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Masculinidades:

Violencia y
Discordancia

Curso: Antropología del Genero

Profesora: María Pía Torres

Introducción
Actualmente y frente a los problemas que presenta la sociedad chilena en torno a las

relaciones de desigualdad que se desarrollan entre “Géneros”, es cuando parece pertinente

cuestionar el cómo se piensan estas categorías, en este caso, el cómo se piensa y construye

la masculinidad.

Adoptar ciertas normas que conlleva la masculinidad puede generar conflictos y

consecuencias negativas en quien no sea capaz de aceptarlas, aprenderlas o ejércelas, estos

mandatos o normas suelen expresar la relación dominante que lo masculino desarrolla con

lo apuesto como lo femenino o incluso con sus pares masculinos. Las preguntas que surgen

de estos son ¿Cómo se construye y se adquiere lo masculino? Y ¿De qué manera afecta a

un individuo cuando no puede ser Dominante como dicta lo masculino? Con el fin de

responder a estas preguntas se recurrían a autores clásicos como Pierre Bourdieu, Michel

Foucault, Marta Lamas, Sonia Montesinos, quienes exponen respecto a cómo se produce,

aprende y ejerce el rol masculino, además se revisara a José Olavarría y Laura Rita Sagato

que tratan temática respecto a cómo el desarrollo de la dinámicas de poder que se generan

en la relación masculino y femenino impactan en la sociedad.

Quien escribió este ensayo se presentara como un observador, receptor y ejecutor de

distintas formas en que la masculinidad se expresa, se valida y se cuestiona. Siendo este un

heredero de una estructura que favorece la hegemonía patriarcal y que hoy en día en vista

de los nuevos contextos y conocimientos adquiridos es capaz de cuestionar y reflexionar

respecto al impacto que esta estructura produce en los individuos.

Silencios y consecuencias de ser masculino.

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Un hombre de verdad es en toda ocasión un hombre a la fuerza, quizá un hombre que no

domine la violencia no es un “Hombre de verdad”, un hombre que no sea un sustento

económico no es un “Hombre de verdad”, un hombre que llora frente a otros hombres quizá

no es un “Hombre de verdad”, un hombre que no tenga dominio sobre “Su señora” no es un

“Hombre de verdad” y es que para que alguien sea calificado como “Hombre” debe

cumplir ciertas “normas” y faltar a cualquiera de estas puede terminar en la perdida de esta

identidad “Masculina”. Estas normas están contenidas en frases como “Toma (o fuma) un

poco… hazte hombre”, “Dale… pégale no seas Maricon”, “Cuantas Minitas tiene…”, la

negativa a cualquiera de estas frases significa poner en duda la propia “Masculinidad”,

Quien escribe, su hermano, sus amigos y probablemente quien lee en este momento ha

escuchado alguna de estas frases y ha sentido su peso. “El hombre de verdad” aquella

figura que ha de ser constantemente validada y de no ser así se condena a los individuos a

vivir en luces y sombras, en los secretos, en los márgenes, huyendo de su “Destino”, tal

como diría Bourdieu esta se trata de “… una identidad constituida en esencia social y

transformada, de ese modo, en destino.” (Bourdieu, 2000)

Durante a una entrevista le preguntan a Pierre Bourdieu Autor de “La dominación

masculina”; “¿Usted es Machista?”, a lo que Bourdieu responde, “Bueno, un poco, a la

fuerza”. Pierre Bourdieu a lo largo de su obra “La dominación masculina” expone que

existen “Estructuras” estas pueden ser “Cognitivas” y “Sociales”, estas estructuras norman

lo que se construye social y personalmente en torno a la relación que sostienen lo

“Masculino” y lo “Femenino”, siendo para la “Estructura Social” los primeros

“Dominantes” y las segundas “Dominadas”, esta estructura social asigna determinadas

normas que se ven reflejadas en ciertas normas que “Los dominantes” deben mostrar frente

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a las “Dominadas”. Estas “Normas” son adquiridas de manera inconsciente o forzosa, se

adquieren de manera inconsciente en tanto la misma sociedad modele a los individuos y

forzosa cuando este individuo resista a ser moldeado, son “Introyectadas” en el sentido de

Foucault y la misma sociedad - siguiendo en el mismo sentido del M. Foucault - es la que

vigilia a los individuos y los castiga dependiendo de la disposición de estos al adquirir

estas normas, de esta manera se erige la Estructura Cognitiva que norma al individuo.

Estas normas están construidas en base a las diferencias opuestas y complementarias,

puesto que, si la mujer es débil el hombre es fuerte, esta es una relación opuesta pero

complementaria en el sentido de demarcar quien es el dominante y la dominada, esta

relación binaria con el opuesto femenino aflora en todo ámbito a lo largo de la vida de un

individuo y esta es naturalizada socialmente, Sonia Montecino diría que “… lo social teje

en sus sistemas simbólicos un discurso que hace creer en la naturaleza de ciertos “roles”

y “posiciones”…” (Montecinos, 2004), estos sistemas simbólicos puede verse

representados en tanto a como cada cultura expresa esta diferencia asignando roles o

“Papeles Sexuales”, en el sentido que indica Marta Lamas (1999), es así que como

sociedad vamos normando el cómo debe ser una parte para lograr relacionarse con la otra,

en este caso, como debe ser los masculino en relación a lo femenino.

Para “Un Hombre” (En el sentido sexual Biológico) no adquirir estas normas a lo largo de

su vida, es decir, infancia, adolescencia y adultez, significa ser castigado sea por medio de

la discriminación o la directa marginalización, estas penas impuestas tienen múltiples

consecuencias negativas en los individuos, que en la actualidad son objeto de estudio,

depresión, suicidio, conflictos identitarios son alguna de estas consecuencias negativas. A

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continuación se revisaran seis normas que a la luz de los estudios muestran estas

“Consecuencias negativas” que produce la estructura masculina en los mismos hombres.

 El proveedor dominando la economía y el éxito

Quien elabora este texto desde su infancia lleva escuchado que es el padre quien debe

proveer y sustentar económicamente a la familia, mantenerla, tomar decisiones sobre esta,

todo esto sustentado en el éxito económico que pueda sostener y ostentar el “Padre de

Familia”, con esto se hace referencia a las familias de “Carácter Patriarcal” fuertemente

cuestionadas hoy en día y en un progresivo declive, sin embargo, tan cercanas y en la

memoria de quien escribo este ensayo y probablemente de quien lo esté leyendo en este

momento.

Cuantas veces se vio a un padre en estado de crisis al no poder cumplir este “Rol

Patriarcal”, cuantas veces se ha visto la incomodad de un padre al depender de éxito

económico de su esposa, en cuantas diferentes y variadas situaciones y lugares he

escuchado frases y preguntas cuestionan de mala manera la masculinidad de los individuos

que no son capaces de obtener el éxito, dominio y poder económico en sus familia;

“Mantenido”, “Cafichero”, “¿Cómo que te mantiene tu mujer?”, “¿Tu mujer gana más que

tú?”, “Pucha si no trabajas ¿Qué haces?”. José Olavarría denomina esto como “Una crisis”

dentro de los estándares y expectativas de la identidad masculina al interior de una “Familia

patriarcal nuclear”, la crisis es económica y masculina dicta que este hombre en particular

ha perdido poder, por lo tanto, pierde capacidad de dominio y puede pasar a ser dominado,

el Psicólogo Alfonso Luco asegura “Quien controla el dinero, ostenta el poder, posee la

fuerza y asegura el dominio sobre quien no lo controla. Ello explica el papel central que

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representan el trabajo remunerado y el rol de proveedor en la identidad masculina…”

(Luco, 2001 en: Olavarría, 2001). ¿Es menos hombre el cafichero y mantenido por el echo

de no poseer poder económico?, ¿Es menos hombre quien gana menos que su pareja?

Es entonces que desde lo “Evidente” surge lo que “Subyace”, tal como lo pensaría Claude

Levi-Strauss, no se trata de algo meramente económico, sino más bien, de poder reafirmar

la masculinidad dominante por medio del poder económico, es así como el ser “Cafiche” y

el “Mantenido” dentro de una relación afectiva son elementos que cuestionan la

Masculinidad del individuo, puesto que este no se trata del Hombre independiente y

dominante, sino que es todo lo contrario, el espacio desde que el Padre ostenta y ejerce el

poder en su familia se ve afectado cuando este pierde su capacidad de proveer, debiendo

compartir o relegar este espacio a la madre, en este sentido, La pérdida de este espacio se

transforma en una lucha desesperada por no perder otros espacios, Jose Olavarria los define

como espacio de “Homosociabilidad”, en este caso masculinos, que se ven afectados por

diversos procesos “Económicos” como la liberalización e introducción de la mujer al

trabajo, “Politicos” referentes a los espacios políticos que se extinguieron durante la

dictadura, “Sociales” con la proliferación del feminismo y el empoderamiento femenino,

siendo la “Familia” el último espacio donde un individuo podía apegarse y cumplir sus

Mandatos Masculinos, pero los resultados del paso de todos los procesos mencionados

calaron hondo en la composición de La “Familia Patriarcal Nuclear”.

“Se ha debilitado, por tanto, la posición de autoridad y de proveedor exclusivos de los

varones, y a la vez ha llevado a incorporar masivamente a las mujeres al trabajo

remunerado, "invadiendo" un espacio "originalmente" de los varones” (Olavarria, 2001)

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Cuestionados todos los roles masculinos dentro del núcleo familia ¿De que manera podrían

recuperar este espacio? La manera más visible hoy en día es la violencia, ejercer el control

y el poder por medio de la “Agresión”, es una de las formas en que los individuos reafirman

su masculinidad.

“Los cuerpos de los varones son los fuertes, los que defienden, protegen de la agresión,

pero esos mismos cuerpos pueden agredir a aquellos/as que están a su cuidado; cuerpos que agreden

a los/as que deben proteger -que están relativamente indefensos frente a él-, sea, según afirman los

agresores, para mantener su autoridad -una casa e hijos sin autoridad no tienen futuro…” (Olavarría,

2001)

Los procesos mencionados, hoy en día se encuentran más imbricados que nunca en la

sociedad chilena y aquejan la masculinidad de aquellos individuos que son herederos de las

“Estructuras Cognitivas y Sociales”, en el sentido de Pierre Bourdieu, las altas cifras de

feminicidios y violencia intrafamiliar hablan por sí solas. Es Justamente el ejercer dominio

de la violencia y validar la masculinidad por medio de esta constituye una de las normas

que recaen sobre el individuo que ha de ser “Masculino”

 Tienes que ser fuerte:

Quien escribió este ensayo y quien lee este mismo recordara quizá haber escuchado en

alguna lugar frases como “Llorar es de niñitas, no llores” o “¡Está llorando! Es niñita, es

niñita”. Quien escribe durante su infancia escucho, vocifero y sintió el peso de estas frases,

y es que, estas generaban ciertos miedos, llorar, asustarse y en general expresar afecto

podría ser razón para un largo periodo de burlas o marginalización entre los compañeros de

clases u otro círculo social donde existiera una fuerte presencia masculina. Siguiendo la

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historia de quien produce este texto, al crecer estos miedos de infancia construyen una

pared difícil de derribar. El miedo a mostrarse débiles, a “Parecer niñita” lleva a muchos

hombres a apagar aquel mecanismo que les permite Expresar y comprender emociones y

sentimentalidades, Esto es porque un hombre debe ser fuerte y expresar tristeza, miedo o

vulnerabilidad, dentro de la lógica estructural de la identidad Masculina, es homlogo a la

debilidad.

El Psicólogo Alfonso Luco propone que los hombres somos criados en la “Lógica del

Guerrero” en donde “Ser fuerte es la viga maestra en la cual descansa la estructura de la

identidad de género masculino” (Luco, 2001 en: Olavarría, 2001), prosigue expresando

que la debilidad no tiene cabida en los patrones hegemónicos de la masculinidad “Quien se

muestra tierno, sensible, dependiente, comprometido emocionalmente, no agresivo ni

competitivo, en la lógica de la guerra es visto como débil y como consecuencia poco

varonil.” (Luco, 2001 en: Olavarría, 2001). Entonces ¿Qué sucede con los hombres que no

son capaces de adaptarse a esta identidad?, ¿De qué manera son “Castigados”?, en este

caso el castigo es básicamente el ostracismo, para mantener según la Psiquiatra Anne

Maria Möller-Leimkühler, las normas de la masculinidad, mostrar fortaleza y alejar la

debilidad, validarse socialmente como hombre para sentirse personalmente como tal, es

esencial en la construcción de la identidad masculina. La Psiquiatra Anne Maria Möller-

Leimkühler sostiene una hipótesis bastante interesante y la declara a la BBC, “El suicidio es

un fenómeno masculino” y es que al parecer así lo muestran las cifras de un estudio

realizado en chile por el MINSAL (Ver figura 1), en donde a lo lago de los años medidos

en el estudio la cantidad de suicidios masculinos supera a los suicidios femeninos. La

psiquiatra propone que la presión por mantener lo que considera como “Estándares

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Masculinos no realistas” referentes al “Ser fuertes”, lleva a los hombres a no pedir ayuda

por miedo a mostrarse débiles generando diversos grados de depresión que podrían explicar

las altas tasas se suicidio, claro esta es solo una hipótesis.

Figura 1. Aumento sostenido del suicidio en Chile: un tema pendiente (p.6),


por O. Echeverry, M. de la Paz, Et.al, 2015. Pontificia Universidad Catolica de
chile Facultad de Medicina

 Dominio de la Violencia:

Varias frases resuenan en la mente de quien escribió este ensayo “Pégale… no seas

maricon”, “¿Vas a dejar que te pegue?”, “Si alguien te molesta tienes que pegarle no más”,

quien escribe y quien lee quizá tengan en su mente un momento en donde la violencia fue

un elemento constitutivo para reafirmar una identidad masculina, para expresar sin palabras

quien domina, para validarse como “Hombre” frente a otros “Hombres” o en el caso de la

violencia intrafamiliar para auto validar la condición masculina y de poder dentro del

grupo familiar, frases como, “Te manda tu mujer”, “Mandoniado”, “Su mujer no lo deja

salir… le pega”, frases como esta cuestionan la masculinidad del individuo, quien frente a

esto, se valida y expresa su masculinidad por medio de la violencia.

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Es así como la violencia constituye un punto diferenciador en la relación de lo masculino y

lo femenino “Estos la han utilizado en función de legitimar el poder que poseen en el

marco de las relaciones de género, a partir de la posición hegemónica que detentan

respecto a las mujeres” (Fernández & González, 2009), a la vez que, “… los hombres

continuamente están siendo violentos con otros hombres y consigo mismos, como parte de

la socialización de sus masculinidades” (Fernández & González, 2009), Según los mismos

autores anteriormente citados, los contextos sociales favorecen la hegemonía masculina y la

violencia es elemento esencial por el cual los hombres logran validar tal hegemonía,

validando el carácter patriarcal de una sociedad como la occidental, siguiendo a los mismos

autores, es así como se “Naturaliza” la violencia masculina y esa es aprendida en “Las

dinámicas del proceso formativo que se les imponen, encierran todo el tiempo la

asimilación de conductas violentas, agresivas.” (Fernández & González, 2009). La

violencia es interiorizada de variadas formas, pero esencialmente se aprende a dominar en

contacto con el otro sea este otro masculino o femenino, puesto que la violencia es en

primera instancia un “… requisito indispensable para competir, para ser fuertes y activos,

para detentar un poder, en fin, para dominar no solo a las mujeres, sino también a otros

hombres.” (Fernández & González, 2009), La violencia es ante todo un arma de

dominación.

La forma en la que un grupo de hombres valida se hegemonía por medio de la violencia y

se van construyendo ellos mismo por ella puede llevar a relatos como los de la Antropóloga

Laura Rita Segato, quien da cuenta de cómo grupos de individuos ejercen y demuestran su

hegemonía en “Ciudad Juárez”, violan y torturan mujeres para demostrar su dominio sobre

el lugar, a la vez que inducen a otros hombres a realizar las violaciones y torturas a las

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mujeres como un forma de desmostar e incursionar en la masculinidad, siendo este último

un caso extremo, pero bien demuestra cómo funciona la violencia en sus puntos más

extremos como forma de validación de la masculinidad.

Las consecuencias de validar y naturalizar la violencia masculina como media para que

estos individuos construyan esta identidad, puede resultar en la situación que vive hoy en

día Ciudad Juárez.

Aquel que no tiene dominio sobre la violencia, muy probablemente, no sea capaz de

insertarse en un grupo compuesto por masculinidades, sin ir más lejos, un individuo que no

es capaz de hacer patente su dominio sobre otro será visto como débil, por lo tanto sus

posibilidad de acercarse a la masculinidad y reafirmarla quedan disminuidas, a la vez que

será objetivo de quien desee reafirmar su masculinidad de forma violenta.

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Conclusiones

Me pareció tremendamente interesante haber recordado a lo largo del ensayo variadas

situaciones en donde me vi obligado a validar mi masculinidad o haber estado en presencia

de situaciones en donde estas dinámicas se presentaban. Lecturas como “La dominación

Masculina” de Pierre Bourdieu crean un choque en la mente del lector, en este caso, hacen

aflorar diversos momentos en que esta “Estructura Social y Cognitiva” entorno a la

relación que sostienen lo masculino y femenino se cierne sobre los individuos, viendo las

situaciones desde aquella perspectiva, se puede evidenciar cuando uno ejerció el rol de

dominante y dominado.

Estas estructuras y toda la significación que conllevan en lo masculino y lo femenino

respectivamente, no son tan fáciles de adaptar, generalmente adaptar los comportamientos

que estas imponen conlleva un momento de conflicto, quizá no pueda dominar la violencia,

quizá no tenga la capacidad de dominar la económica y quizá sea tremendamente expresivo

y sentimental lo que de alguna forma u otra, de manera más fuerte o débil culminaran en la

discriminación o marginación, en más de un momento y en más de un contexto, en cierto

modo y tal como Bourdieu parafraseaba a Karl Marx quienes piensen de manera masculina

deben tener en cuenta que se encuentran “Dominados por su Dominación”, de manera

consciente o inconsciente. Este tipo de reflexiones en una sociedad como Chile son de data

reciente, siendo reciente la idea de que generación tras generación de hombre y mujeres son

herederos de una estructura social de carácter patriarcal que privilegia la hegemonía

masculina por sobre todo, teniendo repercusiones directas en la estructura cognitiva de los

individuos que naturalizan, traspasan y enseñan conductas machistas.

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Tratar las problemáticas de género desde la masculinidad en chile es primordial, puesto

que, la sociedad en conjunto ha permitido y entretejido “Sistemas simbólicos”, en el sentido

de Sonia Montesinos, que propician la aparición de altos índices de Machismo, en este

sentido, es importante lograr que la población se cuestione la forma en que los niños y

niñas, adolescentes y adultos conciben que es lo constituido de lo masculino y lo femenino,

para esto es necesario cuestionar las distintas formas de dominio que debe ejercer quien se

considere masculino, cuestionar el Dominio de la violencia, el dominio económico y sobre

la expresividad, en si, cuestionar la forma en que como sociedad “Expresamos las

diferencias”, bien diría Marta Lamas.

No se debe olvidar, según Jean Scott, que lo masculino y lo femenino en tanto a

condiciones de genero se tratan de construcciones sociales, atravesadas por contextos

históricos, económicos y políticos, es la misma sociedad quien asigna y perpetua sus

propias creencias al respecto, estas pueden cambiar dependiendo del curso de la historia

como lo propone José Olavarría. A la luz de los nuevos contextos emergentes en torno a las

problemáticas referente a género en chile como la violencia en contra de mujer tanto

simbólica como estructural, los Feminicidios en aumento, la violencia entre parejas y la

fuerza de cambio que reside hoy en día en el movimiento feminista permitan cuestionarse a

la sociedad y repensar el cómo se construyen las masculinidades.

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Bibliografía

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