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HISTORICIDAD Y FUTURO DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR-Pérez Lindo

Introducción

La palabra universidad nos vincula con una determinada tradición histórica, la europea occidental. En la Edad Media
la palabra universidad se utilizó para primeramente para designar la asociación de individuos con ciertos
conocimientos artesanales o técnicos. Se comenzó a aplicar con mayor frecuencia a las asociaciones de profesores y
alumnos que buscaban el desarrollo de la educación general o la preparación para algunas profesiones. Desde
entonces la “universitas” se considera una institución típicamente europea surgida para la búsqueda de la verdad y
para la formación de profesionales.
La palabra educación superior tiende actualmente a designar toda forma de educación postsecundaria de acuerdo a
las recomendaciones de la UNESCO. La ampliación del término educación superior o universitaria por el de
postsecundaria, en cierta forma, rompe con el concepto clasista de la universidad para dar cierta cabida a cualquier
manifestación ya sea desde el punto de vista del sistema forma, como lo son las carreras “cortas” o “largas” o a
través del concepto de edad, en donde el joven o el adulto con experiencia de trabajo productivo y creativo, puede
ingresar a este nivel sin cumplir los requisitos del nivel superior tradicional. Postsecundaria se refiere también a dar
créditos a la experiencia, al trabajo, u lo que es más importante, a desarrollar cursos o áreas por objetivos regionales
con lapsos que pueden ir de días o años y dónde la institución se traslada temporalmente al lugar donde es
necesitada.
Necesitamos pues entonces, un concepto más amplio que el de universidad. Por ellos, preferimos hablar de
educación superior, aunque convencionalmente utilicemos ambos conceptos como equivalentes. De modo que
cuando nos referimos a la universidad o a la educación superior, se debe entender que designamos una serie de
organizaciones que no tienen la misma identidad formal: facultades relativamente autónomas, reunión de facultades
profesionales de grado, institutos de postgrado, institutos postsecundarios con programas terminales de 3-4 años de
duración.
¿Cuáles son los rasgos distintivos de eso que llamamos educación superior o universidad? La UNESCO considera
educación superior a todo tipo de educación post-secundaria organizado como fin específico (el nivel terciario).
Podríamos distinguir a la institución universitaria por las siguientes características:
 Son entidades que realizan, o se proponen realizar, investigación científica para producir nuevos
conocimientos;
 A diferencia de las otras instituciones educativas plantean la justificación epistemológica de los
conocimientos que transmiten;
 Ofrecen diplomas de grado que habilitan para ejercer profesiones;
 Organizan programas de postgrado para mantener la enseñanza en el máximo nivel de actualización.

Estos criterios se cumplen sólo en un reducido número de instituciones que se denominan universidades. La mayoría
de ellas ofrecen principalmente cursos profesionales de grado.

Origen de la educación superior

La educación informal ha existido siempre en todas las sociedades históricas. Marrou sostiene que la educación es la
técnica colectiva mediante la cual una sociedad inicia a su generación joven en los valores y las técnicas que
caracteriza una civilización.
En las civilizaciones antiguas (Egipto, India, China, Persia) comenzó a sistematizarse la formación de técnicos,
sacerdotes y funcionarios. La idea de la búsqueda del saber por sí mismo recurriendo exclusivamente a la
racionalidad es la principal innovación de la cultura griega clásica a partir del siglo V a.C. En la misma época Budha,
daba lugar también al surgimiento de escuelas orientadas a la búsqueda del saber con fines morales.
Sócrates se convirtió en el símbolo del filósofo porque fue condenado por utilizar argumentos que contrariaban las
opiniones y las creencias dominantes (los mitos). Su intención era profundamente moral.
Uno de los primeros rasgos que definen lo que será más tarde la educación superior o la universidad es la voluntad
de buscar la verdad apelando a la observación de los hechos y a la racionalidad.
El legado de la Grecia Antigua fue el intento de organizar racionalmente el conocimiento sobre todos los órdenes de
la realidad. Esto los condujo a crear escuelas del pensamiento entre las cuales se destacaron la Academia de Platón y
el Liceo de Aristóteles. Allí podríamos situar uno de los orígenes de la educación superior. Sin embargo, estas

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escuelas estaban dirigidas a una minoría muy seleccionada, estaban centradas en el saber especulativo y respondían
a los modelos exclusivos de sus fundadores. Eran en realidad escuelas filosóficas y no centros de educación.
El desarrollo de la educación superior tuvo un antecedente muy importante en la Museo-Biblioteca de Alejandría
entre el siglo III a.C. y el siglo IV d.C.
La historiografía académica ubica el origen de lo que hoy llamamos universidad alrededor del siglo XI de la Edad
Media europea, a esta opinión marcadamente eurocéntrica también habría que matizarla con el antecedente de
Alejandría y también con el de la universidad de Nalanda en la India.
Alejandría fue durante varios siglos ciudad universitaria donde crecían las bibliotecas, los grupos de estudios, las
escuelas. Desde este punto de vista constituye el verdadero precedente de los sistemas de educación superior
modernos. Algunas de sus características fueron: en primer lugar, la libre asociación para estudiar cualquier
disciplina. En segundo lugar, la importancia que tenía la información para el aprendizaje. En tercer lugar, el
cosmopolitismo y el pluralismo: se hablaban diferentes idiomas, se profesaban distintas creencias, se cultivaba la
discrepancia.
Alejandría nos brinda tal vez un anticipo de lo que ahora comienza a denominarse como “universidad virtual”, o sea,
el libre acceso al conocimiento universal a través de la información y de la educación a distancia. La dependencia del
alumno respecto al maestro surgió con las universidades medievales europeas porque no había libros.
La universidad de Nalanda surgió en los siglos II y IX d.C. Sus alumnos fueron inicialmente monjes budistas pero
luego la enseñanza se abrió a los estudiantes laicos. Sus objetivos eran el estudio de los textos sagrados, las prácticas
espirituales y el conocimiento intuitivo de la verdad.
Las formas en que se intentó organizar la búsqueda y transmisión del saber más avanzado en Grecia, en Alejandría o
en Nalanda nos sugiere que existieron y existen variadas posibilidades para organizar la educación superior.
Hacia el siglo XI las congregaciones religiosas y los obispados comenzaron a organizar escuelas monacales o
arzobispales con el fin de preparar maestros o simplemente para elevar la formación filosófica y teológica de los
miembros del clero. Algunos reyes decidieron crear “escuelas platinas” para educar a la nobleza.
La universidad europea apareció en estos contextos conteniendo en sí tendencias diferentes: la afirmación de la
Cristiandad europea, el redescubrimiento del mundo clásico y la apertura hacia nuevos conocimientos científicos.
Las universidades se organizan alrededor del siglo XII-XIII por iniciativa de profesores que se autonomizan de las
escuelas cardenalicias (Paris), por iniciativa del Estado (Nápoles), por emigración de profesores (Angers), por
asociación de profesores laicos y religiosos (Bologna). En Oxford los profesores se agrupan corporativamente contra
el Obispo. En Bologna los estudiantes, organizados en “naciones”, según su origen, pueden elegir a sus profesores.
Las primeras instituciones retoman los derechos adquiridos de las corporaciones y los refuerzan con privilegios
especiales: no pagan impuesto, tienen jurisdicción especial a los efectos legales, poseen derecho de huelga. Pero
hacia fin del siglo XV la Iglesia u los estados habían logrado imponer su autoridad en aspectos fundamentales de la
vida universitaria (contenido de los cursos, designación de autoridades).
Características de los estudios universitarios en aquella universidad de la Edad Media:
 los estudiantes eligen a sus profesores,
 los cursos consisten esencialmente en comentarios orales de obras maestras. Los alumnos sentados a veces
en el suelo, escuchan al maestro y toman apuntes. La clase es leída, dictada o improvisada, siempre en latín:
a veces dejan lugar a discusiones donde maestros y estudiantes oponen sus argumentos.
 Se aprende el lenguaje de los teólogos, las teorías médicas, el sistema y los conceptos del derecho romano,
la gramática, la lógica y la retórica, pero nada que tenga que ver con la práctica.
 La enseñanza ignora el sistema de grados y de clases. Estudiantes iniciales y avanzados siguen los mismos
cursos de un mismo maestro tanto tiempo como se juzgue necesario para obtener la licencia.
 El examen interviene raramente en la vida del estudiante.
La enseñanza universitaria de la Edad Media, con su pedagogía oral, sus cursos desparramados, la ausencia de
graduación sistemática y de exámenes repetidos, la mezcla de edades, solo tiene débiles parecidos con los colegios
que vendrán en el siglo XVI.
Es interesante retener algunos rasgos de aquella universidad medieval: su autonomía corporativa, la enseñanza oral
y ex – cathedra, la falta de contacto de los estudiantes con los libros, el desinterés por los estudios prácticos, el
carácter dogmático de la enseñanza filosófica y la teología, la división en facultades, la relativa independencia de los
estudiantes que comienzan a distinguirse del resto de la sociedad.
La invención de la imprenta a fines del siglo XV permitió el acceso directo a los libros. La Reforma Protestante por la
misma época introdujo otro hecho fundamental: el libre examen, o la libertad de la interpretación de los libros
sagrados y de las distintas opiniones.

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La universidad de la Contrarreforma es la que los españoles impusieron en América a partir del siglo XVI con algunas
características que tuvieron efectos negativos hasta nuestros días: el rechazo al pensamiento científico de la
modernidad, el dogmatismo, el sectarismo, la división corporativa de las carreras, la transmisión de un saber retórico
desligado de la realidad (las universidades españolas y latinoamericanas solo hacia el siglo XX comenzaron a
vincularse con el sistema productivo).

Las universidades modernas

El surgimiento de los sistemas públicos de educación superior a partir del siglo XVI marca otra etapa importante. En
Inglaterra hacia 1550 la pequeña nobleza accede a las universidades de Oxford y Cambridge y la monarquía le abre
el camino al poder en función de sus méritos. La aristocracia inglesa se convirtió en la clase dirigen más altamente
educada de la historia hasta el momento.
En un principio la escolarización estuvo destinada a los religiosos pero luego se extendió hacia los laicos. Con el
advenimiento de la Reforma Protestante a partir del siglo XVI se hace sentir una fuerte demanda hacia el poder
secular para el sostenimiento de las instituciones educativas. Así es que en todas partes los reyes y príncipes se ven
implicados en el funcionamiento de escuelas y universidades.
A medida que avanza el proceso de secularización del Estado, éste organiza la educación para sus propios fines,
culminando en el siglo XVIII, en la época de la Ilustración y del “despotismo ilustrado”, con la que llamamos a la
educación pública estatal. Su objetivo es la formación del súbdito, y en particular la del militar y el funcionario. Es
una educación autoritaria con un carácter eminentemente disciplinario e intelectual.
Cuando a fines del siglo XVIII se produce la Revolución Francesa, los representantes del pueblo transforman el tipo
de educación anterior, dando origen a la educación pública nacional, que se realiza a lo largo del siglo XIX. Su
objetivo es la formación del ciudadano, la educación cívica y patriótica del individuo y tiene un carácter
esencialmente popular, elemental primario.
Por último, en la medida en que avanza la participación del pueblo en el gobierno de la nación, va surgiendo la
educación pública democrática, que es la característica de nuestro tiempo. Su objetivo es la formación del hombre
completo, hasta el máximo de sus posibilidades, independientemente de su posición económica y social.
Durante la Revolución Francesa, 1792, Condorset presentó el primer proyecto moderno de Instrucción pública cuyos
fines eran procurar la igualdad de los ciudadanos, difundir los principios republicanos, desarrollar el pensamiento
científico y suprimir el monopolio que la Iglesia tenía sobre la educación de los niños.
Hacia 1906 un decreto de Napoleón recrea la universidad francesa vinculándola con la formación de los cuadros del
Estado. El modelo napoleónico consolida la organización de la Universidad por facultades aunque en conjunto la
institución está subordinada al control y al servicio del Estado. Algunos autores sostienen que la universidad
napoleónica inspiró la organización de las universidades de América Latina desde fines del siglo XIX. En realidad, el
único rasgo que parece haberse trasladado es la compartimentación de las facultades.
El modelo alemán estaba centrado en la formación científica y en cierta idea de la unidad del saber que
defendieron los filósofos idealistas más influyentes como Fichte, Schelling, Hegel. Cabe destacar la importancia que
tuvo en el proyecto universitario alemán la influencia del despotismo ilustrado fundado en la idea de saber para
poder, asociado con el surgimiento de una poderosa voluntad nacional alemana. La clase dirigente canalizó estos
impulsos en el desarrollo de la industria, del poder militar, de la filosofía y el arte y la ciencia. El progreso asombroso
que tuvo la ciencia a través de la universidad y la industria alemana solo se puede entender dentro de este
paradigma cultural.
En Estados Unidos al final de la guerra civil de 1861-65 se consolidó otros de los grandes modelos universitarios de
occidente. Contó con dos elementos unificadores: el pragmatismo como modelo de pensamiento y la voluntad de
integrar al destino de una potencia emergente las diferentes poblaciones locales de inmigrantes que componían la
sociedad. A continuación alguna de sus características:
 Diversidad y complejidad: las instituciones de educación superior norteamericanas surgieron por iniciativa
de variados actores y tomaron las formas más diversas, de este modo constituyó el primer sistema complejo
y abierto del siglo XX.
 Organización departamental: la típica unidad básica de enseñanza e investigación no es la cátedra, sino el
departamento donde se programan las actividades en equipo donde se definen las políticas académicas, la
estructura departamental permitió optimizar los recursos, la cultura del trabajo en equipo hizo posible que
los académicos y científicos norteamericanos se destacaran en casi todos los campos.

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 Sentido voluntarista y pragmático del saber: asociado con el pragmatismo que pone énfasis en el saber útil.
O sea, el saber aplicado en todos los órdenes de la vida.
 Profesionalización e independencia del cuerpo docente: en la universidad norteamericana se brindaron las
condiciones para que el investigador y el docente pudieran dedicarse plenamente a sus objetivos
preservando su libertad e iniciativa individual de pensar, crear o inventar.
 Vinculación estrecha con la sociedad: la educación superior se vinculó desde sus inicios con los actores
sociales, la articulación de la actividad científica y la enseñanza con los objetivos nacionales, con la industria,
el comercio, la organización social.
 Afirmación de los valores democráticos liberales.

La eficacia de los modelos universitarios

De las experiencias europeas y norteamericanas de los siglos XIX y XX surgieron lo que se llaman modelos
universitarios. Se trata de tipo ideales, cada modelo presenta una eficacia social, el secreto del éxito de estos modos
reside sobre todo en el modo de articulación de los factores intelectuales y sociales. Cada modelo exitoso fundó su
eficacia social en un modo determinado de articulación con la sociedad.
La universidad de élite británica al crear una clase dirigente orgánicamente ligada al poder, lo que le dio al gobierno
un alto grado de profesionalidad. De esta manera gran Bretaña se posicionó ventajosamente frente a las otras
potencias europeas.
En el caso francés la eficacia del modelo se fundó en articulación con el Estado. La universidad como soporte
orgánico de la profesionalización de los funcionarios públicos hizo posible que el estado francés alcanzara un alto
grado de eficiencia. El modelo se complementó con el tiempo contribuyendo con las Grandes Ecoles a la formación
de administradores altamente calificados para las empresas.
En el modelo alemán el Estado, la industria, la universidad y los centros científicos actuaron de manera convergente
produciendo una sinergia de acumulación de conocimientos y de innovaciones.
El modelo norteamericano se formó desde sus orígenes como un sistema multirreferencial ligado a las distintas
demandas de las comunidades, de las iglesias, de las empresas, de los estados y del gobierno federal. El
pragmatismo funcionó como un principio
de orientación eficiente porque permitió inventar en cada caso respuestas adecuadas a cada demanda y porque
valorizó al extremo el uso social del conocimiento en todos los órdenes de la sociedad. De esta manera la sociedad
norteamericana estableció centros para formar las élites pero también desarrolló el primer sistema de educación
superior de masas; creó instituciones adecuadas para la industria o el agro, pero también fortaleció la investigación
científica; lideró las técnicas de gerenciamiento pero también se preocupó por las ciencias de la educación.

De la universidad colonial española a la universidad argentina

La conquista de América tuvo lugar en un contexto en el que España había adoptado una actitud de rechazo hacia los
aspectos fundamentales de la modernidad naciente: el libre pensamiento, la ciencia experimental, los derechos
humanos, el capitalismo. La Contrarreforma Católica, programa adoptado a partir del siglo XVI, marcó de manera
indeleble a las colonias ibéricas hasta el siglo XX dejando un legado de rechazo al conocimiento y a la modernidad
que se manifestó reiteradamente bajo las formas más diversas: sectarismos (de izquierda o de derecha),
autoritarismos de todo tipo, desprecio por el Estado de derecho, desdén por el desarrollo científico, manejo
arbitrario de los asuntos del Estado. 18
En la ciudad de Santo Domingo se estableció en 1538 la primera universidad americana.19 En el Virreynato del Perú,
que integraba entonces la Argentina, la primera universidad es la de Lima fundada en 1551.20 La universidad de
Córdoba, primera del territorio argentino actual, surge en 1613.
En 1664 se dan las primeras “constituciones” que se amplían en 1710. Según ellas la Universidad comprendía las
facultades de artes y de teología. La primera otorgaba los grados de bachiller, licenciado y maestro; y sus estudios
incluían la filosofía (lógica, física, metafísica); la segunda otorgaba los grados de bachiller, licenciado y doctor.
En 1767, a raíz de la expulsión de los jesuitas, la Universidad pasa a menos de los franciscanos... En este período se
creaEn 1799 se resuelve “fundar de nuevo” en Córdoba una universidad con el nombre de Real Universidad de San
Carlos y de Nuestra Señora de Montserrat, establecimiento que no se instala hasta 1808... Ascendiendo al rectorado
una figura de actuación en la historia argentina: el deán Gregorio Funes. El primer signo de los tiempos nuevos es la

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creación, a costa del peculio particular del rector, de una cátedra de matemática que empieza a funcionar en
1809.21
Para ubicar el contexto de esta iniciativa del Deán Funes cabe recordar que en 1800 Manuel Belgrano había
introducido la enseñanza de la matemática en la Escuela Naútica. En 1806 la Corona decide clausurar la Escuela por
considerarla un “mero lujo”. Tales conocimientos eran considerados innecesarios para los habitantes de las colonias.
la facultad de jurisprudencia ...
Más sorprendente todavía resulta el hecho de que durante la dictadura militar de 1976-1983 en Argentina se haya
llegado a proponer ante el Consejo Federal de Educación (Córdoba, 1978) la supresión de las “matemáticas
modernas” por considerarlas “subversivas”.
Bernardino Rivadavia propone por decreto del 9 de agosto de 1821 la creación de la
Universidad de Buenos Aires, cuyo primer rector fue el presbítero Antonio Saénz. Se organizó bajo la forma de
departamentos de primeras letras (que tenía a su cargo las escuelas primarias de la ciudad), de estudios
preparatorios, de ciencias exactas, de medicina, de jurisprudencia y de ciencias sagradas. En las primeras décadas de
la Independencia la vida intelectual fue marginal y riesgosa… Luego de 1860 la educación y la universidad se
convierten en objetivos importantes de las políticas gubernamentales inspiradas en el progresismo liberal europeo y
norteamericano.

La formación del sistema universitario del siglo XX

La universidad de Córdoba se nacionalizó en 1854 conservando su estructura tradicional a la cual se incorpora


décadas más tarde la Academia de Ciencias. En 1889 se crea la universidad provincial de Santa Fe. En 1890 la
universidad provincial de La Plata. La primera se convierte en la Universidad Nacional del Litoral en 19l9. La segunda
se transforma en la Universidad Nacional de La Plata en 1905.
En 1885 se dicta la primera ley universitaria, la Ley Avellaneda, que según Daniel Cano “consolida la etapa de lo que
se podría llamar la Universidad Nacional y Liberal.
Paralelamente, surgen a fines del siglo otras “vías menores” de educación superior, destinadas a la preparación
profesional de tipo especializado. Las mismas se convierten de hecho en canales de acceso a la educación superior
de sectores relativamente más modestos.
... Estas alternativas, que facilitan el acceso de la mujer por la vía del magisterio y de hombres provenientes de
familias modestas por ambas vías (Escuela Normal y Colegio Militar) , nacieron con el estigma de ser “vías menores”,
alternativas para aquellos que no pueden asistir a la universidad.
Surge en 19l8 el movimiento denominado de la Reforma Universitaria, que tuvo como epicentro inicial a Córdoba y
que se difundió por toda América.
El denominador común, que se prolongará hasta las revoluciones estudiantiles de los años 60 en EE.UU., Francia o
China, era el surgimiento de una nueva juventud escolarizada, sensible a los conflictos sociales y dispuesta liderar los
cambios.
En el plano estrictamente universitario las iniciativas más destacables de la Reforma fueron las siguientes:
- la conquista del co-gobierno de estudiantes y graduados,
- la periodicidad de las cátedras que debían renovarse por concurso;
- la modernización de los métodos de enseñanza;
- el compromiso de la universidad con los actores sociales que luchan por la democracia y la igualdad social.
Aunque periódicamente este conjunto de objetivos movilizaron a los estudiantes para convertirlos en promotores de
cambios, la Reforma fue rápidamente “recuperada” mediante la inserción en el gobierno universitario o la concesión
de beneficios para los alumnos.
Con el derrocamiento del Presidente Yrigoyen en 1930 las universidades quedan bajo control del Estado central.
Desde entonces se acentúa en el movimiento reformista (ahora compuesto por estudiantes y profesores) la
demanda de autonomía universitaria, de independencia frente al poder político. Algo que también ocurría en otros
países de América Latina.
En 1921 se creó la Universidad Nacional de Tucumán. En 1939 se crea la Universidad Nacional de Cuyo. En 1953 se
organiza la Universidad Obrera (más tarde rebautizada Universidad Tecnológica Nacional). En 1956 se crean la
Universidad Nacional del Nordeste y la Universidad Nacional del Sur.

La expansión de la Educación Superior

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Hacia 1910 las instituciones de educación superior (universitaria y no universitaria) contaban con unos 5.364
alumnos (de los cuales 4.730 eran universitarios). En 1930 teníamos 22.450 alumnos (20.258 universitarios). En 1950
la matrícula total era de 85.927 alumnos (80.292 universitarios). En estos tres cortes de la primera mitad del siglo
observamos que el acceso a la educación superior se multiplica aproximadamente por cuatro cada veinte años.
Hacia el 2000 el conjunto de los alumnos del sistema de Educación Superior (universitarios y no universitarios)
representaban 1.725.270, de los cuales los universitarios eran alrededor de 1.300.000. Hay que destacar que sobre
un total de 1845 instituciones de educación superior hacia el año 2000 el 95% corresponde a los institutos terciarios
no universitarios.
El sistema de educación superior argentino se ha venido expandiendo y diversificando permanentemente desde la
década de los 60. En 1958 la Ley Dominguerena autoriza la creación de universidades privadas y este sector cobra un
rápido impulso.
De acuerdo con estos datos podemos constatar que el sistema de educación superior en Argentina se ha venido
expandiendo y diversificando con distintos ritmos y características según el contexto político y económico. La Ley de
Educación Superior 24.351l sancionada en julio de 1995 intentó consolidar este proceso, institucionalizando la
diversidad institucional, estableciendo mecanismos de coordinación e introduciendo un sistema de evaluación de las
instituciones a través de la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria.
En la actualidad (año 2003) debemos considerar otras tendencias que complejizan aún más el sistema. En primer
término, el surgimiento y desarrollo acelerado de las modalidades de educación superior a distancia o en forma
virtual a través de Internet.
También debemos mencionar el surgimiento de los Colegios Universitarios, figura reconocida por la Ley de
Educación Superior como alternativa para aquellos que desean obtener una formación superior corta con
posibilidades de continuar estudios más largos.
No se puede dejar de mencionar tampoco la importancia relativa que han adquirido las actividades de investigación,
de extensión y de transferencia tecnológica o de servicios en las universidades.
En términos generales podemos afirmar que el sistema universitario argentino se ha ido transformando y ha ido
adquiriendo las siguientes características:
- acceso generalizado a la educación superior: las tasas de escolarización superior para los jóvenes entre 17-24 años
son similares a la de los países de la Unión Europea y se encuentran por encima de todos los países de América del
Sur;
- pluralidad institucional: la coexistencia de instituciones privadas y públicas, de entidades nacionales y regionales
rompe la homogeneidad del sistema nacional.
- diversificación de la oferta académica: el sistema universitario argentino ha llegado inclusive a una extrema
multiplicación de ofertas de cursos y grados;
- descentralización territorial: las instituciones o los cursos (a través de la educación a distancia) se encuentran al
alcance de los interesados en cualquier lugar del país;
- pluralismo ideológico: con la democratización iniciada en diciembre de 1983 se instituye por primera vez en la
historia nacional el pluralismo de ideas y creencias;
- desarrollo de la actividad científica: de manera creciente la actividad científica crece en las universidades
nacionales a partir de 1960 (no así en las universidades privadas); hacia el año 2000 el número de investigadores en
las universidades nacionales superaba los 23.000 ,contra menos de 50 en 1960;
- articulación con el medio: en la década de los 90 las universidades públicas establecen numerosos convenios y
contratos con organismos públicos, empresas privadas y organizaciones sociales para brindar sus servicios; en varias
universidades nacionales hacia el 2000 cerca del 10% de sus ingresos provenía de contratos con terceros ;
- desarrollo del posgrado: el boom de los posgrados de comienzos de los años 90 se consolida con la creación en
1995 del Consejo de Acreditación de Posgrado; la matrícula de posgrado supera los 30.000 alumnos hacia el 2003;
- crecimiento de la educación superior a distancia: más de 200.000 alumnos recurren en la actualidad a programas
de educación superior a distancia.
A pesar de la inestabilidad política y económica, a pesar de las dictaduras, a pesar de los procesos inflacionarios, a
pesar de la ausencia de políticas educativas congruentes, a pesar de los ajustes presupuestarios, el sistema
universitario argentino creció significativamente en las últimas décadas. La demanda sostenida de acceso a la
educación superior por parte de una población joven cada vez más escolarizada empujó hacia el crecimiento y la
diversificación del sistema.

Los problemas críticos del sistema


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La otra cara de la expansión universitaria son las vulnerabilidades del sistema. Empezando por la situación del
docente, que cerca del 70% de ellos gana por debajo de la línea de pobreza.
El segundo aspecto que nos parece crítico es el de los bajos rendimientos académicos de los estudiantes en las
universidades nacionales donde en promedio sólo se recibe el 19% de los ingresantes.
La mayoría de los egresados tarda más de dos años de lo previsto sus estudios, los fenómenos de repitencia son
generalizados. Con estos elementos podemos concluir en una extraña paradoja: el costo por graduado en Argentina
es superior al de los países europeos y la tasa de graduación es equivalente a la de los países más pobres de América
Latina.
El tercer aspecto a destacar es la falta de inversiones y políticas en bibliotecas y sistemas de información. En
conjunto las universidades nacionales destinan cerca del 1% de sus presupuestos a las bibliotecas.
El cuarto aspecto es la desarticulación con el sector productivo y con las demandas sociales. A comienzos de los años
90, por convicción o por necesidad, todas las universidades nacionales desplegaron esfuerzos para vincularse con
empresas, organismos públicos y organizaciones sociales.
El contexto de la crisis se ha convertido en un motivo central de preocupación para las universidades de América del
Sur. 34 Muchos se preguntan ¿qué hacer?. 35 Podemos distinguir metológicamente algunos problemas que nos
parecen decisivos.
1. Financiamiento. El presupuesto de las universidades públicas se encuentra en el 2003 un 40% debajo del
presupuesto del 2001 en términos reales y el ingreso de los docentes y empleados todavía más abajo. Los
universitarios en este contexto tienden lógicamente a adoptar actitudes defensivas para recuperar sus
ingresos. Lo cual inevitablemente incide en el deterioro de las instituciones. Siguiendo la experiencia
europea y norteamericana, la educación superior puede asumir bajo formas de becas la función de retener a
los jóvenes en el sistema reforzando su función socializadora. El incremento presupuestario no tendría
entonces la función de asegurar la mera reproducción de las universidades sino su transformación en
agentes para la reconstrucción de la sociedad, de la economía y del Estado.
2. Rendimientos académicos. Más del 50% de las deserciones se producen en los primeros 18 meses del
ingreso a la universidad. Todos los especialistas señalan que es preciso fortalecer la preparación inicial de los
estudiantes. Las universidades se enfrentan al mismo tiempo a la necesidad de mantener la calidad de la
enseñanza por un lado, y a la necesidad de asegurar igualdad de oportunidades a los alumnos por otro lado.
3. Vinculación con la sociedad y el Estado. Todas las instituciones han desarrollado diversos tipos de proyectos
para cooperar con organismos del Estado, con empresas y con organizaciones sociales. Las universidades
están preparadas para nuevas articulaciones con el Estado y la sociedad.
4. Políticas de conocimiento. Este es el aspecto más abstracto y más decisivo del sistema universitario. Porque
a pesar de que las universidades argentinas ofrecen una multitud de carreras (más que en toda la Unión
Europea) no existen políticas para aprovechar los profesionales y científicos que se forman.

Nuevos paradigmas y nuevos contextos

Las instituciones de la Educación Superior no tienen una naturaleza inmutable como hemos visto a lo largo de este
trabajo. La historicidad y los cambios sociales amenazan permanentemente la continuidad de los fines y de las
misiones que se proponen las universidades. Algunas aceptan la contingencia y se convierten en sus propios agentes
de cambio. Otras continúan reproduciéndose o adaptándose a los cambios convirtiéndose así en apéndices de los
actores históricos que definen el curso del mundo.
Desde el punto de vista de los sistemas educativos y de las universidades en particular podemos registrar una serie
de factores que alteran sustancialmente las tendencias vigentes en la mayor parte del siglo XX:
- la escolaridad se ha expandido en todas partes, gracias a la intervención de los estados, pero ahora éstos no tienen
suficientes recursos para sostenerlos o han decidido orientar los mismos hacia otros fines;
- la administración educativa que antes funcionaba sin análisis de costos y sin control de gestión se ve obligada ahora
a optimizar sus recursos perfeccionando sus técnicas de gestión;
- los cambios económicos, sociales o tecnológicos han acortado los períodos de utilidad de las competencias
profesionales que transmiten las universidades , lo cual obliga a repensar el curriculum y las relaciones entre la
oferta académica y el mercado profesional;
- el desarrollo de los medios de comunicación social y de la informática han creado nuevas alternativas para el
aprendizaje que desplazan progresivamente los cursos tradicionales por sistemas de educación a distancia o de
autoaprendizaje;

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- el surgimiento de un nuevo paradigma productivo fundado en la utilización intensiva del conocimiento así como el
desarrollo de nuevos mecanismo de transmisión de información, obligan a revalorizar la gestión del saber y de la
información en las universidades;
- las demandas crecientes de transferencia de conocimientos hacia la sociedad y la economía obligan a desarrollar
programas o gerencias de servicios a terceros en las universidades;
- los cambios en los modelos culturales, en los paradigmas científicos, en las ideologías, filosofías y creencias
impulsan una revisión de las bases teóricas que constituyeron hasta el presente los planes de estudios de las
diferentes carreras.
- las políticas de ajuste económico-financiero en muchos países ha conducido a la necesidad de redefinir las
prioridades y los sistemas de gestión de las instituciones.
Frente a las nuevas realidades se plantean generalmente dos actitudes contrapuestas: de un lado, los que proponen
mejorar las universidades para adaptarlas a los cambios; del otro lado, los que rechazan los cambios y los ajustes por
considerarlos parte de un plan destinado a destruir las universidades.

Universidad y futuro

A través del tiempo la educación superior cumplió primeramente algunas funciones tales como las de crear un
lenguaje académico, la de formar personas especializadas en el dominio del conocimiento teórico o práctico, la de
promover la búsqueda de la verdad. En los últimos cien años se le agregaron nuevas funciones tales como el
desarrollo de la investigación científica, la cooperación con el Estado y la sociedad para mejorar el bienestar
colectivo, la participación en proyectos de innovación tecnológica, la formación de recursos humanos que respondan
a las demandas del mercado, etc.
Como toda creación histórica la organización universitaria cumple funciones ambivalentes como las de conservar
una cultura y la de promover el cambio. Una universidad concebida como agente de revolución permanente
conduce a la auto desintegración que produjo la Revolución Cultural China entre 1964-69.
La universidad y las instituciones educativas no desaparecerán, pero una gran parte de sus mecanismos de
transmisión de información, teórica o práctica, quedarán obsoletos en muy poco tiempo.
Las computadoras no nos dispensarán de pensar, por amplia que sea la capacidad para transmitir más información
en menos tiempo. Enseñar a seleccionar información para no caer en la multifrenia y la confusión, enseñar a
pensar, enseñar a crear, enseñar a convivir, serán las funciones más relevantes de la universidad futura. Aprender
a pensar, aprender a ser, aprender a aprender, aprender a compartir, siguen siendo, como en otras décadas
objetivos válidos de los sistemas educativos. En este sentido, la función histórica actual de las universidades no
sería tanto la de adaptar los individuos a la cultura vigente sino prepararlos para superarla.
La contribución de las universidades a ese proyecto podría consistir en diseñar políticas de conocimiento que
hagan posible la humanización de la ciencia, de la técnica y de la economía. Esta sería, a nuestro entender la
misión futura de las universidades.
En el contexto argentino y sudamericano los desafíos cobran un significado más dramático porque se trata de
articular las funciones históricas de la Educación Superior con las luchas para suprimir las desigualdades y la
pobreza, con la consolidación de un modelo de crecimiento, con la reconstrucción del Estado y la sociedad. El
futuro de la Educación Superior se encuentra entonces asociado al destino de los pueblos de la región.

EVOLUCIÓN DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR EN ARGENTINA- FERNÁNDEZ LAMARRA.

La universidad colonial y de los primeros años de independencia

Este largo periodo- que se extiende desde principios del siglo XVII hasta mediados del siglo XIX tiene las siguientes
características:
- Las dos universidades existentes en ese periodo fueron las de Buenos Aires y Córdoba:
- La de Córdoba se originó como eclesiástica, luego se provincializó, y finalmente, se nacionalizó.
- La de Buenos Aires siempre tuvo un horizonte de proyección nacional, aún en el periodo de los 1830-1840,
con fuerte control de la provincia de Buenos Aires;
- El paso de la colonia a la independencia no constituyó por si mismo un cambio sustantivo en la única
universidad existente en 1810, la de Córdoba;
- Hacia fines de la etapa colonial se crearon algunas instituciones formativas, que tuvieron cierto carácter de
educación superior, como fueron el Protomedicato y las escuelas de naútica y de dibujo;
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- Las dos universidades tuvieron colegios destinados a los estudios preparatorios: el de Monserrat en Córdoba
y el San Carlos en Buenos Aires, aunque este último se creó con anterioridad a la universidad.

La universidad en la organización nacional y constitucional

En 1853, se dictó la constitución nacional, iniciándose de esa manera la organización institucional del país.
Posteriormente, en 1860, se le introdujo una reforma, para posibilitar la incorporación de la provincia de Buenos
Aires, que desde 1853, no había integrado la confederación argentina.
En el texto de la constitución nacional se incluyó una referencia explícita a las universidades. En el entonces artículo
67, en su inciso 16 (ahora artículo 75 inciso 18), se dice que corresponde al congreso: proveer lo conducente a la
prosperidad del país, al adelante y bienestar de todas las provincias y al progreso de la ilustración. La constitución
nacional estableció, en 1853, como atribución del congreso el dictar la legislación sobre universidades. El congreso
de la Nación ejercitó dicha atribución en varias oportunidades; primero, con la ley de Avellaneda y luego, desde
1947, sancionando sucesivas leyes universitarias.
Las dos universidades nacionales se fueron convirtiendo en ámbitos de consolidación del modelo hegemónico de
país, de carácter agroexportador.
Se incorporaron las áreas científicas y de humanidades, se intentaron modernizar los estudios jurídicos y se
propusieron reformas pedagógicas en general infructuosamente. En cuanto a lo organizativo, la UBA estableció la
autonomía docente y el sistema de concursos para la preparación de las ternas para la provisión de las cátedras y
creó tanto el profesorado libre como la práctica de los estudios libres, reglamentando sus condiciones.
En 1885 se dictó la Ley Avellaneda para las universidades nacionales. Un año antes se había sancionado la ley 1420
de educación común. Es decir, el congreso de la nación aprueba en un breve periodo las dos leyes centrales para el
desarrollo posterior de la educación argentina: una destinada a la capacitación de los sectores populares, y la otra, a
la formación de los sectores dirigenciales del país.

La universidad oligárquica y liberal

Este periodo se inició en 1885 con la sanción de la ley Avellaneda, y se extendió hasta 1918, año en que se produjo
en Córdoba el pronunciamiento de la Reforma Universitaria. Existía una fuerte homogeneidad ideológica y política
entre gobierno y universidad. Así, los funcionarios, políticos y legisladores alternaron el desempeño de estos cargos
con el de profesores universitarios y formaron a sus alumnos como sus asistentes y en el futuro herederos, tanto en
el campo político como en el universitario. “de la universidad al poder”, “del poder a la universidad”.
La ley de Avellaneda estableció las normas para la consolidación jurídica de este modelo de vinculación entre
gobierno y universidad. Fijó de manera taxativa las reglas a las que se subordinarían las universidades al elaborar sus
estatutos y determinó la cobertura de las cátedras y la destitución de los profesores fuese una atribución del poder
ejecutivo nacional, aunque a propuesta de las respectivas facultades.
Frente a este centralismo del gobierno nacional, algunos grupos del interior del país se plantearon el control de la
educación superior en sus territorios, por lo que se crearon, en 1889-1890, la universidad de la Provincia de Santa Fe
y en, 1890 la Universidad de la Ciudad de La Plata. En 1912, se creó la Universidad de la Provincia de Tucumán. Estas
tres universidades fueron, posteriormente, nacionalizadas. En 1905 se creó la Universidad Nacional de La Plata.
La reforma universitaria

En 1916, asumió Hipólito Irigoyen como primer presidente de la Nación elegido por el pueblo a través del voto
secreto y obligatorio. La unión cívica radical significó un cambio político sustancial: el fin del dominio del poder por
parte de los sectores oligárquicos y conservadores y su reemplazo por los sectores medios en proceso de ascenso
social y político.
Esto se reflejó en las universidades, todavía conducidas por los mismos sectores oligárquicos que habían sido
desplazados del poder político. Esta situación se registraba en todas las universidades pero, en especial era más
fuerte en la Universidad Nacional de Córdoba. Esa era un lugar de poder del conservadurismo católico. A partir de un
conflicto en la facultad de medicina, en marzo de 1918, los estudiantes convocaron a la huelga y fueron duramente
reprimidos. Ahí se inició un proceso de sucesivos conflictos que condujo a la proclamación del manifiesto liminar en
junio de ese año, en el marco del primer congreso nacional de estudiantes, convocado por la recién creada FUA.
Los temas centrales del movimiento reformista han sido: autonomía universitaria; cogobierno de docentes y
estudiantes; función social de la universidad; coexistencia de la universidad profesionalista con la científica;
cuestionamiento a la universidad como fábrica de exámenes y títulos profesionales; renovación pedagógica;
9
cátedras libres; extensión universitaria; la centralidad de los estudiantes como destinatarios y protagonistas de la
universidad; solidaridad con el pueblo y con los trabajadores; compromiso de la universidad con el cambio social; y
que la universidad debe desbordar sus fronteras institucionales, ir a la vida.
La puesta en práctica de estos postulados reformistas en las universidades llevó a una serie de crisis y conflictos
sucesivos porque las autoridades y la mayor parte del cuerpo de profesores se oponían a los planteamientos de las
federaciones estudiantiles de democratización de estas instituciones. La reforma tuvo un efecto de mejoramiento en
el ámbito universitario argentino, por lo menos hasta 1930, año en que un movimiento militar derroca al presidente
Irigoyen.
Los alcances de la reforma universitaria en las universidades de América Latina no se llegaron a concretar sino muy
parcial y débilmente. Lo que sí ocurrió fue un fortalecimiento de las organizaciones de los estudiantes y el inicio de
preocupaciones compartidas y polémicas múltiples acerca del rol de las universidades y su relación con la situación y
destino de las sociedades latinoamericanas.
A partir del golpe militar de 1930, se produjo una reinstalación conservadora denominada universidad de la
restauración oligárquica. Este ciclo se caracteriza por un menor crecimiento de la matrícula universitaria, por un
clima de oscurantismo intelectual, de renovado clericalismo y de ilegalización del movimiento estudiantil. En 1939,
se creó la universidad nacional de cuyo, que se caracterizó, en la primera etapa, por un perfil marcadamente más
conservador que el de las restantes.

Universidad y peronismo

En 1945-1946 accedió al poder Perón y, junto con él, se estructuró una nueva alianza política integrada básicamente
por los gremios de trabajadores y diversos sectores políticos provenientes de un amplio espectro ideológico, desde
la izquierda nacional hasta la derecha nacionalista. Con base en ideas de justicia social y soberanía nacional, de
nuevo y mayores derechos para los sectores populares.
Los sectores derrotados se abroquelaron en sus cargos legislativos y en las universidades. Por ello, en abril del 46, se
intervinieron las 6 universidades nacionales y se produjeron las cesantías de la mayor parte de los profesores
opositores. En 1947 se aprobó la ley 13031 que estableció un nuevo régimen para las universidades nacionales, por
el que los rectores y los profesores eran designados por el PEN y los decanos por el rector, por lo que se limitó
fuertemente la autonomía universitaria. El objetivo de esta ley era el control político de las universidades.
Entre 1946-1955 se desarrolló una política de fuerte expansión del sistema educativo en todos sus niveles, lo que
posibilitó el ingreso de sectores sociales hasta ese momento marginados de la educación. Se registraron tasas muy
altas de escolarización y de incremento de sus matrículas, quizás las mayores de la historia de la educación
argentina. En 1949 se estableció el ingreso libre a la universidad y su gratuidad. En el año 1948 por ley 13329 se
fundó la universidad obrera nacional destinada a formar un nuevo tipo de profesionales de la ingeniería, con el título
de ingeniero de fábrica. Luego del derrocamiento de Perón en 1959 la universidad obrera nacional se transformó en
el UTN.

La restauración reformista y su crisis

En diciembre de 1955, se dictó el decreto ley 6403 por el que se estableció una nueva organización para las
universidades nacionales bajo los principios de autarquía, de cogobierno con la participación de los claustros
docentes, estudiantes y graduados, la periodicidad de las cátedras y del régimen de concursos para su provisión y
otros muy vinculados con los planteados por la reforma universitaria del 18.
En el artículo 28 se posibilitaba la creación de universidades por parte de la iniciativa privada. La creación de
universidades privadas en el año 1959, esta ley estableció que las universidades privadas no podían recibir recursos
estatales.
Este proceso de restauración reformista permitió la inmediata normalización organizativa de las universidades
nacionales. Este periodo entre 1958-66 es considerado el más floreciente, en términos de avances científicos y
académicos de la historia de las universidades nacionales. En este periodo se crearon: la UNNE y la universidad
nacional del SUR.
Este importante proceso de desarrollo universitario se interrumpió abruptamente con el golpe militar del 66, que
intervino a todas las universidades nacionales y protagonizó la denominada noche de los bastones largos. Estos y
otros hechos provocaron una significativa movilización de estudiantes y de otros sectores sociales opositores a la
dictadura durante la cual murieron varios estudiantes, especialmente de la provincia de Córdoba. Esta situación
desembocó en una importante explosión política y social denominada CORDOBAZO.
10
El peronismo de los setenta

En mayo de 1973 el peronismo vuelve al poder, luego de 18 años de persecuciones políticas y proscripciones
electorales. Desde el inicio de la década del 70 el peronismo fue creciendo y desafiando al gobierno militar, en
especial en las universidades. Por ello al iniciarse el periodo del presidente Cámpora, se designaron como rectores
en las universidades nacionales a intelectuales y profesores vinculados política e ideológicamente con la juventud
peronista.
Se formularon planteamientos político- universitarios relacionado con las concepciones de reconstrucción y
liberación nacional, se intentó modificar los planes de estudios y programa de estudio, se cesantó a los profesores
vinculados con el gobierno militar anterior y se estableció el ingreso sin ninguna restricción. Este último generó un
crecimiento inmediato de la matrícula universitaria.
En el mismo año en septiembre del 73, es elegido presidente Perón, luego de la renuncia de Cámpora. En este
periodo se desató una situación de conflicto abierto y sangriento entre la izquierda peronista (jp y montoneros) y la
derecha (triple a). el presidente Perón expulsó a la JP por lo que se cambiaron los rectores universitarios por
personas vinculadas a la derecha peronista. Se desarrolló en el ámbito universitario una dramática persecución con
miles de docente cesanteados y perseguidos, al igual que lo ocurrido con estudiantes militantes de la JP. Los
interventores universitarios fueron los responsables de esta tarea persecutoria. Durante este proceso falleció Perón.
En marzo del 74 se sancionó casi por unanimidad del congreso una nueva ley universitaria la 20654, esta ley preveía
que las autoridades fueran elegidas por el voto de los claustros docentes, de estudiantes y no docentes. Se excluyó al
de graduado previsto en la legislación reformista.

Dictadura militar

En marzo del 76 se instaló en el país la dictadura militar. Se intervinieron las universidades con militares y se
cesantearon a decenas de miles de docentes y de estudiantes universitarios, muchos de ellos muertos, muchos
debieron exiliarse. Esto constituyó la desaparición del sistema universitario, aunque formalmente siguió
funcionando. Esto condujo a un fuerte crecimiento de la matrícula en la educación terciaria y a un significativo
decrecimiento de los alumnos en las universidades nacionales.
A los pocos días de su instalación la dictadura dictó una ley de facto por la que se estableció la intervención de las
universidades a través de personas designadas por el PE. El número de estudiantes de universidades nacionales se
redujo en un 22% entre el 76 y el 83.
En el año 80 se dictó otra ley de facto los rectores eran designados por el PE y los decanos por el ministerio de
educación. Se otorgaba una muy limitada participación de los profesores en los consejos directivos de las facultades.
En los primeros artículos de esta ley se establecieron fines, funciones y prohibiciones tanto para las universidades
nacionales como para las provinciales y las privadas. Las prohibiciones se referían a la actividad política en el ámbito
universitario.

Recuperación democrática

En diciembre del 83, asumió Alfonsín y se inició de inmediato un muy significativo proceso de recuperación de la
democracia. A los pocos días de su asunción, dictó un decreto 154 proclamaba la intervención de las universidades
nacionales, facultándose al poder ejecutivo para designar rectores normalizadores y al ministerio de educación para
nombrar a los decanos normalizadores, a propuesta de los rectores. Por este decreto se estableció la aplicación de
los estatutos universitarios vigentes en el 66, el reconocimiento legar y la participación de las federaciones y centros
de estudiantes en los consejos superiores y directivos, la legalidad de la FUA, la revisión de la valides de los
concursos docentes realizados durante la dictadura militar y la eliminación de todas las cláusulas discriminatorias y
proscriptivas.
En el 84 se estableció que cada universidad debía asegurar la existencia de un régimen de reincorporación de los
docentes y no docentes cesanteados por la dictadura militar. La posterior y casa inmediata realización de los
concursos docentes permitió la normalización de universidades a través de elecciones en cada uno de los claustros:
docentes, graduados y estudiantes. Entre el 84 y el 90 se produjo un importante crecimiento de la matrícula de las
universidades nacionales.

Los noventa y la ley de educación superior

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Periodo 90-95: en julio del 89 asume Menen en el marco de un dramático proceso hiperinflacionario que afectó el
funcionamiento global del país y que con intermitencias se extendió hasta 1991. En el 93 se sancionó la ley federal
de educación, la que refiere al conjunto del sistema educativo, desde la educación inicial hasta el posgrado
universitario. Se crearon 9 universidades nacionales y se autorizaron 23 privadas.
La expansión fue mucho mayor en la matrícula de las privadas.
Periodo 95-2001: en agosto del 95 se sancionó la ley 24521 de educación superior luego de un debate mantenido
entre el ministerio de educación y las universidades nacionales y privadas. Esta ley tiene los siguientes contenidos
principales:
- Incluye por primera vez en la legislación argentina tanto a la enseñanza superior universitaria como a la
universitaria y su articulación.
- Plantea conjuntamente, por primera vez normas para el funcionamiento de la enseñanza universitaria
nacional, provincial y privada.
- Establece la evaluación institucional y la acreditación de carreras de grado y de posgrado, para lo que se crea
la CONEAU.
- Fija las bases para el funcionamiento de los órganos de coordinación y consulta del sistema universitario:
consejo de universidades, consejo interuniversitario nacional, consejo de rectores de las privadas y consejos
regionales de planificación de la educación superior.
- Establece las normas básicas para las universidades nacionales: creación y bases organizativas; órganos de
gobierno y su constitución; autoridades y estatutos; autarquía económico financiera y responsabilidad de su
sostenimiento por parte del estado nacional.
- Brinda las pautas para la diferenciación entre universidad e instituto universitario.
- Posibilita la creación y funcionamiento de otras modalidades de organización universitaria ya previstas en la
ley federal de educación.

Manifiesto Liminar de Ia Reforma Universitaria deI 21 de Junio de 1918

La juventud argentina de Córdoba a los hombres libres de Sudamérica.


Hombres de una República libre, acabamos de romper Ia última cadena que, en pleno siglo XX, nos ataba a Ia
antigua dominacióh monárquica y monástica. Hemos resuelto Ilamar a todas Ias cosas por el nombre que tienen.
Córdoba se redime. Desde hoy contamos para el país con una vergüenza menos y una libertad más. Los dolores que
quedan son Ias libertades que faltan. Creemos no equivocarnos, Ias resonancias del corazón nos lo advierten:
estamos pisando sobre una revolución, estamos viviendo una hora americana.
La rebeldía estalIa a hora en Córdoba y es violenta porque ahí los tiranos se habían ensoberbecido y era necesario
borrar para siempre el recuerdo de los contrarrevolucionarios de Mayo. Las Universidades han sido hasta aquí el
refugio secular de los mediocres, Ia renta de los ignorantes, Ia hospitalización segura de los inválidos y lo que es
peor- el lugar donde todas Ias formas de tiranizar y de insensibilizar hallaron Ia cátedra que Ias dictara. Las
Universidades han Ilegado a ser así fiel reflejo de estas sociedades decadentes que se empeñan en ofrecer e! triste
espectáculo de una inmovilidad senil. Por eso es que Ia ciencia, frente a estas casas mudas y cerradas, pasa silenciosa
o entra mutilada y grotesca al servicio burocrático. Cuando en un rapto fugaz abre sus puertas a los altos espíritus es
para arrepentirse luego y hacerles imposible Ia vida en su recinto. Por eso es que, dentro de semejante régimen, Ias
fuerzas naturales Ilevan a mediocrizar Ia enseñanza, y el ensanchamiento vital de los organismos universitarios no es
el fruto dei desarrollo orgánico, sino el aliento de Ia periodicidad revolucionaria.
Nuestro régimen universitario aún el más reciente- es anacrónico. Está fundado sobre una especie de derecho
divino; el derecho divino deI profesorado universitario. Se crea a sí mismo. En él nace y en él muere. Mantiene un
alejamiento olímpico. La 2 federación universitaria de Córdoba se alza para luchar contra éste régimen y entiende
que en ello le va Ia vida. Reclama un gobierno estrictamente democrático y sostiene que el demos universitario, Ia
soberanía, el derecho a darse el gobierno propio radica principalmente en los estudiantes. EI concepto de autoridad
que corresponde y acompaña a un director o a un maestro en un hogar de estudiantes universitarios no puede
apoyarse en Ia fuerza de disciplinas extrañas a Ia sustancia misma de los estudios. La autoridad, en un hogar de
estudiante, no se ejercita mandando sino sugiriendo y amando: enseñando.
Si no existe una vinculación espiritual entre el que enseña y el que aprende, toda enseñanza es hostil y de
consiguiente infecunda. Toda la educación es una obra de amor a los que aprenden. Fundar Ia garantía de una paz
fecunda en el artículo conminatorio de un conminatorio reglamento o de un estatuto es, en todo caso, amparar un
régimen cuaternario, pero no una labor de ciencia. Mantener Ia actual relación de gobernantes y gobernados es
agitar el fermento de futuros trastornos. Las almas de los jóvenes deben ser movidas por fuerzas espirituales. Los
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gastados resortes de Ia autoridad que emanan de Ia fuerza no se avienen con lo que reclaman el sentimiento y el
concepto moderno de Ias Universidades. EI chasquido del látigo sólo puede rubricar el silencio de los inconscientes o
de los cobardes. La única actitud silenciosa, que cabe en un instituto de ciencia, es el del que escucha una verdad o Ia
del que experimenta para creerla o comprobarla.
Por eso queremos arrancar de raíz en el organismo universitario el arcaico y bárbaro concepto de autoridad que en
estas casas de estudio es un baluarte de absurda tiranía y solo sirve para proteger criminalmente Ia falsa dignidad y
Ia falsa competencia. Ahora advertimos que Ia reciente reforma, sinceramente liberal, aportada a Ia Universidad de
Córdoba por el doctor José Nicolás Matienzo, sólo ha venido a probar que él era más afligente de lo que
imaginábamos y que los antiguos privilegios disimulaban un estado de avanzada descomposición.
La reforma Matienzo no ha inaugurado una democracia universitaria; ha sancionado el predominio de una casta de
profesores. Los intereses creados en torno de los mediocres han encontrado en ella inesperado apoyo. Se nos acusa
ahora de insurrectos en nombre de un orden que no discutimos, pero que nada tiene que ver 3 con nosotros. Si ello
es así, si en nombre del orden se nos quiere seguir burlando y embruteciendo, proclamamos bien alto el derecho
sagrado a Ia insurrección. Entonces Ia única puerta que nos queda abierta a Ia esperanza es el destino heroico de la
juventud. EI sacrificio es nuestro mejor estímulo; Ia redención espiritual de Ias juventudes americanas nuestra única
recompensa, pues sabemos que nuestras verdades lo son y dolorosas- de todo el continente. ¿Qué en nuestro país
una ley se dice-, Ia ley de Avellaneda, se opone a nuestros anhelos? Pues a reformar Ia ley, que nuestra salud moral
lo está exigiendo.
La juventud vive en trance de heroísmo. Es desinteresada, es pura. No ha tenido tiempo de contaminarse. No se
equivoca en Ia elección de sus propios maestros. Ante los jóvenes no se hace rito adulando o comprando. Hay que
dejar que ellos mismos elijan sus maestros y directores, seguro de que el acierto ha de coronar sus determinaciones.
En adelante, sólo podrán ser maestros en Ia futura república universitaria los verdaderos constructores de alma, los
creadores de verdad, de belleza y de bien.
La juventud universitaria de Córdoba cree que ha Ilegado Ia hora de plantear este grave problema a Ia consideración
del país y de sus hombres representativos.
El espectáculo que ofrecía Ia asamblea universitaria era repugnante. Grupos de amorales deseosos de captarse Ia
buena voluntad del futuro exploraban los contornos en el primer escrutinio, para inclinarse luego al bando que
parecía asegurar el triunfo, sin recordar Ia adhesión públicamente empeñada, el compromiso de honor contraído por
los intereses de Ia Universidad. Otros los másen nombre del sentimiento retigioso y bajo Ia advocación de Ia
Compañía de Jesús, exhortaban a Ia traición y al pronunciamiento subalterno. (Curiosa religión que enseña a
menospreciar el honor y deprimir Ia personalidad! Religión para vencidos o para esclavos!). Se había obtenido una
reforma liberal mediante el sacrificio heroico de la juventud. Se creía haber conquistado una garantía y de Ia garantía
se apoderaban los únicos enemigos de Ia reforma. En Ia sombra de los jesuitas habían preparado el triunfo de una
profunda inmoralidad. Consentiria habría comportado otra traición. A Ia burla respondimos con Ia revolución. La
mayoría expresaba Ia suma de Ia represión, de Ia ignorancia y del vicio. Entonces dimos Ia única lección que cumplía
y espantamos para siempre Ia amenaza del dominio clerical.
La sanción moral es nuestra. EI derecho también. Aquellos pudieron obtener Ia sanción jurídica, empotrarse en Ia
ley. No se lo permitimos. Antes de que Ia iniquidad fuera un acto jurídico, irrevocable y completo, nos apoderamos
del salón de actos y arrojamos a Ia calla, sólo entonces amedrentada, a Ia vera de los claustros. Que esto es cierto, lo
patentiza el hecho de haber, a continuación, sesionado en el propio salón de actos Ia federación universitaria y
haber firmado mil estudiantes sobre el mismo pupitre rectoral, Ia declaración de huelga indefinida.
En efecto, los estatutos disponen que Ia elección de rector terminará en una sola sesión, proclamándose
inmediatamente el resultado, previa lectura de cada una de Ia boletas y aprobación dei acta respectiva. Afirmamos,
sin temor a ser rectificados, 5 que Ias boletas no fueron leídas, que el acta no fue aprobada, que el rector no fue
proclamado, y que, por consiguiente, para Ia ley, aún no existe rector en esta Universidad.
La juventud universitaria de Córdoba afirma que jamás hizo cuestión de nombres ni de empleos. Se levantó contra
un régimen administrativo, contra un método docente, contra un concepto de autoridad. Las funciones públicas se
ejercitan en beneficio de determinadas camarillas. No se reformaban ni planes ni reglamentos por temor de que
alguien en los cambios pudiera perder su empleo. La consigna de "hoy para ti, mañana para mí", corría de boca en
boca y asumía preeminencia de estatuto universitario. Los métodos docentes estaban viciados en un estrecho
dogmatismo, contribuyendo a mantener a Ia Universidad apartada de Ia ciencia y de Ias disciplinas modernas. Las
elecciones, encerradas en Ia repetición interminable de viejos textos, amparan el espíritu de rutina y de sumisión.
Los cuerpos universitarios, celosos guardianes de los dogmas, trataban de mantener en clausura Ia juventud,
creyendo que Ia conspiración del silencio puede ser ejercitada en contra de Ia ciencia. Fue entonces cuando Ia oscura

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Universidad mediterránea cerró sus puertas a Ferri, a Ferro, a Palacios y a otros, ante el temor de que fuera
perturbada su plácida ignorancia. Hicimos entonces una santa revolución y el régimen cayó a nuestros pies.
Creímos honradamente que nuestro esfuerzo había creado algo nuevo, que por lo menos Ia elevación de nuestros
ideales merecía algún respeto. Asombrados, contemplamos entonces cómo se Iban para arrebatar nuestra conquista
los más crudos reaccionarios.
No podemos dejar librada nuestra suerte a Ia tiranía de una secta religiosa, ni al juego de los intereses egoístas. A
ellos se nos quiere sacrificar. EI que se titula rector de Ia Universidad de San Carlos ha su primera palabra. "Prefiero
antes de renunciar que quede el tendal de cadáveres de los estudiantes". Palabras Ilenas de piedad y de amor, de
respeto reverencioso a Ia disciplina; palabras dignas del jefe una casa de altos estudios. No invoca ideales ni
propósitos de acción cultural. Se siente custodiado por Ia fuerza y se alza soberbio y amenazador. Armoniosa lección
que acaba de dar a Ia juventud el primer ciudadano de una democracia universitaria!
Recojamos Ia Iección, compañeros de toda América; acaso tenga el sentido de un presagio glorioso Ia virtud de un
Ilamamiento a Ia lucha suprema por Ia libertad; ella nos muestra el verdadero carácter de Ia autoridad universitaria,
tiránica y obcecada, que ve en cada petición un agravio y en cada pensamiento una semilla de rebelión.
La juventud ya no pide. Exige que se reconozcan el derecho de exteriorizar ese pensamiento propio en los cuerpos
universitarios por medio de sus representantes. Está cansada de soportar a los tiranos. Si ha sido capaz
desconocérsela Ia capacidad de intervenir en el gobierno de su propia casa.
La juventud universitaria de Córdoba, por intermedio de su federación, saluda a los compañeros de América toda y
les incita a colaborar en Ia obra de libertad que inicia.
Enrique F Barros, Horacio Vafdés, Ismael C. Bordabehere, Presidentes. - Gumersindo Sayago, Affredo Castellanos,
Luis M. Méndez, Jorge L. Bazante, Ceferino Garzón Maceda, Julio Mofina, Carlos Suaréz Pinto, Emilio R. Biagosch,
Angel J. Nigro, Natalio J. Saibene, Antonio Medina Allende, Ernesto Garzón.

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