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Historia de la Filosofía
2.° Bachillerato
Andalucía
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Canarias
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u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del Copyright.
Si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra, diríjase a CEDRO (Centro Español de
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Nota: Este libro se atiene al artículo 32 del derecho de cita de la Ley de Propiedad Intelectual de 1996
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Basauri, 17
Edificio Valrealty, 1.ª planta
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ISBN: 978-84-481-8362-2
Depósito legal:
El presente libro ha sido pensado para facilitar a los alumnos que cursan 2.º de
bachillerato el contenido de la asignatura Historia de la Filosofía II de cara
a la prueba de selectividad. Teniendo en cuenta que en los últimos años las
horas lectivas de docencia directa con el alumnado se han visto reducidas y
que la prueba de selectividad y los contenidos de la asignatura apenas han va-
riado, hemos considerado necesario crear un libro que se adapte a las nuevas
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necesidades que han surgido de este nuevo contexto (menos docencia pero
igual contenido).
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La idea central del libro es exponer el pensamiento de los autores seleccio-
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nados para la prueba de selectividad centrando esta explicación en el modelo
elegido para dicha prueba. Tomando como referencia el modelo de examen de
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esta asignatura para selectividad, hemos planteado un recorrido histórico por
la Filosofía desde la perspectiva de los autores más representativos.
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Filosofía para los alumnos de 2.º bachillerato, pues ya existen muchos manua-
les al respecto. El propósito de este libro es el de preparar lo mejor posible al
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alumno para lograr superar con total éxito la prueba de selectividad y al mismo
tiempo asimilar los contenidos que se contemplan en la programación de la
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asignatura. De ahí que el hilo argumental que hilvana a todos los autores sea
el de la prueba de selectividad. También se ha tenido en cuenta que el examen
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de selectividad dura una hora y media, por lo que hemos intentado adaptar
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Esperamos que el libro sea de gran utilidad para todos aquellos alumnos
que, además de querer aprender la historia de la filosofía a través de sus pen-
sadores, deseen sacar el máximo provecho a su tiempo de aprendizaje prepa-
rando de un modo concreto y detallado el examen de selectividad.
El Autor
[3 ]
Índice
1. Platón......................................................................... 5
2. Aristóteles................................................................... 27
es
3. Tomás de Aquino........................................................ 45
ill.
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4. Descartes.................................................................... 63
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5. Kant............................................................................ 85
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6. Marx........................................................................... 109
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7. Nietzsche................................................................... 131
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8. Rawls......................................................................... 149
[ 4]
UNIDAD 4
Descartes
Índice
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1. Contexto histórico, cultural y filosófico del autor.
1.1. Contexto histórico y cultural.
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1.2. Contexto filosófico.
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2. Líneas principales del pensamiento del autor.
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2.1. Introducción al Discurso del método.
2.2. Epistemología.
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deducción).
2.2.2. Origen del método: la duda
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(Descartes, Discurso
4. Actualidad de Descartes.
del método)
4.1. La ciencia actual como heredera del método.
4.2. El código binario, los robots y la inteligencia ar-
tificial.
5. Texto.
[6 3 ]
[ 64] Historia de la Filosofía
es
la astronomía, al igual que un buen conocimiento de los textos de Aristóteles; esto,
unido al hecho de que nos encontramos en el «siglo de la física», determinó muchas
ill.
de las investigaciones del pensador francés.
El siglo xvii es un momento histórico en el que se produce una gran crisis política
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y religiosa. La crisis política viene desencadenada en parte por la crisis religiosa que
está teniendo lugar en toda Europa. La Guerra de los Treinta Años (1618-1648), en
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la que los distintos Estados alemanes se enfrentaron entre sí implicando a gran parte
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de la Europa central, marcó el futuro del continente. El inicio de esta guerra estuvo
marcado por el conflicto religioso que invadió toda la Europa del momento y que en-
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frentaba a los Estados que se mostraban a favor de la Reforma luterana contra aquellos
que mostraban su desacuerdo (Contrarreforma). Descartes se alistará en 1619 en las
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filas de las tropas católicas del duque de Baviera, que luchará con el rey de Bohe-
mia. Poco después abandonará el ejército para dedicarse a viajar y a experimentar
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mundo recorriendo Europa. La Guerra de los Treinta Años llegó a su fin con la Paz
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de Westfalia y la Paz de los Pirineos, que acabaron con la rivalidad existente entre
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Francia y las posesiones de los Habsburgo, que formaban parte del Imperio español
y el Sacro Imperio Romano-Germánico.
Al principio de este siglo se fundó la Compañía Holandesa de las Indias Orien-
tales. El éxito de esta empresa puso en marcha el siglo de oro holandés y este país
se convirtió en el paradigma del pensamiento libre y del avance en la ciencia. Co-
nocedor de esta libertad de pensamiento, Descartes residió en Holanda en 1619 y
allí colaboró con el físico Isaac Beeckman, que despertó su interés por la ciencia
física. Allí vivió apenas un año y después se marchó en un periplo por distintos países
europeos (Francia, Alemania y Dinamarca) hasta volver en 1628 a los Países Bajos,
donde estuvo cerca de 20 años trabajando en su obra.
Políticamente, en Francia nos encontramos a personalidades como el cardenal
Richelieu, que centraliza el poder en Francia y establece el asedio a La Rochelle; poco
después Richelieu se aliará con las fuerzas protestantes suecas para luchar contra la
expansión del Sacro Imperio Romano-Germánico de los Habsburgo.
D e sc a r t e s [6 5 ]
es
un gran desarrollo en el conocimiento de las leyes físicas que rigen el universo. Nos
encontramos en el «siglo de la física», en el que tuvieron lugar importantes descubri-
ill.
mientos por parte de grandes científicos: nombres como Galileo, Newton o el propio
Descartes dieron lugar a una nueva interpretación del universo y pusieron en marcha
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el pensamiento mecanicista y la física clásica. Se produjo una matematización de las
ciencias que posibilitó un mejor desarrollo de las mismas. El auge de las matemáti-
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cas fue tal que el propio Descartes evidenció la necesidad de encontrar un método
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Teniendo en cuenta que hablamos de un filósofo francés, hay que subrayar que la
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por pensadores como Hume y Berkeley. Para ellos el origen del conocimiento se sitúa
en una base experiencial: la experiencia es el origen del conocimiento, frente a la
instancia de la razón o las ideas innatas que postulan Descartes y los racionalistas.
Pero de entre todas las disciplinas que se ocupaban del conocimiento en este
siglo, son la ciencia y las matemáticas las que más influyeron en la formación de
Descartes. En este sentido hay que destacar la figura de Francis Bacon, que con sus
investigaciones empíricas sobre los fenómenos físicos llegó a poner en marcha el
método inductivo, un método basado en la observación y transcripción detallada
de los fenómenos físicos para la elaboración posterior de una teoría. Otra de las
figuras destacables del momento es Galileo. Galileo estaba convencido de que el
mundo se podía traducir al lenguaje matemático; una de las tesis fundamentales
que sostiene este pensador es que la naturaleza está escrita en lenguaje matemá-
tico y que solo tenemos que transcribirla para conocerla. Descartes extrapola esta
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concepción de la naturaleza a su filosofía; de ahí que una de las condiciones que
ponga para elaborar un método de conocimiento fiable es que este imite a las
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matemáticas.
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2. Líneas principales del pensamiento del autor
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que se han seleccionado son la segunda y cuarta parte del mismo. El libro en reali-
dad se llamó el Discurso para conducir bien la propia razón y buscar la verdad en
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las ciencias. Esta obra es la principal referencia de la filosofía moderna y la base del
movimiento filosófico racionalista. El modo en el que está escrito pone de manifiesto
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pudiera poner en duda todos los conocimientos adquiridos hasta ese momento en
su vida. En la primera parte del Discurso del método hace un análisis de las ense-
ñanzas de la escolástica, criticándolas. Expone que el único conocimiento fiable y
verdadero son las matemáticas y que cualquier tipo de conocimiento que se quiera
preciar de lo mismo debe seguir este modelo de conocimiento. A lo largo de esta
obra trata de construir un edificio filosófico seguro desde el que poder emprender
el camino cierto para todo tipo de conocimiento. La obra la escribió en francés, al
contrario de la costumbre de la época, que solía ser el uso del latín como idioma
culto para la ciencia. Un detalle de este tipo puso de manifiesto el interés de Des-
cartes por popularizar el conocimiento y que este llegase a todas partes, ya que la
gran mayoría de la población no sabía latín. Esta innovación permitió que salieran
a la luz, en distintas lenguas nacionales, muchas obras de pensadores que no domi-
naban el latín y que ahora veían la posibilidad de presentar sus trabajos haciendo
uso del lenguaje cotidiano.
D e sc a r t e s [6 7 ]
2.2. Epistemología
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Todos estos acontecimientos favorecieron un clima de investigación que eclo-
sionó en el siglo xvii. Descartes no es ajeno a toda esta revolución, y al sentarse a
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escribir sus reflexiones cree conveniente empezar por la epistemología. Teniendo en
cuenta la influencia que las matemáticas estaban teniendo en el mundo moderno,
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Descartes decide tomarlas como modelo de conocimiento verdadero. No debemos
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olvidar que Descartes era un gran matemático y el padre de la geometría analítica, en
la que establece los famosos ejes de coordenadas (también conocidos como los «ejes
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cartesianos» en honor a su nombre). Este respeto que había por las matemáticas como
la ciencia más fiable hizo que Descartes extrapolara dicho método a la filosofía. La
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idea era que, al igual que las matemáticas, la filosofía pudiese llegar por medio de la
deducción de una primera verdad indudable al resto de las verdades sin posibilidad
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es
imposible tomar por verdadero aquello que es falso». El objetivo es que este método
sistematice y facilite la progresión en el conocimiento conduciendo de un paso al si-
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guiente con total certeza y confianza. El propio Descartes define el método del siguiente
modo: «Por método entiendo reglas ciertas y fáciles tales que todo aquel que las observe
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exactamente no tome nunca algo falso por verdadero y sin gasto alguno de esfuerzo
mental sino por incrementar un conocimiento paso a paso». Para esto Descartes elabora
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una serie de reglas que son de vital importancia para que el método sea eficaz. Las pre-
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senta en uno de los textos que han sido seleccionados para el examen de selectividad,
la segunda parte del Discurso del método, y son las siguientes:
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• Evidencia: dice Descartes: «Lo primero consistía en no admitir cosa alguna como
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en mis juicios aquello que se presentara tan clara y distintamente a mi espíritu que
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no tuviera motivo alguno para ponerlo en duda». De este modo nos explica la
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primera condición que se necesita para poner en práctica el método. Este primer
paso consiste en la búsqueda de una primera evidencia, es decir, una primera idea
clara y distinta (dos características de la evidencia) de la que no se pueda dudar.
En este sentido, Descartes propone encontrar esta evidencia para poder asentar
sobre ella el resto de su edificio filosófico, utilizando la evidencia como criterio
de verdad. Esta primera evidencia tiene que ser, en primer lugar, clara, porque no
necesita justificar más allá de sí su propia evidencia, y en segundo lugar, tiene que
ser distinta, porque no hay posibilidad de confundirla con ninguna otra.
• Análisis: la segunda regla del método está centrada en el análisis, y Descartes
la expone así: «El segundo exigía que dividiese cada una de las dificultades a
examinar en tantas parcelas como fuera posible y necesario para resolverlas
más fácilmente». Solo se puede tener evidencia de las ideas que son simples;
por ello Descartes propone este paso en su método: el de reducir las ideas
compuestas, que presentan un problema, a sus ideas más simples. En esta regla
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es
al conocimiento más complejo.
• Enumeración o revisión: finalmente, Descartes no deja pasar por alto la nece-
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sidad de revisar todos y cada uno de los pasos anteriores realizados, pues es
importante comprobar que el procedimiento durante todo el proceso ha sido
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correcto. Es una comprobación de cada uno de los pasos anteriores.
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Como se puede comprobar, todo este método diseñado por Descartes no es útil si
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no se llega antes a una evidencia desde la que sostener todo el procedimiento. Esta
será la principal diferencia que se establezca en cuanto al conocimiento entre los
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llamados filósofos racionalistas y los empiristas, pues estos últimos desechan la po-
sibilidad de sostener el edificio del conocimiento sobre la intuición de ideas innatas.
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y a veces enfrentadas ante los mismos problemas, de modo que todos estos
conocimientos pueden y deben someterse al dictamen de la duda.
• Metódica: la duda cartesiana es un método, un modo de analizar el cono
cimiento para poder alcanzar un objetivo. Este objetivo no es otro que el
del propio conocimiento. No es una duda escéptica que pretenda quedarse
anclada en la propia duda. No trata de asentar un relativismo desde el que
sentirse cómodo. El objetivo de la duda cartesiana es construir partiendo de algo
que sea indudable.
• Teorética: Descartes es el padre del racionalismo, de modo que es de esperar
que deje a un lado todo lo referente a las creencias a la hora de ejecutar la
duda. La duda metódica está reservada solo para el plano del conocimiento en
su totalidad.
es
2.2.3. Aplicación de la duda
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Descartes comienza a aplicar la duda a todo el edificio del cocimiento y se pregunta
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de qué podemos dudar:
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• Los sentidos: la primera duda y quizá la más evidente es aquella que se puede
ra
dirigir hacia la información que nos proporcionan los sentidos. Se puede de-
mostrar que los sentidos, en alguna ocasión, nos han engañado, nos han propor-
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cionado información que no era cierta; de este modo nadie nos puede asegurar
que si alguna vez los sentidos nos han engañado no nos vuelvan a engañar otra
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• El mundo: para justificar una duda tan importante, Descartes acude al argumen-
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to del sueño y la vigilia. ¿Cómo podemos estar seguros de que lo que vivimos
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Todas estas dudas parecían poner en jaque todo el edificio del conocimiento, ya
no quedaba nada más de lo que dudar: el mundo exterior, nosotros, los sentidos,
los propios razonamientos... Parece que una especie de escepticismo podía invadir
todos los intentos de Descartes por encontrar la primera evidencia, la primera idea
simple desde la que empezar a construir su propio edificio del conocimiento. Pero
Descartes descubre que, a pesar de que puede dudar de todo, no puede dudar de
que está dudando; además, si está dudando es porque está pensando, y si está pen-
sando es porque necesariamente está existiendo. Este razonamiento se resume en la
fórmula del cogito ergo sum. Cogito ergo sum: pienso luego existo. Es decir, para
poder dudar, tal y como lo hace Descartes, con el objetivo de encontrar una primera
idea simple y evidente, es necesario pensar, y si se piensa es porque se existe. Este
es
«pienso luego existo» cartesiano es la primera evidencia, la primera idea clara y
distinta de la que no se puede dudar; es la piedra desde la que empezar a levantar
ill.
el edificio del conocimiento.
Este pienso luego existo es una pura intuición mental, algo evidente por sí mismo
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y que es imposible someter a la propia duda. Es la primera idea que resiste a la duda
metódica que Descartes había puesto en marcha.
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Llegados a este punto, Descartes ha encontrado la primera idea. El cogito es una idea
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clara y distinta, una intuición de la que no se puede dudar, pero para el pensador
francés no todas las ideas poseen la misma categoría epistemológica. Las más impor-
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• Ideas facticias (ficticias): son creadas por el ser humano; provienen de una
mezcla de nuestra imaginación y de la propia voluntad. Pueden proceder de
la suma de las ideas adventicias; de este modo, podemos pensar en una sirena,
que es la suma de dos ideas adventicias (mujer y pez).
2.4. La sustancia
Una vez encontrada la primera evidencia, el cogito, Descartes tiene que seguir adelante
con la construcción del edificio del conocimiento. Para ello emprende un camino que
intenta demostrar la existencia de todo lo que había sometido al proceso de la duda.
Con el descubrimiento del cogito Descartes procede a la justificación de la existencia
de distintos tipos de sustancias. El cogito es la demostración de que el yo es un yo que
es
piensa y a la vez es un yo que existe. Es decir, el yo que se evidencia en el cogito es
una sustancia que existe y que piensa. De ahí que Descartes elabore, a partir de la
ill.
demostración del cogito, una teoría sobre los distintos tipos de sustancias que existen:
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• Sustancia pensante o res cogitans: es la más evidente, teniendo en cuenta el
descubrimiento de la primera evidencia que acaba de realizar. La sustancia
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pensante queda demostrada en el cogito y se caracteriza por el pensamiento:
ra
da y finita, tiene que existir otra sustancia que lleve los atributos de perfección
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cuerpo y alma— de un modo completamente accidental, puesto que son dos cate-
gorías distintas. Son dos entidades muy diferentes y cada una se muestra totalmente
independiente de la otra. Pero como el hombre es una unión de estas dos realidades,
Descartes tiene que buscar un lugar en el que situar el nexo entre ambas y lo emplaza
en el cerebro, la cabeza, más en concreto en la mencionada glándula pineal.
Con respecto a la sustancia infinita, la situación cambia, pues para Descartes la
sustancia infinita es Dios. ¿Cómo demuestra esta existencia? Para ello hace uso de los
razonamientos que ha puesto en marcha para demostrar el cogito. Descartes afirma que,
al poner en duda todo, queda demostrado que él es un ser imperfecto, puesto que la
duda es síntoma de imperfección. La imperfección conlleva en sí la finitud como otra
de las características del ser humano. De modo que nos encontramos con dos atributos
importantes: el de imperfección y el de finitud. Sin embargo, en el ser humano existe la
idea de infinito; la pregunta que se realiza a continuación es: ¿cómo es posible que un
es
ser finito, rodeado de cosas finitas, posea la idea de infinitud? Obviamente, de un ser
finito no puede provenir la idea de infinito, de modo que la idea de infinito debe llegar
ill.
de algo superior. Para Descartes la idea de infinito ha sido puesta en el hombre por una
naturaleza superior a él, y esta no puede ser otra que Dios, que es infinito. Este, sin
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embargo, no es un razonamiento completamente original, puesto que ya lo encontramos
en el argumento ontológico de San Anselmo y a su vez también en San Agustín.
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¿Por qué es necesario demostrar la existencia de Dios para Descartes? Entre otras
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mostrar ahora su existencia. Para eso recurre a Dios. Dios es un ser perfecto, y dentro
de la perfección no tiene cabida la mentira, de modo que para el filósofo racionalista
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Dios no quiere que me engañe cuando pienso que el mundo, la extensión, existe.
De este modo, Descartes llega a demostrar la existencia de estas tres ideas innatas:
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óptimos. El método cartesiano en busca de un conocimiento universal sigue estando
vigente en nuestra época.
ill.
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4.2. El código binario, los robots y la inteligencia artificial
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Si hay algún elemento que demuestra la posibilidad de un conocimiento totalmente
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fiable y universal, tal y como pretendía encontrar Descartes, ese es el lenguaje infor-
mático. El desarrollo de esta ciencia demuestra que se puede llegar a crear un lengua-
cg
la más mínima duda. De esta manera podemos justificar que el mundo digital es una
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no tiene cabida el error. Una orden determina a la orden siguiente y no hay lugar a
la duda, de modo que se puede afirmar que un ordenador no se equivoca jamás (si
acaso el que se equivoca es el programador).
Desde la invención de la palabra robot por parte de Capek en 1921, la humanidad
ha buscado crear un artificio que ayude al hombre a realizar sus tareas con fiabilidad.
En el siglo xxi los robots están insertos en la vida cotidiana de un modo pleno. Máqui-
nas cuya función está determinada por una programación que les indica qué realizar
en cada momento. Máquinas que nunca se equivocan, que siguen metódicamente las
instrucciones y que son la representación actual de esa idea de Descartes de poner en
marcha sistemas de trabajo perfectos, en los que la duda no tenga cabida. La robótica
actual es una heredera directa de este sueño cartesiano de no errar en el razonamien-
to; la robótica es la demostración de que se puede llegar a crear un robot haciendo
uso de un lenguaje de programación basado en el modelo matemático, por lo que el
desarrollo de I+D enlaza con la idea cartesiana del progreso científico.
D e sc a r t e s [7 5 ]
5. Texto
es
«Segunda parte juicio de aquellas que se ignoran que para
llegar a conocerlas. Y si bien la lógica con
ill.
Pero al igual que un hombre que camina tiene muchos preceptos verdaderos y muy
solo y en la oscuridad, tomé la resolución adecuados, hay, sin embargo, mezclados
de avanzar tan lentamente y de usar tal
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con estos otros muchos que o bien son
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circunspección en todas las cosas que, perjudiciales o bien superfluos, de modo
aunque avanzase muy poco, al menos me que es tan difícil separarlos como sacar
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cuidaría al máximo de caer. Por otra parte, una Diana o una Minerva de un bloque
no quise comenzar a rechazar por comple de mármol aún no trabajado. Igualmente,
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to algunas de las opiniones que hubiesen en relación con el análisis de los antiguos
podido deslizarse durante otra etapa de mi o el álgebra de los modernos, además de
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vida en mis creencias sin haber sido asi que no se refieren sino a muy abstractas
miladas en la virtud de la razón, hasta que materias que parecen carecer de todo uso,
w
e indagar el verdadero método con el fin ejercer el entendimiento sin fatigar exce
w
(Continúa)
[ 76] Historia de la Filosofía
(Continuación)
es
cosa alguna como verdadera si no se la llegar a descubrir. No supuso para mí una
había conocido evidentemente como tal. gran dificultad el decidir por cuáles era
Es decir, con todo cuidado debía evitar la necesario iniciar el estudio: previamente
ill.
precipitación y la prevención, admitiendo sabía que debía ser por las más simples y
exclusivamente en mis juicios aquello que las más fácilmente cognoscibles. Y consi
-h
se presentara tan clara y distintamente a derando que entre todos aquellos que han
w
mi espíritu que no tuviera motivo alguno intentado buscar la verdad en el campo
para ponerlo en duda. de las ciencias, solamente los matemáticos
ra
tas parcelas como fuera posible y necesa tes, no dudaba que debía comenzar por
rio para resolverlas más fácilmente. las mismas que ellos habían examinado.
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El tercero requería conducir por orden No esperaba alcanzar alguna unidad si ex
mis reflexiones comenzando por los ob ceptuamos el que habituarían mi ingenio
w
noscibles, para ascender poco a poco, gra contentarse con falsas razones. Pero, por
dualmente, hasta el conocimiento de los ello, no llegué a tener el deseo de cono
w
más complejos, suponiendo inclusive un cer todas las ciencias particulares que co
orden entre aquellos que no se preceden múnmente se conocen como matemáticas,
naturalmente los unos a los otros. pues viendo que aunque sus objetos son
Según el último de estos preceptos de diferentes, sin embargo, no dejan de tener
bería realizar recuentos tan completos y en común el que no consideran otra cosa,
revisiones tan amplias que pudiese estar sino las diversas relaciones y posibles pro
seguro de no omitir nada. porciones que entre los mismos se dan,
Las largas cadenas de razones simples pensaba que poseía un mayor interés que
y fáciles, por medio de las cuales general examinase solamente las proporciones en
mente los geómetras llegan a alcanzar las general y en relación con aquellos sujetos
demostraciones más difíciles, me habían que servirían para hacer más cómodo el
proporcionado la ocasión de imaginar que conocimiento. Es más, sin vincularlas en
todas las cosas que pueden ser objeto del forma alguna a ellos para poder aplicarlas
(Continúa)
D e sc a r t e s [7 7 ]
(Continuación)
tanto mejor a todos aquellos que convi no pareceré ser excesivamente vanidoso
niera. Posteriormente, habiendo adverti si se considera que no habiendo más que
do que para analizar tales proporciones un conocimiento verdadero de cada cosa,
tendría necesidad en alguna ocasión de aquel que lo posee conoce cuanto se pue
considerar a cada una en particular y en de saber. Así un niño instruido en aritmé
otras ocasiones solamente debería retener tica, habiendo realizado una suma según
o comprender varias conjuntamente en mi las reglas pertinentes, puede estar seguro
memoria, opinaba que para mejor anali de haber alcanzado todo aquello de que es
es
zarlas en particular, debía suponer que capaz el ingenio humano en lo relacionado
se daban entre líneas, puesto que no en con la suma que él examina. Pues el mé
contraba nada más simple ni que pudiera todo que nos enseña a seguir el verdadero
ill.
representar con mayor distinción ante mi orden y a enumerar verdaderamente todas
imaginación y sentidos; pero para retener las circunstancias de lo que se investiga,
-h
o considerar varias conjuntamente, era contiene todo lo que confiere certeza a las
w
preciso que las diera a conocer median reglas de la Aritmética.
te algunas cifras, lo más breves que fuera Pero lo que me producía más agrado
ra
posible. Por este medio recogería lo mejor de este método era que siguiéndolo esta
que se da en el análisis geométrico y en el ba seguro de utilizar en todo mi razón, si
cg
escogido me proporcionó tal facilidad para de forma más clara y distinta sus obje
resolver todas las cuestiones, tratadas por tos, y puesto que no lo había limitado a
w
estas dos ciencias, que en dos o tres me materia alguna en particular, me prometía
ses que empleé en su examen, habiendo aplicarlo con igual utilidad a dificultades
comenzado por las más simples y más propias de otras ciencias al igual que lo
generales, siendo, a la vez, cada verdad había realizado con las del álgebra. Con
que encontraba una regla útil con vistas esto no quiero decir que pretendiese exa
a alcanzar otras verdades, no solamente minar todas aquellas dificultades que se
llegué a concluir el análisis de cuestiones presentasen en un primer momento, pues
que en otra ocasión había juzgado de gran esto hubiera sido contrario al orden que
dificultad, sino que también me pareció, el método prescribe. Pero habiéndome
cuando concluía este trabajo, que podía prevenido de que sus principios deberían
determinar en tales cuestiones en qué me estar tomados de la filosofía, en la cual no
dios y hasta dónde era posible alcanzar encontraba alguno cierto, pensaba que era
soluciones de lo que ignoraba. En lo cual necesario ante todo que tratase de estable
(Continúa)
[ 78] Historia de la Filosofía
(Continuación)
cerlos. Y puesto que era lo más importante de comprobar si, después de hacer esto,
en el mundo y se trataba de un tema en el no quedaría algo en mi creencia que fuese
que la precipitación y la prevención eran enteramente indudable. Así pues, consi
los defectos que más se debían temer, juz derando que nuestros sentidos en algunas
gué que no debía intentar tal tarea hasta ocasiones nos inducen a error, decidí su
que no tuviese una madurez superior a la poner que no existía cosa alguna que fuese
que se posee a los veintitrés años, que era tal como nos la hacen imaginar. Y puesto
mi edad, y hasta que no hubiese empleado que existen hombres que se equivocan al
es
con anterioridad mucho tiempo en prepa razonar en cuestiones relacionadas con
rarme, tanto desarraigando de mi espíritu las más sencillas materias de la geometría
todas las malas opiniones y realizando y que incurren en paralogismos, juzgando
ill.
un acopio de experiencias que deberían que yo, como cualquier otro, estaba sujeto
constituir la materia de mis razonamien a error, rechazaba como falsas todas las
-h
tos, como ejercitándome siempre en el razones que hasta entonces había admi
w
método que me había prescrito con el fin tido como demostraciones. Y, finalmente,
de afianzarme en su uso cada vez más.» considerando que hasta los pensamientos
ra
No sé si debo entreteneros con las prime que hasta entonces habían alcanzado mi
ras meditaciones allí realizadas, pues son espíritu no eran más verdaderas que las
w
tan metafísicas y tan poco comunes, que ilusiones de mis sueños. Pero, inmediata
w
no serán del gusto de todos. Y sin embar mente después, advertí que, mientras de
go, con el fin de que se pueda opinar sobre seaba pensar de este modo que todo era
w
la solidez de los fundamentos que he esta falso, era absolutamente necesario que yo,
blecido, me encuentro en cierto modo obli que lo pensaba, fuese alguna cosa. Y dán
gado a referirme a ellas. Hacía tiempo que dome cuenta de que esta verdad: pienso,
había advertido que, en relación con las luego soy, era tan firme y tan segura que
costumbres, es necesario en algunas oca todas las extravagantes suposiciones de
siones opiniones muy inciertas tal como los escépticos no eran capaces de hacerla
si fuesen indudables, según he advertido tambalear, juzgué que podía admitirla sin
anteriormente. Pero puesto que deseaba escrúpulo como el primer principio de la
entregarme solamente a la búsqueda de la filosofía que yo indagaba.
verdad, opinaba que era preciso que hicie Posteriormente, examinando con aten
se todo lo contrario y que rechazase como ción lo que yo era, y viendo que podía fin
absolutamente falso todo aquello en lo que gir que carecía de cuerpo, así como que no
pudiera imaginar la menor duda, con el fin había mundo o lugar alguno en el que me
(Continúa)
D e sc a r t e s [7 9 ]
(Continuación)
encontrase, pero que, por ello, no podía ser no era omniperfecto, pues claramente
fingir que yo no era, sino que por el con comprendía que era una perfección ma
trario, solo a partir de que pensaba dudar yor el conocer que el dudar, comencé a
acerca de la verdad de otras cosas, se se indagar de dónde había aprendido a pen
guía muy evidente y ciertamente que yo sar en alguna cosa más perfecta de lo que
era, mientras que, con solo que hubiese yo era; conocí con evidencia que debía ser
cesado de pensar, aunque el resto de lo que en virtud de alguna naturaleza que real
había imaginado hubiese sido verdadero, mente fuese más perfecta. En relación con
es
no tenía razón alguna para creer que yo los pensamientos que poseía de seres que
hubiese sido, llegué a conocer a partir de existen fuera de mí, tales como el cielo, la
todo ello que era una sustancia cuya esen tierra, la luz, el calor y otros mil, no encon
ill.
cia o naturaleza no reside sino en pensar traba dificultad alguna en conocer de dón
y que tal sustancia, para existir, no tiene de provenían, pues no constatando nada
-h
necesidad de lugar alguno ni depende de en tales pensamientos que me pareciera
w
cosa alguna material. De suerte que este hacerlos superiores a mí, podía estimar
yo, es decir, el alma, en virtud de la cual yo que si eran verdaderos, fueran dependien
ra
soy lo que soy, es enteramente distinta del tes de mi naturaleza, en tanto que posee
cuerpo, más fácil de conocer que este y, alguna perfección; si no lo eran, que pro
cg
aunque el cuerpo no fuese, no dejaría de cedían de la nada, es decir, que los tenía
ser todo lo que es. Analizadas estas cues porque había defecto en mí. Pero no podía
.m
tiones, reflexionaba en general sobre todo opinar lo mismo acerca de la idea de un ser
lo que se requiere para afirmar que una más perfecto que el mío, pues que proce
w
dado que acababa de identificar una que imposible y puesto que no hay una repug
cumplía tal condición, pensaba que tam nancia menor en que lo más perfecto sea
w
bién debía conocer en qué consiste esta una consecuencia y esté en dependencia
certeza. Y habiéndome percatado que nada de lo menos perfecto, que la existencia en
hay en pienso, luego soy que me asegure que que algo proceda de la nada, concluí que
digo la verdad, a no ser que yo veo muy tal idea no podía provenir de mí mismo. De
claramente que para pensar es necesario forma que únicamente restaba la alternati
ser, juzgaba que podía admitir como regla va de que hubiese sido inducida en mí por
general que las cosas que concebimos muy una naturaleza que realmente fuese más
clara y distintamente son todas verdaderas; perfecta de lo que era la mía y, también,
no obstante, hay solamente cierta dificul que tuviese en sí todas las perfecciones
tad en identificar correctamente cuáles son de las cuales yo podía tener alguna idea,
aquellas que concebimos distintamente. es decir, para explicarlo con una palabra
A continuación, reflexionando sobre que fuese Dios. A esto añadía que, pues
que yo dudaba y que, en consecuencia, mi to que conocía algunas perfecciones que
(Continúa)
[ 80] Historia de la Filosofía
(Continuación)
en absoluto poseía, no era el único ser que considerando que toda composición indica
existía (permitidme que use con libertad dependencia y que esta es manifiestamente
los términos de la escuela), sino que era un defecto, juzgaba por ello que no podía
necesariamente preciso que existiese otro ser una perfección de Dios al estar com
ser más perfecto del cual dependiese y puesto de estas dos naturalezas y que, por
del que yo hubiese adquirido todo lo que consiguiente, no lo estaba; por el contra
tenía. Pues si hubiese existido solo y con rio, pensaba que si existían cuerpos en el
independencia de todo otro ser, de suerte mundo o bien algunas inteligencias u otras
es
que hubiese tenido por mí mismo todo lo naturalezas que no fueran totalmente per
poco que participaba del ser perfecto, hu fectas, su ser debía depender de su poder
biese podido, por la misma razón, tener de forma tal que tales naturalezas no po
ill.
por mí mismo cuanto sabía que me fal drían subsistir sin él ni un solo momento.
taba y, de esta forma, ser infinito, eterno, Posteriormente quise indagar otras ver
-h
inmutable, omnisciente, todopoderoso y, dades y habiéndome propuesto el objeto
w
en fin, poseer todas las perfecciones que de los geómetras, que concebía como un
podía comprender que se daban en Dios. cuerpo continuo o un espacio indefinida
ra
Pues siguiendo los razonamientos que aca mente extenso en longitud, anchura y al
bo de realizar, para conocer la naturaleza tura o profundidad, divisible en diversas
cg
de Dios en la medida en que es posible a partes, que podían poner diversas figu
la mía, solamente debía considerar todas ras y magnitudes, así como ser movidas
.m
perfección; estaba seguro de que ninguna objeto, repasé algunas de las demostra
w
de aquellas ideas que indican imperfección ciones más simples. Y habiendo advertido
estaban en él, pero sí todas las otras. De que esta gran certeza que todo el mundo
w
este modo me percataba de que la duda, la les atribuye no está fundada sino que se
inconstancia, la tristeza y cosas semejan las concibe con evidencia, siguiendo la
tes no pueden estar en Dios, puesto que a regla que anteriormente he expuesto, ad
mí mismo me hubiese complacido en alto vertí que nada había en ellas que me ase
grado el verme libre de ellas. Además de gurase de la existencia de su objeto. Así,
esto, tenía idea de varias cosas sensibles por ejemplo, estimaba correcto que, supo
y corporales; pues, aunque supusiese que niendo un triángulo, entonces era preciso
soñaba y que todo lo que veía o imaginaba que sus tres ángulos fuesen iguales a dos
era falso, sin embargo, no podía negar que rectos; pero tal razonamiento no me ase
esas ideas estuvieran verdaderamente en guraba que existiese triángulo alguno en
mi pensamiento. Pero puesto que había co el mundo. Por el contrario, examinando
nocido en mí muy claramente que la natu de nuevo la idea que tenía de un Ser Per
raleza inteligente es distinta de la corporal, fecto, encontraba que la existencia estaba
(Continúa)
D e sc a r t e s [8 1 ]
(Continuación)
es
cualquier demostración de la geometría. son menos ciertas. Pues, aunque se tenga
Pero lo que motiva que existan muchas una seguridad moral de la existencia de
personas persuadidas de que hay una tales cosas, que es tal que, a no ser que
ill.
gran dificultad en conocerle y, también, se peque de extravagancia, no se puede
en conocer la naturaleza de su alma, es el dudar de las mismas, sin embargo, a no
-h
que jamás elevan su pensamiento sobre ser que se peque de falta de razón, cuan
w
las cosas sensibles y que están hasta tal do se trata de una certeza metafísica, no
punto habituados a no considerar cuestión se puede negar que sea razón suficiente
ra
alguna que no sean capaces de imaginar para no estar enteramente seguro el haber
(como de pensar propiamente relacionado constatado que es posible imaginarse de
cg
con las cosas materiales), que todo aque igual forma, estando dormido, que se tie
llo que no es imaginable les parece ininte ne otro cuerpo, que se ven otros astros y
.m
ligible. Lo cual es bastante manifiesto en la otra tierra, sin que exista ninguno de tales
máxima que los mismos filósofos defien seres. Pues ¿cómo podemos saber que los
w
den como verdadera en las escuelas, según pensamientos tenidos en el sueño son más
w
la cual nada hay en el entendimiento que falsos que los otros, dado que frecuente
previamente no haya impresionado los mente no tienen vivacidad y claridad me
w
sentidos. En efecto, las ideas de Dios y el nor? Y aunque los ingenios más capaces
alma nunca han impresionado los sentidos estudien esta cuestión cuanto les plazca,
y me parece que los que desean emplear no creo puedan dar razón alguna que sea
su imaginación para comprenderlas hacen suficiente para disipar esta duda, si no
lo mismo que si quisieran servirse de sus presuponen la existencia de Dios. Pues, en
ojos para oír los sonidos o sentir los olo primer lugar, incluso lo que anteriormente
res. Existe aún otra diferencia: que el sen he considerado como una regla (a saber:
tido de la vista no nos asegura menos de que lo concebido clara y distintamente es
la verdad de sus objetos que lo hacen los verdadero) no es válido más que si Dios
del olfato u oído, mientras que ni nuestra existe, es un ser perfecto y todo lo que
imaginación ni nuestros sentidos podrían hay en nosotros procede de él. De don
asegurarnos cosa alguna si nuestro enten de se sigue que nuestras ideas o nocio
dimiento no interviniese. nes, siendo seres reales, que provienen de
(Continúa)
[ 82] Historia de la Filosofía
(Continuación)
Dios, en todo aquello en lo que son claras a error frecuentemente sin que durmamos
y distintas, no pueden ser sino verdade como sucede a aquellos que padecen de
ras. De modo que, si bien frecuentemente ictericia que todo lo ven de color amarillo
poseemos algunas que encierran falsedad, o cuando los astros u otros cuerpos de
esto no puede provenir sino de aquellas en masiado alejados nos parecen de tamaño
las que algo es confuso y oscuro, pues en mucho menor del que en realidad poseen.
esto participan de la nada, es decir, que no Pues, bien, estemos en estado de vigilia o
se dan en nosotros sino porque no somos bien durmamos, jamás debemos dejarnos
es
totalmente perfectos. Es evidente que no persuadir sino por la evidencia de nues
existe una repugnancia menor en defen tra razón. Y es preciso señalar, que yo
der que la falsedad o la imperfección, en afirmo, de nuestra razón y no de nuestra
ill.
tanto que tal, procedan de Dios, que exis imaginación o de nuestros sentidos, pues
te en defender que la verdad o perfección aunque vemos el sol muy claramente no
-h
proceda de la nada. Pero si no conocemos debemos juzgar por ello que no posea sino
w
que todo lo que existe en nosotros de real el tamaño con que lo vemos y fácilmente
y verdadero procede de un ser perfecto e podemos imaginar con cierta claridad una
ra
infinito, por claras y distintas que fuesen cabeza de león unida al cuerpo de una ca
nuestras ideas, no tendríamos razón algu bra sin que sea preciso concluir que exista
cg
na que nos asegurara de que tales ideas en el mundo una quimera, pues la razón
tuviesen la perfección de ser verdaderas. no nos dicta que lo que vemos o imagi
.m
Por tanto, después de que el conoci namos de este modo sea verdadero. Por
miento de Dios y el alma nos han con el contrario, nos dicta que todas nuestras
w
vencido de la certeza de esta regla, es fácil ideas o nociones deben tener algún fun
w
conocer que los sueños que imaginamos damento de verdad, pues no sería posible
cuando dormimos, no deben en forma al que Dios, que es sumamente perfecto y
w
guna hacernos dudar de la verdad de los veraz, las haya puesto en nosotros care
pensamientos que tenemos cuando esta ciendo del mismo. Y puesto que nuestros
mos despiertos. Pues, si sucediese, inclu razonamientos no son jamás tan eviden
sive durmiendo, que se tuviese alguna idea tes ni completos durante el sueño como
muy distinta como, por ejemplo, que algún durante la vigilia, aunque algunas veces
geómetra lograse alguna nueva demos nuestras imágenes sean tanto o más vi
tración, su sueño no impediría que fuese vas y claras, la razón nos dicta igualmente
verdad. Y en relación con el error más co que no pudiendo nuestros pensamientos
mún de nuestros sueños, consistente en ser todos verdaderos, ya que nosotros no
representarnos diversos objetos de la mis somos omniperfectos, lo que existe de ver
ma forma que la obtenida por los sentidos dad debe encontrarse infaliblemente en
exteriores, carece de importancia el que aquellos que tenemos estando despiertos
nos dé ocasión para desconfiar de la ver más bien que en los que tenemos mientras
dad de tales ideas, pues pueden inducirnos soñamos.»
D e sc a r t e s [8 3 ]
es
razonada de su actualidad.
ill.
«Las largas cadenas de razones sim
-h y guardando siempre el orden nece
Texto
ples y fáciles, por medio de las cuales sario para deducir unas de otras, no
w
generalmente los geómetras llegan puede haber algunas tan alejadas de
ra
de los hombres se entrelazan de igual cidir por cuáles era necesario iniciar
forma y que, absteniéndose de admitir el estudio.»
como verdadera alguna que no lo sea
w
7. Mapa conceptual
Búsqueda de un método
Intuición y deducción
Evidencia
Análisis
Características del método
es
Síntesis
ill.
Enumeración
-h
w
Sentidos
ra
Innatas
Ideas Adventicias
Facticias
es
ill.
-h
w
ra
cg
.m
w
w
w