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—_CCUm uae ~ no tr aanficrenl han crefdo que satisfarfan su arte sélo a medias si los hubiesen dejado vacios de figuras. EI pincel que maneja el artista debe estar inmer- 44, 80 en la inteligencia, tal como se dijo del estilete de vs ‘Kyistételes: debe dar que pensar mas que lo mo: 9 doa Ta vista; y el artista alcanzara este objetivo cuan- do haya aprendido no a disimular sus pensamientos bajo alegorias, sino a formularlos en alegorias. Cuan- do tenga un tema poético, o que pueda llegar a ser- CARTA lo, lo haya escogido él mismo o le haya sido suge- rido, su arte le inspirara el espiritu y despertara en éLel fuego que Prometeo robé a los dioses. El cono- cedor-tendra que p simple nado apren- dera a hacerlo. acerca de las Reflexiones sobre la imitacién de las obras griegas en pintura y escultura Estimado amigo: Puesto que ha escrito usted acerca del arte y los artistas griegos, yo habria deseado que hubiese pro- cedido en sus’ reflexiones como aquéllos con sus obras: las exponian a los ojos de todo el mundo, y en especial a los de los expertos, antes de que se las quitaran de las manos, y toda Grecia las juzgaba en los grandes Juegos, particularmente en los Olimpicos. Usted sabe que a ellos llevé Aetén su pintura de las Bodas de Alejandro con Roxana. Mas obligado a ello estaria usted que lo estaba Proxénides, que alli en- juiciaba a los artistas. Si no hubiera sido usted tan misterioso con su escrito, habria deseado darlo a co- nocer antes de su impresién, sini declarar el nombre de su autor, a algunos expertos.y eruditos con los que aqui he trabado amistad. Uno de ellos! ha visitado Italia por dos veces y ha examinado durante meses enteros cada una de las pinturas de los grandes maestros en el lugar mismo donde fueron realizadas. Usted sabe que solo de este modo se forma un experto. De un hombre que sabe decir incluso qué retablos, en madera o sobre llenz0, fueron pintados por Guido Reni, 0 qué clase de mu dera utiliz6 Rafael en su Transfiguracién, etc,, sii \ul- cio, creo yo, habria sido decisivo. 1. Referencia a Matthias Oesterreich, Inspector de Jy) Gi de Dresde. 63 Reda Deour pric Otro? de mis conocidos ha estudiado la Antigiic- dad; la conoce por el olfato: callet et artificem solo deprendere odore; * Secrant, Sat. sabe cuantos nudos habia en la maza de Hércules, cuanto cabia, segin la medida actual, en el vaso de Néstor. Se dice incluso que estaria finalmente en con- diciones de responder a todas las preguntas que hizo el emperador Tiberio a su profesor de gramatica. Un tercero, en fin, no ha examinado desde hace afios otra cosa que antiguas monedas. Ha realizado gran cantidad de nuevos descubrimientos, en parti- cular para una historia de Jos antiguos maestros acu- fadores de la ciudad de Cizico. {Con cuanta mayor prudencia no se habria condu- ido usted si su trabajo hubiese sido Hevado ante el tribunal de tales sabios! Estos caballeros me han par- ticipado sus consideraciones sobre el mismo: lamen- to, por el buen nombre de usted, que deban éstas apa- recer ptiblicamente. ‘Asombra al primero, entre otras objeciones, que no haya usted descrito los dos angeles del Rafael de la Galeria Real de Dresde. Se le ha dicho que un pintor de Bolonia, tras haber visto esta obra en San Sixto de Piacenza, Meno de admiracién exclamé en una carta: «jh, qué angeles del paraiso!» Asi los definié. Y sostuvo que estos angeles eran las mas be- las figuras en toda la obra de Rafael. o-Podria también reprocharle a usted que el Rafael esté descrito al modo como Raguenet describié un 2. Referencia a Johann Gottfried Richter, anticuario del gabinete de monedas y antigiiedades del principe Elector de Sajonia, Friedrich Christian. 3, ees hombre experto y reconoce a los maestros sélo con el olfato». 4. Referencia a Johan Cronawetter, Inspector adjunto de la Galeria de Antigiiedades de Dresde. oF San Sebastidn de Beccafumi, 0 un Hércules con An- teo, de Lanfranco, etc. EI segundo cree que la barba de Laocoonte hubie- Do ‘aS; ra merecido en su escrito tanta atencién como su %1< ~© mismo cuerpo contraido. Un conocedor de las obras *© de los griegos, dice, debe contemplar_la barba_de. los mismos ojos con los que el padre Labat ha examinado la barba del Moisés de Miguel Angel. Este experiment lo. dominico, qui mores hominum multorum vidit et urbes} ha demostrado a partir de la barba de Ja estatua, des- pués de tantos siglos, cémo Mevaba Moisés su barba y cémo los propios judios deben Ievarla, si es que ‘quieren Hamarse judios. Sobre el peplum de las Vestales ha escrito usted, segiin la opinion de este hombre, sin la menor eru- dici6n: é1 le hubiese podido descubrir a usted tantas cosas, tal vez, como Cuper ha dicho a propé: Jas puntillas del velo de la figura de la Trag Ia célebre Apoteosis de Homero. Se echa también a faltar una demostracién de que Jas Vestales sean efectivamente obra de un maestro griego. Muy a menudo escapan a nuestro entendi- miento cosas que se nos deberian ocurrir naturalmen- te. Si se le demostrase a usted que el marmol de estas figuras no era del monte Lygdos, entonces no hay duda de que las Vestales perderian, junto COM SU precaonss escrito, mucho valor. Sélo podria_usted aducir que el mérmol tiene grandes granos: suficiente prueba de ,., que se trata de un trabajo gricgo. Se le podra poner en evidencia con gran facilidad cémo de grandes han de ser los granos para distinguir un mérmol griego 5. aque Jos usos de muchos hombres vio y las ciudadess. Horacio, Ars poetica, p. 142. 6. Marmol del monte Lygdos, en Paros. 65 Cowon del mérmol de_luna que empleaban los antiguos ro- manos. Y, lo que es mas, ya no se las querra consi- derar como vestales. El entendido en monedas me ha dicho de las ca- bezas de Livia y de Agripina que no tienen el perfil a por usted indicado. En este punto, opina él, hubiese ;tenido usted la mejor oportunidad de haber hablado oaetse {de lo que los Antiguos Hamaban una nariz cuadrada, |cosa que habria correspondido a su propio concepto \de_belleza. Por Io demas, habra usted notado que Ia nariz en algunas de las mas celebradas estatuas grie- gas, como en la Venus de Médicis y en el Meleagro © de Picchini, parece mucho mas gruesa de lo que para nuestros artistas seria un modelo de belleza natural. ‘No deseo mortificarle con las muchas dudas y ob- jeciones que contra su escrito se han formulado, y que fueron repetidas hasta la saciedad, hasta que se presenté un docto académico que aspiraba a alcanzar [overs la condicién del homérico Margites; 7 se le mostré el escrito, lo examiné y lo aparté de si. Ya la primera ojeada le habia resultado _tan escandalosa como se le notaba el deseo de ser preguntado por st veredicto, cosa que todos hicimos. Parece un trabajo, comen- 26, en el que Ia diligencia "s de los Antiguos como con ojos paternales los defec- tos de los hijos. yet se Strabonem Appellat Paetum pater, et Pullum, male parvus Si cui filius est. Hor.” Si se tratara de negligencias de la clase que los An- tiguos Hamaban «parerga», negligencias que uno de- searia que hubiese cometido Protégenes en su Lalysus, donde la extrema minuciosidad del pintor en una per- diz atrae la primera mirada en perjuicio de Ja figura'y “7” ° principal," entonces serfan Como ciertas negligencias. ‘5° 6n la mujer, que la embellecen, Mas prudente habria sido no mencionar en absoluto al Diomedes de Dios- cérides; pero el autor, que parece conocer esta pie~ dra incluso demasiado bien, ha querido precaverse, desde él primer momento contra toda objecién sobre Jos errores de los antiguos artistas, y habiendo acaso crefdo que, si s¢ Ie mostrase una falta en uno de los ms célebres y hermosos trabajos de los griegos, ‘como lo es el Diomedes, ello podria a la vez dar lugar, cuando menos, a_un prejuicio contra las obras_me- ¢ «er nores de esta nacién, pretenderia entonces despa- Zharlo con la mayor ligereza y habria optado por en- 13, «AI hijo que salié tuerto, su padre le llama bizco, y si alguno le salié enano, le lama polluelo» Horacio, Sdtiras, 1, pp. 3, 44-46. Na, Como ya sefialé LESSING (0. c., PP. 143y ss., notas), no se trata del Talysus, sino del Sdtiro descansando, de PRo- “TOGENES. 1

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