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Relatividad
Relatividad
1 INTRODUCCIÓN
Relatividad, teoría desarrollada a principios del siglo XX, que originalmente pretendía explicar
ciertas anomalías en el concepto de movimiento relativo, pero que en su evolución se ha
convertido en una de las teorías básicas más importantes en las ciencias físicas (véase
Física). Esta teoría, desarrollada fundamentalmente por Albert Einstein, fue la base para que
los físicos demostraran la unidad esencial de la materia y la energía, el espacio y el tiempo, y
la equivalencia entre las fuerzas de la gravitación y los efectos de la aceleración de un
sistema.
2 FÍSICA CLÁSICA
Las leyes físicas aceptadas de forma general por los científicos antes del desarrollo de la
teoría de la relatividad —hoy denominadas leyes clásicas— se basaban en los principios de la
mecánica enunciados a finales del siglo XVII por el físico y matemático británico Isaac
Newton. La mecánica newtoniana y la relativista se diferencian por sus suposiciones
fundamentales y su desarrollo matemático, pero en la mayoría de los casos no se distinguen
apreciablemente en sus resultados finales; por ejemplo, el comportamiento de una bola de
billar al ser golpeada por otra bola puede predecirse mediante cálculos matemáticos basados
en cualquiera de los dos tipos de mecánica con resultados casi idénticos. Como la
matemática clásica es muchísimo más sencilla que la relativista, es la que se emplea en este
tipo de cálculos. Sin embargo, cuando las velocidades son muy elevadas —si suponemos, por
ejemplo, que una de las bolas de billar se mueve con una velocidad próxima a la de la luz—
las dos teorías predicen un comportamiento totalmente distinto, y en la actualidad los
científicos están plenamente convencidos de que las predicciones relativistas se verían
confirmadas y las clásicas quedarían refutadas.
Hasta 1887 no había aparecido ninguna grieta en la estructura de la física clásica, que se
estaba desarrollando con rapidez. Aquel año, el físico estadounidense Albert Michelson y el
químico estadounidense Edward Williams Morley llevaron a cabo el llamado experimento de
Michelson-Morley. El experimento pretendía determinar la velocidad de la Tierra a través del
éter, una sustancia hipotética que, según se creía, transmitía la radiación electromagnética,
incluida la luz, y llenaba todo el espacio. Si el Sol se encuentra en reposo absoluto en el
espacio, la Tierra debería tener una velocidad constante de 29 km/s debido a su rotación en
torno al Sol; si este astro y todo el Sistema Solar se están moviendo a través del espacio, el
continuo cambio de dirección de la velocidad orbital de la Tierra hará que su valor se sume a
la velocidad del Sol en algunas épocas del año y se reste en otras. El resultado del
experimento fue totalmente inesperado e inexplicable: la velocidad aparente de la Tierra a
través del hipotético éter era nula en todos los periodos del año.
Ninguna de las premisas básicas de Einstein era revolucionaria; Newton ya había afirmado
que “el reposo absoluto no puede determinarse a partir de la posición de los cuerpos en
nuestras regiones”. Lo revolucionario era afirmar, como hizo Einstein, que la velocidad
relativa de un rayo de luz respecto a cualquier observador es siempre la misma,
aproximadamente unos 300.000 km/s. Aunque dos observadores se muevan a una velocidad
de 160.000 km/s uno respecto al otro, si ambos miden la velocidad de un mismo rayo de luz,
los dos determinarán que se desplaza a 300.000 km/s. Este resultado aparentemente
anómalo quedaba demostrado en el experimento de Michelson-Morley. Según la física
clásica, sólo uno de los dos observadores —como mucho— podía estar en reposo, mientras
que el otro cometía un error de medida debido a la contracción de Lorentz-Fitzgerald
experimentada por sus aparatos; según Einstein, ambos observadores tienen el mismo
derecho a considerarse en reposo y ninguno de los dos comete un error de medida. Cada
observador emplea un sistema de coordenadas como marco de referencia para sus medidas,
y un sistema puede transformarse en el otro mediante una manipulación matemática. Las
ecuaciones de esta transformación, conocidas como ecuaciones de transformación de
Lorentz, fueron adoptadas por Einstein, aunque las interpretó de forma radicalmente nueva.
La velocidad de la luz permanece invariante en cualquier transformación de coordenadas.
El principio de equivalencia afirma que las fuerzas producidas por la gravedad son totalmente
equivalentes a las fuerzas producidas por la aceleración, por lo que en teoría es imposible
distinguir entre fuerzas de gravitación y de aceleración mediante un experimento. La teoría
de la relatividad especial implica que una persona situada en un vehículo cerrado no puede
determinar mediante ningún experimento imaginable si está en reposo o en movimiento
uniforme. La relatividad general implica que si el vehículo resulta acelerado o frenado, o
toma una curva, el ocupante no puede afirmar si las fuerzas producidas se deben a la
gravedad o son fuerzas de aceleración producidas al pisar el acelerador o el freno o al girar
el vehículo bruscamente.
Así, la hipótesis de Newton de que todo objeto atrae a los demás objetos de forma
directamente proporcional a su masa es sustituida por la hipótesis relativista de que el
continuo está curvado en las proximidades de objetos masivos. La ley de la gravedad de
Einstein afirma sencillamente que la línea del universo de todo objeto es una geodésica en el
continuo. Una geodésica es la distancia más corta entre dos puntos, pero en el espacio
curvado no es, normalmente, una línea recta. Del mismo modo, las geodésicas en la
superficie terrestre son los círculos máximos, que no son líneas rectas en los mapas
corrientes. Véase Geometría; Geometría no euclídea; Navegación: Mapa y proyecciones
cartográficas.
5 CONFIRMACIÓN Y MODIFICACIÓN
En la mayoría de los casos mencionados hasta ahora, las predicciones clásica y relativista
son prácticamente idénticas, aunque la matemática relativista es más compleja. La famosa
afirmación apócrifa de que sólo había 10 personas en el mundo que entendieran la teoría de
Einstein se refería al complicado álgebra tensorial y a la geometría riemanniana de la
relatividad general; en cambio, cualquier estudiante de cálculo elemental puede comprender
la relatividad especial.
Otra confirmación de la relatividad general está relacionada con el perihelio del planeta
Mercurio. Hacía años que se sabía que el perihelio (el punto en que Mercurio se encuentra
más próximo al Sol) gira en torno al Sol una vez cada tres millones de años, y ese
movimiento no podía explicarse totalmente con las teorías clásicas. En cambio, la teoría de la
relatividad sí predice todos los aspectos del movimiento, y las medidas con radar efectuadas
recientemente han confirmado la coincidencia de los datos reales con la teoría con una
precisión de un 0,5%.
Otro fenómeno predicho por la relatividad general es el efecto de retardo temporal, en el que
las señales enviadas a un planeta o nave espacial situados al otro lado del Sol experimentan
un pequeño retraso —que puede medirse al ser devueltas a la Tierra— en comparación con
lo indicado por la teoría clásica. Aunque se trata de intervalos de tiempo muy pequeños, las
diferentes pruebas realizadas con sondas planetarias han dado valores muy cercanos a los
predichos por la relatividad general (véase Astronomía por radar). Se han realizado otras
muchas comprobaciones de la teoría, y hasta ahora todas parecen confirmarla.
6 OBSERVACIONES POSTERIORES
Los físicos también han dedicado muchos esfuerzos al desarrollo de las consecuencias
cosmológicas de la teoría de la relatividad. Dentro del marco de los axiomas planteados por
Einstein son posibles muchas líneas de desarrollo. Por ejemplo, el espacio está curvado, y se
conoce exactamente su grado de curvatura en las proximidades de cuerpos pesados, pero su
curvatura en el espacio vacío —causada por la materia y la radiación de todo el Universo— es
incierta. Además, los científicos no están de acuerdo en si es una curva cerrada (comparable
con una esfera) o abierta (comparable con un cilindro o una taza con paredes de altura
infinita). La teoría de la relatividad lleva a la posibilidad de que el Universo se está
expandiendo: esa es la explicación generalmente aceptada para la observación experimental
de que las líneas espectrales de galaxias, quasares y otros objetos distantes se encuentran
desplazadas hacia el rojo. La teoría del Universo en expansión hace que sea razonable
suponer que la historia del Universo es finita, pero también permite otras alternativas. Véase
Cosmología.
Einstein predijo que las perturbaciones gravitacionales importantes, como la oscilación o el
colapso de estrellas de gran masa, provocarían ondas gravitacionales, perturbaciones del
continuo espacio-tiempo que se expandirían a la velocidad de la luz. Los físicos siguen
buscando este tipo de ondas.
Gran parte de los trabajos posteriores sobre la relatividad se centraron en la creación de una
mecánica cuántica relativista que resultara satisfactoria. En 1928, el matemático y físico
británico Paul Dirac expuso una teoría relativista del electrón. Más tarde se desarrolló una
teoría de campo cuántica llamada electrodinámica cuántica, que unificaba los conceptos de la
relatividad y la teoría cuántica en lo relativo a la interacción entre los electrones, los
positrones y la radiación electromagnética. En los últimos años, los trabajos del físico
británico Stephen Hawking se han dirigido a intentar integrar por completo la mecánica
cuántica con la teoría de la relatividad.