Hace unos días recibí un correo de un televidente en el que me cuestiona los
argumentos presentados en un editorial reciente. Más allá de estar en desacuerdo lo destacado del mensaje fue la serenidad y respeto expuestos. Vivimos en el país un momento de agitadas pasiones. Es innegable que la rebeldía y la pasión son necesarias para generar cambios y evolución en nuestra sociedad, también son ingredientes indispensables para crear espacios de entendimiento, la claridad, la empatía y la moderación, claves todas para superar cualquier conflicto. Hoy, por donde se lean o escuchen comentarios, se resumen en una larga e incansable corriente de insultos, ofensas y maldiciones de sapos y culebras, flotando en un enorme caldo de veneno que tarde o temprano pasara la factura a nuestra sociedad de la forma de percibir la realidad. Y si es cierto que liberar lo que llevamos dentro es importante, mas sin embargo debemos cuidar el contenido ya que decirles ratas a los diputados o peores epetitos a los políticos puede proveer cierto grado de satisfacción, pero esta será pasajera y no resolverá nada. Ya es hora que la sociedad guatemalteca madure más allá de la letanía, de la constante queja y del insulto, y que podamos debatir sin desprestigiar a nadie y sin estar atados al miedo de enfrentar las ideas. Claro que la solución no es pedirle a la CICIG que investigue las campañas de odio en la internet. Odio se sembró y eso es lo que se cosecha abundantemente en la era de la información… pero no es todo lo que existe. Siempre será mejor la apuesta por la libertad y no el silencio forzado, por eso hoy les propongo que contrarrestemos la enorme corriente de dolor y sufrimiento difundiendo claras expresiones de unidad. Es cuestión de cambiar el lente con el que interpretamos la realidad, solo por hoy, encontremos algo que dar, algo bueno que agradecer y compartir. Existen cosas buenas, bellas y verdaderas que reclaman nuestra energía y atención en la realidad que nos rodea. ¡!Créanlo!!