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De la anticresis y especialmente de la prenda pretoria


minera

Luis Claro Solar

Autor: Luis Claro Solar

Páginas: 765-775

Id. vLex: VLEX-232674449

Link: http://vlex.com/vid/anticresis-especialmente-prenda-pretoria-minera-232674449

Resumen

La anticresis, que regla el título XXXIX del libro IV del Código Civil, no es un contrato de uso
frecuente y casi no tiene hoy aplicación, sino en las minas, debido á que, en virtud del privilegio
que la ley acuerda á los mineros de no poder ser embargada ni enajenada la mina del deudor,
es ésta la única forma eficaz de pago que les queda á sus acreedores.La palabra anticresis es
de origen griego y su significación etimológica ha sido bastante discutida; pero generalmente se
le atribuye la de préstamo recíproco: contrarium mutuum; alter mutuat, alter remutuat; ó más bien
de uso recíproco, contrarias usus, porque se concede al acreedor el goce de la cosa en
reciprocidad del préstamo que él ha hecho.

Texto

Contenidos
Page 765

Fuente: RDJ Doctrina, Tomo V, Nro. 5, 115 a 124

Cita Westlaw Chile: DD27582010

1. La anticresis, que regla el título XXXIX del libro IV del Código Civil, no es un contrato de
uso frecuente y casi no tiene hoy aplicación, sino en las minas, debido á que, en virtud del
privilegio que la ley acuerda á los mineros de no poder ser embargada ni enajenada la
mina del deudor, es ésta la única forma eficaz de pago que les queda á sus acreedores.

La palabra anticresis es de origen griego y su significación etimológica ha sido bastante


discutida; pero generalmente se le atribuye la de préstamo recíproco: contrarium mutuum;
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alter mutuat, alter remutuat; ó más bien de uso recíproco, contrarias usus, porque se
concede al acreedor el goce de la cosa en reciprocidad del préstamo que él ha hecho.

2. Refiriéndose á las leyes romanas Pothier define la anticresis “una convención por la cual
un deudor conviene con su acreedor en concederle á él y á sus sucesores el derecho de
gozar de cierta heredad hasta el pago de la suma que le debe, para compensarle los
intereses de esta suma.” Esta convención era, por lo tanto, aleatoria y en virtud de ella, los
frutos ó el goce de la cosa reemplazaban para el acreedor á los intereses á que habría
podido tener derecho, sin estar obligado á rendir cuenta en caso de ser los frutos
superiores á los intereses, y sin que tuviera derecho de reclamar algo más del deudor en
caso de ser inferiores, El evento incierto de los frutos hacía tolerar que el acreedor pudiese
retirar por sus intereses alguna cosa fuera de la tasa legítima, en compensación de que
habría podido suceder que, en caso de esterilidad, pudiera retirar menos.

3. Las leyes prohibitivas ó limitativas del interés del dinero influyeron considerablemente en
este contrato y le hicieron perder generalmente su carácter aleatorio, estableciendo la
imputación de los frutos á los intereses hasta concurrencia de su monto ó de la tasa legal,
y en seguida al capital. “La anticresis, dice el artículo 2435 del Código Civil, es un contrato
por el que se entrega al acreedor una cosa raíz para que se pague con Page 766 sus
frutos;” y aunque según el artículo 2443 “las partes podrán estipular que los frutos se
compensen con los intereses, en su totalidad ó hasta concurrencia de valores,” dispone al
mismo tiempo que “los intereses que estipularen estarán sujetos, en el caso de lesión
enorme, á la misma reducción que en el caso de mutuo” lo que quita al contrato el carácter
de aleatorio que antes tenía.

4. La anticresis es convencional ó judicial.

5. La anticresis judicial ó prenda pretoria, á que se refería el artículo 2445 del Código Civil, y
que el decreto-ley de 8 de febrero de 1837, se limitaba á reconocer como un derecho del
acreedor respecto de los bienes embargados no rematados por falta de postores, está hoy
regida por el Código de Procedimiento Civil en sus artículos 521, 522, 524, 525 y 527 y en
el 528 que lo somete en último término á las reglas del título XXXVIII del Libro IV del
Código Civil referentes á la hipoteca, si se trata de bienes raíces y si se trata de bienes
muebles concede al acreedor, que los recibiese, los derechos y privilegios de un acreedor
prendario.

Esta anticresis judicial da derecho al acreedor para percibir los productos de los bienes,
debiendo aplicar “las utilidades líquidas que de ellos obtenga” al pago del crédito, “á
medida que se perciban” y para calcular estas utilidades “se tomarán en cuenta á más de
otros gastos de legítimo abono, el interés corriente de los capitales propios que el acreedor
invierta y la cantidad que el Tribunal fije como remuneración de los servicios que preste
como administrador.”

6. Según la definición de nuestro Código la anticresis convencional sólo tiene cabida sobre
inmuebles, si bien á semejanza del Derecho Romano, establece una especie de anticresis
en el caso de prenda de cosas muebles fructíferas, en que concede al acreedor la facultad
de imputar los frutos al pago de la deuda, dando cuenta de ellos y respondiendo del
sobrante, admitiendo así una anticresis tácita. Tal como hoy existe en nuestra legislación,
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la anticresis viene á ser una especie de prenda de inmuebles que, sin embargo, no
confiere por sí sola ningún derecho real sobre la cosa entregada, según disposición
expresa del artículo 2438 del Código Civil.

La anticresis judicial, ó prenda pretoria, tiene cabida, sin embargo, sobre toda clase de
bienes fructíferos, y desnaturalizando el carácter sustantivo de esta institución, el
Código de Procedimiento Civil ha conferido al acreedor los derechos y privilegios de la
hipoteca y de la prenda según se trata de bienes raíces ó de bienes muebles.

7. La ley de 29 de agosto de 1855 que creó la Caja de Crédito Hipotecario conformándose al


art. 51 de la ley de 8 de febrero de 1837, había establePage 767cido ya esta prenda
pretoria, disponiendo que cuando los deudores de anualidades no las hubiesen satisfecho
en los plazos fijados y requeridos judicialmente no pagaren en el término de treinta días, la
Caja podría solicitar la posesión del inmueble hipotecado, ó pedir que se saque á remate.
Y “en virtud de esta posesión, dice el art. 16 de la ley, la Caja “percibirá de su cuenta las
rentas, entradas ó productos del inmueble, cualquiera que fuese el poder en que se
encuentre; y cubiertas las contribuciones, gastos de administración y demás gravámenes
de preferencia á su crédito á que estuviese obligado aquél, los aplicará al pago de las
anualidades, llevando cuenta del exceso si lo hubiere, para entregarlo al deudor.”

El artículo 51 de la ley de 8 de febrero citada, se limita á decir que “si no hubiere postores
ni el acreedor quisiere tomar los bienes en pago” podía pedir entre otras cosas, “que se le
entreguen en prenda pretoria para hacerse pago con sus productos, llevando cuenta
instruida de ellos para rendirla á su tiempo.”

8. El Código de Minería por su parte estableció también la anticresis judicial ó prenda


pretoria.

Los artículos 156, 157, 158, 159 y 160 del Código vigente, de 20 de diciembre de 1888,
que corresponden á los artículos 206 á 210 del Código de 18 de noviembre de 1874,
reglamentan minuciosamente esta prenda y la completan con la aviación que autorizan al
juez para conceder al acreedor, si la mina no produce lo bastante para atender á su legal y
prudente laboreo.

Después de establecer que en los juicios ejecutivos no se podrá embargar ni enajenar la


mina deudor, ni los utensilios y provisiones introducidos en ella para su laboreo, á no ser
con la voluntad del minero, expresada en el mismo juicio, dispone la ley que “si el producto
de los minerales y el de los demás bienes embargados no alcanzase á cubrir la deuda,
tendrá derecho el acreedor para tomar la mina bajo su administración en prenda pretoria,
hasta hacerse pago de su crédito con los productos que rindiere”; y que “no produciendo la
mina lo bastante para atender á su legal y prudente laboreo, podrá hacerse autorizar por el
juez para aviarla y gozar del derecho de retención concedido á los aviadores, no sólo
respecto de las cantidades invertidas en los avíos y de los intereses corrientes á estilo de
comercio, sino también de su crédito primitivo”.

9. La anticresis judicial ó prenda pretoria, ya sea la común regida por el


Código de Procedimiento Civil, ya esta especial que reglamenta el Código de Minería,
consiste, pues, lo mismo que la anticresis convencional, en la entrega que se hace al

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acreedor de una cosa fructífera, generalmente raíz, para que se pague con sus frutos.
Tanto en el contrato voluntario, como en este contrato forzado, efectuado por ministerio de
Page 768 la justicia, en que el juez propiamente representa al deudor que por no pago de
su deuda es perseguido judicialmente por su acreedor, la cosa fructífera es entregada á
éste para que la administre como buen padre de familia, perciba los frutos que rindiere con
ayuda ó no de sus capitales propios, y los aplique á la cancelación de su acreencia,
imputándolos primero á intereses y en seguida á capital.

El Código de Minería ha dicho, sin embargo, que “el acreedor á quien se entrega la mina
en prenda pretoria deberá administrarla con el cuidado y bajo las mismas obligaciones
que la ley impone á los socios administradores” y como los administradores, en las
compañías mineras, están sujetos á limitaciones diversas y entre ellas á la de no poder
vender los minerales ó pastas, sin especial autorización, se cuestiona sobre el alcance y
naturaleza del derecho á los frutos que la prenda pretoria otorga al acreedor.

Es útil, por lo tanto, para dilucidar esta cuestión, que tiene interés considerable para los
acreedores del minero, estudiar, aunque sea someramente, la naturaleza y efectos
jurídicos de la anticresis.

10. Según el derecho romano, es evidente que la anticresis convencional y la prenda pretoria
daban al acreedor, á la vez que una garantía de pago de su crédito, el dominio de los
frutos de la cosa que se le entregaba.

La ley 11 § 1 Libro XX título I del Digesto, tomado á Marciano, decía: “Si mutuus pignoris
usus pro credito facta sit, et in fundum, aut in aedes aliquis inducatur, eo usque retinet
possessionem pignoris loco, donec i11i pecunia solvatur quum in usuras fructus percipiat,
aut locando, aut ipse percipiendo habitandoque, itaque si amiserit possesionem solet in
factum actione uti”. Si el juez por su primer decreto pusiese á alguno en posesión de la
cosa ó el fundo retendrá la posesión en lugar de prenda, hasta que se le pague lo que se
le debe; y como percibe los frutos por las usuras, ó arrendándolos, ó apercibiéndolos él, ó
habitando; por esto si perdiese la posesión, suele usar de la acción que resulta del hecho.
(Traduc. Rodríguez de Fonseca).

“Cuando el acreedor, en ejecución de esta convención, dice Pothier, ha sido puesto en


posesión de la heredad, adquiere sobre esta heredad, el derecho de anticresis, que
consiste en el derecho de gozar de toda la heredad, y de percibir todos sus frutos, para que
le compense (pour lui tenir lieu) los intereses de la suma que se le debe, hasta el pago”. Y
más adelante agrega: “El derecho de anticresis, según los principios del derecho romano,
da de tal modo al acreedor el derecho á gozar de la heredad, para compensarle los
intereses de la cantidad que se le debe, que el deudor que hubiera sostenido que estas
entradas sobrepasan la tasa de los Page 769 intereses, no habría sido admitido á pedir
cuenta al acreedor de las entradas, deducidos los intereses. El evento incierto de estas
entradas hacía tolerar que el acreedor pudiese, en este caso, retirar cualquiera cosa, por
sus intereses, más allá de la tasa legal, en compensación de que habría podido ocurrir
que, en caso de esterilidad, habría podido retirar menos. Es la decisión de la ley 17 Cod.
de usur. Obtenta majoris per-cepti emolumenti propter incertum fructuum proventum
rescindi placita non possunt. (Esta convención no puede rescindirse so pretexto del mayor
emolumento percibido, por ser incierto el producto de frutos 1. La ley 14, in fín eod. dict. tit
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decide igualmente que la anticresis de una casa no deja de ser válida aunque su arriendo
sea de un precio más considerable que la tasa de los intereses de la suma debida al
acreedor, porque en este caso se estima más bien que tiene la casa en arriendo por un vil
precio, que retirar un interés excesivo: Non illicitum foenus esse contractum sed vilius
conducta habitatio videtur 2.

La esencia de la anticresis consistía, pues, en la compensación de los frutos con los


intereses: el deudor concedía a su acreedor el goce de un inmueble para que éste
percibiera los frutos en lugar de los intereses, y retuviera su posesión hasta cobrar el
crédito íntegramente 3.

11. Este carácter esencial no lo ha perdido la anticresis en el derecho moderno. Lo indica


suficientemente la definición que da el artículo 2435 del Código Civil:

La anticresis es un contrato por el que se entrega al acreedor una cosa raíz para que se
pague con sus frutos. Para poder pagarse de su crédito con los frutos al acreedor debe
percibir éstos y hacerlos suyos, imputando el valor de ellos á la deuda.

El crédito puede ó no producir intereses.

Si no los produce la imputación se hará al capital directamente y no se entiende que los


frutos se den al acreedor en lugar de los intereses de la suma debida por una especie de
anticresis tácita, como sucedía antes. Esta es una evolución que ha experimentado el
contrato de anticresis.

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“Si el crédito produjere intereses, tendrá derecho el acreedor para que la imputación de los
frutos se haga primeramente á ellos”, dice el artículo 2442. Y el artículo 2443 agrega que
“las partes pueden estipular que los frutos se compensen con los intereses en su totalidad
ó hasta concurrencia de valores”. De modo que el acreedor recibe los frutos de la cosa
para imputarlos á los intereses, sea en su totalidad, aunque fueren inferiores ó superiores
á los intereses, sea hasta concurrencia de valores, y para imputar el sobrante, si lo
hubiere, á capital, ó reclamar la parte insoluta de ellos en la liquidación final.

La naturaleza jurídica de la anticresis ha quedado, pues, la misma en su evolución. La ley


ha cuidado únicamente de evitar que por medio de ella se ocultara una usura excesiva.
“Los intereses que estipularen, dice el inciso 2° del artículo 2443, estarán sujetos en el
caso de lesión enorme á la misma reducción que en el caso de mutuo”. Es decir que si
exceden “en una mitad al que se probare haber sido interés corriente al tiempo de la
convención”, serán reducidos por el juez á dicho interés corriente; y en lo que excedan de
este interés los frutos que el acreedor ha hecho suyos, serán imputados al capital de la
deuda.

“La anticresis, dice Planiol 4 es un cambio de entradas: en lugar de los intereses del capital
que ha proporcionado, el acreedor anticrético se hace ceder los productos del inmueble. 5
Antigua mente esta delegación de entradas se hacía á destajo (á forfait) y el Código había
conservado la posibilidad de esta compensación; pero la ley en 3 de septiembre de 1807
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la ha suprimido en materia de mutuo: estando limitado por la ley el interés del dinero
prestado, el acreedor anticrético debe rendir cuenta de las entradas, las cuales debe
imputar á los intereses del crédito y subsidiariamente al capital, á fin de no percibir un
interés usurario”6.

12. De lo dicho se sigue que el acreedor anticrético tiene respecto á los frutos de la cosa un
derecho de goce que sería análogo al del usufructuario, si la anticresis le diera un derecho
en la cosa, un derecho real. Pero “la anticresis no da al acreedor, por sí sola, ningún
derecho real sobre la cosa entregada” (art. 2458) y la ley equipara la situación del acreedor
anticrético á la del arrendarlo, aplicándole la disposición del artículo 1962, para el respeto
de la anticresis por los terceros adquirentes de la finca, y concediéndole los mismos
derechos que tiene el arrendatario para el Page 771 abono de mejoras, perjuicios y
gastos, así como lo somete á las mismas obligaciones que el arrendatario relativamente á
la conservación de la cosa.

Esta asimilación es más exacta que la que se hace comúnmente al usufructo. “E1
acreedor, dice Pont, 7 teniendo el derecho de percibir los frutos y de apropiárselos, puede,
por lo que toca al modo de gozar del inmueble, ser asimilado, en cierta medida, á un
usufructuario. Puede, pues, cultivar el fundo por sí mismo, habitar la casa, ó establecer en
su lugar un arrendatario, un colono parciario, un inquilino.” Laurent se pronuncia en el
mismo sentido, si bien con algunas restricciones en cuanto á la manera de ejercitar el
derecho. “El contrato de anticresis, dice, 8 da al acreedor el derecho de percibir los frutos
del inmueble, con cargo de imputarlos á los intereses y al capital. ¿Cuál es la extensión de
este derecho á los frutos? El acreedor: tiene el derecho de gozar; su derecho se asemeja á
este respecto, al del usufructuario. Hay, sin embargo, una diferencia esencial: el
usufructuario tiene un derecho en la cosa, derecho que regularmente dura durante toda su
vida; mientras que el anticresista no tiene derecho real en el inmueble, y su goce puede
cesar de un día á otro por el pago de la deuda. De aquí se sigue que el goce del
anticresista es un derecho menos extenso que el del usufructuario; éste puede hipotecar
su usufructuo, el anticresista no tiene este derecho.” Laurent cree que el acreedor
anticrético no puede arrendar porque su goce es precario; y más adelante 9 agrega: “El
artículo 2085, después de haber dicho que el acreedor adquiere el derecho de percibir los
frutos del inmueble, añade que es á cargo de imputarlos anualmente á los intereses, si se
le deben, y en seguida al capital de su crédito. Así la percepción de los frutos es á la vez
un derecho y una obligación. El derecho á los frutos se concede al acreedor en interés de
las dos partes contratantes: aquel se paga con los frutos que percibe imputándolos á los
intereses y al capital, y el deudor se libera mediante el abandono de los frutos”.

Por su parte, Baudry-Lacantinerie y Loynes se expresan como sigue:

“Por lo que respecta al modo de goce, la condición del acreedor anti- crético, se aproxima
á la del usufructuario. El puede gozar por sí mismo, cultivar las tierras y percibir sus
cosechas, habitar la casa ó dar el inmueble anticrético en arrendamiento, en aparcería ó
en alquiler y percibir la renta debida por el colono ó por el inquilino. Un autor contesta, sin
embargo, esta solución y pretende que el artículo 2085 implica un goce personal. La
argumentación podría ser exacta si sólo pudieran darse en anticresis los fundos (fonds de
terre); pero la ley no distingue. Las casas Page 772 pueden ser objeto de este contrato y, á
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menos que no hayan sido ya arrendadas por el deudor, el anticresista no podría sacar
provecho de ellas sino ocupándolas él mismo ó dándolas en alquiler. Parece por otra parte
imposible subordinar el derecho del anticresista al consentimiento del deudor. Es
inadmisible que la resistencia de éste prive al acreedor de las ventajas que ha estipulado
en el contrato y sobre la fe de las cuales ha consentido en la convención. En fin el interés
de de las partes no permite limitar la duración del arriendo al goce del anticresista. Es
preciso, pues, admitir que el acreedor anticrético tiene, como el acreedor prendario, un
poder de administración. El deudor se lo ha implícitamente conferido reconociéndole el
derecho y el deber de imputar los frutos á su crédito. En consecuencia tiene el derecho de
arrendarla”.

Estas citas bastan para manifestar la extensión y naturaleza del derecho de goce que se
concede al acreedor anticrético. Los tratadistas franceses cuestionan sobre si el derecho
de acreedor anticrético es personal ó real; pero todos están de acuerdo en que tiene el
goce de la cosa y se hace dueño de los frutos que percibe. Nuestro Código ha resuelto
expresamente la cuestión declarando que la anticresis, á pesar del derecho de goce que
acuerda al acreedor, no le da un derecho in re, sino un derecho como el del arrendatario
que debe ser respetado por terceros en los mismos términos en que es respetado, el
arrendamiento y que da al acreedor, así como le da al arrendatario, el dominio, y con él el
derecho de disponer de los frutos de la cosa que percibe; y por lo tanto de venderlos ó
consumirlos, sin más cortapisa que la de rendir cuenta para justificar que la imputación de
ellos está bien hecha. En la disposición de los frutos el acreedor dispone de plena libertad
y no tiene para qué consultar á su deudor, quien puede exigirle cuenta estricta de los
frutos, así como de antemano, y para evitarse la molestias de una rendición de cuentas, ha
podido estipular que los frutos se compensen con la totalidad de los intereses ó con parte
de ellos, si son cuantiosos.

13. El Código de Minería no se ha apartado de estos preceptos al establecer la prenda pretoria


de las minas en favor de los acreedores. El artículo 156 concede expresamente al
acreedor el derecho “para tomar la mina bajo su administración en prenda pretoria hasta
hacerse pago de su crédito con los productos que rindiere”.

Pero si éste es un derecho, es á la vez un deber, y el artículo 157 dispone que “el acreedor
á quien se entrega la mina en prenda pretoria, deberá administrarla con el cuidado y bajo
las mismas obligaciones que la ley impone á los socios administradores.” ¿Qué ha querido
decir la ley en esto? ¿Ha querido significar que el derecho que concede al acreedor sobre
los productos de la mina, es el mismo que tienen los socios administradores de una
compañía o comunidad minera? ¿Ha querido establecer Page 773 que el acreedor no se
hace dueño y por lo mismo, no puede disponer de los productos de la mina que toma bajo
su administración en prenda pretoria hasta hacerse pago de su crédito con sus productos?

No es posible dar á estas preguntas una respuesta afirmativa sin desnaturalizar por
completo la prenda pretoria y sus efectos.

14. La limitación que se pretende hallar en la disposición del artículo 157, no se habría podido
presentar, sin embargo, bajo la vigencia del Código de 1874, á pesar de que sus
disposiciones referentes á la prenda pretoria son exactamente iguales á las del Código de
1888. En efecto, los artículos 156 y 157 son literalmente idénticos á los artículos 206 y 207
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de aquel Código.

Pero en el Código de 1874 la duda que hoy se formula no tenía cabida porque el artículo
170 del título De las minas en sociedad ó comunidad, establecía que “los administradores
ejercerán las mismas atribuciones que la ley confiere á los administradores de las
sociedades civiles” y el artículo 171 agregaba que “los administradores están obligados á
llevar libros de contabilidad en que aparezcan con toda claridad y especificación las
inversiones y productos de la mina.” Estas disposiciones han sido modificadas en el título
De las compañías mineras del Código vigente: el artículo 111 dice que “la administración
de la compañía corresponde á todos los socios... La duración, atribuciones, deberes y
recompensas de los administradores se determinarán en junta, si no se hubiere estipulado
en el contrato de compañía. Los administradores no pueden contraer créditos, gravar las
minas en todo ó parte, vender los minerales ó pastas, nombrar ni destituir los
administradores de la faena, sin especial autorización. En todo caso, los socios pueden
impedir la venta de los minerales y pastas, pagando los gastos y cuotas correspondientes.”

Según estas disposiciones, se dice, el acreedor á quien se entrega la mina en prenda


pretoria hasta hacerse pago de su crédito con los productos que rindiese, no puede vender
los minerales ó partes sin especial autorización, porque esto es una obligación que la ley
impone á los socios administradores.

Pero esta interpretación dada á la ley es manifiestamente absurda. El acreedor á quien se


entrega la mina en prenda pretoria, precisamente para que perciba sus productos, no es un
socio del deudor, ni en derecho puede estar subordinado á la buena voluntad de su
deudor. La ley da al acreedor que no puede embargar y rematar la mina del deudor sin la
voluntad de éste manifestada en el juicio, el derecho de tomarla bajo su administración en
prenda pretoria hasta pagarse con los productos que está rindiendo ó los que rindiere
mediante la aviación que puede hacerse autorizar; y habría manifiesta contradicción entre
este derecho concePage 774dido al acreedor y la prohibición de vender los minerales ó
pastas sin especial autorización.

Así como no se podría sostener que el acreedor anticrético de la mina no puede nombrar ni
destituir los administradores de la faena ó no puede contraer créditos, á pesar de que el
artículo 111 establece también esas limitaciones á las facultades de los administradores,
así también no es posible suponer que el legislador que le concede la prenda pretoria que
lleva consigo la percepción de los productos en compensación de los intereses y pago del
capital adeudado, le haya puesto al mismo tiempo una limitación que hace ilusorio en
absoluto su derecho.

En las compañías mineras se impone esa limitación, porque cada uno de los socios tiene
derecho á que se le den en minerales ó pastas la parte de productos que le corresponde, y
uno ó más socios que representen la cuarta parte de las acciones, pueden exigir que el
reparto se haga únicamente en esta forma. Pero cuando la mina ha sido dada en prenda
pretoria ¿qué derecho tiene el dueño ó dueños de la mina á los productos que rindiere?

15. Lo que la ley ha dicho en el artículo 157 es que el acreedor anticrético de la mina tiene en
cuanto al laboreo las mismas obligaciones de un socio administrador, en lo que le sean
aplicables y sin perjuicio naturalmente de su derecho.
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El acreedor debe practicar los trabajos de laboreo de la mina, conforme á las reglas del
arte y llevar libros de contabilidad que permitan al minero fiscalizar su administración.
“Mientras la mina, dice el artículo 158, permanezca en poder del acreedor, el minero tendrá
derecho para visitarla, inspeccionar los trabajos, verificar los libros de contabilidad y los
documentos justificativos, ya sea por sí ó por representante, y para hacer las
observaciones y reparos que la contabilidad y el sistema de trabajos le sugieran. Podrá
también solicitar el nombramiento de un interventor con las facultades, conferidas en el
artículo 152.” Y este artículo que se refiere al caso de secuestro de la mina, dispone que el
que reclame el secuestro “podrá solicitar el nombramiento de un interventor que vigile los
trabajos y lleve cuenta de los gastos y productos de la mina”; pero sin que sus facultades
lleguen hasta intervenir en la venta y autorizarla ó no.

Los derechos del deudor quedan así garantidos, pues la fiscalización inmediata que ejerce
le permitirá hacerlos reparos que crea del caso á la cuenta que ha de rendirle el acreedor,
sin perjuicio de tomar desde luego medidas para atajar sus abusos si los hay. Y á este
respecto la ley se ha cuidado de disponer que “si el acreedor no laboreare la mina
cuidando de mantenerla hábil, ó si se le convenciere de fraude en la administración ó de
que ésta es descuidada ó dispendiosa, no obstante habérsele reprePage 775sentado y
reclamado este abuso, perderá el derecho de administrarla y sólo podrá, solicitar el
nombramiento de un interventor que perciba por cuenta del acreedor los productos líquidos
de la mina.” De modo que aún en este caso el derecho á los productos de la mina dada en
prenda pretoria, es reconocido al acreedor y se entregan al interventor para que el
acreedor los venda ó los reciba, aplicando su valor al pago de su crédito.

16. El Código de Minería, como todos los Códigos complementarios, tiene su base y
fundamento en el Código Civil; y salvo una expresa modificación de las disposiciones de
este Código, no es posible desentenderse de ellas.

No se ve que el Código de Minería haya querido innovar hasta el punto de desconocer los
derechos que la anticresis, ya sea convencional, ya judicial, confiere al acreedor. Mucho
menos cabe tal suposición tratándose de una legislación que acuerda al minero el
privilegio tan considerable de la no embargabilidad de la mina, quitando al acreedor el
derecho principal que tiene á la ejecución forzada de la obligación que el deudor no le
cumple. La prenda pretoria es en realidad el único medio que el acreedor del minero
puede ejercitar para alcanzar el pago de su crédito y tal procedimiento sería ilusorio si no
le diera el goce de la mina para percibir sus productos y disponer de ellos. “Es inadmisible,
como dice Baudry-La cantinerie, que la resistencia del deudor prive al acreedor de las
ventajas que ha estipulado en el contrato y sobre cuya fecha consentido en la convención.”
Mucho menos puede serlo en este caso en que no tiene el acreedor otro medio de pago, y
todavía tratándose de una anticresis impuesta al deudor por resolución del juez y en la
cual no es de suponer que el acreedor pueda contar con la buena voluntad del minero.

La modificación que el Código de Minería vigente ha hecho del artículo 170 del Código de
1874, no ha podido tener el alcance de alterar los principios adoptados respecto de la
prenda pretoria que ha mantenido sin modificación alguna, reproduciendo á la letra sus
disposiciones. Las reglas de la buena hermenéutica aconsejan, pues, conciliar las
disposiciones de la ley, manteniendo los preceptos de la legislación sustantiva que el

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legislador no ha manifestado intención de cambiar y que no habría podido alterar sin


desconocer todo el sistema de la legislación.

El reconocimiento de este derecho de goce contrabalanceado con la obligación de llevar


una contabilidad minuciosa y rendir cuentas consulta á la par los derechos del acreedor y
los derechos del minero; y deja al mismo tiempo, en pie una institución jurídica de siglos.

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[1] Traducción BACARDÍ, Cuerpo del Derecho Civil, tom. II, pág. 191.

[2] Ley 14. “Si tu mujer prestó una cantidad bajo condición de que, en vez de cobrar
intereses, utilizaría la casa del que recibió á préstamo y se cumplió el pacto bien que ella
usó de la casa sin arrendarla, no puede suscitarse cuestión sobre que si se hubiere
arrendado hubiera producido más de lo que importa la tasa legítima de los intereses, por
cuanto aún dado que la casa se hubiese podido alquilar al supuesto precio, el préstamo á
interés no es por esto ilícito, tan sólo resulta que la casa ha sido alquilada por un precio
inferior al que merecía”. Traducción BACARDÍ, Cuerpo del Derecho Civil. Véase, MAYUS,
Cours de droit romain, T. I, § 160, pág. 894 y § 108, pág. 738, nota 13. Voet ad Pandectas,
T. I, Libro XX, tít. I, núm. 23 y 24.

[3] GUTIÉRREZ FERNÁNDEZ. Estudios fundamentales tomo X, pág. 287.

[4] Traite elémentaire de Droit Civil, T. II, Nº 2498.

[5] “Según el art. 2085 que da la definición de la anticresis, ese sería todo el beneficio del
contrato. El acreedor no adquiere por este contrate más que la facultad de percibir los
frutos del inmueble. Pero se verá que la jurisprudencia moderna le otorga una ventaja
mucho más considerable, al derecho de preferencia”. Nota del autor. Esta tendencia de la
jurisprudencia es la que ha inspirado seguramente las disposiciones del art. 328 del
Código de Procedimiento Civil.

[6] Véase, PONT. Bes Petits contrats, t. II., núm. 1263 y 1264.

[7] Núm. 1235.

[8] T. 28, núm. 545.

[9] Núm. 546.

3 Jun 2017 21:17:50 10/10

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