sobre la ceguera, sino que más bien la crítica parte de entender la novela en relación
a su contexto de producción y con el resto de los sistemas extraliterarios: el sistema
político, social, económico y cultural. La crítica al funcionamiento del Estado en
momentos de alarma social, la miseria, la ignorancia humana y la segregación son
elementos propios de las sociedades modernas, y sólo en vinculación directa con
ellas podemos entender la crítica que realiza Saramago desde dentro de la novela.
La historicidad así es un factor absolutamente relevante incluso en la construcción
de la mitología de la ceguera como forma social de mirada invisible que devora los
objetos y las consciencias, ceguera sólo entendida con la mirada puesta en las
relaciones de producción capitalista y la alienación del sujeto moderno.
cuerpo se construye un narrador, por eso no hacen falta nombres que diferencien a
los personajes, porque cada uno es también el otro, incluso las células muertas de
ese cuerpo:
“Este es el retrato de mi cuerpo, pensó, el retrato del cuerpo de cuantas aquí vamos,
entre estos insultos y nuestros dolores no hay más que una diferencia, nosotras, por
ahora, todavía estamos vivas” (Saramago – Ensayo sobre la ceguera: 187)
La autora plantea una relación que debe ser tenida en cuenta entre autor-narrador:
la ideología del narrador dentro del cosmos literario parece coincidir con la del autor
– extraliterario -. Sabemos, sin embargo, que esto no necesariamente es así, y que
en todo caso esa afirmación tiene bastante de inverificable, o nos llevaría a un
análisis de la obra basado en la biografía del autor, pues como dice Anderson Imbert
en Teoría y Técnica del cuento:
Y luego agrega:
leer desde múltiples lugares y volver siempre a una obra nueva. ¿A un ensayo? ¿A
una novela? ¿A un tratado literariamente filosófico? Habrá que preguntarles a los
ojos de quienes se asoman del otro lado de la hoja.
Enfermedad y locura.
En efecto, los ciegos entran en su propia muerte, por no entenderse como parte del
mismo cuerpo, por exceso de ceguera, por falta de empatía, o en palabras de la
autora, de solidaridad.
El color de la ceguera.
Como lectores y lectoras de Ensayo sobre la ceguera, una de las cosas que más
llaman la atención es su color, y la intensidad y la intención con la que se la cuenta.
Esa niebla espesa, ese mar de leche ensordecedor, una luz que no se apaga nunca,
un mar que convierte en náufragos enajenados de sí a los ciegos. Espinel Torres
diferencia la ceguera negra, la de la materialidad de los ojos que no ven, de la
ceguera blanca, la de la ignorancia, que es metáfora sobre metáfora. Sobre la de la
Civilización y el Progreso, la Ceguera Colectiva, peste de todas las épocas, ceguera
tan letal que no se ve: la de la ignorancia y el sometimiento de los pueblos.
Conclusión
La crítica que realiza Lissette M. Espinel Torres sobre Ensayo sobre la ceguera, de
Saramago, es de sumo interés. Da algunas claves de lectura para repensar la
novela desde la propia metáfora de la ceguera, que es el paradigma mismo desde
el que se edifica la obra de Saramago, y nos propone la vinculación con otros textos
y autores a partir de distintos tópicos compartidos con la novela, que cada lector
puede elegir según su interés. Es una crítica que sugiere textos y propone lecturas,
lo cual siempre es propicio para seguir entablando un diálogo con toda nuestra
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