3. La Ley Electoral de 1821
El proceso abierto en Buenos Aires en 1821, designado por
muchos como la (ili: experiencia rivadaviang, es sin dudas muy
conocido como lo son también los debates que su valoracién ha
smerecido en [a historiografia local. La dimensién siempre desta-
cada ha sidefia vohuntad de transformacién que movilizé ala elie
te gobernante en su politica de reformas y el grado de optimis-
‘mo que guié sus iniciativa Aun reconociendo que tal optimismo
no siempre tuvo su correfato en el éxito de ls experiencias pues
tas en marcha, la certeza inicial de que era posible cambiar la so-
ciedad a partir de-una grilla legislativa aplicada desde la easpide
del Estado generé ciertas mutaciones en algunos aspectos del en-
tramado social, entre los que se destaca la prictica politica. Los
argumentos tantas veces proclamados por los publicistas del ré-
ssimen no fueron s6lo invocaciones retoxicas desvinculadas de la
realidad sino que redefinicron a ésta cn muchos sentidos, conso-
lidando ciertos prineipios sobre los cuales no fue posible volver
atris.
{Sobre qué bases se propuso la elite dirigente iniciar el pro-
ceso de transformacién anhelado? En primer lugar, se hacfa im-
prescindiblc volver Ia mirada sobre cl territorio bonaerense y ce-
rar sus fronteras frente a potenciales ingerencias que pudieran
perturbar la marcha hacia el progreso y la felicidad publica (Ca idea
de que Buenos Aires debia di se —al menos por un tiem-
po de los lazos que la habfan unio al io del ex
virreinato
extensivo no s6lo a los sectores de la elite dirigente sino también
a publicistas de muy diverso origen y a los grupos de la elite eco-
némico-social -reticentes hasta ese momento a participar de la co-
sa pitblica-, para quicnes el caos desatado por Ia revolucién june
to con los costos de la guerra de independencia no hacian mais-MARCELA TERNAVASIO.
que en los periddicos u otros papeles piblicos solo podia decirse
‘a media vor- se planteaba sin rodeos la posicion que, de hecho,
asumié la elite portefia poco después:
“Ha Megado el caso en que Tos hijos de Buenos Aires, cuando
no impelidos por el deber que nos impone la patria, al menos
cescarmentados por la terrible experiencia de cinco aes de t=
ranfa congresal, debemos empenar todos nuestros esfuerz0s y
‘nuestros conocimientos para fijar Ia suerte de esa provincia; y
ponerla a cubierto de las invasiones exteriores, y de la envidia
ce ingratitud de las provincias interiores. Yo no puedo ofrsin de-
segrado hablar pitblicamente de la necesidad de convocar un
‘Congreso general de las provincias libres (...) Buenos Aires se
‘gos de Buenos Aires ~pé
‘apoyé esta medida,
una ojeada detenida sobre la situacién de todas las provincias, ad~
se que ni poda ni debia hacer mas que despedirse por algiin
tiempo de ellas: clavar sus ojos en su mismo territorio y no sepa-
rarlos de él...” EiL.a conviccién de que la rew
so era prematura —ya que podfa disparar los m
LA LEYELECTORAL DE 1821 n
la década revolucionaria~se complementaba con otra de tono més
optimista:{% Buenos Aires aseguraba su organizacién interna ba-
jo un régimien republicano capaz de dar legitimidad y estabilidad
1 sus autoridades, seria posible expandir su ejemplo mas alka de
las fronteras de la provincia en una suerte de difusién de pedago-
«gia politica cultivada a través de los hechos,)
[fal modeto politico, sin embargo, no lleg6 a concretarse en
‘una constitucién escrita. A pesar de que la Junta de Representan-
tes se declaré extraordinaria y constituyente el 8 de agosto de 1821)
—dandose un plazo de un ato para dictar una
‘erto es que éste nunca fue presentado ni sancionada car-
ina en el Ambito provincial hasta 1854. EI nuevo
nm
escrita, rigieron y regularon el funcionamiento de las nuevas ins-
tituciones provinciales, y de un conjunto de practicas -no conte
nidas explicitamente en la letra de la ley- que colaboraron en la
de una determinada dinamica de funcionamiento del
Entre las primeras cabe destacar, ademas ddfa ey
ar gobernador de la provincia, quien
to de es afios las leyes que.
del Poder Ejecutivo (Gobierno y Rel
7 Guerra) y las que regulaban sus
taca el “gobierno provisional d
cia del gobernador); la reglamentacion de las fechas en las que
debian convocarse las sesiones ordinarias y extraordinarias de la
Legislatura y la forma en que ésta debia renovar sus miembros; la
(ancion del Reg Interno de la Sala de Representantes que
establecfa minuciosamente las pautas de funcionamiento del Po-
der Legislative) Entre las précticas no formalizadas sobresalen las,
vinculadas al principio de division de poderes: a pesar de no exis
tir una norma que definiera las competencias de cada uno de ellos
mis alld del intento por de justicia que re-MARCELA TERNAVASIO
Sala en su cardcter de Poder Legis
cha dindmica, producto de las practicas implementadas en
primeros afios de la féic experiencia entre fa Junta y el Poder Kjecu-
tivo ~el que buscaba contrarrestar ¢l poder de la Sala a través de
la ingerencia de los ministros-, colocé a aquélla en el centro del
ico provincial, No s6lo era la encargada de elegir al go-
‘ademés la responsable de discutir y aprobar el plan
aquellos afios, votar el presupuesto
, aceptar a creacién de todo nuevo impuesto, eva-
por el Bjecutivo y fijar el periodo de sesiones. El
(Poder Kjecutivo se desempenié bajo I
riores gobiernos revolucionarios- y
anual de su mensaje, que no cra ot
cuentas de lo actuado durante su gestién.)
Las reformas emprendidas en esos afi0s la mayoria impulsa
da por el Ministerio de Gobierno ocupado por Bernardino
davia a partir de julio de 1821~ buscaron transformar el mapa so-
politico y econémico del nuevo Estado.(El fomento a la
la reforma financiera, la politica de tierras, ¢1
irbano, el imtento por ar la fuerza de tra-
bajo urbana y rural, como asimismo la iniciativa cultural ep la que
ienos Aires)son
de los cabildos) y que
tica.” Amplia-
mente discutidas estas Gltimas por el conjunto de la sociedad bo-
nacrense, fueron ¢] resultado de Ia racionalizacién que requeria
Ja administracion del nuevo Estado a la ver que la demostracién
‘cabal del proceso de secularizacion iniciado.
La ley elect el Estado de Buenos Aires dictada en
16 detectar los problemas pendientes a los que habia que dar
LA LEYELEGTORAL DE 1821 9
pronta solucién. Presentada en Ia Sala de Representantes a co-
mienzos del mes de agosto, fue rpidamente sancionada y aplica-
da pocos dias después de su aprobacién legistativa, sin imaginar
sus autores que habria de regir durante mis de tres décadas en el
‘espacio politico provincial recientemente creado.
El imperativo de la inclusién:
voto “universal” y directo
TEatey electoral de 1821 }conocida como la ley de sufragio uni-
versal fac objeto de jucios my diversos. Desde aquellos que wie
encarnacion de la democracia,representativa mada
‘continente hasta los que, come(Esteban Echeverri,
la criticaron duramente por considerarla producto del gesto &
tempordneo del grupo rivadaviand, han pasado por elcampo hi
toriogeifico terpretaciones que coinciden, en su
donde el modelo del ciudada z
naria, para instaurar
cerpretativa siguié el
cepcionalidad sefialada en las
tores de la ley, las que ~en términos de un abordaje metodolégi-
co centrado en la nocién de “influencias’- se presentan como los
principales méviles que habrian levado a su elaboracién y aplica-
Gién, La cristalizacién de estos supuestos, ademés de cons
una imagen mitica de la ley el80 MARCEL TERNAVASIO
ratico avant la lettre, obturé la posibilidad de formular nuevas pre-
guntas respecto al contexto en el que fue elaborada, a las inte
cionalidades de sus autores, a las ambigtiedades derivadas de su
formulgci6n, como asimismo a los efectos producidos luego de ser
Entre los interrogantes pendientes,cabe preguntas si
TaneOs @ su mplementacion, o si esia limagen es s6lo una heren-
cia de las interpretaciones a las que se hace referencia,
Para contestar algunas de estas preguntas es preciso detener-
se, en primer lugar, en el término sufragio universal Sin pretender
hacer una exégesis del concepto en cuestién lo que iny
fue adquiriendo historicamente- debate sobre la
pertinencia de utilizar ciertas categorias para definir procesos 0
acontecimientos que los contemporineos nominaron de otro mo-
‘ialar algunas cuestiones vinculadas a su
swniversal no formaba par-
de la generacién det '37 y especialmente de Esteban Echeverria,
quien comenz6 a denominar de tal modo a la ley electoral de
contexto doctrinario ¢ ideolégico muy difere1
iad del sufragio asumia para el autor del Dogma el
do convencional que desde la Revolucién Francesa sc le otorgaba
ia en la inexistencia de una
que planteaba Nérias limitaciones al sufragio, Echeverria afirmaba
que el grupo rivadaviano “aferrado a las teorias sociales de Fran-
otorgado un derecho sin limites, dando lugar, pocos
afios més tarde, a la temible tiranfa de Rosas. \
[La matriz francesa:
predominado en
Ja seleccién de los nuevos principios representativos ~retomada
por muchos en los siglos XIX y XX. fue luego matizada por otras
interpretaciones mas proclives a asignarle al utilitarismo.
LALEVELECTORAL a
fuerte impronta en elgesto que Hlev6 a la supuesta imposicién del
sufragio universal.® fstas interpretaciones se sustentan en la ex
trecha relacién que fab6 quien fue Ministro de
bro dela comision redactora de la ley electoral -Bernardino Riva
-davia con Jereniy Bentham entre 1818 y 1822 y en Ia difusign de
‘las obras de aqueT a BueHos Areva partir de Tos aiios 20-4 he-
cho dé Ge tt fikésofo-inglés esiuviera postilando un sufragio
iversal” hacia 1817 habilitaria a pensar que la
principio y, par
teorfas ajenas a la so
Ambas posicion
pueden desdefiar a la hora de interpretar las acciones de aquellos
hombres—tal es el papel que jugaron los lenguajes politicos dispo-
buscaba transformar la dinamica social
proceso més complejo cn el que no se contemplan las formas en
que tales lenguajes circutaron, el modo en que fucron leidos y los
significados y usos que asumieron en el momento en que fueron
-adios. Haciendo s6lo una breve menci6n a la primera de e=
‘as simplificaciones, slo basta recordar tres datos, Por un lado,
que en la economia de la obra de Bentham, el derecho de voto no
‘ocupa un lugar predominante y que sus formulaciones resultan
por momentos ambiguas dado que el sufragio era una variable de-
pendiente de otros postulados mas importantes en su teorfa. En
segundo lugar, que Ia nes de las obras de Bentham con las
es revolucionarios hispanoa-
ctamente en francés por su edi-
tor, Etienne Dumont, quien no sélo tendia a simplificar el pensa-
miento del filésofo inglés sino ademas a suprimir aquellas partesa MARCELA TERNAVASION TALEYELPCTORAL DE 1821 83
‘tel
Qis~ turalmente no tenemos pruebas-, lo cierto es que no aparece te
fj, Batizado en la correspondencia que intercambiaron ambos per
\ sonajes, Esto hace presumir que, dada Ja importancia que asumen
clusién en ef régimen representativo
vante para ambos interlocutores.")
Pasando a la segu iticacio
forma en que fueron lefdos los leng
de tos
Jusi6n de la misma, ni menos aun la posibilidad de estar
lo los parametros de alguna doctrina o modelo institucio-
1 planteara las ventajas del sufragio universal, Segtin los tes-
disponibles no se generé un debate que expresara desa-
cuerdos en torno a los niveles de inclusién dentro del mundo
elector; las diferencias aparecieron algunos aitos mas tarde, una
ver aplicada la ley." De los pocos indicios que quedan para cono-
cer el verdadero sentido que asurni
20 afios, oan
tes si fuere emancipad para elegir”™Jy con lo que la
comisién redactora argument al expedirse sobre el proyecto,
aprobado sin discusion en Ia Sala de Representantes:
..) fuera de los exclavos, hay también una clase de hombres
7/ que veonidos por la inigencia en uma dependencia absolut,
‘no son mis intligentes que ls nifios en los negocios piblicos,
ri mes interesados que los extcanjeros, ni mas indepenclientes
‘quiz que los eslavos, La imperfeccin de la ciencia del gobier
nno no encontraba una regia fija que demarcate bien estas dif
rencias,y quedaba ai un vaio de que se apravechaba unas v-
«esa aristocracia de os cos y poderosos (..)yotras veces los
dlemagogos(..) Lagarania deseada contra estos dos extremos
a A a a lo
laba claro qui er
los denominados dependientes
pero la ambigtiedad que encerraban ambas condiciones
levaba a reconocer la dificultad para definirlas taxativamente. En
este sentido, poc
se loo excluia expliciamenteYLa ley electoral parece haber seul.
dbo, as, una tradici6n ya iniciada de sufragio ampli basada en la
ambigua concepcién de hombre libre y haber tomado el camino
dible frente al problema ya detectado de la excaxsima part
cipacién electoral.)
Ahora bien, sobre los usos que asumieron estos conceptos.
ef momento en que fue 3
cin ala que se hizo refer
centradas ex la definici
vo se asentara sobre la ambi-
fuente de muchos equi
8 Capitulos se tratard este tema, €s po:
i que expresaba la comisién
isencia de una regla fija capaz de sepa-
rar alos hombres libres de los que no lo eran, se manifest6 en las
8 electorates que fiternativamente ysegin la conforma,
las mesas eserutadoras de votos, excluian o incluian a cier-
tas categorias de hombres del derecho de
Aunque en os pr6s
adelantar qu
‘@ través de estas discusiones, que en el interior
wense circulaban muy diferentes definiciones
sobre Ta condicion de hombre lib. Categorias como las de jornalea MARCELA TERNAVASIOL
1, doméstico, asalariado,o agregado, quedaban en un umbral de in-
cextidumbré en ol que nadie acertaba a definir siquiencs asu-
| condicién podian ser considerados legitimos snfragan-
<(ineluso otras, como las de siarvo 0 eslavo fueron sometidas a
debate, dadas las demuncias que existian respecto de su partici-
pacin en las elecciones del periodo} La situacién se complicaba
atin ms, al
tun hombre lbreo
Segunda category
gar, el derecho de sufragio-, asl como en otros silo se
votar a quienes eran considerados vecinos sem
definicion de “Gaxados, afincados y arraigados" JAunque estas ex-
clusiones no estaban generalizadas ~pudiéndose afirmar que la
censo; Ia segunda, que
tado tuvo que ver también con Ia disminucioy
edad para ejercer el derecho de voto. La reduc
rio ~que pas6 de 25 :
1815, 290 anos implies
GirTas elecciones celebradas luego de 1821, segtin afirman los tes-
‘monios existentes.
De lo dicho hasta aqui se deduce que la ut
no respeta ni el contenido actual del término ~que supone la au-
sencia de limites tanto para el ejercicio del voto activo como pa-
sivo por parte de hombres y mujeres mayores de edad— ni a for
ma en que fue concebido por los contempordneos el criterio de
inclusion en el régimen rep ivo[ Es més pertinente hablar
que, en parte, sigue una tradi-
ci6n iniciada con Ta revoluci6n, pero que se hace atin mas explt-
ito en funcién de los problemas detectados por la elite di
Wiel blo rs
LA LEVELECTORAL DE 1821 %
te nego de diez aos de celebrar elecciones que no lograban com
gregar mas que a una reducida minoria] Mas alla de lo que adu-
‘ela comisin redactora al reconocer la dificultad de encontrar
una “regla fija” que separe a los que se consideraba habiles para
legis, no hay que olvidar que cualquier “regla fija” en una socie-
dad como la rioplatense hubiera excluido ala mayoria de la po-
nos de Ja ley parque, entre otras cosas, contabal
de_un voto pasiv ropictarios|La comision redac- }
sefialar que dicha garantia “pa-
rece haberse encontrado en la condicién de propiedad para ser
elegido representante" La
‘zonte comtin a todos los regimenes representativos vigentes
jonado por las teorias en boga en aq
aiios. Asi, el articulo 3* de la ley electoral restringfa la calidad de!
electoa “todo ciudadanio mayor de 2
ir él rechutamiento de los >
. Algunas vores que se evant:
were
in que hacta) SO
inela el 15 de diciembre de 1822 respecto de lo que conside-
Seguramente no fue ajeno a este vacio el hecho de que mu
chos miembros de la elite dirigente estaban lejos de asumir el per-86 MARCEL TERNAVASIO.
fil requerido por las tcorias liberales en boga en Buropa
teaban la necesidad de que los mas ricos -especialment
pietarios de tierras~ feran los encargados de conducir los dest-
nos de los: sober ‘Aunque en el proximo capi
clérigos) y lugar a dudas, cualquier calif
do precisa sobre la proporci6n de renta o capital requerida para
el riesgo de dejar
de ley electoral. De hecho,
respecto:
“En esta tieera nueva, ferasisima, que emperamos a poblar, os
que la ventajoss
hhaga imtil la condicion de una renta en los
ros de la representacién, no deja por:
ria la de una propiedad inmueble o industrial’
La atenci6n privilegiada que se prest6 al supuesto de la unie
“dernos” =segim Tas tendencias en boga en ac
“Glablecer en el primer articulo de la ley que “sera directa la elec
cién de representantes, que deben completar la representacion
LA LEYELECTORAL DE1821 8
extraordinaria y constituyente”. Ast lo reconocia la comisi6n re~
dactora al dedicarle mayor espacio en la “exposicién de los moti-
vos del decreto que regia las elecciones” ~antes citada—a las bon-
dades que traeria el voto directo:
“Que tas elecciones directas sean las mas I
en rigor de principios, es cosa fuera de
diendo del instinto del pus
visimos que traen consigo las elecciones indirectas..."
Los argumentos esgrimidos a continuacién por la comisién
redactora reproducian, en gran parte, los expuestos por autores
europeos que defendian el voto directo. La invocacién a que la
elecci6n indirecta debilitaba la confianza publica y el interés de
Glas del poder y que
liares y amigos en ares més expectables del gobierno
fomentando el faecionaismo, teniagan gran
con Ia critica feroz que Benjamin Constant realizaba en
cipios de Political régimen de voto indiecto)” La cita explicita de
‘Constant aparecta en la prensa periédica y én algunos debates de
Ja Sala cuando se destacaban las bondades del voto directo, de la
misma manera que(se recuperaban los regh
Bk ra subrayar los avances qui
elrégimen representativo en Buenos Aires al suprimir los calegios
¢lectorales] £1 Centinela, por ejemplo, recordaba apenas un aiio
después de aplicarse la nueva ley electoral:
blo enelpleno goce de sa derecho de elegir, porque sepin di.
ha ley ning i
pueblo y el cuerpo representativo ~quiere decir que la eleccin
es directa como en los Estados Unidos~. Este gran paso dadoMARCELA TERNAVASIO
con abandono total de la voluntad de sus comitentes
Cabe recordar, ademas, queféstos argumentos fueron invoca-
«dos por los liberales franceses en 1817, cuando protagonizaron el
gran debate que dio como resultado la sanci6n de la ley electoral
mas importante de la Restauraci6n. De dicho debate -en el que
se teoriz6 el principio de eleccién directa y la limitacién del mi-
mero de electores segtin el censo= fue test
n ese momento se hallaba en Parisen la mision diplo-
Rnitica que Jo reiuvo en EuFopa por mas de un quinguenio, En
‘una carta que Rivadavia le enviara a Pueyrie
hace referencia a dicha ley de elec:
aqut Haman ultrarvealsta ipes y la princesa de
jeron al rey una protesta contra esta ley; la
Aunque Rivadgyia no exy
ta da testimonio de haber estado muy atento a los debates suscita-
dos en torno a los principios legislados en esa coyuntura, En tal
direccién, las experiencias mostraban en Inglaterra, Estados Uni-
dlos y, paitir de TAIT, en Francia~ que el sistema de eleccion di
LALEYELECTORAL.DE 1821, 9
mente, estaban muy lejos de las vividas en el Rio de la Plata. Las
elecciones realizadas durante la década revolucionaria, lejos de
mostrar grandes contingentes de electores, reflejaban la necesi-
dad de crearlos, Los tumultos no se producfan en las mesas electo-
rales, sino en las asambleas o cabildos abiertos. El syfragi 7
cupada: al
disputas fieciosas, Poy
electoral de 1881 aqu
gobernante para conducir el proceso electoral por caminos aiin
no transitados.
De hecho, las primeras ele realizadas ap
la ley no lograron alcanzar los $00 votos en la ciudad.
en la misma semana en que fue promulgada, pocos conocian su
contenido y muy escasos preparativos se pudieron hacer para mo-
vilizar a un clectorado que ahora, potencialmente, era més vasto.
ino que se excusase de asistir a la eleccion de los representantes
presentada por un diputado de la Junta al discutirse el proyect
de ley de eleccione
tantes persisti6,
sreocupacién por la escasa cantidad de vo-
rmbros de la elite gobernantey? En 6
sesién en la Junta de Representar
tes, Valentin Gomez se manifestaba deseoso de “que las Votaciones% MARCELA TERNAVASIO
se notaba bastante apagado en esta clase de elecciones que segu-
ramente deben mirarse como asunto de la mayor gravedad’” y re-
base institucional para crear, sobre sus principios y ex:
tos silencios, las préeticas que requeria la constitucién de un
nuevo espacio politico. Aunque esto constituye el asunto de los
préximos capitulos, se puede
Pose qufén menos de dos fs =m
suffagantes;aleanzando a superar en algunas elecciones los wes
nillares de vot03)
{AS pes, ons
nnadas a través de un régimen represe
bre, gencralmente, de unailegth
‘no habla sido dlecto,