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NECESIDAD DE UN PENSAMIENTO COMPLEJO

IV Conferencia Internacional sobre los Nuevos Paradigmas de la Ciencia

EDGAR MORIN Diciembre 4, 1996.

Mientras la cultura general contempla la posibilidad de poner dentro de un contexto cualquier


información o idea, la cultura científica y técnica, merced a su carácter disciplinario
especializado, difiere y fragmenta el saber, haciendo cada vez más difícil contextualizarlo.
Además, hasta mediados del siglo XX, la mayoría de las ciencias tenía como modalidad de
conocimiento la reducción –del conocimiento de un todo al conocimiento de las partes que lo
componen–, como concepto maestro del determinismo, es decir el ocultamiento de lo aleatorio,
de lo nuevo, de la invención y la aplicación de la lógica mecánica de la máquina artificial a los
problemas vivos, humanos y sociales.

La especialización abs-trae, es decir extrae un objeto de su contexto y de su conjunto, rechazando


los lazos y las intercomunicaciones con su medio, insertándolo en el compartimiento de una
disciplina cuyas fronteras rompen arbitrariamente la sistemicidad (la relación de una parte con el
todo) y la multidimensionalidad de los fenómenos; conduce a la abstracción matemática que
opera por sí misma una escisión con lo concreto privilegiando todo lo que es calculable y
formalizable.

Así, la economía que es la ciencia social matemáticamente más avanzada, es la ciencia social y
humanamente más atrasada, ya que se ha abstraído de las condiciones sociales, históricas,
políticas, psicológicas y ecológicas inseparables de las actividades económicas. Por esta razón
sus expertos son cada vez más incapaces de predecir el curso económico, aún a corto plazo.

Claro que el conocimiento debe utilizar la abstracción, pero buscando construirse por referencia
al contexto. La comprensión de datos peculiares necesita la activación de la inteligencia general y
la movilización de los conocimientos de conjunto. Marcel Mauss decía: “hay que recomponer el
todo”. Añadamos: hay que movilizar el todo. Ciertamente, es imposible tener un conocimiento
global del mundo y entender sus transformaciones multiformes. Empero, por aleatorio y difícil
que sea, hay que intentar conocer los problemas claves del mundo, so pena de imbecilidad
cognitiva. Y esto, tanto más que hoy, el contexto de todo conocimiento político, económico,
antropológico, ecológico, etc., es el mundo mismo. Es el problema universal de cada ciudadano:
cómo adquirir la posibilidad de articular y organizar las informaciones sobre el mundo. Pero, para
articularlas y organizarlas, se necesita una reforma del pensamiento.

La falsa racionalidad

La falsa racionalidad, es decir, la racionalización abstracta y unidimensional triunfa sobre la


tierra. Las más monumentales obras maestras de esta racionalidad tecno-burocrática se realizaron
en la URSS; por ejemplo: se desviaron los cauces de los ríos para irrigar, aún en las horas más
calientes, hectáreas sin plantas de algodón; de allí la salinización del suelo, por la subida de la sal
de la tierra, de allí la volatilización de las aguas subterráneas y secamiento del mar Aral.
Lamentablemente, después de la caída del imperio, los nuevos dirigentes llamaron a unos
expertos liberales del Oeste, quienes ignorando deliberadamente el hecho de que una economía
de competencia de mercado necesita instituciones, leyes y reglas, no han elaborado la compleja e
indispensable estrategia que, como lo había mencionado Maurice Allais, quien sin embargo es
economista liberal, implicaba planificar la desplanificación y programar la desprogramación.

Resultado de ello son las catástrofes humanas, cuyas víctimas y consecuencias no están
aseguradas ni contabilizadas como lo son las víctimas de las catástrofes naturales.

La inteligencia parcelaria, compartimentada, mecanicista, disyuntiva, reduccionista, rompe lo


complejo del mundo en fragmentos separados, fracciona los problemas, separa lo que está unido,
unidimensionaliza lo multidimensional. Es una inteligencia a la vez miope, présbita daltónica,
tuerta, y termina la mayoría de las veces siendo ciega. Destruye desde su inicio todas las
posibilidades de comprensión y de reflexión, eliminando también todas las posibilidades de juicio
correctivo o de una visión a largo plazo. Así, entre más multidimensionales se vuelven los
problemas, más incapacidad existe para pensar en su multidimensionalidad; entre más progresa la
crisis, más progresa la incapacidad de pensar en la ruina; entre más planetarios se vuelven los
problemas, más impensados se vuelven. Incapaz de aprehender el contexto y el complejo
planetario, la inteligencia ciega se vuelve inconsciente e irresponsable.

Entonces uno se da cuenta de que un problema básico es el de complementar el pensamiento que


separa por el pensamiento que une.

Complexus significa en su origen “lo que es tejido junto”. El pensamiento complejo busca a la
vez distinguir (pero no desunir), y unir, al mismo tiempo que se plantea otro problema básico:
estudiar la incertidumbre. ¿Por qué? Porque en todas las partes de las ciencias, se deshizo el
dogma de un determinismo universal y porque al mismo tiempo, la lógica, piedra angular de la
certeza del razonamiento ha mostrado incertidumbres en la inducción, indecisibilidades en la
deducción y límites en el principio del tercio incluido (1).

Así, el propósito del pensamiento complejo es, a la vez unir –contextualizar y globalizar–, y
aceptar el reto de la incertidumbre. ¿Cómo?

Los Siete Principios

Podemos proponer siete principios-guía para analizar la complejidad: estos principios son
complementarios e interdependientes.

1. El principio sistémico u organizacional que une el conocimiento de las partes al conocimiento


del todo según el ir y venir indicado por Pascal: “considero imposible conocer el todo sin conocer
las partes y conocer las partes sin conocer el todo”. La idea sistémica, que se opone a la idea
reduccionista, es que “el todo es más que la suma de las partes”. Del átomo a la estrella, de la
bacteria al hombre y a la sociedad, la organización de un todo produce nuevas calidades o
propiedades en relación a las partes consideradas aisladamente: las emergencias. De esta manera,
la organización del ser vivo produce cualidades desconocidas a nivel de sus constituyentes físico-
químicos. Agreguemos a esto que el todo es también menos que la suma de las partes, cuyas
cualidades están inhibidas por la organización del conjunto.

2. El principio “hologramático” (2) pone en evidencia esta aparente paradoja de los sistemas
complejos en los que no solamente la parte está en el todo, sino donde el todo está inscrito en la
parte. Así, cada célula es una parte de un todo el organismo global –pero el todo está él mismo en
la parte: la totalidad del patrimonio genético está presente en cada célula individual; la sociedad
está presente en cada individuo como un todo a través de su lenguaje, su cultura, sus normas.

3. El principio del lazo retroactivo, introducido por Norbert Wiener, permite el conocimiento de
los procesos auto-reguladores. Rompe con el principio de causalidad lineal: la causa actúa sobre
el efecto y el efecto sobre la causa, como en un sistema de calentamiento donde el termostato
regula la marcha de la caldera. Este mecanismo de regulación permite la autonomía de un
sistema, en este caso la autonomía térmica de un departamento en relación al frío exterior. De
manera más compleja, la “homeostasis de un organismo vivo es un conjunto de procesos
reguladores fundados sobre múltiples retroacciones. El lazo de retroacción (o feed-back) permite,
bajo su forma negativa, reducir la desviación y así estabilizar un sistema. Bajo su forma positiva,
el feed-back es un mecanismo amplificador, por ejemplo en una situación conflictiva que va
llegando a sus extremos: la violencia de un protagonista conlleva una reacción violenta, que a su
vez, conlleva una reacción más violenta aún. Inflacionistas o estabilizadoras, las retroacciones
son como legiones en los fenómenos económicos, sociales, políticos o psicológicos.

4. El principio del lazo recursivo rebasa la noción de regulación por la de auto-producción y auto-
organización. Es un lazo generador en el que los productos y los efectos son ellos mismos
productores y causantes de lo que los produce. Así, nosotros, individuos, somos los productos de
un sistema de reproducción salido del fondo del tiempo, pero este sistema puede reproducirse
sólo si nosotros mismos nos volvemos los productores, acoplándonos. Los individuos humanos
producen la sociedad en y por sus interacciones, pero la sociedad, como todo emergente, produce
la humanidad de esos individuos aportándoles el lenguaje y la cultura.

5. El principio de auto-eco-organización (autonomía / dependencia). Los seres vivos son seres


auto-organizadores que se auto-producen sin cesar y por ello consumen energía para salvaguardar
su autonomía. Como tienen necesidad de agotar la energía, información y organización en su
entorno, su autonomía es inseparable de esta dependencia, y es necesario concebirlos como seres
auto-eco-organizadores. El principio de auto-eco-organización vale evidentemente de manera
específica para los humanos quienes desarrollan su autonomía dependiendo de su cultura, y para
las sociedades que dependen de su entorno geo-ecológico.

Un aspecto clave de la auto-eco-organización viva es que ésta se regenera permanentemente a


partir de la muerte de sus células según la fórmula de Heráclito: “vivir de muerte, morir de vida”,
y que las dos ideas antagonistas de muerte y vida son complementarias, siendo antagonistas.

6. El principio dialogístico acaba de ser ilustrado por la fórmula heracliteana. Une dos principios
o nociones que deben excluirse mutuamente, pero que son indisociables en una misma realidad.

De esta manera se debe concebir una dialogística orden/desorden/organización desde el


nacimiento del universo: a partir de una agitación calorífica (desorden) en la que ciertas
condiciones (encontradas al azar) en los principios de orden, van a permitir la constitución de
núcleos, átomos, galaxias y estrellas. Se encuentra esta dialogística al surgir la vida por
encuentros entre macromoléculas en el seno de una especie de lazo auto-productor que terminará
por volverse auto-organización viva. Bajo las formas más diferentes, la dialogística. entre el
orden, el desorden y la organización, a través de innumerables inter-retroacciones, está
constantemente en acción en los mundos físico, biológico y humano.

La dialogística permite asumir racionalmente la asociación de nociones contradictorias para


concebir un mismo fenómeno complejo. Por ejemplo, Niels Bohr percibió la necesidad de
reconocer las partículas físicas a la vez como corpúsculos y como ondas. Nosotros mismos somos
seres separados y autónomos al mismo tiempo, y formamos parte de dos continuidades
inseparables, la especie y la sociedad. Cuando se considera la especie o la sociedad, el individuo
desaparece; cuando se considera el individuo, la especie y la sociedad desaparecen. El
pensamiento complejo asume dialógicamente los dos términos que tienden a excluirse el uno al
otro.

7. El principio de reintroducción del cognoscente en todo conocimiento. Este principio opera la


restauración del sujeto y destapa la problemática cognitiva central: de la percepción a la teoría
científica, todo conocimiento es una reconstrucción / traducción por una inteligencia / cerebro en
una cultura y un tiempo determinados.

Estos son algunos de los principios que guían los caminos cognitivos del pensamiento complejo.
No es en absoluto un pensamiento que elimina la certeza por la incertidumbre, que elimina la
separación por la inseparabilidad, que elimina la lógica para autorizarse todas las transgresiones.

El procedimiento a seguir consiste, al contrario, en hacer una ida y vuelta incesantes entre
certezas e incertidumbres, entre lo elemental y lo global, entre lo separable y lo inseparable.
Asimismo, usa la lógica clásica y los principios de identidad, de no contradicción, de deducción,
de inducción, pero conoce sus límites y sabe que en ciertos casos, es necesario transgredirlos. No
se trata, pues, de abandonar los principios de orden, de separabilidad y de lógica, sino de
integrarlos en una concepción más rica.

No se trata de oponer un holismo global sin fundamento al reduccionismo mutilante; se trata de


unir las partes a la totalidad. Se trata de articular los principios de orden y de desorden, de
separación y de unión, de autonomía y de dependencia, que son en dialogística complementarios,
competitivos y antagonistas en el seno del universo. En suma, el pensamiento complejo no es lo
contrario del pensamiento simplista: lo integra como diría Hegel; opera la unión de la simplicidad
y de la complejidad, y más aún, en el meta-sistema que constituye, hace aparecer su propia
simplicidad. El paradigma de complejidad puede ser enunciado no de manera menos simple que
el de simplificación: éste último impone el criterio de desunir y de reducir; el paradigma de
complejidad exige re-unir al mismo tiempo que distingue.

El Trasfondo Filosófico

De hecho, se encuentran en la historia de la filosofía occidental y oriental, numerosos elementos


y premisas del pensamiento de la complejidad. Desde la antigüedad, el pensamiento chino se
funda en la relación dialogística (complementaria y antagonista) entre el yin y el yang y, según
Lao Tsé, la Unión de los contrarios caracteriza la realidad. En el siglo XVII, Fang Yizhi formula
un verdadero principio de complejidad. En occidente, Heráclito expuso la necesidad de asociar
juntos términos contradictorios. En la era clásica, Pascal es el pensador clave de la complejidad.
Más tarde, E. Kant puso en evidencia los límites y aporías de la razón. Leibnitz formula el
principio de la unidad compleja de la unidad del múltiplo. Spinoza aporta la idea de la auto-
producción del mundo por sí mismo. En Hegel, esa auto-constitución se vuelve la novela épica en
que la inteligencia emerge de la naturaleza para llegar a su realización, y su dialéctica,
prolongada por la de Marx, que anuncia la dialogística. Nietzsche anunció la crisis de los
fundamentos de la certeza. En el meta-marxismo, encontramos en Adorno, Horkheimer y el
Lukacs tardío no solamente numerosos elementos de una crítica de la razón clásica, sino también
alimentos de una concepción de la complejidad.

En el siglo XIX, mientras que la ciencia ignoraba lo individual, lo singular, lo concreto, lo


histórico, la literatura y particularmente la novela revelaron la complejidad humana, de Balzac a
Dostoievski y Proust.

En la época contemporánea, el pensamiento complejo se elabora en intersticios entre las


disciplinas, a partir de pensadores matemáticos (Wiener, von Neumann, von Foerster),
termodinámicos (Prigogine), biofísicos (Atlan), filósofos (Castoriadis). Las dos revoluciones
científicas del siglo no pueden sino estimularlo.

La primera revolución introdujo la incertidumbre con la termodinámica, la física cuántica y la


cosmofísica y desencadenó las reflexiones epistemológicas de Popper, Kuhn, Holton, Lakatos,
Feyerabend, quienes demostraron que la ciencia no era la certeza sino la hipótesis; que una teoría
probada no era definitiva y permanecía como “falsificable”; que cabe lo no-científico
(postulados, paradigmas, temas) en el seno de la cientificidad misma.

La segunda revolución científica, más reciente, sin terminar aún, es la revolución sistémica que
introduce la organización en las ciencias de la Tierra y la ciencia ecológica; se prolongará
probablemente en revolución de la auto-eco-organización en biología y en sociología.

El pensamiento complejo es pues esencialmente el pensamiento que trata con la incertidumbre y


que es capaz de concebir la organización. Es el pensamiento apto para unir, contextualizar,
globalizar, pero al mismo tiempo para reconocer lo singular, lo individual, lo concreto.

El pensamiento complejo no se reduce ni a la ciencia ni a la filosofía, sino que permite su


comunicación operando la comunicación de una a la otra.

La “moda” compleja de pensar no tiene su utilidad solamente en los problemas organizacionales,


sociales y políticos. El pensamiento que afronta la certeza puede esclarecer las estrategias en
nuestro mundo incierto. El pensamiento que une puede esclarecer la ética del enlazamiento y la
solidaridad. El pensamiento de la complejidad tiene igualmente sus prolongaciones postulando la
comprensión entre humanos.
Referencias de Edgar Morin:

Introducción al pensamiento complejo. Fondo de Cultura Económica. México, 1996. El método 1


(La naturaleza de la naturaleza); 2 (La vida de la vida); 3 (El conocimiento del conocimiento); 4
(las ideas). Eds. Cátedra, Madrid.

Notas:

1. Juego de palabras del principio del tercio excluido que quiere que de dos propuestas contradictorias, es
necesario que una sea verdadera y la otra falsa; no existe una tercera posibilidad.

2. Inspirado en el holograma, en el que cada punto contiene la casi totalidad de la información del objeto
que representa.

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