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Pabellón Nª 6

Por Carmen Moreno Ibáñez

Martín Adán,
El etanol ganó a la insulina

Si regresaras
qué habría de decirte...

Luis Hernández
La canción de Charlie

“... y ¿ para qué poetas en tiempos de penuria?”

Pan y vino. Hölderlin

“la noche en que todos los gatos son pardos”

la obra que será eterna, la de poesía; la poesía sin poética; la poesía sin musa; poesía
monstruosa, como es la poesía. No puede haber inteligencia - ¡ay, cuán tarde lo
averiguo!- sino en el deseo y en el desencanto. Todo goce es estupidez, furia y
frenesí. Poesía es goce. El que se propone salvarse debe asirse bien a su grito.

En el examen del enfermo se lee: "actitud tranquila, acogida benévola, aunque en


forma suplicante se excusa de dar mayores detalles de su proceso mental por ser
conocido por el facultativo del servicio a donde va a ser trasladado; viene vestido
correctamente; el lenguaje oral es acompañado de cierta nerviosidad, de curso variable,
el timbre de la voz es bajo y el tono bien declamatorio o suplicante. En el plano de la
afectividad dice encontrarse conforme porque por propia determinación ingresa a este
nosocomio, pero que encontrándose bajo la acción del alcohol cambia de carácter,
manifestándose entonces, 'excitado', con cólera en una palabra 'y que no obstante este
estado así como los impulsos que siente, procede con control' en sus actos. En la esfera
perceptiva propiamente hablando no se observan ilusiones, ni alucinaciones en el
momento del examen; hace referencia a que en estado de embriaguez siente
palpitaciones angustiosas, gran inapetencia, sudores profusos sobre todo en las noches,
calambres molestosos, aparentes petequias en diversas partes del cuerpo; que sin
experimentarlo hace algún tiempo es muy 'propenso' al delirium tremens y que siente
ruidos que no lo 'molestan', un 'oír especial' en el lado derecho debido a la trepanación
de la apófisis mastoides. La orientación es normal en todos sus sectores. En la memoria
anterógrada como retrógrada no se han constatado alteraciones apreciables. Juicio y
raciocinio, hay conciencia de su vicio que denomina 'enviciamiento alcohólico' y de
inferioridad por su desadaptación a la vida, pues se expresa así: 'Es penoso para un
hombre confesar su desadaptación, su incapacidad para vivir”. (Documentación de
sanatorio sobre Rafael de la Fuente Benavides “Martín Adán”)

"- [...] A los dieciséis años escribí La casa de cartón, y mi vida dio un vuelco completo.
"- ¿Por qué dio un vuelco completo?
"- Todos parecieron olvidar que era un adolescente, como cualquier otro, y
comenzaron a tratarme como un fuera de serie. Luego concentrado en los estudios,
no me di tiempo para otras cosas, hasta que abandoné la universidad, y me dedique
a vagabundear en el mundo de la farándula, e ir de cantina en cantina".

Septiembre de 1937, primer ingreso o autoingreso de Rafael en el “hospital” Víctor


Larco Herrera. Entre 1937 y 1940 el poeta “reside” habitualmente en la clínica, de
hecho será la dirección que dé cuando presente su tesis doctoral “De lo barroco en el
Perú” lo cual le ocasionará no pocas dificultades llamémoslas “transitorias”. Allí el
paciente informa de que desde los 18 años ingiere licor, que 'paulatinamente' ha venido
ingiriendo más cantidad, hasta llegar a tomar 'alcohol concentrado' y que hace más o
menos un año que tiene 'síntomas alarmantes, manifestación de peligrosidad' como
resultado de esta intoxicación crónica y que es su propósito el de no egresar de este
establecimiento hasta conseguir su curación". 'Mi resolución es absolutamente
voluntaria, yo mismo hablé con el Dr. Delgado para internarme, porque comprendía
que necesitaba recluirme debido a la situación pésima que atravesaba. De trastorno
mental nada tengo, el Dr. Delgado conoce perfectamente mi caso, el diagnóstico que se
me ha hecho es de alcoholismo crónico. Soy bebedor desde los 18 años, pero hará
cerca de 2 años que bebo con suma frecuencia'...". (Documentación de sanatorio de
Rafael)

Martín Adán tenía suficiente trabajo con vivir cotidianamente. Penosa actividad para
él, llegar de la mañana a la noche cada día. Respirar, alimentarse, ir de un lado a
otro, eran tareas penosas que cumplía con desgano. En el momento que tomaba la
pluma y escribía alguno de sus prodigiosos versos, era otro: una vox que
circunstancialmente estaba alojada en un cuerpo. Una vox que nos enorgullece, que
justifica la existencia de la especie humana. Esta es la paradoja y esta es la leyenda.
(Marco Martos, sobre el “Aloysius Acker” de Martín Adán)
Hay indicación de administración de autohemoterapia (autotransfusión, hoy en desuso,
que se creía reforzaba las defensas del organismo) entre los años 37 a 40, terapia que al
parecer fracasó. Se aplicará insulinoterapia, como nuevo recurso contra su dipsomanía,
desde el 25 de noviembre de 1940 hasta el 11 de febrero de 1941. En este tratamiento se
administra casi a diario cantidades progresivamente mayores de insulina al paciente; se
le conduce con ello a un coma controlado de hasta dos horas. “Es una terapia muy
dolorosa, luego de la cual el paciente se halla agotado y va recuperándose
progresivamente...”

Cuando lo sepas todo...


Cuando sepas no preguntar...
Sino roerte la uña de mortal,
Entonces te diré de mi vida,
Que no es más que una palabra más...
Escrito a ciegas. Martín Adán

Se tiene noticia en el mismo “sanatorio” de una estadía anterior a 1937 de nuestro


poeta por alcoholismo en la clínica de la Magdalena, de 1935. Estas fechas sólo son una
pauta muy inexacta. Rafael de la Fuente solía pasar muchos días de "licencia" fuera del
hospital, dentro de sus períodos de internamiento (el enclaustramiento definitivo en un
sanatorio es de 1962). La documentación es puntual al principio, pero luego se torna
difusa. Conforme el internamiento se prolonga las evoluciones médicas consignadas se
tornan homogéneas y en determinado punto dejan de hacerse. (...) El registro de
entradas y salidas del paciente sigue también esa pauta: al principio es riguroso,
posteriormente no se indica. En el Hospital Larco Herrera hay registro de cuatro
ingresos (cuatro largos períodos de internamiento con salidas que pueden ser hasta de
tres meses, según el reglamento). El último es de 1983 dos años antes de la fecha de su
muerte.

"- Sí, Rafael. Aquí le pedí a Ricardo una copia y he ido juntándolas. Hablé con
Luis Fabio Xammar que ahora es director de cultura; los leyó y dijo: 'este va a ser el
premio de poesía'. Los presentó y el jurado por unanimidad votó por usted; y ahora
tiene usted veinticinco mil soles que aquí se los traigo.
"Se los entregó y Martín dijo:
"- Lástima que usted no beba, pues Fernando. Pero yo me voy al judío, al
portal y me voy a tomar veinticinco mil cervezas a su nombre.
"Esa fue la reacción".

El segundo internamiento empieza el 19 de mayo de 1943. Adán es llevado al


hospital, en estado de ebriedad, por la policía. Algunos datos revelan crisis y penuria:
"gingivitis, dentadura mal conservada". A partir del segundo día se recupera y se
muestra "Extrovertido, alegre, respetuoso con los enfermos y el personal, manifiesta
encontrarse muy bien y prefiere estar en cama". ya ve Ud. que sólo mi enfermedad es de
tomar alcohol. Dedicado a la lectura y cuenta los acontecimientos mundiales". Hay
indicaciones de que escribe. Siempre permanece sereno, extrovertido, jovial, cuidadoso
de su aseo y del orden de su cama. A partir del 23 de junio "Sale a la calle de permiso
por horas"(...) No todas las observaciones manifiestan serenidad y contento. El 13 de
junio el médico anota: "Se le observa un cambio notable a su estado anterior: camina
incesantemente por el hall de la Sección Tranquilos, con marcada nerviosidad, callado,
triste y fuma en exceso. Ante el personal finge su estado y refiere 'estar sin novedad'. Se
alimenta con desgano, sueño parcial y exoneraciones normales".

El otro, el prójimo, es un fantasma...

El día 28 de setiembre, siempre de 1943, obtiene "licencia a solicitud personal".


Regresa el 17 de noviembre "en estado de completa ebriedad, verborreico, coprolálico y
un poco perseverante en sus protestas de amistad y aprecio"; El paciente declara “ haber
ingerido dosis de alcohol en vista de que sufre mucho a raíz de la pérdida de su tía
Tarcila".

En agosto se recupera y consigue permiso del Médico Jefe de pabellón para salir
diariamente a sus estudios universitarios. En setiembre vuelve a presentarse
embriagado. Sin permisos, en cama, "se le ve bastante tranquilo y entretenido con la
lectura y escritura"; más adelante veremos que pudo estar escribiendo los sonetos de
Travesía de extramares. En los tres últimos meses de 1944 "logra convencer al Médico
Jefe del Servicio [Max Arnillas Arana] para renovar sus salidas", "los primeros días no
deja nada que decir, pero después poco a poco va bebiendo hasta que un buen día se
presenta en estado inecuánime". Ingresa; es sometido a un tratamiento de
desintoxicación, que tiene algo de correctivo; permanece sin salidas un tiempo; luego
vuelve a obtenerlas; hasta que regresa embriagado nuevamente y el ciclo se repite.

¿Quieres tú saber de mi vida?


Yo solo sé de mi paso.
de mi peso,
de mi tristeza y de mi zapato.
¿Por qué preguntas quién soy,
Adónde voy?... porque sabes harto
lo del poeta, el duro
y sensible volumen de mi ser humano,
que es un cuerpo y vocación,
sin embargo,
si nací, lo recuerda el año
aquel de quien no me acuerdo,
porque vivo, porque me mato...
Escrito a ciegas. Martín Adán

De mayo-junio de 1948 hay noticia de que sale con permiso a la calle y que "en
varias oportunidades ha regresado embriagado, habiendo necesidad de desintoxicarlo".
Luego las noticias son sumarias, cubren algunos bimestres o trimestres, durante todo
1948 y hasta septiembre de 1949; por ellas sabemos que se encuentra bien, "sale a la
calle, bebiendo algunas veces con exceso", lee y escribe. El 17 de septiembre de 1949
sale de licencia y al parecer no regresa, pues no hay más información..
Los años que cubren la década de 1950 son años de crisis y carencias del poeta,
en los que éste casi no escribe. Hacia 1950 su estado de abandono y sus penurias
económicas se hacen patéticos. Adán vive en unas habitaciones que se ha reservado en
su casa del centro de Lima, el resto está alquilado; suele encontrársele en los bares de
los alrededores. Varias crónicas de la época tratan de él en tono compasivo y morboso.
Un informe de la cuenta corriente de Adán en el Banco de Crédito de 1955 parece
mostrarlo sin recursos, En este mismo año, es probable un internamiento por algunos
meses en una clínica de reposo particular. Ciertos documentos y sobres de la clínica que
el poeta usa por los reversos o para guardar sus papeles inducen a esta sospecha. Es la
clínica en la que se "enclaustrará" desde principios de la década de 1960 por casi veinte
años.

“No trates de robarme mi agonía”, me decía.


¿A qué agonía se refiere, don Rafael?
Nadie comprende lo que es llevar a cuestas a un excéntrico poeta bohemio, que
pretende exclusivamente paz y soledad y que a la vez tiene dentro de sí a un hombre
deseoso de que los demás se percaten de que Rafael de la Fuente es un ser humano
tan igual que otro y gusta de la compañía.
Sin embargo, usted se niega a recibir visitas, ¿Por qué?
Todos vienen en busca de Martín Adán, a nadie le interesa conocer a Rafael de la
Fuente Benavides.
¿Por qué no facilita las cosas para que la gente conozca a ambos?
No. Todos vendrían solo con el propósito de comprobar si es cierto lo que dice tal o
cual periódico. Además, a Martín Adán pueden escudriñarlo cuanto quieran a través
de sus obras. A Rafael de la Fuente, ¡no!… Le hacen daño.
¿Quiénes le hacen daño?
Mis experiencias con los periodistas no han sido muy agradables. Sus fantasías son
más grandes que las mías y lastiman a seres que sufren y piensan.
¿Algún periodista en concreto le causó daño?
¡Muchos!… jamás quisieron respetar mi voluntad e insensibles ante mi dolor no
escucharon mis ruegos ni de los médicos y enfermeras cuando me hallaba enfermo.
Hacían ruidos espantosos, todos querían vanagloriarse a costa de mi sufrimiento.
Aún me persiguen en mis pesadillas, los gritos de los reporteros, las cámaras de los
fotógrafos y las potentes luces de televisión. Aquello fue un atropello incalificable.
Entrevista de Delia Sánchez para el diario La República (10 febrero de 1985)
En 1956 se produce su elección como miembro de la Academia Peruana de la Lengua,
en el lugar que José Gálvez había dejado vacante. Nunca llegó a incorporarse;

Ante todo yo soy gramático, yo soy trabajador de la palabra más que de la emoción,
usted sabe que soy gongorino y que Góngora trabajaba más con la orfebrería de la
palabra que con el sentimiento; toda su emoción era construir las palabras como el
joyero construye sus gemas. (Martín Adán. en torno al proyecto de Travesía de
extramares)

Hacia fines de 1959, un joven crítico, Mario Vargas Llosa, desde una importante
revista, examina la nueva edición de La casa de cartón, al tiempo que declara su
escepticismo del Adán de entonces:

"Hace más de veinte años, el medio intelectual limeño vio en Martín Adán una brillante
promesa literaria y le acordó un reconocimiento y una admiración que, se esperaba,
aquel adolescente dotado justificaría después con su obra. Las generaciones
posteriores, un poco por inercia, un poco por respeto a lo establecido, han seguido
ponderando a Martín Adán y conservándole ese puesto prominente que alcanzó en su
juventud, aun cuando sólo conocieron de él un puñado de poemas ecolálicos, Travesía
de extramares. El resto de su obra tenía sólo una existencia mítica: La casa de cartón,
publicada en una edición reducida, era inhallable; el legendario Aloysius Acker había
sido despedazado por el poeta; su ensayo sobre De lo barroco en el Perú dormía,
disperso, en las páginas clandestinas de una revista. El prestigio de esa obra inasible,
es, a diferencia de ésta, real; ha llevado a su autor, sin duda ante su desconcierto, a la
Academia de la Lengua. En la literatura peruana son frecuentes estos fenómenos. Los
reconocimientos suelen ser apuestas a favor del genio de un autor; no una apreciación
de su trabajo. Todos hemos creído en el talento de Martín Adán; veinte años hemos
esperado confiados en que ese talento se decidiera a demostrarnos que teníamos razón.
"Ahora ya parece improbable que Martín Adán cumpla la parte que le
correspondió en el pacto que selló con la literatura peruana, que concluya esa obra
que apenas iniciada le ganó el elogio y la fe de sus contemporáneos. Se sabe que no
escribe; nada indica que volverá a escribir. En todo caso, convendría, sin renegar del
aprecio que le hemos concedido, revisar nuevamente lo que constituye su obra real, es
decir, lo único que puede servirnos de testimonio objetivo para juzgarlo. La nueva
edición de La casa de cartón [...]".

En 1960 un joven poeta norteamericano, Allen Ginsberg, marchará a Perú a conocer a


Martín Adán, es anecdótico que el norteamericano critique la falta de aseo personal del
peruano, y éste le responda con un “pero qué porquerías escribe usted...” En 1961 Adán
recibe nuevamente el Premio de Fomento a la Cultura por La mano desasida.

Beso tu gruesa mejilla (una vez más mañana


Bajo el estupefaciente reloj de Desaguaderos)
Antes de dirigirme hacia mi muerte en un accidente aéreo
en Norte América (hace mucho tiempo)
Y tú te diriges a tu ataque cardíaco sobre una calle
indiferente de Sudamérica
(Ambas rodeadas por comunistas
que gritan con flores
en el culo)

Allen Ginsberg. To an old poet in Peru. Mayo de 1960

Todavía los primeros años de la década de 1960 encontrarán a Adán en su última


bohemia legendaria de bares y hoteles sórdidos; pero ya escribiendo, aun en servilletas y
pequeñas libretas muy maltratadas. Poco después, en su enclaustramiento definitivo en
una clínica de reposo, continuará su obra.

–La literatura era su principal entusiasmo…


M.A: Sí, mis ganas de vivir.
–¿Nada le haría recuperar el entusiasmo, Martín? ¿Nada?
M.A: yo no he estado escribiendo y han ido acumulándose poemas míos para Juan
Mejía Baca, él era quien los ha recogido, y los ha transcrito a máquina.
–¿Hay algo que le provoca ternura?
M.A: ¿Ternura?… nada en verdad. Soy un hombre apartado de toda relación
inmediata con el mundo. Estoy viviendo mi vida a solas. Ya no tengo actividad, ni
siquiera emotiva.
–¿Qué es la soledad para usted, Martín?
M.A: Es mi medio habitual, mi medio habitual.
–Logró vencerla…
M.A: Vivo en ella desde hace muchos años.
–¿Y no se cansó de ella?
M.A: No, no, no. Ya a los 75 años no estoy para pensar en cambios profundos.
–¿No te llama la atención nada?
M.A: No, no, no. Estoy jubilado en todo sentido.

–¿Fue un error ser poeta?


M.A: No lo sé…

Hacia 1962 o 1963, Adán se internó en la clínica psiquiátrica de la que no salió


hasta marzo de 1983. Alguna breve temporada fuera no sería imposible, aunque sí muy
improbable. La última fecha sobre manuscritos con versos de Adán no llega a la década
de 1970. Si nos atenemos a las fechas de Diario de poeta, según se ha publicado, los
últimos poemas son de 1973. Posteriormente hay cartas y encargos numerosos pero no
parece haber más versos. El 18 de marzo de 1983 Adán fue internado en el Hospital
Larco Herrera hasta marzo del año siguiente. En enero de 1984 permaneció internado
algunos días en el Hospital Santo Toribio de Mogrovejo donde fue operado de la vista.
En el mes de abril de 1984 se encuentra hospitalizado en el Hospital Loayza donde es
tratado por problemas renales. Varios testimonios coinciden en afirmar que su deceso se
produjo por un paro cardiaco durante la intervención quirúrgica a la que era sometido.
Su muerte ocurrió a las 10.45 de la noche del 29 de enero de 1985.
–¿De qué se enorgullece?
M.A: De nada, en absoluto. He escrito por rutina, por escribir. He escrito por
exigencias de Juan Mejía Baca que iba acumulando poemas míos. Yo no tengo hogar.
Me quedan algunos recursos económicos que me permiten vivir de mis rentas. Pero
no siento mayor entusiasmo, ninguna ambición.

En enero de 1976 recibe el Premio Nacional de Cultura en el área de Literatura


correspondiente al bienio 1973-1974.

Los últimos años están signados por un largo período depresivo.

" Mi primer amor tenía doce años y las uñas negras. Mi alma rusa de entonces, en
aquel pueblecito de once mil almas y cura publicista, amparó la soledad de la
muchacha más fea con un amor grave, social, sombrío, que era como una penumbra
de sesión de congreso internacional obrero. Mi amor era vasto, oscuro, lento, con
barbas, anteojos y carteras, con incidentes súbitos, con doce idiomas, con acecho de
la policía, con problemas de muchos lados. Ella me decía, al ponerse en sexo: Eres un
socialista. Y su almita de educanda de monjas europeas se abría como un
devocionario íntimo por la parte que trata del pecado mortal. (...)
Mi segundo amor tenía quince años de edad. Una llorona con la dentadura perdida,
con trenzas de cáñamo, con pecas en todo el cuerpo, sin familia, sin ideas, demasiado
futura, excesivamente femenina... Fui rival de un muñeco de trapo y celuloide que no
hacía sino reirse de mí con una bocaza pilluela y estúpida. Tuve que entender un
sinfín de cosas perfectamente ininteligibles. Tuve que decir un sinfín de cosas
perfectamente indecibles. Tuve que salir bien en los exámenes, con veinte - nota
sospechosa, vergonzona, ridícula: una gallina delante de un huevo-. Tuve que verla a
ella mimar a sus muñecas. Tuve que oirla llorar por mí. Tuve que chupar caramelos
de todos los colores y sabores. Mi segundo amor me abandonó como en un tango:
Un malevo...
Mi tercer amor tenía los ojos lindos, y las piernas muy coquetas, casi cocotas. Hubo
que leer a Fray Luis de León y a Carolina Ivernizzio. Peregrina muchacha... no sé por
qué se enamoró de mí. Me consolé de su decisión irrevocable de ser amiga mía
después de haber sido casi mi amante, con las doce faltas de ortografía de su última
carta.
Mi cuarto amor fue Catita.
Mi quinto amor fue una muchacha sucia con quien pequé casi en la noche, casi en
el mar. El recuerdo de ella huele como ella olía, a sombra de cinema, a perro mojado,
a ropa interior, a repostería, a pan caliente, olores superpuestos y, en sí mismos,
individualmente, casi desagradables, como las capas de las tortas, jenjibre,
merengue, etcétera. La suma de olores hacía de ella una verdadera tentación de
seminarista. Sucia, sucia, sucia... Mi primer pecado mortal. "

La casa de cartón (fragmento)


“La poesía se elige; la vida se padece”

Quienes han escrito biográficamente sobre el Adán de aquellos años suelen aludir a
ese problema de “bohemia”. Recordemos que Adán no publicó durante los años que van
de 1932 a 1935 (excepto un poema en 1932 y otro en noviembre de 1935). Esto es
insólito en quien había revelado profusión en su creación y sus publicaciones de 1927 a
1931. Son varias las fuentes que coinciden en señalar el comienzo de su bohemia ya
desde el principio de la década de 1930.

Aloysius Acker.
Me basta andar contigo
en un mismo suelo,
en un mismo paso.
Me basta correr a comer contigo
con el mismo hambre, en el mismo plato.
hasta acariciar al niño
y sentirme con el otro extraño.
El otro nos odia.
El otro no tiene hermano.
El otro es el que se embriaga el sábado.
El otro es el canta misa.
El otro es un muchacho.
El otro es una vieja.
El otro eres tú y soy yo, si nos separamos.
¡Aloysius Acker ha nacido!
¡En todo instante está naciendo!

Aloysius Acker (poemario desaparecido al parecer destruido por el poeta y del que
solo quedan fragmentos disperos)

Diversas publicaciones nuevas sin embargo, de estos años de ingresos, estancias y


“salidas”: el poemario La rosa de la espinela, capítulos de su tesis que salen en Mercurio
Peruano (con variantes y añadidos) y la primera parte de su trabajo bibliográfico
"Autores del primer siglo de la literatura peruana". Luego mínimas publicaciones de los
años 40, fecha en que se relata como anécdota su único viaje fuera del Perú, a Chile:
Refiere el relato de un funcionario de la embajada peruana en ese país, según el cual,
la familia había hecho buscar al poeta. Fue hallado en una nueva crisis alcohólica y
embarcado de vuelta al Perú.

… Al ímpetu o voluntad inicial, que es lucidez, criterio, designio, sucede en el poeta un


tiempo y un estado que bien puede llamarse de cloquera. No hay aquí plena
conciencia acaso, pero sí extrema vida. El poeta tiene el ojo rojo y calienta el huevo
de la maravilla. Es un tiempo inhumano o humanísimo, como prefiere el atento. Es
un tiempo animal, y esto baste. Es tiempo de beodez en el rincón. Es tiempo de
antojo, tiempo de cenestesia. Es el tiempo sacro en el que la realidad perecedera, la
humanidad, se salva, se reforma y se echa, por fin, a picotear en la gusanería del
mundo. (Martín Adán en su prólogo al poemario Tren de José Alfredo Hernández en
1931, él nunca escribió ningún prólogo para ninguna de sus obras)

Rafael de la Fuente Benavides (1908-1985) fue el nombre civil de este escritor,


“Martín Adán”cuya importancia en las letras castellanas lo sitúa entre los mayores
creadores de este siglo. La vida de Adán es un copioso afluente de una obra vasta y
plural que empieza desde 1928 con poemas dispersos y La casa de cartón dentro del
curso vanguardista de ruptura con la tradición.

¡Guitarra, de no cejar!...
¡Guitarra, de no acordarte!...
¡Maldición de malquerido!...
¡Mansedumbre de cadáver!...
—¡Yo no fui! ¡Fue el que lloraba
yo, cuando no era nadie
yo, y la guitarra era
yo, sangre y sombra, la madre!
¡Con el lucero y el llanto,
lágrimas y luminares
de higos y de guitarras,
pendientes y entrañables!...
¡Oh, cómo truena y penetra
la campana del callarme!
¡Oh, qué badajo yo mismo
contra mi alma y hueso y carne!
La campana Catalina 1936

Hacia 1931 compone Aloysius Acker, poema de tono elegíaco; insatisfecho por el
resultado, destruye el Aloysius que sólo nos ha llegado en fragmentos. En esa misma
época, Adán participa del resurgimiento de las formas métricas tradicionales que brotan
en el ambiente poético castellano. La creación en sonetos perfectos produce, a
principios de la década de 1930, una versión primitiva de Travesía de extramares
(Sonetos a Chopin), poemas que tratan la imagen del creador, la creación artística y la
vida como una travesía marítima; pero que no llegarán a su forma final sino entre 1945
y 1950. Sus composiciones en metro llegan a su madurez al manifestar la sensibilidad
moderna -que significa en él una percepción honda de la condición humana- dentro de
una rigurosa expresión en verso. Sus poemas en torno a la contemplación de la rosa (La
rosa de la espinela publicado en 1939 y Sonetos a la rosa de 1938, 1941 y 1942) son
fruto maduro de entonces.

Prosa dura y magnífica de las calles de la ciudad sin inquietudes estéticas.


Por ellas se va con la policía a la felicidad.
La poesía gafa de las ventanas es un secreto de costureras.
No hay más alegría que la de ser un hombre bien vestido.
Tu corazón es una bocina prohibida por las ordenanzas de tráfico.
Las casas rumian sus paces de buey.
Si dejaras saber que eres un poeta, irías a la comisaría.
Límpiate de entusiasmos los ojos.
Los automóviles te soban las caderas, volviendo la cabeza
Poesía Underwood 1928

Hacia 1932 ingresa a una etapa improductiva de probable crisis personal de la que
saldrá con un trabajo crítico ambicioso y descomunal, De lo barroco en el Perú, con el
que obtiene el grado de Doctor en Letras en 1938. Este ensayo de apreciación de la
literatura peruana es de una gran elaboración; el esfuerzo es evidente en un trabajo
bibliográfico erudito de la misma época; y, en especial, en una prosa barroca ejercitada
incesantemente. De lo barroco, reelaborado durante el primer lustro del decenio de
1940, da paso a la recreación de Travesía de extramares, que gana la densidad de la
prosa de ese ensayo hasta hacerse hermético a la manera de Góngora. Consagra al
escritor al obtener por él el Premio Nacional de Poesía de 1946.

los campos abren la boca como una O


el teléfono de una sirena urge al destino
las vaquitas de ojos de ileana leen el diario de la mañana
y usted señora con su tul morado no sé qué me parece
la estación comisaria va a detener a usted señora
y va a fusilar en usted a la gran duquesa anastasia
y sería una pena que se nos frustrara la gira
ahora que el hotel nos guiña todas sus ventanas
y usted señora con su tul morado sin pasaporte
Gira. De Itinerario de Primavera 1927-1932

El libro llega a su publicación en 1950 con largas ampliaciones y modificaciones. Ya


por entonces Adán es un poeta legendario. Su vida de bohemia intensa y largas estadías
en sanatorios distrae de la difícil lectura de sus textos a un público propenso al mito y
poco preparado para entender su poesía. A Travesía sigue un decenio de
improductividad en el que Rafael de la Fuente se precipita en la indigencia y el radical
descuido de su persona; ya académico de la lengua y con una aureola de aristocrática
respuesta a un mundo en el que no ha logrado hacerse un lugar.

—Ahora, míseramente sin poema, sin nada,


adentrado en la llanta de repuesto, pillete
de colilla y cachucha, contigo yo me fuera.

—Auto, piloto, luz, metal, pájaro, cada


idea, todo término, ¡arriba en el cohete
de una velocidad que ni es humo siquiera!..
Velocidad. De Itinerario de Primavera 1927-1932

Hacia principios de la década de 1960, se recluirá en un sanatorio en un retiro radical


del que no saldrá.

Pues la rosa venidera,


Próspero seno errabundo,
Fruto y flor y amante y mundo,
Lírica, acoge si espera.
Punto en que pulula esfera
De épico tacto, futura,
La facción de la hermosura
Va, derechera y estable,
Derrota inconmensurable
De celestial singladura.
Punto de la rosa de la Espinela 1939

En su apartamiento del mundo volverá a las formas del antiguo Aloysius, retomando su
verso libre, su tono elegíaco y la depuración de su expresión hasta hacerla fluida y
directa para expresar una trágica reflexión en torno a lo humano. Este ejercicio del verso
libre se hará manifiesto en Escrito a ciegas, La mano desasida y La piedra absoluta
cuyas primeras versiones aparecen a principios del decenio de 1960. La mano desasida,
un sólo poema de 200 páginas, es el eje de esta escritura desgarrada y directa. Desde
1966 volverá al soneto, esta vez en versos de catorce, ya alejado de su estilo barroco de
mediados de siglo pero siempre revelando la desolada condición humana: Mi Darío y
Diario de poeta. Desde 1973, aproximadamente, dejó de escribir.

En 1971, cuando el Instituto Nacional de Cultura del Perú preparaba una edición de
la
poesía de Martín Adán,José Miguel Oviedo recibió una carta del mismo Martín Adán,
donde sobre el poema se decía: “Seré breve: insisto en la exclusión de ‘Aloysius
Acker’, que es un poema simbolista y hechizo que apenas entendería yo mismo si lo
recordara y que no sé cómo ni por qué ha ido a parar a la Biblioteca Nacional”.

Poesía no dice nada: / Poesía se está, callada, / Escuchando


su propia voz.

A Martín Adán le preguntaron una vez – una vez más – sobre la relación entre su vida
y su poesía y afirmó: "Ninguna. La vida se me impone, la poesía la elijo". Tenemos al
poeta en 1981 intentando – una vez más – desligar al público de su vida y concentrarlos
en su poesía: "escribo despierto con plena lucidez, atento a la gramática".

La biografía de un poeta suele ser una labor arriesgada. Las relaciones que se suelen
establecer entre la vida del escritor y sus temas llevan a malentender una y otra. La
crítica en torno a Adán ha sido, con frecuencia, paradigma de esta confusión: la leyenda
ha servido para ilustrar y explicar sus poemas; y su creación, recíprocamente, ha servido
a una biografía conjetural. Hay distintas razones para explicar estos usos: la excelencia
irrecusable de su creación desde la juventud, la proximidad del poeta -un Martín Adán
de bares y calles de la década de 1950-, su hostilidad a los extraños y la oposición del
propio poeta a que se inmiscuyeran en su vida.

La importancia que se le ha dado a la vida de Martín Adán, hasta hacerla una


leyenda, se debe también a que nuestra tradición aún se nutre de la idea del hombre de
genio heredada del romanticismo. Esta herencia cultural nos entrega una imagen
especial del poeta como individuo excepcional que realiza su obra sin tener un
conocimiento completo de su acto y en la que el sufrimiento es condición de la
producción poética. Caracteriza la concepción romántica del arte la identificación del
creador con su obra -así lo querían los propios artistas-; en poesía, por ejemplo, la
identidad entre el autor y la voz en primera persona que habla en los poemas.

“pero cuántos saben cómo me llamo en realidad...”

"-Es -dijo con énfasis Mariátegui- el nombre del novelista. Rafael de la Fuente, no se
armoniza con su obra realmente notable; me suena algo así como Lucila Godoy, como
Cayetano Rapagnetta... Ve usted, estos dos personajes, entre centenares de otros,
presintiendo el gran destino que les esperaba, reemplazaron sus inexpresivos
apelativos por otros simples, musicales. Hoy se llaman Gabriela Mistral, Gabriel
D'Annunzio. Hay que cambiar pues el suyo de cualquier modo.
"¿........?
"-En tal caso, representando al simio podríamos emplear la palabra Martín... Casi
todos los monos que conozco se denominan Martín.
"Perfectamente -continuó el maestro- y como hay tantísimos apelativos
humanos, para representar a nuestro género tomaremos el del primero que habitó la
tierra: Adán.

¿Es Rafael de la Fuente el hombre trágico que habla en sus poemas? El


problema no compete a la crítica literaria; ésta sólo enfrenta los textos y no se ocupa en
sus circunstancias externas. La crítica recurre al poeta, desde una perspectiva muy
heterodoxa, para dar una lectura a ciertos textos; pero en el caso de Adán nunca hay
necesidad de tales interpretaciones. Desde una perspectiva biográfica puede suceder que
haya información, indicios más bien, aprovechables; pero no es el caso de este poeta.
Rafael de la Fuente tiene la obsesión de aislar su creación de su vida; tal vez por eso en
su obra -en especial después de La casa de cartón- muy pocas veces alude a
circunstancias concretas.

"la difusión de la anécdota es también la venganza del medio contra la reclusión y


hosquedad del poeta: es la familiaridad con el medio que el poeta no quiere
establecer, y que el público impone a su manera". (Mirko Lauer, biógrafo de Martín
Adán)
Siempre lo vi como un intelectual lúcido, con ideas brillantes, matizadas de ironía,
que despertaban un hondo interés en mi época de predominante trabajo filosófico,
mezclado con una paralela y creciente inclinación por la historia. Nunca recuerdo
haber espectado su lado bohemio. En nuestros espaciados contactos, me pareció
siempre un hombre de penetrante inteligencia y constante comprensión cultural. Por
esto, con fastidio y sorpresa escuchaba yo, a veces, los ecos de un 'vituperante rajar'
limeño.
"Tuve la suerte de ser un espectador de una persona orientada hacia metas
altas, que fomentó mis deseos de ampliar una visión horadante de la cultura.
Desconocí el aspecto dionisiaco de Rafael de la Fuente Benavides, sólo conocí el
aspecto apolíneo de Martín Adán. Tuve la suerte de ignorar al individuo
circunstancial y conocer lo esencial de su admirable persona".

Carlos Daniel Valcárcel

¡Ah, nada ser, nunca bastante


a no existir o no mirar...!
¡Sombra de mí sobre el instante...!
¡Siempre la niebla sobre el mar...!
Aloysius Acker

Quiero laurearme, pero me encebollo... (César Vallejo)

Fin

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