El país tendrá en 15 años 21 millones de habitantes y a menos que haya un
acuerdo político, económico y fiscal que permita el diseño y la puesta en marcha de un modelo de desarrollo transformador incluyente y sostenible el futuro se vislumbra peor que hoy. El hambre y la miseria van de la mano y constituyen dos de los mayores retos que enfrenta la civilización actual en el camino hacia la construcción de sociedades inclusivas y democráticas. Nosotros estamos perdiendo la batalla contra esos males y con ello se está reduciendo cualquier posibilidad de edificar una democracia plena y desarrollada. Por ello la urgencia de diseñar, legitimar y poner en marcha políticas publicas innovadoras, bien financiadas y mejor ejecutadas. No es suficiente la caridad privada ni la masiva construcción de carreteras, menos aún la idea de reducir salarios e impuestos, cuyo único fin es desmantelar el estado. Ha quedado en evidencia que repetir a coro que nuestra estabilidad macroeconómica es una maravilla es una falacia que nos engaña y nubla nuestra visión de futuro. De igual forma nuestra institucionalidad ha quedado al desnudo y no ha sido capaz de producir una transformación productiva que genere inversión y empleo decente. Se ha abierto la discusión sobre la Renta Básica Universal, que es un monto de dinero que el estado debería asignar sin condiciones a cada persona por el simple hecho de ser ciudadano y su impacto sería significativo en la reducción de la desigualdad y la pobreza, al mismo tiempo que su ejecución dinamizaría la actividad económica y la generación de empleo. Con una renta básica universal de Q175 por persona se puede eliminar la pobreza extrema y en 10 años esta medida puede aumentar el crecimiento económico real arriba del 6%. Todo lo que se necesita es una visión fiscal moderna y una reforma profunda para lograr los recursos para financiar este subsidio universal además de otros programas públicos destinados a educación, salud, transformación productiva y acceso real a la justicia. Si es posible un país sin miseria sin embargo requiere de una política económica, fiscal y social en beneficio de todos.