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• p W V H
L a s a c r a l i d a d y la risa
e n la m o d e r n i d a d clásica
* ] -siglos X V a X V I I -
Colección
Ideas en debate
Serie
Historia Moderna
Director de serie
José Emilio Burucúa
Prosecretario de publicaciones
Prof. Fernando Diego Rodríguez
José Emilio Burucúa
Corderos
y elefantes
L a s a c r a l i d a d y la r i s a
e n la m o d e r n i d a d clásica
-siglos X V a X V I I -
Universidad www.minoydavila.com.ar
de Buenos Aires
© M i ñ o y Dávila editores
www.minoydavila.com.ar
Diseiìo de portada:
Gerardo Miño
Ilustración de portada:
" E s t u d i o s de expresiones y c a r i c a t u r a s "
dibujo de Leonardo D a Vinci
I m p r e s o en Artes G r á f i c a s Regueiro,
San F e r n a n d o de H e n a r e s (Madrid)
Abril de 2001
Indice
15 PRÓLOGO
19 INTRODUCCIÓN: N A V E G A C I O N E S TEÓRICAS Y
REDESCUBRIMIENTO DE UN ANTIGUO LUGAR O TOPOS
119 C A P Í T U L O I I : L A RISA. I S A A C Y S I L E N O O LA C O M U N I Ó N DE
317 - Las lecturas del Satiricón de Petronio por parte del hu-
manismo renacentista
324 - Los fragmentos descubiertos por Poggio Bracciolini y
la edición princeps in quarto por Frangois Puteolanus.
(Milán, 1482).Versiones de los siglos X V al XVII.
Establecimiento del texto definitivo en 1709
327 - Estrategias de los editores-eruditos para salvar las con-
tradicciones del Satiricón con la moral cristiana.
Melchior Goldast de Heiminsfeldj (1621)
332 - Modos de leer el Satiricón (1575/-1709)
337 - Entrecruzamiento de las tres vertientes de la risa en las
culturas del Cinquecento
341 - Algunas reflexiones en torno a la risa en sede históri-
co-artística. Representaciones alegóricas en la Iconolo-
gía de Cesare Ripa
343 - El ridículo y la risa en las esculturas del jardín del Bóboli
344 - Vincenzo Galilei: renovación musical y burla al estilo
contrapuntístico
345 - Extensión europea del fenómeno estudiado. Holanda:
Reminiscencias de la Coena Cypriani en los grabados
de Dirk Coornhert del Triunfo de la Paciencia
348 - España: La Lozana andaluza de Francisco Delicado
351 - Francia: Epigramas y Epístolas de Clément Marot.
Heptamerón de las novelas de Margarita de Navarra.
Las Nuevas Recreaciones y Alegres Proposiciones de
Buenaventura Des Périers. Las damas ilustres de
Pierre de Bourdeille, abad de Brantóme. Los mimos,
enseñanzas y proverbios de Jean Antoine de Baíf. La
Sátira menipea
357 - Formación de un nuevo género cómico en la escena
francesa del siglo XVI y el trasplante de formas cultu-
rales italianas
359 - Las piezas dramáticas de Margarita de Angulema, rei-
na de Navarra
361 - El bricolage jocoso en la Francia del siglo XVII. La
Novela cómica de Paul Scarron
363 - Cinco ejemplos que anticipan la continuación de esta
historia en tiempos del racionalismo y la Ilustración.
Spinoza. Voltaire. La Enciclopedia. Mozart. La Crítica
del Juicio de Immanuel Kant
368 - Proceso reductivo de las tres formas de la risa renacen-
tista en la sociedad moderna.
10 JOSÉ EMILIO BURUCÚA
479 APÉNDICES
OTROS AUTORES
Notas
1 Este nuevo libro pretende ser una continuación crítica de Sabios y mar-
mitones. Una aproximación al problema de la modernidad clásica (Bue-
nos Aires, 1993) pues, en verdad, su punto de partida fue la reflexión
historiográfica que tal obra suscitó en el seminario interno de la cátedra de
"Teoría e Historia de la Historiografía" (Facultad de Filosofía y Letras,
Universidad de Buenos Aires) durante una reunión acaecida en el mes de
mayo de 1994. El profesor Fernando Devoto tuvo entonces la gentileza de
invitarme a exponer mis puntos de vista sobre los nuevos estudios culturales.
Sabios requeriría, por cierto, varias correcciones de gruesos errores,
como el que me ayudó a ver mi discípulo Fabián Campagne respecto de
una lectura apresurada del Malleus maleficarum: en efecto, el j o v e n
Campagne tiene razón cuando dice que, en ese manual destinado a ins-
truir a los inquisidores acerca de la haeretica pravilas de la brujería, no
figura ninguna inversión explícita de la doctrina del Canon Episcopi
sobre el carácter ilusorio del vuelo nocturno de las maléficas, al contrario
de lo que yo afirmé en el capítulo de Sabios dedicado a las herejías
modernas (p. 63). Asimismo, la versión del pasaje sobre el aflojamiento
de las tensiones durante el Carnaval, tomado de un proceso ocurrido en
1444, es una traducción francamente abusiva, pues no reside en el "te-
mor" sino en el "servicio divino" la fuerza que comprime a los hombres
como los toneles a los vapores del vino (p. 27) (Vide el texto latino origi-
nal en J. P. Migne, Patrología Latina, París, 1844-64, v. 207, col. 1171).
He preferido dejar aquel primer ensayo de un libro propio tal cual está e
intentarla realización de un texto nuevo alrededor de los mismos proble-
mas (dialécticas culturales entre el pueblo y las élites en la Europa de la
modernidad clásica, convergencias y creaciones en común, desgarra-
mientos y esperanzas antiguas de la civilización moderna a la luz de un
tiempo de crisis radical de su programa). Esta vez, confío en trabajar con
mayor precisión, abarcando un conjunto más vasto de fuentes sin aban-
donar ciertas audacias (o tozudeces, según se prefiera). Me he rendido,
48 48 J O S É E M I L I O B U R U C Ú A
29 Véase al respecto la edición castellana del célebre debate a que dio lugar
la publicación de La gran matanza: Eduardo Hourcade, Cristina Godoy
y Horacio Botalla, Luz y contraluz de una historia antropológica, Bue-
nos Aires, Biblos, 1995.
30 Roger Chartier, "Pouvoirs et limites de la représentation. Sur l'oeuvre de
Louis Marin", en Anuales. Histoire, Sciences Sociales, marzo-abril 1994,
n° 2, pp. 407-418. Louis Marin, Le Portrait du roi, París, Minuit, 1981;
Opacité de la peinture. Essais sur la représentation au Quattrocento,
París, Usher, 1989; Des pouvoirs de l'image. Gloses, París, Seuil, 1993;
Philippe de Champaigne ou la présence cachée, París, Hazan, 1995.
31 Véase Albert Schweitzer, J. S. Bach. El músico-poeta, Buenos Aires,
Ricordi Americana, 1955, pp. 167-171. Ana Magdalena Bach, La peque-
ña crónica de..., Barcelona-Buenos Aires, Juventud, 1946, pp. 202-205.
32 Téngase presente que, cuando Federico II pidió a Bach que improvisara
una fuga a seis voces, el músico pidió elegir libremente el tema, pues no
todas las frases o sujetos melódicos se adecúan a un desarrollo en seis
voces. Pero, una vez en su casa en Leipzig, Bach volvió sobre el desafío
y logró construir un Ricercare a seis voces con el tema del rey.
33 Tales propósitos son dichos, con otras palabras, por Ana Magdalena
Bach (op. cit., p. 205): "(...) brillante corona de su vida de maestro de
la fuga. Es una obra profunda y sabia sobre la que no me puedo permi-
tir extender ni dar explicaciones: Pero oí muchas veces hablar de ella a
Sebastián con sus amigos, y pude formarme idea de su significación e
importancia. Uno de sus admiradores la llamó una vez 'obra práctica y
espléndida', otro opinó que 'la obra el Arte de la Fuga es demasiado
elevada para este mundo'. En realidad, era obra tan sabia y compleja
que solamente un gran músico podía apreciar aquella inmensa acumu-
lación de genio, inspiración y ciencia: Era la mejor de sus obras en esa
forma musical. El tono y el sentimiento de esta obra son serios y reli-
giosos, tal como había sido Sebastián durante toda su vida; (...)". Si
tenemos en cuenta que la idea, tan característica de Occidente, del artista
demiurgo, imitador del Dios que crea ex nihilo y gratuitamente el mun-
do, ha estado en el origen de la autonomía y de la hipertrofia antropoló-
gica y social del individuo en la historia euroamericana moderna (vide
Ernst Kris y Otto Kurz, La leyenda del artista, Madrid, Cátedra, 1982,
especialmente pp. 48-62; Erwin Panofsky, Idea. Contribución a la histo-
ria de la teoría del arte, Madrid, Cátedra, 1977, especialmente pp. 45-
66), que esa idea, las prácticas subsecuentes y la experiencia vital de los
artistas han sido tal vez el punto de partida de la independencia del suje-
to humano respecto de la divinidad y, por ende, pilares importantes sobre
los cuales se ha levantado el ateísmo moderno, pues entonces resulta en
extremo asombroso que una de las más altas y acabadas expresiones de
la creatividad humana, en un grado máximo de autorreferencialidad y
gratuidad - l a música pura o absoluta de Juan Sebastián Bach-, sea una
obra perennemente puesta a los pies de Dios. Cuenta Ana Magdalena
que su marido trabajaba en El Arte de la Fuga, "cuando sintió que se le
acercaba la muerte" y comenzó una larga agonía. Al cabo de varias jor-
nadas, Juan Sebastián sintió cierto alivio en sus dolores, pidió a su yerno
Cristóbal que fuera por papel, pluma y tinta para escribir una música al
dictado, "la última (...) que compondré en este mundo", agregó el com-
I N T R O D U C C I Ó N : NAVEGACIONES TEÓRICAS... 51
positor (pp. 212-213). Fue el coral para órgano. Ante tu Trono me pre-
sento, un epílogo que parece necesario colocar, a manera de cierre, al
cabo de El Arte, incompleto, y de la Fuga a 3 soggetti, también incon-
clusa. La investigación bachiana actual ha revelado que el coral de ma-
rras, editado como cierre de El Arte, t:s en verdad una versión modifica-
da de otro coral muy anterior del Orgelbüchlein (BWV 641). Este descu-
brimiento mostraría entonces que la historia transmitida por Ana Magda-
lena no sería sino una construcción legendaria, realizada por la mujer y
el hijo de Bach, Karl-Philipp-Immanuel, poco después de la muerte del
compositor. Como quiera que sea, los destinatarios inmediatos de aquella
colección de fugas no habrían violentado los móviles musicales perma-
nentes de Juan Sebastián (véase Wolfgang Sandberger, Bach 2000. 24
Invenciones sobre Johann Sebastian Bach, Hamburgo, Teldec Classics
International, 2000, pp. 10-12), de tal suerte que no resulta arbitrario
decir que la obra artística y la representación más determinadas o mejor
definidas por su sola dimensión refleja han sido subordinadas sin rodeos
a un absoluto fuera de ellas y de la misma humanidad, su creadora-
contempladora. Algo de esto hubo de vislumbrar el filósofo anarcosocia-
lista Gustav Landauer cuando escribió: "La música de Bach, que es
como una diadema y bóveda sobre el pueblo de los hombres, pende
empero libremente en los aires, porque la casa debajo de ella se ha
desplomado en ruinas" (G. Landauer, La Revolución, Buenos Aires,
Proyección, 1961, p. 67).
dicales entre eros y agapé según lo que nos ha enseñado la obra insigne
de Anders Nygren (Eros y ágape. La noción cristiana del amor y sus
transformaciones, Barcelona, Sagitario, 1969).
4 2 Platón, El Banquete, 191 d. Traducido por Fernando Garcia Romero.
Madrid, Alianza, 1993, p. 68. Debo esta referencia a mi hijo Lucio.
43 Sigo la traducción de la litada por Segalá y Estalella, que publicó Losada,
Buenos Aires, 1939, vol. 2, p. 212.
4 4 Michel de Certeau, La fábula mística. Siglos XVI-XVII, México, Univer-
sidad Iberoamericana, 1994.
45 Geórgicas, II, v. 489.
46 Eurípides, Hécuba, vv. 1188 y ss.
47 Roger Chartier, On tlie Edge of tlie Cliff. History, Language and Practices,
Baltimore & Londres, The Johns Hopkins University Press, 1997, pp.
35-38.
48 Ibidem, pp. 27 y 39-47. Roger Chartier, Escribir las prácticas. Foucault,
de Certeau, Marín, Buenos Aires, Manantial, 1996, pp. 58-72.
4 9 R. Chartier, On the Edge..., op.cit., pp. 7-9 y 16-17. Quizás pocas repre-
sentaciones planteen de un modo más conmovedor la dialéctica entre
relato histórico y relato de ficción que el último film de Orson Welles, F
for Fake (1975), y el comic de Art Spiegelman, Maus, publicado en los
Estados Unidos entre 1986 y 1987.
El film es una suerte de documental sobre Elmyr, falsificador de cuadros,
quien es entrevistado por el periodista Irving, al parecer él mismo falsi-
ficador de una entrevista muy locuaz con el silente magnate Howard
Hughes. Welles recuerda al respecto su propia falsificación periodística,
la de la invasión de los marcianos que lo lanzó a la fama, y la teje con
las misteriosas imposturas de Hughes, "maestro de las máscaras", para
sugerirnos que las falsificaciones de los poderosos son hipérboles del
miedo que conducen inexorablemente a la tragedia (Nosotros pensamos
en la tradición alternativa del mito de la guerra troyana, registrada por
Heródoto, según la cual la verdadera Helena fue retenida por Proteo en
Egipto y Paris llevó consigo a Ilion un simulacro perfecto de la mujer,
hecho de nubes, de tal manera que griegos y troyanos se habrían desan-
grado sólo por un fantasma. Recordamos también el topos de la impostu-
ra de las religiones, sistema de creencias destinadas a esconder la trama
despiadada de una dominación, cuyo desenmascaramiento dio lugar a la
falsificación bibliográfica del Tratado de los tres impostores, un libro
citado e inexistente por casi dos siglos a partir de Pomponazzi, que fue
escrito finalmente por un ex-hugonote epígono de Spinoza alrededor de
1715). Welles termina la hora-reloj de verdad de su film con una re-
flexión sobre Chartres, la sublimación en piedra magnífica de nuestro
miedo a la muerte, antípoda del casino de Las Vegas en el que habitaba
Hughes conjurando también, a su manera, a la muerte. Los últimos die-
cisiete minutos de la película narran la historia ficticia de Oja Kodar,
una amante imaginaria de Picasso, y de su padre falsificador de cuadros.
El diálogo entre Picasso y este caballero es por completo imaginario,
pero explica qué pretende el falsificador cuando ¡mita la obra ajena: vivir
imitativamente las vidas de los creadores y burlar a la enemiga de los
hombres.
I N T R O D U C C I Ó N : NAVEGACIONES TEÓRICAS... 53
Saber de los letrados y saber del pueblo. Pero, ¿ha habido al-
gún aspecto en la historia intelectual de Occidente donde el pri-
mero no haya sometido al segundo o pretendido indicarle la vía
de su necesaria reforma para alcanzar la verdad, donde el uno y
el otro se hayan mantenido en un pie de igualdad aceptándose
recíprocamente o bien, si acaso, no ha llegado a ocurrir que los
doctos terminasen por aceptar una grandeza y una capacidad de
reserva sapiencial mayores en los "idiotas"? Es posible que un
lugar c o m o el que buscamos haya sido, desde los primeros
tiempos del cristianismo y hasta la época romántica, el campo
de las relaciones y conflictos que produjo la confrontación entre
las acciones morales y los resultados de la contemplación filosó-
fica. Siempre hemos querido los hombres explicar, justificar y
legitimar nuestros actos insertándolos en una trama de entes y
valores, ampliamente compartida, a la cual suponemos formada
o descubierta a partir de una reflexión serena sobre el mundo.
Sucede a menudo que, en los tiempos de equilibrios y hegemo-
nías culturales claras o bien^de grandes revoluciones éticas y
sociales, tal operación resulta bastante sencilla y pensamos que
nuestros comportamientos guardan armonía y coherencia con
cuanto creemos o juzgamos verdadero. Sin embargo, existen mo-
mentos de crisis de la sociedad en los cuales todos nos sentimos
lanzados hacia situaciones-límite de la existencia, el mundo se nos
torna incomprensible, se desmoronan los sistemas y las axiolo-
60 JOSÉ EMILIO BURUCÚA
vando dos velas prendidas, una en cada mano; transita por una
roca estrecha y a sus costados otros dos hombres caen, uno en el
abismo del agua, el segundo en el precipicio del fuego. La duali-
dad de rostros y de luces del sabio simboliza la conjunción de las
virtudes intelectuales, exclusivas del alma libre, y de las virtudes
morales, propias "de todo el hombre", porque ellas sancionan
"el pacto de paz entre el cuerpo y el alma" 22 .
"Las virtudes morales son luces adquiridas por una larga cos-
tumbre, guía de nuestro ojo racional interno, apoyos, auxilios,
faros ardientes, que deben guiar de la mano a cuantos se en-
cuentran expuestos a los inestables avatares de la costumbre,
a cuantos combaten en la lucha de los bienes temporales, a
cuantos desean moverse y trasladarse con seguridad a través
de los valles tentadores de la carne, para que, felizmente cum-
plido el curso de la propia peregrinación, soldados eméritos,
atletas de Hércules, asaeteada la hidra de Lerna en este pan-
tano del mundo, sean recibidos en los prados y jardines feli-
ces, siempre verdes, de los bienes intelectuales"23.
nariz las veces del tubo de plomo. (...) Y porque mejor lo en-
tiendas, ¿por qué quienes se ahitan de vino más de la cuenta
tienen mala memoria? ¿Por qué quienes comen sustancias
más delgadas tienen ingenio más sutil? ¿Por qué el cilantro
remienda la memoria, y el eléboro o vedegambre aclara el
juicio ? "26.
"(...) San Pablo supo cuáles pueden ser los cánticos, los co-
ros, las danzas, los banquetes de las almas piadosas, también
en esta vida "36.
Llegados a este punto, resulta claro que en el núcleo del pen-
samiento erasmiano se encuentra una tensión de opuestos y de
paradojas aparentes que nos conducen de nuevo al contraste en-
tre saberes y conductas. El Elogio de la locura expone una de
esas encrucijadas del conocimiento y de toda la vida histórica en
términos cómico-satíricos a la par que sublimes. En ese libro, la
tontería y la demencia, caminos reales de la perdición del alma
humana, son denunciadas por Erasmo en todas las clases socia-
les de su siglo. Y como de mucho conocer suelen volverse locos
los hombres, los eruditos y los sabios tampoco escaparon a la
condena 37 . No obstante, hacia el final del Elogio, el autor incita a
manifestarse a una variante santa y alta de la locura 38 . Después
de violentar las palabras del Eclesiastés que señalan el dominio
de la tristeza sobre el corazón de los sabios y el de la alegría
sobre el corazón de los necios 39 , nuestro humanista salta rápida-
mente a la afirmación de San Pablo en la segunda Epístola a los
Corintios: "Hablo como loco, porque lo soy más que nadie " 40 ; y
se explaya luego acerca de esa forma superior de la insania,
salvadora y de impronta divina, que es la locura de la cruz, ensal-
zada por el mismo apóstol en su primera carta a los corintios. 41
Cristo - n o s dice E r a s m o - no dejó de comportarse como los
simples de mente, en contra de los escribas y de los sabios fari-
seos, ni perdió ocasión de exaltarlos, simbolizando hasta en los
animales que eligió por compañeros reales o metafóricos a lo
largo de la vida su preferencia por los tontos: el burro que fue su
cabalgadura en Jerusalem o las "ovejas" que serían sus fieles.
También el Espíritu Santo se reveló como una paloma y no como
un águila o un milano, y los discípulos de Jesús hubieron de
comportarse a la manera de los idiotae, es decir, de los que nada
saben, ante los ojos de quienes se consideraban y decían sabios 42 .
Del conocimiento peculiar, asimilable a una forma enaltecida de
locura, que el mensaje evangélico exige a los fieles cristianos,
74 JOSÉ EMILIO BURUCÚA
"(...) en el cual cada uno preste y cada uno deba, todos sean
deudores, todos acreedores. ¡Oh, qué armonía habrá entre
los movimientos regulares de los cielos! Me parece entender
el asunto tan bien como antes lo hizo Platón. ¡Qué simpatía
entre los elementos! ¡Oh, cómo se deleitará la Naturaleza en
sus obras y producciones, Ceres cargada de mieses, Baco de
vinos, Flora de flores, Pomona de frutas, Juno, con su aire
sereno, serena, salubre, divertida!
Me pierdo en semejante contemplación. Entre los hombres
paz, amor, cariño, fidelidad, reposo, banquetes, festines, ale-
gría, gozo, oro, plata, moneda menuda, cadenas, anillos, mer-
cancías, trotarán de mano en mano.
Nada de procesos, ni de guerras, ni de polémicas; nadie será
usurero, ni adulón, ni ventajero, ni egoísta. /Gran Dios! será
la edad de oro, el reino de Saturno, la idea de las regiones
olímpicas, donde todas las demás virtudes cesan y sólo la Ca-
ridad reina, se ensoñorea, domina, triunfa. Todos serán bue-
nos, bellos, justos. ¡Oh, mundo feliz! (,..)"a.
No hemos de olvidar el contexto narrativo en el cual tiene
lugar esta experiencia delirante de gobierno, versión grotesca y
exasperada de la utopía del monasterio de Thelema que el propio
80 JOSÉ EMILIO BURUCÚA
seres creados y el estudio del alma humana 111 . ¿Hay otras razo-
nes, aparte de las esgrimidas por Sabunde, extraídas de nuestra
experiencia sensible y moral, que nos permitan obtener alguna
certeza sobre la doctrina cristiana "por argumento y por discur-
so "? Montaigne responde con la cita reiterada de I Corintios 8, 2
-"que el hombre que presume de su saber, aún no sabe qué cosa
sea saber""2- para desestimar cualquier vía racional metafísica
de acceso a las realidades del mundo sobrenatural. Ese pasaje de
San Pablo se hallaba inscripto en una de las vigas en la bibliote-
ca del autor de los Ensayos, de modo que se trata sin duda de un
principio fundamental en la concepción gnoseológica del perso-
naje. Las cuestiones relativas a la gracia sólo pueden abordarse,
para Montaigne, aceptando la pequeñez de la sapiencia humana.
Y de ese modo cuando se trata, por ejemplo, de la justicia divi-
na 113 o de la naturaleza de la felicidad ultraterrena 114 , el texto de
la carta a los corintios es siempre el punto de apoyo desde el cual
se establece la distancia infinita que separa la comprensión de
los hombres de las decisiones que Dios ha adoptado para pro-
veer a su salvación 115 .
Por otra parte, Montaigne, el pensador tantas veces crítico de
los prejuicios del vulgo, presenta un inesperado elogio de nues-
tros corderos en el ensayo De los caníbales. Precisamente este
mismo capítulo de su obra se inicia con una exhortación a "pre-
caverse de quedar atado a las opiniones vulgares", a "juzgarlas
por el camino de la razón, y no por la voz común "11<s. Sin embar-
go, nuestro filósofo discute enseguida algunas exageraciones re-
feridas a la barbarie de los hombres que habitan el Nuevo Mun-
do, refutándolas con la ayuda del testimonio de un sirviente suyo
quien había vivido más de diez años en las costas del Brasil. La
conclusión a la cual arribará Montaigne es muy conocida: los
caníbales americanos no son más bárbaros que muchos grandes
europeos tenidos por hombres civilizados; más bien al contrario,
debido a su desconocimiento de la propiedad, a su desprecio de
la codicia, a su culto de la valentía, al carácter igualitario de sus
comunidades, aquella humanidad del otro lado del océano se
muestra más honesta y cabal que la de las sociedades refinadas e
hipócritas de la vieja Europa. El relato sobre el cual Montaigne
basa sus juicios es el de un compatriota, pero éste es "hombre
simple y grosero", "condición propia para hacer verdadero un
testimonio"'.
"(...) pues las gentes finas notan más cosas y con mayor curio-
sidad, pero las glosan; y, para hacer valer su interpretación y
96 JOSÉ EMILIO BURUCÚA
"(...) Necios del mundo han sido los que han formado la reli-
gión, las ceremonias, la ley, la fe, la regla de vida; los mayo-
res asnos del mundo (...) no son aquellos que con impía cu-
riosidad van y fueron siempre escrutando los arcanos de la
naturaleza y computando las vicisitudes de las estrellas.
Mirad si tienen o tuvieron jamás el mínimo interés por las
causas secretas de las cosas; si tienen algún miramiento por
la disipación de reinos, dispersión de pueblos, incendios, de-
rramamientos de sangre, ruinas y exterminios; si se preocu-
pan de que el mundo entero perezca por causa de ellos con
tal de que la pobre alma quede salvada, con tal de que sé
construya el edificio en el cielo, con tal de que se reponga el
tesoro en aquella bienaventurada patria, sin preocuparse lo
más mínimo por la fama, bienestar y gloria de esta frágil e
insegura vida en pro de aquella otra certísima y eterna""6.
Notas
22 Ibidem, p. 60.
23 Ibidem, pp. 60-61.
24 Ibidem, p. 54.
25 Erasmo, "Coloquios", en: Obras escogidas, Trad. por Lorenzo Riber,
Madrid, Aguilar, 1956, p. 1136.
26 Ibidem, p. 1140.
27 "Epigramas", en: Obras... op.cit., p. 1157.
28 Coloquios, en op.cit., p. 1112.
29 Ibidem, p. 1127.
30 Sigo, en esle caso, la reedición de la traducción española de los Coloquios,
publicada en la Colección Austral, a cargo de Ignacio B. Anzoategui, Bue-
nos Aires, Espasa-Calpe, 1947, pp. 104-109.
31 I Cor. 6, 12-13; 10, 23-33.
32 "Apenas por dos cosas los hombres aventajamos a los animales, porque
podemos beber vino y decir lo que sentimos". Citado en Franco Gaeta,
Lorenzo Valla. Filología e storia nell'Umanesimo italiano. Ñapóles,
Istituto Italiano per gli Studi Storici, 1955, pp. 51-52.
33 Francisco Rico, El sueño del humanismo (De Petrarca a Erasmo), Ma-
drid, Alianza, 1993.
34 Traduzco de la edición bilingüe, latino-alemana, de Erasmus von Rotterdam,
Ausgewahlte Schriften, ed. Werner Welzig, Darmstadt, Wissenschaftliche
Buchgesellschaft, 1967, tomo VI.' Colloquía familiaria, p. 590.
35 1 Cor 2, 9.
36 Erasmus v. Rott., ed. Welzig, tomo VI, p. 584.
37 Erasmo continuaba, en este sentido, el programa poético y crítico de
Sebastián Brant cuyo Narrenschiff (La nave de los locos), publicado en
1494, realizó un inventario, tan vasto como el erasmiano, de las neceda-
des del m u n d o (He t r a b a j a d o con la edición francesa preparada por
Madeleine Horst: La Nef des Fous, Estrasburgo, La Nuée Bleue, 1977).
También en aquel esquife abundan los sabios, falsos en el fondo, quienes
"aspiran a conocer la ciencia para ser magister y enseguida doctor,
para convertirse en una gran luminaria; pero nunca sabrán cómo ini-
ciarse en el conocimiento verdadero que abre el paraíso, y jamás com-
prenderán que la sabiduría en este mundo es locura delante de Dios"
(p. 428). La cita de I Cor. 3, 19 es explícita. Pocos versos más adelante,
Brant retoma esa misma epístola paulina y la transcribe (/ Cor. 1, 19)
para ensalzar la ciencia de los simples: " P o r eso Dios dice de ellos:
'Destruyo la sabiduría y la ciencia de los sabios, pero la enseñaré a los
niños más pequeños.' Estos adquirieron los dones de la sabiduría para
la patria celestial; serán honrados para toda la eternidad y brillarán en
el cielo como el firmamento. Quien reconoce la ley de la justicia, quien
se instruye de ella y la enseña a los otros es parecido a las estrellas, a
la de la mañana que se levanta en el Oriente, y a la de la tarde que se
acuesta en el Oeste" (pp. 430-431). Estas consideraciones sobre la am-
bigüedad de la loca sabiduría se encuentran casi al final de la obra, ce-
rrando el círculo abierto por su lema del comienzo: "En este libro, el ig-
norante puede leer las historias tan bien como el sabio". Recordemos
C A P Í T U L O I : L A ANTROPOLOGÍA. L A LOCURA Y EL AMOR... 109
39 Eclesiastés, 7, 4.
40 ¡I Cor. 11,23.
41 / Cor. 1, 18-28.
42 Hechos 4, 13.
43 "La Paráclesis o exhortación al estudio de las letras divinas" en: Erasmo,
El Enquiridión... op.cit., p. 454.
44 Ibidem, p. 454.
45 Paráfrasis sobre Marcos 4, 33, cit. en F. Rico, op.cit., p. 125.
46 Paráfrasis al Evangelio de San Mateo, cit. por Dámaso Alonso en uno
de los prólogos a Erasmo, El Enquiridión... op.cit., pp. 426-427.
47 "Adagia", en Erasmo, Obras escogidas... op.cit., p. 1071.
48 Ibidem.
49 Ibidem, p. 1070.
50 "Epigramas", en Obras escogidas... op.cit., p. 1156.
51 "Gargantua", en Franijois Rabelais, Oeuvres, París, Flammarion, 1928,
tomo I, p. 15.
5 2 Ibidem, p. 16.
53 Ibidem, pp. 63-70.
54 "Le Tiers Livre", en Rabelais, op.cit., pp. 254-255.
55 "Le Quart Livre", en Rabelais, op.cit., vol. 2, pp. 122-123.
56 "Gargantua", en Rabelais, op.cit., p. 34. La cita corresponde a I Cor. 13, 5.
57 Septuaginta. Id est Vetus Testamentum graece iuxta LXX interpretes
edidit Alfred Rahlfs, 9a. edición, Stuttgart, Deutsche Bibelstiftung, 1935,
vol. I, p. 192, Lev 19, 18. Debo los datos y la bibliografía de esta nota y
de la siguiente a mi colega, el Dr. Leiser Madanes.
58 Para este tema, véase Anders Nygren, Eros y Agapé... op.cit., passim y
pp. 64-65 en particular. Soy consciente de que mis argumentos contami-
nan fuerte y recíprocamente las dos nociones del amor que Nygren plan-
teó como términos opuestos. No obstante, me pregunto si acaso el par
'ah'bá - agapé no pudo también contaminarse entre los primeros cristia-
nos y en San Pablo del significado de la palabra haesaed, "bondad",
usada en el Deuteronomio 5, 10 y 7, 9 y también por el profeta Oseas 6,
5. Cristo citó precisamente el aludido pasaje de Oseas según Mateo 9, 13
y 12, 7. H. J. Stoebe considera que ya era muy fuerte en el Antiguo Tes-
tamento la convergencia de los sentidos de 'alfbá y haesaed (Véase su
artículo sobre "haesaed Bondad" en Ernst Jenni - e d . - , Diccionario teo-
lógico manual del Antiguo Testamento, Madrid, Cristiandad, 1978, vol.
1, cc. 832-861, especialmente las cc. 851-854).
59 Para una idea muy semejante y definida como una "metáfora de la diges-
tión", véase el libro de Michel Jeanneret, Le défi des signes. Rabelais
et la crise de l'interprétation a la Renaissance, Orléans, Paradigme,
1994, p. 47. Esta obra contiene además análisis útiles sobre los cambios
en los significados antropológicos y simbólicos de las comidas, del
Gargantua al Quart Livre, vide pp. 78, 114, 147 y ss., 175-178.
C A P Í T U L O I : L A ANTROPOLOGÍA. L A LOCURA Y EL AMOR... 111
60 I Cor. 8, 1.
61 "Pantagruel", en Rabelais, op.cit., p. 165.
62 "Le Tiers Livre", en Rabelais, op.cit., p. 260.
63 Ibidem, pp. 266-267.
64 Bonaventure Des Périers, Les Nouvelles Recréations et Joyeux Devis, pu-
blicados con el Cymbalum mundi, París, Garnier. s.f. (posterior a 1858).
65 Lucien Febvre, Amour sacre et amour profane. Autour de l'Heptaméron,
París, Gallimard, 1944.
6 6 Su título completo es Cymbalum Mundi en frangois contenant quatre
dialogues poétiques, fort antiques, joyeux et facetieux. Hemos utilizado
la edición a cargo de Yves Delegue, que forma parte de la serie "Textes
de la Renaissance", publicados por Honoré Champion, París, 1995. En
adelante, citaremos Des Périers, Cymbalum... op.cit.
67 Lucien Febvre realizó un estudio completo de las circunstancias extrañas
que rodearon la doble publicación de la obra en París (1537) y en Lyon
(1538), y de los hechos aún más oscuros que ocurrieron durante el juicio
en el cual sólo resultó condenado Jean Morin, el impresor parisino del
Cymbalum, aunque nada se dijera ni se supiese entonces del autor del
t e x t o ( V é a s e L. F e b v r e , Origéne et Des Périers ou L'Enigme du
"Cymbalum Mundi". París, Droz, 1942, pp. 105-121).
68 La literatura sobre el Cymbalum es inmensa y, por lo tanto, me limitaré
a reseñar encesta nota las exégesis más salientes, las cuales, a decir ver-
dad, oscilan casi todas entre el extremo de atribuir a Des Périers una
incredulidad militante en desmedro del cristianismo y el de considerarlo,
por el contrario, un exponente de las corrientes espiritualistas que, par-
tiendo del magisterio de Erasmo, culminaron en una nueva piedad irenista
y unitaria. Ya en 1556, en su Apología de Heródoto, Henri Estienne
asoció el n o m b r e de Buenaventura con el " d e t e s t a b l e libro titulado
Cymbalum Mundi" y colocó a nuestro autor y a Frangois Rabelais entre
los Lucianos modernos que habían dado "cornadas contra la verdadera
religión cristiana", so capa de "expulsar la melancolía de los espíritus y
darles un pasatiempo" (Cit. en Des Périers, Cymbalum... op.cit., pp. 115-
116). Los eruditos de los siglos XVIII y XIX -i.e. La Monnoye (notas a
la edición del Cymbalum por Prosper Marchand, Amsterdam, 1732) y
Johanneau (notas a la edición de la obra por P. L. Jacob, París, Gosselin,
1841)- insistieron en esa misma adscripción sobre la base de las solucio-
nes halladas a varios enigmas del texto. En los años '20 de nuestro siglo,
los historiadores del racionalismo moderno, como Abel Lefranc (intro-
ducción a Pantagruel, edición crítica de las Oeuvres de Rabelais, París,
1922, tomo III, pp. LXI-LXIX) y Henri Busson (Le rationalisme dans la
littérature frangaise de la Renaissance, París, Vrin, 1957), vieron en
Des Périers algo más que un precursor de la crítica racional de las reli-
giones, un auténtico incrédulo anticristiano, mientras que Louis Delaruelle
( " E t u d e sur le probléme du Cymbalum m u n d i " , en Revue d'liistoire
littéraire de la France, XXXII, pp. 1-23, 1925) convertía a Buenaventu-
ra en un alter ego lúcido del Samosatense (una perspectiva nueva sobre
este parentesco buscado, véase en Christiane Lauvergnat-Gagniére, Lucien
de Samosate et le lucianisme en France au XVIe. siécle. Athélsme et
polémique, Ginebra, Droz, 1988). En 1939, Josef Bohatec ("Calvin et
112 J O S É E M I L I O B U R U C Ú A
140 Esta conclusión discute de manera parcial las tesis tan brillantemente
defendidas por el profesor Ciliberto en La mota del tempo. Por supuesto
que suscribo las líneas generales y tantos detalles de esa interpretación,
fundada en una búsqueda erudita y una hermenéutica filosófico-histórica
que bien podrían ser tomadas como un modelo de cada género. Sin em-
bargo, llama la atención que Ciliberto no haya incluido pasajes del Asno
Cilénico en el desarrollo de sus argumentos y, por ende, haya descartado
la presencia de una asinidad no pedante ni antifilosófica en el final de la
Cúbala. Pero, en realidad, así sucede. Resulta difícil no ver en esa parte
última del diálogo un nuevo paralelo entre Erasmo y Bruno, entre la lo-
cura del primero y la asinidad del segundo, que han sido ambas satiriza-
das, vilipendiadas a lo largo de la mayor parte del Elogio y de la Cabala,
pero que en las codas de las dos obras migran hacia lo alto y adquieren
dimensiones sublimes. El Asno Cilénico, de la mano de un Mercurio tan
metamórfico como Pablo de Tarsos, "se hermana, se une, se identifica
con todos, domina a todos" los sabios de la academia humana, y no pa-
rece confundirse sino situarse en los opuestos del archipedante -Lutero
en la visión bruniana- quien ha dividido el mundo mediante la violencia
y las arbitrariedades del capricho moral. ¿Por qué no pensar que, en este
punto, Bruno separa al San Pablo "asinino" que Lutero esgrimió en de-
fensa de la justificación por la sola fe y en sus embates contra la ciencia
de los hombres, del San Pablo apóstol de la caridad que Erasmo tuvo por
arquetipo más perfecto del cristiano? ¿Por qué no suponer que Bruno se
remite al himno de 1 Corintios 13 para ensalzar el valor y la excelsitud
de las obras humanas, igual que lo había hecho Erasmo en su trabajo
sobre el libre albedrío y en polémica con Lutero? (v. Erasme de Rotterdam,
Essai sur le libre arbitre, Argel, R. & R. Chaix, 1945, pp. 145 y 151)
Más aún, ¿por qué no asociar la exaltación de la pluralidad de los len-
guajes y de sus capacidades equivalentes para comunicar la verdad - u n
punto central de la filosofía bruniana expuesto vigorosamente en la Epís-
tola explicatoria de La Expulsión (Giordano Bruno, Opere italiane.
II. Dialoghi morali, ed. por Giovanni Gentile, Barí, Laterza, 1927)- con
la pluralidad paulina de los signos que así podría concebirse como uni-
versalización del mensaje cristiano y dilatación ad infinitum de la
legibilidad del mundo? De esta suerte, es pensable un San Pablo que, no
sólo en el campo de la acción o de la caridad sino también en el plano de
las potencialidades lingüísticas, diverge de Lutero, de ese máximo pedante
destructor de los lazos entre cosas y palabras, de ese aniquilador de la
comunicación entre el hombre y la divinidad, según la lectura que Bruno
hizo del iustitia sola fide en sus diálogos morales (Michele Ciliberto, La
ruota... op.cit., pp. 140 y 211).
141 Franeis Bacon, "Of the Proficience and Advancement ofLearning Divine
and Humane ", en Great Books of the Western World, Chicago-Londres,
W. Benton & Encyclopaedia Britannica, 1952.
142Ibidem, Libro I, I, 2-3, pp. 2-3.
143 I Cor. 8, I.
1441 Cor. 13, I.
145 Bacon, op.cit.. Libro I, I, 3, p. 3.
146 Ibidem, Libro II, III, 3, p. 38.
C A P Í T U L O I : L A ANTROPOLOGÍA. L A LOCURA Y EL AMOR... 117
los hombres. Como quiera que sea, con las salvedades hechas
sobre la prohibición del abuso, Aristóteles cree que la eutrapelia
otorga a los hombres el elemento de distensión y de alegría nece-
sario para la vida en común 41 . Es más, en el capítulo 6 del libro
VIII de la misma Etica nicomaquea, nuestro filósofo afirma que
las personas verdaderamente felices desechan cualquier consi-
deración utilitaria a la hora de elegirse amigos, pero que la bien-
venida de la eutrapelia en el prójimo es un factor relevante, sólo
inferior a los impulsos que nos guían hacia el bien, en nuestra
búsqueda de las formas más altas de la existencia humana 42 .
El arte de la oratoria política, én sujifán por definir, ordenar
y dominar todos los mecanismos suasorios del discurso, no po-
día permanecer ajeno al recurso de la risa. Por ello, Aristóteles
incluyó acotaciones sobre el punto en varios pasajes de su Retó-
rica. El capítulo 11 del libro I enumera todas las causas del pla-
cer, ese "movimiento por el cual el alma es conscientemente lle-
vada a su forma normal de ser", y precisamente las últimas de
aquellas causas son la diversión y la risa que desencadenan las
cosas cómicas, hombres, palabras y acciones 43 . Poco más ade-
lante, el filósofo destaca las actitudes de la mente a las que es
posible recurrir para compensar la ira y llevar al auditorio hacia
una sensación de calma y bienestar: ellas son el juego, la risa, la
participación festiva, la prosperidad, el éxito, la abundancia, en
síntesis, la hilaridad, el placer no insolente y la esperanza justifi-
cada 44 . Por último, en el capítulo 18 del libro III, dedicado a los
instrumentos de la controversia, las bromas cierran el panorama:
Gorgias ya las recomendaba para destruir la seriedad del opo-
nente así como aconsejaba esgrimir seriedad en contra de los
chistes usados por la contraparte. De cualquier manera, según
Aristóteles, quien se remite a la clasificación de las bromas rea-
lizada en la Poética (en su segundo libro perdido), el hombre
libre, el ciudadano recto, usará preferiblemente la ironía, que le
cuadra mejor que la causticidad. "El hombre irónico bromea para
divertirse a sí mismo, el bufón para divertir a los demás "4S.
El Estagirita también se ocupó de la fisiología de la risa en el
tratado Sobre las partes de los animales. Al describir el movi-
miento del diafragma, nuestro autor encuentra en la experiencia
de la risa una prueba de la acción del calor sobre ese músculo.
Porque cuando a un hombre se le hacen cosquillas en la axila, el
movimiento se transmite al diafragma, lo calienta y éste ocasio-
na una risa independiente de la voluntad. Pero, nos dice Aristó-
teles, deslizándose de la biología hacia la antropología filosófica:
132 JOSÉ EMILIO BURUCÚA
los hombres para "imitar, narrar con gracia, hacer reir median-
te el juego de la fisionomía, las inflexiones de la voz y la origi-
nalidad de la dicción"51. No obstante los peros a la teorización
sobre la risa, César se pliega a los ruegos de Antonio y de Craso
(éste presente también en el diálogo y gran cultor de lo cómico
en sus alegatos) y decide, por fin, exponer la cuestión con un
cierto orden lógico.
Sobre la naturaleza de la risa, cómo se produce y estalla sin
que, primero, podamos contenerla, cómo engendra un temblor
que se nos transmite a todo_eLcuerpo, son temas para los cuales
César remite a Demócrito 52 . Segundo punto: el locus o dominio
de la risa es siempre alguna fealdad (turpitudo) o deformidad
que descubrimos en los otros. Tercer aspecto a estudiar: si con-
viene o no al orador el excitar la risa. La respuesta es afirmativa
y sin titubeos, porque la hilaridad dispone a la benevolencia res-
pecto de quien la suscita, la agudeza del ingenio en la réplica o
en el ataque retóricos conlleva una sorpresa agradable, el chiste
desconcierta al adversario y, sobre todo, "las cosas que los ar-
gumentos no diluyen fácilmente, con la burla y la risa se disuel-
ven"53. Cuarto punto: en qué medida ha de emplear las bromas el
orador, pues es sabido que ningún hombre honesto está dispues-
to a reírse de la extrema perversidad - l o s malvados deben ser
perseguidos con armas diferentes a las del ridículo-, o de la ex-
trema miseria -reir de los desgraciados es, en realidad, insultar-
los-. Por lo tanto, el orador tendrá que guardar el equilibrio en
sus recursos cómicos, mantenerse alejado de la bufonería y de
las exageraciones características de los mimos. Quinto y último
tema: la clasificación de los géneros del ridículo, los cuales son
básicamente dos, el que nace de las cosas, las personas y las
acciones y el que surge de las palabras. En cuanto al primero, las
fábulas, los cuentos, las anécdotas suelen ser los vehículos para
poner en evidencia lo risible, o bien, si se trata de personas, la
imitación de sus gestos, de sus dichos e incluso de sus rasgos
físicos provocan la hilaridad de los oyentes. Lo que se quiere
resaltar entonces, haciéndolo objeto de la risa, es la extravagan-
cia, la superstición, la vanidad, la tontería de los individuos. Mas
el orador habrá de cuidarse, en estos casos, de no ir a dar a la
parodia, a las muecas y, menos aun, a los chistes obscenos. Para
revelar lo ridículo en cosas, hombres y acciones, sus mejores
maneras de expresión serán el apólogo, el símil, las imágenes,
las hipérboles por exceso o por defecto, el disimulo gracioso (ur-
bana dissimulatio), lo que los griegos llamaron ironía, arte en el
134 JOSÉ EMILIO BURUCÚA
del ridículo que un azar puede poner al alcance del orador 59 . Pero
las Institutiones reconocen, más todavía que el texto de Cicerón,
el poder arrollador y benéfico de la risa.
"(...) Aunque la risa parezca ser una cosa frivola, propia más
que nada de los bufones, de los mimos y de los ignorantes,
no sé si habrá algo cuya fuerza sea tan imperiosa y ala cual
apenas se pueH^resistir. Pues a menudo ella irrumpe a pesar
nuestro y no sólo obliga a la cara y a la voz a expresarla
sino que sacude todo el cuerpo con su violencia; suele ocu-
rrir que ella cambie el tenor de los momentos más serios y,
con mucha frecuencia, quiebre el odio y la ira"6".
Mateo, 18, 20. "Basta que esté en la boca de dos o tres para que se pre-
sente el Verbo todo".
( 'APITULO I I : L A RISA. ISAAC Y SILENO.. 161
* Los ángeles.
** La luna.
*** El sol.
( 'APITULO I I : L A RISA. I S A A C Y S I L E N O . . 173
/
( 'APITULO I I : L A RISA. I S A A C Y S I L E N O . . 175
s
La Transfiguración.
** La aparición de Cristo a la Magdalena.
*** La cena en Emaús.
176 JOSÉ EMILIO BURUCÚA
En la hostería lo encontramos:
y, partido el pan, por ellos reconocido,
de allí huyó para no ser visto"25i.
Y aunque un dominico "medio blanco (...) medio negro" tra-
te de refutar a Antonio y lo amenace con la hoguera ("Crédulo,
inicuo y zonzo, /si no te enmiendas del pecado pronto, / tengo la
autoridad de hacerte asado " 259 ), el poeta asigna al fallecido bu-
fón de la corte mantuana, Bernardino Tintori llamado "el Loqui-
to" (¡7 Mattello), la misión de hacer reir a la muerte en el camino
al más allá y, con su espíritu dividido, al paraíso y a Cerbero en
el infierno 260 . Para sí mismo, Cammelli se reserva un papel seme-
jante en el reino de Plutón y Proserpina, descripto jocosamente en
el diálogo introductorio del corpus dedicado a Isabella. Plutón ha
mandado colocar el letrero siguiente sobre la roca de "marcasita "
donde se asentará nuestro poeta en el mundo de los muertos:
"Nadie se atreva a tener su sede o lugar aquí
hasta que del mundo una sombra a este nido
no llegue escoltada por un cortejo divertido.
Y cuando ella esté aquí, sin proferir gritos
huyan la sombra del lugar las tristes sombras,
ni a cien pasos se aproxime o permanezca
el espíritu que su error a otros oculte "261.
del culto de los dioses. Además, desde los tiempos más remo-
tos hasta hoy, se ha observado que la naturaleza une la in-
mensidad y la extrañeza con la rareza, para que parezca que
ella no sabe producir nada exquisito ni grandioso que no sea
raro (...) De tal modo, sin duda comprendemos que todo lo
raro posee un sentido de divinidad, por cuanto tiende a ser
considerado único y exquisitamente solo, y muy separado de
la populosa muchedumbre de las otras cosas (...)
Por la tanto, podría afirmar que el oficio del escritor consis-
te en tratar sólo temas que sean desconocidos o impensados
para los lectores"263.
dios travieso prepara una nueva broma pues quiere crear divisio-
nes y celos entre los dioses a causa de esas plegarias que se diri-
gen hacia el cielo. Los inmortales reciben complacidos las ora-
ciones y piden al inventor del asunto, a Momo, que regrese al
Olimpo. Pero al poco tiempo, los votos de los hombres han inva-
dido todo el palacio celestial, impiden el paso del carro solar y,
para colmo, comienzan a heder pues, siendo deseos humanos,
están llenos de odio, de ira y de miedo. Momo aprovecha para
contar a Júpiter cuáles son las ocupaciones de los mortales en la
lierra, para señalar que la más útil de ellas es la de mendigo va-
gabundo y criticar a los filósofos y sofistas a quienes Momo atri-
buye el no creer en la existencia de los dioses. Entretanto, Juno
ha construido un arcoiris con los ruegos de los hombres, pero el
arco se derrumba y entonces Júpiter, enojado contra la humani-
dad que ha provocado esa catástrofe en el cielo, resuelve cam-
biar el mundo. Con el propósito de calmar a su padre, los demás
dioses le sugieren que pida consejo a los filósofos para encarar
la transformación del universo: así Júpiter desciende a un gim-
nasio de la tierra donde se han concentrado los sabios, es recono-
cido por Diógenes y luego se topa con Demócrito a quien escu-
cha debatir el tema de la existencia de los dioses. Júpiter encarga
a su hijo Mercurio que hable con los filósofos y les pregunte
acerca de la reorganización del mundo. Ante el fracaso de Mer-
curio, Júpiter asigna la misma misión a Apolo, el cual regresa al
Olimpo haciendo grandes elogios de Sócrates y Demócrito. A
todo esto, en la asamblea de los inmortales ya se han presentado
varios proyectos mientras el calor, el hambre y la fiebre diezman
a los habitantes de la tierra y los hombres elevan preces excep-
cionales a los dioses. Júpiter se siente conmovido y desvía su ira
hacia Momo: el dios del Sarcasmo es condenado a destierro por
segunda vez y encadenado a un arrecife en el océano.
La carbonada era una carne de puerco salada y cocida sobre una parrilla
o sobre carbones.
( 'APÍTULO I I : L A RISA. I S A A C Y SILENO... 199
6
la consagración de la fuerza y de la violencia, ejercidas por
los nobles caballeros, a la causa de la caridad y del bien co-
mún es puesta patas arriba cuando Rinaldo, expulsado de la
corte de Carlomagno, reacciona organizando una banda de
I<>2
JOSÉ EMILIO BURUCÚA
Del mar de la India al océano Atlántico que baña las costas de Mauritania.
( 'APÍTULO I I : L A RISA. ISAAC Y S I L E N O . . . 203
* Un cazador de tordos lloraba al mismo tiempo que aplastaba con sus de-
dos las cabezas de los pájaros atrapados. Dijo entonces un tordo a otro:
"Fíjate cómo muestra el hombre con su llanto misericordia hacia noso-
tros". Y el otro tordo respondió: "Fíjate mejor lo que nos muestra con
sus manos".
** Es decir que la amenaza se extiende a los monjes y frailes de todas las
órdenes por igual.
( 'APÍTULO I I : L A RISA. ISAAC Y S I L E N O . . . 205
turbas de hombres que huyen ante su vista, corre tras ellos, los
putea, los alza por el aire y se retira cuando el polvo levantado
por sus pies inmensos no le permite distinguir nada a su alrede-
dor. Ni los muros de las ciudades ni las fortalezas detienen al
ante, sólo se salvan quienes, como cangrejos o grillos, buscan
agujeros y las cavernas subterráneas para esconderse. El in-
i orinante (Leonardo, se presume) pulsa la cuerda patética, habla
de la desesperación de los padres que pierden a sus hijos, del
lamento, del llanto, del terror, compara las habilidades de los
animales en la fuga (de las golondrinas, de los delfines) con la
impotencia de los hombres y se imagina nadando en la garganta
clel monstruo y permaneciendo "con confusa muerte sepulto en
el gran vientre". Lo fabuloso se hace cómico en los versos que
Leonardo agrega al relato, citados probablemente de memoria de
un poema heroico-burlesco del siglo XIV, la Reina de Oriente de
Antonio Pucci 395 :
—r-M
Como quiera que sea, aun tras esa risa abierta y reparadora
del ánimo es muy probable que perdure un fondo de amargura y,
con él, la impronta de una ambigüedad emocional en los actos de
los hombres. Leonardo se ocupó del tema en un dibujo alegórico
y en el texto que lo acompaña:
"Placer y disgusto se representan como siameses, porque nun-
ca es el uno sin el otro como si estuvieran abrochados, espal-
da contra espalda porque son contrarios. / Fango, oro. / Si
obtienes placer, sabe que detrás de él existe quien te provo-
cará tribulación y arrepentimiento. / Esto es el placer junto
con el disgusto y se representan como gemelos, porque nunca
el uno está desprendido del otro; háganse espalda con espal-
da, porque son contrarios el uno al otro; háganse apoyados
sobre un mismo cuerpo, porque tienen un mismo fundamento,
pues el fundamento del placer consiste en la fatiga con dis-
gusto, [mientras] el fundamento del disgusto son los variados
y lascivos placeres. Pero aquí se representa con una caña en
la mano derecha que es vana y sin fuerza, y las heridas he-
chas con ella son venenosas; pónense en Toscana [las cañas]
como sostén de las camas, para significar que en ellas se ha-
cen los sueños vanos y se consume gran parte de la vida, se
desperdicia mucho tiempo útil, esto es el de la mañana, cuan-
do la mente está sobria y reposada y el cuerpo en consecuen-
cia apto para soportar nuevas fatigas; también allí se practi-
can muchos vanos placeres y con la mente se imaginan cosas
imposibles, y con el cuerpo se ejercitan aquellos placeres que
I<>2
JOSÉ EMILIO BURUCÚA
a menudo son razón para perder la vida, por todo ello se usa
la caña para tales fundamentos"435.
"Por aquí Adán y por allá Eva; ¡oh miseria humana, de cuán-
tas cosas por dinero te haces sierva! "436
Sino porque "ducados y piedras preciosas " apartan al hom-
bre verdadero del movimiento del espíritu que lo conduce a cum-
plir sus más elevados propósitos:
"Antes privado de movimiento que cansado de aprovechar /
faltará primero el movimiento antes que el aprovechamiento;
/ antes muerte que no me canso de aprovechar / cansancio;
es movimiento de carnaval; / no me sacio de servir sin can-
sancio / todas las obras / no son para cansarme; / manos en
las cuales caigan ducados y piedras preciosas, nunca se can-
san de servir, pero semejante servicio es sólo para su utili-
dad y no sirve a nuestro propósito; / no me canso de aprove-
char / naturalmente la naturaleza.así me dispone"431.
"(...) Al caer la tarde observa por las calles los rostros de los
hombres y de las mujeres, y cuando el tiempo sea malo, ¡cuán-
ta gracia y dulzura verás en ellos! (...) Aun podrías pintar tu
obra al caer la tarde o si hay nubes o niebla, que es
perfecta luz"445.
En efecto, esa penumbra, representada mediante la técnica
concreta del sfumato en las caras, los cuerpos, los ropajes, otor-
ga a las figuras pintadas del Vinciano un elemento de esponta-
neidad y misterio en el cual confluye la perenne sonrisa de los
personajes. Vehículo invariable de la grazia, es decir, de la natura-
lidad con que se nos muestran los hombres y las cosas en el cua-
dro, como si no hubiera costado ningún esfuerzo el colocarlas allí,
la sonrisa es la representación de la vida interior en la Gioconda,
es el trasunto de las felicidades equivalentes de la vida terrena en
el Baco y de la vida celeste en el San Juan Bautista446. Ella se
propaga en la Santa Ana triple del Louvre de la abuela al niño
Jesús que ríe de su travesura con el cordero 447 . En esa obra, donde
encontramos la totalidad del mundo natural - l a piedra, el embrión,
el cordero, los hombres, el árbol, el agua, las montañas, la tierra, el
aire y la luz-, se percibe el gozo de una humanidad salvada y re-
conciliada con la naturaleza; el enigma se disuelve en una acepta-
ción riente y profundamente religiosa de la vida.
"(...) Por lo cual, hecho esto, las palabras, que por espacio
de una hora habían estado congeladas, comenzaron a licuar-
se y a descender murmurando, como la nieve desde los mon-
tes de mayo; y así de golpe fueron comprendidas muy bien,
aunque los hombres ya hubieran partido"46°.
Las argucias se basan, por su parte, en variados recursos: las
ambigüedades, las alteraciones de letras o bisticci, las traduccio-
nes literales de un nombre propio, las palabras contrapuestas, las
metáforas y comparaciones, la simulación y la ironía que se des-
I<>2
JOSÉ EMILIO BURUCÚA
"(...) pues son éstos movimientos del intelecto, los cuales, sin
son bellos y hermosos, sirven de signo y testimonio de la des-
treza del ánimo y de las costumbres de quien los dice (lo cual
gusta en demasía a los hombres y los hace queridos y ama-
bles); pero si aquéllos son lo contrario, producen un contra-
rio efecto, porque parece que sea el asno quien juega o que
alguien muy gordo y culón baile y salte vestido sólo con un
chaleco"469.
L a m u j e r c o n f u n d e la f i l o s o f í a y e l a r t e d e la f i s o n o m í a .
I<>2
JOSÉ EMILIO BURUCÚA
dar los abusos de los cuales las mujeres son víctimas. Las pro-
pias artes de la vieja Monna Sabattina, motivo del título de la
obra, se verán rehabilitadas, por cuanto de las prácticas hechice-
riles dependerá el desenlace feliz que impida a Tadeo ir a la gue-
rra y íme logre para él el amor de su bella Ginebra. La "bruja"
realiza la burla efectiva de la guerra que el burgués Bonifacio ha
condenado en las palabras dirigidas al sobrino Tadeo:
no, vid, pero: gran vituperio es que tú, villano traidor, hayas
querido ennoblecerte por tales medios" 578 ;
• entre los juegos de palabras, el episodio del impresor no muy
letrado que escribió De vitiis pontificum ("Sobre los vicios de
los pontífices") en lugar de De vitis pontificum ("Sobre las
vidas de los pontífices"). El corrector no modificó el error,
"juzgando que éste se debía a la voluntad de Dios actuante
en la simplicidad del compositor"519. O bien la ocurrencia del
médico de Padua que quiso burlarse de un filósofo recitando
el verso de Petrarca "Pobre y desnuda vas Filosofía", a lo
que el filósofo replicó con el verso siguiente del mismo poe-
ta: "Dice la turba entregada a la vil ganancia "58°.
En la colección de Domenichi reaparece el género, ya señala-
do en el caso de Bracciolini, de las facezie políticas sobre los
ciompi581, sobre las finanzas de las ciudades, de la Iglesia y del
Imperio, sobre la diplomacia, sobre los abusos de los tiranos. Un
relato brutal es el de Giovan Maria Visconti, duque de Milán,
quien preguntó a un ballestero por qué cerraba un ojo al apuntar
con su arma. "Porque el ojo no me sirve en ese casó", respondió
el ingenuo, ante lo cual el duque ordenó que el ojo le fuese qui-
tado de inmediato, por inútil para la tarea que el soldado había de
cumplir 582 . Pero a tamaña crueldad se opone la historia del dux
sabio, Leonardo Loredano de Venecia, quien se topó con los
embajadores de España y de Francia en una ceremonia oficial,
tras una derrota impresionante de los franceses a manos de los
españoles. El dux debía expresar, diplomáticamente, tristeza y
alegría al mismo tiempo, entonces dijo:
"Yo usaré hoy con vosotros las palabras de San Pablo, para
que, por cuanto no hay nadie que pueda resistir a la voluntad
de Dios, yo llore con quienes lloran y me alegre con quienes
se alegran "583.
No sólo descubrimos aquí nuestro famoso topos paulino de
la pluralidad de los signos, adaptado además a la conciliatio
oppositorum de la risa y del llanto, sino que el relato nos intro-
duce en una variable muy original de las Facezie de Domenichi,
i.e.: el tratamiento jocoso de algunas polémicas teológicas de
alto coturno, como el problema de la teodicea, la cuestión del
pecado y la omnipotencia divina. El primer asunto es el tema de
un diálogo entre un ermitaño y Satanás 584 : el santo varón pregun-
ta al diablo por qué no deja de torturar a las almas de hombres
que nada hicieron contra él, por qué no abandona una existencia
258 JOSÉ EMILIO BURUCÚA
Cicerón con su habla, los sonidos de las cítaras con sus cantos:
todo es excelso en ella, haga lo que haga. Pero, por las tardes,
cuando hombres y animales se recogen en sus moradas y buscan
el reposo, "sólo yo -dice Tonello- toda la noche tengo misera-
ble mis trabajos"629. Crece la indiferencia, el desprecio de
Zannina, y nuestro pastor comienza a desesperar de la dueña de
"esa trompita más dulce que cualquier ricotta "63°, de esa boca
que sonríe como Apolo, habla como Ulises, canta como Arion,
escupe bálsamo, y cuando golpea, lastima como el acero 631 . La
"pérfida vaca " tiene un pecho férreo para Tonello, pero uno des-
hecho para Bertolino. "Si nos comparas en cuanto a doctrina -
exclama Tonello-, más docto soy yo en desbrozar los huertos y en
conducir los bueyes"622. Pero Zannina se ríe y se burla de todo
cuanto intenta Tonello, si come, si bebe, si duerme, si toca la gaita.
Los amigos lo exhortan a olvidar ese amor que lo consume. Bigolino
intenta conmoverlo con el recuerdo de la antigua alegría:
ran "mierda " las rimas de los lombardos, "las de ellos tampoco
me saben a jugo de abejas"616. Y hablando de malos olores, pue-
de suceder que, en medio del canto del vate, se le escape un cues-
co al lector; nada hay de reprobable en ello, pues no es nuestra la
culpa sino de lo que comemos. Una cita evangélica refrenda es-
candalosamente tan sabia conclusión:
"«Comed quae apponuntur, fratres mei*»
clama el Evangelio; aunque tal precepto
sea respetado por muchos en su perjuicio "677.
La mentulatría, por supuesto, despunta en una de sus mani-
festaciones más groseras, la del burro al que le crece una quinta
pierna, "clave de sí natural fuerte y dura ", que se hace de "sí
bemol" (sí "blando", en italiano) cuando la bestia recibe una car-
ga de leña sobre su lomo; y las mujeres ríen, fingiendo que no
miran, pero quien "entonces hubiera buscado bien bajo las po-
lleras / habría visto que tal vez reían con otra boca entre las dos
columnas" (!!) 678 . El encomium coitus, sin metáforas ni dobles
sentidos, es de una grosería inédita: se encuentra en el contexto
de una invocación del poeta "alia donna sua", cuyo cuerpo él
explora con la nariz hasta el lugar "ubi Platonis requiescunt ossa "
("donde reposan los huesos de Platón") 679 . Claro que semejantes
excesos líricos se explican porque la estrella dominante en la vida
del artista es Saturno, que transforma a los hombres en quimeras y
les llena la mente de fantasías 680 . Con su cerebro "lunático, fan-
tástico y arbitrario ", el autor se confiesa gramático, es decir, "asno
puro, bastante mejor que puro matemático", si bien no lo sufi-
cientemente borrico como para no tomar sus precauciones:
para la cual han sido educados desde niños. La división del tra-
bajo es estricta y tan completa que nadie se prepara siquiera la
comida sino que acude a las hosterías y recibe gratis los alimen-
tos y manjares que necesita. No existe el dinero y cada cual reco-
ge sus vestidos, uniformes en cuanto al corte y al color según las
edades, directamente en los talleres de los sastres y costureras.
No hay ricos ni pobres en el momento de caer enfermo y ser
curado en los hospitales. El académico loco se asombra de que
un rico fuese a dar al hospital, pero es el sabio quien replica: "Sé
cuerdo, hombre, que allí no era uno más rico que otro. Tanto
comía y se vestía y tenía casa bien provista el uno como el otro
Los nacimientos ocurren sin que se conozca la paternidad y, dado
que los niños, a partir de cierta edad, son criados y educados en
común por maestros especializados, aquel país merece el califi-
cativo de bendito pues ha quitado del corazón de los hombres el
llanto y "el dolor ante la muerte de la mujer, de los parientes, de
los padres, de las madres y de los hijos". La comunidad de bie-
nes y personas contribuye a la eliminación, por inútiles, de dotes
y litigios, con lo cual ha desaparecido la turba de notarios, pro-
curadores, abogados y de los males que ellos acarrean en nuestro
mundo. Los viejos son eximidos del trabajo sistemático y aten-
didos en hospicios muy confortables. Los holgazanes pertina-
ces, después de haber sido exhortados varias veces a reiniciar el
trabajo, se ven impedidos de dirigirse a los almacenes y de tomar
a piacere la comida para alimentarse. También el acceso a las
mujeres es común, punto que rechaza el académico loco, aunque
- d i c e el sabio- "por ser cosa de locos, debiera de gustarte".
Por otra parte, "tener una, dos, tres, cien y mil mujeres al mando
de Vuestra Señoría os impedirá caer en extravagancia", claro
que el amor ha desaparecido y a esto replica el loco que él se
complace en ser presa del ardor y del deseo eróticos 72 '. El sabio
argumenta que, de cualquier modo, la erradicación del amor evi-
ta los crímenes pasionales, las lacras de la rufianería y de la pros-
titución, las competencias sanguinarias entre las familias por asun-
tos de dote u honor. La sociedad es muy frugal, los apetitos se
han extinguido y no existen los banquetes, las francachelas ni
los atracones. Por eso mismo, al nuevo mundo casi no lo afectan
las carestías, pero tampoco resulta atractivo para posibles con-
quistadores extranjeros. Si algún desaforado intenta dañar a las
personas y los bienes comunes, rápidamente los miles que com-
ponen la mayoría del pueblo lo reducen y "el principal de la
tierra" lo obliga a tomarse un remedio hecho de arsénico que
( 'APÍTULO I I : L A RISA. I S A A C Y S I L E N O . . . 297
del coito y los genitales 733 -, aunque lo hace con una nueva con-
tención en el uso del vocabulario y sin perder originalidad,
como lo prueba esa divertida historia de la mujer adúltera que
se confesó a su marido disfrazado de fraile y supo luego inter-
pretar sus propias palabras de modo que el cornudo quedó con-
forme e incluso arrepentido de haber preparado una trampa
artera contra su "fiel" esposa 734 . Se advierte a cada paso que Los
Mármoles imitan jocosamente las polianteas, por ejemplo, en la
crítica burlesca del teatro de la memoria pergeñado por Giulio
Camillo 735 , junto a los razonamientos satíricos contra la cábala
cristiana y los ataques a Martín Lutero, el que lleva el número
666 de la bestia apocalíptica 736 , o se nota sobre todo en los diá-
logos graciosos entre Ghetto y Carafulla sobre cuestiones de
astronomía. Ghetto representa al ignorante metido a astrólogo
científico, quien ha revisado un libro de esa disciplina y se lan-
za a hablar de una manera desopilante. Así dice que la esfera
está dividida en dos "ministerios" y que debe de "zmanducar-
se" una línea que los separa llamada "bisonte"121. Carafulla,
por su parte, parece más enterado de las cosas porque no sólo
corrige a Ghetto, sino que trata de explicarle la teoría heliocén-
trica y probarle que ésta encierra la verdadera descripción de los
cielos. Ahora bien, los argumentos de Carafulla o son cómicos
de por sí o están dichos en modo desopilante; i.e., que si la tie-
rra se estuviese quieta, muy pronto se mezclarían el agua, el
fuego y el aire y no duraría el mundo; o que las casas se agrie-
tan y se desmoronan poco a poco, al punto de andar siempre re-
parándolas, porque la tierra gira; los movimientos del mar tie-
nen la misma causa y por eso los filósofos han dicho de los
hombres que somos árboles invertidos, vale decir que nuestro
destino habría de ser el de estarnos con los pies hacia las estre-
llas, y que nuestra postura es violenta se prueba por el hecho de
que si permanecemos muy quietos termina por dolemos la cabe-
za, o bien por el movimiento incansable de los niños quienes no
se han acostumbrado aún a quedarse de pie sobre esta bola de
tierra 738 . De tal suerte, la exposición del heliocentrismo perma-
nece bajo una sombra ambigua de dudas, quizás sabio y loco si-
multáneamente, como el nuevo mundo de utopía.
ella también peregrine por los mismos lugares que recorre la Ri-
queza sin que nunca puedan ambas coincidir en el tiempo 779 .
De esta guisa, Momo, el amo divino de la risa, se convierte
en el genio que insufla gracia y justicia a los planos del arquitec-
to del nuevo mundo asentado sobre la paz y la ciencia verdadera,
del nuevo tiempo que no ha de ser otra cosa sino la era de la
auténtica religión restaurada.
Pero permítaseme completar esta síntesis sobre la risa, oca-
sional y esencial a la vez (valga la bruniana contradicción del
papel asignado a la hilaridad) en los textos explícitamente filo-
sóficos de Bruno, con el análisis de una obra en la cual el Nolano
quiso adrede hacer reir desde el principio hasta el fin: su come-
dia Candelaio ("Candelabro"), escrita entre 1576 y 1582, edita-
da en 1582 y 1583, nunca actuada sobre una escena hasta nuestro
siglo pero sí tal vez representada como teatro leído por sus con-
temporáneos 780 . El Candelabro conserva algunos caracteres bá-
sicos de la comedia italiana del Cinquecento - p o r ejemplo, el
impulso amoroso en el origen de la acción dramática, las unida-
des de espacio y tiempo, los sirvientes oscilantes entre la fideli-
dad a los amos y la autonomía de sus intereses, los personajes de
los bajos fondos, el entrelazamiento de dos historias paralelas, el
engaño y la burla como elementos principales en la resolución
del conflicto, el metadiscurso teatral de los prólogos, la comici-
dad reica de la que hablaba Leopardi-, pero al mismo tiempo
deja a un lado otros dos rasgos consagrados e importantes del
género, i.e., la lucha entre jóvenes enamorados y padres merca-
deres avarientos, y el final feliz de ese conflicto. Esta falta de
una conclusión reparadora y armoniosa podría conducirnos a
pensar en una mezcla de subgéneros (sugerida por el lema de la
pieza: "In tristitia hilaris, in hilaritate tristis") o quizás en una
tragedia ausente. Pero lo cierto es que la risa no cesa jamás en el
curso de la acción ni se disipa la obscenidad o el elemento por-
nográfico cómico que se oculta y proyecta desde el título. Por-
que, según permite entender el personaje del pintor, Giovan Ber-
nardo, cuando dice que el señor Bonifacio, personaje central de
la obra, quiere "de candelabro hacerse orfebre ", la palabra "can-
delabro" señalaría la condición de homosexual de Bonifacio, arre-
pentido en la circunstancia y deseando poseer a una cortesana 781 .
"(...) El tiempo todo quita y todo da; cada cosa cambia y nada
se aniquila; sólo hay uno que no puede cambiar, uno solo es
eterno y puede perseverar eternamente uno, semejante e igual
a sí mismo. Con esta filosofía el ánimo se me agranda y se me
magnifica el intelecto. Pero cualquiera sea el momento de esta
noche que espero, si la mutación es verdadera, yo que estoy en
medio de la noche espero el día, y quienes están en medio del
día esperan la noche: todo cuanto es o está aquí o allí, o cerca
o lejos, o ahora o luego, o pronto o tarde. Gozad, pues y, si
podéis, permaneced sana y amad a quien os ama "19°.
cento, que tenía por protagonistas nada menos que al rey bíblico
Salomón y a cierto campesino Marcolfo. Se trataba de una com-
petencia entre el monarca y el rústico en la cual la inteligencia
del uno y del otro se ponían de manifiesto mediante un alternarse
de enigmas, adivinanzas, proverbios y dichos jocosos. Croce
desactivó algunas notas sospechosas de herejía en aquel texto,
agregó episodios graciosos y comentarios morales y eruditos de
su propio coleto. Bertoldo es descripto como un hombre feísimo
y deforme, un Narciso al revés, pero dueño de una vivacidad y
una agudeza dignas de confrontarse con la sabiduría de un rey,
"siendo que la naturaleza suele a menudo infundir en semejan-
tes cuerpos monstruosos algunas dotes particulares que no re-
gala a todos con tanta largueza " 804 . Porque, en verdad, el pro-
pósito de Croce no parece haber sido primariamente el de hacer
reir, sino el de hacer "trastabillar cuando no asombrar", y lue-
go entretener y deleitar mediante "las astucias, dichos, senten-
cias, argucias, proverbios y estratagemas sutilísimas " de un per-
sonaje que auna la fealdad de su cuerpo con la belleza del alma,
"bolsa de tela gruesa forrada por dentro de seda y oro"ms. No
hemos de resumir los avalares por los que transita Bertoldo en la
corte de Alboino, por ejemplo las trampas que él tiende a las
mujeres del reino cuando ellas pretenden sentarse de pleno dere-
cho en el senado, el odio que sus burlas infunden en el ánimo de
la reina, el episodio desopilante del esbirro o el suceso de su
ejecución frustrada, ni citaremos las adivinanzas y los refranes
con los cuales nuestro campesino sale airoso de las réplicas y
zancadillas que le tiende el monarca. Recordemos tan sólo las
circunstancias de su muerte, sobrevenida por la falta de su buena
dieta campesina de habas, cebollas y nabos asados (Bertoldo paga
sin demasiada culpa el hecho de haber cambiado su medio rústi-
co, su lugar que parece natural a fuerza de la costumbre estable-
cida durante generaciones, por la molicie de la corte). Mencio-
nemos asimismo su epitafio y su lúcido testamento, confiado al
notario Matorral de los Envoltorios ( C e r f o g l i o de'Viluppi) y que
éste lee en presencia de Albuino: en ambos documentos, se con-
densa la sabiduría campesina, bastante apaciguadora, es verdad,
producto de muchos siglos de dominación feudal, pero también
consciente de su valor para la supervivencia y exigente de una
justicia y de un reconocimiento pacífico de la dignidad, debidos
a los hombres que trabajan de sol a sombra para alimentar a la
humanidad entera. Bertoldo lega sus bienes humildes y escasos
a quienes mejor sabrán servirse de ellos, reparte consejos a su
316 JOSÉ EMILIO BURUCÚA