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Extraido de Siegel, D. Cerebro y Mindfullnes, 2010.

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Capítulo 10. Resumen.
Flexibilidad Emocional.
Estilos Afectivos y actitud de aproximación.

El mejor modo de analizar las facetas del mindfulness que nos permites ser no reactivos,
describir y etiquetar las sensaciones, las emociones y los pensamientos, es explorar cómo logramos
la flexibilidad emocional y cómo desrrollamos una actitud de aproximación en lugar de una de
evitación.

¿Qué es la emoción y cómo la regulamos?

La “emoción” es una entidad compleja y un objeto de estudio igualmente intrincado.

La emocioón es un proceso en el que se organizan y luego se llevan a cabo conductas


orientadas a objetivos, se valora el significado de lo que sucede, se modela el procesamiento de la
información (cognición), se sesga la percepción y se activa el afecto. La emoción también tiene que
ver directamente con el modo en que interactuamos con los demás en el presente y con el impacto
que ejercen sobre nosotros las activaciones de la memoria. En otras palabras, lo que llamamos
“emoción” es una función dinámica y central que integra conductas, significado, pensamiento,
percepción, emoción, relación y recuerdo.-

Cuando hablamos de “Regulación emocional”, aludimos al control y a la modulación de


este amplio abanico de funciones que comprende desde los sentimientos a la comunicación. Cuando
hablamos de la no reactividad como una faceta del mindfulness, aludimos en vario sentidos a esta
visión amplia de lo que es la regulación emocional.

[Neurobiologia]

En un sentido más básico, generamos no reactividad mediante el desarrollo de los circuitos


cerebrales que permiten que los circuitos inferiores, generadores de afectos, sean regulados por los
circuitos moduladores superiores. [Mente superior domina mente inferior]. Este equilibrio entre la
activación y la regulación emocional suele conceptualizarse somo la relación entre la amígdala
límbica subcorical y la corteza prefrontal. (Goleman, Inteligencia emocional).

En el cerebro, la corteza prefrontal cuenta con vías de unión directas a las regiones límbicas
inferiores. Estas uniones permiten, por un lado, que el área prefrontal valore el nivel de activación
de estas regiones subcorticales, y por otro, que module los disparos. La “Integración” cerebral
implica coordinación y equilibrio. Aquí vemos que las áreas integradoras prefrontales pueden
coordinar y equilibrar los disparos límbicos para que la vida adquiera sentido y riqueza emocional,
pero sin que sean excesivos, lo que haría de la vida un caos, o insuficientes, lo que haría de la vida
algo aburrido y deprimente (excitación vs monotonía).-
Entrenar el equilibrio Emocional

[la no-reactividad]

Ya desde las primeras prácticas meditativas, la atención se focaliza en el equilibrio de los


estados de activación. En sus extremos, estos estados representan el caos (excitación) y la rigidez
(monotonía). En gran medida, la no reactividad puede entenderse como hacer una pausa antes
de responder externamente y, entonces, coordinar y equilibrar los circuitos neurales
implicados en la función de “acelerador y freno” del cerebro. Esas dos facetas del sistema
nervioso autónomo, la rama simpática y la parasimpática, respectivamente, se encargan de activar o
inhibir el sistema. Las zonas mediales de la corteza prefrontal asumen la regulación de ambas ramas
del sistema.

Las regiones prefrontales mediales y laterales también desempeñan una función importante
en lo que se ha llamado “flexibilidad de respuesta” que consiste en detenernos antes de actuar y
valorar las distintas opciones para encontrar la respuesta mas adecuada (eficaz).

Estos dos aspectos nos permiten ver que, muy probablemente, la <<no reactividad>> tiene
que ver tanto con el equilibrio afectivo y autonómico interno como con la flexibilidad interactiva.
Estas y otras dimensiones de la homeostasis interna se alcanzan mediante las funciones integradoras
de la corteza prefrontal (coordinación y equilibrio).

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