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Venustiano Carranza, al abrir el Congreso Consticuyente sus sesiones, el 1o. de diciembre de 1946, en la ciudad de Querécaro. Crunaaxos Dirvranos: Una de las mas grandes satisfacciones que he tenido hasta hoy, desde que eomenzi la Iucha que, en mi calidad de gobernador constitucional del estado de Coahuila, inicié contra la usurpacién del gobierno de la re- piiblica, es Ja que experimento en estos mo- mentos, en que vengo a poner en vuestras ‘manos, en enmplimiento de una de las pro- mesas que en nombre de la revolucién hice en la heroiea ciudad de Veracruz al pueblo mexieano: el proyecto de Constitucién refor mada, proyecto en el que estén contenidas todas las reformas politieas que Ia experien- cia de varios afios, y una observacién atenta y detenida, me han sugerido como indispen- sables para cimentar, sobre las hases séli- das, las institnciones, al amparo de las que cha y pueda la nacién Iaborar «iltimamente por su prosperidad, eneanzando su marcha hacia el progreso por la senda de la libertad ¥ del derecho; porque si el derecho es el que tegulariza la funcién de todos los ele. inentos sociales, fijando 2 eada uno su esfe- ra de accidn, ésta no puede ser en manera alguna provechosa, si en el eampo que debe ejercitarse y desarrollarse, no tiene In es- pontaneidad y In seguridad, sin las que ea- reeerfan del clemento que, eoordinando las INFORME DEL PRESIDENTE VENUSTIANO CARRANZA 109 aspiraciones y las esperanzas de todos los miembros de la sociedad, los leva a busear cn el bien de todos la prosperidad de cada uno, estableciendo y realizando el gran prin- cipio de la solidaridad, sobre el que deben deseansar todas las instituciones que tien- den a buscar y realizar el perfeeeionamiento humano. La Constituetén Politiea de 1857, que nuestros padres nos dejaron como legado precioso, a la sombra de In cual se ha con- solidado la nacionalidad mexicana; que en- tr6 en el alma popular con la guerra de Re- forma, en la que se aleanzaron grandes eon- quistas, y que fué la bandera que el pueblo Ilev6 a los campos de batalla en Ia guerra contra la interveneién, leva indiseutiblemen- te, en sus preceptos, la consagracién de los ms altos principios, reeonoeidos al fulgor del ineendio que produjo la revolueién més grande que presencié el mundo en las pros. timerfas del siglo XVII, sancionados por la préctica constante y pacifica que de ellos se hha hecho por dos de los pueblos mas gran- des ¥ més poderosos de la tierra: Inglaterra y los Bstados Unidos. Mas, desgraciadamente, los legisladores de 1857 se conformaron con la proclamacién de prineipios generales que no procuraron lovar a la préetiea, acomodéndolos a las ne- eesidades del pueblo mexicano para darles pronta y cumplida satisfaccién; de manera que nuestro eédigo politico tiene en general el aspecto de formulas abstractas en que se han condensado conclusiones cientifieas de gran valor especulativo, pero de Tas que no ha podido derivarse sino poca o ninguna uti- lidad positiva. En efecto, los derechos individuales que la Constitucién de 1857 declara que son la base de las institueiones sociales, han sido coneuleados de una manera casi constante por los diversos gobiernos que desde Ia. pro- mulgaci6n de aquélla se han sucedido en la repiblica: las leyes orgénicas del juicio de amparo ideado para protegerlos, lejos de Uegar-a un resultado pronto y seguro, no hicieron otra cosa que embrollar la marcha de In justicia, haciéndose casi imposible la accién de los tribunales, no sélo de los fode- rales, que siempre se vieron ahogados por el sinniimero de expedientes, sino tambicn de los communes, cuya marcha qued6 obstruida por virtud de los autos de suspensién que sin tasa ni medida se dietaban Pero hay més todavia. El reeurso de ampato, establecido con un alto fin social, pronto se desnaturalizé, hasta quedar, pri- mero, convertido en arma politica; y, des pués, en medio apropiado para acabar con la soberania de los estados; pues de hecho quedaron sujetos de Ia revisién de la Supre- ma Corte hasta los actos més insignificantes de las antoridades de aquéllos: y como ose alto tribunal, por Ia forma en que se desig- naban sus miembros, estaba completamente a disposicién del jefe del poder Bjecutivo, se llegé a palpar que la declaracién de los derechos del hombre al frente de la Constitu- cién Federal de 1857, no habia tonido la im- portancia prietiea que de ella se esporaba En tal virtud, la primera de las bases sobre que deseansa toda Ia estructura de las ins tituciones sociales, fué inefieax para dar so- lidex a éstas y adaptarlas a su objeto, que fué relacionar en forma prictica y expedita al individuo con el estado y 2 éste con aquél, sefialando sus respectivos limites dentro de los quo debe desarrollarse su actividad, sin trabar de ninguna especie, y fuera de las que se hace perturbadora y andrquiea si vie- ne de parte del individuo, o despétiea y opre siva si viene de parte de la autoridad. Mas ol prineipio de que se acaba de hacer mérito, a pesar de estar expresa y categéricamente formulado, no ha tetido, en realidad, valor prictico alguno, no obstante que en el terre. no del derecho constitneional es de una ver- dad indiseutible. Lo mismo ha pasado ex: tamente con los otros principios fundamen- tales que informan la misma Constitucién de 1857, los que no han pasado, hasta ahora, de ser una hella esperanza, enya realizacién se ha burlado de una manera constante. Y en efecto, la soberania nacional, que reside en el pueblo, no expresa ni ha signi- 10 INFORME DEL PRESIDENTE VENUSTIANO CARRANZA fieado en Méxieo una realidad, sino en po- quisimas oeasiones, pues si no siempre, sf casi de una manera rara vex interrumpida, el poder péblico se ha ejercido, no por el mandato libremente conferido por la volun- tad de Ja nacién, manifestada en la forma que Ja ley sefiala, sino por imposiciones de Jos que han tenido en sus manos Ia fuerza piibliea para investirse a st mismos 0 inves- tir a personas designadas por ellos, eon el carfcter de representantes del pueblo. ‘Tampoco ha tenido cumplimiento y, por lo tanto, valor positive apreeiable, el otro principio fundamental claramente establect- do por la Constitueién de 1857, relativo a la divisién del ejereieio del poder péblico, pues tal divisién s6lo ha estado, por regla gene- ral, eserita on la ley, en abierta oposicién con Ja realidad, en la que, de hecho, todos los poderes han estado ejereidos por una sola persona habiéndose Iegado hasta el grado de manifestar, por una serie de he- chos constantemente repetidos, el desprecio a la ley suprema, déindose sin el menor obs- téculo al jefe del poder Ejecutivo Ia fa dad de legislar sobre toda clase de asuntos, habiéndose reducido a esto la funcién del poder Legislativo, el que de hecho qued6 re- ucido a delegar facultades y aprobar des- pugs lo ejecutado por virtud de ellas, sin que haya legado a presentarse el easo, ya no de que reprobase, sino al menos de que hieiese observacién alguna. Tgualmente ha sido hasta hoy una pro- ‘mesa vana el preeepto que consagra la fe- deracién de los estados que forman la piiblica Mexicana, estableciendo quo ellos de- ben de ser libres y soberanos en cuanto a su régimen interior, ya que la historia del pats demuestra que, por regla general y sal- vo raras oeasiones, esa soberania no ha sido mds que nominal, porque ha sido el poder central el que siempre ha impuesto su vo- luntad, limitindose las antoridades de eada estado a ser Jos instrumentos ejecutores de las 6rdenes emanadas de aquél. Finalmente, hha sido también vana In promesa de la Cons- titueién de 1857, relativa 2 asegurar a los estados la forma republicana, representati- va y popular, pues a la sombra de este pri cipio, que también es fundamental en el si tema de gobierno federal adoptado para la nacién entera, los poderes del centro se han ingerido en la administraci6n interior de wn estado cuando sus gobernantes no han sido Aéciles a las Srdenes de aquéllos, 0 s6lo se ha dojado que en cada entidad federativa se entronice un verdadero cacieazgo, que no ‘otra cosa ha sido, casi invariablemente, Ia Hamada administracién de los gobernadares que ha vista la naeién desfilar en aquéllas. La historia del pas que vosotros habsis vivido en buena parte de estos iiltimos aiios, me prestaria abundantisimos datos para comprobar ampliamente las aseveraciones que dejo apuntadas; pero aparte de que vos- otros, estoy seguro, no las pondréis en duda, porque no hay mexicano que no conozea to- dos Ios esedndalos causados por las viola ciones flagrantes a ln Constitueién de 1857, esto demandarfa, exposiciones prolijas del todo ajenas al caretor de una resefia breve y sumaria, de los rasgos principales de la iniciativa que me honro hoy en poner en vuestras manos, para que la estudiéis con todo el detenimiento y con todo el colo que de vosotros espera la nacién, como el reme- dio a las necesidades y misorias de tantos afios. En Ia parte expositiva del decreto de 14 de septiembre del corriente aiio, en el que se modificaron algunos artfeulos de las adiciones al plan de Guadalupe, expedidas en Ia heroica Veracruz el 12 de diciembre de 1914, expresamente ofrecié el gobierno de mi cargo que en las reformas a Ia Cons. titueién de 1857, que iniciarfa ante este Con- ‘greso, se conservaria intacto el espfritu li- beral de aquélla y la forma de gobierno on ella establecida; que dichas reformas sélo se redueirian a quitarle lo que la hace in- aplicable, a suplir sus deficiencias, a disipar la obseuridad de algunos de sus preeeptos, y a limpiarla de todas las reformas que no hayan sido inspiradas mis que en la idea ae poderse servir de ella para entronizar la dictadura,

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