de sí mismo, en u n a c t o q u e f u n d a r a su
propia n a d a ? Si yo n o soy ya lo q u e era, es menester, con todo, q u e
tenga-de-serlo en la u n i d a d de u n a síntesis nihilizadora a la q u e yo
mismo sostengo en el ser; si no, yo n o t e n d r í a relación de n i n g u n a
clase con lo que ya n o soy, y mi plena positividad excluiría el no-ser,
esencial al devenir. El devenir n o p u e d e ser u n dato, u n m o d o de
ser inmediato del ser, pues si concebimos u n ser semejante, en su
meollo el ser y el no-ser n o p o d r í a n estar sino yuxtapuestos, y nin-
guna estructura impuesta o externa p u e d e fundirlos u n o en otro. L a
conexión entre el ser y el no-ser n o p u e d e ser sino i n t e r n a : el no-ser
debe surgir en el ser en t a n t o q u e ser; el ser debe d e s p u n t a r en el
no-ser. Y esto n o p o d r í a ser u n hecho, u n a ley n a t u r a l , sino u n
surgimiento del ser q u e es su p r o p i a n a d a d e ser. Así, pues, si n o
soy m i p r o p i o pasado, ello n o p u e d e ser en el m o d o originario del
devenir, sino en t a n t o q u e tengo-de-serlo para no serlo y q u e tengo-
de-no-serlo para serlo. Esto h a d e esclarecernos la naturaleza del
m o d o "era": si n o soy lo q u e era, ello no se debe a q u e he c a m b i a d o
ya; lo q u e s u p o n d r í a el t i e m p o c o m o ya d a d o ; sino a q u e soy, con
relación a m i ser, en el m o d o d e conexión i n t e r n a del no serlo.
Así, sólo e n t a n t o q u e soy m i p a s a d o p u e d o n o serlo; y esta
necesidad de ser m i p a s a d o es, incluso, el único f u n d a m e n t o posible
del h e c h o d e q u e n o lo soy. Si no, a c a d a instante, yo n i lo sería
ni n o lo sería, salvo a los ojos de u n testigo rigurosamente externo,
que, a su vez, p o r o t r a parte, tendría-de-ser él mismo su p a s a d o en
el m o d o del no serlo.
Estas observaciones p u e d e n hacernos c o m p r e n d e r lo que hay d e
inexacto e n el escepticismo d e origen heracliteo, q u e insiste ú n i c a -
m e n t e en q u e n o soy ya lo q u e digo ser. Sin d u d a , todo lo q u e p u e d e
decirse q u e soy, n o lo soy. Pero está m a l decir q u e n o lo soy ya,
pues n o lo h e sido n u n c a , si se entiende p o r ello "ser en sí"; y, p o r
otra parte, n o se sigue t a m p o c o q u e m e equivoque diciendo serlo,
ya q u e es menester q u e lo sea p a r a n o serlo: lo soy en el m o d o
del era.
Así, todo c u a n t o p u e d e decirse q u e soy en el sentido d e serlo e n
sí, con plena densidad c o m p a c t a (es colérico, funcionario, descon-
t é n t o ) , es siempre mi pasado. Sólo en el p a s a d o soy lo q u e soy.
Pero, p o r o t r o lado, aquella densa plenitud de ser está a m i zaga,
h a y u n a distancia absoluta q u e la separa d e mí y la d e j a caer f u e r a
d e m i alcance, sin contacto, sin adherencias. Si era o si h e sido
dichoso, es q u e n o lo soy. Pero esto n o quiere decir q u e sea desdi-
c h a d o : simplemente, n o p u e d o ser dichoso sino en el p a s a d o : llevo
así m i ser a m i zaga, n o porque t e n g o u n pasado, sino q u e el p a s a d o ,
precisamente, n o es más que esa estructura ontológica q u e m e obliga
a ser lo q u e soy a la zaga. Esto es. lo q u e significa el " e r a " . • P o r
definición, el para-sí existe con obligación d e asumir su ser y n o
p u e d e ser n a d a más q u e p a r a sí. Pero precisamente n o p u e d e asumir
su ser sino p o r u n a reasunción de este ser, que lo p o n e a distancia
d e este ser. Por la m i s m a afirmación de q u e soy en el m o d o del
en-sí escapo a esta afirmación, pues ella implica u n a negación en su
p r o p i a naturaleza. Así, el para-sí es siempre allende lo q u e es, por
el solo h e c h o d e q u e lo es para-sí y q u e tiene-de-serlo. Pero, a la
vez, es c i e r t a m e n t e su ser y n o o t r o ser el q u e p e r m a n e c e a su z a g a .
Asi c o m p r e n d e m o s el s e n t i d o del " e r a " , q u e c a r a c t e r i z a s i m p l e m e n t e
el t i p o d e ser del para-sí, es decir, la relación del para-sí c o n su
1
ser. El p a s a d o es el en-sí q u e soy e n t a n t o q u e preterido-trascendido .
F a l t a e s t u d i a r la m a n e r a e n q u e el p a r a - s í " e r a " su p r o p i o p a -
sado. S a b i d o es q u e el p a r a - s í a p a r e c e e n el a c t o o r i g i n a r i o p o r el
c u a l el en-sí se nihiliza p a r a f u n d a r s e . E l p a r a - s í es su p r o p i o
f u n d a m e n t o e n t a n t o q u e él se h a c e el f r a c a s o d e l en-sí p a r a ser
el suyo. P e r o n o p o r eso h a l l e g a d o a librarse del en-sí. E l en-sí
p r e t e r i d o - t r a s c e n d i d o p e r m a n e c e y lo i n f e s t a c o m o su c o n t i n g e n c i a
original. E l para-sí n o p u e d e a l c a n z a r l o j a m á s , n i c a p t a r s e n u n c a
c o m o siendo esto o a q u e l l o ; p e r o t a m p o c o p u e d e e v i t a r ser a d i s t a n -
cia d e sí lo q u e es. E s t a c o n t i n g e n c i a , esta p e s a n t e z a d i s t a n c i a d e l
para-sí, q u e él no es j a m á s p e r o q u e tiene-de-serla c o m o p e s a n t e z
p r e t e r i d a - t r a s c e n d i d a y a la vez c o n s e r v a d a e n l a p r e t e r i c i ó n m i s m a ,
es la facticidad, p e r o es t a m b i é n el p a s a d o . F a c t i c i d a d y p a s a d o son
dos p a l a b r a s p a r a d e s i g n a r u n a y la m i s m a cosa. E l P a s a d o , e n efecto,
c o m o la F a c t i c i d a d , es la c o n t i n g e n c i a i n v u l n e r a b l e del en-sí q u e
t e n g o d e ser sin n i n g u n a posibilidad d e n o serlo. E s l o i n e v i t a b l e d e
l a n e c e s i d a d d e h e c h o , n o a t í t u l o d e necesidad sino a t í t u l o d e h e c h o .
E s el ser d e h e c h o q u e n o p u e d e d e t e r m i n a r el c o n t e n i d o d e m i s
motivaciones, sino q u e las d e j a t r a n s i d a s d e su c o n t i n g e n c i a , p o r q u e
aquéllas n o p u e d e n s u p r i m i r l o ni c a m b i a r l o : al c o n t r a r i o , lo llevan
n e c e s a r i a m e n t e consigo p a r a m o d i f i c a r l o , lo c o n s e r v a n p a r a r e h u i r l o ,
lo tienen-de-ser e n su p r o p i o e s f u e r z o p o r n o serlo; es a q u e l l o a p a r -
tir d e lo c u a l ellas se h a c e n lo q u e son. A eso se d e b e q u e a c a d a
i n s t a n t e y o jio sea d i p l o m á t i c o y m a r i n o , q u e sea p r o f e s o r , a u n q u e
n o p u e d o sino j u g a r a ser este ser sin p o d e r n u n c a r e u n í r m e l e . Sí
n o p u e d o r e t o r n a r al p a s a d o , n o es p o r a l g u n a v i r t u d m á g i c a q u e
m e lo p o n g a f u e r a d e alcance, sino s i m p l e m e n t e p o r q u e m i p a s a d o
es en-sí y yo soy p a r a - s í ; el p a s a d o es lo q u e soy sin p o d e r vivirlo.
E l p a s a d o es la sustancia. E n este sentido, el c o g i t o c a r t e s i a n o d e -
b e r í a f o r m u l a r s e m á s b i e n : "Pienso, p o r lo t a n t o e r a . " L o q u e e n -
g a ñ a es la a p a r e n t e h o m o g e n e i d a d del p a s a d o y del presente. P u e s
esa v e r g ü e n z a q u e h e e x p e r i m e n t a d o a y e r e r a u n p a r a - s í m i e n t r a s
la e x p e r i m e n t a b a . S e cree, entonces, q u e h a p e r m a n e c i d o p a r a - s í
hoy, y se c o n c l u y e e r r ó n e a m e n t e q u e , si n o p u e d o r e t o r n a r a ella,
1
Aqui y en adelante, el término dépassé se traducirá por la expresión
"preterido-trascendido" cuando importe destacar su connotación de "pasado".
Véase Indice terminológico. (¿V. del T.)
se debe a q u e no es ya. Pero es menester invertir la relación p a r a
alcanzar la v e r d a d : entre el p a s a d a y el presente h a y u n a hetero-
geneidad absoluta; si n o p u e d o r e t o r n a r a él se debe a q u e el p a s a d o
es, y la única m a n e r a en q u e yo p o d r í a serlo es ser yo mismo en-sí
p a r a p e r d e r m e e n él en la f o r m a d e la identificación, lo q u e m e es
n e g a d o p o r esencia. E n efecto, esa vergüenza q u e h e e x p e r i m e n t a d o
ayer y q u e e r a vergüenza p a r a sí, es siempre vergüenza a c t u a l m e n t e
y, p o r su esencia, p u e d e describirse todavía c o m o para-sí. -Pero no es
ya p a r a sí en su ser, pues n o es ya c o m o reflejo-reflejante. Descrip-
tible corno para-sí, simplemente es. El p a s a d o se d a c o m o para-sí
devenido en-sí. Esa vergüenza, e n t a n t o q u e la vivo, n o es lo q u e
es. E n el m o m e n t o presente yo la era, y p u e d o decir entonces:
era u n a v e r g ü e n z a ; ella se h a h e c h o lo q u e era, detrás d e m í ; tiene
la p e r m a n e n c i a y la constancia del en-sí, es e t e m a en su fecha, tiene
la total p e r t e n e n c i a del en-sí a sí mismo. E n cierto sentido, pues, el
pasado, q u e es a la vez para-sí y en-sí, se asemeja al valor o sí-
mismo, q u e hemos descrito e n el capítulo p r e c e d e n t e ; c o m o éste,
representa cierta síntesis e n t r e el ser q u e es lo q u e n o es y n o es lo
q u e es, y el ser q u e es lo q u e es. E n este sentido p u e d e hablarse de
u n valor evanescente del pasado. D e ahí q u e el r e c u e r d o nos pre-
senta al ser q u e éramos con u n a plenitud d e ser q u e le confiere u n a
especie d e poesía. Ese dolor q u e tentamos, al fijarse en p a s a d o n o
d e j a d e presentar el sentido de u n para-sí, y sin e m b a r g o existe en
sí mismo, con la fijeza silenciosa de un dolor ajeno, de u n dolor de
estatua. Y a n o necesita c o m p a r e c e r a n t e sí p a r a hacerse existir.
A h o r a es; y, al contrario, su c a r á c t e r de para-sí, lejos d e ser el m o d o
d e ser d e su ser, se convierte simplemente en u n a m a n e r a d e ser,
e n u n a cualidad. Los psicólogos, p o r h a b e r c o n t e m p l a d o lo psíquico
en pasado, h a n p r e t e n d i d o q u e la conciencia era u n a c u a l i d a d q u e
p o d í a ó n o afectarlo, sin m o d i f i c a r l o en su ser. L o psíquico p a s a d o
primeramente es y es para-sí después, tal c o m o P e d r o es rubio o
c o m o e?te árbol es u n roble.
Pero, precisamente p o r eso, el pasado, q u e se asemeja al valor,
no es el valor. E n el valor, el para-sí deviene sí trascendiendo y
f u n d a n d o su ser; h a y u n a reasunción del en-sí p o r el sí; p o r este
hecho, la contingencia del ser d e j a su lugar a la necesidad. El p a -
sado, al contrario, es p r i m e r a m e n t e en-sí. E l para-sí está sostenido
en el ser p o r el en-sí; su razón d e ser n o es ya ser para-sí: se h a
convertido en en-sí y por ello nos a p a r e c e en su p u r a contingencia.
N o hay n i n g u n a razón p a r a q u e nuestro p a s a d o sea tal o c u a l : a p a -
rece, en la totalidad de su serie, c o m o el h e c h o p u r o q u e h a d e
tenerse en c u e n t a en t a n t o q u e h e c h o ; c o m o lo gratuito. Es, en su-
m a , el valor invertido, el para-sí reasumido y f i j a d o p o r el en-sí,
p e n e t r a d o y cegado por la densidad plenaria del en-sí, espesado pc*r
el en-sí hasta el p u n t o de n o p o d e r existir ya como reflejo p a r a el
reflejante ni c o m o reflejante p a r a el reflejo, sino simplemente c o m o
u n a indicación en-sí del p a r reflejo-reflejante. Por eso el p a s a d o
puede, en rigor, ser el objeto al que a p u n t e u n para-sí que quiere
realizar el valor y rehuir la angustia q u e le d a la p e r p e t u a ausencia
del sí. Pero es radicalmente distinto, por esencia, del valor: es pre-
cisamente el indicativo, de q u e ningún imperativo p u e d e deducirse;
es el hecho propio d e c a d a para-Vi, el hecho contingente e inalte-
rable q u e yo era.
Así, el Pasado es u n Para-sí r e c a p t u r a d o y a n e g a d o p o r el En-sí.
¿ C ó m o puede ocurrir esto? H e m o s descrito lo q u e significa ser
pasado p a r a u n suceso, y tener un pasado p a r a u n a realidad h u -
m a n a . H e m o s visto q u e el Pasado es u n a ley ontológica del Para-sí,
esto es, q u e todo lo que p u e d e ser u n Para-sí debe serlo allá, a
su propia zaga, f u e r a de alcance. En este sentido podemos a c e p t a r
la frase d e H e g e l : "Wesen ist was gewesen ist." M i esencia está e n
pasado, es la ley de su ser. Pero n o hemos explicado por q u é u n
suceso concreto del Para-sí deviene pasado. ¿ C ó m o u n Para-sí q u e
era su p a s a d o se convierte en el Pasado q u e u n nuevo-Para-sí tiene-
de-ser? El tránsito al pasado es modificación de ser. ¿ C u á l es esta
modificación? P a r a comprenderlo, es menester c a p t a r antes la re-
lación entre el Para-sí presente y el ser. Así, como podíamos a u g u -
rarlo, el estudio del Pasado nos remite al del Presente.

B) El Presente
A diferencia del Pasado, q u e es en-sí, el Presente es para-sí.
¿ C u á l es su ser? H a y u n a antinomia propia del Presente: por u n a
parte, suele definírselo por el ser; es presente lo que es, por oposición
al futuro, que no es a ú n , y al pasado, que no es ya. Pero, por otra
parte, u n análisis riguroso, que pretenda desembarazar al presente
d e todo lo q u e n o sea él, es decir, del pasado y del f u t u r o inmediato,
no encontraría de hecho sino u n instante infinitesimal, esto es,
c o m o lo hace n o t a r Husserl en sus Lecciones sobre la conciencia in-
terna del Tiempo, el término ideal de u n a división llevada al infi-
nito: la n a d a . Así, c o m o c a d a vez q u e abordamos el estudio de la
realidad h u m a n a desde u n p u n t o d e vista nuevo, encontramos esc
p a r indisoluble: el Ser y la N a d a .
¿ C u á l es la significación p r i m e r a del Presente? Está claro que
lo q u e existe en presente se distingue de t o d a o t r a existencia por su
carácter d e presencia. C u a n d o se pasa lista, el soldado o el a l u m n o
responde: " ¡ P r e s e n t e ! " , en el sentido de "adsum". Y presente se
o p o n e a ausente t a n t o c o m o a pasado. Así, el sentido del presente
es la presencia a . . . Conviene, pues, p r e g u n t a r n o s presencia a qué
es el presente, y quién es presente. Esto nos llevará sin d u d a a elu-
c i d a r luego el ser mismo del presente.
M i presente consiste en ser presente. ¿Presente a qué? A esta
mesa, a este cuarto, a París, al m u n d o ; en suma, al ser-en-sí. Pero,
a la inversa, ¿el ser-en-sí es presente a mí y al ser-en-sí q u e él no
es? Si así f u e r a , el presente sería u n a relación recíproca de pre-
sencias. Pero es fácil advertir q u e n o hay tal. L a presencia a . . .
es u n a relación i n t e r n a del ser q u e es presente con los seres a los
cuales es presente. E n n i n g ú n caso p u e d e tratarse d e la simple rela-
ción externa de contigüidad. Presencia a . . . significa existencia f u e r a
d e sí j u n t o a . . . L o q u e p u e d e ser presente a . . . debe ser tal en
su ser q u e haya en éste u n a relación de ser con los d e m á s seres. N o
p u e d o ser presente a esta silla a menos de estar u n i d o a ella en u n a
relación ontológica d e síntesis, a menos d e ser allá, en el ser de esa
silla, c o m o no siendo esa silla. El ser q u e es presente a . . . n o puede
ser, pues, en-sí en reposo; el en-sí n o puede ser prfesente, así como
n o p u e d e ser p a s a d o : p u r a y simplemente, es. N o p u e d e tratarse d e
simultaneidad alguna e n t r e u n en-sí y otro en-sí, excepto desde el
p u n t o d e vista d e u n ser q u e f u e r a copresente a ambos en-síes y
q u e tuviera en sí mismo el p o d e r de presencia. El Presente, pues,
n o p u e d e ser sino presencia del Para-sí al ser-en-sí. Y esta presencia
n o p o d r í a ser efecto d e u n accidente, d e u n a concomitancia; al con-
trario, está supuesta por toda concomitancia y debe ser u n a estruc-
t u r a ontológica del Para-sí. Esta mesa debe ser presente a esta silla
e n u n m u n d o que la realidad h u m a n a infesta c o m o u n a presencia.
Dicho de otro modo, n o p o d r í a concebirse u n tipo d e existente q u e
f u e r a primeramente Para-sí p a r a ser después presente al ser: el Pa-
ra-sí se hace presencia al ser haciéndose ser Para-sí, y d e j a de ser
presencia al d e j a r d e ser para-sí. Este Para-sí se define c o m o pre-
sencia al ser.
¿ A q u é ser se hace presencia el Para-sí? L a respuesta es clara:
el Para-sí es presencia a todo el ser-en-sí. O , m á s bien, la presencia
del Para-sí es lo q u e hace q u e haya u n a totalidad del ser-en-sí.
Pues, por este mismo m o d o de presencia al ser en t a n t o q u e ser,
q u e d a descartada toda posibilidad d e q u e el Para-sí sea más presente
a u n ser privilegiado q u e a los demás seres. A u n si la facticidad de
su existencia h a c e q u e sea ahí m á s bien q u e en otra parte, ser ahí
n o es ser presente. El ser-ahí d e t e r m i n a sólo la perspectiva según la
cual se realiza la presencia a la totalidad del en-sí. D e este m o d o ,
el Para-sí hace q u e los seres sean para u n a m i s m a presencia. Los
seres se develan como copresentes en u n m u n d o en q u e el Para-sí
los u n e con su p r o p i a sangre por ese total sacrificio ek-stático d e
sí q u e se d e n o m i n a la presencia. "Antes" del sacrificio del Para-sí
hubiera sido imposible decir que los seres existiesen ni juntos ni se-
parados. Pero el Para-sí es el ser por el cual el presente e n t r a en
el m u n d o ; los seres del m u n d o son copresentes, en efecto, en t a n t o
q u e u n m i s m o para-sí les es a la vez presente a todos. Así, lo q u e
se llama o r d i n a r i a m e n t e Presente, p a r a los en-sí, se distingue neta-
m e n t e del ser d e éstos, a u n q u e n o sea nada más: es sólo su copre-
sencia en t a n t o q u e u n Para-sí les es presente.
Sabemos a h o r a quién es presente y a qué es presente el presente.
Pero, ¿ q u é es la presencia?
H e m o s visto q u e n o p o d r í a ser la p u r a coexistencia de dos exis-
tentes, concebida como u n a simple relación d e exterioridad, pues
exigiría u n tercer término p a r a establecer dicha coexistencia. Este
tercer t é r m i n o existe en el caso d e la coexistencia d e las cosas en
m e d i o del m u n d o : es el Para-sí quien establece esa coexistencia ha-
ciéndose copresente a todas ellas. Pero, en el caso de la Presencia
del Para-sí al ser-en-sí, n o p o d r í a h a b e r tercer término. N i n g ú n
testigo, así f u e r a Dios, p o d r í a establecer esa presencia; el p r o p i o
Para-sí n o p u e d e conocerla si esa presencia n o es ya. E m p e r o , ella
n o podría ser en el m o d o del en-sí. Esto significa que originaria-
m e n t e el Para-sí es presencia al ser en t a n t o q u e es a sí mismo su
p r o p i o testigo de coexistencia. ¿ C ó m o hemos d e entenderlo? Sabido
es q u e el Para-sí es el ser q u e existe en f o r m a d e testigo de su ser.
Pero el Para-sí. es presente al ser si está intencionalmente dirigido
f u e r a de sí hacia ese ser. Y debe adherirse al ser lo más estrecha-
m e n t e q u e sea posible sin identificación. Esta adherencia, c o m o ve-
remos en el capítulo próximo, es realista, p o r el h e c h o d e q u e el
Para-sí na£e a sí en u n a conexión originaria con el ser: es a sí mismo
testigo d e sí c o m o no siendo ese ser. Y por ello es f u e r a d e sí, hacia
el ser y en ei ser, como n o siendo este ser. Es lo q u e podíamos de-
ducir, p o r o t r a p a r t e , d e la significación m i s m a d e la Presencia: la
.Presencia a u n ser implica q u e se está en conexión con este ser por
un nexo d e interioridad; si no, n i n g u n a conexión del Presente con
el ser sería posible; pero ese nexo de interioridad es u n nexo nega-
tivo: niega del ser presente q u e sea el ser al cual es presente. Si
no, el n e x o d e interioridad se desvanecería en p u r a y simple identi-
ficación. Así, la Presencia del Para-sí al ser implica q u e el Para-sí
es testigo de sí en presencia del ser c o m o n o siendo el ser; la pre-
sencia al ser es presencia del Para-sí en t a n t o q u e éste n o es. Pues
la negación n o recae sobre u n a diferencia de m a n e r a d e ser q u e dis-
tinga al Para-sí del ser, sino sobre u n a diferencia de ser. Es lo q u e
se expresa b r e v e m e n t e diciendo q u e el Presente no es.
¿ Q u é significa este no-ser del Presente y del Para-sí? P a r a
captarlo, es menester volver al Para-sí, a su m o d o d e existir, y es-
bozar b r e v e m e n t e u n a descripción de. su relación ontológica con el
ser. Del Para-sí en t a n t o q u e tal, j a m á s p o d r í a decirse: es, e n el
sentido en q u e se dice, p o r e j e m p l o : es la u n a de la t a r d e ; o sea
en el sentido de la total adecuación del ser consigo mismo, q u e p o n e
y suprime el sí y d a los exteriores d e la pasividad. Pues el Para-sí
tiene la existencia de u n a apariencia a c o p l a d a con el testigo de u n
reflejo q u e remite a u n reflejante, sin q u e h a y a objeto a l g u n o d e
q u e el reflejo sea reflejo. E l Para-sí n o tiene ser, p o r q u e su ser es
siempre a distancia: es allá en el reflejante, si u n o considera la
apariencia, q u e n o es apariencia o reflejo sino para el r e f l e j a n t e ; y
es allá en el reflejo, si u n o considera el reflejante, q u e en sí n o es
m á s q u e p u r a f u n c i ó n d e reflejar ese reflejo. Pero, además, en sí
mismo, el Para-sí n o es el ser, pues él se hace ser explícitamente
para-sí c o m o n o siendo el ser. El Para-sí es conciencia d e . . . c o m o
negación í n t i m a d e . . . L a estructura d e base d e la intencionalidad
y de la ipseidad es la negación, c o m o relación interna entre el P a r a -
sí y la cosa; el Para-sí se constituye f u e r a , a p a r t i r d e la cosa, c o m o
negación de esta cosa; así, su p r i m e r a relación con el ser en sí es
negación; él "es" en el m o d o del Para-sí, o sea c o m o existente dis-
perso en t a n t o q u e se revela a sí mismo c o m o n o siendo el ser.
E s c a p a d o b l e m e n t e al ser, p o r desagregación íntima y negación ex-
presa. Y el presente es precisamente esta negación del ser, esa eva-
sión del ser en t a n t o q u e el ser es ahí c o m o aquello q u e es evadido.
El Para-sí es presente al ser en f o r m a d e h u i d a ; el Presente es u n a
h u i d a p e r p e t u a f r e n t e al ser. Así, hemos d e t e r m i n a d o el sentido
p r i m e r o del Presente: el Presente no es; el instante presente e m a n a
d e u n a concepción realizante y cosista del Para-sí; esta concepción
es la q u e c o n d u c e a d e n o t a r al Para-sí por m e d i o d e lo q u e es y d e
aquello a que es presente, p o r ejemplo, p o r m e d i o de esta a g u j a
sobre el c u a d r a n t e . E n este sentido, sería absurdo decir q u e es la
u n a d e la t a r d e p a r a el Para-sí; p e r o el Para-sí p u e d e ser presente
a u n a a g u j a q u e señala la u n a . L o q u e falsamente se llama Pre-
sente es el ser al cual el presente es presencia. Es imposible c a p t a r
al Presente en f o r m a de instante, pues el instante sería el m o m e n t o
en q u e el Presente es; p e r o el presente n o es, sino q u e se prcsentifica
e n f o r m a de h u i d a .
Pero el presente n o es sólo no-ser presenjtificante del Para-sí;
en t a n t o q u e Para-sí, tiene su ser f u e r a de sí, delante y detrás. De-
trás,' era su pasado, y delante, será su f u t u r o . Es h u i d a f u e r a del
ser. co-presente y del ser q u e era, hacia el ser q u e será. E n t a n t o
q u e presente, n o es lo q u e es (pasado) y es lo q u e n o es ( f u t u r o ) .
Henos, pues, remitidos al F u t u r o :

C) El Futuro.
Advertimos, a n t e todo, q u e el en-sí n o puede ser f u t u r o ni con-
tener u n a p a r t e d e f u t u r o . L a l u n a llena n o es f u t u r a , c u a n d o m i r o
el c u a r t o creciente, sino "en el m u n d o " q u e se revela a la realidad
h u m a n a ; p o r la realidad h u m a n a llega al m u n d o el F u t u r o . E n sí,
el c u a r t o creciente, es lo q u e es. N a d a hay en él en potencia; es
acto. N o hay, pues, ni p a s a d o ni f u t u r o c o m o f e n ó m e n o d e tem-
poralidad originario del ser-en-sí. El f u t u r o de! en-sí, si existiera,
existiría en-sí, escindido del ser c o m o el pasado. A u n c u a n d o se
admitiera, c o m o Laplace, u n determinismo total q u e permitiera
prever u n estado f u t u r o , sería menester a ú n q u e esta circunstancia
f u t u r a se perfilara sobre u n develamiento previo del porvenir en
t a n t o q u e tal, sobre u n ser-por-venir del m u n d o ; o si no, el t i e m p o
es u n a ilusión y lo cronológico disimula u n orden estrictamente ló-
gico de deductibilidad. Si el porvenir se p e r f i l a ' e n el horizonte del
m u n d o , n o p u e d e sino por u n ser q u e es su p r o p i o porvenir, o sea
q u e es por-venir para sí m i s m o ; cuyo ser está constituido p o r u n
venir-a-sí de su ser. Encontramos aquí estructuras ek-státicas aná-
logas a las q u e hemos descrito p a r a el Pasado. Sólo u n ser q u e
ticne-de-ser su ser, en lugar de serlo simplemente, p u e d e tener u n
porvenir.
Pero, ¿ q u é es, exactamente, ser u n o su porvenir? ¿ Y q u é tipo
d e ser posee el porvenir? Es preciso renunciar p r i m e r a m e n t e a la
idea d e q u e el porvenir exista c o m o representación. E n p r i m e r lu-
gar, el porvenir es r a r a vez "representado". Y , c u a n d o lo es, c o m o
dice Heidegger, está tematizado y d e j a de ser mi porvenir, p a r a conver-
tirse en el objeto indiferente de m i representación. Además a u n q u e sea
representado, n o p u e d e ser el " c o n t e n i d o " de mi representación, pues
este contenido, si lo hubiera, debería ser presente. ¿Se dirá q u e este
contenido presente está a n i m a d o por u n a intención " f u t u r a n t e " ? Ello
carecería d e sentido. A u n si esta intención existiera, sería menester
q u e f u e r a ella m i s m a presente, y entonces el p r o b l e m a del porvenir
n o a d m i t e solución a l g u n a ; o bien q u e trascendiera el presente hacia
el porvenir y entonces el ser d e esa intención es por-venif, y h a b r á
d e reconocerse al porvenir u n ser diferente del simple "percipi". Por
otra parte, si el Para-sí estuviera limitado a su presente, ¿ c ó m o po-
dría representarse el porvenir? ¿ C ó m o p o d r í a tener conocimiento o
presentimiento de él? N i n g u n a idea f o r j a d a p o d r í a proveerlo d e u n
equivalente. Si se h a comenzado por confinar al Presente en el Pre-
sente, v a d e suyo q u e n o saldrá jamás. D e n a d a serviría d a r l o c o m o
" p r e ñ a d o d e f u t u r o " . Pues o bien esta expresión n a d a significa, o
bien designa u n a eficiencia actual del presente, o bien i n d i c a la ley
de ser del Para-sí c o m o lo q u e es a sí mismo f u t u r o ; y, en este último
caso, indica solamente lo q u e es menester describir y explicar. El
Para-sí n o p u e d e estar ""preñado d e f u t u r o " ni s e r ' " e s p e r a del por-
venir" ni "conocimiento del porvenir", smo sobre el f o n d o d e u n a
relación originaria y prejudicativa d e sí a sí: n o se p o d r á concebir
p a r a el Para-sí la m e n o r posibilidad de u n a previsión temática, así
f u e r a l a d e los estados determinados del universo científico, a menos
q u e él sea el ser q u e viene a sí mismo a p a r t i r del porvenir, el ser
q u e se hace existir a sí mismo como teniendo su ser f u e r a d e sí, en
el porvenir. T o m e m o s un e j e m p l o sencillo: esta posición q u e a d o p t o
vivazmente en el c a m p o d e juego n o tiene sentido sino p o r el gesto
que h a r é en seguida con m i r a q u e t a p a r a devolver la pelota por en-
cima de la red. Pero n o obedezco a la "clara representación" del gesto
f u t u r o ni a la " f i r m e v o l u n t a d " d e realizarlo: representaciones y vo-
liciones son ídolos inventados por los psicólogos. Es el gesto f u t u r o
el que, sin siquiera ser temáticamente puesto, se revierte sobre las
posiciones q u e a d o p t o p a r a iluminarlas, vincularlas y modificarlas.
E n el c a m p o d e juego, estoy devolviendo la pelota d e u n trazo con-
tinuo, allá, c o m o f a l t a n d o de m í ; las posiciones intermedias q u e
a d o p t o n o son sino medios de acercarme a ese estado f u t u r o p a r a
f u n d i r m e en él, y c a d a u n a de ellas sólo recibe u n sentido por ese
estado f u t u r o . N o hay m o m e n t o de mi conciencia q u e n o esté a n á -
logamente d e f i n i d o p o r u n a relación i n t e r n a c o n u n f u t u r o ; o r a
escriba, o r a f u m e , o r a beba o repose, el sentido d e mis conciencias
está siempre a distancia, allá a f u e r a . E n este sentido, Heidegger está
en lo cierto al decir q u e el Dasein es "siempre i n f i n i t a m e n t e m á s
q u e lo q u e sería si se lo limitara a su p u r o presente". M e j o r a ú n :
esta limitación sería imposible, pues se h a r í a entonces del Presente
u n En-sí. Por eso se h a dicho con razón q u e la f i n a l i d a d es la c a u -
salidad invertida, es decir, la eficiencia del estado f u t u r o . P e r o
h a r t o a m e n u d o se h a olvidado t o m a r esta f ó r m u l a al p i e d e la letra.
N o h a de entenderse p o r f u t u r o u n " a h o r a " q u e a ú n n o e s :
recaeríamos e n el en-sí y, sobre todo, deberíamos e n c a r a r el t i e m p o
c o m o u n continente d a d o y estático. El f u t u r o es lo que tengo-de-ser
en t a n t o que p u e d o n o serlo. Recordemos q u e el Para-sí se presen-
tifica a n t e el ser c o m o n o siendo ese ser y h a b i e n d o sido su ser e n
pasado. Esta presencia es h u i d a . N o se t r a t a de u n a presencia de-
m o r a d a y en reposo j u n t o al ser, sino de u n a evasión f u e r a del ser
h a c i a . . . Y esta h u i d a es doble; la Presencia, al h u i r del ser q u e ella
n o es, huye del ser q u e ella era. ¿ Y hacia qué huye? N o olvidemos
q u e el Para-sí, en t a n t o q u e se presentifica al ser p a r a huirle, es
falta. El Posible es aquello de que está f a l t o el Para-sí p a r a ser sí-
m i s m o ; o, si se prefiere, es la aparición a distancia d e aquello q u e
soy. Se c o m p r e n d e entonces el sentido d e la h u i d a q u e es Presencia:
es h u i d a h a c i a su ser, es decir, h a c i a el sí-mismo q u e ella será p o r
coincidencia con lo q u e le falta. El F u t u r o es la f a l t a q u e la a r r a n c a ,
en t a n t o q u e falta, al en-sí de la Presencia. Si ella n o estuviera
falta d e n a d a , recaería en el ser y p e r d e r í a h a s t a la presencia al ser
p a r a adquirir, en cambio, el aislamiento d e la c o m p l e t a i d e n t i d a d .
L o q u e le permite, ser presencia es la f a l t a en t a n t o q u e tal'; p o r q u e
está f u e r a d e sí misma, h a c i a u n f a l t a n t e q u e está m á s allá del
m u n d o , la Presencia p ú e d e ser f u e r a de sí misma c o m o presencia
a u n en-sí q u e ella n o es. El F u t u r o es el ser d e t e r m i n a n t e q u e el
Para-sí tiene d e ser allende el ser. H a y u n F u t u r o p o r q u e el Para-sí
tiene-de-ser su ser, en vez d e ser p u r a y simplemente. Este ser q u e
el Para-sí tiene-de-ser n o p u e d e ser a la m a n e r a d e los en-síes co-
presentes; si no, sería sin tener-de-ser sido; n o cabe, pues, imaginarlo
c o m o u n estado c o m p l e t a m e n t e d e f i n i d o al cual f a l t a r a sólo la pre-
sencia, a la m a n e r a e n q u e dice K a n t q u e la existencia n o agrega
n a d a al o b j e t o del concepto. P e r o t a m p o c o p u e d e n o existir; si no,
el Para-sí n o sería sino u n dato. Es aquello q u e el Para-sí se h a c e
ser a sí m i s m o c a p t á n d o s e p e r p e t u a m e n t e para-sí c o m o inconcluso
con relación a él. Es lo q u e infesta a distancia a la p a r e j a reflejo-
neflejante, y lo q u e h a c e q u e el reflejo sea c a p t a d o p o r el reflejante
(y recíprocamente) c o m o u n Aún-no, Pero precisamente es menes-
ter q u e ese f a l t a n t e se d é en la u n i d a d de u n solo surgimiento con
el Para-sí q u e f a l t a ; si no, n o h a b r í a n a d a con respecto a lo cual
el Para-sí se c a p t a r a c o m o a ú n - n o . El F u t u r o es revelado al Para-sí
c o m o lo q u e el Para-sí n o es a ú n , en t a n t o q u e el Para-sí se cons-
tituye n o téticamente p a r a sí c o m o u n a ú n - n o en la perspectiva de
esta revelación y se h a c e ser como u n proyecto d e sí mismo f u e r a
del Presente h a c i a lo q u e él n o es a ú n . Por cierto, el F u t u r o no
p u e d e ser sin esta revelación. Y esta revelación exige a su vez ser
revelada a sí, es decir, exige la revelación del Para-sí a sí-mismo;
si no, el c o n j u n t o Revelación-revelado caería en lo inconsciente, es
decir, en el En-sí. D e este m o d o , sólo u n ser q u e es a sí mismo su
revelado, es decir, cuyo ser está en cuestión p a r a sí, p u e d e tener u n
F u t u r o . Pero, recíprocamente, tal ser 110 p u e d e ser p a r a sí sino en
la perspectiva de u n A ú n - n o , pues se c a p t a a sí mismo c o m o u n a
n a d a , es decir, c o m o u n ser cuyo c o m p l e m e n t o d e ser está a dis-
t a n c i a de sí. A distancia, es decir, allende el ser. Así, todo lo que
el P a r a sí es allende el ser es el F u t u r o .
¿ Q u é significa este " a l l e n d e " ? P a r a captarlo, h a de advertirse
q u e el F u t u r o tiene u n a característica esencial del Para-sí: es presen-
c i a ( f u t u r a ) al ser; p e r o Presencia de este Para-sí y n o de o t r o :
del Para-sí del q u e es f u t u r o . C u a n d o d i g o : "yo seré feliz", es este
Para-sí presente quien será feliz; es la vivencia actual, C«n todo lo
q u e ella era y arrastra tras de sí. Y ella lo será c o m o presencia al
ser, es decir, c o m o Presencia f u t u r a del Para-sí a u n ser c o f u t u r o .
D e suerte q u e lo q u e m e es d a d o c o m o el sentido del Para-sí pre-
sente es de ordinario el ser c o f u t u r o en t a n t o q u e se develará al
Para-sí f u t u r o c o m o aqueilo a lo cual este Para-sí será presente.
Pues el Para-sí es conciencia tética del m u n d o en f o r m a de presencia,
y n o conciencia tética de sí. Entonces, lo q u e se devela de ordinario
a la conciencia es el mundo futuro, sin que ella advierta q u e es el
m u n d o en t a n t o q u e a p a r e c e r á a u n a conciencia, el m u n d o en t a n t o
q u e puesto c o m o f u t u r o por la presencia d e u n Para-sí por venir.
Este m u n d o n o tiene sentido como f u t u r o sino en t a n t o que scy pre-
sente a él c o m o otro q u e seré, en o t r a posición física, afectiva, social,
etc. E m p e r o , es él el q u e está al c a b o de mi Para-sí presente y allen-
d e el ser-en-sí, y p o r eso tenemos la tendencia de presentar p r i m e r a -
m e n t e el f u t u r o c o m a u n estado del m u n d o , y de hacernos luego
a p a r e c e r nosotros mismos sobre ese f o n d o de m u n d o . Si escribo, tengo
conciencia de las palabras c o m o escritas y c o m o d e b i e n d o ser escritas.
Sólo las palabras p a r e c e n el f u t u r o q u e m e espera. P e r o el solo h e c h o
d e q u e aparezcan c o m o de-escribir implica q u e escribir c o m o con-
ciencia n o tética (de) sí es la posibilidad q u e soy yo. Así el F u t u r o ,
c o m o presencia f u t u r a de u n Para-sí a u n ser, a r r a s t r a consigo al
ser-en-sí hacia el f u t u r o . Este ser al cual será presente es el sentido
del en-sí copresente al Para-sí presente, c o m o el f u t u r o es el sentido
del Para-sí. El F u t u r o es presencia a u n ser c o f u t u r o p o r q u e el
Para-sí no p u e d e existir sino f u e r a d e sí j u n t o al ser, y p o r q u e el
f u t u r o es u n Para-sí f u t u i o . Pero así, p o r el F u t u r o , u n porvenir
llega al m u n d o , es decir, q u e el Para-sí es su sentido c o m o Presencia
a u n ser q u e está allende el ser. Por el Para-sí, se devela u n allende
del ser j u n t o al cual a q u é l tiene-de-ser lo q u e es. Según la f ó r m u l a
célebre, d e b o c a m b i a r p a r a "llegar a ser el q u e e r a " ; p e r o d e b o
c a m b i a r en u n m u n d o cambiado t a m b i é n : en u n m u n d o c a m b i a d o
a partir de lo q u e a h o r a es. Esto significa q u e yo doy al m u n d o
posibilidades'propias a p a r t i r del estado q u e c a p t o en él; el deter-
minismo aparece sobre el f o n d o del proyecto f u t u r a n t e de m í mismo.
Así, el f u t u r o se distinguirá de lo imaginario, pues e n este ú l t i m o
también soy ló q u e n o soy, t a m b i é n e n c u e n t r o m i sentido en u n
ser q u e tengo-de-ser, p e r o este Para-sí_ q u e tengo-de-ser e m e r g e del
f o n d o de nihilización del m u n d o al lado del m u n d o del ser.
Pero el F u t u r o n o es ú n i c a m e n t e presencia del Para-sí a u n
ser situado allende el ser. Es algo q u e a g u a r d a al Para-sí q u e soy.
Ese algo soy yo m i s m o ; c u a n d o digo q u e yo seré feliz, se e n t i e n d e
q u e quien será feliz es m i yo presente, con su P a s a d o a rastras. Así,
el F u t u r o soy yo en t a n t o que m e a g u a r d o c o m o presencia a u n ser
allende el ser. M e proyecto h a c i a el F u t u r o p a r a f u n d i r m e en él
con aquello q u e m e falta, es decir, con aquello cuya a d j u n c i ó n sin-
tética a mi Presente m e haría ser lo q u e soy. Así, lo q u e el Para-sí
tiene de ser c o m o presencia al ser allende el ser, es su propia posi-
bilidad. El F u t u r o es el p u n t o ideal en q u e la comprensión súbita
e infinita d e la facticidad ( P a s a d o ) , del Para-sí (Presente) y d e su
posible (Porvenir) h a r í a surgir por fin el Sí c o m o existencia en sí
del Para-sí. Y el proyecto del Para-sí h a c i a el f u t u r o q u e él es es u n
proyecto h a c i a el En-sí. E n este sentido, el Para-sí tiene-de-ser su
f u t u r o , p o r q u e n o p u e d e ser el f u n d a m e n t o de lo q u e él es sino a n t e
sí y allende el ser: l a naturaleza m i s m a del Para-sí consiste en d e b e r
ser un creux toujours futur1. P o r eso, n u n c a h a b r á llegado a ser
( e n p r e s e n t e ) lo q u e tenía-de-ser ( e n f u t u r o ) . El f u t u r o í n t e g r o del
Para-sí p r e s e n t e c a e al P a s a d o c o m o f u t u r o con este m i s m o Para-sí.
S e r á f u t u r o p a s a d o d e c i e r t o Para-sí o f u t u r o a n t e r i o r . Este f u t u r o
n o se realiza. L o q u e se realiza es u n Para-sí designado p o r el F u -
turo, e n c o n e x i ó n con el c u a l se constituye. P o r e j e m p l o , m i posi-
ción f i n a l e n el c a m p o d e j u e g o h a d e t e r m i n a d o , desde el f o n d o del
p o r v e n i r , t o d a s m i s posiciones i n t e r m e d i a s y, f i n a l m e n t e , h a sido al-
c a n z a d a p o r u n a posición ú l t i m a i d é n t i c a a lo q u e era e n el p o r v e n i r
c o m o s e n t i d o d e mis m o v i m i e n t o s . Pero, p r e c i s a m e n t e , ese " a l c a n -
z a r " es p u r a m e n t e i d e a l ; n o se o p e r a r e a l m e n t e : el f u t u r o n o se d e j a
a l c a n z a r : se desliza al P a s a d o c o m o ex f u t u r o y el Para-sí p r e s e n t e
se d e v e l a e n t o d a su f a c t i c i d a d , c o m o f u n d a m e n t o d e su p r o p i a n a d a ,
y, u n a vez m á s , c o m o f a l t a d e u n n u e v o f u t u r o . D e ahí esa decep-
ción o n t o l ó g i c a q u e a g u a r d a al Para-sí c a d a vez q u e d e s e m b o c a e n
el f u t u r o : " ¡ Q u é bella e r a la R e p ú b l i c a b a j o el I m p e r i o ! " A u n
si m i p r e s e n t e es r i g u r o s a m e n t e i d é n t i c o e n su c o n t e n i d o al f u t u r o
h a c i a el c u a l m e p r o y e c t a b a a l l e n d e el ser, yo n o m e p r o y e c t a b a
h a c i a este presente, sino h a c i a el f u t u r o e n t a n t o q u e f u t u r o ; es
decir, e n tanto" q u e p u n t o d e r e u n i ó n c o n m i ser, e n t a n t o q u e l u g a r
d e s u r g i m i e n t o del Sí.
A h o r a estamos e n m e j o r e s condiciones p a r a i n t e r r o g a r al F u t u r o
sobre su ser, ya q u e este F u t u r o q u e t e n g o d e ser es s i m p l e m e n t e m i '
posibilidad de presencia al ser allende el ser. E n este sentido, el F u -
t u r o se o p o n e r i g u r o s a m e n t e al p a s a d o . El P a s a d o es, e n efecto, el
ser q u e soy f u e r a d e mí, p e r o es el ser q u e soy sin posibilidad d e n o
serlo. Es lo q u e h e m o s l l a m a d o : ser m i p a s a d o a la zaga de m í . E l
F u t u r o q u e t e n g o d e ser, el c o n t r a r i o , es tal e n su ser q u e s o l a m e n t e
puedo serlo: pues m i libertad lo roe p o r d e b a j o e n su ser. Esto sig-
n i f i c a q u e el F u t u r o constituye el s e n t i d o d e m i Para-sí presente,
c o m ó el p r o y e c t o d e su posibilidad, p e r o q u e n o p r e d e t e r m i n a e n
m o d o a l g u n o m i Para-sí p o r venir, ya q u e el Para-sí está s i e m p r e
a h í a r r o j a d o e n esa obligación nihilizadora d e ser el f u n d a m e n t o
d e su n a d a . El F u t u r o n o h a c e sino preesbozar el m a r c o en el c u a l
el Para-sí se h a r á ser a sí m i s m o c o m o h u i d a p r e s e n t i f i c a n t e d e s d e
el ser h a c i a o t r o f u t u r o . Es lo q u e y o sería si n o f u e r a libre, y lo
q u e n o p u e d o tener-de-ser sino p o r q u e soy libre. E l F u t u r o , al m i s m o
t i e m p o q u e a p a r e c e en el h o r i z o n t e p a r a a n u n c i a r m e l o q u e soy a

1
"Hueco siempre futuro"; hemistiquio de Valéry. ( N . del T.)
p a r t i r d e lo q u e seré ( " ¿ Q u é haces?" Estay c l a v a n d o este tapizado,
colgando este c u a d r o en la p a r e d " ) , por su naturaleza d e f u t u r o
presente-para-sí se desarma, ya q u e el Para-sí q u e será, será en el
m o d o d e determinarse a sí mismo a ser, y el F u t u r o , convertido e n
f u t u r o p a s a d o c o m o preesbozo d e este para-sí, n o p o d r á sino soli-
citarle, a título de pasado, q u e sea lo q u e él se h a c e ser. E n u n a
palabra, soy mi F u t u r o en la perspectiva constante d e la posibilidad
de n o serlo. D e ahí esa angustia q u e describíamos antes, y q u e pro-
viene d e n o ser yo suficientemente ese f u t u r o q u e tengo-de-ser y
q u e d a su sentido a mi presente: pues soy u n ser cuyo sentido es
siempre problemático. E n v a n o quisiera el Para-sí encadenarse a su
Posible, c o m o al ser q u e él es f u e r a de sí m i s m o p e r o que, p o r lo
menos, lo es con seguridad: el Para-sí n o p u e d e ser j a m á s sino pro-
blemáticamente su F u t u r o , pues está separado de éste por u n a N a d a
q u e él es; en u n a palabra, es libre, y su libertad es el propio límite
d e sí misma. Ser libre es estar c o n d e n a d o a ser libre. Así, el F u t u r o
n o tiene ser en t a n t o q u e F u t u r o . N o es en sí y t a m p o c o es en el
m o d o de ser del Para-sí, ya q u e es el sentido del Para-sí. El F u t u r o
n o es: se posibiliza. El F u t u r o es la posibilización c o n t i n u a d e los
Posibles c o m o el sentido del Para-sí presente, en t a n t o q u e este sen-
tido es problemático y escapa radicalmente, c o m o tal, al Para-sí
presente.
El F u t u r o asi descrito n o corresponde a u n a serie homogénea
y cronológicamente o r d e n a d a de instantes por venir. Por cierto, hay
u n a j e r a r q u í a de mis posibles. Pero esta j e r a r q u í a n o corresponde
al orden d e la T e m p o r a l i d a d universal tal cual se establecerá sobre
las bases de la T e m p o r a l i d a d originaria. Soy u n a infinidad de po-
sibilidades, pues el sentido del Para-sí es complejo y n o p u e d e con-
tenerse en u n a fórmula. Pero tal o cual posibilidad es más d e t e r -
minante, p a r a el sentido del Para-sí presente, q u e tal o cual otra
q u e se halla m á s próxima en el tiempo universal. Por ejemplo, esta
posibilidad de ir a las dos a ver a u n amigo a quien hace dos años
q u e n o veo, es v e r d a d e r a m e n t e u n Posible que yo soy, pero los po-
sibles m á s próximos —posibilidades de ir en taxi, e n ómnibus, e n
subterráneo, a pie— siguen a c t u a l m e n t e indeterminados: no soy nin-
g u n a de estas posibilidades. Se llenarán los huecos, en el orden del
conocimiento, por la constitución de u n tiempo homogéneo y sin
lagunas; y, en el orden de la acción, p o r la voluntad, vale decir p o r
la elección racional y tematizadora, en función de mis posibilidades,
d e posibilidades q u e n o son, q u e n o serán jamás mis posibilidades, y
q u e serán realizadas por m í en el m o d o d e la total indiferencia, para
alcanzar u n posible q u e soy.

II

ONTOLOG1A DE LA TEMPORALIDAD

A) La Temporalidad estática.
Nuestra descripción fenomenológica d e los tres ék-stasis tempo-
rales h a de permitirnos a b o r d a r a h o r a la temporalidad como estruc-
tura totalitaria q u e organiza en sí las estructuras ek-státicas secun-
darias. Pero este n u e v o estudio debe realizarse desde dos p u n t o s de
vista diferentes.
L a t e m p o r a l i d a d es considerada a m e n u d o c o m o u n indefinible.
T o d o s admiten, empero, q u e es ante todo sucesión. Y la sucesión, a
su vez, p u e d e definirse c o m o un orden cuyo principio o r d e n a d o r es
la relación antes-después. U n a multiplicidad o r d e n a d a según el antes
y el después; tal es la multiplicidad temporal. Conviene, entonces,
¡jara empezar, e n c a r a r la constitución y las exigencias de los términos
antes y después. L l a m a r e m o s a esto la estática temporal, ya que
estas nociones de antes y después p u e d e n encararse en su aspecto
estrictamente ordinal e i n d e p e n d i e n t e m e n t e del cambio p r o p i a m e n t e
dicho. Pero el tiempo n o es sólo u n orden fijo, p a r a u n a multipli-
cidad d e t e r m i n a d a : observando m e j o r la temporalidad, comproba-
mos el hecho de la sucesión, es decir, el hecho de q u e este después
se cambia en u n antes, q u e el Presente se cambia en pasado, y el
f u t u r o en futuro-anterior. C o n v e n d r á e x a m i n a r esto en segundo
término, con el n o m b r e de dinámica temporal. Sin d u d a alguna,
el secreto de la constitución estática del tiempo h a de buscarse en
la dinámica temporal, p e r o es preferible dividir las dificultades. E n
cierto sentido, en efecto, p u e d e decirse que la estática temporal p u e d e
encararse a p a r t e como cierta estructura formal de la temporalidad
— l o q u e llama K a n t el orden del tiempo—, y q u e la dinámica co-
rresponde al fluir temporal o, según la terminología kantiana, al
curso del tiempo. Interesa, pues, e n c a r a r el orden y el curso de m o d o
sucesivo.
El orden "antes-drspués" se define, ante todo, por la irreversibi-
lidad. Se llamará sucesiva u n a serie tal q u e n o p u e d a n considerarse
los términos sino u n o por u n o y en u n solo sentido. Pero se h a que-
rido ver en el antes y el después — p r e c i s a m e n t e p o r q u e los termine»
de la serie se develan uno por uno y c a d a u n o excluye a los d e m á s —
formas d e separación. Y, en efecto, es cierto q u e el t i e m p o m e se-
p a r a , p o r ejemplo, d e la realización d e mis deseos. Estoy obligado
a esperar su realización, p o r q u e ésta está situada después d e otros
sucesos. Sin la sucesión d e los "después", yo seria en seguida lo q u e
q u i e r o ser; n o h a b r í a ya distancia e n t r e mí y mí, ni separación e n t r e
la acción y el sueño. Los novelistas y poetas h a n insistido esencial-
m e n t e sobre esta virtud separadora del tiempo, así c o m o sobre u n a
idea vecina, q u e pertenece, p o r otra parte, a la d i n á m i c a t e m p o r a l :
la de que todo " a h o r a " está destinado a cambiarse en u n "otrora".
El t i e m p o roe y socava, separa, huye. E igualmente a título d e se-
p a r a d o r — s e p a r a n d o al h o m b r e d e su p e n a o del objeto d e su p e n a — ,
t a m b i é n cura.
Laisse faire le temps [Deja obrar al tiempo], dice el rey a d o n
Rodrigo. D e m o d o general, h a l l a m a d o la atención, sobre todo, la
necesidad de q u e todo ser se descuartice en u n a dispersión infinita
d e después sucesivos. A u n los permanentes, a u n esta mesa q u e per-
m a n e c e invariable mientras yo cambio, debe exponer y r e f r a c t a r su
ser en la dispersión temporal. El tiempo m e separa d e mí m i s m o ;
d e lo q u e h e sido, de lo q u e quiero ser, de lo q u e quiero hacer, d e
las cosas y del prójimo. Y se escoge el t i e m p o como m e d i d a práctica
d e la distancia: estamos a m e d i a hora d e tal ciudad, a u n a h o r a
d e tal o t r a ; hacen f a l t a tres días p a r a t e r m i n a r este t r a b a j o , etc.
Resulta d e estas premisas q u e u n a visión temporal del m u n d o y del
h o m b r e se desmigajará en u n a polvareda d e antes y después. L a
u n i d a d de esta pulverización, el átomo temporal será el instante, q u e
tiene su lugar antes d e ciertos instantes determinados y después d e
otros instantes, sin c o m p o r t a r ni antes ni después en el interior d e
su f o r m a propia. El instante es insecable e intemporal, ya q u e la
t e m p o r a l i d a d es sucesión; p e r o el m u n d o se disuelve en u n a polva-
r e d a i n f i n i t a . d e instantes, y es u n problema p a r a Descartes, p o r
ejemplo, el d e saber cómo p u e d e h a b e r tránsito d e u n instante a
o t r o : pues los instantes están yuxtapuestos, es decir, separados por
nada, y sin e m b a r g o sin comunicación. Análogamente, Proust se
p r e g u n t a c ó m o su Y o p u e d e pasar d e u n instante a o t r o ; c ó m o reen-
cuentra, p o r ejemplo, tras u n a noche de sueño, su Y o de la víspera
y n o otro cualquiera; y, m á s radicalmente, los empiristas, tras negar
la p e r m a n e n c i a del Yo, intentan e n v a n o establecer u n a apariencia
d e u n i d a d transversal a través d e los instantes d e la vida psíquica.
Así, c u a n d o se considera aisladamente el poder disolvente de la tem-
poralidad, es f u e r z a confesar q u e el h e c h o d e h a b e r existido en uu
instante d a d o n o constituye u n derecho p a r a existir al instante si-
guiente, ni siquiera u n a hipoteca o u n a cpción sobre el porvenir. Y
el problema radica entonces en explicar que haya u n m u n d o , es
decir, cambios conexos y permanencias en el tiempo.
E m p e r o , la T e m p o r a l i d a d n o es únicamente, ni siquiera prima-
riamente, separación. Basta p a r a advertirlo considerar con más rigor
la noción d e antes y después. Decimos q u e A está después d e B.
Acabamos de establecer u n a relación expresa d e orden e n t r e A y B,
lo q u e supone su unificación en el seno de ese orden. Si entre A y
B n o existiera otra relación que ésa, bastaría p o r lo menos p a r a
asegurar su conexión, pues permitiría al pensamiento ir de u n o al
otro y unirlos en u n juicio de sucesión. Así, pues, si el t i e m p o es
separación, por lo menos es u n a separación d e tipo especial: u n a
división q u e reúne. Sea, se d i r á ; p e r o esta relación unificad ora es
por excelencia u n a relación externa. C u a n d o los asociacionistas qui-
sieron establecer q u e las impresiones mentales n o estaban unidas las
u n a s a las otras sino por vínculos p u r a m e n t e externos, ¿ n o r e d u j e r o n
f i n a l m e n t e todos los nexos asociativos a la relación antes-después,
concebida c o m o simple " c o n t i g ü i d a d " ?
Sin d u d a . Pero, ¿ n o h a m o s t r a d o K a n t q u e era menester la
u n i d a d d e la experiencia y, por ende, la unificación de lo diverso
temporal, p a r a q u e el m í n i m o nexo d e asociación empírica f u e r a
concebible siquiera? Consideremos m e j o r la teoría asociacíonista. V a
a c o m p a ñ a d a de u n a concepción monista del ser c o m o siendo do-
quiera el ser-en-sí. C a d a impresión psíquica es en sí misma lo q u e
es; se aisla en su plenitud presente, n o comporta n i n g ú n rastro del
porvenir, n i n g u n a falta. H u m e , c u a n d o lanza su célebre desafío, se
p r e o c u p a de establecer esta ley, q u e p r e t e n d e t o m a d a d e la expe-
riencia: se puede e x a m i n a r como se quiera u n a impresión f u e r t e o
cléKil sin a u e en ella se encuentre nunca otra cosa que ella misma,
d e suerte q u e toda conexión entre u n antecedente y u n consecuente,
por constante que p u e d a ser, permanece ininteligible. Supongamos,
pues, u n contenido temporal A que existe c o m o u n ser en sí, y u n
contenido temporal B, posterior al primero y con el m i s m o m o d o d e
existencia, es decir, el d e la pertenencia a sí mismo d e la identidad.
H a de hacerse notar, a n t e todo, que esta identidad consigo mismo
obliga a existir a cada u n o d e ellos sin separación n i n g u n a de sí, ni
a u n t é m p o r a ^ y, por lo tanto, en la eternidad o en el instante, q u e
viene a ser lo mismo, ya q u e el instante, n o estando definido inte-
riormente p o r la conexión antes-después, es intemporal. E n estas
condiciones, u n o se p r e g u n t a c ó m o el estado A p u e d e ser anterior
al estado B. D e n a d a serviría responder q u e n o son los estados los
anteriores o posteriores, sino los instantes q u e los contienen: pues
los instantes son en sí p o r hipótesis, como los estados. Pero la ante-
rioridad de A respecto de B supone en la naturaleza m i s m a d e A
(instante o estado) u n a incompletez q u e a p u n t a hacia B. Si A es
a n t e r i o r a B, sólo en B p u e d e recibir esta determinación. Si no, ni
el surgimiento ni la aniquilación d e B aislado en su instante podría
conferir a A, aislado en el suyo, la m e n o r cualidad particular. E n
u n a p a l a b r a : si A h a d e ser anterior a B, es menester q u e sea en su
ser mismo en B c o m o f u t u r o respecto de sí. Y, recíprocamente, si
B h a de ser posterior a A, debe estar a la zaga de sí mismo en A,
q u e le conferirá su sentido d e posterioridad. Entonces, si concedemos
a priori el ser en sí a A y a B, es imposible establecer entre ellos el
m e n o r nexo d e sucesión. Este nexo sería, en efecto, u n a relación
p u r a m e n t e externa y, c o m o tal, h a b r í a de admitirse q u e q u e d a en el
aire, p r i v a d a de substrato, sin poder hincar diente en A ni en B, en
u n a especie d e n a d a intemporal.
Q u e d a la posibilidad de q u e esa relación antes-después n o p u e d a
existir sino p a r a u n testigo q u e la establezca.. Sólo que, si este testigo
p u e d e estar a la vez en A y en B, h a d e ser él mismo temporal, y el
problema se r e p l a n t e a r á a su respecto. O bien, al contrario, p u e d e
trascender el tiempo por u n don de ubicuidad temporal que equi-
vale a la intemporalidad. Es la solución con q u e se h a n q u e d a d o
igualmente Descartes y K a n t : p a r a ellos, la u n i d a d temporal en cuyo
seno se devela la relación sintética antes-después es conferida a la
multiplicidad de los instantes p o r u n ser que escapa a la temporalidad.
P a r t e n ambos de la presuposición de u n tiempo que sería f o r m a de
división y q u e se disuelve e n p u r a multiplicidad. C o m o la u n i d a d
del tiempo n o p u e d e ser d a d a por el tiempo mismo, la atribuyen a
u n ser e x t r a t e m p o r a l : Dios y su creación continúa en Descartes, el
Y o pienso y sus formas de u n i d a d sintética en K a n t . Sólo que, en
el primero, el tiempo es u n i f i c a d o por su contenido material, m a n t e -
n i d o en existencia p o r u n a p e r p e t u a creación ex nihilo, y en el se-
gundo, al contrario, los conceptos del e n t e n d i m i e n t o p u r o se apli-
c a r á n a la f o r m a misma del tiempo. E n todo caso, siempre u n
intemporal (Dios o el Y o pienso) está e n c a r g a d o de d o t a r a los
intemporales (los instantes) de su temporalidad. L a temporalidad
se convierte en u n a simple relación externa y abstracta entre sustan-
cias intemporales; se la quiere reconstruir í n t e g r a m e n t e con mate-
riales a-temporales. Es evidente q u e semejante reconstrucción hecha
d e e n t r a d a c o n t r a el t i e m p o n o p u e d e conducir luego a lo temporal.
Pues, en efecto: o bien temporalizaremos implícita y subrepticia-
m e n t e al intemporal, o bien, si le m a n t e n e m o s escrupulosamente su
intemporalidad, el tiempo se convertirá en p u r a ilusión h u m a n a , en
sueño. Si el t i e m p o es real, en efecto, Dios tiene q u e "esperar q u e
m a d u r e n las u v a s " ; es preciso q u e esté allá en el porvenir y ayer en
el p a s a d o p a r a operar la conexión de los momentos, pues es necesario
q u e vaya a tomarlos d o n d e están. Así, su scudo-intemporalidad di-
simula otros conceptos: el d e la infinidad temporal y el d e la ubicui-
d a d temporal. Pero éstos n o p u e d e n tener sentido sino p a r a u n a
f o r m a sintética de a r r a n c a m i e n t o a sí, q u e n o corresponde ya en
m o d o alguno al ser en si. Si, al contrario, se apoya, por ejemplo,
la omnisciencia d e Dios en su extratemporalidad, entonces n o tiene
necesidad alguna de esperar que las uvas m a d u r e n p a r a ver q u e
m a d u r a r á n . Pero entonces la necesidad de a g u a r d a r y, p o r consi-
guiente, la temporalidad, n o p u e d e n representar sino u n a ilusión re-
sultante d e la finitud h u m a n a ; y el orden cronológico n o es sino la
percepción confusa d e u n orden lógico y eterno. El mismo argu-
m e n t o p u e d e aplicarse sin modificación a l g u n a al " Y o pienso" k a n -
tiano. Y de n a d a serviría objetar que, en K a n t , el tiempo posee
u n a u n i d a d en t a n t o q u e tal, ya q u e surge, c o m o f o r m a a priori, cic-
lo i n t e m p o r a l ; pues se t r a t a d e d a r razón menos d e la u n i d a d total
d e su surgimiento que d e las conexiones intratemporales del antes y
el después. ¿ S e h a b l a r á de u n a temporalidad virtual q u e la unifi-
cación h a h e c h o pasar al acto? Pero esta sucesión virtual es menos
comprensible a ú n q u e la sucesión real a q u e nos referíamos. ¿ Q u é
es u n a sucesión q u e a g u a r d a la unificación p a r a llegar a ser suce-
sión? ¿ A quién o a q u é pertenecerá? Y sin embargo, si n o está ya
d a d a en a l g u n a parte, ¿ c ó m o p o d r í a lo intemporal segh'garla sin
perder en ello t o d a i n t e m p o r a l i d a d ? ; ¿ni c ó m o podría siquiera la
temporalidad e m a n a r d e lo intemporal sin q u e b r a n t a r l o ? Por o t r a
parte, la idea misma de unificación es en este caso p e r f e c t a m e n t e
incomprensible. H e m o s supuesto, en efecto, dos en-síes aislados en
su lugar, en su fecha. ¿ C ó m o se p o d r í a unificarlos? ¿ S e t r a t a d e
u n a unificación real? E n este caso, o bien nos q u e d a m o s en palabras,
y la unificación n o h a r á presa en dos en-síes aislados en su identidad
y su complete? respectivas, o bien será menester constituir u n a u n i d a d
d e tipo nuevo, precisamente la u n i d a d ek-stática: c a d a ser será f u e r a
d e sí, allá, p a r a ser antes o después del otro. Sólo q u e h a b r á sido
necesario quebrarles su ser, descomprimirlo; en u n a p a l a b r a , t e m p o -
ralizarlo, y n o solamente p o n e r en contacto al u n o con el otro. Pero,
¿ c ó m o la u n i d a d intemporal del Y o Pienso, c o m o simple f a c u l t a d
d e pensar, será susceptible d e o p e r a r esa descompresión del ser?
¿Diremos q u e la unificación es virtual, o sea q u e se h a proyectado,
allende Jas impresiones, u n tipo d e u n i d a d bastante s e m e j a n t e al
n o e m a husserliano? Pero u n intemporal q u e h a y a de u n i r i n t e m p o -
rales, ¿ c ó m o concebirá u n a unificación del tipo de la sucesión? Y
si, c o m o será necesario a d m i t i r entonces, el esse del t i e m p o es u n
percipi, ¿ c ó m o se constituye el percipitur?; en u n a palabra, ¿ c ó m o
u n ser de estructura a-temporal p o d r í a a p r e h e n d e r como tem-
porales (o intencionar c o m o tales) a en-síes aislados en su p r o p i a
i n t e m p o r a l i d a d ? Así, la t e m p o r a l i d a d , en t a n t o q u e es a la vez f o r -
m a d e separación y f o r m a de síntesis, n o se d e j a ni derivar d e u n
intemporal ni i m p o n e r desde fuera a otros intemporales.
Leibniz, en reacción c o n t r a Descartes, y Bergson, en reacción
c o n t r a K a n t , n o h a n q u e r i d o ver a su vez en la t e m p o r a l i d a d sino
u n a p u r a relación d e cohesión e i n m a n e n c i a . Leibniz considera el'
problema del tránsito d e u n instante a otro, y su solución, la creación
continua, c o m o u n falso problema con u n a solución inútil: Descar-
tes, según él, h a b r í a olvidado la continuidad del tiempo. Al a f i r m a r
la c o n t i n u i d a d del tiempo, nos está v e d a d o concebirlo c o m o f o r m a d o
d e instantes; y, si n o hay instantes, n o hay t a m p o c o relación d e antes
y después entre ellos. El t i e m p o es u n a vasta continuidad d e fluencia,
a la cual n o cabe asignar e n m o d o a l g u n o elementos primeros exis-
tentes en-sí.
Esto es olvidar q u e el antes-después es t a m b i é n u n a f o r m a q u e
separa. Si el t i e m p o es u n a c o n t i n u i d a d dada con u n a innegable
tendencia a la separación, la p r e g u n t a d e Descartes p u e d e plantearse
en otra f o r m a : ¿ d e d ó n d e viene la potencia cohesiva de la conti-
n u i d a d ? Sin d u d a , n o h a y elementos primeros yuxtapuestos en u n
c o n t i n u o ; pero, precisamente, p o r q u e es ante todo unificación. C o m o
dice K a n t , la línea recta es otra cosa q u e u n p u n t e a d o infinito, por-
q u e la trazo realizándola en la u n i d a d d e u n solo acto. Entonces,
¿ q u i é n traza el tiempo? Esta continuidad, en u n a p a l a b r a , es u n
hecho q u e h a d e tenerse en c u e n t a ; n o p o d r í a tomarse c o m o solu-
ción. Recuérdese, p o r o t r a parte, la f a m o s a definición d e P o i n c a r é :
u n a serie a, b, c — d i c e — , es c o n t i n u a c u a n d o p u e d e escribirse
a = b, b — c, a c. E s t a definición es excelente por c u a n t o nos
•hace presentir, precisamente, u n tipo d e ser q u e es lo q u e n o es y
q u e n o es lo q u e es: en virtud d e u n axioma, es a = c; en virtud
d e la c o n t i n u i d a d misma, es a c. Así a es y n o es equivalente a
c. Y b, igual a a e igual a c, es diferente d e sí m i s m o e n t a n t o que
a n o es igual a c. Pero esta ingeniosa definición n o pasa d e ser u n
p u r o juego d e ingenio en t a n t o q u e la e n c a r a m o s e n la perspectiva
del en-sí. Y, si nos ofrece u n tipo d e ser q u e a la vez es y n o es,
n o nos ofrece ni los principios ni el f u n d a m e n t o d e él. T o d o está
p o r hacerse. E n el estudio d e la temporalidad, e n particular, se
c o m p r e n d e q u é servicios p u e d e prestarnos la continuidad, interca-
l a n d o e n t r e el instante a y el instante c, por • próximos q u e estén,
u n intermediario b tal que, según la f ó r m u l a a = b, b — c, a -r- c,
sea a la vez indiscernible d e a e indiscernible d e c, q u e son perfec-
t a m e n t e discemibles u n o d e otro. Ese intermediario realizará la re-
lación d e antes y después; pues será antes d e sí mismo, en c u a n t o
indiscernible d e a y d e c. E n h o r a b u e n a . Pero, ¿ c ó m o p u e d e existir
u n ser así? ¿ D e d ó n d e le viene ^ u naturaleza ek-stática? ¿ C ó m o
q u e d a inconclusa esa escisión-c|ue en él se esboza? ¿ C ó m o n o es-
talla escindiéndose en dos términos, u n o q u e se f u n d a con a y o t r o
c o n c? ¿ C ó m o n o ver q u e su u n i d a d p l a n t e a u n p r o b l e m a ? Quizás
u n e x a m e n m á s p r o f u n d i z a d o de las condiciones d e posibilidad d e
ese ser nos h a b r í a enseñado q u e sólo el Para-sí podría existir de ese
m o d o en la u n i d a d ek-stática d e sí. P e r o precisamente n o se intentó
ese examen, y la cohesión temporal, en Leibniz, disimula en el f o n d o
la cohesión p o r i n m a n e n c i a absoluta del lógico, es decir, la identi-
d a d . Pero, precisamente, si el o r d e n cronológico es continuo, n o
p u e d e simbolizarse con el orden de identidad, pues lo continuo n o
es compatible c o n lo idéntico.
A n á l o g a m e n t e , Bergson, con su d u r a c i ó n q u e es organización
m e t ó d i c a y multiplicidad d e interpretación, n o p a r e c e ver q u e u n a
organización d e multiplicidad s u p o n e u n a c t o organizador. T i e n e
razón, contra Descartes, c u a n d o suprime el instante; pero K a n t tiene
razón, c o n t r a él, c u a n d o a f i r m a q u e n o hay síntesis dada. Ese p a s a d o
bergsoniano, q u e se adhiere al presente y hasta lo presenta, es poco
m á s q u e u n a f i g u r a d e retórica. Bien lo indican las dificultades q u e
e n c o n t r ó Bergson e n su teoría d e la m e m o r i a . Pues si el Pasado,
c o m o él a f i r m a , es lo n o actuante, n o p u e d e sino quedarse a t r á s ;
j a m á s volverá p a r a p e n e t r a r el presente en f o r m a d e recuerdo, a
m e n o s q u e u n ser presente h a y a a s u m i d o la tarea de existir a d e m á s
ek-státicamente en el Pasado. Sin d u d a , e n Bergson, el q u e d u r a
es u n solo y m i s m o ser; p e r o precisamente ello sólo h a c e sentir con
m á s urgencia la necesidad d e esclarecimientos ontológicos. Pues, p a r a
terminar, n o sabemos si el ser d u r a o si la d u r a c i ó n es el ser. Y, si
la d u r a c i ó n es el ser, entonces debería decírsenos cuál es la estruc-
t u r a ontológica d e la d u r a c i ó n ; p e r o si, al contrario, el ser d u r a ,
debería mostrársenos q u é es lo q u e e n su ser le p e r m i t e d u r a r .
¿ Q u é p o d e m o s concluir, al t é r m i n o d e esta exposición? A n t e
todo, esto: la t e m p o r a l i d a d es u n a f u e r z a disolvente, p e r o en el seno
de u n acto u n i f i c a d o r ; es menos u n a multiplicidad real — q u e n o
p o d r í a recibir luego n i n g u n a u n i d a d y, p o r ende, n o existiría n i si-
quiera c o m o m u l t i p l i c i d a d — q u e u n a cuasi-multiplicidad, u n esbozo
d e disociación en el seno d e la u n i d a d . N o h a d e tratarse d e consi-
d e r a r a p a r t e u n o u o t r o d e estos dos aspectos: de ponerse p r i m e r o
la u n i d a d temporal, corremos el riesgo d e n o c o m p r e n d e r ya la su-
cesión irreversible c o m o sentido d e esta u n i d a d ; pero, d e considerar
la sucesión desagregadora c o m o el carácter original del tiempo, arries-
gamos n o p o d e r n i siquiera c o m p r e n d e r q u e haya un tiempo. Así,
pues, si n o hay prioridad a l g u n a d e la u n i d a d sobre la multiplicidad
ni d e la multiplicidad sobre la u n i d a d , es menester concebir la t e m -
poralidad c o m o u n a u n i d a d q u e se multiplica, es decir, q u e la t e m p o -
ralidad n o p u e d e ser sino u n a relación de ser en el seno del ser
mismo. N o p o d e m o s considerarla c o m o u n c o n t i n e n t e cuyo ser sea
dado, pues sería r e n u n c i a r p a r a siempre a c o m p r e n d e r c ó m o ese ser
-en-sí p u e d a f r a g m e n t a r s e e n multiplicidad, o c ó m o el en-sí d e los
continentes mínimos o instantes p u e d a reunirse en la u n i d a d d e un
tiempo. L a t e m p o r a l i d a d no es. Sólo u n ser de cierta estructura d e
ser p u e d e ser t e m p o r a l en la u n i d a d d e su ser. El antes y el después
n o son inteligibles, según hemos advertido, sino c o m o relación interna.
El antes se h a c e d e t e r m i n a r c o m o antes allá, en el después; y recí-
p r o c a m e n t e . E n suma, el antes n o es inteligible a m e n o s q u e sea
el ser q u e es antes q u e sí mismo. Es decir, q u e la t e m p o r a l i d a d n o
p u e d e sino designar el m o d o de ser d e u n ser q u e es sí-mismo f u e r a
d e sí. L a t e m p o r a l i d a d d e b e tener la estructura d e la ipseidad. E n
efecto, sólo p o r q u e el sí es sí allá f u e r a d e sí, en su ser, p u e d e ser
antes o después d e sí, p u e d e tener, e n general, u n antes y u n des-
pués. N o hay t e m p o r a l i d a d sino c o m o i n t r a e s t r u c t u r a d e u n ser q u e
tiene-de-ser su ser; es decir, c o m o intraestructura del Para-sí. N o es
q u e el Para-sí tenga p r i o r i d a d ontológica sobre la T e m p o r a l i d a d ;
sino q u e la T e m p o r a l i d a d es el ser del Para-sí en t a n t o q u e éste
tiene-de-serlo ek-státicamente. L a t e m p o r a l i d a d n o es; p e r o el Para-
s.í se temporaliza existiendo.
R e c í p r o c a m e n t e , nuestro estudio fenomenológico del Pasado, el
Presente y el F u t u r o nos p e r m i t e m o s t r a r q u e el Para-sí n o p u e d e
ser sino en la f o r m a temporal.
El Para-sí, surgiendo en el ser c o m o nihilización del En-sí, se
constituye a la vez e n todas las dimensiones posibles d e nihilización.
C u a l q u i e r a q u e sea el l a d o p o r el q u e se lo considere, es el ser que se
tiene a sí m i s m o a p e n a s p o r u n hilo, o, m á s precisamente, es el ser
que, siendo, h a c e existir todas las dimensiones posibles d e su nihili-
zación. E n el m u n d o a n t i g u o se designaba la cohesión p r o f u n d a y
la dispersión del p u e b l o j u d í o con el n o m b r e d e "diáspora". Esta
p a l a b r a nos servirá p a r a designar el m o d o d e ser del Para-sí: es
diaspórico. !E1 ser-en-sí n o tiene sino u n a dimensión d e ser; p e r o la
a p a r i c i ó n d e la n a d a c o m o lo q u e es sido en el corazón del ser com-
plica la estructura existencial h a c i e n d o a p a r e c e r el espejismo onto-
lógico del Sí. V e r e m o s m á s t a r d e q u e la reflexión, la trascendencia
y el ser-en-el-mundo, el ser-para-otro, representan diversas dimen-
siones d e la nihilización, o, si se prefiere, diversas relaciones origi-
narias del ser consigo mismo. Así, la n a d a i n t r o d u c e la cuasi-multi-
plicidad en el seno del ser. Esta cuasi-multiplicidad es el f u n d a m e n t o
d e todas las multiplicidades i n t r a m u n d a n a s , pues u n a multiplicidad
supone u n a u n i d a d p r i m e r a e n cuyo seno se esboza la multiplicidad.
E n este sentido, n o es v e r d a d , c o m o sostiene Meyerson, que haya u n
escándalo d e lo diverso, y q u e la responsabilidad d e este escándalo
i n c u m b a a lo real. El en-sí n o es diverso, n o es multiplicidad; y
p a r a q u e reciba la multiplicidad c o m o característica de su ser-en-
medio-del-mundo, es menester el surgimiento de u n ser q u e sea pre-
sente a la vez a c a d a en-sí aislado en su identidad. Por la realidad
h u m a n a viene al m u n d o la multiplicidad; la cuasi-multiplicidad en
el seno del ser-para-sí hace q u e el n ú m e r o se devele en el m u n d o .
Pero, ¿ c u á l es el sentido d e esas dimensiones múltiples o cuasi-múl-
tiples del Para-sí? Son sus diferentes relaciones con su p r o p i o ser.
C u a n d o se es lo q u e se es, p u r a y simplemente, n o h a y sino u n a
m a n e r a d e ser el p r o p i o ser. Pero, desde el m o m e n t o en q u e n o es
ya el p r o p i o ser, surgen simultáneamente diferentes m a n e r a s de
serlo n o siéndolo. El Para-sí, p a r a atenernos a los primeros ék-stasis
—los que, a la vez, señalan el sentido originario d e la nihilización
y representan la nihilización mínima—, p u e d e y debe a la vez: 1*,
n o ser lo q u e es; 2 9 , ser lo q u e n o es; 3 9 , en la u n i d a d d e u n a
p e r p e t u a remisión, ser lo q u e n o es y n o ser lo q u e es. Se t r a t a
c i e r t a m e n t e d e tres dimensiones ek-státicas, s i e n d o el s e n t i d o del ek-
stasis la distancia de sí. Es imposible concebir u n a conciencia q u e
n o exista según estas tres dimensiones. Y si el C o g i t o descubre p r i -
m e r a m e n t e u n a d e ellas, eso n o significa q u e sea p r i m e r a , sino sólo
q u e se devela con m á s facilidad. Pero, p o r sí sola, es unselbstandig
y d e j a v e r e n seguida las d e m á s . El Para-sí es u n ser q u e d e b e
existir a la vez e n t o d a s sus dimensiones. A q u í , la distancia, conce-
b i d a c o m o distancia de sí, n o es n a d a real, n a d a q u e sea de m a n e r a
general c o m o en sí: es s i m p l e m e n t e u n a n a d a , la n a d a q u e es sida
c o m o separación. C a d a dimensión es u n a m a n e r a de proyectarse
e n v a n o h a c i a el Sí, d e ser lo q u e se es, m á s allá d e u n a n a d a ; u n a
m a n e r a d i f e r e n t e d e ser ese v e n c i m i e n t o 1 d e ser, esa f r u s t r a c i ó n d e
ser q u e el Para-sí tiene-de-ser. C o n s i d e r e m o s a i s l a d a m e n t e c a d a u n a .
E n la p r i m e r a , el Para-sí tiene-de-ser su ser a la zaga d e sí, c o m o
lo q u e es sin ser f u n d a m e n t o d e ello. Su ser está allá, c o n t r a él, p e r o
s e p a r a d o d e él p d r u n a n a d a , la n a d a d e la f a c t i c i d a d . El Para-sí
c o m o f u n d a m e n t o de su n a d a — y , c o m o tal, necesario— está sepa-
r a d o d e su c o n t i n g e n c i a originaria e n c u a n t o n o p u e d e ni s u p r i m i r l a
ni f u n d i r s e e n ella. E s p a r a sí m i s m o , p e r o e n el m o d o d e lo irre-
m e d i a b l e y lo g r a t u i t o . Su ser es p a r a él, p e r o él n o es p a r a ese
ser, pues p r e c i s a m e n t e esta reciprocidad del r e f l e j o - r e f l e j a n t e h a r í a
d e s a p a r e c e r la c o n t i n g e n c i a originaria de a q u e l l o q u e es. Precisa-
m e n t e p o r q u e el Para-sí se c a p t a e n la f o r m a del ser, está a distancia,
c o m o u n j u e g o de r e f l e j o - r e f l e j a n t e q u e se h a deslizado en el en-sí,
y en el cual ya ni el r e f l e j o h a c e existir al r e f l e j a n t e ni el r e f l e j a n t e
al reflejo. Este ser q u e el Para-sí tiene-de-ser se d a p o r eso comcl
algo sobre lo cual n o es posible volver más, p r e c i s a m e n t e p o r q u e el
Para-sí n o p u e d e f u n d a r l o e n el m o d o del r e f l e j o - r e f l e j a n t e sino e n
t a n t o q u e f u n d a sólo la c o n e x i ó n d e ese ser consigo mismo. E l
Para-sí n o f u n d a el ser de ese ser, sino sólo el h e c h o de q u e ese ser
p u e d a ser dado. Se t r a t a d e u n a necesidad i n c o n d i c i o n a l : c u a l q u i e r a
q u e f u e r e el Para-sí considerado, es e n cierto sentido; es, ya q u e p u e d e
ser n o m b r a d o , ya q u e p u e d e n a f i r m a r s e o negarse d e él ciertos ca-
racteres; pero, e n t a n t o q u e es Para-sí, n o es n u n c a lo q u e es. L o
q u e él es, está a su zaga, c o m o lo p e r p e t u a m e n t e preterido-trascen-
dido. P r e c i s a m e n t e esta f a c t i c i d a d p r e t e r i d a - t r a s c e n d i d a es lo q u e

1
Fléchissement: acción de plegarse, doblegarse, como algo que se vence.
(N. del T.)
llamamos el Pasado. El Pasado es, pues, u n a estructura necesaria del
Para-sí, pues el Para-sí n o p u e d e existir sino como u n trascender
nihilizador, y este trascender implica u n trascendido. E s imposible,
pues, c a p t a r u n Para-sí, cualquiera q u e sea el m o m e n t o en q u e lo con-
sideremos, c o m o aún-no-teniendo Pasado. N o h a d e creerse q u e el
Para-sí existe p r i m e r o y s u r j a al m u n d o en la absoluta novedad de
u n ser sin pasado, p a r a constituirse después y p o c o a p o c o u n Pasado.
Sino que, cualquiera q u e sea la surrexióri del Para-sí en el m u n d o ,
viene al m u n d o e n la u n i d a d ek-stática d e u n a relación con su Pa-
sado: n o h a y u n comienzo absoluto q u e se convierta en p a s a d o sin
tener p a s a d o ; sino que, c o m o el Para-sí, e n t a n t o q u e Para-sí, tiene-
de-ser su pasado, viene al m u n d o con u n Pasado. Estas observacio-
nes p e r m i t e n considerar a u n a luz algo nueva el problema del n a -
cimiento. E n efecto, p a r e c e escandaloso q u e la conciencia "aparez-
c a " e n a l g ú n m o m e n t o , q u e venga a " h a b i t a r " al e m b r i ó n " ; en
suma, q u e h a y a u n m o m e n t o e n q u e el viviente en formación sea
sin conciencia, y u n m o m e n t o e n q u e se aprisione en él u n a con-
ciencia sin pasado. P e r o el escándalo cesará si resulta q u e n o p u e d e
h a b e r conciencia sin pasado. Esto n o quiere decir, empero, q u e toda
conciencia s u p o n g a u n a conciencia anterior f i j a d a en el En-sí. Esa
relación e n t r e el Para-sí presente y el Para-sí vuelto En-sí nos en-
m a s c a r a la relación primitiva d e Preteridad, q u e es u n a relación entre
el Para-sí y el En-sí puro. E n efecto: el Para-sí surge en el m u n d o
e n t a n t o q u e nihilización del En-sí, y por este acontecimiento abso-
luto se constituye el P a s a d o en t a n t o q u e tal c o m o relación originaria
y nihilizadora e n t r e el Para-sí y el En-sí. L o q u e constituye origina-
r i a m e n t e el ser del Para-sí es esa relación con u n ser q u e no es con-
ciencia, q u e existe e n la noche total de la identidad, y tal que el
Para-sí está, empero, obligado a serlo, f u e r a de sí, a la zaga d e sí.
C o n ese ser, al c u a l en n i n g ú n caso p u e d e reducirse el Para-sí y con
respecto al cual el Para-sí representa u n a novedad absoluta, el P a r a -
sí siente u n a p r o f u n d a solidaridad d e ser, q u e se señala p o r la pa-
labra antes: el En-sí es lo q u e el Para-sí e r a antes. E n este sentido,
se c o m p r e n d e m u y bien q u e nuestro pasado n o se nos aparezca como
limitado p o r u n trazo n e t o y sin rebabas — l o q u e se produciría si
la conciencia p u d i e r a surgir e n el m u n d o antes d e tener u n pasado—,
sino que, al contrario, se pierda, en un oscurecimiento progresivo,
hasta u n a s tinieblas que, empero, son t a m b i é n nosotros mismos; se
c o m p r e n d e el sentido ontológico d e esa chocante solidaridad con el
feto, solidaridad q u e n o podemos ni n e g a r ni comprender. Pues, en
suma, ese f e t o era yo; representa el límite de h e c h o d e m i memoria,
pero n o el límite d e d e r e c h o d e m i pasado. H a y u n problema m e -
tafísico del nacimiento, en la m e d i d a en q u e p u e d o inquietarme por
saber c ó m o de tal embrión nací yo; y este p r o b l e m a es quizás inso-
luble. Pero n o h a y en ello p r o b l e m a ontológico: n o tenemos q u e
p r e g u n t a r n o s p o r q u é p u e d e h a b e r u n n a c i m i e n t o de las concien-
cias, pues la conciencia n o p u e d e aparecerse a sí misma sino c o m o
nihilización d e en-sí, es decir, c o m o siendo ya nacida. El nacimiento,
c o m o relación de ser ek-stática con el En-sí q u e ella n o es y como
constitución a priori de la preteridad, es u n a ley de ser del Para-sí.
Ser Para-sí es ser nacido. P e r o n o cabe p l a n t e a r después cuestiones
metafísicas sobre el En-sí d e d o n d e h a n a c i d o el Para-sí, tales c o m o
éstas: " ¿ C ó m o h a b í a u n En-sí antes del n a c i m i e n t o del Para-sí?
¿ C ó m o nació el Para-sí d e este En-sí rpás bien q u e d e tal otro?",
etc. T o d a s estas cuestiones n o tienen en c u e n t a q u e el Pasado en
general sólo p u e d e existir por el Para-sí. \ Si hay u n antes, se debe
a que el Para-sí h a surgido en el m u n d o , y sólo p u e d e establecérselo
a partir del Para-sí. E n la m e d i d a e n q u e el En-sí es h e c h o copre-
sente al Para-sí, a p a r e c e u n mundo e n l u g a r d e los aislamientos del
En-sí. Y e n este m u n d o es posible o p e r a r ' u n a designación y decir:
este objeto, ese objeto. E n tal sentido, el Para-sí, en t a n t o q u e su
surgimiento al ser hace q u e exista u n m u n d o de copresencias, hace
aparecer t a m b i é n su " a n t e s " c o m o copresente a unos en-síes en u n
m u n d o , o, si se prefiere, en u n estado del m u n d o q u e h a pasado.
D e suerte que, en cierto sentido, el Para-sí aparece c o m o n a c i d o del
m u n d o , pues el En-sí d e q u e h a n a c i d o está en m e d i o del m u n d o
como copresente p a s a d o entre copresentes pasados: hay surgimiento
en el m u n d o y a p a r t i r del m u n d o , d e u n Para-sí q u e n o era antes
y q u e es nacido. Pero, en otro sentido, es el Para-sí quien hace q u e
exista u n antes d e m a n e r a general, y, e n ese antes, copresentes uni-
dos e n la u n i d a d de u n m u n d o p a s a d o y tales q u e se p u e d a designar
a u n o u otro d e ellos diciendo: ese objeto. N o hay primeramente
u n t i e m p o universal e n q u e aparezca d e súbito u n Para-sí a ú n ca-
r e n t e d e Pasado. Sino que, a p a r t i r del nacimiento c o m o ley d e ser
originaria y a priori del Para-sí, se devela u n m u n d o con u n tiempo
universal e n el cual p u e d e n designarse u n m o m e n t o en q u e el Para-
sí n o e r a aún, y u n m o m e n t o en q u e el Para-sí a p a r e c e ; seres de los
cuales n o h a nacido, y u n ser del cual h a nacido. El nacimiento es
el surgimiento d e la relación absoluta d e Preteridad c o m o ser ek-stá-
tico del Para-sí en el En-sí. Por el n a c i m i e n t o aparece u n Pasado
del M u n d o . Volveremos sobre ello. Bástenos por a h o r a n o t a r q u e
la conciencia o para-si es u n ser q u e surge al ser por sobre u n irre-
p a r a b l e q u e es él, y q u e este irreparable, en t a n t o q u e está a la zaga
del Para-sí, en m e d i o del m u n d o , es el Pasado. El pasado, como ser
irreparable q u e tengo-de-ser sin n i n g u n a posibilidad de n o serlo, no
e n t r a e n la u n i d a d "reflejo-reflejante" de la vivencia: está f u e r a de
ella. E m p e r o , n o es t a m p o c o c o m o aquello de que hay conciencia,
e n el sentido d e que, p o r ejemplo, la silla percibida es aquello de
q u e hay conciencia perceptiva. E n el caso d e la percepción de la
silla, hay tesis, es decir, captación y afirmación d e la silla c o m o el
en-sí q u e la conciencia n o es. L o q u e la conciencia tiene-de-ser en
el m o d o d e ser del Para-sí es el no-ser-silla. Pues su "no-ser-silla",
c o m o veremos, es en la f o r m a de conciencia (de) n o ser, es decir,
apariencia d e no-ser p a r a u n testigo q u e está ahí sólo p a r a d a r tes-
timonio d e ese no-ser. L a negación, pues, es explícita y constituye
el nexo de ser entre el objeto percibido y el para-sí. El Para-sí no
es sino ese N a d a translúcido q u e es negación d e la cosa percibida.
Pero, a u n q u e el Pasado esté fuera, el nexo no es aquí del mismo
tipo, pues el Para-sí se d a c o m o siendo el Pasado. Por ello, n o
p u e d e h a b e r tesis del Pasado, pues u n o n o pone sino lo q u e u n o n o
es. Así, en la percepción del objeto, el Para-sí se asume p a r a sí
c o m o n o siendo el objeto, m i e n t r a s que, en la revelación del Pasado,
el Para-sí se a s u m e c o m o siendo el Pasado y sólo está separado de
él p o r su naturaleza de Para-sí, q u e n o p u e d e ser n a d a . Así, n o hay
tesis del Pasado, y sin e m b a r g o el Pasado n o es i n m a n e n t e al Para-sí:
infesta al Para-sí en el m o m e n t o mismo en q u e el Para-sí se asume
c o m o n o siendo tal o cual cosa particular. N o es objeto d e la mirada
del Para-sí. Esta m i r a d a , translúcida a sí misma, se dirige, allende
la cosa, h a c i a el porvenir. El P a s a d o e n t a n t o q u e cosa q u e u n o es
sin ponerla, en t a n t o q u e es aquello q u e infesta sin ser notado, está
detrás del Para-sí, f u e r a d e su c a m p o temático, q u e está a n t e él c o m o
aquello a lo cual ilumina. El Pasado es "puesto c o n t r a " el Para-sí,
a s u m i d o c o m o lo q u e éste tiene-de-ser, sin poder ser ni a f i r m a d o ,
ni n e g a d o ni tematizado ni absorbido por él. No, ciertamente, q u e
el Pasado n o p u e d a ser objeto de tesis p a r a mí, ni q u e n o sea a
m e n u d o tematizado; pero en tal caso es objeto d e u n a indagación
explícita, y entonces el Para-sí se a f i r m a c o m o no siendo ese Pasado
puesto p o r él. El Pasado n o está ya detrás: n o d e j a de ser pasado,
pero yo ceso d e serlo: en el m o d o primario, yo era mi Pasado sin
conocerlo (pero n o sin tener conciencia de él) ; en el m o d o secun-
dario, conozco m i p a s a d o p e r o y a n o lo era. ¿ C ó m o p u e d e ser, se
d i r á , q u e t e n g a conciencia d e m i P a s a d o sino e n el m o d o tético?
E m p e r o , el P a s a d o está allá, c o n s t a n t e m e n t e ; es el sentido m i s m o
del o b j e t o q u e m i r o y q u e y a h e visto, d e los rostros f a m i l i a r e s q u e
m e r o d e a n ; es el c o m i e n z o d e ese m o v i m i e n t o q u e en este m o m e n t o
c o n t i n ú a , y q u e yo n o p o d r í a l l a m a r c i r c u l a r d e n o h a b e r sido yo
m i s m o e n el P a s a d o el testigo d e su c o m i e n z o ; es el origen y t r a m -
polín de todas mis acciones; es ese espesor del m u n d o , constante-
m e n t e d a d o , q u e m e p e r m i t e o r i e n t a r m e y u b i c a r m e ; es yo m i s m o
e n t a n t o q u e m e vivo c o m o u n a p e r s o n a ( h a y t a m b i é n u n a estruc-
t u r a p o r - v e n i r del E g o ) ; en s u m a , es m i n e x o c o n t i n g e n t e y g r a t u i t o
con el m u n d o y c o n m i g o m i s m o en t a n t o q u e lo vivo c o n t i n u a m e n t e
c o m o derelicción total. L o s psicólogos lo l l a m a n saber. Pero, a p a r t e
d e q u e , p o r este m i s m o t é r m i n o , lo "psicologizan", se p r i v a n del
m e d i o d e d a r r a z ó n d e él. Pues el S a b e r está d o q u i e r a y c o n d i c i o n a
todo, h a s t a la memoria.; en u n a p a l a b r a , la m e m o r i a intelectual su-
p o n e el saber; y ese saber, si h a d e e n t e n d e r s e p o r él u n h e c h o p r e -
sente, ¿ q u é es sino u n a m e m o r i a intelectual? Ese saber flexible, in-
sinuante, c a m b i a n t e q u e t e j e la t r a m a d e todos nuestros p e n s a m i e n -
tos y q u e se c o m p o n e de mil indicaciones vacías, d e mil designaciones
q u e a p u n t a n h a c i a atrás, sin i m a g e n , sin p a l a b r a s , sin tesis, es m i
P a s a d o concreto en t a n t o q u e yo lo era, e n t a n t o q u e i r r e p a r a b l e
p r o f u n d i d a d - p o r - d e t r á s de todos mis p e n s a m i e n t o s y sentimientos.
E n su s e g u n d a dimensión d e nihilización, el Para-sí se c a p t a co-
m o cierta f a l t a d e . . . Es esta f a l t a y es t a m b i é n lo /altante, pues
tiene-de-ser lo q u e es. Beber o ser b e b i e n t e significa n o h a b e r ter-
m i n a d o n u n c a d e beber, tener-de-ser t o d a v í a bebiente a l l e n d e el be-
biente q u e soy. Y c u a n d o " h e t e r m i n a d o d e b e b e r " , he bebido: el
c o n j u n t o se desliza al pasado. B e b i e n d o a c t u a l m e n t e soy, pues, el
b e b i e n t e q u e tengo-de-ser y q u e n o soy; t o d a designación d e m í mis-
m o se m e e s c a p a h a c i a el P a s a d o si h a d e ser p o n d e r o s a y p l e n a , si
h a d e t e n e r la d e n s i d a d d e lo idéntico. Y si m e a l c a n z a e n el Pre-
sente, es p o r q u e se descuartiza a sí m i s m a en el A ú n - n o , p o r q u e
m e designa c o m o t o t a l i d a d inconclusa q u e n o p u e d e concluirse. Ese
A ú n - n o está r o í d o p o r la libertad nihilizadora del Para-sí. N o e c
solamente ser-a-distancia: es a t e n u a c i ó n 1 d e ser. A q u í el Para-sí,
q u e e r a d e l a n t e d e sí eri la p r i m e r a dimensión d e nihilización, es

1
Amenuisement: "atenuación" en sentido etimológico = "volverse te-
nue". (N. del T.)
d e t r á s d e sí. D e l a n t e o d e t r á s d e sí: j a m á s sí. E s el s e n t i d o m i s m o
d e los dos ék-stasis, P a s a d o y F u t u r o , y p o r eso el v a l o r e n sí es p o r
n a t u r a l e z a el r e p o s o e n sí, la i n t e m p o r a l i d a d . L a e t e r n i d a d q u e el
h o m b r e b u s c a n o .es la i n f i n i t u d d e la d u r a c i ó n , d e esta v a n a ca-
r r e r a e n pos d e sí d e q u e y o m i s m o soy el responsable: es el reposo
en si, la a t e m p o r a l i d a d d e l a c o i n c i d e n c i a a b s o l u t a consigo mismo.
P o r último, e n la t e r c e r a d i m e n s i ó n , el P a r a - s í disperso e n el
j u e g o p e r p e t u o del r e f l e j o - r e f l e j a n t e se h u r t a a sí m i s m o e n la u n i d a d
d e u n a m i s m a h u i d a . A q u í , el ser está d o q u i e r a y e n n i n g u n a p a r t e :
d o n d e q u i e r a se t r a t e d e c a p t a r l o , está e n f r e n t e , se h a e v a d i d o . Este
Chassé-croisé1 e n el seno d e l Para-sí es la Presencia al ser.
S i e n d o Presente, P a s a d o y F u t u r o a la vez, d i s p e r s a n d o su ser
e n tres dimensiones, el Para-sí, p o r el solo h e c h o d e nihilizarse, es
t e m p o r a l . N i n g u n a d e esas dimensiones tiene p r i o r i d a d ontológica
sobre las d e m á s ; n i n g u n a d e ellas p u e d e existir sin las otras dos.
E m p e r o , conviene p o n e r el a c e n t o e n el ék-stasis p r e s e n t e •—y no,
c o m o H e i d e g g e r , e n el ék-stasis f u t u r o — , p o r q u e el Para-sí es su
P a s a d o e n t a n t o q u e revelación a sí m i s m o , c o m o lo q u e tiene-de-
ser-para-sí e n u n t r a s c e n d e r n i h i l i z a d o r ; y c o m o revelación a sí mis-
m o es f a l t a y está i n f e s t a d o p o r su f u t u r o , es decir, p>or l o q u e él
es p a r a sí, allá, a distancia. E l P r e s e n t e n o es o n t o l ó g i c a m e n t e " a n -
t e r i o r " al P a s a d o y al F u t u r o : está c o n d i c i o n a d o p o r ellos e n la
m i s m a m e d i d a e n q u e los c o n d i c i o n a ; p e r o es el h u e c o d e no-ser
indispensable p a r a la f o r m a sintética total d e la T e m p o r a l i d a d .
Así, la T e m p o r a l i d a d n o es u n t i e m p o universal q u e c o n t e n g a
todos los seres y, e n p a r t i c u l a r , las realidades h u m a n a s . N o es t a m -
p o c o u n a ley d e desarrollo q u e se i m p o n g a al ser d e s d e f u e r a . T a m -
p o c o es el ser; sino q u e es la i n t r a e s t r u c t u r a del ser q u e es su p r o p i a
nihilización, es decir, el modo de ser p r o p i o del ser-para-sí. El P a r a -
sí es el ser' q u e tiene-de-ser su ser e n la f o r m a diaspórica d e la
Temporalidad.

1
Paso de ballet en que cada uno de los danzarines ocupa sucesivamente
ti lugar en que estaba el otro frente a él, como buscándose sin encontrarse.
{N. del T.)
B) Dinámica de la Temporalidad.

E l h e c h o cíe q u e el surgimiento del Para-si se opere necesaria-


m e n t e según las tres dimensiones d e ía t e m p o r a l i d a d n o nos enseña
n a d a sobre el p r o b l e m a d e la duración, q u e pertenece a la d i n á m i c a
del tiempo. A p r i m e r a vista, el p r o b l e m a p a r e c e doble: ¿ p o r q u é el
Para-sí padece esa modificación de su ser q u e lo hace volverse Pa-
sado? ¿ Y p o r q u é u n n u e v o Para-sí surge ex nihila p a r a volverse
el Presente d e ese Pasado?
Este p r o b l e m a h a sido e n m a s c a r a d o m u c h o t i e m p o p o r u n a con-
cepción del ser h u m a n o c o m o en-sí. El nervio d e la r e f u t a c i ó n k a n -
t i a n a del idealismo de Berkeley, y u n a r g u m e n t o favorito de Leibniz,
es q u e el c a m b i o implica d e p o r sí la p e r m a n e n c i a . Si suponemos
entonces cierta p e r m a n e n c i a i n t e m p o r a l q u e p e r m a n e z c a a través del
tiempo, la t e m p o r a l i d a d se r e d u c e a n o ser m á s q u e la m e d i d a y el
o r d e n del cambio. Sin c a m b i o n o hay temporalidad, ya q u e el t i e m p o
n o p u e d e h a c e r presa en lo p e r m a n e n t e y l o idéntico. Si, p o r otra
pa,rte, c o m o en Leibniz, el c a m b i o m i s m o es d a d o c o m o la expli-
cación lógica d e u n a relación d e consecuencia a premisas, es decir,»
c o m o el desarrollo d e los atributos d e u n sujeto p e r m a n e n t e , entonces
ya n o h a y t e m p o r a l i d a d real.
P e r o esta concepción reposa sobre bastantes errores. E n p r i m e r
lugar, la subsistencia d e u n e l e m e n t o p e r m a n e n t e junto a lo q u e
c a m b i a n o p u e d e p e r m i t i r al c a m b i o constituirse c o m o tal, salvo a
los ojos d e u n testigo q u e f u e r a él mismo u n i d a d d e lo q u e c a m b i a
V d e lo q u e permanece. E n u n a p a l a b r a , la unidad del c a m b i o y de
lo p e r m a n e n t e es necesaria p a r a la constitución del c a m b i o como tal.
Pero este t é r m i n o m i s m o d e u n i d a d , d e q u e Leibniz y K a n t h a n
abusado, n o significa a q u í g r a n cosa. ¿ Q u é quiere decirse con esa
u n i d a d d e elementos dispares? ¿ N o es sino u n a vinculación p a r a -
m e n t e exterior? Entonces, carece d e sentido. Es menester q u e sea
u n i d a d d e ser. P e r o esta u n i d a d d e ser i m p o r t a exigir q ü e lo p e r -
m a n e n t e sea lo q u e c a m b i a ; y, d e ahí, es a n t e t o d o ek-stática y
r e m i t e al Para-sí e n t a n t o q u e éste es el ser ek-stático p o r esencia;
además, es destructora del carácter d e en-sí de la p e r m a n e n c i a y
del cambio. Y n o se diga q u e p e r m a n e n c i a y c a m b i o se t o m a n allí
c o m o fenómenos y n o tienen m á s q u e u n ser relativo-, el En-sí n o se
opone a los fenómenos c o m o lo h a c e el n ú m e r o . U n f e n ó m e n o es
en si, en los t e m i m o s mismos d e nuestra definición, c u a n d o es lo q u e
es, así sea en relación con u n sujeto o con otro fenómeno. Y, por
o t r a parte, la aparición de la relación c o m o d e t e r m i n a n d o los fenó-
menos unos respecto d e otros, supone a n t e r i o r m e n t e el surgimiento
d e u n ser ek-stático q u e p u e d a ser lo q u e n o es p a r a f u n d a r el "en
otra p a r t e " y el "respecto de".
R e c u r r i r a la p e r m a n e n c i a p a r a f u n d a r el c a m b i o es, además,
p e r f e c t a m e n t e inútil. L o q u e quiere mostrarse es q u e u n cambio
absoluto n o es ya c a m b i o p r o p i a m e n t e hablando, puesto q u e n o que-
d a nada que cambie o con respecto a lo cual haya cambio. Pero,
d e hecho, basta q u e lo q u e c a m b i e sea en el m o d o p a s a d o su estado
a n t é r i o r p a r a q u e la p e r m a n e n c i a se torne s u p e r f l u a ; en este caso,
el c a m b i o p u e d e ser absoluto, p u e d e tratarse d e u n a metamorfosis
que afecte al ser íntegro: n o d e j a r á , por eso, de constituirse como
c a m b i o con respecto a u n estado anterior, siendo él este estado en
el P a s a d o en el m o d o del era. Este nexo con el p a s a d o reemplaza
a la seudo-necesidad d e la p e r m a n e n c i a , y el problema d e la duración
p u e d e y debe plantearse a propósito d e cambios absolutos. P o r otra
parte, n o h a y otros, ni a u n "en el m u n d o " : hasta cierto u m b r a l ,
sorí inexistentes; p a s a d o este u m b r a l , se extienden a la f o r m a total,
c o m o lo h a n m o s t r a d o las experiencias d e los gestaltistas.
Pero, a d e m á s , c u a n d o se t r a t a d e u n a realidad h u m a n a , ló ne-
cesario es el c a m b i o p u r o y absoluto, q u e m u y bien p u e d e ser, p o r
o t r a parte, c a m b i o sin nada q u e cambie, y q u e es la duración misma.
A u n si admitimos, p o r ejemplo, la presencia absolutamente vacía
d e u n Para-sí a u n En-sí p e r m a n e n t e , c o m o simple conciencia d e
este Para-sí, la sola existencia d e la conciencia implicaría la tempo-
ralidad, y a q u e ella tendría-de-ser, sin cambio, lo q u e es, en la f o r m a
del " h a b e r sido". N o habría, pues, eternidad, sino necesidad cons-
tante, p a r a el Para-sí presente, d e volverse Pasado de u n nuevo
Presente, y ello en virtud del ser mismo d e lá conciencia. Y si se
nos d i j e r a q u e este p e r p e t u o r e t o m a r del Presente al P a s a d o p o r
u n n u e v o Presente implica u n c a m b i o interno del Para-sí, responde-
ríamos q u e entonces la t e m p o r a l i d a d del Para-sí es el f u n d a m e n t o
del cambio, y n o el c a m b i o el f u n d a m e n t o de la temporalidad. N a d a
puede, pues, e n m a s c a r a r n o s estos problemas q u e parecen a p r i m e r á
vista insolubles: ¿ p o r q u é el Presente se vuelve Pasado? ¿ C u á l es
este n u e v o Presente q u e surge entonces? ¿ D e d ó n d e viene y p o r qué
sobreviene? Y notemos bien, c o m o lo m u e s t r a nuestra hipótesis de
u n a conciencia "vacía", q u e lo q u e está en cuestión aquí n o es la
necesidad de q u e u n a p e r m a n e n c i a salte de instante en instante m a n -
teniéndose c o m o p e r m a n e n c i a ; sino la necesidad d e q u e el ser, cual-
quiera q u e fuere, se metamorfosee íntegramente, a la vez, en f o r m a y
contenido, se abisme en el p a s a d o y a la vez se produzca, ex nihilo,
hacia el f u t u r o .
Pero, ¿ h a y dos problemas? Examinémoslo m e j o r : el Presente
no p o d r í a pasar sino convirtiéndose en el antes de u n Para-sí q u e se
constituya como el después. N o hay, pues, sino u n solo f e n ó m e n o :
surgimiento d e u n nuevo Presente q u e preterifica al Presente q u e él
era, y Preterificación d e u n Presente, q u e e n t r a ñ a la a p a r i c i ó n de
un Para-sí p a r a el cual ese Presente se convertirá en pasado. El
f e n ó m e n o del devenir t e m p o r a l es u n a modificación global, ya q u e
u n Pasado q u e n o f u e r a P a s a d o de n a d a n o sería ya u n Pasado,
puesto que u n Presente debe ser necsariamente Presente de ese Pa-
sado. Esta metamorfosis, p o r otra parte, n o alcanza sólo al Presente
p u r o : el P a s a d o anterior y el F u t u r o son alcanzados igualmente. E l
P a s a d o del Presente q u e h a sufrido la modificación de Preteridad
se vuelve Pasado d e u n Pasado, o Pluscuamperfecto. E n lo q u e le
concierne, q u e d a suprimida de u n a vez la heterogeneidad del Pre-
sente y del Pasado, ya q u e lo q u e se distinguía del P a s a d o c o m o
Presente se convirtió en Pasado. E n el curso d e la metamorfosis, el
Presente sigue siendo Presente d e este Pasado, p e r o se convierte en
Prsente p a s a d o d e ese Pasado. Ello significa, en p r i m e r término,
q u e es homogéneo a la serie del P a s a d o q u e se r e m o n t a d e él hasta
el nacimiento; y ademas, q u e ya n o es u n Pasado en la f o r m a del
tener-de-serlo, sino en el m o d o del haber-tenido-de-serlo. El nexo
entre P a s a d o y P l u s c u a m p e r f e c t o es un n e x o q u e es en el m o d o del
En-sí; y este nexo a p a r e c e sobre el f u n d a m e n t o del Para-sí presente.
Éste sostiene la serie del Pasado y d e los pluscuamperfectos, soldados
en u n solo bloque.
El F u t u r o , por otra parte, a u n q u e alcanzado a n á l o g a m e n t e por
la metamorfosis, n o d e j a de ser f u t u r o , es decir, d e p e r m a n e c e r f u e r a
del Para-sí, delante, allende el ser; p e r o se convierte en f u t u r o de
un pasado, o f u t u r o anterior. P u e d e m a n t e n e r dos clases d e rela-
ciones con el Presente nuevo, según se t r a t e del F u t u r o i n m e d i a t o
o del F u t u r o remoto. E n el primer caso, el Presente s e . d a c o m o
siendo ese F u t u r o con respecto al P a s a d o : "Es lo q u e yo esperaba:
helo a q u í . " Es el Presente d e su P a s a d o en el m o d o del F u t u r d
anterior d e ese Pasado. Pero, a la vez q u e es Para-sí c o m o el F u t u r o
de- ese Pasado, se realiza c o m o Para-si, y p o r lo t a n t o c o m o n o siendo
lo q u e el. F u t u r o p r o m e t í a ser. H a y desdoblamiento: el Presente se
convierte en F u t u r o anterior del Pasado, al tiempo q u e niega ser ése
F u t u r o . Y el F u t u r o primitivo n o es realizado p a r a n a d a : ya n o es
f u t u r o con respecto al Presente, sin d e j a r d e ser f u t u r o con respec-
to al Pasado. Se convierte en el Copresente irrealizable del Presente
y conserva u n a idealidad total: " ¿ Y es esto lo q u e yo esperaba?"
Sigue siendo f u t u r o idealmente copresente del Presente, como F u t u r o
irrealizado del P a s a d o de este Presente.
E n el caso en que el F u t u r o es remoto, sigue siendo f u t u r o con
respecto al nuevo Presente, pero, si el presente n o se constituye a sí
mismo como f a l t a d e ese F u t u r o , pierde su carácter d e posibilidad.
E n este caso, el F u t u r o anterior se convierte en posible indiferente
c o n respecto al nuevo Presente, y n o en su Posible. E n tal sentido,
n o se posibiliza más, p e r o recibe al ser-en-sí en t a n t o q u e posible.
Se convierte en Posible dado, es decir, en Posible en sí d e u n Para-sí
convertido en En-sí. Ayer, h a sido posible —Como m i Posible— que
m e m a r c h a r a al c a m p o el lunes próximo. Hoy, ese Posible ya n o
es m á s mi Posible; sigue siendo el objeto tematizado d e m i contem-
plación a título del Posible siempre f u t u r o q u e he sido. Pero su
único nexo con mi Presente consiste en q u e tengo d e ser en el m o d o
del " e r a " ese Presente convertido en u n Pasado del cual n o h a de-
j a d o d e ser, allende m i Presente, el Posible. Pero F u t u r o y Presente
pasado se h a n solidificado en En-sí sobre el f u n d a m e n t o de M i
Presente. Asi, el F u t u r o , en el curso del proceso temporal, pasa al
en-sí sin perder n u n c a su carácter d e F u t u r o . Mientras n o sea al-
c a n z a d o p o r el Presente, se convierte simplemente en F u t u r o dado.
C u a n d o es alcanzado, q u e d a a f e c t a d o p o r el carácter de idealidad:
pero esta idealidad es idealidad en sí, pues se presenta c o m o falta
dada de u n pasado dado y n o c o m o el f a l t a n t e q u e u n Para-sí pre-
sente tiene-de-ser en el m o d o del no ser. C u a n d o el F u t u r o es pre-
terido-trascendido, p e r m a n e c e p a r a siempre, al m a r g e n d e la serie
de los Pasados, como F u t u r o anterior: F u t u r o anterior de tal 0 cual
P a s a d o convertido en Pluscuamperfecto, F u t u r o ideal d a d o como
copresente a u n Presente convertido en Pasado.
Falta e x a m i n a r la metamorfosis del Para-sí presente en Pasado
con surgimiento conexo d e un nuevo Presente. El error estaría en
creer q u e haya abolición del Presente anterior con surgimiento de
u n Presente en-sí q u e retuviera u n a imagen del Presente desapare-
cido. E n cierto sentido, convendría casi invertir los términos para
hallar la verdad, pues la preterificación del ex presente es paso al
en-sí, mientras que la aparición de un nuevo presente es nihilización
de ese eii-sí. El Presente n o es u n nuevo En-sí; es lo q u e n o es, lo
q u e es allende el ser; es aquello de q u e n o p u d e decir "es" sino en
P a s a d o ; el! Pasado n o es en absoluto abolido, es lo q u e se h a convertido
en lo q u e era, es el Ser del Presente. Pór último, c o m o lo hemos
señalado suficientemente, la relación entre_> Presente y P a s a d o es u n a
relación de ser y n o de representación.
D e suerte q u e el p r i m e r carácter q u e nos llama la atención es
la recuperación del Para-sí p o r el Ser, como si aquél ya n o tuviera
fuerzas p a r a sostener su p r o p i a n a d a . L a fisura p r o f u n d a q u e el
Para-sí tiene d e ser q u e d a rellenada; l a N a d a q u e debe "ser sida"
d e j a de serlo, es expulsada, en la m e d i d a e n q u e el Ser-Para-sí pre-
terificado se convierte e n u n a cualidad del En-sí. Si h e experimen-
t a d o tal o cual tristeza e n el pasado, n o es ya en t a n t o q u e m e h e
hecho experimentarla; esa tristeza n o tiene ya la exacta m e d i d a de
ser q u e p u e d e tener u n a apariencia q u e se h a c e su p r o p i o testigo;
ella es p o r q u e h a sido, el ser le viene casi c o m o u n a necesidad ex-
t e m a . El Pasado es u n a f a t a l i d a d al revés: el Para-sí p u e d e hacerse
lo q u e quiera, p e r o n o p u e d e escapar a la necesidad d e ser irre-
mediablemente p a r a u n nuevo Para-sí lo q u e h a querido ser. Por
eso,.el Pasado es u n Para-sí q u e h a cesado de ser presencia tras-
cendente al En-sí. Siendo él mismo en sí, h a c a í d o en medio del
mundo. L a q u e tengo d e ser, lo soy c o m o presencia al m u n d o q u e
n o soy, p e r o lo q u e yo era, lo e r a en m e d i o del m u n d o , a la m a n e r a
d e las cosas, a título d e existente i n t r a m u n d a n o . E m p e r o , este m u n d o
en el cual el Para-sí tiene-de-ser lo q u e e r a n o p u e d e ser aquel
mismo al cual es a c t u a l m e n t e presente. Así se constituye el Pasado
del Para-sí c o m o presencia p a s a d a a u n estado p a s a d o del m u n d o .
A u n si el m u n d o n o h a sufrido n i n g u n a variación mientras el P a r a -
sí " p a s a b a " del Presente al Pasado, es c a p t a d o , p o r lo menos, c o m o
habiendo sufrido el mismo cambio f o r m a l q u e acabamos d e describir
en el seno del ser-para-sí. C a m b i o q u e n o es sino u n reflejo del ver-
d a d e r o cambio interno d e la conciencia. D i c h o d e otro m o d o , el
Para-sí q u e cae en el P a s a d o c o m o ex presencia al ser convertida
en en-sí, se convierte en u n ser "en-medio-del-mundo", y el m u n d o
es retenido en la dimensión pasada c o m o aquello e n m e d i o d e lo cual
el Para-sí pasado es en sí. C o m o la Sirena, cuyo c u e r p o h u m a n o
termina en cola d e pez, el Para-sí e x t r a m u n d a n o t e r m i n a tras d e sí
en cosa en el mundo. Estoy encolerizado, melancólico; tengo el com-
plejo de E d i p o o el complejo d e inferioridad, p a r a siempre; p e r o en
el pasado, e n la f o r m a del " e r a " , e n m e d i o del m u n d o , como soy
funcionario, o m a n c o , o proletario. E n el pasado, el m u n d o m e en-
claustra y m e pierdo en el determinismo universal; pero trasciendo
radicalmente m i pasado hacia el porvenir, en la m e d i d a misma en
q u e yo "lo e r a " .
U n Para-sí q u e h a exprimido toda su n a d a , q u e h a sido reco-
b r a d o por el En-sí y q u e se diluye en el m u n d o ; tal es el Pasado
q u e tengo de ser, tal es la vicisitud del Para-sí. Pero esta vicisitud
se p r o o u c e en u n i d a d con la aparición d e u n Para-sí q u e se nihiliza
c o m o Presencia al m u n d o y q u e tiene de ser el Pasado q u e él tras-
ciende. ¿ C u á l es el sentido de este surgimiento? Nos cuidaremos de
ver en él la aparición de u n ser nuevo. T o d o ocurre c o m o si el
Presente f u e r a u n p e r p e t u o a g u j e r o d e ser, rellenado en seguida y
p e r p e t u a m e n t e renaciente; (Jomo si el Presente f u e r a u n a p e r p e t u a
f u g a a n t e la a m e n a z a de ser enviscado en "en-sí", hasta la victoria
final del en-sí q u e lo arrastrará a u n P a s a d o q u e n o es ya pasado
d e n i n g ú n Para-sí. Esta victoria es la d e la m u e r t e , pues la m u e r t e
es la detención radical de la T e m p o r a l i d a d p o r preterificación de
todo el sistema, o, si se prefiere, recuperación d e la T o t a l i d a d hu-
m a n a p o r el En-sí.
¿ C ó m o podemos explicar este carácter dinámico d e la tempo-
ralidad? Si ésta n o es — c o m o esperamos haberlo mostrado— u n a
cualidad contingente q u e se agrega al ser del para-sí, será menester
poder mostrar q u e su- d i n á m i c a es u n a estructura esencial del para-sí
concebido c o m o el ser que- tiene-de-ser su propia n a d a . Volveremos
a encontrarnos, al parecer, en nuestro p u n t o de partida.
Pero, en verdad, h o hay problema. Si hemos creído encontrar
uno, se debe a que, pese a nuestros esfuerzos p o r pensar al Para-sí
como tal, n o hemos p o d i d o evitar fijarlo e n . e n - s í . , E n efecto: sólo
si partimos del én-sí p u e d e constituir u n problema la aparición del
cambio; si el en-sí es lo q u e es, ¿ c ó m o p u e d e no serlo más? Pero
si se parte, al contrario, d e u n a comprensión a d e c u a d a del para-sí,
lo q u e habría q u e explicar n o sería ya el cambio, sino m á s bien la
permanencia, si ésta pudiera existir. Si, en efecto, consideramos
nuestra' descripción del orden del tiempo, f u e r a d e todo lo q u e pu-
diera provenirle d e su curso, aparece claramente q u e u n a tempora-
lidad reducida a su orden se convertiría al p u n t o en temporalidad
en-sí. El carácter ék-stático del ser temporal n o cambiaría en n a d a ,
ya q u e este carácter se e n c u e n t r a también en el pasado, n o como
constitutivo del para-sí sino c o m o cualidad soportada por el en-sí.
E n efecto, si encaramos u n F u t u r o en t a n t o q u e es p u r a y simple-
mente F u t u r o d e u n para-sí, el cual es para-sí de cierto pasado, y
si consideramos q u e el cambio es u n problema n u e v o con respecto
a la descripción d e la temporalidad c o m o tal, entonces conferimos
al F u t u r o , concebido c o m o este F u t u r o , u n a inmovilidad instantá-
n e a ; hacemos del para-sí u n a cualidad f i j a d a , a la q u e p u e d e desig-
narse; el c o n j u n t o , finalmente, se convierte en totalidad hecha-, el
f u t u r o y el p a s a d o limitan al para-sí constituyéndole límites dados.
El c o n j u n t o , c o m o temporalidad q u e es, se e n c u e n t r a petrificado e n
t o r n o de u n núcleo sólido q u e es el instante presente del para-sí, y
el problema, entonces, consiste en explicar c ó m o de este instante puede
surgir otro instante con su cortejo de pasado y de f u t u r o . H e m o s
escapado al instantaneísmo, en la m e d i d a en que el instante sería
la única realidad en-sí limitada por u n a n a d a de porvenir y u n a
n a d a de pasado, pero hemos recaído en él al admitir implícitamente
u n a sucesión de totalidades temporales, c a d a u n a de las cuales estaría
c e n t r a d a en torno de u n instante. E n u n a p a l a b r a , hemos d o t a d o
al instante d e dimensiones ek-státicas, pero n o p o r eso lo hemos su-
primido, lo que significa que hacemos soportar la totalidad temporal
por lo i n t e m p o r a l ; el tiempo, si es, torna a convertirse en u n sueño.
Pero el c a m b i o pertenece n a t u r a l m e n t e al para-sí en t a n t o q u e
este para-sí es espontaneidad. U n a espontaneidad de la cual pudiera
decirse: es o, simplemente, esta espontaneidad, debería dejarse definir
por ella misma, esto es, que sería f u n d a m e n t o n o sólo de su n a d a
de ser sino también d e su ser, y que, simultáneamente, el ser la
recuperaría p a r a f i j a r l a en algo dado. U n a espontaneidad q u e se
pone en t a n t o que espontaneidad está obligada, por ese mismo he-
cho, a denegar lo que ella p o n e ; si no, su ser se convertiría en algo
adquirido, y en virtud d e lo a d q u i r i d o se p e r p e t u a r í a en el ser. Y
esa misma denegación es algo a d q u i r i d o q u e ella debe denegar so
p e n a de enviscarse en u n a prolongación inerte de su existencia. Se
dirá q u e estas nociones d e prolongación y adquisición suponen ya
la temporalidad, y es cierto. Pero la espontaneidad constituye ella
misma lo adquirido por medio del denegar, y el denegar p o r medio
de lo adquirido, pues ella n o p u e d e ser sin temporalizarse. Su natu-
raleza propia consiste en n o aprovechar lo a d q u i r i d o q u e ella cons-
tituye al realizarse c o m o espontaneidad. Es imposible concebir la es-
p o n t a n e i d a d de otro modo, a menos de contraerla a u n instante y,
así, f i j a r l a en en-sí, es decir, suponer u n tiempo trascendente. Sería
v a n o o b j e t a r q u e n o podemos pensar n a d a sino b a j o la f o r m a tem-
poral y q u e nuestra exposición contiene u n a petición d e principio,
ya q u e temporalizamos al ser p a r a luego h a c e r Surgir d e él el tiempo;
en v a n o se recordarían los pasajes de la Crítica en q u e K a n t muestra
q u e u n a espontaneidad i n t e m p o r a l es inconcebible p e r o n o contra-
dictoria. Nos parece, al contrario, q u e u n a espontaneidad q u e n o
se evadiera d e ella m i s m a y q u e n o se evadiera d e esta evasión mis-
m a ; u n a espontaneidad d e la q u e p u d i e r a decirse: es esto, y q u e se
d e j a r a encerrar e n u n a denominación inmutable, sería precisamente
u n a contradicción y equivaldría f i n a l m e n t e a u n a esencia particular
afirmativa, e t e r n o sujeto q u e n o es n u n c a predicado. Y precisamente
su carácter d e espontaneidad constituye la irreversibilidad misma d e
sus evasiones, p u e s t o que, precisamente, desde q u e aparece, aparece
p a r a denegar, y el o r d e n "posición-denegación" n o es reversible. L a
posición misma, en efecto, se realiza e n denegación sin alcanzar j a m á s
la plenitud a f i r m a t i v a ; si no, se agotaría en u n en-sí i n s t a n t á n e o ; y
sólo a título d e denegada pasa al ser en la totalidad de su realización.
L a serie u n i t a r i a d e lo " a d q u i r i d o - d e n e g a d o " tiene, por otra parte,
u n a prioridad ontólógica sobre el cambio, ya q u e éste es simplemente
la relación e n t r e los contenidos materiales d e la serie. Y hemos mos-
t r a d o la irreversibilidad misma de la temporalización c o m o necesaria
p a r a la f o r m a e n t e r a m e n t e vacía y a priori d e u n a espontaneidad.
H e m o s expuesto nuestra tesis utilizando el concepto d e espon-
taneidad, q u e nos h a parecido m á s familiar a nuestros lectores. Pero
p o d e m o s a h o r a r e t o m a r esas ideas e n la perspectiva del para-sí y
con nuestra terminología propia. U n para-sí q u e n o d u r a r a , p e r m a -
necería sin d u d a c o m o negación del en-sí trascendente y t o m o ni-
hilización d e su p r o p i o ser en la f o r m a del "reflejo-reflejan te". Pero
esta nihilización se convertiría e n algo dado, es decir, adquiriría la
contingencia del en-sí, y el para-sí d e j a r í a d e ser el f u n d a m e n t o de
su p r o p i a n a d a ; n o sería ya n a d a c o m o teniendo-de-serlo, sino que,
en la u n i d a d nihilizadora d e la p a r e j a reflejo-reflejante, sería. L a
h u i d a del para-sí es denegación d e la contingencia, p o r el acto mismo
q u e lo constituye c o m o siendo f u n d a m e n t o d e su n a d a . Pero esta
h u i d a constituye precisaínente c o m o contingencia a lo q u e es r e h u i d o :
el para-sí r e h u i d o es d e j a d o en el lugar. N o p o d r í a aniquilarse, ya
q u e yo l o soy; p e r o t a m p o c o p o d r í a ser c o m o f u n d a m e n t o d e su pro-
pia n a d a , ya q u e n o p u e d e serlo sino en la h u i d a : el para'-sí está
cumplido. L o q u e vale p a r a el para-sí como presencia a . . . . conviene
también, n a t u r a l m e n t e , a la totalidad d e la temporalización. Esta
totalidad n o es n u n c a a c a b a d a m e n t e ; es totalidad q u e se deniega y
q u e se h u y e ; es a r r a n c a m i e n t o a sí e n la u n i d a d d e u n mismo sur-
gimiento, totalidad inaferrable, que, en el m o m e n t o d e darse, está
ya m á s allá dé ese d o n de sí.
Así, el tiempo d e la conciencia es la realidad h u m a n a q u e se
temporaliza c o m o totalidad q u e es p a r a sí m i s m a su p r o p i a inconclu-
sión; es la n a d a que se desliza en u n a totalidad c o m o f e r m e n t o des-
totalizador. Esta totalidad q u e corre en pos d e sí y se deniega a
la vez, q u e n o p o d r í a encontrar en sí misma término a l g u n o a su
trascender, • p o r q u e ella es su propio trascender y se trasciende hacia
sí misma, n o p o d r í a existir en n i n g ú n caso en los límites de u n ins-
tante. J a m á s hay instante en q u e se p u e d a a f i r m a r q u e el para-sí
es, porque, precisamente, el para-sí n o es jamás. Y la temporalidad,
al contrario, se temporaliza e n t e r a m e n t e c o m o denegación del instante.

III

TEMPORALIDAD ORIGINAL Y TEMPORALIDAD PSIQUICA:


LA REFLEXIÓN

E l para-sí d u r a en f o r m a d e conciencia no-tética (de) d u r a r .


Pero p u e d o "sentir correr el t i e m p o " y c a p t a r m e a m í mismo como
u n i d a d de sucesión. E n este caso, tengo conciencia d e d u r a r . Esta
conciencia es tética y se parece m u c h o a u n conocimiento, exacta-
m e n t e c o m o la d u r a c i ó n q u e se temporaliza b a j o mis miradas está
m u y p r ó x i m a a u n objeto de conocimiento. ¿ Q u é relación p u e d e
existir e n t r e la t e m p o r a l i d a d original y esta temporalidad psíquica
q u e e n c u e n t r o desde q u e m e c a p t o a m í mismo " d u r a n d o " ? Este
p r o b l e m a nos c o n d u c e al p u n t o a otro, pues la conciencia de d u r a -
ción es conciencia de u n a conciencia q u e d u r a ; por consiguiente,
p l a n t e a r la cuestión d e la naturaleza y d e los derechos d e esta con-
ciencia tética d e d u r a c i ó n equivale a p l a n t e a r la d e la naturaleza
y los derechos de la reflexión. E n efecto: la temporalidad aparece
a la reflexión en f o r m a d e d u r a c i ó n psíquica, y todos los procesos
d e duración psíquica pertenecen a la conciencia refleja. Así, pues,
antes d e p r e g u n t a r n o s c ó m o u n a duración psíquica p u e d e consti-
tuirse en objeto i n m a n e n t e de reflexión, debemos t r a t a r de responder
a esta cuestión p r e v i a : ¿ c ó m o es posible la reflexión p a r a u n ser
q u e n o p u e d e ser sino en pasado? L a reflexión es d a d a por Des-
cartes y por Husserl cómo u n tipo de intuición privilegiada porque
c a p t a la conciencia en u n acto de i n m a n e n c i a presente e instantáneo.
M a n t e n d r á su certeza si el ser al cual h a d e conocer es pasado con
respecto a ella? Y, c o m o t o d a nuestra ontología tiene su f u n d a m e n t o
en u n a experiencia refleja, ¿ n o corre el riesgo de perder todos sus
derecho^? Pero, e n realidad, ¿ d e b e ser éfectivamente el ser pasado
el objeto d e las conciencias reflexivas? Y la p r o p i a reflexión, si es
para-sí, ¿ debe limitarse' a u n a existencia y a u n a certeza, instantá-
neas? N o podemos decidir sobre ello sin volver sobre el f e n ó m e n o
reflexivo p a r a d e t e r m i n a r su estructura.
L a reflexión es el para-sí consciente de sí-mismo. C o m o el para-
sí es ya conciencia n o tética (de) sí, se acostumbra representar la
reflexión c o m o u n a conciencia nueva, bruscamente aparecida, ases-
t a d a sobre la conciencia refleja y en simbiosis con ella. Se reconoce
ahí la vieja idea ideae de Spinoza.
Pero, a p a r t e de q u e es difícil explicar el surgimiento ex nihilo
de la conciencia reflexiva, resulta e n t e r a m e n t e imposible d a r cuenta
de su u n i d a d absoluta con la conciencia refleja, u n i d a d merced sólo
a la cual se t o r n a n concebibles los derechos y la certeza de la intui-
ción reflexiva. N o podríamos, en efecto, definir aquí el esse d e lo
reflexo c o m o u n percipi, puesto que, precisamente, su ser es tal que
n o necesita ser percibido p a r a -existir. Y su relación p r i m e r a con la
reflexión n o p u e d e ser la relación -unitaria d e u n a representación
con u n sujeto pensante. Si el existente conocido debe tener la misma
dignidad d e ser q u e el existente cognoscente, la relación entre ambos
existentes debe describirse, en suma, eñ la perspectiva del realismo
ingenuo. Pero, precisamente, encontraremos entonces la dificultad
m á x i m a del realismo: ¿ c ó m o dos todos aislados, independientes y
provistos de esa suficiencia d e ser q u e los alemanes llaman Selbst-
standigkeit, p u e d e n m a n t e n e r relaciones entre sí, y particularmente
ese tipo d e relaciones internas q u e se d e n o m i n a conocimiento? Si
concebimos primeramente la reflexión como u n a conciencia autó-
noma, jamás podremos reuniría después Con • la conciencia refleja.
Ambas serán siempre dos, y si, p o r u n imposible, la conciencia re-
flexiva pudiera ser conciencia de la conciencia refleja, n o p o d r í a
tratarse sino d e u n nexo exterior entre ambas coñciencias; c u a n d o
m u c h o , podríamos imaginar que la reflexión, aislada en sí, posee
como u n a imagen d e la conciencia refleja, y recaeríamos en el idea-
lismo: el conocimiento reflexivo y, en particular, el cogito perde-
rían su certeza y n o obtendrían en c a m b i o sino cierta probabilidad,
mal definible por otra parte. Conviene, pues, q u e la reflexión se u n a
a lo reflexo por u n nexo de ser; que la conciencia reflexiva sea la
conciencia refleja.
Pero, por otra parte, n o p o d r í a tratarse aquí de u n a identifica-
ción total entre lo reflexivo y lo reflexo, q u e suprimiría de u n trazo
el f e n ó m e n o de reflexión sin d e j a r subsistir otra cosa que la d u a l i d a d
f a n t a s m a "reflejo-reflejante". E n c o n t r a m o s aquí, u n a vez más, ese
tipo d e ser q u e define al para-sí: la reflexión exige, si h a d e ser
evidencia apodíctica, q u e lo reflexico sea lo reflexo. Pero, en la me-
d i d a en q u e la reflexión es conocimiento, es menester que lo reflexo
sea objeto p a r a lo reflexivo, lo q u e implica separación d e ser. Así,
es necesario a la vez q u e lo reflexivo sea y no sea lo reflexo. Esta
estructura ontológica la hemos descubierto ya en el meollo mismo
del p a r a sí. Pero entonces n o tenía e n t e r a m e n t e la misma significa-
ción. E n efecto, suponía en los dos términos, "reflejo y r e f l e j a n t e " ,
de la dualidad esbozada, u n a unselbststandigkeit radical, es decir,
u n a incapacidad tal de ponerse separadamente, q u e la d u a l i d a d per-
m a n e c í a p e r p e t u a m e n t e evanescente y q u e c a d a término, al ponerse
p a r a el otro, se convertía en el otro. Pero, en el caso de la reflexión,
ocurre de m o d o algo diferente, pues el "reflejo-reflejante" reflexo.
existe p a r a u n "reflejo-reflejante" reflexivo. D i c h o de otro m o d o ,
lo reflexo es apariencia p a r a lo reflexivo, sin d e j a r de ser p o r eso
testigo (de) sí, y lo reflexivo es testigo d e lo reflexo sin d e j a r p o r
eso d e ser p a r a sí mismo apariencia. Y hasta o c u r r e q u e lo reflexo
es apariencia p a r a lo reflexivo, en tanto que se refleja en sí; y q u e
lo reflexivo no p u e d e ser testigo sino en t a n t o q u e es conciencia (de)
serlo, es decir, en la exacta m e d i d a en que este testigo que él es es u n
reflejo p a r a u n reflejante q u e es él también. L o reflexo y lo refle-
xivo tienden, pues, cada u n o a la Selbststándigkeit, y . e l nada q u e
los separa los divide m á s p r o f u n d a m e n t e de lo q u e la n a d a "del
para-sí separa al reflejo del reflejante. Sólo q u e h a de notarse: l 9
que lo reflexivo c o m o testigo n o p u e d e tener su ser de testigo sino
en y por la apariencia; es decir, q u e está p r o f u n d a m e n t e tocado en
su ser por su reflexividad y que, en t a n t o q u e tal, n o p u e d e n u n c a
alcanzar la selbststándigkeit a que a p u n t a , ya q u e t o m a su ser de
su función, y su f d n c i ó n del para-sí reflexo; 2 9 q u e lo reflexo está
p r o f u n d a m e n t e alterado p o r la reflexión, en el sentido d e q u e es
conciencia (de) sí c o m o conciencia refleja de tal o cual f e n ó m e n o
trascendente. Se sabe m i r a d o ; n o p o d r í a comparárselo m e j o r , p a r a
utilizar u n a inlagen sensible, q u e a u n h o m b r e q u e escribe, inclinado
sobre u n á mesa, y que, mientras está escribiendo, se sabe observado
p o r alguien a su espalda. T i e n e ya, pues, en cierto m o d o , conciencia
( d e ) sí m i s m o c o m o u n afuera o, m á s bien, el esbozo d e u n afuera;
es decir, q u e se h a c e a sí m i s m o o b j e t o p a r a . . . , d e m o d o q u e su
sentido d e ser lo reflexo es inseparable d e lo reflexivo, y existe allá,
a distancia d e él, e n la conciencia q u e lo refleja. E n este sentido,
posee t a n p o c a selbststandigkeit c o m o lo reflexivo mismo. Husserl
nos dice q u e lo reflexo "se d a c o m o h a b i e n d o sido antes d e l a refle-
xión". P e r o h e debemos e n g a ñ a r n o s : la selbststandigkeit de lo
irreflexivo e n t a n t o q u e irreflexivo, con respecto a t o d a reflexión
posible, n o p a s a al f e n ó m e n o d e reflexión, puesto que, precisamente,
el f e n ó m e n o p i e r d e su c a r á c t e r d e irreflexivo. H a c e r s e refleja, p a r a
u n a conciencia, es sufrir u n a modificación p r o f u n d a e n su ser y
p e r d e r precisamente la selbststandigkeit q u e poseían en t a n t o que
cuasi-totalidad " r e f l e j a d a - r e f l e j a n t e " . P o r último, en la m e d i d a en
q u e u n a n a d a s e p a r a lo- reflexo d e lo reflexivo, esa n a d a , q u e n o
p u e d e s a c a r su ser d e sí misma, d e b e "ser sida". E n t e n d a m o s p o r
ello q u e sólo u n a e s t r u c t u r a d e ser u n i t a r i a p u e d e ser su p r o p i a n a d a ,
e n f o r m a d e tener-de-serlo. N i lo reflexivo n i lo reflexo, e n efecto,
p u e d e n d e c r e t a r esa n a d a separadora. P e r o la reflexión es un ser,
lo m i s m o q u e el para-sí irreflexivo; n o u n a adición d e ser; un ser
que tiene-de-ser su propia nada: n o es la a p a r i c i ó n d e u n a con-
ciencia n u e v a d i r i g i d a sobre el para-sí; es u n a modificación intraes-
t r u c t u r á l q u e el para-sí realiza e n sí; e n u n a p a l a b r a , es el m i s m o
para-sí q u e se h a c e existir e n el m o d o reflexivo-reflexo e n vez d e
ser simplemente en el m o d o reflejo-reflejante; y ese n u e v o m o d o
d e ser d e j a subsistir, p o r otra parte, el m o d o reflejo-reflejante, a
título d e e s t r u c t u r a i n t e r n a p r i m a r i a . Q u i e n reflexiona sobre m í n o
es n o sé q u é p u r a m i r a d a i n t e m p o r a l ; soy yo, yo q u e d u r o , compro-
m e t i d o e n el circuito d e m i ipseidad, e n peligro e n el m u n d o , con
*mi historicidad. Simplemente, esta historicidad y ese ser en el m u n d o
y a q u e l circuito d e ipseidad son vividos e n el m o d o del desdobla-
m i e n t o reflexivo p o r el para-sí q u e soy yo.
C o m o h e m o s visto, lo reflexivo está s e p a r a d o d e lo reflexo p o r
u n a n a d a . Asi, el f e n ó m e n o d e reflexión es u n a nihilización del
para-sí q u e n o le viene de a f u e r a , sino q u e él tiene-de-ser. ¿De
d ó n d e p u e d e venir esa n i h i l i z a c i ó n ' m á s a v a n z a d a ? ¿ C u á l p u e d e ser
su m o t i v a c i ó n ?
E n el surgimiento del para-sí c o m o presencia al ser, h a y u n a dis-
persión original: el para-sí se p i e r d e a f u e r a , j u n t o al en-sí y e n los
tres ék-stasis temporales. Está f u e r a d e sí m i s m o y, en lo m á s í n t i m o
de sí, ese ser-para-sí es ek-stático, ya q u e d e b e buscar su ser en o t r a
parte, e n el r e f l e j a n t e q u e se h a c e reflejo, en el. reflejo q u e se p o n e
c o m o reflejante. El surgimiento del para-sí ratifica el f r a c a s o del
en-sí q u e n o h a p o d i d o ser su p r o p i o f u n d a m e n t o . L a reflexión
q u e d a c o m o u n a posibilidad p e r m a n e n t e del para-sí, tentativa d e
recuperación d e ser. P o r la reflexión, el para-sí q u e se pierde f u e r a
d e sí i n t e n t a interiorizarse en su ser; es u n segundo esfuerzo p a r a
f u n d a r s e ; se trata, p a r a él, de ser para sí-mismo lo que él es. E n
efecto: si la cuasi-dualidad reflejo-reflejante f u e r a r e u n i d a en u n a
totalidad p o r u n testigo idéntico a ella misma, ella sería a sus propios
ojos lo q ü e es. Se trata, en suma, d e sobrepasar al ser q u e huye d e
sí siendo lo q u e es en el m o d o d e n o serlo, q u e t r a n s c u r r e siendo su
p r o p i o transcurrir y q u e huye d e e n t r e sus propios dedos, p a r a h a c e r
de él u n algo dado, algo d a d o que, p o r fin, sea lo que es; se t r a t a
de reunir en la u n i d a d de u n a m i r a d a esa totalidad inconclusa q u e
n o es inconclusa sino p o r q u e ella es p a r a sí m i s m a su p r o p i a incon-
clusión; de escapar de la esfera d e la p e r p e t u a remisión q u e tiene
d e ser p a r a sí misma remisión; y, precisamente p o r q u e se h a n re-
h u i d o así las mallas de esa remisión, hacerla ser c o m o remisión vista,
es decir, c o m o remisión q u e es lo q u e es. Pero, al m i s m o tiempo, es
preciso q u e ese ser q u e se r e c u p e r a y se f u n d a c o m o d a d o , es decir,
que se confiere la contingencia del ser p a r a salvarla f u n d á n d o l a ,
sea él mismo lo q u e r e c u p e r a y f u n d a , lo q u e él salva d e la disgre-
gación ek-stática. L a motivación d e la reflexión consiste en u n a do-
ble tentativa simultánea de objetivación y d e interiorización. Ser
p a r a sí m i s m o c o m o el objeto-en-sí en la u n i d a d absoluta d e la in-
teriorización, h e ahí lo q u e el ser-reflexión tiene d e ser.
Este esfuerzo p o r ser p a r a sí-mismo su p r o p i o f u n d a m e n t o , p o r
r e c o b r a r y d o m i n a r su p r o p i a h u i d a en interioridad, p o r ser final-
m e n t e esa huida, en vez d e temporalizarla c o m o h u i d a q u e h u y e de
sí misma, debe t e r m i n a r en u n f r a c a s o ; y este fracaso, precisamente,
es la reflexión. E n efecto; ese ser q u e se pierde, es él mismo quien
tiene-de-recuperarlo, y él debe ser esta recuperación en el m o d o d e
ser q u e es el suyo, es decir, en. el m o d o del para-sí, y, p o r ende, d e
la h u i d a . En tanto que para-sí, el para-sí i n t e n t a r á ser lo q u e es,
o, si se prefiere, será para sí lo q u e él es-para-sí. D e este m o d o , la
reflexión, o tentativa d e recobrar el para-sí p o r reversión sobre sí,
c u l m i n a e n la aparición del para-sí p a r a el para-sí. El ser q u e quiere
f u n d a r en el ser n o es él mismo f u n d a m e n t o sino de su p r o p i a n a d a .
El c o n j u n t o permanece, pues, c o m o en-sí nihilizado. Y, al mismo
t i e m p o , la reversión del ser sobre sí n o p u e d e sino h a c e r a p a r e c e r
u n a distancia e n t r e lo q u e se r e v i e r t e sobre sí y a q u e l l o sobre lo q u e
se o p e r a esa reversión. E s t a reversión sobre sí es a r r a n c a m i e n t o a
sí p a r a revertirse. Y la reversión sobre sí h a c e a p a r e c e r la n a d a re-
flexiva. P u e s l a n e c e s i d a d d e e s t r u c t u r a del para-sí exige q u e n d
p u e d a ser r e c u p e r a d o e n su ser sino p o r u n ser q u e exista e n f o r m a
d e p a r a s í D e este m o d o , el ser q u e o p e r a la r e c u p e r a c i ó n d e b e
constituirse e n el m o d o del para-sí y el ser q u e h a d e ser r e c u p e r a d o
d e b e existir c o m o para-sí. Y estos dos seres d e b e n ser el mismo ser]
p e r o p r e c i s a m e n t e , e n t a n t o q u e se r e c u p e r a , h a c e existir e n t r e sí
m i s m o y sí m i s m o , e n la u n i d a d del ser, u n a d i s t a n c i a absoluta.
Este f e n ó m e n o d e reflexión es u n a posibilidad p e r m a n e n t e del p a r a -
sí, p o r q u e la escisiparidad reflexiva está e n p o t e n c i a e n el para-sí
r e f l e x o : basta, e n efecto, q u e el para-sí r e f l e j a n t e se p o n g a para sí
c o m o testigo del reflejo, y q u e el para-sí r e f l e j o se p o n g a para sí
c o m o r e f l e j o d e ese r e f l e j a n t e . Así, l a reflexión, c o m o e s f u e r z o d e
r e c u p e r a c i ó n d e u n para-sí p o r u n para-sí q u e es él m i s m o e n el
m o d o del n o serlo, es u n estadio d e nihilización i n t e r m e d i a r i o e n t r e
la existencia del p a r a - s í p u r o y s i m p l e y la existencia para otro c o m o
a p t o d e r e c u p e r a c i ó n d e u n para-sí p o r u n p a r a - s í q u e él n o es e n
el m o d o del n o s e r l o 2 .
L a reflexión así descrita ¿ p u e d e ser l i m i t a d a e n su a l c a n c e y
sus d e r e c h o s p o r el h e c h o d e q u e el para-sí se t e m p o r a l i c e ? N o lo
creemos.
C o n v i e n e distinguir dos especies d e reflexión, si q u e r e m o s c a p -
t a r el f e n ó m e n o reflexivo e n sus relaciones con la t e m p o r a l i d a d : la
r e f l e x i ó n p u e d e ser p u r a o i m p u r a . L a reflexión p u r a , simple p r e -
sencia del para-sí reflexivo al para-sí reflejo, es a la vez la f o r m a
o r i g i n a r i a d e la reflexión, y su f o r m a i d e a l ; a q u e l l a sobre el f u n d a -
m e n t o de la c u a l a p a r e c e la r e f l e x i ó n i m p u r a , y t a m b i é n a q u e l l a
q u e j a m á s es p r e v i a m e n t e dada, a q u e l l a q u e es m e n e s t e r a l c a n z a r
p o r u n a especie d e catarsis. L a reflexión i m p u r a o cómplice, d e q u e

1
En el original, parece evidente que por errata, se lee: "sin forma de
para sí". (N. del T.)
2
Encontramos aquí esa "escisión del igual a sí mismo" que Hegel con-
sidera lo propio de la conciencia. Pero esta escisión, en lugar de conducir,
como en la Fenomenología del espíritu, a una integración más alta, no
hace sino cavar más profunda e irremediablemente la nada que separa I4
conciencia de sí. La conciencia es hegeliana, pero es su máxima ilusión.
hablaremos m á s adelante, implica la reflexión p u r a , pero la tras-
ciende p o r q u e extiende m á s lejos sus pretensiones.
¿Cuáles son los títulos y derechos d e la reflexión p u r a a la evi-
dencia? Evidentemente, consisten en q u e lo reflexivo es lo reflexo.
Si salimos d e esto, n o tendremos m e d i o a l g u n o d e legitimar la re-
flexión. Pero lo reflexivo es lo reflexo en p l e n a inmanencia, a u n q u e
en la f o r m a del "no-ser-en-sí". Esto lo m u e s t r a a las claras el hecho
d e q u e lo reflexo n o es e n t e r a m e n t e objeto, sino cuasi-objeto para
la reflexión. E n efecto, la conciencia refleja n o se entrega a ú n ¿orno
u n afuera a la reflexión, es decir, c o m o u n ser sobre el cual p u e d e
" a d o p t a r s e u n p u n t o d e vista", con respecto al cual p u e d a tomarse
distancia, p u e d a aumentarse o disminuirse la distancia q u e lo separa.
P a r a que la conciencia refleja sea "vista desde a f u e r a " y p a r a q u e
la reflexión p u e d a orientarse con respecto a ella, sería menester q u e
lo reflexivo no f u e r a lo reflexo, en el m o d o de r>o ser lo que n o es;
esta escisiparidad n o será realizada sino en la existencia para otro.
L a reflexión es u n conocimiento, n o cabe d u d a ; está provista de u n
carácter posicional; a f i r m a a la conciencia refleja. Pero toda afir-
mación, como p r o n t o veremos, está condicionada por u n a negación:
a f i r m a r este objeto es simultáneamente negar q u e yo sea este objeto.
Conocer es hacerse otro. Y precisamente lo reflexivo n o p u e d e h a -
cerse e n t e r a m e n t e otro q u e lo reflexo, ya q u e él es-para-ser lo reflexo.
Su afirmación q u e d a p a r a d a en el camino, p o r q u e su negación n o
se realiza enteramente. Así, pues, lo reflexivo n o se desprende ente-
r a m e n t e de lo reflexo y no p u e d e abarcarlo "desde u n p u n t o de
vista". Su conocimiento es totalitario, es u n a intuición f u l g u r a n t e y
sin relieve, sin p u n t o de p a r t i d a ni d e llegada. T o d o es d a d o a la
vez en u n a suerte de proximidad absoluta. L o q u e llamamos co-
m ú n m e n t e conocer supone relieves, planos, u n orden, u n a jerarquía.
A u n las esencias matemáticas se nos descubren con u n a orientación
con respecto a otras verdades, a ciertas consecuencias; no se develan
j a m á s con todas sus características a la vez. Pero la reflexión q u e
nos entrega lo reflexo n o como algo d a d o sino como el ser q u e
tenemos-de-ser, en u n a indistinción sin p u n t o d e vista, es un conoci-
miento rebalsado por sí mismo y sin explicación. A la vez, es - u n
conocimiento jamás sorprendido por sí mismo; n o nos enseña n a d a ;
simplemente, pone. En el conocimiento de u n objeto transcendente,
en efecto, hay develación del objeto, y el objeto develado p u e d e
decepcionarnos o asombrarnos. Pero en la develación reflexiva hay
posición ' d e u n ser que era ya develación en su ser. L a reflexión
se limita a h a c e r existir p a r a sí esa develación; el ser develado no
se revela c o m o algo d a d o , sino,con el c a r á c t e r d e u n " y a develado".
L a reflexión es reconocimiento m á s bien q u e conocimiento. Implica
u n a comprensión prerreflexiva d e lo q u e ella quiere recuperar, co-
m o motivación original d e la recuperación.
Pero, si lo reflexivo es lo reflexo, si esta u n i d a d d e ser f u n d a
y limita los derechos d e la reflexión, conviene agregar q u e lo re-
flexo m i s m o es su p a s a d o y su porvenir. N o cabe d u d a , pues, de
q u e lo reflexivo, a u n q u e p e r p e t u a m e n t e rebalsado p o r la totalidad de
lo reflexo q u e él es en el m o d o del n o serlo, extiende sus derechos
d e apodicticidad a esa totalidad m i s m a q u e él es. Así, la conquista
reflexiva de Descartes, el cogito, n o debe ser limitada al instante
infinitesimal. Esto m i s m o p o d r í a concluirse, p o r o t r a parte, partien-
d o del h e c h o d e q u e el pensamiento es u n acto q u e c o m p r o m e t e
al p a s a d o y se h a c e preesbozar p o r el porvenir. Dudo, p o r lo t a n t o
soy, dice Descartes. Pero ¿ q u é q u e d a r í a d e la d u d a metódica si se
la p u d i e r a limitar al instante? U n a suspensión d e juicio, quizá. P e r o
u n a suspensión d e juicio n o es u n a d u d a ; n o es sino u n a estructura
necesaria p a r a la d u d a . P a r a q u e h a y a d u d a , es menester q u e esa
suspensión sea m o t i v a d a p o r l a insuficiencia d e las razones p a r a afir-
m a r o n e g a r — l o q u e r e m i t e el pasado—, y q u e sea deliberadamente
m a n t e n i d a h a s t a la intervención d e elementos nuevos, lo q u e es ya
proyecto del porvenir. L a d u d a a p a r e c e sobre el f o n d o d e u n a com-
prensión preontológica del conocer y d e exigencias concernientes a
la v e r d a d . Esa comprensión y esas exigencias q u e confieren a la
d u d a t o d a su significación c o m p r o m e t e n la totalidad de la realidad
h u m a n a y su ser en el m u n d o ; suponen la existencia d e u n objeto
d e conocimiento y de d u d a , es decir, d e u n a p e r m a n e n c i a trascen-
d e n t e en el t i e m p o universal; así, pues, la d u d a es u n a conducta
ligada, u n a c o n d u c t a q u e representa u n o d e los modos d e ser-en-el-
m u n d o de la realidad h u m a n a . Descubrirse d u d a n d o es ya estar
p o r d e l a n t e d e sí m i s m o en el f u t u r o q u e oculta el objetivo: la
cesación y la significación de esa d u d a ; estar a la zaga de sí, en
el p a s a d o q u e oculta las motivaciones constituyentes d e la d u d a y
sus fases; y estar f u e r a d e sí, en el m u n d o , c o m o presencia al objeto
d e q u e se d u d a . L a s mismas observaciones se aplicarían a cualquier
comprobación reflexiva: leo, sueño, percibo, actúo. Esas observa-
ciones o bien d e b e r á n conducirnos a n e g a r evidencia apodíctica a
la reflexión, y entonces el conocimiento originario que de mí intento
se desmorona e n lo probable, y mi existencia misma n o es sino u n a
probabilidad, pues m i ser-en-el-instante n o es u n ser; o bien d e b e r á n
extenderse los derechos d e la reflexión a la totalidad h u m a n a , es
decir, al pasado, al porvenir, a la presencia, al objeto. Y, si hemos
visto con justeza, la reflexión es el para-sí q u e t r a t a d e recuperarse
a sí mismo c o m o totalidad en p e r p e t u a irrealización. Es la a f i r m a -
ción d e la develación del ser q u e es p a r a sí mismo su propia deve-
lación. C o m o el para-si se temporaliza, resulta d e ello: 1' q u e la
reflexión, c o m o m o d o de ser del para-sí, debe ser c o m o temporali-
zación, y q u e ella m i s m a es su p a s a d o y su p o r v e n i r ; 2 ' que, p o r
naturaleza, extiende sus derechos y su certeza h a s t a las posibilidades
q u e yo soy y h a s t a el p a s a d o q u e yo era. L o reflexivo n o es capta-
ción d e algo reflexo instantáneo, p e r o t a m p o c o es él mismo instan-
taneidad. Ello n o significa q u e lo reflexivo conozca con su f u t u r o
el f u t u r o d e lo reflexo, o con su p a s a d o el p a s a d o d e la conciencia
por conocer. Al contrario, lo reflexivo y lo reflexo se distinguen en
la u n i d a d d e su ser c o m ú n p o r el f u t u r o y el pasado. El f u t u r o d e
lo reflexivo, en efecto, es el c o n j u n t o de las posibilidades propias q u e
lo reflexivo tiene d e ser c o m o reflexivo. E n t a n t o q u e tal, n o p o d r í a
implicar u n a conciencia del f u t u r o reflexo. Las mismas observa-
ciones v a l d r í a n p a r a el p a s a d o reflexivo, a u n c u a n d o éste se f u n d e ,
finalmente, e n el p a s a d o del para-sí originario. Pero la reflexión,
si t o m a su significación d e su porvenir y d e su pasado, está ya, en
t a n t o q u e presencia q u e huye a u n a huida, ek-státicamente todo a
lo largo d e esta h u i d a . D i c h o de otro modo, el para-sí q u e se h a c e
existir en el m o d o del desdoblamiento reflexivo, en t a n t o q u e p a r a -
sí, t o m a su sentido d e sus posibilidades y d e su p o r v e n i r ; en este
sentido, la reflexión es u n f e n ó m e n o diaspórico; pero, e n t a n t o q u e
presencia a sí, es presencia presente a todas sus dimensiones ek-stá-
ticas. F a l t a explicar, se dirá, por q u é esa reflexión, q u e se p r e t e n d e
apodíctica, p u e d e cometer tantos errores acerca precisamente de ese
p a s a d o q u e usted le otorga derecho a conocer. R e s p o n d o q u e n o
comete error alguno, e n la m e d i d a exacta en q u e c a p t a el p a s a d o
c o m o aquello q u e infesta al presente en f o r m a n o temática. C u a n d o
digo: "Leo, dudo, espero, etc." — y a lo hemos mostrado—, rebalso
con m u c h o m i presente hacia el pasado. Y e n n i n g u n o d e estos
casos p u e d o e n g a ñ a r m e . L a apodicticidad d e la reflexión n o a d m i t e
dudas, en la m e d i d a en q u e c a p t a el p a s a d o e x a c t a m e n t e c o m o es
p a r a la conciencia refleja q u e tiene-de-serlo. Si, p o r o t r a parte, p u e d o
cometer muchos errores al recordar, en el m o d o reflexivo, mis sen-
timientos o ideas pasados, se debe ello a que estoy entonces en el
p l a n o de la m e m o r i a : en ese m o m e n t o , n o soy ya mi pasado, sino
q u e lo tematizo. N o estamos ya entonces en el acto reflexivo.
Así, la reflexión es conciencia de las tres dimensiones ek-státicas.
Es conciencia n o tética (de) fluir y conciencia tética de duración.
P a r a ella, el p a s a d o y el presente d e lo reflexo se p o n e n a existir
c o m o cuasi-afueras, e n el sentido d e q u e n o son retenidos solamente
en la u n i d a d d e u j i p a r a - s í q u e los agota en su ser teniendo-de-serlo,
sino t a m b i é n para u n para-sí q u e está s e p a r a d o d e ellos por u n a
n a d a ; p a r a u n para-sí que, a u n q u e existente con ellos en la u n i d a d
de u n ser, n o tiene-de-ser el ser de ellos. Por ella t a m b i é n , el fluir
tiende a ser c o m o u n a f u e r a esbozado en la inmanencia. P e r o la
reflexión p u r a n o descubre a ú n la temporalidad sino en su no-sus-
tancialidad originaria; en su denegación d e ser en-sí, descubre las
posibilidades en tanto que posibles, aligeradas p o r la libertad del
para-sí, devela el presente c o m o trascendente, y, si el p a s a d o le
a p a r e c e c o m o en-sí, es, empero, sobre el f u n d a m e n t o d e la presen-
cia. Por último, descubre el para-sí en su totalidad destotalizada en
t a n t o q u e esa individualidad i n c o m p a r a b l e q u e es ella misma en
el m o d o d e tener-de-serlo; lo descubre como lo "reflexo" p o r exce-
lencia, el ser q u e n o es n u n c a .sino c o m o sí-mismo, y q u e es siempre
ese "sí-mismo" a distancia de sí, en el porvenir, en el pasado, en el
m u n d o . L a reflexión, pues, c a p t a la temporalidad en t a n t o q u e ésta
se revela c o m o el m o d o d e ser único e incomparable de u n a ipseidad,
es decir, c o m o historicidad.
P e r o la duración psicológica q u e conocemos y d e q u e h a c e m o s
uso cotidiano, en t a n t o q u e sucesión d e formas temporales organiza-
das, está en los antípodas d e la historicidad. E n efecto, es el tejido
concreto d e unidades psíquicas d e fluencia. Esta alegría, p o r ejemplo,
es u n a f o r m a organizada que a p a r e c e después d e u n a tristeza, y an-
tes h a h a b i d o aquella humillación q u e he sufrido ayer. Las relacio-
nes de antes y después se establecen c o m ú n m e n t e entre estas unidades
de fluencia, cualidades, estados, actos; y estas unidades p u e d e n hasta
servir p a r a datar. Así, la conciencia reflexiva del hombre-en-el-mun-
d o se encuentra, en su existencia cotidiana, f r e n t e a objetos psíqui-
cos q u e son lo q u e son, q u e aparecen en la t r a m a continua d e nues-
tra t e m p o r a l i d a d c o m o diseños y motivos en su tapiz, y q u e se suce-
den a la m a n e r a d e las cosas del m u n d o en el tiempo universal, es
decir, reemplazándose m u t u a m e n t e sin m a n t e n e r e n t r e sí otras rela-
ciones q u e las p u r a m e n t e externas de sucesión. Se h a b l a d e u n a
alegría que tengo o q u e he tenido; se dice que es mi alegría, c o m o
si yo f u e r a su soporte y ella se destacara de mí, c o m o los modos
finitos d e Spinoza se destacan del f o n d o del atributo. H a s t a se dice
q u e experimento esta alegría, c o m o si viniera a imprimirse a m a n e r a
d e , u n sello sobre el tejido d e m i temporalización; o, m e j o r a ú n ,
como si la presencia en m í d e esos sentimientos, ideas o estados f u e r a
u n a suerte d e visitación. N o podríamos llamar ilusión a esta duración
psíquica constituida por el fluir concreto d e organizaciones autóno-
mas, es decir, en suma, p o r la sucesión de hechos psíquicos, de hechos
de conciencia: su realidad, en efecto, constituye el objeto de la psi-
cología; prácticamente, las relaciones concretas e n t r e los hombres
—reivindicaciones, celos, rencores, sugestiones, luchas, ardides— se
establecen al nivel del hecho psíquico. Empero, n o es concebible
q u e el para-sí irreflexivo q u e se historializa en su surgimiento sea él
mismo esas cualidades, esos estados y esos actos. Su u n i d a d de ser
se desmoronaría en multiplicidad d e existentes exteriores los unos a
los otros; el problema ontológico de la t e m p o r a l i d a d reaparecería,
y, esta vez, nos veríamos privados d e los medios p a r a resolverlo;
pues, si es posible p a r a el para-sí ser su propio pasado, sería absurdo
exigir a m i alegría q u e f u e r a la tristeza q u e la h a precedido, a u n
en el m o d o del " n o ser". Los psicólogos d a n u n a representación
d e g r a d a d a de esta existencia ek-stática c u a n d o a f i r m a n q u e los hechos
psíquicos son relativos unos a otros y q u e el t r u e n o oído después de
u n largo silencio es c a p t a d o como "trueno-después-de-un-largo-silen-
cio". Es fácil sentarlo así; pero d e este m o d o les. q u e d a v e d a d o
explicar esta relatividad en la sucesión, pues se le h a q u i t a d o todo
f u n d a m e n t o ontológico. D e hecho, si se c a p t a el para-sí en su his-
toricidad, la duración psíquica se desvanece; los estados, cualidades
y actos desaparecen p a r a d e j a r lugar al ser-para-sí en t a n t o q u e tal,
q u e no es sino como la individualidad única de la cual es indivisible
el proceso de historialización. Él es quien fluye, quien se invoca des-
de el f o n d o del porvenir, quien se carga del pasado q u e e r a ; él es
quien historializa su ipseidad, y sabemos q u e es, en el m o d o primario
o irreflexivo, conciencia del m u n d o y n o de sí. D e este modo, las
cualidades o los estados no p' ,den ser seres en su ser (en el sentido
en q u e la u n i d a d de fluencia alegría sei "contenido" o " h e c h o "
de conciencia) ; n o existen de él sino coloraciones internas n o posi-
cionales, q u e no son otras q u e él mismo en t a n t o q u e él es para-sí,
y q u e n o pueden ser c a p t a d a s f u e r a de él.

Henos, pues, en presencia de do ;mporalidades: la temporali-


d a d originaria, de que nosotros som temporalización, y la tempo-
ralidad psíquica que aparece a la vez c o m o incompatible con el
m o d o de ser d e nuestro ser y c o m o u n a realidad intersubjetiva, ob-
jeto d e ciencia, objetivo d e las acciones h u m a n a s (en el sentido, p o r
ejemplo, en q u e h a g o d e t o d o p a r a " h a c e r m e a m a r " d e Anny, p a r a
"inspirarle amor p o r m í " ) . E s t a temporalidad psíquica, evidente-
m e n t e derivada, n o p u e d e proceder d i r e c t a m e n t e d e la temporalidad
originaria; ésta n o constituye n a d a m á s q u e a sí misma. E n c u a n t o
a la t e m p o r a l i d a d psíquica, es incapaz d e constituirle, pues n o es
sino u n orden sucesivo d e hechos. Por otra p a r t e , la t e m p o r a l i d a d
psíquica n o p o d r í a a p a r e c e r al para-sí irreflexivo, q u e es p a r a pre-
sencia ek-stática al m u n d o : se devela a la reflexión, y la reflexión
debe constituirla. Pero, ¿ c ó m o p u e d e hacerlo la reflexión, si es p u r o
y simple descubrimiento d e la historicidad q u e ella es?
Aquí, es menester distinguir la reflexión p u r a d e la reflexión
i m p u r a o constituyente: pues la reflexión i m p u r a es quien constituye
la sucesión d e hechos psíquicos o psique. Y lo q u e se d a primera-
m e n t e e n la vida cotidiana es la reflexión i m p u r a o constituyente,
a u n q u e incluye en sí la reflexión p u r a c o m o su estructura original.
Pero ésta n o p u e d e ser alcanzada sino a raíz d e u n a modificación
q u e ella opera sobre sí misma, y q u e es en f o r m a d e catarsis. N o
es éste el lugar d e describir la motivación y la estructura d e esta
catarsis. L o q u e nos i m p o r t a es la descripción de la reflexión i m p u r a
e n t a n t o q u e es constitución y develación d e la t e m p o r a l i d a d psíquica.
L a reflexión, c o m o hemos visto, es u n tipo de ser en q u e el
para-sí es p a r a ser p a r a sí m i s m o lo q u e es. L a reflexión n o es, pues,
u n surgimiento caprichoso e n la p u r a indiferencia d e ser, sino que
se p r o d u c e en la perspectiva d e u n para. H e m o s visto, en efecto,
q u e el para-si es el ser que, en su ser, es f u n d a m e n t o • d e u n p a r a .
L a significación d e la reflexión es, pues, su ser-para. E n particular,
lo reflexivo es lo reflexo q u e se nihiliza a sí mismb para recuperarse.
E n este sentido, lo reflexivo, en t a n t o q u e tiene d e ser lo reflexo,
escapa al para-sí q u e él es c o m o reflexivo en f o r m a de "tener-de-
serlo". Pero, si f u e r a sólo p a r a ser lo reflexo q u e él tiene-de-ser,
escaparía al para-sí p a r a volver a encontrarlo; en todas partes, y de
cualquier m a n e r a q u e se afecte, el parar-sí- está c o n d e n a d o a ser-para-
sí. Esto es, e n efecto, lo q u e descubre la reflexión p u r a . Pero la
reflexión i m p u r a , q u e es el m o v i m i e n t o reflexivo p r i m e r o y espon-
t á n e o ( p e r o n o originario), es para-ser lo reflexo c o m o en-sí. Su
motivación está en ella misma, en u n doble movimiento q u e hemos
descrito: de interiorización y de objetivación: c a p t a r lo reflexo como
en-si p a r a hacerse ser este en-sí q u e es c a p t a d o . L a reflexión i m p u r a
n o es, pues, captación d e lo reflexo c o m o tal sino e n u n circuito d e
ipseidad d o n d e se m a n t i e n e e n relación i n m e d i a t a con u n en-sí q u e
ella tiene-de-ser. Pero, por o t r a parte, este en-sí q u e ella tieñe-de-
ser es lo reflexo en t a n t o q u e lo reflexivo i n t e n t a a p r e h e n d e r l o c o m o
siendo en-sí. Esto significa q u e existen tres f o r m a s e n la reflexión
i m p u r a : lo reflexivo, lo reflexo, y u n en-sí q u e lo reflexivo tiene-de-
ser e n t a n t o q u e este en-sí sería lo reflexo, y q u e n o es sino el Para
del f e n ó m e n o reflexivo. Este en-sí está preesbozado tras lo reflexo-
para-sí p o r u n a reflexión q u e atraviesa lo reflexo p a r a r e t o m a r l o y
f u n d a r l o ; es c o m o la proyección en el en-sí d e lo reflexo-para-sí, en
t a n t o q u e significación; su ser n o consiste en ser sino en ser-sido,
c o m o la n a d a . Es lo reflexo en t a n t o q u e o b j e t o p u r o p a r a lo refle-
xivo. Desde q u e la reflexión a d o p t a u n p u n t o d e vista sobre lo
reflexivo, desde q u e sale d e esa intuición f u l g u r a n t e y sin relieve en
q u e lo reflexo se d a a lo reflexivo sin p u n t o d e vista, desde q u e se
p o n e c o m o no siendo lo reflexo y d e t e r m i n a lo q u e éste es, la refle-
xión hace aparecer u n en-sí susceptible d e ser determinado, cualifica-
do, detrás de lo reflexo. Este en-sí trascendente o sombra proyectada
d e lo reflexo e n el ser es lo q u e lo reflexivo tiene-de-ser en tanto
q u e él es lo q u e l o reflexo es. N o se c o n f u n d e en m o d o a l g u n o con
el valor d e lo reflexo, q u e se d a a la reflexión en la intuición totali-
taria e indiferenciada, n i con el valor q u e infesta a lo reflexivo c o m o
ausencia n o tética y c o m o el P a r a d e la conciencia reflexiva, en t a n t o
q u e ésta es conciencia n o posicional (de) si. Es el o b j e t o necesario
d e toda reflexión; p a r a q u e surja, basta q u e la reflexión e n c a r e lo
reflexo c o m o o b j e t o : la decisión m i s m a p o r la cual la reflexión se
d e t e r m i n a a considerar lo reflexo c o m o objeto h a c e a p a r e c e r al en-sí
c o m o objetivación trascendente de lo reflexo. Y el acto p o r el cual
la reflexión se d e t e r m i n a a t o m a r lo reflexo c o m o o b j e t o es, en sí
mismo: 1' posición d e lo reflexivo c o m o no siendo lo reflexo; 2''
adopción d e u n p u n t o de vista con respecto a lo reflexo. E n realidad,
p o r o t r a parte, estos dos m o m e n t o s son u n o , puesto q u e la negación
concreta q u e lo reflexivo se h a c e ser con respecto a l o reflexo se
manifiesta precisamente en y por el h e c h o d e a d o p t a r u n p u n t o d e
vista. El acto o b j e t i v a m e n t e está, c o m o se ve, e n la estricta pro-
longación del desdoblamiento reflexivo, ya q u e este desdoblamiento
se realiza p o r p r o f u n d i z a c i ó n d e la n a d a q u e separa al reflexo del
reflejante. L a objetivación r e t o m a el m o v i m i e n t o reflexivo c o m o n o
siendo lo reflexo para q u e lo reflexo aparezca c o m o o b j e t o p a r a lo
reflexivo. Sólo q u e esta reflexión es d e m a l a fe, pues, si parece
c o r t a r el n e x o q u e u n e lo reflexo a lo reflexivo, si p a r e c e declarar
q u e lo reflexivo no es lo reflexo e n el m o d o d e n o ser lo q u e n o se
es, m i e n t r a s q u e e n el surgimiento reflexivo originario lo reflexivo
n o es lo reflexo en el m o d o d e n o ser lo q u e se es, lo h a c e para
r e t o m a r e n seguida la a f i r m a c i ó n d e identidad y a f i r m a r d e este
en-sí q u e "yo lo soy". E n u n a p a l a b r a , la reflexión es d e mala fe
e n t a n t o q u e se constituye c o m o revelación del objeto que yo me soy.
Pero, e n s e g u n d o lugar, esta nihilización m á s radical n o es u n acae-
cimiento real y metafísico: el acaecimiento real, el tercer proceso
d e nihilización, es el para-otro. L a reflexión i m p u r a es u n esfuezo
a b o r t a d o del para-sí p a r a ser otro permaneciendo sí mismo. E l ob-
jeto trascendente q u e h a a p a r e c i d o detrás del para-sí reflexo es el
único ser del cual lo reflexivo p u e d a , en este sentido, decir q u e él
no lo es. P e r o es u n a sombra d e ser: es sido, y lo reflexivo tiene
de serlo p a r a n o serlo. Esta sombra d e ser, correlato necesario y
constante de la reflexión i m p u r a , es lo q u e el psicólogo estudia con
el n o m b r e d e hecho psíquico. El h e c h o psíquico es, pues, la sombra
de lo reflexo en t a n t o q u e lo reflexivo tiene de serlo ek-státicamente
en el m o d o del n o serlo. Así, la reflexión es i m p u r a c u a n d o se d a
c o m o "intuición del para-sí en en-sí"; lo q u e se le devela n o es la
historicidad temporal y n o sustancial d e lo reflexo; es, allende este
reflexo, la sustancialidad m i s m a d e f o r m a s organizadas d e fluencia.
L a u n i d a d d e estos seres virtuales se l l a m a la vida psíquica o psique,
en-sí virtual y trascendente q u e sub-tiende a la temporalización del
para-sí. L a reflexión p u r a n o es n u n c a sino u n cuasi-conocimiento;
sólo d e la Psique p u e d e h a b e r conocimiento reflexivo. Se encon-
t r a r á n , n a t u r a l m e n t e , e n c a d a objeto psíquico, Jos caracteres de lo
reflexo real, p e r o degradados en En-sí. U n a breve descripción a
priori d e la Psique nos p e r m i t i r á darnos c u e n t a d e ello.
1* Por Psique entendemos el Ego, sus estados, sus cualidades y
sus actos. E l Ego, b a j o la doble f o r m a gramatical del Y o y del Mí>
representa a nuestra persona, en t a n t o q u e u n i d a d psíquica- tras-
cendente. L a hemos descrito en otra parte. E n t a n t o q u e Ego,
somos sujetos d e h e c h o y sujetos d e derecho, activos y pasivos,
agentes voluntarios, objetos posibles de u n juicio de valor o de
responsabilidad.
Las cualidades del Ego representan el c o n j u n t o d e las virtuali-
dades, latenciaS, potencias q u e constituyen nuestro carácter y nues-
tros hábitos (en el sentido griego de i | i ; ) . Ser irritable, traba-
jador, celoso, ambicioso, sensual, etc. son "cualidades". Pero h a n de
reconocerse también cualidades de otra especie, q u e tienen por origen
nuestra historia y a las q u e llamaremos hábitos: p u e d o estar enve-
jecido, cansado, agriado, disminuido, en progreso-, p u e d o aparecer
a n t e m í mismo como " h a b i e n d o a d q u i r i d o seguridad a raíz d e u n
éxito", o, al contrario, c o m o " h a b i e n d o contraído poco a poco
gastos y hábitos, u n a sexualidad de e n f e r m o " ( a raíz d e u n a larga
enfermedad).
Los estados se d a n , en oposición a las cualidades, q u e existen
" e n potencia", c o m o existiendo en acto. £ 1 odio, el amor, los celos,
son estados. U n a e n f e r m e d a d , en t a n t o q u e es c a p t a d a por el en-
f e r m o c o m o realidad psicofisiológica, es u n estado. Del mismo m o d o ,
m u c h a s características q u e se a d h i e r e n a m i persona desde el exterior
pueden, en t a n t o q u e las vivo, convertirse en estados: la ausencia
(con respecto a d e t e r m i n a d a p e r s o n a ) , el exilio, el deshonor, el triun-
fo, son estados. Se ve ya lo q u e distingue a la c u a l i d a d del estado:
después d e m i cólera d e ayer, m i "irascibilidad" sobrevive c o m o u n a
simple disposición latente a encolerizarme. Al contrario, después de
la acción d e P e d r o y del resentimiento q u e m e h a producido, m i
odio sobrevive c o m o u n a realidad actual, a u n q u e m i pensamiento
esté en este m o m e n t o o c u p a d o en otro objeto. L a cualidad, ade-
más, es u n a disposición de á n i m o i n n a t a o a d q u i r i d a q u e contribuye
a cualificar m i persona. El estado, al contrario, es m u c h o m á s acci-
dental y contingente: es algo que me ocurre. Existen, empero, in-
termediarios entre estados y cualidades: por ejemplo, el odio d e Pozzo
di Borgo hacia Napoleón, a u n q u e existe d e h e c h o y r e p r e s e n t a n d o
u n a relación afectiva contingente e n t r e Pozzo y N a p o l e ó n I, era
constitutivo de la persona Pozzo.
Por actos h a de entenderse toda actividad sintética de la per-
sona, es decir, t o d a disposición de medios en vista de fines, n o en
t a n t o q u e el para-sí es sus propias posibilidades, sino en t a n t o q u e
el acto representa u n a síntesis psíquica trascendente q u e él debe
vivir. Por ejemplo, el e n t r e n a m i e n t o del boxeador es u n acto, p o r -
q u e rebalsa y sostiene al Para-sí, que, p o r otra parte, se realiza en
y por ese entrenamiento. L o mismo ocurre con la indagación del
científico, con el t r a b a j o del artista, con la c a m p a ñ a electoral del
político. E n todos estos casos, el acto corno ser psíquico representa
u n a existencia trascendente, y la faz objetiva de la relación entre el
Para-sí y el m u n d o .
2 9 L o "Psíquico" se d a ú n i c a m e n t e a u n a categoría especial de
actos cognoscitivos: los actos del Para-sí reflexivo. E n el-plano irre-
flexivo, e n efecto, el Para-sí es sus propias posibilidades en el m o d o
n o tético, y c o m o sus posibilidades son presencias posibles al m u n d o
allende el estado d a d o del m u n d o , lo q u e se revela tética p e r o n o
t e m á t i c a m e n t e a través d e ellas es u n estado del m u n d o sintética-
m e n t e conexo con el estado dado. E n consecuencia, las modifica-
ciones q u e h a n "de a p o r t a r s e al m u n d o se d a n téticamente en las
cosas presentes c o m o potencialidades objetivas q u e tienen-de reali-
zarse t o m a n d o nuestro c u e r p o c o m o i n s t r u m e n t o d e su realización.
Así, el h o m b r e encolerizado ve en el rostro d e su interlocutor la
c u a l i d a d objetiva d e invitar al puñetazo. D e d o n d e expresiones como
" u n a c a r a q u e l l a m a las bofetadas", etc., etc. N u e s t r o c u e r p o aparece
a h í sólo c o m o u n m é d i u m e n trance. P o r m e d i o d e él tiene-de
realizarse cierta potencialidad d e las cosas (bebida-que-ha-de-beberse,
socorro-que-ha-de-aportarse, bestia-dañina-que-debe-aplastarse, e t c . ) ;
la reflexión q u e surge a raíz d e ello c a p t a la relación ontológica en-
t r e el Para-sí y sus posibles, pero en t a n t o q u e objeto. Así surge el
acto, c o m o o b j e t o virtual de l a conciencia reflexiva. M e es, pues,
imposible t e n e r al mismo t i e m p o y e n el m i s m o p l a n o conciencia de
P e d r o y de m i a m i s t a d h a c i a él: estas dos existencias están siempre
s e p a r a d a s p o r u n espesor d e Para-sí. Y este Para-sí es a d e m á s u n a
r e a l i d a d escondida: en el caso d e la conciencia n o reflexiva, es, pero
n o téticamente, y se b o r r a a n t e el o b j e t o del m u n d o y sus poten-
cialidades. E n el caso del surgimiento reflexivo, ese Para-sí es tras-
c e n d i d o h a c i a el o b j e t o virtual q u e lo reflexivo tiene-de-ser. Sólo
u n a conciencia reflexiva pura p u e d e descubrir el Para-sí reflexivo
en su realidad. L l a m a m o s Psique a la totalidad organizada de esos
existentes virtuales y trascendentes q u e constituyen u n cortejo per-
m a n e n t e d e la reflexión i m p u r a y q u e son el objeto n a t u r a l de las
investigaciones psicológicas.
3 ' Los objetos, a u n q u e virtuales, n o son abstractos; n o son en-
c a r a d o s e n el vacío p o r lo reflexivo, sino q u e se d a n c o m o el en-sí
concreto q u e lo reflexivo tiene d e ser allende lo reflejo. L l a m a r e m o s
evidencia la presencia i n m e d i a t a y " e n p e r s o n a " del odio, del exilio,
d e la d u d a metódica, al Para-sí reflexivo. Basta, p a r a convencerse
d e q u e esta presencia existe, r e c o r d a r los casos d e nuestra experiencia
personal en q u e hemos i n t e n t a d o r e m e m o r a r u n a m o r m u e r t o , u n a
cierta a t m ó s f e r a intelectual q u e hemos vivido otrora. E n estos dife-
rentes casos, teníamos n e t a conciencia d e a p u n t a r en vacío a esos
diversos objetos. Podíamos f o r m a r n o s d e ellos conceptos particulares,
intentar u n a descripción literaria, p e r o ' sabíamos q u e n o estaban
allí. Análogamente, hay períodos d e intermitencia p a r a u n a m o r
viviente, d u r a n t e lós cuales sabemos q u e a m a m o s p e r o n o lo sentimos.
Estas "intermitencias del corazón" h a n sido m u y bien descritas por
Proust. E n cambio, es posible c a p t a r en pleno u n a m o r y contem-
plarlo. Pero p a r a ello es menester u n m o d o de ser p a r t i c u l a r del
Para-sí reflejo: p u e d o c a p t a r m i amistad hacia P e d r o ' a través de m i
simpatía del m o m e n t o convertida e n lo reflexo de u n a conciencia
reflexiva. E n u n a p a l a b r a , n o hay otro m e d i o d e presentificar esas
cualidades, estados o actos q u e aprehenderlos a través d e u n a con-
ciencia refleja de la cual son la sombra proyectada y la objetivación
en el en-sí.
P e r o esta posibilidad d e presentificar u n a m o r p r u e b a , m e j o r q u e
n i n g ú n otro - argumento, la trascendencia de lo psíquico. C u a n d o
descubro bruscamente, c u a n d o veo,mi a m o r , c a p t o a la vez q u e está
ante la conciencia. P u e d o a d o p t a r sobre él p u n t o s de vista, p u e d o
juzgarlo; n o estoy c o m p r o m e t i d o en él c o m o lo reflexivo en lo re-
flexo. Por este mismo hecho, lo a p r e h e n d o como no siendo u n P a r a -
sí. Es i n f i n i t a m e n t e ráás denso, m á s opaco, m á s consistente q u e esa
transparencia absoluta. Por eso la evidencia con la cual lo psíquico
se d a a la intuición d e la reflexión i m p u r a n o es apodíctica. H a y ,
en efecto, u n desnivel entre el f u t u r o del Para-sí reflexo, constante-
m e n t e roído y lijado p o r m i libertad, y el f u t u r o denso y a m e n a z a n t e
d e m i a m o r , q u e le d a precisamente su sentido d e amor. E n efecto,
si yo n o c a p t a r a en el objeto psíquico su f u t u r o d e a m o r c o m o algo
detenido, ¿sería a ú n u n a m o r ? ¿ N o caería en el nivel del capricho?
Y el propio capricho, ¿ n o c o m p r o m e t e al porvenir en la m e d i d a en
q u e se d a c o m o h a b i e n d o d e p e r m a n e c e r c a p r i c h o y d e n o m u d a r s e
j a m á s e n a m o r ? Así, el f u t u r o siempre nihilizado del Para-sí i m p i d e
toda determinación en sí del Para-sí c o m o Para-sí q u e a m a o q u e
odia; y la sombra proyectada del Para-sí reflexo posee, naturalmente,
un f u t u r o d e g r a d a d o en en-sí, q u e f o r m a c u e r p o con ella determi-
n a n d o su sentido. Pero, en correlación con la nihilización continüa
de Futuros reflexivos, el c o n j u n t o psíquico organizado con su f u t u r o
p e r m a n e c e sólo probable. Y n o h a d e entenderse por ello u n a cuali-
d a d externa proveniente de u n a relación con m i conocimiento y
Capaz de transformarse e v e n t u a l m e n t e e n certeza, sino u n a carac-
terística ontológica.
4 9 El objeto psíquico, siendo la sombra proyectada del Para-sí
reflexo, posee en f o r m a d e g r a d a d a los caracteres de la conciencia.
E n particular, a p a r e c e c o m o u n a totalidad conclusa y probable allí
d o n d e el Para-sí se h a c e existir en la u n i d a d diaspórica d e u n a tota-
lidad destotalizada. Esto significa q u e lo Psíquico a p r e h e n d i d o a
través d e las tres dimensiones ek-státicas d e la t e m p o r a l i d a d aparece
c o m o constituido p o r la síntesis de u n Pasado, d e u n Presente y d e
u n Porvenir. U n a m o r , u n a empresa, es la u n i d a d organizada de
esas tres dimensiones. N o basta decir, e n efecto, q u e u n a m o r "tiene"
u n porvenir, c o m o si el f u t u r o fuese exterior al objeto al q u e carac-
teriza: sino q u e el porvenir es p a r t e i n t e g r a n t e de la f o r m a organizada
d e fluencia " a m o r " , p u e s lo q u e d a al a m o r su sentido d e a m o r es
su ser en el f u t u r o . Pero, p o r el hecho, d e q u e lo psíquico es en-sí,
su presente n o p o d r í a ser f u g a ni su porvenir posibilidad p u r a . H a y ,
en estas f o r m a s d e fluencia, u n a prioridad esencial del Pasado, q u e
es lo q u e el Para-sí era y q u e supone ya la transformación del Para-sí
e n En-sí. L o reflexivo proyecta lo psíquico d o t a d o d e las tres di-
mensiones temporales, p e r o constituye estas tres dimensiones única-
m e n t e con lo q u e lo reflexo era. E l F u t u r o es y a : si no, ¿ c ó m o sería
a m o r m i a m o r ? Sólo q u e n o es dado a ú n : es u n " a h o r a " que n o
está a ú n develado. Pierde, pues, su carácter d e posibilidad-que-tengo-
de ser: m i amor, m i alegría, no tienen-de-ser su f u t u r o ; lo son en la
t r a n q u i l a indiferencia d e la yuxtaposición, c o m o esta estilográfica es
a la vez p l u m a y allá atrás c a p u c h ó n . El Presente, d e m o d o análogo,
es c a p t a d o e n su c u a l i d a d real d e ser-ahí. Sólo q u e este ser-ahí está
constituido e n habiendo-sido-ahí. E l Presente está ya constituido ín-
tegramente y a r m a d o d e p u n t a en blanco; es u n " a h o r a " q u e el
instante t r a e y se lleva c o m o u n t r a j e d e confección; es u n n a i p e
q u e sale del j u e g o y vuelve a él. El tránsito d e u n " a h o r a " del f u t u r o
al presente y del presente al p a s a d o n o le h a c e sufrir modificación
alguna, pues, d e todos modos, f u t u r o o no, es p a s a d o ya. Esto lo
manifiesta a las claras el recurso i n g e n u o con q u e los psicólogos ape-
lan al inconsciente p a r a distinguir los tres " a h o r a s " d e lo psíquico:
se l l a m a r á presente, en efecto, el a h o r a q u e está presente a la con-
ciencia. Aquellos q u e h a n p a s a d o al f u t u r o tienen e x a c t a m e n t e los
mismos caracteres, pero esperan e n los limbos del inconsciente, y,
d e tomárselos en este m e d i o indiferenciado, nos sería imposible dis-
cernir e n ellos el p a s a d o del f u t u r o : u n recuerdo q u e sobrevive en
lo inconsciente es u n " a h o r a " f u t u r o . Así, la f o r m a psíquica n o es
de-ser, es ya hecha: está ya toda íntegra, pasada, presente y f u t u r a ,
en el m o d o del ha sido. N o se trata ya, p a r a los "ahoras" q u e la
componen, sino d e sufrir u n o a uno, antes de retornar al pasado, el
bautismo de la conciencia.

Resulta de todo esto q u e en la f o r m a psíquica coexisten dos


modalidades de ser contradictorias, ya q u e ella es ya hecha y aparece
en la u n i d a d cohesiva de u n organismo, y, a la vez, n o p u e d e existir
sino p o r u n a sucesión de " a h o r a s " q u e tienden cada u n o a aislarse
en en-sí. Esta alegría, p o r ejemplo, pasa de u n instante al otro por-
q u e su f u t u r o existe ya como objetivo terminal y sentido dado de
su desarrollo, n o como lo q u e ella tiene-de-ser, sino c o m o lo q u e ella
" h a sido" ya en el porvenir.
E n efecto, la cohesión íntima de lo psíquico n o es sino la u n i d a d
de ser del Para-sí hipostasiada en el en-sí. U n odio n o tiene p a r t e s :
n o es u n a suma de conductas y d e conciencias, sino q u e se d a a través
de las conductas y las conciencias como la u n i d a d temporal sin partes
de las apariciones de las mismas. Sólo q u e la u n i d a d de ser del
Para-sí se explica por el carácter ek-stático de su ser: tíene-de-ser
en plena espontaneidad lo q u e será. L o psíquico, al contrario, "es
sido". Esto significa q u e es incapaz de determinarse por sí a la exis-
tencia. Está sostenido, f r e n t e a lo reflexivo, p o r u n a suerte de inercia;
y los psicólogos h a n insistido con frecuencia en su carácter "patoló-
gico". E n este sentido, Descartes p u e d e h a b l a r de las "pasiones del
a l m a " ; esta inercia h a c e q u e lo psíquico, a u n q u e n o está en el mismo
p l a n o de ser q u e los existentes del m u n d o , p u e d a ser a p r e h e n d i d o
como en relación con esos existentes. U n a m o r es d a d o como "pro-
vocado" por el objeto q u e se a m a . Por consiguiente, la cohesión
total d e la f o r m a psíquica se hace ininteligible, ya q u e n o tiene-
de-ser esa cohesión, ya q u e ella no es su p r o p i a síntesis, ya q u e su
u n i d a d tiene el c a r á c t e r d e algo dado. E n la m e d i d a en q u e u n
odio es u n a sucesión d a d a de " a h o r a s " ya hechos e inertes, encon-
tramos en él el germen d e u n a divisibilidad al infinito. Empero, esta
divisibilidad está enmascarada, negada, en t a n t o que lo psíquico es
la objetivación d e la u n i d a d ontológica del Para-sí. D e ahí u n a es-
pecie de cohesión mágica entre los " a h o r a s " sucesivos del odio, q u e
n o se d a n como partes sino p a r a negar en seguida su m u t u a exte-
rioridad. L a teoría d e Bergson sobre la conciencia q u e d u r a y que
es "multiplicidad de interpenetración" pone a la luz esa ambigüedad.
L o q u e Bergson alcanza es lo psíquico, n o la conciencia concebida
c o m o Para-sí. E n efecto, ¿ q u é significa "interpenetración"? N o la
ausencia de d e r e c h o d e t o d a divisibilidad. E n efecto, p a r a q u e haya
interpenetración, es menester q u e h a y a partes q u e se interpenetran.
Sólo q u e estas partes, que, d e derecho, deberían recaer e n su aisla-
miento, se deslizan las u n a s e n las otras p o r u n a cohesión m á g i c a y
t o t a l m e n t e inexplicada; y esa fusión total desafía a h o r a t o d o análisis.
Bergson n o piensa e n absoluto en f u n d a r sobre u n a estructura abso-
luta del Para-sí esa p r o p i e d a d d e lo psíquico: la c o m p r u e b a c o m o
algo d a d o ; u n a simple " i n t u i c i ó n " le revela q u e lo psíquico es u n a
multiplicidad interiorizada. L o q u e a c e n t ú a a ú n m á s su c a r á c t e r d e
inercia, de datum pasivo, es el h e c h o d e q u e exista sin ser para u n a
conciencia, tética o no. Es sin ser conciencia ( d e ) ser, ya que, en
la actitud n a t u r a l , el h o m b r e l a desconoce e n t e r a m e n t e y le es pre-
ciso recurrir a la intuición p a r a captarla. Así, u n objeto del m u n d o
p u e d e existir sin ser visto y develarse después, c u a n d o hemos f o r j a d o
los instrumentos necesarios p a r a descubrirlo. Los caracteres d e la
d u r a c i ó n psíquica son, p a r a Bergson, u n p u r o h e c h o contingente d e
experiencia: son así p o r q u e así se los e n c u e n t r a , y esto es todo. Así,
la t e m p o r a l i d a d psíquica es u n datum inerte, h a r t o p r ó x i m o a la
d u r a c i ó n bergsoniana, q u e padece su cohesión í n t i m a sin hacerla,
q u e es p e r p e t u a m e n t e teiriporalizada sin temporalizaría; en q u e la
interpenetración d e hecho, irracional y mágica, d e elementos q u e n o
son unidos p o r u n a relación ek-stática d e ser, n o p u e d e compararse
sino a la acción m á g i c a d e h e c h i z a m i e n t o a distancia, y disimula
u n a multiplicidad d e " a h o r a s " ya hechos y derechos. Y estos carac-
teres n o provienen d e u n error d e psicólogos, d e u n d e f e c t o d e cono-
cimiento: son constitutivos de la t e m p o r a l i d a d psíquica, hipóstasis
d e la t e m p o r a l i d a d originaria. L a u n i d a d absoluta d e lo psíquico es,
en efecto, la proyección d e la u n i d a d ontológica y ek-stática del p a r a -
sí. Pero, c o m o esta proyección se h a c e en el en-sí, q u e es l o q u e
es en la p r o x i m i d a d sin distancia d e la identidad, la u n i d a d ek-stática
se f r a g m e n t a en u n a infinidad d e " a h o r a s " q u e son lo q u e son y
que, precisamente a causa d e ello, tienden a aislarse en sus identi-
dades-en-sí. D e este m o d o , p a r t i c i p a n d o a la vez del en-sí y del
para-sí, la t e m p o r a l i d a d psíquica oculta u n a contradicción q u e n o
se salva. Y esto n o d e b e a s o m b r a m o s : p r o d u c i d a p o r la reflexión
i m p u r a , es n a t u r a l q u e ella sea sida lo q u e ella n o es, y q u e n o
sea lo q u e "es sida".

L o h a r á a ú n m á s claro u n e x a m e n d e las relaciones q u e las for-


m a s psíquicas (sostienen entre sí en el seno del t i e m p o psíquico. N o -
temos a n t e todo q u e es efectivamente la interpenetración la q u e rige
la conexión de los sentimientos, por ejemplo, en el seno de u n a f o r m a
psíquica compleja. T o d o el m u n d o conoce esos sentimientos d e amis-
t a d "matizados" d e envidia, esos odios "penetrados", n o obstante, de
estima; esas camaraderías amorosas que los novelistas h a n descrito
con frecuencia. Es cierto también q u e c a p t a m o s u n a amistad mati-
zada d e envidia a la m a n e r a de u n a taza d e c a f é con u n a n u b e de
leche. Sin d u d a , esta aproximación es b u r d a ; empero, lo cierto es
q u e la amistad amorosa n o se d a c o m o u n a simple especificación del
género amistad, al m o d o en q u e el triángulo isósceles es u n a espe-
cificación del género triángulo. L a amistad se d a c o m o p e n e t r a d a
í n t e g r a m e n t e por el a m o r íntegro, y e m p e r o n o es amor, n o "se h a c e "
a m o r : si no, perdería su a u t o n o m í a d e amistad. E n cambio, se cons-
tituye u n o b j e t o inerte y en-sí q u e el l e n g u a j e e n c u e n t r a difícil nom-
brar, y en q u e el a m o r en-sí y a u t ó n o m o se extiende m á g i c a m e n t e
a través d e t o d a la amistad, c o m o la p i e r n a se extiende a través de
todo el m a r en la ot'YXDai? estoica.
Pero los procesos psíquicos implican t a m b i é n la acción a dis-
tancia de formas anteriores sobre formas posteriores. N o podríamos
concebir esta acción a distancia al m o d o de la causalidad simple q u e
se encuentra, por ejemplo, en la mecánica clásica, y que supone la
existencia totalmente inerte d e u n móvil encerrado en u n instante;
ni t a m p o c o al m o d o d e la causalidad física concebida a la m a n e r a
d e Stuart Mili, la q u e se define por la sucesión constante e incon-
dicionada d e dos estados c a d a u n o d e los cuales, en su ser propio,
excluye al otro. E n t a n t o q u e lo psíquico es objetivación del para-sí,
posee u n a espontaneidad degradada, c a p t a d a c o m o cualidad interna
y d a d a de su f o r m a y, por otra parte, inseparable de su fuerza cohe-
siva. N o podría darse, pues, rigurosamente, c o m o producido por la
f o r m a anterior. Pero, p o r otra parte, esa espontaneidad t a m p o c o
podría determinarse a sí misma a existir, ya q u e n o es c a p t a d a sino
c o m o u n a determinación entre otras de u n existente dado. Se sigue
de ello q u e la f o r m a anterior tiene-de hacer nacer a distancia una
f o r m a d e la misma naturaleza, q u e se organiza espontáneamente
c o m o f o r m a d e transcurso. N o h a y aquí ser que tenga-de-ser su fu-
t u r o y su pasado, sino sólo sucesiones de formas pasadas, presentes
y futuras, p e r o que existen todas en el m o d o del "habiéndolo sido"
y que se influyen m u t u a m e n t e a distancia. Esta influencia se mani-
festará, sea p o r penetración, sea por motivación. E n el p r i m e r caso,
lo reflexivo aprehende como u n solo objeto dos objetos psíquicos que
habían sido dados previamente de m o d o separado. Resulta de ello,
sea u n o b j e t o psíquico n u e v o c a d a u n a d e cuyas características será
la síntesis de otras dos, sea u n o b j e t o e n sí m i s m o ininteligible, q u e
se d a a la vez c o m o í n t e g r a m e n t e u n o e í n t e g r a m e n t e el otro, sin
q u e h a y a a l t e r a c i ó n d e u n o ni de otro. E n la m o t i v a c i ó n , al c o n t r a -
rio, a m b o s objetos p e r m a n e c e n e n sus respectivos lugares. P e r o u n
o b j e t o psíquico, siendo f o r m a o r g a n i z a d a y m u l t i p l i c i d a d d e inter-
p e n e t r a c i ó n , n o p u e d e a c t u a r sino í n t e g r a m e n t e y a la vez sobre o t r o
o b j e t o íntegro. Se sigue d e a q u í u n a acción total y a distancia p o r
i n f l u e n c i a m á g i c a del u n o sobre el otro. P o r e j e m p l o , m i h u m i l l a -
ción d e ayer m o t i v a í n t e g r a m e n t e m i h u m o r d e esta m a ñ a n a , etc.
Q u e esta a c c i ó n a distancia sea t o t a l m e n t e m á g i c a e irracional, lo
p r u e b a n , m e j o r q u e n i n g ú n análisis, los v a n o s esfuerzos d e los psicó-
logos intelectualistas p o r reducirla, p e r m a n e c i e n d o en el p l a n o psí-
quico, a u n a c a u s a l i d a d inteligible p o r m e d i o d e u n análisis intelec-
tual. Así, Proust busca p e r p e t u a m e n t e descubrir p o r descomposición
intelectualista, e n la sucesión t e m p o r a l d e los estados psíquicos, nexos
d e c a u s a l i d a d racional e n t r e esos estados. Pero, al t é r m i n o d e tales
análisis, n o p u e d e ofrecernos sino resultados s e m e j a n t e s a éste:
" T a n p r o n t o c o m o S w a n n p o d í a representarse (a O d e t t e ) sin
h o r r o r , t a n p r o n t o c o m o veía n u e v a m e n t e la b o n d a d e n su sonrisa
y los celos no agregaban ya a su amor el deseo de arrancarla a los
otros, ese a m o r tornaba a ser u n gusto p o r las sensaciones q u e le
d a b a la p e r s o n a d e O d e t t e , p o r el p l a c e r q u e le p r o d u c í a a d m i r a r
c o m o u n espectáculo o i n t e r r o g a r c o m o u n f e n ó m e n o el alzarse d e
u n a m i r a d a suya, la f o r m a c i ó n d e u n a d e sus sonrisas, la emisión d e
u n a e n t o n a c i ó n d e su voz. Y este placer, d i f e r e n t e d e todos los de-
más, había acabado por crear en él una necesidad de ella, q u e ella
sola p o d í a saciar p o r su presencia o sus c a r t a s . . . Así, por la propia
química de su mal, después d e h a b e r hecho celos con su amor, re-
c o m e n z a b a a fabricar ternura, p i e d a d h a c i a O d e t t e 1 . "
E s t e t e x t o concierne, e v i d e n t e m e n t e , a lo psíquico. E n efecto,,
se v e n sentimientos individualizados y separados p o r n a t u r a l e z a ac-
t u a r los u n o s sobre los otros. P e r o P r o u s t t r a t a d e esclarecer sus
acciones y clasificarlas, e s p e r a n d o h a c e r inteligibles así las a l t e r n a t i v a s
p o r las q u e h a d e p a s a r S w a n n . N o se limita a describir las c o m -
probaciones q u e él m i s m o p u d o h a c e r (el tránsito, p o r "oscilación",
d e los celos y el odio al a m o r y la t e r n u r a ) ; q u i e r e explicarlas.
¿ C u á l e s son los resultados d e este análisis? ¿ Q u e d a s u p r i m i d a

1
Du cót¿ de chez Swann, 37' edición, II, pág. 82. Subrayado nuestro.
la ininteligibilidad d e lo psíquico? Es fácil ver q u e esa reducción
algo arbitraria de las f o r m a s psíquicas mayores a elementos m á s
simples acentúa, al contrario, la irracionalidad mágica d e las rela-
ciones q u e los objetos psíquicos sostienen e n t r e si. ¿Cómo p u e d e n
los celos " a g r e g a r " al a m o r el "deseo de a r r a n c a r l a a los otros"? ¿Y
c ó m o este deseo, u n a vez adicionado al a m o r (siempre la imagen
de la n u b e de leche " a g r e g a d a " al c a f é ) , p u e d e impedirle tornar a
ser " u n gusto" por las sensaciones q u e le d a b a la persona de O d e t t e ?
¿ Y c ó m o el placer p u e d e crear u n a necesidad? Y el a m o r , ¿ c ó m o
p u e d e fabricar esos celos que, en cambio, le agregarán el deseo de
a r r a n c a r a O d e t t e de los otros? ¿ Y cómo, liberado d e este deseo,
p o d r á fabricar de n u e v o t e r n u r a ? Proust t r a t a d e constituir allí u n a
" q u í m i c a " simbólica, p e r o las imágenes químicas de q u e se sirve son
aptas, simplemente, p a r a e n m a s c a r a r motivaciones y acciones irracio-
nales. Se t r a t a d e arrastrarnos h a c i a u n a interpretación mecanicista
d e lo psíquico, la que. sin ser m á s inteligible, d e f o r m a r í a completa-
m e n t e su naturaleza. Empero, es inevitable m o s t r a r n o s e n t r e los es-
tados extrañas relaciones casi i n t e r h u m a n a s -(crear, fabricar, agre-
gar) , q u e d e j a r í a n casi suponer q u e esos objetos psíquicos son agentes
animados. E n las descripciones d e Proust, el análisis intelectualista
muestra 3 c a d a paso sus límites: n o p u e d e o p e r a r sus descomposicio-
nes v clasificaciones sino en la superficie, sobre u n f o n d o d e irracio-
nalidad total. Es preciso r e n u n c i a r a reducir lo irracional d e la c a u -
salidad psíquica: esta causalidad es la d e g r a d a c i ó n a lo mágico, d e
u n para-sí ek-stático q u e es su ser a distancia d e sí en u n en-sí q u e
es lo q u e es en su sitio. L a acción mágica a distancia y p o r influencia
es el resultado necesario d e esa relajación d e los nexos d e ser. E l
psicólogo debe describir esos nexos irracionales y tomarlos c o m o datos
primeros del m u n d o psíquico.
Asi, la conciencia reflexiva se constituye c o m o conciencia de
duración, y, de este m o d o , la d u r a c i ó n psíquica aga^ece a la con-
ciencia. Esta t e m p o r a l i d a d psíquica, c o m o proyección en el en-sí de
la temporalidad originaria, es u n ser virtual cuyo f l u j o f a n t a s m a n o
cesa de a c o m p a ñ a r a la temporalización ek-stática del para-sí, en
t a n t o q u e ésta es c a p t a d a p o r la reflexión. P e r o desaparece totalmente
si el para-sí p e r m a n e c e en el p l a n o irreflexivo, o si la reflexión im-
p u r a se purifica. L a t e m p o r a l i d a d psíquica es semejante a la t e m p o -
ralidad originaria en lo de a p a r e c e r c o m o u n m o d o d e ser d e objetos
concretos y no c o m o u n m a r c o o u n a regla preestablecida. El tiempo
psíquico no es sino la colección conexa d e los objetos temporales.
P e r o su diferencia esencial con la t e m p o r a l i d a d originaria reside en
q u e a q u é l es, m i e n t r a s q u e ésta se temporaliza. E n t a n t o q u e tal,
el t i e m p o psíquico n o p u e d e ser constituido sino con pasado, y el
f u t u r o n o p u e d e ser sino u n p a s a d o q u e v e n g a después del p a s a d o
presente; es decir, q u e la f o r m a v a c í a antes-después es hipostasiada y
o r d e n a las relaciones e n t r e objetos i g u a l m e n t e pasados. A la vez,
esta d u r a c i ó n psíquica q u e n o p u e d e ser p o r sí d e b e p e r p e t u a m e n t e
ser sida. P e r p e t u a m e n t e oscilante e n t r e la multiplicidad d e yuxtapo-
sición y la cohesión absoluta del para-sí ek-stático, esa t e m p o r a l i d a d
está c o m p u e s t a d e " a h o r a s " q u e h a n sido, q u e p e r m a n e c e n en el
sitio a ellos asignado, p e r o q u e se influyen a distancia en su t o t a l i d a d ;
y esto la a s e m e j a b a s t a n t e a la d u r a c i ó n m á g i c a del bergsonismo.
Desde q u e nos colocamos e n el p l a n o d e la reflexión i m p u r a , es
decir, d e la reflexión q u e busca d e t e r m i n a r el ser q u e soy, aparece
u n m u n d o e n t e r o q u e p u e b l a esa t e m p o r a l i d a d . Ese m u n d o , presencia
virtual, o b j e t o p r o b a b l e d e m i intención reflexiva, es el m u n d o psí-
quico o psique. E n cierto sentido, su existencia es p u r a m e n t e ideal;
e n Otro sentido, ese m u n d o es, ya q u e es-sido, ya q u e se descubre a
la conciencia; es " m i sombra", es lo q u e se m e descubre c u a n d o
q u i e r o verme; como, además, p u e d e ser aquello a p a r t i r de lo cual
el para-sí se d e t e r m i n a a ser lo q u e tiene-de-ser ( n o iré a ver a
f u l a n o o m e n g a h o " a c a u s a " d e l a a n t i p a t í a q u e le t e n g o ; m e decido
a tal o cual acción t e n i e n d o en cuenta m i a m o r o m i odio; m e niego
a discutir de política, p o r q u e conozco m i t e m p e r a m e n t e colérico y
n o q u i e r o correr el riesgo d e i r r i t a r m e ) , ese m u n d o f a n t a s m a existe
c o m o situación real del para-sí. C o n ese m u n d o trascendente q u e
se aloja en el p o r v e n i r infinito d e indiferencia antihistórica, se cons-
tituye precisamente c o m o u n i d a d virtual de ser la t e m p o r a l i d a d lla-
m a d a " i n t e r n a " o. "cualitativa", q u e -es la objetivación en en-sí de
la t e m p o r a l i d a d originaria. H a y en ello el p r i m e r esbozo de u n
" a f u e r a " ; el para-sí se ve casi conferir u n a f u e r a a sus propios ojos:
pero este a f u e r a es p u r a m e n t e virtual. V e r e m o s m á s adelante al
ser-para-otro realizar el esbozo d e ese " a f u e r a " .
CAPÍTULO III

LA TRASCENDENCIA

P a r a llegar a u n a descripción lo m á s c o m p l e t a posible del p a r a -


sí, h a b í a m o s escogido c o m o h i l o c o n d u c t o r el e x a m e n d e las c o n -
d u c t a s negativas. E n e f e c t o : según h a b í a m o s visto, la posibilidad
p e r m a n e n t e del no-ser, f u e r a d e nosotros y e n nosotros mismos, con-
d i c i o n a las p r e g u n t a s q u e p o d e m o s p l a n t e a r y las respuestas q u e
p o d e m o s darles. P e r o n u e s t r o p r i m e r o b j e t o n o era sólo d e v e l a r las
e s t r u c t u r a s n e g a t i v a s d e l para-sí. E n n u e s t r a I n t r o d u c c i ó n h a b í a m o s
e n c o n t r a d o u n p r o b l e m a , y este p r o b l e m a q u e r í a m o s resolver: c u á l
es la r e l a c i ó n original d e l a r e a l i d a d h u m a n a con el ser d e los f e -
n ó m e n o s o ser-en-sí. D e s d e n u e s t r a I n t r o d u c c i ó n , e n efecto, h e m o s
d e b i d o r e c h a z a r la solución realista y l a idealista. N o s p a r e c í a , a
la vez, q u e el ser t r a s c e n d e n t e n o p o d í a a c t u a r en m o d o a l g u n o
sobre la conciencia, y q u e la c o n c i e n c i a n o p o d í a " c o n s t r u i r " lo
t r a s c e n d e n t e o b j e t i v a n d o e l e m e n t o s t o m a d o s a su s u b j e t i v i d a d . M á s
t a r d e , c o m p r e n d i m o s q u e la r e l a c i ó n original c o n el ser n o p o d í a ser
la relación e x t e r n a q u e u n i e r a dos sustancias p r i m i t i v a m e n t e aisladas.
" L a r e l a c i ó n e n t r e las regiones d e ser es u n s u r g i m i e n t o p r i m i t i v o
•—escribíamos—• q u e f o r m a p a r t e d e la e s t r u c t u r a m i s m a d e esos
seres." L o c o n c r e t o se nos d e s c u b r i ó c o m o l a t o t a l i d a d sintética d e
la cual t a n t o la c o n c i e n c i a c o m o el f e n ó m e n o constituyen sólo a r -
ticulaciones. P e r o si, e n c i e r t o sentido, la c o n c i e n c i a c o n s i d e r a d a e n
su a i s l a m i e n t o es u n a a b s t r a c c i ó n ; si los f e n ó m e n o s — y a u n el f e n ó -
m e n o d e s e r — son i g u a l m e n t e abstractos, e n t a n t o q u e n o p u e d e n
existir c o m o f e n ó m e n o s sin aparecer a u n a conciencia, el ser d e loe
f e n ó m e n o s , c o m o en-sí q u e es lo q u e es, n o p o d r í a considerarse c o m o
u n a abstracción. P a r a existir, n o necesita sino d e sí m i s m o ; n o re-
m i t e sino a sí m i s m o s o l a m e n t e . P o r o t r a p a r t e , n u e s t r a descripción
del para-sí nos lo h a m o s t r a d o , al c o n t r a r i o , c o m o lo m á s a l e j a d o
posible d e u n a sustancia y del en-sí; h e m o s visto q u e él e r a su p r o p i a
nihilización y q u e n o p o d í a ser sino e n la u n i d a d o r t o l ó g i c a d e sus
ék-stasis. Así, pues, si la r e l a c i ó n e n t r e el p a r a - s í y el en-sí h a d e
ser o r i g i n a r i a m e n t e c o n s t i t u t i v a del ser m i s m o q u e so p o n e en rela-
ción, n o h a d e e n t e n d e r s e e m p e r o q u e esa relación p u e d a ser consti-
tutiva del en-sí, s i n o del para-sí. Sólo e n el para-sí h a d e buscarse
la clave d e esa relación r e s p e c t o del ser q u e se l l a m a , p o r e j e m p l o ,
c o n o c i m i e n t o . El para-sí es responsable e n su ser d e su relación con
el en-sí, o, si se prefiere, se p r o d u c e o r i g i n a r i a m e n t e sobre el f u n -
d a m e n t o d e u n a relación c o n el en-sí. Es lo q u e ya p r e s e n t í a m o s
c u a n d o d e f i n í a m o s la c o n c i e n c i a c o m o " u n ser p a r a el c u a l en su
ser es cuestión d e su ser, e n t a n t o q u e este ser i m p l i c a u n ser o t r o
q u e él". Pero, desde el m o m e n t o e n q u e f o r m u l a m o s esa definición
h a s t a a h o r a , h e m o s a d q u i r i d o conocimientos nuevos. E n p a r t i c u l a r ,
h e m o s c a p t a d o el s e n t i d o p r o f u n d o del para-sí c o m o f u n d a m e n t o d e
su p r o p i a n a d a . ¿ N o es t i e m p o , a h o r a , d e utilizar estos c o n o c i m i e n t o s
p a r a d e t e r m i n a r y e x p l i c a r a q u e l l a relación ek-stática e n t r e el para-sí
y el en-sí sobre el f u n d a m e n t o d e la cual p u e d e n a p a r e c e r e n general
el conocer y el actuar? ¿ N o e s t a m o s e n condiciones de r e s p o n d e r a
n u e s t r a p r e g u n t a p r i m e r a ? P a r a ser c o n c i e n c i a n o tética ( d e ) sí, la
c o n c i e n c i a h a d e ser c o n c i e n c i a t é t i c a de algo, según h e m o s s e ñ a l a d o .
P e r o lo q u e h e m o s e s t u d i a d o h a s t a a h o r a es el para-sí c o m o m o d o
d e ser original d e la c o n c i e n c i a n o t é t i c a ( d e ) s í . ¿ N o nos v e m o s
llevados d e a h í a describir el para-sí e n sus relaciones m i s m a s con
el en-sí, e n t a n t o q u e éstas son constitutivas d e su ser? ¿ N o p o d e m o s
d e s d e luego e n c o n t r a r u n a respuesta a p r e g u n t a s del t i p o d e éstas:
s i e n d o el en-sí lo q u e es, c ó m o y p o r q u é el para-sí tiene-de-ser en
su ser c o n o c i m i e n t o del en-sí; y : q u é es el c o n o c i m i e n t o e n g e n e r a l ?

EL CONOCIMIENTO COMO TIPO DE RELACIÓN


ENTRE EL PARA-SI Y EL EN-SI

N o h a y c o n o c i m i e n t o sino intuitivo. L a d e d u c c i ó n y el discurso,


i m p r o p i a m e n t e l l a m a d o s conocimientos, n o son sino i n s t r u m e n t o s q u e
c o n d u c e n a la i n t u i c i ó n . C u a n d o ésta se a l c a n z a , los m e d i o s utiliza-
dos p a r a a l c a n z a r l a se b o r r a n a n t e ella; e n el caso e n q u e n o p u e d e
alcanzársela, el r a z o n a m i e n t o y el discurso q u e d a n c o m o m a r c a s in-
d i c a d o r a s q u e a p u n t a n h a c i a u n a i n t u i c i ó n f u e r a d e a l c a n c e ; si, p o r
ú l t i m o , se la h a a l c a n z a d o p e r o n o es u n m o d o p r e s e n t e d e m i con-
ciencia, las m á x i m a s de q u e m e sirvo q u e d a n como resultados de
operaciones anteriormente efectuadas, lo que llamaba Descartes "re-
cuerdos de ideas". Y, si se p r e g u n t a q u é es la intuición, Husserl
responderá, d e a c u e r d o con la mayoría d e los filósofos, q u e es la
presencia de la "cosa" (Sache) en persona a la conciencia. El co-
nocimiento pertenece, pues, al tipo de ser q u e describíamos en el
capítulo anterior con el n o m b r e d e "presencia a . . . " Pero hemos
establecido, justamente, q u e el en-sí n o p o d í a jamás ser presencia
por sí mismo. El ser-presente, en efecto, es u n m o d o de ser ek-stático
del para-sí. Nos vemos, pues, obligados a invertir los términos de
nuestra definición: la intuición es la presencia de la conciencia a la
cosa. Debemos volver, pues, sobre 'la naturaleza y el sentido de esta
presencia del para-sí al ser.
H e m o s establecido en nuestra Introducción, sirviéndonos del
concepto n o elucidado d e "conciencia", la necesidad q u e tiene la
conciencia de ser conciencia de algo. E n efecto, sólo por aquello de
q u e es conciencia, ésta se distingue a sus propios ojos y puede ser
conciencia (de) sí; u n a conciencia que n o f u e r a conciencia de algo
n o sería conciencia (de) n a d a . Pero ahora tenemos elucidado el sen-
tido ontológico de la conciencia, o para-sí. Podemos, pues, p l a n t e a r
el problema en términos m á s precisos y p r e g u n t a r n o s : ¿ q u é p u e d e
significar esa necesidad q u e tiene la conciencia de ser conciencia de
algo, si se la e n c a r a en el p l a n o ontológico, es decir, en la perspectiva
del ser-para-sí? Sabido es q u e el para-sí es f u n d a m e n t o d e su propia
n a d a en f o r m a de la diada f a n t a s m a reflejo-reflejante. El reflejante
no es sino p a r a reflejar el reflejo, v el reflejo no es reflejo sino en
t a n t o q u e remite al reflejante. Así, los dos términos esbozados de
la diada a p u n t a n u n o al otro, y c a d a u n o c o m p r o m e t e su ser en el
ser del otro. Pero, 'si el reflejante n o es n a d a m á s q u e reflejante de
ese reflejo, y si el reflejo n o p u e d e caracterizarse sino por su "ser-para
reflejarse en ese reflejante", ambos términos d e la cuasi diada, re-
costando sus dos n a d a s la u n a c o n t r a la otra, se nihilizan c o n j u n t a -
mente. Es preciso que el reflejante refleje algo p a r a q u e el c o n j u n t o
n o se desmorone en n a d a . Pero si el reflejo, por otra parte, fuese
algo independientemente d e su ser-para-reflejarse, sería menester q u e
fuera cualificado, n o en t a n t o q u e reflejo, sino en-sí. Seria introducir
la opacidad en el sistema "reflejo-reflejante", y, sobre todo, com-
pletar la escisiparidad esbozada. Pues, en el para-sí, el reflejo es
también el reflejante. Pero si el reflejo es cualificado, se separa del
reflejante y su apariencia se separa de su realidad; el cogito se torna
imposible. El reflejo n o p u e d e ser a la vez "algo de-reflejar" y
nada, a menos q u e se h a g a cualificar por otro q u e él, o, si se prefiere,
a menos q u e se refleje en c u a n t o relación con u n a f u e r a q u e n o es
él. L o q u e define al reflejo p a r a el reflejante es siempre aquello
a lo cual el reflejo es presencia. A u n u n a alegría, c a p t a d a en el
p l a n o d e lo irreflexivo, n o es sino la presencia " r e f l e j a d a " a u n
m u n d o riente y abierto, p l e n o d e felices perspectivas. Pero las lineas
q u e preceden nos h a n h e c h o prever ya q u e el no ser. . . es estructura
esencial d e la presencia. L a presencia implica u n a negación radi-
cal c o m o presencia a aquello q u e n o se es. Es presente a m í lo que
yo n o soy. Se n o t a r á , p o r o t r a parte, q u e ese " n o ser. . . " está im-
plicado a pricri p o r t o d a teoría del conocimiento. Es imposible cons-
truir la noción de objeto si n o tenemos originariamente u n a relación
negativa q u e designe al o b j e t o c o m o aquello q u e no es la conciencia.
Esto estaba bien expresado p o r el t é r m i n o de "no-yo", u n tiempo
d e m o d a , sin q u e se p u d i e r a descubrir en aquellos q u e lo e m p l e a b a n
el m e n o r c u i d a d o del f u n d a m e n t a r ese no que cualificaba origina-
riamente al m u n d o exterior. D e hecho, ni el nexo de las represen-
taciones, ni la necesidad de ciertos c o n j u n t o s subjetivos, ni la irrever-
sibilidad temporal, ni el recurso al infinito, podrían servir p a r a cons-
tituir el objeto c o m o tal, es decir, p a r a servir d e f u n d a m e n t o a
u n a negación ulterior q u e r e c o r t a r a al no-yo y lo opusiera al yo
c o m o tal, si precisamente esa negación n o f u e r a d a d a previamente
y n o f u e r a el f u n d a m e r l t o a priori de t o d a experiencia. L a cosa es.
antes d e toda comparación, antes de toda construcción, lo que está
presente a la conciencia c o m o no siendo conciencia. L a relación
originaria d e presencia, c o m o f u n d a m e n t o del conocimiento, es ne-
gativa. Pero, c o m o la negación viene al m u n d o p o r m e d i o del para-sí
y la cosa es lo q u e es, en la indiferencia absoluta d e la identidad, la
cosa n o p u e d e ponerse c o m o n o siendo el para-sí. L a negación viene
del p r o p i o para-sí. N o h a de concebirse esta negación según el tipo
d e u n juicio q u e recayera sobre la cosa misma y n e g a r a de ella ser
el para-sí: este tipo d e negación sólo sería concebible si el para-sí
fuese u n a sustancia h e c h a y derecha, y, a u n en este caso, n o podría
e m a n a r sino d e u n tercer t é r m i n o q u e estableciera desde a f u e r a u n a
relación negativa e n t r e dos seres. Pero, p o r la negación original, es
el para-sí quien se constituye c o m o no siendo la cosa. D e suerte
q u e la definición q u e h a c e p o c o d á b a m o s de la conciencia p u e d e
enunciarse c o m o sigue, e n la perspectiva del para-sí: " E l para-sí es
u n ser p a r a el cual en su ser es cuestión de su ser, en t a n t o q u e este
ser es esencialmente u n a d e t e r m i n a d a m a n e r a d e no ser u n ser q u e
se p o n e a la vez c o m o otro q u e él." E l conocimiento aparece, pues,
como u n m o d o de ser. E l conocer n o es n i u n a relación establecida
posteriormente entre dos seres, ni u n a actividad d e u n o d e estos dos
seres, n i u n a cualidad, p r o p i e d a d o virtud. Es el ser mismo del
para-sí e n t a n t o q u e presencia a . . . ; es decir, en t a n t o q u e tiene-
de-ser su ser haciéndose n o ser cierto ser al cual es presente. Esto
significa q u e el para-sí n o p u e d e ser sino en el m o d o d e u n reflejo
q u e se h a c e reflejar c o m o n o siendo d e t e r m i n a d o ser. El "algo"
q u e debe cualificar al r e f l e j a d o p a r a q u e la p a r e j a "reflejo-reflejan-
t e " n o se desmorone en la n a d a , es negación p u r a . El r e f l e j a d o se
h a c e cualificar afuera, j u n t o a d e t e r m i n a d o ser, c o m o no siendo ese
ser; es precisamente lo q u e se llama ser conciencia de algo.
P e r o hemos d e precisar lo q u e entendemos p o r esa negación
originaria. Conviene, en efecto, distinguir dos tipos d e negación:
la externa y la interna. L a p r i m e r a aparece c o m o u n p u r o nexo de
exterioridad establecido e n t r e dos seres p o r u n testigo. C u a n d o digo,
p o r e j e m p l o : " L a mesa n o es el tintero", es h a r t o evidente q u e el
f u n d a m e n t o d e esta negación n o está n i e n el tintero n i e n la mesa.
Ambos objetos son lo q u e son, eso es todo. L a negación es c o m o u n
n e x o categorial e ideal q u e establezco entre ellos sin modificarlos en
absoluto, sin enriquecerlos n i empobrecerlos en c u a l i d a d : esa sínte-
sis negativa n i siquiera los roza, y, c o m o n o sirve ni p a r a enrique-
cerlos ni p a r a constituirlos, p e r m a n e c e estrictamente externa. P e r o
p u e d e ya adivinarse el sentido d e la otra negación, si se consideran
frases c o m o " N o soy rico" o " N o soy apuesto". P r o n u n c i a d a s con
cierta melancolía, n o significan solamente q u e se deniega cierta c u a -
lidad, sino q u e la p r o p i a denegación viene a influir en su estructura
interna al ser positivo a quien se la deniega. C u a n d o d i g o : " N o
soy apuesto", n o m e limito a n e g a r d e mí, t o m a d o c o m o u n todo
concreto, cierta v i r t u d q u e p o r ese h e c h o pasa a la n a d a d e j a n d o
intacta la totalidad positiva d e m i ser (como c u a n d o d i g o : " E l vaso
n o es blanco, es g r i s . . . " " E l tintero n o está en la mesa, sino sobre
la c h i m e n e a " ) : entiendo significar q u e " n o ser a p u e s t o " es cierta
virtud negativa d e m i ser, q u e m e caracteriza desde a d e n t r o y, en
t a n t o q u e negatividad, el n o ser apuesto es u n a cualidad real d e
mí mismo, cualidad negativa q u e explicará t a n t o m i melancolía,
por ejemplo, c o m o mis fracasos m u n d a n o s . Por negación i n t e r n a
entendemos u n a relación tal entre dos seres q u e aquel q u e es n e g a d o
del otro cualifica a éste, p o r su ausencia misma, en el meollo de su
esencia. L a negación se convierte entonces en u n nexo de ser esen-
cial, ya q u e u n o p o r lo menos d e los seres sobre los cuales recae es
tal que señala hacia el otro, q u e p o r t a al otro en su meollo c o m o
u n a ausencia. Es claro, empero, q u e este tipo d e negación n o es
aplicable al ser-en-sí. Pertenece por naturaleza al para-sí. Sólo el
para-sí p u e d e ser d e t e r m i n a d o en su ser por u n ser q u e n o es él. Y
si la negación i n t e r n a puede aparecer en el m u n d o — c o m o c u a n d o
se dice de u n a perla q u e es falsa, d e u n a f r u t a q u e n o está m a d u r a ,
d e u n h u e v o q u e n o es fresco, etc.— viene al m u n d o por el p a r a -
sí, c o m o toda negación en general. Entonces, si el conocer pertenece
sólo al para-sí, ello se debe a q u e sólo es p r o p i o del para-sí aparecerse
c o m o n o siendo aquello q u e él conoce. Y c o m o aquí apariencia y
ser son u n a sola y misma cosa —ya q u e el para-sí tiene el ser d e su
apariencia—, h a de concebirse que el para-sí incluye en su ser el
ser del objeto q u e él n o es, en t a n t o q u e e n su ser es cuestión d e su
ser c o m o n o siendo ese ser.
Es preciso desprenderse a q u í de u n a ilusión q u e p o d r í a f o r m u -
larse de este m o d o : p a r a constituirse a sí mismo c o m o no siendo tal
o cual ser, es menester p r e v i a m e n t e tener, d e cualquier m a n e r a q u e
sea, u n conocimiento de ese ser, pues n o p u e d o juzgar de mis dife-
rencias con respecto a u n ser del cual n o sé n a d a . Es cierto q u e en
nuestra existencia empírica n o podemos saber en q u é diferimos de
u n japonés o de u n inglés, de u n obrero o de u n soberano, antes de
poseer a l g u n a noción de esos diversos seres. Pero estas distinciones
empíricas n o podrían servirnos de base aquí, pues abordamos el es-
tudio de u n a relación ontológica q u e h a g a posible toda experiencia
y q u e tiende a establecer c ó m o u n objeto e n general p u e d e existir
p a r a la conciencia. N o m e es posible, pues, tener experiencia del
objeto como objeto distinto de mí antes d e constituirlo c o m o o b j e t o :
al contrario, lo q u e hace posible toda experiencia es u n surgimiento
a priori del objeto p a r a el sujeto, o, puesto q u e el surgimiento es el
h e c h o original del para-sí, u n surgimiento original del para-sí c o m o
presencia al objeto que él no es. Conviene, pues, invertir los tér-
minos d e la f ó r m u l a precedente: la relación f u n d a m e n t a l p o r la
cual el para-sí tiene-de-ser c o m o n o siendo tal ser particular al cual
es presente, es el f u n d a m e n t o de todo conocimiento de ese ser.
Pero es menester describir m e j o r esta p r i m e r a relación si queremos
hacerla comprensible.
L o q u e q u e d a c o m o v e r d a d e r o en el e n u n c i a d o d e la ilusión
intelectualista que d e n u n c i á b a m o s en el p a r á g r a f o anterior es el hecho
d e q u e n o p u e d o d e t e r m i n a r m e a no ser un objeto q u e esté origi-
n a r i a m e n t e escindido d e todo nexo conmigo. N o p u e d o n e g a r q u e
yo sea tal o cual ser, a distancia d e ese ser. Si concibo u n ser ente-
r a m e n t e cerrado en sí, este ser en sí mismo será unitivamente lo que
es, y, por ello, n o se e n c o n t r a r á en él lugar ni p a r a u n a negación ni
p a r a u n conocimiento. D e hecho, u n ser sólo puede hacerse anunciar
lo q u e él n o es a p a r t i r del ser q u e él n o es. L o q u e significa, en el
caso de la negación interna, q u e el para-sí se aparece c o m o no siendo
lo q u e él n o es, allá, en y sobre el ser q u e él n ó es. E n este sentido,
la negación interna es u n nexo ontológico concreto. N o se t r a t a de
u n a d e esas negaciones empíricas en q u e las cualidades negadas se
distinguen p r i m e r a m e n t e p o r su ausencia o a u n por su no-ser. E n
la negación interna, el para-sí se aplasta sobre aquello q u e niega.
Las cualidades negadas son precisamente lo que hay d e m á s pre-
sente al para-sí; de ellas t o m a él su f u e r z a negativa y la renueva
p e r p e t u a m e n t e . E n este sentido, es menester verlas c o m o u n factor
constitutivo del ser del para-sí, pues éste debe estar allá, f u e r a d e sí,
sobre ellas; debe ser ellas p a r a n e g a r q u e las sea. E n u n a palabra,
el término origen de la negación interna es el en-sí, ia cosa q u e
está ahí; y f u e r a d e ella n o hay n a d a , sino u n vacío, u n a n a d a q u e
n o se distingue d e la cosa sino por u n a p u r a negación cuyo conte-
nido está provisto por esa cosa misma. L a dificultad q u e e n c u e n t r a
el materialismo p a r a derivar del objeto el conocimiento proviene
de q u e quiere p r o d u c i r u n a sustancia a p a r t i r de otra sustancia.
Pero esta dificultad n o p u e d e detenernos, pues a f i r m a m o s q u e n o
hay, f u e r a del en-sí, nada, sino u n reflejo de este n a d a , q u e es a su
vez polarizado y definido por el en-sí, en t a n t o que es precisamente
la n a d a d e ese en-sí, el n a d a individualizado q u e no es n a d a sino
p o r q u e no es el en-sí. D e este modo, en esa relación ek-stática que
es constitutiva d e la negación interna y del conocimiento, el en-sí
en persona es polo concreto en su plenitud, y el para-sí n o es sino
el vacío en q u e resalta el en-sí. El para-sí está f u e r a d e sí mismo en
el en-sí, ya q u e se h a c e definir por lo q u e él n o es; el n e x o p r i m e r o
e n t r e el en-sí y el para-sí es, pues, u n n e x o de ser. Pero este nexo
n o es ni u n a falta ni u n a ausencia. E n el caso de la ausencia, en
efecto, m e h a g o d e t e r m i n a r por un ser q u e n o soy yo y q u e n o es,
o n o es a h í : es decir, que lo q u e m e d e t e r m i n a es como un hueco
en m e d i o d e lo que llamaré m i plenitud empírica. Al contrario, en
el conocimiento, t o m a d o c o m o n e x o de ser ontológico, el ser q u e yo
n o soy representa la plenitud absoluta del en-sí. Y yo soy, al con-
trario, la n a d a , ausencia que se d e t e r m i n a a existir a p a r t i r de esa
plenitud. L o q u e significa que. en ese tipo de ser q u e se llama cono-
cimiento, el único ser que p u e d a encontrarse y q u e está p e r p e t u a -
m e n t e ahí es lo conocido. El cognoscente n o es, n o es captable. N o
es sino aquello q u e hace q u e haya u n ser-ahí de lo conocido, u n a
presencia; pues, p o r sí mismo, lo conocido n o es ni presente ni a u -
sente, simplemente es. Pero esta -presencia d e lo conocido es pre-
sencia a nada, ya q u e el cognoscente es p u r o reflejo d e u n n o s e r . . . ;
ella parece, pues, a través de la translucidez total del cognoscente
conocido, presencia absoluta. L a ejemplificación psicológica y em-
pírica de esta relación originaria nos está d a d a p o r los casos d e
fascinación. E n estos casos, en efecto, q u e representan el h e c h o in-
m e d i a t o del conocer, el cognoscente n o es absolutamente n a d a m á s
q u e u n a p u r a negación, n o se e n c u e n t r a n i se r e c u p e r a e n n i n g u n a
parte, no es; la ú n i c a cualificación d e q u e p u e d a ser soporte es la
d e q u e él no es, precisamente, tal objeto fascinante. E n la fascina-
ción n o hay n a d a más que u n objeto gigante en u n m u n d o desierto.
Empero, la intuición fascinada n o es en m o d o alguno fusión con el
objeto. Pues la condición p a r a q u e haya fascinación es q u e el objeto
se destaque con relieve absoluto sobre u n f o n d o de vacío, es decir,
q u e yo sea precisamente negación i n m e d i a t a del o b j e t o y n a d a m á s
q u e eso. Es la m i s m a negación p u r a q u e encontramos e n la base
de las intuiciones panteísticas descritas a veces por Rousseau como
acaecimientos psíquicos concretos d e su historia. Nos declara enton-
ces q u e "se f u n d í a " con el universo, q u e sólo el m u n d o se e n c o n t r a b a
d e p r o n t o presente, c o m o presencia absoluta y totalidad incondi-
cionada. Ciertamente, podemos c o m p r e n d e r esta presencia total y
desierta del m u n d o , su p u r o "ser-ahí"; ciertamente, admitimos m u y
bien q u e en ese m o m e n t o privilegiado no haya h a b i d o n a d a m á s q u e
el m u n d o . Pero esto n o significa, c o m o Rousseau quiere admitirlo,
q u e h a y a fusión de la conciencia con el m u n d o . Esta fusión signifi-
caría la solidificación del para-sí en en-sí y, a la vez, la desaparición
del m u n d o y del en-sí c o m o presencia. V e r d a d q u e n o hay n a d a
m á s que el m u n d o , en la intención panteística, salvo aquello que
hace q u e el en-sí esté presente c o m o m u n d o ; es decir, u n a negación
p u r a q u e es conciencia n o tética (de) sí c o m o negación. Y, preci-
samente p o r q u e el conocimiento n o es ausencia sino presencia, no
hay nada q u e separe al cognoscente del conocido. A m e n u d o se h a
definido la intuición c o m o presencia i n m e d i a t a d e lo conocido al
cognoscente, p e r o r a r a vez se h a reflexionado sobre las exigencias d e
la noción d e inmediatez. L a inmediatez es la ausencia d e t o d o m e -
d i a d o r : y esto v a d e suyo, pues si no, sólo sería conocido el m e d i a d o r ,
y n o el mediatizado. Pero, si n o p o d e m o s d a r por puesto interme-
. diario alguno, es menester q u e rechacemos a la vez la c o n t i n u i d a d y
la discontinuidad c o m o tipo d e presencia del cognoscente a lo cono-
cido. N o admitiremos, e n efecto, q u e h a y a c o n t i n u i d a d e n t r e el cog-
noscente y lo conocido, pues ella s u p o n e u n t é r m i n o i n t e r m e d i o q u e
sea a la vez conocido y cognoscente, lo q u e suprime la a u t o n o m í a
del cognoscente respecto d e lo conocido, c o m p r o m e t i e n d o al ser del
cognoscente en el ser d e lo conocido. Entonces desaparece la estruc-
t u r a del objeto, ya q u e el o b j e t o exige ser n e g a d o absolutamente
p o r el para-sí en t a n t o q u e ser del para-sí. P e r o t a m p o c o podemos
considerar la relación originaria del para-sí c o n el en-sí c o m o u n a
relación d e discontinuidad. C i e r t a m e n t e , la separación e n t r e dos
elementos discontinuos es u n vacío, es decir, •nada, pero u n n a d a
realizado, es decir, en sí. Este n a d a sustancializado es c o m o tal u n
espesor n o c o n d u c t o r ; destruye la inmediatez d e la presencia, p u e s
se h a convertido e n algo en t a n t o q u e n a d a . L a presencia del para-sí
al en-sí, al n o p o d e r expresarse ni e n términos de" c o n t i n u i d a d ni
en términos d e discontinuidad, es p u r a identidad negada. Para ha-
cerla c a p t a r m e j o r , usemos d e u n a c o m p a r a c i ó n : c u a n d o dos curvas
son tangentes e n t r e sí, ofrecen u n tipo d e presencia sin intermediarios.
P e r o entonces el o j o n o c a p t a sino una sola línea t o d o a lo largo d e
la m u t u a tangencia. A u n si se e n m a s c a r a n a m b a s curvas y sólo f u e r a
d a d o ver la longitud AB en q u e son tangentes, resultaría imposible
distinguirlas. Pues, en efecto, lo q u e las separa es nada: n o hay con-
tinuidad ni discontinuidad, sino p u r a identidad. Desenmascaremos
de p r o n t o a m b a s figuras, y las c a p t a r e m o s n u e v a m e n t e c o m o siendo
dos en t o d a su longitud respectiva: y esto n o proviene de u n a brusca
separación d e h e c h o realizada s ú b i t a m e n t e e n t r e ellas, sino de q u e
los dos movimientos por los cuales trazamos las dos curvas p a r a per-
cibirlas implican c a d a u n o u n a negación c o m o a c t o constitutivo.
Así, lo q u e separa a m b a s curvas e n el l u g a r m i s m o d e su tangencia
n o es nada, ni siquiera u n a distancia: es u n a p u r a negatividad c o m o
c o n t r a p a r t e d e u n a síntesis constituyente. Esta imagen nos h a r á
c a p t a r m e j o r la relación de inmediatez q u e u n e originariamente al
cognoscente y lo conocido. O c u r r e d e ordinario, en efecto, q u e u n a
negación recae sobre u n "algo" q u e preexiste a la negación y cons-
tituye su m a t e r i a : si digo, por ejemplo, q u e el t i n t e r o n o es la mesa,
mesa y tintero son objetos ya constituidos cuyo ser en sí constituirá
el soporte del juicio negativo. Pero, en el caso d e la relación "cog-
noscente-conocido", n o hay n a d a de p a r t e del cognoscente q u e p u e d a
constituirse en soporte d e la n e g a c i ó n : " n o h a y " n i n g u n a diferencia,
n i n g ú n principio d e distinción, p a r a separar en-sí cognoscente y co-
nocido. Pero, en la indistinción total del ser, n o hay n a d a m á s q u e
u n a negación q u e ni siquiera es, q u e tiene de ser, q u e ni a u n se p o n e
c o m o negación. D e suerte que, finalmente, el conocimiento y el
p r o p i o cognoscente n o son n a d a sino el h e c h o d e q u e " h a y " ser, de
q u e el ser en sí se da y se destaca en relieve sobre el f o n d o d e ese
n a d a . E n tal sentido, podemos llamar al conocimiento la p u r a sole-
d a d de lo conocido. Es decir, con suficiente claridad, q u e el f e n ó m e n o
original de conocimiento no agrega n a d a al ser y n a d a crea. P<5r élj
el ser n o es enriquecido, p u e s el conocimiento es p u r a negatividad:
hace solamente que haya ser. P e r o este h e c h o d e " q u e h a y a " ser n o
es u n a determinación interna del ser — q u e es lo q u e es—-, sino d e
la negatividad. E n este sentido, t o d a develación d e u n carácter po-
sitivo del ser es la c o n t r a p a r t e de u n a determinación ontológica del
para-sí en su ser c o m o negatividad p u r a . Por ejemplo, c o m o luego
veremos, la develación de la espacialidad del ser constituye u n a sola
y misma cosa con la aprehensión n o posicional del para-sí por sí
mismo c o m o inextenso. Y el carácter inextenso del para-sí n o es
u n a misteriosa virtud- positiva d e espiritualidad q u e se enmascare
b a j o u n a d e n o m i n a c i ó n n e g a t i v a : es u n a relación ek-stática por na-
turaleza, pues en la extensión y p o r la extensión del en-sí tras-
c e n d e n t e el para-sí se h a c e a n u n c i a r y realiza su p r o p i a inextensión.
El para-sí n o p o d r í a ser inextenso p r i m e r o p a r a e n t r a r después en
relación con u n ser extenso, pues, c o m o q u i e r a q u e lo consideremos,
el concepto d e inextensión n o p u e d e tener sentido p o r sí m i s m o ; n o
es n a d a más q u e negación d e la extensión. Si, p o r u n imposible,
se p u d i e r a suprimir la extensión d e las determinaciones develadas
del en-sí, el para-sí n o q u e d a r í a espacial; n o sería ni extenso ni inex-
tenso y resultaría imposible caracterizarlo d e n i n g u n a m a n e r a con
respecto a la extensión. E n este sentido, la extensión es u n a deter-
minación trascendente q u e el para-sí tiene de a p r e h e n d e r en la
m e d i d a exacta en q u e se niega a sí mismo c o m o extenso. Por eso
el t é r m i n o q u e m e j o r nos p a r e c e significar esa relación i n t e r n a e n t r e
conocer y ser es la p a l a b r a realizar q u e utilizábamos poco ha, con
su doble sentido ontológico y gnóstico. Realizo u n proyecto e n t a n t o
q u e le doy el ser, pero realizo t a m b i é n m i situación en t a n t o q u e la
vivo, q u e la h a g o ser con mi ser; "realizo" la m a g n i t u d de u n a ca-
tástrofe, la dificuLtad de u n a e m p r e s a . C o n o c e r es realizar e n a m b o s
sentidos del t é r m i n o . Es h a c e r q u e h a y a ser teniendo-de-ser la ne-
gación r e f l e j a d a de este ser: lo real es realización. L l a m a r e m o s tras-
c e n d e n c i a a esta negación i n t e r n a y realizante q u e , d e t e r m i n a n d o al
para-sí en su ser, devela al en-sí.

II

DE LA DETERMINACIÓN C O M O NEGACIÓN

¿ A cuál ser es presencia el para-sí? N o t e m o s , a n t e todo, q u e la


cuestión está m a l p l a n t e a d a : el ser es lo q u e es, n o p u e d e poseer
e n sí m i s m o la d e t e r m i n a c i ó n " é s t e " q u e r e s p o n d e a la p r e g u n t a
" ¿ c u á l ? " . E n u n a p a l a b r a , la p r e g u n t a n o t i e n e s e n t i d o salvo si se
p l a n t e a en u n m u n d o . P o r consiguiente, el para-sí n o p u e d e ser
p r e s e n t e a esto m á s q u e a aquello, ya q u e su presencia es lo q u e h a c e
q u e haya u n " e s t o " m á s bien q u e u n " a q u e l l o " . N u e s t r o s e j e m p l o s
nos h a n m o s t r a d o , sin e m b a r g o , u n para-sí q u e n i e g a c o n c r e t a m e n t e
ser tal o cual ser singular. P e r o era p o r q u e describíamos la relación
d e c o n o c i m i e n t o c u i d a n d o , a n t e todo, sacar a luz su e s t r u c t u r a d e
n e g a t i v i d a d . E n este sentido, p o r el h e c h o m i s m o d e ser d e v e l a d a
con ejemplos, esa n e g a t i v i d a d e r a ya s e c u n d a r i a . L a n e g a t i v i d a d
c o m o trascendencia o r i g i n a r i a n o se d e t e r m i n a a p a r t i r d e u n esto,
sino q u e ella h a c e q u e u n esto exista. L a presencia o r i g i n a r i a del
para-sí es presencia al ser. ¿ D i r e m o s , pues, q u e es presencia a todo
el ser? R e c a e r í a m o s e n t o n c e s e n n u e s t r o e r r o r p r e c e d e n t e . P u e s la
t o t a l i d a d n o p u e d e v e n i r al ser sino p o r m e d i o del para-sí. U n a
t o t a l i d a d , en efecto, s u p o n e u n a relación i n t e r n a d e ser e n t r e los
t é r m i n o s d e u n a c u a s i - m u l t i p l i c i d a d , del m i s m o m o d o q u e u n a m u l -
tiplicidad s u p o n e , p a r a serlo, u n a relación i n t e r n a t o t a l i z a d o r a e n t r e
sus e l e m e n t o s ; e n este sentido, la a d i c i ó n m i s m a es u n a c t o sintético.
L a t o t a l i d a d n o p u e d e v e n i r a los seres sino p o r m e d i o d e u n ser q u e
tiene-de-ser e n presencia d e ellos su p r o p i a t o t a l i d a d . Es, precisa-
m e n t e , el caso del para-sí, t o t a l i d a d d e s t o t a l i z a d a q u e se t e m p o r a l i z a
en u n a inconclusión p e r p e t u a . El para-sí, en su presencia al ser,
h a c e q u e exista todo el ser. E n t e n d a m o s bien, e n efecto, q u e este
ser d e t e r m i n a d o n o p u e d e ser d e n o m i n a d o c o m o esto sino sobre f o n d o
d e presencia d e todo el ser. Ello n o significa q u e un ser t e n g a n e -
cesidad d e todo el ser p a r a existir, sino q u e el p a r a - s í se realiza c o m o
presencia realizante a ese ser, sobre f o n d o original d e u n a presencia
realizante a todo. Pero, recíprocamente, la totalidad, siendo rela-
ción ontológica i n t e r n a d e los "estos", n o p u e d e develarse sino en
y p o r los estos singulares. L o q u e significa q u e el para-sí se realiza
c o m o presencia realizante a t o d o el ser, en t a n t o q u e presencia rea-
lizante a los "estos"; y c o m o presencia realizante a los "estos" sin-
gulares e n t a n t o q u e presencia realizante a t o d o el ser. E n otros
términos, la presencia del para-sí al mundo n o p u e d e realizarse sino
p o r su presencia a u n a o varias cosas particulares; y, recíprocamente,
su presencia a u n a cosa p a r t i c u l a r n o p u e d e realizarse sino sobre el
f o n d o d e u n a presencia al m u n d o . L a percepción n o se articula sino
sobre f o n d o ontológico d e la presencia al m u n d o , y el m u n d o se de-
vela c o n c r e t a m e n t e c o m o f o n d o d e c a d a percepción singular. F a l t a
explicar sómo el surgimiento del para-sí al ser p u e d e h a c e r q u e haya
u n todo y h a y a los estos.
L a presencia del para-si al ser como totalidad proviene de q u e
el para-sí tiene-de-ser, e n el m o d o d e ser lo q u e n o es y d e n o ser
l o q u e es, su p r o p i a totalidad c o m o totalidad destotalizada. E n efec-
t o ; e n t a n t o q u e se h a c e ser e n la u n i d a d d e u n m i s m o surgimiento
c o m o todo aquello q u e n o es el ser, el ser se m a n t i e n e a n t e él c o m o
todo lo q u e el para-sí n o es. L a negación originaria, e n efecto, es
negación radical. E l para-sí, q u e se m a n t i e n e a n t e el ser c o m o su
p r o p i a totalidad, siendo él m i s m o el todo d e la negación, es nega-
ción del todo. Así, la t o t a l i d a d conclusa o m u n d o ' s e devela c o m o
constitutiva del ser d e la totalidad inconclusa p o r la cual el ser d e
l a t o t a l i d a d surge al ser. P o r m e d i o del mundo, el para-sí se h a c e
a n u n c i a r a si m i s m o c o m o totalidad destotalizada, lo q u e significa
q u e , p o r su p r o p i o surgimiento, el para-sí es develación del ser c o m o
totalidad, e n t a n t o q u e el para-sí tiene-de-ser su p r o p i a totalidad
e n el m o d o destotalizado. Así, el sentido m i s m o del para-sí está
a f u e r a , e n el ser; p e r o p o r m e d i o del para-sí a p a r e c e el sentido del
ser. Esta totalización del ser no agrega nada al ser; n o es n a d a m á s
q u e la m a n e r a e n q u e el ser se devela c o m o n o siendo el para-sí,
l a m a n e r a e n q u e hay ser; esa totalización a p a r e c e fuera del para-si,
h u r t á n d o s e a t o d o alcance, c o m o lo q u e d e t e r m i n a al para-sí e n su
ser. P e r o el h e c h o d e develar al ser c o m o totalidad n o es alcanzar
al ser, así c o m o el h e c h o d e c o n t a r dos tazas sobre la mesa n o alcanza
a n i n g u n a d e las tazas n i e n su existencia n i en su naturaleza. N o
se t r a t a j e m p e r o , d e u n a p u r a modificación subjetiva del para-sí, ya
que, al contrario, sólo p o r éste es posible t o d a subjetividad. Pero,
si el para-sí h a de ser la n a d a por la cual " h a y " ser, n o p u e d e h a b e r
ser originariamente sino c o m o totalidad. Así, pues, el conocimiento
es el mundo; p a r a h a b l a r c o m o Heidegger: el m u n d o y, f u e r a d e
eso, nada. Sólo q u e este " n a d a " n o es originariamente aquello en
q u e emerge la realidad h u m a n a . Este " n a d a " es la realidad h u m a n a
misma, c o m o la negación radical p o r la cual el m u n d o se devela.
Ciertamente, la sola aprehensión del m u n d o como totalidad hace
aparecer del lado del mundo u n a n a d a q u e sostiene y e n c u a d r a a
esa totalidad. Y esta n a d a es, inclusive, aquello que d e t e r m i n a a
la totalidad c o m o tal, en t a n t o que el n a d a absoluto d e j a d o f u e r a
d e la totalidad; por eso precisamente la totalización n o agrega n a d a
al ser, ya q u e es sólo el resultado de la aparición de la n a d a como
límite del ser. Pero esta n a d a no es n a d a , sino la realidad h u m a n a
captándose, a sí misma como excluida del ser y p e r p e t u a m e n t e allende
el ser, en comercio con el n a d a . T a n t o d a decir: la realidad h u m a n a
es aquello p o r lo cual el ser se devela c o m o totalidad, o : la realidad
h u m a n a es aquello que hace que no haya n a d a f u e r a del ser. Este
n a d a , como posibilidad de que haya u n allende el m u n d o , en tanto
q u e : 1' esta posibilidad devela al ser como m u n d o , y 2 9 la realidad
h u m a n a tiene-de-ser esa posibilidad, constituye, con la presencia
originaria al ser, el circuito de la ipseidad.
Pero la realidad h u m a n a n o se hace totalidad inconclusa de las
negaciones sino en c u a n t o rebalsa u n a negación concreta q u e ella
tiene-de-ser como presencia actual al ser. E n efecto: si la realidad
h u m a n a f u e r a p u r a conciencia (de) ser negación sincrética e indi-
ferenciada, n o podría determinarse a sí misma, y n o podría, p o r con-
siguiente, ser totalidad concreta a u n q u e destotalizada p o r sus deter-
minaciones. N o es totalidad sino en t a n t o que escapa, por todas sus
otras negaciones, a la negación concreta q u e ella es a c t u a l m e n t e :
su ser n o p u e d e ser su p r o p i a totalidad sino en la m e d i d a en que
es un trascender la estructura parcial q u e él es hacia el todo q u e
él tiene-de-ser. Si no, sería aquello q u e simplemente es, y n o podría
ser considerado en m o d o alguno como totalidad o como no-totalidad.
Así, pues, en el sentido en que u n a estructura negativa parcial debe
aparecer sobre el f o n d o de las negaciones indiferenciadas q u e yo soy
—y d e las cuales ella f o r m a p a r t e — , m e h a g o a n u n c i a r por el ser-
en-sí u n a cierta realidad concreta que yo tengo-de-no-ser. El ser
q u e no soy actualmente, en t a n t o q u e aparece sobre el f o n d o de la
totalidad del ser, es el esto. El esto es lo que yo n o soy actualmente,
en t a n t o q u e tcngo-de-no-ser n a d a del ser; es lo q u e se revela sobre
f o n d o indiferenciado d e ser, p a r a a n u n c i a r m e la negación concreta
q u e tengo-de-ser sobre el f o n d o totalizador d e mis negaciones. Esta
relación originaria del todo y del "esto" está en la f u e n t e de la
relación q u e la gestalttheorie h a puesto en claro , entre el f o n d o y
la forma. El "esto" aparece siempre sobre u n fondo, es decir, sobre
la totalidad indiferenciada del ser en t a n t o q u e el Para-sí es negación
radical y sincrética de ella. Pero siempre p u e d e diluirse en esta to-
talidad indiferenciada, c u a n d o s u r j a otro esto. Pero la aparición
del esto, o de la f o r m a sobre el fondo, siendo correlativa de la apa-
rición de m i propia negación concreta sobre el f o n d o sincrético de
u n a negación radical, implica q u e yo soy y n o soy a la vez esa ne-
gación totalitaria, o, si se prefiere, q u e yo la soy en el m o d o del
" n o ser. . . " , q u e yo n o la soy en el m o d o del ser. Sólo así, en efecto,
la negación presente aparecerá sobre el f o n d o de la negación radical
q u e ella es. Si no, en efecto, estaría e n t e r a m e n t e escindida de ella,
O bien se f u n d i r í a con ella. L a aparición del esto sobre el todo es
correlativa de cierta m a n e r a q u e tiene el Para-sí de ser negación de
sí mismo. H a y u n esto p o r q u e yo n o soy a ú n mis negaciones futuras
y n o soy ya mis negaciones pasadas. L a develación del esto supone
que "se p o n g a el a c e n t o " sobre cierta negación, con retroceso de
las otras en el desvanecimiento sincrético del f o n d o ; es decir, q u e el
para-sí n o p u e d a existir sino c o m o u n a negación que se constituya
sobre el retroceso en totalidad de la negatividad radical. El Para-sí
no es el m u n d o , la espacialidad, la permanencia, la m a t e r i a ; en
suma, el en-sí en general: sino que su m a n e r a d e no-serlos es el
tener-de-no-ser esta mesa, este vaso, esta pieza, sobre el f o n d o total
d e negatividad. El esto supone, pues, u n a negación de la negación;
pero u n a negación tal q u e tiene-de-ser la negación radical que ella
niega, que n o cesa de vincularse a ella p o r u n hilo ontológico y que
p e r m a n e c e presta a fundirse en ella p o r surgimiento de otro esto.
E n tal sentido, el "esto" se devela c o m o esto por "retroceso al fondo
del m u n d o " d e todos los demás "estos"; su determinación — q u e es
el origen d e todas las determinaciones— es u n a negación. E n t e n d a -
mos bien q u e esta negación —vista por el lado del esto— es entera-
m e n t e ideal. N o agrega n a d a al ser y n a d a le quita. El ser encara'do
c o m o "esto" es lo q u e es y n o d e j a de serlo; n o deviene. E n t a n t o
q u e tal, n o p u e d e ser f u e r a d e sí mismo en el todo como estructura
del todo, ni t a m p o c o estar f u e r a d e sí mismo en el todo p a r a negar
d e sí mismo su identidad con el todo. L a negación n o p u e d e venirle
al esto sino p o r u n ser q u e tiene-de-ser a la vez presencia al todo
del ser y al esto, es decir, por un ser ek-stático. L a negación cons-
titutiva del esto, c o m o d e j a al esto intacto en t a n t o q u e ser en sí,
c o m o n o opera u n a síntesis real de todos los estos en totalidad, es
u n a negación de tipo externo, y la relación entre el esto y el todo
es u n a relación de exterioridad. Así, vemos aparecer la determina-
ción c o m o negación externa correlativa de la negación interna, ra-
dica] y ek-stática que yo soy. Esto explica el carácter a m b i g u o del
mundo, q u e se devela a la vez como totalidad sintética y como co-
lección p u r a m e n t e aditiva d e todos los "estos". E n efecto: en t a n t o
q u e el m u n d o es totalidad que se devela como aquello sobre lo cual
el Para-sí tiene-de-ser radicalmente su propia n a d a , el m u n d o se
ofrece como sincretismo de indiferenciación. Pero, en t a n t o que esta
nihilización radical está siempre allende u n a nihilización concreta
y presente, el m u n d o parece siempre presto a abrirse c o m o u n a c a j a
p a r a d e j a r aparecer u n o o varios estos, que eran ya, en el seno
d e la indiferenciación del fondo, lo q u e son a h o r a c o m o f o r m a di-
ferenciada. Así, al acercarnos progresivamente a u n paisaje q u e se
nos d a b a en grandes masas, vemos aparecer objetos q u e se d a n como
h a b i e n d o sido ya ahí a título de elementos de u n a colección discon-
tinua de estos; así también, en las experiencias de la gestaltthcorie,
el f o n d o continuo, c u a n d o se lo a p r e h e n d e como f o r m a , se quiebra
en multiplicidad de elementos discontinuos. Así el m u n d o , como
correlato de u n a totalidad destotalizada, aperece c o m o totalidad eva-
nescente, en el sentido de q u e n o es n u n c a síntesis real, sino limi-
tación ideal de u n a coleoción de estos por el n a d a . Así, el continuo
como cualidad formal del f o n d o d e j a a p a r e c e r a lo discontinuo como
tipo d e la relación externa entre el esto y la totalidad. Precisamente
esta p e r p e t u a evanescencia de la totalidad en colección, de lo conti-
n u o en discontinuo, recibe el n o m b r e de espacio. El espacio, en efec-
to, n o p u e d e ser u n ser. Es u n a relación móvil e n t r e seres q u e no
tienen entre sí relación alguna. Es la total independencia de los
en-síes, en t a n t o q u e ésta se devela a u n ser q u e es presencia a " t o d o "
el en-sí como independencia de los unos respecto de los otros; es la
m a n e r a única en q u e p u e d e n revelarse seres c o m o carentes de toda
relación entre sí, al ser por el cual la relación viene al m u n d o ; es
decir, la exterioridad pura. Y como esta exterioridad n o p u e d e per-
tenecer ni a u n o ni a o t r o d e los estos considerados, y, por otra parte,
en tanto q u e negatividad p u r a m e n t e local es destructiva d e sí misma,
n o puede ni ser por si misma ni "ser sida". El ser espacializador es
el Para-sí en t a n t o que copresente al todo y al esto; el espacio no
es el m u n d o , sino la inestabilidad del m u n d o c a p t a d o c o m o totalidad,
en t a n t o q u e p u e d e siempre desagregarse en multiplicidad externa.
El, espacio n o es el f o n d o ni la f o r m a , sino la idealidad del f o n d o
en t a n t o que p u e d e siempre desagregarse en f o r m a s ; n o es ni lo con-
t i n u o ni lo discontinuo, sino el tránsito p e r m a n e n t e d e lo c o n t i n u o
a lo discontinuo. L a existencia del espacio es la p r u e b a d e q u e el
Para-sí, al h a c e r que haya ser, n o a ñ a d e nada al ser; es la idealidad
d e la síntesis. E n este sentido, es la vez totalidad, en la m e d i d a en
q u e t o m a del m u n d o su origen, y nada, en t a n t o q u e termina en u n a
pululación d e estos. N o se d e j a a p r e h e n d e r p o r la intuición concreta,
pues n o es, sino q u e es c o n t i n u a m e n t e espacializado. D e p e n d e de la
t e m p o r a l i d a d y aparece en la t e m p o r a l i d a d en t a n t o q u e n o p u e d e
venir al m u n d o sino por u n ser cuyo m o d o de ser es la temporali-
zación, p u e s es la m a n e r a en q u e este ser se pierde ek-státicamente
p a r a realizar el ser. L a característica espacial del esto n o se le agrega
sintéticamente, sino q u e es solamente su sitio, es decir, su rela-
ción d e exterioridad con el fondo, en t a n t o q u e esta relación p u e d e
desmoronarse en multiplicidad de relaciones externas con otros estos
c u a n d o el f o n d o m i s m o se desagrega en multiplicidad de formas.
E n este sentido, v a n o sería concebir el espacio c o m o u n a f o r m a im-
puesta a los fenómenos p o r la estructura a priori de nuestra sensibi-
l i d a d ; el espacio n o p o d r í a ser u n a f o r m a , pues n o es nada; es, al
contrario, la señal d e q u e n a d a sino la negación — y ello sólo como
tipo d e relación externa q u e d e j a i n t a c t o lo por ella u n i d o — p u e d e
venir al en-sí p o r m e d i o del Para-sí. E n c u a n t o al Para-sí, si n o es
el espacio, es lo q u e se a p r e h e n d e precisamente c o m o n o siendo el
ser-en-sí en t a n t o q u e el en-sí se le devela en el m o d o d e exteriori-
d a d l l a m a d o extensión. Precisamente en t a n t o que niega de sí mismo
la exterioridad al captarse c o m o ek-stático, espacializa al espacio.
Pues el Para-sí n o está con el en-sí e n - u n a relación de yuxtaposición
o d e exterioridad i n d i f e r e n t e : su relación con el en-sí c o m o f u n d a -
m e n t o d e todas las relaciones es la negación i n t e r n a ; y él es, al con-
trario, aquello p o r lo cual el ser- en-sí viene a la exterioridad indi-
ferente con respecto a otros seres existentes en u n m u n d o . C u a n d o
la exterioridad d e indiferencia es hipostasiada como sustancia exis-
tente en sí y p o r sí •—lo q u e n o p u e d e producirse sino en u n estadio
inferior del conocimiento—, es objeto de u n tipo p a r t i c u l a r de estu-
dios Con el n o m b r e d e geometría, y se convierte en u n a p u r a espe-
cificación d e la teoría abstracta d e las multiplicidades.
Q u e d a p o r d e t e r m i n a r q u é tipo d e ser es el d e la negación ex-
t e r n a en t a n t o q u e ésta viene al m u n d o p o r el Para-sí. Sabemos
q u e n o pertenece al esto: este diario n o niega por sí m i s m o ser la
mesa sobre la cual se destaca; si no, sería ek-státicamente f u e r a d e
sí en la mesa a la cual negara, y su relación con ella sería u n a ne-
gación i n t e r n a : cesaría p o r eso m i s m o d e ser en-sí p a r a convertirse
en para-sí. L a relación determinativa del esto n o p u e d e pertenecer,
pues, ni al esto ni al aquello; los cierne sin tocarlos, sin conferirles
el m e n o r carácter n u e v o ; los d e j a p o r lo q u e son. E n este sentido,
debemos modificar la célebre f ó r m u l a de Spinoza: "Omnis determi-
natio est negatio", cuya riqueza Hegel p r o c l a m a b a infinita, y decla-
r a r m á s bien q u e toda determinación q u e n o pertenezca al ser que
tiene-de-ser sus propias determinaciones es negación ideal. Por otra
parte, sería inconcebible q u e f u e r a de otro m o d o . A u n si conside-
r á r a m o s las cosas, a la m a n e r a d e u n psicologismo empiriocriticista,
c o m o contenidos p u r a m e n t e subjetivos, n o se p o d r í a concebir q u e el
sujeto realizara negaciones sintéticas internas entre esos contenidos,
a menos de serlos en u n a i n m a n e n c i a ek-stática radical q u e quitaría
toda esperanza d e u n tránsito a la objetividad. C o n m a y o r razón,
nos es imposible i m a g i n a r q u e él Para-sí o p e r e negaciones sintéticas
d e f o r m a n t e s entre trascendentes q u e él n o es. E n este sentido, la
negación e x t e r n a constitutiva del esto n o p u e d e parecer u n carácter
objetivo de la cosa, si entendemos por objetivo lo q u e pertenece por
naturaleza al en-sí, o lo que, de u n a m a n e r a o de otra, constituye
realmente al objeto c o m o es. Pero n o debemos concluir d e aquí que
la negación externa tenga u n a existencia subjetiva c o m o p u r o m o d o
de ser del Para-sí. Este tipo d e existencia del Para-sí es p u r a nega-
ción i n t e r n a ; la existencia d e u n a negación externa en él sería diri-
m e n t e con respecto a su existencia misma. L a negación e x t e m a no
p u e d e ser, p o r consiguiente, u n a m a n e r a d e disponer y clasificar
los fenómenos e n t a n t o q u e éstos f u e r a n sólo f a n t a s m a s subjetivos;
y t a m p o c o p u e d e "subjetivizar" al ser, en t a n t o q u e su develación es
constitutiva del Para-sí. Su exterioridad misma exige, pues, q u e p e r '
manezca "en el aire", exterior t a n t o al Para-sí como al En-sí. Pero,
por otra parte, precisamente p o r q u e es exterioridad, ella n o p u e d e
ser por sí; deniega todos los soportes; es unselbststándig por natu-
raleza y, p o r ende, n o p u e d e referirse a sustancia alguna. Es u n
nada. Precisamente p o r q u e el tintero n o es la mesa — n i t a m p o c o
la pipa, ni el vaso, etc.—, podemos c a p t a r l o c o m o tintero. Y, em-
pero, si digo: el tintero n o es la mesa, n o pienso nada. Así, la deter-
minación es u n nada q u e n o pertenece a título de estructura interna
ni a la cosa ni a la conciencia, sino q u e su ser es ser-citado p o r el
Para-sí a través d e u n sistema d e negaciones i n t e r n a s en las cuales
el en-sí se devela e n su i n d i f e r e n c i a a t o d a lo q u e es él mismo. E n
t a n t o q u e el P a r a - s í - s e h a c e a n u n c i a r p o r el En-sí a q u e l l o q u e n o
es él, e n el m o d o d e la n e g a c i ó n i n t e r n a , la i n d i f e r e n c i a del En-sí
en t a n t o q u e i n d i f e r e n c i a que% el Para-sí tiene-de-ser se revela en el
m u n d o como determinación.

III

CUALIDAD Y CANTIDAD, POTENCIALIDAD, UTENSILIDAD

L a c u a l i d a d n o es sino el ser del esto c u a n d o se lo considera


f u e r a de t o d a relación e x t e r n a con el m u n d o o con otros esto. Se
la h a c o n c e b i d o h a r t o a m e n u d o c o m o u n a simple d e t e r m i n a c i ó n
subjetiva, y su ser-cualidad h a sido c o n f u n d i d o e n t o n c e s con la sub-
j e t i v i d a d d e lo psíquico. El p r o b l e m a p a r e c i ó e s t a r entonces, sobre
todo, en explicar la constitución de u n polo-objeto, c o n c e b i d o c o m o
la u n i d a d t r a s c e n d e n t e d e las cualidades. H e m o s m o s t r a d o q u e
este p r o b l e m a es insoluble. U n a c u a l i d a d n o se o b j e t i v a si es subje-
tiva. D e s u p o n e r q u e h a y a m o s p r o y e c t a d o l a u n i d a d de u n polo-
o b j e t o a l l e n d e las cualidades, c a d a u n a d e éstas, c u a n d o m u c h o , se
d a r í a d i r e c t a m e n t e c o m o el e f e c t o subjetivo de la acción de las cosas
sobre nosotros. P e r o lo a m a r i l l o del l i m ó n n o es u n m o d o subjetivo
d e a p r e h e n s i ó n del l i m ó n : es el limón. N o es cierto t a m p o c o q u e el
x - o b j e t o a p a r e z c a c o m o la f o r m a vacía q u e r e t i e n e j u n t a s c u a l i d a d e s
dispares. D e hecho, el limón está í n t e g r a m e n t e e x t e n d i d o a través
d e sus cualidades, y c a d a u n a d e éstas está e x t e n d i d a a través de
todas las demás. L a acidez del l i m ó n es a m a r i l l a , lo a m a r i l l o del
limón es á c i d o ; se c o m e el color d e u n postre, y el gusto de este
postre es el i n s t r u m e n t o q u e devela su f o r m a y su color a lo q u e
l l a m a r e m o s la intuición a l i m e n t a r i a ; r e c í p r o c a m e n t e , si s u m e r j o el
d e d o e n u n f r a s c o d e m e r m e l a d a , el f r í o pringoso d e la m e r m e l a d a
es la revelación a mis d e d o s d e su gusto a z u c a r a d o . L a fluidez, la
tibieza, el color a z u l a d o , la movilidad o n d u l a n t e del a g u a d e u n a
piscina se d a n j u n t a s las u n a s a través d e las otras, y esta i n t e r p e -
netración total es lo q u e se l l a m a el esto. Así l o h a n m o s t r a d o cla-
r a m e n t e las experiencias d e los pintores, y d e C é z a n n e e n p a r t i c u l a r :
n o es cierto, c o m o cree Husserl, q u e u n a necesidad sintética u n a
incondicionalmente el color y la f o r m a , sino q u e la f o r m a es color
y luz; si el p i n t o r h a c e variar u n o cualquiera d e esos factores, los
otros varían también, n o p o r q u e estén ligados p o r quién sabe q u é
ley, sino p o r q u e en el f o n d o son u n solo y mismo ser. E n este sen-
tido, t o d a cualidad del ser es t o d o el ser; es la presencia d e su
absoluta contingencia, es su irreductibilidad d e indiferencia; la c a p -
tación d e la cualidad n o agrega n a d a al ser, sino el h e c h o d e que
haya ser c o m o esto. E n tal sentido, la cualidad n o es u n aspecto ex-
terior del ser; pues el ser, n o t e n i e n d o u n " a d e n t r o " , n o p u e d e tener
u n " a f u e r a " . Simplemente, p a r a q u e h a y a cualidad, es menester
q u e haya ser p a r a u n a n a d a q u e p o r n a t u r a l e z a no sea el ser. E m -
pero, el ser n o es en sí cualidad, a u n q u e n o sea n a d a m á s ni n a d a
menos. Sólo q u e la cualidad es el ser íntegro en c u a n t o se devela en
los límites del " h a y " . N o es el afuera del ser; es todo el ser en t a n t o
q u e n o p u e d e h a b e r ser para el ser sino solamente p a r a aquel q u e
se h a c e n o ser él. L a relación e n t r e el Para-sí y la c u a l i d a d es rela-
ción ontológica. L a intuición d e la c u a l i d a d n o es la contemplación
pasiva d e algo dado, y la m e n t e n o es u n En-sí q u e p e r m a n e z c a lo
q u e es en esa contemplación, es decir, q u e p e r m a n e z c a en el m o d o
d e la indiferencia con respecto al esto c o n t e m p l a d o . Sino q u e el
Para-sí se h a c e a n u n c i a r p o r la c u a l i d a d lo q u e él n o es. Percibir lo
r o j o c o m o color de este c u a d e r n o es reflejarse u n o m i s m o c o m o
negación interna de esta cualidad. Es decir, q u e la aprehensión de
la cualidad n o es "repleción" (Erfühlung), c o m o lo quiere Husserl,
sino información de u n vacío c o m o vacío d e t e r m i n a d o de esa c u a -
lidad. E n este sentido, la cualidad es presencia p e r p e t u a m e n t e f u e r a
d e alcance. Las descripciones del conocimiento son h a r t o f r e c u e n t e -
m e n t e alimentarias. Q u e d a a ú n m u c h o d e prelogismo en la filosofía
epistemológica, y no nos hemos desembarazado a ú n d e la ilusión
primitiva ( d e q u e d a r e m o s c u e n t a luego) según la cual conocer es
comer, es decir, ingerir el objeto conocido, llenarse d e él ( E r f ü h l u n g )
y digerirlo ( " a s i m i l a c i ó n " ) . Nos d a r e m o s c u e n t a m e j o r del fenóme-
n o driginario de la percepción insistiendo en el h e c h o d e q u e la cua-
lidad se m a n t i e n e , con respecto a nosotros, en u n a relación d e pro-
x i m i d a d absoluta —es ahí, nos infesta— sin darse ni denegarse;
pero hemos d e agregar q u e esta proximidad implica u n a distancia.
L a cualidad es lo i n m e d i a t a m e n t e f u e r a d e alcance; lo que, p o r de-
finición, nos indica a nosotros mismos c o m o vacío; aquello cuya
contemplación n o p u e d e sino a c r e c e n t a r nuestra sed d e ser, c o m o
la vista de los alimentos f u e r a d e alcance a u m e n t a b a el h a m b r e de
T á n t a l o . L a cualidad es la indicación de lo q u e nosotros n o somos
y del m o d o d e ser q u e nos es denegado. L a percepción d e lo blanco
es conciencia d e la imposibilidad d e principio de q u e el Para-sí exista
c o m o color, es decir, c o m o siendo lo q u e es. E n este sentido, n o sólo
el ser n o se distingue d e sus cualidades, sino también t o d a a p r e h e n -
sión d e c u a l i d a d es aprehensión d e u n esto-, la cualidad, cualquiera
q u e f u e r e , se nos devela c o m o u n ser. E l olor que aspiro de pronto,
con los ojos cerrados, a u n antes d e e n t r a r yo en relación con u n
o b j e t o oloroso, es ya u n ser-olor y n o u n a impresión subjetiva; la luz
q u e hiere mis ojos p o r la m a ñ a n a , a través d e mis párpados, es ya
u n ser-luz. Esto resultará evidente a p o c o que se reflexione en que
la c u a l i d a d es. E n t a n t o q u e ser q u e es lo q u e es, bien p u e d e aparecer
a u n a subjetividad, p e r o n o p u e d e insertarse en la t r a m a d e esta
subjetividad, q u e es lo q u e n o es y n o es lo q u e es. Decir q u e la
cualidad es u n ser-cualidad n o significa en m o d o a l g u n o dotarla de
u n soporte misterioso análogo a la sustancia; es simplemente hacer
n o t a r q u e su m o d o d e ser es r a d i c a l m e n t e diverso del m o d o de ser
"para-sí". El ser de la b l a n c u r a o d e la acidez, en efecto, n o podría
ser c a p t a d o en m o d o a l g u n o c o m o ek-stático. Si se p r e g u n t a a h o r a
c ó m o es posible q u e el "esto" tenga "tales" cualidades, respondere-
mos que, d e hecho, el esto se libera c o m o totalidad sobre f o n d o de
m u n d o y q u e se d a c o m o u n i d a d indiferenciada. Sólo el para-sí
p u e d e negarse desde diferentes p u n t o s d e vista f r e n t e al esto y devela
la cualidad c o m o u n n u e v o esto sobre f o n d o de cosa. A cada acto
negador p o r el cual la libertad del Para-sí constituye espontánea-
m e n t e su ser, corresponde u n a develación total del ser " p o r u n per-
fil". Este perfil n o es n a d a m á s que u n a relación entre la cosa y
el Para-sí realizada p o r el p r o p i o Para-sí. Es la determinación abso-
l u t a d e la n e g a t i v i d a d : pues n o basta q u e el para-sí, p o r u n a nega-
ción originaria, n o sea el ser, ni q u e n o sea este ser; es menester aún,
p a r a q u e su determinación c o m o n a d a d e ser sea plenaria, q u e se
realice c o m o cierta m a n e r a irremplazable d e n o ser este ser; y tal
d e t e r m i n a c i ó n absoluta, q u e es determinación d e la cualidad como
perfil del esto, pertenece a la libertad del Para-sí; ella no es; ella
es c o m o "de-ser"; c a d a cual p u e d e darse c u e n t a d e ello considerando
hasta q u é p u n t o la develación de una cualidad d e la cosa aparece
siempre c o m o u n a g r a t u i d a d d e h e c h o c a p t a d a a través de u n a li-
b e r t a d : n o p u e d o h a c e r q u e esta corteza n o sea verde, p e r o yo soy
quien m e h a g o c a p t a r l a c o m o verde-rugoso o c o m o rugosidad-verde.
Sólo q u e la relación f o r m a - f o n d o es a q u í b a s t a n t e diferente d e la
relación e n t r e esto y m u n d o . Pues la f o r m a , e n vez d e a p a r e c e r sobre
u n f o n d o indiferenciado, está e n t e r a m e n t e p e n e t r a d a por el fondo,
lo retiene e n sí c o m o su p r o p i a densidad indiferenciada. Si c a p t o la
corteza como verde, su "luminosidad-rugosidad" se devela c o m o f o n -
d o i n t e r n o indiferenciado y p l e n i t u d d e ser del verde. N o h a y a q u í
abstracción alguna, e n el sentido e n q u e la abstracción separa lo q u e
está unido, pues el ser aparece siempre íntegro e n su perfil. Pero la
realización d e este ser condiciona la abstracción, p u e s la abstracción
n o es la aprehensión d e u n a cualidad " e n el airé", sino d e u n a c u a -
lidad-esto e n q u e la indiferenciación del f o n d o i n t e r n o tiende al
equilibrio absoluto. E l v e r d e abstracto n o p i e r d e su densidad d e ser
—si no, n o sería ya n a d a m á s q u e u n m o d o subjetivo del para-sí—,
sino q u e la luminosidad, la f o r m a , la rugosidad, etc., q u e se d a n a
través d e él se f u n d e n e n el equilibrio nihilizador d e la p u r a y simple
masividad. L a abstracción es, empero, u n f e n ó m e n o d e presencia al
ser, ya q u e el ser abstracto conserva su trascendencia. P e r o n o po-
d r í a realizarse sino c o m o presencia al ser allende el ser: es u n tras-
cender. Esta presencia del ser n o p u e d e ser realizada sino al nivel
de la posibilidad y e n t a n t o q u e el Para-sí tiene d e ser sus propias
posibilidades. L o abstracto se devela c o m o el sentido q u e la cualidad
tiene d e ser en t a n t o q u e copresente a la presencia d e u n para-sí
por venir. Así, el verde abstracto es el sentido-por-venir del esto con-
creto en t a n t o q u e éste se m e revela p o r su perfil "verde-luminoso-
rugoso"; es la posibilidad p r o p i a d e este perfil e n t a n t o q u e ésta se
revela a través d e las posibilidades q u e soy, es decir, e n t a n t o q u e
es sida. Pero esto nos remite a la utensilidad y a la t e m p o r a l i d a d del
m u n d o : volveremos sobre ello. Bástenos decir p o r el m o m e n t o q u e lo
abstracto infesta a lo concreto c o m o u n a posibilidad f i j a d a en el en-sí
q u e lo concreto tiene-de-ser. C u a l q u i e r a q u e f u e r e nuestra percep-
ción, c o m o c o n t a c t o original con el ser, lo a b s t r a c t o está siempre ahí
p e r o pQr venir, y lo c a p t o e n el p o r v e n i r y c o n m i p o r v e n i r : es co-
rrelativo d e la posibilidad p r o p i a d e m i negación presente y concreta
e n t a n t o q u e posibilidad d e no ser más que esta negación. L o abs-
t r a c t o es el sentido d e esto e n t a n t o q u e se revela al p o r v e n i r a través
d e m i posibilidad d e f i j a r en en-sí l a negación q u e tengo-de-ser. Si
se nos r e c u e r d a n las aporías clásicas d e la abstracción, responderemos
q u e provienen d e h a b e r supuesto distintos la constitución del esto y
el a c t o d e abstracción. N o cabe d u d a d e q u e si el esto n o c o m p o r t a
sus propios abstractos, n o hay posibilidad n i n g u n a de extraerlos luego
d e él. Pero la abstracción, c o m o revelación del perfil a m i porvenir,
se o p e r a en la constitución m i s m a del esto c o m o esto. El Para-sí es
" a b s t r a c t o r " n o p o r q u e p u e d a realizar u n a operación psicológica de
abstracción, sino p o r q u e surge c o m o presencia al ser con u n porvenir,
es decir, con u n allende el ser. En-sí, el ser n o es ni concreto ni
abstracto, ni presente ni f u t u r o : es lo q u e es. E m p e r o , la abstracción
n o lo e n r i q u e c e : n o es sino la develación d e u n a n a d a d e ser allende
el ser. P e r o desafiamos a f o r m u l a r las objeciones clásicas c o n t r a la
abstracción sin derivarlas implícitamente d e la consideración del ser
c o m o u n esto.
L a relacjión originaria d e los estos e n t r e sí n o p o d r í a ser ni la
interacción, ni la causalidad ni a u n el surgimiento sobre el mismo
f o n d o d e m u n d o . Si, e n efecto, suponemos al Para-sí presente a
u n esto, los d e m á s estos existen al m i s m o t i e m p o " e n el m u n d o " ,
pero a título i n d i f e r e n c i a d o : constituyen el f o n d o sobre el cual el
esto considerado se destaca e n relieve. P a r a q u e u n a relación cual-
q u i e r a se establezca e n t r e u n esto y o t r o esto, es menester q u e el se-
g u n d o esto se devele surgiendo del f o n d o del m u n d o con ocasión de
u n a negación expresa q u e el Para-sí tiene-de-ser. P e r o conviene, al
mismo tiempo, q u e c a d a esto sea m a n t e n i d o a distancia del otro co-
m o no siendo^ el otro, p o r u n a negación d e tipo p u r a m e n t e externo.
Así, la relación originaria e n t r e esto y aquello es u n a negación ex-
terna. Aquello a p a r e c e c o m o n o siento esto. Y tal negación externa
se devela al Para-sí c o m o u n trascendente; está a f u e r a , es en-sí.
¿ C ó m o debemos c o m p r e n d e r l a ?
L a aparición del estó-aquello n o p u e d e producirse, a n t e todo,, sino
c o m o totalidad. L a relación p r i m e r a es a q u í la u n i d a d d e u n a . tota-
lidad desagregable; el Para-sí se d e t e r m i n a e n bloque a n o ser "esto-
aquello" sobre f o n d o d e m u n d o . E l "esto-aquello" es m i habitación
e n t e r a e n t a n t o q u e yo le estoy presente. Esta negación concreta no
desaparecerá con la desagregación del bloque concreto en esto y
aquello. A l contrario, ella es la condición m i s m a d e la desagrega-
ción. P e r o sobre ese f o n d o d e presencia y por ese f o n d o de presen-
cia, el ser h a c e a p a r e c e r su exterioridad d e indiferencia; ésta se m e
devela en c u a n t o q u e la negación q u e yo soy es u n a u n i d a d - m u l t i -
plicidad m á s bien q u e u n a totalidad indiferenciada. M i surgimiento
negativo al ser se f r a g m e n t a en negaciones independientes q u e no
tienen e n t r e sí o t r o n e x o q u e el d e ser negaciones q u e tengo-de-ser,
es decir, q u e t o m a n su u n i d a d interna de m í y n o del ser. Soy
presente a esta mesa, a estas sillas, y c o m o tal m e constituyo sintéti-
c a m e n t e c o m o negación polivalente; p e r o esta negación p u r a m e n t e
interna, en t a n t o q u e es negación del ser, está transida p o r zonas d e
n a d a ; ella se nihiliza a título d e negación, es la negación destotali-
zada. A través de estas estrías de n a d a q u e tengo-de-ser c o m o m i
p r o p i a n a d a de negación, aparece la indiferencia del ser. Pero esta
indiferencia tengo-de realizarla p o r esa n a d a d e negación q u e tengo-
de-ser, n o en t a n t o q u e soy originariamente presente al esto, sino en
t a n t o q u e soy presente t a m b i é n al aquello. E n m i presencia y por
m i presencia a la mesa realizo la indiferencia de la silla — l a cual,
precisamente, también tengo-de-no-ser— c o m o u n a ausencia de
trampolín, c o m o u n a detención d e m i impulso h a c i a n o s e r . . ., c o m o
u n a r u p t u r a d e circuito. Aquello a p a r e c e j u n t o a esto, en el seno
de u n a develación totalitaria, c o m o aquello de q u e n o p u e d o apro-
vecharme en absoluto p a r a d e t e r m i n a r m e a n o ser esto. Así, el cli-
v a j e proviene del ser, p e r o no hay clivaje y separación sino p o r la
presencia del Para-sí a todo el ser. L a negación d e la u n i d a d d e las
negaciones en t a n t o q u e es develación d e la indiferencia del ser y
c a p t a la indiferencia del esto sobre el aquello y la del aquello sobre
el esto, es develación d e la relación originaria de los estos c o m o ne-
gación externa. El esto n o es aquello. Esta negación externa e n la
u n i d a d de u n a totalidad desagregable se expresa por la p a l a b r a "y".
"Esto n o es aquello" se escribe "esto y aquello". L a negación externa
tiene el doble carácter d e ser-en-sí y de ser idealidad p u r a . Es en-sí,
en c u a n t o q u e n o pertenece en m o d o a l g u n o al Para-sí; y hasta ocu-
rre q u e el Para-sí descubre la indiferencia del ser como exterioridad
a través d e la interioridad absoluta de su negación propia (ya que,
en la intuición estética, a p r e h e n d o u n o b j e t o i m a g i n a r i o ) . N o se
t r a t a en m o d o alguno, p o r otra parte, de u n a negación q u e el ser
tenga-de-ser: ella n o pertenece a n i n g u n o d e los estos considerados,
sino q u e p u r a y simplemente es; es lo q u e es. Pero, a la vez, n o es
e n m o d o a l g u n o u n carácter del esto, n o es c o m o u n a de sus cuali-
dades. H a s t a es totalmente independiente d e los estos, precisamente
porque n o es ni del u n o ni del otro. Pues la indiferencia del ser n o
es nada; n o podemos ni pensarla ni siquiera percibirla. Significa
p u r a y simplemente q u e la aniquilación o las variaciones del aquello
no p u e d e n c o m p r o m e t e r en absoluto a los estos; en tal sentido, esa
negación es sólo u n a nada en-sí q u e separa los estos, y esta n a d a es
la única m a n e r a en q u e la conciencia p u e d e realizar la cohesión d e
identidad q u e caracteriza al ser. Esta n a d a ideal y en-sí es la can-
tidad. L a cantidad, en efecto, es exterioridad p u r a ; n o d e p e n d e en
m o d o alguno d e los términos adicionados, y n o es sino la afirmación
d e la i n d e p e n d e n c i a d e los mismos. C o n t a r es h a c e r u n a discrimina-
ción i d e a l e n el i n t e r i o r d e u n a t o t a l i d a d d e s a g r e g a b l e ya d a d a . El
n ú m e r o o b t e n i d o p o r la a d i c i ó n n o p e r t e n e c e a n i n g u n o d e los estos
c o n t a d o s , n i t a m p o c o a la t o t a l i d a d desagregable e n t a n t o q u e se
d e v e l a c o m o t o t a l i d a d . Si c u e n t o esos tres h o m b r e s q u e h a b l a n a h í
d e l a n t e , n o lo h a g o e n t a n t o q u e los c a p t o d e e n t r a d a c o m o " g r u p o
e n c o n v e r s a c i ó n " ; y el h e c h o d e c o n t a r l o s c o m o tres d e j a p e r f e c t a -
m e n t e i n t a c t a l a u n i d a d c o n c r e t a del g r u p o . Ser " g r u p o d e t r e s " n o
es u n a p r o p i e d a d c o n c r e t a del g r u p o . P e r o t a m p o c o es u n a p r o p i e d a d
d e süs m i e m b r o s . D,e n i n g u n o d e ellos p u e d e decirse q u e sea tres,
ni a u n q u e sea tercero, p u e s l a c u a l i d a d d e t e r c e r o n o es sino u n
r e f l e j o d e la l i b e r t a d del para-sí q u e c u e n t a : c a d a u n o d e ellos p u e d e
ser tercero, y n i n g u n o lo es. L a r e l a c i ó n d e c a n t i d a d es, pues, u n a
relación en-sí, p e r o p u r a m e n t e n e g a t i v a , d e e x t e r i o r i d a d . Y preci-
s a m e n t e p o r q u e n o p e r t e n e c e n i a las cosas n i a las totalidades, se
aisla y se d e s t a c a e n l a s u p e r f i c i e d e l m u n d o c o m o u n r e f l e j o d e
n a d a sobre el ser. S i e n d o p u r a relación d e e x t e r i o r i d a d e n t r e los es-
tos, es ella m i s m a exterior a los estos y, p a r a concluir, exterior a sí
m i s m a . E s la i n c a p t a b l e i n d i f e r e n c i a del ser, q u e n o p u e d e a p a r e c e r
e x c e p t o si hay ser, y q u e , a u n q u e p e r t e n e c i e n t e al ser, n o p u e d e ve-
nirle sino d e u n para-sí, e n t a n t o q u e esa i n d i f e r e n c i a n o p u e d e de-
velarse sino p o r la exteriorización a l i n f i n i t o d e u n a relación d e ex-
terioridad q u e d e b e ser exterior al ser y a sí m i s m a . Así, pues, espacio
y c a n t i d a d n o son sino u n solo y m i s m o tipo d e negación. P o r el
solo h e c h o d e q u e esto y aquello se d e v e l a n c o m o n o t e n i e n d o nin-
g u n a r e l a c i ó n c o n m i g o , q u e soy m i p r o p i a relación, el espacio y la
c a n t i d a d v i e n e n a l m u n d o , p u e s u n o y o t r a son la relación d e las
cosas q u e n o t i e n e n n i n g u n a relación, o, si se prefiere, la n a d a d e
relación c a p t a d a c o m o r e l a c i ó n p o r el ser q u e es su p r o p i a relación.
P o r eso m i s m o , p u e d e verse q u e lo q u e c o n Husserl se l l a m a n las
categorías ( u n i d a d - m u l t i p l i c i d a d - r e l a c i ó n d e t o d o a p a r t e ; m á s y m e :
n o s ; e n t o r n o d e ; j u n t o a ; l u e g o d e ; p r i m e r o , segundo, e t c . ; u n o ,
dos, tres, e t c . ; e n y f u e r a d e ; etc., etc.) n o son sino t e j e m a n e j e s 1
ideales d e las cosas, q u e las d e j a n e n t e r a m e n t e intactas, sin e n r i q u e -
cerlas o e m p o b r e c e r l a s ni j o t a , y q u e i n d i c a n s o l a m e n t e la i n f i n i t a
d i v e r s i d a d d e m a n e r a s e n q u e la l i b e r t a d d e l p a r a - s í p u e d e realizar
la i n d i f e r e n c i a del ser.

1
Brassages, literalmente, "acción de mezclar batiendo o meneando, como
para fabricar cerveza", y de ahí los sentidos metafóricos. ( N . del T.)
H e m o s t r a t a d o el problema de la relación original entre el p a r a -
sí y el ser c o m o si el para-sí fuese u n a simple conciencia instantánea,
tal como p u e d e revelarse al cogito cartesiano. A decir verdad, ya
hemos e n c o n t r a d o la h u i d a a sí del para-sí en t a n t o q u e condición
necesaria d e la aparición d e los estos y d e los abstractos. Pero el
carácter ek-stático del para-sí n o estaba a ú n sino implícito. Si hemos
debido proceder de ese m o d o p a r a claridad de exposición, n o h a de
concluirse por ello q u e el ser se revela a u n ser q u e sea p r i m e r a m e n t e
presencia p a r a constituirse después u n f u t u r o : el ser-en-sí se devela
a u n ser q u e surge c o m o porvenir p a r a sí mismo. Esto significa q u e
la negación q u e el para-sí se hace ser en presencia del ser tiene u n a
dimensión ek-stática de porvenir: en t a n t o q u e n o soy lo q u e soy
(relación ek-stática con mis propias posibilidades), tengo-de-no-ser
el ser-en-sí como realización develadora del esto. Ello significa q u e
soy presencia al esto en la inconclusión de u n a totalidad destotalizada.
¿ Q u é resulta de a q u í p a r a la develación del esto?
E n t a n t o q u e soy siempre allende lo q u e soy, por-venir d e m í
mismo, el esto al cual soy presente se m e aparece c o m o algo que
trasciendo hacia m í mismo. L o percibido es originariamente lo tras-
cendido; es c o m o u n conductor del circuito d e la ipseidad, y aparece
en los límites d é este circuito. E n la m e d i d a en q u e m e h a g o ser
negación del esto, h u y o d e esta negación hacia u n a negación com-
plementaria cuya fusión con la p r i m e r a deberá hacer aparecer al
en-sí q u e soy; y esta negación posible está en conexión de ser con
la p r i m e r a ; n o es u n a negación cualquiera, sino precisamente la ne-
gación complementaria d e m i presencia a la cosa. Pero, c o m o el
para-sí se constituye, en t a n t o q u e presencia, c o m o conciencia no-
posicional (de) sí, se hace a n u n c i a r f u e r a de sí, por el ser, lo q u e él
n o es; recupera su sér afuera, en el m o d o "reflejo-reflejan t e " ; la
negación complementaria q u e él es c o m o su posibilidad p r o p i a es,
pues, negación-presencia; es decir, que el para-sí tiene-de-ser la co-
m o conciencia no-tética (de) sí y como conciencia tética del ser-
allende-el-ser. Y el ser-allende-el-ser está vinculado al esto presente,
n o p o r u n a relación cualquiera de exterioridad, sino por u n nexo
preciso d e c o m p l e m e n t a r i d a d q u e se m a n t i e n e en exacta correlación
con la relación entre el para-sí y su porvenir. Y , ante todo, el esto
se devela en la negación d e u n ser q u e se h a c e n o ser esto, n o a
título d e simple presencia, sino c o m o negación por-venir a sí misma,
q u e es su p r o p i a posibilidad allende su presente. Y esta posibilidad
que infesta a la p u r a presencia c o m o su sentido f u e r a de alcance y
c o m o aquello q u e le falta p a r a ser en sí, es ante todo c o m o u n a
proyección de la negación presente a título d e comprometimiento.
E n efecto, toda negación q u e n o tuviera allende sí misma, en lo f u -
turo, c o m o posibilidad q u e viene a ella y hacia la cual ella se huye,
el sentido de u n comprometimiento, perdería toda significación de
negación. L o q u e el para-sí niega, lo niega "con dimensión d e por-
venir", ya se trate de u n a negación e x t e r n a : esto no es aquello,
esta silla n o es u n a mesa, ya d e u n a negación i n t e r n a referida a sí
mismo. Decir q u e "esto n o es aquello" es p o n e r la exterioridad del
esto con respecto al aquello, sea p a r a a h o r a y p a r a el porvenir, sea
en el estricto " a h o r a " ; p e r o entonces la negación tiene u n carácter
provisional q u e constituye al por venir c o m o p u r a exterioridad con
respecto a la determinación presente "esto y aquello". E n ambos
casos, el sentido viene a la negación a p a r t i r del f u t u r o ; t o d a nega-
ción es ek-stática. E n t a n t o que el para-sí se niega en el porvenir,
el esto de q u e se hace negación se devela c o m o viniendo a él mismo
del porvenir. L a posibilidad q u e la conciencia es n o téticamente
como conciencia (de) p o d e r n o ser esto se devela c o m o potencialidad
del esto de ser lo que es. L a primera potencialidad del objeto, como_
correlato del comprometimiento, estructura ontológica de la nega-
ción, es la permanencia, que viene p e r p e t u a m e n t e a él del f o n d o del
porvenir. L a develación de la mesa como mesa exige u n a perma-
nencia de la mesa que le viene del f u t u r o y que n o es u n dato p u r a -
m e n t e verificado, sino u n a potencialidad. Esa p e r m a n e n c i a , p o r otra
parte, n o le viene a la mesa desde u n f u t u r o situado en el infinito
t e m p o r a l : el tiempo infinito n o existe a ú n ; la mesa n o se devela
como teniendo la posibilidad de ser indefinidamente mesa. El tiempo
de q u e a q u í se t r a t a n o es ni finito ni infinito: simplemente, la po-
tencialidad hace aparecer la dimensión del f u t u r o .
Pero el sentido por-venir de la negación es ser lo q u e falta a la
negación del para-sí p a r a convertirse en negación en sí. E n tal sen-
tido, la negación es, en el f u t u r o , precisión d e la negación presente.
E n el f u t u r o se devela el sentido exacto de lo que tengo de-no-ser,
como correlato de la negación exacta q u e tengo-de-ser. L a negación
polimorfa del esto en q u e el verde está f o r m a d o p o r u n a totalidad
"rugosidad-luz" n o cobra su sentido a menos q u e ella tenga de ser
negación del verde, es decir, de u n ser-verde cuyo f o n d o tienda hacia
el equilibrio de indiferenciación: en u n a palabra, el sentido-ausente
d e m i n e g a c i ó n p o l i m o r f a es la p r i e t a 1 n e g a c i ó n de u n v e r d e m á s
p u r a m e n t e v e r d e sobre f o n d o i n d i f e r e n c i a d o . Así, el v e r d e p u r o viene
al " v e r d e - r u g o s i d a d - l u z " desde el f o n d o del p o r v e n i r c o m o su sen-
tido. C a p t a m o s a q u í el s e n t i d o d e lo q u e h e m o s l l a m a d o abstracción.
E l existente n o posee su esencia c o m o u n a c u a l i d a d presente. H a s t a
es n e g a c i ó n d e la esencia: el v e r d e na es jamás v e r d e . L a esencia
viene al existente desde el f o n d o del p o r v e n i r , c o m o u n s e n t i d o q u e
n u n c a es d a d o y q u e lo infesta siempre. Es el p u r o c o r r e l a t o d e la
i d e a l i d a d p u r a d e m i negación. E n este sentido, n u n c a h a y o p e r a -
ción a b s t r a c t i v a , e n t e n d i e n d o p o r tal u n a c t o psicológico y a f i r m a t i v o
d e selección o p e r a d o p o r u n a m e n t e constituida. Lejos d e q u e se
a b s t r a i g a n ciertas c u a l i d a d e s p a r t i e n d o d e las cosas, h a d e verse, al
contrario, q u e la a b s t r a c c i ó n c o m o m o d o d e ser originario del para-sí
es necesaria p a r a q u e h a y a e n g e n e r a l cosas y u n m u n d o . L o abs-
t r a c t o es u n a e s t r u c t u r a del m u n d o necesaria p a r a el s u r g i m i e n t o d e
lo concreto, y lo c o n c r e t o n o es c o n c r e t o sino e n t a n t o q u e v a hacia
su abstracto, e n t a n t o q u e se h a c e a n u n c i a r p o r lo a b s t r a c t o lo q u e
él es: el para-sí es d e v e l a n t e - a b s t r a y e n t e en su ser. Se ve que, desde
esfe p u n t o d e vista, la p e r m a n e n c i a y lo a b s t r a c t o son u n o y lo
mismo. L a m e s a , e n t a n t o q u e mesa, t i e n e u n a p o t e n c i a l i d a d d e
p e r m a n e n c i a e n la m e d i d a en q u e tiene-de-ser mesa. L a p e r m a n e n -
cia es p u r a posibilidad p a r a u n " e s t o " d e ser c o n f o r m e a su esencia
H e m o s visto, e n la s e g u n d a p a r t e d e esta obra, q u e el posible
q u e soy y el p r e s e n t e q u e h u y o están e n t r e sí e n la relación d e l o
f a l t a n t e c o n lo falto. L a f u s i ó n ideal d e lo f a l t a n t e con a q u e l l o a
q u i e n f a l t a lo f a l t a n t e , c o m o t o t a l i d a d irrealizable, i n f e s t a al p a r a - s í
y lo constituye en su ser m i s m o c o m o n a d a d e ser. Es, decíamos, el
en-sí-para-sí o el valor. P e r o este v a l o r n o es, e n el p l a n o irreflexivo,
c a p t a d o t é t i c a m e n t e p o r el p a r a - s í ; es sólo c o n d i c i ó n d e ser. Si n u e s -
tras d e d u c c i o n e s son exactas, esta indicación p e r p e t u a d e u n a fusión
irrealizable d e b e a p a r e c e r s e n o c o m o e s t r u c t u r a d e la conciencia irre-
flexiva, sino c o m o indicación t r a s c e n d e n t e de u n a e s t r u c t u r a ideaF
del objeto. E s t a e s t r u c t u r a p u e d e develarse f á c i l m e n t e ; correlativa-
m e n t e a la i n d i c a c i ó n d e u n a fusión d e la n e g a c i ó n p o l i m o r f a con
la n e g a c i ó n a b s t r a c t a q u e es su sentido, d e b e develarse u n a indi-
c a c i ó n t r a s c e n d e n t e e i d e a l : la de u n a f u s i ó n del esto existente con
su esencia por-venir. Y esta f u s i ó n d e b e ser tal q u e l o a b s t r a c t o sea
f u n d a m e n t o d e lo c o n c r e t o y, s i m u l t á n e a m e n t e , lo c o n c r e t o f u n d a -

1
Une négation resserrée. (N. del T.)
m e n t ó d e lo abstracto; en otros términos, la existencia concreta "en
carne y hueso" debe ser la esencia, la esencia debe producirse a sí
misma c o m o concreción total, es decir, con la plena riqueza d e lo
concreto, sin que, empero, p o d a m o s encontrar en ella otra cosa q u e
ella m i s m a en su total pureza. O , si se prefiere, la f o r m a debe ser
por sí m i s m a -—y t o t a l m e n t e — sú p r o p i a materia. R e c í p r o c a m e n t e ,
la m a t e r i a debe producirse c o m o f o r m a absoluta. Esta fusión impo-
sible y p e r p e t u a m e n t e i n d i c a d a d e la esencia y de la existencia n o
pertenece al presente ni al p o r v e n i r ; indica, m á s bien, la fusión del
¡casado, del presente y del porvenir, y se presenta como síntesis-áe-
operarse de la totalidad temporal. Es el valor en t a n t o q u e trans-
cendencia; es lo q u e se llama la belleza. L a belleza representa, pues,
un estado ideal del m u n d o , correlativo de u n a realización ideal del
para-sí, en q u e la esencia y la existencia de las cosas se develan?
c o m o identidad a u n ser que, en esta develación misma, se f u n d i r í a
consigo mismo en la u n i d a d absoluta del en-sí. Precisamente p o r q u e
lo bello n o es sólo u n a síntesis trascendente de-operar sino q u e no
puede realizarse excepto en y p o r "una totalización d e nosotros mis-
mos, precisamente por eso queremos lo bello y c a p t a m o s el universo
como falto de belleza, en la m e d i d a en que nosotros mismos nos cap-
tamos c o m o falta. Pero, así c o m o el en-sí-para-sí n o es u n a posibi-
lidad p r o p i a del para-sí, así t a m p o c o lo bello es u n a potencialidad
d e las cosas. L o bello infesta al m u n d o c o m o u n irrealizable. Y, en
la m e d i d a en q u e el h o m b r e realiza lo bello en el m u n d o , lo realiza
en el m o d o imaginario. Esto significa q u e en la intuición estética
a p r e h e n d o u n objeto imaginario a través de u n a realización imagina-
ria d e m í mismo c o m o totalidad en-sí y para-sí. D e ordinario, lo
bello, c o m o valor, n o es temáticamente explicitado c o m o valor-fuera-
de-alcance-del-mundo. Es implícitamente a p r e h e n d i d o en las cosas
como u n a ausencia; se devela implícitamente a través d e la imper-
fección del m u n d o .
Estas potencialidades originarias n o son las únicas q u e caracte-
rizan al esto. E n efecto: en la m e d i d a en q u e el para-sí tiene-de-ser
su ser allende su presente, es develación d e u n m á s allá del ser cuali-
ficado q u e viene al esto del f o n d o del ser. E n t a n t o q u e el para-sí
es allende el c u a r t o creciente, j u n t o a u n ser-allende-el-ser q u e es la
luna llena f u t u r a , la luna llena se convierte en potencialidad del cuar-
to creciente; en t a n t o q u e el para-sí es allende el capullo, j u n t o a la
flor, la flor es potencialidad del capullo. L a develación d e estas
nuevas potencialidades implica u n a relación originaria con el pasado.
E n el p a s a d o se h a descubierto poco a p o c o el n e x o entre c u a r t o
creciente y l u n a , e n t r e capullo y flor. Y el pasado del para-sí es
p a r a el para-sí c o m o saber. Pero este saber n o p e r m a n e c e c o m o algo
d a d o e inerte. Está detrás del para-sí, sin d u d a , incognoscible c o m o
tal y f u e r a de alcance. Pero, en la u n i d a d ek-stática d e su ser, a
p a r t i r d e ese p a s a d o el para-sí se h a c e a n u n c i a r lo q u e él es e n p o r -
venir. M i saber acerca d e la l u n a m e escapa en t a n t o q u e conoci-
m i e n t o temático. P e r o yo lo soy y mi m a n e r a de ser es — p o r lo
menos en ciertos casos— h a c e r venir a m í lo q u e yo n o soy ya en
la f o r m a d e lo q u e n o soy a ú n . Esta negación del esto •—que yo h e
sido—, la soy d o b l e m e n t e : en el m o d o del n o ser ya y del n o ser
a ú n . Soy allende el c u a r t o creciente c o m o posibilidad d e u n a nega-
ción radical d e la l u n a c o m o disco pleno, y, correlativamente al re-
t o r n o d e m i negación f u t u r a hacia m i presente, la l u n a llena se vuelve
hacia el c u a r t o creciente p a r a d e t e r m i n a r l o en esto c o m o negación:
ella es lo q u e le falta, y esto q u e le falta lo h a c e ser c o m o c u a r t o
creciente. Así, en la u n i d a d de u n a m i s m a negación ontológica,
atribuyo la dimensión d e f u t u r o al c u a r t o creciente en t a n t o q u e tal
—en f o r m a d e p e r m a n e n c i a y d e esencia— y lo constituyo c o m o
c u a r t o creciente p o r la d e t e r m i n a n t e reversión hacia él d e aquello
q u e le falta. Así se constituye la g a m a d e las potencialidades, q u e
va desde la p e r m a n e n c i a hasta las potencias. L a realidad-humana,
al trascenderse h a c i a su p r o p i a posibilidad d e negación, se h a c e ser
aquello p o r lo cual la negación p o r trascendencia viene al m u n d o ;
por la realidad h u m a n a viene la falta a las cosas en f o r m a d e "po-
tencia", "inconclusión", " a p l a z a m i e n t o " , " p o t e n c i a l i d a d " .
E m p e r o , el ser trascendente d e la f a l t a n o p u e d e tener la n a -
turaleza de la f a l t a ek-stática en la i n m a n e n c i a . Veámoslo m e j o r .
El en-sí n o tiene-de-ser su p r o p i a potencialidad en el m o d o del a ú n
no. L a develación del en-sí es originariamente develación d e la
identidad d e indiferencia. E l en-sí es lo q u e es sin n i n g u n a disper-
sión ek-stática d e su ser. N o tiene-de-ser, pues, su p e r m a n e n c i a o su
esencia o lo f a l t a n t e q u e le" falta, c o m o yo tengo-de-ser m i porvenir.
M i surgimiento en el m u n d o h a c e surgir correlativamente las p o t e n -
cialidades. P e r o estas potencialidades se f i j a n e n su surgimiento mis-
m o ; están roídas p o r la exterioridad. N u e v a m e n t e encontramos aquí
ese doble aspecto de lo trascendente, que, en su a m b i g ü e d a d misma,
h a d a d o n a c i m i e n t o al espacio: u n a totalidad q u e se desmenuza en
relaciones d e exterioridad. L a potencialidad se revierte desde el
f o n d o del porvenir sobre el esto p a r a determinarlo, p e r o la relación
del esto c o m o en-sí c o n su p o t e n c i a l i d a d es u n a relación d e exterio-
r i d a d . E l c u a r t o c r e c i e n t e está d e t e r m i n a d o c o m o falto 1 o privado
de, c o n r e s p e c t o a la l u n a llena. P e r o , al m i s m o t i e m p o , se devela
c o m o s i e n d o p l e n a m e n t e lo q u e es, ese signo c o n c r e t o e n el cielo,
q u e n o necesita d e n a d a p a r a ser lo q u e es. L o m i s m o o c u r r e con
a q u e l c a p u l l o , o c o n esta cerilla, q u e es lo q u e es, p a r a l a c u a l su
s e n t i d o d e ser-cerilla p e r m a n e c e exterior, q u e puede sin d u d a e n -
c e n d e r s e p e r o q u e , a c t u a l m e n t e , es este c a b o d e m a d e r a b l a n c a c o n
c a b e c i t a n e g r a . L a s p o t e n c i a l i d a d e s del esto, b i e n q u e e n conexión
rigurosa c o n él, se p r e s e n t a n c o m o en-sí y son e n e s t a d o d e indife-
r e n c i a c o n r e s p e c t o a él. E s t e t i n t e r o puede ser q u e b r a d o , a r r o j a d o
c o n t r a el m á r m o l d e la c h i m e n e a , d o n d e se h a r á trizas. P e r o esta
p o t e n c i a l i d a d está e n t e r a m e n t e e s c i n d i d a d e él, p u e s n o es sino el
c o r r e l a t o t r a s c e n d e n t e d e mi posibilidad d e l a n z a r l o c o n t r a el m á r -
m o l d e la c h i m e n e a . E n sí m i s m o , n o es n i q u e b r a b l e n i i n q u e b r a b l e :
es. E s t o n o q u i e r e d e c i r q u e y o p u e d a c o n s i d e r a r u n esto f u e r a d e
t o d a p o t e n c i a l i d a d : p o r el solo h e c h o d e ser y o m i p r o p i o f u t u r o , el
esto se d e v e l a c o m o d o t a d o d e p o t e n c i a l i d a d e s ; c a p t a r la cerilla c o m o
c a b o d e n i a d e r a b l a n c a c o n c a b e c i t a n e g r a n o es d e s p o j a r l a d e t o d a
p o t e n c i a l i d a d , sino s i m p l e m e n t e c o n f e r i r l e o t r a s n u e v a s ( u n a n u e v a
p e r m a n e n c i a ; u n a n u e v a e s e n c i a ) . P a r a q u e el esto estuviera' e n t e -
r a m e n t e desprovisto d e p o t e n c i a l i d a d e s , sería m e n e s t e r q u e yo f u e r a
u n p u r o p r e s e n t e , lo q u e es inconcebible. Sólo q u e el esto t i e n e di-
versas p o t e n c i a l i d a d e s q u e son equivalentes, es decir, están e n es-
t a d o d e e q u i v a l e n c i a c o n r e s p e c t o a él. Pues, e n efecto, el esto n o
t i e n e - d e - j e r / a í . A d e m á s , m i s posibles n o son, sino q u e se posibilizan,
p o r q u e e s t á n roídos desde d e n t r o p o r m i libertad. E s decir q u e , cual-
q u i e r a q u e sea m i posible, su c o n t r a r i o es i g u a l m e n t e posible. P u e d o
q u e b r a r este t i n t e r o , p e r o lo m i s m o p u e d o g u a r d a r l o e n u n a g a v e t a ;
p u e d o a p u n t a r , a l l e n d e el c u a r t o creciente, a la l u n a llena, p e r o p u e d o
i g u a l m e n t e r e c l a m a r la p r e s e n c i a del c u a r t o c o m o tal. E n conse-
c u e n c i a , el t i n t e r o se e n c u e n t r a d o t a d o d e posibles e q u i v a l e n t e s : ser
g u a r d a d o e n u n a g a v e t a , ser q u e b r a d o . E s t e c u a r t o creciente p u e d e
ser u n a c u r v a a b i e r t a e n el cielo, o u n disco e n a p l a z a m i e n t o . A
estas p o t e n c i a l i d a d e s , q u e se v u e l v e n h a c i a el esto sin ser sidas p o r

1
En el texto, manquant, que es lo traducido hasta ahora (cf. segunda
•parte, cap. I, § III) como "faltante". La palabra francesa, en efecto, puede-
significar "faltante a" (manquant á) o "falto de" (manquant de); además,
Be ha visto en el lugar citado la relatividad mutua de lo faltante y lo falto
(o "existente"). (N. del T.)
él y sin t e n e r d e serlo, las l l a m a r e m o s probabilidades, p a r a señalar
q u e existen e n el m o d o d e ser d e l en-sí. M i s posibles n o s o n : se
posibilizan. P e r o los probables, e n c a m b i o , n o se " p r o b a b i l i z a n " :
•son en si, e n t a n t o q u e probables. E n este sentido, el t i n t e r o es, p e r o
su ser-tintero es u n p r o b a b l e , p u e s el " t e n e r - d e - s e r - t i n t e r o " del tin-
t e r o es u n a p u r a a p a r i e n c i a q u e se f u n d e e n seguida e n r e l a c i ó n d e
e x t e r i o r i d a d . Estas p o t e n c i a l i d a d e s o p r o b a b i l i d a d e s q u e son el sen-
t i d o del ser a l l e n d e el ser, p r e c i s a m e n t e p o r q u e i o n en-sí allende el
ser, son nadas. L a esencia del t i n t e r o es sida c o m o c o r r e l a t o d e la
n e g a c i ó n posible del para-sí, p e r o ella n o es el t i n t e r o ni tiene-de-
serlo; e n t a n t o q u e es e n sí, es n e g a c i ó n h i p o s t a s i a d a , r e i f i c a d a , es
decir, p r e c i s a m e n t e , q u e es u n n a d a , q u e p e r t e n e c e a la f a j a 1 d e
n a d a q u e r o d e a y d e t e r m i n a al m u n d o . El p a r a - s í revela al t i n t e r o
c o m o t i n t e r o . P e r o esta revelación se h a c e a l l e n d e el ser del t i n t e r o ,
e n ese f u t u r o q u e n o es; t o d a s las p o t e n c i a l i d a d e s del ser, d e s d e l a
p e r m a n e n c i a h a s t a la p o t e n c i a l i d a d cualificadas, se d e f i n e n c o m o
lo q u e el ser no es aún sin q u e j a m á s t e n g a v e r d a d e r a m e n t e de-
serlas. T a m p o c o a q u í el c o n o c i m i e n t o a g r e g a ni q u i t a n a d a al ser;
n o lo a d o r n a d e n i n g u n a c u a l i d a d n u e v a . Sólo h a c e q u e h a y a ser
t r a s c e n d i é n d o l o h a c i a u n a n a d a q u e n o m a n t i e n e c o n él sino rela-
ciones n e g a t i v a s d e e x t e r i o r i d a d : este c a r á c t e r d e p u r a n a d a d e la
p o t e n c i a l i d a d se m a n i f i e s t a h a r t o c l a r a m e n t e e n el p r o c e s o d e las
ciencias, q u e , p r o p o n i é n d o s e establecer relaciones d e s i m p l e exterio-
r i d a d , s u p r i m e r a d i c a l m e n t e lo p o t e n c i a l , es decir, la esencia y las
potencias. Pero, p o r o t r a p a r t e , su necesidad c o m o e s t r u c t u r a signifi-
cativa d e la p e r c e p c i ó n a p a r e c e con s u f i c i e n t e nitidez p a r a q u e h u e l -
g u e insistir: el c o n o c i m i e n t o científico, e n efecto, n o p u e d e n i siiperar
ni s u p r i m i r la e s t r u c t u r a p o t e n c i a l i z a d o r a d e la p e r c e p c i ó n ; al c o n -
trario, la s u p o n e .
H e m o s t r a t a d o d e m o s t r a r c ó m o la p r e s e n c i a del p a r a - s í al ser
d e v e l a a éste c o m o cosa-, y, p a r a c l a r i d a d d e l a exposición, h e m o s
d e b i d o m o s t r a r . s u c e s i v a m e n t e las d i f e r e n t e s e s t r u c t u r a s d e la c o s a :
el esto y la espacialidad, la p e r m a n e n c i a , la esencia y las potenciali-
dades. V a d e suyo, e m p e r o , q u e esta exposición sucesiva n o corres-
p o n d e a u n a p r i o r i d a d real d e algunos de esos m o m e n t o s sobre los
otros: el s u r g i m i e n t o del p a r a - s í h a c e develarse la cosa con la tota-
lidad d e sus estructuras. N o h a y u n a d e ellas, p o r o t r a p a r t e , q u e

1
Manchón: literalmente, al "manguito'' con que se rodea al antebrazo.
(N. del T.)
n o implique a todas las d e m á s : el esto n o tiene ni siquiera anterio-
r i d a d lógica sobre la esencia: al contrario, la s u p o n e ; y, recíproca-
mente, la esencia es esencia de esto. A n á l o g a m e n t e , el esto c o m o
ser-cualidad n o p u e d e a p a r e c e r sino sobre f o n d o d e m u n d o ; p e r o el
m u n d o es la colección d e los estos; y la relación desagregativa entre
el m u n d o y los estos es la especialidad. N o h a y aquí, pues, n i n g u n a
f o r m a sustancial, n i n g ú n principio d e u n i d a d q u e se m a n t e n g a detrás
d e los modos d e aparición del f e n ó m e n o : todo se d a d e u n a vez sin
primacía. Por las mismas razones, sería erróneo concebir cualquier
p r i m a c í a d e lo representativo. Nuestras descripciones, en efecto, nos
h a n llevado a p o n e r d e relieve la cosa en el mundo, y, p o r este he-
cho, p o d r í a m o s caer e n t e n t a c i ó n d e creer q u e el m u n d o y la cosa
se develan al para-sí en u n a especie d e intuición c o n t e m p l a t i v a : sólo
con posterioridad los objetos serían dispuestos entonces los u n o s res-
p e c t o d e los otros en u n o r d e n p r á c t i c o d e utensilidad. T a l error se
evitará si se quiere considerar q u e el m u n d o a p a r e c e en el interior
del circuito d e la ipseidad. E l m u n d o es lo q u e separa al para-sí
d e sí mismo, o, p a r a utilizar u n a expresión heideggeriana: es aquello
a p a r t i r d e lo c u a l la r e a l i d a d - h u m a n a se h a c e a n u n c i a r lo q u e ella
es. Este proyecto h a c i a sí del para-sí, q u e constituye la ipseidad, no
es e n m o d o a l g u n o reposo contemplativo. Es u n a falta, c o m o hemos
dicho, p e r o n o u n a f a l t a dada: es u n a f a l t a q u e tiene-de-ser p o r sí
misma su p r o p i a falta. H a d e comprenderse bien, en efecto, q u e
u n a f a l t a constatada o f a l t a en-sí, se desvanece e n exterioridad; lo
hemos señalado en las páginas precedentes. P e r o u n ser q u e se cons-
tituye a sí m i s m o c o m o f a l t a no p u e d e determinarse sino ahí, en
aquello q u e le f a l t a y q u e él es; en suma, p o r u n a r r a n c a m i e n t o
p e r p e t u o a sí h a c i a el sí q u e él tiene-de-ser. Esto significa q u e la
f a l t a n o p u e d e ser p o r sí m i s m a su p r o p i a f a l t a sino c o m o falta
denegada: el único n e x o p r o p i a m e n t e interno d e lo q u e está f a l t o
d e . . . con lo q u e le f a l t a es la denegación. E n efecto: en la me-
dida en q u e el ser q u e está f a l t o d e . . . no es lo q u e le falta, c a p t a -
rnos en él u n a negación. Pero, si esta negación n o h a d e desvane-
cerse en p u r a exterioridad —y, con ella, t o d a posibilidad d e negación
en general—, su f u n d a m e n t o está .en la necesidad q u e tiene el ser
falto d e . . ., d e ser lo q u e le falta. Así, el f u n d a m e n t o d e la negación
es negación d e negación. P e r o esta n e g a c i ó n - f u n d a m e n t o n o es algo
dado, así c o m o n o lo es la f a l t a d e la cual ella es u n m o m e n t o esen-
cial; esa n e g a c i ó n - f u n d a m e n t o es c o m o teniendo-de-ser; el para-sí
se hace ser, en la u n i d a d f a n t a s m a "reflejo-reflejante", su p r o p i a fal-
t a ; es decir, se proyecta hacia ella denegándola. Sólo c o m o falta
de-suprimir p u e d e la f a l t a ser f a l t a interna p a r a el para-sí, y el p a r a -
sí n o p u e d e realizar su propia f a l t a sino teniendo-de-serla, es decir,
siendo proyecto hacia su supresión. Así, la relación entre el para-sí
y su porvenir n u n c a es estática ni d a d a ; sino q u e el porvenir viene
al presente del para-sí p a r a determinarlo en su meollo mismo, en
t a n t o q u e el para-sí está ya allá en el porvenir c o m o su supresión.
El para-sí n o p u e d e ser f a l t a aquí si n o es allá supresión de la f a l t a ;
pero u n a supresión q u e él tiene-de-ser e n el m o d o del n o serlo. Esta
relación originaria permite luego verificar empíricamente faltas p a r -
ticulares c o m o faltas padecidas o soportadas. Ella es f u n d a m e n t o , en
general, de la afectividad; y se i n t e n t a r á explicarla psicológicamente
instalando en el psiquismo esos ídolos y fantasmas q u e se d e n o m i n a n
tendencias o apetitos. Estas tendencias o estas fuerzas a las q u e se
inserta por violencia en la psique n o son comprensibles en sí mismas,
pues el psicólogo las d a c o m o existentes en sí, es decir, que su carác-
ter mismo d e fuerzas está contradicho por su íntimo reposo d e indi-
ferencia, y su u n i d a d se dispersa e n p u r a relación de exterioridad.
N o podemos captarlas sino a título de proyección en el en-sí de una
relación d e ser i n m a n e n t e del para-sí consigo, y esta relación onto-
lógica es, precisamente, la falta.
Pero esta falta n o p u e d e ser c a p t a d a téticamente y conocida
por la conciencia irreflexiva (así c o m o t a m p o c o a p a r e c e a la refle-
xión i m p u r a y cómplice q u e la a p r e h e n d e como objeto psíquico, es
decir, como tendencia o c o m o sentimiento). N o es accesible sino a
la reflexión purificadora, d e la q u e no hemos de o c u p a m o s aquí.
Asi, pues, en el p l a n o d e la conciencia del m u n d o , esa falta n o p u e d e
aparecerse sino en proyección, c o m o carácter trascendente e ideal.
E n efecto, si lo q u e f a l t a al para-sí es presencia ideal a u n ser-allende-
el-ser, el ser-allende-el-ser es originariamente c a p t a d o c o m o u n a fal-
ta-del-ser. Así, el m u n d o se devela c o m o infestado por ausencias
de-realizar, y c a d a esto aparece con u n cortejo de ausencias q u e lo
indican y determinan. Estas ausencias n o difieren, en el fondo, de
las potencialidades. Simplemente, les captamos m e j o r la significación.
Así, las ausencias indican el esto c o m o esto, e, inversamente, el esto
a p u n t a hacia las ausencias. Siendo cada ausencia ser-allende-el-ser.
es decir, en-sí ausente, c a d a esto a p u n t a hacia otro estado d e su ser
o hacia otros seres. Pero, claro está, esta organización en complejos
indicativos se fija y petrifica en en-sí, puesto que de en-sí se t r a t a ;
todas esas indicaciones m u d a s y petrificadas, q u e recaen en la indi-
fcrencia del aislamiento al m i s m o t i e m p o q u e surgen, se p a r e c e n a la
sonrisa d e piedra, a los ojos vacíos d e u n a estatua. D e m o d o q u e
las ausencias q u e aparecen tras las cosas n o aparecen c o m o ausencias
q u e tengan-de-ser-presentificadas por las cosas. N o se p u e d e decir
t a m p o c o q u e se develen c o m o teniend0-de-set-rea.liza.dsis por mí, pues-
to q u e el yo es u n a estructura trascendente d e la psique q u e aparece
sólo a la conciencia reflexiva. Son exigencias p u r a s q u e se yerguen
c o m o "vacíos de-llenar" en m e d i o del circuito d e ipseidad. Simple-
mente, su carácter d e "vacíos de-llenar p o r el para-sí" se manifiesta
a la conciencia irreflexiva p o r u n a urgencia directa y personal que
es vivida c o m o tal sin ser referida a alguno ni tematizada. E n el
hecho y por el h e c h o mismo d e vivirlas como pretensiones se revela
lo q u e hemos l l a m a d o en otro capítulo su ipseidad. Son las tareas ;
y este m u n d o es u n m u n d o d e tareas. C o n relación a las tareas, el
esto q u e ellas indican es a la vez "esto de esas tareas" —es decir, el
en-sí único q u e se d e t e r m i n a por ellas y q u e ellas indican como
capaz d e cumplirlas—, y aquello q u e en m o d o a l g u n o tiene-de-ícr
esas tareas, ya q u e es en la u n i d a d absoluta d e la identidad. Esta
conexión en el aislamiento, esta relación d e inercia e n lo dinámico,
es lo q u e llamaremos la relación d e m e d i o a fin. Es u n ser-para
d e g r a d a d o , l a m i n a d o por la exterioridad, y su idealidad trascen-
d e n t e n o p u e d e concebirse sino c o m o correlato del ser-para q u e el
para-sí tiene-de-ser. L a cosa, en t a n t o q u e reposa a la vez en la
q u i e t a beatitud de la indiferencia y, empero, indica allende sí misma
tareas de-cumplir q u e le a n u n c i a n lo q u e ella tiene-de-ser, es el ins-
t r u m e n t o o utensilio. L a relación originaria de las cosas e n t r e sí, la
q u e aparece sobre el f u n d a m e n t o de la relación cuantitativa de los
estos, es, pues, la relación d e utensilidad. Y esta utensilidad n o es
posterior ni está s u b o r d i n a d a a las estructuras antes indicadas: en
cierto sentido, las s u p o n e ; en otro, es supuesta por ellas. L a cosa
n o es p r i m e r a m e n t e cosa p a r a ser utensilio después; ni es primero
utensilio p a r a develarse luego c o m o cosa: es cosa-utensilio. Cierto
es, empero, q u e se descubrirá a la indagación ulterior del científico
c o m o p u r a m e n t e cosa, es decir, d e s p o j a d a d e toda utensilidad. Pero
ello se d e b e a q u e el científico n o se cuida d e establecer sino las
p u r a s relaciones d e exterioridad; el resultado d e esa indagación cien-
tífica, p o r o t r a parte, es q u e la cosa misma, despojada d e t o d a ins-
t r u m e n t a l i d a d , se e v a p o r a p a r a t e r m i n a r en exterioridad absoluta.
Se ve en q u é m e d i d a h a y q u e corregir la f ó r m u l a d e Heidegger:
ciertamente, el m u n d o aparece en el circuito d e ipseidad, pero siendo
este circuito no-tético, la anunciación de lo q u e soy n o p u e d e ser
tética tampoco. Ser en el m u n d o n o es escaparse del m u n d o hacia
sí mismo, sino escaparse del m u n d o hacia u n allende el m u n d o que
es el m u n d o f u t u r o . L o q u e el m u n d o m e a n u n c i a es ú n i c a m e n t e
" m u n d a n o " . Ello n o obsta p a r a que, si la remisión al infinito de
los utensilios n o remite jamás a u n para-sí q u e yo soy, la totalidad
d e los utensilios sea el correlato exacto de mis posibilidades. Y, como
soy mis posibilidades, el orden d e los utensilios en el m u n d o es la
imagen proyectada en el en-sí d e mis posibilidades, es decir, de
aquello q u e yo soy. Pero no p u e d o descifrar j a m á s esta imagen m u n -
d a n a : m e a d a p t o a ella en la acción y por la acción; es menester
la escisiparidad reflexiva p a r a q u e p u e d a ser yo objeto p a r a mí mis-
mo. Así, pues, la inautenticidad n o es la causa d e q u e la realidad
h u m a n a se p i e r d a en el m u n d o ; sino q u e el ser-en-el-mundo, p a r a
ella, es perderse radicalmente en el m u n d o por la develación misma
q u e h a c e q u e h a y a u n m u n d o ; es ser remitida sin tregua, sin si-
q u i e r a la posibilidad d e u n "y p a r a q u é " , de utensilio en utensilio,
sin otro recurso q u e la revolución reflexiva. D e n a d a serviría obje-
tarnos q u e la c a d e n a d e los " p a r a q u é " p e n d e d e los " p a r a q u i é n "
(Worumwillen). Ciertamente, el Worumwillen nos remite a u n a
estructura del ser q u e n o hemos elucidado a ú n : el para-otro. Y el
" p a r a q u i é n " aparece constantemente tras los instrumentos. Pero
ese para quién, cuya constitución es diferente del " p a r a q u é " , n o
i n t e r r u m p e la cadena. Es simplemente u n eslabón d e ella, y n o per-
mite, c u a n d o se lo e n c a r a en la perspectiva d e la instrumentalidad,
escapar al en-sí. Ciertamente, esta Topa de t r a b a j o es p a r a el obrero.
Pero es p a r a q u e el obrero p u e d a r e p a r a r el techo sin ensuciarse. ¿ Y
p o r q u é n o debe ensuciarse? P a r a n o gastar en adquisición de ropa
la m a y o r p a r t e d e su salario. Pues, en efecto, este salario le es a d j u -
d i c a d o c o m o la c a n t i d a d m í n i m a de d i n e r o q u e le p e r m i t a subvenir
a su m a n u t e n c i ó n ; y, precisamente, "se m a n t i e n e " p a r a p o d e r aplicar
su potencia d e t r a b a j o a la reparación d e techos. ¿ Y p o r q u é debe
r e p a r a r el techo? P a r a q u e n o llueva en la oficina d o n d e los
empleados realizan u n t r a b a j o d e contabilidad; etc. Esto n o signi-
fica q u e debamos c a p t a r siempre al p r ó j i m o c o m o u n instrumento
d e tipo particular, sino simplemente que, si consideramos al p r ó j i m o
p a r t i e n d o del m u n d o , n o p o r eso escaparemos a la remisión al infi-
n i t o d e los complejos d e utensilidad.

Así, en la m e d i d a en q u e el para-sí es su propia f a l t a como


denegación, correlativamente a su í m p e t u hacia sí mismo, el ser se le
devela sobre f o n d o de m u n d o c o m o cosa-utensilio, y el m u n d o surge
c o m o f o n d o indiferenciado d e complejos indicativos d e utensilidad.
E l c o n j u n t o d e esas remisiones carece de significación, p e r o e n el
sentido d e q u e n o hay siquiera posibilidad d e p l a n t e a r en ese p l a n o
el p r o b l e m a d e la significación. Se t r a b a j a p a r a vivir y se vive p a r a
t r a b a j a r . L a cuestión del sentido d e la totalidad " v i d a - t r a b a j o " :
" ¿ P o r q u é t r a b a j o yo, q u e vivo? ¿ P o r q u é vivir si es p a r a traba-
j a r ? " , n o p u e d e plantearse sino en el p l a n o reflexivo, ya q u e implica
un descubrimiento del para-sí p o r sí mismo.
Q u e d a p o r explicar p o r qué, c o m o correlato de la p u r a nega-
ción q u e soy, la utensilidad p u e d e surgir e n el m u n d o . ¿ C ó m o n o
soy negación estéril e i n d e f i n i d a m e n t e repetida del esto en t a n t o q u e
p u r o esto? ¿ C ó m o p u e d e develar esta negación u n a pluralidad de
tareas q u e son m i imagen, si n o soy n a d a m á s q u e la p u r a n a d a
q u e tengo-de-ser? P a r a responder a estas preguntas, h a d e recor-
darse q u e el para-sí n o es p u r a y simplemente u n porvenir q u e viene
al presente. Tiene-de-ser a d e m á s su p a s a d o en f o r m a del " e r a " . Y
la implicación ek-stática de las tres dimensiones temporales es tal,
que, si el para-sí es u n ser q u e se hace a n u n c i a r p o r su porvenir el
sentido d e lo q u e él era, es también, en el mismo surgimiento, u n
ser q u e tiene-de-ser su será e n la perspectiva d e cierto " e r a " q u e él
rehuye. E n este sentido, siempre h a dfe buscarse la significación d e
u n a dimensión t e m p o r a l en otra parte,-en o t r a dimensión; es lo q u e
hemos l l a m a d o la diáspora; pues la u n i d a d d e ser diaspórica n o es
u n a p u r a pertenencia dada: es la necesidad d e realizar la diáspora
haciéndose condicionar allá, a f u e r a , en la u n i d a d d e sí. Así, pues,
la negación q u e soy y q u e devela al "esto", tiene-de-ser en el m o d o
del " e r a " . Esta p u r a negación que, e n t a n t o q u e simple presencia,
n o es, tiene su ser a la zaga d e sí, c o m o p a s a d o o facticidad. E n
t a n t o q u e tal, h a d e reconocerse q u e n o es j a m á s negación sin raíces.
Es, al contrario, negación cualificada, si se a d m i t e e n t e n d e r p o r
ello q u e arrastra su cualificación e n pos d e sí c o m o el ser q u e ella
tiene-de-no-ser e n la f o r m a del " e r a " . L a negación surge como ne-
gación no-tética del pasado, en el m o d o d e la determinación interna,
en t a n t o q u e se h a c e negación tética del' esto. Y el surgimiento se
produce en la u n i d a d d e u n doble "ser p a r a " , puesto q u e la nega-
ción se p r o d u c e a la existencia, en el m o d o reflejo-reflejante, c o m o
negación del esto, para h u i r del pasado q u e ella es, y huye del p a s a d o
para desprenderse del esto huyéndole en su ser hacia el porvenir. Es
lo q u e llamaremos el punto de vista del para-sí sobre el m u n d o . Este
[junto d e vista, asimilable a la facticidad, es cualificación ek-stática
d e la negación c o m o relación originaria con el en-sí. Pero, p o r otra
parte, y como lo heme» visto, todo lo que el para-sí es, lo es. en el
m o d o del " e r a " c o m o pertenencia ek-stática al m u n d o . N o encuen-
t r o mi presencia en el f u t u r o , ya q u e el f u t u r o m e entrega el m u n d o
c o m o correlato de u n a conciencia por-venir; sino q u e m i ser se nie
a p a r e c e en el pasado, a u n q u e no-temáticamente, en el m a r c o del
ser-en-sí, es decir, en relieve en m e d i o del m u n d o . Sin d u d a , este
ser es todavía conciencia d e . . ., es decir, para-sí; p e r o es u n para-sí
f i j a d o en en-sí y, p o r consiguiente, es u n a conciencia del m u n d o des-
caecida en m e d i o del m u n d o . El sentido del realismo, del n a t u r a -
lismo y del materialismo está en el p a s a d o : estas tres filosofías son
descripciones del p a s a d o como si f u e r a presente. El para-sí es, pues,
doble h u i d a del m u n d o : escapa a su p r o p i o ser-en-medio-del-mundo
c o m o presencia a u n m u n d o del cual huye. L o posible es el libre
término de la huida. El para-sí n o p u e d e h u i r hacia u n trascen-
d e n t e q u e él n o es, sino sólo hacia u n trascendente q u e él es. Esto
q u i t a t o d a posibilidad d e detención a esa h u i d a p e r p e t u a ; si cabe
usar d e u n a imagen vulgar, p e r o q u e h a r á c a p t a r m e j o r m i pensa-
miento, recuérdese al asno q u e va a r r a s t r a n d o u n carricoche en pos
d e sí y q u e p r o c u r a a t r a p a r u n a zanahoria f i j a d a al extremo de u n
palo sujeto a las varas. T o d o esfuerzo del asno p a r a coger la zana-
horia tiene p o r efecto h a c e r a v a n z a r el coche entero y la zanahoria
misma, q u e p e r m a n e c e siempre a igual distancia del asno. Así co-
rremos tras u n posible q u e nuestra propia carrera h a c e aparecer,
q u e n a es sino nuestra carrera y q u e se define por eso mismo como
f u e r a de alcance. Corremos h a c i a nosotros mismos y somos, p o r eso
mismo, el ser q u e n o p u e d e alcanzarse. E n cierto sentido, la carrera
está desprovista d e significación, ya q u e el t é r m i n o n o es d a d o nunca,
sino inventado y proyectado a m e d i d a q u e corremos hacia él. Y, en
otro sentido, n o podemos denegarle esa significación q u e ella rechaza,
pues, pese a todo, el posible es el sentido del para-si: pero, m á s bien,
la h u i d a tiene y n o tiene sentido.

_ A h o r a bien: en esa misma h u i d a del pasado que soy hacia el


porvenir q u e soy, el porvenir se prefigura con respecto al pasado al
mismo tiempo q u e confiere a éste t o d o su sentido. El porvenir es
el p a s a d o preterido-trascendido, como u n en-sí dado, hacia u n en-sí
q u e sería su propio fundamento,- es decir, q u e sería en t a n t o q u e yo
tendría-de-serlo. M i posible es la libre recuperación de mi pasado
en t a n t o q u e esta recuperación p u e d e salvarlo f u n d á n d o l o . H u y o
del ser sin f u n d a m e n t o q u e yo e r a hacia el acto f u n d a d o r q u e n o
p u e d o ser sino en el m o d o del seré. Así, el posible es la f a l t a q u e el
para-sí .se h a c e ser, es decir, lo q u e f a l t a a la negación presente en
t a n t o q u e es negación cualificada (o sea, negación q u e tiene su cua-
lidad f u e r a d e sí, en el p a s a d o ) . E n t a n t o que tal, el posible mismo
está cualificado. N o a título d e algo dado, q u e sería su p r o p i a cua-
lidad en el m o d o del en-sí, sino c o m o indicación d e esa recuperación
q u e f u n d a r í a la cualificación ek-stática q u e el para-sí era. Así, la
sed es tridimensional: es h u i d a presente d e u n estado d e vacío que
el para-sí era. Y esa misma h u i d a confiere al estado dado su carác-
ter de vacío ó de f a l t a : en el pasado, la f a l t a n o podría ser falta,
pues lo dado n o p u e d e " f a l t a r " a menos q u e sea trascendido h a c i a . . .
por u n ser q u e sea su propia trascendencia. Pero esa h u i d a es
h u i d a h a c i a . . . , y este " h a c i a " le d a su sentido. E n t a n t o q u e tal,
la h u i d a es falta que se hace a sí misma, es decir, a la vez constitu-
ción, en el pasado, d e lo d a d o c o m o falta o potencialidad, y libre
recuperación de lo d a d o p o r u n para-sí que se hace ser falta b a j o
la f o r m a "reflejo^ reflejante", es decir, como conciencia de falta. Y
ese hacia qué la f a l t a huye de sí misma, en t a n t o q u e se hace con-
dicionar en su ser-falta por aquello q u e le falta, es la posibilidad
q u e ella es d e ser sed q u e n o h a d e ser ya falta, es decir, sed-re-
pleción. El posible es indicación de repleción, y el valor, c o m o ser-
f a n t a s m a q u e rodea y p e n e t r a d e p a r t e a p a r t e al para-sí, es la
indicación d e u n a sed q u e sería a la vez dada — c o m o lo "era"—• y
r e c u p e r a d a — c o m o el juego del "reflejo-reflejante" la constituye
ek-státicamente—. Se trata, c o m o se ve, d e u n a plenitud q u e se
determina a sí misma c o m o sed. Esa relación ek-stática pasado-pre-
sente provee al esbozo de esa plenitud con la estructura "sed" c o m o
su sentido, y el posible q u e soy debe proveerle la densidad misma,
su carne de plenitud, como reflexión. Así, m i presencia al ser, q u e
lo d e t e r m i n a en esto, es negación del esto en tanto que yo soy t a m -
bién falta cualificada allá-al-lado del esto. Y, en la m e d i d a en que
m i posible es presencia posible al ser allende el ser, la cualificación
d e m i posible devela u n ser-allende-el-ser c o m o el ser cuya copre-
st acia es copresencia rigurosamente conexa a u n a repleción por-venir.
Así se devela en el m u n d o la ausencia c o m o ser de-realizar, en t a n t o
q u e este ser es correlativo del ser-posible qué me falta. El vaso de
agua aparece como debiendo-ser-bebido, es decir, c o m o correlato d e
u n a sed c a p t a d a no-téticamente y en su ser mismo c o m o debiendo
ser colmada. Pero estas descripciones, todas las cuales implican u n a .
relación c o n el f u t u r o del m u n d o , serán m á s claras si m o s t r a m o s
a h o r a c ó m o , sobre el f u n d a m e n t o d e la n e g a c i ó n originaria, el t i e m p o
del m u n d o o t i e m p o universal se d e v e l a a la conciencia.

IV

EL T I E M P O DEL M U N D O

E l t i e m p o universal v i e n e al m u n d o p o r el Para-si. E l en-sí


n o d i s p o n e d e t e m p o r a l i d a d , p r e c i s a m e n t e p o r q u e es en-sí y la t e m -
p o r a l i d a d es el m o d o d e ser u n i t a r i o d e u n ser q u e está p e r p e t u a -
m e n t e a d i s t a n c i a d e sí p a r a sí. El Para-sí, al c o n t r a r i o , es t e m p o r a -
l i d a d , p e r o n o es conciencia de t e m p o r a l i d a d e x c e p t o c u a n d o se p r o -
d u c e a sí m i s m o e n l a relación " r e f l e x i v o - r e f l e x o " . E n el m o d o
irreflexivo, d e s c u b r e la t e m p o r a l i d a d en el ser, es decir, a f u e r a . L a
t e m p o r a l i d a d universal es objetiva.

A) El Pasado.

El "esto" n o aparece c o m o u n presente que tenga luego de-


h a c e r s e p a s a d o y q u e p r e v i a m e n t e e r a f u t u r o . Este tintero, d e s d e
q u e lo percibo, t i e n e y a e n su existencia sus tres d i m e n s i o n e s t e m -
porales E n t a n t o q u e lo c a p t o c o m o p e r m a n e n c i a , es decir, c o m o
esencia, es ya en f u t u r o , a u n q u e y o n o le esté p r e s e n t e e n m i p r e -
sencia a c t u a l sino c o m o p o r - v e n i r - a - m í - m i s m o . Y, al m i s m o t i e m p o ,
n o p u e d o c a p t a r l o sino c o m o h a b i e n d o ya sido ahí, e n el m u n d o , e n
t a n t o q u e y o m i s m o e s t a b a ya a h í c o m o presencia. E n este sentido,
n o existe "síntesis d e r e c o g n i c i ó n " , si se e n t i e n d e p o r ello u n a ope-
r a c i ó n p r o g r e s i v a d e i d e n t i f i c a c i ó n q u e , p o r o r g a n i z a c i ó n sucesiva
d e los " a h o r a s " , c o n f i e r a u n a duración a la cosa p e r c i b i d a . E l P a r a -
sí d i s p o n e el estallido d e su t e m p o r a l i d a d t o d o a lo l a r g o del en-sí
d e v e l a d o c o m o a lo l a r g o d e u n i n m e n s o m u r o m o n ó t o n o d e l c u a l
n o se v e fin. Soy esta n e g a c i ó n original q u e tengo-de-ser, e n el
m o d o del a ú n n o y del ya, a l l á - a l - l a d o del ser q u e es lo q u e es. Asi,
pues, si s u p o n e m o s u n a conciencia q u e s u r j a e n u n m u n d o inmóvil,
a l l á - a l - l a d o d e u n ser ú n i c o q u e sea i n m u t a b l e m e n t e lo q u e es, este
ser se d e v e l a r í a c o n u n p a s a d o y u n p o r v e n i r d e i n m u t a b i l i d a d q u e
n o necesitarían n i n g u n a " o p e r a c i ó n " d e síntesis y q u e se i d e n t i f i c a -
rían con sus develaciones respectivas. L a operación sólo sería n e c c -
saria si el Para-si tuviera, a la vez, q u e retener y constituir su propio
pasado. Pero, p o r el simple h e c h o d e q u e él es su p r o p i o p a s a d o
así c o m o su p r o p i o porvenir, la develación del en-sí n o p u e d e ser
sino temporalizada. El "esto" se devela t e m p o r a l m e n t e , n o p o r q u e
se r e f r a c t e a través d e u n a f o r m a a priori del sentido interno, sino
p o r q u e se devela a u n a develación cuyo p r o p i o ser es temporalización.
E m p e r o , la a - t e m p o r a l i d a d del ser está representada en su develación
m i s m a : en t a n t o q u e c a p t a d o p o r y en u n a t e m p o r a l i d a d q u e se
temporaliza, el esto a p a r e c e originariamente c o m o t e m p o r a l ; pero,
en t a n t o q u e es lo q u e es, deniega ser su p r o p i a t e m p o r a l i d a d , y
solamente refleja el t i e m p o ; además, devuelve la relación ek-stática
interna — q u e está en la f u e n t e d e la t e m p o r a l i d a d — c o m o u n a p u r a
relación objetiva de exterioridad. L a p e r m a n e n c i a , c o m o transac-
ción e n t r e la identidad i n t e m p o r a l y la u n i d a d ek-stática d e tem-
poralización, aparecerá, pues, c o m o el p u r o deslizamiento d e instan-
tes en-sí, p e q u e ñ a s n a d a s separadas u n a s d e otras y reunidas por u n a
relación d e simple exterioridad, e n la superficie d e u n ser q u e con-
serva u n a i n m u t a b i l i d a d a t e m p o r a l . N o es v e r d a d , pues, q u e la in-
t e m p o r a l i d a d del ser sé nos escape; al contrario, está dada en el
tiempo y f u n d a la m a n e r a d e ser del t i e m p o universal.
Así, pues, en t a n t o q u e el Para-sí " e r a " lo q u e es, el utensilio
o la cosa se le a p a r e c e c o m o h a b i e n d o ya sido ahí. El Para-sí n o
p u e d e ser presencia al esto sino c o m o presencia q u e era; toda per-
cepción es en sí misma, y sin n i n g u n a "operación", u n reconoci-
miento. Y lo q u e se revela a través de la u n i d a d ek-stática del
Pasado y del Presente es u n ser idéntico. N o se lo c a p t a c o m o siendo
H mismo en el p a s a d o y en el presente, sino c o m o siendo él.
L a t e m p o r a l i d a d n o es m á s q u e u n ó r g a n o de visión. E m p e r o ,
el esto ya era ese él q u e es. Así, aparece c o m o teniendo u n pasado.
Sólo q u e el esto deniega ser ese p a s a d o ; solamente lo tiene. L a tem-
poralidad, en t a n t o q u e c a p t a d a objetivamente, es, pues, u n p u r o
f a n t a s m a , pues n o se d a ni c o m o t e m p o r a l i d a d del Para-sí ni t a m -
p o c o c o m o t e m p o r a l i d a d q u e el en-sí tiene-de-ser. Al mismo tiempo,
el p a s a d o trascendente, siendo en-sí a título d e trascendencia, no
p o d r í a ser c o m o lo q u e el Presente tiene-de-ser, y se aisla en u n
f a n t a s m a de Selbststdndigkeit. Y como c a d a m o m e n t o del Pasado
es u n "haber-sido Presente", ese aislamiento prosigue en el interior
mismo del Pasado. D e suerte q u e el esto i n m u t a b l e se devela a tra-
vés de u n p a r p a d e o y u n f r a c c i o n a m i e n t o al infinito de en-síes fantas-
mas. Asi se m e revelan ese vaso o esta mesa: n o d u r a n ; son; y el
tiempo fluye sobre ellos. Sin d u d a , se dirá q u e n o veo sus cambios.
Pero esto es introducir i n o p o r t u n a m e n t e u n p u n t o d e vista científico.
Este p u n t o d e vista, n o justificado p o r n a d a , es contradicho por
nuestra propia percepción: la pipa, el lápiz, todos estos seres q u e se
entregan íntegramente en c a d a u n o de sus "perfiles" y cuya p e r m a -
nencia es totalmente indiferente a la multiplicidad de los perfiles,
son también, a u n q u e develándose en la temporalidad, trascendentes
a toda temporalidad. L a "cosa" existe d e u n trazo, c o m o " f o r m a " ,
es decir, como u n todo n o afectado por n i n g u n a de las variaciones
superficiales y parasitarias q u e podemos ver en ella. C a d a esto se
devela con u n a ley de ser, la cual d e t e r m i n a su umbral, es decir, el
nivel de cambio en q u e el esto d e j a r á de ser lo q u e es p a r a , simple-
mente, n o ser más. Y esa ley d e ser q u e expresa la " p e r m a n e n c i a "
es u n a estructura i n m e d i a t a m e n t e develada de su esencia; d e t e r m i n a
u n a potencialidad-límite del esto: la de desaparecer del m u n d o . Vol-
veremos sobre ello. Entonces, el Para-sí c a p t a la temporalidad sobre
el ser, como u n p u r o reflejo q u e juega en la superficie del ser sin
posibilidad alguna d e modificarlo. El científico f i j a en concepto esta
nihilidad absoluta y fantasmal del tiempo, con el n o m b r e de homo-
geneidad. Pero la captación trascendente y sobre el en-sí d e ' las
u n i d a d ek-stática del Para-sí temporalizante se opera c o m o apre-
hensión de u n a f o r m a vacía d e u n i d a d temporal, sin n i n g ú n ser q u e
f u n d e esta u n i d a d siéndola. Así, pues, aparece, en el p l a n o Pre-
sente-Pasado, esa curiosa u n i d a d d e la dispersión absoluta q u e es la
temporalidad externa, en q u e c a d a antes y cada después es u n " e n -
sí" aislado de los otros p o r su exterioridad de indiferencia y en que,
sin embargo, esos instantes son reunidos en la u n i d a d de ser d e u n
mismo ser, ser común o T i e m p o q u e n o es sino la dispersión m i s m a
concebida como necesidad y Sustancialidad. Esta naturaleza contra-
dictoria n o podría aparecer sino sobre el doble f u n d a m e n t o del P a r a -
si y el En-sí. A p a r t i r de aquí, p a r a la reflexión científica, en t a n t o
q u e ésta aspira a hipostasiar la relación d e exterioridad, el En-si
será concebido —es decir, pensado en vacío— n o c o m o u n a tras-
cendencia e n c a r a d a a través del tiempo, sino c o m o u n contenido
que pasa de instante en instante; o, m e j o r aún, como u n a multipli-
cidad de contenidos m u t u a m e n t e exteriores y rigurosamente seme-
jantes entre sí.
H a s t a ahora, hemos i n t e n t a d o la descripción d e la temporalidad
universal en la hipótesis d e q u e n a d a viene del ser, salvo su i n m u t a -
bilidad intemporal. Pero, precisamente, del ser viene algo-, lo que,
a falta de n o m b r e mejor, llamaremos aboliciones y apariciones. Estas
apariciones y aboliciones deben ser objeto de u n a elucidación p u r a -
m e n t e metafísica y n o ontológica, pues n o se p o d r í a concebir la ne-
cesidad d e ellas ni a p a r t i r de las estructuras d e ser del Para-sí ni
a p a r t i r d e las del En-sí: su existencia es la de u n hecho contingente
y metafísico. N o sabemos exactamente lo que viene del ser en el
f e n ó m e n o d e aparición, ya q u e tal f e n ó m e n o es ya p r o p i o d e u n
esto temporalizado. Empero, la experiencia nos enseña q u e hay sur-
gimientos y aniquilaciones de diversos estos y, c o m o a h o r a sabe-
mos q u e la percepción devela al En-sí y, f u e r a del En-sí, nada, po-
demos considerar al en-sí c o m o el f u n d a m e n t o d e esos surgimientos
y aniquilaciones. Vemos claramente, además, q u e el principio de
identidad, c o m o ley de ser del en-sí, exige que la abolición y la
aparición sean totalmente exteriores al en-sí a p a r e c i d o o abolido; si
no, el en-sí sería y n o sería a la vez. L a abolición n o p u e d e ser esc
descaecimiento d e ser q u e es u n fin. Sólo el Para-sí p u e d e conocer
esos descaecimientos, p o r q u e él es p a r a sí mismo su propio fin. El
ser, cuasi-afirmación en q u e el a f i r m a n t e está e m p a s t a d o p o r lo q u e
se a f i r m a , existe sin finitud interna, en la tensión p r o p i a d e su
" a f i r m a c i ó n - sí-mismo". S u " h a s t a entonces" le es totalmente ex-
terior. Así, la abolición n o significa la necesidad d e u n después, q u e
n o p u e d e manifestarse sino en u n m u n d o y p a r a u n en-sí, sino de
u n cuasi-después. Este cuasi-después p u e d e expresarse así: el ser-
en-sí n o p u e d e o p e r a r la mediación entre él mismo y su n a d a . A n á -
logamente, las apariciones n o son aventuras del ser apareciente. Esa
anterioridad a sí mismo q u e la a v e n t u r a supondría n o p u e d e encon-
trarse sino en el Para-sí, del cual t a n t o la aparición c o m o el fin son
aventuras internas. El ser es lo q u e es. Es, sin "ponerse a ser", sin
infancia ni j u v e n t u d : lo a p a r e c i d o n o es su propia n o v e d a d ; es d e
e n t r a d a ser, sin relación con u n antes q u e él tuviera-de-ser e n el
m o d o del no serlo y en q u e tendría-de-ser como p u r a ausencia. Aquí
t a m b i é n encontramos u n a cuasi-sucesión, es decir, u n a exterioridad
completa d e lo a p a r e c i d o con respecto a su n a d a .
P e r o p a r a q u e esta exterioridad absoluta sea d a d a en la f o r m a
del " h a y " , es necesario ya u n m u n d o ; es decir, el surgimiento d e
u n Para-si. L a exterioridad absoluta del En-sí con respecto al En-sí
h a c e q u e la n a d a misma q u e es el casi-antes d e la aparición o el
casi-después d e la abolición no p u e d a siquiera encontrar lugar en
la plenitud del ser. Sólo en la u n i d a d de u n m u n d o y sobre f o n d o
d e m u n d o p u e d e a p a r e c e r u n esto q u e no era, p u e d e develarse esa
relación-de-ausencia-de-relación q u e es la exterioridad; l a n a d a de.
ser que es la anterioridad con respecto a u n a p a r e c i d o q u e " n o e r a "
no p u e d e venir sino retrospectivamente, a u n m u n d o , p o r u n Para-sí
q u e es su p r o p i a n a d a y su p r o p i a anterioridad. Así, el surgimiento
y la aniquilación del esto son fenómenos ambiguos: lo q u e viene al
ser por el Para-sí es, t a m b i é n en este caso, u n a p u r a n a d a , el no-
ser-aún y el no-ser-ya. El ser considerado n o es el f u n d a m e n t o de
ello, ni t a m p o c o lo es el m u n d o c o m o totalidad c a p t a d a antes o des-
pués. Pero, p o r otra parte, en t a n t o q u e el surgimiento se devela
en un m u n d o por u n Para-sí q u e es su p r o p i o antes y su p r o p i o
después, la aparición se d a p r i m e r a m e n t e c o m o u n a a v e n t u r a ; c a p -
tamos el esto a p a r e c i d o c o m o siendo ya ahí en el m u n d o c o m o su
propia ausencia, en t a n t o q u e nosotros éramos ya presentes a u n
m u n d o en que él estaba ausente. Así, la cosa p u e d e surgir d e su
propia n a d a . N o se t r a t a d e u n a perspectiva conceptual d e la m e n t e ,
sino d e u n a estructura originaria d e la percepción. Las experiencias
de la Gestalttheorie muestran claramente que la p u r a aparición es
c a p t a d a siempre c o m o surgimiento d i n á m i c o ; lo a p a r e c i d o viene
corriendo al ser, desde el f o n d o de la n a d a . T e n e m o s aquí, al m i s m o
tiempo, el origen del "principio d e causalidad". El ideal d e la c a u -
salidad n o es la negación d e lo aparecido en t a n t o q u e tal, c o m o lo
quiere u n Meyerson, ni t a m p o c o la asignación d e u n n e x o p e r m a -
n e n t e d e exterioridad entre dos fenómenos. L a causalidad p r i m e r a
es la captación d e lo a p a r e c i d o antes q u e aparezca, c o m o siendo ya
ahí en su propia n a d a p a r a p r e p a r a r su aparición. L a causalidad
es simplemente la captación p r i m e r a de la t e m p o r a l i d a d d e lo a p a -
recido c o m o m o d o ek-stático d e ser. Pero el carácter aventuroso del
acaecimiento, c o m o la constitución ek-stática de la aparición, se des-
agregan en la percepción m i s m a ; q u e d a n fijados el antes y el después
en su nada-en-sí, y lo aparecido en su indiferente i d e n t i d a d ; el po-scr
de lo a p a r e c i d o en el instante anterior se devela c o m o p l e n i t u d in-
diferente del ser existente en este instante; la relación de causalidad
se desagrega en p u r a relación de exterioridad entre "estos" anteriores
a lo a p a r e c i d o y lo a p a r e c i d o mismo. Así, la a m b i g ü e d a d d e la
aparición y la desaparición proviene de q u e éstas se d a n , c o m o el
m u n d o , como el espacio, c o m o ia potencialidad y la utensilidad y
como el propio tiempo universal, con el aspecto d e totalidades en
perpetua desagregación.
T a l es, pues, el p a s a d o del m u n d o , h e c h o d e instantes h o m o -
géneos y unidos m u t u a m e n t e por u n a p u r a relación d e exterioridad.
Por su pasado, como ya lo hemos advertido, el Para-sí se f u n d e en
el En-sí. Al Pasado, el Para-sí convertido en En-sí se revela como
siendo en m e d i o del m u n d o : es, h a perdido su trascendencia. Y,
p o r este hecho, su ser se preterifica en el t i e m p o : n o hay n i n g u n a
diferencia e n t r e el P a s a d o del Para-sí y el p a s a d o del m u n d o que ie
f u e copresente, excepto q u e el Para-sí tiene-de-ser su propio pasado.
Así, n o hay sino un Pasado, q u e es p a s a d o del ser o Pasado objetivo
en el cual yo era. M i p a s a d o es p a s a d o en el m u n d o , pertenencia
q u e soy, q u e rehuyo hacia la totalidad del ser pasado. Esto significa
q u e h a y coincidencia, p a r a u n a de las dimensiones temporales, entre
la t e m p o r a l i d a d ek-stática q u e tengo-de-ser y el t i e m p o del m u n d o
c o m o p u r a n a d a d a d a . Por el Pasado pertenezco a la temporalidad
universa], y m e h u r t o a ella p o r el presente y el futuro.

B) El Presente.

El Presente del Para-sí es presencia al ser y, en t a n t o q u e tal,


n o es. Pero es develación del ser. El ser que aparece a la Presencia
se d a c o m o siendo en Presente. Por esta razón el Presente se d a
a n t i n ó m i c a m e n t e c o m o n o siendo c u a n d o es vivido, y c o m o siendo
la m e d i d a única del Ser en t a n t o q u e se devela como siendo lo que
es en Presente. N o q u e el ser n o rebalse al Presente: pero esta
sobreabundancia de ser n o p u e d e ser c a p t a d a sino a través del órga-
n o de aprehensión q u e es el Pasado, es decir, como lo q u e no es ya.
Así, ese libro sobre m i mesa es en presente y era (idéntico a si mismo)
en el Pasado. Así, el Presente se devela a través de la temporalidad
originaria c o m o el ser universal, y al mismo tiempo n o es n a d a
•—nada m á s q u e el ser—; es p u r o deslizamiento a lo largo del ser,
pura nada.
Las precedentes reflexiones parecerían indicar que n a d a viene
del ser al presente salvo su ser. Sería olvidar q u e el ser se devela al
Para-sí ora c o m o inmóvil, ora c o m o en movimiento, y que las no-
ciones d e movimiento y reposo están en relación dialéctica. Pero el
movimiento n o p u e d e derivarse ontológicamente d e la naturaleza
del Para-sí ni de su relación f u n d a m e n t a l con el En-sí, ni de lo q u e
podemos descubrir originariamente en el f e n ó m e n o del Ser. Sería
concebible u n m u n d o sin movimiento. Por cierto, n o podría con-
templarse la posibilidad d e u n m u n d o sin cambio, salvo a título de
posibilidad p u r a m e n t e formal, pero el cambio n o es el movimiento.
El c a m b i o es alteración d e la cualidad del esto-, se produce, c o m o
liemos visto, en bloque, por surgimiento o desagregación de u n a
forma. El movimiento supone, al contrario, la p e r m a n e n c i a de la
quiddidad. Si u n esto debiera a la vez ser trasladado de u n lugar a
otro y sufrir d u r a n t e esa traslación u n a alteración radical d e su ser,
esta alteración sería negadora del movimiento, pues n o h a b r í a ya
nada que estuviera en movimiento. El movimiento es p u r o cambio
de lugar de u n esto q u e permanece en los demás respectos inalterado,
como lo muestra suficientemente el postulado d e la homogeneidad
del espacio. El movimiento, q u e n o podría deducirse de n i n g u n a
característica de los existentes en presencia, que f u e n e g a d o p o r la
ontología eleática y que, en la ontología cartesiana, h a necesitado
el famoso recurso al "papirotazo", tiene, pues, el valor exacto de u n
hecho; participa enteramente d e la contingencia del ser y debe acep-
tarse como u n dato. Por cierto, veremos en seguida q u e es menester
un Para-sí p a r a q u e " h a y a " movimiento, lo q u e hace p a r t i c u l a r m e n t e
d'f'cil la asignación exacta de lo q u e en el movimiento p u r o viene
del ser; p e r o está f u e r a d e d u d a , en t o d o caso, q u e el Para-sí, a q u í
como en otros casos, no agrega nada al ser; en este, c o m o en otros
casos, es el p u r o N a d a sobre f o n d o del cual se destaca el movimiento.
Pero si, por la naturaleza misma del movimiento, nos está v e d a d o
intentar su deducción, p o r lo menos es posible, y a u n necesario, h a c e r
u n a descripción d e él. ¿ Q u é h a d e concebirse c o m o sentido del
movimiento?
Se cree que el movimiento es simple afección del ser p o r q u e el
móvil, después del movimiento, vuelve a encontrarse tal c o m o e r a
anteriormente. A m e n u d o se h a d a d o c o m o u n principio el q u e la
traslación no d e f o r m a la figura trasladada, a tal p u n t o parecía evi-
dente que el movimiento se sobreagregaba al ser sin modificarlo; y
es verdad, como hemos visto, que la q u i d d i d a d del esto p e r m a n e c e
inalterada. N a d a más típico de esa concepción que la resistencia
con que chocaron teorías c o m o la de Fitzgerald sobre la "contrac-
ción" o la de Einstein sobre las "variaciones de la m a s a " , p o r q u e
parecían a t a c a r m á s p a r t i c u l a r m e n t e lo q u e constituye el ser del
móvil. D e ahí procede, evidentemente, el principio de la relatividad
del movimiento, q u e se comprende a maravilla si éste es u n a carac-
terística exterior del ser y si n i n g u n a modificación intraestructural
lo determina. El movimiento se convierte entonces en u n a relación
a tal p u n t o externa del ser con su entorno, q u e resulta equivalente
decir que el ser está en movimiento y su entorno en reposo, o, recí-
procamente, q u e el e n t o r n o está en movimiento y el ser considerado
está en reposo. Desde este p u n t o de vista, el movimiento n o aparece
ni c o m o u n ser ni c o m o un m o d o de ser, sino c o m o u n a relación
e n t e r a m e n t e desustancializada.
Pero el hecho d e q u e el móvil sea idéntico a sí mismo al partir
y al llegar, es decir, en las dos estasis q u e e n c u a d r a n el movimiento,
n a d a prejuzga acerca d e lo q u e h a sido mientras era móvil. Tanto
valdría decir que el a g u a q u e hierve en u n autoclave n o sufre nin-
g u n a transformación d u r a n t e la ebullición, so pretexto de q u e pre-
senta las mismas características c u a n d o está fría y después de en-
friada. El q u e se p u e d a asignar diferentes posiciones sucesivas al
móvil d u r a n t e su movimiento y q u e en cada posición aparezca se-
m e j a n t e a sí mismo t a m p o c o debe detenernos, pues esas posiciones
definen el espacio recorrido y n o el movimiento mismo. Al contrario,
esta tendencia m a t e m á t i c a a t r a t a r el móvil como u n ser en reposo
al q u e se desplaza a lo largo de u n a línea sin sacarlo d e su reposo,
está en el origen de las aporías eleáticas.
Así, la afirmación d e q u e el ser permanece inmutable en su
ser, ya esté en reposo, ya en movimiento, debe aparecérsenos como
u n m e r o postulado, q u e n o podríamos a c e p t a r sin crítica. P a r a so-
meterlo a ella, volvamos sobre los argumentos eleáticos, y en especial
sobre el d e la flecha. L a flecha, se nos dice, c u a n d o pasa por la
posición AB "es" ahí exactamente c o m o lo sería u n a flecha en re-
poso, con el extremo p u n t i a g u d o en A y el e x t r e m o opuesto en B.
Esto parece evidente, si se a d m i t e q u e el movimiento se superpone
al ser y, en consecuencia, n a d a viene a discriminar, si el ser está en
movimiento o en reposo. E n u n a p a l a b r a : si el movimiento es u n
accidente del ser, el movimiento y el reposo son indiscernibles. Los
argumentos que se acostumbra oponer a la más célebre de las aporías
eleáticas, la d e Aquiles y la T o r t u g a , n o tienen peso aquí. E n efecto:
¿ p a r a q u é objetar q u e los eleatas h a n c o n t a d o con la división al
infinito del espacio sin tener igualmente en c u e n t a la del tiempo?
Aquí n o se t r a t a d e posición ni de instante, sino d e ser. Nos aproxi-
mamos a u n a concepción correcta del problema c u a n d o respondemos
a los eleatas que ellos consideran n o el movimiento sino el espacio
q u e lo subtiende. Pero nos limitamos entonces a indicar la cuestión
sin resolverla: ¿ q u é h a d e ser, en efecto, el ser del móvil, p a r a q u e
su q u i d d i d a d permanezca inalterada, y, sin embargo, sea distinto en
su ser de u n ser en reposo?
Si intentamos p o n e r en claro nuestras resistencias a los argu-
mentos d e Zenón, advertimos q u e éstos tienen p o r origen cierta con-
c c p c i ó n n a t u r a l del m o v i m i e n t o : a d m i t i m o s q u e la f l e c h a " p a s a "
p o r AB, p e r o nos p a r e c e q u e pasar p o r u n l u g a r n o p u e d e ser e q u i '
v a l e n t e a permanecer, es decir, a ser allí. Sólo q u e , e n general, co*
m e t e m o s u n a grave c o n f u s i ó n , pues estimamos q u e el móvil n o h a c e
s i n o pasar p o r A B ( o sea, -que n u n c a es allí) y, a la vez, seguimos
s u p o n i e n d o q u e , e n sí mismo, es. D e esta suerte, a la vez sería e n sí
y n o sería en AB. T a l el origen d e la A p o r í a eleática: ¿ c ó m o p o d r í a
l a f l e c h a n o ser en AB, si, e n AB, la f l e c h a es? D i c h o d e o t r o m o d o :
p a r a evitar la a p o r í a eleática, h a d e r e n u n c i a r s e al p o s t u l a d o gene-
r a l m e n t e a d m i t i d o según el c u a l el ser e n m o v i m i e n t o conserva su
ser-en-sí. E s t a r sólo p a s a n d o p o r AB, es Ser-de-paso. ¿ Q u é es p a s a r ?
Es a la vez ser e n u n l u g a r y n o serlo. E n n i n g ú n m o m e n t o p u e d e
decirse q u e el ser d e p a s o es allí, so p e n a d e d e t e n e r l o b r u s c a m e n t e ;
p e r o t a m p o c o p o d r í a decirse q u e n o es, n i q u e no es allí, ni q u e es
en otra parte. S u relación con el l u g a r n o es u n a relación d e ocu-
pación. P e r o h e m o s visto antes q u e el lugar d e u n "esto" e n reposo
e r a su relación d e e x t e r i o r i d a d ' c o n el f o n d o , en t a n t o q u e esa rela-
c i ó n p u e d e desmoronarse e n m u l t i p l i c i d a d d e relaciones externas c o n
otros "estos" c u a n d o el f o n d o m i s m o se desagrega en m u l t i p l i c i d a d
•de f o r m a s x . El f u n d a m e n t o del espacio es, pues, la e x t e r i o r i d a d
r e c í p r o c a q u e viene al ser p o r el Para-sí y cuyo origen es q u e el
s e r es lo q u e es. E n u n a p a l a b r a , el ser d e f i n e su l u g a r revelándose
a u n Para-sí c o m o i n d i f e r e n t e a los d e m á s seres. Y esta i n d i f e r e n c i a
n o es sino su i d e n t i d a d m i s m a , su ausencia d e r e a l i d a d ek-stática,
e n t a n t o q u e c a p t a d a p o r u n Para-sí q u e es ya presencia a otros
"estos". P o r el simple hecho, pues, d e q u e el esto es lo q u e es, ocupa
u n lugar, es e n u n lugar, es decir, es p u e s t o en relación p o r el
Para-sí con los d e m á s estos c o m o no teniendo relaciones con ellos.
El espacio es la n a d a d e relación c a p t a d a c o m o relación p o r el ser
q u e es su p r o p i a relación. El h e c h o de pasar p o r u n l u g a r e n vez
d e ser allí n o p u e d e interpretarse, pues, sino e n t é r m i n o s d e ser. Esto
significa q u e , e s t a n d o el l u g a r f u n d a d a p o r el ser, el ser n o es ya
b a s t a n t e p a r a f u n d a r su l u g a r : lo esboza s o l a m e n t e ; sus relaciones
d e exterioridad con los d e m á s "estos" n o p u e d e n ser establecidas p o r
e l Para-sí, p o r q u e es necesario q u e éste las establezca a p a r t i r d e
u n esto q u e es. P e r o sin e m b a r g o , esas relaciones n o p u e d e n a n i q u i -
larse, p o r q u e el ser a p a r t i r del cual se establecen n o es u n a p u r a
n a d a . S i m p l e m e n t e , e n el " a h o r a " m i s m o e n q u e se las establece,

1
Sección II, cap. III.
ese ser es ya exterior a ellas, es decir que, en simultaneidad con
la develación de esas relaciones, se develan ya nuevas relaciones de
exterioridad cuyo f u n d a m e n t o es el esto considerado y que están
con las primeras en relación de exterioridad. Pero esta exterioridad
continua de las relaciones espaciales q u e definen el lugar del ser no
p u e d e hallar su f u n d a m e n t o sino en el hecho de que el esto consi-
d e r a d o es exterior a sí mismo. E n efecto, decir q u e el esto pasa por
u n lugar significa que ya n o es allí c u a n d o es allí todavía, es decir,
q u e está, con respecto a sí mismo, n o en u n a relación ek-stática de
ser sino en u n a p u r a relación de exterioridad. Así, hay " l u g a r " en
la m e d i d a en que el "esto" se devela como exterior a los demás
"estos". Y hay paso por ese lugar en la m e d i d a en que el ser n o se
resume ya en esa exterioridad sino que, al contrarío, le es ya exte-
rior. Asi, el movimiento es el ser d e u n ser q u e es exterior a
sí mismo. L ^ única cuestión metafísica q u e se plantea con ocasión
del movimiento es la de la exterioridad a sí. ¿ Q u é hemos de en-
tender por ello?
E n el movimiento, el ser n o cambia en nada c u a n d o pasa de
A a B. Esto significa que su cualidad, en t a n t o q u e representa al
ser que se devela c o m o esto al Para-sí, n o se transforma en otra
cualidad. El movimiento n o es en m o d o alguno asimilable al de-
venir; n o altera la cualidad en su esencia, así como t a m p o c o la
actualiza. L a cualidad permanece exactamente lo que es: lo q u e
cambia es su m a n e r a de ser. Esta bola roja q u e rueda sobre la
mesa de billar no d e j a de ser roja, pero ese r o j o que ella es, n o lo
es de la misma m a n e r a que c u a n d o estaba en reposo: ese rojo per-
manece en suspenso entre la abolición y la permanencia. E n efecto:
en t a n t o q u e ya en B es exterior a lo que era en A, hay aniquilación
del rojo; pero, en t a n t o que vuelve a encontrarse en C, u n a vez
pasado B, es exterior a esa aniquilación misma. Así escapa al ser p o r
la abolición, y a la abolición por el ser. Se encuentra, pues, u n a
categoría de "estos" en el m u n d o , de los cuales es propio n o ser
jamás sin que por eso sean nadas. L a única relación que el Para-sí
p u e d a c a p t a r originariamente en esos estos es la relación de exterio-
ridad a sí. Pues, siendo la exterioridad el nada, es necesario q u e
haya u n ser q u e sea a sí mismo su propia relación p a r a que haya
"exterioridad a sí". E n u n a palabra, nos es imposible definir en
puros términos de En-sí lo que se revela a u n Para-sí como exterio-
ridad-a-sí. Esta exterioridad n o p u e d e descubrirse sino p a r a u n ser
que es ya p a r a sí mismo allí lo que es aquí, es decir, p a r a u n a
conciencia. Esta exterioridad-a-sí, q u e aparece c o m o u n a p u r a en-
f e r m e d a d del ser, es decir, c o m o la imposibilidad q u e existe p a r a
ciertos estos de ser a la vez ellos mismos y su propia n a d a , h a d e
señalarse por algo q u e sea c o m o u n nada en el mundo, es decir,
como u n n a d a sustantificado. E n efecto, n o siendo la exterioridad-
a-sí en m o d o alguno ek-stática, la relación del móvil consigo mismo
es p u r a relación de indiferencia y n o p u e d e descubrirse sino a u n
testigo. Es u n a abolición que no puede hacerse y u n a aparición q u s
t a m p o c o se p u e d e hacer. Ese n a d a q u e m i d e y significa la exterio-
ridad-a-sí es la trayectoria, como constitución de exterioridad en la
u n i d a d de u n mismo ser. L a trayectoria es la línea q u e se traza, es
decir, u n a brusca apariencia de u n i d a d sintética en el espacio, u n a
simulación q u e se desmorona en seguida en multiplicidad infinita
de exterioridad. C u a n d o el esto está en reposo, el espacio es; c u a n d o
está en movimiento, el espacio se engendra o deviene. L a trayectoria
no es nunca, ya q u e es nada-, se desvanece en seguida en p u r a s rela-
ciones d e exterioridad entre diversos lugares, es decir, en la simple
exterioridad d e indiferencia o espacialidad. El movimiento no es
t a m p o c o ; es el menor-ser de u n ser q u e n o p u e d e conseguir ni abo-
lirse ni ser completamente; es el surgimiento, en el seno mismo del
en-sí, de la exterioridad de indiferencia. Ese p u r o vacilamiento d e
ser es a v e n t u r a contingente del ser. El Para-sí n o puede captarlo
sino a través del ék-stasis temporal y en u n a identificación ek-stática
y p e r m a n e n t e del móvil consigo mismo. Esta identificación n o su-
pone operación alguna y, en particular, n i n g u n a "síntesis d e recog-
nición"; n o es n a d a más, p a r a el Para-sí, q u e la u n i d a d d e ser
ek-stática del Pasado con el Presente. Así, la identificación temporal
del móvil consigo mismo, a través de la posición constante d e su
propia exterioridad, hace que la trayectoria se devele, es decir, q u e
s u r j a el espacio en la f o r m a de u n devenir evanescente. Por el
movimiento, el espacio se engendra en el tiempo; el movimiento
traza la línea, como trazado de la exterioridad a sí. L a línea se
desvanece al mismo tiempo que el movimiento, y ese f a n t a s m a de
u n i d a d temporal del espacio se f u n d e continuamente en el espacio
intemporal, es decir, en la p u r a multiplicidad de dispersión q u e es
sin devenir.
El Para-sí es, en el presente, presencia al ser. Pero la identidad
eterna d e lo p e r m a n e n t e n o permite c a p t a r esa presencia como un
reflejo sobre las cosas, ya q u e n a d a viene a diferenciar lo q u e es
de lo q u e era en la permanencia, L a dimensión presente del t i e m p o
universal sería, pues, incaptable, si n o hubiera el movimiento. El
movimiento d e t e r m i n a en presente p u r o al tiempo universal. E n
primer lugar, p o r q u e se revela c o m o vacilamiento presente: ya, en
pasado, n o es n a d a m á s q u e u n a línea evanescente, u n a estela q u e
6e deshace; en el f u t u r o , no es e n absoluto, al n o p o d e r ser su propio
proyecto; es c o m o la progresión constante de u n a grieta en la pared.
Por otra parte, su ser tiene la a m b i g ü e d a d incaptable del instante,
pues n o p o d r í a decirse ni q u e es ni q u e n o es; además, apenas a p a -
rece c u a n d o ya está trascendido y es exterior a sí. Simboliza perfec-
tamente, pues, con el Presente del Para-sí: la exterioridad a sí del
ser q u e n o p u e d e ni ser ni n o ser remite al Para-sí la imagen
•—proyectada en el plano del En-sí— de u n ser q u e tiene-de-ser lo
q u e n o es y tiene-de-no-ser lo q u e es. T o d a la diferencia es la q u e
separa la exterioridad a sí — e n q u e el ser no es p a r a ser su propia
exterioridad, pero "es ser", al contrario, por la identificación d e u n
testigo ek-stático— del p u r o ék-stasis temporalizante, en q u e el ser
tiene d e ser lo q u e n o es. El Para-sí se h a c e a n u n c i a r su Presente
p o r el móvil; es su propio presente en simultaneidad con el movi-
miento a c t u a l ; y el movimiento estará e n c a r g a d o d e realizar el t i e m p o
universal, en t a n t o q u e el Para-sí se hace a n u n c i a r su propio p r e -
sente por el presente del móvil. Esta realización p o n d r á de relieve
la exterioridad recíproca de los instantes, puesto q u e el presente del
móvil se define — a causa de la naturaleza misma del movimiento—
c o m o exterioridad a su propio pasado y exterioridad a esta exterio-
ridad. L a división al infinito del tiempo está f u n d a d a en esta ex-
terioridad absoluta.

C) El Futuro.

El f u t u r o originario es posibilidad de esa presencia q u e tengo


d e ser, allende lo real, a u n en-sí q u e es allende el en-si real. M i
f u t u r o e n t r a ñ a como copresencia f u t u r a el esbozo de u n m u n d o
futuro, y, según hemos visto, lo q u e se devela al Para-sí q u e seré
es ese m u n d o f u t u r o y n o las posibilidades mismas del Para-sí, sólo
cognoscibles por la m i r a d a reflexiva. Siendo mis posibles el sentido
de lo que soy, que surge a la vez como un allende el en-sí al cual
soy presencia, el f u t u r o del en-sí q u e se revela a mi f u t u r o está en
conexión directa y estrecha con lo real a lo cual soy presencia. Es
el en-sí presente modificado, pues mi f u t u r o n o es sino mis posibili-
dades d e presencia a u n en-sí q u e h a b r é modificado. Así, el f u t u r o
del m u n d o se devela a m i f u t u r o . Está h e c h o d e la g a m a d e las
potencialidades, q u e v a desde la s i m p l e p e r m a n e n c i a y la esencia
p u r a d e la cosa, h a s t a las potencias. D e s d e q u e f i j o la esencia d e la
cosa, c a p t á n d o l a c o m o m e s a o c o m o tintero, estoy y a allá, e n el
f u t u r o , p r i m e r a m e n t e p o r q u e su esencia n o p u e d e ser sino u n a co-
presencia a m i posibilidad u l t e r i o r d e no-ser-ya-sino-esa-negación;
a d e m á s , p o r q u e su p e r m a n e n c i a y su u t e n s i l i d a d m i s m a s d e m e s a o
d e t i n t e r o nos r e m i t e n al f u t u r o . "Hemos d e s a r r o l l a d o lo suficiente
estas observaciones p a r a dispensarnos d e insistir. L o ú n i c o q u e
q u e r e m o s h a c e r n o t a r es q u e t o d a cosa, desde su a p a r i c i ó n c o m o
cosa-utensilio, a l o j a d e e n t r a d a en el f u t u r o a l g u n a s d e sus e s t r u c t u -
ras y p r o p i e d a d e s . D e s d e la a p a r i c i ó n del m u n d o y d e los "estos",
hay u n f u t u r o «universal. Sólo q u e , c o m o s e ñ a l á b a m o s antes, t o d o
" e s t a d o " f u t u r o del m u n d o p e r m a n e c e e x t r a ñ o a él, e n p l e n a exte-
r i o r i d a d recíproca d e i n d i f e r e n c i a . H a y futuros del m u n d o q u e se
d e f i n e n c o m o eventualidades1 y se c o n v i e r t e n e n p r o b a b l e s a u t ó n o -
mos, q u e n o se p r o b a b i l i z a n sino q u e son, e n t a n t o q u e probables,
c o m o "ahoras" hechos y derechos, con su c o n t e n i d o bien d e t e r m i -
n a d o , p e r o n o realizados a ú n . Estos f u t u r o s p e r t e n e c e n a c a d a " e s t o "
o colección d e "estos", p e r o e s t á n afuera. E n t o n c e s , ¿ q u é es el por-
venir universal? H a d e vérselo como marco a b s t r a c t o d e esa j e r a r q u í a
d e equivalencias q u e son los f u t u r o s , c o n t i n e n t e d e e x t e r i o r i d a d e s
recíprocas q u e es él m i s m o e x t e r i o r i d a d , s u m a d e en-síes q u e es
ella m i s m a en-sí. Es decir q u e , c u a l q u i e r a q u e sea el p r o b a b l e q u e
h a y a d e prevalecer, h a y y h a b r á u n p o r v e n i r , p e r o , p o r este h e c h o ,
ese p o r v e n i r i n d i f e r e n t e y exterior al presente, c o m p u e s t o d e " a h o r a s "
indiferentes los u n o s a los otros y r e u n i d o s p o r la relación sustan-
t i f i c a d a d e antes-después ( e n t a n t o q u e esta relación, v a c i a d a d e
su c a r á c t e r ek-stático, n o tiene ya sino el sentido d e u n a n e g a c i ó n
e x t e r n a ) , es u n a serie d e c o n t i n e n t e s vacíos r e u n i d o s u n o s c o n otros
p o r la u n i d a d d e la dispersión. E n este sentido, o r a a p a r e c e el p o r -
v e n i r c o m o u n a u r g e n c i a y a m e n a z a , e n t a n t o q u e p e g o estrecha-
m e n t e el f u t u r o d e u n esto c o n su p r e s e n t e p o r el p r o y e c t o d e m i s
propias posibilidades a l l e n d e lo c o p r e s e n t e ; o r a esa a m e n a z a se des-
a g r e g a en p u r a e x t e r i o r i d a d y n o c a p t o ya el p o r v e n i r sino b a j o el
a s p e c t o d e u n p u r o c o n t i n e n t e f o r m a l , i n d i f e r e n t e a lo q u e lo llena
y h o m o g é n e o con el espacio, e n t a n t o q u e simple ley d e e x t e r i o r i d a d ;

1
Chances en el original; en otros contextos hemos traducido por "opor-
tunidades", y más adelante por "eventualidades de azar". (N. del T.)
o r a el porvenir se descubre c o m o u n a n a d a en-sí, en t a n t o q u e es
dispersión p u r a allende el ser.
Así, las dimensiones temporales a través de las cuales nos es
d a d o el esta intemporal, con su a - t e m p o r a l i d a d misma, t o m a n c u a -
lidades nuevas c u a n d o aparecen sobre el o b j e t o : el ser-en-sí, ia ob-
jetividad, la exterioridad de indiferencia, la dispersión absoluta. El
T i e m p o , en t a n t o "que se descubre a u n a temporalidad ek-stática q u e
se temporaliza, es doquiera trascendencia a sí y remisión del antes
al después y del después al antes. Pero el T i e m p o , e n t a n t o q u e se
h a c e c a p t a r sobre el en-sí, n o tiene-de-ser esa trascendencia a sí,
sino q u e ella es sida en él. L a cohesión del T i e m p o es u n p u r o
f a n t a s m a , reflejo objetivo del proyecto ek-stático del Para-sí hacia
sí mismo y d e la cohesión en m o v i m i e n t o d e la R e a l i d a d h u m a n a .
P e r o esa cohesión n o tiene ninguna razón de ser si se considera el
T i e m p o por sí mismo; se desmorona en seguida en u n a multiplicidad
absoluta d e instantes que, considerados s e p a r a d a m e n t e , pierden t o d a
naturaleza temporal y se reducen p u r a y simplemente a la total a-tem-
poralidad del esto. Así, el T i e m p o es p u r a n a d a en-sí q u e n o p u e d e
a p a r e n t a r tener u n ser sino p o r el a c t o mismo en q u e el Para-sí lo
f r a n q u e a p a r a utilizarlo. Pero este ser es el de u n a f o r m a singular
q u e se destaca sobre f o n d o indiferenciado d e tiempo y q u e llamare-
mos el lapso. E n efecto, nuestra p r i m e r a aprehensión del t i e m p o
objetivo es práctica: al ser yo mis posibilidades allende el ser co-
presente, descubro el t i e m p o objetivo c o m o el correlato en el m u n d o ,
d e la n a d a q u e m e separa d e m i posible. Desde este p u n t o de vista,
el t i e m p o aparece c o m o f o r m a finita, organizada, en el seno de u n a
dispersión i n d e f i n i d a ; el lapso es u n c o m p r i m i d o de t i e m p o en el
seno d e u n a absoluta descompresión, y esa compresión es realizada
p o r el proyecto de nosotros mismos hacia nuestros posibles. Ese com-
primido d e t i e m p o es, ciertamente, u n a f o r m a de dispersión y d e
separación, pues expresa en el m u n d o la distancia q u e m e separa d e
mí mismo. Pero, p o r otra parte, como j a m á s m e proyecto hacia u n
posible sino a través d e u n a serie organizada de posibles dependientes
que son lo q u e tengo-de-ser p a r a ser. . . , y c o m o la develación no-
temática y n o posicional de éstos es d a d a en la develación no-posi-
cional del posible principal hacia el cual m e proyecto, el tiempo
se m e devela c o m o f o r m a temporal objetiva, c o m o escalonamiento
organizado d e los probables: esta f o r m a objetiva o lapso es como
la trayectoria de m í acto.
Así, el t i e m p o a p a r e c e p o r trayectorias. Pero, tal c o m o las tra-
victorias espaciales se d e s c o m p r i m e n y se d e s m o r o n a n e n p u r a espa-
cialidad estática, así t a m b i é n la trayectoria t e m p o r a l se d e s m o r o n a ,
desde q u e n o es s i m p l e m e n t e vivida, c o m o lo q u e s u b t i e n d e 1 o b j e -
t i v a m e n t e a mi p r o p i o e s p e r a r m e . En efecto, los probables q u e se
m e d e s c u b r e n tienden n a t u r a l m e n t e a aislarse en probables en sí y
a o c u p a r u n a f r a c c i ó n riguros;unente s e p a r a d a del t i e m p o objetivo,
el lapso se desvanece, y el t i e m p o se revela c o m o j u e g o iridiscente
d e n a d a en la superficie de u n «:er r i g u r o s a m e n t e a - t e m p o r a l .

EL C O N O C I M I E N T O

Este r á p i d o esbozo d e la dcvclación del m u n d o al Para-sí nos


p e r m i t e concluir. C o n c e d e r e m o s al idealismo q u e el ser del Para-sí
es c o n o c i m i e n t o del ser, p e r o a g r e g a n d o q u e h a y u n ser d e este co-
n o c i m i e n t o . L a i d e n t i d a d e n t r e el ser del Para-sí y el c o n o c i m i e n t o
n o proviene de q u e el c o n o c i m i e n t o sea la m e d i d a del ser, sino d e
q u e el Para-sí se h a c e a n u n c i a r lo q u e él es p o r el en-sí, es decir, d e
q u e él es, e n su ser, relación con el ser. El c o n o c i m i e n t o n o es n a d a
m á s q u e la presencia del ser al Para-sí, y el Para-sí n o es sino el
nada q u e realiza esa presencia. Así, el c o n o c i m i e n t o es, p o r n a t u r a -
leza, ser ek-stático, y se c o n f u n d e p o r ello c o n el ser ek-stático del
Para-sí. El Para-sí n o es p r i m e r o p a r a c o n o c e r después, y t a m p o c o
p u e d e decirse q u e n o es sino e n t a n t o q u e c o n o c e o q u e es conocido,
p u e s t o q u e ello h a r í a desvanecerse al ser en u n a i n f i n i t u d r e g l a d a
d e conocimientos particulares. C o n o c i m i e n t o es el a c a e c i m i e n t o ab-
soluto y p r i m e r o c o n s t i t u i d o p o r el s u r g i m i e n t o absoluto del Para-sí
en m e d i o del ser y a l l e n d e el ser, a p a r t i r del ser q u e él n o es, y
c o m o n e g a c i ó n d e este ser y nihilización d e sí. E n u n a p a l a b r a , p o r
u n a inversión radical d e la posición idealista, el c o n o c i m i e n t o se reab-
sorbe e n el ser: n o es ni u n a t r i b u t o ni u n a c c i d e n t e del ser, sino
q u e no hay sino el ser. D e s d e este p u n t o d e vista, a p a r e c e c o m o
necesario a b a n d o n a r e n t e r a m e n t e la posición del idealismo y se h a c e
posible e n c a r a r la relación e n t r e el Para-sí y el En-sí c o m o u n a rela-
ción ontológica f u n d a m e n t a l ; h a s t a p o d r e m o s , al f i n a l d e este libro,

1
En el original, seguramente por errata, se lee sous-entend ("sobreen-
tiende") en lugar de sous-tend ("subtiende"). (JV. del T.)
considerar esa articulación del Fara-sí con respecto al En-sí como
el esbozo p e r p e t u a m e n t e móvil d e u n a cuasi-totalidad q u e podremos
d e n o m i n a r el Ser. Desde el p u n t o d e vista d e esta totalidad, el sur-
gimiento del Para-sí n o es sólo el acaecimiento absoluto p.ara el
Para-sí, sino t a m b i é n es algo que ocurre al En-sí, la única aventura
posible del En-sí: todo ocurre, en efecto, c o m o si el Para-sí, por su
p r o p i a nihilización, se constituyera en "conciencia d e . . .", es decir,
p o r su propia trascendencia escapara a la ley del En-sí, en que la
a f i r m a c i ó n está e m p a s t a d a por lo a f i r m a d o . El Para-sí, por su ne-
gación d e sí, se convierte en afirmación del En-sí. L a afirmación
intencional es como el reverso de la negación i n t e r n a ; sólo p u e d e
h a b e r a f i r m a c i ó n por u n ser q u e es su propia n a d a , y de u n ser q u e
n o es el ser a f i r m a n t e . P e r o entonces, en la cuasi-totalidad del Ser,
la a f i r m a c i ó n le ocurre al En-sí: la a v e n t u r a del En-sí es ser afir-
mado. Esta afirmación, q u e n o podía operarse c o m o afirmación de
sí por el En-sí sin ser destructora d e su ser-en-sí, le ocurre al En-sí
realizada p o r el Para-sí: es como u n ék-stasis pasivo del En-sí, q u e
lo d e j a inalterado y que, empero, se efectúa en él y a partir d e él.
T o d o sucede c o m o si hubiera u n a Pasión del Para-sí, q u e se perdiera
a sí m i s m o p a r a q u e la afirmación " m u n d o " ocurriera al En-sí. Y,
p o r cierto, esta a f i r m a c i ó n n o existe sino para el Para-sí; ella es el
p r o p i o Para-sí y desaparece con él. Pero n o está en el Para-sí, p u e s
es el ék-stasis m i s m o ; y, si el Para-sí es u n o de sus términos (el
a f i r m a n t e ) , el otro término, el En-sí, le es realmente presente; sólo
a f u e r a , sobre el ser, hay u n m u n d o q u e se m e descubre.
Al realista, p o r o t r a parte, concederemos q u e el ser mismo es
presente a la conciencia en el conocimiento, y q u e el Para-sí n o
agrega nada al En-sí, excepto el h e c h o mismo d e q u e haya En-sí, es
decir, la negación afirmativa. H e m o s asumido la tarea, e n efecto,
de m o s t r a r q u e el m u n d o y la cosa-utensilio, el espacio y la cantidad,
así c o m o el t i e m p o universal, son p u r a s nadas sustancializadas q u e
n o m o d i f i c a n en n a d a al ser p u r o q u e a través de ellos se revela.
E n este sentido, t o d o es dado, todo m e es presente sin distancia y en
su e n t e r a realidad; nada de lo q u e veo viene de m í ; n o hay nada
f u e r a d e lo q u e veo o d e lo q u e yo podría ver. El ser está doquiera
en torno d e m í ; parece q u e p u e d o tocarlo, asirlo; la representación,
c o m o acaecimiento psíquico, es u n a p u r a invención de los filósofos.
Pero de este ser q u e " m e inviste" por todas partes y del q u e nada
m e separa, estoy separado precisamente por nada, y este nada, p o r
ser la n a d a , es infranqueable. " H a y " ser p o r q u e soy negación del
ser, y la m u n d a n i d a d , la espacialidad, la cantidad, la utensilidad,
la temporalidad, sólo vienen al ser p o r q u e soy negación del ser; n o
agregan n a d a al ser, son p u r a s condiciones nihilizadas del " h a y " ,
n o hacen sino realizar el hay. Pero estas condiciones q u e no so:i
nada, m e separan m á s radicalmente del ser q u e c o m o lo h a r í a n
deformaciones prismáticas, a través d e las cuales p o d r í a a ú n esperar
descubrirlo. Decir q u e hay ser n o es n a d a , y, empero, es operar u n a
total metamorfosis, puesto q u e no hay ser sino p a r a u n Para-sí. El
ser n o es relativo al Para-sí ni en su cualidad p r o p i a ni en su ser, y
con ello evitamos el relativismo k a n t i a n o ; p e r o lo es en su " h a y " ,
puesto que en su negación interna el Para-sí a f i r m a lo q u e n o p u e d e
afirmarse, y conoce al ser tal cual es, c u a n d o el "tal cual es" n o
podría pertenecer al ser. E n este sentido, el Para-sí es presencia
inmediata al ser y se desliza a la vez c o m o distancia infinita e n t r e
él mismo y el ser. Pues el conocer tiene por ideal el ser-lo-que-se-
conoce, y por estructura originaria el no-ser-lo-conocido. M u n d a n i -
dad, espacialidad, etc., n o hacen sino expresar este n o ser. . . Así,
m e encuentro yo por doquiera entre m í y el ser, c o m o u n n a d a q u e
no es el ser. El m u n d o es h u m a n o . Se advierte la particularísima
posición de la conciencia: el ser está doquiera, c o n t r a mí, en t o r n o
mío, pesa sobre mí, m e asedia, y soy p e r p e t u a m e n t e remitido de ser
en ser; esta mesa q u e está ahí es ser y nada m á s ; esa roca, ese árbol,
aquel paisaje; ser y si no, nada. Q u i e r o c a p t a r este ser y n o encuen-
t r o ya sino mi yo. Pues el conocimiento, intermediario entre el ser
y el no-ser, m e remite al ser absoluto, y, si p r e t e n d o el conocimiento
subjetivo, m e remite a mí mismo c u a n d o creo c a p t a r lo absoluto.
El sentido mismo del conocimiento es lo q u e n o es y n o es lo q u e
es, pues, p a r a conocer el ser tal cual es, sería preciso ser ese ser;
pero n o hay "tal cual es" sino p o r q u e n o soy el ser al cual conozco,
y, si m e convirtiera en él, el "tal cual es" se desvanecería y n o podría
ya ni siquiera ser pensado. N o se t r a t a aquí ni de u n escepticismo
•—que supone precisamente q u e el "tal cual es" pertenece al ser—,
ni de u n relativismo. El conocimiento nos pone en presencia de lo
absoluto, y hay u n a v e r d a d del conocimiento. Pero esta verdad,
a u n q u e nos entrega n a d a m á s y n a d a menos q u e lo absoluto, per-
manece estrictamente h u m a n a .
Quizás asombre que hayamos t r a t a d o el problema del conocer
sin p l a n t e a r la cuestión del cuerpo y los sentidos, ni referirnos u n a
sola vez a ella. N o entra en nuestro propósito desconocer o descuidar
el papel del cuerpo. Pero importa ante todo, en ontología como en
cualquier otro terreno, observar u n orden riguroso del discurso. Y
el cuerpo, cualquiera que f u e r e su función, aparece a n t e todo como
algo conocido. N o podría, pues, referir a él el conocimiento ni tra-
t a r l o antes de h a b e r definido el conocer, ni derivar de él de ningún
m o d o o m a n e r a el conocer en su estructura f u n d a m e n t a l . Además,
el c u e r p o — n u e s t r o c u e r p o — tiene como carácter particular ser
esencialmente lo conocido por el prójimo-, lo que conozco es el cuer-
p o de los otros, y lo esencial de lo que sé de mi cuerpo proviene de
la m a n e r a en q u e los otros lo ven. Así, la naturaleza de mi cuerpo
m e remite a la existencia del p r ó j i m o y a m i ser-para-otro. Descubro
con él, p a r a la realidad h u m a n a , otro m o d o de existencia t a n f u n -
d a m e n t a l como el ser-para-sí, y al cual d e n o m i n a r é el ser-para-otro.
Si quiero describir de m a n e r a exhaustiva la relación del h o m b r e con
el ser, es menester a h o r a q u e aborde el estudio de esta nueva estruc-
t u r a de m i ser: el Para-otro. Pues la realidad h u m a n a debe ser en
su ser, en u n solo y mismo surgimiento, para-sí-para-otro.
T E R C E R A P A R T E

EL PARA-OTRO
CAPÍTULO I

LA EXISTENCIA DEL PRÓJIMO

EL PROBLEMA

H e m o s descrito la realidad h u m a n a p a r t i e n d o d e las c o n d u c t a s


negativas y del Cogito. S i g u i e n d o este hilo c o n d u c t o r , h e m o s descu-
b i e r t o q u e la r e a l i d a d h u m a n a es-para-sí. ¿ E s esto todo lo q u e ella
es? Sin salir de n u e s t r a a c t i t u d d e descripción reflexiva, p o d e m o s
e n c o n t r a r n o s con m o d o s d e conciencia q u e p a r e c e n indicar, sin d e j a r
d e ser e n sí mismos e s t r i c t a m e n t e para-sí, u n t i p o d e e s t r u c t u r a on-
tológica r a d i c a l m e n t e diverso. Esta estructura, ontológica es mía; mis
c u i d a d o s versan sobre mí; y, sin e m b a r g o , esa c u r a o c u i d a d o " p a r a -
m i " m e descubre u n ser q u e es m i ser sin ser-para-mí.
Consideremos, p o r e j e m p l o , la vergüenza. Se t r a t a de u n m o d o
d e conciencia cuya e s t r u c t u r a es i d é n t i c a a todas las q u e h e m o s des-
crito p r e c e d e n t e m e n t e . Es conciencia n o posicional ( d e ) sí c o m o
vergüenza, y, e n c u a n t o tal, es u n e j e m p l o d e lo q u e los a l e m a n e s
l l a m a n erlebnis [vivencia]; es accesible a la reflexión. A d e m á s , su
e s t r u c t u r a es i n t e n c i o n a l ; es a p r e h e n s i ó n vergonzosa de a l g o y ese
algo soy yo. T e n g o v e r g ü e n z a d e lo q u e soy. L a v e r g ü e n z a realiza,
pues, u n a relación í n t i m a d e m í c o n m i g o m i s m o : h e descubierto
p o r la v e r g ü e n z a u n a s p e c t o d e mi ser. E m p e r o , a u n q u e ciertas for-
m a s c o m p l e j a s y d e r i v a d a s d e la v e r g ü e n z a p u e d a n a p a r e c e r e n el
p l a n o reflexivo, la v e r g ü e n z a n o es o r i g i n a r i a m e n t e u n f e n ó m e n o d e
reflexión. E n efecto, cualesquiera q u e f u e r e n los resultados q u e p u e d a n
obtenerse e n la soledad p o r la práctica religiosa d e la vergüenza, la
vergüenza, en su e s t r u c t u r a p r i m e r a , es v e r g ü e n z a ante alguien. Aca-
b o d e h a c e r u n gesto d e s m a ñ a d o o v u l g a r : este gesto se m e p e g a ,
yo n o lo juzgo ni lo censuro, s i m p l e m e n t e lo vivo, lo realizo e n el
m o d o del para-sí. P e r o he a q u í q u e d e p r o n t o l e v a n t o la c a b e z a :
alguien estaba allí y m e h a visto. Realizo d e p r o n t o t o d a la vulga-
ridad d e m i gesto, y tengo vergüenza. P o r cierto, m i vergüenza n o
es reflexiva, p u e s la presencia del p r ó j i m o a m i conciencia, así sea a
la m a n e r a de u n catalizador, es incompatible con la actitud reflexiva:
en el c a m p o d e m i reflexión n o p u e d o e n c o n t r a r j a m á s sino la con-
ciencia q u e es m í a . Y el p r ó j i m o es el m e d i a d o r indispensable entre
mí y m í m i s m o : tengo vergüenza d e m í tal como me aparezca al
prójimo. Y, p o r la aparición m i s m a d e u n prójimo, estoy e n con-
diciones d e f o r m u l a r u n juicio sobre m í mismo c o m o sobre u n objeto,
pues al p r ó j i m o m e aparezco c o m o objeto. Empero, este objeto
aparecido al p r ó j i m o n o es u n a v a n a imagen e n l a m e n t e d e otro.
Esta imagen, en efecto, sería e n t e r a m e n t e i m p u t a b l e a ese p r ó j i m o
y n o p o d r í a " t o c a r m e " . P o d r í a sentir irritación o cólera a n t e ella
c o m o a n t e u n m a l retrato mío, q u e m e prestara u n a f e a l d a d o u n a
r u i n d a d de expresión q u e n o tengo, p e r o n o p o d r í a alcanzarme hasta
los tuétanos: la vergüenza es, p o r naturaleza, reconocimiento. Re-
conozco q u e soy c o m o el p r ó j i m o m e ve. N o se trata, empero, d e
la comparación e n t r e lo q u e soy p a r a m í y lo q u e soy p a r a los demás,
c o m o si e n c o n t r a r a e n mí, e n el m o d o d e ser del Para-sí, u n equi-
valente d e lo q u e soy p a r a el prójimo. E n p r i m e r lugar, esta com-
paración n o se e n c u e n t r a e n nosotros a título d e operación psíquica
concreta: la vergüenza es u n estremecimiento i n m e d i a t o q u e m e
recorre de pies a cabeza sin n i n g u n a preparación discursiva. Ade-
más, tal comparación es imposible: n o p u e d o p o n e r en relación lo
q u e soy en la intimidad sin distancia, sin retroceso, sin perspectiva,
del Para-sí, con ese ser injustificable y en-sí q u e soy p a r a otro. N o
h a y a q u í ni p a t r ó n ni t a b l a d e correspondencias. L a noción misma
d e vulgaridad implica, p o r otra parte, u n a relación intermonádica.
U n o n o es vulgar a solas. Así, el p r ó j i m o n o solamente m e h a re-
velado lo q u e yo soy, sino q u e además m e h a constituido según u n
tipo d e ser nuevo q u e debe soportar cualificaciones nuevas. Ese ser
n o estaba en potencia en mí antes de la aparición del prójimo, pues
n o h a b r í a p o d i d o hallar lugar en el Para-sí; y, a u n si place d o t a r m e
d e u n c u e r p o e n t e r a m e n t e constituido antes q u e este c u e r p o sea p a r a
los otros, n o p o d r í a alojarse en él en potencia m i vulgaridad o m i
desmaño, pues éstas son significaciones y, c o m o tales, trascienden el
c u e r p o y remiten a la vez a u n testigo capaz d e comprenderlas y a
la totalidad d e m i realidad h u m a n a . Pero este n u e v o ser q u e a p a -
rece para otro n o reside en el o t r o : yo soy responsable d e él, c o m o
lo muestra a las claras el sistema educativo consistente en "avergon-
z a r " a los niños p o r lo q u e son. Así, la v e r g ü e n z a es v e r g ü e n z a rlr
sí ante otro; estas dos e s t r u c t u r a s son inseparables. Pero, a la vez,
necesito del p r ó j i m o p a r a c a p t a r e n p l e n o todas las e s t r u c t u r a s de
m i ser: el Para-sí r e m i t e al P a r a - o t r o . Así, pues, si q u e r e m o s c a p t a r
e n su t o t a l i d a d la relación de ser e n t r e el h o m b r e y el ser-en-sí, n o
p o d e m o s c o n t e n t a r n o s con las descripciones esbozadas en los prece-
d e n t e s capítulos d e esta o b r a : d e b e m o s r e s p o n d e r a dos p r e g u n t a s
m u c h o m á s temibles: en p r i m e r lugar, la de la existencia del p r ó j i m o ;
después, la d e m i relación d e ser con el ser del p r ó j i m o .

II

EL ESCOLLO DEL SOLIPSISMO

Es curioso q u e el p r o b l e m a de. los O t r o s n o h a y a i n q u i e t a d o


n u n c a d e veras a los realistas. E n la m e d i d a en q u e p a r a el realista
se " d a t o d o " , le parece, sin d u d a , q u e se da el p r ó j i m o t a m b i é n . E n
m e d i o d e lo real, en efecto, ¿ q u é h a y m á s rea! q u e el p r ó j i m o ? Es
u n a sustancia p e n s a n t e d e la m i s m a esencia q u e yo, la cual n o p o d r í a
desvanecerse e n c u a l i d a d e s s e c u n d a r i a s y c u a l i d a d e s p r i m a r i a s , y cu-
yas estructuras esenciales e n c u e n t r o e n m í . E m p e r o , en la m e d i d a
en q u e el realismo p r o c u r a d a r razón del c o n o c i m i e n t o p o r u n a ac-
ción del m u n d o sobre la sustancia pensante, n o se h a c u i d a d o de
establecer u n a acción i n m e d i a t a y recíproca d e las sustancias p e n -
santes e n t r e sí: ellas c o m u n i c a n p o r i n t e r m e d i o del m u n d o ; e n t r e
la conciencia a j e n a y la m í a , m i c u e r p o , c o m o cosa del m u n d o , y
el c u e r p o del o t r o son los intermediarios necesarios. E l a l m a a j e n a
está, pues, s e p a r a d a d e la m í a p o r t o d a la distancia q u e s e p a r a a n t e
t o d o m i a l m a d e m i c u e r p o , y luego m i c u e r p o del c u e r p o a j e n o , y,
p o r último, el c u e r p o del o t r o d e su p r o p i a a l m a . Y, si n o es verdad
q u e la relación e n t r e el Para-sí y el c u e r p o sea u n a relación d e exte-
r i o r i d a d ( p r o b l e m a q u e hemos d e t r a t a r m á s a d e l a n t e ) , p o r lo me-
nos es evidente q u e la relación d e m i c u e r p o con el c u e r p o del pró-
jimo es u n a relación d e p u r a e x t e r i o r i d a d indiferente. Si las almas
están s e p a r a d a s p o r sus respectivos cuerpos, son distintas, c o m o ese
tintero es distinto de este libro; es decir, n o se p u e d e concebir n i n g u n a
presencia i n m e d i a t a de la u n a a la o t r a . Y , a u n si se a d m i t e u n a
presencia i n m e d i a t a d e m i a l m a al c u e r p o a j e n o , q u e d a t o d a v í a todo
el espesor d e u n c u e r p o p a r a q u e su a l m a m e sea a l c a n z a d a . Así,
pues, si el realismo f u n d a su certeza sobre la presencia "en persona"
de la cosa espacio-temporal a mi conciencia, no podría postular la
misma evidencia p a r a la realidad del alma ajena, puesto que, como
el propio realismo lo confiesa, esta a l m a n o se d a en persona a la
m í a : es u n a ausencia, u n a significación; el cuerpo a p u n t a a ella sin
entregarla; en u n a p a l a b r a : en u n a filosofía f u n d a d a en la intuición,
no tengo intuición alguna del a l m a a j e n a . Ahora bien: si n o se juega
con las palabras, esto significa que el realismo n o d e j a lugar alguno
a la intuición del prójimo: de n a d a serviría decir que, por lo menos,
nos es d a o o el cuerpo del prójimo, y q u e este c u e r p o es cierta pre-
sencia del otro o de u n a p a r t e de él. Es verdad que el c u e r p o perte-
nece a la totalidad que llamamos "realidad h u m a n a " , como u n a de
sus estructuras. Pero, precisamente, n o es cuerpo del hombre sino
en t a n t o que existe en la u n i d a d indisoluble de esta totalidad, como
el ó r g a n o no es ó r g a n o viviente sino en la totalidad del organismo.
L a posición del realista, al entregarnos el cuerpo n o como implicado
en la totalidad h u m a n a , sino aparte, como u n a piedra o u n árbol
o u n trozo de cera, h a m a t a d o el c u e r p o t a n exactamente c o m o el
escalpelo del fisiólogo q u e separa u n trozo de carne de la totalidad
del ser vivo. L o que está presente a la intuición realista n o es el
cuerpo del prójimo, sino un cuerpo. U n cuerpo que, sin d u d a , tiene
aspectos y u n a " e £ t ; " particulares, pero q u e pertenece, empero, a
la gran familia de los cuerpos. Si es verdad q u e p a r a u n realismo
espiritualista el a l m a es más fácil de conocer que el cuerpo, el cuerpo
será m á s fácil de conocer q u e el alma a j e n a .
A decir verdad, el realista se cuida m u y poco de este problema,
pues tiene por segura la existencia del prójimo. Por eso, la psicología
realista y positivista del siglo xix, d a n d o por concedida la existencia
d e mi prójimo, se preocupa exclusivamente de establecer los medios
que tengo p a r a conocer esa existencia y descifrar sobre el cuerpo los
matices de u n a conciencia q u e me es extraña. El cuerpo, se dirá,
es u n objeto cuya ? | i g requiere u n a interpretación particular. La
hipótesis q u e m e j o r d a razón de sus comportamiento es la de u n a
conciencia análoga a la mía, cuyas diferentes emociones refleja su
cuerpo. Q u e d a por explicar cómo establecemos esa hipótesis: se nos
dirá ora q u e p q r analogía con lo que sé de mí mismo, ora que la
experiencia nos enseña a descifrar, p o r ejemplo, la coloración súbita
d e u n rostro como p r e a n u n c i o de golpes y gritos - furiosos. Se reco-
nocerá de grado q u e estos procedimientos sólo p u e d e n darnos del
p r ó j i m o u n conocimiento probable: siempre q u e d a como probable
q u e el p r ó j i m o n o sea sino u n c u e r p o . Si los a n i m a l e s son m á q u i n a s ,
p o r q u é n o lo sería t a m b i é n el h o m b r e q u e veo p a s a r p o r la calle?
¿ Por q u é n o seria v á l i d a la hipótesis radical de los behavioristas?
L o q u e c a p t o e n ese rostro n o es sino el e f e c t o d e ciertas c o n t r a c -
ciones musculares, y éstas a su vez n o son sino el e f e c t o d e u n i n f l u j o
nervioso cuyo t r a y e c t o m e es conocido. ¿ P o r q u é n o reducir el
c o n j u n t o d e esas reacciones a reflejos simples o condicionados? P e r o
la m a y o r í a d e los psicólogos p e r m a n e c e c o n v e n c i d a d e la existencia
del p r ó j i m o corno r e a l i d a d totalitaria d e la m i s m a e s t r u c t u r a q u e la
suya p r o p i a . P a r a ellos, la existencia del p r ó j i m o es segura y el
c o n o c i m i e n t o q u e d e ella t e n e m o s es probable. Se ve el sofisma del
realismo. E n r e a l i d a d , es m e n e s t e r invertir los términos d e esa afir-
m a c i ó n , y reconocer q u e , si el p r ó j i m o n o nos es accesible sino p o r
el c o n o c i m i e n t o q u e d e él t e n e m o s y si ese c o n o c i m i e n t o es sólo
c o n j e t u r a l , entonces la existencia del p r ó j i m o es sólo c o n j e t u r a l t a m -
bién, y el p a p e l d e la reflexión critica consiste e n d e t e r m i n a r su g r a d o
exacto d e p r o b a b i l i d a d . Así, p o r u n a curiosa inversión, p o r h a b e r
p u e s t o la r e a l i d a d del m u n d o exterior, el realista se ve f o r z a d o a
volcarse al idealismo c u a n d o e n c a r a la existencia del p r ó j i m o . Si el
c u e r p o es u n o b j e t o real q u e a c t ú a r e a l m e n t e sobre la sustancia p e n -
sante, el p r ó j i m o se convierte e n p u r a representación, cuyo esse es
u n simple percipi, es decir, cuya existencia es m e d i d a p o r el conoci-
m i e n t o q u e de ella tenemos. L a s teorías m á s m o d e r n a s de la ein-
fühlung, d e la simpatía y d e las formas n o h a c e n sino p e r f e c c i o n a r
la descripción de nuestros medios d e presentificar al p r ó j i m o , p e r o
n o colocan el d e b a t e e n su v e r d a d e r o t e r r e n o : q u e el p r ó j i m o sea
p r i m e r a m e n t e sentido o q u e a p a r e z c a en la experiencia c o m o u n a
f o r m a singular p r e v i a a todo h á b i t o y e n ausencia d e t o d a inferencia
analógica, sigue e n pie q u e el o b j e t o significante y sentido, la f o r m a
expresiva, r e m i t e n p u r a y s i m p l e m e n t e a u n a t o t a l i d a d h u m a n a cuya
existencia p e r m a n e c e p u r a y s i m p l e m e n t e c o n j e t u r a l .
Si el realismo nos r e m i t e así al idealismo, ¿ n o es m á s avisado
colocarnos i n m e d i a t a m e n t e en la perspectiva idealista y crítica? Y a
q u e el p r ó j i m o es " m i r e p r e s e n t a c i ó n " , ¿ n o vale m á s i n t e r r o g a r a
esta representación e n el interior de u n sistema q u e reduzca el con-
j u n t o de los objetos a u n a a g r u p a c i ó n conexa de representaciones y
q u e m i d a t o d a existencia p o r el c o n o c i m i e n t o q u e d e ella t o m o ?
E n c o n t r a r e m o s , sin e m b a r g o , p o c o auxilio e n u n K a n t : preo-
c u p a d o , en efecto, p o r establecer las leyes universales d e la subjeti-
vidad, q u e son las mismas p a r a todos, n o h a a b o r d a d o la cuestión
de las personas. E l sujeto es solamente la esencia c o m ú n de esas
personas, y no p o d r í a permitirnos d e t e r m i n a r su multiplicidad, así
c o m o la esencia de hombre, p a r a Spinoza, n o p e r m i t e d e t e r m i n a r la
de los hombres concretos. Parece, pues, q u e K a n t h u b i e r a situado
el problema del p r ó j i m o entre los problemas ajenos a su crítica. E m -
pero, observémoslo m e j o r : el prójimo, c o m o tal, es d a d o en nuestra
experiencia; es u n objeto, y u n objeto particular. K a n t se h a colo-
c a d o en el p u n t o d e vista del sujeto p u r o p a r a d e t e r m i n a r las con-
diciones d e posibilidad n o sólo de u n objeto en general, sino d e las
diversas categorías de objetos: el objeto físico, el objeto matemático,
el objeto bello o feo, y el q u e presenta caracteres teleológicos. Desde
este p u n t o de vista, se h a p o d i d o reprochar lagunas a su obra y
querer, p o r ejemplo, siguiendo a u n Dilthey, establecer las condi-
ciones d e posibilidad del objeto histórico; es decir, intentar u n a crí-
tica de la razón histórica. Análogamente, si v e r d a d es q u e el p r ó j i m o
representa u n tipo p a r t i c u l a r d e objeto q u e se descubre a nuestra
experiencia, es necesario, en la propia perspectiva d e u n kantismo
riguroso, preguntarse c ó m o es posible el conocimiento del prójimo,
es decir, establecer las condiciones de posibilidad d e la experiencia
d e los otros.
Sería, en efecto, totalmente erróneo asimilar el problema del
p r ó j i m o al de las realidades numénicas. Por cierto, si existen "próji-
m o s " y si son semejantes a mí, la cuestión de su existencia inteligible
p u e d e plantearse p a r a ellos c o m o la de m i existencia n u m é n i c a se
p l a n t e a p a r a m í ; p o r cierto, también, la misma respuesta valdrá
p a r a m í y p a r a ellos: esa existencia n u m é n i c a p u e d e ser sólo p e n -
sada, n o concebida. Pero, c u a n d o e n c a r o al p r ó j i m o en m i experien-
cia cotidiana, n o e n c a r o en m o d o alguno u n a realidad numénica, así
c o m o n o c a p t o ni e n c a r o m i realidad inteligible c u a n d o t o m o cono-
cimiento d e mis emociones o d e mis pensamientos empíricos. El
p r ó j i m o es u n f e n ó m e n o q u e remite a otros fenómenos: a u n a cólera-
f e n ó m e n o - q u e él siente contra mí, a u n a serie de pensamientos que
se le a p a r e c e n c o m o fenómenos de su sentido íntimo: lo q u e encaro
en el p r ó j i m o n o es n a d a más q u e lo q u e e n c u e n t r o en m í mismo.
Sólo q u e estos fenómenos son radicalmente distintos de todos los
demás.
E n p r i m e r lugar, la aparición del p r ó j i m o e n m i experiencia se
manifiesta por la presencia d e f o r m a s organizadas, tales c o m o la mí-
mica y la expresión, los actos y las conductas. Estas f o r m a s organi-
zadas remiten a u n a u n i d a d organizadora q u e se sitúa p o r principio
f u e r a de nuestra experiencia. L a cólera del prójimo, en t a n t o q u e
aparece a su sentido í n t i m o y se deniega por naturaleza a m i aper-
cepción, constituye la significación y es quizá la causa de la serie de
fenómenos que c a p t o en mi experiencia con el n o m b r e de expresión c>
de mímica. El prójimo, en c u a n t o u n i d a d sintética de sus experiencias
y en c u a n t o voluntad t a n t o c o m o en c u a n t o pasión, viene a organizar
mi experiencia. N o se trata de la p u r a y simple acción de u n n ú m e n o
incognoscible sobre m i sensibilidad, sino de la constitución, en el cam-
p o de mi experiencia, por u n ser q u e n o soy yo, de grupos conexos de
fenómenos. Y estos fenómenos, a diferencia de todos los demás, no
remiten a experiencias posibles sino a experiencias que, por principio,
están f u e r a de m i experiencia y pertenecen a u n sistema que m e es
inaccesible. Pero, por otra parte, la condición de posibilidad de toda
experiencia es q u e el sujeto organice sus impresiones en sistema co-
nexo. Así, no encontramos en las cosas "sino lo q u e ya hemos pues-
to". El p r ó jimo n o puede, pues, a p a r e c e m o s sin contradicción como
organizando nuestra experiencia: habría sobredeterminación del fe-
nómeno. ¿Podemos utilizar a ú n a q u í la causalidad? Esta cuestión
es m u y a p t a p a r a destacar el carácter a m b i g u o del O t r o en u n a
filosofía kantiana. E n efecto, la causalidad no podría vincular entre
sí si no fenómenos. Pero, precisamente, la cólera q u e el p r ó j i m o ex-
p e r i m e n t a es u n fenómeno, y la expresión furiosa q u e yo percibo es
otro fenómeno. ¿ P u e d e h a b e r entre ambos u n nexo causal? Sería
conforme a su naturaleza f e n o m é n i c a : y, en este sentido, n o m e vedo
considerar la rojez del rostro de Pablo c o m o el efecto de su cólera:
ello f o r m a p a r t e de mis afirmaciones corrientes. Pero, p o r otra parte,
la causalidad n o tiene sentido a menos que vincule fenómenos d e
una misma experiencia y contribuya a constituirla. ¿ P u e d e servir
de p u e n t e entre dos experiencias radicalmente separadas? H a de
notarse aquí que, al utilizarla a este título, le haríamos p e r d e r su
naturaleza de unificación ideal de las apariciones empíricas: la c a u -
salidad k a n t i a n a es unificación d e los m o m e n t o s de mi t i e m p o en
• a f o r m a de la irreversibilidad. ¿ C ó m o admitir q u e unifique m i
tiempo y el del otro? ¿ Q u é relación temporal establecer entre la
decisión de expresarse, f e n ó m e n o aparecido en la t r a m a de la expe-
riencia a j e n a , y lá expresión, f e n ó m e n o d e mi experiencia? ¿ L a
simultaneidad? ¿ L a sucesión? Pero, ¿ c ó m o p u e d e u n instante de
mi tiempo estar en relación d e sucesión o de simultaneidad con u n
instante del tiempo a j e n o ? A u n si u n a a r m o n í a preestablecida y, por
otra parte, incomprensible en la perspectiva kantiana, hiciera corres-
p o n d e r s e i n s t a n t e p o r i n s t a n t e a m b o s tiempos, n o p o r eso d e j a r í a d e
ser dos tiempos sin relación, ya q u e , p a r a c a d a u n o d e ellos, la sín-
tesis u n i f i c a t i v a d e los m o m e n t o s es u n a c t o d e l sujeto. L a univer-
salidad d e los tiempos, e n K a n t , n o es sino la u n i v e r s a l i d a d d e u n
c o n c e p t o ; significa sólo q u e c a d a t e m p o r a l i d a d d e b e poseer u n a es-
t r u c t u r a d e f i n i d a ; q u e las condiciones d e posibilidad d e u n a expe-
riencia t e m p o r a l son válidas p a r a t o d a s las t e m p o r a l i d a d e s . P e r o esta
i d e n t i d a d d e la esencia t e m p o r a l n o i m p i d e la diversidad i n c o m u -
n i c a b l e d e los tiempos, así c o m o la i d e n t i d a d d e la esencia h o m b r e
n o i m p i d e la diversidad i n c o m u n i c a b l e d e las conciencias h u m a n a s .
Así, s i e n d o la relación d e las conciencias i m p e n s a b l e p o r n a t u r a l e z a ,
el c o n c e p t o d e prójimo n o p o d r í a constituir nuestra experiencia:
será preciso a c o m o d a r l o , j u n t o con los conceptos teleológicos, e n t r e
los c o n c e p t o s reguladores. El p r ó j i m o pertenece, pues, a la categoría
d e los " c o m o s i " ; es u n a hipótesis a priori q u e n o tiene o t r a justifi-
cación sino la u n i d a d q u e ella p e r m i t e o p e r a r e n n u e s t r a experiencia,
y n o p o d r í a ser p e n s a d a sin c o n t r a d i c c i ó n . E n e f e c t o : si es posible
concebir, a t í t u l o d e p u r a ocasión del conocimiento, la acción de u n a
r e a l i d a d inteligible sobre n u e s t r a sensibilidad, n o es ni siquiera p e n -
sable, al c o n t r a r i o , q u e u n f e n ó m e n o , cuya Realidad es e s t r i c t a m e n t e
relativa a su a p a r i c i ó n e n la experiencia a j e n a , obre realmente sobre
u n f e n ó m e n o d e mi experiencia. Y a u n si a d m i t i é r a m o s q u e la ac-
ción d e u n inteligible se ejerza a la vez sobre m i experiencia y sobre
la a j e n a ( e n el s e n t i d o d e q u e la realidad inteligible a f e c t a r a el
p r ó j i m o e n la m i s m a m e d i d a e n q u e m e a f e c t a r a a m í ) , n o d e j a r í a
d e ser r a d i c a l m e n t e imposible establecer ni a u n p o s t u l a r u n p a r a -
lelismo y u n a t a b l a d e c o r r e s p o n d e n c i a e n t r e dos sistemas q u e se
constituyen e s p o n t á n e a m e n t e
Pero, p o r o t r a p a r t e , ¿ l a c u a l i d a d d e c o n c e p t o r e g u l a d o r con-
viene a l c o n c e p t o d e p r ó j i m o ? N o se t r a t a , e n efecto, d e establecer
u n a u n i d a d m á s f u e r t e e n t r e los f e n ó m e n o s d e mi experiencia p o r
m e d i o d e u n c o n c e p t o p u r a m e n t e f o r m a l q u e p e r m i t i r í a sólo descu-
b r i m i e n t o s d e detalle en los objetos q u e se m e a p a r e c e n . N o se t r a t a
d e u n a s u e r t e d e hipótesis a priori q u e n o trascienda el c a m p o de
m i e x p e r i e n c i a e incite a i n d a g a c i o n e s n u e v a s e n los límites mismos
d e ese c a m p o . L a p e r c e p c i ó n del o b j e t o - p r ó j i m o remite a u n sistema

1
Aun si admitimos la metafísica kantiana de la naturaleza y la tabla
de los principios estatuida por Kant, sería pasible concebir físicas radical-
mente diferentes partiendo de esos principios.
coherente de representaciones, y este sistema no es el mío. Ello sig-
nifica q u e el p r ó j i m o n o es, en m i experiencia, u n f e n ó m e n o q u e
remite a m i experiencia, sino q u e se refiere p o r principio a fenó-
menos situados f u e r a d e toda experiencia posible p a r a mí. Y, por
cierto, el concepto d e p r ó j i m o permite descubrimientos y previsio-
nes en el interior d e mi sistema d e representaciones, permite ceñir
m e j o r la t r a m a de los fenómenos: gracias a la hipótesis d e los otros
p u e d o prever tal gesto a partir d e tal expresión. Pero este concepto
n o se presenta c o m o esas nociones científicas (los imaginarios, por
ejemplo) q u e intervienen en el curso de u n cálculo d e física como
instrumentos, sin estar presentes en el e n u n c i a d o empírico del pro-
blema y p a r a ser eliminados de los resultados. El concepto de p r ó j i m o
no es p u r a m e n t e instrumental: lejos de existir para servir a la uni-
ficación de los fenómenos, h a de decirse, al contrario, q u e ciertas
categorías d e fenómenos parecen no existir sino para él. L a existen-
cia d e u n sistema de significaciones y experiencias radicalmente dis-
t i n t o del m í o es el m a r c o f i j o hacia el cual indican, en su f l u j o
mismo, series diversas d e fenómenos. Y ese marco, por principio
exterior a m i experiencia, se llena poco a poco. Ese prójimo cuya
relación conmigo n o podemos c a p t a r y q u e j a m á s es dado, nosotros
lo constituimos poco a poco c o m o objeto concreto: n o es el ins-
t r u m e n t o q u e sirve p a r a prever u n acaecimiento d e m i experiencia,
sino q u e los acaecimientos de m i experiencia sirven para- constituir
el p r ó j i m o en t a n t o q u e prójimo, es decir, en t a n t o q u e sistema de
representaciones f u e r a d e alcance, c o m o u n objeto concreto y cog-
noscible. L o q u e encaro constantemente a través de mis experiencias
son los sentimientos del prójimo, las ideas del prójimo, las voliciones
del prójimo, el carácter del prójimo. Pues, en efecto, el p r ó j i m o n o
es solamente aquel q u e veo, sino aquel que me ve. E n c a r o al pró-
jimo en t a n t o q u e éste es u n sistema conexo de experiencias f u e r a
d e alcance, en el cual yo f i g u r o c o m o u n objeto entre los otros. Pero,
en la m e d i d a en q u e m e esfuerzp por d e t e r m i n a r la naturaleza con-
creta d e ese sistema d e representaciones y el lugar q u e en él o c u p o
a título d e objeto, trasciendo radicalmente el c a m p o d e mi expe-
riencia: m e ocupo en u n a serie d e fenómenos que, p o r principio,
n o p o d r á n ser j a m á s accesibles a m i intuición, y, .por consiguiente,
sobrepaso los derechos de m i conocimiento; busco vincular e n t r e sí
experiencias q u e n o serán jamás mis experiencias y, p o r ende, esc
t r a b a j o d e construcción y unificación n o p u e d e servir d e n a d a para
la unificación d e m i propia experiencia: en la m e d i d a en q u e el
p r ó j i m o es u n a ausencia, escapa a la naturaleza. N o podría, pues,
calificarse lo de prójimo de concepto regulador. Por cierto, ideas
como la de M u n d o , p o r ejemplo, se h u r t a n también por principio
a mi experiencia; p e r o al menos se refieren a ella, y n o tienen sentido
sino p o r ella. El prójimo, al contrario, se presenta, en cierto sen-
tido, c o m o la-negación radical d e m i experiencia, ya q u e es aquel
p a r a quien soy n o sujeto sino objeto. M e esfuerzo, pues, como sujeto
de conocimiento, p o r d e t e r m i n a r como objeto al sujeto q u e niega
m i carácter d e sujeto y m e d e t e r m i n a él mismo como objeto.
Así, el otro n o p u e d e ser, en la perspectiva idealista, considerado
ni c o m o concepto constitutivo ni como concepto regulador d e m i
conocimiento. Es concebido c o m o real, y sin e m b a r g o n o p u e d e con-
cebir su relación real conmigo; lo construyo c o m o objeto, y sin em-
bargo n o m e es entregado p o r la intuición; lo p o n g o c o m o sujeto, y
sin e m b a r g o lo considero a título de objeto d e mis pensamientos. N o
quedan, pues, sino dos soluciones p a r a el idealista: o bien desem-
barazarse enteramente del concepto del otro y p r o b a r q u e es inútil
p a r a la constitución de m i experiencia; o bien a f i r m a r la existencia
real del prójimo, es decir, p o n e r u n a comunicación real y extraem-
pírica entre las conciencias.
L a p r i m e r a solución es conocida con el n o m b r e d e solipsismo:
empero, si se la formula, en conformidad con su denominación, como
afirmación de m i soledad ontológica, es p u r a hipótesis metafísica,
p e r f e c t a m e n t e injustificada y gratuita, pues equivale a decir q u e
f u e r a de m í nada existe; trasciende, pues, el c a m p o estricto d e m i
experiencia. Pero si se presenta, m á s modestamente, como denega-
ción de a b a n d o n a r el terreno sólido d e la experiencia, c o m o u n a
tentativa posible d e n o hacer uso del concepto de prójimo, es per-
f e c t a m e n t e lógica y p e r m a n e c e en el p l a n o del positivismo crítico;
y, a u n q u e se oponga a las tendencias más p r o f u n d a s d e nuestro ser,
toma su justificación de las contradicciones de la noción de los Otros
considerada en la perspectiva idealista. U n a psicología q u e se pre-
tende exacta y objetivamente, c o m o el behaviourism de Watson,
no hace, en suma, sino a d o p t a r el solipsismo c o m o hipótesis d e
t r a b a j o . N o se t r a t a r á d e n e g a r la presencia, en el c a m p o d e m i
experiencia, d e objetos que podremos d e n o m i n a r "seres psíquicos",
sino sólo d e practicar u n a suerte de énoyri acerca de la existencia
de sistemas de representación organizados p o r u n sujeto situado f u e r á
d e m i experiencia.
Frente a esta solución, K a n t y la mayoría de los postkantianos
siguen a f i r m a n d o la existencia del p r ó j i m o . Pero n o p u e d e n remi-
tirse sino al b u e n sentido o a nuestras tendencias p r o f u n d a s p a r a
justificar su a f i r m a c i ó n . S a b i d o es q u e S c h o p e n h a u e r t r a t a al solip-
sista de "loco e n c e r r a d o e n u n blockhaus i n e x p u g n a b l e " . H e ahí
u n a confesión d e impotencia. Pues, en efecto, por la posición de la
existencia a j e n a , se h a c e n saltar d e súbito los m a r c o s del idealismo
y se recae en u n realismo metafísico. E n p r i m e r lugar, al p o n e r u n a
p l u r a l i d a d d e sistemas cerrados q u e n o p u e d e n c o m u n i c a r sino desde
a f u e r a , restablecemos i m p l í c i t a m e n t e la noción d e sustancia. Sin
d u d a , esos sistemas son no-sustanciales, ya q u e son simples sistemas
d e representaciones. P e r o su exterioridad recíproca es exterioridad
en sí; es sin ser c o n o c i d a ; n o c a p t a m o s ni siquiera sus efectos d e
m a n e r a segura, ya q u e la hipótesis solipsista p e r m a n e c e siempre po-
sible. N o s limitamos a p o n e r esa n a d a en-sí c o m o un h e c h o absoluto:
n o es relativa, en efecto, a nuestro conocimiento del p r ó j i m o , sino
que, al contrario, condiciona ese conocimiento. Así, pues, a u n si las
conciencias n o son sino p u r a s conexiones conceptuales de f e n ó m e -
nos, a u n si la regla de su existencia es el percipere y el pcrcipi,
ello n o q u i t a q u e la multiplicidad d e esos sistemas relaciónales sea
m u l t i p l i c i d a d en-sí y los t r a n s f o r m e i n m e d i a t a m e n t e en sistemas en
sí. Pero, además, si p o n g o q u e m i experiencia de la cólera a j e n a
tiene p o r correlato e n o t r o sistema u n a experiencia subjetiva d e có-
lera, restituyo el sistema d e la i m a g e n v e r d a d e r a , d e q u e K a n t h a b í a
p u e s t o t a n t o c u i d a d o e n liberarse. Por cierto, se t r a t a d e u n a relación
d e conveniencia e n t r e dos f e n ó m e n o s : la cólera percibida en los ges-
tos y la m í m i c a y la cólera a p r e h e n d i d a c o m o realidad f e n o m é n i c a
del sentido í n t i m o ; y n o d e u n a relación entre u n f e n ó m e n o y u n a
cosa e n sí. P e r o ello n o q u i t a q u e el criterio d e la v e r d a d es allí
la c o n f o r m i d a d e n t r e el p e n s a m i e n t o y su objeto, y n o el a c u e r d o de
las representaciones e n t r e sí. E n efecto: precisamente p o r q u e allí se
descarta t o d o recurrir al n ú m e n o , el f e n ó m e n o de la cólera experi-
m e n t a d a es al d e la cólera verificada c o m o lo real objetivo es a su
imagen. El p r o b l e m a es, efectivamente, el d e la representación ade-
c u a d a , ya q u e h a y algo real y u n m o d o d e aprehensión de ese algo
real. Si se t r a t a r a d e m i p r o p i a cólera, podría, en efecto, considerar
sus manifestaciones subjetivas y sus manifestaciones fisiológicas y ob-
j e t i v a m e n t e verificables c o m o dos series de efectos d e u n a misma
causa, sin q u e u n a d e las series representara la verdad o la realidad
d e la cólera y la o t r a solamente su efecto o su imagen. Pero si u n a
d e las series d e fenómenos reside en el p r ó j i m o y la otra en mí, la
u n a f u n c i o n a como la realidad de la otra, y el esquema realista de
la verdad es el único aquí aplicable.
Así, hemos a b a n d o n a d o la posición realista del problema porque
ella concluía necesariamente en el idealismo; nos hemos situado de-
liberadamente en la perspectiva idealista y n a d a hemos ganado, pues
ésta, inversamente, en la m e d i d a en q u e rechaza la hipótesis solipsista.
concluye en un realismo dogmático y totalmente injustificado. Vea-
mos si podemos c o m p r e n d e r esta brusca inversión de las doctrinas
y extraer de esta p a r a d o j a alguna enseñanza que facilite el correcto
planteo de la cuestión.
E n el origen del problema de la existencia a j e n a hay u n a pre-
suposición f u n d a m e n t a l : el prójimo, en efecto, es el otro, es decir,
el yo que no soy yo; captamos aquí, pues, u n a negación como estruc-
tura constitutiva del ser-otro. L a presuposición c o m ú n al idealismo
y al realismo es que la negación constituyente es negación de exte-
rioridad. El p r ó j i m o es aquel q u e n o es yo y q u e y o n o soy. Este
no indica u n a n a d a c o m o elemento de separación dado entre el pró-
j i m o y yo mismo. E n t r e el p r ó j i m o y yo mismo hay u n a n a d a d e
separación. Esta n a d a n o tiene su origen en mí ni en el p r ó j i m o
ni en u n a relación recíproca entre el otro y yo, sino que, al contrario,
es originariamente el f u n d a m e n t o de toda relación entre el otro y
yo, como ausencia p r i m e r a de relación. Pues, en efecto, el otro se
m e a p a r e c e empíricamente con ocasión de la percepción de u n cuer-
p o y este cuerpo es un en-sí exterior a mi c u e r p o ; el tipo d e relación
que u n e y separa esos dos cuerpos es la relación especial como la
relación de las cosas q u e n o tienen relación entre sí, c o m o la exte-
rioridad p u r a en t a n t o q u e dada. El realista q u e cree c a p t a r al
prójimo a través de su c u e r p o estima, pues, hallarse separado de él
como un cuerpo de otro cuerpo, lo q u e significa q u e el sentido on-
tológico de la negación contenida en el juicio " N o soy Pablo" es
del mismo tipo q u e el de la negación contenida en el juicio " L a
mesa n o es la silla". Así, siendo la separación de las conciencias
i m p u t a b l e a los cuerpos, hay como u n espacio original entre las con-
ciencias diversas, es decir, precisamente, u n a n a d a dada, u n a distan-
cia absoluta, pasivamente padecida. El idealismo, por cierto, reduce
m i c u e r p q y el c u e r p o a j e n o a sistemas objetivos de representación.
M i cuerpo, p a r a Schopenhauer, n o es sino "el objeto inmediato".
P e r o no-por eso se suprime la distancia absoluta entre las conciencias.
U n sistema total d e representaciones —es decir, c a d a m ó n a d a — no
p u e d e ser limitado sino p o r sí mismo, y n o p o d r í a m a n t e n e r rela-
ción sino consigo mismo. El sujeto cognoscente n o p u e d e ni limitar
a o t r o sujeto ni hacerse limitar p o r él. Está aislado p o r su plenitud
positiva y, p o r consiguiente, entre él y otro sistema igualmente ais-
l a d o se m a n t i e n e u n a separación espacial como el t i p o m i s m o d e la
exterioridad. Así, es siempre el espacio lo q u e separa implícitamente
m i conciencia d e la del prójimo. Y h a d e agregarse q u e el idealista,
sin darse cuenta, recurre a u n "tercer h o m b r e " p a r a h a c e r aparecer
esa negación d e exterioridad. Pues, c o m o hemos visto, t o d a negación
externa, e n t a n t o q u e 110 está cqnstituida p o r sus propios términos,
requiere u n testigo q u e la ponga. Así, p a r a el idealista c o m o p a r a
el realista, se i m p o n e u n a conclusión: p o r pl h e c h o de q u e el p r ó j i m o
se nos revela en u n m u n d o espacial, u n espacio, real o ideal, nos
separa d e ¿1.
Esta presuposición e n t r a ñ a u n a grave consecuencia: en efecto,
si h e d e ser, con respecto! al prójimo, en el m o d o d e la exterioridad
d e indiferencia, el surgimiento o la abolición del p r ó j i m o n o m e
a f e c t a r á e n m i ser, así c o m o u n En-sí n o es a f e c t a d o p o r la apari-
ción o la desaparición d e otro En-sí. Por consiguiente, desde el
m o m e n t o q u e el p r ó j i m o n o p u e d e o b r a r sobre m i ser por medio de
su ser, la única m a n e r a en q u e p u e d a revelárseme es apareciendo a
mi conocimiento c o m o objeto. Pero h a d e entenderse p o r ello q u e
d e b o constituir al p r ó j i m o c o m o la unificación q u e m i espontaneidad
impdhe a u n a diversidad d e impresiones, es decir, q u e soy aquel q u e
constituye al p r ó j i m o en el c a m p o d e su experiencia. El p r ó j i m o n o
podría ser p a r a mí, entonces, sino u n a imagen, a u n cuando, p o r otra
parte, t o d a la teoría del conocimiento edificada p o r m í procure
rechazar esa noción de i m a g e n ; y sólo u n testigo exterior a la vez
a m í mismo y al p r ó j i m o p o d r í a c o m p a r a r la imagen con el modelo
y decidir si es v e r d a d e r a . Ese testigo, por otra parte, p a r a ser auto-
rizado, n o debería estar a su vez, con respecto a m í y al prójimo,
en u n a relación de exterioridad, pues si no, n o nos conocería sino por
imágenes. . Sería necesario que, en la u n i d a d ek-stática d e su ser,
estuviera a la vez aquí, sobre mí, como negación interna d e m í
mismo, y allá, sobre el otro, c o m o negación interna d e él. Así, este
recurso a Dios, q u e se encontraría en Leibniz, es p u r a y simplemente
recurso a la negación d e interioridad; esto es lo q u e la noción teoló-
gica d e creación disimula: Dios a la vez es y n o es yo mismo y el
prójimo, puesto q u e nos crea. Conviene, en efecto, q u e Dios sea
yo mismo p a r a c a p t a r m i realidad sin intermediario y en u n a evi-
d e n c i a apodíctica, y q u e n o sea yo, p a r a m a n t e n e r su imparcialidad
d e testigo y p a r a poder allá ser y n o ser el prójimo. L a imagen d e
la creación es aquí la m á s a d e c u a d a , pues e n el acto creador veo
hasta el f o n d o aquello q u e estoy c r e a n d o — p u e s lo q u e estoy creando
soy yo—. y, empero, lo que h e c r e a d o se opone a m í encerrándose en
sí mismo en u n a a f i r m a c i ó n d e objetividad. Así, la presuposición
espacializadora n o nos d e j a opción: h a d e recurrirse a Dios o caerse
en u n probabilismo, q u e d e j a la p u e r t a abierta al solipsismo. Pero
esa concepción de u n Dios q u e es sus criaturas nos hace caer en una
nueva dificultad: la q u e manifiesta el p r o b l e m a d e las sustancias
en el pensamiento postcartesiano. Si Dios es yo y es el prójimo, ¿ qué
garantiza, entonces, m i existencia propia? Si la creación h a d e ser
continua, permanezco siempre en suspenso e n t r e u n a existencia dis-
tinta y u n a fusión panteísta en el Ser Creador. Si la creación es
u n acto original y si m e h e encerrado c o n t r a Dios, n a d a garantiza
ya a Dios m i existencia, pues ya n o está u n i d o a m í sino p o r u n a
relación de exterioridad, c o m o el escultor a la estatua t e r m i n a d a y,
u n a vez más, n o p u e d e conocerme sino por imágenes. E n tales con-
diciones, la noción d e Dios, a la vez q u e nos revela la negación de
interioridad c o m o el único n e x o posible e n t r e conciencias, patentiza
toda su insuficiencia: Dios n o es ni necesario ni suficiente como
garante d e la existencia del o t r o ; además, la existencia d e Dios
como intermediario e n t r e yo y el p r ó j i m o supone ya la presencia,
en conexión de interioridad, d e u n p r ó j i m o a m í mismo, puesto q u e
Dios, estando d o t a d o de las cualidades esenciales d e u n Espíritu,
aparece como la quintaesencia del prójimo, y debe p o d e r estar ya
e n conexión d e interioridad conmigo mismo p a r a q u e u n f u n d a m e n t o
real d e la existencia del p r ó j i m o sea válido p a r a mí. Parece, pues,
q u e u n a teoría positiva de la existencia del p r ó j i m o debiera poder
a la vez evitar el solipsismo y prescindir del recurso a Dios, si enca-
r a r a m i relación originaria con el p r ó j i m o c o m o u n a negación de
interioridad, es decir, c o m o u n a negación q u e p o n e lá distinción
originaria entre el p r ó j i m o y yo en la exacta m e d i d a en q u e ella m e
d e t e r m i n a p o r m e d i o del p r ó j i m o y d e t e r m i n a al p r ó j i m o por medio
d e mí. ¿Es posible encarar la cuestión en este aspecto?
HUSSERL, HEGEL, HEIDEGGER

P a r e c e q u e la filosofía d e los siglos x i x y x x h a y a c o m p r e n d i d o


q u e n o se p o d í a e v i t a r el solipsismo si se e m p e z a b a p o r e n c a r a r el
yo y el p r ó j i m o al m o d o d e dos sustancias s e p a r a d a s : t o d a u n i ó n
d e esas sustancias, e n efecto, h a d e tenerse p o r imposible. P o r eso
el e x a m e n d e las teorías m o d e r n a s nos revela u n esfuerzo p o r c a p t a r
e n el seno m i s m o d e las conciencias u n n e x o f u n d a m e n t a l y tras-
c e n d e n t e c o n respecto a l p r ó j i m o , n e x o q u e sería constitutivo d e
c a d a conciencia e n su s u r g i m i e n t o m i s m o . P e r o , si p a r e c e a b a n d o -
n a r s e el p o s t u l a d o d e l a n e g a c i ó n e x t e r n a , se c o n s e r v a su conse-
c u e n c i a esencial, es decir, la a f i r m a c i ó n d e q u e m i conexión f u n -
d a m e n t a l c o n el p r ó j i m o es r e a l i z a d a p o r el conocimiento.
E n e f e c t o : c u a n d o Husserl, e n las Meditaciones cartesianas
y e n Fórmale und Transzendentale Logik, se p r e o c u p a d e r e f u t a r
el solipsismo, c r e e lograrlo m o s t r a n d o q u e el r e c u r s o al p r ó j i m o es
c o n d i c i ó n indispensable d e la constitución d e u n m u n d o . Sin e n t r a r '
e n el p o r m e n o r d e la d o c t r i n a , nos l i m i t a r e m o s a i n d i c a r su a r t i c u -
lación f u n d a m e n t a l : p a r a Husserl, el m u n d o t a l c u a l se revela a la
conciencia es i n t e r m o n á d i c o . E l p r ó j i m o n o está p r e s e n t e sólo c o m o
a p a r i c i ó n c o n c r e t a y e m p í r i c a , sino c o m o c o n d i c i ó n p e r m a n e n t e d e
la u n i d a d y r i q u e z a del m u n d o . C u a n d o considero, t a n t o e n soledad
c ó m o e n c o m p a ñ í a , esta m e s a o ese á r b o l o a q u e l p a ñ o d e m u r o ,
el p r ó j i m o está s i e m p r e a h í c o m o u n e s t r a t o d e significaciones cons-
titutivas q u e p e r t e n e c e n al o b j e t o m i s m o q u e estoy c o n s i d e r a n d o ;
e n s u m a , c o m o el v e r d a d e r o g a r a n t e d e su o b j e t i v i d a d . Y c o m o
n u e s t r o y o psicofísico es c o n t e m p o r á n e o d e l m u n d o , f o r m a p a r t e del
m u n d o y c a e c o n el m u n d o b a j o la r e d u c c i ó n f e n o m e n o l ó g i c a , el
p r ó j i m o a p a r e c e c o m o necesario p a r a la constitución m i s m a d e ese
yo. Si h e d e d u d a r d e l a existencia d e P e d r o , m i a m i g o — o d e los
otros e n g e n e r a l — , e n t a n t o q u e esa existencia e s t á p o r p r i n c i p i o
f u e r a d e m i experiencia, es m e n e s t e r q u e d u d e t a m b i é n d e m i ser
concreto, d e m i r e a l i d a d e m p í r i c a d e profesor d o t a d o d e tales o c u a -
les inclinaciones, h á b i t o s y c a r á c t e r . N o h a y privilegio p a r a m i y o :
m i E g o e m p í r i c o y el E g o e m p í r i c o del p r ó j i m o a p a r e c e n al m i s m o
t i e m p o en el m u n d o ; y la significación g e n e r a l d e " p r ó j i m o " es n e -
cesaría p a r a la constitución d e c a d a u n o d e esos "ego". Así, c a d a
objeto, lejos d e estar, c o m o e n K a n t , constituido p o r u n a simple
relación con el sujeto, a p a r e c e en m i experiencia concreta c o m o
polivalente; se d a originariamente c o m o d o t a d o d e los sistemas d e
referencia a u n a pluralidad indefinida d e conciencias; lo mismo q u e
con ocasión d e las apariciones concretas d e P e d r o o Pablo, también
en la mesa o en la p a r e d se m e descubre el p r ó j i m o c o m o aquello
a lo cual se refiere p e r p e t u a m e n t e el o b j e t o considerado.
Ciertamente, estas ideas señalan u n progreso sobre las doctrinas
clásicas. Es incontestable q u e la cosa-utensilio remite desde su des-
c u b r i m i e n t o a u n a pluralidad d e Para-síes. Volveremos sobre ello.
Es v e r d a d t a m b i é n q u e la significación de " p r ó j i m o " n o p u e d e p r o -
venir d e la experiencia ni d e u n razonamiento por analogía o p e r a d o
c o n ocasión d e la experiencia, sino que, m u y p o r el contrario, la
experiencia se interpreta a la luz del prójimo. ¿ Q u i e r e decir q u e el
concepto d e p r ó j i m o es a priori? M á s adelante procuraremos deter-
minarlo. Pero, pese a esas indisputables ventajas, la teoría d e H u s -
serl n o nos p a r e c e sensiblemente diferente d e la d e K a n t . Pues, en
efecto, si m i E g o empírico n o es m á s seguro q u e el del p r ó j i m o ,
Husserl h a conservado el sujeto trascendental, radicalmente distinto
d e .aquél y h a r t o parecido al sujeto kantiano. Y lo q u e debería de-
mostrarse n o es el paralelismo de los " E g o " empíricos, q u e n a d i e
p o n e en d u d a , sino el de los sujetos trascendentales. Pues, en efecto,
el p r ó j i m o n o es jamás ese p e r s o n a j e empírico q u e se e n c u e n t r a en
m i experiencia: es el sujeto trascendental al cual ese personaje re-
m i t e p o r naturaleza. Así, el v e r d a d e r o p r o b l e m a es el d e la conexión
e n t r e los sujetos trascendentales allende la experiencia. Si se res-
p o n d e q u e desde el origen el sujeto trascendental remite a otros
sujetos para la constitución del c o n j u n t o noemático, es fácil respon-
d e r q u e r e m i t e a ellos c o m o a significaciones. El p r ó j i m o sería allí
c o m o u n a categoría suplementaria q u e permitiría constituir u n m u n -
d o , n o c o m o u n ser real existente allende ese m u n d o . Sin d u d a , la
" c a t e g o r í a " d e p r ó j i m o implica, en su p r o p i a significación, u n a re-
misión del otro l a d o del m u n d o a u n sujeto, p e r o esa remisión n o
p o d r í a ser sino hipotética; tiene el p u r o valor d e u n contenido d e
concepto u n i f i c a d o r : v a l e en y por el m u n d o , sus derechos se limi-
t a n al m u n d o , y el p r ó j i m o está f u e r a del m u n d o p o r naturaleza.
Husserl, p o r otra parte, se v e d a la posibilidad d e c o m p r e n d e r lo q u e
p u e d e significar el ser e x t r a m u n d a n o del prójimo, ya q u e d e f i n e
el ser c o m o la simple indicación d e u n a serie infinita de operaciones
p o r e f e c t u a r . I m p o s i b l e h a c e r m á s c l a r a m e n t e d e l c o n o c i m i e n t o la
m e d i d a del ser. P e r o , a u n a d m i t i e n d o q u e el c o n o c i m i e n t o e n gene-
ral m i d a al ser, el ser del p r ó j i m o se m i d e e n su r e a l i d a d p o r el
c o n o c i m i e n t o q u e el p r ó j i m o t i e n e d e sí m i s m o , n o p o r el q u e y o
t e n g o d e él. L o q u e t e n g o q u e a l c a n z a r es el p r ó j i m o , n o e n t a n t o
q u e t e n g o c o n o c i m i e n t o d e él, sino e n t a n t o q u e t e n g o c o n o c i m i e n t o
d e su sí m i s m o , lo q u e es i m p o s i b l e ; p u e s s u p o n d r í a , e n efecto, la
identificación e n i n t e r i o r i d a d e n t r e m í m i s m o y el otro. V o l v e m o s
a e n c o n t r a r , pues, esa distinción d e p r i n c i p i o e n t r e el p r ó j i m o y yo,
distinción q u e n o p r o v i e n e d e la e x t e r i o r i d a d d e nuestros c u e r p o s
sino del simple h e c h o d e q u e c a d a u n o d e nosotros existe e n i n t e -
rioridad, y d e q u e u n c o n o c i m i e n t o v á l i d o d e la i n t e r i o r i d a d n o p u e d e
hacerse sino e n i n t e r i o r i d a d , lo q u e v e d a , p o r p r i n c i p i o , t o d o cono-
cimiento del p r ó j i m o tal c o m o él se conoce, es decir, t a l c o m o é l
es. Husserl, p o r o t r a p a r t e , lo h a c o m p r e n d i d o , y a q u e d e f i n e a l
" p r ó j i m o " , tal c o m o se d e s c u b r e a n u e s t r a e x p e r i e n c i a c o n c r e t a , co-
m o u n a ausencia. Pero, al m e n o s e n la filosofía d e Husserl, ¿ c ó m o
t e n e r intuición p l e n a d e u n a a u s e n c i a ? El p r ó j i m o es el o b j e t o d e
intenciones v a c í a s ; el p r ó j i m o , p o r principio, se d e n i e g a y h u y e : la
ú n i c a r e a l i d a d q u e q u e d a es, pues, la d e mi i n t e n c i ó n : el p r ó j i m o
es el n o e m a v a c í o q u e c o r r e s p o n d e a m i a p u n t a r h a c i a él, e n l a
m e d i d a en q u e a p a r e c e c o n c r e t a m e n t e e n m i e x p e r i e n c i a ; es u n
c o n j u n t o d e o p e r a c i o n e s d e u n i f i c a c i ó n y d e constitución d e m i e x -
periencia, e n la m e d i d a e n q u e a p a r e c e c o m o c o n c e p t o trascen-
d e n t a l . Husserl r e s p o n d e al solipsista q u e l a existencia d e l p r ó j i m o
es t a n s e g u r a c o m o la del m u n d o — c o m p r e n d i e n d o e n el m u n d o d e
m i existencia p s i c o l ó g i c a — ; p e r o el solipsista n o d i c e o t r a c o s a : es
n o m e n o s segura, r e s p o n d e r á , p e r o t a m p o c o m á s . L a existencia d e l
m u n d o se m i d e , a ñ a d i r á , p o r el c o n o c i m i e n t o q u e d e él t e n g o ; n o
p u e d e o c u r r i r de o t r o m o d o con la existencia del p r ó j i m o .
M e h a b í a p a r e c i d o a n t e s p o d e r e v i t a r el solipsismo n e g a n d o a
Husserl la existencia d e su " E g o " t r a s c e n d e n t a l S u p o n í a e n t o n -
ces q u e ya n o q u e d a b a n a d a e n m i conciencia q u e f u e r a p r i v i l e g i a d o
c o n respecto al p r ó j i m o , ya q u e la h a b í a v a c i a d o d e su s u j e t o . P e r o ,
e n r e a l i d a d , a u n q u e sigo p e r s u a d i d o d e q u e l a hipótesis d e u n s u j e t o
t r a s c e n d e n t a l es inútil y n e f a s t a , su a b a n d o n o n o h a c e a v a n z a r ni
u n p a s o l a cuestión d e la existencia d e l p r ó j i m o . P u e s a u n si, a p a r t e
del E g o empírico, n o h u b i e r a nada más q u e la c o n c i e n c i a de e s e

1
"La transcendance de l'Ego", en Recherches philosophiques, 1937.
Ego, es decir, u n c a m p o trascendental sin sujeto, ello no q u i t a r í a
q u e m i a f i r m a c i ó n del p r ó j i m o postulara y r e c l a m a r a la existencia
allende el m u n d o d e u n c a m p o trascendental así; y, por consi-
guiente, la única m a n e r a d e evitar el solipsismo sería, t a m b i é n esta
vez, p r o b a r q u e m i conciencia trascendental, en su ser mismo, es
a f e c t a d a p o r la existencia e x t r a m u n d a n a d e otras conciencias del
m i s m o tipo. Así, p o r h a b e r reducido el ser a u n a serie d e signifi-
caciones, el ú n i c o n e x o q u e Husserl h a p o d i d o establecer e n t r e m i
ser y el del p r ó j i m o es el del conocimiento; n o puede, pues, evitar
m e j o r q u e K a n t el solipsismo.
Si, sin observar las reglas d e la sucesión cronológica, nos con-
f o r m a m o s a las d e u n a suerte d e dialéctica intemporal, la solución
q u e Hegel d a al problema, e n el p r i m e r v o l u m e n d e la Fenomeno-
logía del Espíritu, nos p a r e c e r á realizar u n progreso i m p o r t a n t e sobre
la q u e p r o p o n e Husserl. L a aparición del p r ó j i m o n o es indispen-
sable ya, en efecto, p a r a la constitución del m u n d o y d e m i " e g o "
empírico, sino p a r a la existencia misma d e m i conciencia c o m o con-
ciencia d e sí. E n efecto: e n t a n t o q u e conciencia d e sí, el Y o se
c a p t a a sí mismo. L a igualdad "yo = yo" o " Y o soy yo" es la ex-
presión d e este hecho. E n p r i m e r término, esta conciencia de sí es
p u r a i d e n t i d a d consigo m i s m a ; p u r a existencia p a r a sí. T i e n e la
certeza d e sí misma, p e r o esta certeza está a ú n p r i v a d a d e v e r d a d .
E n e f e c t o , tal certeza sería v e r d a d e r a sólo e n la m e d i d a en q u e su
p r o p i a existencia p a r a sí le apareciera c o m o o b j e t o independiente.
Así, la conciencia d e sí es, a n t e todo, c o m o u n a relación sincrética y
sin v e r d a d e n t r e u n sujeto y u n objeto a ú n n o objetivado, q u e es
ese sujeto mismo. Siendo su impulsión realizar su concepto hacién-
dose consciente d e sí m i s m a e n todos los respectos, tiende a hacerse
válida exteriormente dándose objetividad y existencia m a n i f i e s t a :
se t r a t a d e explicitar el " Y o soy yo" y de producirse a sí mismo c o m o
o b j e t o a fin d e alcanzar el ú l t i m o estadio d e desarrollo; estadio que,
e n otro sentido, es, n a t u r a l m e n t e , el p r i m e r m o t o r del devenir d e la
conciencia, y q u e es la conciencia d e sí en general q u e se reconoce
e n otras conciencias d e sí y es idéntica a ellas y a sí misma. El
m e d i a d o r es el otro. E l otro a p a r e c e conmigo, ya q u e la conciencia
d e sí es idéntica a sí misma p o r la exclusión d e t o d o O t r o . Así, el
h e c h o p r i m e r o es la p l u r a l i d a d d e las conciencias, y esta pluralidad
se realiza e n la f o r m a d e u n a doble y reciproca relación d e exclu-
sión. H e n o s en presencia del nexo d e negación p o r interioridad q u e
reclamábamos p o c o antes. N i n g u n a n a d a externa y en sí separa m i
conciencia de la conciencia a j e n a , sino q u e yo excluyo al otro por
el hecho mismo de ser yo: el otro es lo q u e m e excluye siendo sí
mismo, y lo q u e siendo yo mismo excluyo yo. Las conciencias están
llevadas d i r e c t a m e n t e las unas sobre las otras, en u n a imbricación
recíproca d e su ser. Esto nos permite, a la vez, definir la m a n e r a
e n q u e se m e a p a r e c e el O t r o : él es lo q u e es otro q u e yo, y p o r lo
t a n t o se d a c o m o objeto inesencial, con u n carácter d e negatividad.
Pero ese O t r o es también u n a conciencia de sí. T a l cual, se m e
aparece c o m o u n objeto ordinario, inmerso e n el ser d e la vida. Y
así, igualmente, aparezco yo al o t r o : c o m o existencia concreta, sen-
sible e inmediata. Hegel se coloca a q u í n o en el terreno d e la rela-
ción unívoca q u e v a d e m í ( a p r e h e n d i d o por el cogito) al otro, sino
en el d e la relación recíproca a la q u e define c o m o "la captación
de sí del u n o en el otro". E n efecto, sólo en t a n t o q u e se opone al
otro c a d a cual es absolutamente p a r a sí; a f i r m a c o n t r a el otro y
f r e n t e al otro su derecho de ser individualidad. Así, el cogito mismo
n o p o d r í a ser u n p u n t o d e p a r t i d a p a r a la filosofía; n o podría nacer,
en efecto, sino a consecuencia d e m i propia aparición a m í mismo
c o m o individualidad, y esta aparición está condicionada p o r el reco-
nocimiento del otro. Lejos d e plantearse el problema del otro a
p a r t i r del cogito, la existencia del otro, al contrario, hace posible al
cogito como el m o m e n t o abstracto en q u e el yo se c a p t a c o m o objeto.
Así, el " m o m e n t o " q u e Hegel d e n o m i n a el ser para el otro es u n
estadio necesario del desarrollo d e la conciencia de sí; el c a m i n o
d e la interioridad pasa p o r el otro. Pero el otro n o tiene interés
p a r a m í sino en la m e d i d a en q u e es otro Yo, u n Yo-objeto p a r a
M í ; e, inversamente, en la m e d i d a en q u e él refleja m i Yo, es decir,
en t a n t o q u e yo soy objeto p a r a él. Por esta necesidad en q u e estoy
de n o ser objeto p a r a m í sino allá, en el O t r o , d e b o obtener del otro
el reconocimiento de m i ser. Pero si m i conciencia para sí debe ser
m e d i a d a consigo misma por otra conciencia, su ser-para-sí —y, por
consiguiente, su ser en general— depende del otro. T a l como a p a -
rezco al otro, tal soy yo. Además, puesto q u e el otro es tal q u e se
m e aparece y q u e m i ser d e p e n d e de él, la m a n e r a en q u e yo m e
aparezco a m í mismo —es decir, el m o m e n t o d e desarrollo d e m i
conciencia d e m í — d e p e n d e de la m a n e r a en q u e el otro se m e
aparece. El valor del reconocimiento d e m i por el otro d e p e n d e
del valor del reconocimiento del otro por mí. E n este sentido, en la
m e d i d a en q u e el otro m e c a p t a c o m o ligado a u n c u e r p o e inmerso
en la vida, yo mismo n o soy sino un otro. P a r a h a c e r m e reconocer
p o r el otro, d e b o arriesgar m i p r o p i a vida. Arriesgar la v i d a , en
efecto, es revelarse c o m o n o - l i g a d o a la f o r m a o b j e t i v a o a a l g u n a
existencia d e t e r m i n a d a ; c o m o n o - l i g a d o a la vida. Pero, a la vez,
persigo la muerte del otro. Q u i e r e d e c i r q u e q u i e r o h a c e r m e m e d i a r
p o r o t r o q u e sea s o l a m e n t e otro, esto es, p o r u n a conciencia de-
p e n d i e n t e c u y o c a r á c t e r esencial es el' d e n o existir sino p a r a otro.
E s t o se p r o d u c i r á e n el m o m e n t o m i s m o e n q u e arriesgue m i vida,
pues, e n la l u c h a c o n t r a el otro, h e h e c h o abstracción d e m i ser
sensible arriesgándolo-, el otro, al c o n t r a r i o , p r e f i e r e l a v i d a y la
libertad m o s t r a n d o así q u e n o h a p o d i d o p o n e r s e c o m o n o - l i g a d o a
la f o r m a o b j e t i v a . P e r m a n e c e , pues, l i g a d o a las cosas e x t e r n a s e n
g e n e r a l , se m e a p a r e c e y se a p a r e c e a sí m i s m o c o m o inesencial. Es
el Esclavo y y o soy el Amo; p a r a él, y o soy la esencia. Así a p a r e c e
la f a m o s a relación " A m o - e s c l a v o " q u e d e b í a i n f l u i r t a n p r o f u n d a -
m e n t e e n M a r x . N o h e m o s d e e n t r a r e n los detalles. Bástenos se-
ñ a l a r q u e el Esclavo es la V e r d a d del A m o ; p e r o este r e c o n o c i m i e n t o
u n i l a t e r a l y desigual es insuficiente, pues la v e r d a d d e su certeza d e
sí es p a r a el A m o conciencia inesencial; n o está, pues, cierto d e
serlo para sí e n t a n t o q u e verdad. P a r a q u e esta verdad se alcance,
será m e n e s t e r " u n m o m e n t o e n q u e el a m o h a g a respecto d e sí lo
q u e h a c e respecto del otro, y e n q u e el esclavo h a g a respecto del
o t r o lo q u e h a c e respecto d e sí" x . E n este m o m e n t o a p a r e c e r á la
conciencia d e sí e n general, q u e se reconoce e n o t r a s conciencias d e
sí y es i d é n t i c a a ellas y a sí m i s m a .
L a intuición genial d e H e g e l está e n h a c e r m e d e p e n d e r del o t r o
en mi ser. Y o soy —dice—• u n ser p a r a sí q u e n o es p a r a sí sino
p o r m e d i o d e otro. Así, pues, el o t r o m e p e n e t r a e n m i p r o p i o
meollo. É l n o p o d r í a ser p u e s t o e n d u d a sin d u d a r y o d e m í mismo,
p u e s t o q u e " l a conciencia d e sí es real s o l a m e n t e e n t a n t o q u e conoce
su eco (y su r e f l e j o ) e n o t r o " 2 . Y , c o m o la m i s m a d u d a implica
u n a conciencia q u e existe p a r a sí, la existencia del o t r o c o n d i c i o n a
m i t e n t a t i v a d e d u d a r d e ella, al m i s m o título q u e e n D e s c a r t e s m i
existencia c o n d i c i o n a la d u d a m e t ó d i c a . Así, el solipsismo p a r e c e
d e f i n i t i v a m e n t e f u e r a d e c o m b a t e . AI p a s a r d e Husserl a H e g e l ,
h e m o s c u m p l i d o u n progreso i n m e n s o : e n p r i m e r l u g a r , la n e g a c i ó n
q u e constituye al p r ó j i m o es directa, i n t e r n a y r e c í p r o c a ; después,
i n t e r p e l a y p e n e t r a a c a d a conciencia e n lo m á s p r o f u n d o d e su ser;

1
Fenomenología del espíritu, pág. 148, edición Cosson.
- Propedeutik, pág. 20, primera edición de las Obras Completa*.
el p r o b l e m a se p l a n t e a al nivel del ser íntimo, del Y o universal y
t r a s c e n d e n t a l ; d e p e n d o e n m i ser esencial del ser esencial del p r o -
jirno, y, lejos d e d e b e r oponerse m i ser p a r a m í a m i ser p a r a otro,
el s e r - p a r a - o t r o a p a r e c e c o m o u n a condición necesaria d e m i ser
p a r a mí mismo.
Sin e m b a r g o , esta solución, pese a su a m p l i t u d , pese a la riqueza
y p r o f u n d i d a d d e las visiones d e detalle e n q u e a b u n d a l a teoría
del A m o y el Esclavo, ¿ l o g r a r á satisfacernos?
C i e r t a m e n t e , H e g e l h a p l a n t e a d o la cuestión del ser d e las con-
ciencias. E s t u d i a el ser-para-sí y el ser-para-otro, y d a c a d a con-
ciencia c o m o e n c e r r a n d o la realidad d e la o t r a . P e r o n o es m e n o s
c i e r t o q u e ese p r o b l e m a ontológico q u e d a siempre f o r m u l a d o e n tér-
m i n o s d e conocimiento. E l g r a n m o t o r d e la l u c h a d e las c o n c i e n -
cias es el esfuerzo d e c a d a u n a p o r t r a n s f o r m a r su certeza d e sí en
verdad. Y sabemos q u e esta v e r d a d n o p u e d e alcanzarse sino e n
t a n t o q u e m i conciencia se h a c e objeto p a r a el otro, al m i s m o t i e m p o
q u e la del o t r o se h a c e objeto p a r a la m í a . Así, a la cuestión sus-
c i t a d a p o r el idealismo — ¿ c ó m o p u e d e el o t r o ser o b j e t o p a r a m í ? — ,
H e g e l r e s p o n d e p e r m a n e c i e n d o en el p r o p i o t e r r e n o del i d e a l i s m o :
si h a y u n Y o e n v e r d a d p a r a el c u a l el otro es objeto, ello se d e b e
a q u e h a y otro p a r a q u i e n el Y o es objeto. . T a m b i é n a q u í el conoci-
m i e n t o es m e d i d a del ser, y H e g e l ni siquiera concibe q u e p u e d a
haber u n ser-para-otro no reductible finalmente a u n &qu