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Evaluación de la crisis económica del Perú como causa estructural de la

derrota en la Guerra del Pacífico durante 1879 – 1884.


ÍNDICE GENERAL

ÍNDICE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2

INTRODUCCION . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3

CAPÍTULO I: EL PAÍS DE LAS OPORTUNIDADES PERDIDAS . . . . . . . . . 4

CAPÍTULO II: EL PRELUDIO

CAPÍTULO III: ESTADO DE GUERRA Y CRISIS ECONÓMICO


INTRODUCCIÓN

Se ha procurado presentar en este estudio un análisis evolutivo razonado de la


economía peruana post-independentista como fundamento estructural para la crisis
económica y la bancarrota fiscal de 1872. Es mi principal deseo el poner en relieve
un examen de la utilización económica, sus ingresos y fuentes desde la
independencia hasta el momento en que la crisis ocasionada por el exceso de
préstamos y los bajos montos de amortización afectaron seriamente economía
peruana. Se trata de un lapso poco menor a medio siglo, que resultó decisivo para
la historia del Perú por corresponder a la época que siguió inmediatamente a la
República Temprana. Fue el momento en que debieron tomarse las decisiones
fundadoras acerca de la organización política y económica de la nación, que, por el
hecho de tener dicho carácter, luego no tuvieron fácil marcha atrás.

La pretendida imparcialidad de los historiadores no pasa de ser una leyenda,


destinada a consolidar ciertas convicciones útiles. Bastarían para destruir esta
leyenda, si ello fuese necesario, las obras que se han publicado acerca de la gran
guerra. El historiador pertenece siempre “a su tiempo”, es decir, a su clase social, a
su país, a su medio político. Sólo la no disimulada parcialidad del historiador
proletario es hoy compatible con la mayor preocupación por la verdad. Porque
únicamente la clase obrera obtendría toda clase de ventajas, en toda clase de
circunstancias, del conocimiento de la verdad. Nada tiene que ocultar, en la historia
por lo menos. Las mentiras sociales siempre han servido, y sirven todavía, para
engañaría. Ella las refuta para vencer, y vence refutándolas. No han faltado, sin
duda, algunos historiadores proletarios que han acomodado la historia a ciertas
preocupaciones de actualidad política.

Tal cual es este libro resultará, sin duda alguna, muy imperfecto. Absorto en otros
trabajos, entregado a la vida de militante en una época bastante accidentada, no he
dispuesto nunca del ocio tranquilo que es necesario para el estudio de la historia.
Por idénticas razones, no suelen, los que hacen la historia, tener la oportunidad de
escribirla. Por otra parte, tampoco la materia se encuentra a punto.
CAPÍTULO I
EL PAÍS DE LAS OPORTUNIDADES PERDIDAS
Mucho antes de adéntranos en el meollo del conflicto bélico es necesario examinar
las causas profundas del declive económico peruano. El momento desde donde es
merecido iniciar este análisis es la independencia del Perú, ya que después de más
de cuatro centurias de subyugación, la inexperta nación fue libre de todo
sometimiento foráneo. De este modo, la economía se vio duramente afectada
debido a los costos que demandó la independencia, la inoperancia de un sistema
político en formación y las prejuiciosas determinaciones frente a la utilización de los
medios disponibles.

LA INDEPENDENCIA: SIGNIFICADO DE UNA ECONOMÍA DEVASTADA


Este periodo inició en 1825, posterior a la Batalla de Ayacucho y la célebre
capitulación que desataba al Perú de la capitanía española. La independencia se
logró a costa la pérdida de la élite económica, lo que supuso un retraso en los
sectores del comercio ultramarino, la agricultura de costa y la minería de la sierra.
Por consiguiente, las conflagraciones por la liberación nacional hicieron estragos en
la economía del país, se produjo el empobrecimiento, la fuga de capitales y el
aumento desmesurado del contrabando que no aportaba impuestos al estado del
Perú.

Conviene advertir que, durante las dos primeras décadas de vida


independiente, la economía estuvo, fundamentalmente, consolidada en una
agricultura y ganadería de mediana progresión. Entretanto el país se recuperaba de
la crisis ocasionada por la República Temprana, las primeras exportaciones de lana
de vicuña, alpaca y oveja, se ligaron al creciente desarrollo textil de la nación. El
algodón sufrió un cambio en 1830 cuando se iniciaron las primeras exportaciones
de fibra desde el puerto de Paita. Ultimaba este panorama, la producción de
productos agrícolas: legumbres en general, frutas y verduras, para el “autoconsumo”
de la nación.
Gráfico 01
Ingresos fiscales 1827-1847
1700
Millones de pesos corrientes

1500

1300

1100

900

700

500

300
1827 1830 1833 1836 1839 1842 1845 1847
*Contreras Carranza, Carlos (2011). Compendio de Historia Económica del Perú IV:
Economía de la primera centuria independiente. Lima. Ingresos fiscales, 1822-1879

Sin embargo, Bonilla (1980) estima que el grueso de los ingresos económicos
estuvo representado por la plata, en moneda, y la lana en una proporción superior
a la agricultura. Según las aproximaciones de William Mathew (1964), la moneda
fraccionada alcanzó un valor de 1.562.149 libras esterlinas en el mercado
exportador para 1840, después de un realce de 962.149 en 15 años. Así mismo, la
lana que en 1925 beneficiaba de 14.500 libras esterlinas en exportaciones al Perú,
llegó a generar ingresos de hasta 141.724 libras en 1842.

A saber, de todas maneras, los referidos ingresos económicos, estuvieron


destinados a sostener el mercado interno y cubrir las demandas locales. El
excedente comercializable de los productos, que se llegaran a despenar en las
fronteras, era muy débil. Esto demuestra que, durante los primeros años de estado
independiente, la inexperta nación peruana solo generaba ingresos para subsistir,
y no poseía miras hacia una eventual economía de industria que permita generar
ingresos mejor aprovechables.
Llegados a este punto podemos decir que los costos que generó la
independencia, mantuvieron una situación álgida en la hacienda pública. La
escasez de fondos y la ausencia de una normatividad para presupuestar los
ingresos y gastos fiscales fueron de los grandes problemas que afrontaba una élite
económica en formación. La insuficiencia monetaria contribuyo al empleo de
diversas monedas extranjeras en el país, variando por regiones y clases sociales.
Es así que, para evitar falsificaciones y desórdenes por el empleo del papel moneda,
este fue suspendido en 1831. Por lo antes expuesto, está claro que la situación
económica peruana requería de un verdadero fenómeno que permitiera la
acumulación de capitales que mejoraran paulatinamente los diversos sectores
económicos.

LA QUIMERA ECONÓMICA
Tras intensas guerras civiles que condujeron a volátiles problemas económicos, el
gobierno de Castilla estableció una política de alianzas con liberales y
conservadores, lo que permitió controlar las tensiones entre las facciones en las que
se había dividido el país desde la emancipación. El primer gobierno de Ramón
Castilla, iniciado en 1845, coincidió con el comienzo de un crecimiento económico
basado en las exportaciones del guano y un renovado sector agrario, los cuales
sostuvieron el gasto público durante más de treinta años.

Desde el inicio de la República se había estipulado en la constitución que los


gobiernos contarían con presupuesto nacional, pero no se pudo cumplir tal
exigencia. Emilio Romero (1949), afirma que el primer esbozo de gastos y entradas
se hizo en 1827, sin ser aprobado por el congreso. Esta condición fue
definitivamente reformada por Castilla, quien el 21 de octubre de 1845 y por
intermedio del ministro de hacienda, presentó a la Cámara de Diputados un
presupuesto de 5.963.361 de pesos como egresos y 4.191.800 como ingresos
anuales correspondiente al bienio 1846 – 1847.

Si bien este primer presupuesto fue clausurado al año siguiente. El segundo


correspondiente al bienio 1848 – 1849, si contó con la aprobación del congreso y
fue promulgado en marzo del 1848. En este presupuesto se consideró la cantidad
de 5.322.423 como ingresos anuales y de 5.315.310 como egresos anuales, de
donde el guano tan solo representaba 5% de dicho monto. El pliego de ingresos
estaba constituido mayoritariamente por el producto de las rentas de las aduanas y
la contribución de indígenas. A partir de entonces, este importante instrumento
económico fue muy importante para el restablecimiento de la hacienda pública y el
financiamiento de proyectos públicos.

Desde 1850 un cambio sustancial empezó a anunciarse. El 16 de marzo se aprobó


la ley denominada “consolidación de la deuda interna”, que básicamente
implicaba el arreglo y la conversión de la deuda interna. En el momento en que
Castilla asumió el poder, la nación tenía una cuantiosa deuda interna con
particulares que se habían aportado para la emancipación. De acuerdo a lo
establecido, se reconocían como créditos contra el estado todos los préstamos en
dinero o materiales levantados a partir de 1820. Asimismo, la ley sostuvo
económicamente lo gastado en las tropas patriotas, lo que comprende: sueldos,
pensiones, créditos, arrendamientos, etc.

Se contaba también con deudas externas dirigidas hacia Inglaterra, Colombia y


Chile por préstamos hechos durante la lucha independentista; con España, según
lo estipulado en la Capitulación de Ayacucho; también con Francia y Estados
Unidos. En 1848 Castilla ordenó el pago de la deuda a todos los países con
excepción de España, hasta que este país reconociera la Independencia del Perú.
Este pago masivo de la deuda externa fue una buena medida, pues así se cimentó
la confianza internacional en el país.

Por todo lo anterior mencionado, está claro que la economía peruana se vio
potencialmente activa en el sostenimiento de las injurias desatadas por la
independencia. Al terminar Castilla su primer gobierno, la deuda interna consolidada
ascendía ya a 4.879.607 pesos, a partir de ello se esperaba que la deuda no
aumentara a más de seis millones. Sin embargo, el informe de la Caja de
Consolidación en 1856 señaló que durante el gobierno de Echenique la deuda había
ascendido a 23.211.400 pesos. Según Bonilla (1980), este fenómeno fue posible
dado a la profunda crisis moral del régimen, hasta el punto en que los acreedores
adulteraron el monto de la deuda inicial, mediante la falsificación de firmas y
documentos. Este comprometido aumento de la deuda expuso de forma riesgosa el
presupuesto nacional, el cual se redujo en un 74%, lo que significaba que, a pesar
de la labor de Castilla, el militarismo de estado estaba depredando la hacienda
pública y acortando el avance hacia la sostenibilidad.

Gráfico 02
Ingresos Económicos 1847 - 1869*
45000
40000
35000
Miles de soles

30000
25000
20000
15000
10000
5000
0
1846 1847 1851 1852 1861 1862 1863 1866 1868 1869

*Shane Hunt. Price and Quantum Estimates of Peruvian Exports, 1830-1962.


Princeton, 1973 p.38-46

SIGNIFICADO ECONÓMICO DEL GUANO


A partir del descubrimiento del guano, le sucedieron cuarenta años de intensa
explotación que permitieron generar una increíble masa de capital. Se estima que,
durante este leviatán guanero, se exportaron cerca de 10.804.033 toneladas de
guano. De esta manera, podemos asumir un precio promedio de 10 libras esterlinas
por tonel, con lo que se obtendría un rendimiento bruto que oscilaba entre 100
millones de libras esterlinas.
CUADRO 01
Usos de las rentas del guano*

a) Para reducir las imposiciones tributarias de los pobres 7 %


b) Para expandir la burocracia civil 29 %
c) Para expandir la burocracia militar 24.5 %
d) Transferencia de pago a extranjeros 8 %
e) Transferencia de pago a peruanos 11.5 %
f) Para inversiones en ferrocarriles 20 %

*Shane Hunt. Growth and Guano (p.80)


Si medimos la importancia del guano en la economía nacional podríamos decir que
cuando Castilla realizó su primer presupuesto para el bieno 1846-1847, la venta del
fertilizante representaba el 5% de los ingresos totales. Más tarde, entre 1869 y 1875,
el guano generaba el 80% del presupuesto nacional.

El resultado de la explotación del guano no fue tan alentador. El dinero generado


por el guano fue gastado en rubros casi improductivos: crecimiento de la burocracia,
campañas militares, abolición del tributo indígena y de la esclavitud, pago de la
deuda interna y saneamiento de la deuda externa. Solo la construcción de los
ferrocarriles y algunas inversiones en la agricultura costeña escaparon a este
desperdicio financiero.

CAPÍTULO IV
EL PRELUDIO: LA CRISIS ECONÓMICA
A todo esto, en 1872 Manuel Pardo asumió el cargo de la nación como el primer
presidente de un partido civil. Para este entonces el presupuesto del Gobierno tenía
un déficit de 1,6 millones de libras esterlinas, mientras que el servicio de la deuda
externa se había incrementado de 5 a 13 millones de pesos por año. Las
exportaciones ascendían a 18 millones de pesos y las importaciones a 13 millones
de pesos, es decir, la balanza comercial apenas generaba unos 5 millones de pesos
de superávit. Esta época fue de serias complicaciones económicas, de manera
mucho más dramática que en previas crisis en la historia económica del Perú
republicano. (Bonilla)

LA BANCARROTA FISCAL

Hacia 1870, las reservas del guano se habían agotado y el Perú no estaba
preparado para este colapso, cargado como estaba con la deuda externa más
grande de América Latina en el mercado de Londres. Fue entonces que el país
volvió a pasar de millonario a mendigo, sin nada que demostrar en términos de un
progreso económico. El Perú no había podido convertirse en un país moderno con
instituciones civiles sólidas. La razón de este fracaso ha sido explicada por la falta
de una clase dirigente peruana. Tanto los militares como los civiles surgidos bajo
esta bonanza no pudieron trazar un proyecto nacional coherente. Dirigieron su
mirada hacia el extranjero, apostaron por el libre comercio y compraron todo lo que
venía de Europa arruinando la escasa industria nativa. Se convirtieron en un grupo
rentista sin vocación por la industria. En especial los civiles no habrían podido
convertirse en una “burguesía nacional” decidida, progresista o dirigente. Aunque,
es preciso decirlo, hubo al interior de esta élite gente que, como Manuel Pardo,
imaginaron un desarrollo alternativo para el país.

EL SALITRE

CAPÍTULO V
LA GUERRA Y EL DECLIVE TOTAL
Después de las consideraciones anteriores, nos internamos en 1879, el año de la
declaratoria de guerra. En febrero, al tomar los chilenos la ciudad de Antofagasta,
el gobierno peruano percibió la posibilidad de que el conflicto los comprometería y
emprendió una “política armamentística tardía”. Aún sin contar con los recursos
apropiados para la adquisición, el Perú comenzó su difícil labor para la recaudación
de fondos. Como señala Margarita Guerra (1996), diversas entidades colaboraron
con el gobierno, los bancos del Perú: Providencia, Garantizador y Territorial
Hipotecario contribuyeron con S/. 880 000. También el banco de Londres, México y
Sud América facilitaron S/. 1 500 000, con garantías en joyas y objetos de arte. (p.
08)

En efecto, de abril de 1879 a enero de 1881 la situación económica decae aún más
de lo pronosticado. El estado redujo crédito de las pensiones, las remuneraciones
se suprimieron, al mismo tiempo que se solicitaron contribuciones voluntarias
notables. Es más, durante las operaciones bélicas que destruyeron la costa
peruana, el comercio se vio potencialmente afectado por la retracción de buques
extranjeros. De entre todo, las instituciones más afectadas fueron los bancos, que
se quedaron sin abasto y sin crédito; llegados a este punto la moneda devaluó hasta
pagarse S/. 15 billetes por S/. 1 de plata.

Con estos antecedentes, era muy difícil conseguir una revitalización económica, lo
que impedía que estado de bancarrota se levantará, estaba claro que el país estaba
aclimatando más su crisis. En 1881 el Perú entra en el año más crítico del conflicto.
Con los chilenos a puertas de Lima y posterior a las batallas de Chorrillos y
Miraflores, la ocupación de la capital difuminó las posibles tentativas de paz
existentes. Al consolidar Chile el dominio de los medios de producción del litoral, la
crisis económica que había alcanzado un punto intenso, parecía conducir al país al
desplome total.

* Ministerio de Hacienda y Comercio (1935). Extracto estadístico del Perú 1931-


1932-1933. Lima: Ministerio de Hacienda y Comercio, Dirección Nacional de
Estadística.
CONCLUSIÓN
Al igual que Bolivia, Perú no tuvo un buen recuerdo de su paso por la Guerra del
Pacifico, ya que su participación significo la derrota de sus fuerzas. A diferencia de
Chile, que no detuvo su progreso durante la guerra, Perú sufrió grandes divisiones
sociales; por un lado, estaban los campesinos indígenas, y por el otro lado, los
terratenientes, creándose fuertes pugnas entre ellos.
Por otra parte, las principales exportaciones del país habían sido el guano, el salitre
y el azúcar; sin embargo, el bloqueo de Chile a todo el territorio donde se producían,
durante la guerra, había dejado al Perú en la ruina.

Tras la guerra, la molestia de peruanos y bolivianos hacia nuestro país se explica


básicamente por la mala utilización de los nitratos cuando estaban a nuestro poder
y luego que toda esa riqueza que podría ser nuestra ahora ser el país sureño y que
logren su objetivo de enriquecerse con nuestro salitre.

Sin embargo, el triunfo chileno no tuvo que ver únicamente con la economía; las
repercusiones del conflicto influyeron notablemente en las sociedades de estos tres
países. Chile salió de la guerra con un ejército bastante más poderoso que el
original, y la expansión de su territorio ayudo mucho al desarrollo del país. Perú y
Bolivia, en cambio, enfrentadas sociedades extremadamente desmoralizadas
producto del desenlace de la guerra, lo que hizo imposible un desarrollo normal de
sus pueblos. Por el contrario, la Guerra del Pacifico fue el detonante que permitió a
Chile consolidarse como una de las potencias sudamericanas de la época.

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