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La Guatemala del futuro

Aquiles Faillace

El país tendrá en 15 años 21 millones de habitantes y a menos que haya un


acuerdo político, económico y fiscal que permita el diseño y la puesta en marcha
de un modelo de desarrollo transformador incluyente y sostenible el futuro se
vislumbra peor que hoy.
El hambre y la miseria van de la mano y constituyen dos de los mayores retos
que enfrenta la civilización actual en el camino hacia la construcción de
sociedades inclusivas y democráticas. Nosotros estamos perdiendo la batalla
contra esos males y con ello se está reduciendo cualquier posibilidad de edificar
una democracia plena y desarrollada. Por ello la urgencia de diseñar, legitimar y
poner en marcha políticas publicas innovadoras, bien financiadas y mejor
ejecutadas.
No es suficiente la caridad privada ni la masiva construcción de carreteras,
menos aún la idea de reducir salarios e impuestos, cuyo único fin es desmantelar
el estado. Ha quedado en evidencia que repetir a coro que nuestra estabilidad
macroeconómica es una maravilla es una falacia que nos engaña y nubla nuestra
visión de futuro. De igual forma nuestra institucionalidad ha quedado al
desnudo y no ha sido capaz de producir una transformación productiva que
genere inversión y empleo decente.
Se ha abierto la discusión sobre la Renta Básica Universal, que es un monto de
dinero que el estado debería asignar sin condiciones a cada persona por el simple
hecho de ser ciudadano y su impacto sería significativo en la reducción de la
desigualdad y la pobreza, al mismo tiempo que su ejecución dinamizaría la
actividad económica y la generación de empleo.
Con una renta básica universal de Q175 por persona se puede eliminar la
pobreza extrema y en 10 años esta medida puede aumentar el crecimiento
económico real arriba del 6%.
Todo lo que se necesita es una visión fiscal moderna y una reforma profunda
para lograr los recursos para financiar este subsidio universal además de otros
programas públicos destinados a educación, salud, transformación productiva y
acceso real a la justicia.
Si es posible un país sin miseria sin embargo requiere de una política económica,
fiscal y social en beneficio de todos.

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