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Desgaste ocupacional (burnout)

En el capítulo 4 del libro Psicología de la salud ocupacional (Uribe-Prado, 2008), “Desgaste


ocupacional: construcción, desarrollo y validación de un instrumento 161/278 mexicano para
medir burnout, la escala EMEDO”, Uribe adopta la postura de GilMonte (2005) y lo define como: El
agotamiento emocional y los sentimientos de minusvalía así como algunos malestares hacia el
ambiente, son en realidad una experiencia subjetiva de carácter negativo compuesta por
cogniciones, emociones y actitudes hacia el trabajo, hacia las personas y hacia el propio rol
profesional; muy probablemente como respuesta al estrés laboral. Acompañando todos estos
malestares, se presentan una serie de disfunciones conductuales, psicológicas y fisiológicas que
impactan de manera nociva a las personas y por lo tanto a las organizaciones. Uribe comenta:
“después de realizar redes semánticas naturales y lluvia de ideas en grupos focales, se llegó a la
conclusión de que para México un nombre adecuado es el de desgaste ocupacional en vez de
burnout o quemado”, mediante dos investigaciones empíricas con 510 y 523 participantes que
residen en México,

Maslach y Jackson (1981,1982), definen así las tres dimensiones del burnout: Cansancio emocional
(agotamiento): pérdida progresiva de energía, el cansancio, el desgaste, la fatiga. Situación en la
que los trabajadores sienten que ya no pueden dar más de sí mismos a nivel afectivo. Es una
situación de agotamiento de la energía o los recursos emocionales propios, una experiencia de
estar emocionalmente agotado debido al 162/278 contacto cotidiano y mantenido con personas a
las que hay que atender como objeto de trabajo (pacientes, presos, alumnos, clientes, entre
otros). Despersonalización: se manifiesta por irritabilidad, actitudes negativas y respuestas frías e
impersonales hacia las personas (clientes, pacientes, alumnos, presos, entre otros). Puede ser
considerada como el desarrollo de sentimientos negativos, y de actitudes y sentimientos de
cinismo hacia las personas destinatarias del trabajo; estas personas son vistas por los
profesionales de forma deshumanizada debido a un endurecimiento afectivo, lo que conlleva que
les culpen de sus problemas, por ejemplo, el enfermo bien se merece su enfermedad, el cliente es
un sujeto detestable, el preso es un delincuente que merece su condena, el alumno merece ser
reprobado, etc. Falta de realización personal (insatisfacción de logro): son respuestas negativas
hacia sí mismo y el trabajo. Es la tendencia de los trabajadores a evaluarse negativamente, y de
forma especial esa evaluación negativa afecta a la habilidad en la realización del trabajo y a la
relación con las personas a las que atienden.

Desde una perspectiva psicosocial, Maslach y Jackson (1982; en Uribe, 2002), definen al síndrome
como el conjunto de respuestas crecientes, formado por sentimientos de agotamiento emocional,
actitudes negativas hacia los receptores del servicio y una tendencia a evaluarse a sí mismo de
manera negativa, lo cual está relacionado con sentimientos de insatisfacción con el puesto de
trabajo. Desde esta misma perspectiva, el síndrome es conceptualizado a partir de tres
dimensiones fundamentales: 1. Agotamiento emocional. Situación en la que los trabajadores
perciben que ya no pueden dar más de sí mismos a nivel afectivo debido al agotamiento de la
energía o de los recursos emocionales propios. Se percibe como una experiencia de estar agotados
de manera emocional debido al contacto “diario” y mantenido, con personas a las que hay que
atender como objeto de trabajo (pacientes, presos, clientes, alumnos) (Gil-Monte, 2005). 2.
Despersonalización. Es el desarrollo de sentimientos y actitudes de cinismo hacia las personas
destinatarias del trabajo, quienes son vistas por los profesionales de forma deshumanizada debido
a un endurecimiento afectivo, lo que conlleva, a que se les culpen de sus problemas (por ejemplo,
el cliente es un sujeto detestable, al paciente le estaría bien merecida su enfermedad, al igual que
al preso su condena) (Gil-Monte, 2005). 3. Falta de realización profesional. Se caracteriza por una
dolorosa desilusión y fracaso en dar sentido personal al trabajo; se experimentan sentimientos de
fracaso personal (falta de competencia, de esfuerzo o conocimientos), ausencia de expectativas y
horizontes en el trabajo y una insatisfacción.

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