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La proyectada baja del déficit a 2,5% será

en 2021, según entiende S&P


 
Para Standard & Poor´s, la performance actual de la economía uruguaya está en
línea con los escenarios base trazados, por lo que a corto plazo no se observa la
necesidad de establecer modificaciones a la calificación crediticia del país.
Economía & Mercado conversó con los economistas Sebastián Briozzo y Marina
Neves, de S&P. A continuación, un resumen de la entrevista.

—En una reciente consulta de este diario, Neves sostuvo que el carácter procíclico
de la Rendición de Cuentas era un factor a atender...
Marina Neves— Lo que nosotros vemos para Uruguay es que desde el punto de
vista fiscal, la consolidación va a ser más lenta de lo que se proyectaba en el
presupuesto para los próximos años. Desde el punto de vista del crecimiento
económico en nuestra última revisión lo ajustamos a la baja, de un 3% para este
año hasta un 2,6%, y de 3,1% a 3,0% para 2019. Por otro lado, el gobierno logró
una diversificación en cuanto a los mercados con los que comercia y eso redujo su
dependencia de Brasil y Argentina y es un aspecto sumamente positivo, aunque no
debemos desconocer que hay problemas en la economía uruguaya.
Sebastián Briozzo— Es cierto que la política fiscal en Uruguay ha sido procíclica,
y eso se ve en todos los países de la región, excepto Chile. Poder aplicar una
política fiscal anticíciclica es consecuencia de ahorros del pasado. Si no se tiene la
holgura fiscal para eso, llevar adelante una política de esas características puede
traer riesgos mayores a mediano plazo.
Creo que Uruguay ha hecho cosas muy importantes, que hoy le permiten mantener
sólidamente su grado de inversión a pesar de que sus dos vecinos más importantes
están sufriendo bastante. Entre muchas cosas para destacar, es importante tener en
cuenta que si bien el nivel de deuda no se redujo, la estructura de la deuda cambió.
El tiempo de financiamiento se alargó, la dependencia al dólar bajó y se emitió a
tasa fija. Un paso posterior debería ser lograr más espacio para poder desarrollar
una política contracíclica...

—La discusión en el país s centró en si había o no posibilidades para manejar el


gasto de una forma más prudente...
MN— Nosotros entendemos que el gobierno está realmente comprometido con el
ajuste, y eso está incorporado en la calificación que se le otorga al país. Al mismo
tiempo, vemos que hay gastos que son muy rígidos y por tanto el gobierno no tiene
mayor margen para hacer un recorte.
—¿Confían en que se alcance el nivel de 2,5% de déficit de las cuentas públicas
que en primera instancia se esperaba para 2019 y ahora se proyecta para 2020?
MN— Confiamos en que lo van a alcanzar, pero no para 2020, sino para 2021. Ese
es nuestro escenario base.
SB— Siempre se va a dar un debate intenso sobre qué puede hacerse o no. El
gobierno trata de lograr un equilibrio razonable con el escaso margen que tiene,
entre dotar de recursos a aquellos objetivos que entiende como más importantes y
al mismo tiempo intentar consolidar el frente fiscal. Lo entendemos así.
MN— Es por esa razón que cuando analizamos a Uruguay, su calidad institucional
es un punto fuerte a la hora de definir su calificación. Porque vemos que a pesar de
cambios de gobierno y los desafíos que implica que el partido de gobierno sea una
coalición, hay una línea de continuidad, y se reconoce la importancia de la
sostenibilidad fiscal y hay señales de que eso se toma en cuenta. Para nosotros es
un punto importante.
—La estrechez de maniobra que tiene el gobierno en materia presupuestal, se ve
específicamente como una vulnerabilidad?
MN— No. La forma en que se distribuyen los recursos públicos y el peso que tiene
en el presupuesto las pensiones, salarios, educación y salud, no nos resulta
anormal. Está en línea en lo que vemos en otros países de la región.
SB— Nos gustaría ver mejores niveles de inversión, eso sí. En especial en
infraestructura, porque eso está en la base del crecimiento de los países. Pero un
menor nivel de actividad y condiciones presupuestales con escaso margen, no lo
permiten. Y por otro lado, con tasas de crecimiento moderadas, es difícil ver
mejoras en el mercado de trabajo. Esas son restricciones grandes que tiene el país.
—El gasto primario de Uruguay está en torno al 26%... es manejable?
MN— Con las proyecciones que tenemos actualmente —nosotros tomamos una
visión algo más conservadora— observamos que tanto por el lado del gasto
primario como del gasto total del gobierno, observamos que se está moviendo por
encima de los niveles de años anteriores. Es necesario prestar mucha atención, pero
aún es sostenible en cuanto la economía sigue creciendo. Un mayor déficit fiscal y
si la economía se enlentece más de lo que tenemos previsto, puede ser un aspecto a
revisar.
—Si los niveles de inversión son bajos, el crecimiento se enlentece y la rendición
es procíclica, ¿cuál es el camino para superar este momento?
MN— La necesidad de retomar buenos niveles de inversión es un aspecto clave
para generar dinamismo en la economía, y en cierta manera creemos que el
gobierno está intentando establecer las condiciones para apuntar a esa mejora. Con
los proyectos de participación público-privada, la posibilidad de una nueva planta
de UPM y las modificaciones establecidas en la ley de inversiones, entendemos
que camina en esa dirección.
Además de la inversión, es imperioso lograr una mayor dinámica al mercado
laboral, que está ligado al tema salarial, en discusión en plena ronda de
negociación colectiva. Lo seguimos muy de cerca, dado que tiene una relación
directa con la inflación.

—La cotización del dólar ha estado al alza últimamente, pero por debajo de cómo
evoluciona en los países vecinos. Y al mismo tiempo la inflación está al alza. ¿Qué
nivel de preocupación generan estas tendencias?
MN— El tipo de cambio incide directamente en la inflación y también en el stock
de la deuda, ya que casi la mitad del endeudamiento del país está en moneda
extranjera. Hay que pensar en un nivel de equilibrio en la cotización del dólar en el
mercado local, ya que de un lado está la deuda, como dijimos, y por otro las
condiciones de competitividad a nivel del comercio exterior. La inflación todavía
se ubican en un nivel confortable, aunque esté por encima del techo del rango
objetivo. Ensayamos posibles escenarios con una inflación de mayor rango, por
ejemplo, y por el momento consideramos que no es un factor relevante para que
pensemos en mayores riesgos.
—¿A cuánto suponen que debería cotizar el dólar ante el peso uruguayo?
MN— No tenemos una referencia sobre un tipo de cambio "ideal". Pero sí
tomamos en cuenta cómo se comportan las variables afectadas. Hasta junio, la
cuenta corriente se mantenía en superávit, en línea con nuestras proyecciones. El
sector externo es un elemento importante a la hora de definir nuestra calificación
soberana y entendemos que está dentro de las condiciones que eran esperables en
el período.
—S&P mantiene la nota BBB de Uruguay desde hace tres años y en mayo del año
pasado ubicó su perspectiva en estable; ¿el corrimiento de los objetivos fiscales
puede generar alguna modificación a corto plazo?
MN— Nuestra perspectiva estable contempla la corrección gradual del déficit, en
medio de un crecimiento moderado. Obviamente que existe un monitoreo
constante, y si vemos que hay una combinación de deterioro fiscal y un
crecimiento del PIB menor del esperado, pueden ser factores para una baja de la
calificación, pero actualmente no es ese el escenario.
SB— Insisto en que para nosotros es muy relevante que la economía de Uruguay
tenga el curso que hoy observamos, cuando sus dos socios naturales, Argentina y
Brasil, atraviesan procesos extremadamente complejos. Eso hay que tenerlo en
cuenta. El diferencial de calificación de Uruguay con Argentina y Brasil tiene un
gran significado. Eso es producto de muchos años de trabajo, con gobiernos de
distintos partidos que han permitido que la macro esté mucho más protegida. Días
atrás publicamos la calificación de Brasil (BB-) y en junio se decidió mantener a
Argentina en B+. Lejos de Uruguay.

El presente de los dos vecinos de la región debe preocupar por igual

—¿De cuál de los dos vecinos Uruguay debe preocuparse más?


Sebastián Briozzo— Sus desafíos tienen puntos de contacto y también
diferencias. Pero hay que preocuparse por ambos.
Argentina incrementó el peso del sector público sobre su producto; en 2003 era de
35% y hoy está cerca del 40%. Esto se aproxima bastante a la realidad de Brasil. Y
eso les quita posibilidades de actuar a los gobiernos de ambos países. En cuanto a
endeudamiento hay diferencias todavía, porque Argentina está en 47% del PIB en
términos netos y Brasil próximo al 70%. Argentina tiene una situación macro más
difícil, con una situación externa mucho más vulnerable que en Brasil.

Claro que Brasil está rodeado de la enorme incertidumbre que se desprende del
ámbito político electoral. Nadie sabe quién va a ser gobierno, cuál es su agenda y si
tendrá espacio para llevarla a cabo.

Además de la agenda fiscal, Argentina debe encontrar solución a la muy alta


inflación, que atrasa el tipo de cambio real y deteriora las condiciones externas de
la economía. Y el tipo de cambio argentino sufre tanto porque, como le está
ocurriendo a la lira turca, hay un déficit de cuenta corriente muy alto del 5% del
PIB. Corregir esos problemas a largo plazo, a través del mentado gradualismo con
el objetivo de minimizar los costos sociales y el impacto en la actividad
económica, presenta sus desafíos. El financiamiento en el mercado internacional
no es tan fácil y eso va a terminar acelerando inevitablemente los procesos de
ajuste

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