DEL
PAPA LEÓN XIII
SOBRE LA
LIBERTAD HUMANA
NUESTRO SANTISIMO PADRE
LEON XIII
SOBRE
LA LI BERT AD H U MA N A
MANILA
IMPRENTA DEL COLEGIO DE SANTO TOMAS
Á CA RGO D E D . Q, M E M IJE
LA LIBERTAD HUMANA O
INTRODUCCION
I
Nocion filosófica del libre albedrío, como facultad natural del
hombre.—Tiene su fundamento primitivo en la espiritualidad
é inmortalidad del alma; y su fundamento próximo en el cono
cimiento universal de la razón.—Condenación de las herejías
fatalistas,—La libertad es la voluntad misma en cuanto tiene al
obrar la facultad de elección.
II
El objeto de la libertad es el bien conforme con la razón.—
Obrar el mal es un defecto de la libertad, así como el errar es
una imperfección del entendimiento.
III
Dios robustece la naturaleza de la libertad iluminando al enten
dimiento y fortificando la debilidad de la voluntad.—Para eso
nos dió la ley y nos da la gracia.—La ley nos la da para que Iei
voluntad no discrepe de la recta razón.—La gracia divina ilus
tra á un tiempo la razón, é impele la voluntad al bien mo
ral.—Con la gracia se perfecciona el ejercicio de la misma li
bertad,
IV
Lo que la ley natural es para el hombre como individuo, oso
mismo debe ser la ley humana para el hombre, como ciudnda-
no.—Dos clases de ordenaciones que comprende la ley huma
na.—La libertad humana, ora se considera en el individuo, ora
en la sociedad, no tiene absolutamente otra norma y reglas que
la Ley Eterna de Dios.—En qué consiste la libertad en los que
gobiernan y en los gobernados.—La Iglesia de Jesucristo ha en
señado y propagado siempre la verdadera doctrina acerca de la
libertad.
II
No todos los liberales se atreven á sacar estas últimas consecuen
cias de los principios del liberalismo.—Muchos de ellos afirman
que la libertad degenera en abierta licencia, sino es regida por
la recta razón.—Pero al decir esto no son consecuentes con
sigo mismos.—Dos clases de liberales: unos que rechazan toda
ley y acción de Dios en el hombre que no venga por via de la
razón natural; otros, más moderados, pero no ménos inconse
cuentes, admiten las leyes divinas y la revelación sobrenatural
para regir la vida y costumbres del individuo, mas no para las
del Estado.'—De aquí aquella máxima perniciosa: E s necesario
separar ¡a Iglesia del Estado.—Cuán absurda es esta doctrina.
III
Las conquistas del liberalismo.—Libertad de cultos y su funda
mento.—No es libertad, sino depravación de la libertad y servi
dumbre del alma envilecida bajo el pecado.—Esta libertad da
ñosísima á la libertad verdadera, tanto de los que gobiernan
como de los gobernados.—La Religión Católica conduce á las
buenas costumbres, y éstas á la libertad.
IV
La libertad de enseñanza y la libertad de imprenta.—Hay dere
cho para propagar de palabra y por escrito en la sociedad líbre
y prudentemente Jo verdadero y lo honesto.—No hay derecho
para propagar el error ó para extender ó defender el vicio.—La
licencia ilimitada de hablar y de escribir spcava los fundamen
tos mismos de la razan natural.—La Iglesia protege la libertad
ordenada de las ciencias y su progreso,—En qué sea ilícita, y
en qué permitida la tolerancia de parte del Estado.—Los que
más ostentación hacen de tolerancia niegan á cada paso esa li
bertad á la Iglesia-
VI