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EL Y FRANCOISE PANOFF QUE SIRVE LA ETNOGRAFIA? {Por qué, después de la prolongada estancia de Malinowski en las {sles Trobriand, el etndlogo todavia debe ir personalmente al campo, "yno puede contentarse con interpretar hechos de segunda mano? ¢Por | qué abandonar el ejemplo, tan brillantemente ilustrado, no tanto por Frazer como por Durkheim y Mauss, de una etnologia construida en P cémara? {Compartir la vida de los «salvajes», no es s6lo una novatada fe iniciacion impuesta a los més jévenes y de la que los mayores A ‘pasarse, lal cou os posible Ebvaise de la ubligaciéa de ie & = a clase de gimnasia, con la presentacién de un certificado médico? | GBl trabajo de campo no est sélo destinado a los debutantes? ¥ el “Gnvestigndor con galones, ¢no debiera dejarlo para dedicarse a acti | idades més propiamente cientificas? Los autores de este libro ereen ‘que el trabajo de campo no es un rito de pasaje, del que uno puede desinteresarse facilmente, sino que constituye ia experiencia a partir | de ia cual se organiza la ciencia etmologica: el campo es como un la- © oratorio donde el etnédlogo debe de pasar temporadas largas y repe- | tides. ‘A menudo se oye decir que al trabajo de campo, simple recolec- mn de material en bruto, puede dejarse para los mas jévenes, o bien fa personas no especializadas, a simples téenicos que recogerian esta = primera materia, sobre la que se practicaria, en la ciudad, la imagina- ‘fadas con los documentos inexplorados de que rebosan todavia las Dibliotecas, vestigios que deben ser tratados con medios modemos “como la mecanografia? Uno se imagina con gusto al ctnGlogo del ‘afio dos mil, dirigiendo desde su enorme despacho las multiples ope- Faciones. En la selva, los expertos en Ia recogida de datos rebuscan Jos magros vestigios de un mundo en ruinas; en la ciudad, otros “equipos entresacan y ponen en fichas el material recogido, Es muy np adoso: recogidas por profanos, 0 autores antiguos, a menudo “Fein mutiladas, arrancadas a su contexto; quedan incontroladas, sya sa porque la sociedad de donde provienen desaparecis hace tiem: yo, sea que tnd no se tome la molestia de ir personalmente a verifi Res su exactitnd. Entonces es muy grande ia tentacién de querer res- ‘rain, a partir de vestigios demasiado endebles para que Ta opera- “Gién esté justificada, el conjunto de que son testigos; precisamente ‘quando uno rechaza prestarse a estos juegos ficiles, no es Facil apre- iar Ia importancia de estos elementos dispares: seria necesario un E imero mayor de datos para poderlos situar en perspectiva, para “Gtribuirles Ta importancia que se merecen 0 reconocer stt insignifi- veancia relativa. e Descubrir los elementos que, agrupados, formen ya en si.un hecho | social, exige un bagaje intelectual adecuado que no puede rebajarse al “yango de una técnica. Donde el turista no es capaz de apreciar més | que una exhibicién banal de espectéculos folkt6rieos, el etndlogo des- | aubrira diferencias cuya significacin debe ser descublerta, Ademés © 6s dificil imaginarse como serla posible delegar a un tercera el cii- ‘ado de armar la experiencia misma. Aparte de que el riesgo de ‘cometer errores se veria aumentado por la presencia de un interme © diarlo, las cualidades requeridas por la operacién son tales, que la _ experiencia no puede dejarse a la iniciativa de un subaltemno. Las con Ediciones en que se desarrolla Ia experiencia etnolégica, aun en el “caso en que las sociedades que estudia el etndlogo permanesieran E sin cambios, se transforman a un ritmo dictado pur el desarrollo nile | mmo de la ciencia. Es dificil imaginarse un islogo cuyos argumentos 4 apoyaran sobre datos recogidos antes de Ta aparicién del micros- ‘opio. Tal seria, sin embargo, el caso del investigador que se negara a ir al campo, ¥ que limitara sus observaciones al estudio de docu- ‘mentos, antiguos o recientes. Los progresos de la ciencia nos ofrecen cada dia nuevos instrumentos, y los instrumentos de que disponc ac- | fwalmente la ctnologia son incomparablemente més sutiles que los de sus predecesores. De modo que campos enteros se abren a la ex ploracién. Si se han acumulado pocos datos, por ejemplo, en lo que "Se ha convenido llamar la etnociencia, no es tanto porque este saber Inubiera desaparecido en el momento de los inicios de ta etnolog’a, que porque a los occidentales les era dificil atribuir a los salvajes, Precisamente en este dominio, conocimientos sistematicos. Lo mismo hha ocurrido en la economia: ‘en cuanto que a los. primitivos se les | ia negado la aptitud de comportarse racionalmente en materia eco. émica, no era posible observar las condiciones exactas en las que __ se efectuaban sus transacciones econémicas. @Pero, se pregunta uno a menudo, el trabajo de campo es toda- via posible, el etndlogo no ve como cada dia se va desvaneciendo el ‘objeto de su estudio? ¢Es realmente itil emprender Ia marcha. hacia _ Ia selva para no encontrar mas que planchas dle hierro ondulado y bo- tes de conserva? Algunos justifican con esta desapaticién répida st vocacién de rateros de despojos: no es necesatio salvar, a todo pre- io, los tiltimos vestigios de estas civlizaciones en ruina? Pero, més a posible que por entonces el etndlogo ya hubiera desaparecido y au hubiera sido reemplazado por un administrador con la suficie ‘autoridad para poner en marcha y regular las ruedas de este coy plejo mecanismo, pero poco preparado para el estudio de los dou Inentos acumulados, que como los textos de que se nos habla, lrfa a dormir en voluminosos legajos, sin emplear, e indudablemente inutilizabtes. En etnologia, separar la teoria de Ia prictica, s6lo puede condy ir a especulaciones ruinosas. En una tal actitud lo que se descuby ‘€$ aquel prejuicio segin el cual existen hechos en bruto, visibles luso para el profano, y que basta s6lo recogerlos como a la wielig” del camino un paseante distraido arranca un fruto o una flor, Aba donada por las demds ciencias humanas, como la arqueologia y historia, es extraio que esta creencia reaparezea precisamente en lencia cuyo propésito es el estudio de las sociedades mas diferente de las nuestras. Menos complejas tal vez, distan mucho no obstant de ser tan transparentes como algunos lo desearian. Que ningun hecho social pueda percibirse al ojo desnudo y que su elaboracién co tuye el primer paso de cualquier reflexién cientifica, es un tmiisma ‘que resulta ahora necesario repetir, pues tan enraizada parece esta en algunos Ja conviccién de que los materiales, con que edifica sus especulaciones, se encuentran disponibles, de’ manera inmediata, el campo de las actividades sociales, Para establecer tun hecho quiera, el etnélogo deberd enzarzarse en una experiencia minucios que implies, ademas del manejo de un conocimiento preciso, el ex Blecimiento de un tipo de relacién especial con sus interlocutores, como el poner en funcién cualidades que no pueden obtenerse con una simple preparacién académica, Si no se aceptan todas las & iciones de esta experiencia, cuya originalidad es tan grande como. Ja relacién psicoanalitica que vincula al médico con su paciente, m arriesgamos a ver aparecer, en lugar de una auténtica ciencia etnol6 tica, un gabinete de curiosidades de a especie humana, de donde. cada uno podré ir sacando, segiin el humor en que se encuentre, log ‘elementos de informacién que irs reagrupando al gusto de su fanta: sia. El tinico modo de evitar las trampas de un conocimiento etno- Iogico extrafiamente parecido a Ja transfiguracién de los mosaics. de un kaleidoscopio, es aceptando los limites impuestos por I expe Fiencia: ahora bien el ctndlogo s6lo puede estrellarse contra ellos en el mismo campo. = La fuerza del psicoandlisis, frente a las téenicas de Ia hipnosis, ©.a la psicologia clisica, zo viene de que Freud consintera en esta Dblecer con el enfermo un tipo de relacién —(y el ejemplo de Breuer y de muchos otros Jo muestra de una manera precisa)— que pone fen juego tanto a la persona del médico como a In del paciente? Ole en él trabajo de campo, uno esta jugéndose algo, es imposible dish mulario. Lo que defendemos aqui es una determinada concepcién de Ia etnologia, segin ta cual la experiencia directa, necesariamenté imitada a algunas sociedades, resulta mas fecunda que el recorrido, a través de libros y revistas, por informaciones cuyo valor es siem. a mrmarocta cou exe.

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