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pensamientos

políticos y memoria
sobre la población
del nuevo reino
de granada

PEDRO
FERMÍN DE
VARGAS
economía
pensamientos
políticos
y memoria
sobre la
población
del nuevo reino
de granada

pedro
fermín
de vargas

economía
Catalogación en la publicación – Biblioteca Nacional de Colombia

Vargas, Pedro Fermín de, 1762-1830, autor


Pensamientos políticos y memoria sobre la población del Nuevo Reino de Granada /
Pedro Fermín de Vargas; [presentación, Renán Silva]. – Bogotá : Ministerio de Cultura :
Biblioteca Nacional de Colombia, 2016.
1 recurso en línea : archivo de texto, PDF (240 páginas). – (Biblioteca Básica de
Cultura Colombiana. Economía / Biblioteca Nacional de Colombia)

ISBN 978-958-8959-50-4

1. Vargas, Pedro Fermín de, 1762-1830 - Pensamiento político
2. Agricultura – Colombia - Siglo XVIII 3. Comercio – Colombia - Siglo XVIII 4.
Minas – Colombia - Siglo XVIII 5. Colombia - Condiciones económicas - Siglo XVIII
6. Colombia - Política y gobierno - Siglo XVIII 7. Libro digital I. Silva, Renán II. Título
III. Serie

CDD: 330.9861 ed. 23 CO-BoBN– a994079


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de la Red Nacional de Bibliotecas Públicas de Colombia. Esta
publicación no puede ser reproducida, total o parcialmente con
ánimo de lucro, en ninguna forma ni por ningún medio, sin la
autorización expresa para ello.
índice Presentación9
§§

Pensamientos políticos sobre


la agricultura, el comercio
y las minas del Virreinato
de Santafé de Bogotá, por
don Pedro Fermín de Vargas
Sarmiento, natural del
mismo Virreinato, colegial
mayor del Rosario, Oficial
Primero de la Secretaría
y después Corregidor
que fue de Zipaquirá

Seguidos de una memoria


sobre la población del
Nuevo Reino de Granada
Pensamientos políticos sobre
§§
la agricultura, el comercio y
las minas de este Reino19
Apéndice103
§§
Memoria sobre la Glosa a propósito de las
población del Reino ideas económicas de don
Pedro Fermín de Vargas,
Apéndice137
§§
en sus relaciones con la
Independencia de América
Escritos varios
Por Manuel José Forero
De la falta de albergues y
§§
posadas141
Apéndice145
§§
Plan de las constituciones
§§
que se presentan al
Excelentísimo señor Virrey
del Reino para el Hospital
Real de San Pedro de
la parroquia de Zipaquirá147
De la policía y el decoro en
§§
las construcciones171
Apéndice175
§§
Estudio sobre el guaco, contra
§§
el veneno de las culebras177
§§ Presentación

La Biblioteca Nacional de Colombia ha tenido la


buena idea de formar una amplia colección de libros di-
gitales que reúna una parte considerable del patrimonio
cultural escrito de los colombianos, con el propósito de
contar con otro medio más de incentivar el interés por la
lectura y facilitar el acceso a textos valiosos que esperan un
lector inquieto y crítico dispuesto a recorrer sus páginas.
Como el propósito principal es el de difundir los textos,
hacerlos circular, facilitar su viaje a través del mundo de los
lectores, nada tan aconsejable como la idea de una biblio-
teca digital, para que más allá del formato tradicional de
lectura —el libro—, desde su casa, desde el colegio, desde
la biblioteca o desde el café, el lector pueda disponer de los
textos en ediciones confiables, de calidad superior al pro-
medio de lo que habitualmente se encuentra en internet.
Con acierto se ha seleccionado para formar parte de la
colección el texto de Pedro Fermín de Vargas, Pensamien-
tos políticos y memoria sobre la población del Nuevo Reino
de Granada, dos escritos que siempre se publican como un

9
Presentación

solo texto, por la unidad de tema y de estilo que los recorre.


Es necesario ofrecer al lector de hoy unas informaciones
breves sobre el autor, sobre la obra y sobre la época en que
fue escrito el texto, para que pueda sin mayores problemas
recorrer estas páginas que, de todas maneras, son claras y no
necesitan de ninguna “traducción especial” de especialista,
y que reclaman simplemente un deseo real de aprender, de
curiosear, de formarse una opinión propia sobre temas im-
portantes del pasado y el presente de Colombia.
Del autor sabemos poco. Nació en 1762 en la pobla-
ción de San Gil —hoy departamento de Santander— y
cursó estudios en Santafé de Bogotá, en el Colegio Mayor
del Rosario, institución en donde permaneció unos cuatro
años —entre 1776 y 1780—. En 1782 obtuvo el cargo de
Oficial Primero de la Secretaría del Virreinato —un cargo
administrativo de rango medio— e ingresó dos años des-
pués a la Expedición Botánica de José Celestino Mutis, una
empresa de saber que logró reunir a los mejores talentos
jóvenes de la época en torno a las tareas de exploración del
territorio neogranadino para tratar de conocer sus espe-
cies vegetales, con el fin de identificarlas y saber cuáles de
ellas podrían ser útiles y por esa vía entrar en los circuitos
del comercio local e internacional, produciendo al mismo
tiempo bienestar y riqueza a la sociedad.
Hacia 1789 encontramos a Pedro Fermín de Vargas
en el cargo de Corregidor y Juez de Residencia de Zipa-
quirá, lo que indica un ascenso en su carrera burocrática
y un cierto reconocimiento intelectual, lo mismo que in-
dica sus capacidades para lograr alguna influencia en el

10
Presentación

palacio virreinal, en donde llegó a ser muy apreciado. En


esos años escribe algunos de sus textos más conocidos,
como el que presentamos, desarrolla iniciativas de gobier-
no que apuntan a promover mejoras en la vida material y
espiritual de los pobladores, y parece orientarse como un
funcionario reformista empeñado en el progreso de los
vecindarios, impulsando medidas de promoción y mejora
de la agricultura y del comercio, en dirección de una vida
civilizada, orientada hacia la prosperidad, que es el núcleo
de la pequeña obrita que el lector se dispone a recorrer.
Pero no se trataba solamente de un buen funcionario.
Sus amigos de esos años, y las propias autoridades, cuyo
apoyo perdería tiempo después, lo distinguieron siempre
como un hombre de letras dotado de una gran inteligencia,
comprador de libros y lector muy dedicado que poseyó
en su biblioteca algunas de las obras más destacadas de su
época, entusiasta de algunas de las asociaciones de lectura
y discusión —las famosas «tertulias»— y amigo directo, y
en cierta manera tutor, de algunos de los inquietos jóvenes
santafereños de entonces, como Antonio Nariño, jóvenes
que luego serían conocidos como críticos importantes de
su sociedad como lectores apasionados y como grandes
interesados en lo que llamarán la «felicidad pública».
Después de 1792 perdemos los rastros seguros de sus
andanzas. Sabemos que abordó una vida de aventurero y
conspirador, que se fugó de Santafé en compañía de una
dama que no era su legítima mujer, y que recorrió las An-
tillas, viajó por Europa, intrigó ante gobiernos extranjeros,
entró en relación con el gran circuito de la conspiración

11
Presentación

internacional, que buscaba apoyo del Gobierno inglés


para liberar los territorios hispanoamericanos del dominio
ibérico, y que debió algún día morir, aunque no sepamos
cuándo, ni dónde, ni bajo qué circunstancias.
Al final lo que quedó fueron algunos textos políticos,
de los que no se sabe si realmente son de su autoría, mu-
chos pseudónimos usados en su vida aventurera, muchas
empresas inconclusas —de saber, de comercio, de conspi-
ración—, amores y desamores, rupturas con sus amistades
—por ejemplo con el venezolano Francisco de Miran-
da—, hechos muy pronto convertidos en leyenda que no
se discute, aunque la mayor parte de ellos no se encuentre
bien establecida. Lo que sí es seguro es que en el momento
de la Independencia nacional, en 1810, sus viejos amigos
neogranadinos se acordaron de él, invocaron su nombre
y quisieron que sus escritos, entre ellos estos Pensamientos
políticos, fueran editados y leídos, porque los consideraban
un buen diagnóstico de los caminos que debería recorrer
la sociedad que entraba en una fase de vida independiente.
Los Pensamientos políticos y memoria sobre la pobla-
ción del Nuevo Reino de Granada aparecieron, pues, a sus
contemporáneos que los conocieron bajo forma manus-
crita, como una descripción acertada de la historia de su
sociedad y como una buena guía para enfrentar el futuro,
y ello porque en su núcleo se encuentran muy bien carac-
terizadas las necesidades de su época, según la percepción
más avanzada que de ella podía tenerse en ese entonces. El
punto central de la discusión presente en esos Pensamientos
tiene que ver con el atraso técnico de la agricultura y con

12
Presentación

la redistribución de la propiedad de la tierra, con la idea


de convertir a la sociedad de manera mayoritaria en una
comunidad de pequeños propietarios, que producen bienes
agrícolas para un gran mercado internacional, esencialmen-
te europeo, para lo que había que incentivar el comercio,
lo que no se podía hacer sino con buenos caminos, porque
de otra manera las mercancías no circulaban, no llegaban
a su destino final, y el consumo no producía el efecto de
mejorar el nivel de vida de las gentes —tanto las que com-
pran como las que venden—, y sin un «comercio activo,
la riqueza no fluye y no hay progreso ni civilización».
Los Pensamientos políticos no rechazan la minería, la
explotación del oro y otros metales, pero Pedro Fermín de
Vargas piensa que a largo plazo no son actividades que ase-
guren el futuro de la sociedad, a diferencia de la agricultura
—y de la industria, que él y sus compañeros de generación
reservaban para los países europeos—, e indica una lista
de productos que, en su opinión, son posibilidades de en-
riquecimiento de la sociedad, lista que habla de grandes
posibilidades agrícolas —en menor medida extractivas—
que en el futuro deberían ser la base del cumplimiento de
los sueños de abundancia que debería llegar a un territorio
de tantas posibilidades como la Nueva Granada, según su
percepción. Hay mucho de utopía y de sueño en los Pensa-
mientos de Vargas, pero hay también muchas indicaciones
realistas para la conquista de esos sueños, en lo que tiene
que ver ante todo con la necesidad de generalizar la pro-
piedad de la tierra, y con la importancia de la ciencia, de la
técnica, y en general del conocimiento, para el progreso de

13
Presentación

una sociedad, indicaciones que no han perdido nada de


su actualidad.
Pero los Pensamientos, y los otros textos de Pedro Fermín
de Vargas, ponen en relación el proceso de mejora mate-
rial de la sociedad y de ampliación de la riqueza, con un
fenómeno mayor que podemos designar, como se hace en
la sociología de hoy, con la expresión proceso de civilización,
un proceso que pasa por la asimilación de normas de vida
colectiva organizada, por la extensión de formas de higie-
ne colectiva y personal, por la intensificación de la vida en
sociedad, y por todo lo que signifique la lucha por ideales
colectivos; un proyecto de una vida social enriquecida por
el contacto permanente entre los miembros de la sociedad,
que es lo que en últimas, en el siglo xviii, quería decir la
palabra «comercio».
Hay que decir que las ideas expuestas por Pedro Fer-
mín de Vargas en muchos aspectos —desde luego que no
en todos— mantienen su vigencia. Hoy hablamos de la
necesidad de superautopistas y de buenas carreteras, de
agricultura sostenible, y pensamos que el uso del suelo en
la minería no trae solamente beneficios y puede acarrear
problemas para el futuro de la sociedad.
Hay que resaltar que esos Pensamientos que escribió
Pedro Fermín de Vargas fueron en gran medida los de toda
una generación, la generación que llamamos de los Ilustra-
dos, los hombres de letras nacidos en Nueva Granada hacia
1760, algunos de cuyos nombres serán muy importantes en
la organización de la República, a principios del siglo xix.
Por eso estas reflexiones son pensamientos de época. Para

14
Presentación

dar un ejemplo, la Memoria sobre la población se relacio-


na con un problema que muchos de los contemporáneos
de Vargas también identificaron en términos similares: la
existencia en el Nuevo Reino de Granada, en esa época, de
una población muy pequeña, por relación con el territorio
y sus riquezas; un tema de inquietud compartido sobre el
que se discutió, se leyó y sobre el que el recién creado Pa-
pel Periódico de la ciudad Santafé de Bogotá organizó un
concurso, con el alto premio, para la época, de 50 pesos.
Todo esto debe convencer de que quien lee los Pen-
samientos políticos de Pedro Fermín de Vargas se acerca al
pensamiento de una época singular de lo que luego, desde
el siglo xix, llamamos Colombia. Se trata del pensamiento
ilustrado, un singular esfuerzo por pensar la sociedad y la
naturaleza, y ante todo un esfuerzo por ejercer la crítica
razonada. A los jóvenes ilustrados de finales del siglo xviii,
a los que perteneció Vargas, les cabe el pleno derecho de ser
presentados como los iniciadores del pensamiento crítico en
el país, pues fueron los primeros defensores del ideal de la
libre comunicación, y son por lo tanto autores de textos que
mantienen mucha de su actualidad. No importa que sus
problemas no sean exactamente los nuestros. No importa
que cuando se trate de problemas similares sus soluciones
no sean las que nosotros acogeríamos hoy. Pero el deseo,
la voluntad, la determinación de pensar siguen siendo
valores de actualidad, necesarios en nuestra época, lo que
nos convence de la actualidad del pensamiento ilustrado.
El lector de hoy que se acerca a los Pensamientos polí-
ticos de Pedro Fermín de Vargas, en esta cuidada edición

15
Presentación

digital, que incluye otros de sus escritos breves, puede saber


que el esfuerzo de lectura vale la pena, y puede recorrer
estas páginas con la tranquilidad de que su lectura lo in-
formará sobre temas básicos de la vida económica y social
de nuestra sociedad en los siglos xvii y xviii, y esa lectura
seguramente lo convencerá de la importancia inmensa que
tienen la observación, la discusión, la escritura y la lectura
como fuerzas movilizadoras del pensamiento crítico.
Lo único que el texto de Vargas reclama de sus lectores
es paciencia, invertir algo de tiempo en su lectura, dejarse
arrastrar por su exposición, permitir que el texto avance en
su análisis, dejando en suspenso nuestras opiniones, y al fi-
nal, concluida la tarea, establecer nuestro propio balance de
ese pensamiento, al tiempo lejano y cercano a nuestra época
y a nuestras preocupaciones.

Renán Silva

16
Pensamientos políticos sobre
la agricultura, el comercio
y las minas del Virreinato
de Santafé de Bogotá, por
don Pedro Fermín de Vargas
Sarmiento, natural del
mismo Virreinato, colegial
mayor del Rosario, Oficial
Primero de la Secretaría
y después Corregidor
que fue de Zipaquirá

Seguidos de una memoria sobre la


población del Nuevo Reino de Granada

17
§§ Pensamientos
políticos sobre la
agricultura, el
comercio y las minas
de este Reino

1. El Virreinato de Santafé establecido en 1718 com-


prende sobre el mar del Norte toda la costa que se extiende
desde las fronteras de Guatemala hasta el saco de Maracai-
bo; sobre la del sur, desde la provincia de Veraguas hasta el
valle de Tumbes en el Perú, inclusos los gobiernos de Loja,
Jaén y Mainas sobre el Marañón, describiendo desde allí un
arco en lo interior del país cuya circunferencia, abrazando
un despoblado inmenso en donde sólo habita una u otra
nación bárbara, remonta por el río Apure en la misma la-
guna de Maracaibo.
2. En la prodigiosa extensión de terreno que ocupa, se
deja entender que su clima es más o menos húmedo, más o
menos frío, más o menos templado, según la dirección de
las cordilleras que cortan sus diferentes partes. Las cimas
de estas espantosas montañas, que comúnmente se llaman

19
Pedro Fermín de Vargas

páramos, son estériles regularmente, y pocas veces habita-


das, pero donde la elevación no es tan grande, el terreno
es fértil, muy sano y produce variedad de frutos.
3. Así como se baja de aquí, esto es, del país frío, se en-
tra gradualmente en los temperamentos templados, hasta
dar en las cordilleras, cuyo clima es de un calor abrasador,
tal como el que se experimenta en todas las costas com-
prendidas bajo el ecuador.
4. La población del Virreinato, según el estado ge-
neral que se hizo en el año de 1778, ascendía a 1.279.440
habitantes, de los cuales 747.641 pertenecían al distrito
de la Audiencia de Santafé, y los demás a la presidencia de
Quito. Pero por los padrones recientemente hechos con la
mayor exactitud, resulta que existen hoy en todo el Reino
1.500.000 almas.
5. La capital del Virreinato fue fundada a 6 de agos-
to de 1538 por el Conquistador del Reino don Gonzalo
Jiménez de Quesada. Está situada al pie de una monta-
ña elevada y cubierta de nieblas la mayor parte del año.
Contiene dentro de su recinto de 20.000 a 22.000 almas
repartidas en más de 2.000 casas, la mayor parte de muy
mala arquitectura.
6. La situación de todo el Reino le hace sumamente
a propósito para el comercio: sus costas en el mar Atlán-
tico ofrecen un pronto y fácil acceso a las embarcaciones
expedidas de la Metrópoli; algunas de estas han hecho la
travesía desde Cádiz a Cartagena en 26 días, y las que más
tardan la verifican en 50 días, poco más o menos. La vuelta,
reconociendo el cabo de San Antonio en la isla de Cuba,

20
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

y entrando en el canal de Bahama, la ejecutan en 70 días.


Tenemos pues que Cartagena, que es el puerto principal
del Reino, se halla situada casi en la misma posición res-
pecto de España que las islas de Santo Domingo y Cuba,
las más inmediatas en el océano Atlántico.
7. Las provincias interiores del Reino se comunican
con la costa por el río de la Magdalena, que es navegable
casi desde su origen, en la cordillera de Andaquíes. Las que
más se extienden al occidente tienen la misma comunica-
ción por el río del Atrato, con que unas y otras se hallan
bien situadas para el comercio externo.
8. El distrito de la provincia de Quito parece ser el que
menos participa de estas ventajas. Con todo, sería fácil
abrir el camino de Ita que comunica aquella provincia con
la del Chocó, y entonces, además del abasto que podría
dar a las minas de esta, exportaría sus frutos con mucha
comodidad por el Atrato, y por él mismo se surtiría de los
géneros y frutos de Europa que necesita.
9. Entre las cabeceras del río de Atrato y las de San Juan,
el uno que desemboca en el mar del Norte y el otro en el
del Sur, hay una cordillera tan estrecha en ciertos parajes
que convida naturalmente a abrir comunicación a estos dos
ríos, y por consiguiente a los dos mares. El Arrastradero de
San Pablo es el lugar más proporcionado a esta grande obra
que debería ejecutar un Virrey que quisiese inmortalizar su
nombre. Los que han tenido ocasión de contemplar aquel
terreno, no sólo hallan posible esta comunicación, sino muy
fácil de verificar. Ignoro si la ha propuesto alguno, pero creo
que el Conde de Casa de Gijón habla de esto en las varias

21
Pedro Fermín de Vargas

y admirables representaciones que dirigió al Excelentísimo


señor Virrey Caballero en el año de 1787, las que darán mu-
cha luz en el asunto, así por ser este un hombre de los que
mejor han calculado las cosas del Reino, como por haber
emprendido viaje expresamente al Chocó con la mira de
observar la más fácil comunicación de esta provincia con la
de Quito, su patria.
10. Con esto, y con que se facilitasen como conviene
los caminos de tierra, abriendo otros en los lugares más
aparentes para la exportación de varios frutos, hasta el río
de la Magdalena, quedaba el Reino en estado de hacer un
comercio inmenso de sus producciones con los diversos
puertos de España que tienen derecho al comercio libre.
11. Las producciones que se extraerían para Europa
serían desde luego aquellas que se cultivan en las demás
colonias españolas, pues las diversas alturas de este Rei-
no sobre la superficie del mar y sus diversas distancias a la
línea hacen que en su distrito se hallen casi todos los tem-
peramentos del globo, y en algunas partes tan inmediatos
unos a otros que un día se puede experimentar frío por la
mañana, temperamento medio u otoño al mediodía y exce-
sivo calor por la noche, según que se baja de las cordilleras.
12. Se deja, pues, conocer cuán liberal ha sido la na-
turaleza con estos dominios del Rey, y que a nada que se
fomentase la industria en ellos, competirían con los mejores
del resto de la América. Una mano sabia que, conociendo
todos los recursos de que es capaz esta colonia, se aplicase
con tesón a promover los ramos de agricultura, comercio
y minas, tendría la satisfacción de ver floreciente el Reino

22
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

en pocos años, y en estado de pagar con usuras los cuida-


dos que debe al Soberano por su conservación.
13. La desgracia es que hasta ahora casi generalmente
se hallan abandonados estos tres ramos de riqueza nacio-
nal. No quiero averiguar si la falta de la población o la falta
de energía en el gobierno, o más bien las trabas generales de
la nación en punto de comercio e industria, sean la causa
de un letargo como el que se ha experimentado en esta
preciosa porción de la Monarquía. Lo cierto es que a un
paso igualmente torpe han caminado hasta hoy desde la
agricultura, que es la primera de las artes, hasta la de mayor
complicación, sin que ningún patriota haya promovido la
aplicación de sus compaisanos.
14. El amor que tengo al país por haber nacido en él,
el tal cual manejo de los asuntos más sustanciales que he
adquirido en la primera oficina del Reino, los viajes que
he hecho atravesándolo casi de parte a parte, y las obser-
vaciones que estos me han sugerido, me ponen en estado
de hablar con mayor conocimiento que otros muchos de
los inconvenientes que hay que vencer, los ramos que cul-
tivar y las providencias que se deben dar para conseguir la
prosperidad de esta colonia. A este fin me propongo tratar
separadamente de la agricultura, el comercio y las minas,
enlazando los intereses del Reino con los de la Madre Pa-
tria, que es como debe calcular todo buen ciudadano.
15. El respeto que tengo a personas de alto carácter,
y amantes del bien público, es lo que me hace publicar
estos sueños contra mi genial cortedad. Si no acierto a

23
Pedro Fermín de Vargas

desempeñar mi objeto, será desgracia de que los más bien


intencionados no están libres.

Non cuivis homini contingit adire Corinthum.

§§ Agricultura

16. La agricultura supone instrumentos para su per-


fección. Los primeros hombres que no los tenían se vieron
obligados a mantenerse de la caza y de la pesca, profesiones
que no necesitan de mayor trabajo y que suponen poquí-
sima instrucción. Pero la agricultura, que es la ocupación
de los hombres en sociedad, y sedentarios, necesita de
instrumentos más duros que los que se pueden fabricar
de madera.
17. Así, aquellas naciones que desconocían el uso del
hierro, o no tenían agricultura, o si la tenían era con la ma-
yor imperfección del mundo. Entre las naciones del Nuevo
Continente sólo sabemos que los peruanos usasen de los
instrumentos de cobre para sus faenas rurales, y este pueblo
fue el más pacífico, el más humano, el más sedentario de
todos los de América. El uso que habían hecho del cobre
y la facilidad que les proporcionaban para el cultivo de
sus campos los instrumentos fabricados con aquel metal,
les hacían apego a una tierra que los alimentaba sin tanto
trabajo como el que debían tener los demás salvajes que
quisiesen cultivarla con instrumentos de madera.

24
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

18. Nosotros en el día estamos por la mayor parte casi


en la misma situación. El hierro que gastamos viene de
fuera del Reino: las distancias de la costa a lo interior son
tan grandes, los transportes tan caros y los derechos tan
excesivos que en parte se ven obligadas las gentes a pa-
sar sin él, substituyendo un trabajo inmenso corporal a la
facilidad que les proporcionaban algunos instrumentos
fabricados con este metal.
19. A excepción de los lugares inmediatos de Santafé
y algunas de las provincias de Tunja, en los que llamamos
tierra fría, en todo lo demás del Reino no se conoce el uso
del arado. Aun en aquellos parajes en donde se valen de él
para sus siembras, muchas veces se ven obligados a fabri-
carlo de madera, como sucede en Tequia, en algunas partes
de Antioquia y otros lugares, por no tener medios con qué
comprar el hierro. La escasez de este hace también que los
artífices trabajen imperfectamente sus obras, viniendo a
ser la falta del hierro casi la causa original de la poca agri-
cultura e industria que tenemos, pues cualquiera concibe
fácilmente lo poco que se profundizará y compondrá la
tierra con arados de madera.
20. A esta imperfección de instrumentos de labor
se sigue la del modo de sembrar, pues estas gentes jamás
recogen las semillas, jamás las cruzan alternando las de
diversos temperamentos, jamás toman aquellas precau-
ciones que en Europa para que no degeneren los granos ni
demás semillas. De estas las que trajeron los primeros con-
quistadores por órdenes de la Corte, que velaba en aquel
tiempo por el bienestar de estas colonias, han prevalecido

25
Pedro Fermín de Vargas

maravillosamente en los temperamentos análogos a su


constitución respectiva. Pero desde aquel tiempo no se
han traído otras que las de algunas hortalizas de que por
la mayor parte estamos bien provistos. En punto de frutas,
tenemos muy poco; sin embargo de que como llevo dicho
arriba, se podrían cultivar en los diversos temperamentos
del Reino las plantas europeas.
21. No hay país en donde la labranza no tenga algu-
na aceptación, que no procuren sus habitantes abonar el
terreno destinado para granos, con estiércoles, cenizas,
cal y otras varias cosas que la experiencia les ha ido ense-
ñando ser a propósito para mejorar la calidad del suelo y
proporcionarles mejores jugos. Esta práctica tan común se
descuida casi del todo en el Reino, y sólo se pone tal cual
cuidado en no perder el estiércol de ovejas en aquellas he-
redades en donde las hay.
22. El maíz, este precioso don de la América que su-
ple tan maravillosamente por el trigo entre el pueblo bajo
y que es propio del suelo americano, se halla muy poco
adelantado en nuestras manos. Admira ver que en Euro-
pa, donde este grano es adventicio, se hayan adelantado
tanto en cultivarle, que hace hoy allí uno de los mejores
alimentos. Nosotros adoptamos el método que hallamos
establecido entre los indios bárbaros cuando la Conquista,
y siendo este fruto tan fácil de convertir en diversas com-
posiciones regaladas, apenas hacemos otras que el bollo,
las arepas o tortillas, sin aderezo ni curiosidad.
23. El primero de estos alimentos hace las delicias
de la gente de Cartagena y riberas del río Grande de la

26
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

Magdalena, pero cualquiera que no tenga el paladar gas-


tado sería de mi misma opinión, esto es, que el bollo es
uno de los alimentos más groseros que se conocen. Las
arepas tienen su mérito, por cuanto son bien cocidas y de
más fácil digestión.
24. Bien podría sacarse del maíz todo el partido que
se saca del trigo, fabricándolo como lo hacen en varias
partes de Europa. Entonces sería menos necesario el trigo
en Cartagena y costa marítima a las tropas del Rey, lo que
ahorraría mucho dinero que se extrae a países extranjeros
por razón de las harinas.
25. Tanto más debían fomentarse las siembras del maíz,
cuanto es notorio que en todas las tierras cálidas se coge
en estado de servir para el sustento, a los 40 días de sem-
brado. Fecundidad que asombra y proviene sin duda de la
mucha tierra vegetal de que abundan aquellos terrenos, y
del calor que acelera la vegetación tan maravillosamente.
26. Contémplese lo mucho que se debía esperar si este
vigor de la naturaleza fuese ayudado de la industria huma-
na. Pero por desgracia el labrador no pone de su parte otra
cosa que el trabajo de desmontar un pedazo de terreno que
se halla cubierto de monte desde el principio del mundo.
El fuego consume después aquella leña y, sin más diligen-
cia, es sembrado el campo inmediatamente sin volverle a
visitar hasta el tiempo de coger el fruto.
27. En la mayor parte del Reino se hacen dos cosechas
de maíz al año, pero siempre del mismo modo y con la mis-
ma poca actividad. Lo que se ha dicho del trigo y del maíz
debe entenderse de los demás indígenas o adventicios de

27
Pedro Fermín de Vargas

estos países. Las plataneras sembradas una vez cerca de un


río o arroyo no tienen más que hacer y aseguran el fruto
para muchos años. Esta planta es propia de los países cá-
lidos y templados, en donde junto con la carne y el maíz
constituye el único alimento de sus habitadores.
28. Es verdad que en los países de temperamento
medio se cultivan otros frutos, y también lo es que sus
habitadores son mucho más aplicados a la agricultura. De
estos debe esperarse todo lo que se quiera siempre que los
párrocos y las personas acomodadas de los lugares quie-
ran instruirles con su ejemplo o con sus insinuaciones en
el modo de emplear su trabajo más útilmente. Esto, ya se
ve, supone buenos conocimientos entre las gentes de que
hablamos, los cuales en el día son ningunos. Adelante se
apuntará el modo con que se puede excitar la curiosidad
de los hacendados y párrocos en obsequio de la agricultura
y otros ramos de economía.
29. En mis Reflexiones de los principales frutos del Rei-
no tengo hablado de las cañas de azúcar, el cacao, el añil,
etcétera, y el modo de sembrarlos en estos países. He no-
tado allí más al pormenor los vicios de que abunda cada
cultura en particular y el método que observan otras na-
ciones para sacar el gran partido que dan de estos preciosos
frutos. Aquí sólo me limito a asegurar que a excepción del
cacao, el cual se cultiva muy bien en Cúcuta y Guayaquil,
en donde es muy abundante, todos los demás permanecen
en un estado lastimoso, pudiendo, si se cultivasen bien,
alimentar muchas personas, animando la agricultura, el
comercio y la población del Reino.

28
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

30. La experiencia de todos los siglos ha enseñado que


los habitadores de los países estériles son gradualmente más
industriosos que los de los países ricos y abundantes. Así
la naturaleza equilibra todas las cosas de un modo incom-
prensible. La facilidad con que se mantienen las gentes de
las tierras cálidas del Virreinato las hace del todo indolen-
tes y perezosas. El maíz, el plátano, la carne o el pescado
lo encuentran alrededor de sus habitaciones sin trabajo
alguno. Tampoco tienen que buscar vestuario porque de
ordinario hombres y mujeres viven desnudos sin rubor. Así
se entregan a una ociosidad sin límites. Este espectáculo
es más común en todo lo que baña el río de la Magdalena
y costas del mar. Entre estas gentes no hay, pues, princi-
pio alguno moral, ni físico, que les haga impresión sobre
el miserable estado en que viven. Bajo de esta idea cual-
quiera conoce el poco escrúpulo que hará en estas gentes
el mantenerse de lo ajeno, la ninguna fe que observan en
sus pactos y la poca utilidad que sacan la colonia y la Me-
trópoli de estos vasallos.
31. En un Discurso sobre el estado actual del río de la
Magdalena, que escribí en mi último viaje, se hallan bien
notadas las costumbres de los que habitan sus orillas, y de
paso se nota el modo de mejorar aquel suelo tan delicioso
como fecundo en todo género de frutos de la zona tórrida.
32. Volviendo al asunto de agricultura, se manifiesta
claramente que si los frutos propios de estos territorios se
hallan tan prodigiosamente abandonados, cuánto más lo
estarán los que necesitan alguna cultura regular y son pro-
pios de otras regiones. En prueba de esta verdad se pueden

29
Pedro Fermín de Vargas

traer los olivos de la Villa de Leyva, en jurisdicción de


Tunja. Estos árboles, plantados allí poco tiempo después
de las conquistas, producen aceitunas de muy buen gusto
aunque pequeñas. Semejante producción merecía mayor
cuidado del que hoy tiene, pues me hallo informado que
los olivos no son podados ni se han sembrado otros de
nuevo, ni aquellas gentes cuidan de aderezar las aceitunas
o extraer aceite de ellas. La pequeñez del fruto es probable
que provenga más bien del poco esmero en cultivarle que
de la calidad del terreno, que al parecer es muy a propósito.
33. La extracción del aceite en la Villa de Leyva per-
judicaría algo al comercio de la Península —aunque sería
muy corto este perjuicio por lo que se consume del que
viene de allá a causa de su mucho precio—, pero es cierto
que en nada perjudicaría el adobo y la composición de las
aceitunas, las cuales no se pueden conseguir buenas de Es-
paña sino raras veces y serían excelentes aderezándolas aquí.
34. Siendo España la nación del mundo que tiene más
excelentes vinos, sería contra política permitir en sus colo-
nias el cultivo de las viñas. Además de esto, sabemos que los
vinos de América, aun entrando el de las Californias, son
de una calidad muy mediana para apetecer con empeño.
Pero el lino, el cáñamo y la seda se podrían cultivar aquí con
grandísima ventaja de la nación, vendiéndole en rama estas
materias para las fábricas de la Península. En Nueva España
se han aplicado con suceso a estos tres ramos, y pienso que
los adelantarán sucesivamente. En el Ministerio del Marqués
de Sonora se mandó por orden general a toda la América
—renovándola después por las leyes de estos reinos— que

30
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

se cultivasen con especialidad el lino y el cáñamo y se remi-


tiesen en crudo a las fábricas de España, pero estas órdenes
tan saludables han sido descuidadas en este Reino, en don-
de el primero de estos artículos se cultiva para extraerle el
aceite que los pintores suelen aplicar para una u otra obra,
desconociéndose hasta la planta del cáñamo.
35. El algodón, el añil, la cochinilla, el achiote, etcétera,
son plantas de todo el Reino. En los partidos de las villas
del Socorro y San Gil se cultiva el algodón con algún cui-
dado y se emplea todo en tejidos bastos para el vestuario
de las pobres gentes. En la provincia de los Llanos también
se cultiva con alguna facilidad y se emplea en los mismos
usos. Pero de donde únicamente se exporta a Europa es del
partido de Barranquilla y Soledad en el Distrito de la Go-
bernación de Cartagena. Desde el año de 1798 se exporta
el de San Gil y Socorro, conocido en España con el nombre
de algodón de Girón.
36. Todos estos ramos que pertenecen a la agricultura
del Reino deberán atenderse con particularidad si se quiere
sacar algún partido útil de esta colonia. Dejándolos en el
pie que hoy tienen, jamás producirán ventajas considera-
bles, y será preciso comprarlos al extranjero, cuya población
y fuerzas crecerían con conocido perjuicio del Estado. Los
demás ramos del campo, o no se conocen aquí, o sólo se
cultivan débilmente en una u otra provincia. Todo se halla
atrasado y el estado actual del Reino dista poco del que
hallaron los conquistadores en sus primeras invasiones.
Una inmensa extensión de territorio desierta, sin cultivo
y cubierta de bosques asperísimos, cuyos árboles, según la

31
Pedro Fermín de Vargas

expresión de Ulloa, existen desde el Diluvio, presenta en


las mismas costas la imagen del descuido, de la ignorancia
y de la ociosidad más reprensible.
37. Es verdad que por una rareza sin ejemplo se hallan
las costas de este Reino casi despobladas, según su extensión,
y lo interior algo más poblado. Sobre todo la población
es muy sensible en las tierras de temperamentos medios.
Las muchas enfermedades que regularmente reinan en las
más bajas y ardientes es la causa, en mi concepto, de su
poca población; siéndolo en las tierras frías las haciendas
demasiado grandes que, al paso que aumentan la cría de
ganados, disminuyen la población de gentes.

§§ Medios de perfeccionar la
agricultura en el Reino

38. El primer medio que se presenta para el adelanta-


miento de la agricultura, y el único que debe emplearse,
desde luego, es el establecimiento de una Sociedad Eco-
nómica de Amigos del País, a imitación de las muchas que
hay en España y que trabajan incesantemente en su adelan-
tamiento. La capital debía ser la primera que adaptase esta
idea, lo que sería muy fácil de conseguir como los señores
virreyes quisiesen entrar en una plaza y en calidad de pro-
tectores haciendo las veces del Soberano. Las ciudades de
Popayán, Quito, Cartagena, Panamá y Caracas seguirían
seguramente un ejemplar tan útil. Las conexiones entre es-
tos cuerpos facilitarían recíprocamente los conocimientos

32
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

necesarios sobre cultivo y propagación de varios frutos, y


entablarían el cambio de semillas, tan interesante al ramo
de agricultura y jardinaje.
39. Se excitaría igualmente el espíritu de todos los
párrocos y las gentes acomodadas de los lugares con el
atractivo de una plaza de socio correspondiente o super-
numerario que se propondría como premio a aquellos
que supiesen dirigir sus talentos o sus caudales a benefi-
cio general.
40. La fermentación que se seguiría inmediatamente
a la plantificación de la Sociedad Económica despertaría
entre estas gentes el amor a su país, y es regular que con
este motivo se comenzase a ilustrar el Reino en asuntos de
economía que apenas se conocen.
41. El cuerpo patriótico de que hablo se debía fundar
bajo las mismas reglas que los de Madrid y Vizcaya, que
lo fueron también a imitación de los de Berna y Dublín,
considerando como punto único el fomento del Reino.
42. Entre nosotros no deja de haber personas capaces
de dirigir un establecimiento semejante. Muchos han ca-
minado varias provincias del Reino, conocido sus frutos
y las relaciones de comercio que pueden tener recíproca-
mente. De los conocimientos de todos, pues, y también
de las relaciones que se pedirían, o dirigirían por instituto
los socios correspondientes, se podrían formar memorias
verídicas que sirviesen para asegurar el acierto en los ob-
jetos de economía que son privativos del Reino y deben
promoverse. De los fondos de la Sociedad se sacaría lo
necesario para comprar en Europa modelos de aquellas

33
Pedro Fermín de Vargas

máquinas que son indispensables para la perfección y el


adelantamiento de la agricultura y de aquella industria pro-
pia del país. Igualmente se podrían pensionar del mismo
fondo sujetos de ingenio e invención, que hiciesen viaje
a las colonias inglesas y francesas y observasen en ellas
lo mejor y más a propósito al adelantamiento del Reino,
para plantificarlo a su vuelta en aquella parte que se con-
ceptuase más aparente.
43. Las Provincias Unidas del Norte de América deben
ser visitadas para aprender en ellas el modo de conducir las
harinas, sin peligro de corrupción que tanto atrasa las nues-
tras. Sería también uno de los asuntos propios de la Sociedad
indagar todo lo concerniente a harinas y beneficio de gra-
nos, proponiendo los premios correspondientes. En todo
caso, el ramo de harinas debe perfeccionarse para facilitar
su despacho en las costas y promover la agricultura de los
países fríos, pues este es el único objeto de riqueza que tie-
nen. Tal vez sería de mucha utilidad conducir los trigos en
grano a Cartagena, formar allí tahonas o molinos y dejar la
conducción de harinas. Se sabe, por ejemplo, que una carga
de trigo produce una de harina, y que el grano permanece
algo más sin corromperse. Este fue el método que practica-
ron los franceses anteriormente para el surtimiento de sus
colonias, que después renunciaron por haber advertido que
en barriles de madera se conservaba mucho mejor. Entre-
tanto debemos considerar que las partes espirituosas de la
harina se exhalan con mucha facilidad en las tierras calientes.
44. No sólo serían los trigos el objeto de la Sociedad
Económica: seríanlo también el cultivo de la grana, del

34
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

añil, del algodón, café, cacao, azúcares y multitud de otros


artículos que, perfeccionados, con el tiempo darían ocu-
pación a gran número de familias. Entre otros se podrían
promover, por ejemplo: el ramo de cera silvestre, de que sólo
es poseedor este Reino. En las montañas de Andaquíes, al
poniente de Santafé, se hallan las abejas que trabajan esta
cera naturalmente tan blanca como la mejor que se beneficia
en los países septentrionales de Europa. Con cuánto gusto
no debía emprenderse la extracción de estos insectos, pro-
moviendo el cultivo de tan precioso género en los parajes
más análogos a su composición por sus temperamentos y
hierbas. Un poco más al sur de la misma cordillera de An-
daquíes se halla el país de los canelos, celebrado desde las
primeras conquistas. No hay duda que allí se encuentran
árboles del mismo género que los de Sri Lanka. Algunos
que se han sacado y plantado en temperamentos análogos
demuestran esta verdad, como también dan esperanzas de
que beneficiados del modo que los practican los holandeses
en África, darán la misma especie de canela que nos venden
estos republicanos, o a lo menos una canela capaz de servir
a los mismos usos, aunque no tan excelente.
45. Ofrece el Reino tantos objetos de economía dig-
nos de las investigaciones de la Sociedad Patriótica, que
sería por demás referirlos aquí. En las instituciones parti-
culares de ella deben apuntarse los conocidos, dejando al
tiempo y a las indagaciones ulteriores de los socios el des-
cubrimiento de otros muchos que encierran las montañas
y los bosques en su seno y que por falta de población no
se han descubierto hasta ahora.

35
Pedro Fermín de Vargas

46. Según las observaciones de los físicos y naturalistas,


regularmente se hallan unas mismas plantas a distancias
iguales de la línea, guardada por otra parte la uniformidad
del temperamento. Así, se han encontrado en el Canadá,
bajo de un mismo paralelo, el ginseng de la Tartaria, la canela
de Sri Lanka, la nuez moscada, etcétera. En este Virreinato
probablemente se hallarían en su vasta extensión las mismas
drogas, los mismos tintes y las producciones de las Indias
Orientales si se pusiese aquí la aplicación correspondiente.
47. En un país virgen como este, qué campo tan vasto
para las indagaciones y experiencias de un cuerpo com-
puesto de hombres inteligentes y celosos del Reino. La
protección que debe gozar del Gobierno le pondría en es-
tado de conseguir las noticias más puras sobre los asuntos
de su instituto, y de ejecutar sus planes sin oposición. El
Gobierno mismo se debe interesar en sus adelantamien-
tos por la gloria de ver prosperar el Reino, teniendo un
cuerpo instituido que le facilitase las noticias conducentes
a varios puntos de economía privativos suyos, cuyo peso
podría descargar en la Sociedad Económica.
48. Pero por más afianzada que contemplemos la agri-
cultura con el establecimiento de la Sociedad Patriótica
de Amigos del País, si el comercio no favorece la extrac-
ción de frutos, no hay que esperar adelantamiento. Un país
compuesto de labradores y destituido de tráfico será el más
pobre de cuantos se conocen, y necesitaría de un terreno
inmenso para mantener una población lánguida y débil.
La Inglaterra, que acaso es el país de mejor agricultura en
Europa, ha mantenido y mantiene su labranza en tan buen

36
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

estado desde que se concedieron premios a los comercian-


tes de granos que los extrajesen fuera de aquella isla, y esta
providencia, que al parecer debía escasearlos y encarecerlos,
produjo un efecto totalmente contrario, habiéndose aplicado
los labradores con más ahínco por la seguridad que tenían
del despacho de sus frutos. La Inglaterra, pues, en lugar de
surtirse como anteriormente de granos de los países septen-
trionales, abastece hoy de ellos a gran parte de la Europa.
49. Es, pues, preciso que el comercio facilite la salida de
los frutos del país. Veamos ahora cuál es el que más conviene
a este Reino, y los diversos ramos a que puede extenderse con
recíproca utilidad de estos dominios, y los de la Península.

§§ Comercio

50. No podríamos lisonjearnos jamás de hacer un tráfi-


co tan extenso como lo prometen las circunstancias de este
Reino, mientras los caminos de tierra y agua subsistan en el
pie que hoy tienen. Hablando un célebre economista, dice:
«No en todas partes se hallan ríos navegables por donde
se puedan conducir las mercaderías y frutos, y esta falta es
preciso suplirla con buenos caminos por tierra, cuya utilidad
y necesidad se hacen patentes, viéndose que sus caballerías
tiran en un carro más, pero que llevan doce al lomo, y en un
camino bueno e igual bastan cuatro caballerías, cuando en
el que va por tierra quebrada se necesitan seis, y así vemos»,
añade, «que se puede reducir a la tercera parte el costo de
transportar de nuestros frutos por tierra».

37
Pedro Fermín de Vargas

51. Por una desgracia inconcebible, vemos en todo


el Reino abandonados los caminos, los ríos sin puentes,
aun aquellos que más los necesitan, y subsistir los malos
pasos en todas las estaciones del año, sin que se exceptúen
las entradas y salidas de la misma capital. El camino que
la necesidad abrió antiguamente subsiste y subsistirá por
muchos siglos, sin que se haya pensado en corregir sus
defectos enderezándole, o mudándole a otra parte más
cómoda. Lo mismo que se advierte en los caminos de tie-
rra, se observa también en los cortos ríos navegables que
tenemos. Todo se halla descuidado lastimosamente, y este
asunto pide la más seria atención del Gobierno.

§§ Camino de Carare

52. Es verdad que de cuando en cuando se han hecho


algunos esfuerzos para componer los caminos. El Exce-
lentísimo señor don José de Solís, Virrey que fue de este
Reino, promovió cuanto estuvo de su parte la abertura
del camino de Carare, la carrera de Vélez al río de la Mag-
dalena, con la mira de dar salida pronta a las harinas del
Reino. La Compañía de emprendedores que se formó en
aquella época hubiera conseguido las grandes utilidades
que se había propuesto si el Virrey sucesor no hubiera va-
riado de ideas y abierto el puerto de Cartagena a las harinas
inglesas, que en un momento arruinaron la Compañía y
dieron un golpe mortal a nuestra agricultura.

38
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

53. Ciertamente la torpeza y falta de facilidad en los ca-


minos impide absolutamente todo fomento interior, pero
si a lo impracticable de ellos se agregan yerros semejantes,
el mal entonces es sin remedio. Suponiendo que las cosas
vayan mejor en adelante, me parece que lo primero en que
se debe pensar es en limpiar el citado camino de Carare.
Las ventajas que resultaran de este proyecto son conocidas.
Primero: las harinas se conducirían hasta las bodegas de
Carare, que se hallan 6 días más abajo de Honda, en 4 días,
saliendo desde la Villa de Leyva y demás lugares inmediatos,
en donde se cultivan los mejores trigos. Segundo: con esta
diferencia de caminos se gastaría menos en los fletes, pues
partiendo de un mismo punto común, esto es, de la citada
Villa y lugares inmediatos del corregimiento de Tunja, se
gastarían 4 días a otro también común por el camino de
Carare, y 13 a 14 por el camino de Honda. Tercero: siendo
el camino de Honda de los más malos del Reino y siendo
mayor la distancia, las harinas se exponen por él a un dete-
rioro casi evidente, mientras que por el de Carare, como es
corta la travesía de tierra, no están tan expuestas a los mismos
inconvenientes. Cuarto: ahorrándose más de la mitad del
camino por la vía de Carare, llegarían las harinas a Cartagena
más frescas, durarían allí más largo tiempo sin corromperse,
y su precio sería, cuando no la mitad, una tercera parte me-
nos que lo que es hoy. Quinto: siendo las harinas de la Villa
de Leyva, Tasco y demás dependientes del corregimiento de
Tunja, más baratas y mejores que las del terreno de Santafé
y sus alrededores, se verían en Cartagena surtidos de mejor
género y a precios más cómodos. Sexto: las caballerías de

39
Pedro Fermín de Vargas

transporte son mucho más abundantes y de mejor consti-


tución en Vélez que en ninguna otra parte, pues esta es la
hacienda favorita de aquellas gentes, de que resulta que los
fletes han de ser más baratos, lo que influye derechamente
sobre el precio de la misma harina.
54. Tan cierto es que las harinas de la provincia de
Tunja son más baratas que las de Santafé, que teniendo
que hacer aquellos mayor camino que estos para llegar a
Honda —la diferencia es de 4 o 5 días—, se venden allí
con más reputación, a lo que también contribuye su bue-
na calidad. No confesarán esto muchos comerciantes de
Santafé interesados en el comercio de harinas por la villa
de Honda, pero los que sólo atienden al bien público no
podrán negar la verdad de lo que llevo dicho, y aun creo
que generalmente se hallan todos convencidos de la ne-
cesidad de un camino como el que propongo: que facilite
las harinas a precios cómodos en toda la costa.
55. Séptimo: la limpieza del camino de Carare trae-
ría con su frecuencia multitud de gentes vivanderas, con
lo que se poblarían aquellas montañas que hoy yacen de-
siertas de gentes industriosas, que poco a poco formarían
plantificaciones de cacao, azúcares, café y otros frutos de
aquellos temperamentos. A esto contribuirían infinito al-
gunas gracias concedidas oportunamente por el Gobierno
a los que quisiesen establecerse en aquellos bosques. Tales
serían, por ejemplo, la excepción de derechos de todos sus
frutos por un término señalado; uno u otro adelantamiento
en instrumentos de labor, y la concesión gratuita de aque-
lla extensión de tierras que pudiesen cultivar. Costarían

40
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

muy poco al Gobierno estas franquicias, y la utilidad que


resultaría con el tiempo a la Real Hacienda sería grande.
56. Octavo: la introducción de géneros de España se
haría entonces más cómodamente, porque con el nuevo
camino se evitarían los peligros del río de la Magdalena,
que justamente son más terribles desde la embocadura del
río de Carare hacia la villa de Honda. El camino de Ca-
rare, si se limpia como estaba el año de 1760, es tan fácil
y transitable, de temperamento tan bueno y abundante
de comestibles y posadas, que no deja duda llegarían a la
capital los géneros de España mejores y más baratos que
por la carrera de Honda, y los traficantes con menos inco-
modidad y sin tanto peligro de perder la salud.
57. Nono: teniendo la provincia de Vélez exquisitos
frutos de su industria, como son sus excelentes dulces de
guayaba, estimados de cuantos los han gustado, y azúcares
bastante finos, serían un nuevo objeto de consumo para
Mompox, Cartagena, etcétera, y por consiguiente de gran-
dísima utilidad al Gobierno interior.
58. Décimo: por la vía de San Bartolomé se abriría
un nuevo trato de lienzos del país con la provincia de An-
tioquia, que los necesita para el vestuario de los esclavos
ocupados en el beneficio de sus ricas minas de oro. Estos
lienzos y las mantas del país valdrían en San Bartolomé la
mitad menos de lo que hoy valen en Honda, y se interna-
rían en Antioquia sin los riesgos de la peligrosa navegación
del río Nare, en cuyas juntas han perecido innumerables
personas, con muchos efectos comerciables. Este cálculo
es evidente a todo el que sabe la mucha distancia que hay

41
Pedro Fermín de Vargas

desde la villa del Socorro y San Gil, lugares en que se fabri-


can aquellos lienzos, a la de Honda, no mediando a Vélez
sino el corto tiempo de 4 días, en las estaciones más crudas.
59. No se puede decir contra esto, que yo supongo
extraídas las harinas de la Villa de Leyva, sin hacerme
cargo de la que se cultiva en los llanos de Santafé. Digo
que esto no es del caso, porque a excepción de los trigos
de Tunja y tal cual de Guatavita, u otra parte inmediata
cuyas cosechas jamás son muy grandes, todos los demás
de la explanada de Santafé no aguantan por su mala cali-
dad el costo y viaje a las costas. El de Tunjuelo se consume
casi todo en la misma capital, siendo preciso para remitir
a Cartagena echar mano de las harinas de Leyva, Tasco y
demás dependientes del corregimiento de Tunja.
60. En una palabra, si no tratamos de hacer comuni-
cable cuanto se pueda el interior del Reino con las costas,
mejor es no pensar en fomentarle, pues lo único que lo
puede hacer feliz es la exportación de sus frutos para Eu-
ropa, bastándole para su consumo interior poquísimos
objetos por su poca población.
61. El único modo de unir las tierras de adentro con
las costas es facilitar las comunicaciones al río de la Mag-
dalena, venciendo todos los embarazos que se pueden
presentar, entre los cuales se debe contar como el mayor
las sugestiones de los comerciantes de Honda, a quienes
no se debe dar oídos en el asunto, como partes interesadas
en que permanezca el camino por donde está.
62. Está claro pues —sin que en lo dicho haya la más li-
gera exageración— que el camino de Carare, uniendo más

42
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

estrechamente lo interior del Reino con las provincias de


la costa, facilita la exportación de sus frutos más precio-
sos y la importación de los de España, al mismo tiempo
que la recíproca comunicación de unas a otras provincias
interiores.
621. No se ha querido hablar aquí del cobre que se saca
en las mismas cercanías de Vélez en un lugar que llaman
Moniquirá. Las minas de este metal son tan abundantes
que bastarían a llenar todo el mundo si se facilitase su ex-
tracción para España. Su calidad es excelente, y su aprecio,
ayudada su explotación con algunas máquinas, sería muy
barato por lo bajo de los jornales o maniobra en aquella
parte. De suerte que abierta una vez la comunicación por
Carare, se podría conducir a España con menos costos que
el de Chile y Perú, y beneficiarse allá con increíble prove-
cho de nuestro comercio.
63. Las provincias de Popayán y Chocó se hallan más
separadas de la capital por la mala disposición de los ca-
minos que por sus distancias verdaderas. Dos caminos hay
que conducen a la primera: el de Guanacas, que sigue por
Neiva y La Plata, y el de Quindío, por Ibagué y Cartago.
Este último sigue también para el Chocó. Para el comer-
cio de Popayán debe preferirse el de Guanacas, por ser más
derecho, pero debe componerse casi del todo, principal-
mente desde la ciudad de La Plata en adelante, donde son

1
La numeración, que se repite en este apartado, aparece así en el
original (Nota de los editores).

43
Pedro Fermín de Vargas

muchos los malos pasos que hay, con peligro evidente de


la vida y hacienda de los que le trafican.
64. El comercio interior exige semejante composición
por el gran consumo que se hace en aquella provincia de
los lienzos bastos del país, de las mantas de lana y otros
objetos menores que se usan allí generalmente. Las ropas
de Castilla son de un uso general en toda aquella Gober-
nación y muchos los caudales que se extraen de ella en oro
físico por las ricas minas de este metal que se cultivan en
Barbacoas y Chocó, de cuenta de los vecinos de Popayán.
Los vinos, aceites y demás frutos de Europa son igualmen-
te en este apetecidos, y serían grandes las importaciones
de estos y otros muchos artículos si los caminos no difi-
cultasen su transporte, haciéndolos excesivamente caros,
con cuyo motivo solamente los ricos pueden consumirlos.
65. Popayán contribuye igualmente al aumento del
Erario en el ramo de las sales, cargando todos los años grue-
sas partidas de las salinas de Zipaquirá y dejando de cargar
muchas más por lo crecido del flete originado de la mala
disposición de los caminos. De suerte que con la limpie-
za de estos, me atrevería a asegurar que produciría sola la
provincia de Popayán más de otro tanto de lo que hoy pro-
duce a la Real Hacienda y al comercio interior y exterior.
66. La montaña de Quindío, que hace parte de la Cor-
dillera Occidental del Reino, es inaccesible por un camino
antiguo y muy malo que comienza en la ciudad de Ibagué
y acaba en la de Cartago hacia el poniente. El comercio
que se hace a esta ciudad y al Chocó por el puerto de Hon-
da y demás lugares del este de Santafé y las dependencias

44
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

necesarias de la capital, hacen indispensable el tránsito


de esta montaña. Este se hace hoy en 10 días, poco más o
menos. No ha mucho que se comenzó a traficar en caba-
llerías, habiéndose usado por mucho tiempo el lomo de
los hombres, por su excesiva maleza. Aún no se halla en
estado de poderse andar sin los más graves peligros, sub-
sistiendo pasos totalmente expuestos al mayor riesgo. Así
que es preciso echar a pie en gran parte de él.
67. Desde Anserma, que está cerca de Cartago, se co-
mienza otro camino no menos malo que el de Quindío.
Este acaba en la misma provincia del Chocó, y sólo se anda
a espaldas de hombres que suplen allí por caballerías a causa
de lo impracticable de él. Concíbanse ahora los crecidos
costos que deben tener los artículos comerciables que van
al Chocó por esta vía, los cuales son indispensables para
la manutención de los mineros y avío de las minas, pues
a excepción del plátano y maíz, todo lo demás le entra de
fuera. De suerte que el Chocó debe a Cartago, a Popayán
y a Ibagué el puerco, la vaca, los lienzos del Reino, todos
los géneros de España y los principales instrumentos para
el cultivo de sus minas.
68. Yendo todos estos artículos, como van, sobrecarga-
dos de excesivos costos, se ven precisados aquellos mineros a
recibirlos a precios subidísimos, con lo que siempre se hallan
pobres y sin nervio para emprender con vigor el beneficio
de las mejores minas de oro que se conocen. Facilitados los
caminos de Quindío y Anserma por el oriente y el de Ita
por el sur, se vería el Chocó abundantemente abastecido
de todo lo necesario para la subsistencia de sus mineros y

45
Pedro Fermín de Vargas

naturales. Esta provincia merece particular atención por


sus riquezas y por lo que contribuye al comercio general
del Reino y de la Metrópoli, pues es cosa lastimosa ver en
el día los indios y habitantes del Chocó en la mayor mi-
seria, siendo dueños de las más ricas minas del Reino. Un
sujeto inteligente despachado allí de orden del Gobierno
con las facultades necesarias para imponerse por menor de
las causas que ocasionan su atraso y los medios de elevarla
al grado de riqueza que exigen sus circunstancias locales,
daría luz bastante para aclarar este punto de gobierno que,
como digo, es de la mayor entidad. Entonces se saldría de
la duda que tanto tiempo ha reinado acerca de si conven-
dría o no abrir la comunicación directa con los puertos de
la costa de Cartagena por el río Atrato, o cerrar totalmente
esta navegación. Yo soy de sentir que las utilidades de esta
comunicación son más grandes que los males que se temen,
los que son en mi concepto quiméricos por la mayor parte.
69. Por ahora sólo me limito a insinuar lo mucho que
convendría al Chocó la abertura del camino de Ita. Un
hombre instruido y amante del Reino, que caminó años
pasados por él, asegura como una cosa positiva que el Cho-
có por este medio sería abastecido por los comerciantes de
la villa de Ibarra y lugares inmediatos de cuanto necesitase,
a precios muy cómodos, con grave utilidad de ambas pro-
vincias. Con lo cual podrían atender aquellos mineros a
sus labores sin tanto gasto, y se verían en estado de desem-
peñarse, ahorrando algo para nuevos adelantamientos en
el ramo de minas.

46
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

70. El camino de Ita serviría también —vencido el


Arrastradero de San Pablo— para la comunicación de
Quito con el mar del Norte, y entonces aquella provin-
cia se surtiría de los frutos de España por esta vía, mucho
menos dispendiosa que la del Cabo de Hornos, por don-
de hacen hoy aquellas costas el comercio de la Metrópoli.

§§ Camino de San Faustino

71. Después de los caminos mencionados, merece la


primera atención el camino de San Faustino, que comu-
nica las jurisdicciones de Cúcuta y de Pamplona con el
saco de Maracaibo por el puerto de San Faustino, desde
donde siguen hasta la misma costa embarcaciones de vela.
Por esta vía sacan los de Cúcuta todo el cacao que envían
a Veracruz en Nueva España, cuyo trato les ofrece las ma-
yores ganancias. También podrían extraer por la misma
parte el añil, que han comenzado a cultivar con tan buen
suceso. Por noticias muy seguras estoy informado del ma-
lísimo estado en que se halla aquel camino y de la absoluta
necesidad de abrirle, si no se quiere cortar enteramente el
único comercio activo que hace el Reino por aquellos lu-
gares, de donde nos vienen los pesos fuertes que circulan.
72. Del mismo Cúcuta puede facilitarse otro camino
para la Guayana, concediendo a los cosecheros de cacao,
como han pretendido últimamente, la extracción de este
fruto por el río Uribante y puerto de Teteo, sobre el río de
Apure, sobre el cual seguirán hasta el Orinoco y luego a la

47
Pedro Fermín de Vargas

misma Guayana, en donde tienen mejor despacho por la


facilidad de mandarlo a España, y porque los fletes son
más bajos por aquella vía.

§§ Camino de Sogamoso

73. Del valle de Sogamoso se podrían extraer para


las mismas costas de Guayana y Caracas gran número de
frutos por el puerto de San Miguel de Macuco, que está
sobre el río Meta, que también descarga en el Orinoco.
El tráfico que se podría hacer por esta parte consistiría
en harinas, azúcares, anises, fresadas, etcétera. La Com-
pañía Guipuzcoana mantenía años pasados un factor en
San Salvador de Casanare para la compra de 8.000 cargas
de harina cada año. La mala disposición de los caminos de
tierra hizo que nunca pudiese conseguir ni aun la mitad
de este cargamento, perdiéndose por este motivo muchos
millares de pesos que hubieran animado prodigiosamente
la labranza de Sogamoso, Chita, etcétera. La necesidad
de harinas subsiste, y es probable que en adelante sea ma-
yor por el incremento que toma La Trinidad cada día, y
en igual grado toda aquella costa. Compuestos, pues, los
caminos referidos, entrarían anualmente más de 100.000
pesos en aquellos lugares, los que si se quiere podrían venir
empleados en géneros y frutos de España. Una reflexión
hay que hacer aquí, y es que no hay razón para que todo
el Reino esté sujeto a surtirse precisamente de lo que ne-
cesite de España por el puerto de Cartagena, sin que le sea

48
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

permitido introducirlos por los puertos más inmediatos


a los lugares del consumo. Esto es sujetar todo el Reino a
un monopolio y tiranía de los comerciantes de Cartage-
na, los cuales se hallan hoy respecto de nosotros como lo
estaban antes los de Cádiz respectivamente a toda la Amé-
rica. Resulta también de este monopolio que en lugar de
consumirse muchos más géneros de España en el Reino,
si entraran por los demás puertos, sólo se consumen los
más precisos, porque con la suma distancia y los derechos
crece tanto su valor, que no los puede comprar sino uno
u otro hombre acomodado. Déjese la libertad a los vasa-
llos de comerciar y surtirse de lo que necesiten en todos
los puertos y por todas las vías, como no sea de manos de
extranjeros. Ya es tiempo de que pensemos en quitar las
trabas que nos han impedido nuestra prosperidad. Pero
volvamos al asunto de caminos.
74. Hasta ahora sólo he hablado de los caminos princi-
pales que exigen más pronta reparación. Trataremos, pues,
algo de los de travesía de unos lugares a otros o al río de la
Magdalena, que debemos suponer como una canal maes-
tra por donde ha de correr casi todo nuestro tráfico. Entre
la provincia de Girón y el río de la Magdalena median dos
caminos que sirven igualmente para la conducción de los
frutos de aquel país hasta Mompox y Cartagena, e intro-
ducción de los de España. El mejor y más pronto es el de
Sogamoso, que se hace parte por tierra y parte por el río
de este nombre. Es tan breve, que desde Girón puede cual-
quiera llevar sus fardos a Mompox en 7 u 8 días, con un
ahorro considerable. En toda esta travesía sólo hay un paso

49
Pedro Fermín de Vargas

malo, que sería muy fácil remediar. Consiste este en una


angostura muy grande que forma la unión de dos cerros de
peña viva, en donde la corriente del río lleva tanta fuerza que
hace sumamente peligrosa su navegación, principalmente
cuando lleva alguna agua. Este paso llaman algunas gentes
Los Volcanes, y sólo tendrá de largo como un tiro de cañón.
La dificultad no consiste en la inmediación de las dos peñas,
ni tampoco en la fuerza del agua. Yo examiné con mucho
cuidado uno y otro en dos veces que pasé aquel salto, y cada
día estoy más persuadido a que todo el peligro de Los Vol-
canes consiste únicamente en algunas piedras grandes que
se han separado del resto del cerro y metídose dentro del
río, ocasionando un saltadero de agua y oleaje tan grande
que, al menor descuido, se tumban los barquillos pequeños
y sin quilla que se emplean en aquella navegación.
75. La calidad de la roca, de que son parte estas grandes
piedras, es de muy fácil combustión, como se ha experi-
mentado en una u otra, que por este medio tan prolijo han
destruido los bogadores de aquel río en las grandes secas.
Es de esperar que al menor esfuerzo que se hiciese, barre-
nándolas con pólvora, se quitasen de una vez para siempre
semejantes embarazos, que han ocasionado graves pérdi-
das a los traficantes de Girón y a muchos también la vida.
76. Vencida esta dificultad, serían muchos los que así
de Girón como de las villas de San Gil y Socorro se em-
plearían en el giro de Mompox y Cartagena, llevando a
estos lugares los lienzos, harinas y azúcares, que son de
excelente calidad, y trayendo géneros de España para el
consumo interior.

50
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

77. No sé a qué atribuir el descuido que padece el cami-


no que llaman de Honda. Cuando pasé por él en agosto de
1788, se hallaba tan borrado que fue preciso extraviar por
bosques desconocidos para salir de Guaduas a la explana-
da de Santafé, lo que me ocasionó una grave enfermedad.
Personas fidedignas me aseguraron entonces que en sólo
el espacio de 2 meses habían muerto más de 70 mulas en
aquel tránsito, cuyo valor asciende a 1.500 pesos. Lo que
más admira es que por aquella vía pasa todo el comercio
que hace la capital con las costas de Cartagena y provin-
cias de su inmediación, y que pasando por allí los señores
virreyes, arzobispos, oidores y demás jefes del Reino, no se
haya tratado seriamente de su composición. Así es que los
frutos de España como vinos, aceites y demás caldos, cris-
tales, loza, etcétera, o no se traen a la capital o, si se traen,
valen tan caro por los riesgos, que sólo aquellas personas
muy ricas los pueden comprar. ¿Cómo es posible que de
este modo tengan despacho fácil y abundante las merca-
derías europeas? Así va todo el Reino, y yo no sé cómo
piensa España adelantar sus manufacturas y comercio, sin
facilitar la introducción de sus géneros en sus colonias,
ni la exportación de los de estas en los países extranjeros.
Cualquiera se hará cargo del profundo abandono de todo
el Reino y la separación que hay de unas provincias a otras,
a vista del deplorable estado en que se hallan los caminos
de más frecuencia. No es mucho, pues, que estemos tan
atrasados en todo punto, pero hagamos algunas reflexiones
acerca del modo con que se podrían limpiar los caminos.

51
Pedro Fermín de Vargas

78. Para abertura de los caminos de España quería un


autor político que se formase una compañía de empren-
dedores de minas, a quienes se concediesen las mejores de
estos reinos, con obligación de dar al Rey 1.000.000 anual
de pesos fuertes, que se empleasen precisamente en esta
importante obra. Esta idea se podría adoptar muy bien para
los caminos de este Reino. Sabemos por relaciones muy
verídicas acreditadas con una tradición constante, que han
existido minas muy ricas en varios parajes del Virreinato
que después han sido inundadas y cuyos dueños no han
podido secar. Tales son, por ejemplo, las de Baja, Velas,
Montuosa y Mompox, en las inmediaciones de Pamplona,
que hoy están totalmente abandonadas.
79. Encargada de ellas una poderosa compañía de
europeos —poco importaba que fuesen nacionales o ex-
tranjeros—, traerían aquí mineros de grande habilidad que
enseñarían a los regnícolas lo más perfecto en materia de
minas, con lo que nosotros pondríamos en estado de be-
neficiar otras muchas por nuestra cuenta. Extraerían una
infinidad de metal que entrando en circulación aumentaría
la riqueza del Estado. Se animarían con este motivo los
lugares vecinos a las minas y, lo principal, darían al Rey
1.000.000 anual de pesos, o la mitad si se quiere, con que
se podrían componer todos los caminos del Reino, dán-
dole por este medio un fomento extraordinario.
80. No dudo que con semejante proposición se dejará
de juntar una compañía con los fondos que se necesitan
para semejante obra. Pero suponiendo que este pensamien-
to hallase dificultades en las miras del Ministerio, ahí están

52
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

dos nuevos ramos de comercio que son el té de Bogotá y la


quina, sobre los cuales se puede fundar una renta formida-
ble para la Real Hacienda, y que en sus principios serviría
útilmente al Reino si sus primeros productos de 2 o 3 años
se destinasen a obra tan necesaria. Como el producto de
estos dos ramos se había de percibir en Europa, podría el
Rey mandarlos reintegrar de las cajas de México o el Perú,
para obviar inconvenientes.
81. Otros muchos medios se pueden ofrecer, si tiene
lugar la idea que tenemos propuesta. Uno de ellos sería
formar una compañía a quien se concediese por juro de
heredad el derecho de ciertos peajes con que indemnizarle
los crecidos avances que tendrían que hacer para la compo-
sición de los caminos del Reino. Este método sería menos
costoso que el reponerlo por cuenta de la Real Hacienda.
Una compañía de este género elegiría los más inteligen-
tes y activos de sus socios, los que pondrían corrientes
los caminos y, como interesados en los ahorros comunes,
evitarían gastos inútiles. Lo último que se debe tentar son
las corbeas, que se reducen a obligar a los pueblos a abrir
los caminos por su cuenta. Semejantes medios traen más
daños que provecho, extraídos de sus casas los labrado-
res, abandonan sus sembrados y se atrasan por mucho
tiempo. Demás de que por este método el pobre trabaja
cuanto puede, mientras que el rico y el comerciante no
contribuyen nada, siendo los que más provecho sacan de
semejantes operaciones.
82. A lo más que debían obligarse los vecinos era a
contribuir con los víveres, pero esto sería en caso de que

53
Pedro Fermín de Vargas

se adoptase otro expediente que de justicia piden la ra-


zón y el buen orden. Los romanos, aquella nación sabia y
guerrera, en los mejores tiempos de su República abrieron
comunicaciones indestructibles desde Roma hasta las más
remotas provincias de su Imperio, con los brazos de sus
soldados. Llevaban varios fines en esto: primero, asegurar
su dominación, acudiendo prontamente con las armas
adonde lo exigía la necesidad, sin que su marcha encontra-
se tropiezo en los caminos. Segundo, entretener la milicia
en tiempos de paz, por cuyo medio evitaban las sedicio-
nes tan frecuentes entre aquellos republicanos. Tercero,
conservar en su entereza aquella milicia formidable, sin
que se afeminase con su ociosidad y vicios de una ciudad
tan populosa. Cuarto, atraer a Roma con la comodidad
de sus calzadas gran número de gentes acomodadas de las
provincias que le servían de adorno y contribuían a su es-
plendor y magnificencia.
83. No veo cosa alguna que se pueda oponer entre no-
sotros a un procedimiento como este. Los 1.600 hombres
de guarnición que se hallan en Santafé, los cuales viven allí
y en los demás destacamentos en la más profunda ociosi-
dad, gastando sus costumbres y tomando comunicaciones
nocivas con las gentes del país, pasarían mejor y vivirían
más sanos si se destinasen a la abertura y composición de
caminos. De este modo sacaría la sociedad un partido útil
de estos zánganos que la necesidad o la miseria humana
más bien obliga a mantener a costa de la industria de los
demás ciudadanos. Contribuyendo entonces los vecinos
con los mantenimientos necesarios ahorrarían los soldados

54
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

su prest2 con que al cabo de cierto tiempo conocerían las


ventajas de una ocupación tan provechosa.
84. Aquellos caminos de travesía que no necesitan
mayores gastos, podrían abrirse a costa de los propios y
arbitrios de los lugares con ayuda de los vecinos ricos. Por
ejemplo: el dique o canal que hace comunicable la bahía
de Cartagena con el río Grande de la Magdalena, sólo es
navegable en 6 meses del año. Personas bien versadas en
la construcción de canales, entre ellos el ingeniero inglés
Mirlodr Hodgson, me aseguró que con la mayor facilidad
se podría poner corriente en todas estaciones. Las observa-
ciones que yo mismo he hecho después me han confirmado
en la misma idea. El Cabildo de Cartagena percibe por
razón de este dique un derecho crecido por cada 10 arro-
bas de fardos que salen o entran en la plaza en tiempo que
está corriente, y otro de la mitad que se llama medio dique,
cuando sólo es navegable hasta la mitad, cuya percepción
se hace indistintamente a todos los traficantes que pasan
por él, o se van por el mar, o por el camino de tierra.
85. La renta que junta la plaza por este arbitrio pasa
de 8.000 pesos anuales y, sin embargo de esto, los trafican-
tes sufren por el espacio de 6 meses la incomodidad de
embarcar por mar sus mercadurías con grande riesgo, o
conducirlas por tierras al río de la Magdalena con inmensos
costos, sin que el Cabildo haya dado la menor providencia

2
Haber diario que se da a los soldados, del antiguo francés prest
(Nota del editor).

55
Pedro Fermín de Vargas

en el asunto, y lo peor es que percibe semejante peaje sin


aprobación real.
86. La limpieza de este canal debe hacerse a costa del
ramo de propios y arbitrios, como todas las demás que re-
dundan en beneficio de los lugares, y por las que perciben
algunos derechos. De estas hay innumerables en el Reino
que se hallan descuidadas a causa del poco amor de los cabil-
dos a su patria, y a causa también de no tomarles las debidas
cuentas de estos ramos públicos. El Gobierno ha mandado
alguna vez visitadores a las provincias que han hecho caudal
con este motivo, dejando las cosas en peor estado. Mien-
tras no se empleen en estas comisiones hombres ilustrados
y amantes del bien público, no hay que esperar reforma al-
guna. Ya veo que esto es muy dificultoso.

§§ Ramos de comercio

87. Entre estos debe colocarse primeramente el ramo


de harinas. Por órdenes muy severas de la Corte comu-
nicadas a estos virreyes, se practicó con el mayor rigor la
introducción de harinas extranjeras. Esta providencia te-
nía por fin extinguir el contrabando de géneros que bajo
este pretexto hacían los ingleses en Cartagena, y animar la
agricultura interior respecto de un ramo tan importante
y necesario. Los malos caminos y la poca atención que se
ha puesto siempre en el modo de remitir las harinas han
ocasionado tantas pérdidas y levantado tanto de punto su
precio, que se han visto obligados recientemente a permitir

56
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

las harinas inglesas que costaban la mitad menos y eran


de mejor calidad. Esta pérdida tan grande, o por mejor
decir, esta ruina de la agricultura interior del Reino, fue
consecuencia necesaria de la azarosa empresa del Darién.
Las exigencias de esta expedición han cesado en el día, y es
justo que se piense ya en cerrar la costa a toda la comuni-
cación extranjera, como previenen las leyes, fomentando
nuevamente el Reino con la sacada de sus harinas a todos
los puertos3. Ya tengo insinuado el arbitrio que me parece
mejor para evitar las averías de harinas. Otro podría subro-
garse mejor, que es formar una fábrica de barriles de madera
en Honda, hasta donde se podrían conducir las harinas
como al presente, pisándolas y embarrilándolas allí, para
embarcarlas río abajo hasta Cartagena. Los franceses expe-
rimentaron en el tiempo de la fundación de sus colonias,
como se ha hecho, las mismas averías e inconvenientes que
nosotros en el transporte de sus harinas. Últimamente han

3
Cuando se escribió esto, subsistía la introducción directa de harinas
extranjeras en Cartagena y demás puertos. El permiso que había
concedido el Excelentísimo señor Arzobispo Virrey expiró con la
venida del Excelentísimo señor Gil en el año de 1789; sin embargo
de esta providencia tan útil al Reino, ha recibido muy poca utilidad
por haber permitido la Corte los envíos de harinas desde Cádiz.
De manera que trayéndose desde este puerto las harinas inglesas
de Norteamérica, nos hallamos hoy en peor estado que antes, pues
cuando se permitía el comercio directo a Filadelfia era en embarca-
ciones españolas, ganando estas los fletes en vez que hoy los ganan
los americanos desde sus puertos hasta Cádiz, con aumento de su
navegación.

57
Pedro Fermín de Vargas

conocido que sólo en barriles bien secos la podían conducir


y conservar, pero adelantando cada día más sus investiga-
ciones económicas, han sabido prepararlas todavía con
mayor seguridad. Se creía que no quedaba ya qué hacer,
dice un célebre autor, cuando míster Duhamel propuso
la precaución de hacer secar las harinas en estufas, antes
de embarcarlas. Esta idea fijó la atención del Ministro de
Francia. Se enviaron al Nuevo Mundo harinas preparadas
según el nuevo método, y otras según la práctica antigua.
A su vuelta las primeras no habían perdido nada, pero las
últimas se hallaron medio podridas y despojadas de su
materia glutinosa. Todos los ensayos han dado los mismos
resultados. Es dulce la esperanza de que un descubrimien-
to tan útil no se perderá entre aquellas naciones que han
formado establecimientos hacia el Mediodía de la Améri-
ca. Si no asegura a los mantenimientos la misma duración
que tienen en nuestros climas secos y templados, a lo me-
nos se corromperán menos prontamente y se conservarán
más largo tiempo.
88. Este cuidado y el de mejorar los caminos facilitan-
do principalmente el de Carare, reducirían las harinas del
Reino al mismo precio que las de Filadelfia, con lo cual se
evitaría el trato de estas y se aumentaría la riqueza y po-
blación del Reino, la que por esta causa ha descaecido en
estos cinco años pasados de más de un tercio, como es fácil
demostrar, atendiendo a que las harinas es el único ramo
de los países fríos que tienen salida ventajosa.

58
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

§§ Lanas

89. Las lanas del Reino, que son a propósito para infi-
nitas fábricas y que por nuestras leyes y cédula del comercio
libre se hallan exentas de derechos a la salida y entrada, con
el saludable fin de animar las manufacturas de la Penín-
sula, formarían un objeto del más extendido comercio si
aplicásemos la atención correspondiente. Sobran lanas en
el Reino, como que no tienen otro destino que el de algu-
nas mantas y frazadas: su precio en su centro es a razón de
2 pesos por arroba, que puesta en Cartagena ascendería
a 3. Véase ahora cuánta utilidad dejaría este artículo a las
fábricas de España, y cuánto sería lo que se animara aquí la
crianza de ovejas. Una vez sabida la utilidad de este tráfico,
se aplicarían las gentes con mayor cuidado a beneficiar las
lanas, separando las ovejas que producen la fina, de las que
sólo dan churra, o basta. Ni hay mayor motivo para que las
lanas de carnero de Buenos Aires se conduzcan a España
y las nuestras se queden sin salida.

§§ Algodón

90. El algodón es otro ramo de comercio muy impor-


tante y casi el único que se extrae del Reino. Es cosa muy
triste saber que de un millón ochocientos noventaicinco
mil ochocientos ochentaiocho pesos —$ 1.895.888—, que
es el valor de lo que en el año común se introduce de la
Península, apenas llevan en retorno unos cortos quintales

59
Pedro Fermín de Vargas

de algodón, algunos cueros al pelo y muy poco de lo de-


más, cuyo valor asciende a doscientos cuarentaisiete mil
treintainueve pesos —$ 247.039—, quedando en contra
de nuestra balanza un millón seiscientos cuarentaiocho
mil ochocientos cuarentainueve pesos —$ 1.648.849—,
que deben remitirse en dinero. Esta continua saca de me-
tales tiene tan exhausto el país, que por todas partes no
vemos otra cosa que mendigos, gentes desnudas y desier-
tos espantosos que arguyen vivamente la miseria de esta
colonia. Pero volvamos al algodón.
91. Este precioso fruto se podría cultivar con inmen-
sas utilidades en todas las inmediaciones de Cartagena
y Santa Marta, riberas del río de la Magdalena, y demás
países cálidos. Caminando de Cartagena hacia Turbaco se
dejan ver varias plantas de algodón silvestre; lo mismo
se observa en el cerro de La Popa. ¿Qué falta, pues, sino la
aplicación de aquellos naturales a su cultivo? El Gobierno
debía apremiar los vasallos indolentes para que ganasen
su sustento. Los de las tierras cálidas prefieren a una vida
laboriosa y activa, la desnudez y miseria, con que además
de corromperse las costumbres se llenan de enfermedades
que les hacen inútiles a la religión, al Rey y a la Patria. Es
una especie de gente salvaje, que vive entre los bosques sin
conocimiento de los derechos de la sociedad.
92. En el año de 1787 se intentó fundar en Cartagena
una sociedad económica, con la denominación de Sociedad
de Amigos del País de Turbaco, que tenía por instituto
la cultura del algodón. La facilidad con que en aquella
época se juntaron cerca de 1.000 pesos de fondo hace ver

60
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

que este proyecto no es impracticable, aunque entonces


no tuvo efecto por falta de protección y energía. Me afir-
mo constantemente en la idea de que sólo con semejantes
cuerpos pueda lograrse alguna mejora en nuestra agricul-
tura. Hay tanto terreno por descuajar en el distrito de las
gobernaciones de Cartagena y Santa Marta y tan aparente
para el cultivo de algodón, que con este solo ramo que se
procurase beneficiar habría para abastecer todas las fábri-
cas del mundo. España debe prometerse, si esto se verifica,
el mejor algodón, y por consiguiente el despacho de los
tejidos de este género a todos los mercaderes de Europa.

§§ Lino y cáñamo

93. Aunque el lino y el cáñamo no se beneficien en el


día, deben no obstante entrar aquí como ramos de comer-
cio por la necesidad que de ellos tiene la Nación. No dudo
que en adelante se pondrá el cuidado necesario en cultivar
estas dos primeras materias. Las tierras frías producen el
lino casi naturalmente; lo mismo sucedería con el cáñamo
si se trajese la semilla. Faltan sólo la atención y el estímulo
del interés para promover esta cultura. España paga gruesas
sumas a la Rusia por estos dos objetos, que pudiera tener
dentro de su propia casa. Lo peor es que siendo esta po-
tencia una de las que con más empeño aspiran a hacerse
marítimas, puede de un instante a otro dar la ley a todas
las del Mediodía prohibiéndoles la extracción de la jarcia
y lona, tan preciosas a la marina.

61
Pedro Fermín de Vargas

§§ Añil

94. El añil o índigo está pidiendo en este Reino las ma-


nos del cultivador y la diligencia del comerciante. Cuando
se registra el río de la Magdalena y se observan en sus orillas
tantas plantas de añil, no se puede creer que este género
sea original del Indostán. Comoquiera que sea, lo cierto
es que abunda en extremo y que su utilidad sería grande
si le procurásemos despachar fuera del Reino. Ningún
terreno más aparente para esta cultura que las orillas del
río de la Magdalena, que además se ven tan a propósito
para la planta, facilitan su más pronto despacho hasta los
puertos de Cartagena y Santa Marta.

§§ Té de Bogotá

95. En nuestros días se ha descubierto por el célebre


profesor don José Mutis una planta tan estimable como
el té de la China y que según los buenos conocedores se
asegura ser más excelente y de mejores virtudes que esta.
El tiempo y las operaciones del Ministerio podrán colocar
este género en el comercio con la estimación que merece.
No ha muchos años que un inglés se quejaba de que los
frutos de la China agotaban el dinero de la Europa, con-
tando entre ellos el té que se había hecho como necesario
y sin el cual no podía pasar su nación4. Cuánto más útil,

4
Comercio de Holanda.

62
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

pues, sería para la Gran Bretaña el comercio de este nue-


vo té, del que se podría proveer a mejor precio y a cambio
de los géneros de sus fábricas, sin necesidad de deshacer-
se de su numerario. Es de esperar que esta nación política
y comerciante adopte desde luego el uso de este género,
que debe producir a nuestros cosecheros grandes riquezas.

§§ Quina

96. La quina, descubierta poco ha de este lado de la


línea y en cercanías del río de la Magdalena, debería ser
para el Reino una fuente inagotable de bienes. Calcúlese
que en todo el universo se consumen anualmente cerca
de 16.000 arrobas de este género. Cada arroba puesta en
Cartagena importa a razón de 20 reales de plata la libra
—62 ½ pesos—, ganando el Erario inmensas sumas5. Cada
día va tomando nuevos créditos este remedio, y es muy
difícil que su despacho deje de ser seguro.
97. Nada se sabe sobre si este género se establecerá por
cuenta del Rey, o se dejará en manos de los particulares.
Lo cierto es que la avaricia del comerciante jamás prevé las
malas consecuencias de su tráfico por atender a la utilidad

5
Últimamente se dejó este ramo de comercio libre a los vasallos, y
con este motivo ha bajado la libra de quina puesta en Cartagena
desde 6 hasta 8 reales, con utilidad general. El Gobierno hace mal
comercio, por eso se arruinaron las minas de esmeraldas de Muzo
y las de plata de Santana.

63
Pedro Fermín de Vargas

presente. La quina es un género de primera necesidad para


la salud del género humano: dejándolo en poder del co-
mercio, presto se agotaría, como ha sucedido en Loja y
Cuenca, en donde apenas se hallan las preciosas plantas
que las producen, por la rapacidad de los comerciantes
de Lima. Aun sin perjudicar a estos, se podría muy bien
estancar la quina de este Reino, para el surtimiento de las
boticas de Europa e islas extranjeras, permitiendo al comer-
cio de Lima la extracción para todos los puertos del mar
del Sur, América Meridional, islas Filipinas y toda el Asia,
en donde debe hacerse familiar tan prodigioso específico.

§§ Canela

98. Semejante a este hay otro ramo de comercio en


el Reino, de no menos utilidad pero que necesita toda la
protección del Gobierno. Tal es el de la canela, que se ha-
lla al sur de la cordillera de Andaquíes, hacia aquella parte
en que se supone existió la antigua ciudad de Mocoa, ca-
pital de los indios omaguas. En varias relaciones que se
han presentado a los señores virreyes de este Reino se ha
apuntado, como cierta, la existencia, no sólo de la canela,
que lo es indubitable, sino del clavo, o giroflé, que se creía
producción propia de las Molucas.
99. En la relación del viaje practicado de orden supe-
rior por don Sebastián López a las montañas de Andaquíes
en 1783, se reconoce lo mismo que acabo de decir. Hablan-
do de las entradas que hacen los portugueses a aquellos

64
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

países por el río Caquetá, se explica de esta manera: «Apro-


vechándose —los portugueses— de todos sus preciosos
frutos en lo que se incluye la extracción de las cortezas de
unos árboles de canela muy singulares que ellos mismos
llaman clavo-canela, porque sin cultivo alguno tienen el
gusto exquisito y fino olor de la de Sri Lanka, al mismo
tiempo que la fragancia, sin la acrimonia ni la actividad del
clavo». Y yo creo que esta planta de que dieron noticia a
López es la misma del clavo, pues el porte, la consistencia
y forma de las hojas de esta son muy semejantes a las de la
canela, y es muy verosímil que por este motivo, equivo-
cando los nombres, la llamen clavo-canela. Confirma esta
conjetura lo que afirma monsieur Dumouriez en el Estado
presente de Portugal, capítulo 4.°, libro 2.°, tratando de los
frutos que sacan los portugueses del Brasil, dice: «Además
de esto traen bálsamo, clavo, canela, jengibre, etcétera», y
no pudiéndose comprender de dónde vengan este clavo ni
aquella canela, si no es de las tierras interiores, se viene en
conocimiento de que el clavo de que habla Dumouriez es
producción propia del país de los canelos, y la misma que
llama López clavo-canela.
100. Sea lo que fuere de esto, lo que no admite duda
es la existencia de los árboles de canela. También se sabe
que esta especia necesita de cultivo y beneficio para que sus
cortezas no tengan aquel gluten que la hacen despreciable.
Apliquemos nosotros todo el cuidado necesario, hagamos
todas las tentativas que se puedan, y se verá cómo con el
tiempo tenemos un ramo de comercio capaz por sí solo
de enriquecer a la Nación, pues se asegura que de sólo la

65
Pedro Fermín de Vargas

canela y las aromas salen del Estado, todos los años, de


10.000.000 a 12.000.000 de pesos6.
101. Los fundamentos de esta cultura se han puesto ya,
encargándole al célebre Mutis los canelos que se trajeron
de Andaquíes. Me causó particular gusto ver en Mariqui-
ta, nacidas y en buena disposición, dieciocho de aquellas
preciosas plantas, que sin duda prosperan cultivadas por
las felices manos de un hombre tan grande como Mutis,
que cuenta entre sus objetos favoritos los árboles de canela,
como encargo singular del difunto Marqués de Sonora.
102. Nosotros no sabemos apreciar bastantemente las
diligencias del citado Mutis en investigar las produccio-
nes preciosas de este Reino, sino cuando comencemos a
experimentar las utilidades y ventajas que nos preparan.
Les somos deudores del descubrimiento de la quina, de
la determinación de la canela, del té de Bogotá, y última-
mente de la nuez moscada, que ha encontrado en los países
cálidos de este Reino, y de que ha hecho manifestación
al Gobierno. Si nuestras conjeturas sobre la existencia
del clavo saliesen ciertas, se podría decir que poseemos
las mismas especias que los holandeses, y sería el colmo
de nuestra indolencia si a vista de las grandes utilidades
que sacan estos republicanos de aquellos tres ramos, no-
sotros no tratásemos de entrar a la parte con ellos en sus
ganancias. Los holandeses no perdonarán fatiga ni dine-
ro para apropiarse las cosechas de las especias. Ya sea por
título de conquista o pagando gruesas contribuciones,

6
Comercio de Holanda.

66
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

han empeñado u obligado a los habitantes de las islas del


océano oriental a destruir todos los árboles de clavo, cuya
cultura han concentrado en la isla de Ambon, de que son
dueños. También han llegado a destruir la canela de todos
los lugares, a excepción de Sri Lanka, que poseen. Lo mis-
mo ha sucedido respecto de la pimienta y nuez moscada.
De suerte que la Europa entera y casi toda el Asia se ven
obligados a recibir de sus manos estos objetos.
103. Además de estos renglones de comercio, hay otros
muchos que podrían dar ocupación a muchas familias del
Reino y grandes utilidades a la Nación; muchos de estos
se gastan en la España misma introducidos por manos
extranjeras. Haré una relación por mayor de ellos, sin de-
tenerme en cada uno, por no ser necesario.
104. Se hallan en el Reino maderas finas, como cao-
bas, granadillos, palo de rosa, manzanillo, ébanos, nogales
y otras muchas que llevadas a España servirían para toda
especie de muebles. De construcción son abundantísimas
las mismas caobas, los cedros, martas, etcétera.
105. De drogas medicinales se encuentran a cada paso
en casi todas las tierras calientes, principalmente en las
orillas del río de la Magdalena, las siguientes: guayaca-
nes, o palo santo, que se aplica con buen suceso contra
el mal venéreo; el palo maría que destila el aceite de ca-
nime, llamado por algunos cabima y aceite de maría por
otros, excelente para curar llagas; sangre de drago, de vir-
tud astringente y de mucho uso en las tinturas; la raicilla
o bejuquillo, cuya virtud conocen todos, la hay en Simití,
no lejos de Mompox, y también en Mariquita, descubierta

67
Pedro Fermín de Vargas

por Mutis; el jengibre, la calaguala, contra los tumores y


vómitos; la zarzaparrilla, tan aparente para curar el gálico
y fortificar el estómago; el sasafrás, contra la hidropesía;
el algarrobo, que da una resina con que se alumbran los
indios, y sirve para limpiar cuadros o pinturas viejas; el ár-
bol de bálsamo benjuí, etcétera. Para tinturas, el brasil, el
moralete, y en los países fríos, la rubia o granza, conocida
con el nombre de raicita, de que hay innumerables, y crece
sin cultivo entre los barzales o rastrojeras. Todos conocen
en Cartagena el árbol que produce la lana de ceiba. Se me
ha asegurado que en la provincia de Santa Marta, hacia el
Valledupar, se encuentra también el ruibarbo, tan bueno
como el de la China.
106. Se hallan asimismo la coca, de gran consumo
entre las gentes de la gobernación de Popayán, y que los
orientales usan con el nombre de betel, admirable para for-
tificar el estómago y que aseguran comunica una especie
de vigor singular; los tamarindos, fruto comunísimo de los
países cálidos, de uso muy frecuente en la curación de va-
rias enfermedades. «Es de desear», dice un autor, «que se
fomente este fruto en nuestras provincias de América, para
eximirnos enteramente de los tamarindos extranjeros»7.
107. La raíz de China se halla en varias partes del Rei-
no. Las plantas que producen el aloe o acíbar son también
comunísimas, y entre ellas hay una muy especial que los
naturales llaman pita: de las hojas de esta planta se saca
una hilaza a manera de cáñamo, de que se fabrican medias,

7
Ortega, Viaje de Girón.

68
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

redes y varias otras cosas de mucha duración. Beneficia-


da la hoja con inteligencia, sería tal vez este hilo de mejor
uso que el mismo cáñamo, por la fortaleza de sus fibras.
El fique, que se saca de otra especie albar, sirve también a
los mismos usos, aunque su hilaza es un poco más gruesa.
De esta planta, que en Nueva España llaman maguey, se
hace el pulque, bebida deliciosísima para aquellos indios
y de que hay un largo tratado en nuestras leyes.

§§ Cacao

108. Animada una vez la agricultura, se podrían ex-


traer del Reino los cacaos del río de la Magdalena, que
sólo conocen ventaja a los de Soconusco. Los de Cúcuta
y Guayaquil se cambiarían también en mayor cantidad.

§§ Cochinilla

109. No se ha hablado hasta ahora de la cochinilla del


Reino, porque ni se cultiva, ni se beneficia, ni se exporta.
No puedo adivinar la causa de un descuido tan grande,
en un ramo como este que hace uno de los renglones más
seguros y ricos del comercio de Nueva España. Según el
estado que tenían los frutos de Indias en Cádiz el año de
1775, valía cada libra de cochinilla o grana fina 4 pesos.
Véase ahora cuánto hubiera ganado el Reino si lo que aquí
se da silvestre lo hubieran beneficiado y remitido a España.

69
Pedro Fermín de Vargas

110. En las mismas calles de la ciudad de Tunja, en


las cercanías de Santafé, y casi en todas las tierras frías del
Reino, se ven innumerables nopales o tunos, cargados de
aquellos preciosos insectos que producen la cochinilla. El
indio indolente se aprovecha de ella para el colorido de sus
cortas lanas, cogiéndolos sin razón ni cuidado, mientras
el diligente mexicano hace de ella un manantial de bienes.
111. La cochinilla permanecerá probablemente en el
estado en que se halla si una sociedad patriótica no toma
por su cuenta su cultivo y extracción. No ha mucho tiempo
que se formó expediente en el Superior Gobierno promo-
vido por el Excelentísimo señor don Manuel Flórez sobre
el beneficio de este precioso tinte. A este fin se pidieron a
Nueva España las noticias necesarias sobre el cultivo de los
nopales, tiempo de cosechar la cochinilla y las preparaciones
que exige, hasta llevarla a España. Estas relaciones vinieron
puntualmente, se hicieron publicar en aquel tiempo, se
convidaron las gentes a la plantificación y el cultivo de este
nuevo ramo, cuyas utilidades se hicieron públicas, pero la
cochinilla se quedó en el mismo descuido en que estaba.
112. No es obra esta del Gobierno: lo es de un cuerpo
ilustrado y consistente entre cuyos individuos se hallan
algunos capaces de emprender las tentativas, necesarias a
un nuevo ramo de industria. Las resultas, que no pueden
menos que ser felices en el de la cochinilla, animarían poco
a poco a los demás, y este es el único medio o motivos de
esperar que dentro de algunos años se vea el Reino en esta-
do de enviar a Cádiz considerables porciones de cochinilla,
con utilidad general del comercio.

70
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

§§ Tabaco

113. Entre los objetos comerciables de agricultura na-


cional no omitiré colocar el tabaco, aunque hoy se halla en
todo el Reino estancado por cuenta de la Real Hacienda.
Supongo que este asunto requiere reflexiones bien preci-
sas y que juzgo se escaparon a los que pensaron estancarle
a beneficio del Erario.
114. Por los estados de las rentas estancadas, que se
remiten a la Superintendencia General, se ve que la de ta-
bacos, en todo lo que comprende la administración de
Santafé, sólo produce al Rey, en año común, de 40.000 a
50.000 pesos libres. Esta administración abraza los lugares
más poblados del Reino y todas las tierras frías, en donde
el consumo es naturalmente muy grande por las circuns-
tancias del temperamento y por la costumbre general de
dar tabaco a todos los que llegan de visita, aun entre las
gentes más pobres. Si el tabaco corriera por cuenta de los
particulares, cargándole un derecho de beneficio en cada
arroba, estoy seguro que produciría a la Real Hacienda
mucho más. Esto evitaría los salarios de guardas, adminis-
tradores, etcétera, cuyos individuos serían útiles de otro
modo dirigiendo su aplicación a las faenas del campo u
otras ventajosas al Reino: cesarían las vejaciones de los pue-
blos, dejaría de quejarse de un establecimiento que hasta
hoy le cuesta suspiros y lágrimas. Este pensamiento no es
impracticable, pues en la provincia de los Llanos se halla
establecido con utilidad recíproca del Rey y del vasallo.

71
Pedro Fermín de Vargas

115. Pero mi opinión es que valdría más a la Nación


en general la absoluta libertad del tabaco. Nosotros no po-
demos prescindir de que este género es tan comerciable
como el añil, la grana, el algodón, etcétera. Estos objetos
salen libres de las colonias francesas e inglesas, y aun de
nuestros puertos, lo que les asegura un despacho más fácil.
Concedamos libertad al tabaco, animemos su exportación
principalmente a las islas, en donde no lo pueden cultivar
por la escasez de terreno, y se verá cómo el tabaco se hace un
objeto muy importante para el Reino, fuera de que recibien-
do el Rey de manos de los portugueses una crecida porción
de este fruto, ¿no sería mucho mejor, y aun más conforme
a las benéficas ideas que reinan hoy, tomarlo de sus propias
colonias, cuya riqueza constituye la general de la Nación?
De este modo es como se debe enlazar el fomento de la Ma-
dre Patria y el de sus dominios de ultramar. El ejemplo de
las colonias francesas e inglesas nos debía hacer más sabios
en materia de comercio y de economía. Todos los géneros
propios de estas colonias salen libres para Europa, y aun a
muchos se les permite la venta en las colonias extranjeras.

§§ Cobre

116. El cobre se saca en varias partes de este Virreinato,


pero el mejor es el de Moniquirá, en el distrito de la ciu-
dad de Vélez. Su precio en la misma mina es a razón de 12
pesos el quintal. Facilitado el camino de Carare, valdría en
Cartagena poco más de 14 pesos, y se podría dar en Cádiz

72
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

mucho más barato que el cobre del Perú y Nueva Espa-


ña, que valía en el año de 1775 de 23 a 24 pesos de plata.
Debe suponerse que este metal bajaría todavía de su actual
valor, si se animara su extracción, pues en el día, por falta
de esta, apenas se cultivan aquellas minas tan abundantes.

§§ Petróleo

117. En varios parajes se encuentran el de neme, cope,


petróleo o brea mineral, de la que hacen algún consumo
los dueños de champanes y otras embarcaciones menores
del giro del río Grande, para sus carenas y composiciones.
Mezclada esta brea con el aceite de un árbol que llaman
catibo de mangle, hacen una excelente preparación con
que preservan los barcos de la broma, y les dura por mu-
cho tiempo. Me acuerdo haber leído en una gaceta inglesa
del año de 1787 que los ingleses de Norteamérica habían
descubierto una brea mineral con que daban de firme a sus
navíos, sin que la broma pudiese acometerlos. Es regular
que la brea de que habla aquella gaceta sea la misma que
nosotros conocemos con los nombres referidos.
118. Si es cierto lo que se dice de ella, sería este género
muy provechoso a la marina nacional. El Gobierno podría
mandar hacer las experiencias necesarias para aclarar este
punto tan interesante. Lo que yo sé es que en todo el río de
la Magdalena no se emplea otra brea para el uso de aquellos
barcos, y que personas inteligentes de la villa de Mompox me
han asegurado que les va muy bien con ella. Por si importase,

73
Pedro Fermín de Vargas

bueno es advertir que nuestra brea se halla en prodigiosa


abundancia en el Chaparral, jurisdicción de Ibagué, en un
sitio que llaman Amoyá; en Rioseco, cerca de la villa de Hon-
da; en Barrancabermeja, más abajo de San Bartolomé, sobre
el río de la Magdalena; en los Llanos de San Martín, etcétera.

§§ Trapo

119. El trapo se desprecia aquí continuamente. En Es-


paña produciría muchas ventajas a las fábricas de papel y
haría un artículo de retorno. Con todo, valdría tal vez más
permitir aquí, y aun fomentar una fábrica de papel basto
para varios usos, en que podría emplearse mucha gente.
La España por sí sola no puede surtir con sus fábricas de
papel a toda la América: mejor sería que el dinero que se
llevan los extranjeros por este artículo circulase entre sus
moribundas colonias.
120. Hasta aquí hemos hablado de los ramos más pre-
ciosos que tiene el Reino, de los cuales podrá hacer un
comercio exterior muy ventajoso. Todavía posee otros que
sólo sirven al consumo interior animando la comunica-
ción de sus provincias. Tales son los lienzos bastos, que se
fabrican en las villas del Socorro y San Gil, que son lleva-
dos a Antioquia, Popayán, Neiva, Mérida, etcétera, y es
el único renglón por donde entra algún dinero en dichos
lugares. De paso haré una reflexión, y es que, sin embargo
de no haber allí minas algunas, se mantiene la gente con
más aseo, se multiplica la población; la labranza, aunque

74
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

imperfecta, se halla en mejor pie que en otras partes; se


advierte más civilidad en el pueblo, y sus habitantes viven
más gustosos. Atribuyo esta diferencia a las fábricas de
lienzos que aseguran el sustento al tejedor, a la hilandera
y al labrador que siembra el algodón, que le es su verda-
dera mina. En las demás provincias donde no hay este
auxilio, la población se reduce a unos pocos labradores,
cuyos frutos se invierten en su propia manutención. De
este aspecto son casi todas las tierras frías, creciendo el
mal cada día más con la introducción de harinas inglesas
en Cartagena, que han hecho cruzar los brazos a la mayor
parte de sus labradores.
121. La provincia de Vélez abunda en ingenios de cañas
dulces; sus mieles tienen mucho consumo en Chiquinqui-
rá, Villa de Leyva, Tunja y Sogamoso, donde la apetecen
para la composición de la chicha. También surte Vélez a
la capital de varios géneros de conservas de guayaba, que
se hacen allí con gran primor. Se regula que por este solo
renglón entran en Vélez todos los años 6.000 pesos.
122. De Pamplona y Cúcuta sale casi todo el cacao
que se consume en el Reino. El precio de una carga de
este género de 10 arrobas, o 60 millares, vale en el mismo
Cúcuta de 12 a 15 pesos, y en Santafé 30, poco más o me-
nos. Lo mismo casi en lo restante del Reino, donde es de
un consumo general.
123. Por más que he hecho, no he podido conseguir
una razón del número de cargas de cacao que salen anual-
mente de Cúcuta. Lo único que he podido averiguar es
que las cosechas son allí muy abundantes y el cultivo muy

75
Pedro Fermín de Vargas

prolijo. Después que la Intendencia de Caracas redujo


la saca de cacaos de Cúcuta para Nueva España a 6.000
arrobas, han decaído considerablemente aquellas plan-
taciones que la seguridad del despacho hacía próspera en
otros tiempos.
124. La provincia de los Llanos de San Juan y Casana-
re envía todos los años considerable número de ganados a
Sogamoso, Tunja y demás lugares de este corregimiento.
Manda también lienzos a Santafé, que son estimados por
su finura, y llevados a Antioquia y Chocó. Recibe ropas
de Castilla y todos los demás frutos de España, algunas
harinas de Sogamoso, panelas y otros renglones de muy
corto valor.
125. Girón manda a Mompox cacao, lienzos bastos
para el surtimiento de los negros de minas, panelas y otros
dulces. Recibe en retorno ropas de España.
126. Sogamoso, Tunja, Villa de Leyva y lugares circun-
vecinos llevan a Santafé y Honda harinas, cordobanes y
mantas de lana, trayendo ropas y géneros de España. An-
tioquia, Chocó, Popayán y Neiva son las provincias que
pagan toda la balanza de los frutos europeos. Los retornos
de aquellas vienen en oro, el cual sirve para reemplazar el
valor de lo que recibimos de fuera del Reino y no podemos
reemplazar con frutos.
127. Si alguna vez conseguimos que los muchos de que
abunda el Reino se mejoren y entren en la circulación ge-
neral del comercio, nos podremos lisonjear que con ellos
tendremos más que suficiente para surtirnos de los géne-
ros de Europa que nos sean necesarios, mejorando nuestra

76
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

población e industria, sin dejar de la mano el cultivo de


nuestras preciosas minas de que voy a hablar.

§§ Minas

128. Contemplando las cosas filosóficamente, se de-


bía desear que el cultivo de las minas se abandonase para
siempre. La política tampoco está muy de acuerdo con su
beneficio, y sólo bajo ciertas condiciones y circunstancias
se puede contemplar como ventajoso. El laboreo de mi-
nas en el modo que hoy se practica en las de oro, además
de ser destructivo de la población, encarece de tal suerte
los jornales y las maniobras, que por lo general entorpece
el adelantamiento de la agricultura, la que siempre es ca-
dente en los países mineros. Entretenidas las gentes con
las vanas esperanzas de alcanzar la suerte que uno u otro
ha logrado en el beneficio de minas, descuidan del todo
los demás objetos de industria: se empeñan cada día más, y
no correspondiendo los sucesos a los conatos, se arruinan,
y arruinan consigo a todos aquellos que se dejan engañar
con sus vanas esperanzas.
129. Por lo que hace al metal, sabemos que en cuanto
signo representativo de las cosas puede ser reemplazado
por el papel, como se observa entre las naciones más comer-
ciantes y sabias. También pueden suplir por él otras varias
cosas. En los reinos de Nueva España se usa con mucha
facilidad de los granos de cacao, con los cuales se compra
todo lo necesario al consumo cotidiano. Las provincias

77
Pedro Fermín de Vargas

de Antioquia, Chocó, Barbacoas, Neiva, etcétera, de este


Virreinato, han sido y serán dependientes precisos, no obs-
tante de sus muchos metales, de las demás agriculturas e
industrias. La población de la provincia de Antioquia, que
es la mejor de las que he nombrado, que por la variedad de
sus temperamentos le permite alguna atención a la labran-
za, ascendía en lo comprensivo de su gobernación a 40.000
almas en el año de 1786, número muy corto respecto de la
población de las dos villas de San Gil y Socorro, en donde
no hay más minas que un poco de industria.
130. No se diga que los países abundantes de minas,
al consumir muchos frutos, así de agricultura como de co-
mercio, necesariamente deben hacer florecer una y otro,
pues nada se observa menos que la armonía entre las mi-
nas y el campo. Las gentes prefieren a cualquier ocupación
la esperanza de hallar entre las arenas de los ríos algunos
tomines de oro con que pasar el día miserablemente. Y a
excepción del plátano, que crece casi sin cultivo en aquellas
provincias, todo lo demás les entra de otras muy distantes,
excesivamente caro y de mala calidad.
No obstante, en el estado presente del Reino, en que
no tenemos abundancia de frutos que cambiar por los
que vienen de Europa, son necesarios los trabajos de mi-
nas para pagar la multitud de mercaderías que recibimos
anualmente. Debemos, pues, procurar que esto se haga con
la mayor economía posible a fin de aprovechar lo más que
se pueda estos tesoros de convención. Empecemos por las
minas de oro, que son las más comunes y las únicas que se
laborean en el Reino por cuenta de particulares.

78
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

El modo con que se cultivan en el día es por medio


de negros esclavos, cada uno de los cuales vale en el Cho-
có, Barbacoas y Antioquia muy cerca de 500 pesos. Pocos
mineros se hallan en estado de comprar 50 o 100 negros,
por cuya razón se ven poquísimos en unos territorios tan
extendidos. Por cálculos bien aproximados se ha compu-
tado que entre minas ricas, medianas y pobres, unas con
otras sacará el negro más diestro la sexta parte de una onza
de oro, o dos pesos cinco reales, excepto del real al día. En
el año dividen los trabajos por mitad, empleando la una
en la extracción y caza de las arenas auríferas y la otra en su
lavada. Quitando 90 de los 365 días del año, por razón de
las fiestas, quedan útiles 285, de los cuales sólo se emplea la
mitad en lavar las arenas menudísimas, que producen por
cada negro 374 pesos ½ real.
Como los víveres son extremadamente caros en las
tierras de minas, supondremos que por razón de ellos,
vestuario y enfermedades, gaste diariamente un negro 4
reales, quedando a favor de su amo 191 pesos 4 y ½ reales
anualmente. Quitemos por razón de herramienta, gastos
de bateas y otras menudencias de poca consideración, 8
pesos todos los años al respecto de cada negro, y quedan
183 pesos 4 y ½ reales, o poco más de 90 pesos de oro. Re-
bajados de este producto los derechos de quinto, fundición,
amonedación, etcétera, apenas quedan a favor del minero
80 pesos de oro, o 160 de plata.
De manera que suponiendo que un minero mantenga
su mina corriente con 50 negros, gana todos los años 8.000
pesos, pero son muy pocas las minas de estas conveniencias.

79
Pedro Fermín de Vargas

Lo contrario sucede casi en todas ellas, y así vemos dia-


riamente mineros arruinados e insolventes, que no tienen
otra cosa que el deseo de volver a las minas, pues el que
una vez tomó semejante profesión, contrae una especie de
manía que sólo se le borra con la muerte.
La falta de subsistencia a precios cómodos, las veja-
ciones de los gobernadores y sus tenientes, la carestía o
total imposibilidad de conseguir negros8, la ignorancia de
la minería, la falta de instrumentos y máquinas para los
desagües y rompimiento de vetas, ocasionada por la cares-
tía del hierro; finalmente, los malos caminos que impiden
el comercio y la concurrencia de vendedores entorpecen
extraordinariamente el progreso de las minas del Reino.
La abertura de los caminos facilitaría los víveres y avíos
de las minas a mejor precio que el que hoy tienen: la ex-
tracción del hierro de las minas del Reino animaría en gran
parte el beneficio de los minerales preciosos, pero lo que
sobre todo daría consistencia a este ramo sería sin duda el
establecimiento de un cuerpo de minería, a imitación de
los del Perú y Nueva España.
Con la erección de este cuerpo —se explica el sabio
Director de Minas de Mariquita, don José Delhuyar, con

8
El año de 1787 había en Antioquia 4.296 negros, en el Chocó
3.054 y en Popayán 9.313, inclusos los del servicio doméstico. Por
todos componen 16.663. Por este solo rasgo se conoce claramente
la gran decadencia de nuestras minas. Los franceses mantienen en
las tres colonias de Martinica, Santo Domingo de Guadalupe, más
de 250.000 esclavos.

80
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

fecha de 17 de julio de 1782— se evitarían los inconve-


nientes que han impedido el progreso de las minas en este
Reino, y se fomentaría la extracción de los tesoros que en-
cierra en su seno. El mayor de los inconvenientes que tiene
la minería en la actual situación es estar confiada la admi-
nistración de la justicia de este ramo a unos sujetos que,
aunque sean letrados, con dificultad entienden bien el
sentido de las leyes, por estar estas fundadas sobre la prác-
tica del arte. No hablo de las extorsiones continuas que
están padeciendo los pobres mineros por la avaricia de
sus gobernadores, que los chupan como sanguijuelas hasta
quitarles todo el nervio y fuerza para poder continuar sus
labores, atropellando las leyes que recomiendan este punto
como el más interesante para el bien general del Estado.
Y si la necesidad ha hecho ver que para la prosperidad del
comercio convenía confiar a este mismo gremio la ejecu-
ción de las leyes de su ramo, ¿con cuánta más razón debe
darse la misma prerrogativa a la minería, cuyas leyes son
mucho más complicadas y de más difícil ejecución para
cualquiera que no esté versado en ellas? En México se ha
acrecentado visiblemente la extracción de la plata de las
entrañas de la tierra después de la creación del cuerpo de
minería, y ahora durará eternamente la memoria del Mi-
nistro que la plantificó.
Reducida la administración del ramo de minas a un
Director, un Fiscal, un Contador y un Tesorero escogidos
entre los mineros más inteligentes del Reino, se evitarían
los inconvenientes que sufre hoy este importante objeto
de riqueza nacional.

81
Pedro Fermín de Vargas

De los dos pesos por cada marco de oro que son los
derechos de amonedación, o señoraje, que tiene concedi-
dos Su Majestad a los mismos mineros por su pobreza y
por un término que va a expirar, se podría formar un fondo
anual para adelantar en el mismo ramo, ya sea en avances
a los mineros pobres, ya en la creación de una escuela de
mineralogía en la capital, adonde se iniciasen los jóvenes
de las provincias en una ciencia tan útil; ya en fin, en la
satisfacción de los salarios de los empleados y otros varios
objetos que iría descubriendo el tiempo a proporción de
la instrucción del Reino. Según las noticias que han co-
municado las Cajas Reales acerca del oro que se funde en
ellas, se computa que un año con otro producen nuestras
minas 2.000.000 de pesos, o 20.000 marcos de oro. De cada
marco corresponde al Rey, de amonedación, 2 pesos, y
según esta cuenta quedan a favor de Su Majestad 40.000,
que son los que tiene cedidos a beneficio de los mismos
mineros. Cóbrese en adelante este derecho para el fondo
del cuerpo de minería, y se verá florecer este ramo con
aprovechamientos de innumerables minas que hoy se ha-
llan olvidadas por no haber caudales con qué laborearlas.
Plantificado este deseado establecimiento, podrían adop-
tarse las máquinas o molinos económicos que proyectaba
el Conde de Casa de Gijón. En efecto, por medio de es-
tos molinos se saca en Ginebra de un 2 ½ a 3 por 100 de
las basuras y crisoles viejos de las platerías, sin más costos
que la mitad de dicho producto. Refiere Gijón que de las
arenas del río Arve, que pasa por Ginebra, siendo innume-
rabilísimas, sacan los dueños de los molinos media onza

82
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

de oro bajo en cada 800 libras y en el corto espacio de 24


horas. Concluye, pues, que siendo muchísimo el oro que
se desperdicia en América por el imperfecto modo como se
recoge, y abundando nuestras arenas de este precioso metal,
rendiría un molino en los lavaderos del Chocó, Antioquia,
etcétera, en las mismas 24 horas, dos onzas y dos tercios
de oro de 20 a 21 quilates, supliendo el molino por 13 ne-
gros, de los cuales hemos advertido saca cada uno la sexta
parte de una onza diariamente. Así, pues, el minero que
lograse poner 4 molinos dejaría de comprar, alimentar y
vestir, lo que es más, dejaría de tiranizar en el trabajo algo
más de 50 negros, porque los 4 molinos le producirían
tanto como ellos podrían contribuirle con sumo trabajo
y sudor de su frente.
El mismo Conde de Gijón advierte que estas máquinas
son costosas, y así sólo el cuerpo de minería sería capaz de
costearlas desde Ginebra. Pero establézcanse estas máqui-
nas, o quédese el beneficio de las minas de oro en el mismo
pie de hoy, siempre es necesario valernos de la robustez y
firmeza de los negros para su beneficio.
Hablo de las minas de oro cuya veta sigue superficial-
mente sobre la tierra, porque la experiencia ha enseñado
que en las de alguna profundidad no aguantan los negros
y perecen indistintamente. Hasta ahora ha sido privativo
de las naciones extranjeras el trato de negros. Los nuestros
los compraban en Jamaica, Curazao y Cabo Haitiano en
derechura desde Cartagena y Santa Marta. Su Majestad,
para estimular más este trato indispensable, había reducido
los derechos de entrada en 1785 a razón de 9 pesos por cada

83
Pedro Fermín de Vargas

cabeza sin distinción de calidades. Muchos trajeron par-


tidas considerables, pero con la erección de la Compañía
de Filipinas se prohibió nuevamente este trato, por consi-
derarse más ventajoso en manos de este cuerpo nacional.
Ignoro las resultas de estas disposiciones9. Por lo que hace
a mi intento, sólo hallo conveniente la total extinción de
derechos de entrada en los puertos de Indias. Mientras esto
no se verifique, será imposible sacar las minas del estado
de languidez que tienen, porque los crecidos derechos de
entrada, alcabala, salida, etcétera, vienen a importar en los
negros sumas excesivas, que no pueden sufrir los mineros,
y si los toman fiados se arruinan con los intereses, y paran
por fin en insolventes, como todos los días se observa en
el Chocó y demás partes.
Facilitado este paso y abierta la navegación del río de
Atrato, sería la provincia del Chocó una de las más ricas del
mundo. Sus minerales son copiosísimos y de muy buena
ley, y además abunda la platina, que no es menos estima-
ble que el oro, con que sólo le falta el fomento necesario.
De paso advertiré, y esta advertencia es muy necesa-
ria e importante, que en los países en donde abundan los
arroyos que llevan oro envuelto en sus arenas salían anti-
guamente las gentes a emplear aquellos días en lavarlas,
sacando por medio de esta industria algunas pajuelas que

9
Posteriormente se ha concedido para los puertos menores, en donde
ha mandado el Rey se dé a los introductores un doblón de a 4 pesos
cada cabeza, por vía de premio. Dedicándose a la agricultura, des-
pués se derogó este premio y se ha renovado la libre introducción.

84
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

les indemnizaban del trabajo. Muchas porciones de estas


hacían al cabo del año cantidades considerables, y he aquí
que sin perjudicar sus trabajos ordinarios se entretenían los
lavadores con utilidad propia y del Estado, que aprovechaba
aquellos metales de que habría carecido sin esta industria.
Por desgracia, se mandó en 1780 que estos lavadores
de oro, o mazamorreros, como comúnmente los llaman,
se matriculasen en las Cajas Reales de sus distritos, y pa-
gasen todos los años 18 tomines de oro, o 4 pesos de plata
por cada individuo, con especificación de que sacasen o
no sacasen, lavasen o no por enfermedad o cosa semejante,
quedaban obligados a esta capitación, en cuya consecuen-
cia sólo los matriculados pueden beneficiar aquellas arenas
preciosas. Pero como los más tomaban semejante ocupa-
ción más bien por aprovechar los ratos libres que por hacer
profesión de ella, resultó de aquí que desmayó casi del
todo esta práctica. Muchos no pudiendo tolerar las veja-
ciones de los ministros que corrían con la recaudación de
aquel ramo, abandonaron los lavaderos por este motivo;
otros por no hallar las ventajas que se habían prometido,
con que el Reino se halla falto del oro que sacaban los
mazamorreros, y el Rey pierde los derechos que causarían
precisamente aquí y a su entrada en España. Que se resti-
tuyan las cosas a su estado primitivo, dejando libre y sin
trabas este verdadero ramo de industria, y se verán circu-
lar en las provincias más de dos o tres arrobas de oro que
hoy yacen envueltas en las arenas de los ríos. De sólo la
provincia de Girón me han asegurado se habrá dejado de
sacar más de una arroba; es de creer que de las provincias

85
Pedro Fermín de Vargas

de Neiva e Ibagué, cuyos arroyos son mucho más ricos,


se hayan perdido otras tantas. ¿Qué habrá ganado el Rey
con los derechos de matrícula? Poco, o nada, pero esta es
la suerte de las provincias que se gobiernan por quienes
están muy distantes de aspirar al bien de los pueblos, y sólo
hacen mérito en la Corte del aumento aparente del Real
Erario, aunque verdaderamente lo destruyan arruinando
a los vasallos de Su Majestad. Pero vamos a la platina.

§§ Platina

Este octavo metal, que reúne en sí, según la expresión


de Baumé, las propiedades del oro y la dureza del hierro, ha
excitado en el día una gran fermentación en España. A con-
secuencia de las experiencias químicas de Chevenaut, por
las que se ha llegado a conseguir la maleabilidad y ductili-
dad de la platina, se ha reservado Su Majestad toda la que se
halla en sus dominios para usos propios de su real persona.
Debemos suponer que en ninguna otra parte se halla la
platina que en las minas de oro del Chocó y Barbacoas. Se
encuentra comúnmente mezclada con el oro, al cual parece
sirve de matriz, y es a veces tan abundante, que los mineros
se ven obligados a abandonar las minas en que abunda por
el mucho trabajo que les cuesta separarla del oro.
Supuesto, pues, que la platina entra hoy como un tercer
metal precioso en el uso de los hombres, es consiguiente-
mente un nuevo ramo de riquezas para este Reino, si nos
sabemos aprovechar en el modo de extraerla.

86
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

En 1787 mandó el Rey fijar a la platina el precio de la


plata en caso que no se pudiese conseguir de otro modo,
y que a este precio se pagase de sus Reales Cajas. La gracia
que por esta providencia hacía el Rey a los mineros se con-
virtió en verdadera extorsión por haberse procedido aquí
sin conocimiento de causa. Se entabló el rescate de la plati-
na, primero a 4 reales libra, después a peso, y últimamente
a 2. Estas providencias, cuya variación manifestaba su fla-
queza, surtieron tan poco efecto que no se consiguieron
las cantidades que necesitaba Su Majestad, de que resultó
querer remediar un yerro con otro.
Se pensó en trabajar por cuenta de la Real Hacienda
las mejores minas de platina, y he aquí cómo fue necesario
despojar de sus minas a los particulares convirtiendo en
su contra lo que el Rey quería fuese en su favor. De aquí
la complicada máquina de una administración de minas
en que los asalariados por cuenta del Rey, y muy poco
interesados en la mucha o poca extracción de platina, ne-
cesariamente ponen muy poca atención en su beneficio.
De aquí también la necesidad de comprar negros es-
clavos por cuenta del Rey para esta empresa, en que se
consumen muchos caudales por falta de economía. Los
soldados de sobrestantes de los trabajos, en lugar de los
envejecidos mineros que poseen los conocimientos prácti-
cos del beneficio y, en fin, otra multitud de propósitos que
nadie es capaz de imaginar. De suerte que por este método
costará al Rey una libra de platina tanto como una de oro.
Trabajar una mina de platina de cuenta del Rey es lo
mismo que trabajar una mina de oro de propia cuenta sólo

87
Pedro Fermín de Vargas

por sacar oro, cuya poca utilidad indican los pobres mine-
ros del Chocó, todos empeñados y casi perdidos. Cotéjese
ahora la diferencia en los trabajos por unos sujetos prácti-
cos en esta ocupación, y con las mayores economías, y los
que se pongan por cuenta del Rey. Vuelvo a decir que una
libra de platina extraída por este método costará al Rey
una libra de oro, o quizás más.
Es probable que una vez hecho de moda este metal en
Europa, llegue a ser la magnificencia de los reyes, o lujo de
los grandes señores, tanto como el oro, y entonces, ¡qué
provecho para las gentes del Chocó si se deja el beneficio
por su cuenta! Sábese que un particular gasta mucho me-
nos en cualquier empresa que el Soberano. Probablemente,
pues, le ha de salir menos dispendioso el beneficio de la
platina, y hallando ventajas en venderla al Rey por un pre-
cio cómodo, no es creíble la pase a manos de extranjeros,
de las cuales, además del riesgo, tal vez no sacaría la misma
utilidad. Mi parecer es que se deje libre la extracción de la
platina a los mismos mineros. Que se ponga el precio de 8
pesos a cada libra, que se prohíba a los particulares la com-
pra de ella, y se verá abundar este metal, porque entonces
los mineros tendrán utilidad en labrarla y escogerla, como
hacen con el oro.
Es cierto que por este método tan sencillo conseguirá
el Soberano toda la platina del Chocó: los vasallos logra-
rían este nuevo fomento, y se evitarían a la Real Hacienda
los fraudes y crecidos gastos de una administración de este
género, que sólo sería conveniente cuando de otro modo
no se pudiese conseguir la platina, o cuando las ganancias

88
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

fueran tan efectivas que tuviese por conveniente el Sobe-


rano apropiarse enteramente su beneficio. ¿Qué recurso
les quedaría a los pobres vasallos si el Rey tomase por su
cuenta todos los renglones útiles, y el cultivo de las minas
de oro, plata, etcétera? «¿Con qué podrán mantenerse su
vida las pobres gentes», decía el Emperador Teófilo, «si
nosotros tomamos sus arbitrios?»10.
Para que no se extravíe la platina y toda vaya al Tesoro
Real, se podrán adoptar las mismas reglas que se practican
para quitar el fraude en los quintos de oro. Los oficiales
reales de las respectivas provincias podrán correr con este
nuevo ramo, del mismo modo que han corrido hasta aquí
con el cobro y la percepción de aquellos derechos; entretan-
to, yo no hago más que decir mi dictamen con sencillez, sin
aspirar a tono magistral, de que estoy muy ajeno. Todo hom-
bre como miembro de la sociedad tiene derecho para decir
lo que le parezca útil y ventajoso a su patria. Si me engaño
en mis discursos, seré disculpable por haberlo hecho con
buena intención de servir al público con mis reflexiones11.
Veamos ahora el estado de los minerales de plata del Reino.

10
Zamoras.
11
Cuando se escribió este tratado, se había mandado cultivar la pla-
tina por cuenta del Rey. Posteriormente se dejó en manos de los
particulares con la condición de entregarla en Cajas Reales, en
donde se paga a razón de 2 pesos por cada libra. Al Oficial Real
de Nóvita se le asignaron 40 pesos anuales para esta ocupación.
Las minas que más producen la platina son las de Opogodó, en el
Citará. Hasta fines del año de 1788 se habían extraído del Chocó
152 arrobas y 20 libras de platina, que siguieron inmediatamente

89
Pedro Fermín de Vargas

§§ Plata

Es cierto que en otro tiempo se cultivaban las minas


de Mariquita y de Pamplona con notables utilidades, y
aunque rebajemos mucho de lo que escribieron de ellas
los escritores del siglo pasado, queda todavía indubitable
la abundancia del mineral precioso que encierran en su
seno las famosísimas montañas de La Montuosa y Vetas
en Pamplona, Lajas y Santa Ana en Mariquita.
Convencido de esta verdad, el Ministerio de Indias
hizo pasar en el año de 1784 a este Reino dos mineros in-
teligentes que habían estudiado su profesión en Sajonia,
Suecia y Hungría, con el fin de entablar el método más se-
guro en esta materia, y para que los particulares perdiesen
el miedo a estas empresas, que a muchos han arruinado,
mandó Su Majestad laborear de su propia cuenta cuatro
vetas antiguas en los citados cerros de Lajas y Santa Ana. La
inteligencia de los profesores, la reciente llegada de otros de
Sajonia, el nuevo método de amalgamación descubierto en
Alemania y adoptado ya entre nosotros, la generosidad con
que se auxilia aquel establecimiento y el buen orden que
reina en el manejo de los caudales, la extracción de mine-
ral y la conservación de la salud de los trabajadores, hacen
más que probable el buen éxito de este proyecto, uno de
los mejores que se han ideado para el fomento del Reino.

a manos de Su Majestad. El bajo precio de 2 pesos ha sido causa


de que salga mucha a los extranjeros, que han pagado en nuestras
costas libra a 12 pesos.

90
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

Los primeros ensayes según el método de amalgama-


ción que tuve el gusto de presenciar correspondieron en
Santa Ana a los que se habían ejecutado en Viena, llenando
las esperanzas del Director Delhuyar. No entro en el por-
menor de las operaciones de este beneficio: sólo diré que
por su medio se saca al mineral toda la ley, se desperdicia
menos azogue respecto del método antiguo y se abrevia
tanto la operación que, en espacio de seis horas, se recoge
el metal, cosa que no se conseguía antiguamente sino en
muchas semanas.
Concedida una vez la utilidad de este método y te-
niendo también la ventaja de hallarse una mina de azogue
no lejos de Mariquita, sólo falta ver los productos físi-
cos de aquellas minas para que en todo el Reino se anime
el espíritu minero y entren los particulares a usufruc-
tuar los inmensos tesoros de las minas de La Montuosa.
Cuando los particulares no quieran trabajar estas, podría
el Gobierno mandarlas abrir por cuenta de la Real Ha-
cienda hasta un cierto término, en que haciendo ver a los
particulares la utilidad, se indemnizase de sus costos deján-
dolas corrientes. Entonces muchos hombres ricos seguirían
cultivándolas, asegurados de las ganancias. La ruina que
han experimentado otros anteriormente por ignorancia
harán siempre sospechosas aquellas minas. Los minerales
de allí son de excelente carácter, según los ensayes hechos
en Mariquita. Consiguientemente, el Rey no aventura
nada en su beneficio. Pero si esta idea pareciese difícil de
practicar, podría encargarse de ella el cuerpo de minería,
si se establece. Lo que no tiene duda es que las minas de

91
Pedro Fermín de Vargas

plata, como sean de buena ley, rinden mucho más que las
de oro, y a las cuales probablemente está reservada la feli-
cidad de este Reino.
Otras varias minas de plata se conocen, pero las más
famosas y de mayores esperanzas son las expresadas. Fo-
mentadas estas, no tardarían mucho en descubrirse otras,
y así ira ganando el espíritu descubridor del mismo modo
que ha sucedido en el Perú y Nueva España.

§§ Cobre

Después de la plata ocupa el primer lugar el cobre.


Este metal, por los diversos usos a que se destina y por la
variedad de formas que le dan en Europa, es de un consumo
inmenso en el comercio. Óigase lo que dice don Antonio
Ward hablando de las minas de América: «Las minas cuya
utilidad no admite duda son las de cobre, y habiéndolas
tan ricas y de una calidad tan superior en nuestras Indias,
se debe cuidar mucho de perfeccionar su beneficio a fin
de traer a Europa mayor porción de aquel metal para ade-
lantar este ramo de comercio».
En varias partes del Reino se cultivan las minas de co-
bre. En todas ellas se saca muy bueno, aunque su beneficio
no es siempre igual. No lejos de la ciudad de Ibagué hay
una aldea que llaman Mina de Cobre, por estar fundada
sobre la misma mina de este metal. Todos los habitantes del
lugar son mineros, y la moneda que circula entre ellos son
pedazos de cobre bruto de determinado peso. Si aquellas

92
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

gentes acertasen a valerse de máquinas, o ingenios con que


ahorrar trabajo, podrían hacer un vasto comercio de este
ramo, pero por desgracia todo lo hacen a fuerza de brazos,
con lo que el metal sale muy caro.
En el distrito de la ciudad de Vélez, y en un sitio que
llaman Moniquirá, se registran las mejores minas de cobre
que se conocen aquí. Su calidad es admirable, y el precio
a que lo venden los mineros, se ha dicho antes, de 10 a 12
pesos el quintal. Esto es no teniendo ingenios ni máqui-
nas con que ahorrar jornales y maniobra: si se pusiera más
cuidado y la inteligencia debida, se sacaría muchísimo co-
bre, pues las minas son abundantísimas, y su precio bajaría
notablemente. De aquí resultaría el doble beneficio de
abastecer el Reino a precios cómodos y llevarse a España
como un artículo de comercio de los más esenciales. Su
Majestad entonces lo tomaría a menos de los 18 y ½ pe-
sos que le cuesta cada quintal de cobre de Nueva España
y el comercio a menos de los 24. A este fin contribuiría
la abertura del camino de Carare, según tengo insinuado
anteriormente.
Pero prescindiendo de estas ideas, sería muy del caso
que el Gobierno se encargase de solicitar en España algu-
nos elaboradores del cobre que viniesen a plantificar entre
nosotros esta industria. La grosería y tosquedad con que
se trabajan los utensilios de cobre piden de justicia esta
operación, que ahorraría mucho material, mucho trabajo
y mucho dinero. Nos serviríamos de baterías más propias a
los usos domésticos, y no malbarataríamos nuestro dinero
en muebles desaseados y de un peso inútil.

93
Pedro Fermín de Vargas

§§ Hierro

Algunos que no están instruidos en las leyes de Indias


han creído que la extracción de hierro estaba prohibida
en estos dominios. Ni la naturaleza ni la humanidad del
Gobierno de España podrían prohibir una cosa que tanto
influye sobre la agricultura, las minas y los demás ramos
de industria. El hierro es el primero de todos los metales,
pues sin su auxilio permanecerían los demás sepultados
en las entrañas de la tierra. No nos detengamos en una
cosa que nadie ignora: hagamos nuestras reflexiones sobre
el que existe en este Reino. Suponiendo antes que por la
Ley 51, Título 10, Libro 8 de las de Indias se franquean
varias gracias a los descubridores de minas de hierro, cobre,
estaño, etcétera, rebajándoles los derechos al diezmo, en
lugar del quinto con que están cargados los demás metales.
Nadie ha trabajado hasta ahora minas de hierro entre
nosotros, y por esto no se sabe a punto fijo cuáles serán
las mejores, pero que lo hay es evidente. En la hacienda
de Doima, del distrito de Ibagué, se halló años pasados
una papa o bola de hierro de un peso extraordinario, que
juzgo se halla hoy en el gabinete de Historia Natural. Es
probable que no lejos de allí se hallase la mina, a menos
que se suponga que la tal bola es algún producto volcá-
nico, lo que no es improbable. En el mismo distrito de la
ciudad de Ibagué, y no lejos del lugar que llaman Valle de
San Juan, se registraron variedades de piedras de imán,
que son la matriz del hierro y aun una de las señas menos
equivocadas de su existencia. En las cercanías del pueblo de

94
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

Ubaté, en jurisdicción de Zipaquirá y en las tierras frías, se


hallan unas piedras negras de gran peso y en la apariencia
ferruginosas. Estas las examiné siendo niño, y conservo la
especie de que son verdadero mineral de hierro. En otras
muchas partes se han encontrado indicios de este metal,
pero sólo en la provincia de Antioquia lo han llegado a
fundir con tanta perfección, como el mejor de España. De
este hierro se remitieron muestras al Excelentísimo señor
Virrey Caballero, pero no se adelantó el asunto. El paraje
en donde se halló se llama Los Osos por aquellas gentes.
Supuesto, pues, que en el Reino se halla un mineral tan
necesario a los usos de la vida humana, y que por las leyes
municipales está permitida su extracción, no alcanzo a com-
prender por qué no se promueve el cultivo de las minas de
hierro. ¿Qué país más a propósito para una ferrería que los
de este Reino, en donde la leña y el carbón se hallan tan a
la mano y tan baratos? Si ha de entrar hierro en América de
las minas de Suecia, y otras que no son de la Nación, ¿por
qué no se concede este beneficio a los vasallos contribuyen-
tes del Estado? ¿Cómo se cultivarán los campos, las minas
y demás ramos de industria, si el hierro, este metal tan útil
a los hombres, nos ha de venir de más de dos mil leguas de
distancia, y al precio que quieren los comerciantes? De esta
manera, en caso de una guerra de alguna duración será pre-
ciso que todos los trabajos cesen, o que volvamos al uso de
los pedernales y del fuego como los indios salvajes, antiguos
habitantes de estas regiones. Ya tengo apuntado arriba que
en varias partes de este Reino las rejas que usan son de ma-
dera, ignorando en otras el uso del arado por falta del hierro.

95
Pedro Fermín de Vargas

Es pues muy conforme a las nobles ideas que van rei-


nando en este siglo el que se establezcan ferrerías en la zona
tórrida para el consumo y abasto de la América. No es justo
que por no perjudicar a la Metrópoli en lo que realmen-
te no es suyo sino de la Nación del Norte12 se perpetúe la
debilidad y decadencia de las colonias en términos de no
ser útiles al Rey, ni a la misma España.

§§ Azogue

Y para que nada faltase al fomento de nuestras minas,


depositó también la Providencia las de azogue, que sirven
tanto al beneficio de los minerales de plata. Junto a los más
ricos de estos, que son los de Mariquita, y como a dos jor-
nadas de distancia, se encontraron las minas de azogue de
Ibagué en 1787. Las experiencias o ensayes que se hicieron
en la Corte de las muestras remitidas en aquella época ma-
nifiestan ser verdadero azogue, aunque un tanto cargado
de cinabrio. Como útilmente se ha deducido que para el
beneficio de las minas de plata es más ventajoso el método
de azogues que el de fusión, se han aumentado los consu-
mos de este metal, y aumentarán cada día más en toda la
Nueva España y el Perú por los fomentos que diariamente
reciben las minas de aquellos reinos. Y siendo evidente que
las minas de Huancavelica y Almadén van en decadencia,

12
Campomanes se queja de que no se cultiven vastamente las minas de
Vizcaya para abastecer la América, dejando entrar hierro extranjero.

96
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

será preciso que cultivemos las minas de azogue de Iba-


gué en la montaña de Quindío, o que tomemos de los
extranjeros más de los 10.000 quintales que recibimos del
Imperio. En esta alternativa no debe dudarse del partido
que se ha de tomar, y es preciso decidirnos por el beneficio
de las minas de Ibagué. La situación de este lugar, a una
jornada del río de la Magdalena, hace sumamente fácil la
exportación del azogue a Cartagena, desde donde puede
seguir en buques mayores hasta el Perú.

§§ Plomo, estaño, etcétera

El plomo, petróleo, estaño, etcétera, se hallan tam-


bién en el Virreinato, pero como no tienen salida, ni hay
industria que los sepa aplicar a los usos de la vida, se des-
precian casi del todo, y sólo del plomo se aprovechan para
barnizar las lozas bastas de que usa el pueblo. Pasemos a
las piedras preciosas.

§§ Piedras preciosas

De estas las más celebradas, y con razón, son las es-


meraldas. Se asegura que las hay en varias partes. Los
conquistadores las hallaron en Somondoco, de cuyo cerro,
que es uno de los más empinados de la Cordillera Oriental,
se traían estas preciosas piedras. La memoria de ellas se ha
perdido en aquel distrito, y hoy sólo vemos las esmeraldas

97
Pedro Fermín de Vargas

que produce la provincia de Muzo. Se sabe que sólo en este


Reino se hallan las mejores esmeraldas, pues aunque se creyó
que la India Oriental las producía, se han visto obligados
a reconocer que las esmeraldas orientales habían pasado
allí del Nuevo Mundo. Antiguamente se extraían las es-
meraldas por los particulares, y pasaban al comercio. Por
disposición de la Corte se halla este ramo incorporado en
los de la Corona, beneficiándose hoy por cuenta del Rey. Al
principio se creyó que este era el mejor medio de conseguir
las esmeraldas con mayor abundancia, pero poco a poco se
ha reconocido que los gastos habían sido mayores que los
productos. La ignorancia de los administradores de este
ramo ocasionaba semejante atraso. Por fin, en el año de
1786, se dio orden para que el director de minas de Mari-
quita redujese las cosas al estado en que deben estar, y este
sabio minero dispuso un plan de trabajos que da esperanzas
bien fundadas de que en adelante se conseguirán las esme-
raldas que hasta ahora sólo se han buscado inútilmente13.
Por lo que hace a la provincia de Muzo, como este
ramo era el único que la sostenía, decayó enteramente lue-
go que se estancaron las minas de esmeraldas. De manera
que habiendo sido en otro tiempo una de las más ricas y
pobladas del Reino, sólo se reconoce hoy el aspecto de la
desolación. El Gobierno podría darle vida fomentando

13
Las esmeraldas son el único artículo de cuantos tiene el Rey en
América que va en derechura a sus reales manos, por lo cual es de
admirar que los señores virreyes no pongan todo el cuidado posi-
ble en su adelantamiento.

98
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

la siembra de algodón, café y otros varios frutos preciosos


de que abunda, como también de minas de oro, amianto,
etcétera, que se hallan descuidadas por falta de estímulos.
Entre las minas de piedra debemos contar las gallinejas
de color violado pardo; las piedras de Susa, que se hallan
en el pueblo de este nombre, y son del color de topacio, y
principalmente las amatistas, de que hay minas en Tima-
ná, o sus inmediaciones. Estas últimas se han mandado
reconocer de orden superior, pero la mala conducta de
los comisionados hizo ilusorias todas estas tentativas. Yo
he visto un gran pedazo de matriz de amatistas, que me
aseguraron ser traído del mismo Timaná. El partido que
se sacaría de estas piedras sería grande si se animase su ex-
tracción y corriesen en el comercio. Su consumo es seguro,
así en este Reino, donde son muy usados los aderezos y
composturas de piedras, como en España y demás países,
en que no las hay. Sola una cosa habría que hacer, y es en
mi concepto dejar a los particulares la libertad de trabajar
las minas de esmeraldas, amatistas, etcétera, vendiéndolas
por su cuenta. Si la Real Hacienda se echa sobre los artícu-
los más pingües de comercio, el Reino jamás saldrá de su
miseria. Este espíritu fiscal que hasta ahora ha dominado
a los virreyes causa los mayores estragos, y si toma fuerzas,
en lo sucesivo será preciso que los pocos vasallos que hay
sean siempre pobres e incapaces de salir de su infeliz estado.
La causa de esta propensión a los estancos viene del
prurito de los jefes para hacer mérito en la Corte, de don-
de esperan sus adelantamientos. Así jamás miran por el de
sus provincias, y si se les presenta una idea gloriosa y útil

99
Pedro Fermín de Vargas

al público, o la desprecian del todo, o la promueven con


tanta frialdad, que nunca se consiguen sus buenos efectos.
Contribuye no poco a esta desgracia la ignorancia de los
virreyes en asuntos de política y economía. Hasta ahora
la mayor parte ha sido escogida de entre la gente de gue-
rra, que, acostumbrados a un espíritu militar, oyen con
desdén los proyectos de mejora y adelantamientos de los
pueblos, a quienes tratan frecuentemente con la misma
dureza que a un cuerpo de tropa.
Mientras esto no se reforme como causa de donde di-
manan todos los daños, no hay que esperar bonanza alguna,
principalmente en este Reino, donde el mal ha hecho pro-
gresos extraordinarios. Como amo tiernamente a mi país,
como veo sus buenas proporciones para hacerse florecien-
te, y como conozco las causas de su atraso, propondré con
buena intención lo que me parece más a propósito para
remediar el mal en su origen.
A este fin, pues, me parece que debían nombrarse para
virreyes de América unos sujetos de conocida aplicación y
luces en materia de economía política, y teñidos con algu-
nos rasgos de filosofía. ¿Qué costaría a nuestro Ministerio
destinar a estos empleos los que hubiesen manifestado
sus talentos en las embajadas extranjeras? Cualquiera se
daría por bien servido de venir de Virrey a México, Lima
o Santafé, en donde además del sueldo vivirían poco me-
nos que como soberanos por las grandes prerrogativas que
les dan las leyes. Estos hombres, acostumbrados a tratar
asuntos de política y gobierno, tendrían mucha instruc-
ción y perspicacia en todo lo relativo a comercio, tratados,

100
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

navegación, etcétera; instruidos en la política y economía


de las naciones cultas e industriosas, no es dudoso procu-
rasen fomentar las mismas ideas en América. Aquellos que
hubiesen servido las embajadas de París, Londres y Repú-
blica de Holanda, serían los más aptos para estos destinos,
pues observando el método con que aquellas naciones sa-
can de sus colonias riquezas inmensas, sabrían promover
los mismos ramos de opulencia entre nosotros.
El hombre más insensible se forma en su imaginación
las ideas más lisonjeras de este proyecto, pues consideran-
do colocados a la cabeza de un Reino unos hombres que
han visto los caminos bien abiertos, los puentes facilita-
dos, la navegación corriente, y a oír las sagradas voces de
humanidad y bien de los pueblos, se imagina que siempre
estarían ocupados en iguales gloriosas empresas en sus
gobiernos. Entonces el comercio se facilitaría, crecería la
población con la riqueza de las familias, y estas, aseguradas
de la saca y despacho de sus frutos, se entregarían ansiosas
a la agricultura, las minas, el comercio y todo lo demás que
ocupa a las gentes con provecho suyo y de la Monarquía.

101
§§ Apéndice

En el manuscrito hay cuatro notas marginales que


dicen así:

Algodón, párrafo número 90, página 55: «En esta gue-


rra, por la prohibición de comercio con neutrales, se han
pagado 4 millones de importación en doblones. Esta es
la causa de la suma pobreza en que se halla la Metrópo-
li, ahora que necesita auxilios de dinero para la defensa.
Hoy necesita la población 3 millones de importación,
y en esta guerra han pasado de 4 los que se han introducido
por comercio clandestino».

Canela, párrafo número 98, página 60: «Esta planta es


la que Linné llama Myrtus ariophilaga».

Trapo, Párrafo número 122, página 71: «En el día se re-


gula el cacao que sale de Cúcuta en 8.000 cargas anuales,
que corresponden a 80.000 arrobas».

103
Pedro Fermín de Vargas

Plata, página 86: «Se perdió el Erario en esta especu-


lación, como le sucede en todas las de su clase. Los em-
pleados nunca miran las cosas con el interés y economía
de los particulares. Con la muerte del sabio Delhuyar…».

104
Memoria sobre la
población del Reino
Magnum quidem est educandi incitamentum
tollere liberos in spem alimentorum.

Plinio en Panegírico de Trajano

1. Todos los tiempos y todas las naciones tienen su


curso y sus vicisitudes; sus principios débiles y sus épo-
cas de engrandecimiento y de gloria. La infancia de las
sociedades, semejante a la de los hombres, es torpe, y lu-
cha largo tiempo para adquirir el vigor y las fuerzas de la
juventud. Podemos decir que el Reino de Santafé se halla
en este triste estado, y que ahora es cuando comienza a
querer adelantar sus pasos. Un golpe sólo suele despertar
a una nación de su letargo, y yo contemplo que el premio
ofrecido al que mejor demostrare los principios sobre que
puede adelantarse la población de esta colonia es un rasgo
heroico que manifiesta el patriotismo y buenas ideas que
empiezan a reinar entre nosotros. Me parece que veo re-
nacer aquí, porque tal es mi amor al país, aquellos felices
tiempos de la Grecia en que, excitados sus habitantes con

107
Pedro Fermín de Vargas

los estímulos del premio y de la gloria, concurrían con sus


obras de imaginación y de manos a formar el pueblo ori-
ginal y más sabio que ha habido en el mundo.
2. Si contemplamos la elevación del globo hacia esta
parte de la esfera; la variedad de sus climas bajo un mismo
paralelo; la uniforme templanza de sus estaciones a pesar
de los rayos directos del sol; la constante verdura de los
campos en las inmediaciones a las cordilleras, y su sucesión
continua de flores y frutos, no podremos menos de pronos-
ticar el adelantamiento y la prosperidad de esta preciosa
porción de la Monarquía. En efecto, sus circunstancias fí-
sicas ayudan poderosamente a su comercio, agricultura y
población, y consiguiente a ellas debe ser también el ade-
lantamiento de sus luces, y sería vergonzoso que habiendo
caminado las ciencias en el otro hemisferio, de Mediodía
al Norte, nos viésemos obligados nosotros a recibirlas de la
América Septentrional, en donde comienzan ya a florecer
con los más bellos establecimientos.
3. No tengo a mis compaisanos en tan bajo concepto
que crea posible este acontecimiento. Me juzgo por el me-
nor de todos, y si me atrevo a concurrir al premio ofrecido,
es tan solamente por manifestar mis anhelos por el bien
público, no porque crea conseguirlo.
4. A pesar de las exageraciones con que los escrito-
res coetáneos a las conquistas de este Reino nos pintan
el crecido número de sus habitantes, el que camina con
un poco de circunspección y de crítica conoce fácilmente
que todos sus cálculos fueron exagerados y que en reali-
dad el número de indios quedó muy atrás de lo que ellos

108
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

imaginaron. Los muchos bosques antiguos que cubren


todo el Reino; los lagos y las ciénagas que por todas partes
se registran; los vestigios que han dejado las inundaciones
de los ríos; la falta de moneda o de signos representativos
de las riquezas, son otras tantas pruebas que demuestran
incontestablemente la falta de agricultura, de comercio y
de industria que había entre los indios antiguos, conse-
cuencias necesarias de la poquísima población de estos
países. Dejemos a Piedrahita desahogar su imaginación
pedantesca14 numerando las veinte mil casas de Bogotá, las
leyes civiles y morales de sus reinos, y reflexionemos sobre
los principios de la sana filosofía y de la crítica acerca del
estado miserable de estas regiones antes que los europeos
se estableciesen en ellas.
5. Las reglas de una disertación corta no me permiten
entrar en discusiones profundas acerca de las costumbres
de los pueblos indígenas. Basta saber que en el estado de
barbarie en que se hallaba sumergido este continente, toda
su población consistía en naciones separadas y poco nu-
merosas, que vivían de la caza, de la pesca, del cultivo del
maíz —único grano de que tuvieron conocimiento— y
de algunas raíces, y que se hacían cruelmente la guerra, no
por extender su comercio, o sus riquezas, sino por hacer
esclavos y aumentar su caza exclusivamente en aquellos
bosques que antes habían sido comunes, o neutrales.

14
El autor debía tratar con más respeto a este prelado venerable, y si
no le parecen verdaderos los hechos que refiere, impúgnelo, no lo
ultraje (Nota del editor).

109
Pedro Fermín de Vargas

6. Al aspecto de los europeos y al ruido de sus armas


doblaron las rodillas estos salvajes, teniéndolos por dioses,
y esta preocupación valió a España el dominio de todo este
hemisferio. Y si los primeros conquistadores se hubieran
aprovechado del ascendiente que tuvieron sobre los indios a
su llegada, y hubieran procurado atraerlos a la nueva domi-
nación con suavidad y con los enlaces del matrimonio, ambas
naciones hubieran sido felices y no habría motivo para que se
hablase tanto de nuestras invasiones de América15. Pero este
medio tan fácil de practicar, y que dondequiera ha surtido
tan buen efecto, se despreció alternativamente, no sé si por
la sencillez misma de los americanos, por su color y falta de
barba, o por el orgullo y la soberbia de los conquistadores.

15
Sobre todo lo que el autor dice de la dureza de los conquistadores
deben verse primero las reflexiones imparciales del abate Nuix.
Es verdad que se cometieron crueldades por algunos particulares,
pero esto no da derecho a que se culpe a toda la nación española.
Se conoce que el autor había adoptado en este punto las ideas de
los extranjeros, nuestros enemigos. Parece bien extraño que unas
naciones que tanto se lisonjean de humanidad y que tienen valor
para echar en cara los defectos de la otra cometan crueldades
increíbles, no en un siglo de ignorancia como en el que se hizo
la conquista, sino en este ilustrado. Buena prueba de lo que digo
es lo que refiere don Antonio Ponz del Guarico en su viaje, fuer.
España, tom. … pág. …, y otras muchas cosas de que abunda la histo-
ria de otras naciones. ¡Qué espectáculo tan triste no ofrece a los
ojos de la razón el infame comercio de negros que ejerce la Ingla-
terra! ¡Qué crueldades no se cometen con estos infelices! Léase
con cuidado la Concordancia de la Geografía de diferentes edades,
de monsieur Planche, página 23 (Nota del editor).

110
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

Lo cierto es que estos sólo atendieron a dividirse los ricos


despojos de una nación que no los había agraviado, y que
los recibía con las mayores demostraciones de humanidad.
7. La corta población que había fue destruida por la
espada de los conquistadores y por la esclavitud. Tantos
males juntos obligaron a muchos indios a expatriarse vo-
luntariamente, retirándose a los bosques inaccesibles del
Reino. Otros resolvieron unánimemente no tener comer-
cio con las mujeres…, único monumento de esta especie
que nos ha dejado la historia, y que estaba reservado para
el descubrimiento del Nuevo Mundo.
8. De esta manera, a muy poco tiempo de las conquis-
tas se halló este Virreinato sin gente con qué cultivar sus
preciosas minas de oro y plata, única riqueza que poseía,
dimanando de esta falta la decadencia de su comercio,
de sus ciudades y la miseria general que observamos ac-
tualmente. Sucedió a esta colonia lo que al que toma una
crecida cantidad de opio: que entra en frenesí, para caer
después en una absoluta inacción. Las ciudades de Tunja,
Tamalameque, Tocaima y Mariquita son monumentos
constantes de la revolución que causó en el Reino la falta de
brazos con qué animar las minas. El oro embriagó a nues-
tros antepasados hasta tal punto que no les dejó conocer el
verdadero sistema sobre que debían hacer sus poblaciones.
La agricultura, que alimenta al hombre, fue descuidada, las
artes y las manufacturas también, y este abandono les hizo
soltar bien presto el oro de las manos. Sucediéndoles lo
que al perro de la fábula, que soltó la presa que tenía en la
boca por coger la sombra que vio en el agua.

111
Pedro Fermín de Vargas

9. Sosegado el primer furor de las conquistas, y con-


solidadas estas con reglamentos y leyes estables, es cierto
que la población no ha ido a menos en este Reino16; con

16
El precio de los víveres del año de 1739, comparado con este de
1791, nos puede dar alguna idea del aumento de la población que
ha habido en Santafé de aquel tiempo a este. Los víveres aumentan
el valor por el número de consumidores, o por las riquezas de un
lugar; estas no se han aumentado en Santafé, con que si aquel ha
subido forzosamente, ha de ser por el aumento de población. El
estado siguiente manifiesta el precio a que corrían los comestibles
en 1739, comparado con el que hoy tienen:


Precios de víveres en 1739

Una arroba de vaca fresca�������������������������������������������������������� 0,2 rs. 0

Un carnero entero���������������������������������������������������������������������0,5 rs. 0

Un cerdo bien grande�������������������������������������������������������������� 4,0 rs. 0

Una gallina����������������������������������������������������������������������������������0,1 rs. 0

Un pollo�������������������������������������������������������������������������������������0,0 rs. ½

Cuatro conejos���������������������������������������������������������������������������0,1 rs. 0

Una piel de ganado vacuno silvestre�������������������������������������0,1 rs. ½

Un cordobán muy grande��������������������������������������������������������0,5 rs. 0

Una carga de harina con 10 arrobas���������������������������������������3,4 rs. 0

————

Suma���������������������������������������������������������������������������������������������9,4 rs. 0


Precios de víveres en 1791

Una arroba de vaca fresca���������������������������������������������������������0,6 rs. 0
Un carnero entero���������������������������������������������������������������������1,0 rs. 0
Un cerdo grande��������������������������������������������������������������������� 12,6 rs. 0
Una gallina����������������������������������������������������������������������������������0,2 rs. 0
Un pollo��������������������������������������������������������������������������������������0,1 rs. 0
Cuatro conejos���������������������������������������������������������������������������0,6 rs. 0

112
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

todo, sea el espíritu de caballería que reinaba todavía en


Europa cuando el descubrimiento del Nuevo Mundo, o
sea la ignorancia general de aquellos tiempos, la verdad es
que muchos estatutos municipales, lejos de mirar por el
adelantamiento de la población, se opusieron a ella, aun-
que indirectamente. De estos podemos señalar los que
concedieron en feudo a los indios bajo el nombre de enco-
miendas; además de esclavizar a estos infelices, prohibían
aquellas leyes que los encomenderos asistiesen en los pue-
blos más de una noche, lo que apartando los amos de los
esclavos impedía que aquellos les hiciesen trabajar, les au-
xiliasen en sus necesidades, y por último que velasen en sus
propios intereses17, de modo que teniendo este reglamento
todos los defectos del derecho feudal, no tenía ninguna de
sus buenas cualidades18.


Una piel de ganado silvestre����������������������������������������������������0,4 rs. 0
Un cordobán muy grande��������������������������������������������������������1,0 rs. 0
Una carga de harina con 10 arrobas���������������������������������������5,0 rs. 0

 —————

Suma������������������������������������������������������������������������������������������ 21,3 rs. 0
17
Un célebre político nota que los feudos fueron antiguamente en
Francia de no gran recurso para la población, y que viviendo los
señores territoriales en sus propios feudos, cada lugar principal
venía a ser una especie de corte, y teniendo los señores más aprove-
chamientos a proporción del mayor número de vasallos, cuidaban
mucho de que estos se aumentasen, y el producto de sus ventas lo
derramaban entre ellos mismos con grande utilidad.
18
Ya se han abolido las leyes que concedían encomiendas en Amé-
rica. La Corte ha conocido los defectos de muchos reglamentos

113
Pedro Fermín de Vargas

10. A este yerro fue consiguiente otro mayor en el


repartimiento de las tierras. No hay duda que en la planti-
ficación de una colonia deben repartirse estas con respecto
a las facultades que tiene cada colono para su rompimiento
y cultivo, pero siempre que por parcialidad, por ignorancia
u otras cualesquier causas se proceda excediéndose en estos
límites, se da lugar demasiado temprano a la desigualdad
de fortunas, de que nacen las consecuencias más tristes
para las generaciones sucesivas. Los romanos, que desde
su nacimiento levantaron los fundamentos de un poder
inmenso, formaron a este fin las mejores leyes agrarias que
se conocieron, prohibiendo que los patricios poseyesen más
de 500 cahizadas de tierra, ni que los plebeyos obtuviesen
más de treinta, limitando la opulencia de los unos y la mi-
seria de los otros, y esta igualdad, dice un célebre político,
les hizo aumentar extraordinariamente su población y sus
fuerzas. En Roma había tantas cabezas de familia cuan-
tas suertes de tierra, lo que hizo que a los 289 años de su
fundación se hallaron de ciudadanos romanos solamente,
según refiere Tito Livio, 124.214 cabezas de familia. De-
bemos suponer que en todo aquel tiempo no cesaron en
Roma las guerras con los pueblos vecinos, que aquellos
republicanos odiaban el comercio y no tenían manufac-
turas algunas en qué entretener sus ciudadanos, con que
toda su población venía necesariamente de su aplicación
al cultivo de la tierra, y de sus excelentes leyes agrarias.

antiguos que seguían en América, y todo va arreglándose con una


sabia mano y conforme a los principios de una verdadera política.

114
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

11. De estas reflexiones resulta que habiéndose repar-


tido las tierras desigualmente cuando se conquistó este
Reino, presto se hallaron muchos ciudadanos sin fondos
y otros con más de lo que podían cultivar, de que se siguió
la miseria de los unos e imposibilidad de casarse, y la ne-
cesidad de los otros de dejar gran parte de sus tierras sin
aprovechamiento.
12. El horror con que se vio la introducción de ex-
tranjeros en estos países y la severidad con que se prohibió
ha tenido a nuestra población en el estado de languidez
en que la vemos. Los españoles que vinieron a este Reino
fueron poquísimos respecto de su extensión. Los indios
habían desaparecido casi del todo, y los negros que se in-
trodujeron, o no probaron bien en estos climas, o eran en
tan corto número que no podían reemplazar la pérdida de
los habitantes naturales. Así, la prohibición del comercio
con los extranjeros en América opuso a nuestra población
un obstáculo invencible.
13. No ha muchos años que se franqueó el comercio de
cabotaje, que estuvo prohibido tan largo tiempo. Y estos
yerros multiplicados no se pueden atribuir a otra cosa que
a la ignorancia de los principios más claros de política19.
Porque, ¿cómo es posible que de otra manera se pueda creer
que en un Estado se prohíba a los vasallos la comunicación
de unos puertos a otros, y que las provincias se socorran

19
Este periodo parece adulterado, y juzgo que se dirá que no se puede
atribuir a otra cosa que a la ignorancia de los principios más claros
de política.

115
Pedro Fermín de Vargas

mutuamente sus necesidades? Consiguiente a este yerro


fue el de la expedición de las flotas y galeones que hacían
sumamente tardío el comercio de estos dominios con su
Metrópoli, y a este respecto todas las correspondencias. La
Corte, por esta falta de comunicación, rara vez se instruía
de lo que pasaba por acá; los vasallos vivían oprimidos de
los gobernadores, y estos, seguros de la impunidad de sus
crímenes, cometían los mayores excesos. Fue origen de
muchos males esta interrupción de noticias, y prueba evi-
dente del carácter fiel de los americanos la resignación con
que lo sufrían sin hacer el más leve amago de inobediencia.
14. A estos yerros políticos debemos agregar otros físi-
cos que fueron muy poco favorables a nuestra población en
sus principios. La fundación de muchos lugares no se hizo
con los conocimientos necesarios para la salud y bienes-
tar de sus moradores. Cartagena, Mompox, Muzo y otras
ciudades no gozan, aun después de casi 300 años de fun-
dación, toda la salubridad precisa para su adelantamiento.
En todos estos pueblos se observan periódicamente varias
enfermedades que arruinan todos los años gran parte de
su población. Y si no fuera por el comercio de los prime-
ros, y quizá porque sus habitantes se mantienen la mayor
parte de pescado —alimento que según la conjetura de un
sabio político es aparentísimo para la propagación de la
especie humana—, ya no habría gente en aquellos pueblos.
15. Otros climas hay, y siempre son los cálidos que
producen enfermedades lentas pero incurables, y que si
no destruyen la población, a lo menos la deforman. Hablo
del mal de San Lázaro, que va cundiendo en todo el Reino

116
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

por los leprosos del Socorro. Esta enfermedad, que pro-


viene, según unos, de la carne de puerco y, según otros, de
la demasiada transpiración, hace cada día progresos lasti-
mosos entre aquellos moradores. Como los lienzos bastos
de que viste el pueblo en todo el Virreinato son fabrica-
dos por gran parte de aquellos infelices, son de temer las
consecuencias más funestas para nuestra población si no
se aplica con tiempo el remedio conveniente.
16. Las viruelas son de todos los países, pero en nin-
guno causan tantos estragos como en América. Ellas
destruyen lo que la espada de los conquistadores perdonó20.
La tardanza con que suele venir este azote hace más sensible
sus efectos, y acometiendo a viejos y niños indistintamente
produce en nuestra población un vacío irreparable. De esta
manera destruida la población en este Reino por la espada,
por las minas y enfermedades, imposibilitado su restable-
cimiento por los reglamentos que prohibían la entrada de
extranjeros y embarazaban los progresos de la agricultura,
comercio y artes, que se contrariaban en muchas partes por
el clima, vino a reducirse al estado de una colonia aislada,
que no tiene otros recursos que los de una agricultura dé-
bil y miserable. De aquí es que en la prodigiosa extensión
de todo el Virreinato no contamos arriba de 2.000.000 de
habitantes, después de cerca de 300 años que han pasado
desde su conquista.
17. Para conocer cuán cortos son los recursos de esta
población y lo poco que debe esperarse de ella, no hay

20
Véase la nota número 15 (pág. 106).

117
Pedro Fermín de Vargas

más que calcular el número de nacidos en cada año, supo-


niendo, como dije, que el número de habitantes del Reino
sea de 2.000.000, y correspondiendo siempre el número
de los que nacen al de los existentes en razón de 1 a 23 y
24, y aún más en las ciudades según el comercio y exten-
sión, calcularemos por un término medio que será por
24, diciendo: 2.000.000 por este número, el resultado son
83.333, que es el número de nacidos en año común. Por el
mismo estilo se ha llegado a conocer que los muertos son
a los vivos como 1 a 29, y haciendo la misma operación,
resultan 68.965 muertos en año común, que restados de
los 83.333, dejan 14.368, que sería el aumento de nuestra
población en cada año, y la que tendríamos dentro de 25
sería, según el mismo principio, de 3.059.200, con corta
diferencia. Así pues, para que llegase esta colonia a tener
la población que necesita y puede alimentar, sería preciso
que pasasen millares de siglos, y que no hubiese en tiem-
po alguno enfermedades epidémicas ni otras causas que
contrariasen su aumento. Veamos entretanto cuáles son
los medios de acelerar esta población dentro de un corto
número de años. El cuerpo político, dice el amigo de los
hombres, puede compararse a un árbol, cuyas raíces son
la agricultura; el tronco, la población, y las ramas, las ho-
jas y los frutos, la industria y el comercio. Esta hermosa
comparación manifiesta de un golpe el arte de engrande-
cer un Estado y la necesidad que hay de mantener en él
una agricultura floreciente, como principio y origen de la
robustez del árbol. Aventuraremos nuestras ideas acerca
de un objeto tan esencial.

118
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

18. El descubrimiento del Nuevo Mundo y de las In-


dias Orientales, después de haber causado en todos los
Estados de Europa una extraña revolución política, ha dado
origen a innumerables necesidades ficticias, sin las cuales
no pueden pasar sus habitantes. El café, el té, el chocola-
te, etcétera, son objetos de lujo necesarios para todos los
cuerpos. Las artes y la medicina han entrado también en
parte de estas mismas necesidades, y he aquí una multitud
de ramos de agricultura y de comercio con que podemos
entretenernos ventajosamente. Si se atiende a que los fran-
ceses e ingleses, con el solo cultivo de sus colonias, han
triplicado su comercio, su población y sus riquezas, y que
nosotros con nuestro oro y plata no hemos hecho otra
cosa que empobrecer, se conocerá fácilmente la ventaja
de la agricultura sobre las minas.
19. La prodigiosa extensión de terreno que tenemos en
el Reino, su maravillosa fecundidad y la baratura de su pre-
cio, nos pone en estado de cultivar con mayores ganancias
todos los frutos de las islas, y por consiguiente de darlos
a mejor mercado que los extranjeros. Ya se quejan estos
de que el aumento de cultura va haciendo decaer el terre-
no de las islas de su primera fertilidad; teniendo nosotros
nuestros terrenos vírgenes, es positivo que en igualdad de
extensión cogeríamos duplicados frutos, circunstancia que
nos pondrá en estado de venderlos más baratos, con ventaja
de nuestra balanza. Sólo hay un inconveniente que temer en
esta operación, y es que los extranjeros han perfeccionado
extremadamente su cultura, y así sería preciso que nosotros
elevásemos la nuestra al mismo grado para que nuestras

119
Pedro Fermín de Vargas

producciones tuviesen en Europa la misma reputación. Pero


esto se podría conseguir con el establecimiento de socie-
dades patrióticas que ayudasen con sus luces y fondos a la
perfección de nuestra labranza. Los franceses mantienen en
la Martinica un Tribunal cuyas deliberaciones versan única-
mente acerca de los objetos propios al adelantamiento y a la
extensión de la agricultura. ¿Y no podremos hacer nosotros
otro tanto por la prosperidad de la nuestra?21.
20. Sin el auxilio de estos cuerpos patrióticos no hay
que esperar ningún progreso, pues sólo ellos de sus fondos
podrían pensionar algunos jóvenes aplicados que viajando
a las posesiones extranjeras se instruyesen ocularmente en
las máquinas de que se valen allí para el mejor y más fácil
cultivo de sus producciones. Por este medio conseguiría-
mos una ventaja incomparable, pero aún quedaba un paso
que dar en esta carrera.
21. Este sería permitir la extracción libre de nuestros
frutos a las mismas islas, o cualquier otra parte de Europa
en derechura en embarcaciones nacionales. Los comer-
ciantes de la Península no han adquirido aquel grado de

21
Acaba de erigirse un Consulado de Comercio en la ciudad y puerto
de Cartagena, en virtud de la Real Cédula de 14 de junio de 1795,
que tiene mucha semejanza con el que dice el autor mantienen los
franceses en Martinica. En el artículo 22 se le encarga especialmente
el fomento de la agricultura. «La protección», dice, «y fomento
del comercio será el cargo principal de esta junta, y cumplirá con
él procurando por todos los medios posibles el adelantamiento de
la agricultura, la mejora en el cultivo y en el beneficio de los frutos,
etcétera, etcétera» (Nota del editor).

120
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

reputación que sólo es capaz de las grandes especulaciones


del comercio, ni este en general tiene todavía en España la
actividad que entre las demás naciones. Así es que dando
una vuelta inmensa a nuestros frutos por los puertos de la
Metrópoli, o salen demasiado caros, o entretanto se surten
las demás naciones de sus propias colonias. Los extranjeros
son demasiado celosos de sus intereses, y no hay que espe-
rar que vayan a pagar en España el flete y los derechos de
aquellos frutos que ellos mismos cultivan. Sería, pues, lo
más seguro llevárselos nosotros mismos, o permitirles la
venida de sus navíos a nuestros puertos. En esto no podría
haber otro inconveniente que el del contrabando, pero esto
sería quizá menos de lo que hoy es si se concediese la venta
de aquellas cosas que no se fabrican en la Península y que
son de un consumo necesario en estos dominios. Pongo
por ejemplo: las harinas, la loza, los pintados, efectos que
gastamos generalmente de contrabando sin que se pueda
impedir, pues aunque después de la reforma de derechos
que ha habido con el establecimiento del comercio libre,
gana el comerciante clandestino un 64 por 100 más que
el comerciante legítimo. Los franceses e ingleses no son
menos celosos del contrabando que nosotros; con todo,
permiten recíprocamente todo aquello de que no pueden
surtir a sus colonias, por cuya razón siempre se han llevado
a Norteamérica los azúcares, los cafés, los aguardientes y el
melado de las posesiones francesas, trayéndose en retorno
las maderas, las harinas, las carnes, el pescado, etcétera.
22. Aumentado el comercio con esta libertad, era consi-
guiente el aumento de nuestra agricultura, y a este respecto

121
Pedro Fermín de Vargas

el de la población del Reino, que crece siempre en razón de


las ganancias que hallan los vasallos en el aprovechamiento
de sus tierras. «El pueblo», dice el doctor Franklin, «se
aumenta dondequiera a proporción del número de matri-
monios, y este número crece según la facilidad que halla
el hombre para mantener su familia. En un país en donde
abundan los medios de subsistencia, muchas personas se
apresuran a casarse». La unión del hombre y de la mujer…
sólo puede dejar de hacerse en un país miserable, en que
como aquí, carece el pueblo del estímulo de la ganancia,
o en un estado oprimido por el lujo y los impuestos que
hacen costosísimo el sustento de una familia.
23. Para aumento de nuestra agricultura, sería igual-
mente necesario españolizar nuestros indios. La indolencia
general de ellos, su estupidez y la insensibilidad que mani-
fiestan hacia todo aquello que mueve y alienta a los demás
hombres, hace pensar que vienen de una raza degenerada
que se empeora en razón de la distancia de su origen22.

22
Los indios, como todos los hombres, no tienen otro origen que el
común y general. Si el autor entiende una familia que con el trans-
curso de los años se empeoró, es decir, perdió su cultura y, dejádose
a sí misma y a sus pasiones, se embruteció, no tenemos qué notar
en sus expresiones de una raza degenerada, pero sí nos quiere dar a
entender otra cosa: no suscribimos a su modo de pensar. Monsieur
de La Condamine, considerando la insensibilidad, la estupidez y
los cortos alcances de los indios en su viaje del río de las Amazo-
nas, páginas 50, 51 y 52, saca una consecuencia que hará honor
a su juicioso modo de pensar: «On ne peut voir sans humiliation

122
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

Sabemos por experiencias repetidas que entre los ani-


males, las razas se mejoran cruzándolas, y aun podemos
decir que esta observación se ha hecho igualmente entre
las gentes de que hablamos, pues en las castas medias que
salen de la mezcla de indios y blancos son pasaderas. En
consecuencia, de estas observaciones y de la facilidad que
adquiriría nuestra legislación patria, sería muy de desear
que se extinguiesen los indios, confundiéndolos con los
blancos, declarándolos libres del tributo y demás cargas
propias suyas, y dándoles tierras en propiedad. La codicia
de sus heredades haría que muchos blancos y mestizos se
casasen con las indias, y al contrario, con lo que dentro
de poquísimo tiempo no habría terreno que no estuviese
cultivado, en lugar que ahora la mayor parte de los que
pertenecen a indios se hallan eriales.
24. Ya dije que la ilimitada extensión de muchas ha-
ciendas ocasiona un vacío grande en la población de estos
países. Estas grandes heredades, convirtiendo en pastos las
tierras de pan, privan al Reino de gran número de gentes
que podrían hallar su suerte en donde ahora se alimentan
los animales. Un reglamento que pusiese término a es-
tas grandes heredades haría un servicio importante a esta
colonia. La Ley de Enrique vii que permitió a los gran-
des señores ingleses la enajenación de sus feudos produjo
muchas ventajas a la Inglaterra, porque bien presto las po-
sesiones inmensas de los barones se disiparon por grados, y

combien l’homme abandonne à la simple nature privé d’éducation et


de diffère pue de la bête» (Nota del editor).

123
Pedro Fermín de Vargas

las de los comunes se extendieron. Lo cierto es que en los


distritos de Vélez, Socorro, San Gil y Girón, en que todavía
no se ha dado lugar a las grandes haciendas, se ve mayor
número de gentes que en las demás partes del Reino, y es
porque repartidos sus habitantes en pequeñas heredades,
cuya propiedad les pertenece, las cultivan con el mayor in-
terés, y tienen suficientemente con ellas para mantener sus
familias. Viven aquellas gentes como los primeros romanos
y, como ellos aumentan progresivamente su población.
25. El permiso a la entrada de extranjeros, que se exten-
dió en España en el reinado presente a los puertos de mar,
derogando las leyes que lo prohibían, podría igualmente
concederse respecto a este Reino, y este sería un gran me-
dio de poblarlo. Este ha sido el principio adoptado en las
colonias inglesas de la América Septentrional. La Gran
Bretaña, que conoció la importancia de mantener colonias
ricas en el Nuevo Mundo, y que no quería hacerlo a costa de
su población, inventó primero mandar a sus establecimien-
tos ultramarinos los malhechores de la Metrópoli. Estos se
vendían a los labradores, y debían servir 7 o 14 años según
la calidad del delito. Presto se disgustaron de estos hombres
viciados y propensos siempre a cometer nuevos crímenes,
y para reemplazarlos se valieron de los holandeses, que re-
clutaban de los países de Alemania familias indigentes y
las vendían luego a los colonos a quienes servían cuando
más 8 años si eran mayores de edad, pero sus hijos meno-
res no salían de la potestad de sus amos hasta cumplir 21
años, término de la mayor edad en las colonias inglesas.
En saliendo de esta servidumbre gozaban indistintamente

124
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

de todos los derechos de ciudadanos, y obtenían las mis-


mas prerrogativas. 2.000 alemanes llegaban todos los años
a los puertos de la América Septentrional y acrecentaban
su población y riqueza.
26. No contento con estos socorros, Trumbull, en
1767, fue a ofrecer a los griegos del Peloponeso un asilo en
América contra la opresión de los turcos. Consiguió 1.000
emigrantes, que llegaron felizmente a la Florida oriental.
El clima y la estación, que eran contrarios, destruyeron una
cuarta parte. Lo que escapó del primer desastre ha gozado
después de una salud inalterable, y esta pequeña población
en 1776 tenía ya cultivada una prodigiosa extensión de
terreno, mantenía gran número de animales para su con-
sumo y trabajos, y después de alimentar a sus habitadores
exportaba para Europa 65.500 libras de añil. «¡Qué dife-
rencia no se observa», dice un célebre autor, «entre un
establecimiento concebido y fundado por un hombre sa-
bio y pacífico, y las conquistas hechas por hombres avaros
e ignorantes, entre el estado actual de la América Meri-
dional, y lo que fuera si los que la descubrieron hubieran
sido animados del mismo espíritu del buen Trumbull! Su
ejemplo enseñará a las otras naciones que la fundación de
una colonia no necesita de tantos gastos, sino de un poco
de prudencia».
27. Si los ingleses han conseguido una población res-
petable careciendo sus colonias de los atractivos del oro y
de la plata de que abundan las nuestras, ¿qué no podemos
prometernos nosotros de estos agentes tan poderosos?
Abramos nuestras posesiones, deroguemos las leyes que

125
Pedro Fermín de Vargas

lo impiden, y se verá florecer la América, sin necesidad de


otra operación. Los progresos que van haciendo las cien-
cias en estos tiempos hacen creer que esta insociabilidad
tendrá fin, y el ejemplo de la isla de la Trinidad hace más
probable esta esperanza. Alguna vez se conocerá lo que
vale un hombre de 24 o 30 años, sano, robusto y vigoro-
so, la pérdida que causa al país de donde se expatria, y el
presente ventajoso que hace a la nación extranjera, a cuyo
suelo lleva sus brazos y su industria, la extraña estupidez
de hacer pagar el derecho de hospitalidad al que viene a
multiplicar con su trabajo las producciones de la tierra,
o las obras de las artes, la profunda política de un pueblo
que convida a los moradores de las provincias confinan-
tes a que se fijen en sus pueblos, en sus campos, o a que
frecuenten sus provincias, llevando de una lo que falta en
otra, y cuán indiferente es el valor de los frutos que deban
su nacimiento a manos españolas, o a manos holandesas.
28. Después que se ha abierto el comercio libre a to-
dos los puertos de la Península, no podemos negar que van
recibiendo nuestras costas algún fomento. Pero la tierra
adentro está lo mismo que en tiempo de los galeones, por
la imposibilidad de nuestros caminos. Las compañías pro-
yectadas por don Bernardo Ward son el único medio que
hallo yo adoptable a este objeto tan interesante a nuestra
agricultura y comercio interior. Si el proyecto del camino
de Opón, concebido según aquella idea, se realiza, pode-
mos prometernos una venta fácil de nuestras harinas en
la costa. El Soberano que protege tan generosamente este
asunto hará un servicio grande al Reino poniéndonos en

126
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

estado de dar pan a nuestros puertos. Nil desperandum


Teucro duce, et auspice Teucro.
29. De la agricultura y el comercio: acerquémonos a la
industria y veamos cuál es la que conviene al Reino. Sabe-
mos que las artes y manufacturas, dando ocupación a los
ciudadanos que no tienen fundos de tierra, y elevando tal
vez su industria a un valor inmenso, equilibran las clases del
Estado, conteniendo la prepotencia de los propietarios o
dueños de las subsistencias. El Reino no puede aspirar por
ahora sino a ciertas manufacturas bastas que sirvan para
vestir al pueblo, y que no fabricándose en la Madre Patria
no pueden entrar en la prohibición de las leyes. «Es un gran
beneficio para una provincia pobre», dice el Marqués de
Mirabeau, «poner en manos de sus habitadores aquellas
cosas que no pueden menos de consumir». La distancia
de la Metrópoli, los derechos que pagan las mercadurías
europeas y la pésima disposición de nuestros caminos, enca-
recerían tanto las ropas bastas que últimamente la necesidad
hizo inventar a los habitadores de las villas del Socorro y
San Gil unos tejidos de algodón que se han hecho gene-
rales después para vestuario de las gentes pobres. Además
de estas ideas generalmente conocidas acerca del fomento
que da la industria, observamos la abundancia de gentes que
hay en aquellas villas y el mutuo auxilio que reciben allí la
agricultura y el comercio de esta tan corta ocupación. En
efecto, la fabricación de los lienzos bastos entretiene con
la preparación del algodón, hilado, etcétera, gran número
de individuos, entre los cuales podemos enumerar las mu-
jeres y los niños, que en aquellas partes no sirven de peso

127
Pedro Fermín de Vargas

a los padres ni a los maridos. De esta manera ocupadas to-


das las familias, y bastando el trabajo de cada persona para
su sustento y vestido, no temen unirse con el vínculo del
matrimonio porque no temen los inconvenientes que le
acompañan en estos países. La provincia de Quito se ha-
lla bien poblada sin tener minas, y es porque, como dice
muy bien un historiador de América, las manufacturas ejer-
citan allí los brazos, que las minas enervan en otras partes.
Esto nos debiera servir de modelo para que propendiése-
mos siempre, por medio de las sociedades económicas, al
establecimiento de algunas fábricas, en la varia extensión
del Reino. Todo hombre de algunos conocimientos sabe la
imposibilidad en que se halla nuestra Península de surtir a
sus colonias de los géneros que necesitan y que, a pesar de
los esfuerzos que se hacen actualmente, no lo conseguire-
mos jamás. ¿Por qué, pues, lo que recibimos del extranjero
no permite que se fabrique en sus posesiones de América?
Si hay alguna nación sobre el globo que no necesite de las
demás para cosa alguna es seguramente la nuestra, pero
un vano recelo la ha fascinado, de tal suerte que prefiere el
dolor de derramar sus riquezas entre los extraños a la satis-
facción de repartirlas entre sus colonias, cuyos habitantes
concurren a su engrandecimiento, y la elevarían a un grado
de poder a que no podrá aspirar ninguna otra nación. La
independencia de estos dominios es un fantasma con que
los demás pueblos nos asustan continuamente, porque ig-
noran el carácter de fidelidad común a todos los españoles
de ambos mundos, a más de que bajo un gobierno dulce y
humano no son de temer semejantes revoluciones.

128
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

30. Supuesto, pues, que España, aunque todos sus mo-


radores se convirtieran en fabricantes, no puede por sí sola
surtir a sus colonias de los efectos que necesitan, se podrían
establecer aquí con gran reputación por la abundancia de
primeras materias, fábricas de cotonías, de sargas, vidrio,
loza, papel, etcétera, y entonces vendrían de allá los gé-
neros finos que tienen salida entre las gentes ricas, y que
por su corto volumen y peso pueden llegar aquí a precios
soportables. De este modo permanecerían las riquezas
encontradas en la misma nación, y el oro y la plata vivifi-
carían asombrosamente estos dominios a quienes el peso
de la pobreza mantendrá largo tiempo en su infeliz estado
si no se adoptan estas saludables ideas.
31. Hasta aquí hemos hablado solamente de las refor-
mas que deben hacerse en punto de agricultura, comercio e
industria. Reflexionemos ahora acerca de las causas físicas
que atrasan nuestra población.
32. La ignorancia de los conquistadores en materias
físicas, y su espíritu quijotesco, no les dejó prever a los prin-
cipios las consecuencias de la mala fundación de muchos
lugares. Se ataron puramente a las circunstancias que les
hacían obrar en aquel tiempo de turbación, y no atendie-
ron a la salud de sus descendientes. Cartagena, Mompox,
Honda, etcétera, fueron en aquellos tiempos sepulcro más
bien que habitación de sus ciudadanos. Los bosques inmen-
sos de que están rodeadas aquellas villas que embarazan
la libre circulación del aire, las lagunas y ciénagas que las
circundan, y las inundaciones de los ríos que pasan por sus
inmediaciones, son origen de las enfermedades que reinan

129
Pedro Fermín de Vargas

en aquellos pueblos. Un poco de actividad bastaría para


que limpiando los campos y oponiendo diques a los ríos
cesase de una vez para siempre el motivo de tantos males.
¿Qué objeto más digno de la atención del Gobierno?
33. Aun es más sencillo el remedio que podría ponerse
a la lepra del Socorro. Este mal, sea cual fuere la denomina-
ción que le den, es contagioso, inutiliza a los que acomete,
y sobre todo es incurable, circunstancias que lo hacen mi-
rar en aquellos parajes como un azote terrible. Se me ha
asegurado por personas inteligentes y verídicas que pasan
de 300 los leprosos que existen en las jurisdicciones del
Socorro, San Gil y Girón. Para remitir al hospital de San
Lázaro de Cartagena tan crecido número de infelices no
hay fondos suficientes, a más de que cuando se trata de ha-
cerlo se ocultan los más por la casi certidumbre de morir
en el camino, o por el odio con que se mira a aquella pla-
za en todo el Reino. De aquí es que siempre quedan más,
que van inficionando a los demás, y aunque se conozcan,
se toleran por la imposibilidad de separarlos. Estoy segu-
ro, por los conocimientos que tengo en el asunto, de que
siguiendo el plan que hasta ahora se ha adoptado, jamás
se extinguirá la lepra en aquellas poblaciones, y sólo cons-
truyendo un hospital general en las mismas jurisdicciones,
adonde se lleven indistintamente todos los atacados de este
mal, se podrá conseguir su total exterminio. El cuartillo
de aguardiente sería suficiente para esta obra, extendien-
do su concesión a las dos provincias de Tunja y Llanos de
Casanare, pues el hospital no se reduce a otra cosa que a
un cercado grande distante de toda comunicación, dentro

130
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

del cual los mismos leprosos podrían fabricar casas a muy


poca costa. Establecido el hospital en un paraje propor-
cionado, aunque se ocultasen por algún tiempo algunos
lazarinos, luego que fuesen descubiertos, serían conduci-
dos a él irremediablemente, y recibirían allí los socorros
de la caridad de sus hijos, deudos y amigos, gozarían del
producto de sus caudales, si eran ricos, y tendrían el con-
suelo de vivir y morir en sus aires nativos. Por este medio
y prohibiendo estrechamente la unión de hombres y mu-
jeres, aunque fuese legítima, es positivo que se extinguiría
la lepra dentro de cincuenta años, y no se desacreditarían
los tejidos de aquellos pueblos.
34. Las viruelas tienen dos remedios que igualmente
pueden aplicarse en este Reino. El más seguro sería evitar
su introducción, por medio de cuarentenas bien arregladas,
luego que se conociese el contagio, o estableciendo en los
puertos, y siempre lejos de poblado, hospitales destinados
a curar indistintamente a todos aquellos que fuesen aco-
metidos del mal. El otro es la inoculación bien dirigida.
Este remedio, cuando no se puede evitar el mal, es el único
que ha prevalecido entre las naciones sabias de Europa; se
adoptó generalmente en Inglaterra y sus colonias de Amé-
rica Septentrional, y ha producido en la última epidemia
de 1783 los más bellos efectos, a pesar del fanatismo que
intentó desacreditarlo. Si nos hacemos cargo de que en Eu-
ropa, donde por ser endémico este mal, sólo acomete a los
niños, que son los que mejor lo pasan, se lleva con todo más
de la décima parte, ¿cuánto será el número de los que arre-
batan las viruelas en las demás poblaciones, acometiendo

131
Pedro Fermín de Vargas

a niños, jóvenes y muchas veces aun a los viejos, por el di-


latado tiempo que suele mediar de una epidemia a otra?
Esta consideración y los ejemplares que tenemos a la vista,
principalmente el del año 1783, en que murieron en la sola
capital cerca de 4.000 personas, harán que en lo sucesivo se
tomen todas las precauciones imaginables a fin de evitar o
suavizar este terrible azote de la humanidad.
35. El remedio que necesitan las demás enfermedades
propias de estos climas pende del estudio de la medicina
y de la fundación de hospitales. Ambos objetos se hallan
lastimosamente descuidados, y es un dolor que habien-
do en Santafé tantas cátedras de Teología —facultad que
a excepción de la Moral es muy poco necesaria en estos
países— no se haya puesto cuidado en una de Medicina,
tan útil al hombre en el estado de enfermedad en que le
faltan todos los recursos y le cercan todas las necesidades.
No tengo qué decir acerca de esto, sino que los padres de
la Patria lo pueden remediar si los votos y necesidades del
Reino merecen algún aprecio en su corazón.
36. No son menos embarazosos a la población —por-
que lo son al cultivo y a la industria— los demasiados días
de fiesta. Como la mayor parte de nuestros labradores viven
desparramados en los campos, y distantes de los lugares, el
día de fiesta, aunque no sea más que de oír misa, lo pier-
den del todo, si han de cumplir con el precepto. En la ida
y vuelta al lugar gastan lo mejor, que es la mañana. Este
inconveniente es mucho más grande en aquellos pueblos
de mucha extensión en que tiene el párroco que esperar
más largo tiempo para decir la misa. El remedio que esto

132
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

tiene bien se deja entender, que es reducir los citados días


a menor número, o arreglar la población al modo de Eu-
ropa, pero esto último en las circunstancias de hoy es de
mayor inconveniente para la agricultura, porque ahora el
labrador vive en medio de sus sembrados y cuida de ellos
día y noche en vez de que retirado al lugar dejaba expuesta
su heredad a los tiros de los ladrones.
37. Aunque el número de nuestras tropas no es muy
crecido, con todo, los soldados se hallan sin destino al
tiempo de cumplir sus empeños. Podrían repartírseles
tierras realengas en propiedad al modo que hicieron los
ingleses en la Florida. Esa sería una gran recompensa, y el
soldado viviría y serviría más gustosamente con la espe-
ranza de hallar después de su tiempo una suerte de tierra
capaz de alimentarlo el resto de su vida.
38. Últimamente me parece que para fomentar nuestra
población por todos los medios posibles se debían pro-
porcionar los establecimientos según las circunstancias
del Reino. Por ejemplo: los estudios radicados en la capi-
tal, en donde los víveres son forzosamente más caros, y en
donde el ejemplo de la corrupción gana más prontamen-
te a los jóvenes, debían fijarse en otros lugares que por su
temperamento, la baratura de sus víveres y hermosura de
sus campos fuese más a propósito para el estudio y recreo
de los que turnan esta carrera.
La tropa podría igualmente repartirse en los luga-
res pobres, y de este modo se vivificaría mucha parte del
Reino. Todo el secreto de la vivificación interior consiste,
según el Amigo de los Hombres, en que el príncipe lleve

133
Pedro Fermín de Vargas

sus auxilios y soldados a aquel país en donde los súbditos


son muy cortos, o que si mayor urgencia se lo impide, haga
bajar aquellos a proporción del desembolso que allí se haga.
39. Concluyo esta memoria diciendo que la población
sólo puede aumentarse en razón de la cultura de las tierras,
de la industria y del comercio, y que estos ramos se hallan
tan íntimamente enlazados que no pueden desunirse sin
que decaiga la población de un Estado. Que mientras no
se abran al comercio y naturalización de extranjeros, y se
franqueen los caminos por tierra, no tendrán salida nues-
tros frutos ni aumento nuestra agricultura. Que si no se
estimulan las manufacturas bastas, será siempre lo interior
del Reino un desierto vasto porque su distancia a las costas
opone un obstáculo invencible a su comercio.
Y si a estas providencias generales se agregan otras par-
ticulares que apunto, y de las cuales ninguna es gravosa al
Soberano, ni a sus vasallos, conseguiremos dentro de muy
poco tiempo una población respetable, y en lugar de los
2.000.000 de almas que contamos podremos lisonjearnos
de tocar aquel número de gentes que como increíble lee-
mos en las historias que hubo en España y en otras regiones
en tiempo de los romanos23. Yo lo deseo por el bien de mi
patria, a cuyo fomento, ya que no puedo concurrir con mi

23
Según los juiciosos cálculos de Arriquibar, conteniendo España
sólo 29.000.333 leguas cuadradas, puede admitir la población hasta
36.600.000 almas. ¿Cuántas no cabrían en este Reino, que cuenta
dos tantos más de leguas cuadradas? (Véase Arriquibar, Recreación
política).

134
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

caudal, como el noble patriota que excita este discurso,


concurrí gustoso en el débil eco de mi voz, hasta exhalar
el último aliento.

135
§§ Apéndice

En el manuscrito hay cinco notas marginales que di-


cen así:

Párrafo número 7, folio 4 (a la vuelta) del original: «El au-


tor no habla de la nación; sólo trata del furor de los con-
quistadores que se sabe eran hombres por la mayor parte
sin educación, aventureros, etcétera. La nación es un cuer-
po muy respetable y el que puso estas notas pudo excusar
al autor una acusación tan [¿injusta?]».

Párrafo número 19, folio 15 (a la vuelta) del original: «Co-


locada esta junta a suma distancia de las tierras de labor y
compuesta de negociantes sin luces ni amor al país, nada
ha hecho ni hará, ni puede hacer desde allí en beneficio de
la agricultura, los caminos, etcétera. Sólo ha servido para
aumentar las cargas y formar los pleitos aquel tribunal y
las disputaciones por lo interior».

137
Pedro Fermín de Vargas

Párrafo número 34, folio 29 (a la vuelta) del original: «El


descubrimiento de la vacuna ha evitado ya los estragos de
la viruela, pero se conserva en muy pocos lugares del Rei-
no, y no tarda en perderse este precioso antídoto».

Párrafo número 34, folio 30 (a la vuelta) del original: «Ya


se estableció en el Colegio Mayor del Rosario, y actual-
mente practican 8 jóvenes que hicieron grandes progresos
bajo los auspicios de D. D. Vicente Tejada, natural de este
Reino, hombre tan eminente en la medicina que por an-
tonomasia le llaman el Divino, el Sabio, etcétera».

Párrafo número 39, folio 33 (a la vuelta) del original: «En


este año de 1809 se regulan ya cerca de 4.000.000, aunque
por el descuido, etcétera, no se ha hecho un catastro exac-
to. La regulación del autor también se cree muy inferior al
verdadero [estado] de la vida que había entonces».

138
Escritos varios
§§ De la falta de
albergues y posadas24

Excelentísimo señor:

Uno de los puntos de gobierno que más interesa la felicidad


pública es la conveniencia y facilidad con que deben ser
auxiliados los traficantes porque, siendo ellos los que nos
traen lo necesario y nos compran lo superfluo, son acree-
dores de preferencia a la atención de los que gobiernan, si
queremos tener despacho de nuestros frutos y utilidad en
los precios de aquellos que compramos.
Entre los muchos estorbos que hay que remover para
aspirar al grado de felicidad que necesita el comercio inte-
rior del Reino es sin contradicción uno de los principales
la falta de albergue, o posadas, que se experimenta en to-
das partes. La escasez de población, la falta de cultura y de
comercio que sufrimos con el mayor dolor han sido causa
de que los traficantes se hayan acomodado en los caminos

24
Tomado de Archivo Histórico Nacional, Poblaciones, tomo 10,
folio 39 r a 392 v.

141
Pedro Fermín de Vargas

de tierra a marchar prevenidos de tiendas en que se abrigan


por la noche, soltando sus recuas al campo a que pasten
la yerba que encuentran. De esta manera, careciendo de
pesebres y de aquellas provisiones de paja y cebada con
que en Europa se sustentan los animales de carga, necesi-
tan forzosamente de hacer noche en aquellos lugares más
aparentes por sus pastos para el regalo de sus bestias. La
experiencia les ha ido enseñando estos parajes, que ellos
llaman rancherías, y en ellos han fundado un derecho que
nadie sabría quitarles sin incurrir en la indignación pública.
Vuestra Excelencia bien conoce que sin esta circuns-
tancia, y faltando absolutamente el arreglo de posadas,
sería imposible mantener tal cual el tráfico interior, aun
en el estado de languidez que hoy tiene. Pues con todo, a
pesar de estas razones, a pesar también del bien público
que debía ser el ídolo del hombre colocado en sociedad,
hay gentes tan avaras de un pie de tierra, que han cercado
los pastos destinados a las recuas de los pasajeros, cuya li-
bertad no es ya de un derecho privado, sino del público
de todo un Reino.
Las quejas que he tenido sobre este asunto, el reconoci-
miento ocular que yo mismo he verificado, los inconvenientes
que resultan al tráfico general y el interés que tomo en preve-
nir los abusos contrarios al bien universal de mis paisanos, me
mueven a suplicar a Vuestra Excelencia se sirva concederme
facultad para hacer abrir las citadas rancherías de modo que
los caminantes tengan donde soltar sus recuas. Muéveme a
esta solicitud —sin embargo de tener yo autoridad bastan-
te por mi empleo— el que algunas personas de las que han

142
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

cercado los caminos son de aquellas que por su caudal o su


conexión en esa capital desdeñan la autoridad subalterna y
amenazan a todo el mundo con implicarle en pleitos odiosos
a la buena administración de justicia y a unos procederes le-
gales, cuales yo intento, lo cual cesará sin duda procediendo
autorizado de Vuestra Excelencia.

Nuestro Señor guarde a Vuestra Excelencia muchos


años.

Zipaquirá, 10 de noviembre de 1789.


Excelentísimo señor,

Pedro Fermín de Vargas

143
§§ Apéndice

En el texto hay dos notas marginales que dicen así:

«Excelentísimo señor Virrey don José de Ezpeleta.


«N.° 4.° El Corregidor de Zipaquirá expone a Vues-
tra Excelencia el modo con que se hace hoy el comercio
del Reino: los inconvenientes que sufre por haber cercado
muchos hacendados poderosos los pastos comunes, y lo
útil que será hacerlos abrir para que pasten las recuas de
los traficantes.…Santafé, 20 de noviembre de 1789.—Vista
al señor Fiscal. (Hay una rúbrica). Alonso.—».

«Excelentísimo señor: el Fiscal dice que se sirva Vuestra


Excelencia prevenir al Corregidor de Zipaquirá que pue-
de proceder a examinar las causas que habían intervenido
para cerrar los pastos comunes, y que conforme a lo que
resultase proceda a tomar las providencias convenientes
en beneficio del público,—Santafé, y noviembre 23 de
1789.—Andino.—».

145
§§ Plan de las
constituciones
que se presentan al
Excelentísimo señor
Virrey del Reino para
el Hospital Real de San
Pedro de la parroquia
de Zipaquirá25
Nullum est enim magno principe
immortalitatemque merituro impendii genus
dignius, quam quod erogatur in posteros.

Plinio, Panegírico de Trajano

El carácter más distintivo de la moral cristiana es el


precio eminente que ofrece a la caridad. Los antiguos hon-
raron sin duda las virtudes benéficas, pero el modo de con-
fiar continuamente el pobre y el miserable a la protección

25
Tomado de Archivo Histórico Nacional, Hospitales y Cementerios,
tomo 3.°, folios 295 r a 309 v.

147
Pedro Fermín de Vargas

y el socorro del rico y poderoso pertenece esencialmente


a la moral de nuestra religión. Yo admiro sobre todo la sa-
grada lección que nos da el Legislador de los cristianos ma-
nifestándonos la estrecha unión establecida entre nuestros
sentimientos para con el Supremo Ser y nuestras obliga-
ciones para con los hombres. Así, después de haber dicho
que el amor de Dios es el primer mandamiento de la Ley,
añade el Evangelio «y el segundo, que le es semejante, es
amar a su prójimo como a sí mismo». ¿Puede haber cosa
más tierna ni más sublime que ofrecer continuamente a
nuestro espíritu la idea de un Dios que toma como propio
el reconocimiento de los desgraciados?
La justicia, el respeto a las leyes y los oficios para con
uno mismo pueden depender en cierto modo de la pru-
dencia humana. La bondad sola entre todas las virtudes
presenta un carácter muy diferente y parece tener relación
con aquella intención primera que debemos suponer en el
Creador cuando queremos hallar el motivo de todo lo que
existe. Así, las exhortaciones vehementes a la beneficen-
cia y a la caridad que se hallan a cada paso en el Evangelio
deben elevar nuestros pensamientos y penetrarnos de un
profundo respeto. Ellas nos acuerdan un sentimiento más
antiguo que el mundo al que debemos la existencia, la fe-
licidad presente y las esperanzas de la futura.
Y si del alto punto donde hemos elevado nuestras ideas
por un instante descendemos a los principios políticos que
tienen más extensión, hallaremos también la influencia de
una verdad sobre la cual se han explicado otros muchos,
pero que yo aplicaré de un modo diferente en esta ocasión.

148
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

La desigual división de riquezas ha introducido entre los


hombres una autoridad semejante a la de los amos para con
sus esclavos, y aun se puede decir con exactitud que a ciertas
consideraciones el imperio de los ricos es más independiente
porque no están obligados a ninguna protección constan-
te hacia los pobres, cuyos servicios exigen. Los gustos y las
fantasías de estos dichosos favoritos de la fortuna fijan el tér-
mino de sus convenciones con aquellos, y al instante que esta
convención se interrumpe, el pobre absolutamente separado
del rico queda abandonado a la contingencia de su destino,
obligado a ofrecer con precipitación su trabajo a otros, ex-
puesto a las negativas de estos, y experimenta muchas veces
al año las inquietudes que trae consigo la incertidumbre de
sus recursos.
Apoyando las leyes esta constitución, se supone que en
medio de las relaciones multiplicadas de la vida social había
una especie de balanza y de igualdad entre las necesidades
que obligan a los unos a solicitar el salario y los deseos que
empeñan a los otros a aceptar el trabajo que les ofrecen. Pero
este equilibrio tan necesario no puede jamás establecerse
de un modo cierto y constante, porque debe ser el resul-
tado de un concurso ciego de combinaciones y un efecto
incierto de una multitud infinita de movimientos que no
están sujetos a una dirección positiva. Sin embargo, desde
que para mantener la distinción de propiedades se han vis-
to en la necesidad de dejar al acaso o confiar cuando más a
simples verosimilitudes el destino del más grande número
de los hombres, era indispensable hallar alguna idea salu-
dable propia para templar los abusos inseparables del libre

149
Pedro Fermín de Vargas

ejercicio de los derechos de propiedad, y esta idea dichosa


y consolatriz no se podía descubrir sino en una obligación
de beneficencia impuesta a la voluntad soberana y en un
espíritu general de caridad recomendado a todos los hom-
bres; estos sentimientos, estas obligaciones, último recurso
ofrecido al infortunio, podían solas endulzar un sistema en
el cual la suerte de la más numerosa porción de una nación
reposa sobre la armonía dudosa y fortuita de las conve-
niencias del rico con las necesidades del pobre. Así es que
la caridad, respetable bajo tantos aspectos, se hace la idea
inteligente y política que amalgama al mismo tiempo la
libertad personal con las leyes imperiosas de la propiedad.
No sé si se ha considerado hasta ahora la religión cristia-
na bajo este aspecto, pero entregándose uno a estas reflexiones
se percibe más que nunca de cuánta importancia es para los
hombres la saludable instrucción que pone en el primer grado
de nuestras obligaciones el espíritu de beneficencia y caridad
y que da a la virtud más esencial toda la fuerza y constancia
que nacen de un sentimiento religioso.
No es a los sacrificios pecuniarios que el Evangelio
aplica únicamente sus preceptos de caridad. Los extiende
también hasta aquellos votos generosos que la religión sola
puede hacer soportables. Ella es la que hace bajar con pasos
firmes a aquellas mansiones obscuras en donde el hombre
culpable se halla encerrado por los delirios de su propio
corazón. Los mismos sentimientos, los mismos motivos
son los que hacen renunciar al mundo y sus esperanzas por
consagrarse enteramente al servicio de los pobres enfermos
y para ejercitar aquellas tristes y repugnantes funciones con

150
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

una continuación y constancia que no podrían excitar las


recompensas más brillantes.
Y si nos acercamos a las ideas políticas conocidas de
todo el mundo, se verá con cuánta razón los príncipes y
señores de la tierra deben fomentar aquellas casas de asilo
en donde el pobre y el necesitado hallan un recurso cier-
to en sus enfermedades. En efecto, no pudiendo ahorrar
la mayor parte de los ciudadanos nada de aquel preciso
contingente que diariamente ganan con su trabajo, mori-
rían de necesidad y de miseria en el más ligero accidente
si el Gobierno no hubiese pensado en hacerse cargo de
alimentar y curar estos hijos desvalidos, cuya subsistencia
asegura el vigor y poder del Estado. Habiendo adoptado
todos los reinos este sistema de beneficencia y caridad, han
fundado sus hospitales bajo diversas reglas e institucio-
nes. Entre nosotros a los principios se creyó que ninguna
nación podría excedernos, pues, además del espíritu cari-
tativo, vieron nacer nuestros mayores en el seno mismo de
España la institución más humana y más digna de nuestra
religión. Esta congregación de caridad, el celo de los mo-
narcas que la protegieron, el fervor del santo fundador y
el que persevera aún en sus dichosos sucesores, ha llenado
la nación de gloria y puesto a nuestros pobres en un estado
de seguridad el más constante.
Aún en este Reino vemos desde el principio de su
conquista el espíritu de caridad derramado con la mayor
abundancia, y apenas hay lugar de mediana población en
donde no haya un hospital. Es verdad que habiéndose funda-
do todos sin conocimiento de los principios más esenciales

151
Pedro Fermín de Vargas

de medicina y política, han causado algunos más daños que


provecho, habiéndose arruinado otros por descuido o negli-
gencia. Caminando sobre esta idea y habiendo consultado
las personas más inteligentes en el asunto, propondremos
el plan de nuestro hospital bajo las reglas siguientes:
1.a Nada interesa más en estas fundaciones como la
claridad y sencillez en el manejo de las rentas y su dis-
tribución económica. Y teniendo a la vista los muchos
ejemplares que hay en el Reino de hospitales fundados con
crecidísimos caudales que en el día se hallan absolutamente
exhaustos y sin nervio, ha parecido mejor no encargar el
cuidado del de Zipaquirá a ninguna comunidad religio-
sa sino a otro sistema que ha probado muy bien en otras
partes. En consecuencia de esto, el hospital de Zipaquirá
será real, estará sujeto inmediatamente al Excelentísimo
señor Virrey del Reino, quien podrá disponer a su arbitrio
de todo lo concerniente a sus constituciones y se llamará
el Hospital Real de San Pedro.
2.a Es muy difícil establecer la administración de un
hospital de un modo que evite todas las negligencias o los
abusos. Cuando se consideran las ventajas de la unidad de
ideas y pensamientos, nada parece más útil que la adminis-
tración de una sola persona, pero cuando se contempla la
dificultad de conseguirla de la confianza y actividad que se
necesitan, se ve uno obligado a preferir una administración
colectiva. Todas las dificultades se evitarán si confiamos la
dirección de nuestro hospital a un Administrador con 300
pesos anuales de sueldo, que velando inmediatamente so-
bre la conducta de todos los dependientes de él, corriendo

152
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

con el manejo de sus rentas y afianzándolas, esté sujeto a


una junta compuesta del Corregidor de Zipaquirá, los dos
alcaldes y dos vecinos de los más honrados y celosos, nativos
de allí y escogidos cada dos años de entre los ocho represen-
tantes del pueblo.
3.a En casa del Corregidor, los primeros domingos
de cada mes se juntarán a las once del día los sobredichos,
el Administrador del Hospital, el Médico y el Capellán.
Traerá el Administrador el estado mensual de gastos y el
Capellán el de los muertos y curados en el mes, y se tratará
allí de todo lo concerniente a la mayor economía, el arreglo
y la buena disposición del Hospital, sin perder de vista la
buena asistencia y el tratamiento de los enfermos, expo-
niendo cada uno su dictamen sin empeño de sostenerlo si
es injusto, sino por pura caridad y amor a sus prójimos, lo
que les hará evitar disputas y animosidades tan ajenas de
la buena crianza como de la moderación cristiana.
4.a A fin de que el Administrador ni los demás subal-
ternos del Hospital no se descuiden en el cumplimiento
de sus obligaciones, tendrá cuidado el Corregidor y los dos
alcaldes de visitar, cada uno en días separados de la semana,
el Hospital, a las horas en que se da de comer a los enfermos
o a cualquier otra que les parezca mejor. De esta manera
no sabiendo el día fijo en que pueden concurrir los jueces,
tendrá cuidado el Administrador de que las cosas vayan
con la formalidad debida, a cuyo efecto el Corregidor y
los alcaldes conferenciarán primero y citarán el día de la
semana en que cada uno haga su visita, para que siempre
sean diferentes y no concurran todos en uno mismo.

153
Pedro Fermín de Vargas

5.a Si encontrasen en estas visitas semanales algunas


cosas dignas de reparo, las advertirán al Administrador
para que las enmiende, y no ejecutándolo, lo avisarán a
la Junta mensual, y esta procurará su arreglo por todos
los medios posibles a pluralidad de votos, consultando,
en caso de ser muy grave el asunto, al Superior Gobierno.
6.a El Administrador hará de todos los estados men-
suales uno general, al fin de cada año, que presentará a la
Junta del mes de enero siguiente, la que, con el estado de
muertos y curados en el Hospital, que habrá de dar el Ca-
pellán, los pasará ambos al Superior Gobierno para que,
enterada la superioridad del estado del Hospital, haga las
prevenciones que tenga por convenientes en el asunto.
7.a Por repetidas funestas experiencias sabemos los
grandes inconvenientes que producen los hospitales, la
inmediación de los enfermos, haciéndose las enfermeda-
des muchas veces incurables por este malísimo método.
A este fin se dispondrán en el Hospital de Zipaquirá las
salas de enfermerías con el ancho y largo correspondientes,
no sólo a evitar la cercanía de los enfermos sino también
a proporcionar el debido desahogo para su servicio y que
los dependientes puedan entrar sin embarazo.
8.a Cada sala tendrá el número de ventanas correspon-
dientes a su magnitud, con el objeto de que el aire no se
corrompa, pero no tendrán comunicación unas salas con
otras, sino que se mandarán por los corredores.
9.a Es indispensable hacer dos salas para la convale-
cencia de hombres y mujeres separadamente.

154
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

10.a Nada es más triste para un enfermo como el oír


las voces y suspiros de un moribundo, y mucho más ver-
le expirar a su lado. Para evitar este inconveniente, que
a muchos podría acarrear la muerte o acelerarla cuando
menos, se dispondrá una pieza separada de las enfermerías
en donde quepan 6 u 8 camas, y allí se trasladarán los en-
fermos de las salas grandes que se hallaren desahuciados
por el médico. Advirtiendo lo mismo por lo tocante a las
mujeres moribundas.
11.a Como pueden entrar en el Hospital algunos en-
fermos de males contagiosos, sería grande embarazo que
estos se alojasen en las mismas salas de los de enfermeda-
des agudas no contagiosas. Para aquellos, pues, y los que
necesitaren tomar unciones, se harán dos apartamentos
separados, en donde puedan mantenerse con el abrigo y
cuidado convenientes.
12.a Supuesto que el Hospital se ha de construir unido
a la capilla de La Luz, que hay en Zipaquirá, no se concep-
túa necesario hacer otra en donde oigan misa los enfermos
desde su cama. Ellos no están obligados a esta acción re-
ligiosa, y es indecente, por otra parte, exponer a la fetidez
y pestilencia de un hospital al Santo de los Santos, que no
debe adorarse sino entre perfumes los más preciosos. Los
convalecientes podrán oír misa en la capilla, para lo que
se le abrirá comunicación al lado del Hospital.
13.a Finalmente, para cocina, despensa, ropería, ha-
bitación del Capellán y Administrador, cuarto de botica,
etcétera, se edificará lo conveniente según el plano adjunto
en donde va especificado todo más pormenor.

155
Pedro Fermín de Vargas

14.a Supuesto que los indios de Zipaquirá y Nemocón


—pues los de Tausa viven en este último pueblo— con-
curren con el caudal necesario para la construcción del
Hospital y a más de eso con 3.000 pesos anuales para sus
rentas, serán admitidos en sus enfermedades con preferen-
cia a cualesquier otros, a cuyo fin traerán certificaciones
de sus curas u otra persona conocida.
15.a En defecto de estos se admitirán los indios de los
otros pueblos comarcanos, y últimamente los blancos, con
preferencia los de Zipaquirá a los de otros lugares, hacien-
do constar a la entrada, con certificación del cura u otro
eclesiástico, la indigencia en que se hallan.
16.a A fin de que los remedios de botica salgan con
toda la comodidad posible, se destinarán 2.000 pesos por
una sola vez para traerlos de España. De estos se venderán
al público los que apetezca, con cuyo producto es induda-
ble habrá para mantener la botica siempre surtida, dando
de balde los medicamentos que se necesiten en el hospital.
17.a Se destinarán anualmente 50 pesos para comprar
lienzo, frazadas, esteras, etcétera, para las camas de los
enfermos, pero de primera vez se dará el dinero necesario
para comprar todos estos artículos.
18.a También se destinará una suma módica para com-
prar tazas, vasos, ollas, etcétera, cuya cantidad y su respectiva
cuenta se deja a la conciencia del Administrador del hos-
pital, a quien se le pasará no excediendo de aquello que
parezca regular.
19.a Empleados y sus sueldos. Hemos hablado
del Administrador del Hospital y el sueldo que debe tener;

156
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

falta el Médico. El modo de conseguirlo con las circuns-


tancias necesarias es la asignación de un buen sueldo. Para
esto, pues, ha parecido conveniente destinarle 500 pesos
anuales, prometiéndonos que, de este modo, cualquier
hombre de talento, atendido el poco trabajo que ofrecen
32 enfermos —que son los que por ahora se admitirán—,
el ningún lujo del lugar y la escasez de facultativos de aque-
llos contornos, no dejará de preferir la plaza del Médico
del Hospital de Zipaquirá a la subsistencia precaria de la
capital o cualquier otro lugar pudiendo allí estudiar con
más desahogo y aplicarse al conocimiento de las plantas
indígenas y sus virtudes. La plaza de Médico de Zipaqui-
rá será también un poderoso estímulo a la aplicación de
nuestra juventud a la medicina, si conseguimos que se
establezca en la capital una cátedra de esta facultad, que
hace tanta falta.
20. Serán, pues, los empleados en el Hospital, con sus
respectivos sueldos, los siguientes:

Pesos
Un Médico 500
Un Administrador 300
Un Boticario 200
Un Capellán 200
Un Enfermero 96
Una Enfermera 60
Una Cocinera 60
Una segunda para barrer, etcétera 30
Una Lavandera 30

157
Pedro Fermín de Vargas

Un Barbero, Ropero y Despensero 120


Dos mozos ayudantes de los enfermeros 48
Número de raciones diarias para treintaidós
enfermos y dependientes del hospital,
computadas a real diario 1961,7
Para camas, frazadas, etcétera. 50
————
3.655,7

21.a Obligaciones de los empleados. Admi-


nistrador. El empleo de mayor consideración es el de
Administrador del Hospital. Es preciso que sea una per-
sona de mucha confianza y actividad. Tendrá obligación
de cobrar las rentas del Hospital y las afianzará a satis-
facción de la Junta. Correrá con la cuenta y razón de los
gastos de Hospital, llevando libros de entrada y salida por
cargo y data diariamente, para formar, según ellos, el es-
tado mensual de gastos que presentará a la misma Junta.
Hará repuestos de mantas, lienzos, frazadas, vasos, tazas,
etcétera, pertenecientes a la cama y el servicio de los en-
fermos. Contratará los víveres por junto para que salgan
más baratos, y los que sean de mayor permanencia como
azúcar, cacao, etcétera, los conseguirá de primera mano si
pudiere. En las visitas diarias que hará el Médico a los en-
fermos, le acompañará con un cuaderno en que asentará las
raciones de los enfermos según lo preceptuare el Médico,
quien firmará al fin de todas las partidas para evitar fraudes.
Velará sobre la conducta de todos los dependientes del
Hospital, quienes le obedecerán en todo dándole razón

158
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

de sus peculiares obligaciones, como que el Administra-


dor es responsable de su conducta en los ramos que cada
uno manejare. Podrá despedir, de acuerdo con el Corre-
gidor, los sirvientes que no cumplieren con su obligación,
poniendo otros en su lugar de acuerdo con el mismo. Final-
mente, satisfará el salario mensual a todos los dependientes,
exigiendo recibo y, de todos los estados mensuales que
presentare a la Junta, formará en fin de año uno general,
que servirá de cuenta para que la Junta lo examine, aprue-
be o glose, según le pareciere, y los remita últimamente al
Superior Gobierno.
22.a Obligaciones del Médico. Considerándose
suficientemente dotado el Médico con los 500 pesos que
se le han señalado, deberá cumplir exactamente con todo
lo que corresponde a este oficio, y así, será de su obligación
visitar dos veces cada día los enfermos, una por la mañana,
de siete a ocho, y otra por la tarde, de tres a cuatro, cui-
dando se guarde mucho silencio y quietud para que cada
uno de los que le acompañen note sin equivocación lo que
ordenare, indagando si los medicamentos se dieron a las
horas que dispuso, si están hechos según arte, si ha habido
alguna equivocación en suministrarlos, para que, enterado
de todo, se remedie el desorden y no lo padezcan los enfer-
mos. A más de las horas dichas, deberá concurrir siempre y
cuando sea llamado por necesidad, aumentando también
las visitas si algún enfermo lo necesitare. Averiguará con
discreción si el pan, la carne y demás alimentos tienen al-
gunos defectos que puedan ser nocivos a los pacientes, y
de todo cuanto notare opuesto al buen método que debe

159
Pedro Fermín de Vargas

observarse dará cuenta a la Junta. Tendrá gran cuidado


de hacer separar sin pérdida de tiempo los que se hallaren
con enfermedades contagiosas, para que no se contami-
nen los demás. Firmará el cuaderno en donde se apuntan
las raciones de los enfermos, abajo de todas las partidas
diarias que mandare.
23.a Obligaciones del Boticario. El Boticario
irá con el Médico a visitar a los enfermos con un cuaderno
donde llevará apuntado el día en que entró el enfermo, con
todas las recetas que se le han dado. Entregará al Enferme-
ro los medicamentos con un rótulo del número de la cama
y con las horas a que se le han de dar. Será también de su
obligación ejecutar lo que el Médico le prevenga acerca
de visitar algún enfermo grave en horas extraordinarias,
con el fin de ver si se le dan los medicamentos, y de avisar
al médico de lo que observe.
24.a Obligaciones del Barbero. El Barbero-ci-
rujano asistirá a las horas señaladas con el Médico, ob-
servando lo que este le mande tocante su facultad, lo que
apuntará en un cuaderno que llevará para el asunto. Estará
sujeto enteramente a las órdenes del Médico para hacer
aquellas operaciones que este le ordene. Como en el núme-
ro de camas que se establecen habrá muy pocas operaciones
que ejecutar, pertenecientes a la cirugía, se encomenda-
rán al Barbero las obligaciones de ropero, con vivienda
dentro del hospital. Según este nuevo empleo, será de su
obligación, luego que entre algún enfermo, suministrar-
le su cama, compuesta de estera, colchones, dos sábanas,
una almohada y una frazada, que entregará al Enfermero

160
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

o Enfermera, tomando el nombre del enfermo, el de la sala


en que fuere colocado y el número de la cama, llevando
cuenta exacta de todo lo que entregare al Enfermero para
hacerle cargo cuando se necesite. Hará recoger las camas
y los trapos del Hospital y los entregará a la lavandera para
que los lave con la mejor lejía, a fin de que suelten toda la
grasa, lo que hará con cuenta y razón de las piezas que se
entregan para recogerlas limpias y hacerle cargo de lo que
faltare. Tendrá especialísimo cuidado de que no se mez-
clen las sábanas de los enfermos contagiosos y de unciones
con las de los otros, disponiendo se laven aparte, y sacudirá
cada semana la ropa que estuviere a su cargo para que no
la dañen la humedad, las polillas o los ratones; comproba-
rá todos los meses su cargo y data con el Enfermero, para
hacerles el correspondiente cargo de las faltas que hubiere
y relevarse de responsabilidad mediante a que mensual-
mente se ha de dar la cuenta al Administrador. Correrá
también con la despensa o repuesto de víveres, entregando
diariamente a la cocinera el número de raciones que sean
necesarias según el apunte que le dará el Administrador.
25.a Obligaciones del Capellán. Luego que
entre un enfermo, tendrá obligación el Capellán de ex-
hortarlo a que haga una buena confesión y lo confesará,
administrándole el Santísimo siempre que el Médico lo
mande. Asistirá al enfermo moribundo y contribuirá carita-
tivamente con su autoridad o con sus avisos secretos a todo
lo que conduzca a la buena asistencia de los enfermos, su
limpieza, etcétera. Aplicará la misa de todos los domingos
y días de fiesta por la salud de los enfermos y bienhechores

161
Pedro Fermín de Vargas

del Hospital, y los lunes por las almas de los difuntos del
Hospital y sus bienhechores. Se le dará un libro rubricado
del Corregidor y Alcalde de primer voto, en el cual apunta-
rá el día en que cada uno de los enfermos haya entrado en
el Hospital, averiguando su patria, estado y condición y el
día en que falleció o salió de él, firmando cada partida. Para
la mayor facilidad de estas apuntaciones, será obligación
de los Enfermeros suministrarle todas estas noticias. Cada
año celebrará un aniversario con asistencia de todos los de
la Junta y demás que quieran del lugar, y hará un sermón en
que elogie el establecimiento, haga memoria de los bien-
hechores de aquella obra y estimule con razones patéticas
a hacer bien por una fundación tan cristiana.
26.a Obligaciones del Enfermero. Los enfer-
meros vivirán en un retrete pegado a las enfermerías. Será
de su cuidado mandar hacer mañana y tarde las camas de
los enfermos; que muy temprano se limpien los vasos, y
que si fuere necesario se quiten lo más pronto que se pue-
da los de los enfermos de evacuaciones, etcétera. Que se
barran las salas dos veces al día; abrir y cerrar las ventanas
a las horas que el Médico determinare; dar el almuerzo,
la comida, la cena y las sustancias a la hora que el Médico
mande, y habiendo algún enfermo moribundo, lo trasla-
darán con el mayor cuidado y sin sacarle de su cama a la
sala de moribundos, asistiéndolo y velándolo conforme
dicta la caridad. Ahumarán tres veces al día las salas con
incienso, benjuí o humo de cualquier planta aromática.
Darán razón al Capellán, luego que entre algún enfermo,
de su patria, estado, condición, etcétera, y cuando muriere

162
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

o se curare, tendrán cuidado de hacer lo mismo a fin de


que el Capellán lo apunte en el libro que se lleva dicho.
Por ayudantes de los enfermeros se pondrán dos mozos
con 24 pesos cada uno al año, que estarán en un todo a
sus órdenes.
27.a Ciñéndonos por ahora a las rentas fijas con que
puede contarse para el Hospital, se proyectan solamente 32
camas, cuyas raciones computadas a real diario conjunta-
mente con las de los demás dependientes, hacen anualmente
la cantidad de 1.961 pesos 7 reales. En adelante se podrán
establecer muchas más, siendo probable que muchas gentes
acomodadas harán sus mandas y legados a favor del Hospital,
y entonces, a proporción de sus rentas, se podrán aumentar
los dependientes, acrecentando las camas, a cuyo efecto se
procurará hacer el edificio capaz y desahogado desde ahora.
28.a Los indios contribuirán anualmente con 3.300
pesos de la caja de comunidad, que, agregados a los 360
que produce anualmente el honor que han gozado hasta
ahora los tenientes de Corregidor y el Excelentísimo se-
ñor Virrey don José de Ezpeleta, se ha servido aplicar a la
grande obra del Hospital; agregados también los medios
novenos de los diezmos de todos los pueblos del partido
que destinan las leyes para hospitales, no pueden menos
que componer la suma de los 3.655 pesos, que son los que
anualmente deben gastarse en el servicio del Hospital, so-
brando algo para los gastos extraordinarios y que no son
fáciles de precaver. ¿Y sería mucho que la Real Hacienda
destinase alguna cantidad para el bien de un pueblo que
contribuye todos los años con cerca de 50.000 pesos?

163
Pedro Fermín de Vargas

29.a Habiendo enseñado la experiencia lo mucho que


decaen las rentas de las comunidades cuando se adminis-
tran por su cuenta con la dispendiosa creación de síndicos,
se tendrá presente para las limosnas que los devotos puedan
hacer en lo sucesivo, que estas sean de cualquier especie de
bienes, se convertirán en dinero que se impondrá en cajas
reales a censo, aunque sea menor del corriente por la faci-
lidad y seguridad en su cobro y existencia. Esto evitará las
pérdidas del fondo del Hospital, pleitos costosos, y pro-
porcionará una administración sencilla y clara.
30.a Sin embargo de que al facultativo pertenece asignar
las dietas de los enfermos según el estado de las enferme-
dades, su carácter y sus circunstancias, con todo, para no
dejar cosa alguna a la variación y teniendo presente que las
enfermedades de Zipaquirá son de la misma especie gene-
ralmente que las de esta capital, a las que se han prescripto
muy sabias reglas últimamente por orden del Excelentísimo
señor Virrey, nos ha parecido conveniente adoptar estas
para nuestro Hospital en el modo siguiente:
31.a Dieta rigurosísima para las enferme-
dades agudas y continuas número 1. Se puede
componer esta dieta de dos o tres onzas de arroz bien co-
cido y desleído en ocho o diez vasos de agua más o menos,
según el Médico ordenare, alterándolo con las hierbas su-
culentas medicinales que el genio de la enfermedad pida y
se prescriban conforme a ella, añadiendo en veinticuatro
horas una o dos tacitas de panetela o gelatina de arroz o
de maíz blanco que comúnmente llaman colada, si fuere
necesario según las fuerzas del enfermo y el estado de la

164
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

enfermedad. Siendo cosa sabida que en la declinación de


las enfermedades se debe alargar un poco más la mano a
esta dieta que en su principio, aumento y estado.
32.a Dieta rigurosísima número 2. Como los
humores de los habitantes de estos países propenden muchí-
simo menos a la alcalescencia que los de los países cálidos,
y tanto por los alimentos como por la bebida usual de la
gente popular se inclinan más a la acescencia, parece más
acertado que esta dieta se componga del caldo de un pollo
tierno alterado con las hierbas medicinales de que la pro-
videncia socorre al país, frescas y jugosas todo el año. Por
ejemplo en las inflamatorias del pecho con las especies pec-
torales; en las anginas o garrotillos, con las moderadamente
aparentes; en los reumatismos inflamatorios con las antiflo-
gísticas, y así respectivamente en otras agudas y continuas,
lográndose con este método satisfacer a dos intenciones de
mantener las fuerzas e introducir un líquido medical, cuya
materia elegirá el Médico prudente con respecto a la índole
de la acrimonia dominante en el individuo que asiste. Esta
dieta se podrá variar interpolando el uso de la explicada en
el número antecedente, según la enfermedad lo pida.
33.a Dieta rigurosa. En la declinación de las enfer-
medades agudas y fiebres continuas, quedando el estómago
incapaz de inmutar alimentos sólidos, y siendo preciso
mantener las fuerzas del enfermo y nutrirlo gradualmen-
te, es indispensablemente necesario entrar en la dieta que
se llamará rigurosa, y se compondrá de dos o tres tazas de
sopa, cada una de una onza u onza y media de pan, de un
cuarto de pollo, o medio guisado a mediodía; de una taza

165
Pedro Fermín de Vargas

de panetela o colada, de una u otra taza de caldo com-


partida en las veinticuatro horas, cuya dieta cercenará el
Médico según juzgare conveniente, con el fin de conceder
al enfermo todo cuanto pueda contribuir al gusto sin detri-
mento de su salud. El caldo para esta dieta se sacará de las
raciones de media convalecencia o convalecencia entera,
que probablemente serán las más usuales en el Hospital.
En caso que suceda haber muchos enfermos, de esta dieta
rigurosa no podrá sacarse el caldo necesario de la media die-
ta de convalecencia o convalecencia entera sin detrimento
de los enfermos de ella, por lo que a estas raciones se aña-
dirá por cada dos enfermos de la dieta rigurosa un cuarto
de gallina y media libra de carnero, con lo que quedará
un caldo regular para los enfermos de una y otra ración.
34.a Dieta ordinaria o de media convalecen-
cia. Libres ya los enfermos de las calenturas que piden las
antecedentes dietas, es necesario nutrirlos con alimentos
sólidos, pero en menor cantidad y de fácil digestión, por-
que el estómago del enfermo en este estado, privado de
su elasticidad y fuerza como de todos los demás sólidos,
no podría digerir otra comida o en mayor cantidad que la
que se asigna con el nombre de dieta ordinaria o de media
convalecencia sin exponerse a indigestiones o recidivas, la
que se compondría en esta forma: un cuarto de gallina, dos
onzas de carnero, una onza de tocino, una onza de arroz,
otra de garbanzos, una arracacha, dos turmas, todo en el
puchero; una taza de sopa de dos onzas de pan harán la
comida del mediodía. El desayuno, una taza de sopas de
dos onzas de pan del caldo de la misma olla. La cena se

166
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

compondrá de un cuarto de pollo en ajiaco de arracachas,


una taza de mazamorra de maíz blanco con dos cucharadas
de miel y dos onzas de pan.
35.a Dieta de convalecencia entera. A los
principios de la convalecencia, cuando el estómago empieza
a adquirir su debido y natural tono, sienten los convalecien-
tes mucha hambre, lo que indica la necesidad que hay de
nutrir la naturaleza exhausta por la enfermedad con mayor
porción de alimento que la regular en el estado de salud
para recuperar las fuerzas perdidas. Esta ración de conva-
lecencia entera se compondrá de un cuarto de gallina, seis
onzas de vaca, dos de carnero, una de tocino, una arracacha,
dos o tres turmas, una onza de arroz, otra de garbanzos,
todo en la olla; tres onzas de arroz seco bien compuesto,
una taza de caldo, seis onzas de pan y dos cucharadas de
miel. El desayuno será: una taza de sopas de dos onzas de
pan y un pocillo de chocolate con tres onzas de pan. La
cena: seis onzas de cordero en ajiaco de arracachas, una taza
de mazamorra, dos cucharadas de miel y tres onzas de pan.
36.a Ración ordinaria. Lo más común en los hos-
pitales son los enfermos de simples llagas, contusiones,
heridas ligeras, leves obstrucciones y otras indisposiciones
de poco cuidado, cuyos enfermos, tanto por razón de sus
achaques como por la fuerza de sus estómagos, conven-
drá alimentarlos con la ración siguiente, que se llamará
ordinaria y se compondrá de diez onzas de vaca, una de
tocino, una onza de arroz en la olla, una de garbanzos, una
arracacha, dos o tres turmas, tres onzas de arroz guisado,
una taza de caldo, seis onzas de pan y dos cucharadas de

167
Pedro Fermín de Vargas

miel. El desayuno será una taza de sopa del mismo puche-


ro y dos onzas de pan. La cena será de seis onzas de vaca
en ajiaco de arracachas o turmas, una taza de mazamorra,
tres onzas de pan y dos cucharadas de miel.
37.a Sin embargo de estas prevenciones, pueden ocu-
rrir enfermos que necesiten otra dieta tal como los héticos,
gálicos, etcétera, en cuyo caso la voluntad del Médico de-
cidirá abiertamente.
38.a La baratura del país proporciona desde luego un
tratamiento bueno a los enfermos del Hospital con sola la
ración diaria de un real por cada individuo, pues aunque es
cierto que a muchos no alcanzaría con él, pero habiendo
otros que no gastan ni la mitad, se compensa lo uno con
lo otro. A más de que acopiándose los víveres por mayor y
por contrata con los labradores, se consiguen mucho más
baratos de lo que comúnmente valen.
39.a No pocas veces sucede que el cariño indiscreto de
algunas personas, deudos y conocidos de los enfermos que
duran en los hospitales, mueve a llevarles algunos socorros
alimentarios como aguardiente, chicha, etcétera, con dis-
pendio de su salud y recta convalecencia, es pues necesario
interceptar y cortar este abuso con la mayor vigilancia y
cuidado, supuesto a que mientras no haya decadencia en
mantener como va dicho a los enfermos, no les puede restar
queja ni necesidad de auxilios extraños. A este fin, se encar-
gará seriamente a los enfermeros no dejen entrar a ningún
individuo que no sea la mujer o deudo muy inmediato del
enfermo, cuyas visitas serán solas las necesarias para su
consuelo, y estas precediendo licencia del Administrador

168
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

del Hospital, quien nunca las concederá sin hacer que se


reconozca previamente la persona que haya de entrar, de
modo que remueva toda sospecha en un asunto más im-
portante de lo que parece a primera vista, originándose de
lo contrario muchas recaídas mortales en unos y un gene-
ral trastorno en otros, según el estado en que se cometan
semejantes excesos. Conducirá a rectificar este método
proporcionar las horas de suministración de alimentos en
términos que los enfermos principalmente convalecientes
no les haga falta a los tiempos útiles y se eviten las quejas
que de su omisión puedan redundar a los débiles y ham-
brientos. En este concepto, dejando aparte como atención
propia del Médico el ordenar las horas de las dietas rigu-
rosísima y rigurosa, en las cuales los tiempos medicinales
de alimentos dependen del estado de la enfermedad, de las
fuerzas del enfermo y de los remedios aplicados, juzgo muy
oportuno que a los de media convalecencia, convalecencia
entera y ración ordinaria se les suministre el desayuno entre
seis y siete de la mañana, sin exceder este plazo. La comida,
de las once y media en adelante, y la cena, a las siete de la
noche, sin anticipación alguna. No hallo obstáculo que
impida la observancia de este método, y de lo contrario
se originan muchas indigestiones y otros inconvenientes
perniciosos a la salud.
40.a La Junta de Zipaquirá encargada del arreglo y go-
bierno del Hospital cuidará eficazmente de que se guarden
y cumplan estas constituciones, las que sólo se podrán
variar con consentimiento del Superior Gobierno y por
motivos muy graves. Dios, a cuyo honor se consagra esta

169
Pedro Fermín de Vargas

obra, mirará por su permanencia premiando las intencio-


nes de los que la protegen.

Santafé, 29 de septiembre de 1790.

Pedro Fermín de Vargas

170
§§ De la policía y
el decoro en las
construcciones26

Excelentísimo señor:

El espíritu aventurero que reinó por mucho tiempo en


Europa —y que también cundió en América al tiempo de
su descubrimiento—, así como no cuidó de la buena dis-
posición política de los lugares que se fundaron en aque-
lla época, tampoco puso la menor atención en la forma y
construcción para la comodidad de sus habitadores. Nues-
tras leyes patrias dictaron muy sabias reglas en el asunto,
pero los primeros conquistadores no estaban tan reposa-
dos que pudieren meditar la conveniencia que resultaba
de su cumplimiento. Así, vemos la mayor parte de nues-
tras poblaciones fundadas sin inteligencia, y sus edificios
faltos, la mayor parte, de elegancia y comodidad. Poco a
poco se ha ido entibiando aquel fuego militar, y estamos

26
Tomado de Archivo Histórico Nacional. Poblaciones, tomo 10,
folio 386 r. a 387 v.

171
Pedro Fermín de Vargas

ya en el justo medio que se necesita para el adelantamien-


to y progreso de estos países.
El Cielo, concediéndonos a Vuestra Excelencia por
jefe, parece favorecer los conatos de aquellos patriotas
que desean el fomento de su país y de los que puestos a la
frente de los demás anhelan por el bien público. Ambos
respectos me obligan hoy a representar a Vuestra Excelen-
cia que este lugar ha sido uno de los que más han sufrido
la falta de ideas en quienes lo fundaron. Sus edificios —si
pueden merecer tal nombre unas chozas mal fabricadas—
son humanamente bajos, sin apartamientos separados para
dormitorios de amos y domésticos, de paja los más, escue-
tos y sin abrigo por todas partes. De manera que viviendo
y durmiendo estas gentes entre la humedad, y todos jun-
tos de ambos sexos, se peca esencialmente contra la salud
y decencia si se dejan subsistir las cosas como están hoy.
La causa originaria de esto consiste, a mi ver, en haber
adoptado en nuestros pueblos la antigua construcción bár-
bara de los indios, los que, sea por su natural indolencia
o por las pocas ideas morales que tenían en su gentilidad,
se hicieron una especie de habitaciones enterizas que
aumentaban o disminuían según la diversidad de tempe-
ramentos que habitaban. Los primeros españoles o mezclas
que vinieron a este lugar, atraídos de la ganancia que les
ofrecía el trato y la elaboración de sal, cuidaron poco de
su modo de vivir dentro de casa, porque jamás pensaron
en radicarse. El cuidado de los corregidores se extendía
únicamente al aprovechamiento de sus empleos; las tie-
rras poseídas por los indios eran un poderoso obstáculo

172
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

a la buena construcción de las casas, porque nadie quería


exponer su caudal en suelo ajeno.
Estos inconvenientes han cesado, y se hallan hoy mu-
chos vecinos ricos deseosos de edificar cómodamente; las
circunstancias del lugar lo exigen y el único estorbo que
se encuentra es el estar ocupados los solares del centro
por chozas antiguas, cuyos dueños no quieren vender a
ningún precio. Mi representación se dirige a suplicar a
Vuestra Excelencia se sirva darme facultad para que pon-
ga a los dueños de estos solares en la forzosa alternativa de
que los edifiquen bien, esto es, con proporción y decencia,
o que los vendan, por sus justos precios, a quienes lo pue-
dan ejecutar debidamente.
Vuestra Excelencia sabe cuánto influye en la salud pú-
blica la comodidad de los edificios, y cuántas pestes han
debido su origen al descuido en esto. Cada país pide su
orden local de arquitectura, pero en todos se pueden en-
lazar muy bien la decencia, la comodidad y elegancia de
los edificios. Yo cuidaré de esto último, sin aspirar a que
se hagan palacios, siempre que Vuestra Excelencia se sirva
concederme la facultad que solicito.

Nuestro Señor guarde a Vuestra Excelencia muchos


años.

Zipaquirá, 10 de noviembre de 1789.

Excelentísimo señor,
Pedro Fermín de Vargas

173
§§ Apéndice

En el manuscrito hay dos notas marginales que dicen


así:

«Excelentísimo señor don José de Ezpeleta:


«Número 2.° El Corregidor de Zipaquirá informa la
mala construcción de las casas de aquel lugar, lo mucho
que conviene remediar los males políticos y morales que
de ello resultan, y pide facultad para mandar que los due-
ños los edifiquen bien o los vendan a quienes lo hagan
debidamente».

«Santafé, 20 de noviembre de 1789. Vista al señor Fiscal.


—(Hay una rúbrica) Alonso—. Excelentísimo señor: El
Fiscal considera que en Zipaquirá no hay todavía motivo
de que se establezca en los edificios la regla de policía que
se propone cuando no es fácil verificarla en la capital; en
esta inteligencia no es de acudirse a la solicitud del Co-
rregidor, encargándole que procure aplicar el esmero que

175
Pedro Fermín de Vargas

en esta parte manifiesta para los edificios que se hagan de


nuevo, o resolver lo que parezca mejor a Vuestra Excelencia.

«Santafé, y 22 de noviembre de 1789.


Andino».

176
§§ Estudio sobre el
guaco, contra
el veneno de las
culebras27

Ingenio nostrum est usuque parare magistro.


Quod docuit natura feras ratione carentes.

Vaniere, libro 3.

Es reflexión de Plinio28 que la Naturaleza ha sido


más liberal con los brutos que con los hombres, pues ha-
biendo criado aquellos naturalmente vestidos, y con bas-
tante sagacidad para defenderse de sus enemigos, sólo al
hombre destinó a la necesidad de adquirir todo a fuerza
de combinación y trabajo. Esta verdad comprobada con la
experiencia de todos los siglos se hace más sensible cuan-
do contemplamos que los brutos han sido los inventores
de la mayor y más segura parte de los remedios con que
conservamos nuestra existencia.

27
Estas páginas han sido copiadas del Papel Periódico de la Ciudad
de Santafé de Bogotá, números 34 y 35, correspondientes a los días
30 de septiembre y octubre 7 de 1791 (Nota del editor).
28
Historia natural, libro 7.

177
Pedro Fermín de Vargas

No es mi ánimo investigar aquí las causas que influyen


en el conocimiento de los animales acerca de aquellas cosas
que les son útiles, o nocivas, ni si pertenece este discerni-
miento al olfato sutilísimo de que les dotó la Providencia,
y que parece ser la esencia de todas sus sensaciones, y el
muelle que les hace obrar de un modo constante en el dis-
curso de su vida. Sea lo que fuere de esto, lo cierto es que
los brutos nos han enseñado el uso de las sangrías, purgas
y ayudas, y que el hombre, observando cuidadosamente
sus usos, ha descubierto mil secretos preciosos que la me-
dicina no se ha desdeñado de colocar después en sus fastos.
Del número de estas invenciones es sin duda una de
las más útiles el famoso preservativo de culebras, que con
nombre de bejuco del guaco se va extendiendo por todo el
Reino. Los negros de la provincia del Chocó fueron los
primeros, según se cree, que observaron el modo con que
el guaco29 caza y persigue las culebras en los países cálidos
para hacer de ellas su pasto principal, y habiendo descubier-
to que cuando buenamente no las puede matar se vale de las
hojas de un bejuco con que las adormece, hicieron luego sus

29
No debe confundirse nuestro guaco con otro pájaro pescador del
género de las garzas de que habla míster Bufton en el último tomo
de su Historia natural de las aves, y que señala con el mismo nom-
bre de guaco, o sguaco, como lo llaman en los valles de Bolonia.
Nuestro guaco podría acaso reducirse a la clase de pájaros carni-
ceros, y entrar en el número de los que designa el naturalista como
relativos al género de gavilanes, buses y subuses. Los caracteres con
que Caresby señala el epervien á serpens, a gavilán come culebras,
son muy adaptables al pájaro de que hablamos.

178
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

tentativas, y por este medio descubrieron que el zumo de


aquella planta no sólo cura la mordedura de estos insectos,
sino que preserva también de su veneno a todos aquellos
que lo toman con frecuencia. Ya había oído hablar yo de
semejante preservativo, pero habiendo estado en Mariquita
en 1788 quise certificarme de propia vista de lo que el sabio
Director de Botánica doctor don José Mutis me había re-
ferido acerca de la facilidad con que los negros de aquellas
cercanías y riberas del río de la Magdalena cogían vivas las
culebras llevándolas en las manos sin peligro alguno.
Destinamos para esta operación el 30 de mayo, ha-
biendo hecho venir desde la tarde antes un negro de un
hacendado de la misma ciudad de don José Armero, que
pasaba por el más diestro en aquellas peligrosas expe-
riencias. El negro trajo consigo una culebra ponzoñosa,
conocida allí por el nombre de talla equis, a causa de las
manchas blancas que tiene sobre el lomo, y son algo se-
mejantes a la letra X.
En el día destinado cogió el negro la culebra entre sus
manos, y habiéndole dado varios movimientos, sin que se
inquietase, ni le mordiese, juzgué que el negro la había
quitado antes los colmillos, o que la culebra era de la espe-
cie de las que no son venenosas. Hícele abrir la boca, pero
notando en ella los dientes caninos, y asegurando todos
ser de las más venenosas de aquella tierra, no me quedó
duda de la eficacia del preservativo, y consiguientemente
determiné hacer por mí mismo la prueba, sujetándome a
la práctica con que los negros hacen sus curaciones, para
lograr la temible satisfacción de manosear las culebras.

179
Pedro Fermín de Vargas

La operación, pues, que se hizo conmigo fue la siguien-


te. Exprimió el negro en un vaso el zumo de algunas hojas
de la yerba del guaco, me hizo tomar dos cucharadas de él
y pasó a inoculármelo por la piel, haciéndome seis incisio-
nes: en cada pie una, otra entre el índice y el dedo pulgar de
cada mano, y las dos últimas en los dos lados del pecho. En
saliendo la sangre por estas pequeñas heridas, se derrama
encima un poco del zumo dicho, y se frotan con la misma
hoja. Después de lo cual se reputa el sujeto como verda-
deramente curado, y en estado de coger cualquier culebra
sin peligro alguno, como lo ejecuté yo inmediatamente.
Aquel día no sólo me inicié yo en estos misterios, sino
también otros varios sujetos que se hallaron en casa del se-
ñor Mutis. De este número fueron don Francisco Zabaraín,
don Francisco Xavier Matís30, don Ignacio Calviño, un
pajecillo mío, y otro arbolario del insinuado señor Mutis,
quien aprobó nuestra resolución.
Para satisfacerme de un modo indubitable de la efica-
cia de la yerba del guaco, cogí yo con mis propias manos
la culebra que se manifestó un poco inquieta, pero sin
apariencia de morder, y perdido una vez el miedo la vol-
ví a coger por dos veces en presencia del citado don José
Mutis, de don Diego Ugalde, que hoy es Prebendado de la
Catedral de Córdoba, de don Anselmo Álvarez, que fue

30
Ambos sujetos viven hoy en casa del director de la Real Expedi-
ción Botánica don José Mutis.

180
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

Bibliotecario de Santafé31, y de muchísimas otras gentes


que se hallaron presentes a la novedad.
En consecuencia de lo que me vieron hacer, otros ino-
culados se determinaron también a coger la culebra, pero
la dieron tales movimientos que se irritó, y mordió por
último a don Francisco Matís en la mano derecha sacán-
dole alguna sangre. Algo nos consternó este accidente, y
no dejábamos de recelar algún suceso funesto, pero el ne-
gro manifestó mucha serenidad, y aun el mismo mordido
luego que aquel le frotó la herida con las hojas de la yerba,
y le aseguró no tener riesgo.
En efecto nada se siguió de aquella picadura. Matís se
desayunó inmediatamente con apetito, trabajó todo el día
en su arte de pintor, y durmió la noche sin sentir la más li-
gera novedad, quedando todos enteramente convencidos
de la bondad del remedio, y deseosos de su propagación
en beneficio del género humano32. Confirmado, pues, con

31
Se citan estos sujetos como testigos acreditados, pues en un asunto
de esta gravedad se necesita todo peso de estos testimonios para
acreditar su certidumbre.
32
Como no sabemos qué relación tiene el veneno de nuestras cule-
bras con el de la víbora europea, no podemos tampoco graduar
respectivamente la eficacia de nuestro bejuco con la de los álcalis
volátiles, que son los remedios más eficaces que se conocen contra
el veneno de la víbora. No obstante, parece que la virtud del bejuco
guaco, impidiendo la operación del veneno de las culebras, debe
ser superior a la de aquellos. En confirmación de esto, no será fuera
de intento poner aquí lo que refieren las memorias de la Acade-
mia Real de las Ciencias del año de 1747 en caso semejante al que

181
Pedro Fermín de Vargas

sucedió en Mariquita. «El día 23 de julio de 1747, estando el ilus-


tre monsieur Bernard de Jussieu herborizando con sus discípulos
en los cerros de Montmorency, uno de estos cogió con las manos
una serpiente que juzgó ser culebra ordinaria, y que realmente era
víbora. Este animal, irritado, le mordió las manos en tres partes, y
casi al momento sintió un adormecimiento en los dedos y se le hin-
charon. En hinchazón ganó prontamente la mano, y se aumentó
tanto que no pudo mover los dedos. En este estado ocurrió monsieur
de Jussieu, que distaba de allí algunos centenares de pasos. La ins-
pección del animal le hizo conocer que era una víbora muy fuerte
y muy viva, el enfermo que se había asustado se tranquilizó con las
esperanzas de una curación pronta. En efecto monsieur de Jussieu
se hallaba seguro así por sus reflexiones como por un gran número
de experiencias hechas sobre varios animales, de que el álcali volátil
era un gran remedio en semejantes casos con tal que se administrase
prontamente. Por fortuna llevaba consigo un frasquito de agua de
luz, que como se sabe es una preparación de álcali volátil, y aceite
de succino. Hizo tomar de esta agua seis gotas al enfermo en un
vaso de agua, y derramó encima de cada herida suficiente cantidad
con que se lavasen y refregasen. A las dos horas el enfermo se quejó
de dolor en el corazón, y se desmayó. Quisieron hacerle una liga-
dura en el brazo que se había hinchado mucho, pero monsieur de
Jussieu lo estorbó y una segunda dosis del remedio tomada en vino
hizo volver al enfermo, que sintiéndose muy débil pidió lo lleva-
sen a su cama. En el camino se les desmayó dos veces, se sintió muy
malo en la cama, dio señales de delirio, y vomitó la comida. Pero
todos estos accidentes cedieron a nuevas tomas de álcali volátil.
Después del vómito permaneció tranquilo, y pasó buena noche.
Monsieur de Jussieu, que lo visitó después, lo halló muy mejorado,
y sólo sentía alguna fatiga originada de la abundante transpiración
que le había causado el remedio. Para la hinchazón de las manos se
le hizo una untura de aceite común, y un poco de álcali volátil. El

182
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

esta experiencia en la verdad de lo que decía el negro cu-


randero, le hice varias preguntas relativas al conocimiento
de plantas contra culebras, y otros secretos: aseguróme
siempre que la preferente era la citada del guaco, llamada
así por ser tradición constante, según se ha dicho, que la
come este pájaro cuando se siente picado de alguna culebra
en los debates y asaltos que les da para cogerlas. Pío —así
se llamaba el negro— nos aseguró haber visto semejantes
combates, y el uso que hacía el guaco de la yerba, que es
muy común en los alrededores de Mariquita, y en todos
los países cálidos y templados de este Virreinato, en cuyos
temperamentos prevalece admirablemente a las orillas de
los arroyos y las zanjas.
Ha debido a su inventor esta planta el nombre de yerba,
planta o bejuco del guaco. Su género no está determinado
en botánica, pero su raíz es fibrosa y se extiende en todos
sentidos. El tallo trepador o bejucoso es redondo cuando
joven, y de cinco ángulos cuando viejo, poblado de hojas
opuestas acorazonadas, verdes entremezcladas de morado,

efecto de este remedio fue pronto: a la media hora podía el enfermo


mover libremente los dedos y al cabo de ocho días se halló perfec-
tamente bueno».

Por esta relación se ve que, sin embargo de la prontitud con que
se administró el remedio, tuvo el enfermo violentos accidentes, que
no se disiparon del todo hasta después de ocho días. No sabemos
qué operación haría el guaco en semejante caso, pero podremos
inferir de la presteza con que obra en los mordidos de nuestra cule-
bra, que en menos tiempo se habría disipado el mal, y quizá sin
experimentar el enfermo desmayo alguno.

183
Pedro Fermín de Vargas

lisas por debajo, ásperas por encima y con cabillos. Sus flo-
res colocadas en cimero son amarillas flosculosas con cuatro
flósculos en cada cáliz común o capullo. Dentro de la roseta
o corola enteriza embudada y de cinco hendeduras se hallan
cinco estambres unidos por las anteras o borlillas en forma
de cilindro que abrazan el puntero o estilo del gormen, que
tiene el estigma escotado profundamente, y encierra varias
semillas larguchas y dotadas de un vilano cerdoso.
Aunque jamás creí en la necesidad de la inoculación
del bejuco, y antes esté bien persuadido a que la única cosa
que obra en las culebras es el olor repugnante que exhala
de sí, cuyo zumo tomado interiormente con alguna conti-
nuación forma por medio de la transpiración una especie
de atmósfera que rodea la periferia de nuestro cuerpo ator-
mentado, o sea enajenando la culebra para que no muerda
o embotando el veneno en caso que lo haga; con todo para
asegurarme mejor en cosa de tanta seriedad, quise sujetarme
a la práctica establecida, por considerarla fácil, y que tal vez
insinuará alguna virtud dentro del cuerpo, así como se co-
munica el virus o veneno de la viruela por toda la masa de la
sangre, con sola la ligera incisión que se hace comúnmente.
Hecha una vez la curación en el modo explicado arri-
ba, dicen los curanderos que debe continuarse el uso de la
yerba por cinco o seis días de cada mes. Esta preparación
sirve para mantener constantemente en los humores del
cuerpo la sustancia anguicida del bejuco, por cuyo medio
se libertan del riesgo de las culebras, aun cuando no lo
llevan consigo, ni se halla en los lugares por donde transi-
tan. Añaden también que la virtud curativa se pasa —por

184
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

explicarme en sus propios términos— si no se tiene esta


precaución en todas las menguantes de la luna, de que re-
sulta que es necesario volver a sufrir la misma inoculación
de mano del curandero. Pero esta creencia es muy vulgar
para que merezca nuestro asenso mayormente cuando yo
he cogido culebras sin que me ofendiesen, después de haber
interrumpido las tomas mensuales por largo tiempo. Juz-
go por más acertado el método de prepararse media hora
antes de coger la culebra con el zumo fresco de la planta,
frotándose las manos con sus hojas para mayor seguridad,
como lo he hecho yo diversas veces.
Las pocas experiencias que se han hecho en esta ma-
teria nos dejan todavía en la incertidumbre de si el vapor
de esta yerba obra en fuerza del fastidio que causa a las
culebras, como verdaderamente anguicida, o en virtud
de una sensación agradable que las enajena y hace olvidar
su natural ferocidad. Lo único que yo he podido observar
es que en arrojando sobre la cabeza de la culebra la saliva
impregnada del jugo de la planta, se medio adormece por
inquieta y colérica que esté, pero cogiéndola el que está
curado manifiesta desazón y deseos de huir. Y habiendo
derramado bastante cantidad de dicho zumo encima de dos
culebras, no observé señales de mayor fastidio, pues a poco
rato estaban ligeras, como si nada se les hubiera echado.
Sirve el bejuco del guaco para todo género de cule-
bras . Yo examiné a más de la talla de que se ha hablado
33

33
Refiere Valmont en su Diccionario razonado universal de historia
natural, artículo serpens, que en la Martinica se halla una especie

185
Pedro Fermín de Vargas

otra de la misma especie: una coral, llamada así por su color


encarnado, y otra verde en la ciudad de Girón, y siempre ob-
servé los mismos buenos efectos. Persuádeme sea lo mismo
de la cascabel, cuya especie jamás pude observar, bien que
así el negro curandero como otros muchos me aseguraron
constantemente la generalidad con que obra dicha planta34.
Para proceder a la curación de los mordidos de culebras
es indispensable la hoja fresca del bejuco, cuyo zumo solo o

de culebra llamada Conle Sang, o corre sangre, a causa de que la


sangre corre por todos los conductos de aquel que ha sido mor-
dido. Esta es una culebra pequeña del porte de la víbora. Tiene los
ojos muy ardientes, la piel lucida y pintada de blanco y negro. Su
cuerpo es delgado y la cola menuda. Siendo contrario el efecto de
este veneno al de las demás culebras, que por lo demás tira a coagular
la sangre, parece que contra la mordedura de la Conle Sang deben
ser los remedios de la naturaleza contraria a los que conocemos. El
guaco sería tan insuficiente como los álcalis en este caso en el cual
los [faltante en el manuscrito] tal vez producirían grandes efectos.
34
Aunque el veneno de la cascabel es tan violento, podemos asegurar
no obstante que el zumo de guaco es un antídoto eficaz. Los sínto-
mas que acompañan a los mordidos de estas culebras son, aunque
más graves, de la misma naturaleza que los que producen las demás
culebras. Los remedios indicados por míster Kalm, entre los cua-
les se halla la sal común y el aceite de comer, son muy análogos a
nuestro guaco; confírmase lo dicho con la especie de ictericia que
sobreviene como efecto de los menos coagulantes.

La abundancia de culebras cascabeles que hay en este Virreinato
me hace poner aquí la noticia de la admirable virtud de las raíces y
hojas de la llantén y marrubio, administradas a los picados de estos
insectos. Dos cucharadas del zumo de ambas yerbas son suficientes,
según Buchan, para sacar al enfermo de las puertas de la muerte.

186
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

mezclado con un poco de agua tibia se le suministra al enfer-


mo en cualquier periodo de la enfermedad, y sin que preceda
otra preparación. Las hojas mascadas se aplican sobre la he-
rida y si la hinchazón no ha ganado todo el cuerpo, se ata el
bejuco a aquella parte que no ha ocupado, para que cese allí
al instante, con lo que el paciente se mejora sensiblemente.
No obstante, esto siempre es menester continuar la bebida a
lo menos otras dos veces, en cuyo tiempo, ya puede el enfer-
mo salir al campo, y comportarse como sano y libre del todo.
Es tan segura esta práctica que en los lugares donde
hay curanderos nunca, o sólo por casualidad, se muere
algún mordido de culebra. Persuádome que siendo este
remedio tan eficaz contra las culebras de América, será
tal vez un poderoso específico contra la mordedura de la
víbora que causa en Europa tantos estragos. Podría hacerse
alguna experiencia, y acreditada con un buen suceso sería
entonces la planta del guaco un objeto de comercio para
sufrimiento de las boticas europeas. Y verdaderamente
no fuera cosa vana llevar un socorro tan precioso a la hu-
manidad, cuando se cargan tantos artículos de puro lujo.
Los ingleses de la América Septentrional hacen grandes
exportaciones de la Polygala senega de Linné, que ellos
llaman rattlesnake root35 por haber notado que a más de

35
Esta planta es la misma que en las cercanías de Santafé conocen las
gentes del campo con el nombre de tinto de flor morada, y en Vélez,
Socorro y Girón con el de fague o faguito. Míster Tennent, médico
inglés, que vivió muchos años en Virginia, viendo que aquellos
que habían sido mordidos de culebra cascabel eran atormentados

187
Pedro Fermín de Vargas

su virtud contra la culebra cascabel, era de grande socorro


en las pleuresías y otras inflamaciones del pecho. También
tenemos nosotros esta misma planta. ¿Y sería mucho que
saliendo de nuestra indolencia hiciésemos así de una como
de otra la debida exportación a España vulgarizando en
todo el mundo tan prodigiosa medicina? Nisi utile est quos
facimus stulta est gloria.
El modo más acertado de conducir esta yerba a España,
u otros reinos de América, sería embotellado en extracto, o
bajo la forma de píldoras. De cualesquier modo será muy
fácil conseguirlo por la grande abundancia que hay de ella
en Mariquita, Guaduas y cercanías de Honda y Girón, en cu-
yos dos últimos lugares la he manifestado a varios curiosos.
Podría suceder que con el auxilio de un buen análi-
sis químico se hallasen en el bejuco guaco otras virtudes
igualmente recomendables que las que conocemos. Por
descontado se puede conjeturar que es un vigoroso remedio
contra las lombrices del cuerpo humano, pues participan-
do estas en cierto modo de la naturaleza de las culebras, no
puede menos de destruirlas y hacerlas arrojar. El amargo

con síntomas semejantes a los de pleuresía y perineumonía, esto


es, dificultad en respirar: tos, esputos de sangre coagulada, pulso
duro y frecuente, etcétera, y que se curaba con el uso de la senega, o
seneka, concluido que el mismo remedio podía ser útil en la pleu-
resía y fluxiones de pecho, y con efecto ha sacado felizmente de
los brazos de la muerte a muchas personas atacadas de estas enfer-
medades con el uso de esta planta.

Véase Buchan, Medicina doméstica, de la segunda traducción
en donde se halla una receta de la seneka.

188
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

tan intenso del bejuco hace más poderosa esta conjetura, y


manifiesta también su virtud estomacal y tónica. Lo cierto
es que cuantos han tomado su jugo se han sentido buenos,
y yo puedo asegurar de propia experiencia que teniendo un
estómago debilísimo, jamás he sentido impresión alguna
nociva cuando lo he usado.
Como no he podido indagar cosa cierta acerca del be-
juco de Guayaquil de que habla el padre Gumilla, no puedo
asegurar tampoco si es uno mismo con el de que tratamos.
Los efectos son idénticos, pero esto no basta para estable-
cer la identidad de las mismas plantas, pues vemos que el
bejuco de que hace mención míster Jacquin en su Historia
de las plantas americanas produce los mismos efectos que
el guaco, siendo diferentísimos en su género y clase. Dice
este autor, que conoció en Cartagena a un negro, el cual
se le presentó con una culebra viva en las manos sin que
le hiciera daño alguno. Describe el bejuco de que usaba
para adormecerla con el nombre de Aristolochia anguicida,
Stipules cordatus, cuya descripción enteramente convie-
ne al bejuco, que en la provincia de los Llanos llaman de
carare, y a cuya flor dan el nombre en la de Cartagena
de flor del alcatraz, por parecerse mucho al cuello y pico de
este pájaro. Este bejuco produce, como llevo dicho, los
mismos efectos que nuestro guaco, y es bien conocido en
los curanderos quienes lo aplican en defecto de aquel36.

36
Son muchos los antídotos que se han descubierto en todos los tres
reinos de la naturaleza. Apuntaremos algunos, para consuelo de
aquellos a cuyas manos llegare este discurso, notando de paso que

189
Pedro Fermín de Vargas

habiendo descubierto el doctor Mead en su tratado De vipera que


el remedio de la víbora no es otra cosa que una sal ácida que, en
cristalizándose, se convierte en puntas extremadamente sutiles y
penetrantes de donde viene el efecto que produce en la sangre, cua-
jándola inmediatamente, a lo que es consiguiente la muerte si no
se recurre a remedios prontos y eficaces; debemos andar muy cir-
cunspectos en el uso de los ácidos, en que regularmente conviene
nuestros regnícolas, el mismo doctor dice: «que basta esto solo
para conocer la falsedad de la opinión de aquellos, que sin haber
hecho una sola experiencia han publicado que el veneno de la víbora
es un álcali que debe remediarse con los ácidos».

Además de las culebras, hay muchos animales que tienen tam-
bién venenos, más o menos activos contra los cuales son eficacísimos
los remedios insinuados. Entre los más terribles se puede colocar
el que se compone de la sangre y baba de una especie de lagarto,
que se halla en la isla de Java, y de que usan aquellos insulares para
teñir sus formidables flechas. Para esto suspende el lagarto por la
cola, lo azotan e irritan, hasta que comienza a arrojar por la boca
un licor viscoso y amarilloso que reciben en vasos de tierra. Esta
sangre luego se fermenta al sol, se coagula insensiblemente y enton-
ces es cuando sirve para untar las puntas de las flechas.

El lagarto geco, que sirve a esta operación, se cría en muchas
provincias de Asia y África, y se ha colocado por los naturalistas
en la clase de las Salamandras tigmalas o lechosas. Por los poros o
papilas del lomo arroja un agua gomosa y cáustica que hace ampo-
llas en las manos y gangrena las carnes. Se ha descubierto que el
antídoto de su ponzoña es la raíz de azafrán de tierra que también
se llama terra merita y por los botánicos Curcuma longa.

Según esto, la costumbre que tienen los orientales de teñirse el
cuerpo de amarillo con la infusión de la cúrcuma no es un capricho
puramente de moda como reflexiona míster Paw, ni una compostura

190
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

insensata, sino una práctica saludable contra la picadura de las ser-


pientes e insectos. Los usos, como también el culto religioso de las
naciones, tienen por lo regular mucho de las propiedades físicas
del clima, cuya analogía sólo se esconde a un observador igno-
rante. El achiote con que se pintan nuestros americanos produce,
según el mismo autor, casi los mismos efectos que la cúrcuma de
la India Oriental.

La propiedad que tiene esta raíz de curar la ictericia, según
las experiencias que se hallan en la continuación del Tractatus de
materia medica de Geoffroy, hace presumir que también debe ser
antídoto del veneno de nuestras culebras, que como se ha dicho
produce una especie de ictericia.

Entre los venenos vegetales, además del manzanillo, es muy
conocido el que usan los indios caribes y otras naciones del Orinoco
con el nombre de curare. Los síntomas que se observan, en los que
han sido emponzoñados con el curare, son los mismos que los de
la mordedura de la víbora. La sangre cuajada depositándose en los
grandes vasos los extiende y produce en ellos una hinchazón exce-
siva. Por otra parte, la linfa amarilla, introduciéndose en los capi-
lares, hace aparecer en la piel manchas amarillas y de otros colores.

Un indio de diez años que se cogió a los caribes descubrió el
antídoto de este veneno, que se reduce a comer unas tomas de sal
o, en su defecto, beber unos tragos de agua del mar cuando son
heridos. Aunque la sal gema o marina sea suficiente para prevenir
la muerte, en estos casos se podía aplicar con mayor suceso, según
Paw, la sal de víbora, o la del cuerno del ciervo, cuya calidad alexi-
fármaca es bien conocida en semejantes lances. Por lo que hace al
jugo de las hojas del tabaco, se ha observado tanto que a pesar de
las experiencias que mandó a hacer Felipe ii en su presencia con
varios perros, cuyas heridas se estregaron con tabaco molido, según
refiere Monardes en su Historia medica novi orbis se ha conocido

191
Pedro Fermín de Vargas

Otras varias plantas hay que son antídotos, más o menos


poderosos, y de que igualmente se valen los curanderos
en los casos en que falta el guaco. Pero una de las medi-
cinas más celebradas es la contra de culebra. Aunque este
remedio es bien conocido de los facultativos, daremos
no obstante su composición para que llegue a noticias de
todos, y se puedan prevenir de él, para los casos que ocu-
rren. Lo principal de la composición consiste en conseguir
cuatro cabezas de culebra diferentes. Las mejores son de
talla, cascabel, coral y culebra verde. Muélense juntas per-
fectamente, y en estando se mezcla con otra preparación
compuesta con zumo de limón y dieciséis o veinte granos

después que en muchos casos no es infalible. Por el mismo estilo


se ha desacreditado el azúcar de nuestras cañas, que también se
tuvo por un poderoso específico, y aun superior a la misma sal.
Las experiencias hechas en Lieden en 1744 con flechas emponzo-
ñadas, que llevó a Europa monsieur de La Condamine a su vuelta
del Perú, quien picó en presencia de Musschenbroek, Van Swieten
y Abbino dos pollos, decidieron la falta de eficacia de este reme-
dio. El pollo a quien se le hizo comer el azúcar expiró cinco o seis
minutos después que el otro a quien no se le había dado. Puede ser
que la diferencia de clima y el frío, que era muy sensible cuando
se hicieron las experiencias, hayan impedido la operación de este
remedio en Holanda, contra lo que se había observado algún tiempo
antes en Cayena, situada en la zona tórrida, en cuyo clima se han
salvado frecuentemente con el azúcar muchos hombres y anima-
les heridos de aquel veneno. El modo como obra el azúcar en los
heridos del curare es bien dificultoso de explicar. Parece que esta sal
obra inmediatamente en la sangre en el instante mismo en que se
traga, pues la eficacia del veneno es tanta que no da lugar a que el
estómago haga sus funciones para digerirla.

192
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

de pimienta en polvo. Para mezclar bien esta composición


se previenen de una pluma, con la que vuelven y revuelven
el todo, echándole siempre limón, hasta que se conceptúa
que están bien penetradas las sustancias. Dejan secar este
compuesto para guardarlo en hojas de tabaco a fin de que
no se exhale.
Este remedio jamás se aplica sino como tópico, y nunca
se valen de él si no es cuando el guaco no se halla a mano.
El modo de hacer la curación en estos casos es el siguiente:
luego que el paciente comienza a sentir dolor, se le sumi-
nistran los polvos de la Aristolochia anguicida o carare en
aguardiente vivo o agua tibia. Procédese a hacer una inci-
sión en cruz sobre la herida encima de la cual se aplica la
contra de cabezas, molida antes en alguna piedra limpia y
humedecida en zumo de limón.
Para quitar la hinchazón, que suele sobrevenir como
efecto de la mordedura, hacen aquellas gentes dar baño
en las partes hinchadas con el cocimiento de una planta
sarmientosa, llamada vulgarmente chocacito, que no es
otra cosa que una especie de calabaza amarga.
Debe advertirse que igualmente se curan contra las
culebras aquellos animales domésticos que más se esti-
man y que más sirven. Valiéndose aquellas pobres gentes
de estas precauciones, por la abundancia que hay en las
tierras calientes de aquellos insectos ponzoñosos, con-
tra los cuales la naturaleza siempre próvida y fecunda en
recursos benéficos, aunque algunas veces desconocidos,
ha experimentado con prodigalidad las plantas que sir-
ven de antídoto. El guaco es una de las que a cada paso se

193
Pedro Fermín de Vargas

encuentran, y apenas hay arroyo o zanja en tierra caliente


donde no se halle con maravillosa abundancia.

Si nota foret vis insita plantis


Quos meluat vitae casus mortalis agestas!

194
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

Glosa a propósito de las ideas


económicas de don Pedro Fermín
de Vargas, en sus relaciones con
la Independencia de América

Por Manuel José Forero

195
No dejó España a merced de factores desconocidos
o imprevistos el crecimiento de la semilla que plantaron
sus hombres en el suelo de América. Así dejamos cifra-
do nuestro pensamiento con relación a lo que ordinaria-
mente se denomina el monopolio de España en el Nuevo
Continente.
La Madre Patria no sólo presidió el acto del Descu-
brimiento y de la Conquista, sino que dedicó parte muy
considerable de sus energías a mantener vigoroso imperio
sobre los hombres y las cosas de ultramar. Concepto es este
de tan poderosa raigambre en los dirigentes españoles de
los siglos xvi, xvii y xviii, que no hay momento histó-
rico en que decaiga o disminuya su ejercicio. Al contrario
de otras naciones, como Francia, que miraban con fría
indiferencia lo que no fuesen los problemas continenta-
les, España mantuvo con persistencia su atención hacia
las Indias.
Sabio fue el pensamiento español cuando quiso influir
cada día en la formación de lo atañedero a sus colonias,

197
Pedro Fermín de Vargas

pues de él se derivó la predicación de sus misioneros, la


disquisición de sus filósofos, la labor de sus políticos, la en-
señanza de sus maestros, la paciente fama de sus emigrantes
y la orientación cotidiana de sus más remotos súbditos. No
quiso España que América siguiera a merced de sí misma,
como en los siglos precolombinos, sino que viviera una exis-
tencia nueva, nutrida por los conceptos metropolitanos.
Es preciso enaltecer la acción española en el punto
fundamental de este estudio. Si ella hubiese dejado en
el renglón último de sus preocupaciones aquellas que se
desprendían del hecho histórico del Descubrimiento y la
Conquista, no habría trasplantado a Indias el acervo con-
siderable de sus patricios ni el tesoro vastísimo de sus ideas.
Si la América hubiese figurado solamente ante los ojos de
España como una comarca apta apenas para las labores
rurales y la explotación minera, no hubiera presenciado
el mundo en las centurias inmediatamente anteriores a
nosotros la fundación de sus universidades, la erección
de sus catedrales y el diario crecimiento de sus opulentas
bibliotecas. Pero la Madre Patria quiso influir en la men-
te de los americanos y formarla a su imagen y semejanza.
Resultó evidente para ella el hecho de que si permitía a
las gentes de toda Europa trasladarse a Indias con el bagaje
de sus peculiares ideas, se trabaría en aquel lejano escenario
una lucha permanente que en el futuro podría perjudi-
car su propia obra; fue claro, igualmente, para ella que la
concurrencia de las diversas razas que poblaban entonces
las grandes regiones europeas produciría perturbaciones
de importancia, ya que la unidad política requería para

198
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

su más fácil desarrollo el fundamento de la unidad racial.


Entonces, al persuadirse por la acción mental de sus más
altos varones de que las restricciones inmigratorias serían
complemento adecuado de su plan primitivo, las puso en
vigencia en términos rigurosos.
Tan excluyentes fueron que originariamente no hubo
siquiera para los nacidos en España licencia de pasar a las
Indias. Durante el reinado de Isabel la Católica apenas fue
permitido el viaje a los castellanos y leoneses; después de
su fallecimiento se otorgó igual merced a los aragoneses,
y poco más tarde a todos los peninsulares. Pero ello fue
resultado de las variaciones que naturalmente ocurrieron
en la política de la monarquía por la desaparición de Isa-
bel y de Fernando.
La primera, que nunca dejó pasar inadvertida cosa
alguna que engrandeciera a su patria y distinguiera a sus
vasallos más inmediatos, halló en las disposiciones aludi-
das una circunstancia oportuna y feliz. Castilla, y León
ante todo, fue uno de sus móviles preferidos. Ejemplo sa-
gacísimo fue este para Don Fernando cuando dispuso que
la gracia se entendiera también para los hijos de Aragón.
Unidad étnica significaba unidad intelectual y moral.
Así lo comprendieron los fundadores de aquel imperio cuyas
huellas engrandecieron al mundo. No lo apreció en la misma
proporción el Emperador Carlos v, cuyas disposiciones en
el particular abrieron a todos sus súbditos —de cualquier
comarca que fuesen— la puerta del Nuevo Continente.
Grave presión debió padecer, sin duda alguna, Car-
los v para determinarlo a dictar una medida de tan vastas

199
Pedro Fermín de Vargas

proyecciones. La conveniencia política de mantener con-


tentos bajo su cetro a los muchos pueblos que en nada
concordaban con las gentes peninsulares le ordenó, antes
que aconsejarle, romper las antiguas barreras. Empero, la
senda trazada por los Reyes Católicos debió mantenerse
con vigorosa persistencia muchos años ante sus ojos. Y
no pensamos nosotros que el Emperador dispuso de toda
su libertad política al proceder en las condiciones dichas,
pues bien sabido es que sus acreedores fueron muchos y
extremadamente grandes las deudas que contrajo.
Los pasajeros a Indias debían, ante todo, obtener la
correspondiente licencia, so pena de incurrir en las graves
penas señaladas a los contraventores. En el registro habrían
de figurar su nombre y los de sus padres, su procedencia y
su destino final, como también su profesión y estado civil.
Las mujeres solteras no podían pasar al Nuevo Mundo, a
no ser cuando iban en compañía de sus padres; las casa-
das debían acompañar a sus maridos, y solamente en casos
señalados podían quedarse en la Península. Además, si el
marido tenía precisión de trasladarse solo, estaba obligado
por las leyes a garantizar con 1.000 ducados su retorno a la
patria en el plazo máximo de tres años, o a llevarla consigo
si permaneciese aún en las Indias.
Los funcionarios, de cualquier categoría que fuesen, te-
nían obligación de llenar las mismas formalidades previstas
para los simples pasajeros. Hay en todas estas disposiciones
un rigor y severidad notables, pero no afirmamos que ellas
se cumplieron siempre, pues las informaciones que tenemos
delante al escribir este estudio nos permiten deducir que

200
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

no pocas veces fueron violadas. Estaba ordenado que si un


pasajero lograba introducirse al barco destinado a América
sin tener en orden sus papeles, el capitán debería arres-
tarlo provisionalmente y devolverlo al lugar de su origen.
En España recaía sobre él la multa de cien maravedíes y la
pena de diez años de destierro. Más graves eran las que se
imponían a quienes habían logrado entrar a la América y
vivir en ella, pues accesoriamente sufrirían la confiscación
de los bienes adquiridos en el Nuevo Mundo.
Algo más de cien años después del Descubrimiento,
el fraude había tomado caracteres tan extremados, que el
código español señaló como castigos la degradación y la
pena de muerte para aquellos almirantes o capitanes de
barcos que permitiesen el traslado de personas no autori-
zadas. Esto fue ordenado en 1607.
Sin que pretendamos concederles importancia básica
en este particular, consideramos que ciertas afirmaciones
escritas por el famoso don Miguel de Cervantes Saavedra
deben ser tenidas en cuenta al hablar de la inmigración a
este continente; ellas constan en el texto de las Novelas
ejemplares, al referirse al celoso extremeño:
«No ha muchos años que de un lugar de Extremadura
salió un hidalgo, nacido de nobles padres, el cual, como un
otro pródigo, por diversas partes de España, Italia y Flandes
anduvo gastando así los años como la hacienda, y al fin de
muchas peregrinaciones —muertos ya sus padres y gastado
su patrimonio—, vino a parar a la gran ciudad de Sevilla,
donde halló ocasión bastante para acabar de consumir lo
poco que le quedaba. Viéndose, pues, tan falto de dineros,

201
Pedro Fermín de Vargas

y aun no con muchos amigos, se acogió al remedio a que


otros muchos perdidos se acogen, que es el pasarse a las
Indias, refugio y amparo de los desesperados de España,
iglesia de los alzados, salvoconducto de los homicidas, pala
y cubierta de los jugadores a quienes llaman ciertos los pe-
ritos en el arte, añagaza general de mujeres libres, engaño
común de muchos y remedio particular de pocos».

***

Dos tipos de inmigrante conoció la América. Uno fue el


aventurero, a quien las dificultades económicas empujaron
más allá del estrecho de Gibraltar, y cuyos antecedentes
genealógicos son oscuros por sí mismos; otro fue el hom-
bre hidalgo que se radicó en Nueva España o en Nueva
Granada, en Lima o en Panamá, por razón del ejercicio de
un cargo público o por conveniencias simplemente comer-
ciales. Cuando los Reyes Católicos hicieron a Cristóbal
Colón, en 1497, entrega virtual de todos los condenados
a muerte o a destierro para que le acompañasen en su ter-
cer viaje, concedieron libre entrada a Indias a gentes de la
peor laya o de circunstancias criminosas.
Posteriormente la inmigración ofreció características
mejores: jueces, escribanos, oficiales reales de buena condi-
ción social vinieron a establecer aquí sus hogares; oidores
y presidentes hubo que trajeron a sus esposas y a sus hijos
para mantener en torno suyo la tranquila fisonomía de
la vida española, y cuidar sosegadamente de los asuntos
públicos. Cristianos viejos, patricios de grandes virtudes,

202
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

hombres y mujeres de cepa acreditada y de linaje conocido


escogieron en América un sitio para vivir y morir. Sería tan
equivocado pretender que los inmigrantes fueron siempre
nobles y blasonados, como pensar que sólo fue América
asilo de gentes inferiores y ruines.
Por otra parte, no debe olvidarse en los pueblos his-
panoamericanos actuales, en donde a veces se levantan
voces de agravio para la vieja España y sus antiguos hijos,
que de esos españoles descendemos todos nosotros, los que
amamos por igual su historia y la historia de América, y la
estudiamos con ferviente interés. De la Metrópoli vinieron
nuestros mayores, y en ella aprendieron aquellas lecciones
de virtud y de sabiduría que ojalá constituyan el escudo
bruñido de nuestros espíritus.

***

Si de las comarcas fabulosas de Catay aguardaba Castilla


oro y piedras preciosas en abundancia, no menos esperó
de las islas y Tierra Firme con tanta brevedad exploradas
por sus vasallos. Antes de que los políticos de la Corte co-
nocieran con exactitud las circunstancias geográficas de
dichas regiones y de que se tuviesen noticias precisas acer-
ca de la índole de sus habitadores, ya habían proyectado
en sus líneas generales aquellas normas de conducta que
diesen como resultado el monopolio comercial.
No tardaron, en efecto, las leyes dirigidas a favorecer
a Castilla con el producto de las tierras halladas; súpose
que en ellas había una naturaleza maravillosa, opulenta en

203
Pedro Fermín de Vargas

vegetales y minerales de grande aprovechamiento; recibióse


con alborozo la noticia de que los naturales se adornaban
con joyas de oro y de que fácilmente las ponían en manos
de los descubridores, como propiciación o como dádiva,
y de tales informaciones salió la determinación firme de
adquirir para la Corona cuanto rico metal fuese posible.
No insistiremos aquí en recordar lo que en otro capítulo
dejamos dicho acerca del criterio fundamental de Castilla
y de la Reina Isabel en cuanto a las tierras descubiertas por
su capacidad y su esfuerzo.
Tentó el oro en proporción tan formidable a los pe-
ninsulares que no tardaron en formarse agrupaciones de
ellos dispuestas a embarcarse hacia Occidente; para la pri-
mera de las expediciones de Colón fue difícil reunir la
tripulación indispensable, en tanto que para la segunda se
congregaron cerca de dos mil hombres y diecisiete bajeles.
Delante de la fisonomía económica del mundo americano
cayeron el temor de los europeos primitivamente apegados
al comercio continental y sus prejuicios de simple orden
geográfico.
Tales islas y Tierra Firme necesariamente iban a re-
querir artículos elaborados en Europa, puesto que sus
colonizadores estaban habituados a ellos; así, tanto cre-
cería la exportación cuanto creciera la emigración. Ahora
bien, España habría de monopolizar en su provecho esa
faceta peculiar de la vida económica, disponiendo desde
el primer instante que no hubiese exportación hecha por
manos extrañas a las suyas, y tomando aquellas medidas
que, sin privar a los colonizadores de manufacturas no

204
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

españolas, dejasen en su comercio propio el beneficio de


la intervención.
Más todavía. Para la industria peninsular, América
ofrecía posibilidades infinitas en materias primas, y cuan-
do excediesen ellas a la necesidad, ahí estaba toda Europa
ansiosa de adquirirlas. En este aspecto podría también Es-
paña lograr nuevos beneficios, sirviendo de intermediario
obligado entre los dos continentes.
Con el objeto de mantener desde un principio la ri-
gidez del monopolio de que venimos hablando, los Reyes
dispusieron que solamente una de las ciudades de Castilla
entendiese en las cosas de la navegación transatlántica.
Correspondió ese privilegio a Sevilla, por ser la más impor-
tante de las ciudades castellanas, lo cual demuestra —en
opinión de Haring— hasta dónde consideraban suyo los
Reyes Católicos el descubrimiento del Nuevo Mundo.
Como es natural, otras ciudades se resintieron por esa
medida, sin que sus reclamos fueran eficaces, pues lo que
ordenó la voluntad del Monarca subsistió sin mudanza
alguna durante largos años.
La Casa de Contratación nació del monopolio y sirvió
largamente sus intereses; Sevilla estaba colocada geográfi-
camente en una posición tal que sin tener las ventajas de
un puerto de la Península, como Cádiz, estaba lo bastante
cerca de la fuente del Gobierno y de la sede de la legisla-
ción para recibir su influjo y señorío. Agrega Haring: «En
cuanto a la Corona, para ella era más fácil mantener en
un puerto único aquella rígida supervigilancia sobre cada
pormenor del comercio y de la navegación que constituía

205
Pedro Fermín de Vargas

el ideal de los españoles». Dentro de lo natural estaba la


ambición gaditana de adquirir para sí el privilegio que
descansaba en Sevilla, por sus excelentes condiciones, y
muchas circunstancias lo aconsejaban así; empero, como
resultado de sus muchos reclamos, apenas logró se le con-
cediese un juzgado cuyas funciones en un todo estaban
condicionadas por la voluntad de la Casa de Contrata-
ción de Sevilla.
En lo tocante al territorio peninsular, quedó en esta
forma asegurado el monopolio, y para que en el Continente
Nuevo correspondiera la realidad a los deseos castellanos,
fueron dictadas con prontitud minuciosas disposiciones
dirigidas a impedir el contrabando en todas sus formas.

***

Que los extranjeros no intervengan en el comercio de América


era la fórmula política y la consigna de los mejores vasallos
de Don Fernando y Doña Isabel, seguida luego vigilante-
mente por quienes los sucedieron. El fundamento general
de ella está suscrito por el famoso jurista José de Veytia en
los términos siguientes:
«La prohibición de extranjeros se ve acreditada por
casi todas las repúblicas del mundo, procurando precaver
los inconvenientes graves que ha enseñado la experiencia
resultan de dar entrada a gente forastera de disímil natura-
leza, costumbres y ministerios; cuando, además de las otras
razones políticas, la vulgar de correrse con más felicidad en
suelo ajeno que en el propio, suele favorecerlos tanto, que

206
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

el torrente de las aguas buscadas y adquiridas para el refri-


gerio y desahogo de nuestros sedientos campos se propaga
y convierte en aprovechamiento de los extraños».
Al referirse, no ya a las bases generales de la cuestión,
sino a los extranjeros en sí mismos, agrega:
«Ningún extranjero puede tratar ni contratar en las
Indias, ni pasando a ellas, ni comerciando desde estos rei-
nos, sin habilitación y licencia de Su Majestad.
«Los que la tuvieren, han de poder solamente con
sus bienes y caudales, pena de perdimiento de ellos y de
la habilitación».
Ahora bien, no ha de entenderse que a fines del siglo
xvii eran extranjeros todos los nacidos fuera de España,
simplemente. Dicho carácter cobijaba a muchos españo-
les, por el hecho de haber nacido más allá de los límites de
Castilla, León y Aragón. Recordemos que el testamento
de Isabel la Católica fue muy claro en orden a restringir a
sus vasallos el beneficio del hallazgo de América.
Tan extranjeros eran los hombres nacidos fuera de
Castilla, León y Aragón como los portugueses de su tiem-
po, según se ve en la ley siguiente, del año 1564, dada para
lograr la expulsión de estos últimos de la tierra americana:
«Echarlos heis de ella, y de aquí adelante no consenti-
réis estar en ella los que de nuevo fueren, y lo mismo haréis
en otros cualesquier extranjeros que han ido de fuera de
estos reinos de Castilla y Aragón».
En el año de 1591, es decir, a fines del siglo xvi, refie-
re Veytia, se mandó que saliesen de las Indias los que no
fueren naturales de Castilla, Aragón, Valencia y Cataluña,

207
Pedro Fermín de Vargas

y que no pudiesen tratar en ellas, ni tener compañías, ni


comprar oro, ni plata en barras ni en pasta, pena de per-
dimiento de bienes y destierro de Castilla.
La primera de las condiciones requeridas para practicar
el comercio en Indias fue, por tanto, la de pertenecer a los
reinos de Castilla, León y Aragón, ya fuese por nacimien-
to, ya por naturalización o habitual domicilio, y después de
ella, la de incorporar sólo a las especulaciones correspon-
dientes la hacienda propia. De lo cual se desprende que
en los lustros iniciales de la dominación española fueron
muy pocos los que realmente vinieron a lograr provecho
del monopolio, sin que tuviesen acceso a la explotación
comercial innumerables mercaderes que desde entonces
hubiesen dado un tanto de amplitud a la fisonomía eco-
nómica del Nuevo Mundo.
Rígidas fueron, pues, las normas básicas de la activi-
dad mercantil americana; como resultado simplemente
natural del curso de los años, numerosas disposiciones
legales fueron dictadas hasta fines del siglo xviii, que re-
dujeron las dificultades primitivas y abrieron perspectivas
mejores y horizontes más generosos. Era de tal naturaleza
la lucha de las naciones enemigas de España contra ella en
sus relaciones con América, que la actividad de bucaneros
y piratas no le dejó punto de reposo y llenó de zozobra
siempre el viaje de sus grandes navíos. De este modo lle-
gó a formarse en el ambiente propio de los comienzos del
siglo de la Independencia un mismo acento, opuesto al
monopolio, en el que confundieron su aspiración los más
opulentos países europeos y los más francos partidarios

208
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

de la reforma administrativa y política, precursores de esa


misma emancipación.
De todas las provincias americanas surgió un clamor
unánime que pretendió despertar la adormecida sensibili-
dad de la Metrópoli, con el objeto de que se remediaran los
múltiples inconvenientes derivados del monopolio comer-
cial; del mismo modo que en los años iniciales fueron los
vecinos de las grandes ciudades españolas los que levanta-
ron la voz para protestar respetuosamente pero con firmeza
contra el predominio vinculado a Sevilla y a su Casa de
Contratación, en los últimos años del régimen hispano en
las Indias fueron los vecinos de las ciudades americanas
los que demandaron con claras palabras la reforma de los
abusos establecidos y de la legislación incompetente. Más
aún, España misma, por boca de sus mayores economistas,
ensayaba una restauración, o al menos, una promesa de ella.
El Nuevo Reino de Granada habló entonces (1790)
por los labios de don Pedro Fermín de Vargas:
«El horror con que se vio la introducción de extran-
jeros en estos países, y la severidad con que se prohibió,
ha tenido a nuestra población en el estado de languidez
en que la vemos. Los españoles que vinieron a este Reino
fueron poquísimos respecto de su extensión. Los indios
habían desaparecido casi del todo, y los negros que se in-
trodujeron, o no probaron bien en estos climas, o eran en
tan corto número que no podían reemplazar la pérdida de
los habitantes naturales. Así, la prohibición del comercio
con los extranjeros en América opuso a nuestra población
un obstáculo invencible.

209
Pedro Fermín de Vargas

«No ha muchos años que se franqueó el comercio de


cabotaje que anduvo prohibido tan largo tiempo. Y estos ye-
rros multiplicados no se pueden atribuir a otra cosa que a la
ignorancia de los principios más claros de política. Porque,
¿cómo es posible que de otra manera se pueda creer que en
un Estado se prohíba a los vasallos la comunicación de unos
puertos a otros, y que las provincias se socorran mutuamen-
te sus necesidades?
«Consiguiente a este yerro fue el de la expedición de las
flotas y galeones que hacían sumamente tardío el comercio
de estos dominios con su Metrópoli, y a este respecto todas
las correspondencias. La Corte, por esta falta de comuni-
cación, rara vez se instruía de lo que pasaba por acá; los
vasallos vivían oprimidos de los gobernantes, y estos segu-
ros de la impunidad de sus crímenes cometían los mayores
excesos. Fue origen de muchos males esta interrupción de
noticias, y prueba evidente del carácter fiel de los america-
nos la resignación con que lo sufrían sin hacer el más leve
amago de inobediencia.
«… El descubrimiento del Nuevo Mundo y de las Indias
Orientales, después de haber causado en todos los Estados
de Europa una extraña revolución política, ha dado origen
a innumerables necesidades ficticias sin las cuales no pue-
den pasar sus habitantes. El café, el té, el chocolate, etcétera,
son objetos de lujo necesarios para todos los cuerpos. Las
artes y la medicina han entrado también en parte de estas
mismas necesidades, y he aquí una multitud de ramos de
agricultura y de comercio con que podemos entretenernos
ventajosamente. Si se atiende a que los franceses e ingleses

210
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

con el solo cultivo de sus colonias han triplicado su comercio,


su población y sus riquezas, y que nosotros con nuestro oro
y plata no hemos hecho otra cosa que empobrecer, se cono-
cerá fácilmente la ventaja de la agricultura sobre las minas.
«La prodigiosa extensión de terreno que tenemos en
el Reino, su maravillosa fecundidad y la baratura de su pre-
cio nos pone en estado de cultivar con mayores ganancias
todos los frutos de las islas y, por consiguiente, de darlos
a mejor mercado que los extranjeros. Ya se quejan estos
de que el aumento de cultura va haciendo decaer el terre-
no de las islas de su primera fertilidad, con que teniendo
nosotros nuestros terrenos vírgenes, es positivo que en
igualdad de extensión cogeríamos duplicados frutos, cir-
cunstancia que nos pondrá en estado de venderlos más
baratos con ventaja de nuestra balanza.
«Sólo hay un inconveniente qué temer en esta opera-
ción, y es que los extranjeros han perfeccionado extremada-
mente su cultura, y así sería preciso que nosotros elevásemos
la nuestra al mismo grado, para que nuestras producciones
tuviesen en Europa la misma reputación. Pero esto se podría
conseguir con el establecimiento de sociedades patrióticas
que ayudasen con sus luces y fondos a la perfección de nues-
tra labranza.
«… Pero aún quedaba un paso que dar en esta carrera:
este sería permitir la extracción libre de nuestros frutos a
las mismas islas, o cualquier otra parte de Europa en dere-
chura, en embarcaciones nacionales. Los comerciantes de la
Península no han adquirido aquel grado de reputación que
sólo es capaz de las grandes especulaciones del comercio,

211
Pedro Fermín de Vargas

ni este en general tiene todavía en España la actividad que


entre las demás naciones. Así es que dando una vuelta in-
mensa a nuestros frutos por los puertos de la Metrópoli,
o salen demasiado caros, o entretanto se surten las demás
naciones de sus propias colonias. Los extranjeros son de-
masiado celosos de sus intereses, y no hay que esperar que
vayan a pagar en España el flete y los derechos de aquellos
frutos que ellos mismos cultivan.
«Sería, pues, lo más seguro llevárselos nosotros mis-
mos, o permitirles la venida de sus navíos a nuestros puertos.
En esto no podría haber otro inconveniente que el del con-
trabando, pero este sería quizás menos de lo que es hoy, si
se concediese la venta de aquellas cosas que no se fabrican
en la Península, y que son de un consumo necesario en es-
tos dominios. Pongo por ejemplo las harinas, la loza, los
pintados, efectos que gastamos generalmente de contra-
bando, sin que se pueda impedir, pues aun después de la
reforma de derechos que ha habido con el establecimiento
del comercio libre, gana el comerciante clandestino un 64
por 100 más que el comerciante legítimo. Los franceses e
ingleses no son menos celosos del contrabando que noso-
tros; con todo, permiten recíprocamente todo aquello de
que no pueden surtir a sus colonias, por cuya razón siem-
pre se han llevado a Norteamérica los azúcares, los cafés,
los aguardientes y los melado de las posesiones francesas,
trayéndose en retorno las maderas, las harinas, las carnes,
el pescado, etcétera.
«Aumentado el comercio con esta libertad, sería consi-
guiente el aumento de nuestra agricultura, y a este respecto

212
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

el de la población», concluye don Pedro Fermín de Var-


gas. Y agrega que la población sólo puede aumentarse en
proporción directa al cultivo de las tierras y al fomento y
desarrollo de las industrias y del intercambio. Pero mien-
tras subsistan las trabas de tiempos antiguos y no se abran
las costas granadinas al comercio y a la naturalización de
los extranjeros —afirma— continuará este país soportan-
do una carga de pesadumbre y miseria bien lejanas de la
opulencia a que lo convidó la naturaleza por medio de sus
incontables riquezas y posibilidades.
Adelante oiremos la voz de otro americano más ilustre
aún, sobre este mismo aspecto de la vida social.

***

No habían faltado en España varones de sabio consejo que


amonestaran a sus príncipes acerca de los buenos principios
de la economía nacional e internacional; así lo atestiguan
los nombres de Martín González de Cellorigo y Diego
José Dormer, en escritos publicados en 1600 y 1684, res-
pectivamente. El primero dice a las gentes de su tiempo:
«La decadencia de España procede de menospreciar las
leyes naturales que nos enseñan a trabajar, y que de poner
las riquezas en el oro y en la plata y dejar de seguir la ver-
dadera y cierta que proviene y se adquiere por la natural
y artificial industria, ha venido nuestra república a decaer
de su florido estado… La verdadera riqueza no consiste
en tener labrado, acuñado o en pasta mucho oro o mu-
cha plata, que con la primera consunción se acaba, sino

213
Pedro Fermín de Vargas

en aquellas cosas que, aunque con el uso se consumen en


su género, se conservan por medio de la subrogación, con
que se puede sacar de las manos de los amigos y enemi-
gos el oro y la plata… Y es no entender lo que es el dinero
quien de este fundamento se aprovecha, porque si, como
lo dice la ley, sólo fue inventada para el uso de los contra-
tos, no es sino causa de la permutación, pero no el efecto
de ella, pues sólo es para facilitarla y no para otra cosa… Es
error también no entender que, en buena política, la can-
tidad más o menos de dinero no alza ni baja la riqueza de
un reino, porque no sirviendo de más que de ser instru-
mento de las compras y ventas, tanto efecto hace el poco
dinero como el mucho, y aun mejor, pues quita el pesado
uso de los tratos y comercios y le hace más fácil y ligero.
Lo mismo se hace con el poco dinero que con el mucho,
de que dan suficiente fe los contratos de ahora cien años,
porque lo que entonces se hacía con un real, ahora no se
hace con cincuenta».
Si tal dijo don Martín González en 1600, en térmi-
nos igualmente sabios se expresó don Diego José Dormer
en 1684 al hablar a las Cortes de Zaragoza sobre libertad
de comercio: «Asentado por constante que todas las na-
ciones comercian por permutas, por la razón que de otra
suerte se consumirán luego el dinero de cada provincia,
y porque por mar y tierra los que llevan los géneros han
menester volver cargados de otros, por el mayor daño que
se les seguirá en perder las conducciones o la suma costa
que tendrían si no trajesen cosas de donde han llevado
otras… estando prohibidas las mercaderías extranjeras, se

214
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

quita necesariamente la ocasión y el medio para el despa-


cho de los frutos y cosas propias, pues el que trae lo uno
lleva lo otro, por ganar en ello también… Últimamente,
se ha de considerar que la prohibición no sirve, como se
tiene experiencia, sino para que se vendan más caras las
mercaderías y de menos provecho, porque la misma difi-
cultad de ellas hace que no haya elección y se deseen y se
soliciten más, y a su interés se añade el de los metedores
y de los que las cubren, que todo lo recobra el mercader,
y la generalidad no saca fruto, sino muchísimo daño, por
cargar en otras cosas lo que excusa en esto, por ocasión de
haberlo prohibido».
Pasan los años, nuevos reyes ocupan el trono, y políticos
nuevos suceden a los antiguos, pero las leyes permanecen
estacionarias, o padecen mudanzas tan insignificantes que
apenas percibe su mejoría el conjunto social, de donde re-
sulta que mientras los problemas se multiplican y crecen
las necesidades públicas, ya por el aumento de población,
ya por las diversas influencias de que se encuentra circui-
da, las normas fundamentales continúan estacionarias y
apenas se vislumbra en un porvenir remoto la lumbre de
una restauración benéfica. No de otra manera podríamos
explicarnos el respeto con que España escuchó la palabra
de Jovellanos en sus intervenciones de 1788 acerca de las
cuestiones agrarias y del comercio metropolitano, que tan
desvelada mantuvieron a la monarquía en dicho año. Su
pluma trazó entonces un bosquejo magistral del panorama.
En la Península española había decaído la agricul-
tura en tales términos que serían precisos muy vigorosos

215
Pedro Fermín de Vargas

esfuerzos para levantarla de su postración; como si el país


hubiese olvidado su propia estructura y su fisonomía pecu-
liar, los agricultores padecían toda suerte de dificultades,
y gravámenes tan duros, que apenas alcanzaban una re-
compensa precaria sus innumerables fatigas. La legislación
antes favorecía al sedentario mercader que al campesino
laborioso, y las exenciones iban en provecho de quien ma-
yores posibilidades económicas gozaban, sin mirar al pro
común y a la conveniencia general. España había descendi-
do uno a uno los peldaños de su vieja prosperidad, y nada
permitía esperar que los subiese de nuevo.
Jovellanos clamó entonces por un saludable despertar
y por una mirada del país sobre sí mismo, haciendo a un
lado las ataduras tradicionales que la ahogaban y le impe-
dían cuidar de sus intereses; la pluma de este insigne clásico
imploró entonces con el objeto de que se corrigiesen las pa-
sadas equivocaciones y se reformasen los defectos públicos,
puesto que no sólo las leyes sino las costumbres fatuas empu-
jaban hacia la ruina todo el andamiaje social. Todo el texto
de la Ley agraria está impregnado de amargura patriótica y
asombra por la claridad de los conceptos y la franqueza de
las proposiciones. La palabra del insigne escritor alude al
problema de las colonias americanas cuando dice:
«Cuando una metrópoli no tiene en la industria na-
cional o en algún ramo de ella sobrantes con qué abastecer
las colonias, la buena economía quiere que las abastezca
con productos extranjeros para asegurarse de su comercio
exclusivo. En este caso la metrópoli debe contentarse con
un comercio de economía, que aunque no tan precioso,

216
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

es siempre para ella de considerable utilidad, porque sobre


los derechos que adeuda el género extranjero a la entrada,
sobre las comisiones, almacenajes y conducciones que paga
hasta los puertos de salida, contribuye a Su Majestad los
derechos de esta y los de entradas en los puertos de las co-
lonias, y estas son propiamente ganancias nacionales, que
fomentan el comercio y la marina mercantil, y mantienen
una muchedumbre de manos intermedias, indispensables
en esta especie de comercio».
A pesar de que Jovellanos se declaraba entonces defensor
del monopolio en cuanto nada debería escapar a la vigilancia
española, no por eso dejaba de reconocer que era indebido
privar a la América de aquellos elementos que la Metrópoli
estaba lejos de producir: «Es preciso que suplamos con los
productos de la extraña aquello a que no alcancen los de la
propia industria, y entonces los que hubiéramos adoptado
para este objeto deben ser tratados como nuestros. Y, a la
verdad, ya que en ellos no lo ganemos todo, ¿por qué a lo
menos no ganaremos alguna parte?… La industria, que sólo
puede prosperar en medio de la libertad, debe desfallecer a
vista de tantas sujeciones y estorbos como se le oponen».
Y al presentar el resultado de sus reflexiones y trabajos
acerca del vastísimo problema de la agricultura española,
decía:
«Salgan nuestros labradores de los poblados a los cam-
pos; contraigan la sencillez e inocencia de costumbres que
se respira en ellos; no conozcan otro placer, otra diver-
sión, que sus fiestas y romerías, sus danzas y meriendas…
¿Por ventura no es la falta de comunicaciones y la carestía

217
Pedro Fermín de Vargas

absoluta de todo la causa de la despoblación de los cam-


pos?… Sin duda que vuestra alteza necesitará de toda su
constancia para derogar tantas leyes, para desterrar tantas
opiniones, para acometer tantas empresas y para combatir
a un mismo tiempo tantos vicios y tantos errores, pero tal
es la suerte de los grandes males, que sólo pueden ceder a
grandes y poderosos remedios.
«Dígnese pues, vuestra alteza, de derogar de un golpe
las bárbaras leyes que condenan a perpetua esterilidad tantas
tierras comunes; las que exponen la propiedad particular al
cebo de la codicia y de la ociosidad; las que prefiriendo las
ovejas a los hombres, han cuidado más de las lanas que los
visten que de los granos que los alimentan; las que estan-
cando la propiedad privada en las eternas manos de pocos
cuerpos y familias poderosas, encarecen la propiedad libre
y sus productos, y alejan de ella los capitales y la industria
de la nación; las que obran el mismo efecto encadenan-
do la libre producción de los frutos, y las que gravándolos
directamente en su consumo, reúnen todos los grados de
funesta influencia de todas las demás. Instruya vuestra alteza
la clase propietaria en aquellos útiles conocimientos sobre
que se apoya la prosperidad de los Estados, y perfeccione
en la clase laboriosa el instrumento de su instrucción, para
que pueda derivar alguna luz de las investigaciones de los
sabios. Por último, luche vuestra alteza con la naturaleza y,
si puede decirse así, oblíguela a ayudar los esfuerzos del in-
terés individual, o por lo menos a no frustrarlos».

***

218
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

Tales clamores, esparcidos bajo el cielo de España por uno


de sus varones más virtuosos y sabios, dan a entender con
exactitud la situación general del país y, por consiguiente,
de todas y cada una de las partes del organismo político.
Ese urgido patriotismo de que están llenas las palabras de
Jovellanos también infirma el espíritu de un prócer ar-
gentino, don Mariano Moreno, cuando dice al referirse a
la precaria situación de la economía en las provincias del
Río de la Plata:
«Hay verdades tan evidentes que se injuria a la razón
con pretender demostrarlas. Tal es la proposición de que
conviene al país la importación franca de efectos que no
produce ni tiene, y la exportación de los frutos que abun-
dan hasta perderse por falta de salida.
«En vano el interés individual, opuesto muchas veces
al bien común, clamará contra un sistema del que teme
perjuicios; en vano disfrazará los motivos de su oposición,
prestándose nombres contrarios a las intenciones que lo
animan; la fuerza del convencimiento brillará contra to-
dos los sofismas. Los que creen la abundancia de efectos
extranjeros como un mal para el país ignoran seguramen-
te los primeros principios de la economía de los Estados.
«Nada es más ventajoso para una provincia que la
suma abundancia de los efectos que ella no produce, pues
envilecidos entonces, bajan de precio resultando una ba-
ratura útil al consumidor. A la conveniencia de introducir
efectos extranjeros acompaña en igual grado la que recibirá
el país por la explotación de sus frutos. Con qué rapidez
no se fomentaría nuestra agricultura, si abiertas las puertas

219
Pedro Fermín de Vargas

a todos los frutos exportables contase el labrador con la


seguridad de una venta lucrativa. Los que ahora empren-
den tímidamente una labranza, por la incertidumbre de
las ventas, trabajarán entonces con el tesón que inspira la
certeza de la ganancia.
«No puede tolerarse la osadía con que el síndico del
consulado dice que es la plebe la que se interesa con vivos
deseos de que se ejecute el plan indicado; es esta una in-
juria: la parte más útil de la sociedad, la más noble, la más
distinguida, eleva sus clamores y aboga por una causa de
que penden la firmeza del gobierno y el bien de la tierra;
este noble objeto está íntimamente ligado a la prosperi-
dad nacional».
Si don Mariano Moreno escribía tales cosas con tan
sencilla elocuencia, veamos cómo trazaba Camilo Torres
su opinión en el admirable Memorial de agravios, y alabe-
mos la concordancia de los grandes cerebros en presencia
de los mayores problemas de América:
«… En fin, ¿quién hay que no conozca la importancia
de las Américas por sus riquezas? ¿De dónde han manado
esos ríos de oro y de plata, que por la pésima adminis-
tración del gobierno han pasado por las manos de sus
poseedores sin dejarles otra cosa que el triste recuerdo de
lo que han podido ser con los medios poderosos que puso
la Providencia a su disposición, pero de que no han sabido
aprovechar? Inglaterra, Holanda, Francia, Europa toda ha
sido dueña de nuestras riquezas, mientras España, con-
tribuyendo al engrandecimiento de los ajenos Estados, se
consumía en su propia abundancia. Semejante al Tántalo

220
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

de la fábula, la han rodeado por todas partes los bienes y


las comodidades, pero ella, siempre sedienta, ha visto huir
de sus labios torrentes inagotables que iban a fecundizar
pueblos más industriosos, mejor gobernados, más instrui-
dos, menos opresores y más liberales. Potosí, Chocó, y tú,
suelo argentífero de México: vuestros preciosos metales,
sin hacer rico al español ni dejar nada en las manos del
americano, han ido a ensoberbecer al orgulloso europeo,
y a sepultarse en la China, en el Japón y en el Indostán.
¡Oh! ¡Si este gobierno comenzase por establecerse sobre
las bases de la justicia y de la igualdad!
«… ¿De dónde han venido los males de España sino
de la absoluta arbitrariedad de los que mandan? ¿Hasta
cuándo se nos querrá tener como manadas de ovejas al ar-
bitrio de mercenarios, que en la lejanía del pastor pueden
volverse lobos? ¿No se oirán jamás las quejas del pueblo?»,
tales fueron las preguntas de Torres, a quienes pudieron
salvar en un momento dado los supremos intereses de Es-
paña y, por tanto, los intereses americanos.

***

Es verdad que las opiniones de Jovellanos y de los econo-


mistas González y Dormer constituyen un vigoroso res-
paldo para los conceptos de ese Precursor desconocido de
la Independencia colombiana que se llamó Pedro Fermín
de Vargas. Con todo, algo de poderosa consistencia hemos
de leer en seguida, y de mayor autoridad aún.

221
Pedro Fermín de Vargas

Hojeando antiguos volúmenes de la Biblioteca Nacio-


nal de Bogotá, tuvimos en nuestras manos en recientes días
uno de pequeño formato, sencilla presencia, buena com-
posición tipográfica y caracteres amables y bien legibles.
Su título anunciaba inmediatamente la importancia
del contenido: Nuevo sistema de gobierno económico para
la América, con los males y daños que le causa el que hoy
tiene, de los que participa copiosamente España, y remedios
universales para que la primera tenga considerables venta-
jas, y la segunda, mayores intereses.
Su autor fue don José del Campillo y Cosío, y la obra
fue impresa en Madrid, con licencia de los Reyes, en 1789.
Los comuneros del Socorro habían padecido la muerte
de sus mayores capitanes siete años antes.
Y don Pedro Fermín de Vargas aún vivía libremente
en la Nueva Granada, sin que su pluma se hubiese movi-
do aún a escribir los Pensamientos políticos ni la Memoria
sobre la población del Nuevo Reino.
Más aún, la obra publicada por el economista Campi-
llo en 1789 fue escrita varios lustros antes. Por qué razón
las prensas españolas no dieron a la estampa con la justa
anterioridad deseable su tratado es cosa que permanece
ignorada.
Ya se ve que los censores de Madrid, cercanos al Rey,
eran harto comprensivos y amplios en ideas. No de otro
modo hubiesen permitido la propaganda de las sorpren-
dentes apreciaciones que tuvieron bajo sus ojos.
Hubiesen ellos vivido en la Nueva Granada, en las pro-
vincias del río de La Plata, o en México, y jamás hubiesen

222
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

dado curso libre a las audaces afirmaciones que vamos a


conocer enseguida.
Y hubiese sido autor de ellas un americano, como Var-
gas o como Nariño, y los tribunales civiles hubieran hallado
motivos más que suficientes para remitirlos al cadalso.
Conocemos bien la suerte del segundo de tales precur-
sores, acusado de haber traducido e impreso el documento
denominado los Derechos del Hombre.
Y sabemos del primero que por causa de sus apreciacio-
nes manuscritas sobre la vida económica del Nuevo Reino,
hubo de refugiarse en la sombra impenetrable que lo cobijó
desde 1794 hasta el desconocido día de su aliento postrero.
¿Qué suerte hubiera corrido el granadino que pro-
pusiera a la Corte española permitirle la publicación de
sus proyectos para un nuevo sistema de gobierno económico
para la América?
¿No proclaman las compendiadas notas que están a
la vista en el texto de los Pensamientos políticos la enemiga
implacable del censor designado por el Virrey de Santafé
contra las aspiraciones moderadas de Vargas?
Allá, en la ciudad cortesana, podían promulgarse doc-
trinas propiciadoras de trascendentales reformas civiles.
Acá, en la ciudad leal de Jiménez de Quesada, resultaba
imperdonable delito la enunciación de humildísimos con-
ceptos inspirados en el amor a la Patria.
Dicho lo anterior, oigamos sin demora la palabra del
ilustre economista peninsular, en sus apreciaciones sobre
el presente y el porvenir de América.

223
Pedro Fermín de Vargas

***

«Todo cuanto se ve en aquella gran porción de la monar-


quía española está demostrando a gritos de la razón la ne-
cesidad de introducir en su gobierno un nuevo método,
para que tan rica posesión nos dé ventajas, que tengan al-
guna proporción con lo vasto de tan dilatados dominios,
y con lo precioso de sus productos.
«Este es el único empeño de este asunto. Y para que se
manifieste más claramente la necesidad de este importan-
te remedio, cotejaremos nuestras Indias con las colonias
extranjeras, y hallaremos que las dos islas, Martinica y la
Barbada, dan más beneficio a sus dueños que todas las is-
las, provincias, reinos e imperios de la América a España.
«Si el que las Indias produzcan tan escasamente consis-
tiera en la benignidad del trato que se diera a los naturales,
no queriendo cargarlos demasiado de tributos, sería cosa
tolerable, pero bien al contrario es la suerte de aquellos in-
felices, la miseria y la opresión, sin que ceda en beneficio
del soberano, y bajo el dominio de los reyes más piadosos del
mundo y de las leyes más humanas de la tierra.
«En las descripciones modernas de la Asia nos dicen —y
es evidente— que el Gran Mongol tiene doscientos millones
de pesos de renta, siendo así que sus estados no equivalen a
las Indias de España, ni están sus vasallos tan oprimidos, ni
tienen sus ministros las luces que pueden tener los nuestros.
«Sin salir de la América sabemos que México y el
Perú eran dos grandes imperios, en manos de sus natura-
les y en medio de su barbarie, y bajo de una nación discreta

224
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

y política están incultas, despobladas, y cuasi totalmente


aniquiladas unas provincias que podrían ser las más ricas del
universo. Pues, ¿en qué consiste esta enorme contradicción?
Consiste, sin duda, en que nuestro sistema de gobierno está
totalmente viciado, y en tal grado, que ni la habilidad, celo
y aplicación de algunos ministros, ni el desvelo, ni toda la
autoridad de los reyes, han podido en todo este siglo reme-
diar el daño y desorden del antecedente, ni se remediará
jamás hasta que se funde el gobierno de aquellos dominios
en máximas diferentes de las que se han seguido hasta aquí.
«En Indias, como en otras partes, se deben consi-
derar en punto de gobierno, el político y el económico.
Por gobierno económico se entiende la buena policía, el
arreglo del comercio, el modo de emplear civilmente los
hombres, el de cultivar las tierras, mejorar sus frutos y, en
fin, todo aquello que conduce a sacar el mayor beneficio
y utilidad de un país.
«Para el acierto de este gobierno tenemos el ejemplo
de las naciones más sabias, que se han dedicado a esta im-
portante materia, particularmente de siglo y medio a esta
parte, y podemos apropiarnos cuanto han adelantado en
aquellos asuntos.
«Este gobierno económico es el asunto principal de
esta obra, y si en adelante tocásemos el político, será sola-
mente de paso, y en cuanto a su arreglo, que es uno de los
principales fundamentos de la buena economía del estado.
Por ahora basta decir que no se necesita más que reducir
las cosas a su primitivo instituto en los más de los pun-
tos, quitando los abusos, que ha introducido el tiempo, y

225
Pedro Fermín de Vargas

proporcionando nuestro sistema al estado presente de las


cosas, según el tiempo en que vivimos.
«Y en esto debemos hacer justicia a los ilustres varones
que fundaron el imperio americano, tanto a los reyes como
a sus ministros y generales, pues en lo antiguo hicieron lo
que correspondía a su tiempo, con mucho conocimiento,
y si no dejaron establecido el gobierno económico, que
vamos a tratar, en la misma perfección que el político,
esto se debe atribuir a su siglo, en que estaban poco ade-
lantadas las luces de una ciencia que sólo de siglo y medio
a esta parte ha llegado al alto punto en que hoy la vemos.
«Pero en todo lo demás, cuanto se ejecutó en América
bajo las órdenes de los señores, el Emperador Carlos v y su
hijo Felipe ii, fueron conocidos aciertos, y los españoles de
aquellos tiempos hicieron prodigios en todas líneas; pro-
digios de intrepidez y constancia en sus navegaciones, de
valor en sus conquistas, de sabiduría en sus leyes y consti-
tuciones para el gobierno de las Indias, y prodigios, en fin,
de prudencia y de política en los demás establecimientos.
«Descubrieron y fortificaron los puertos, recono-
cieron los ríos, abrieron las minas y, previendo que estas
habrían de atraer otros europeos, se hicieron dueños de
aquel vasto continente; de suerte que en cinco mil leguas
de costa nadie pudo entrar ni salir sin su licencia, parti-
cularmente mientras el Brasil fue de España.
«En el ínterin fundaron poblaciones y nobles ciuda-
des, cancillerías, gobierno eclesiástico y civil y, lo que más
importa, agregaron a nuestra santa fe muchos millones de
infieles. En una palabra, todo lo más arduo dejaron hecho,

226
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

y lo que dejaron de hacer —aunque para la utilidad de


España era lo principal— en la dificultad era poco, si se
hubiera hecho después a tiempo, pero el siglo pasado, que
para otras naciones fue siglo de oro de las luces de gobier-
no, de buenos establecimientos y de prosperidades, fue
para España siglo de desgracias y pérdidas…
«Debemos mirar la América bajo de dos aspectos: el
primero, en cuanto puede dar consumo a nuestros frutos
y mercancías; y el segundo, en cuanto es una porción con-
siderable de la monarquía, en que cabe hacer las mismas
mejoras que en España.
«Tenemos el consumo más abundante del mundo,
sin salir de los dominios del rey, pero nos sirve poco, pues
apenas la veintena parte de lo que consumen nuestras In-
dias es de los productos de España. Lo mismo sucede en
lo que toca a la población, cultivo, comercio y demás in-
tereses en que puede haber mejoras.
«Cuando entraron los españoles en la América estaba
el país muy poblado; sin embargo de que aquellos bárbaros
estaban siempre en guerras continuas. Ahora van trascursa-
dos más de doscientos años que no hay entre ellos guerra de
sustancia, y el país está hecho poco menos que un desierto.
«En cuanto al cultivo de tierras, ¿cómo se puede me-
drar donde el que trabaja no coge, y el que coge no goza
el fruto?
«El comercio es el que mantiene el cuerpo político,
como la circulación de la sangre el natural, pero en la Amé-
rica, donde es el comercio un estanque general, no puede
producir sino enfermedades y muertes políticas.

227
Pedro Fermín de Vargas

«Las fábricas, único asunto que de ningún modo


se pudiera permitir en América, es el único que ha to-
mado cuerpo, en gran perjuicio de España, habiendo ya
gran cantidad de telares en ambos reinos, que surten no
sólo a los indios pobres, sino a los españoles de medianas
conveniencias.
«Lo mismo sucede en los demás asuntos que cons-
tituyen los verdaderos intereses de España y, entre otros,
los tesoros que tiene de la América son más en su perjui-
cio que en su utilidad, pues nueve partes de diez van a las
naciones extranjeras, y como las potencias no son ricas ni
poderosas sino en comparación unas de otras, cada millón
que va a otra nación, no viniendo de ella otro a España,
es lo mismo que dar a aquella un grado de superioridad
sobre la nuestra y bajar otro grado a esta.
«Las principales causas de este daño son dos: la inob-
servancia de las leyes y el descuido de no haberse después
proporcionado estas y las providencias del gobierno a la
variedad de tiempos y circunstancias.
«En cuanto a la primera, por ser un asunto tan cono-
cido de todos que no necesita de explicación, sólo diré aquí
que la gran distancia, la facilidad de engañar con informes
artificiosos y de hallar amigos el que tiene dinero, el abati-
miento de los indios, sin alimentos ni medios para llevar
su queja al pie del trono; el ningún castigo de los delitos,
aunque públicos, y el premio raro y escaso del que obró
bien, y vino pobre, ha causado en aquel Nuevo Mundo un
estrago tan monstruoso que es menester la mano poderosa
de un monarca para el nuestro, para repararlo.

228
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

«Son muchas las ocasiones y asuntos en que no se han


proporcionado las providencias y las circunstancias del
tiempo; en el de Felipe ii florecían en España y en los Paí-
ses Bajos de nuestra dominación todo género de fábricas,
y no las tenían Francia ni Inglaterra, y no había República
de Holanda en el mundo. La potencia marítima de España
era entonces la mayor de Europa; las naciones europeas no
tenían colonias en América, o eran tan débiles que se po-
dían contar como despojos que España había desechado.
«Entonces la exclusión de géneros extranjeros tenía
todo su efecto. España surtía sus Indias de sus productos
y los retornos eran todos suyos. Entonces se pudo cargar
aquel comercio de derechos algo subidos y poner restric-
ciones sin que por eso cesase su giro regular, pero cuando
en lo sucesivo se mudaron todas estas circunstancias fa-
vorables a España, entonces esta volvió a tomar nuevas
medidas, proporcionadas al tiempo, y habiéndose abierto
libre y desembarazado camino los extranjeros a nuestras
Indias, el medio de conservar aquel comercio era facilitar
de todos modos la extracción de nuestros frutos y géneros,
cargándolos de pocos o ningunos derechos. Con esto, los
frutos que irían de Cantabria, Galicia y Cataluña y otras
provincias baratas, sin mucha carga de fletes, se venderían a
los mismos precios con poca diferencia que las mercancías
extranjeras, y no teniendo ganancia el contrabandista, no
hubiera tomado cuerpo el comercio ilícito. La conservación
de aquel consumo habría mantenido nuestras fábricas y
agricultura en su antiguo floreciente estado, y los retornos
de Indias que habrían quedado en el Reino compensarían

229
Pedro Fermín de Vargas

abundantemente al Real Erario la libertad de derechos de


la salida de España.
«Lo contrario de todo esto es lo que se hizo, y sin
atención a la mudanza de circunstancias se ha continuado
y prosigue el sistema antiguo, y sin contar con la distancia y
extensión de aquellos dominios, ni con la proximidad de
las colonias extranjeras, ni con la necesidad de aquellos
vasallos, y la imposibilidad de surtirlos hoy España, ni de
impedir que los hagan otros en derechura, hemos estableci-
do, sin quererlo ni pensarlo, un sistema que ha aniquilado
los intereses de España, y que hoy no es tan fácil de des-
baratar, pues hallando nuestros americanos tanta ventaja
en tratar con los extranjeros, han tomado unos y otros de
acuerdo tan buenas medidas, que aunque gastase el Rey en
el resguardo todo cuanto les producen las Indias, jamás se
lograría excluir los géneros extranjeros si no se dispone que
los de España se den, poco más o menos, al mismo precio…
«El espíritu guerrero era el que predominaba en tiem-
pos de Carlos v, pero entonces era necesario y conveniente
seguir su impulso, pues siendo pocos los españoles en Amé-
rica, y teniendo que sujetar millones de indios con sus
caciques, que defendían su libertad con su natural fiere-
za, era indispensable usar de todo el rigor de la guerra, a
fin de atemorizar a aquellos bárbaros y contenerles con la
impresión del valor español.
«Pero después no se guardó en esto el prudente medio
que correspondía, y se llevó adelante el rigor hasta aniqui-
lar a los infelices indios, sin considerar que reducidos ya
al estado de no poder dar recelo al gobierno, y hallándose

230
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

España en posesión de la costa, de modo que podía excluir


a los demás europeos; entonces debía seguir máximas to-
talmente distintas, como eran volver toda su atención al
comercio y al cultivo de aquellos preciosos frutos, estable-
cer una buena política, y por medio de un buen gobierno
económico reducir a los indios a vida civil, tratarlos con
benignidad y con dulzura, animarlos a la industria, y por
este camino hacer de ellos vasallos útiles y españoles, y no
mirar con desprecio la calidad de indios, ni oprimirlos,
como se ha hecho y hace hoy. En adelante se extenderá
más este pensamiento y el siguiente.
«Con los indios bravos se ha seguido un sistema igual-
mente errado, y si hubiéramos imitado la conducta de
los franceses en el Canadá, que no pretenden sujetar a
los naturales sino tener su amistad y comercio, experi-
mentaríamos los efectos correspondientes, pero nosotros
estamos siempre con las armas en las manos, y el Rey gas-
tando millones para entretener un odio irreconciliable
con unas naciones que tratadas con maña y amistad nos
darían infinitas utilidades.
«No se hacían cargo nuestros españoles guerreros que
el comercio de un país, teniéndole privativo, vale mucho
más que su posesión y dominio, porque se saca el fruto y
no se gasta en su defensa y gobierno».

***

El editor de la obra del economista Campillo no esquiva ma-


nifestar en las palabras preliminares que en ella se encuentran

231
Pedro Fermín de Vargas

mencionados los errores más notorios de la administración


española en América, y se detallan los remedios adecuados;
de estos dice que no son quiméricos ni impracticables, como
lo demostraría el hecho de que los defectos corregidos según
sus máximas acreditan la sana orientación de ellas.
Mas no vacila en aludir en otra parte el editor a la du-
reza y vehemencia con que el economista Campillo aboca
el conocimiento de los abusos y errores de la política espa-
ñola. Para explicarlo con acierto dice: «Pero es menester
hacerse cargo que hablaba como Ministro que conocía
el daño en su raíz, y que escribía en tiempo muy diverso
del actual, en que se han corregido ya algunos de aquellos
abusos, y es de esperar que se continúen desarraigando los
demás, al paso que el estudio de la economía política vaya
ilustrando a la nación acerca de sus verdaderos intereses».
Resulta evidente que en la esfera más alta del pen-
samiento español de fines del siglo xviii había cabida
para preocupaciones de tan fuerte envergadura como las
económicas, no ya desde el punto de vista exclusivamen-
te nacional sino en cuanto ellas tocaban con el poderío
colonial de la Madre Patria. Era posible desde mediados
del siglo xviii escribir a propósito de los errores y de las
inadvertencias del gobierno, y esto es lo que claramente
se percibe en la obra del señor Campillo, cuyos originales
datan de 1743. Por otra parte, había lectores para esa cla-
se de obras, y una capacidad más o menos profunda para
entenderlas, aunque no hubiese posibilidad de aplicarlas.
Animó al autor el más tierno afecto por su país, y
le mantuvo firme en la expresión de sus ideas a través de

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Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

varios años de actividad política y literaria. En efecto, con


anterioridad a la obra dedicada a bosquejar un Nuevo sis-
tema de gobierno económico para la América, había trazado
los tomos titulados así: Lo que hay de más y de menos en
España, para que sea lo que debe ser y no lo que es, y Es-
paña despierta.

***

Detengámonos en algunas apreciaciones aisladas del au-


tor, a propósito del tema que le ocupaba:
«Restituir todas las leyes y todas las cosas de América
a su primer estado, nos hacemos cargo que es grave y difícil
empeño, y que puede traer los inconvenientes de espantar
a los americanos con esta novedad…
«No se pretende que las leyes primitivas se observen
todas según su tenor, ni que se reforme toda práctica que
les sea contraria. El mismo curso del tiempo hace que una
ley oportuna en su creación sea después contraria y des-
tructiva del bien mismo que tomó por objeto, y —aunque
no es tan frecuente— sucede también al contrario.
«En unas leyes hechas para unos objetos distantes
dos y tres mil leguas sobre informes, las unas veces inte-
resados, por serlo las personas de quienes proceden, y tal
vez ignorantes, preocupadas o faltas de luces, no es mucho
que haya bastante que mudar.
«Hasta los virreyes y gobernadores se han visto mu-
chas veces en la necesidad, para mejor servicio del Rey, de
dejar a un lado sus órdenes y seguir lo que les dictaba su

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Pedro Fermín de Vargas

propia experiencia y justificación, pero al mismo tiempo


que en ciertos casos puede ser útil el tolerar esta práctica,
es, en lo general, abrir la puerta a todo género de abusos.
«Además de esto, en dos siglos y medio ha sido tanta
la variedad de circunstancias y casos ocurridos, que se ha
hecho preciso ir proporcionando las órdenes a los sucesos
particulares, y no es mucho que en el cúmulo de tantas
reales cédulas y providencias, algunas sean, o a lo menos
parezcan, opuestas a otras, lo que a los buenos ministros
del Rey los pone en confusión, y a los malos les deja liber-
tad de echar por donde quieran».

***

Y en otra parte el interesantísimo libro expone:


«Según cálculos bien fundados, tiene el Rey en todos
sus dominios de América a lo menos de doce a quince mi-
llones de todas clases, sin contar los legítimos españoles.
Bajo de este prudente concepto, ¿quién duda que quince
millones de hombres ocupen veinte mil leguas cuadradas,
y que siempre podrán cultivar la porción de tierras propor-
cionada a su número, como tengan el fomento y el auxilio
correspondiente?
«En cuanto a la incapacidad de los indios, no puedo
creer que sea tanta como muchos quieren aparentar, ne-
gándoles aun hasta la calidad de racionales. Yo en esta parte
consiento en que esto es ajeno de la verdad, y propio, o de la
misma ignorancia o de la malicia. A los que sienten y a los
que creen aquello de los indios, se convence de este modo.

234
Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

«Si miramos como debemos lo que eran los indios


antes de conocer a los europeos, es preciso confesar tenían
notorias luces de talento y discurso. Manifiesta esto clara-
mente las grandes poblaciones y ciudades que formaron;
los prodigiosos y excelentes edificios que construyeron; los
imperios tan poderosos que fundaron; su modo arreglado
de vivir bajo de ciertas leyes civiles y militares, teniendo
su género de culto de divinidad, y aun ahora vemos que
todas las artes y los oficios los ejercitan a imitación de los
más hábiles europeos, con gran destreza, hasta la pintura,
la música, etcétera.
«Todos estos requisitos y circunstancias parece incli-
nan a que se crea verdaderamente que los indios no carecen
de las discursivas y razonables luces con que algunos nos
los pintan. Parece que aseguran tienen una razón bien
puesta, unas potencias claras y una comprensión, agilidad
y aptitud ni tan bárbara, ni aun tan vulgar como se afirma.
Y últimamente parece dejan todas las referidas circunstan-
cias pasadas y presentes de los indios las puertas del juicio
y de la reflexión abiertas para no dar asenso a que son en-
teramente como irracionales.
«Pero doy caso que hoy sean como se representan, ya
sea porque los haya reducido a la barbarie una larga opre-
sión, como sucede a los griegos modernos, descendientes
de aquellos grandes capitanes, filósofos y estadistas de la
antigüedad, que fueron maestros del mundo, o sea porque
realmente tengan menos alcances que otras naciones por
su natural condición: nada de esto se opone a lo que aquí
tratamos, que es hacer de ellos vasallos útiles, pues vemos

235
Pedro Fermín de Vargas

que aquí en Europa, entre las naciones más cultas, los más
útiles hombres son los que tienen menos luces, es a saber,
la gente de campo, labradores, pastores, etcétera».

***

Acerca de una nueva distribución de la tierra americana


dice el célebre reformador:
«Toda tierra que los Reyes no tengan ya dada conviene
darla desde luego a los indios, que la podrán cultivar, con
reales despachos que les aseguren la posesión para ellos y
sus descendientes, quedando libres de toda renta por 15
o 20 años, con la condición de pagar al Rey anualmente,
pasado este término, aquello que se crea justo, pero con la
cláusula de que la tierra que no se ponga en cultivo dentro
de los expresados 15 o 20 años, se le volverá a la Corona
para que la pueda distribuir en otros vasallos más útiles.
«Toda tierra inmediata a alguna población, que esté
por toda su extensión o por alguna parte montuosa, se
repartirá con atención a los gastos, y mayor trabajo que
costará a los que hayan de poseerla para dejarla apta para la
labor. Esta atención deberá reducirse a cederlas para ellos
y sus sucesores, libres siempre de pagar cosa alguna, pues
este beneficio será capaz de estimularlos a que las dejen
útiles y productibles, lo que sin él, ellos, ni aun los de acá,
quizás no emprenderían jamás.
«Lo que causa notable perjuicio es que están conce-
didas a españoles grandísimas porciones de tierras que no
las cultivan sino por manos de negros y de indios, y no es

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Pensamientos políticos y memoria sobre la población del
Nuevo Reino de Granada

natural —como está ya advertido y aun probado en esta


primera parte— que estos se esmeren en su cultivo, no
siendo suyo el fruto ni el fondo…
«La Cantabria o montañas de Burgos, país pobre por
la montuosidad del terreno, nos da incontrastables pruebas
de lo mucho que adelantaría una provincia o monarquía
haciendo todas las tierras incultas por este defecto, útiles y
productivas por el desmonte y el cultivo. Al gobierno supe-
rior toca buscar un medio término equitativo igualmente
al español que al indio, para el repartimiento de las tierras
de esta naturaleza y, sobre todo, conducente a promover
el bien público, procurando que ninguna tierra quede sin
fructificar, ni el indio sin el debido fomento hacia el tra-
bajo ni sin beneficio razonable y seguro».

***

Ha quedado hecho en el estudio precedente un bosque-


jo breve, desde luego, del grave problema de la economía
de América en sí misma y en sus relaciones con la Madre
Patria. No es preciso que nos extendamos ahora en ma-
nifestar cómo el nivel inferior de la economía americana
pasó in integrum de la etapa colonial a la organización re-
publicana, atrayendo sobre esta consecuencias gravísimas
que impidieron y retrasaron su progreso.
Más todavía, la estructura de estos países, resentida por
los errores de la legislación, padeció un golpe nuevo por los
destrozos de la guerra de Independencia: cuanto ellos te-
nían lo consumieron en ese lapso heroico y duro.

237
Pedro Fermín de Vargas

El comercio libre, decretado para España e Indias por


mandato real del 12 de octubre de 1778, fue incapaz de
establecer lo que trescientos años de monopolio habían
destruido. La lógica de los hechos no podía ser quebran-
tada por un golpe de política, ni estaba siquiera en manos
de los Reyes españoles del siglo xviii restaurar lo que sus
antecesores habían visto desmoronarse.
Finalmente, meditemos con reflexión profunda acerca
de las dificultades que la Independencia misma produjo
en lo económico a las repúblicas latinas, a quienes parti-
cularmente se refiere esta monografía. Los viejos lazos con
España se habían roto, las múltiples vinculaciones exis-
tentes antaño tuvieron que desaparecer, y aun la silueta
de los barcos hispanos se borró del paisaje de las playas
ya libres. América iba a vivir de sí misma, pero a costa de
innumerables dolores.

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Este libro no se terminó de imprimir
en 2016. Se publicó en tres formatos
electrónicos (pdf, ePub y html5), y
hace parte del interés del Ministerio
de Cultura y la Biblioteca Nacional
de Colombia —como coordinadora
de la Red Nacional de Bibliotecas
Públicas, rnbp— por incorporar
materiales digitales al Plan Nacional
de Lectura y Escritura
«Leer es mi cuento».

Para su composición digital original


se utilizaron familias de las fuentes
tipográficas Garamond y Baskerville.

Principalmente, se distribuyen
copias en todas las bibliotecas
adscritas a la rnbp con el fin
de fortalecer los esfuerzos de
promoción de la lectura en las
regiones, al igual que el uso y
la apropiación de las nuevas
tecnologías a través de contenidos
de alta calidad.

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