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El padre fiera

Esta es la historia real de un viejo león que caminaba por la comarca… le era difícil alimentarse de
cualquier cosa pues ya no tenía velocidad y los dientes se le estaban cayendo… vio a lo lejos una
manada de antílopes que pastaban y creyó que tenía la posibilidad de comerse alguno… se acercó
lentamente, sigiloso, silencioso, tomándose el tiempo necesario para guardar las fuerzas.

Pasaron dos horas y más. Entonces pudo apreciar que un pequeño crío deambulaba entre los
antílopes más grandes y todos lo rechazaban. Uno le pegó, el otro lo pateó, el de más allá lo
orinó…

Solo, triste, lloroso, se acercó lo suficiente al León que entonces le salió al paso. El crío lo vio y se
echó al piso, estiró el cuello ofreciéndose para morir.

El León se desconcertó y se acercó diciendo:

- ¿Qué te pasa cachorro? ¿No sabes quién soy?

- ¡Claro que lo sé!

- ¿Por qué no corres?

-Quiero morir… ¡mátame! Come de mi tierna carne, aliméntate, de esta forma te ayudaré a que
vivas un par de semanas más…

El León se interesó, ¿cómo es posible que un Antílope no salga corriendo y luche por su vida?

- Corre…

- ¿Para qué quieres que corra?

- Para que tu sangre se caliente y se mueva más aprisa por tus venas.

- ¿Y por qué simplemente no me comes así?, eres viejo, ya no puedes ir tras de un antílope como
yo…

- Claro que puedo, ¡corre! Te lo demostraré, si no corres, no te comeré.

El antílope salió corriendo aunque no tan rápido para que el León lo alcanzara. El León salió tras de
él pero se dio cuenta que no corría lo suficiente. Entonces se detuvo y decidió salir corriendo en
dirección opuesta. Sus últimas energías las utilizó para alejarse lo más que pudo y cayó desmayado
por el hambre.

Pasaron muchas horas y al abrir los ojos encontró un pedazo de hueso fresco de algún animal con
algo de carne para que comiera y una bota vieja llena de agua. Se incorporó y comió no sin antes
ver a lado y lado, pues ¿cómo apareció esta comida allí?
Al terminar buscó la sombra de un viejo árbol. Se echó y, de repente, le llegó a su nariz un olor
algo conocido.

-Sal de tu escondite, chicuelo.

El Antílope salió de su escondite. Se plantó frente al León y dijo:

-Hiciste trampa.

-No lo hice, además, ¿para qué me has alimentado?

- ¡Necesito que me comas!

- ¿Por qué razón deseas eso?

-Solo quiero morir, te he alimentado para que tengas fuerzas de matarme, así que, mátame,
¡cómeme!

-No lo haré.

-Me lo debes, conseguirte comida ha sido difícil así que, ¡págame!

-No lo haré. Yo no te pedí que me alimentaras, además, ¿por qué no me dices el motivo que tienes
para morir? Si me convences, ¡te mato ahí mismo!

-No tengo padres, ni parientes, mira el defecto en mi pata, todos dicen que estorbo y que por mi
culpa el León los puede comer. Todos me odian, ¡soy un riesgo!

- Jajajajajajajajajaja ¡que buen platillo el que me voy a comer!

El León se incorporó, se acercó al crío, abrió sus fauces lo más que pudo y ¡saz!

- ¿Qué te pasa? ¿Acaso no ves? ¡Mi cuello está acá!- Tu… sin padres, ni familiares, ni amigos,
tienes un defecto en la pata y… me alimentaste… yo no tengo parientes, ni hijos, ni esposa, soy
viejo y cansado, ¡somos iguales!… ¿qué te parece si eres mi hijo?

El Antílope no pudo más que reír…. Jajajajajajajajajaja pero, se dio cuenta que no eran un León y
un Antílope… el León tenía razón y aceptó feliz ser su hijito.

Pasaron muchos días, semanas, meses y años y el viejo León vio como el crío crecía y se convertía
en un gran antílope de cuernos fuertes…

Cierta mañana iban felices caminando, jugando, riendo. Oryx, el gran Antílope, saltaba sobre el
León cuando de repente…

- Hijo, cuidado, mi olfato detecta una manada de antílopes… y también Leones…


Agazapados, desde la altura de una roca, Oryx vio como unas hermosas leonas jóvenes danzaban
en círculo encerrando la manada de rumiantes… se sorprendió mucho al darse cuenta que se
trataba de todos aquellos que, tiempo atrás lo trataran con desdén y, mayor fue su asombro al
sentir de sus ojos lágrimas correr y tristeza y preocupación por lo que les pudiera suceder.

El viejo León al ver a su hijo sufrir decidió tomar partido. Se llenó de fuerza y corrió tan veloz como
el viento a favorecer a la manada de antílopes. Las leonas partieron confusas pues, después de
todo y a pesar de lo viejo, estaba saludable, fuerte, bien alimentado, rugiente y fiero. Los Antílopes
se sintieron perdidos, muertos, devorados. Pero, la confusión de la manada fue aún mayor, al
reconocer al crío despreciado, cuando de la nada Oryx grita:

- ¡Padre!, ¡Gracias!

Autora: Ángela Rivera.

La noche oscura

Cada vez que Gabriel llegaba al colegio se le veía triste y meditabundo.

Su maestro un día por esta razón lo llamó aparte y le preguntó:

- ¿Por qué te veo triste?

- Gabriel dijo, tengo un abuelo que me ha dicho que solo los seres buenos van al cielo y para poder
verlo, debo mirar por la ventana cada noche…

Tu abuelo tiene razón, solamente los seres buenos pueden ir al cielo a acompañar a Dios… pero,

- ¿Qué te entristece de esto?

- Maestro, - dice Gabriel- por las noches cuando voy a acostarme y termino mis oraciones me
asomo por la ventana. Anoche vi y había una luna gorda, grande, redonda, acompañada de
¡millones de estrellas!

-Sí, -dijo su maestro-, yo también la vi y me sentí feliz y me pareció muy hermoso. Pero, entonces,
¿por qué estás tan triste?

Y el pequeño echándose a llorar dijo, -¡todo lo que vi anoche es que solo las personas blancas van
al cielo!

- Jajajajajajajajaja reía con gusto su maestro. ¿Pero niño, qué dices?

- Maestro, ¡todas las estrellas que yo veo son de color blanco! Y anoche vi que la luna también lo
es, todos los días veo lo mismo. Y yo, señor, ¿no ve usted? ¡Soy negro!

Su maestro acarició la cabeza de este niño negro y le dijo,


-Si, eres negro y si te das cuenta, por las noches, las estrellas blancas y la luna blanca ¡están
dulcemente dormidas en las manos de Dios! ¡Porque posiblemente es negro como tú!

Autora: Ángela Rivera.

Sólo por ti

Todos concretaron en ir a la reunión, pues sería el momento más esperado en sus vidas.

Sin excepción alguna todos fueron a la sala de belleza, unos a cortarse, otros a estirarse, otros a
rizarse, porque todos querían verse diferentes, también como una forma de celebrar.

Los puntos seguidos se unieron más, los dos puntos quedaron de un solo nivel, el punto aparte se
acercó más, la coma era muy compinchera esta vez fue muy diplomática.

Al llegar a la fiesta se dieron cuenta que la puerta tenía forma de punto y todos entraron por allí.

Pero punto y coma era diferente, no cabía por allí.

Todos gritaban, pedían que le apuraran porque iba a comenzar la graduación. Todos le decían
empuja, empuja, pero por más que lo intentara punto y coma no podía entrar.

Las chicas le decían adelgaza, los chicos le decían encógete, los docentes le decían “concéntrate y
cree que lo puedes hacer”, pero por más esfuerzos que hiciera punto y coma no lo lograba.

Entonces se sentaron a pensar:

Tenemos varias opciones

1. Hacer la fiesta de graduación sin punto y coma. Todos dijeron que no porque siempre se había
esforzado mucho y merecía estar allí.

2. Cancelar la fiesta y no hacerla para ser equitativos. Todos dijeron que no porque se la merecían.

3. Hacer una fiesta solo para punto y coma otro día. Todos dijeron que no porque punto y coma
era un gran amigo.

Luego de pensar mucho llegaron a la conclusión, hay que cortarle la coma al punto y coma.

¡Nooooo! Grito punto y coma, eso me dolerá

Entonces uno de los menos sabios dijo “los que tenemos que hacer algo somos nosotros, no es
punto y coma”.

Y todos comprendieron que tocaba cambiar la puerta para que punto y coma pudiera entrar.

Entonces abrieron otro hueco más grande para que punto y coma pudiera graduarse.
Autora: Andrea Castro Hernández

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