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Instituto Superior del Profesorado Dr.

Joaquín V González
Trabajo practico N° 2
Edad Media: pobres, desarrollo y parentesco
Prof. Lic: Jorge Rigueiro García
JTP: Prof. Claudio Rafael Ávila.
Alumno: Carlos Francisco Nigro
Materia: Historia de la Edad Media y trabajos prácticos
Comisión: 3 ”D”
Año: 2018
Trabajo práctico domiciliario n°1
“Edad Media: pobres, desarrollo y parentesco”

LEER: El presente trabajo consta de cuatro (4) puntos que deben resolverse, de manera
obligatoria y con uso de fuentes eruditas tanto bibliográficas como documentales, para
ser entregado a más tardar, el día 21 de Agosto de 2017, por este medio o en formato físico.
La extensión del mismo es de seis (6) hojas con tolerancia máxima de seis (6) sin contar
carátula y apartado bibliográfico. Referencia: material de la clase n° 14.

PAUTAS DE ENTREGA: Texto justificado, tipo de letra Times New Roman, tamaño de
letra 12, interlineado 1.5 y márgenes 3 cm en ambos lados.

CITADO Y BIBLIOGRAFÍA: Colocar las citas a pié de página y bibliografía obligatoria


y de consulta al final del trabajo. Modo de citado: explicado en la contratapa del Libro de
Fuentes de la Cátedra.

CONSIGNAS

1) Caracterizar la pobreza y marginalidad medieval, incluyendo el aspecto social, su


función, los ermitaños y los actos piadosos. Verdadera y falsa pobreza.

2) Caracterizar la evolución edilicia de las ciudades. Comparar con la evolución de las


“ciudades nuevas”.

3) Describa y analice, según Duby, las relaciones de parentesco y linaje en el


medioevo. Función de las mujeres en esta estructura.

4) Caracterizar a las murallas y al mercado de las ciudades medievales


1) Empezando por analizar la pobreza y la marginalidad medieval debemos destacar,
en primera instancia, los atributos que harían a la miseria entre los siglos XI-XIII.
La miseria durante este periodo presentaría variaciones en diferentes áreas europeas,
manifestándose a través de múltiples calamidades, tales como catástrofes atmosféricas,
ausencia de tierras cultivables, estragos de guerras, crecimiento progresivo de la natalidad,
incidencia de plagas y brote de epidemia. Todas estas repercutirían perjudicialmente sobre
las masas de desfavorecidos de la sociedad feudal por su impacto sobre las cosechas y los
abastecimientos, que conllevarían al aumento de la hambruna en la población campesina.
Asimismo, la especulación del mercado ante las crisis productivas también contribuiría al
incremento de una masa de pobres urbanos frente a las masas del campo.
De este modo, es como se iría configurando la contracara de la riqueza de la
sociedad feudal, expresada tanto en la pobreza como en la marginalidad de sus miembros.
En lo que respecta al aspecto social, debemos señalar que si bien no habría
homogeneidad en la composición de pobres y marginados, podemos observar determinados
puntos en común que distinguirían a los miembros de estos sectores míseros de la sociedad
Por un lado, dentro de la aristocracia puede reconocerse una “pobreza noble” que
abarcaría a los hijos excluidos de la sucesión paterna, cuya única posibilidad de preservar
su status sería por medio de guerras por el honor y el botín, o también por matrimonios
ricos, para evitar caer en la decadencia de recurrir al trabajo manual agrícola.
Por otro lado, dentro de la “nobleza rustica” podemos identificar más claramente la
figura de los mendigos, enfermos, hambrientos, prisioneros y peregrinos. Esta pobreza
abarcaría a los sectores campesinos más míseros, carentes de trabajo y recursos, que se
caracterizarían por su dependencia a los desbroces de la tierra, su apoyo en las limosnas de
las parroquias y señores, sus migraciones hacia terruños disponibles, y sus endeudamientos
por préstamos y especuladores.
Los marginados, por su parte, comprenderían los sectores excluidos del orden
oficial que ante su imposibilidad de responder ante sus carencias, recurrirían a vivir fuera
de la ley y de las costumbres, llegando inclusive a la criminalidad. Entre ellos se distinguen
delincuentes, prostitutas, vagabundos errantes y rebeldes provenientes de aldeas o de linajes
familiares de los cuales habrían sido expulsados. Asimismo, sus cercanías con los sectores
meramente “pobres” no serían tan amplias, dado que, en términos de Mollat: “bastaba, a
veces, de un paso para caer en la pobreza integrada a la sociedad en su marginalidad”1.
En lo que concierne a las cualidades y función de la pobreza debemos resaltar que
esta no se distinguiría como la mera carencia material sino la contracara de las virtudes y

1
MOLLAT, Michel; Pobres, humildes y miserables en la Edad Media; Bs. As; FCE; 1988; pág. 64
valores cristianos, que definirían la naturaleza del hombre de acuerdo al mandato de Dios.
La “naturaleza inmutable”, frente al status cambiante, funcionaba como un mecanismo de
legitimación en la jerarquización entre ricos y pobres dentro del orden social.
El desprecio a la pobreza por su indignidad y humillación, a su vez, plantearía una
relación compleja, tanto en el plano social como espiritual, por medio de los actos piadosos,
realizados por caballeros y párrocos, y por medio de la adopción misma de la pobreza como
forma de verdadera redención y salvación.
En el siguiente fragmento de la fuente de la Vida de Roberto el Piadoso puede
evidenciarse la práctica de la limosna realizada por los nobles hacia los pobres: “Pero no
queremos silenciar su costumbre de realizar limosnas en la residencia de su reina. En la
ciudad de parís, en Orleans, en auxerre, en cada una de sus residencias, se daba pan y vino
en abundancia a 300 o, lo que es más exacto, a mil pobres (…)2
No obstante debe señalarse que las acciones piadosas de los nobles, si bien
implicaban actos dentro de la “noción del deber”, no descartaban la actitud de desprecio
hacia la figura del pobre y su intención utilitaria al colocarlo en una condición de servicio
frente a su beneficiario noble. En términos de Mollat: “vela la intención utilitaria”3.
En relación al papel de los ermitaños debemos destacar que comprenderían
individuos instruidos; de origen aristocrático-eclesiásticos, como también pastores; que en
su pretensión de imitar a Cristo adoptaban la pobreza como medio para la verdadera
purificación espiritual y santidad, en detrimento de la riqueza y la jerarquización feudal.
Los ermitaños se rodeaban de comunidades desfavorecidas, adoptando un genero de vida
común caracterizado por la humildad y la subsistencia necesaria. Sus apariencias no se
distinguirían de los mendigos pero sus predicaciones populares y sus reivindicaciones a los
expulsados, darían lugar a su importante prestigio y a una restauración de la dignidad
humana de los pobres; motivo por el cual en ocasiones serían acusados de herejía.
De esta manera, se conformaría un movimiento singular y alternativo frente al orden
convencional, que pretendía anunciar la salvación mediante la pobreza, por los pobres y
para los pobres.4
Esto en la siguiente fuente de San Francisco de Asís podemos analizar los atributos
que distinguirían al grupo de ermitaños: “(…) Frecuentemente se ponía a meditar, sin
poder contener las lagrimas, en la pobreza de Cristo y de su madre santísima y después de
haberla estudiado en ellos, aseguraba ser la pobreza la reina de todas las virtudes, pues

2
HELGAUD DE FLEURY, Vida de Roberto el Piadoso, p 103. En: AVILA, Claudio y RIGUEIRO GARCIA Jorge: La
Edad Media. Material didáctico para su estudio; Bs. As, Proletario,2017; pág. 253
3
MOLLAT, Michel; Op. Cit; pág. 71
4
Ídem; pág. 78
tanto había resplandecido y tanto había sido amada por el Rey de los Reyes y por su
Madre, la reina de los cielos (…)“5
Finalmente en lo que refiere a los conceptos de la verdadera y falsa pobreza
debemos destacar que, en el caso del primero, comprendería la pobreza real referida a la
miseria y a la carencias ya descriptas, tanto en nobles como sectores “bajos”, caídos en
desgracia o adoptándola como forma de vida. Sin embargo, en el caso del segundo, debe
entendérsela en el plano del utilitarismo y la ausencia de una verdadera carencia, es decir,
una “pobreza simulada” (principalmente en las ciudades con sus pobres “reglamentados”,
que vivían de su mendicidad aparentando su condición) donde lo importante reside en la
presentación de los nobles y de su status como beneficiarios más que como garantes para la
subsistencia.

2) La evolución edilicia de las ciudades medievales debemos comprenderla dentro de


un largo proceso de transformación entre los siglos XII y XIII que responde a diversos ejes
de estructuración progresiva del espacio urbano frente al entorno rural, de acuerdo a
diferentes cuestiones, tales como las condiciones del relieve del lugar; la existencia o no de
edificaciones preexistentes; la distribución y el crecimiento poblacional; la unidad física y
jurídica de las parcelaciones, y su regularidad o irregularidad en su planificación; el
funcionamiento de las instituciones regentes; los intereses y necesidades empíricas de los
propietarios de los suelos como de los pobladores; entre otras. Por este motivo, las
edificaciones de las ciudades medievales no responden a la mera instauración de modelos
únicos e idílicos sino a cuestiones empíricas relacionadas con sus crecimientos y distintas
morfologías.
Empezando por analizar la evolución de las ciudades antiguas, o “viejas”, podemos
destacar su desarrollo progresivo a través de yuxtaposiciones sobre ruinas y adiciones de
espacios, por medio de los procesos de urbanización y reurbanización de las áreas internas
de los muros preexistentes; y el posterior amurallamiento e integración de los suburbios,
donde habrían de formarse previamente burgos mercantiles y artesanales, con sus
autoridades autónomos, en torno a instituciones religiosas, en especial, monasterios.
Dentro del crecimiento de las ciudades, en los cuales los núcleos pre-urbanos
tuvieron un rol clave en su proceso de extensión y configuración de caminos en torno a los
mismos, podemos reconocer diferentes modelos de estructuración de las ciudades. Entre
ellos debemos resaltar el modelo concéntrico, desarrollado en torno a un “núcleo primitivo”
sobre el cual irían conformándose distintos ejes de circulación, como por ejemplo en forma
de “espinas de pescado” frente a múltiples polos de población; modelos de “ciudades
5
Leyenda de san francisco, cap.7, en: AVILA, C. y RIGUEIRO GARCIA J., Op. Cit., pág. 252
dobles” a partir de un eje radial en torno a dos polos; modelos de ciudades encrucijadas en
las que pueden observarse desarrollos concéntricos o cuadriculados, y también un modelo
de desarrollo en torno a dos ejes.
Por ende, el desarrollo edilicio de las ciudades comprende un marco complejo de
desarrollo inconexo y lento de formación y reestructuración. No obstante, al comparar esto
con las “ciudades nuevas”, en efecto, podemos destacar que existirían ciertas similitudes en
tanto a la posible presencia de elementos preurbanos en determinadas áreas de su
formacion, pero por otra parte, las ciudades nuevas se distinguirían por ser fundaciones
sobre “nuevos espacios”; como rutas comerciales, áreas cercanas a ríos y puentes, o
tambien áreas recientemente evangelizadas; que presentarían un cierto grado de
planificación dentro de su organización y diseño; adecuándose ciertamente a las
condiciones de los lugares y los intereses de las autoridades de las tierras y de las
instituciones políticas-religiosas. En estas entidades se puede distinguir un mayor peso de
regularidad y planificación ortogonal que puede ser evidenciado en sus formas
cuadrangulares. Asimismo, plantean la existencia de plazas centrales, con sus respectivas
calles rectangulares y anchas para la circulación y parcelamiento “idéntico” de las
superficies para los emplazamientos de los espacios y los edificios públicos.

3) Apoyándonos en el autor Duby, las estructuras de parentesco, construidas tanto por


vínculos consanguíneos como lazos de afinidad artificial entre los individuos (relaciones
vasalláticas, comunidades parroquianas, sociedades guerreras caballerescas, entre otras),
comprenderían sistemas que atravesarían múltiples dimensiones, tanto políticas,
económicas, mentales como también religiosas, en el funcionamiento de la sociedad feudal.
La vinculación entre estas estructuras y las transformaciones políticas-económicas
permiten comprender, a partir del análisis genealógico, los cambios en las relaciones de
parentesco entre los siglos X, XI y XII, que incidirían en el paso de “vínculos horizontales”
a “vínculos verticales” que darían forma a los linajes.
Durante la centralización del siglo IX, encabezado por la figura del rey, se observa
un parentesco horizontal caracterizado por preponderancia de los beneficios personales y
revocables, más que en la propia descendencia. La clave de las relaciones residiría en la
afinidad hacia la “casa” de un benefactor, en lo posible el rey, por medio de “allegados”,
fuese de sangre como no. Esto podemos evidenciarlo en la siguiente fuente referida a los
lazos de fidelidad entre la Corona y la altanobleza en pleno periodo carolingio: Carlos se
dirigió hacia el territorio de los bávaros. Y allí se presentó el duque Tassilon. Y este
devolvió a Carlos el país mismo, mediante un bastón en cuya punta se había esculpido una
figura humana. Y Tassilon, luego de haber renovado los juramentos, recibió el permiso de
conservar el ducado6.
Sin embargo, a fines del siglo IX y avance del X, por medio del proceso de
disgregación del poder central por medio de la caída de los poderes reales y la progresiva
independencia de los vasallos; junto con la desintegración económica generada por la
dispersión de las fortunas comunes y el arraigo de las aristocracias en un patrimonio propio;
iría configurándose un parentesco vertical que se caracterizaría por una herencia directa de
bienes y poderes de padre a hijo. Los antiguos “núcleos” en torno a las “casa” real irían
dando lugar a la formación de linajes familiares autónomos.
En estos linajes pueden observarse diferentes contracciones que ponen en evidencia
vínculos más rigurosos, tales como la enajenación de una parte del patrimonio ancestral, la
indivisión de la herencia entre hermanos, la exclusión de las mujeres en tareas
administrativas en beneficio de linajes propiamente masculinos, y el control sobre los
matrimonios.
En esta última cuestión cabe mencionar la importancia del rol de las mujeres, no
solo en la reproducción sino como pieza clave en los armados de intereses y relaciones
políticas. Las mujeres comprendieron verdaderos sujetos políticos en sus matrimonios al ser
el eslabón de enlace entre una familia con otra, llegando inclusive a ser un medio para
sancionar la paz luego de una guerra entre linajes nobles. Asimismo, debe incluirse su papel
en el vínculo con jóvenes burgueses, cuyos matrimonios traería beneficios para ambas
partes: riquezas económicas para la nobleza y la incorporación de una familia burguesa a un
linaje noble.

4) En lo que respecta a los atributos de las murallas de las ciudades medievales


podemos señalar que, al igual que las plazas de mercado y los espacios rurales,
comprendían elementos claves en la composición de los espacios urbanos. El desarrollo de
las murallas, al mismo tiempo que contribuían a la fortaleza física y simbólica de las
ciudades –sellos urbanos-, iría gestándose en función al crecimiento demográfico,
aglutinando núcleos poblacionales dispersos. La muralla unifica en un mismo espacio
urbano núcleos de población de origen, jurisdicción y morfología dispares7. Sus trazados
de edificación responden a necesidades de unión y adaptación a los diferentes lugares, y su
diversidad estaría vinculada a los requerimientos defensivos, el prestigio de la ciudad, los
materiales disponibles y las dimensiones de las superficies a rodear.

6
Annales Gurlferbytani, tomo I, p.43. en: AVILA, C. y RIGUEIRO GARCIA J, Ídem, pág. 123
7 AA VV; Historia de la Europa urbana. La ciudad medieval; Valencia; Universitat de Valencia; 2010; pág. 146
Asimismo, el amurallamiento de los espacios urbanos, y de tierras aun no
edificadas, implicaba la creación de una administración municipal interna que se encargase
de la fiscalidad y la dirección de las construcciones y mantenimiento de los muros. En esto
debe destacarse el peso de la seguridad de los ciudadanos sobre los lienzos y las puertas, las
cuales estas últimas se convertirían en peajes y en la base de los sellos de la ciudad.
Refiriéndonos ahora a las plazas de mercado debemos señalar que remitirían a los
grandes centros de comercio, manufacturas y circulación monetaria dentro de las ciudades.
El espacio ocupado por estos mercados sería el principal punto de reunión de la población y
del ordenamiento urbano, presentando variaciones en su diseño, tanto en “ciudades nuevas”
como antiguas, de acuerdo a las problemáticas, necesidades e intereses particulares de las
distintas comunidades urbanas; tales como las condiciones del relieve, las posibilidades de
demolición y apertura de espacios libres, la expansión de los emplazamientos del mercado
desde una “plaza central”, entre otras cuestiones. Por este motivo, podemos observar
múltiples diseños en sus planificaciones, tales como “plazas irregulares”, desarrolladas a
partir de las ampliaciones; y las plazas geométricas como las cuadrangulares y triangulares
que derivarían de las extensiones y cruces de las calles en las que se desarrolla el mercado.
Asimismo, debemos resaltar que dentro de los emplazamientos de las plazas de
mercado residirían diversas instituciones municipales-administrativas como también
compartirían cercanías con los espacios las catedrales. Los señores ciertamente tendrían
incidencia dentro de estas actividades comerciales por medio de concesión de derechos
como también reservándose espacios específicos para el mercado. Esto podemos
evidenciarlo en la siguiente fuente: “Jaime, rey de Aragón, establece que el mercado de
Huesca se sitúe junto a la muralla de piedra, y ordena que los mercaderes foráneos tengan
que hospedarse dentro del perímetro urbano para no eludir el pago del peaje.”8

8
LALIENA, Carlos; Documentos municipales de Huesca, 1100-1350, en: AVILA, C. y RIGUEIRO GARCIA J., Op.
Cit., pág. 236
BIBLIOGRAFÍA

AA VV: Historia de la Europa urbana. II. La ciudad medieval; Valencia, Universitat de


Valéncia, 2010: Cap. V: La organización del tejido urbano (129-120).

AVILA, Claudio Rafael; RIGUEIRO GARCIA, Jorge, La Edad Media. Material didáctico
para su estudio, Bs. As, Proletrario, 2017 (123, 236, 252, 253)

DUBY, Georges: El amor en la Edad Media y otros ensayos; Bs. As., Alianza, 1991:
Estructuras familiares en la Edad Media occidental (113-120)

MOLLAT, Michel: Pobres, humildes y miserables en la Edad Media; Bs. As., FCE, 1988:
Caps. IV y V (59-82)

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