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CUADRANTEPHI No. 22
Enero – junio de 2011, Bogotá, Colombia

Entrevista al profesor Alfonso Flórez


Por: Adriana Pérez y Rafael Rubio

Para este número de la revista tenemos como profesor invitado a Alfonso Flórez,
que fue Decano Académico de la Facultad de Filosofía de la Pontificia Universidad
Javeriana durante seis años. El profesor Flórez estuvo compartiendo con nosotros
algunas de sus reflexiones sobre lo que implica estudiar filosofía en nuestro
mundo. Entre los temas tratados en esta entrevista encontramos los siguientes: el
tratamiento de los textos antiguos en relación con las obras del mundo
contemporáneo y las posibilidades para hacer filosofía hoy. Sin embargo, antes de
abordar estos puntos, Flórez nos contó su amplio recorrido por la filosofía.

Alfonso Flórez inicia su camino filosófico en el ámbito de la filosofía medieval,


trabajando la ética de Eckhart en el pregrado y en su doctorado trabaja la filosofía
del lenguaje de Ockham, estableciendo una comparación con la del filósofo
cognitivista contemporáneo Jerry Fodor. Su interés por los autores medievales se
da principalmente por la escaza producción intelectual que se encontraba al
respecto y por sus inquietudes teológicas. Posteriormente, y luego de su viaje a
Alemania, retoma el cargo de Director de Carrera, que ya había ejercido, y culmina
su doctorado.

Una vez terminados sus estudios doctorales trabaja como profesor de medio
tiempo e inicia una investigación sobre bioética en el Hospital Militar. Así,
descubre que aunque la ética médica existe desde Hipócrates, la bioética surge en
la Universidad de Harvard como una necesidad para mantener la idea del progreso
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científico. Llegó a considerar así que la concepción médica de la bioética no tiene


fundamentos filosóficos sólidos.

Por la defensa de su tesis doctoral conoció al profesor de la Universidad de


Granada Juan José Acero y comenzó a interesarse por el pensamiento de
Wittgenstein, alcanzando cierto reconocimiento en este ámbito. Sin embargo, sus
investigaciones no continuaron en esta línea porque Flórez estima que si se sigue
la concepción de la filosofía del vienés, se hace necesario abandonar el quehacer
filosófico. Así pues, toma distancia del cognitivismo y de la corriente analítica,
dedicándose a la filosofía como pensamiento de la propia realidad o, como dice
Heidegger –que aquí resulta una influencia clara en su enfoque de la filosofía–,
formulando la pregunta por el sentido.

Dentro de este contexto, y por la cercanía con el profesor Vittorio Hösle de la


Universidad de Notre Dame, se acerca a Platón, siendo determinada su
comprensión de este pensador por aquella línea interpretativa que no comprende
la obra desde una perspectiva cronológica sino dramatológica. Esta comprensión
se ve fortalecida con el libro de Catherine Zuckert, Plato's Philosophers: The
Coherence of the Dialogues, que ofrece una articulación completa de los diálogos en
dicha perspectiva dramatológica. Esta visión es productiva filosóficamente porque
no nos ata a discusiones eruditas sobre qué es lo que realmente quiso decir Platón
o cuál fue la presunta evolución de su pensamiento, sino que nos permite ver su
obra como un todo y, sobre todo, con una profunda relevancia para nuestra
condición actual.

Al mismo tiempo que avanza en sus estudios sobre Platón, Flórez adelanta
investigaciones sobre Agustín, haciendo uso de la fenomenología y de la
hermenéutica de Heidegger y de Gadamer, pero no tanto como objetos de estudio
en sí mismos, sino como herramientas para sus lecturas. En la actualidad, y por su
estudio intensivo de la bibliografía reciente sobre Platón, ha encontrado en el
profesor norteamericano, de origen norcoreano, Thomas K. Seung, un autor que le
resulta interesante e inusual, toda vez que éste hace una lectura comprehensiva de
Kant mostrando cómo, lejos de todo intento ingenuo de conciliación sistemática,
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las tres críticas constituyen pasos sucesivos y diferenciados en los que Kant
formula su pensamiento bajo los presupuestos del idealismo platónico. Así, Seung
le ha permitido vislumbrar una posible relación entre Platón y Kant, donde la
Crítica del juicio ocupa un lugar fundamental.

Pues bien, de modo paralelo a su trabajo académico, Flórez ocupa cargos


administrativos durante veinte años, que para él no significaron otra cosa que una
ocasión de servicio para la Facultad. La pregunta que surge, teniendo en cuenta
que ya culmina su período como Decano Académico, es la siguiente: ¿qué significa
no tener un cargo? ¿Qué retos le representa disponer de más tiempo para su
trabajo académico? En este sentido, la respuesta de Flórez se da bajo el ámbito de
la productividad, es decir, que el tiempo dedicado al trabajo administrativo sea de
ahora en adelante tiempo para la escritura, pues para el profesor ésta es el único
medio no sólo para alcanzar reconocimiento en la vida académica sino para que el
pensamiento avance de una forma efectiva.

Por su experiencia en el trabajo con los clásicos, quisimos plantear el problema del
tratamiento de los textos antiguos respecto de los contemporáneos. En este
sentido, Flórez pone como paradigma de su reflexión a Platón y Agustín por el gran
dominio que los dos pensadores manifiestan del lenguaje en la oralidad. Escribir
en la Antigüedad requería tener esquemas mentales claros y determinados porque
toda la producción escrita se daba a través de la recepción oral. De ahí la
pertinencia de tratar los textos antiguos como una obra de arte donde cada
elemento tiene su razón de ser. Flórez considera que el esmero por la composición
de los textos se mantiene en la Modernidad, mientras que el estilo de la escritura
en la actualidad, en su necesidad de responder a la academia, resulta ser muy
limitado, teniendo al paper como modelo.

En este orden de ideas, el mundo de la globalización se impone aun en el ámbito de


la filosofía, recordándonos que es necesario recorrer un camino, muchas veces
formal, que nos abrirá las posibilidades de hacer filosofía. Temas tan simples como
el buen manejo de las lenguas, el aprovechamiento de las becas, la adquisición
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rápida y oportuna de los títulos, tanto de pregrado como de postgrado, son puntos
cruciales a la hora de enfrentarse al mundo actual y su maquinaria burocrática,
científica e industrial. Así, a pesar de que la entrada a la filosofía sea por razones
existenciales, vitales, es necesario tener en cuenta que no todo en filosofía
transcurre en una relación íntima con la vida, con nuestras convicciones.

La filosofía como apuesta existencial nos permite crecer vital, intelectual,


emocional y moralmente. Las grandes figuras son entonces las que nos permiten
este crecimiento porque exigen todo de nosotros. Por ello, la apuesta de Flórez es
por los clásicos, no tanto porque sean grandes figuras sino porque nos ofrecen la
mejor posibilidad para sacar lo más grande que hay en nosotros.

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