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SUEGRAS Y NUERAS

Cual difícil es convivir


si de mujeres se trata,
pues nuera y suegra suelen ir
cada una con su bravata,
intentando no recibir
de la otra una alpargata,
y se encienda esa fogata
tan difícil de extinguir,
por querer las dos salir
como la flor en la mata,
para los halagos recibir
aunque esté dando la lata.

Son como el perro y el gato


guardándose las espaldas,
aunque a veces son guirnaldas
entre manojos de esparto,
escondidas en el cuarto
como inexpresivas baldas,
señal que adornan las faldas
entre críticas y espanto,
que a su vez produce un llanto
más si lo crees, va y te escalda.

Es muy cruda esta experiencia


para aquel que la ha sufrido,
pues se encuentra compungido
al ver tanta virulencia,
en esta fugaz convivencia
entre quienes el destino ha querido,
que anden juntos un camino
buscando una coherencia,
intentando con paciencia
el llegar a un feliz destino,
y sin cargos de conciencia.

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