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Estructura organizacional para la Innovación Tecnológica.

El caso de América
Latina *
Tatiana Láscaris Comneno
Universidad Nacional de Costa Rica, Costa Rica.

Resumen

La generación y utilización eficaz del conocimiento constituye un factor de desarrollo


económico de importancia creciente. Sin embargo, la sola existencia del
conocimiento no garantiza la innovación. La capacidad de una sociedad para
incorporar la ciencia y la tecnología como factores dinámicos para su progreso
depende de condiciones políticas, económicas y sociales que la ciencia misma no
puede crear. La competitividad que se sustenta en la capacidad de generar y
difundir el progreso técnico -competitividad estructural- se caracteriza como un
fenómeno cuya emergencia depende sistemáticamente de fenómenos de menor
nivel que se generan como resultado del funcionamiento de los sistemas educativo,
productivo, y de ciencia y tecnología, de las interrelaciones entre ellos, y de su
interacción con el resto del sistema social. En este trabajo se profundiza en la
caracterización de las condiciones estructurales que deben darse para la
emergencia de la competitividad. Cuatro niveles de análisis de la estructura de la
economía social -los niveles micro, meso, meta y macro- son considerados. La
articulación orgánica y de orden estructural que debe darse entre los sistemas
productivo, educativo, y de investigación y desarrollo se conceptualiza y “diseña” en
el nivel meso, y se operacionaliza en el nivel micro. Las acciones conjuntas en los
niveles meso y micro son posibles gracias a condiciones adecuadas en los niveles
macro y meta. Para cada uno de los niveles considerados se sugieren políticas y
estrategias cuya operacionalización es necesaria para garantizar las relaciones de
orden estructural que deben darse al interior de cada nivel, y entre niveles, en un
esfuerzo por contribuir a la clarificación de la estructura organizacional requerida
para viabilizar la innovación tecnológica. Se propone una definición de economías
desarrolladas, subdesarrolladas y en vías de desarrollo, como parte del marco de
análisis de situaciones particulares a la luz del modelo propuesto. Se presenta una
primera valoración general sobre la situación de la innovación tecnológica en
América Latina.

Palabras clave: competitividad estructural, innovación tecnológica, innovación


tecnológica en América Latina
1. Introducción
Las economías más avanzadas basan su barrera de competitividad cada vez en
mayor grado en la generación y utilización eficaz del conocimiento. La investigación
científica y tecnológica, en su calidad de actividad generadora de conocimiento, es
un componente esencial de la competitividad económica. Sin embargo, la aplicación
social de este conocimiento depende de diversos aspectos y condiciones que ni la
ciencia ni la tecnología por sí mismas pueden crear.

La generación en un país de fuentes perdurables de ventaja comparativa en relación


con otros países debe sustentarse en una estrategia de desarrollo basada en
conocimiento científico moderno, que visualice la participación en la dinamización
de la frontera de la innovación como un elemento fundamental de dicha estrategia.
Por lo tanto, debe fundamentarse sobre un conjunto de políticas que favorezcan el
desarrollo de capacidades científico-tecnológicas endógenas, así como la inserción
y asimilación de éstas de manera efectiva en la economía como elemento clave de
fortalecimiento del sector productivo. Condiciones estructurales determinadas son
necesarias para hacer esto posible.

2. Innovación Tecnológica y Competitividad

La innovación tecnológica integra la aplicación del conocimiento a la economía. La


construcción de capacidad permanente de innovación tecnológica es una condición
de viabilidad para la sostenibilidad de la competitividad de un país. La capacidad
tecnológica de un país es un elemento estratégico de su plataforma de
competitividad. Una empresa, un país o un sector industrial tiene capacidad
tecnológica (Ávalos, 1994, p.441) cuando puede disponer y hacer uso adecuado de
las tecnologías que requiere para desempeñarse de manera competitiva en el
mercado; es decir, si está en condiciones de generar (inventar e innovar) y/o adoptar
las innovaciones tecnológicas que le permiten realizar cada vez mejor sus
actividades de producción.

Se trata entonces de generar competividad auténtica o estructural (CEPAL, 1995,


p.24), o competitividad sistémica (Esser, 1999), es decir, competitividad
internacional basada en elevación de la productividad y de las remuneraciones con
sustento en modernización científica y progreso tecnológico. Esto, como alternativa
a una estrategia de mayor inserción internacional sustentada en una producción
para la exportación basada en mano de obra barata, devaluaciones sucesivas de la
moneda, y/o sobreexplotación de recursos naturales, referida como competitividad
espúrea (CEPAL, 1992, pp.31-32). Los países y los gobiernos juegan un papel
importante en las orientaciones que promuevan uno u otro de estos dos tipos de
competitividad (Garnier, 1998, pp.134-135).

3. Desarrollo, Subdesarrollo y Estructura de la Economía

El abordaje del papel de la ciencia y la tecnología en el desarrollo económico, y de


la dinámica de la economía del conocimiento, debe efectuarse desde una
perspectiva de unificación y coherencia en relación con la problemática global del
desarrollo. No deben dejarse de lado los elementos comunes a los objetivos de largo
plazo que mueven a los países, aunque las estrategias para alcanzarlos dependan
de sus problemáticas particulares. El análisis de qué es lo que hace que en los
países desarrollados los efectos del progreso técnico se transmitan casi
automáticamente al resto de la economía, en tanto que esto no ocurre en el
subdesarrollo, es de una importancia fundamental, y debe efectuarse en el marco
de una teoría del subdesarrollo que sea al mismo tiempo económico-social y
científico-tecnológica.

La estructura y organización de una economía está en relación directa con la


capacidad de un país de aplicar en gran escala la ciencia a la producción. El modelo
de actividad en ciencia y tecnología en los países desarrollados supone una
articulación orgánica entre las actividades de investigación y desarrollo, y las de
innovación (Licha, 1994, p.380).

Existen grandes diferencias estructurales y organizacionales entre las economías


más y menos desarrolladas. La presión o demanda sobre la ciencia en los países
desarrollados, lo mismo que la capacidad para usarla en la producción, están
asociados con factores estructurales de la economía. La organización económica
existente en los países subdesarrollados no crea presión sobre la ciencia y la
tecnología y deja poco espacio para su aplicación. Los problemas estructurales y
organizacionales de la economía tienen una influencia decisiva sobre la capacidad
de uso de la ciencia y la tecnología, y están en la base de un desarrollo de la
investigación científica débil en relación con la producción, e incluso de la limitada
incorporación de tecnologías del exterior (Herrera, 1971, pp.105-106).

Comúnmente se admite a los siguientes tres elementos como integrando una


caracterización del desarrollo: La capacidad de satisfacer las necesidades de las
mayorías, la capacidad de producir los medios para satisfacer esas necesidades y
la capacidad de crear los medios de producción para producir (Mari, 1989, pp.223-
226). En este marco, el subdesarrollo está entonces caracterizado por la ausencia
de alguno o varios de estos tres elementos. Lo característico del subdesarrollo son
los desbalances estructurales que se derivan de esta situación. Bajo este enfoque,
una economía subdesarrollada se caracteriza por una estructura desequilibrada
debido a la carencia de alguno de los tres elementos citados.

4. Niveles de la Economía Social


Los aspectos de estructura relativos a la competitividad y a la organización de la
producción han sido desarrollados por algunos autores sobre la base de tres y
cuatro niveles (Katz, 1998, pp.255-284) y (Esser, 1999, pp.62-84), respectivamente.
Además de los niveles microeconómico y macroeconómico usualmente
considerados para el estudio de la economía, ambos autores consideran un nivel
intermedio entre ambos, el mesonivel, que incluye las estructuras de articulación de
sectores específicos de actividad, actores sociales y Estado. Esser agrega un cuarto
nivel: el metanivel, que se refiere a factores como capacidad para la integración y
estrategia social. Estos aspectos están de alguna manera considerados por Katz en
el macronivel, al incluir en éste las normas y hábitos de conducta de la sociedad.

Se propone una generalización de dichos niveles (Láscaris-Comneno, 2000,


pp.130-132), de modo que el análisis de tipo sistémico y relacional de la innovación
se efectúe en el marco de cuatro niveles estructurales de la economía social:

Nivel micro: se refiere al plano de los agentes individuales integrados al interior de


los sectores de investigación y desarrollo, educativo, y productivo, como empresas,
universidades y centros de investigación.
Nivel meso: referido a la dimensión que integra: Tanto de la estructura de
articulación entre estos tres sectores, actores sociales y gobierno,como del soporte
al desempeño de los agentes del nivel micro de cada uno de los sectores.
Nivel macro: engloba el ámbito de la planificación, las políticas, las estrategias y
marcos regulatorios que, en relación al tema en estudio, apunten a la construcción
de la plataforma de gestión y sostenibilidad de la competitividad con base en el
conocimiento. En este nivel el gobierno genera las condiciones que cada sector
específico requiere para desempeñar su función en la construcción de la
competitividad.
Nivel meta: nivel que incorpora, fundamentalmente, al capital social del país,
incluyendo factores como capacidad de integración y estrategia social.
Hay interconexión al interior de, y entre, los cuatro niveles. Todos inciden
mutuamente entre sí, y en muchos casos de manera determinante. En particular, el
comportamiento e interrelaciones que se dan tanto al interior de cada uno de ellos,
así como entre niveles, inciden fuertemente en el comportamiento tecnológico e
innovativo.

5. Carácter sistémico de la creación, adaptación y asimilación de conocimiento

El núcleo de la estrategia de desarrollo económico de un país consiste en la fusión


de la corriente que genera conocimiento científico moderno con la evolución –
usualmente continua, a veces con una discontinuidad importante- de la base
tecnológica de la producción (OCDE, 1992). Esta integración es discriminativa,
altamente selectiva, y a menudo acumulativa sobre la base tecnológica tradicional
(Nelson y Winter, 1977), (Dosi, 1983), (Dosi, 1988), (Cassiolato, 1994).

Factores estructuralmente relacionados con los fines y elementos organizativos de


los sistemas educativo, económico, político, del gobierno y de la organización
institucional -además, por supuesto, del sistema científico y tecnológico- inciden
directamente en la posibilidad de hacer efectivo el vínculo entre el conocimiento
científico-tecnológico y la base productiva de una economía (Láscaris-Comneno,
2000, pp.112-133). El foco de la política se centra en la interrelación entre las
instituciones y en los procesos interactivos que deben darse para dar lugar a la
creación, difusión y aplicación del conocimiento (OCDE, 1996, p.134). La difusión
de cualquier tipo de innovación implica interacción entre fuerzas tecnológicas,
organizativas, económicas, sociales y políticas que condicionan y proporcionan el
entorno necesario para que pueda prosperar la innovación (Cassiolato, 1994,
p.280).

El capital social en la sociedad civil se ubica en las relaciones formales fuera del
aparato político formal y del sector empresarial. Se asume ser proporcional a la
densidad de las relaciones entre ciudadanos. Hay diferentes niveles de capital social
y su presencia debe estar balanceada: alcanzar demasiado uno de ellos y
demasiado poco del otro puede mermar la capacidad de desarrollo del sistema
(Woolcock, 1998; en Lundvall, 1999, pp.4-6).

Un conjunto básico de relaciones estructurales estratégicas entre diversos


componentes y sectores del sistema social reviste el carácter de condición de
viabilidad para la efectividad de la innovación. La interacción eficiente entre éstos
es condición necesaria para fundamentar un desarrollo económico sostenible, ya
que ninguno de los sectores por sí solo puede sustentar una base productiva
fundamentada en progreso tecnológico. La no eficacia de alguna de estas
relaciones, o el incumplimiento de los fines de alguno de los sectores o sistemas
involucrados, afecta a los otros con los cuales está vinculado, y con ello, al
desarrollo económico como proceso integral (Láscaris-Comneno, 2000, p.136-137).

La identificación y caracterización de los vínculos estructurales requeridos, así como


de los factores y condiciones que inciden negativamente en su existencia o
efectividad, permitirá visualizar a partir de ellos políticas y estrategias que apunten
a la superación de las fallas o problemas que en la práctica atentan contra la
articulación estructural deseada.

6. Sistema de generación y asimilación de conocimiento

Se parte de la consideración de que la competitividad sistémica surge del


funcionamiento eficaz del Sistema de Generación y Asimilación del Conocimiento -
subsistema del Sistema Social- definido (Láscaris-Comneno, 2000, p.132-133) a
partir de los siguientes componentes:

Los elementos del sistema, que son las instituciones y organizaciones


(universidades, institutos de investigación, empresas, ministerios) de los sectores
educativo, científico y productivo.
La dinámica del sistema, es decir, el patrón de flujos y de interacciones entre los
elementos del sistema. Se propone sobre la base de interrelaciones de carácter
sistémico que deben cumplirse en un país para garantizar que conocimiento
apropiado se constituya en un factor de competitividad productiva. A este patrón se
le denominará situación estructural deseada.
El sistema está integrado por subsistemas de los sistemas educativo, productivo, y
de investigación y desarrollo. Estos subsistemas presentan una interacción e
interdependencia tal que del funcionamiento eficaz de cada uno de ellos depende
la posibilidad de funcionamiento eficaz de los demás, y consecuentemente, del
Sistema de Generación y Asimilación del Conocimiento en su conjunto, el cual es
un sistema científico-educativo-productivo.

El funcionamiento del sistema genera fenómenos, acciones, actividades y productos


que integran el proceso de generación del conocimiento y de su asimilación por
parte del sector productivo. La “generación de conocimiento” y la “asimilación de
conocimiento” son funciones sustantivas del sistema:

Por generación de conocimiento se hace referencia a los procesos de creación de


conocimiento, que fundamentalmente son de dos tipos: 1. Generación local de
conocimiento mediante actividades de investigación y aprovechamiento de los
conocimientos autóctonos, y 2. Adaptación de conocimiento disponible en otros
lugares del mundo.
Por asimilación de conocimiento, en el contexto aquí analizado, se hace referencia
a la integración o incorporación del conocimiento al proceso productivo.
7. Una caracterización de las condiciones de emergencia de la competitividad
estructural

El análisis de las incidencias e interrelaciones que deben tener lugar entre diversos
sistemas para dar origen a la competitividad estructural -a saber, la competitividad
que se sustenta en la capacidad de generar y difundir el progreso técnico, y de
incorporarlo al sistema productivo- permite aproximar una caracterización de las
condiciones de emergencia de la competitividad estructural o sistémica en los
siguientes términos:

“La competitividad estructural es una propiedad emergente que depende


sistemáticamente de fenómenos de menor nivel que se generan como resultado del
funcionamiento de los sistemas educativo, de ciencia y tecnología, y productivo, de
las interrelaciones entre ellos, y de su interacción con el resto del sistema social.”
(Láscaris-Comneno, 2000, p.255):

La competitividad estructural es un fenómeno complejo que resulta de la dinámica


de estos sistemas y sectores entre sí y con el entorno. El cumplimiento de los
requerimientos en cada uno de los niveles, y la adecuada interrelación entre ellos la
incrementa. Su emergencia depende del patrón de flujos e interacciones entre las
funciones de los sistemas, así como de las propiedades intrínsecas de los
componentes de éstos y de los del entorno.

La generación y asimilación del conocimiento requiere de una interacción dinámica


entre sistemas y entre niveles. El funcionamiento eficaz de cada uno de los sistemas
-productivo, de investigación y desarrollo, y educativo- en los cuatro niveles micro,
macro, meso y meta es necesario para el desempeño óptimo del Sistema de
Generación y Asimilación del Conocimiento, pero no suficiente. Aún cuando se
garantizara el funcionamiento óptimo de cada uno, la competitividad estructural no
emergería en ausencia de determinados principios interactivos entre ellos.

El factor más importante para hacer efectiva la interconexión en y entre niveles es


el deseo de dialogar entre actores. Esto conduce a la combinación de energías, a
una movilización conjunta del potencial creativo de la sociedad y, en presencia de
un adecuado –y también necesario- liderazgo, a la ejecución conjunta de estrategias
de logro de objetivos comunes.

La responsabilidad de conducir el proceso de desarrollo de competitividad es del


gobierno. Esto incluye el velar por el establecimiento de las condiciones y los
mecanismos adecuados que favorezcan la interacción y articulación requeridos.

8. Estructura organizacional para la Innovación Tecnológica

El Sistema de Generación y Asimilación de Conocimiento propiamente dicho -cuyo


funcionamiento eficaz favorece la innovación tecnológica- se inscribe en los niveles
meso y micro de la economía social en función de las siguientes consideraciones:

Adquiere identidad como tal en el nivel meso, nivel en el cual se conceptualiza y


“diseña” la articulación orgánica y de orden estructural que entre los sectores
educación, I&D y productivo debe darse.
Se operacionaliza en el nivel micro de cada uno de estos tres sectores -nivel que es
a su vez parte integrante del Sistema- así como en interrelaciones entre los tres
sectores en este nivel. El funcionamiento del nivel micro de cada sector depende
tanto de la fortaleza y organización del respectivo sector como de sus
interrelaciones estructurales con el resto del sistema.
Su funcionamiento eficaz deriva de acciones conjuntas en los niveles meso y micro;
las cuales son posibles gracias a condiciones adecuadas en los niveles macro y
meta.
En síntesis, los vínculos de orden estructural que garanticen las condiciones
mínimas necesarias para que cada uno de los sectores contribuya en lo que le
corresponde al logro del objetivo común de consolidar un sector productivo
sustentado en progreso tecnológico se presentan en el contexto de los cuatros
niveles: en, y entre, los niveles micro y meso, aquellas interrelaciones al interior del
sistema; en el entorno del sistema, es decir, en los niveles macro y meta; y entre el
sistema y el entorno, involucrándose aquí los cuatros niveles. Lo tecnológico es una
dimensión presente en toda la estructura que es, a la vez, económica, social y
tecnológica.

El fenómeno autocatalítico de emergencia de la competitividad –que se hace


efectivo en los niveles meso y micro de la economía social, determinado por
condiciones en los niveles macro y meta- surge como resultado de factores
integrados en las siguientes dos dimensiones:

La fortaleza y adecuado funcionamiento de los sistemas educativo, de ciencia y


tecnología, y productivo
La dinámica de flujos e interacciones entre dichos sistemas, y de éstos con su
entorno en el sistema social.
9. Condiciones y políticas generales para la competitividad estructural, por niveles

Hacer operativas de manera efectiva las dos dimensiones señaladas requiere de la


formulación y ejecución de políticas y estrategias específicas que de manera
general se señalan.

9.1. Nivel Meso: La construcción y consolidación de una estructura eficiente de


instituciones y de una capacidad de interacción cercana entre los actores públicos
y privados pasa por la formulación y ejecución de políticas de desarrollo por sector
-en respuesta a orientaciones precisas de una estrategia nacional de desarrollo
económico y social- complementadas con políticas de articulación entre la actividad
de los sectores y de apoyo operativo a su acción.

9.1.1. Una sola política de desarrollo económico integradora

Los sectores de educación y de ciencia y tecnología constituyen ejes fundamentales


en el proceso de construcción de la competitividad productiva. De ahí que la Política
de Ciencia y Tecnología, la Política de Educación y la Política Industrial deben ser
parte integral de las Políticas Nacionales de Desarrollo, y encontrar en ellas su
marco de articulación alrededor de objetivos comunes. La prioridad de cada uno de
los tres sectores debe ser manifiesta y categórica.
9.1.2. Políticas de desarrollo por sector

Debe haber políticas de fortalecimiento de cada uno de los tres sectores, que
integren las condiciones de consolidación y sostenibilidad de su desarrollo
intrínseco, en función de su naturaleza específica, lo cual necesariamente implica
una planificación de largo plazo. La articulación de las políticas sectoriales en el
marco de los objetivos del desarrollo económico posibilita el desarrollo de
competencias específicas, que se hacen efectivas en el nivel micro.

Una cultura de cumplimiento eficiente de responsabilidades y de rendición de


cuentas complementa lo anterior. Una estrategia de seguimiento y evaluación de
resultados para introducir correcciones y garantizar eficacia en los procesos debe
implementarse cuidadosamente.

9.1.3. Estrategias de articulación intersectorial

La existencia misma del Sistema de Generación y Asimilación del Conocimiento


depende de los mecanismos y estrategias que se conciban para hacer real la
articulación necesaria entre los sectores. Estos mecanismos responden a políticas
definidas en el nivel meso, y son implementados mediante la labor conjunta de entes
del nivel micro al interior de los sectores o entre sectores, y en permanente
interacción con el nivel meso.

Entre otras, las siguientes son estrategias posibles de articulación:

Esquemas explícitos y realistas de incentivos deben sustentar las estrategias de


articulación intersectorial, y aún las de integración intrasectorial. En caso contrario,
no funcionarán.
Creación de espacios eficaces de interacción universidad/industria
Ejecución de programas intersectoriales, alrededor de temáticas como la educación
continua, la formación a nivel de posgrado.
Apoyo a las necesidades comunes de grupos de empresas de naturaleza afín. Esto
incluye acciones conducentes al fortalecimiento de su base tecnológica, y mejores
estrategias de acceso a los bienes de capital.
Integración de los investigadores nacionales alrededor de temáticas de interés para
el desarrollo nacional, así como integración de científicos y tecnólogos a redes
internacionales.
Integración de investigadores y empresarios, con un enfoque temático, tanto en
áreas de frontera como en investigación “genérica” o “precompetitiva”.
9.1.4. Estrategias de soporte operativo al nivel micro

Además de las iniciativas que favorezcan la articulación, en el nivel meso deben


visualizarse las estrategias que proporcionen apoyo logístico a la operación de las
instituciones en el nivel micro de los sectores. Esto contempla, entre otras:

Estrategias conducentes a la racionalización en el uso de los recursos.


Viabilización del acceso a financiamiento para proyectos en un sector, o
intersectoriales.
Apoyo al sector industrial en lo referente a la tramitación de permisos e
inscripciones.
Acceso -a costos apropiados- a infraestructura moderna.
Construcción de capacidad por sector.
9.1.5. Esquemas organizacionales

Al integrar los esquemas organizativos y de control de cada uno de los sectores


productivo, educativo, y de ciencia y tecnología, la estructuración del Sistema de
Generación y Asimilación del Conocimiento debe buscar un balance entre los
ámbitos y niveles de toma de decisión de cada uno de los subsistemas involucrados,
incluyendo los requerimientos de los objetivos que se persiguen para consolidar el
desarrollo económico. Esto se traduce en lograr construir una situación de
compromiso en torno al papel esperado de parte de cada sector para el logro de los
objetivos comunes.

Esta realidad exige, más que grandes organizaciones de tipo formal, del liderazgo
y de la capacidad de balancear los intereses específicos de cada sector con los
intereses comunes. La estructuración de esta dimensión descansa
fundamentalmente en la habilidad de un gran número de actores para organizar y
desarrollar estrategias y capacidad de interacción entre los actores involucrados,
públicos y privados.
El trabajo en redes constituye la estrategia operativa fundamental para articular y
compatibilizar los diversos patrones que se contraponen en el nivel, y también para
hacer operativa la interacción de este nivel meso con los demás niveles. Para ello,
la capacidad de coordinación a nivel horizontal, en combinación con las estructuras
jerárquicas de cada sector, es vital.

La efectividad de las estrategias sobre las cuales descansa el funcionamiento al


interior del nivel meso, así como la interacción éste con los demás niveles, descansa
en la capacidad de organización y de integración social. En consecuencia, la
viabilidad operativa del Sistema de Generación y Articulación del Conocimiento está
determinada por las calidades del capital social, en el meta nivel.

9.2. Nivel Micro

Los agentes individuales por sector específico requieren apoyos diferenciados en


las estrategias de fortalecimiento de su base tecnológica, en el marco de las
definiciones del desarrollo económico. Esta estrategia debe incorporar claramente
mecanismos de presión por alcanzar niveles crecientes de competitividad.

Los tres sistemas que se han articulado funcionalmente en el nivel meso presentan
en el nivel micro fuertes interrelaciones horizontales entre sí, tanto intra sectores
(por ejemplo, entre universidades, o entre empresas) como intersectoriales (por
ejemplo, universidad/empresa).

El cumplimiento de las estrategias y políticas definidas en el nivel meso -que


incluyen, como se ha indicado, estrategias de desarrollo por sector, de articulación
entre la actividad de los sectores, y de apoyo operativo a su acción- permite hacer
efectivos en el nivel micro:

La generación de conocimiento científico-tecnológico que responda a


requerimientos de la dinámica productiva.
El proceso de aprendizaje por parte de las empresas, que resulta indispensable
para la asimilación del conocimiento.
La formación del recurso humano requerido por los procesos de producción y de
generación de conocimiento.
9.3. Nivel Macro

El funcionamiento eficaz del nivel macro está fuertemente determinado por el


desempeño nacional en el nivel meta. A su vez, la acción acertada en este nivel
constituye un factor fundamental para el éxito de las acciones específicas en los
niveles meso y micro.

En el nivel macro se deben definir claramente los criterios de competitividad a


aplicar, así como las estrategias que conduzcan a la aplicación de dichos criterios.
Esto incluye, entre otros mecanismos, la liberalización selectiva de importaciones,
así como la intervención estatal diferenciada de protección a sectores específicos -
en el marco de definiciones explícitas de una estrategia de desarrollo económico-
descartando en todo momento el proteccionismo que aisla a la industria de la
verdadera competencia internacional, y exigiendo crecientes y reales niveles de
competitividad internacional.

Este nivel abarca el ámbito de los marcos regulatorios, la planificación, y de las


políticas y estrategias que, sobre criterios muy claros de competitividad, apunten a
la construcción de la plataforma de gestión y sostenibilidad de la competitividad con
base en el conocimiento.

El gobierno en este nivel debe diseñar las políticas cuya ejecución se traduzca en
condiciones que requieren los sectores para desempeñar su papel en la
construcción de la competitividad.

9.4. Nivel Meta

Dada la importancia del capital social y de factores como capacidad de integración


y estrategia social, el trabajo en equipo y la articulación de esfuerzos alrededor de
objetivos de bien común constituyen un factor indispensable para la innovación, ya
que favorecer el trabajo y la organizaciones en red.
En el nivel meta se forma la estructura social que complementa la formación de la
estructura económica. En particular, se favorece tanto el trabajo en red y la
coordinación horizontal como la integración social que posibilita al Estado hacer uso
de su potencial y cumplir su función conductora del proceso nacional de desarrollo
de la competitividad.

La educación es parte del capital social siendo a su vez en la estrategia más fuerte
de construcción de esa capacidad social. Para ello se debe imprimir un fuerte
énfasis en la formación de calidades y aptitudes que apunten a la cohesión e
integración social en todos los niveles de los programas educativos. Las normas y
hábitos de conducta de la sociedad, así como sus valores culturales, integran
también el acervo de capital social.

En la figura siguiente se sintetizan los principales factores y relaciones


determinantes de la competitividad estructural, así como una referencia a las
políticas cuya ejecución los harían viables.

10. Economías desarrolladas, subdesarrolladas, y en vías de desarrollo

El modelo desarrollado en el presente trabajo parte del supuesto de que para que
tenga lugar la emergencia de la innovación tecnológica en una economía, deben
tener lugar de manera efectiva los diversos componentes que integran el modelo, a
saber, tanto sistemas de I&D, productivo, y educativo consolidados, como una
adecuada dinámica de interrelaciones al interior de cada sistema y entre los
sistemas.

Aunque ninguno de estos componentes es suficiente por sí mismo, cada uno de


ellos es necesario para viabilizar un desarrollo económico sustentado en una
capacidad sostenida de innovación tecnológica. Consecuentemente, la carencia en
un país de al menos uno de estos componentes hará que -en el actual contexto de
la economía mundial- no se le pueda catalogar como “país desarrollado
económicamente”. Por otra parte, la ausencia de estrategias específicas que
conduzcan a la superación de estas limitaciones impide catalogar al país como un
“país en vías de desarrollo”.

Es en este contexto que la aplicación del modelo para valorar experiencias


específicas de países o regiones se efectuará a la luz de las siguientes definiciones:
País desarrollado económicamente:

País cuyos sistemas educativo, de I&D y productivo exhiben fortaleza,


funcionamiento eficaz, y adecuada organización al interior del sistema o sector; a
su vez presenta relaciones de articulación orgánica y estructural entre dichos
sistemas, y de éstos con su entorno.

País subdesarrollado económicamente:

País que exhibe la carencia de al menos uno de los componentes -tanto en relación
a la integridad y fortaleza de los tres sistemas considerados, como a la dinámica de
interacción entre ellos- que, en el actual contexto de la economía mundial,
caracterizan a una economía desarrollada.

País en vías de desarrollo económico:

País no desarrollado económicamente que, sobre un señalamiento preciso de las


limitaciones que lo caracterizan como tal, formula y ejecuta una estrategia de
modernización que contempla explícitamente la superación en el mediano plazo de
las debilidades estructurales que inhiben su progreso.

11. Apreciaciones generales sobre el caso de América Latina.

Seguidamente se aproxima una valoración de la situación de América Latina en


cuanto a su avance hacia el logro de competitividad con fundamento en capacidad
sostenida de innovación tecnológica. Este análisis se aborda sobre un perfil de la
dinámica de evolución del sector industrial latinoamericano desde el período de
sustitución de importaciones, y en el contexto del actual marco de liberalización
económica. La valoración de los factores de importancia estratégica -tomando como
referente el modelo relativo a la emergencia de la innovación tecnológica que se
presenta en este trabajo- aportará elementos de juicio importantes acerca de la
dirección hacia la cual se dirige la industria latinoamericana, de seguir con su actual
dinámica evolutiva.
11.1. Caracterización de la Estructura Productiva en América Latina y de su
Relación con el Progreso Tecnológico

La visualización del derrotero que a partir de 1980, en el marco de la liberalización


económica y hasta la fecha, se perfila en el sector industrial latinoamericano, así
como la comparación de la situación de este período cn el de la sustitución de
importaciones, posibilita establecer las diferencias más sobresalientes, así como
algunas similitudes, que permiten aproximar tendencias en la dinámica de evolución
de la industria latinoamericana.

11.1.1. Período de la industrialización sustitutiva

Los siguientes rasgos marcaron, entre otros, la organización industrial de esta


época:

Ausencia del sector productor de medios de producción. El patrón de


industrialización seguido por la región durante este período tuvo como
consecuencia una articulación productiva muy precaria en los países de América
Latina traducida, en la práctica, en la ausencia del sector productor de medios de
producción, o de bienes de capital. Aún cuando en los países de mayor tamaño
existe una producción cuantitativa notable, el contenido de “creatividad endógena”
de esos bienes es mínima. Las causas del retraso de este sector pueden
sintetizarse (Fajnzylber, 1989: 173-177) en:

Un patrón de industrialización que estimulaba -copiando en esto los modelos


aplicados en los países desarrollados- la producción de bienes de consumo no
duraderos primero, duraderos e intermedios después, sacrificando con ello el
desarrollo de la fabricación local de maquinaria y equipo, que en su fase inicial
habría significado un encarecimiento del costo de la inversión. El nivel de protección
otorgado a la industria de bienes de capital fue más bajo que el otorgado al resto de
la actividad industrial.
Carencia de demanda de bienes de capital por parte de los usuarios (empresas
públicas, subsidiarias locales de empresas transnacionales, y empresas privadas
nacionales), que veían favorecida, bajo esquemas diversos, la importación de
bienes de capital.
Fajnzylber señala que, aceptando la hipótesis de que el desarrollo tecnológico en
buena medida se incorpora en la industria de bienes de capital, “debe concluirse
que la debilidad que en el ámbito tecnológico se observa en los países de la región
está asociado al rezago del sector productor de bienes de producción” (Fajnzylber,
1989: 177). Es decir, la carencia de demanda de bienes de capital se traduce a su
vez en ausencia de presión de demanda de capacidad investigativa y desarrollo
tecnológico.

Comportamiento tecnológico en el sector público. El modelo de sistema innovativo


que emerge en el área pública de la economía latinoamericana -sustentado en una
vasta infraestructura científico-tecnológica del Estado- es altamente fragmentado,
carente de profundidad y poco interactivo con la sociedad en su conjunto. Parte de
la explicación a este hecho proviene de los hábitos de comportamiento y de los
estilos de trabajo que fueron adoptando el conjunto de instituciones de I&D del
ámbito público, que presentaron como un rasgo compartido el dar origen, gradual e
imperceptiblemente, a una cultura de funcionamiento y una mecánica disciplinaria
basada en jerarquías, reglas de antigüedad en el cargo y rutinas burocráticas de
gestión en el gasto, más que en indicadores de resultados y en premios y castigos
asociados al cumplimiento de objetivos; este modelo, ante ausencia de incentivos
que premien eficiencia y eficacia, tiende a derivar en comportamientos jerárquico-
burocráticos que atentan contra el desempeño institucional. En el caso de la I&D, el
esfuerzo científico-tecnológico -más allá del éxito que sin duda se obtuvo en
numerosos programas individuales- sólo alcanzó, en calidad de fuente del cambio
tecnológico incorporado por el aparato productivo local, un papel subsidiario (Katz,
1998: 264-269).

La ausencia de esquemas de incentivos desestimuló la interacción del sistema


innovativo con su entorno social.

El proteccionismo. Una característica del patrón de industrialización de América


Latina es la elevada protección que ha amparado el crecimiento industrial. El
proteccionismo constituía durante esos años la regla general a escala mundial.
Constituye un rasgo común entre las economías latinoamericanas y, por ejemplo, el
Japón, país que logró los resultados más notables en la industrialización de la
posguerra y los países del sudeste asiático, los cuales de igual manera han tenido
un desempeño industrial asombroso. Sin embargo, hay diferencias fundamentales
en la conceptualización de proteccionismo aplicada, en cuanto al contenido de la
industrialización, a los agentes que rigen ambos procesos, y a la perspectiva de
selectividad y temporalidad que define a cada una de ellas. (Fajnzylber, 1989: 178-
179) y (Lall, 1997: 4-19).
En el caso de Japón la estrategia proteccionismo favorecía un proceso de
aprendizaje que preparaba a las industrias para penetrar en los mercados
internacionales; es decir, la protección estaba al servicio de una estrategia
concebida por agentes internos y orientada a la conquista futura del mercado
internacional. Los tres países del sudeste asiático también aplicaron una filosofía de
proteccionismo para el “aprendizaje”: Los gobiernos promovieron estrategias
intervencionistas para profundizar el nivel de industrialización mediante la
profundización tecnológica, con el fin de que las empresas locales llegaran a liderar
su esfuerzo exportador. Hubo estrategias claras para proporcionar a las industrias
nacientes el espacio que requerían para el desarrollo de sus capacidades y para
evitar los efectos contraproducentes que genera el proteccionismo implementando
estrategias fuertes y agresivas -tanto de incentivos como de presiones- a la
exportación y a enfrentar de lleno la competencia internacional.

Desde una perspectiva muy diferente, en América Latina durante la época de


sustitución de importaciones se protegió a la “industria naciente” manteniéndola en
un mercado cautivo gracias a barreras arancelarias y cuotas de importación para
protegerla de la competencia exterior, y sin hacer ningún esfuerzo serio para crear
en esos períodos de protección las condiciones necesarias para desarrollar una
industria basada en su propia capacidad de innovación tecnológica (Herrera, 1971;
en Cairo, N. et al, 1986: 95).

Esto señala la aplicación en el nivel macro de la economía social de criterios de


competitividad espúrea, los cuales inhiben la dinámica sinérgica de interacción
intersectorial que se requiere para favorecer la emergencia de la competitividad
estructural

Atraso crónico de la ciencia en América Latina. La capacidad de investigación de


toda América Latina representa entre el 1% y el 2% de la capacidad mundial. El
problema del atraso científico-tecnológico en los países en vías de desarrollo y sus
posibles causas es tema de permanente discusión y análisis en foros diversos. Parte
de la explicación a este hecho se sustenta en la valoración -lamentablemente muy
extendida, a veces aceptada de manera explícita, y más frecuentemente, tácita- de
que el hacer ciencia y tecnología de calidad está reservado, a veces parece casi
que por definición, a los países desarrollados.

Otros factores de seguro inciden en este problema. Una insuficiente inversión en


I&D impacta los esquemas de producción latinoamericanos. En términos de
porcentaje del producto, el gasto en ciencia y tecnología ha sido siempre
relativamente bajo en América Latina. Aún en los países grandes su significación
normalmente no ha superado la mitad de un punto porcentual del PBI, lo que se
ubica en el entorno de un quinto de la cifra pertinente para los países de la OECD,
Corea o Taiwan.

Sin embargo, la escasez de recursos económicos para financiar el progreso


científico-tecnológico es sólo una parte de la respuesta. En el caso de América
Latina, la razón de fondo reside en la poca prioridad política asignada en estos
países a la ciencia y la tecnología, la cual es a su vez la causa de la baja asignación
de fondos para I&D. Esta actitud tiene su fundamento, entre otros, en:

El simple desconocimiento de -y la consiguiente ausencia de valoración de- las


posibilidades reales derivables de una sólida capacidad científico-tecnológica, a lo
que Abdus Salam llama “la ceguera del tercer mundo” (Salam, 1981; en Hassan, Z
y Lai, C., 1984: 118-127). Esto sustenta en los industriales de los países no
desarrollados la percepción de que la estrategia adecuada para propulsar el
crecimiento económico es la importación de tecnología. Sin embargo esta
estrategia, aunque en el corto plazo puede ser rentable, no lo es en el largo plazo.
La falta de la voluntad política requerida para supeditar los intereses particulares de
determinados sectores a los requerimientos del desarrollo nacional, lo cual acentúa
rasgos de orden estructural que han atentado contra el desarrollo científico en
América Latina. Amilcar Herrera responsabiliza al Estado y al empresariado
industrial latinoamericano del atraso científico de América Latina. Problemas
estructurales se han agudizado debido a las políticas referidas de fuerte
proteccionismo del Estado para evitar que el sector industrial se enfrentase a la
competencia internacional, eliminando con esto todo incentivo a que la industria
pudiese sentir de elevar su competitividad con base en una capacidad de innovación
propia. Un resultado de esta actitud fue no percibir la necesidad de fomentar la
investigación científica y tecnológica para apoyar a la industria. Un Estado
ineficiente, incapaz de liderar procesos nacionales que respondieran a los objetivos
del desarrollo del país, y que como tal, descuidó totalmente la actividad científica
creadora, unido a una industria sin requerimientos científicos y tecnológicos de largo
y mediano plazo -que son los que realmente estimulan la investigación científica- y
que, por las razones señaladas, no se ve presionada a sustentar en progreso
tecnológico el fortalecimiento de su competitividad, explica un volumen escaso de
la investigación científica, y una desvinculación de ésta de los problemas regionales
(Herrera, 1986: 92-97).
En síntesis, el proteccionismo a la industria deriva en ausencia de demanda de
conocimiento científico tecnológico por parte del sector industrial. La inexistencia de
presión del sector productivo empresarial sobre el sector de I&D se traduce a su vez
en ausencia de incentivos al fortalecimiento del sistema de ciencia y tecnología; se
traduce, por el contrario, en su debilidad creciente.

Para que haya innovación tecnológica, sea por generación o por adaptación de
conocimiento, tiene que haber capacidad de investigación. Los países
industrializados dedican entre el 2% y el 3% de su PIB a ciencia y tecnología,
cuentan con 50 veces más investigadores per cápita, y subsidian entre el 20% y el
40% del gasto privado en esta materia bajo diversas modalidades. Cualquier política
que se establezca para fomentar la modernización productiva debe inscribirse un
contexto más amplio que contemple el fortalecimiento del aparato científico y
tecnológico.

Espacios de interacción universidad/empresa. El hecho de que la industria


latinoamericana tiene, en términos absolutos y relativos, una menor capacidad de
investigación que la que presentan los países desarrollados confirma para la región
la necesidad de un fuerte y eficaz vínculo sinérgico entre este sector y las
universidades e institutos de investigación, en los cuales se concentra la mayor
capacidad investigativa.

La industria latinoamericana requiere de las universidades tecnologías


internacionalmente competitivas. Además de la debilidad del sector de I&D, se
presenta desde la perspectiva de espacios eficaces de vinculación
universidad/empresa, el hecho de que la mayoría de las universidades
latinoamericanas carece esquemas de incentivos a los profesores, así como de un
marco normativo y administrativo de manejo expedito de los ingresos contractuales.
Este es un primer paso imprescindible, y existe la suficiente experiencia
internacional para lograrlo en forma rápida y expedita (Waissbluth, 1996: 405).

No se han implementado en la región esquemas de incentivos eficaces que


induzcan la sinergia entre el sector industrial y el sector académico.

Inversiones extranjeras directas. Resultan características de América Latina la


magnitud de la presencia de empresas extranjeras, la ineficiencia de las estructuras
productivas que han configurado, y la aceptación de su presencia en actividades
carentes de toda complejidad tecnológica. Los servicios de las inversiones
extranjeras directas ejercían el liderazgo en los sectores industriales de más rápido
crecimiento, haciendo evidente la debilidad relativa del empresariado nacional y la
omisión normativa de los agentes internos. (Fajnzylber; 1989: 177-178).
La inversión extranjera no se ha promovido como estrategia de transferencia
tecnológica, y consecuentemente, de fortalecimiento de la capacidad científico-
tecnológica endógena de la región.

11.1.2. Comportamiento tecnológico en la esfera productiva de América Latina en


la década de los noventas

El patrón de cambio tecnológico y el modelo global de organización de la producción


sufren durante la última década cambios estructurales fundamentales debido a la
apertura de la economía a la competencia externa, la desregulación de múltiples
mercados y la privatización de activos públicos. Estos factores han generado
transformaciones profundas en el comportamiento de las economías
latinoamericanas, afectando la forma en que los países importan, generan, adaptan,
difunden y usan nuevos conocimientos científico-tecnológicos en distintas esferas
productivas. Una síntesis de algunos de los principales cambios que caracterizan la
nueva situación de la organización productiva se recoge a continuación (Katz, 1998:
276-284):

Aumento de la participación relativa de bienes de capital importados dentro de la


inversión total. El abaratamiento de los bienes de capital importados induce la
sustitución de aquellos de fabricación nacional. Este fenómeno ha facilitado el
acceso a diseños de producto y tecnologías de proceso y organización del trabajo
de origen externo, promoviendo una mayor desverticalización de los procesos
productivos tanto en las grandes empresas de capital nacional como en las
subsidiarias domésticas de firmas internacionales.

Se genera una disminución, mayor aún que en la época de la industrialización


sustitutiva, de la demanda del conocimiento científico-tecnológico sobre el cual
sustentar la modernización productiva.

Repliegue de los esfuerzos domésticos de ingeniería. La mayor desverticalización


de los procesos productivos ha generado el desplazamiento de proveedores locales
de insumos intermedios, y la sustitución de la fabricación doméstica por
componentes importados. Los gastos en I&D en áreas como telecomunicaciones,
energía o transporte se han reducido significativamente, debido a la desaparición
de empresas estatales de servicios públicos y la introducción de modernas
tecnologías de producto, de proceso y de organización del trabajo provenientes de
grandes operadores mundiales. En algunos casos, esto ha significado el
desmantelamiento de la infraestructura doméstica de investigación y desarrollo que
las empresas estatales conformaron a lo largo de su historia. El abandono de los
esfuerzos locales de producción y adaptación de tecnologías se agudiza también
por el aumento significativo de los flujos de inversión extranjera en el campo de las
manufacturas.

Rezago tecnológico en las empresas pequeñas y medianas. El debilitamiento de los


esfuerzos ingenieriles locales causado por la apertura externa de la economía, y el
consecuente aniquilamiento de cadenas productivas locales, disminuyen la
capacidad de modernización tecnológica de las pequeñas y medianas empresas de
capital nacional. Son pocas las empresas pequeñas y medianas que consiguen
establecer una infraestructura importante de I&D que les permita replantear su
estrategia de inserción en los mercados internacionales.

Modernización tecnológica en el procesamiento de los recursos naturales con


contenido mínimo de creatividad endógena. El sector de capital nacional
involucrado en industrias procesadoras de recursos naturales -ámbito en el que
típicamente operan grandes grupos de capital nacional- se ha especializado en alto
grado en la fabricación de productos industriales básicos de alto grado de
estandarización. Aún en los países líderes de la industrialización, es mínimo su
contenido de creatividad endógena, siendo casi permanente la ausencia de
productos novedosos a escala mundial que alcancen impacto fuera de las fronteras
nacionales.

Los esfuerzos locales de ingeniería se concentran en la mejora de procesos, a partir


de plantas fabriles bastante actualizadas, pero basadas casi íntegramente en
equipos importados. Esto se ha dado en tramos de menor complejidad y menor
agregado doméstico, en que se producen insumos intermedios que se venden en
mercados mundiales muy competitivos, y en los que las empresas nacionales
actúan de “tomadoras de precios”, con bajo poder relativo de negociación.

En relación al esquema hacia el cual evoluciona el sistema innovativo


latinoamericano de los años noventa “Enfrentamos la paradoja de desplazarnos
hacia sociedades más complejas desde el punto de vista tecnológico y aggiornadas
con el estado del arte internacional en diversos campos de la actividad productiva,
pero, al mismo tiempo, “menos profundas” en términos de capacidad de generación
doméstica de nuevos conocimientos técnicos” (Katz, 1998: 284).
11.2. Valoración de la evolución del sector industrial latinoamericano durante la
última década

La innovación no es una característica de la producción en América Latina, lo cual


constituye su principal limitación. La superación de esta debilidad es entonces una
condición necesaria para el fortalecimiento de la competitividad regional en el
mercado global.

La valoración de la evolución de la estructura de la industria latinoamericana desde


la época de la sustitución de importaciones, en comparación al esquema
organizativo que se perfila desde la apertura económica a partir de 1980, conduce
-tomando como referente el conjunto de condiciones necesarias para dinamizar el
fortalecimiento del desarrollo económico sustentado en un proceso de
modernización tecnológica- a calificar el proceso más bien de involución de la
industria latinoamericana.

Varios de los principales problemas característicos de la primera etapa


considerados factores estructurales causantes de manera directa de la crisis
financiera de la región -en particular los que inciden directamente en el componente
tecnológico del sistema productivo, a saber, desarticulación del patrón industrial,
graves carencias y rezagos en la producción de bienes de capital, y debilidad del
sector generador de tecnología, entre otros- no sólo se mantienen, sino que se
agravan.

El patrón de cambio tecnológico alienta en la actualidad, en mayor grado aún, la


importación de bienes de capital, con el consecuente debilitamiento de la capacidad
científico-tecnológica nacional y regional. Esto conduce a un debilitamiento
creciente de las economías, al hacerlas depender cada vez más de componentes
importados, así como a un debilitamiento del sistema de I&D.

Y lo más grave de la situación es la falta de conciencia en muchos casos de la


realidad que se consolida día a día, y que lleva a muchos sectores a percibir señales
de un falso desarrollo, a raíz precisamente de ese mayor acceso a elementos
importados. A este respecto, es muy ilustrativa la valoración del proceso
latinoamericano de modernización tecnológica como modernización de escaparate,
es decir, aquella por la cual las sociedades “entran en contacto súbito e
indiscriminado con los bienes y servicios “modernos” concebidos y producidos en
otras latitudes y que son trasplantados al territorio nacional como productos de
importación, para sustituir la “ineficiente” producción local, que desaparece al ser
expuesta a un mercado internacional en recesión, donde las prácticas de dumping
y subsidio constituyen la norma. Esta “modernidad de escaparate” sustituye la
irracionalidad de la producción existente por una aún más irracional estructura de
importaciones que, de acuerdo a la experiencia de los últimos años, resulta no sólo
fatal desde el punto de vista del empleo y de la erosión del acervo tecnológico
acumulado sino, además, insostenible desde el punto de vista del financiamiento
externo”. (Frajnzylber, 1989: 181).

La región latinoamericana simplemente se ha dejado llevar por la dinámica de la


globalización, asimilando de manera pasiva sus efectos, y sin visualizar modos de
aprovechar las oportunidades que ofrece. El no asumir una actitud proactiva no sólo
no resuelve las carencias acumuladas, sino que las agrava, al profundizar los
factores de orden estructural que son causantes de los graves problemas de las
economías de la región. No sólo no hay avance hacia el desarrollo económico
mediante estrategias de superación de las debilidades de orden estructural, sino
que se está ante un proceso de retroceso, ya que dichas debilidades en algunos
casos ni siquiera han sido claramente identificadas. No ha habido una planificación
que, sobre un análisis cuidadoso de las ventajas comparativas que permitan
visualizar ventanas de oportunidad a los países de la región, permita diseñar y
ejecutar una estrategia de inserción exitosa en determinados nichos de mercado en
el mercado internacional.

Ese desplazamiento hacia sociedades “menos profundas” -en términos de


capacidad científico-tecnológica- a que hace referencia Jorge Katz es precisamente
el resultado de ese proceso pasivo de inserción que asimila e incorpora efectos de
la globalización económica; de un proceso a la deriva, en el que están ausentes la
visualización y ejecución de planes que, con visión de largo plazo, objetivos
claramente definidos y compartidos y con autoconfianza en la capacidad regional,
aprovechen las oportunidades de la globalización y construyan sobre ellas sus
propias oportunidades.

Es claro que la posibilidad de acceder a bienes de capital y otros bienes y servicios


importados constituye una oportunidad para la organización productiva de un país
de modernizar sus procesos de producción. Pero esta posibilidad debe ser
aprovechada de manera de manera inteligente, y constituir parte de una estrategia
de inserción competitiva en el mercado internacional. Para ello, debe ir aparejada
de la voluntad de tener el control de elementos estratégicos de la estructura
productiva, que proporcionen ventajas competitivas a la región en determinadas
áreas.

Por el contrario, la estrategia de inserción en la economía global asumida por la


región latinoamericana deja elementos claves de las economías nacionales sujetos
a decisiones externas de entes u organizaciones cuya prioridad nunca es la del
desarrollo de un determinado país o de la región. No modificar esto significa
renunciar a tener injerencia en la construcción del futuro propio; significa entregar,
no se sabe ni a quién, la definición de los factores determinantes de ese futuro.

12. Conclusiones
El subdesarrollo económico es una situación estructuralmente diferente del
desarrollo económico. La estructuras de las economías de América Latina
corresponden a las un país no desarrollado económicamente, en tanto que las fallas
de orden estructural que originan esta situación se profundizan cada vez más.

Para que las sociedades de la región entren en la revolución científico-tecnológica,


y consecuentemente, en la senda del desarrollo económico, es necesario efectuar
un proceso de cambio que, sobre un reconocimiento de los factores estructurales
que hoy limitan sus posibilidades de desarrollo, rompa las estructuras del atraso y
posibilite la superación de los desbalances estructurales requerida para lograr una
competitividad productiva regional basada en conocimiento científico-tecnológico
moderno, como elemento dinámico del progreso social.

Lograr esto requiere de liderazgo en los diversos sectores y niveles incluyendo, por
supuesto, el nivel político. Requiere de voluntad política y de toma de decisiones en
todos los niveles. Requiere de mentalidades no conservadoras, agresivas, que
asuman riesgos de manera razonada y medida. Requiere de la armonización de los
objetivos regionales, nacionales y de bien común con los objetivos individuales,
gremiales y sectoriales.

Si los países de América Latina logran dar el gran paso que lleve a sus países a las
vías de desarrollo, las probabilidades de que en el largo plazo alcancen el desarrollo
económico son elevadas.
Visiones de futuro y planificación de carácter estratégico deben fundamentar una
estrategia global de desarrollo con objetivos y metas claras, marco orientador de la
creación de condiciones que favorezcan la innovación tecnológica en una
economía. Una planificación que relacione el mediano y largo plazo, articulado y
reforzado con acciones de corto plazo. Una planificación que se ocupe no del futuro,
sino del impacto que sobre el futuro pueden tener las acciones de hoy.

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