El siguiente informe de lectura será realizado en base al texto de Julio Pinto Vallejos,
“Cien años de propuestas y combates. La historiografía chilena durante el siglo XX”. El autor
básicamente en esta obra analiza la evolución de la historiografía chilena en el siglo XX
destacando las escuelas surgidas y el sustento ideológico en el cual se afirman, que
principalmente son extranjeros, como en el nacionalista-conservador, de influencia
spengleriana o la segunda generación de historiadores, teniendo al materialismo histórico
(marxismo) como influencia, incluyendo a la escuela de los Annales.
Posteriormente Pinto expone sobre la siguiente escuela que surge terminando el siglo
XIX, la corriente nacionalista-conservadora. Esta escuela historiográfica surge comenzando
el siglo XX durante una época de apogeo económico, pero con un estado de ánimo que intuye
la crisis. Esto por la amenaza del poder oligárquico que caracterizó esta época, una riqueza
económica y material que se apoyaba sobre la débil base del modelo mono-exportador de
materias primas, una “paz” política que escondía corrupción e inoperancia administrativa y,
un creciente malestar social que desafiaba la pretendida “unidad nacional”3. Los intelectuales
e historiadores que analizaron y trabajaron durante este periodo y el denominado malestar
social fueron Enrique Mac Iver, Luis Orrego Luco, Nicolás Palacios, Alejandro Venegas y
1
Pinto, Julio, “Cien años de propuestas y combates: la historiografía chilena del siglo XX”. México:
Universidad Autónoma Metropolitana, 2006. P. 21
2
Ibíd. P. 21
3
Ibíd. P. 25
desde una posición de izquierda el reconocido Luis Emilio Recabarren. Bajo este clima se
configura así la primera escuela historiográfica del siglo XX, cuyo influjo ha sido
concluyente en toda la historia que vendría.
Esta escuela surge desde la cuestionada clase oligárquica y que si bien, compartía el
sentido nacionalista y elitista de los liberales, abandonaban y criticaban los ideales acerca del
individualismo, utilitarismo y laicismo que estos proyectan como los principales
responsables de la decadencia del país. Dentro de los cultores más destacados de esta escuela
se encuentran Alberto Edwards Vives, Francisco Encina y Jaime Eyzaguirre, siendo Edwards
una especie de fundador de dicho grupo. Su pensamiento se puede asociar y recibe la
influencia de Oswald Spengler (La decadencia de occidente) en cuanto considera la pérdida
del orden tradicional como un claro síntoma de la decadencia del mundo moderno4. Para
Edwards Chile es un caso especial en América Latina por la predominancia del elemento
“blanco”, que aseguro casi la ausencia de lucha entre conquistadores y conquistados, y por
la característica específicamente nacional del poder y orden jerárquico e institucional.
Considera que esta particularidad chilena es producto de una aristocracia mixta, burguesa y
consolidada que debido a sus características era la mejor preparada para dirigir los asuntos
del país5.
Los historiadores de esta escuela se deslizan desde los sectores obreros hasta los
partidos políticos como culmine de este proceso de asociación. La culminación de las
investigaciones de esta escuela se da con la obra de Luis Vitale, “Interpretación Marxista de
la Historia de Chile”. Por otra parte los estructuralistas se caracterizan por la orientación
academicista de sus investigaciones y de sus cultores, siendo menos militantes que la escuela
“marxista” clásica. Careció esta escuela de un escrito fundacional como lo fue “La Fronda
Aristocrática” de Edwards o el “Ensayo Critico del Desarrollo Económico y Social de Chile”
4
Pinto, Julio, “Cien años de propuestas y combates: la historiografía chilena del siglo XX”. México:
Universidad Autónoma Metropolitana, 2006. P. 29
5
Ibíd. P. 31
6
Ibíd. P. 39
7
Ibíd. P. 68
de Julio Cesar Jobet, lo más parecido a esto podría ser el libro de Sergio Villalobos “Historia
del Pueblo Chileno”.
8
Pinto, Julio, “Cien años de propuestas y combates: la historiografía chilena del siglo XX”. México:
Universidad Autónoma Metropolitana, 2006. P. 69
9
Ibíd. P. 101