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Aprendizaje cognitivo

Siempre se ha reconocido que en el aprendizaje se producen fenómenos internos,


dentro de la mente del sujeto que conoce con referencia a un objeto que, al conocerlo
modificará su estructura mental y su conducta. El aspecto conductual es lo observable y
medible y es lo tenido en cuenta por la corriente conductista. Por ejemplo, medimos
resultados de aprendizaje cuando aplicamos unos test de evaluación.
El aprendizaje cognitivo pone por el contrario énfasis en lo que ocurre dentro de la
mente, indagando cómo se acomoda el nuevo conocimiento con respecto a los ya
adquiridos. Para esta posición el aprendizaje se construye conformando una estructura,
en un proceso dinámico. Los estímulos no son determinantes directamente de la
conducta, sino los procesos internos por los cuales el sujeto procesa esos estímulos, a
través de la percepción, la memoria, el lenguaje, y el razonamiento, que le permiten
resolver problemas.
Como antecedente podemos mencionar a la Gestalt, que consideró al proceso
perceptivo como una totalidad, y la existencia de procesos internos al sujeto que median
entre los estímulos percibidos y nuestra experiencia, oponiéndose al conductismo,
como asociación estímulo-respuesta. El todo para esta teoría es mucho más que la suma
de las partes. En la evocación, por ejemplo, al recordar una parte, tiende a surgir el todo
en la conciencia, como una estructura. Para esta concepción en las aulas puede
enseñarse el todo, y no es necesario hacerlo con esquemas analíticos.
El cognitivismo propiamente dicho, tuvo sus manifestaciones más trascendentes en
autores como Piaget (1896-1980) y Bruner, nacido en 1915, que se ocupan de las etapas
del desarrollo cognitivo. Ausubel (1918-2008) se opuso al aprendizaje repetitivo o
memorístico, pero no negó el aprendizaje por recepción al que consideró eficaz junto
con el aprendizaje por descubrimiento siempre que la nueva información se acomode
en el andamiaje de la estructura cognitiva significativamente, asociado a las ideas
previas del sujeto. Esto permite que la nueva información sea almacenada en la
memoria a largo plazo, pudiendo ser evocada por un plazo mucho más largo que el
aprendizaje que se ubica arbitrariamente en la memora a corto plazo, que durará muy
poco tiempo y se perderá. Vygotski (1896-1934) introdujo la noción de la zona de
desarrollo próximo.

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